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    JOS MART Y LOS CAMBIOS ECONMICOS

    EN LAS POSTRIMERAS DEL SIGLO XIX

    GRACIELA CHAILLOUX LAFFITA

    CASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ

    FACULTAD DE FILOSOFA E HISTORIA

    UNIVERSIDAD DE LA HABANA

    A diferencia de nuestro tiempo, signado por la crisis de los paradigmas quehasta poco guiaron, con ms o menos eficacia, la comprensin de los procesossociales; en el tiempo de Jos Mart se asista al apogeo del paradigma liberal,con su metarrelato de universalidaden el que quedaba fijado, desde una pers-pectiva eurocntrica que todas las culturas y pueblos habran de transitar inexo-rablemente desde lo primitivo a lo tradicional y desde all a lo moderno, mode-lo imperante en la realidad y en la imaginacin de la sociedad liberal europea.

    O sea, las ciencias sociales surgidas en el proceso de consolidacin de la socie-dad capitalista en Europa convertan a sta en la norma universal de lo civili-zado. De tal manera que esas formas de conocimiento para el entendimientode las sociedades se erigan como las nicas, vlidas, objetivas y universales

    naturales del conocimiento humano. Ellas se constituan as en referente dela jerarquizacin y clasificacin de toda experiencia histrica, sin importar elespacio y el tiempo en que tenan lugar los procesos sociales, las particularida-des de los pueblos y continentes que eran objeto de juicio.

    Por primera vez, en los siglos XVIIIy XIX, tuvo lugar un proceso que permi-ti que la totalidad del espacio y del tiempo quedara engarzada en una grannarrativa universal en la que las especificidades de todas las culturas, pueblos,territorios, presentes y pasados, quedaron sometidas a un centro geogrfico

    Europa, que por dems se proclamaba como la culminacin del movimien-to temporal. La superacin del carcter balbuceante del capitalismo en su eta-pa mercantil tras la ocurrencia de la primera revolucin industrial posibilit quedesde entonces a la experiencia histrica europea le fuera conferido un carc-ter universal y natural.

    De los fundamentos del carcter universal de la experiencia europea bastereferir slo dos ejemplos elocuentes. Para Adam Smith los nativos de Amrica

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    no tenan, por su particular estado de sociedad ni soberana ni mancomunidadni derecho poltico alguno. En fin, la ausencia en las comunidades que pobla-ban el Nuevo Mundo de una organizacin de la sociedad como la europea

    dejaba al indgena en un limbo segn la nocin liberal de derecho. Por su par-te, Hegel defini, con precisin que por mucho tiempo no fue refutada, la his-toria universal como la realizacin del espritu universal. Pero el espritu uni-

    versal hegeliano no era igual para todos los pueblos. Slo aquellascomunidades humanas que hubieran alcanzado el orden estatal cumplan elprincipio natural del desempeo social que deba ser. En consecuencia, su uni-

    versalismo era profundamente eurocntrico e intensamente excluyente.

    As, esta visin universal de la historia sancionada desde el conocimientocientfico asociada al progreso estableci el paradigma de la superioridad y la

    inferioridad, del atraso y el progreso, de lo tradicional y lo moderno, de lo civi-lizado y lo primitivo. De modo tal que las categoras, conceptos y perspectivasanalticas de las ciencias sociales europeas devinieron universalespara el anli-sis de cualquier realidad y fueron igualmente proposiciones normativas quedefinieron el deber ser para todos los pueblos de un mundo que se ensancha-ba en virtud de la expansin de los descubrimientos y las conquistas.

    Pero en un contexto mundial cuyas fronteras se dilataban sin que pudieranavizorarse sus lmites desde Europa, el metarrelato universal se constituy, tam-bin, en un dispositivo de conocimiento colonial/imperial en el que se articula

    la totalidad de los pueblos, tiempos y espacios como parte de una nueva orga-nizacin colonial/imperial del mundo. En correspondencia con este punto de

    vista, las formas de conocimiento y de organizacin social de los otros fueroncolocadas en un momento anterior al progreso, enfatizando su inferioridad. Poreso, en el tiempo y en el espacio latinoamericanos de Mart era de una perti-nencia irrecusable el debate entre civilizacin y barbarie, expresin cabal de laaceptacin y el rechazo al destino nico que desde la visin eurocntrica lecorresponda a los otros.

    Pero a este contexto cultural que sustancia la obra martiana se aade, conigual intensidad en cuanto a su poder de determinacin, el nivel de desenvol-

    vimiento que, a contrapelo de la voluntad expresada desde los saberes domi-nantes, expresaba la experiencia histrica en el continente americano.

    Como en nuestros das en las postrimeras del siglo XIX poco haba avanza-do la universalizacin de la experiencia histrica europea ms all de sus cons-treimientos geogrficos primigenios. En el continente americano, ese territorioque por obra y gracia del metarrelato universal qued, no sin pocas ambige-dades, inscrito en la nocin de occidente, se daban simultneamente procesos

    histricos diferentes. En el norte, la Unin Americana, emergida de una guerraanticolonial, viva los convulsos das de la expansin inusitada del capitalismo

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    que de manera especialmente temprana transitaba de la libre concurrencia a lamonopolizacin de los procesos econmicos. Al sur del ro Bravo, la fronterageogrfica que separaba sociedades no slo situadas en polos opuestos sino

    tambin con cursos histricos diametralmente desiguales, el logro de la inde-pendencia de Espaa no haba dado lugar de modo espontneo al desarrollo yconsolidacin del ideal republicano, por supuesto de raz liberal. Y, en las

    Antillas hispanas, Cuba y Puerto Rico, la emancipacin poltica era an un reto.Pero tanto en la Amrica hispana continental como en la insular el logro delprogreso implicaba la elaboracin de un proyecto de modernidad apoyado enuna identificacin precisa de los contornos de sus tiempos sociales mltiples,nica manera de hacerlo viable y eficaz.

