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  • INTERVENCIN COGNITIVO CONDUCTUAL EN ADULTOS MAYORES: RETOS Y DIFICULTADES EN LA ADAPTACIN DE UNA TERAPIA DE GRUPO

    MANUALIZADA.

    T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

    DOCTORA EN PSICOLOGA P R E S E N T A

    SAMANA VERGARA LOPE TRISTN

    JURADO DE EXAMEN DE GRADO DIRECTORA: DRA. ANA LUISA MNICA GONZLEZ-CELIS RNGEL

    COMITE: DR. JUAN JOS SNCHEZ SOSA DR. SAMUEL JURADO CRDENAS DRA. MARA SUREZ CASTILLO DRA. LUCY MARA REIDL MARTNEZ DRA. PATRICIA ANDRADE PALOS DRA. MARA DEL ROCO HERNNDEZ POZO

    Mxico, D.F. 2009

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    PROGRAMA DE MAESTRA Y DOCTORADO EN PSICOLOGA PSICOLOGA Y SALUD

    Neevia docConverter 5.1

  • Dedicatoria:

    A los aguerridos abuelos que siempre tienen una buena historia que contar y unas cuantas lgrimas que recordar. En especial a mi padre que tena varias de ambas.

    Neevia docConverter 5.1

  • Agradecimientos: A todos los adultos mayores que participaron en esta investigacin. A la Universidad Autnoma de Mxico que es cimiento y orgullo en mi vida. A la Facultad de Psicologa y al programa de doctorado en psicologa. Al CONACYT por financiar esta investigacin y la estancia doctoral. Al DIF 24 Len Guzmn, al centro cultural del ISSSTE Miguel Alemn, al Centro de Seguridad Social Contreras y a la Caja de Previsin para Trabajadores a Lista de Raya del D.F. (Captralir). A mi tutora la Dra. Ana Luisa Gonzlez-Celis por su acompaamiento. A mi comit por todos sus comentarios que mucho ayudaron a mejorar la tesis, en especial al Dr. Juan Jos Snchez Sosa y al Dr. Samuel Jurado por aguantarme estos largos cuatro aos. A la Dra. Lucy Reidl que me proporcion adems de apoyo y orientacin, un espacio fsico de pertenencia y a todo su equipo que en innumerables ocasiones me brindaron su ayuda, especialmente a Gise por leerme y comentarme. A la Dra. Elizabeth Joan Barham por todo su apoyo en la Universidade Federal de So Carlos. A la Lic. Lucy Pea y a su equipo de trabajo. A todos los compaeros del seminario de investigacin que me acompaaron durante todo el proceso con sus consejos, comentarios y crticas. A mis queridos amigos y grandes colegas que me apoyaron en cuanto problema se me present y le pusieron color, alegra y amistad a este doctorado: Ale, Octa, Rena, Vero, Cesar, Liz, Rodrigo y Claudia. A todos mis alumnos del grupo 2219 (del ciclo 2007) del PAEA por su inters y entusiasmo con los adultos mayores. A todo el grupo de aplicadoras, sobretodo a Zulema y Paty por su profesionalismo. A mi mam por todos sus esfuerzos para ayudarnos a estar mejor. A toda mi familia y amigos por su apoyo y amor. Y a mi compaero de vida Felipe por ayudarme en cada una de las etapas de esta investigacin, pero sobretodo por su apoyo, sostn, paciencia, tolerancia, escucha y amor.

    A TODOS MUCHSIMAS GRACIAS.

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  • Intervencin cognitivo conductual en adultos mayores: retos y dificultades en la adaptacin de una terapia de grupo manualizada.

    Vergara-Lope, T. S., 2008.

    NDICE NDICE RESUMEN Y ABSTRACT INTRODUCCIN 1 ENVEJECIMIENTO 2 INTERVENCIONES PSICOTERAPETICAS 3 JUSTIFICACIN 4 MTODO 5 RESULTADOS 6 DISCUSIN 7 CONCLUSIONES 8 RECOMENDACIONES REFERENCIAS ANEXOS Palabras clave: envejecimiento, adultos mayores, psicoterapia de grupo, psicoterapia manualizada, intervencin cognitivo conductual.

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  • Intervencin cognitivo conductual en adultos mayores: retos y dificultades en la adaptacin de una terapia de grupo manualizada. Vergara-Lope, T. S., 2008.

    RESUMEN. La intervencin cognitivo conductual ha sido base para la atencin de los adultos mayores y la literatura muestra que cuando se realiza en grupo se encuentran beneficios adicionales. A pesar de ello, en la literatura mexicana, la investigacin centrada en la intervencin psicolgica con adultos mayores es muy poca y ninguna ha sido manualizada. El objetivo de esta investigacin fue evaluar la efectividad de una intervencin cognitivo conductual de grupo manualizada en las ideas irracionales, la depresin, la ansiedad y el bienestar subjetivo de adultos mayores. Para ello se cre un instrumento vlido y confiable para medir ideas irracionales en adultos mayores, se adapt un manual de intervencin cognitivo conductual para esta poblacin y se aplic a 24 sujetos con mediciones pre-post, dos seguimientos y comparaciones con un grupo control. Los hallazgos encontrados sugieren eficacia significativa de la intervencin en la disminucin de la ansiedad, la depresin y las ideas irracionales, y en el aumento del bienestar subjetivo y de algunas conductas de la vida diaria. ABSTRACT. Cognitive behavioral intervention has been the basis for older adults care and if it is in group has additional benefits. Despite this, in Mexican literature, researches focused on psychological intervention with elderly are very low and no one has been manualized. The goal of this research was to evaluate the effectiveness of manualized cognitive behavioral intervention group in irrational thoughts, depression, anxiety and subjective well-being of older adults. To do that, a valid and reliable instrument to measure irrational ideas in older adults was created, a cognitive behavioral intervention manual was adapted for this population and it was applied in 24 subjects with pre and post evaluation, two follows up and comparisons with a control group. Findings suggest significant effectiveness of intervention in decreasing anxiety, depression and irrational ideas, and increasing well-being subjective and some activities of everyday life.

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  • Intervencin cognitivo conductual en adultos mayores: retos y dificultades en la adaptacin de una terapia de grupo manualizada. Vergara-Lope, T. S., 2008.

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    INTRODUCCIN. La presente tesis muestra los resultados de una investigacin doctoral realizada en el perodo comprendido entre 2004-2008 en adultos mayores de la Ciudad de Mxico. Esta se basa principalmente en una intervencin clnica cognitivo-conductual de grupo y la elaboracin y validacin de un instrumento de ideas irracionales para esta misma poblacin. Este trabajo fue desarrollado a partir de la deteccin de una necesidad observada durante cinco aos de trabajo directo con los grupos y clubes de adultos mayores, en donde a pesar de existir gran cantidad de servicios dirigidos a esta poblacin, la atencin psicolgica es de los servicios ms insuficientes, an siendo esencial para mejorar de la calidad de vida de las personas adultas mayores. Esta insuficiencia en la atencin psicolgica al adulto mayor se ve reflejada tambin en el poco nmero de investigaciones clnicas y psicomtricas que existen sobre personas en esta etapa de la vida, comparado con otras edades. Por otro lado, la forma en como los adultos mayores evalan los cambios y los acontecimientos en sus vidas es un factor de gran importancia para su adaptacin a esta etapa de la vida. Parte esencial de esta evaluacin (como se pudo constatar durante el trabajo en estos grupos) son los pensamientos, las creencias, las cogniciones o las ideas, que al ser irracionales los llevan a vivir esta etapa con desagrado e infelicidad (Lazarus & Folkman, 1986). Existen diversos instrumentos que miden las ideas irracionales en diferentes grupos etarios y en diferentes pases, pero no se encontr en la literatura ninguno referente a los mexicanos y menos an a los adultos mayores mexicanos. Por todo lo anterior, esta investigacin tuvo como objetivos especficos: desarrollar y someter a prueba un instrumento que fuera confiable y vlido, el cual midiera ideas irracionales en adultos mayores; evaluar las ideas irracionales de un grupo de adultos mayores; comparar y establecer diferencias tomando como variables los datos sociodemogrficos (gnero, edad, enfermedad, etc.), para las mediciones obtenidas en el Cuestionario de Ideas Irracionales (CII); adaptar una intervencin cognitivo conductual de grupo a las caractersticas especficas de los adultos mayores; y evaluar el efecto de sta en las ideas irracionales, la depresin, la ansiedad y el bienestar subjetivo de adultos mayores a partir de aplicaciones pre-post.

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    Para cubrir estos objetivos fue necesario dividir el trabaj en dos estudios. En el estudio uno, por no existir un instrumento de ideas irracionales adaptado a esta poblacin, se elabora y valida el Cuestionario de Ideas Irracionales para adultos mayores (CII), y posteriormente se describen las ideas irracionales de esta muestra. Mientras en el estudio dos se adapt y evalu una intervencin cognitivo conductual de grupo para esta poblacin. Las caractersticas sociodemogrficas actuales y futuras de este grupo de poblacin, le confieren gran cantidad de factores relacionados que no se pueden ignorar al momento de planear programas, investigar o atender a los adultos mayores. Estos factores asociados consecuentes de la transicin demogrfica (aumento en la esperanza de vida, aumento de las enfermedades crnico degenerativas al aumentar la edad, mayor discapacidad en mayores de 60 aos, etc.) necesariamente impactan o deberan impactar desde los niveles micro, como sera esta investigacin que trabaja con muestras pequeas, hasta los programas de atencin a nivel nacional y las polticas pblicas, ya que eso implicara una visin mucho ms completa del fenmeno de envejecimiento dentro de un contexto social, poltico y econmico que finalmente influye en la vida de cada uno de los adultos mayores de la actualidad. Con esto nos referimos a que las necesidades de esta poblacin tienen que ser consideradas siempre sin perder de vista la cada vez mayor insuficiencia de servicios, la creciente demanda y los costos-beneficios de los programas. El presente trabajo comienza, precisamente, considerando los datos sociodemogrficos mundiales y la situacin actual de los adultos mayores mexicanos, los cambios propios de la vejez, y la depresin, ansiedad y bienestar subjetivo en esta etapa de la vida (captulo uno). El segundo captulo habla sobre la teora de la psicoterapia cognitivo conductual y las investigaciones realizadas en grupo y con adultos mayores. El captulo tres se refiere a la justificacin de este estudio. El cuarto captulo nos remite al mtodo utilizado primero en las dos fases del Estudio uno (validacin del CII y descripcin de las ideas irracionales de la muestra), y despus al mtodo del Estudio dos (objetivos, definicin de variables, diseo, descripcin de grupos, instrumentos, procedimiento y resumen de sesiones de intervencin). El objetivo del captulo cinco es presentar las tablas y figuras de todos los resultados obtenidos en ambos estudios. En el captulo seis se encuentra la discusin de los resultados de acuerdo a la teora, y por ltimo en el siete un resumen de las conclusiones finales de la investigacin. En los anexos se encuentran algunos instrumentos utilizados en esta investigacin, la versin final del

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    Cuestionario de Ideas Irracionales (CII), el manual del participante y el manual de descripcin de sesiones adaptado para adultos mayores.

