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ENCICLOPEDIA JURISPRUDENCIAL DE LAS INSTITUCIONES DEL DERECHO CIVIL Y COMERCIAL 95 CADUCIDAD La retroventa y el plazo de caducidad Puede observarse que, los negocios jurídicos –sobre todo aquellos celebrados en el marco de la contratación masiva– no pueden servir como instrumentos para restringir derechos, alegando que dichas restricciones fueron vo- luntariamente aceptadas. Una consecuencia de esta constatación es que las autoridades están obligadas a garantizar que los derechos legalmente reconocidos prevalezcan sobre los mecanismos de restricción de dichos derechos, sin importar que intenten presentarse como voluntariamente El pacto de retroventa está regulado por el ar- tículo 1586º del Código Civil (CC).Confiere al vendedor el derecho de resolver unilateralmente el contrato sin requerir de intervención judicial, dentro de un plazo que no puede exceder de dos años tratándose de inmuebles, según prescribe el artículo 1588º del mismo Código. Para que opere el efecto resolutorio y, por consiguiente, la propiedad revierta a favor del vendedor, éste debe ejercer su derecho dentro del plazo pactado (o, de ser el caso, dentro del máximo permitido por ley). Planteada la disyuntiva de calificar dicho plazo como uno de prescripción o caducidad, este Tribunal considera que en la medida que los contratan- tes son libres para fijar el plazo sin exceder el máximo establecido en la ley, ha de asumirse que se trata de un plazo de caducidad. Sobre el tópico, Rubio Correa señala que “es posible que las partes fijen plazos de caducidad cuan- do no contravengan uno que haya sido esta- blecido por ley”. El autor citado hace notar también que la regla difiere tratándose de la prescripción, pues mientras el artículo 2000º del CC excluye que se fijen plazos prescrip- torios por medios distintos a la ley, el artículo 2004º se limita a establecer que los plazos fi- jados legalmente no pueden modificarse (Mar- cial RUBIO CORREA: Prescripción y cadu- cidad: la extinción de acciones y derechos en el Código Civil, Lima, Fondo Editorial PUCP, 1990, Vol. VII, p. 73). La tesis del plazo de la retroventa como uno de caducidad es casi unánime en la doctrina nacional y extranjera. Así, Arias Schreiber, comentando el artículo 1588 del CC, señala que “… el plazo es uno de caducidad, corre por lo tanto contra toda clase de personas, aun cuando sean incapaces. Si el vendedor (…) deja transcurrir su plazo sin ejercitarlo, se produce entonces su extinción y ésta opera de pleno derecho” (En el mismo sentido: Ma- nuel DE LA PUENTE Y LAVALLE: Estudios sobre el contrato de compraventa, Lima, 1999, Gaceta Jurídica, 1ra. ed., p. 250). La doctrina comparada tiene también la misma posición acerca de la naturaleza del plazo para ejercer el derecho de retroventa. Así, Lacruz y Sancho señalan que dicho plazo es “… de caducidad, y no de prescripción, con todas las consecuen- cias sustantivas y procesales” (José L. LA- CRUZ BERDEJO y Fco. de Asís SANCHO REBULLIDA: Elementos de Derecho Civil, Barcelona, J.M. Bosch Editor, 1994, 3ra. ed., Tomo II, Vol. 2, p. 80). Tribunal Registral Res. N° 001-2007-SUNARP-TR-T Cc Cc Cc cC Cc Cc C cC cC

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CADUCIDAD La retroventa y el plazo de caducidad

Puede observarse que, los negocios jurídicos –sobre todo aquellos celebrados en el marco de la contratación masiva– no pueden servir como instrumentos para restringir derechos, alegando que dichas restricciones fueron vo-luntariamente aceptadas. Una consecuencia de esta constatación es que las autoridades están obligadas a garantizar que los derechos legalmente reconocidos prevalezcan sobre los mecanismos de restricción de dichos derechos, sin importar que intenten presentarse como voluntariamente

El pacto de retroventa está regulado por el ar-tículo 1586º del Código Civil (CC).Confiere al vendedor el derecho de resolver unilateralmente el contrato sin requerir de intervención judicial, dentro de un plazo que no puede exceder de dos años tratándose de inmuebles, según prescribe el artículo 1588º del mismo Código.

Para que opere el efecto resolutorio y, por consiguiente, la propiedad revierta a favor del vendedor, éste debe ejercer su derecho dentro del plazo pactado (o, de ser el caso, dentro del máximo permitido por ley). Planteada la disyuntiva de calificar dicho plazo como uno de prescripción o caducidad, este Tribunal considera que en la medida que los contratan-tes son libres para fijar el plazo sin exceder el máximo establecido en la ley, ha de asumirse que se trata de un plazo de caducidad. Sobre el tópico, Rubio Correa señala que “es posible que las partes fijen plazos de caducidad cuan-

do no contravengan uno que haya sido esta-blecido por ley”. El autor citado hace notar también que la regla difiere tratándose de la prescripción, pues mientras el artículo 2000º del CC excluye que se fijen plazos prescrip-torios por medios distintos a la ley, el artículo 2004º se limita a establecer que los plazos fi-jados legalmente no pueden modificarse (Mar-cial RUBIO CORREA: Prescripción y cadu-cidad: la extinción de acciones y derechos en el Código Civil, Lima, Fondo Editorial PUCP, 1990, Vol. VII, p. 73).

La tesis del plazo de la retroventa como uno de caducidad es casi unánime en la doctrina nacional y extranjera. Así, Arias Schreiber, comentando el artículo 1588 del CC, señala que “… el plazo es uno de caducidad, corre por lo tanto contra toda clase de personas, aun cuando sean incapaces. Si el vendedor (…) deja transcurrir su plazo sin ejercitarlo, se produce entonces su extinción y ésta opera de pleno derecho” (En el mismo sentido: Ma-nuel DE LA PUENTE Y LAVALLE: Estudios sobre el contrato de compraventa, Lima, 1999, Gaceta Jurídica, 1ra. ed., p. 250). La doctrina comparada tiene también la misma posición acerca de la naturaleza del plazo para ejercer el derecho de retroventa. Así, Lacruz y Sancho señalan que dicho plazo es “… de caducidad, y no de prescripción, con todas las consecuen-cias sustantivas y procesales” (José L. LA-CRUZ BERDEJO y Fco. de Asís SANCHO REBULLIDA: Elementos de Derecho Civil, Barcelona, J.M. Bosch Editor, 1994, 3ra. ed., Tomo II, Vol. 2, p. 80).Tribunal RegistralRes. N° 001-2007-SUNARP-TR-T

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Caducidad y lesión

Que, el artículo 1454º del Código Civil, impug-nado por el accionante, señala que “la acción por lesión caduca a los seis meses de cumpli-da la prestación a cargo del lesionante, pero en todo caso, a los dos años de la celebración del contrato”.Cas. N° 1253-2004 Lima

La caducidad en los vicios ocultosEl impugnante denuncia casatoriamente la cau-sal relativa a la interpretación errónea de una norma de derecho material, aduciendo que se habría interpretado erradamente el artícu-lo 1784º, último párrafo, del Código Civil, al considerar que el plazo expresado en él es de caducidad y no de prescripción, cuando esta norma no hace ni la más remota mención a que dicho plazo sea de caducidad, pues se limita a precisar que éste empieza a correr desde el mo-mento en que los vicios ocultos son puestos en conocimiento del contratista, la interpretación del acotado dispositivo es que se entiende que el plazo allí establecido es de prescripción pues para que sea uno de caducidad tenía que haber sido establecido expresamente por la ley, toda vez que la caducidad no puede ser establecida por la voluntad del legislador; además, refiere que se habría interpretado erróneamente el artí-culo 2004º del Código Sustantivo pues la recu-rrida interpreta la norma glosada tergiversando su tenor al indicar en su segundo considerando que no debe realizarse una interpretación literal de la misma, ya que esta se encuentra dirigida a la prohibición de modificar los plazos de cadu-cidad; siendo la correcta aplicación que la ca-ducidad solo lo fija la ley, por lo que todo plazo previsto en el ordenamiento jurídico en el que no se precise el tipo de plazo deberá entenderse que es de prescripción.Cas. 1847-2005 Lima

Prescripción y caducidad

Que, para declarar la caducidad de la de-manda el Ad quem ha concordado el artículo

descrito en el considerando precedente con el artículo 2003º del Código Civil, que señala: “La caducidad extingue e! derecho y la ac-ción correspondiente”. Es decir ha propuesto la caducidad de oficio en concordancia con el dispositivo que regula el plazo de la prescrip-ción extintiva, lo cual constituye un error toda vez que según el artículo 2004º del Código Civil los plazos de caducidad los fija la ley sin admitir prueba en contrario, mientras que el artículo 2001º del mismo cuerpo de leyes regula las normas generales sobre los plazos de prescripción para cada caso concreto. (…) Es decir los plazos de caducidad son distin-tos a los de prescripción desde que las dos figuras son distintas e independientes, pues si bien ambas producen efectos por el transcurso del tiempo, la prescripción extingue la acción dejando subsistente el derecho al que ella se refiere, debe ser invocado por la parte y su término final se rige por las normas generales del plazo establecidas en el artículo 183 del Código Civil; en tanto que la caducidad ex-tingue simultáneamente la acción y derecho, pudiendo incluso fijarse de oficio y se pro-duce transcurrido el último día aunque éste sea inhábil. Por estas razones los plazos de ambas figuras no son los mismos. En conse-cuencia la Sala Superior aplicó indebidamente el artículo 2001º del Código Civil que dispone la caducidad, en concordancia con el artículo 2001º inciso 4° del mismo Código que regula los plazos de prescripción, motivo por el cual la denuncia debe declararse fundada.Cas. Nº 1367-2002 Ica

La extinción de la hipoteca por caducidad

De lo previsto en el artículo precitado, se desprenden dos supuestos para la extinción de la hipoteca por el transcurso del plazo o, lo que es lo mismo, para su extinción por ca-ducidad:

1. Cuando se trate de gravámenes que garantizan créditos: A los 10 años de vencimiento del plazo del crédito garantizado.

Caducidad

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2. Cuando se trate de gravámenes que no garan-tizan créditos: A los 10 años de la fecha de la inscripción.Tribunal RegistralRes. N° 072- 2005 – SUNARP-TR-L

Los plazos de caducidad

Que, el plazo regulado en el artículo 3º de la Ley Nº 26639, es un plazo de caducidad pues se refiere a la extinción de las inscripciones, por lo tanto es aplicable lo dispuesto en el artículo 2005º del Código Civil según el cual “La cadu-cidad no admite interrupción ni suspensión, salvo el caso previsto en el artículo 1994º, inciso 8)” y también lo regulado en el artículo 2007º del Có-digo Civil que señala lo siguiente: “La caducidad se produce transcurrido el último día del plazo, aunque éste sea inhábil”, por lo tanto, si con an-terioridad a la entrada en vigencia de la Ley Nº 26702, había transcurrido el plazo de caducidad previsto en el artículo 3º de la Ley Nº 26639, ésta surtió plenamente sus efectos, en consecuencia las inscripciones de las hipotecas constituidas a favor de entidades del sistema financiero, que al 9-12-1996 tenían más de 10 años y no habían sido renovadas, ya habían caducado, por lo que se debe proceder a su cancelación al amparo de lo dispuesto en la normatividad precitada.Res Nº 040-2002-ORLL-TRN

Suspensión del plazo de caducidad

Que, de otro lado, el artículo 19º de la Ley de Conciliación número 26872 prescribe que los plazos de prescripción y de caducidad estableci-dos en el Código Civil se suspenden a partir de la fecha de presentación de la solicitud de conci-liación extrajudicial.Cas. N° 1333-2007 Lima

Plazos de caducidad

Si bien los plazos de caducidad no pueden sus-penderse o interrumpirse, la única excepción es la prevista en el inciso 8 del artículo 1994º del Código Civil, en virtud al cual el plazo de cadu-cidad puede suspenderse mientras sea imposible

reclamar el derecho ante un tribunal peruano. Conforme lo indica el artículo 1995º del Código Civil, la suspensión del plazo implica que, des-aparecida la causa de suspensión, se reanuda el plazo, adicionándose el plazo ya transcurrido.Apelación N° 237-2003 Lima

Requisitos de procedibilidad

Que, uno de los requisitos de procedibilidad de toda acción es la interposición de la demanda dentro los plazos señalados para dicho efecto y en atención a lo preceptuado por el artículo dos mil seis del Código Civil la caducidad puede ser declarada de oficio.Apelación N° 558 - 2001 Puno

Caducidad declarada de oficio

Que, conforme al artículo dos mil tres del Código Civil la caducidad extingue el derecho y la ac-ción, pudiendo ser declarada de oficio por el Juez conforme lo establece el artículo dos mil seis del acotado Código; siendo que cuando el Juez am-para la caducidad en la sentencia corresponde declarar improcedente la demanda conforme al artículo cuatrocientos veintisiete inciso tercer del Código Procesal Civil, careciendo de objeto en este caso emitir pronunciamiento sobre el fon-do del asunto respecto del derecho invocado por las partes por cuanto en este caso ha operado la caducidad; Cas. N° 818-2004 La Libertad

La caducidad en la anulación de laudo arbi-tral

Que en relación al primer agravio expuesto con-sistente en la caducidad del presente recurso de Anulación de Laudo Arbitral, debe indicarse que la caducidad es un instituto jurídico que puede ser declarado de oficio, de conformidad con el ar-tículo dos mil seis del Código Civil; consecuen-temente, si bien es verdad, la parte recurrente no ha alegado la citada caducidad al momento de contestar el recurso, ello no es óbice para que esta Suprema Sala en vía de revisión puede de-clarar ello en caso de presentarse; (…) Que en tal

Caducidad

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sentido, el artículo setentiuno de la Ley General de Arbitraje, establece que el recurso de anula-ción deberá interponerse dentro de los diez días siguientes de notificado el laudo arbitral directa-mente ante la Sala Civil de la Corte Superior del lugar de la sede del arbitraje competente; plazo que se entiende de caducidad, toda vez que, entre los requisitos para la admisión del recurso, a ser calificados in limine por el Órgano Jurisdiccio-nal, se encuentra la presentación de la notifica-ción del laudo arbitral.Cas. Nº 2806-2002 Lima

CALIFICACIÓNREGISTRAL

Definición

La calificación registral (Al respecto, señala Peña Bernaldo de Quiroz, citado por Antonio Manzano Solano que “... calificar es decidir si el hecho del cual se solicita el asiento llega al Registro con los requisitos exigidos para que sea registrable, es decir, determinar si conforme a la Ley, procede o no practicar el asiento solicitado”. Derecho Registral Inmobiliario para iniciación y uso de Universitarios, Volumen II, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España. Centro de Estudios Registrales. J. San José, S.A., Madrid, p. 570) constituye el examen minucioso y riguroso que efectúa el Registrador y en su caso el Tribunal Registral como órgano de segunda instancia en el procedimiento regis-tral, a fin de establecer si los títulos presentados cumplen con los requisitos exigidos por el primer párrafo del artículo 2011º del Código Civil para acceder al Registro; esto es, la legalidad de los documentos en cuya virtud se solicita la inscrip-ción, la capacidad de los otorgantes y la validez del acto, todo ello en atención a lo que resulte del contenido de los documentos presentados, de sus antecedentes y de los asientos de los Registros Públicos.

En el mismo sentido, el segundo párrafo del artículo V del Título Preliminar del Reglamen-to General de los Registros Públicos, establece

que la calificación comprende la verificación del cumplimiento de las formalidades propias del título y la capacidad de los otorgantes, así como la validez del acto que, contenido en el título, constituye la causa directa e inmedia-ta de la inscripción. Seguidamente, precisa la mencionada norma que la calificación también comprende la verificación de los obstáculos que pudieran emanar de las partidas registrales y la condición de inscribible del acto o derecho y que dicha calificación se realiza sobre la base del título presentado, de la partida o partidas vinculadas directamente al título presentado y complementariamente, de los antecedentes que obran en el Registro.

Por lo tanto, el Registrador para obtener los datos necesarios para construir su juicio en torno a la condición de inscribible o no del título presenta-do, debe utilizar en su calificación solamente los documentos presentados y los asientos del Re-gistro, y complementariamente los antecedentes registrales. Al respecto señalan Ramón M. Roca Sastre y Luis Roca Sastre Muncunill (Roca Sas-tre, Ramón M. y Roca-Sastre Muncunill, Luis. Derecho Hipotecario, Dinámica Registral, Tomo IV, Octava Edición Bosch, Casa Editorial S.A., año 1997, p. 41) que “(...) el Registrador al ca-lificar no puede fundarse en lo que no conste en los títulos presentados y en el contenido del Re-gistro, de suerte que, salvo el derecho aplicable, en funciones de calificación no existen para el Registrador sino estos dos elementos o medios y ninguno más”.