    El examen de la realidad americana que sirviera de contexto vital a Jos

    Mart le demostr queCuando se estudia un acto histrico, o un acto individual, cuando se le des-

    componen en antecedentes, agrupaciones, accesiones, incidentes coadyuvantes eincidentes decisivos, cuando se observa cmo la idea ms simple, o el acto mselemental, se componen de nmero no menor de elementos, y con no menorlentitud se forman, que una montaa, hecha de partculas de piedra, o unmsculo hecho de tejidos menudsimos: cuando se ve que la intervencin huma-na en la Naturaleza acelera, cambia o detiene la obra de sta, y que toda laHistoria es solamente la narracin del trabajo de ajuste, y los combates, entre laNaturaleza extrahumana y la Naturaleza humana, parecen pueriles esas generali-zaciones, derivadas de leyes absolutas naturales, cuya aplicacin soporta cons-tantemente la influencia de agentes inesperados y relativos.1

    En la poca histricaen la que Mart vivi, cre y luch, la coexistencia dedismiles modelos civilizatorios en el mbito hemisfrico, por dems interco-nectados a travs de los cambios que se operaban en las relaciones capitalistasde produccin hacia la consolidacin de un sistema global, impedan que losproyectos de emancipacin poltica y social pudieran dejar de tener en cuentalo que aconteca en la esfera de la economa que enraizaba esos cambios. Y

    fue el reconocimiento de la imbricacin entre economa y poltica, en lo inter-no y lo externo de las sociedades americanas, y de ellas con la cultura mate-rial y espiritual de otros pueblos, lo que determin y sustanci la creacinmartiana de un mtodo para el anlisis econmico. Su mtodo de indagacintena que iluminar, como antes hemos dicho, el afianzamiento de Estados-nacio-nales que haban emergido de las ruinas de la sujecin colonial con las miraspuestas en el modelo de sociedad liberal progresivamente impuesto como para-digma, las formas polticas correctas para que la lucha por la emancipacin

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    1Jos Mart, Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Serie de artculos paraLa Amrica, tomo 23, p 44.

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    poltica y la justicia social en las colonias de Cuba y Puerto Rico resultara triun-fante y, lo ms importante, identificar las vas a travs de las que oponer eficazresistencia a la expansin del dominio del capitalismo monopolista, que emer-

    ga con fuerza avasalladora en la Unin Americana, sobre la Amrica al sur delRo Bravo. Esta es la razn por la que en el pensamiento econmico de Martla unidad de anlisis es el sistema de relaciones hemisfricas y las que se cons-tituan entre Amrica y Europa.

    Pero la Economa Poltica que Mart estudi en esta Universidad de Zaragozano poda informar una estrategia de emancipacin poltica y social adecuada ala realidad hispanoamericana en el ocaso del siglo decimonnico. Por la po-ca, an bajo el reinado del liberalismo econmico de la Economa Poltica cl-sica inglesa, el tema que se discuta era el de la eficacia de las proporciones

    para el buen desempeo de una estructura econmica que, en los pases queostentaban los ms altos desarrollos, ya dejaba asomar la inconveniencia deciclos crticos recurrentes, causa de la popularidad del anlisis econmico neo-clsico. En la universidad espaola reinaba de manera indiscutida la obra de

    lvaro Flrez Estrada. En los predios extrauniversitarios el socialismo utpicocomenzaba a hacerse presente, por eso cuando Mart llega a Mxico, en 1875,da sobradas muestras de su familiarizacin con esos autores. Sin embargo, esossaberes carecan de capacidad para explicar las profundas transformaciones queexperimentaba el capitalismo en el mbito global y menos an en el hemisfe-

    rio americano.Y es quizs esta circunstancia la que determina que uno de los rasgos ms

    relevantes de la postura martiana ante los paradigmas cognoscitivos de las cien-cias de la sociedad sea que no las utiliza para establecer contrastes con la expe-riencia histrica cultural universal, sino para el conocimiento de las formas deorganizacin social en el continente, a partir de sus especificidades histrico-culturales. Es all donde ancla su discurso sobre la sociedad en el que se retala concepcin de que hay un patrn civilizatorio que es, simultneamente,superior y natural.

    Referirnos al pensamiento econmico de Jos Mart y a su relevancia para lacomprensin de los procesos econmicos en un perodo de profundas trans-formaciones en el de cursar de la economa mundial, requiere de precisionesque hagan comprensible el destaque de esta arista de su ideario. La condicinde Mart como hombre poltico y de letras, en ambos casos de excelencia, pue-de ocultar lo notable de una reflexin econmica singular y valiosa.