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    1 ENVEJECIMIENTO.

    1.1 Datos sociodemogrficos.

    Apenas hace algunos aos, comenz a darse importancia mayor al tema de la vejez y el envejecimiento, esto debido a la transicin demogrfica por la que atraviesan las poblaciones de muy diversos pases, hecho que se expresa en un adelgazamiento de la base y una ampliacin de la cspide de la pirmide poblacional mundial. De acuerdo con los datos de la Divisin de Poblacin de la Organizacin de las Naciones Unidas, se estima que el nmero de adultos mayores en el mundo se multiplic alrededor de 2.7 veces en los ltimos 50 aos (Tuirn, 2000). Por otro lado, el Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) reporta que para 2004 existan aproximadamente 654 millones de adultos mayores en el planeta, que representaban 10.2% de la poblacin mundial, y que se espera que en el 2030 sean 1,348 millones (16.6%). Europa es la regin ms envejecida con 20.6 por ciento de su poblacin con 60 aos o ms de edad, seguida de Norteamrica y Oceana, con 16.6 y 13.7%, respectivamente. Los pases con mayor proporcin de adultos mayores son Japn (25.5%), Italia (24.5%), Alemania (24.3%), Grecia (23.7%), Suecia (23.7%), Canad (17.7%), Uruguay (17.6%), Australia (17.2%), Nueva Zelanda (16.4 %) y Cuba (15.3%) (CONAPO, 2004). Segn las proyecciones la poblacin con 60 aos y ms en los pases desarrollados representa casi un 20% de la poblacin y con las tendencias se dirigir al 25%. En los pases en desarrollo se aproxima al 10% y en las prximas dcadas ser cercano al 20% (Montes de Oca, 2003). La transicin en Mxico comenz a partir de la dcada de los aos treinta; con el descenso paulatino de la mortalidad que origin un progresivo aumento en la esperanza de vida y un nmero cada vez mayor de personas de edad avanzada; y se acentu posteriormente a mediados de los aos sesenta con la declinacin de la fecundidad que se refleja en una cantidad menor de nacimientos y, a la larga, en una reduccin sistemtica de la proporcin de nios y jvenes en la proporcin total (vase figura 1). Estos cambios han representado profundas transformaciones en la distribucin por edades de la poblacin. En la actualidad se esta pasando de una poblacin joven a otra ms entrada en aos (vanse figuras 2 y 3).

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    Figura 1. Transicin demogrfica de Mxico, 1930-2000. Fuente: Estimaciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) (Tuirn, 2000).

    Figura 2. Distribucin por edades de la poblacin, 2000-2050 (Tuirn, 2000).

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    Figura 3. Estructura por edad de la poblacin, 1996 y 2051. Fuente: Estimaciones y proyecciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) (Tuirn, 2000). En el 2005 el promedio de edad de la poblacin era de 24 aos (INEGI, 2005) y se espera que incremente a 30 aos a finales de la primera dcada del siglo XXI y a 45 para 2050 (Tuirn, 2000). Por su parte CONAPO (2004) reporta que la evolucin de la edad media de la poblacin, pas de 21.8 aos en 1970, a casi 27 aos en 2000 y que se prevee que para 2030 Mxico tenga una edad media de 37 aos y de poco menos de 43 en 2050. Por su parte, la esperanza de vida seguir en aumento, al pasar de 75.2 aos en 2004 a 76.6 en 2010, 78.5 aos en 2020 y 79.8 en 2030 (CONAPO, 2004).

    En el 2000, el ltimo censo report que Mxico tena 7.3%, lo que significa en nmeros reales aproximadamente siete millones y medio de adultos mayores (INEGI, 2000), para el 2004, 7.5% (CONAPO, 2004) y para el 2005, el Conteo Nacional de Poblacin declar que este porcentaje haba aumentado a 8.3% (INEGI, 2005). Se prevee que para 2030 se alcancen entre 15 y 17 millones de adultos mayores, llegando as a cifras que actualmente presentan pases europeos (INEGI, 2000; Tuirn, 2000) (vase figura 4 y 5). La poblacin de la tercera edad es la que crece de manera ms rpida desde hace quince aos. Su tasa de crecimiento en Mxico pas de 2.5 por ciento anual en 1970, a 3.5 en 2000 y a 3.6 por ciento en 2004. Se prevee que esta dinmica continuar acelerndose hasta alcanzar un

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    ritmo promedio anual de 4.3 por ciento a finales de la segunda dcada del presente siglo (CONAPO, 2004).

    Figura 4. Poblacin de 65 aos y ms, 2000-2050. Fuente: Estimaciones y proyecciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) (Tuirn, 2000).

    Figura 5. Porcentaje de la poblacin de adultos mayores respecto a la poblacin total, 2000-2050. Fuente: Estimaciones y proyecciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) (Tuirn, 2000). El cambio en la pirmide de poblacin tambin acelera la transicin hacia un perfil epidemiolgico dominado por los padecimientos crnico-degenerativos, como el cncer y las

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    enfermedades del sistema circulatorio y del corazn (vase figura 6). Este hecho determinar que el peso de la enfermedad y de la muerte siga desplazndose en los prximos decenios hacia los grupos de mayor edad. En consecuencia, los problemas de discapacidad de los adultos mayores sern cada vez ms intensos y visibles en la sociedad. Al respecto se estima que el nmero de personas con algn rasgo de deterioro funcional en la vejez, crecer de 2 millones en 2000 a 7.3 millones en 2030 y a 15.1 millones en 2050 (vase figura 7) (Tuirn, 2000). El INEGI seala que para el 2000 existan un 10.7% de adultos mayores con alguna discapacidad. Para el 2004, CONAPO seala que era aproximadamente el 11% el que sufra algn tipo de discapacidad, principalmente de tipo motriz (55.1 %), visual (30.5 %) o auditiva (21.0 %).

    Figura 6. Tasa de mortalidad por causas de muerte entre los adultos mayores segn sexo. Fuente: Estimaciones y proyecciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) con base en las estadsticas sobre causas de muerte de la SSA, 1999 (Tuirn, 2000).

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    Figura 7. Personas de la tercera edad con algn rasgo de deterioro funcional, 2000-2050. Fuente: Estimaciones y proyecciones del Consejo Nacional de Poblacin (CONAPO) (Tuirn, 2000). Hablando de las caractersticas sociodemogrficas de este grupo de poblacin, es importante hablar de las tasas de mortalidad (Vase tabla 1 y figuras 8, 9, 10 y 11), ya que son una de las principales causas del aumento en el nmero de adultos mayores, e influyen de manera importante cuando se habla de intervencin e investigacin en este grupo de poblacin, ya que es necesario considerarlas previniendo bajas en los grupos experimentales. As en la tabla 1 se observa que la probabilidad de mortalidad a partir de los 60 aos, es en todas las edades menor en las mujeres que en los hombres, y que la probabilidad va en aumento significativo conforme avanza la edad. Por otro lado, la probabilidad de supervivencia va en decremento tambin muy significativamente conforme avanza la edad. Tabla 1. Mortalidad hombres y mujeres. Mxico, 2000.

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    HOMBRES MUJERES EDAD PROBABILIDAD DE

    MORTALIDAD SUPERVIVENCIA

    Por cada 100,000 hab. PROBABILIDAD DE

    MORTALIDAD SUPERVIVENCIA

    Por cada 100,000 hab. 60-64 .07 81, 204 .04 88,387 65-69 .10 75,647 .06 83,741 70-74 .15 68,048 .09 76,935 75-79 .21 58, 035 .15 67,369 80-84 .30 45,659 .22 54,766 85-89 .42 31,828 .32 39,702 90-94 .57 18,460 .45 24,034 95-99 .74 7,955 .63 10,803 100 + 1.00 2,090 .92 2,942

    FUENTE: Ham, 2003. En las figuras 8, 9, 10 y 11, se observa como se ha modificado la mortalidad y la supervivencia de las personas de todas las edades, a travs de las pocas y con una proyeccin al 2050.

    Figura 8. Probabilidad de muerte masculina. Mxico, 1930-2050 ( Ham, 2003).

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    Figura 9. Probabilidades de muerte femenina. Mxico, 1930-2050 ( Ham, 2003).

    Figura 10. Probabilidades de sobrevivencia masculina. Mxico, 1930-2050 ( Ham, 2003).