De lo expresado, se desprende en primer término, que la confrontación, y en consecuencia, la ade-cuación del título, se realiza - conforme al prin-cipio de especialidad, con respecto a la partida o partidas donde consta registrado el bien (mueble o inmueble) o la persona (natural o jurídica) o del elemento que haya determinado la apertura de la partida (contrato de constitución de prenda industrial o de mandato); es decir, con relación a las partidas registrales donde deba registrarse el título objeto de calificación.

Calificación Registral

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En segundo término, de requerirse la verificación complementaria de losantecedentes registrales, como son otras partidas o títulos que dieron lu-gar a las inscripciones (títulos archivados), ello está supeditado a la circunstancia en la cual la información que aparezca en la partida directa-mente involucrada sea insuficiente y que por lo tanto se requiera información adicional. Además, dicha verificación complementaria (en el caso de los títulos archivados), será posible siempre que la información contenida en ellos no contradiga los asientos registrales, pues en caso contrario primará la información publicitada por los asien-tos de inscripción en aplicación del principio de legitimación registral contenido en los artículos 2013º del Código Civil y VII del Título Preli-minar del Reglamento General de los Registros Públicos.

En cuanto a las partidas relacionadas que debe tener en cuenta el Registrador de manera comple-mentaria en su calificación, son aquellas que se encuentran directamente vinculadas con el acto o derecho cuya inscripción se solicita. Por ejem-plo, la partida en donde corre registrado el poder del representante de la persona natural o jurídica interviniente en el contrato a través del cual se transfiere la propiedad de un bien.

Sin embargo, debe precisarse que tal como se señala en la exposición de motivos del Código Civil (publicada en el diario oficial “El Perua-no” el 19 de noviembre de 1990) la calificación de la capacidad de los otorgantes no sólo debe circunscribirse a la capacidad de ejercicio que debe tener para la realización de los actos que se desea inscribir. La calificación debe referirse también a aspectos relacionados con el estado civil, la nacionalidad, la condición de quebrado o insolvente y otros factores que puedan limi-tar la capacidad de la persona que intervino en el acto materia de la inscripción. Por lo tanto, el Registrador deberá apreciar si en el registro correspondiente y en otros registros aparecen inscritas razones de quiebra o insolvencia, in-terdicción, etc.

Calificación Registral

En tal sentido, debe tomarse en consideración la finalidad de cada registro; así en el Registro Personal se podrá verificar la capacidad o in-capacidad de una persona, su estado civil pero sólo el estado de divorciado, más no el de ca-sado, en tanto esta publicidad le corresponde a la RENIEC, en el Registro de Personas Jurídicas y en el Registro de Mandatos y Poderes se po-drá verificar la vigencia de los mandatos de los representantes de las personas jurídicas y de las personas naturales respectivamente. Del mismo modo, en el Registro de Sucesiones Intestadas al igual que el Registro de Testamentos se verificará si el titular registral tiene herederos en caso de haber fallecidoTribunal RegistralResolución N° 409 -2004- SUNARP-TR-L

Fallos judiciales

Que, en consecuencia, el Registro no puede cues-tionar el fallo expedido al interior de un proceso judicial, ni el contenido de las resoluciones cuya inscripción solicita el juez por cuanto constitu-ye un aspecto que no es materia de calificación registral.Tribunal RegistralResolución N° No. 448- 2001 - ORLC/TR

Respecto a la calificación de documentos que provengan de sede judicial, en la denominada “Exposición de Motivos Oficial del Código Ci-vil, Registros Públicos (artículos 2008 al 2045)”, publicada en separata especial del diario oficial “El Peruano” el 19 de noviembre de 1990, pág. 9, se expresa que “(...) el Registrador debe apreciar la competencia del juzgado o tribunal, las for-malidades del documento como son la firma del Juez o Secretario, y los obstáculos que se puedan presentar en cuanto a la incompatibilidad entre la resolución judicial y lo que es posible inscribir. (...)”. Agrega que “El Registrador jamás debe ca-lificar el fundamento o la adecuación a la ley del contenido de la resolución”.

Conforme ha establecido esta instancia en rei-terada y uniforme jurisprudencia, tratándose de

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resoluciones judiciales que ordenan una inscrip-ción, la función calificadora del Registrador a que se contrae el artículo 2011 del Código Civil, se encuentra limitada a verificar si el mandato judi-cial efectivamente se ha producido, si no padece de vicios que atenten contra su validez, la com-petencia del Juzgado o Tribunal que lo expide, las formalidades del documento y los obstáculos que se puedan presentar en cuanto a la incompa-tibilidad entre la resolución judicial y los antece-dentes registrales, quedando fuera del ámbito de calificación la congruencia del mandato con el procedimiento o juicio en que se hubiese dictado, los fundamentos o el contenido de la resolución, así como su adecuación a la ley.

Criterio que concuerda con lo establecido en la Resolución de la Superintendente Nacional de los Registros Públicos N° 066-2000-SUNARP/SN que aprobó la Directiva N° 002-2000-SUNARP-SN y en el Reglamento General de los Registros Públicos, aprobado por Resolución del Superin-tendente Nacional de los Registros Públicos N° 195-2001-SUNARP/SN del 19.07.01 y vigente desde 01.10.01, cuyo artículo 32º al regular los alcances de la calificación establece en su se-gundo y último párrafo, “En los casos de reso-luciones judiciales que ordenen una inscripción, la calificación se efectuará con respecto a su adecuación con los antecedentes del Registro, la formalidad que debe revestir, la competencia de la autoridad judicial correspondiente, salvo los casos de competencia prorrogable y la naturaleza inscribible del respectivo acto o derecho. Asimis-mo, el Registrador podrá exigir el cumplimiento de la inscripción de actos previos que resulten indispensables para que se registre la resolución judicial”.

Por consiguiente, tratándose de documentos judiciales que dispongan una inscripción y al referirse el segundo párrafo del artículo 2011 del Código Civil a una restricción vinculada al principio de legalidad, el Registrador se encuen-tra facultado para calificar los demás aspectos, como los indicados en el último párrafo del

artículo 32 del Reglamento General de los Re-gistros Públicos reseñado, sin que ello implique exceder los alcances de dicha función califica-dora o afectar la unidad y exclusividad de la función jurisdiccional consagrada en el inciso 1) del artículo 139 de la Constitución Política del Perú y el artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

Como queda dicho, tratándose de documentos ju-diciales que dispongan una inscripción, la califica-ción registral no podrá referirse a la congruencia del mandato con el procedimiento o juicio en que se hubiese dictado, los fundamentos o el contenido de la resolución, así como su adecuación a la ley. En ese orden de ideas, si el Juez “incorpora” al fondo del proceso, es decir, si se pronuncia expre-samente sobre aspectos que han sido materia de calificación - como los precisados en el segundo párrafo del art. 32 del Reglamento General de los Registros Públicos -, y como tal observados por el Registrador Público en ejercicio de sus funciones, lo que corresponderá es cumplir con tal mandato, de conformidad con lo establecido en el inciso 1) del artículo 139 de la Constitución Política del Perú y el artículo 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, siendo tal inscripción de responsabilidad del Juez que la ordena.Tribunal RegistralResolución N° 030 -2003-SUNARP-TR-L -L

Asientos registrales

Es preciso resaltar que la presunción de exacti-tud de la que gozan los asientos registrales se encuentra directamente vinculada con la califi-cación jurídica que realizan los Registradores, en forma previa a la admisión de los títulos al Registro. Los Registradores califican, de acuerdo a lo prescrito en el artículo 16 del Reglamento de las Inscripciones del Registro Vehicular, la capacidad de los otorgantes, la legalidad de las formas, la validez del acto, su adecuación con los antecedentes registrales y todos los demás as-pectos que correspondan conforme a las normas vigentes. El artículo V del Título Preliminar del Reglamento General de los Registros Públicos,

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precisa que la calificación se realiza sobre la base del título presentado, de la partida o partidas vin-culadas directamente a aquél y, complementaria-mente, de los antecedentes que obran en el Re-gistro; toda vez que el contenido de los asientos en un registro jurídico se presume cierto no sólo para los terceros, sino también para efectos de la calificación registral.

En tal sentido, al gozar de la presunción de exac-titud la base de datos que contiene la información ingresada al Registro, la calificación registral debe realizarse sobre la base de dicha informa-ción, razón por la que se presume, mientras no exista declaración judicial en contrario, que la inmatriculación del vehículo efectuada en el Re-gistro es válida. Del mismo modo, las posteriores inscripciones también se encuentran premunidas de la presunción de exactitud y veracidad consa-grada en el artículo 2013 del Código Civil y sólo si se cancelan los asientos se presume extinguido el derecho a que dichos asientos se refieren. La declaración de invalidez de dichos asientos re-gistrales corresponde exclusivamente al órgano jurisdiccional, por lo que no existe posibilidad de revisión de la validez del contenido de las ins-cripciones en sede registral.Tribunal RegistralResolución N° 229 - 2004 - SUNARP-TR-L

Interpretación del registrador

Conforme al art. 312º del TUO del Reglamento General de los Registros Públicos (en adelante: RGRP), en el marco de la calificación registral, el Registrador y el Tribunal Registral propiciarán y facilitarán las inscripciones de los títulos ingre-sados al Registro; por tanto, cuando las normas admiten distintas interpretaciones, como ocurre en el presente caso, deberá optarse por aquella que favorezca a la inscripción.Tribual RegistralResolución N° 123- 2007 - SUNARP-TR-L

Asambleas generales

(…), la Resolución Nº 331-2001-SUNARP, es-tableció criterios uniformes de calificación re-

Calificación Registral

gistral sobre acreditación de convocatorias y cómputo de quórum en asambleas generales de las asociaciones y comités. Estos criterios fueron ampliados a las cooperativas, por la Resolución Nº 609-2002-SUNARP/SN.

En la calificación registral de acuerdos de asam-bleas generales de cooperativas, el Registrador verificará la validez de la convocatoria a asam-blea general así como la existencia del quórum requerido para su realización, conforme a su es-tatuto y la ley.

Al amparo de dichas resoluciones se han presen-tado declaraciones juradas referidas a la convo-catoria y quórum a la asamblea del 31.3.2005, continuada el 3.4.2005, las que han sido suscri-tas por Fortunato Garay Sotelo, presidente del Consejo de administración de la Cooperativa de Servicios Especiales Mercado Santa Rosa de las Américas Ltda.

El artículo 3 de la Resolución Nº 331-2001-SUNARP/SN establece que para efectos de acreditar el quórum de las asambleas generales, en reemplazo de la lista de asistentes y del registro de miem-bros, podrá presentarse una declaración jurada formulada por el presidente del consejo directivo o por quien legal o estatutariamente se encuentre facultado para reemplazarlo. Dicha declaración consignará:

a) El número de miembros - en este caso de la cooperativa -, que se encuentran habilitados para concurrir a la asamblea respectiva, a la fecha del acta materia de calificación, precisando los datos necesarios que identifiquen al libro del registro de miembros en que se basa para brindar la de-claración, tales como su número y fecha de lega-lización si lo tuviera.

b) El número de los miembros que asistieron y demás circunstancias que resulten necesarias para el cómputo del quórum. Que, para decla-rar la caducidad de la demanda el Ad quem ha concordado el artículo descrito en el consideran-

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do precedente con el artículo 2003º del Código Civil, que señala: “La caducidad extingue e! de-recho y la acción correspondiente”. Es decir ha propuesto la caducidad de oficio en concordan-cia con el dispositivo que regula el plazo de la prescripción extintiva, lo cual constituye un error toda vez que según el artículo 2004º del Código Civil los plazos de caducidad los fija la ley sin admitir prueba en contrario, mientras que el artí-culo 2001 del mismo cuerpo de leyes regula las normas generales sobre los plazos de prescrip-ción para cada caso concreto.

Es decir los plazos de caducidad son distintos a los de prescripción desde que las dos figuras son distintas e independientes, pues si bien ambas producen efectos por el transcurso del tiempo, la prescripción extingue la acción dejando subsis-tente el derecho al que ella se refiere, debe ser invocado por la parte y su término final se rige por las normas generales del plazo establecidas en el artículo 183º del Código Civil; en tanto que la caducidad extingue simultáneamente la acción y derecho, pudiendo incluso fijarse de oficio y se produce transcurrido el último día aunque éste sea inhábil. Por estas razones los plazos de am-bas figuras no son los mismos. En consecuencia la Sala Superior aplicó indebidamente el artículo 2001º del Código Civil que dispone la caduci-dad, en concordancia con el artículo 2001º inci-so 4 del mismo Código que regula los plazos de prescripción, motivo por el cual la denuncia debe declararse fundada.Tribunal RegistralResolución N° 123- 2007 - SUNARP-TR-L

Nulidad

Desarrollando su recurso acusa que se ha apli-cado indebidamente el artículo 2013 del Códi-go Civil, pues su parte ha solicitado la nulidad de los asientos regístrales de la demandada por existir duplicidad y ser su inscripción anterior, pero los juzgadores consideran ilegalmente que se debe pedir la nulidad de los documentos que posibilitaron la apertura de la ficha cuestionada, con lo que se produce la aplicación indebida pues

con esta norma -que regula la eficacia y validez de la inscripción registral- no se justifica la fal-ta de pronunciamiento sobre la impugnación de fichas regístrales, cuya nulidad se ha solicitado no por la ilegalidad de los documentos que la sustentaron sino por la infracción de las normas de calificación registral. Que así fundamentado el cargo el mismo debe ser declarado procedente, al cumplir con las exigencias del acápite 2.1 del inciso 2° del artículo 388 del Código Formal.Resolución N° 2111-2004 TACNA

Reglas de calificación

El artículo 33º del Reglamento General de los Registros Públicos, regula reglas para la califica-ción registral en la primera y segunda instancia estableciendo en el segundo párrafo del literal b.2 lo siguiente:

“(...) Cuando la Sala considere que debe apartar-se del criterio ya establecido, solicitará al Super-intendente Adjunto que convoque a un Pleno Ex-traordinario para que se discuta la aprobación del criterio establecido anteriormente o se adopte el nuevo criterio. En este último caso la resolución que adopte el nuevo criterio tendrá el carácter de precedente de observancia obligatoria”. Tribunal RegistralResolución N° 120 - 2007 – SUNARP-TR-L

Efectos de la calificación

La especial y fortísima eficacia que la inscripción otorga a los derechos que acceden al Registro en-cuentra su justificación en la rigurosa calificación de que son objeto los títulos. Evaluado integral-mente un título, tanto en sus aspectos formales y materiales, y superado el control que realiza el Registrador, los derechos inscritos adquieren una presunción casi total de validez y eficacia. Esta presunción de legitimación constituye uno de los principios registrales de suma importan-cia, recogido en los Artículos 2013° del Código Civil y VII del Título Preliminar de los Registros Públicos. El principio de legitimación se enun-cia como la presunción iuris tantum de que las

Calificación Registral

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inscripciones se presumen exactas y válidas, y en consecuencia legitiman al titular del derecho inscrito para actuar conforme a ellas. Los meca-nismos legales para enervar dicha presunción son dos: la rectificación de los errores registrales y la declaración judicial de invalidez.

Una inexactitud registral es todo desacuerdo entre el Registro y la realidad extrarregistral. Su origen puede ser diverso. Interesa para efectos del pre-sente caso la inexactitud generada por un error incurrido al extender un asiento de inscripción. Este error se clasifica en material y de concepto.

Los supuestos de error material están descritos de modo taxativo en el Artículo 81° del Regla-mento. Todo supuesto distinto a ellos se cataloga como error de concepto. El error de concepto, entonces, puede provenir de un defecto u omi-sión del título que dio origen a la inscripción, sin que haya mediado una calificación registral deficiente.Tribunal RegistralResolución N° 132-2003-SUNARP-TR-T

CANCELACIÓNMARCARIA

Cancelaciones por falta de uso

El artículo 165º de la Decisión 486 establece que, a solicitud de persona interesada, la Ofici-na Nacional Competente cancelará el registro de una marca que sin motivo justificado no hubiese sido usada por su titular, por un licenciatario o por otra persona autorizada para ello en al me-nos uno de los Países Miembros, durante los tres años consecutivos precedentes a la fecha en que se inició la acción de cancelación. Esta norma dispone que la acción de cancelación sólo podrá iniciarse una vez que hayan transcu-rrido tres años contados a partir de la fecha de notificación de la resolución que agote el proce-dimiento de registro de la marca respectiva en la vía administrativa. Adicionalmente, dispone que la cancelación de un registro por falta de uso de

la marca también pueda solicitarse como defen-sa en un procedimiento de oposición interpuesto con base en la marca no usada.