    La profesin de economista tiene una historia de apenas una centuria. Sinembargo, es de larga data la historia de la ciencia econmica, resultado de la

    labor de indagacin, explicacin y proyeccin del desempeo de la economaen espacios geogrficos cohesionados en la produccin y reproduccin de la

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    vida material del hombre. En consecuencia, antes de que la reflexin econ-mica alcanzara el rango de ciencia mucho hubo de esta preocupacin en elpensamiento universal. No obstante, todava antes de que apareciera la profe-

    sin de economista, o sea de esos especialistas encargados exclusivamente dela conduccin y estudio de los procesos econmicos, ya sea en el nivel de laempresa o el nivel global, es universalmente aceptada la prctica de considerar

    y denominar economistas a aquellos pensadores que aportan el conocimientoterico del que se nutre la ciencia econmica. As, hoy da quin duda de queel escocs Adam Smith, padre de la economa poltica, deba ser llamado, conjusticia, economista, a pesar de que su obra fue construida en los marcos de laFilosofa?

    Otro asunto que hoy no se pone en duda es que un cientfico de la eco-

    noma es aquel capaz de producir una obra signada por la reflexin abstracta,en la que las revelaciones estn basadas en categoras, conceptos y leyes decontenidos precisos. La expresin ms acabada de esta consideracin se mani-fiesta en la denominacin misma que ha sido empleada para reconocer elcarcter cientfico de la produccin intelectual sobre la economa. Si nos refe-rimos a la reflexin sobre la economa antes de Adam Smith la denominamospensamiento econmico; pero si queremos nombrar con exactitud aquellascreaciones que consideramos verdaderamente cientficas doctrinas entoncesutilizamos el trmino de Economa Poltica. As se reconoce al pensamiento

    econmico como el escaln inferior, la antehistoria de la ciencia econmica.Algo de razn hay en esto. Pero un examen del conjunto de la inteleccinsobre la economa nos conduce invariablemente a reconocer la relatividad deeste aserto. Slo la exposicin acerca de la economa sujeta a un sistema decategoras, conceptos y leyes posee la capacidad de reflejar de modo objetivola realidad? Sin embargo, la realidad siempre terca confirma que nicamen-te teniendo en cuenta la reflexin sobre la economa hecha desde el polo dela dependencia capitalista puede darse cuenta, con precisin, del funciona-miento del sistema capitalista en su verdadera dimensin global. Sin el someti-miento de hombres, y recursos naturales de otros territorios las que hoy reco-nocemos como potencias capitalistas no hubieran podido alcanzar semejanterango. Por eso, defendemos el criterio que destaca la presencia de conclusio-nes de carcter cientfico en el pensamiento econmico de Jos Mart, tal ycomo indicaremos al referirnos al contenido de su ideario sobre la economaen las postrimeras del siglo XIX.

    Por ltimo, no podemos olvidar que cuando se hace referencia tanto al pen-samiento econmico como a la Economa Poltica se discurre sobre las elabo-raciones que en estos niveles de conocimiento han tenido y tienen lugar en lo

    que designamos como pases desarrollados. A pesar de lo discutible de estaconsideracin, ella no es casual. Habla contundentemente acerca del descono-

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    cimiento de la produccin intelectual sobre la economa que ha tenido y tienelugar en los pases calificados como subdesarrollados, o sea aquellos que nohan logrado reproducir el camino hacia el progreso econmico capitalista que

    de modo autnomo y autctono transitaron las naciones europeas, lenta perosostenidamente, desde finales del siglo XV. Entonces, cmo considerar el resul-tado del razonamiento sobre el fenmeno econmico en las sociedades creadaspor el capitalismo fuera del espacio occidental de Europa?

    Estas aseveraciones e interrogantes, que quizs puedan parecer superfluos,son bsicos si se trata de examinar el pensamiento econmico martiano a la luzde los acontecimientos que le fueron contemporneos e, incluso, de los actua-les. Hoy asistimos a la intensificacin de la interdependencia de los procesosglobales que ha caracterizado el desempeo del sistema capitalista y a pesar del

    transcurso de cinco siglos en los que el capitalismo ha pretendido expandir eimponer los principios que lo animan ms all del espacio geogrfico en el quesurgi como resultado de acontecimientos inherentes a su evolucin, la tozudapersistencia de la diversidad de los procesos civilizatorios vigentes hacen tantoo ms actual el legado del pensamiento econmico de Jos Mart.

    Pero antes de examinar el pensamiento econmico martiano es imperativohacer una breve referencia al papel y lugar que ocupa la reflexin econmicaen la praxis y obra revolucionarias de Jos Mart. Como la mayora de aquellosque en Amrica Latina y el Caribe elaboraron proyectos para el progreso eco-nmico, poltico, social y cultural de las sociedades criollas que resultaron delmovimiento diasprico transocenico europeo ms grande que haba conocidola historia de la humanidad hasta entonces, que fuera impulsado por los cen-tros metropolitanos del capitalismo, en el proyecto martiano de emancipacin,la economa es uno de los tantos aspectos a considerar. Mart produjo una obraen la que el imperativo sustancial de lograr y/o consolidar la emancipacin delcolonialismo en la regin dio sentido poltico a todas y cada una de sus refle-xiones, ya fuera, como sabemos, a travs de su obra literaria y periodstica, suspanfletos polticos, su oratoria, etc. Es quizs ese nimo revolucionador lo quelo convirti en un precursor en las manifestaciones del saber humano en lasque se desenvolvi, incluido el anlisis econmico.