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    Figura 11. Probabilidades de sobrevivencia femenina. Mxico, 1930-2050 ( Ham, 2003). A pesar de todos los datos demogrficos que se acaban de revisar, por aos, las necesidades de este sector de la poblacin han sido relegadas. Ahora el incremento de la poblacin de edades avanzadas es tan rpido y tan importante que rebasa las incipientes actividades de investigacin, planeacin, prevencin, otorgamiento de servicios y de organizacin poltica y administrativa para este sector (Ham, 2003). Esto se vuelve an ms preocupante cuando se observan las caractersticas de esta poblacin, en la que el 30.1% es analfabeta, 24.0% de los hombres y 35.6% de las mujeres (lo cual contrasta significativamente con las generaciones ms jvenes, entre quienes el porcentaje de poblacin analfabeta de 15 a 19 aos es de slo tres por ciento) (CONAPO, 2004); con un nivel promedio de escolaridad de 3.4 aos de estudio, siendo un poco ms elevado en hombres; el 48.1% cuenta con algn tipo de servicio de salud y slo el 29% es econmicamente activo, en su gran mayora hombres (INEGI, 2000). Para el 2001 slo el 26.2% de esta poblacin disfrutaba de una pensin o jubilacin (Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, 2001). Estas nuevas realidades demogrficas y epidemiolgicas imponen fuertes presiones con respecto a la cantidad y calidad de los programas y servicios dirigidos a los adultos mayores. Es as, que al preveer peores situaciones a futuro, se ha provocado una creciente diligencia de recursos y esfuerzos hacia programas para esta poblacin, y esta tendencia tendr que seguir

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    creciendo si se quiere, en medida de lo posible, evitar que sobrepase an ms la demanda y llegar a tener, en un futuro no muy lejano, una cantidad muy grande de adultos mayores enfermos y con una mala calidad de vida. En relacin a esto, De la Fuente, Medina-Mora y Caraveo (1997) mencionan que tambin es poco lo que se ha hecho en el campo de la salud mental de los senectos, pero afirman que se puede hacer mucho en el futuro en relacin a la promocin de la salud, asistencia, rehabilitacin, investigacin y enseanza. 1.2 La vejez. Si ha existido un sector de la poblacin invisible en nuestra sociedad, ste es el de los ancianos, a quienes eufemsticamente se les ha llamado de distintas formas (viejos, adultos mayores, adultos en plenitud y ancianos), pensando que al cambiar los trminos se transforma como por arte de magia una situacin de injusticia e inequidad (Morales, 2003). La vejez, como etapa de la vida, es llamada tambin tercera edad, ancianidad o adultez mayor. La Primera Asamblea Mundial del Envejecimiento en Viena (ONU, 1982), propuso asumirla a partir de los 60 aos, y as es como es considerada tambin en Mxico. La vejez, histricamente, ha sido vista como sinnimo de enfermedad, y si bien es cierto que esta ltima etapa de la vida se caracteriza por un proceso de debilitamiento de las funciones fsicas y mentales, esto no quiere decir que todos los viejos estn enfermos y menos an que ellos se perciban como tales. Al ubicar al viejo en la categora de enfermo es ms fcil aislarlo, decidir por l y convertirlo en un ser dependiente. Las personas van cambiando con la edad y al igual que ellas, cambian tambin los grupos, las sociedades y las culturas se desarrollan en el tiempo. Al efecto del paso del tiempo sobre las cosas y sobre las personas se le llama envejecimiento (Yanguas, Leturia, Leturia, & Uriarte, 1998). Sin embargo este tiempo no pasa igual para todos. El envejecimiento es un proceso individual y diferencial que supone una serie de cambios permanentes e irreversibles en el rea biolgica, psicolgica y social. En el rea biolgica, los cambios estn orientados principalmente al sistema cardiovascular y msculo-esqueltico, as como en rganos de los sentidos, aumentando tambin la propensin,

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    como se observ en los datos de morbilidad, a presentar enfermedades crnico-degenerativas. La enfermedad no es condicin inevitable de la vejez, pero no cabe duda de que los trastornos fsicos son ms frecuentes entre las personas ancianas que entre los jvenes: 86% de los ancianos tienen un problema crnico de salud que requiere la visita regular al mdico (Butler & Lewis, 1977). Bazo, Garca, Maiztegui y Martnez (1999) mencionan que 51% de las personas entre 60 y 64 estn enfermas y 71% de los de 85 aos en adelante. En Mxico, en los hospitales generales, el 60% de todas las camas estn ocupadas por ancianos; y en los de especialidades, el 80% por ciento son personas de ms de 60 aos de edad (Bravo, 1999). Se puede decir que, en general, el estado de salud de los hombres es mejor que el de las mujeres, y que las enfermedades terminales en ellos son ms cortas. Comenta Morales (2003) que para la gran mayora de los hombres y las mujeres de nuestra sociedad, su cuerpo es un gran desconocido. En el proceso de envejecimiento el cuerpo se hace presente, pero no por un proceso de identidad o de apropiacin positiva, sino a partir de sus condiciones de deterioro. Por lo general, es a travs de la enfermedad como se da esta relacin con el cuerpo durante el envejecimiento. Para el caso de las mujeres, stas, en general, aprenden a cuidar el cuerpo de los otros: de los hijos, de los padres, de los hermanos, del marido, pero no se les ense a cuidar su propio cuerpo. En contraparte, los hombres esperan que sean otros quienes se encarguen del cuidado de su cuerpo y de su salud; no aprendieron a cuidarse por ellos mismos y muchas veces prefieren ignorar ciertos padecimientos que creen, menoscaban su imagen social. En el rea psicolgica, el envejecimiento se caracteriza por una serie de cambios lentos y continuos que se manifiestan en el funcionamiento cognitivo, pero a diferencia de lo que sucede en las demencias, en el envejecimiento normal los cambios son selectivos y no afectan todas las funciones cognitivas en general (Ostrosky, 1996). Se calcula que en Mxico aproximadamente 30 por ciento de la poblacin mayor de 65 aos cae en el grupo de sndrome de deterioro intelectual sin cumplir criterios estrictos de demencia, es decir presentan una funcionalidad de la memoria por debajo de una desviacin estndar del rendimiento mnsico de una poblacin de sujetos jvenes. Y aproximadamente un cinco por ciento quedaran en un extremo con mayor riesgo de presentar una evolucin desfavorable (Corte, Ortiz & Ostrosky-Solis, 2007). El deterioro intelectual implica una declinacin del funcionamiento cerebral y en especial de las capacidades para procesar (pensamiento abstracto) y para recordar (memoria) (Gonzlez, Vidales, Camacho, Alexnderson & Alcntara, 1999).

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    En Mxico, existen pocos estudios encaminados a documentar, la incidencia o prevalencia de las enfermedades mentales en general y de las que condicionan deterioro intelectual en este grupo etario. Conde (1998), por ejemplo, reporta que en los adultos mayores las enfermedades mentales tienen una prevalencia del 40 al 45%, y que esta estadstica incluye toda una gama de problemas psicogeritricos reversibles e irreversibles. Por otro lado, en Estados Unidos de Norteamrica se calcula que aproximadamente el 15% de los individuos de ms de 65 aos cursan con alguna forma adquirida de prdida de la funcin cognitiva. Existen informes sobre la incidencia de demencia moderada y severa que sealan que es de 9.1% en el grupo de edad de hasta 54 aos, de 10% entre los sujetos de 55 a 64 aos y de un 31% en personas mayores de 85 aos de edad. Se ha precisado que de una poblacin de 260 millones de personas, aproximadamente 4 millones de individuos tienen enfermedad de Alzheimer (Gonzlez et al., 1999). Para Botella y Herrero (2000) la prevalencia es de 6-10% entre 65 y 80 aos, y del 20-30% en mayores de 80 aos. Por otro lado, Gutirrez (1996) reporta que en este grupo de edad, los padecimientos demenciales tienen una prevalencia aproximada del 5 a 7% que aumenta rpidamente con la edad, de manera tal que para los mayores de 80 aos, la prevalencia es superior al 20%. Segn datos de la Organizacin Panamericana de la Salud, en Amrica Latina, las tasas de prevalencia oscilan entre 5.9 a un 9% en los mayores de 60 aos. La mayor parte de los sujetos afectados por el deterioro intelectual sufren de demencia, y de stos, una parte significativa, son afectados por la enfermedad de Alzheimer (Gutirrez, 1996).

    Por ltimo en el rea social los cambios se manifiestan, en los aspectos econmico, laboral y familiar. Con respecto a los dos primeros (como se menciona al final del inciso 1.1), el porcentaje de adultos mayores econmicamente activos es muy baja, al igual que los adultos mayores que cuentan con una pensin. En el segundo aspecto, se ha observado que los principales problemas referidos por la gente mayor son los familiares, dentro de los que se encuentran el rechazo, las fricciones, la enfermedad de algn miembro, y la situacin econmica de los hijos (Gonzlez-Celis & Padilla, 2006). Slo el 45.1% de las mujeres vive en pareja y el 54.9% restante es soltera, separada, divorciada y una gran parte viuda (41.4%), sin embargo, en el caso de los hombres slo el 23. 4 % no vive en pareja (INEGI, 2000). En el mbito familiar, reporta CONAPO (2004), las personas con sesenta o ms aos residen predominantemente en

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    hogares de tipo familiar. Sin embargo, es la etapa del ciclo de vida en que se pueden apreciar el mayor nmero de hogares no familiares, principalmente de personas que viven solas. Cerca de una de cada diez personas en esta edad reside sola, mientras que en el resto de las etapas del ciclo de vida el mximo valor que se alcanza es de 3.3 por ciento (45-59 aos). Lo anterior est estrechamente relacionado con la incidencia de la viudez entre los adultos mayores, la cual se aproxima al 29% (CONAPO, 2004). Hay ms viudas que viudos no slo porque las mujeres tienen mayor esperanza de vida, sino porque las mujeres cuando enviudan, por lo general, no desean volver a casarse. Estos nmeros son importantes ya que se ha visto que el matrimonio ayuda a enfrentar mejor la vejez, especialmente para los hombres. Las personas de la tercera edad que viven con su pareja tienen mejor nimo, ms salud mental y fsica, sus recursos econmicos se distribuyen mejor, consiguen ms apoyo social y son los que menos ingresan a las instituciones de salud (Morales, 2003). De los 22.3 millones de hogares en el pas, 4.2 millones (18.7%) estn encabezados por una persona de 60 aos o ms (CONAPO, 2004). Durante el envejecimiento, como se puede observar en los datos, afloran las diferencias de gnero debido a que los hombres y las mujeres acceden de manera desigual a la salud, a la educacin, a la alimentacin, a los recursos econmicos, a las oportunidades de desarrollo personal y al poder de decisin. Se sabe que los papeles de gnero son construcciones simblicas que condicionan los valores, las creencias, las prcticas y las conductas de hombres y mujeres, por ello se puede plantear que para la mujer en este periodo se hacen evidentes los patrones reproductivos desfavorables, los efectos de la mala nutricin y las situaciones derivadas de su papel social, centrado en la reproduccin y responsable de la vida familiar (Morales, 2003). Por otra parte, los hombres, por la forma en la que fueron socializados, estn ms expuestos a sufrir accidentes y son ms renuentes a recibir atencin mdica por la dificultad que tienen para asumirse como enfermos. Parece ser que las mujeres estn mejor dotadas para el envejecimiento, porque los diversos papeles que desempean a lo largo de su vida las provee de mejores herramientas para ello. En cambio, los hombres, por las actividades laborales desempeadas durante tantos aos, no aprendieron a relacionarse con otras personas fuera de su trabajo y difcilmente desarrollan otras habilidades y aficiones cuando se jubilan. Los papeles tan rgidos, practicados a lo largo de su vida, se convierten en un obstculo (Morales, 2003).