Cabe señalar que las finalidades del uso obliga-torio de la marca son de dos tipos: una de ín-dole esencial y otra de índole funcional. Entre las finalidades esenciales está la de contribuir a que la marca se consolide como bien inmaterial mediante la asociación entre signo y producto en la mente de los consumidores. Si bien esto depende de factores ajenos a la actividad del ti-tular, un uso adecuado de la marca es importante para que esa asociación se haga realidad. Otra finalidad esencial del uso obligatorio es aproxi-mar el contenido formal del registro a la reali-dad concreta de la utilización de las marcas en el mercado. Tal aproximación puede contribuir a resolver los problemas que se presentan al deter-minar un nuevo signo solicitado y una marca an-teriormente registrada si son o no confundibles. La finalidad funcional del uso obligatorio tiene por objeto descongestionar el registro de marcas en el mercado abriendo el abanico de posibilida-des que no están siendo usadas para facilitar que nuevos solicitantes puedan acceder a éstas. Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 1134-2010/TPI-INDECOPI Expediente N° 363067-2008

Cancelación parcial del registro

El tercer párrafo del artículo 165º de la Decisión 486 establece que cuando la falta de uso de una marca sólo afectara a uno o a algunos de los productos o servicios para los cuales estuviese registrada la marca, se ordenará una reducción o limitación de la lista de los productos o servicios comprendidos en el registro, eliminando aquéllos respecto de los cuales la marca no se hubiese usa-do; para ello, se deberá tomar en cuenta la identi-dad o similitud de los productos o servicios.

De acuerdo a esta disposición, en aquellos casos en los que el titular de una marca registrada no demuestre el uso de todos los productos o ser-

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vicios para los cuales se encuentra registrada, la autoridad ordenará la reducción o limitación del registro de forma tal que identifique única y exclusivamente los productos o servicios que efectivamente distingue en el mercado.

Según sea el caso, la Autoridad deberá decidir si dispone que la marca mantenga su vigencia para todos los productos o servicios consignados en el registro o si limita los productos o servicios que distinguirá la marca en el futuro a los efec-tivamente utilizados en el mercado; todo en fun-ción a las pruebas que se aporten en el respectivo procedimiento. Esto último es lo que se conoce como cancelación parcial del registro. Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 1123-2010/TPI-INDECOPI Expediente N° 300090-2006

Por las razones anotadas, en aquellos casos en los que el interesado solicite una cancelación “par-cial”, la Autoridad - en aplicación del principio de impulso de oficio, recogido en el artículo IV del Título Preliminar y 145 de la Ley 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General - de-berá encausar dicha solicitud y tramitarla como cualquier otra solicitud de cancelación, debiendo informar este hecho al interesado, así como al ti-tular de la marca materia de la cancelación, de tal forma que las partes tengan pleno conocimiento de la cuestión controvertida en el procedimiento. Así, el titular de la marca tomará conocimiento de que debe acreditar su uso para todos y cada uno de los productos o servicios que distingue pues, de no hacerlo, se procederá a cancelar total o parcialmente el registro, según sea el caso.

La Sala considera pertinente señalar que si bien la posibilidad de cancelar parcialmente un re-gistro determina que el titular de la marca deba asumir una carga probatoria mayor a la que tenía bajo el régimen anterior, esta figura constituye una herramienta útil que contribuye a que la can-celación cumpla de mejor manera con las finali-dades para las cuales fue creada. A manera de

ilustración, conviene señalar que la posibilidad de cancelar parcialmente un registro por falta de uso es una figura ya aplicada por otros ordena-mientos jurídicos como el español y el Sistema Comunitario Europeo. Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 1132-2010/TPI-INDECOPI Expediente N° 3424-2008

Falta de uso

Finalmente, debe tenerse en cuenta que la norma dispone que, cuando la falta de uso de una marca sólo afecta a uno o a algunos de los productos o servicios para los cuales estuviese registrada, se ordenará una reducción o limitación de la lista de los productos o servicios comprendidos en el re-gistro, eliminando aquéllos respecto de los cuales la marca no se hubiese usado; para ello, habrá de tomarse en cuenta la identidad o similitud de los productos o servicios.

Al respecto, tal como lo ha establecido la Sala en la Resolución N° 1183-2005/TPI-INDECOPI de fecha 8 de noviembre del 2005 (precedente de observancia obligatoria que establece los cri-terios para la aplicación del tercer párrafo del artículo 165 de la Decisión 486):

(i) La norma dispone que la Autoridad “ordena-rá” la reducción o limitación de la lista de los productos o servicios cuyo uso no haya sido acreditado, por lo que la norma no establece una facultad sino que impone una obligación: la de cancelar parcialmente el registro de una marca respecto a aquellos productos o servicios cuyo uso no haya sido acreditado.

(ii) La norma establece – refiriéndose a la reduc-ción o limitación antes señalada – que deberá to-marse en cuenta la “identidad o similitud” de los productos o servicios.

La Sala considera que la identidad o similitud debe evaluarse respecto de los productos o ser-vicios cuyo uso haya sido acreditado. En ese

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sentido, para mantener un producto o servicio en el registro de la marca, la Autoridad deberá determinar:

a) Si se acredita el uso de la marca para un pro-ducto o servicio idéntico a uno específicamente detallado en la lista de productos o servicios de la marca; o

b) Si se acredita el uso de la marca para un pro-ducto o servicio que no se encuentra específica-mente detallado en la lista de productos o ser-vicios que ésta distingue. En este caso, deberá verificar, en particular:

i) Si dicho producto o servicio resulta similar a alguno de los que se encuentran expresamente detallados en dicha lista; o

ii) Si dicho producto o servicio se encuentra com-prendido en un género de productos o servicios distinguidos expresamente por la marca.

La intención de la norma – a criterio de la Sala – no es mantener el registro de una marca para los productos o servicios cuyo uso se acredite y, además, para “sus similares”, como ha con-siderado la Oficina de Signos Distintivos. La figura de la cancelación de la marca tiene por objeto reflejar del modo más preciso la reali-dad del uso de la marca en el registro que la respalda. En este contexto, si se mantuviera el registro de una marca respecto de los produc-tos o servicios para los cuales efectivamente se acredita el uso en el mercado y, además, para “sus similares”, se estaría contraviniendo la fi-nalidad de la acción de cancelación, así como ampliando la lista de productos o servicios del registro de la marca, generando ello una contravención a lo dispuesto en el artículo 139 inciso f) de la Decisión 486.

Consecuentemente, si únicamente se acredita el uso de la marca para distinguir un producto o ser-vicio que no se encuentra comprendido en alguno de los supuestos antes descritos, se procederá a

la cancelación de su registro, tal como sucede en los casos en los que no se presenta prueba alguna que acredite el uso de la marca.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 1085-2010/TPI-INDECOPI Expediente N° 344311-2008

Reducción o limitación

Establecer que la presente Resolución consti-tuye precedente de observancia obligatoria con relación a los criterios que se deben de tener en cuenta al aplicar el tercer párrafo del artículo 165 de la Decisión 486. En consecuencia, en-tiéndase que:

La norma dispone que la Autoridad ordenará la reducción o limitación de la lista de los produc-tos o servicios cuyo uso no haya sido acreditado, por lo que la norma no establece una facultad sino que impone una obligación: la de cancelar parcialmente el registro de una marca respecto a aquellos productos o servicios cuyo uso no haya sido acreditado.

La norma establece – refiriéndose a la reducción o limitación antes señalada – que la Autoridad deberá tomar en cuenta la “identidad o similitud” de los productos o servicios.

La identidad o similitud debe evaluarse respec-to de los productos o servicios cuyo uso haya sido acreditado. En ese sentido, para mantener un producto o servicio en el registro de la marca, la Autoridad deberá determinar:

a) Si se acredita el uso de la marca para un pro-ducto o servicio idéntico a uno específicamente detallado en la lista de productos o servicios de la marca; o

b) Si se acredita el uso de la marca para un pro-ducto o servicio que no se encuentra específica-mente detallado en la lista de productos o ser-vicios que ésta distingue. En este caso, deberá verificar, en particular:

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iii) Si dicho producto o servicio resulta similar a alguno de los que se encuentran expresamente detallados en dicha lista; o

iv) Si dicho producto o servicio se encuentra comprendido en un género de productos o servi-cios distinguidos expresamente por la marca.

Finalmente, si únicamente se acredita el uso de la marca para distinguir un producto o servicio que no se encuentra comprendido en alguno de los supuestos a) y b) antes descritos, la Autoridad procederá a la cancelación del registro, tal como sucede cuando no se presenta prueba alguna que acredite el uso de la marca.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 1183 -2005/TPI-INDECOPIExpediente N° 199324-2004

Pruebas de uso de la marca

Dado que el uso de la marca en el mercado debe estar de acuerdo al producto o servicio de que se trate, al momento de evaluar tal uso, debe tenerse en consideración las características y el tipo de cada marca, así como los productos y servicios correspondientes, ya que sólo un uso de acuerdo a las características comerciales del mercado sa-tisface el requisito de uso previsto por la ley.

En principio, el uso efectivo en el mercado de una marca de producto podrá acreditarse con do-cumentos que demuestren, por ejemplo, la venta de tales productos (facturas, boletas de venta) en la cantidad suficiente que, dependiendo de la naturaleza, costo o forma de adquisición del producto de que se trate, pueda razonablemente revelar un uso efectivo de la marca en el respec-tivo producto.

Dichos documentos deberán consignar expre-samente la marca registrada o, en todo caso, el código que se use para identificar a la misma, lo cual también debe ser acreditado debidamente. Asimismo, el uso de la marca registrada deberá apreciarse con respecto a los productos que dis-

tingue y no a título de nombre comercial (a saber, en el encabezado de la factura o en el membrete de la misma), dado que dicho uso sólo acreditaría el uso efectivo de un signo para identificar una empresa en el ejercicio de sus actividades econó-micas, mas no el uso de un signo para identificar un determinado producto en el mercado.

Al respecto, cabe señalar que las facturas son do-cumentos de naturaleza mercantil en los que, por lo general, además de incluirse una descripción del artículo o artículos que son objeto de venta, se consigna la marca de los mismos, escrita de forma denominativa y no con los especiales o específicos diseños o elementos gráficos que la conforman.

Así, será distinto el criterio para evaluar el uso de una marca que distingue productos de consumo masivo (arroz, menestras, productos lácteos), que el de una marca que distingue productos de venta esporádica o por encargo (automóviles, ropa de diseñador, muebles de cocina, inmuebles, joyas, etc.).

Sin embargo, no sólo podrá acreditarse el uso de una marca de producto con documentos de tipo contable o que demuestren su venta efectiva en el mercado. La presentación de catálogos o publi-cidad, en la que se aprecie la marca en relación directa con el producto, serán elementos de juicio que contribuirán a la comprobación del uso de una marca de producto.

Al respecto, si bien la presentación de una mues-tra física de un determinado producto, su envol-tura o etiqueta, puede servir como elemento de juicio a fin de verificar el uso en el mercado de la marca en relación directa con el producto (sobre todo en el caso de marcas figurativas o mixtas), dichas pruebas no serán idóneas para acreditar el uso de una marca si no puede determinarse con precisión la fecha de su producción, elaboración o impresión y su efectiva puesta en el mercado.

Lo dicho con relación a las marcas de producto no se aplica sin más a las marcas de servicio (por

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su falta de corporeidad). En este caso, el empleo de la marca de servicio puede limitarse al uso en publicidad puesta en establecimientos comercia-les u objetos que sirven para la prestación del servicio.

En atención a ello, serán medios de prueba idó-neos a fin de acreditar el uso de una marca de servicio, además de facturas, recibos por hono-rarios o contratos de servicio, publicidad, etc., la fijación de la marca registrada en objetos o lugares que puedan ser percibidos por el público usuario como identificadores de un origen em-presarial (carteles, listas de precios, catálogos, volantes, trípticos, encartes, presupuestos, papel membretado), así como publicidad efectiva de la marca con relación a los servicios que dis-tingue.

Habrá que tomar en cuenta que en el caso de las marcas de servicio la publicidad tiene más importancia que en el de las marcas de pro-ducto, siendo lo más importante ponderar si la publicidad resulta suficiente para indicar que la marca identifica un origen empresarial de-terminado.

Finalmente, además de los criterios antes se-ñalados, cabe agregar que todo documento o prueba que se presente u ofrezca debe cumplir con el requisito de haber sido emitido, produ-cido o fabricado dentro del plazo que se tie-ne para acreditar el uso de la marca, a saber, dentro de los tres años anteriores al inicio de la correspondiente acción de cancelación por falta de uso.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 0954-2010/TPI-INDECOPI Expediente N° 333139-2007

Del interés requerido para interponer acción de cancelación por falta de uso

El artículo 165º de la Decisión 486, concordado con el artículo 172 del Decreto Legislativo 823, establece que, a solicitud de persona interesada,

la Oficina Nacional Competente cancelará el re-gistro de una marca.

Al respecto, el Tribunal de Justicia de la Comu-nidad Andina en la interpretación prejudicial del artículo 165 de la Decisión 486, entre otros, re-caída en el Proceso Nº 131-IP-2007, del 26 de octubre de 2007, ha señalado que “La legitima-ción para solicitar la cancelación por falta de uso hace necesario acreditar un interés legítimo o un derecho subjetivo, es decir, la persona interesada que pretenda accionar frente al acto administrati-vo de cancelación de registro previamente deberá demostrar un interés tal que la procedencia de su intervención como parte procesal le produzca un beneficio de cualquier tipo a su favor, ade-más, este interés debe ser actual no eventual o potencial. Por lo tanto, para que opere la acción de cancelación de registro por falta de uso, el ar-tículo 165 exige la presencia de parte interesada, lo que según el Tribunal significa que ésta ha de tener un derecho subjetivo o al menos un interés legítimo los que deberán ser acreditados en la vía administrativa o judicial”

Asimismo, el Tribunal de Justicia de la Comuni-dad Andina en el Proceso Nº 111-IP-2005, del 28 de setiembre de 2005, precisa que se encuentra legitimada para accionar “la persona natural o jurídica que pretenda usar la marca registrada y no utilizada”1, así como la que pretenda registrar un signo idéntico o semejante, confundible con la marca no utilizada.

En atención a lo expuesto, tiene legítimo interés para solicitar la cancelación del registro de una marca la “persona interesada” que puede ser el titular de un derecho subjetivo o quien tiene un interés legítimo (persona que posee un interés di-recto, económico y actual), encontrándose com-prendido en este último grupo la persona natural o jurídica que pretende usar una marca idéntica o semejante a la marca cuya cancelación solicita.

Por lo expuesto, si bien no bastará con solicitar la cancelación para considerar que se trata de una

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persona interesada sí será suficiente acreditar ser una persona natural o jurídica que pretende usar la marca cuya cancelación solicita o una seme-jante a ella.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualResolución N° 2197-2008/TPI-INDECOPI Expediente N° 225736-2004

CANÓN MINEROConcepto

En nuestro ordenamiento jurídico, el canon ha sido previsto constitucionalmente en el artículo 77º, como el reconocimiento del derecho que le asiste a los gobiernos locales y regionales para recibir una porción de lo recaudado en beneficio de su comunidad; debiendo calcularse, sobre la base de la totalidad de ingresos y rentas prove-nientes de la explotación de recursos naturales de sus circunscripciones.