    La fundacin de una estrategiapara la consolidacin de los nuevos Estados-nacionales latinoamericanos y la emancipacin de las colonias de Cuba yPuerto Rico determinaron que en la praxis y obra martianas la identificacin delas vas y mtodos para la construccin de una nueva sociedad, con todos ypara el bien de todos, estuviera en el centro de su anlisis. El programa mar-tiano de lucha no va contra las trabas que impiden que en la sociedad las fuer-

    zas del progreso autctono y autnomo, como ocurriera en Europa durante elenfrentamiento el caduco feudalismo y el emergente capitalismo. En su Amrica

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    el reto era crear, fundar. Pero no slo una sociedad nueva sino, adems, unpensamiento propio, que diera cuenta de las particularidades de una realidadsingular en el concierto universal. Por eso proclam, al referirse a la meta a

    alcanzar por la sociedad latinoamericana frente a la actitud acechante del veci-no del norte: . La salvacin est en crear. Crear es la palabra de pase de estageneracin.2

    Hay que destacar dos de los aspectos ms relevantes del legado martiano alpensamiento econmico cubano y latinoamericano que result de esa voluntadineluctable de crear, a la que dedicaremos el espacio que nos permite el carc-ter de esta presentacin. En correspondencia con los tiempos signados por eltrnsito del orden mundial en las postrimeras del siglo decimonnico el mto-doy el principio de la autoctona/universalidaden los que Mart fund su pen-

    samiento econmico son evidencias irrefutables de su valor heurstico inclusopara el perodo transicional internacional al que hoy asistimos.

    Jos Mart fue fundador, junto a Bolvar y a Maritegui, de las bases de unanueva epistemologa que deba dar cuenta del pasado, presente y futuro de lasociedad latinoamericana, desde una perspectiva gnoseolgica asentada en laautoctona y la universalidad, que en el terreno del anlisis econmico precedelas aportaciones del estructural-funcionalismo, el marxismo, el cepalismoy eldependentismo en Amrica Latina.

    La obra martiana sobre la economa cambiante de su tiempo es precursoraindiscutible de la bsqueda de alternativas al paradigma civilizatorio liberaleurocntrico, de la indagacin acerca de la identificacin de una opcin viable,contestara al credo sobre el carcter universal y natural de un modelo nico desociedad, tendencia que en las ciencias sociales contemporneas experimentanuna intensificacin y profundizacin en la misma medida en que el sistemacapitalista global experimenta procesos crticos cada vez de mayor intensidad yrecurrencia.

    En las postrimeras del siglo XIX el pensamiento econmico revolucionarioen Cuba debi enfrentar las urgencias de la fundacin del estado independien-te. Las similitudes entre aquel empeo y el actual (contribuir a la defensa yconsolidacin de la nacin), en pocas histricas separadas por cien aos, obli-gan a dotarnos del arma que constituye en el legado martiano su imperecede-ra leccin de autoctona y universalidad.

    La particular estructura clasista de un pas dependiente, determina que lossectores mayoritarios campesinado, elementos de la pequea burguesa urba-

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    2Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 20.

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    na y rural, y obreros en tanto objeto de la explotacin de los sectores domi-nantes, extranjeros y criollos, se identifiquen en sus aspiraciones y luchas, y seerijan en portadores de las banderas democrticas y revolucionarias que expre-

    san el inters nacional. La concrecin de esa singularidad de la estructura socialen Amrica Latina la proyect, con fuerza, el ideario martiano.

    Mart fue, ante todo, un lder poltico que consagr su fecunda existencia aencabezar el movimiento revolucionario latinoamericano, empeado en alcan-zar la independencia de Cuba y Puerto Rico del imperio colonial espaol, yconsolidar a travs de la fundacin del estado nacional independiente laemancipacin de las recin inauguradas repblicas hispanoamericanas e impe-dir que el surgimiento del imperialismo en Estados Unidos acarreara una nue-

    va forma de subordinacin para Amrica Latina.

    En la misma medida en que la emergencia del capitalismo monopolista enEstados Unidos era el signo distintivo de la poca histrica en la que Jos Martdesarroll su obra libertaria, la cabal comprensin de ese fenmeno, as comola determinacin de las implicaciones que de ello se derivaban para AmricaLatina, le impuso el examen exhaustivo y atento de las modificaciones de loque en lenguaje contemporneo denominamos correlacin internacional defuerzas, particularmente en el escenario hemisfrico.

    Pero para emprender semejante tarea era imposible servirse de los conoci-

    mientos que hasta entonces explicaban los fenmenos econmicos y sociales.Igual ocurra con las prcticas al uso en los pases de mayor desarrollo. Ni lateora del imperialismo, ni el fenmeno del subdesarrollo y su superacin, eranobjetos de estudio de la ciencia econmica que le fue contempornea al HroeNacional cubano. Slo desde una profunda posicin revolucionadora, era posi-ble enfrentar la comprensin de los novsimos fenmenos en desarrollo.Elaborar una estrategia de lucha acertada, por dems, no poda dar la espaldaal esfuerzo por armonizar lo particular en el contexto de las tendencias univer-sales. Haberlo alcanzado es la esencia revolucionadora de la dimensin polticade Jos Mart, explcita en su pensamiento econmico. Su voluntad de hacerpara Cuba un baluarte de lo autctono y universal, no slo obedeca al man-dato de la sabidura sino a una precisa comprensin del lugar de la Mayor delas Antillas en el mundo.