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    Debido a la gran serie de cambios que se presentan, se considera que la tercera edad es un perodo crtico, donde los adultos mayores deben enfrentar una nueva forma de vida que se caracteriza por una serie de prdidas y situaciones que pueden llegar a ser estresantes para el individuo, como por ejemplo (Botella & Herrero, 2000; Ellis, 1999d; Lehr, 1995; Muoz, 2002; Reig, 2000): Una posible prdida progresiva de objetos necesarios y gratificantes, y soledad. La percepcin de la involucin biolgica que trae consigo el envejecimiento. La prdida de la salud. La aparicin o reaparicin de conflictos de su personalidad al disminuir sus defensas. Los cambios negativos en la autoimagen y autoestima. El sentimiento de inutilidad. La disminucin de sus relaciones sociales, reduciendo el crculo de su comunicacin y de

    su actividad (la jubilacin y sus repercusiones en el mbito familiar). Un estado de temor a su futuro y el afrontamiento del acercamiento a la muerte. La sensacin de desplazamiento social (rechazo de la sociedad y familia).

    Cuando hablamos de prdida nos estamos refiriendo a cualquier disminucin de los recursos de una persona, ya sean personales, materiales, o simblicos, a los que la persona se encontraba emocionalmente vinculada (Botella & Herrero, 2000, pag. 229). Rando (1993) las categoriza como: a) prdidas fsicas; y b) prdidas psicolgicas. Las primeras se refieren a la prdida de algo que es tangible, mientras las segundas se refieren a la prdida de algo que es, por definicin, intangible o de naturaleza psicosocial. Cuando la prdida es fsica, es tan obvia que para la mayora de personas es prudente pensar que quien la est sufriendo se encuentra desconsolado/a y, por tanto, la red de apoyo social con la que cuenta la persona acostumbra a ser mayor. En cambio, no siempre sucede as cuando la prdida es psicolgica. En este ltimo caso, las personas en general, e incluso la propia persona que la ha sufrido, no siempre son conscientes de que esta prdida ha tenido lugar y la elaboracin del duelo puede ser ms complicada. En el caso de los ancianos no slo encontramos prdidas fsicas sino tambin algunas prdidas psicolgicas que no necesariamente son identificadas o reconocidas por su entorno familiar y social, como puede ser la prdida de autonoma e intimidad si se tiene

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    una enfermedad que adems merma sus capacidades fsicas y psicolgicas, la prdida de habilidades cognitivas, de la psicomotricidad fina, etc. (Botella & Herrero, 2000). Existen ganancias y prdidas a todo lo largo del ciclo de vida; durante los primeros aos la mayor parte del funcionamiento del individuo lleva consigo ganancias y muy pocas prdidas, mientras que durante la vejez ocurre lo contrario, al parecer es hasta la octava dcada de la vida que llega a una igualdad entre prdidas y ganancias, y a partir de ah comienzan a ser ms las prdidas (Fernndez-Ballesteros, Moya, Iiguez & Zamarrn, 1999). Sin embargo, en un estudio realizado por Triad y Villar (1997) en Espaa, encontraron que los adultos mayores hacan ms referencia a las prdidas que a las ganancias en la vejez. Ellos concluyen que el envejecimiento es percibido por las personas mayores de su muestra en trminos de declive, y plantea de manera interesante dos posturas opuestas ante estos resultados: que los mismos adultos mayores mantienen estereotipos negativos sin base emprica sobre el envejecimiento; o por el contrario que los tericos arrastrados por excesivo optimismo dejan de lado lo que realmente ocurre al envejecer y se centran en lo que nos gustara que ocurriera. Existen diversas posiciones en relacin a las ganancias y las perdidas durante la vejez, y sobre el enfoque que se les debe dar a stas. De cualquier modo, se sabe que la serie de experiencias negativas (o acontecimientos vitales) que pueden venir con el envejecimiento, en ocasiones funcionan como desencadenantes de vulnerabilidad en el individuo. Esto aunado a la serie de caractersticas propias de cada sujeto (personalidad, recursos psicolgicos, creencias) y las condiciones sociales no favorecedoras (red social, recursos econmicos, servicios de salud, vivienda) pueden convertir a esta etapa en una de las ms difciles de afrontar, con posibilidades de presentar problemas de depresin, ansiedad, fobias, ritos obsesivos o exagerada dependencia hacia miembros de su familia (Fernndez-Ballesteros et al., 1999; Muoz, 2002). Caetano (1993) menciona que los trastornos de la memoria, de la atencin, las modificaciones del sueo y las dificultades de relacin con el entorno matizan con un tono caracterstico las quejas somticas en los adultos mayores y que si a ello se le suman sentimientos de minusvala y dependencia que pueden existir frecuentemente en el anciano por la prdida de sus ingresos, el cierre de las perspectivas de vida y la conciencia de todo ellos, se entender la aparicin de una enfermedad depresiva de tipo reactivo y, en otras circunstancias, la de una enfermedad

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    melanclica, que probablemente este relacionada estrechamente a la prdida de la autoestima debido a la sensacin de inutilidad (Hernndez, 2005) La salud y el envejecimiento de los adultos mayores est determinado por diversos aspectos de su historia clnica y la incidencia de padecimientos que generan incapacidad y afectan el funcionamiento cerebral. Pero las limitaciones en el estilo de vida, la prdida de autonoma, la muerte de personas significativas o de bienes o estatus social, la pobreza, el aislamiento, la exclusin, el rechazo y la falta de actividades creativas tambin son factores importantes de riesgo para el deterioro de la calidad de vida en la vejez (Hernndez, 2005; Surez, Munist & Ruiz, 2004). Como se dijo con anterioridad, el envejecimiento es un proceso diferencial no hay viejos con conductas homogneas, hay personas con todas las diferencias y semejanzas, incluidas en un proceso de envejecimiento sometido a mltiples variables (Barenblit & Molina, 2004, pag. 34). Algunas de estas variables seran: la clase social de pertenencia, el nivel de educacin, el gnero, el estilo de vida, el tipo y las condiciones del trabajo desempeado, el hbitat y el contexto sociocultural en el que el individuo envejece y el impacto de los acontecimientos histrico-sociales que afectan el curso de la biografa personal (Barenblit & Molina, 2004; Oddone & Aguirre, 2004). Por lo tanto, el proceso de envejecimiento en el mundo no es homogneo sino que est ligado a las condiciones regionales del desarrollo de los pases (Barenblit & Molina, 2004). Y an dentro de cada pas las diferencias son grandes. Los procesos de envejecimiento de los pases desarrollados y en desarrollo han estado marcados por condiciones histricas, polticas y econmicas especficas que dan como resultado procesos complejos y nicos cuya experiencia se procesa colectivamente desde referentes culturales diversos (Montes de Oca, 2003, pag. 95). En Amrica latina estas condiciones econmicas y polticas generan condiciones de desarrollo que producen empobrecimiento, aumentan la vulnerabilidad de las personas al generar desamparo, prdida de los lazos sociales y de la solidaridad, disgregacin de las familias y

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    grupos barriales, violentando las necesidades de empleo e ingreso econmico, de vivienda y bienestar en general. Cuando el proceso de envejecimiento se inserta en un marco de incertidumbre como el descrito, las condiciones de este proceso se ven vulneradas (Barenblint & Molina, 2004). El sentido comn seala que las personas mayores experimentan vulnerabilidad al estar ms expuestas que otros grupos de edad a enfermedades (declive fisiolgico), a la pobreza (reduccin de los ingresos, jubilacin o discriminacin laboral) y a la marginacin social (disminucin del flujo de relaciones sociales). Pero estos factores determinantes de la vulnerabilidad no son propios de la vejez, no vienen solamente con la edad, es decir no son explicables por el simple dato cronolgico. Dentro del heterogneo grupo de personas de 60 y ms aos, la incidencia, caractersticas e intensidad de la vulnerabilidad tambin varan en funcin de la variables bsicas que influyeron en las etapas anteriores de su ciclo de vida, es decir, la edad, la clase social, el gnero, la etnia y la zona de residencia (Aranibar, 2001), y en funcin de algunas otras variables psicolgicas como creencias, educacin, hbitos, estrategias de afrontamiento, auto-eficacia, autoestima. Es posible, entonces, decir que efectivamente hay grupos de adultos mayores con caractersticas especiales que los hacen vulnerables, pero tambin hay grupos de personas mayores que no presentan estas caractersticas y por lo tanto no son especialmente vulnerables. El trmino vulnerabilidad antes descrito, pero orientado bsicamente al aspecto psicolgico, es muy utilizado en el estudio del estrs psicolgico y la adaptabilidad humana. Se refiere a la suficiencia de los recursos psicolgicos o fsicos del individuo. Entre los individuos con un nivel de funcionamiento adecuado, la insuficiencia de recursos es condicin necesaria, pero no suficiente, para la vulnerabilidad psicolgica. Tal insuficiencia convertir al individuo en vulnerable slo cuando haga referencia a algo que realmente le importa de forma particular. El grado en que las vulnerabilidades fsicas influyen en la vulnerabilidad psicolgica del sujeto, depender de las consecuencias que tales desventajas le reporten. La vulnerabilidad psicolgica no viene determinada solamente por un dficit de recursos, sino por la relacin entre la importancia que las consecuencias tengan para el individuo y los recursos de que disponga para evitar la amenaza de tales consecuencias, pero est determinada por la importancia de la amenaza implcita en la situacin. Puede concebirse la vulnerabilidad tambin como una amenaza potencial que se transforma en amenaza activa cuando se considera que realmente