Por consiguiente, no se trata de un pago, sino de una compensación del Estado a los Gobiernos Regionales y Locales respecto a la distribución de ingresos ya recaudados. En nuestro país coexis-ten 6 tipos de canon, a saber: minero, petrolero, pesquero, forestal, gasífero y de hidrocarburos. En el caso del canon minero, la compensación será la distribución de los ingresos recaudados a las zonas donde se explotan los recursos minera-les, garantizándose la participación directa de la población local en el beneficio del reparto. Me-dida que se justifica porque dicha población será la que recibirá el mayor impacto cuando estos recursos se agoten. Como se advierte, la regalía es la contrapres-tación del titular de la concesión minera a los gobiernos regionales y locales por la explota-ción de recursos naturales no renovables, jus-tificada en la necesidad de la Nación de recibir beneficios de sus propios recursos antes de que se agoten. En tanto que, el canon, es la parti-cipación de la renta económica ya recaudada dispuesta por el Estado a favor de los gobier-

nos regionales y locales de las zonas de explo-tación de recursos.Tribunal ConstitucionalExp. N° 0048-2004-PI/TCLimaJosé Miguel Morales Dasso y más de 5000 ciu-dadanos

CAPACIDAD PROCESAL

Capacidad procesal del menor de edad

De acuerdo a la escritura pública de anticipo de legitima, al treinta de junio de mil novecientos noventinueve, la recurrente contaba con dieciséis años de edad, esto es, que era un sujeto proce-sal que debiera estar representado por sus padres puesto que, procesal mente, carecía de capacidad procesal, la cual: “(...) solo la tienen aquellas per-sonas naturales que por si mismas pueden inter-venir en el proceso; más preciso, aquellas perso-nas que se hallan habilitadas por la ley para hacer valer sus derechos pos si mismas planteando una demanda, contradiciéndola y realizando determi-nados actos procesales (...)” (Tratado de Derecho Procesal Civil (volumen I); Jorge Carrión Lugo; Editorial Jurídica Grijley; Segunda reimpresión; Lima -Perú; página doscientos seis).Sala Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1712-02 Santa

Como presupuesto procesal

Para nuestro sistema procesal civil, puede afirmarse casi pacíficamente que los presupuestos procesales son tres: la competencia del Juez (salvo competen-cia territorial), la capacidad procesal de las partes y los requisitos esenciales de la demanda; por con-siguiente, son requisitos de validez del proceso.Pleno Casatorio CivilCorte Suprema de JusticiaCas. Nº 1465-2007 Cajamarca

Capacidad procesal en el procedimiento admi-nistrativo

El artículo 52º de la Ley del Procedimiento Administrativo General dispone que en los pro-

Canón Minero

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cedimientos seguidos ante los entes administra-tivos, la capacidad procesal corresponde a las personas que gozan de capacidad jurídica con-forme a las leyes.

En virtud del mencionado dispositivo administra-tivo, los sujetos de derecho con capacidad pro-cesal para ser parte material en un proceso judi-cial también cuentan con la capacidad procesal requerida para comparecer en los procedimientos ante las autoridades administrativas. De ahí que, por ejemplo, una sociedad anónima, una socie-dad conyugal o un patrimonio autónomo puedan ser investigados y sancionados por infracciones al Decreto Legislativo Nº 701.Comisión de Libre Competencia del INDECOPIRes. Nº 010-2004-INDECOPI-CLC

CAPITAL SOCIAL Definición

El capital social de una sociedad es un concepto económico y de hecho, que en la derogada Ley General de Sociedades (…) como en la nueva ley, está constituido por la suma de los aportes a que se obligan los socios en el contrato de so-ciedad, el que puede ampliarse o disminuirse, lo que es independiente de la adquisición de otros bienes o activos, que se pueden adquirir con uti-lidades, con reservas, o con crédito, pues en la ecuación contable, los activos son iguales a los pasivos más el capital social.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 991-98-Huánuco

Concepto y finalidad del OPA

La finalidad de la OPA es regular los procesos de toma de control, adquisición o incremento de participación significativa con el objeto de salva-guardar la transparencia del mercado y el princi-pio de igualdad de trato a los accionistas, lo cual permite que un mayor número de accionistas se beneficien de la “prima de control” que se ofrece por la adquisición de acciones que brinda parti-cipación significativa en la sociedad;

Que, en relación al cómputo de capital a efectos de la toma de control, se destaca en doctrina que lo importante no es el cómputo de todo el capital social, sino de aquél que posee derecho a voto: “...la intención perseguida por el legislador y por la norma misma ha sido la de considerar única-mente relevante el capital con derecho a voto y por tanto la cifra correspondiente a ese capital es la que debe ser considerada como cifra de refe-rencia, no la de la totalidad del capital social, e igualmente solo la adquisición de acciones con derecho a voto o de los otros títulos o valores que den derecho a su adquisición es la que debe con-siderarse relevante a los efectos de la obligación de formular una OPA”.

Que, asimismo, Luis Antonio Velasco San Pe-dro hace mayores precisiones señalando que: “...parece lógico que la adquisición de acciones propias juegue algún papel. Y no solo porque la operación, como ya se ha señalado varias veces, puede producir una variación (reducción virtual del capital social...; sino también porque la ad-quisición conduce siempre a una disminución de las acciones con derechos ejercitables, al quedar en suspenso los correspondientes a las acciones propias en poder de la sociedad... Esta última circunstancia lleva implícito un aumento expan-sivo de la situación proporcional del resto de las acciones, que continúan en circulación, pues so-lamente habrá que contar con ellas a la hora de votar en las Juntas, computar el quórum de las mismas, repartir dividendos, ejercitar derechos de minoría (desde nombrar administradores, has-ta solicitar información suplementaria, etc.) (...) Lo que equivale a decir que, durante el tiempo en que la sociedad conserve en su poder las acciones propias, se ha reforzado la medida de participa-ción representada por cada una de las acciones en circulación. En consecuencia, la oración puede alterar, por esta vía de modificación de la situa-ción proporcional de las acciones, la posición ju-rídica de sus titulares, es decir, de los accionistas, por más que se siga manteniendo formalmente la misma cifra de capital. Ahora bien, esto ocurrirá solamente cuando la operación no afecte en la

Capital Social

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misma proporción a todos los accionistas, ya que en caso contrario, el reforzamiento de la medida de participación de las acciones que quedan en poder de éstos, se compensa con el correlativo debilitamiento que ha sufrido cada socio, por la salida de sus manos de las acciones que, en igual proporción, han transmitido a la sociedad. En definitiva, en este aspecto la cuestión se conecta con el principio de igualdad de los accionistas”.

Que la normativa existente en mercados desa-rrollados, consagra la tesis de la exclusión de la autocartera referida por la doctrina antes citada. Tal es el caso de la Sección 13 (d) (4) de la “Se-curities Exchange Act” de 1934 que rige en los Estados Unidos de América, la cual establece que “para determinar a los efectos del presente apartado cualquier porcentaje de una clase de cualesquiera títulos valores, se entenderá que el número de títulos valores pertenecientes a dicha clase es el número de títulos valores suscritos de dicha clase, excluyendo cualquier tipo de título valor detentado por o en beneficio del emisor o por o en beneficio de una subsidiaria del emisor” (traducción libre);Tribunal de CONASEVRes. Nº 054-2002-EF-94.12

La normativa peruana sobre el cómputo del ca-pital social

Que el Reglamento de OPA aprobado por Reso-lución CONASEV Nº 630-97-EF/94.10 de fecha 17 de octubre de 1997 fue modificado por la Re-solución CONASEV 088-2000-EF/94.10 de 7 de diciembre de 2000. Entre otros cambios, la Reso-lución CONASEV 088-2000-EF/94.10 modificó los artículos 2, 4, 5 y sustituyó el artículo 31 de la Resolución CONASEV Nº 630-97-EF/94.10, incorporando en esta última norma los supuestos de (i) adquisiciones indirectas; (ii) adquisiciones resultantes de una oferta de venta pública y pri-vada; y (iii) adquisiciones involuntarias;

Que el inciso d) del artículo 2 del Reglamento de OPA, según como fue modificado por la Re-solución CONASEV 088-2000-EF/94, define el

capital como “el capital social totalmente suscrito y pagado al menos en un 25%, representado por acciones con derecho a voto, que se encuentra ins-crito o en trámite de inscripción en el Registro de Personas Jurídicas del Sistema Nacional de Regis-tros Públicos al día anterior de la oferta, más las acciones con derecho a voto susceptibles de ser emitidas correspondientes a certificados de sus-cripción preferente emitidos. Asimismo, forman parte del capital social los valores susceptibles de ser emitidos o adquiridos durante los doce meses siguientes como consecuencia de la conversión de obligaciones o del ejercicio de cualquier otro de-recho otorgado por el Emisor o sus accionistas o a terceros, cuando dicha emisión o adquisición sea obligatoria para el Emisor”

Que el artículo 5 del Reglamento de OPA, texto que fue añadido por la Resolución CONASEV 088-2000-EF/94, señala a su vez que “se con-sidera participación significativa para efectos del presente Reglamento, toda propiedad directa o indirecta de acciones con derecho a voto que represente un porcentaje igual o superior al vein-ticinco por ciento del capital social de una so-ciedad que tenga al menos una clase de acciones con derecho a voto representativas de su capital social inscritas en una bolsa de valores. Se inclu-ye en el cómputo la propiedad directa o indirecta que corresponde a las personas que forman parte o que controlan el grupo económico al que per-tenecen el titular de la participación, así como la participación de las personas que tuviere ac-tuación concertada aun cuando no formen parte de su grupo económico. Asimismo se incluye los casos del artículo 31 aun cuando no conlleven obligación de efectuar una OPA. Para efectos del cómputo de la participación significativa, se con-sidera el porcentaje que representan respecto del capital social los valores a que se refiere el artí-culo 4 del Reglamento que el eventual obligado a hacer una OPA posee o pretende adquirir a la fecha del cómputo, el mismo que deberá calcu-larse con una anterioridad no mayor a 48 horas de la fecha de formulación de una OPA” Que el literal c) del artículo 31 del Reglamento de

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OPA, texto igualmente añadido por la Resolución CONASEV 088-2000-EF/94, establece que “c) Adquisiciones Involuntarias.- Cuando se alcan-ce o incremente la participación significativa en cualquiera de los porcentajes señalados en el ar-tículo 6 del Reglamento de Oferta Pública como consecuencia de la adquisición de acciones de propia emisión por la sociedad o su subsidiaria, el adquirente deberá vender mediante una OPV incondicional el exceso sobre su participación significativa a que se refiere los literales a), b) o c) del referido artículo 6, el que resulte aplicable, o efectuar una OPA dentro de los tres meses más a solicitud fundamentada del obligado, por el número de valores adquiridos involuntariamente, pero en ningún caso por menos del mínimo que resulte de la aplicación de los literales a), b) o c) del artículo 6 del Reglamento de OPA, el que corresponda...”

Que, a la luz de las disposiciones antes transcri-tas, es necesario determinar si dentro del concep-to “capital social” se computan las acciones del emisor adquiridas por éste o por una subsidiaria, cuyos derechos de voto han sido suspendidos en aplicación de los artículos 104 y 105 de la LGS;

Que, en virtud de la regla de interpretación que señala que “no cabe distinguir donde la ley no dis-tingue” el concepto de capital social utilizado por el artículo 2 del Reglamento de OPA, al aludir de manera amplia y general a “acciones con derecho a voto”, podría ser entendido como comprensivo de la totalidad de dichas acciones, con indepen-dencia de si el derecho a voto fue o no suspendido. Eso significa que bastaría con que se trate de ac-ciones que por su naturaleza tienen derecho a voto para que deban ser computadas en el capital, por lo que éste incluiría las acciones que por ley tienen el voto suspendido, como son los antes menciona-dos casos previstos en los artículos 104 y 105 de la LGS sobre autocartera de acciones;

Que no obstante la amplitud de la definición de capital social contenida en el artículo 2 antes citado, (i) el artículo 5 del Reglamento de OPA

exige incorporar en el cómputo de la participa-ción significativa, “los casos del artículo 31”; y (ii) el inciso c) del artículo 31 del Reglamento de OPA, al regular el supuesto de adquisiciones involuntarias provenientes de operaciones gene-radoras de autocartera directa o indirecta, obli-ga al accionista a efectuar una oferta pública de venta (en adelante la OPV) o una OPA en los casos en que alcance o incremente participación significativa. En contraste con la acepción amplia del concepto de capital contenida en el artículo 2 del Reglamento de OPA, la interpretación con-junta de los artículos 5 y 31, inciso c) llevaría a entender que –por lo menos en el supuesto de adquisiciones involuntarias– el concepto de capi-tal excluye de su cómputo las acciones con voto suspendido puesto que, de otra forma, la última de las normas no habría establecido el reajuste de la participación accionaria;

Que, a partir de la interpretación a fortiori (a maiori ad minus) este Tribunal considera que, si en el caso de la adquisición involuntaria prevista en el inciso c) del artículo 31, el cómputo de la participación significativa debe realizarse sobre la base de las acciones cuyo derecho a voto no se encuentra suspendido, con la misma o con mayor razón ello ocurrirá en el caso de las adquisicio-nes voluntarias. En otras palabras, si se obliga a efectuar una OPV o una OPA a quienes contando con una tenencia previa, alcanzan o incrementan participación significativa por efecto de las ad-quisiciones efectuadas por el emisor o sus sub-sidiarias –es decir, por efecto de adquisiciones involuntarias– con mayor razón será obligatoria la OPV si tales adquisiciones se han efectuado voluntariamente. La interpretación a fortiori del artículo 31, inciso c) lleva a entender, entonces, que en la normativa peruana la regla general de cómputo de capital es la de excluir de su cóm-puto las acciones que tienen el derecho a voto suspendido, que conforman la autocartera;

Que, la exclusión antes señalada, alude única-mente al supuesto de autocartera directa e indi-recta, pues no resulta razonable incluir los casos

Capital Social

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de los artículos 79 y 133 de la Ley General de Sociedades referidos respectivamente al voto suspendido por falta de pago del dividendo pasi-vo y por conflictos de interés con el emisor, por tener éstos un alcance meramente particular, que no afectan –como sí lo hace la autocartera– a la totalidad de acciones del emisor;

Que el criterio adoptado por este Tribunal sobre el cómputo de capital tiene, por lo demás, total sentido, en tanto que la incorporación del inciso c) del artículo 31 dentro de la normativa sobre OPA pretende evitar que, mediante el recurso de adquisición de acciones con derecho a voto por el emisor o por sus subsidiarias, los grupos de control incrementen su participación significativa a través de esa vía, en perjuicio de los accionistas minoritarios. En ese sentido, admitir una inter-pretación distinta implicaría crear incentivos para la existencia de un mercado paralelo e informal de “tomas de control”, pues bastaría con que el emisor adquiera un paquete de acciones y lo mantenga en autocartera, previamente a la trans-ferencia de acciones que efectúe el grupo de con-trol, de tal manera que –en realidad– se transfiera y adquiera auténtica participación significativa, sin necesidad de efectuar una OPA al no alcan-zarse o superarse formalmente los umbrales. Este criterio es, por lo demás, plenamente coincidente con la doctrina antes citada.Tribunal de CONASEVRes. Nº 054-2002-EF-94.12

CARGA DE LA PRUEBA

Concepto

De conformidad con lo previsto en el artículo 196 del Código Procesal Civil, la carga de la prueba constituye un gravamen sobre quien alega un he-cho; en este sentido, resultaba obligación de la parte emplazada, acreditar que efectivamente los montos consignados respondían a la obligación puesta a cobro y no a una distinta.Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 2249-2004 Lima

Actuación de pruebas

El principio de actuación de pruebas de oficio se encuentra relacionado a la visión solidarista de la carga de la prueba. En efecto, constituye norma elemental de lógica jurídica en materia de pro-banza que todo aquel que alega un hecho debe de probarlo, conforme lo recoge el artículo 196 del Código Procesal Civil. Con el advenimiento de las nuevas corrientes procesales, el principio clásico en materia de carga de la prueba previsto por el artículo 196 del anotado Código Procesal se ha visto complementado con una visión solidarista de la carga de la prueba (Augusto M. Morello. “La Prueba Tendencias Modernas”. Segunda Edición Ampliada. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Ai-res, dos mil uno, página ochentitrés y siguientes); de manera que, la regla clásica consistente en que el demandante debe acreditar los hechos consti-tutivos del derecho que invoca y el demandado acreditar los hechos extintivos, impeditivos o mo-dificativos que opone a los del demandante, no hacen más que colocar en un nivel protagónico la voluntad e interés de las partes, supuesto en el que la falta de cooperación para acreditar los hechos que invocan, deja al juzgador en una situación de falta de convicción o certeza cuando el deman-dante que invoca un derecho no causa suficiente convicción en un caso concreto, pese a encontrar-se en las mejores condiciones de traducir su co-operación al resultado trascendente de la justicia, se escuda en el principio clásico detallado líneas arriba. Por ello, en aplicación del artículo 194 del Código Procesal Civil, el juzgador puede ordenar la actuación de medios probatorios adicionales, lo cual se presenta cuando las pruebas aportadas son insuficientes para formar convicción, lo cual no se presenta en autos conforme se desprende del razonamiento del juzgador tanto en primera como en segunda instancia; además, el recurrente no ha fundamentado lógicamente la ausencia de convic-ción, la cual se debe desprender de la propia argu-mentación de las sentencias, no siendo suficiente alegarla sino demostrarla dentro de la lógica del razonamiento jurídico.Cas. N° 897-2003Lima