    UN M TODO H IST RICO-P O LTICO PA RA LA A P REH E NSI N DE LA RE A LIDA D

    En 1875 Mart, con slo 23 aos, llega a Mxico y se suma a la intensa pol-mica que sobre los destinos nacionales tena lugar en esa repblica latinoame-

    ricana. La segunda mitad de la dcada de 1870 del pasado siglo en AmricaLatina fue el escenario de la lucha por la creacin de los estados nacionales

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    modernos. La eliminacin de las secuelas del colonialismo espaol, la supera-cin de los enfrentamientos entre caudillos, la integracin de todos los sectoresde la poblacin a la construccin nacional, el diseo de la participacin en las

    relaciones econmicas internacionales de las nuevas repblicas, eran estos lostemas del debate latinoamericano. La respuesta adecuada a todas las interro-gantes que la realidad aquella demandaba no poda encontrarse en los precep-tos del liberalismo burgus que haba tenido origen y desarrollo en nacionescon un desenvolvimiento tpico del capitalismo.

    La independencia haba tenido particular significacin para la existencia delestado nacional. Pero el estado no era, en las circunstancias latinoamericanas,el resultado de una situacin que en su desarrollo impona la necesidad de darcoherencia a las fuerzas de un territorio en cambio. Por el contrario, de la pro-

    pia existencia del estado dependa el desarrollo. En Amrica Latina la cuestinera CREAR estados nacionales modernos sobre las ruinas del colonialismo espa-ol. Y para CREAR en nuestras dolorosas repblicas americanas3, en las queni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoame-ricano.4

    El contenido emancipador, latinoamericanista y antimperialista del pensa-miento econmico martiano, presente a lo largo de su obra, es la reflexin mslcida realizada desde el mundo de la dependencia capitalista sobre eltrnsito del capitalismo pre-monopolista al monopolista en Estados Unidos, en

    momentos en los que la economa poltica no haba comenzado a prestar aten-cin a estos temas. La comprensin de asuntos tales como el surgimiento de losmonopolios, la aparicin de una lite en la clase burguesa la oligarqua finan-ciera que se hace de las riendas del estado en su provecho y el inicio delfenmeno de la exportacin de capitales y sus implicaciones para los pasesreceptores, fueron tratados por Mart con una hondura que hacen de su pensa-miento econmico sobre el imperialismo el punto de comienzo de una doctri-na antimperialista. Una estrategia de desarrollo para Amrica Latina, tambinocup lugar destacado en el pensamiento econmico martiano.

    Cabe entonces preguntarse cules fueron las fuentes nutricias del pensa-miento econmico martiano, as como el mtodo de aprehensin de la realidaddel que se vali para la labor de desentraar los aspectos esenciales de loscambios, con profundas influencias polticas y sociales.

    La condicin de Mart como lder poltico revolucionador de un mundodominado por cambios trascendentales determin en l la necesidad de asir-

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    3 Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, La Habana, Editorial Nacional de Cuba, 1963-65,

    t. 6, p. 18.4 Ibdem, p. 20.

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    se a un mtodo histrico-poltico5 para la indagacin sobre el contexto histri-co-concreto. A la ms superficial de las lecturas de la obra martiana no escapala recurrencia a la historia para explicar los fenmenos del presente y pronos-

    ticar el futuro, as como la constante bsqueda del repercutir poltico de losacontecimientos analizados, incluso, de aquellos aparentemente distantes de losavatares de la poltica.

    En trminos ideotericos el referente dominante a finales del siglo decimon-nico era el liberalismo europeo. En el modo peculiar en que se da enHispanoamrica la recepcin del liberalismo burgus se distinguen dos elementoscentrales. Son ellos: la diferente base social que lo sostuvo y su adecuacin ideo-lgica a las realidades econmicas y clasistas que eran propias de la regin. Detal modo, el liberalismo pequeo burgus latinoamericano devino expresin ideo-

    lgica de un frente policlasista en torno al que se nuclearon terratenientes laicos,pequeos propietarios agrarios, burguesa comercial, pequea burguesa urbana ylas capas medias de las ciudades. A estas ltimas correspondi encabezar el blo-que liberal pequeoburgus latinoamericano. As qued solucionado el problemade la ausencia en Amrica Latina de una clase llamada, en trminos ortodoxoscomo en Europa, a liderar la lucha por la implantacin del estado liberal.