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    pone en peligro al individuo. La susceptibilidad viene determinada por un conjunto de factores personales, entre los que se incluyen los recursos, los compromisos y las creencias (Lazarus & Folkman, 1986). Se observa de cualquier modo, que subsiste el hecho fundamental de que los adultos mayores, pueden tener una probabilidad mayor de verse expuestos a acontecimientos negativos que positivos, su reaccin tiene mayor base para ser negativa, pero sta puede compensarse, dependiendo de los recursos psicolgicos con los que cuente el sujeto y la estimulacin del entorno. Uno de estos recursos es la resiliencia que es la capacidad de los seres humanos para sobreponerse a la adversidad y, adems, construir sobre ella (Surez et al., 2004, pag. 89). Logra resiliencia el adulto mayor que es capaz de admitir y conectarse con sus puntos de vulnerabilidad, por lo que es muy importante la auto-estima, la auto-confianza, los vnculos afectivos amigables, lugares y personas que posibiliten contencin, una visin optimista de la vida, capacidad de tomar decisiones, posibilidad de desarrollar responsabilidad y sobretodo el humor y la esperanza (Surez et al., 2004).

    La crisis de la Tercera Edad consiste entonces, en ver qu elementos se pueden conservar ante la reduccin de posibilidades, es una puesta a prueba permanente de la posibilidad de conservar (Surez et al., 2004, pag. 97) sobre todo aquello que le brinda seguridad. Se trata de vencer los obstculos y resolver las dificultades que plantea la adaptacin a los cambios fsicos, psicolgicos y sociales que devienen con los aos. De este modo, la forma como las personas afronten esta etapa de la vida determinar su adaptacin o no a los cambios propios de la edad, traducindose, la falta de adaptacin, en enfermedad fsica y/o psicolgica (depresin, ansiedad, fobias, ritos obsesivos o exagerada dependencia hacia miembros de su familia), deterioro fsico y/o psicolgico e incluso la muerte (Buenda, 1994; Muoz, 2002). En el proceso de afrontamiento y adaptacin, la manera en cmo los adultos mayores y las personas en general evalan todos los cambios y los acontecimientos en sus vidas es un factor de gran importancia. Parte esencial de esta evaluacin son los pensamientos, las creencias, las cogniciones o las ideas, que al ser irracionales (vase inciso 2.3.2 para descripcin detallada del

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    trmino), los llevan a vivir esta etapa con desagrado e infelicidad (Lazarus & Folkman, 1986) (vase figura 12).

    Figura 12. Modelo sobre el proceso de evaluacin en la vida del adulto mayor (elaboracin propia a partir de Buenda, 1994; Muoz, 2002; Windle & Woods, 2004). A partir de estos procesos de adaptacin a la vejez es que surgen tres tipos de envejecimiento: el normal, el patolgico y el exitoso. El normal es aquel que cursa sin patologas fsicas o psicolgicas inhabilitantes; el patolgico sera el resultado de un organismo quebrantado por la enfermedad y la discapacidad; y, por ltimo, el envejecimiento exitoso es aquel con baja probabilidad de enfermar o de presentar discapacidad y con un alto funcionamiento cognitivo, capacidad fsica funcional y compromiso con la vida (Fernndez-Ballesteros et al., 1999). Ahondando en la envejecimiento normal, desde el plano de los rasgos neuropsicolgicos, se caracteriza bsicamente por una preservacin del lenguaje (diagnstico diferencial con las demencias primarias) y de las habilidades de razonamiento verbal, frente a la existencia de dficits en las habilidades viso-espaciales, viso-perceptivas y viso-constructivas, dficits especficos de la memoria, enlentecimiento y deterioro de las denominadas funciones frontales como la capacidad de planificar o desarrollar estrategias y habilidades de cambio en la conceptualizacin (Jdar, 1994). Tratando de ser ms descriptivos decimos que en el proceso normal de envejecimiento cognitivo los principales cambios se manifiestan en las siguientes tres reas (Botella & Herrero, 2000):

    Evaluacin

    Infelicidad Enfermedad Mal funcionamiento

    psicolgico Inadaptacin Deterioro progresivo Pensamientos irracionales

    Pensamientos adaptativos

    Adaptacin cambios

    Mantenimiento funcional

    Autocuidado Bienestar

    subjetivo Envejecimiento

    exitoso

    =

    =

    Recursos individuales

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    1. Envejecimiento y procesamiento de la informacin: la ralentizacin de la velocidad de

    procesamiento de la informacin se incrementa a medida que la informacin se hace ms compleja, si bien puede ser contrarrestada por varios factores (por ejemplo prctica).

    2. Capacidad de aprendizaje: el conocimiento experto deviene, a) automatizado, b) intuitivo, c) autoconstruido, y d) activo. De hecho, en ausencia de patologas orgnicas que afecten al rendimiento cognitivo, las diferencias en la capacidad de aprendizaje parecen ser debidas a variables tales como el entrenamiento, la formacin inicial, ms que a la edad por s misma.

    3. Estilos de pensamiento: el pensamiento adulto ha sido caracterizado como postformal. El cual se caracteriza por su capacidad de sntesis dialctica, relativismo y contextualismo. En este sentido, representa un avance respecto al pensamiento formal adolescente, dado que facilita la resolucin de los problemas mal definidos que caracterizan la vida adulta.

    La combinacin de estos tres factores permite adoptar una actitud de optimismo prudente ante la viabilidad de la psicoterapia en la vejez, ya que el envejecimiento normal conlleva una lentitud general de los procesos cognitivos, pero se ve contrarrestada por la mayor base de conocimientos y experiencias construidas por la persona y por formas de pensamiento ms adecuadas a la complejidad de dichas experiencias (si bien, lgicamente, esta imagen general reviste una gran dispersin interindividual en funcin de variables biogrficas) (Botello & Herrero, 2000). En otras palabras, aquellos aspectos del funcionamiento psicolgico que tienen una importante base biolgica, como la velocidad de procesamiento o la inteligencia fluida (relacionada al proceso de informacin, a la biologa, a la agilidad mental) se produce un declive, incluso aproximadamente a partir de los 30 aos; mientras que otras funciones intelectuales mucho ms relacionadas a la inteligencia cristalizada, a la transmisin cultural y al conocimiento, no declinan e incluso incrementan hasta los setenta aos. As por ejemplo la rapidez con la que decimos palabras es menor a los sesenta que a los veinte, pero puede ser mayor su nmero (Fernndez-Ballesteros et al., 1999).

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    El envejecimiento exitoso, por su parte, surge como una postura diferente ante la vejez, una que permite ver el otro lado de la moneda, lo que s se tiene, con lo que an se cuenta, lo que mejor con el paso de los aos; en lugar de lo que se qued en el camino y nunca regresar. Esta postura considera tanto el declinar fsico y psicolgico, como el mantenimiento y despliegue positivo de funciones (Gonzlez-Celis, 2005) y engloba, adems, una participacin activa del sujeto para mejorar su salud biolgica, psicolgica y social (empoderamiento); tratar de hacer lo mejor, con lo que uno tiene, esto incluye los problemas, las enfermedades y las prdidas. Para esto, Baltes y Baltes (1990, en Hyer, Kramer, & Sohnle, 2004) proponen tres estrategias adaptativas de respuesta a las demandas cotidianas y al declive funcional: la seleccin, optimizacin y compensacin (conocido como SOC) que se refieren a seleccionar campos de actuacin especficos, optimizar recursos propios y compensar los declives experimentados. A estos Fernndez-Ballesteros (como se cita en Fernndez-Ballesteros et al., 1999) aumenta la normalizacin, que se refiere a procurar que el sujeto siga mantenindose en sus contextos habituales. Para lograr transmitir esta visin del envejecimiento exitoso, existe la necesidad de promover el cuidado de la salud, como parte esencial, adems de crear una cultura del envejecimiento que ayude a cambiar viejas creencias sociales y ayude a modificar patrones de conducta e ideas arraigadas en los individuos que le ayuden a adaptarse a su nueva vida. En relacin a esta adaptacin existen diversos autores que han realizado modelos para explicar la interrelacin de los diferentes aspectos del individuo. El modelo ecolgico conductual de ajuste ambiental (Fernndez Ballesteros, 1987), muestra que las variables ambientales interactan con las personales en el pasado e influyen en las variables contextuales y personales que interactan en el presente, influyendo en la salud y en la conducta (vase figura 13).

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    Variables ambientales Relaciones sociales y entorno

    Variables personales

    Situaciones nuevas y dif iciles Salud

    Conducta Competencias y habilidades

    Influencias ambientales y personales en la salud y la conducta

    Figura 13. Influencias ambientales y personales en la salud y la conducta (Fernndez Ballesteros, 1987). Por su parte Lazarus y Folkman (1986), resaltan la importancia de la evaluacin cognitiva en el afrontamiento. Las evaluaciones que hacemos de los sucesos determinan, en gran medida, la manera en como los afrontamos. La respuesta emocional y conductual desarrollada por un sujeto ante un acontecimiento depende de la forma en que lo analice. Dicho de otro modo, el significado de un acontecimiento para el individuo determina su respuesta emocional y conductual. Mediante la evaluacin el individuo evala el significado e importancia de la situacin para su bienestar (vase figura 14).

    Figura 14. El proceso de afrontamiento (elaboracin propia con base en Lazarus y Folkman, 1986). Lazarus y Folkman (1986) identificaron tres clases de evaluacin cognitiva: primaria, secundaria y reevaluacin.

    Estresores.

    Primaria.

    Afrontamiento. Emocin. Evaluacin cognitiva.

    Secundaria.

    Compromisos. Creencias.

    Reevaluacin.