Carga de la Prueba

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Inversión de la carga de la prueba

Cabe precisar que la carga de la prueba o lla-mada también “onus probandi” consiste en que quien tiene la titularidad de la carga de la prueba es la parte que persigue los efectos jurídicos en función a los hechos que sustentan su pretensión; sin embargo, en el caso materia de análisis, se constata que la Sala de mérito al expedir la recu-rrida no ha tenido en consideración que de acuer-do a lo dispuesto por el numeral mil doscientos veintinueve del Código Civil, la prueba del pago corresponde a quien afirma haberlo efectuado; no obstante, se tiene como probado que la ejecuta-da habría hecho abonos en virtud de vouchers o depósitos que obran de fojas ciento veintinueve a ciento cincuentitrés, de fojas ciento cincuenti-séis a ciento setentinueve y de fojas quinientos veintiuno a quinientos veintiséis, de las que no se desprende una relación con las facturas presen-tadas por la ejecutante a fojas cuatrocientos se-tentidós, más aún si se tiene en cuenta las cartas remitidas por la empresa ejecutada posteriores a dichos abonos; por tal razón, se concluye que efectivamente se habría transgredido la carga de la prueba contenida en el artículo ciento noventi-séis del citado Código Procesal; por consiguien-te, este agravio también merece ser amparado.Sala Civil Transitoria Corte Suprema de Justicia Casación N° 2660-2006Lima CÁRTEL

Bienestar económico

(…) Sobre la base de la semejanza de los textos normativos, el desarrollo doctrinario argentino puede ayudar a esclarecer el contenido del con-cepto del “perjuicio para el interés económico general” como requisito para la existencia de una infracción al ordenamiento en materia de Libre Competencia. La doctrina argentina se-ñala lo siguiente: bajo la L.D.C. la flexibilidad del concepto de interés económico general su-fre las imitaciones que surgen de la valoración que dicha Ley efectúa respecto de ciertos hechos

económicos. Ese cuerpo normativo no puede ser aplicado en contra de tales valoraciones sin caer en una interpretación contra legem. No sólo se considera, bajo la L.D.C., que la competencia en los mercados es un valor positivo de signi-ficación, sino que se parte de la base de que los precios determinados competitivamente tienden a ser los correctos y de que la libre concurrencia a los mercados es la verdadera fuerza impulsora de la economía. No podría entonces argumentar-se válidamente, bajo esa Ley, que un sistema de determinación de precios mediante acuerdos en-tre los competidores es el correcto para proteger el bienestar económico del país, o que un cartel es el mecanismo más adecuado para incrementar la producción en un sector.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualRes. N° 0224-2005/TDC-INDECOPIExp. N° 004-2002-CLC

Concertación de precios

Así, en la Exposición de Motivos del menciona-do Decreto Legislativo N° 807, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 18 de abril de 1996 se establece con toda claridad como razón de ser de la modificación bajo comentario lo siguiente:

“Dejar claramente establecido que la concer-tación de precios es per se ilegal, es decir, un supuesto que no admite justificación. El Decre-to Legislativo N° 788 derogó el artículo 7 del Decreto Legislativo N° 701, que permitía a las empresas solicitar autorización para concertar. Esto constituía una posibilidad de justificación en la práctica, contraria a lo que señala no solo la doctrina jurídica, sino la doctrina económica, respecto a los perjuicios de la cartelización de la economía frente a la inexistencia de beneficios reales o potenciales generados por dicha carte-lización. En otras palabras, carecía de sentido justificar la razonabilidad de la concertación. Lamentablemente, el Decreto Legislativo N° 788 omitió modificar de manera expresa el in-ciso a) del artículo 6 que se refería a la concer-tación “injustificada” de precios, dejando abierta

Cártel

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la posibilidad de una errónea interpretación en el sentido de que podían existir concertaciones de precios justificadas. Debe interpretarse que dicha justificación era la que permitía el Artículo 7 ya derogado, por lo que es pertinente aclarar ello en la norma para evitar que se creen falsas expecta-tivas en las empresas respecto a la posibilidad de llevar a cabo concertaciones de precios que pue-dan considerarse justificadas cuando estas son en realidad per se ilegales.”

Sin embargo, la Sala considera que la posibilidad de concertar y tener éxito (dejando de perder lo que se hubiera perdido en condiciones de competencia, por ejemplo) en el corto o en el mediano plazo en un mercado como el analizado, están siempre presentes, a pesar de que en el largo plazo el mer-cado pueda tornar en ineficaces los acuerdos. Así lo señala Peter Pashigan, Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago:

“...los persistentes esfuerzos por formar y volver a formar carteles indican que los beneficios a corto plazo de un precio por encima del competitivo son lo suficientemente grandes en algunas industrias como para justificar el esfuerzo. Las empresas pueden formar un cartel por el beneficio de mo-nopolio a corto plazo, aunque reconocen de ante-mano que el acuerdo fracasaría a largo plazo”.

Según ello, no sería necesariamente irracional concertar respecto de los términos de la comer-cialización del pollo, sin perjuicio de que esta apreciación tampoco aporta a la determinación de la legalidad o no de la práctica. Tal como se expuso anteriormente, la decisión de imponer o no una sanción debe tomarse al margen de los efectos concretos de los acuerdos adoptados (…).

La Sala reconoce que la vinculación económica que hay entre algunas de las empresas dedica-das a la cría y comercialización de reproducto-ras y/o a la producción y comercialización de huevos fértiles, con empresas que concertaron al interior del CPPC, constituye un indicio de

la posible participación de las primeras en el cartel sancionado. Asimismo, la Sala reconoce que de no contarse con mecanismos eficaces para controlar la producción, sería sumamen-te difícil ejecutar los acuerdos descritos en los puntos anteriores. Sin embargo, la Sala estima que no existen pruebas ni indicios adicionales que, apreciados con el hecho de la vinculación económica, permitan concluir fuera de toda duda razonable que las empresas vinculadas a aquellas agrupadas en el CPPC, efectivamente hayan participado en el acuerdo. Por esta razón, en opinión de la Sala, corresponde liberar de responsabilidad en el presente proceso a Agro-pecuaria Villa Victoria S.A., Avícola del Norte S.A., Granjas de Reproductoras El Hatillo S.A., Haidarliz S.A. y Granja Los Huertos S.A..

Sin embargo, en el caso concreto de Agropecua-ria El Pilar S.A., las razones expuestas en el pá-rrafo anterior no son aplicables para exonerarla de responsabilidad, puesto que si bien no integra la APA, ni asistió a las reuniones en las que se adoptaron los acuerdos de concertación, durante el período materia de investigación registró ven-tas directas de pollo vivo, con las mismas carac-terísticas de las ventas realizadas por las demás empresas infractoras.

(…) En lo que se refiere al alto grado de volati-lidad de los precios en el mercado, dicha volati-lidad por sí sola no constituye un impedimento para la realización de concertaciones. Períodos de alta volatilidad de precios pueden estar aso-ciados a crisis transitorias en un cártel o a pe-ríodos de ajuste, en mercados competitivos (por ejemplo, frente a la entrada de nuevos competi-dores). Por otro lado, la experiencia internacional muestra que la alta volatilidad de los mercados de commodities, como el petróleo, no ha sido impedimento para la concentración concertada de productores.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualRes. Nº 276-97-TDCExp. Nº 029-96-CLC

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Barreras de acceso

(…) Asimismo, el presente procedimiento tiene por objeto determinar adicionalmente si un grupo de empresas conformaron un cartel acordando en su interior tanto los precios como los volúmenes de producción de cada una de las empresas; así como el establecimiento de barreras de acceso al mercado y desarrollo de mecanismos anticompetitivos para impedir el ingreso o forzar la salida del mercado de algunos competidores, durante el período compren-dido entre octubre de 1995 y julio de 1996.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualRes. Nº 001-97-INDECOPI-CLCExp. Nº 029-96-CLC

CASACIÓN

Definición

Que, conforme a reiterada jurisprudencia, el re-curso de casación es un medio de impugnación extraordinario y de iure que se puede interponer contra determinadas resoluciones y por los mo-tivos tasados en la ley, por lo que siendo un re-curso previsto en la ley, lo extraordinario resulta de los limitados casos y motivos en que procede y es de iure o derecho pues permite la revisión por el máximo tribunal, de la aplicación del de-recho, hecha por los Jueces de mérito; (…) de lo anterior, se razona que el recurso de casación sólo puede versar sobre los aspectos relativos al derecho aplicado a los hechos establecidos en la instancia, y al incumplimiento de las garantías del debido proceso o infracción de las formas esenciales para la validez de los actos procesales, en la que la apreciación probatoria queda exclui-da en principio y en donde la Corte Suprema no resulta ser tercera instancia.Cas. N° 3410-2006 Puno Fecha: 24 de noviembre de 2006

Naturaleza

El recurso extraordinario de casación es eminen-temente formalista, por lo que, tiene que estar

estructurado con estricta sujeción a Ley y en el que constituye requisito fundamental la claridad y precisión de sus planteamientos, de acuerdo a las reglas previstas en los numerales 386 y 388 del Código Adjetivo; en ese sentido las argumen-taciones esgrimidas por el recurrente carecen evi-dentemente de las exigencias anotadas, pues no especifica con claridad y precisión en cuál de las causales contenidas en el artículo 386 inciso 1° del Código Procesal Civil se sustenta su recurso y, respecto al inciso 3° de la acotada norma pro-cesal, se refiere en forma genérica a la infracción de las formas esenciales para la eficacia y validez de los actos procesales; que del análisis de sus alegaciones se puede advertir que el impugnante considera a la Corte de Casación una instancia más en la que se puede provocar un nuevo exa-men crítico de los medios probatorios que dan base a la sentencia recurrida, sin considerar que queda excluida de su labor todo lo referente a la valoración del caudal probatorio y el aspecto fáctico del proceso; consecuentemente, no es ac-tividad constitutiva del recurso de casación reva-lorar la prueba ni juzgar los motivos que forma-ron la convicción del Tribunal de mérito, de ahí que también son excluidos aquellos hechos que el impugnante estima probados; por lo que sus alegaciones son improcedentes de plano.Cas. N° 451-2005 CallaoFecha: 22 de junio de 2005

Requisitos

(…) Que, sin embargo, de la revisión de autos se advierte que el recurrente no ha cumplido con dicho requisito por cuanto la resolución recurrida en casación, confirmó el auto definitivo emitido en primera instancia, sin que fuese impugnado por el recurrente; por consiguiente, el recurso de casación planteado es manifiestamente improce-dente. Por las razones expuestas, al no haberse satisfecho la exigencia de fondo establecida en el inciso 1 del artículo 388 del Código Procesal Civil; en atención a la facultad conferida en el artículo 392 de la citada norma procesal.Cas. Nº 445-2005 LimaFecha: 22 de junio de 2005

Casación

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Revisión de medios probatorios

(…) EI recurso de casación interpuesto cumple con las exigencias de forma establecidas para su admisibilidad; así como con el requisito de fondo previsto en el inciso 1° del artículo 388 del Có-digo Procesal Civil.

EI recurso de casación no resulta viable ya que del estudio del mismo se desprende que lo que pretende el recurrente es que este Supremo Tri-bunal efectúe una nueva revisión de los medios probatorios actuados durante la secuela del pro-ceso, lo cual es ajeno a los fines del recurso de casación previstos en el artículo 384 del Código Procesal CivilCas. N° 467-2005 LIMAFecha: 22 de junio de 2005

Naturaleza excepcional

(…) Que, sin embargo, de los fundamentos del recurso se advierte que el impugnante no ha pre-cisado cual es la norma de derecho material que presuntamente ha sido inaplicada en el presen-te caso; por lo que el recurso así sustentado no pude resultar viable por esta causal, pues resulta evidente que incumple los deberes de precisión y claridad establecidos en el artículo trescientos ochentiocho del Código Procesal Civil; sobre el particular conviene precisar que el Tribunal de Casación pedido de convalidar las deficiencias que se adviertan al interponer recurso, puesto que debido a la naturaleza excepcional y extraordina-ria del recurso de casación, éste debe bastarse a sí mismo, reduciéndose en la calificación la vigen-cia del principio iura novit curia, el cual permiti-ría suplir de oficio las omisiones del recurrente; razón por la que debe declararse improcedente el recurso por esta causal; Cas. N° 2910-2006 ArequipaFecha: 26 de octubre de 2006

Finalidad

(…) Que, según lo previsto en el artículo tres-cientos ochenticuatro del Código Procesal Civil el recurso extraordinario de casación tiene por

fines esenciales la correcta aplicación e interpre-tación del derecho objetivo, así como la unifica-ción de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia; por lo que este Tribunal Supremo debe cumplir su deber pronunciándo-se acerca de los fundamentos del recurso por las causales declaradas procedentes.Cas. N° 2428-2006 La Libertad Fecha: 4 de diciembre de 2006

Reexamen de los hechos

Que, de los fundamentos del recurso de casación se advierte que lo que en esencia pretenden los impugnantes es generar un debate de tercera ins-tancia que conduzca a efectuar un re examen de los hechos que han quedado establecidos en la instancia de vista, propósito que según ha sos-tenido éste colegiado en reiteradas ocasiones, resulta contrario a la naturaleza y fines del recur-so de casación, por lo que el recurso deviene en improcedente por ésta causal;Cas. N° 640-2006 Lima Fecha: 6 de junio de 2006

Queja

(…) Que, se constata el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad y procedencia de la presente queja por denegatoria del recurso de ca-sación interpuesta por Javier Fernández-Concha Stucker en representación de don Ulrich Manfred Wille Müler y doña Gloria Ugarte de Wille, con-forme prevé el artículo 402 del Código Procesal Civil.

Que, el artículo 401 del acotado Código Proce-sal establece que “EI recurso de queja tiene por objeto el reexamen de la resolución que declara inadmisible o improcedente un recurso de ape-lación o de casación. También procede contra la resolución que concede apelación en efecto dis-tinto al solicitado.

Que, en el caso que nos ocupa, el recurrente interpone recurso de queja contra la resolución de fecha treinta de noviembre del año próximo

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pasado, que en copia obra a fojas cincuenticinco, que declara inadmisible de plano su recurso de casación, en razón a que la resolución de vista que se impugna no se encuentra comprendida dentro de los alcances del artículo 385 del Códi-go Procesal Civil.

Que, en tal sentido, debe tenerse en cuenta que el artículo 387 del Código Procesal Civil, prevé los re-quisitos de forma del recurso de casación, cuyo in-cumplimiento acarrea la declaración de inadmisibi-lidad del mismo; al efecto, el mencionado artículo, en su inciso 1°, establece que el recurso de casación se interpone contra las resoluciones enumeradas en el artículo 385 del mencionado cuerpo legal.

Que el citado artículo 385, establece que sólo pro-cede el recurso extraordinario contra las senten-cias y autos, expedidas en revisión por las Cortes Superiores, que ponen fin al proceso, así como las resoluciones que la ley señale; siendo así, la resolución recurrida en casación, su fecha quince de julio del dos mil cuatro, que en copia obra a fojas treintinueve, que confirma el auto apelado de fecha veintitrés de marzo del mismo año, por la que el Juez de la causa declara improcedente la desaprobación a la liquidación de intereses for-mulada y aprueba la liquidación efectuada según informe de fojas quinientos catorce, es un auto expedido en ejecución de sentencia; por lo tanto, se aprecia que la mencionada resolución de vista no es una que ponga fin al proceso; por lo que no se encuentra dentro de los supuestos previstos por el artículo 385 del Código Procesal Civil.Queja Cas. N° 21-2005 LimaFecha: 17 de mayo de 2005

Anulación de laudo

Que, en rigor, la norma especial citada le otorga legitimidad para impugnar la decisión final que se expide en el trámite del recurso de anulación de laudo arbitral sólo a la parte demandada y no a la demandante, además se requiere que la decisión cuestionada sea estimatoria, por lo tanto, la parte accionante no se encuentra habilitada para recurrir en casación contra el extremo denegado.