    En las races del proceso de conformacin del liberalismo pequeoburguslatinoamericano estuvo la influencia de los principios econmicos de Adam

    Smith, Jean Baptiste Say, Alvaro Flrez de Estrada y del socialismo pequeo-burgus de Louis Auguste Blanqui y Pierre Joseph Proudhon. Pero, a diferenciade sus mentores, los liberales en Latinoamrica no vacilaron en proclamar lanecesidad de la intervencin del estado para el encauzamiento del desarrolloeconmico-social. La realidad impuso aadir los elementos de justicia socialque lograran la activa y consciente participacin de los sectores sociales tradi-cionalmente desconocidos. Por ello redistribucin de la propiedad territorial,educacin para todos, integracin a la vida poltico nacional, etc., fueron pre-ceptos incorporados a la teora ideolgica que fundamentaba el desarrollo de lasociedad capitalista. La participacin y toma de posicin de Mart en la pol-mica sobre las vas para impulsar la existencia de estados nacionales en

    Amrica Latina Mxico, Guatemala y Venezuela, dejaron una profunda hue-lla en su pensamiento. Con ese acervo lleg a Estados Unidos, pas en el queel desarrollo de la etapa monopolista del capitalismo le sirvi para la valoracincrtica del incumplimiento de los preceptos del liberalismo. En suma, la refle-xin martiana, desde una perspectiva histrico-poltica, sobre las realidades queconociera en la Amrica anglosajona y latina result el ingrediente esencial de

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    5 Isabel Monal, Jos Mart: del liberalismo al democratismo antimperialista, Casa, n 76, enero-febre-ro de 1973, La Habana, pp. 24-41.

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    una posicin profundamente creadora en trminos de comprensin de la reali-dad y de identificacin de las vas para su superacin.

    Pero ese modo de conjugar el conocimiento histrico y la observacin aten-

    ta de la realidad, para fines polticos, supona la adopcin, a priori, de una pos-tura crtica activa ante la ciencia. 1875 fue un ao en el que la situacin de laproduccin mexicana era particularmente desastrosa, ahogada ante la compe-tencia de las importaciones. Una intensa polmica se desat. Desde las pginasde la Revista Universal, Mart se sum al empeo de identificar la solucin. Enel primero de los artculos que sobre esa cuestin escribiera, desarroll lo queconstituye la esencia de su legado ms trascendente para el enfrentamiento delas realidades econmicas de los pases del Tercer Mundo.

    La economa ordena la franquicia; pero cada pas crea su especial economa.

    Esta ciencia no es el conjunto de soluciones a distintos conflictos entre el tra-bajo y la riqueza: no tiene leyes inmortales: sus leyes han de ser y son refor-mables por esencia. Tienen en cada pas especial historia el capital y el traba-jo: peculiares son en cada pas ciertos disturbios entre ellos, con naturalezaexclusiva y propia, distinta de la que en tierra extraa por distintas causas ten-gan. A propia historia, soluciones propias. A vida nuestra, leyes nuestras. No seate servilmente el economista mexicano a la regla, dudosa aun en el mismopas que la inspir. Aqu se va creando una vida; crese aqu una economa.

    lzanse aqu conflictos que nuestra situacin peculiarsima produce: disctanseaqu leyes, originales y concretas, que estudien, y se apliquen y estn hechaspara nuestras necesidades exclusivas y especiales.6

    Al mes siguiente, refirindose a la polmica econmica, apuntaba:

    Para apreciar con fruto, es necesario conocer con profundidad... A esto debesujetarse la polmica, no a encomiar determinada escuela econmica; no a sos-tener su aplicacin en Mxico porque se aplic con xito en otra nacin; no aligarse imprudentemente con las exigencias de un sistema extrao: debe la pol-mica ceirse segn nuestro entender humilde a estudiar los conflictos denuestra industria; a estudiar cada ramo en su nacimiento, desarrollo y situacinactual; a buscar solucin propia para nuestras propias dificultades. Es verdad que

    son unos e invariables, o que deben serlo por lo menos, los preceptos econ-micos; pero es tambin cierto que Mxico tiene conflictos suyos a los que de unamanera suya debe juiciosa y originalmente atender.

    La imitacin servil extrava en Economa, como en literatura y en poltica.

    [...]

    Debe haber en la aplicacin del principio econmico relacin igual a la rela-cin diferencial que existe entre los dos pases.7

    JO S MA RT Y LO S CA MB IO S EC ON M IC OS EN LA S PO ST RI ME R AS DE L SI GL O XI X

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    Jos Mart, Graves cuestiones, Obras Completas, t. 6, p. 311-312.7Jos Mart, La polmica econmica, Obras Completas, t. 6, p. 334-335.

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    En una tercera crnica, esta vez sobre la utilidad de la importacin de papelpara la publicacin de peridicos en Mxico, comenzaba sealando: La cues-tiones graves no se resuelven con teoras preconcebidas.8 O sea, en las apre-

    ciaciones martianas se destaca el reconocimiento al carcter cientfico de la eco-noma poltica, pero se entiende que por su particular objeto de estudio operacon leyes histricamente condicionadas y en realidades, tambin, sujetas almovimiento. El asumir la universalidad de los preceptos rectores de la cienciaeconmica, le llev a considerar que para su aplicacin, ellos deben estar pre-cedidos de un conocimiento de la realidad tanto de la que les da origencomo de la que ser marco de su concrecin que permita lograr el propsi-to esperado. En suma, un precepto econmico reconocido no es vlido en suconcrecin si antes no se ha establecido la relacin diferencial existente entrepases desiguales. Tan slo ese modo de proceder pondra remedio a la imita-cin irresponsable.