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    1. La evaluacin primaria consiste en la valoracin de una situacin como: a. irrelevante b. benigno-positiva c. estresante: dao-prdida, amenaza y desafo

    2. La evaluacin secundaria es una valoracin relativa a lo que debe y puede hacerse. Incluye, la valoracin de la posible eficacia de las estrategias de afrontamiento, de la posibilidad de que una estrategia determinada pueda aplicarse de forma efectiva y la evaluacin de las consecuencias de utilizar una estrategia determinada en el contexto de otras interpretaciones y demandas internas y/o externas.

    3. La reevaluacin se refiere al cambio efectuado en una evaluacin previa a partir de nueva informacin recibida del propio individuo y/o el entorno.

    Entre los factores ms importantes que afectan la evaluacin cognitiva estn los compromisos y las creencias. Los compromisos (necesidades, intenciones, expectativas del valor recibido) son expresin de aquello que es importante para el individuo y determina sus decisiones. Cualquier situacin en la que se involucre un compromiso importante, ser evaluada como significativa en la medida en que los resultados del afrontamiento daen, amenacen o faciliten la expresin de ese compromiso. El alejamiento de los compromisos puede llevar a la depresin, sin embargo, tambin la intensidad con que existen los compromisos establecidos determina el potencial de una accin de ser amenazante, desafiante o perjudicial. Cuanto mayor sea el grado de profundidad al que se halla comprometido un individuo, mayor ser el potencial de la situacin para amenazarle o daarle. Por otro lado, esa misma intensidad puede tambin impulsarle a actuar para reducir la amenaza y ayudarle a desarrollar recursos para hacer frente a los obstculos que se le presenten (Lazarus & Folkman, 1986). Para Lazarus y Folkman, las creencias son configuraciones cognitivas formadas individualmente o compartidas culturalmente. Son nociones preexistentes de la realidad, que sirven de lente perceptual. En la evaluacin cognitiva, las creencias determinan la realidad de cmo son las cosas en el entorno, y modelan el entendimiento de su significado. Muchas veces actan de modo tcito y, por consiguiente, puede resultar difcil observar su influencia sobre la evaluacin. Este efecto se observa con facilidad cuando se produce una prdida sbita de creencias o bien una conversin a un sistema de creencias diferentes. Se plantean dos principales tipos de creencias (Lazarus & Folkman, 1986):

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    Control personal. Pueden ser generales (el grado en que una persona piensa que las situaciones pueden resultar controlables en general y son las que se afectan principalmente cuando esas situaciones son ambiguas) o situacionales (no se limitan a las expectativas sobre el entorno, sino que tambin pueden referirse a las expectativas de control de las propias respuestas).

    Existenciales. Permiten al individuo encontrar significado y mantener su esperanza en situaciones difciles. Pueden ser afectivamente neutras, pero tambin son capaces de generar emociones cuando convergen con un compromiso importante.

    Por su parte, Whitbourne y Weinstock (1979) comentan que el concepto de identidad en el adulto mayor proporciona una explicacin aceptable de la dinmica de la personalidad en la madurez y de la adaptacin a la vejez. La identidad segn ellos, se basa en la integracin del conocimiento que la persona posee de su potencial fsico y mental, de sus ideas, motivos, objetivos, roles sociales y limitaciones. La identidad sirve para organizar la interpretacin de las experiencias asignndoles un significado subjetivo que puede ser modificado por la propia experiencia. Si existen contradicciones entre la experiencia y el propio concepto de identidad, el individuo flexible modifica la concepcin de s mismo, de tal forma que la identidad se prueba diariamente en la realidad, ajustndose y modificndose segn la informacin que llega de los dems y as el concepto de nosotros mismos se auto-perfecciona y proporciona mayor seguridad. La identidad se estabiliza con el envejecimiento a medida que la experiencia refuerza la percepcin de la misma. Cuanto ms tiempo se mantienen la identidad, ms seguro est el sujeto de que la percepcin de su personalidad es la adecuada, con lo cual se produce el efecto circular: lo que resulta til para el sujeto se afianza. Por otra parte, el anciano reduce sus posibilidades sociales y se asienta en unas relaciones con el medio ambiente familiar. Tericamente su identidad se mantiene, ya que objetivamente existen menos riesgos para la misma. La situacin se altera cuando el cambio resulta tan importante que el sujeto no puede integrarlo y aparece la crisis de identidad, unos hechos que hacen tambalear los fundamentos de la propia identidad y fuerzan a un replanteamiento. Los factores que provocan la crisis de identidad tienen diversa naturaleza: cambio fundamental en la salud o aptitud fsica, prdida de la visin o de un miembro esencial, cambio en la intimidad muerte del cnyuge -, cambio de residencia, crisis econmica individual, colapso de ideas personales, polticas, religiosas, etc.

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    Los autores citados anteriormente (Fernndez Ballesteros, 1987; Lazarus & Folkman, 1986; Whitbourne & Weinstock, 1979) muestran diferentes modelos sobre la adaptacin del individuo a su entorno y a su propia vida y caractersticas, destacan la importancia de diferentes factores tanto ambientales como personales en este proceso, pero coinciden en que la evaluacin de los sucesos de vida es de gran importancia, y que sta se encuentra determinada por el sistema de creencias, los valores, los pensamientos y la filosofa personal. El enfoque hacia la evaluacin se vuelve esencial cuando consideramos su relacin con la aparicin y mantenimiento de trastornos psicolgicos como la ansiedad y la depresin. Como parte de esta evaluacin pueden presentarse pensamientos negativos, irracionales o desadaptativos automticos que ocasionan en consecuencia emociones tambin negativas que se vuelven interdependientes de los pensamientos (figura 15). Esto permite que se sostengan los estados anmicos por largos periodos de tiempo y se vean constantemente manifestados en conductas tambin poco adaptativas. Parece ser entonces (retomando la figura 12), que la evaluacin desadaptativa que se realiza a partir de pensamientos irracionales o disfuncionales, adems de actuar como antecedente de los disturbios emocionales (como la depresin o la ansiedad) ocasionando emociones disfuncionales, funciona tambin como consecuente de los problemas psicolgicos ya que estos impregnan de un color diferente las nuevas percepciones y evaluaciones, formndose un crculo vicioso (figura 15). Figura 15. Crculo vicioso entre evaluacin negativa e ideas irracionales, y depresin y ansiedad (elaboracin propia).

    Evaluacin negativa e

    Ideas irracionales. Depresin.

    Ansiedad.

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    Los resultados de muchas investigaciones reportan relaciones positivas entre depresin e irracionalidad (Alden & Safran, 1978; Beck, Brown, Steer, Eidelson, & Riskind, 1987; Beck, Brown, Steer & Weissman; 1991; Bridges & Sanderman, 2002; Cardeoso & Calvete, 1999; Calvete & Cardeoso, 2001; Chadwick, Trower & Dignan; 1999; Heerboth, 1985; Koopmans, Sanderman, Timmerman & Emmelkamp, 1994; Macavei, 2005; Nottingham IV, 1992; Smith, Rausch & Kettmann, 2004), tambin en adultos mayores (Lam, Brewin, Woods & Bebbington, 1987; Shapiro, Roberts & Beck, 1999). Y es precisamente con la modificacin de estas cogniciones disfuncionales que, de acuerdo con la teora cognitiva, se reducen los sntomas de depresin (Leung & Orrell, 1993). 1.3 Depresin y ansiedad en el adulto mayor. La depresin es considerada como el desorden psicolgico ms importante entre los ancianos (Phifer & Murrel, 1986; Rokke, Tomhave & Jocic, 2000). Si bien existen pocos datos consensuados al respecto de la incidencia y prevalencia de trastornos conductuales o emocionales susceptibles de atencin psicoteraputica en los adultos mayores, an ms en Mxico, la mayora de autores comentan que la prevalencia de dichos trastornos en esta poblacin est entre un 20 y un 45%, siendo la depresin la patologa ms frecuente (con una prevalencia de entre un 4 y un 6% segn la estimacin conservadora de Thompson, Gallagher & Breckenridge, 1987). Por otro lado Durn y Torrado (1993) reportan que en los pases desarrollados se considera que cerca del 25% de la poblacin geritrica sufre una afeccin psquica, siendo la depresin la ms frecuente, con un ndice de morbilidad que oscila entre el 13 y el 20%. Acorde con esto, est lo comentado por Ellis (1999d), cuando dice que se estima que 15 % de las personas mayores de 65 aos, especialmente las mujeres, tienen sntomas depresivos y 10% ms pasan por estados severos de ansiedad, problemas de adiccin y desordenes de personalidad. Como se mencion con anterioridad toda la serie de perdidas que pueden venir con el envejecimiento, pueden provocar problemas de depresin (Muoz, 2002), procesos de duelo con caractersticas muy similares a la depresin clnica, esto es, a pesar de que el duelo no es una depresin ni una enfermedad. El proceso de duelo es una reaccin natural, normal y esperable cuando se produce una prdida. Sin embargo, muy comnmente se confunde con la

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    depresin ya que muchas de las conductas normales en un proceso de duelo pueden ser parecidas a las manifestaciones de la depresin. Adems, un duelo que no ha sido bien elaborado puede acabar siendo un duelo complicado (o patolgico) o derivando en una depresin. De hecho, casi un 50% de las personas que pasan repetidamente por tal proceso desarrollan niveles clnicos de depresin. En cualquier caso, si bien el proceso de duelo puede actuar como detonante de un trastorno depresivo, la depresin puede no estar asociada a un suceso estresante (Botella & Herrero, 2000). La depresin en el adulto mayor difiere en varios aspectos de la que ocurre en sujetos ms jvenes. La tristeza y la culpa son de los sntomas menos comunes, en cambio son ms frecuentes las quejas fsicas y la somatizacin, la ansiedad y el insomnio, la fatiga y la apata, la irritabilidad, y la prdida de atencin y las alteraciones cognoscitivas (Durn & Torrado, 1993; Hernndez, 2005; Koenig & Blazer, 1996, en Fernndez-Ballesteros et al., 1999). Adems de que el deterioro de la agudeza sensorial, especialmente de la vista y del odo, a menudo conlleva por s solo sntomas depresivos, ideas paranoides, inactividad y rechazo a entablar relaciones sociales con otros (Durn & Torrado, 1993). Algo que resulta evidente, y que provoca gran polmica, es que con el deterioro de la salud los ancianos tienden a experimentar ms quejas de tipo somtico, y esto lleva a diversos autores (como se cita en Durn & Torrado, 1993) a afirmar que la mayor incidencia de la depresin en la vejez es debida a la presencia de este tipo de quejas ms que a la propia sintomatologa depresiva y, por tanto, no se podra considerar que la frecuencia de la depresin en este grupo de edad es ms elevada. La ansiedad y la depresin son dos conceptos inseparables, ya que ninguno de los dos est especficamente delimitado. Los pacientes en la consulta hacen uso alternativo y/o intercambiable de ambos conceptos cuando informan de sus padecimientos. Se puede decir, por tanto que la ansiedad est en cierto modo presente en el trastorno depresivo, aunque con manifestaciones muy diversas. La ansiedad es uno de los desrdenes psicolgicos relacionados con el estrs que menos atencin ha recibido en gerontologa, a pesar de que segn Durn y Torrado (1993), hay estudios que demuestran que los sntomas ansiosos se incrementan en la vejez. Existen