Que en consecuencia, el recurso de casación in-terpuesto no satisface el requisito de forma pre-visto en la norma especial contenida en el artícu-lo 77 de la Ley General de Arbitraje -Ley 26572, por lo que el mismo deviene inadmisible.Cas. N° 1907-2006 LimaFecha: 6 de junio de 2006

(…) Previamente, debe tenerse en cuenta que el artículo setentisiete de la Ley General de Arbitra-je número veintiséis mil quinientos setentidós es explícito al establecer que contra lo resuelto por la Corte Superior sobre el recurso de anulación de laudo arbitral sólo procede recurso de casa-ción cuando el laudo hubiera sido anulado total o parcialmente; lo que significa: I) Que contra lo resuelto por el Colegiado Superior es única y ex-clusivamente procedente el recurso de casación; y, II) Que además, la procedencia del recurso de casación está supeditada a que la resolución anu-le total o parcialmente el laudo; de tal modo que la resolución que desestima el recurso de anula-ción resulta inimpugnable.

Si bien es cierto puede indicarse que la citada regulación del recurso de casación como único medio impugnatorio está referida a la impugna-ción de la resolución que resuelve en definitiva el recurso de anulación de laudo arbitral más no de las resoluciones que se dicten para el ini-cio y desarrollo del proceso; y, en tal sentido, éstas últimas podrían ser impugnadas mediante el recurso de apelación; también es cierto que dicha interpretación no guarda congruencia con la competencia atribuida por la Ley a esta Sala de Casación, toda vez que el Supremo Tribunal no puede actuar en sede casatoria respecto de lo resuelto en primera instancia por la Corte Supe-rior y a su vez en el mismo proceso, en sede de instancia revisora, vía recurso de apelación.

Asimismo, no debe soslayarse que lo contempla-do por la Ley General de Arbitraje en su artículo sesentiuno es un recurso de anulación y no una demanda de anulación de laudo arbitral, toda vez que el laudo arbitral es producto de la jurisdicción

Casación

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arbitral que tiene rango constitucional, conforme al artículo ciento treintinueve segundo párrafo de la Carta Fundamental; de allí que, de un lado, el laudo arbitral es definitivo y tiene el carácter de cosa juzgada, de conformidad con el artículo cincuentinueve de la Ley veintiséis mil quinien-tos setentidós; y, de otro lado, el recurso de anu-lación sólo faculta al Órgano Jurisdiccional a la revisión de su validez conforme a las causales previstas en el artículo setentitrés de la misma ley, sin entrar al fondo de la controversia.

Finalmente, debe tenerse presente que las nor-mas del Código Procesal Civil, de conformidad con su Primera Disposición Final, son aplicables supletoriamente a los demás ordenamientos pro-cesales, siempre que sean compatibles con su na-turaleza; y en el presente caso, dado la naturaleza del recurso de anulación de laudo arbitral, la Ley Especial sólo prescribe como único medio im-pugnatorio el recurso de casación y únicamente cuando el laudo es anulado total o parcialmen-te por el Órgano Jurisdiccional, resultando por tanto, inimpugnable toda otra resolución; conse-cuentemente, el concesorio del recurso de ape-laciónApelación N° 2242-2007 LimaFecha: 16 de julio de 2007

CATASTRO

Diferencia con el Registro

(…) Registro y catastro son distintos. El primero está ligado al mundo de los derechos y sus titu-lares, a la historia jurídica de cada finca a fin de hacerla pública y cognoscible. Busca la represen-tación jurídica de los bienes y los derechos rea-les, siendo su objeto la toma de razón de los actos y contratos relativos al dominio y a los demás derechos reales que sobre tales bienes pueden re-caer. En cambio, el catastro es la representación gráfica de los inmuebles, constituyendo su bási-co objeto la individualización y constancia de la existencia. Sin embargo, recayendo ambos siste-mas sobre un mismo objeto (bien inmueble), la necesidad de coordinarlos resulta imperativa. El

desarrollo del registro en nuestro sistema ha sido mucho mayor que del catastro. La incorporación de bienes inmuebles al registro se ha llevado a cabo en la mayor parte de este tiempo y en la mayoría de casos sobre la base de instrumentos públicos que contienen actos traslaticios de do-minio, pero sin determinar si estos bienes tienen correlato descriptivo en la realidad, o en el peor de los casos, si existen. Se generan entonces pro-blemas de inexactitudes registrales, disconformi-dad entre el registro y la realidad, duplicidades y otras situaciones anómalas que atentan contra la seguridad jurídica que debe brindar el registro. El catastro, como censo físico de inmuebles, cumple una adecuada función permitiendo la correlación de los derechos consignados en títulos con la rea-lidad física. No olvidemos que el registro no hace más que exteriorizar sostenida e ininterrumpida-mente frente a terceros situaciones jurídicas, las mismas que deben tener su correlato en la reali-dad. La función que cumple entonces el catastro es de ayuda al registro permitiendo relacionar la realidad jurídica de los bienes (derechos) con la realidad física de los mismos. Sin embargo, la implementación del catastro como herramienta coadyuvante en la labor registral no es automá-tica, sino que requiere de un largo proceso de incorporación de áreas y su cotejo con la realidad registral

En nuestro sistema registral la implementación de las oficinas de catastro se viene llevando a cabo paulatinamente. Algunas con un mayor desarrollo y capacidad que otras. Para determinados actos actualmente también se exige el pronunciamiento de este ente técnico como paso previo para su ac-ceso al registro. Pero es común que estas oficinas, especialmente en los casos de inmatriculación de inmuebles, expidan informes señalando que no pueden determinar si un predio se encuentra ins-crito o no en el registro. La pregunta que inme-diatamente nace entonces es ¿qué se debe hacer en ese caso: inscribir o no inscribir el bien? 3.- La pregunta puede merecer diversas respuestas; no obstante, esta Sala entiende que en este supuesto debe inscribirse el bien en atención a las siguientes

Catastro

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consideraciones: i) El registro, como sistema pu-blicitario, lo es de derechos y situaciones jurídicas, los mismos que para el caso de la inmatriculación son acreditados, entre otras formas, a través de títulos de dominio con una antigüedad de cinco años, conforme con lo previsto por el artículo 2018 del Código Civil. En el presente caso, el in-teresado ha acreditado su derecho presentando una escritura de división y partición así como su acla-ratoria que supera ampliamente el plazo dominical establecido en la ley. Si bien el catastro constituye una herramienta de trascendente valor en el ámbi-to registral a fin de otorgarle contexto físico a los derechos publicitados, la imposibilidad de deter-minar si un bien inmueble se encuentra inscrito no puede constituirse en impedimento para el ingreso del derecho cuando éste aparece de los títulos pre-sentados. El derecho ha sido acreditado y la impo-sibilidad de su correlación con el ámbito físico no puede impedir su inscripción. ii) El levantamiento del catastro es un proceso de largo aliento que en la mayoría de las oficinas registrales no ha sido culminado. Existen grandes avances comparando el momento actual con el pasado; sin embargo, también hay áreas de la cual el catastro no puede dar ninguna información simplemente porque no la tiene. La Directiva Nº 008-2004-SUNARP-SN reconoce la limitada capacidad operativa de áreas de catastro de cada una de las Zonas Registrales.

Acreditado que sea el derecho dominical en estos casos, el registro debe proceder a inscribir pues el objeto principal de la publicidad registral (el de-recho) ha sido mostrado por el interesado con la titulación correspondiente. iii) Los costos de la in-capacidad del registro para determinar si un predio se encuentra inscrito no pueden ser trasladados a los administrados cuando éstos han cumplido con adjuntar la titulación requerida que acredita su de-recho, objeto de publicidad, así como los planos e información gráfica para que el catastro emita su informe. Si esta área no puede por diversas limitaciones expedir el informe técnico que pre-cise si el bien sobre el cual recae el derecho se encuentra inscrito o no entonces debe procederse a su inscripción. Es más, siempre ésta ha sido la

práctica registral hasta antes de la implementación del catastro: el registro asume los costos de las duplicidades e inexactitudes que se deriven por la incorporación de inmuebles. La posición asu-mida, además de otorgarle preferencia a los de-rechos acreditados con títulos, da lugar a que la administración, en cada caso, despliegue su mayor esfuerzo por determinar si un bien se encuentra inscrito o no en el registro, emitiendo un veredicto cierto; de lo contrario, se corre el riesgo de que el catastro emita recurridamente dictámenes sin ningún tipo de compromiso toda vez que ante la imposibilidad de determinar si un bien está ins-crito o no, las instancias registrales siempre van a rechazar la inscripción, lo que resulta absurdo. iv) Los informes técnicos del área de catastro resultan vinculantes para las instancias registrales siempre que contengan pronunciamiento cierto acerca de la inscripción o no de un bien en el registro. Confor-me con el artículo 9 del Reglamento del Registro de Predios dicha área verificará los datos técnicos del plano presentado, emitiendo un informe que incluya el análisis de los antecedentes registrales referidos estrictamente a aspectos técnicos, como la existencia o no de superposición con propie-dades inscritas de terceros o cualquier otra infor-mación relevante para la inscripción registral. En este orden resultan de obligatoria vinculación en la calificación registral determinando el sentido de la misma. Pero cuando el catastro simplemente se limita a señalar que no puede determinar la condi-ción inscrita o no de un bien, no puede de ninguna manera ser vinculante pues simplemente no hay información cierta. Nos preguntamos en este caso ¿a qué tipo de información puede resultar vincu-lada la actuación del registrador si no hay ningún pronunciamiento de catastro?Tribunal RegistralRes. N° 067-2005-SUNARP-TR-T

Carácter vinculante

(…) Como puede apreciarse de la observa-ción emitida por la primera instancia registral, los subguiones 1, 2 y 3, se encuentran básica-mente sustentados en el Informe Técnico No. 0202-2004/Z.R.No. XIII-AC, emitido por el Jefe

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del Área de Catastro de la Zona Registral No. XIII-Sede Tacna; por lo que cabe determinar la base legal que hace que este Informe sea per se obligatorio para el área registral.

En efecto, el artículo 9º in fine del Reglamento de Inscripciones del Registro de Predios aprobado por Resolución del Superintendente Nacional de los Registros Públicos No. 540-2003-SUNARP-SN, establece que: “(…) El Área de Catastro ve-rificará los datos técnicos del plano presentado, de conformidad con la normativa vigente sobre la materia, emitiendo un informe que incluya el aná-lisis de los antecedentes registrales referidos es-trictamente a aspectos técnicos, como la existencia o no de superposición con propiedades inscritas de terceros o cualquier otra información relevante para la inscripción registral. El informe del área de Catastro es vinculante para el Registrador”.

Conforme lo establece el artículo 1º de la Ley 26366, el Sistema Nacional de los Registros Públicos tiene por finalidad “… mantener y pre-servar la unidad y coherencia del ejercicio de la función registral en todo el país, orientado a la especialización, simplificación, integración y modernización de la función, procedimientos y gestión de todos los registros que lo integran”.

Siendo el sustrato de la función registral la segu-ridad jurídica, el logro de este objetivo no podía ser el fruto del trabajo aislado de la calificación de los títulos en base a la letra contenido en ellos, sobre todo en el Registro de Predios en donde la interrelación de las diversas ramas de la ciencia vienen influenciando cada vez más en las deci-siones registrales emitidas por los Registradores Públicos, constituyéndose en elementos esencia-les para que estos funcionarios puedan en su mo-mento tomar decisiones de naturaleza registral.Tribunal RegistralRes. N° 130-2004-SUNARP-TR-A

Funciones

(…) Atendiendo a lo expresado, deberá, en pri-mer lugar, identificarse al predio inscrito, es de-

cir, conocerse sus linderos espaciales. Esto es de vital importancia porque en base a dicho dato el Área de Catastro podrá establecer si el predio propuesto por el apelante encaja dentro de los lindes del predio inscrito. La función del área de catastro en esta ocasión consistirá en asegurar-se de que, efectivamente, existe la discrepancia del área dentro de los linderos inscritos, es decir, descartando la afectación de derechos inscritos a favor de terceros vía la superposición de áreas. En otras palabras, el catastro controlará que el predio reflejado en los planos sea el mismo que el inscrito.Tribunal RegistralRes. N°182-2005-SUNARP-TR-T

CAUSA(DEL CONTRATO) Vulneración

(…) Que, si bien la cláusula sétima establece la prohibición por parte del arrendatario de sub arrendar o traspasar el bien su materia, ésta dis-posición conlleva una penalidad que genera la Resolución de Contrato, más no determina la satisfacción de la devolución de las prestaciones, pues en ella no se ha establecido la situación jurí-dica de ambas partes en caso de que una de ellas cumpliera la prestación en su integridad y la otra no, al momento de la resolución.

Que, en consecuencia corresponde analizar el contrato sub litis con arreglo a lo dispuesto por la norma genérica contenida en el artículo mil trescientos sesentidós del Código Civil, a fin de determinar la verdadera intensión de las partes (causa del contrato) al momento de la celebra-ción del mismo; y siendo que la interpretación de las disposiciones de carácter privado implica una revaloración de la prueba lo que no puede efectuarse en sede de casación, por lo que deben de reenviarse los autos a fin de que la instan-cia de mérito emitan pronunciamiento sobre tal situación, por versar la discusión sometida a su conocimiento sobre cuestiones de hecho y no de derecho; que en consecuencia de conformidad

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con lo dispuesto en el numeral dos punto uno del artículo trescientos noventiséis del Código Procesal Civil; declararonCas. N° 1516-03 HuauraFecha: 5 de abril de 2004

Hipoteca

(…) Que, la recurrente denuncia: a) La interpre-tación errónea de la norma de derecho material contenida en el artículo doscientos diecinueve, incisos cuarto y octavo del Código Civil, porque en el presente caso la causa no era licita, pues, la recurrente sólo tuvo relación obligacional con la empresa CARSA, mas no con el Banco Wiese, quien no ha cumplido con ti realizar la exhibi-ción del documento o documentos que acrediten el origen de la obligación con aquella; que, la aparente finalidad (causa) del contrato de ga-rantía hipotecaria que se indica para garantizar el cumplimiento de una deuda dineraria, nunca fue tal y por ello deviene ilícito, ya que con esa finalidad se logró incorporar al contrato a la sus-crita, por eso, nunca se le puso en conocimiento el contenido de aquel; b) La contravención de los incisos tercero y quinto del articulo ciento treintinueve de la Constitución Política, porque: b.1) Se ha incurrido en infracción de los numera-les ciento ochentiocho, ciento noventisiete, dos-cientos ocho y doscientos treintitrés del Código Procesal Civil por haberse hecho una arbitraria evaluación de la prueba, pues, en el cuarto con-siderando de la sentencia de vista se indica que no se ha demostrado que la hipoteca se haya uti-lizado para fines distintos, lo que colisiona con la prueba de autos que más bien le da sustento al petitorio de fin ilícito y contrario al orden público y las buenas costumbres, incisos cuarto y octavo del numeral doscientos diecinueve del Código Civil; no habiéndose tenido en cuenta el medio probatorio consistente en la exhibición que debía hacer el Banco de los documentos que acrediten el origen de la obligación contractual, tampoco que el representante legal del Banco declare que ante un crédito se firma como respaldo un paga-ré, que no ha sido presentado, ni el documento del Banco del Trabajo con el que acredita que su

cónyuge realizó un préstamo para pagar la cuota inicial, lo que rebate que la entidad demandada le haya dado un crédito para la adquisición del vehículo menor, habiéndose transgredido los principios de unidad probatoria y no contradic-ción; b.2) El fallo ha contravenido el principio de la motivación escrita con mención expresa de la ley aplicable, pues, en el rubro de daños y per-juicios carece de fundamento de derecho, con-traviniendo el numeral doce de la Ley Orgánica del Poder Judicial; b.4) La Sala ha infringido el numeral ciento veintidós, incisos tercero y cuarto del Código Procesal Civil, al no haber realizado un pronunciamiento claro y preciso de todos los puntos controvertidos, al no pronunciarse sobre su denuncia de afectación del derecho a un debi-do proceso y más bien procede a realizar un pro-nunciamiento sobre el fondo de la controversia; y, b.5) Se ha violentado el numeral cincuenta, in-ciso sexto, del Código Procesal Civil por haberse resuelto la pretensión en una causal distinta a la demandada, como es la falta de manifestación de voluntad; vulnerándose el principio de con-gruencia que debió existir entre las pretensiones y la sentencia, pues, en la fundamentación jurí-dica aparece que su pretensión se sustenta en los incisos cuarto y octavo del numeral doscientos diecinueve del Código Civil, fin ilícito y contra-rio a las leyes que interesan al orden público y a las buenas costumbres, atentándose contra lo establecido en el numeral Sétimo del Título Pre-liminar del Código Procesal Civil.Cas. N° 3004-2005 Piura Fecha: 16 de diciembre de 2005