    Desde esas consideraciones medulares Jos Mart fue capaz de dar coheren-cia a los elementos que deban integrar, para Amrica Latina, una estrategia dedesarrollo en la que atendi a la produccin como elemento dinamizador delprogreso econmico. Pero en pueblos con insuficiente desarrollo y con econo-mas basadas en el recurso natural tierra como el ms importante, era mandatoinexcusable hacer de la produccin agrcola el centro de toda la atencin. Sinembargo, ello no significaba que se apegase a la frmula, por entonces ya

    superada, de la fisiocracia. Segn el credo martiano la agricultura sera el factordesde el cual se integrara una economa agrario-industrial, con la que participaren el comercio internacional.

    Progreso de Crdoba, un brevsimo artculo periodstico escrito por Marten los das de la polmica econmica mexicana, resulta una magistral y tem-pransima prueba de cmo enfrentar, desde la vocacin de la creacin, los pro-blemas de la fundacin de una economa que se afinca en las particularidadesde la regin, pero que no deja de mirar a la necesaria participacin en el mer-cado internacional, tal y como reclamaba el desarrollo universal. Ello demanda-

    ba Mart en tiempos en los que slo la industria era reconocida como la vapara el logro del desarrollo econmico.

    Para Mart, tambin los principios del intercambio comercial internacionaldeban ser puestos en funcin de las necesidades de una economa naciente.Ni librecambio ni proteccin. Proteccin y librecambio en funcin de las nece-sidades de la produccin naciente. Librecambio para los implementos y equi-pos capaces de potenciar el trabajo y proteccin para las ramas econmicas endesarrollo.

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    8 El Proletariado de Castillo Velasco, Obras Completas, t. 6, p. 345.

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    Un tema que es objeto de discusiones no canceladas entre los estudiosos delideario martiano, es el de su defensa de la pequea propiedad agraria. Tambinen ello Mart result un hombre de pensamiento de vanguardia. En territorios en

    los que la posesin de grandes extensiones de tierra, con bajsimos niveles deproductividad, y grandes masas de poblacin carentes de los medios para ganarel sustento, la redistribucin de la propiedad territorial servira para la mejorexplotacin del recurso econmico ms importante, y para lograr la justicia y elequilibrio social.

    Ancha es la tierra en Cuba inculta, y clara es la justicia de abrirla a quien laemplee, y esquivarla de quien no la haya de usar con un sistema de tierras, fcilen la iniciacin de un pas sobrante. Cuba tendr casa para mucho hombre bue-no, equilibrio para los problemas sociales, y raz para una Repblica que msque de disputas y de nombres, debe ser de empresa y de trabajo.9

    Otro ingrediente de la estrategia martiana de desarrollo econmico-sociallatinoamericano fue el de la educacin. No resulta usual que los estudios sobrelos principios pedaggicos que Mart creara, se hagan desvinculados de lo quel considerara asunto de suma importancia para la creacin de las nuevasnaciones: el desarrollo cientfico-tcnico. Por ello:

    El premio de los certmenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejorestudio de los factores del pas en que se vive. En el peridico, en la ctedra, enla academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del pas.10

    Si en Europa y en Estados Unidos el desarrollo del capitalismo haba sido elresultado de una evolucin propia, para Mart y sus coetneos de ideologaliberal pequeo burguesa, la emergencia del estado nacional latinoamericanoslo resultara posible desde una voluntad expresa. Porque:

    ... el buen gobernante en Amrica no es el que sabe cmo se gobierna el ale-mn o el francs, sino el que sabe con qu elementos est hecho su pas, ycmo puede ir guindolos en junto, para llegar, por mtodos e institucionesnacidas del pas mismo a aquel estado apetecible donde cada hombre se cono-ce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para

    todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. Elgobierno ha de nacer del pas. La forma del gobierno ha de avenirse a la cons-titucin propia del pas. El gobierno no es ms que el equilibrio de los ele-mentos naturales del pas.11

    Pero no es ocioso reiterar que esa irrenunciable tenacidad de autoctonatena como gemela una tambin irrenunciable voluntad de universalidad. Por

    JO S MA RT Y LO S CA MB IO S EC ON M IC OS EN LA S PO ST RI ME R AS DE L SI GL O XI X

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    19Jos Mart, El Partido Revolucionario a Cuba, Obras Completas, t. 2, p. 346.10

    Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 18.11Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 17.

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    eso, en el paradigmtico ensayo Nuestra Amrica, publicado en El PartidoLiberalde Mxico el 30 de enero de 1891, Mart sentenciaba:

    Conocer es resolver. Conocer el pas, y gobernarlo conforme al conocimiento,

    es el nico modo de librarlo de las tiranas. La universidad europea ha de ceder ala universidad americana. La historia de Amrica, de los incas ac, ha de ensear-se al dedillo, aunque no se ensee la de los arcontes de Grecia... Los polticosnacionales han de reemplazar a los polticos exticos. Injrtese en nuestras rep-blicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repblicas.12