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    personas de edad avanzada muy ansiosas, y tambin una amplia variedad de estudios que demuestran la utilidad del tratamiento cognitivo-conductual de dicho trastorno en la poblacin geritrica (Durn & Torrado, 1993). An con los testimonios antes mencionados sigue siendo motivo de controversia si los ancianos son un colectivo con mayor prevalencia de trastornos psicopatolgicos (por ejemplo ansiedad o depresin) que otros grupos de edad (Durn & Torrado, 1993; Gonzlez-Celis, 2002). De cualquier modo, la depresin (Beekman et al., 2002) y la ansiedad parecen impactar considerablemente en el bienestar y la discapacidad de los adultos mayores. 1.4 Bienestar subjetivo del adulto mayor. El concepto de calidad de vida abarca tres dimensiones globales: a) estado funcional; b) acceso a los recursos y oportunidades; y c) sensacin de bienestar o bienestar subjetivo. Las primeras dos dimensiones son lo que se conoce como calidad de vida objetiva y la ltima se conoce como calidad de vida subjetiva (Gonzlez-Celis, 2005). Centrndonos en esta ltima, el bienestar subjetivo se ha definido como satisfaccin por la vida, felicidad; valoracin global de la calidad de vida que la persona realiza en funcin de criterios propios (Gonzlez-Celis, 2002); estimacin cognitiva del grado de satisfaccin con la propia vida, que se expresa en la correspondencia entre metas deseadas y obtenidas (Lawton, 1983a; 1983b). El bienestar subjetivo tiene un papel relevante en la calidad de vida del anciano, y es un indicador importante en la experiencia del envejecimiento (Gonzlez-Celis & Snchez-Sosa, 2000; 2001). Este se ve afectado por toda la serie de cambios, pensamientos, sucesos, trastornos, enfermedades y tambin ganancias que trae consigo el paso a esta etapa de la vida. Por su parte, la satisfaccin es parte importante en la evaluacin del bienestar subjetivo y est matizada tambin por algunas variables de la personalidad, por el nivel de aspiraciones y logro de los mismos, el apoyo social y familiar recibido (Pullium, 1989), y los pensamientos y creencias sobre s mismos y el mundo que los rodea.

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    Entonces, tanto el bienestar subjetivo como la satisfaccin en la vida estn influenciados, por la forma en que los sujetos perciben, analizan y evalan el mundo interior y exterior. Por lo tanto, las personas mayores pueden reorganizar su escala de aspiraciones, reubicar las prdidas y as mantener sus niveles de bienestar (Baltes, 1998), sobre todo si se aprende a evaluar de un modo menos fatalista los cambios que se les presentan y a aprovechar sus potencialidades, como lo menciona la visin del envejecimiento exitoso. Tambin la evaluacin que hacen los sujetos de su capacidad para realizar actividades de la vida diaria est asociada directamente al bienestar psicolgico y a la percepcin de su estado de salud (Gonzlez-Celis, 2005). Al parecer las formas de evaluacin desadaptativa (que se mencionan e incluyen en la figuras 12 y 15) no slo tienen influencia como antecedente y consecuente de los disturbios psicolgicos, sino a su vez afectan en la percepcin de bienestar que tienen las personas sobre s mismos. As la depresin parece tambin impactar considerablemente en el bienestar del adulto mayor (Beekman et al., 2002) (figura 16). Figura 16. Papel de la evaluacin y las ideas irracionales en la depresin, ansiedad y bienestar subjetivo (elaboracin propia con base en figura 15). Pero muchos son los aspectos, adems de la ansiedad y la depresin, que pueden estar influyendo para que una persona se perciba como satisfecha y contenta con su estado actual de vida. Como se dijo con anterioridad, en los trastornos emocionales se encuentran presentes pensamientos negativos o irracionales que producen emociones desagradables y por lo tanto conductas desadaptativas, y estos se reflejan tambin en la evaluacin que hace el sujeto de su sensacin de bienestar y en la satisfaccin que tiene la persona de su propia vida. As, por ejemplo, Bermdez, lvarez y Snchez (2002) encontraron una correlacin negativa significativa entre ideas irracionales, y bienestar psicolgico y estabilidad emocional, al igual que Day y

    Evaluacin negativa

    e Ideas irracionales.

    Depresin.

    Ansiedad.

    Bienestar subjetivo

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    Maltby (2003), que reportan que las creencias irracionales se relacionan positivamente con la depresin, la ansiedad y el neuroticismo, y negativamente con la autoestima, el optimismo, las creencias de buena suerte (a pesar de estas tambin haber sido clasificadas como ideas irracionales) y por lo tanto con bienestar psicolgico. El apoyo psicolgico y social familiar, dicen Quintero y Gonzlez (1997), tambin determina la percepcin de bienestar subjetivo y junto con las caractersticas individuales, personalidad, aspiraciones, motivaciones, valores y preferencias influyen en la calidad de vida de las personas (Pullium, 1989). Otro estudio referente a esto es el de Windle y Woods (2004). Ellos midieron el bienestar subjetivo en adultos mayores y encontraron que las variaciones en el bienestar fueron asociadas con las dificultades del hogar, aislamiento, soledad, funcionamiento fsico, dolor, sistema de soporte y estado civil. Sin embargo, los resultados en general se suman a los estudios que dicen que los recursos psicolgicos determinan el proceso de adaptacin a las situaciones de cambio que acompaan al incremento de la edad, y previenen consecuencias negativas. Hablando de recursos psicolgicos que se utilizan para percibir y enfrentar al mundo que nos rodea y evaluar las situaciones que suceden en la vida, es que llegamos al punto de qu se ha hecho y qu se hace para aumentar o mejorar estos recursos psicolgicos de las personas. Acorde con lo anterior, segn Gonzlez-Celis (2002), la intervencin adems de orientarse a disminuir niveles de ansiedad y depresin, debe tambin de dirigirse a potenciar recursos personales y sociales que ayuden a los adultos mayores a formular una re-apreciacin de la vida de una manera positiva y satisfactoria de modo que se facilite mantener un adecuado nivel de bienestar y una mejor calidad de vida. Las intervenciones en este sentido han sido variadas a lo largo de la historia, pero son las tcnicas cognitivo-conductuales las que ms evidencia emprica de su efectividad han logrado acumular.

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    2 INTERVENCIONES PSICOTERAPETICAS.

    En general la intervencin se define como un proceso de interferencia e influencia que persigue un cambio (Yanguas et al., 1998, p. 76). Por otro lado, el trmino psicoterapia segn la American Psychological Association (APA) hace referencia a: cualquier terapia usada para tratar desordenes psicolgicos que se centre en el cambio de conductas, pensamientos, percepciones y emociones incorrectas que pueden estar asociadas con desordenes especficos (Gerrig & Zimbardo, 2002 en la pgina del APA, 2008). Para esta investigacin se utilizarn como sinnimos los trminos psicoterapia, intervencin psicoteraputica e intervencin psicolgica. Las investigaciones actuales en psicologa muestran que existe la necesidad de evaluar la efectividad de las intervenciones en general, con el fin de utilizar slo, lo que hoy se conoce como Intervencin Apoyada en la Evidencia o Terapias con Apoyo Emprico. Bajo esta perspectiva se ha observado empricamente que las tcnicas conductuales y cognitivas-conductuales son eficaces para el tratamiento de la depresin y diversos trastornos de ansiedad. Lamentablemente no existe suficiente evidencia disponible sobre la evaluacin de intervenciones con diferentes modelos psicoteraputicos; con poblaciones sin trastornos psicopatolgicos (o sea con fines de prevencin o promocin de salud); o con diferentes poblaciones (como adultos mayores). Esto se hace ms evidente en pases latinoamericanos, por lo que la evaluacin de intervenciones se ha convertido en una prioridad (Vera-Villarroel, Valenzuela, Abarca & Ramos, 2005) 2.1 Psicoterapia con adultos mayores. Especficamente, la intervencin psicolgica con adultos mayores ha sido presentada, estudiada y discutida por los ltimos 80 aos con buenos resultados (Contant-Astrom, 1997; Hillman & Stricker, 2002; Knight & McCallum, 1998; Pinquart & Soerensen, 2001; Scazufca & Matsuda, 2002). Existe evidencia emprica de la eficacia de los tratamientos desde diferentes orientaciones: psicodinmica, cognitiva, constructivista y conductual (tanto en forma individual, como grupal) (Botella & Herrero, 2000).