Que, con relación a la primera causal acusa que la Sala Superior interpretó erróneamente el artí-culo dos mil catorce del Código Civil al consi-derar que el adquiriente debe tener título válido y ser tercero respecto de las relaciones jurídicas anteriores y que el banco no tiene título valido ni es un tercero, por cuanto no es parte de la re-lación sustantiva, con lo cual la Sala Superior ha restringido los alcances de la norma únicamente a quienes han adquirido a título oneroso de quien aparecía como propietario en el registro, por tan-

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to, siendo el recurrente un acreedor hipotecario no es considerado por el Ad quem como terce-ro registral, sin haberse reparado que la norma comprende también al tercero que de buena fe celebre cualquier acto jurídico como es el caso de una hipoteca con quien aparezca registralmente como titular de derecho; asimismo el Colegiado Superior interpretó en forma equivocada la nor-ma al señalar que la recurrente no actuó de buena fe porque el contrato de préstamo hipotecario se realizó infringiendo normas sobre evaluación de las operaciones que integran la cartera crediticia como prevé el artículo ciento veintidós de la Ley veintiséis mil setecientos dos y que el banco no agotó los mecanismos regulares y racionales en la operación que estaba realizando; sin embargo, la buena fe se presume mientras no se pruebe que el tercero conocía de la inexactitud del registro y en este caso el Colegiado Superior alegó la falta de buena fe por hechos ajenos al contenido del registro y en este caso, al momento de celebrar el contrato de préstamo hipotecario el once de abril de mil novecientos noventiséis no existía anota-ción alguna en el registro que hiciera presumir que el inmueble se encontrara en litigio tampoco existía gravamen inscrito en favor de terceros; Por otra parte, señala que se aplicó indebidamen-te el artículo doscientos diecinueve inciso cuar-to del Código Civil al señalar la Corte Superior que la minuta de compra venta de fecha doce de enero de mil novecientos noventicuatro, es nula por su finalidad ilícita ya que dicho artículo debe aplicarse en concordancia con el numeral Quin-to del Título Preliminar del Código Civil, pues, como quiera que la finalidad del contrato de compra venta (transferencia de propiedad) no es contrario a las leyes que interesan al orden públi-co y buenas costumbres, no puede declararse su nulidad por un supuesto fin ilícito como alude la Sala. Este último extremo no prospera ya que el Ad quem ha declarado la nulidad del acto susten-tada en el fin ilícito del mismo como se reclamó en la demanda, habiendo para dicho efecto con-cordado el artículo doscientos diecinueve inciso cuarto del Código Civil, con el numeral Quinto del Título Preliminar acotado por lo que la de-

nuncia no tiene asidero, más aún si este Supremo Colegiado se encuentra imposibilitado de deter-minar la finalidad lícita del acto como pretende el recurrente porque ello involucraría el reexamen de la prueba que es ajeno a los fines casatorios; en cambio la denuncia de interpretación errónea del artículo dos mil catorce sí satisface la exigen-cia de fondo del numeral dos punto uno del inci-so segundo del artículo trescientos ochentiocho del Código Procesal Civil.Cas. N° 2006-03 JunínFecha: 19 de setiembre de 2003

Compraventa o alquiler venta

En lo que respecta a la denuncia por error in iu-dicando el recurrente alega la interpretación erró-nea del artículo 140 Código Civil, bajo el funda-mento que la Sala Superior ha incurrido en esta causal al señalar que el contrato corriente a fojas cinco versa sobre una compra venta y no de al-quiler-venta sin apreciar que no reúne lo requisi-tos. la norma sustantiva. Manifiesta que no existe un acuerdo entre las partes por el precio, que éste fue fijado por los vendedores arbitrariamente, no existe fecha de la entrega del bien y además el vehículo no cumplió su finalidad de funcionar como transporte público por estar totalmente ma-logrado y que el fin del contrato ha sido ilícito por haber sido suscrito mediante error, engaño, y dolo, incumpliéndose así los requisitos de los incisos 2°, 3° y 4° del artículo 140 del Código Civil; que, el recurso de casación es un medio impugnatorio eminentemente formal, por el cual el recurrente está en la obligación de expresar de modo claro y concreto los requisitos de fondo y forma que se exige; es así que analizando los fundamentos de la presente denuncia se advierte que ésta es confusa y o cumple con el requisito de fondo previsto en el numeral 2.1 inciso 2° del artículo 388 del Código Procesal Civil, pues no señala cual ha sido la interpretación errónea que el Colegiado Superior ha dado al dispositivo le-gal ni tampoco explica cuál es su interpretación correcta; por el contrario es claro lo que pretende es una revaloración del contrato de alquiler venta corriente a fojas cinco, lo cual es ajeno a los fines

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del recurso casatorio previsto en el artículo 384 del Código Procesal Civil, motivos por los cuales la denuncia no resulta amparable. Cas. N° 1449-2003 Callao Fecha: 2 de diciembre de 2003

CERTIFICADO DEACCIONES Compra de acciones

Que, en el caso de autos, la parte actora y recu-rrente en casación, interpone demanda de decla-ración judicial (de derecho de opción de compra de acciones) pretendiendo: a) se declare la opción de compra de acciones, previsto en el Contrato de Pago y Otorgamiento de Opción de Compra, la cual estaba circunscrito, exclusivamente, de (CPEC), quien podía ejercerla sin la intervención de TEXXON; b) se declare que CPEC ejerció válida y temporalmente el derecho de opción de compra de acciones; b.i) pretensión sobre los cer-tificados de acciones; c) se declare, de acuerdo con la cláusula segunda del contrato de pagos y otorgamiento de opción de compra, que CPEC tenía un plazo de noventa días posteriores al ejer-cicio de la opción para poder cumplir con el pago del saldo del precio correspondiente; c.i) que se considera que no se estipulo en el contrato antes aludido, un plazo para que CPEC pague el saldo del precio de los certificados de acciones y que el mismo podía exigirse inmediatamente después del ejercicio de opción; señala, sintéticamente, que el seis de agosto del dos mil dos, CPEC y TEXXON celebraron un contrato de pagos otorgamiento de opción de compra (Contrato de opción), el cual fue elevado a escritura pública el ocho de setiem-bre del dos mil dos; a través del contrato, y a cam-bio de una prima de ciento cincuenta mil dólares americanos a cargo de CPEC (pago de inicial), TEXXON le otorgó a ésta (CPEC) un derecho de opción de compra, por seis meses, a efectos de que dentro de dicho plazo, decida si compra o no cuatro certificados de acciones, representativos del veinte por ciento del capital social de la em-presa Olympic Perú Inc, por un valor de tres mi-llones setecientos treintiséis mil ciento veintidós

dólares americanos con noventinueve centavos de dólar; en virtud de la opción de compra otorgada, TEXXON cedía a CPEC sus derechos políticos respecto de las acciones contenidas en los cuatro certificados antes referidos y se obligaba, en los términos señalados en el contrato, a no disponer de los certificados de acciones durante el plazo de vigencia del contrato de opción y en el caso de CPEC ejerciera la opción; mediante Addedum del veinticinco de febrero del dos mil tres, y antes del vencimiento del plazo concedido para poder optar, las partes acordaron renovar el contrato de opción de compra de certificados de acciones por treinticuatro días, contados a partir del primero de marzo del dos mil tres, venciendo el tres de abril de ese mismo año; dentro de este plazo, el primero de abril del dos mil tres, mediante carta notarial, la recurrente ejerció su derecho de op-ción de compra sobre los cuatro certificados de acciones que eran objeto del contrato de opción por carta del dieciséis de abril del dos mil tres, TEXXON le comunica a la recurrente, que acce-día a su propuesta de compra de los certificados de acciones, declarando que CPEC tiene hasta el veintitrés de abril del dos mil tres, a las dieciocho horas, para pagar el saldo del precio correspon-diente a los mismos; caso contrario, darían por hecho el desistimiento de su oferta de compra y caduco cualquier derecho sobre los certificados de acciones de su propiedad; por carta notarial, sin fecha, recibida por la recurrente el veinticinco de abril del dos mil tres, TEXXON le informa a la recurrente que el pago de las acciones venció el veintitrés de abril del dos mil tres y en con-secuencia su derecho de compra, así como cual-quier otro, sobre las mismas, ha caducado

(…) Que, en base a ello, a pesar de que la natu-raleza del contrato celebrado por las partes co-loca a una de estas en la posibilidad de ejercer la opción de comprar y perfeccionar el contrato, en este caso, las partes, voluntaria y libremente, han establecido una condición adicional, que es el que, al momento del ejercicio de la opción de compra, se pague el valor al contado de las cua-tro certificados de acciones.

Certificado de Acciones

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Que, en este caso, las partes, celebraron un primer acuerdo, por el que la actora pagó una deuda, con cuatro certificados de acciones y en donde la partes fijaron que, luego de un tiempo, el acreedor de esa obligación (que es la empresa demandada) podría venderle (o regresarle) sus acciones, con las que pagó la deuda; consecuen-temente, la lógica de la actividad comercial, de dos agentes económicos, lleva a pensar a este Su-premo Tribunal que la demandada, para devolver las acciones que le habían sido dados en pago, obviamente, quería a cambio de ellas, su pago; con lo que la condición establecida por las partes responde a la naturaleza de la operación jurídica celebrada por estas.

Que, a mayor abundamiento, las normas que in-voca la recurrente no son disposiciones de orden público, por lo que, las partes pueden ajustarlas a sus necesidades e intereses, como ha sucedi-do en este caso; siendo esto así, el argumento de la recurrente no es atendible, puesto que las instancias no han interpretado erróneamente las normas invocadas, sino que las han analizado dentro del contexto que le han dado las partes a sus acuerdos contractuales, esto es, aún cuando se haya ejercitado la opción, dentro del plazo, no se cumplió con una condición establecida por las partes, que es el pago al contado del valor de las acciones, por lo que el recurso deviene en infun-dado; por estas razones, de conformidad con el artículo trescientos noventisiete del Código Pro-cesal Civil; declararon:Cas. N° 2676-2005 Lima Fecha: 2 de junio de 2006

Aportaciones

El recurrente invoca el inciso 1 del artículos 386 del Código Procesal Civil y denuncia la aplica-ción indebida de los artículos 21 y 24 del De-creto Legislativo Nº 802, aduciendo en cuanto al primer dispositivo legal, que no se refiere a su reclamación societaria de reserva cooperativa, sino que su objetivo es que si al jubilado no se le hubiera reintegrado la totalidad de sus aporta-ciones, este conserva su calidad de socio; y en

cuanto a la segunda norma sostiene que no es cierto el plazo de reclamación que se alude y no se hace mención sobre el certificado de accio-nes; concluye que la norma aplicable al caso es la Quinta Disposición Final del Decreto Legislativo Nº 802, concordante con las disposiciones que cita, las que sostiene disponen que, en caso de cambio de modelo empresarial, la reserva coo-perativa será repartida en proporción al tiempo de servicios de los trabajadores.

La recurrida ha establecido como juicio de he-cho: que el actor cesó por jubilación el veintiséis de noviembre de mil novecientos noventa y dos, cuando todavía era Cooperativa y que ésta le pagó sus beneficios sociales, los excedentes capi-talizados, los excedentes de reevaluación y otros conceptos; así mismo establece que ha recibido un certificado de acciones, por lo que es accio-nista; y que la transformación de Cooperativa en Empresa Agroindustrial Casa Grande Sociedad Anónima, se produjo por aplicación del Decreto Legislativo N° 802 en marzo de mil novecientos noventa y seis, cuando el actor había dejado de tener la calidad de socio.

La causal de aplicación indebida de una norma, importa afirmar su impertinencia a la relación de hecho establecida en la instancia, lo que no demuestra el recurrente y por el contrario argu-menta con relación a la prueba, pretendiendo se modifique el juicio de hecho referido, por lo que no se satisface el requisito de procedencia del nu-meral 2.1 del artículo 388º del Código Procesal Civil.Cas. N° 1570-2007 La Libertad Fecha: 3 de setiembre de 2007

Entrega

La impugnante fundamenta su denuncia en la causal 1° del artículo 386 del Código Procesal Civil, relativa a la aplicación indebida de una norma de derecho material del artículo 156 del Código Civil, referida al Poder especial para ac-tos de disposición; señala la recurrente: i) que, el razonamiento que hace la Sala es errado en

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tanto parte del supuesto de que la entrega de los cerificados de las acciones de Editora Con-tinental Sociedad Anónima constituiría un acto de disposición, cuando en realidad la entrega de un certificado de acciones supone un acto societario usual y natural que no implica tran-sacción o transferencia alguna de las acciones representadas en estos certificados por lo que no se configura el supuesto de hecho regulado en el artículo 156 del Código Civil y que la norma aplicable es la Ley número 26002 Ley del No-tariado; ii) que, dicha norma no es aplicable al caso ya que en él no se ha configurado ningún acto de disposición, toda vez que el acto que involucró a telefónica y al Señor Córdova, fue un acto por el cual el segundo sólo recogió a nombre de la demandante los documentos don-de constaba la propiedad que ésta tenía sobre las acciones materia del presente proceso; iii) que, el acto por el cual se dispuso de las acciones de la demandante fue la venta de ellas mediante rueda de bolsa del tres de abril de mil nove-cientos noventa y cinco, mecanismo mercantil que se realiza con la intervención de un agente de bolsa, que en este caso fue Wiese sociedad Agente de Bolsa, entidad a quien correspondía observare implementar los elementos para que las transacciones que se lleven acabo sobre toda acción sean válidas.Cas. N° 3433-2007 Lima Fecha: 2 de agosto de 2007

Que, efectivamente, el acta de audiencia úni-ca de fojas ciento setenticuatro, se aprecia que se han fijado como puntos controvertidos: a) Determinar si corresponde la entrega de cer-tificado de acciones laborales correspondiente a los ejercicios de los años mil novecientos noventiuno y siguientes; b) Si corresponde el canje de las acciones laborales respecto de los certificados de los años mil novecientos ochen-tiocho, mil novecientos ochentinueve, mil no-vecientos noventa, mil novecientos noventiu-no y mil novecientos noventitrés por nuevos certificados más las crías correspondientes; y c) Si el Convenio de Transacción Extrajudi-

cial corresponde ser opuesto a las pretensio-nes contenidas en la demanda; sin embargo, la sentencia no cumple con desarrollar el análisis, valoración de pruebas y conclusiones relativas a dichos puntos controvertidos, para lo cual re-sultaba además necesario analizar los alcances del Decreto Legislativo seiscientos setentisiete y la Ley veintisiete mil veintiocho, teniendo presente las facultades confiadas al Juez por el articulo veintiocho de la Ley Procesal del Tra-bajo. Sexto.- Que, siendo la motivación escrita de la resoluciones un principio consagrado en el artículo ciento treintinueve, inciso quinto de la Constitución Política; el mismo que busca que el magistrado al expedir sus resoluciones, realice un análisis exhaustivo sobre el caso concreto a resolver, razonando de acuerdo con el derecho, ya que la motivación constituye un elemento eminentemente intelectual que expresa el análisis crítico y valorativo llevado a cabo por el juzgador, expresado conforme a las reglas de logicidad, y comprende tanto el razonamiento de hecho como el de derecho en los cuales el juzgador apoya su decisión; que, dicho principio materializa la tutela jurisdic-cional efectiva y el cumplimiento del debido proceso.Cas. N° 967-2002 Lima Fecha: 27 de octubre de 2003

División y partición

Que, en el caso de autos se ha demandado la di-visión y partición de los Certificados de Acciones que se detallan en el petitorio de la demanda, ha-biendo incoado la demanda don Giovanni Mario Paredes Ruiz contra seis de los hijos reconocidos por el causante Mario Dionisio Paredes Cueva en su testamento del veinticuatro de de junio de mil novecientos noventisiete, cuyo testimonio obra en autos de fojas cinco a nueve (los hijos reco-nocidos de dicho documento por el mencionado causante fueron diez en total, si se incluye al aho-ra demandante y a su difunta hermana Melissa Denisse Paredes Ruiz).Cas. N° 1726-2004 Lima Fecha: 16 de diciembre de 2005

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CERTIFICADO DEDEPÓSITO

Consignación

El recurrente invoca la aplicación indebida de normas de derecho material, sosteniendo que en el caso de autos se han aplicado en forma inde-bida los artículos 1321 y el artículo 214 inciso c) del Código Civil ya que el Banco no ha procedi-do con dolo ni con culpa inexcusable; además el artículo 214 fue modificado por la Ley N° 27287 que entró en vigencia recién el diecisiete de oc-tubre del dos mil y los hechos ocurrieron el cin-co de noviembre de mil novecientos noventisiete; fundamentado así el recurso reúne los requisitos para su procedencia, que establece el artículo 388 de! Código Procesal Civil.