    Desde los presupuestos del liberalismo pequeoburgus latinoamericanoque tambin contribuyera a enriquecer, hizo un sabio y lcido anlisis del pro-ceso de monopolizacin de la economa norteamericana en la dcada de 1880

    y la primera mitad de la siguiente. Sus conclusiones acerca de los monopolios,

    de la oligarqua financiera y de la inauguracin de una poltica para establecerla subordinacin de Amrica Latina constituyen la mdula de una concepcinantimperialista que an conserva su validez como explicacin del proceso detransicin del capitalismo premonopolista al monopolista. Fue esa comprensindel imperialismo la que le permiti al revolucionario cubano hacer de su estra-tegia de desarrollo econmico social para Latinoamrica un arma de lucha con-tra las apetencias imperiales de Estados Unidos. No es casual que del anlisisatento de la Conferencia Internacional de Washington de 1889-90 y de laConferencia Monetaria Internacional de 1891 resultara la madurez latinoameri-

    canista y antimperialista martiana.La situacin de emergencia del capitalismo monopolista impona lmites a

    los apetitos expansionistas de Estados Unidos. Identificar esos lmites constitu-y la tarea ms importante de Mart. El reiterado llamado a la unidad latinoa-mericana frente a la intencin de dominio norteamericano contenido endocumentos como Nuestra Amrica y Madre Amrica fue la clave para lalucha a desarrollar. De ello dependera la posibilidad de una Amrica Latinacapaz de llevar adelante sociedades en las que primaran la emancipacin nacio-nal y social. La ausencia de un frente unido desde posiciones en defensa del

    inters nacional y el desconocimiento, unas veces intencionado y otras negli-gente, de los males que para Hispanoamrica acarreara el estrechamiento derelaciones con Estados Unidos se alz como valladar a la constitucin de esta-dos nacionales independientes en Amrica Latina.

    Los cien aos transcurridos desde entonces no hacen ms que confirmar laspremoniciones martianas. Hoy tambin ... los rboles se han de poner en fila,para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y dela marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las

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    12Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 18.

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    races de los Andes13. Slo si triunfa la poltica de dispersin que impulsan lospases ms poderosos de la actualidad ser posible un futuro en el que el mun-do todo se les ponga de rodillas para su aniquilamiento.

    Baste lo hasta aqu expresado para motivar futuras indagaciones con sentidode utilidad prctica, para la construccin de nuevos saberes, en un presente enel que la reconfiguracin de los mecanismos de hegemonizacin en el sistemade relaciones internacionales no puede ser pensada, ni realizada, al margen delprofundo conocimiento de un mundo dominado por la versin contemporneade la ideologa que, desde su nacimiento, fundamenta el decurso del capitalis-mo: el liberalismo, o sea en su versin actualizada. Las nuevas polticas econ-micas liberales en boga expresan la voluntad de los centros de poder capitalis-tas de establecer el curso del proceso de globalizacin econmica en su

    provecho exclusivo. Hurgar en los fundamentos de la concepcin globalistaque emana de las grandes potencias, establecer los lindes entre su carcter detendencia objetiva del desarrollo universal y su manipulacin para hacer de eseproceso un instrumento para la extensin e intensificacin del hegemonismoimperialista, constituyen tareas impostergables del pensamiento econmico que,desde los pases del Tercer Mundo, confa, defiende y lucha en la conviccinde la posibilidad y la necesidad de un orden mundial ms justo.

    Crear una frmula alternativa vlida a las polticas econmicas neoliberalesque enfrente prcticas desconocedoras de los menesteres ms elementales de

    los pueblos, que contrarreste la imposicin de la pretensin de borrar las fron-teras nacionales en beneficio de unas pocas naciones, que resista la tendenciaa la exclusin de la mayora de la poblacin mundial de los procesos produc-tivos y de sus resultados, y que se oponga a la universalizacin de una ideolo-ga a travs de la implantacin de un sistema de valores y de un modelo desociedad profundamente egosta, es el nico modo de ser consecuente con losrequerimientos de nuestra poca histrica. En medio de la transicin a un nue-

    vo ordenamiento del sistema de relaciones econmicas y polticas internaciona-les hay que, como en tiempos de Mart, oponer a la poltica del imperio la de

    defensa de los intereses de la humanidad, a los designios de los que quierennegar el derecho a la vida de nuestros pueblos.

    Slo una actitud creadora y revolucionadora como la que nos legara JosMart puede permitirnos que el pensamiento econmico en los pases nue-

    vos de hoy, haga de la aplicacin del instrumental tcnico y de los principioseconmicos que imperan en los saberes denominados universales, fundamentosdesde los que contribuir a su salvacin, como obligada contribucin a la luchacontra la extensin e intensificacin del ejercicio del hegemonismo en una eco-

    JO S MA RT Y LO S CA MB IO S EC ON M IC OS EN LA S PO ST RI ME R AS DE L SI GL O XI X

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    13Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, p. 15.

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    noma mundial globalizada. Se impone una voluntad de autoctona y universa-lidad que impidan la importacin excesiva de las ideas y frmulas ajenas14 sopena de frustrar de modo definitivo la existencia de Estados-nacionales for-

    males, si la reflexin econmica carece de la ponderacin de su impacto socio-poltico, en lo que a lo interno de la sociedad se refiere, y de su contribucino no al nuevo hegemonismo en acelerado proceso de diseo e instrumenta-cin. Porque hoy, como escribiera Mart en 1891 en plena madurez latinoame-ricanista y antimperialista, en Nuestra Amrica: ... La salvacin est en crear.Crear es la palabra de pase de esta generacin.15

    GRACIELA CHAILLOUX LAFFITA

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    Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 19.15Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras Completas, t. 6, p. 20.