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    Las tcnicas de psicoterapia ms usadas en la gente de edad avanzada han sido: orientacin a la realidad, terapia de re-socializacin, psicodrama, tcnicas de modificacin de conducta, remotivacin, terapia de actitudes y prevencin de soledad, combate a la ansiedad y el aburrimiento, combate de pensamientos deformados, detencin de cadenas de pensamiento, desensibilizacin sistemtica y solucin de problemas (Groues, 1997; Scazufca & Matsuda, 2002). Y se ha visto que estas tcnicas psicolgicas pueden retardar el desarrollo de la senilidad y resultan en una vida ms rica y placentera (Hernndez, 2004). Las intervenciones dirigidas a los adultos mayores, en general, parecen compartir algunos objetivos generales (Botella & Herrero, 2000; Fernndez-Ballesteros et al., 1999; Hernndez, 2005; Yanguas et al., 1998):

    1. Adquirir habilidades (estrategias conductuales y psicolgicas que permitan enfrentarse de manera adecuada a diversas situaciones) para el control del estado de nimo y afrontamiento de situaciones conflictivas.

    2. Controlar el estado de nimo y el humor, y experimentar la relacin que existe entre estos y las actividades positivas.

    3. Manejo del tiempo libre. Aumentar la frecuencia de actividades positivas y agradables, y su variedad, y disminuir las que no conlleven satisfaccin.

    4. Fomentar la interaccin e integracin social y la participacin en grupo, promoviendo, entre otros, el sentimiento de cohesin y pertenencia.

    5. Aprender y examinar los propios pensamientos y sentimientos, adecundolos a la realidad, y replanteando ideas, creencias y atribuciones.

    6. Aprender y desarrollar habilidades sociales y de comunicacin. 7. Reforzar selectivamente. Recibir apoyo en conductas adaptativas y autnomas, y no as en las

    que expresan dependencia. 8. Prevenir la aparicin de problemas fsicos y psquicos, relacionado con la ansiedad y sus

    sntomas. 9. Reducir los sntomas de ansiedad y mejorar a su vez la salud y el bienestar. 10. Recibir apoyo emocional (no buscar cambio profundo de personalidad). 11. Crear metas vitales.

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    12. Actualizar potencialidades de tal modo que logre darle a su vida un sentido ms completo y digno.

    13. Aumentar la productividad. La mayora de las intervenciones mencionadas han apuntado hacia la atencin de adultos mayores con algn tipo de patologa psicolgica como la depresin o la ansiedad. A esto, Botello y Herrero argumentan que: las intervenciones psicolgicas en la lnea del counselling, en las que no se presupone necesariamente una patologa del paciente, utilizan en gran medida las mismas tcnicas pero con una finalidad optimizadora y de desarrollo personal. La psicoterapia y el counselling, por tanto, revisten una dimensin tica significativa, dado que intentan contribuir al bienestar y la satisfaccin vital de aquellos a quienes sirven. La dimensin de servicio del counselling se convierte en una deuda que cualquier sociedad tiene contrada con aqullos que le han entregado los frutos de toda una existencia. As, la intervencin psicolgica en la vejez debera dirigirse ms all de la curacin de un trastorno, y aspirar como frontera tica final a la consecucin del sentimiento de integridad existencial que caracteriza a la vejez satisfactoria (Botella & Herrero, 2000, pag.234). Por otro lado, en contraste con los esfuerzos de muchos psicoterapeutas dedicados a la atencin del adulto mayor, Ellis (1999d), refiere que en estudios sobre la preferencia de los psicoterapeutas, se observ que preferan atender personas de mediana edad que adultos mayores, por lo que el nmero de pacientes ancianos en esa muestra de terapeutas era mnimo. Adems de lo anterior, el autor reporta que tambin existe en general renuencia por parte de los adultos mayores para asistir a psicoterapia. Refiere que esto quiere decir que el prejuicio contra el tratamiento psicolgico para adultos mayores parece ir en ambos lados. En la investigacin, sobretodo clnica, sucede algo parecido ya que an sigue siendo limitada la literatura cientfica centrada en adultos mayores (Rokke et al., 2000), tambin en Mxico1. De hecho las personas mayores de sesenta y cinco aos han tenido una mnima representacin como sujetos experimentales, pese a constituir en 12% de la poblacin mundial (Wisocki & Mosher, 1982). Es por 1 Cuando se realiza una bsqueda de tesis en la Universidad Autnoma de Mxico en los ltimos cuatro aos, las investigaciones relacionadas con adultos mayores comparndolas con otros grupos etarios son: el 12% de las que se realizan con nios, 15% de las que se realizan con adultos y 29% de las que se realizan con jvenes.

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    eso que es importante destacar que la relevancia de la investigacin sobre la psicologa de la vejez y el envejecimiento se debe, esencialmente a las repercusiones sociales del envejecimiento de la poblacin y la contribucin de la psicologa en el logro de una mayor calidad de vida a todo lo largo del ciclo vital (Fernndez-Ballesteros et al., 1999, pag. 36). Antes de utilizarse intervenciones psicolgicas de manera regular, el tratamiento ms comn era el farmacolgico, pero debido a que la medicacin en el anciano tiene caractersticas especiales por la disminucin del metabolismo del organismo y del cerebro (Wright, 2004), y por lo tanto limitaciones (interaccin con otro tipo de medicamentos, desarrollo de tolerancia, accin sobre el sistema colinrgico y cardiovascular impidiendo su normal funcionamiento, etc.), comenzaron a utilizarse las intervenciones de tipo cognitivo-conductual dirigidas a identificar y modificar cogniciones desadaptativas en los adultos mayores.

    Los antidepresivos, por ejemplo, han sido utilizados eficazmente en el tratamiento de personas adultas mayores con depresin mayor ya sea en la comunidad o internadas, con o sin dolencias fsicas graves en el perodo de crisis y en el mantenimiento del tratamiento, pero las recadas o recurrencias ocurren con frecuencia. El tratamiento con antidepresivos en esta fase de la vida tiene algunos problemas ya que los viejos muchas veces necesitan de otras medicaciones, y los antidepresivos pueden ser contra-indicados dependiendo de su interaccin con otras drogas. Los medicamentos antidepresivos tienen efectos colaterales que pueden ser desagradables, tornando su aceptabilidad o tolerancia difcil (Scazufca & Matsuda, 2002).

    Por eso se confirma la idea de que los tratamientos cognitivo conductuales, se volvieron una opcin atractiva para esta poblacin. De hecho, muchas personas de edad prefieren abordajes no-medicamentoso para sus problemas de salud (Scazufca & Matsuda, 2002). As desde 1970 se han venido aplicando las tcnicas de tipo cognitivo-conductual para solucionar algunos problemas relacionados con la actividad social y el funcionamiento independiente que presentan muchos ancianos; y han sido un elemento base en las psicoterapias dirigidas a la depresin y la ansiedad de los adultos mayores (Hyer et al., 2004) y han sido tambin las tcnicas de psicoterapia ms estudiadas y aceptadas para este grupo de poblacin. Esto lo sustentan

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    investigaciones en las que se reportan buenos resultados (Barrowclough et al., 2001; Ellis, 1999d; Floyd & Scogin, 1998; Hyer et al., 2004; Leung & Orrel 1993; Secker, Kazantzis & Pachana, 2004). 2.2 Intervenciones cognitivo conductuales. Las terapias cognitivas, el modelo psicoteraputico cognitivo, se inicia hace 50 aos con la propuesta del Dr. Albert Ellis. En 1956 este mismo autor inicia una corriente con el nombre de Terapia Racional ("Rational Therapy"), despus Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC). Algunos aos despus, en 1962, el Dr. Aaron T. Beck crea una nueva propuesta en psicoterapias que denomina Terapia Cognitiva (TC), despus Terapia Cognitivo Conductual (TCC), que muy pronto adquirira gran prestigio por su eficacia para enfrentar la depresin y la ansiedad. Ambas corrientes, junto con otras nuevas orientaciones integradoras, conductuales y sociales, estn comprendidas en lo que hoy podramos denominar la corriente cognitiva conductual en psicoterapias (Obst Camerini, 2004). El paradigma de la psicologa cognitiva (y las terapias cognitivas) consiste en el principio de la mediacin cognitiva. Sintticamente: la reaccin (o respuesta emotiva o conductual) ante una situacin (o estmulo) est mediada por el proceso de significacin (o evaluacin) en relacin a los objetivos (metas, deseos) de cada persona. Con el tiempo se fueron agregando tcnicas de tipo conductual a las propuestas de tratamiento cognitivo con el objetivo de ayudar al paciente de una manera ms integral, con herramientas ms poderosas que lo ayuden a detener los sntomas y a tener ms satisfaccin en la vida. Ahora, dentro de estas propuestas de intervencin cognitivo-conductuales se utilizan tcnicas cognitivas, que ensean que los patrones de pensamiento son la causa de los sntomas, dando una visin distorsionada de los sucesos, lo que provoca a su vez emociones y acciones negativas; y conductuales, que ayudan a detectar las conexiones entre las situaciones problema y la forma de reaccionar a ellas, ensea como calmar la mente y el cuerpo para lograr sentirse mejor, pensar ms claro y tomar mejores decisiones.

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    De cualquier modo, los caractersticas centrales de todas las intervenciones cognitivo conductuales son (Barlow & Cambell, 2000; Ellis, 2003; NACBT, 2005; Obst Camerini, 2004; Winston, 2003):

    Basadas en el modelo cognitivo y de respuesta emocional. Enfoque en la cognicin. Terapias activas. De corta duracin. Centradas en el presente. Psicoeducativas. Utilizacin del mtodo socrtico. Uso de tcnicas cognitivas, conductuales y emotivas. El entrenamiento en habilidades (cognitivas, conductuales e interpersonales). Teora y tcnica dependen del mtodo inductivo. Relacin teraputica colaborativa. Nmero de sesiones determinadas. Duracin de la terapia pactada de inicio. Enfoque en un pequeo numero de metas claramente especificadas. Agenda establecida en cada encuentro. nfasis en cambios monitoreados. Biblioterapia. Tareas para casa.

    Tanto Ellis como Beck estn de acuerdo en que bsicamente son muy cercanos en sus ideas sobre las creencias, las diferencias entre sus propuestas parecen ser principalmente en la tcnica y el estilo, ms que en la perspectiva, fue lo que comentaron ambos autores en una conferencia que ofrecieron en el 2000 en la American Psychological Asociation, en Washington DC (APA, 2000). En la tabla 2 y la figura 17 se muestran algunas de las principales diferencias entre sus planteamientos.

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    Tabla 1. Diferencias entre la terapia racional emotivo c