Invoca también !a inaplicación de una norma de derecho material sosteniendo que se ha inapli-cado el artículo 1268 del Código Civil relativo al pago indebido recibido de buena fe, afirma que el Banco ha efectuado el pago en forma transparente y sin colusión alguna limitándose a efectuar una operación de conversión del cheque girado por la demandante brindando el servicio de efectuar una consignación de dinero vía certi-ficado de deposito judicial; fundamentado así el recurso reúne los requisitos para su procedencia, que establece el artículo 388 del Código Procesal Civil.Cas. N° 1857-2005 Piura Fecha: 21 de setiembre de 2005

Endoso

Que, la resolución número diecisiete, de fecha veintisiete de octubre del dos mil tres es un auto, que declara sin lugar a la nulidad deducida y la Resolución número veinticuatro de fecha siete de enero del dos mil cuatro declara infundada la nulidad deducida y endosa el Certificado de De-posito Judicial a favor del demandante; la que es declarada improcedente mediante resolución de fecha veintiuno de setiembre del dos mil cuatro; en consecuencia el recurso de casación contra los

autos no procede; Cuarto: Que, además el proce-so de ejecución de resoluciones judiciales, se en-cuentra regulado por la Ley Procesal de Trabajo, el cual no admite la interposición de recurso de casación por cuanto el derecho de las partes ya ha sido declarado en la resolución debidamen-te consentida, por lo tanto la resolución mate-ria de queja ha sido emitida de acuerdo a Ley al momento de calificar el recurso de casación; por estos fundamentos y de conformidad con lo dispuesto en el artículo cuatrocientos cuatro del Código Procesal Civil; declararonQueja N° 027-2005 Lima Fecha: 26 de enero de 2005

CESIÓN DE CRÉDITOS Concepto

Como señalan Osterling Parodi y Castillo Freyre [OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. Tratado de las Obligaciones. Biblioteca Para Leer el Código Civil. Vol. XVI . 1ra. Parte. T. III. PUCP. Fondo Editorial, 1994. Pág. 487], “a través de la cesión de derechos sólo se transmite al cesionario la facultad o derecho de hacer efectiva la acreencia que tiene el acree-dor cedente respecto de su deudor; es decir, que sólo se transmite la parte activa de la relación obligacional.” Agregan los citados autores [Op. cit. Pág. 493] que “el solo cambio del sujeto de la obligación no significa que se esté ante una obligación nueva; ya que en esta figura jurídica se considera que la persona del acreedor o deu-dor es en principio, un elemento secundario de la obligación, y por consiguiente, a pesar del reem-plazo de sujetos, la relación crédito-deuda con-tinúa igual.” Dicha aseveración es corroborada por De Ruggiero, quien señala que el efecto de la cesión es el de hacer entrar al cesionario en el lugar del cedente, sin cambio alguno en la primi-tiva obligación. Asimismo, por Louis Josserand, quien señala que cuando se cede un crédito, el adquirente, al que se llama cesionario, se coloca en el lugar del antiguo acreedor, el cedente; y así, habiendo cambiado el titular del derecho, no cambia el derecho mismo, que continúa idéntico

Certificado de Depósito

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[Autores citados por OSTERLING PARODI y CASTILLO FREYRE, Op. Cit. Pág. 462].Tribunal RegistralResolución Nº 072- 2005 – SUNARP-TR-L

Protesto

Que, así propuesto el recurso, se advierte que el mismo no resulta amparable, toda vez que: la interpretación errónea del artículo cuarenticuatro de la Ley dieciséis mil quinientos ochentisiete que se postula en el acápite a) cuestiona la aplica-ción literal de la norma citada, que expresamente señala que el endoso posterior al protesto no pro-duce otros efectos que los de la cesión de crédi-tos, para luego remitirse a la prueba actuada, afir-mando que la sentencia reconoce que no existe comunicación de la cesión de créditos al deudor cedido, lo que no resulta cierto, pues la sentencia de primera instancia, cuyos fundamentos repro-duce la de vista, establece que esta comunicación se materializó mediante carta notarial de fojas ciento noventiséis, agregando la sentencia im-pugnada que, en todo caso, ésta se configuró con motivo de la notificación la demanda ejecutiva; de otro lado, la interpretación errónea del artículo mil doscientos quince del Código Civil, que se postula en el acápite b), al igual que en la denun-cia anterior, se sustenta también en la presunta falta de comunicación de la cesión de créditos al deudor cedido con anterioridad a la interpo-sición de la demanda, lo que, como ha quedado expresado si existió, por lo que este extremo del recurso resulta igualmente inamparable.Cas. N° 966-04 Lima Fecha: 28 de mayo de 2004

Como fundamento de su primera denuncia, sos-tiene que se ha interpretado erróneamente el artí-culo 44 de la Ley 16587 (ley derogada de Títulos Valores) y artículo 1215 del Código Civil, pues ambas normas deben ser interpretadas de manera conjunta y concordada, ya que cuando la norma señala que el endoso practicado con posteriori-dad al protesto producirá los efectos de la cesión de crédito, se deberá entender que dichos efectos son los de la cesión de derechos. Asimismo indi-

ca que la interpretación hecha por la Sala, en el sentido que el endosante no está en la obligación de notificar al deudor cedido respecto de la ce-sión efectuada, no tiene asidero en ninguna nor-ma legal. Sostiene además, que la interpretación correcta del artículo 1215 del Código Sustantivo, es que los efectos legales de la cesión de créditos se harán efectivos a partir del momento en que el deudor preste su consentimiento a la cesión efectuada o sea comunicado fehacientemente de dicho acto, y en el presente caso ninguna de di-chas opciones han sido acreditadas por la parte demandante; por lo que, la obligación puesta a cobro en el título valor resulta ser inexigible. Fi-nalmente señala que se ha interpretado en forma errónea la doctrina jurisprudencial contenida en la Casación número mil noventa y seis – dos mil cinco, por los fundamentos que expone. Cas. N° 4845-2007 Lima Fecha: 7 de noviembre de 2007

Subrogación

(…) Que, la referida sentencia fue materia de apelación por la parte actora, y la Sala de mérito, por sentencia de vista de fojas ochocientos treinta y cuatro confirmó la apelada que declaró infun-dada la demanda, considerando que los contratos cuya resolución se pretende constituyen actos jurídicos que tienen un objeto propio e indepen-diente del Acuerdo Global de Refinanciación, porque este acuerdo constituye un documento elaborado por el deudor y aprobado por la Junta de Acreedores con el fin de reprogramar el pago de sus obligaciones para evitar su insolvencia, teniendo por objeto el contrato preparatorio, la dación en pago y el arrendamiento financiero, y si bien en la cláusula tercera de la escritura pú-blica existió la obligación cesión de créditos y el compromiso de dación en pago, ello es resultado del Acuerdo Global de Refinanciación y, que al haberse producido la dación en pago ha existido una subrogación de pleno derecho conforme al artículo 1260 inciso 2° del Código Civil, lo que implica que resultaba innecesaria la suscripción de un contrato de cesión de créditos, resultando que, si bien el Banco y Good Foods Sociedad

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Anónima celebraron un contrato de cesión de de-rechos frente a Procacao Sociedad Anónima, la suma señalada es un monto inferior a los créditos reconocidos al Banco INTERBANK mediante Resolución 028-2002/CRP-ODI-UL, conside-rándose que no se ha acreditado que se hubiera transferido la totalidad de los créditos.

Que, según se advierte del contenido de la sen-tencia de vista, el Colegiado Superior ha diferen-ciado, por un lado, la existencia de un contrato preparatorio que tenía por objeto el contrato de-finitivo de dación en pago y de arrendamiento financiero; y por otro lado, el Acuerdo Global de Refinanciación, del cual se derivaba la cesión de créditos a favor de propietario por el valor de los bienes adjudicados en dación en pago a favor del Banco; distinguiendo de esta manera que el hecho de la disolución y liquidación de la empre-sa no puede justificar la resolución de los con-tratos señalados, porque la capitalización de los créditos constituía una obligación asumida en el Acuerdo Global de Refinanciación, no pudiendo el resultado de éste afectar el contrato preparato-rio y el definitivo de dación en pago y arrenda-miento financiero que ya se han ejecutado.Cas. N° 5149-2006 Lima Fecha: 8 de mayo de 2007

Letra de cambio

En tal sentido, se aprecia que el fundamento de la Sala revisora para declarar improcedente esta acción es porque, en base al articulo 18 de la Ley 16587, el endosatario no está facultado a ejercitar la acción causal respecto de un título valor sino la cambiaria; sin embargo, revisados los argumen-tos del recurso casatorio, se verifica que el re-currente no cuestiona el anotado fundamento en que se apoya la instancia de mérito, toda vez que las denuncias casatorias relativas a la interpreta-ción errónea e inaplicación de normas de derecho material se sustentan en que el cobro de la letra de cambio no protestada proviene de una cesión de créditos prevista en el artículo 1206º del Có-digo Civil, no pudiendo equiparar tal situación a una acción causal o cambiaria, no obstante, debe

precisarse que el argumento del recurrente es errado toda vez que la Ley Cartular otorga a los tenedores de los títulos valores el ejercicio, ade-más de la acción cambiaria, de la acción causal y del enriquecimiento sin causa.Cas. N° 1381-2003 LimaFecha: 7 de setiembre de 2005

Hipoteca

(…) Sin duda alguna, la cesión implica una mo-dificación de la relación obligatoria. Así, Diez - Picazo señala textualmente: “La relación obli-gatoria puede quedar modificada por cambiar el acreedor”. En el mismo sentido, Miriam Ander-son, expresa con relación a la cesión de créditos hipotecarios, que en la cesión “se produce un cambio en la titularidad activa del crédito hipo-tecario, es decir, una modificación subjetiva de la relación obligatoria por cambio de acreedor” Distinto es el caso de la novación, en la que pro-piamente la obligación primitiva no queda mo-dificada sino extinguida, pues es sustituida por otra obligación.

El artículo 120º del Reglamento de Inscripciones del Registro de Predios distingue entre la modi-ficación de la fecha de vencimiento de la obliga-ción – regulada en el segundo párrafo -, y las de-más modificaciones, contempladas en el primer párrafo. Al respecto, Diez Picazo12 clasifica los tipos de modificación en la relación obligatoria de la siguiente manera:

a) Modificación subjetivaImplica un cambio de sujeto en la relación obli-gatoria, que puede afectar tanto al acreedor como al deudor. La modificación puede consistir en la sustitución de un sujeto por otro, como en la ce-sión de crédito, o puede consistir en la adición o supresión de alguno de los sujetos anteriores.

b) Modificación objetiva Consiste en un cambio que afecta al objeto de la obligación, esto es, a la prestación, que puede consistir en la sustitución de la prestación o un au-mento o disminución de la misma, por ejemplo.

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c) Modificación circunstancialEsta modificación puede ser:– Temporal: se alteran los plazos o términos a

que la relación se encuentra sujeta.– Espacial: se altera el lugar de pago.– Del régimen de las condiciones.– Funcional o causal: se altera la función eco-

nómico -jurídica de la relación obligatoria.– Del contenido de la relación: afecta el conte-

nido de los derechos y deberes de las partes.

Como puede apreciarse, la modificación de la fecha de vencimiento de la obligación constituye una de las múltiples modificaciones que puede experimentar la obligación. Así, dado que en el segundo párrafo del artículo 120 está contem-plada la modificación de la fecha de vencimien-to de la obligación, en el primer párrafo están comprendidas todas las demás modificaciones. De otra parte, la norma objeto de examen no exige como presupuesto para su aplicación que se trate de modificaciones acordadas por acree-dor y deudor, y en consecuencia, no excluye a las modificaciones de la relación obligatoria que pueden realizarse válidamente sin la participa-ción del deudor, como es el caso de la cesión de créditos.

Conforme al artículo 1211 del Código Civil la cesión de derechos comprende la transmisión al cesionario de los privilegios, las garantías reales y personales, así como los accesorios del dere-cho transmitido, salvo pacto en contrario. Resulta por tanto que en virtud a la cesión de derechos el cesionario, además de pasar a ocupar el lugar del acreedor originario en la relación obligatoria, pasará a ocupar su lugar como titular del derecho real de garantía. Así, se transmiten conjuntamen-te el crédito y la hipoteca.

Habiéndose establecido que la cesión de crédi-tos hipotecarios constituye una modificación del acto constitutivo de la hipoteca, y por tanto se encuentra comprendida en el primer párrafo del artículo 120 del Reglamento de Inscripciones del Registro de Predios, debe definirse cómo queda

modificado el plazo de caducidad del asiento de la inscripción de hipoteca, que conforme a dicha norma “se cuenta con referencia al título modifi-catorio respectivo y no al título modificado”. Al respecto debe tenerse en cuenta que conforme al artículo 112 del citado reglamento y al artículo 3 de la Ley 26639, la caducidad de la inscripción de gravámenes se computa de distintas formas según las obligaciones garantizadas.Tribunal RegistralRes. Nº 072-2005-SUNARP-TR-L

Endoso

La impugnante denuncia que la Sala Civil Supe-rior ha dejado de aplicar el artículo 44 de la Ley 16587, norma que establece que el endoso poste-rior al vencimiento produce los mismos efectos que un endoso anterior, empero el endoso hecho después del protesto o del plazo correspondiente a esta diligencia, no produce otros efectos que los de cesión de créditos sin perjudicar el mérito ejecutivo, en su caso. Al respecto, debe señalarse que este extremo del recurso no resulta ampa-rable, ya que la norma invocada si bien no ha sido indicada expresamente, ha sido aplicada en las sentencias de mérito al dar valor ejecutivo a la cambial y al señalar que no se ha probado la inexigibilidad de la obligación ni la mala fe del ejecutante; más aun sí de la fundamentación de la causal invocada se colige que lo que pretende el recurrente es que esta Sala Suprema efectúe una nueva revisión de los medios probatorios actuados durante el transcurso del proceso, lo cual es ajeno a los fines del recurso de casación establecidos en el artículo 384 del Código Pro-cesal Civil.Cas. N° 203-2003 LimaFecha: 13 de agosto de 2003

Intereses

(…) Que del mismo modo, la sentencia de vista en su cuarto considerando, incurre en la misma deficiencia de no fundar su decisión de una nor-ma jurídica material, cuando precisa que “según es de verse del contrato de cesión de créditos

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de fojas doscientos ochenta del expediente del Décimo Sexto Juzgado Civil de Lima, la deman-dante Fortiplast Sociedad Anónima cedió sus de-rechos de crédito a Salcantani en un setenticinco por ciento del capital y en cien por ciento de los supuestos intereses, intereses éstos que no fue-ron materia de la reconvención, por lo que no fueron ordenados pagar en la sentencia de fojas doscientos tres, que es de fecha anterior al escrito de cesión de derechos y acciones del proceso ; que dicha ausencia de fundamentación jurídica resulta más relevante aún cuando para desestimar la demanda, en la sentencia de vista se concluye que “resulta evidente que la cesión de derechos dentro de ese proceso era solo con respecto al derecho de crédito más no de intereses algunos, derivados de ellos”.Cas. N° 1690-2003 LimaFecha: 13 de diciembre de 2003

Validez

Que, al formular contradicción, los coejecutados alegaron la inexigibilidad de la obligación, en razón -entre otros- a que el pagaré había perdido su mérito ejecutivo por no haber sido protesta-do a su vencimiento, tornando en inexigible la deuda contenida en él, a tenor de lo normado en el artículo mil doscientos treinta y tres del Có-digo Civil; además, refirieron que la cesión de créditos a favor de COFIDE carece de validez, pues jamás se les comunicó formalmente de la cesión operada, fundamento último que sirvió igualmente para que los coejecutados formula-ran excepción de falta de legitimidad para obrar de la demandante;Cas. N° 2388-2006 LimaFecha: 26 de junio de 2007

CESIÓN DE POSICIÓN CONTRACTUAL

Definición

Al respecto, denuncia la interpretación errónea del artículo 1435 del Código Civil, que regula la definición de la cesión de posición contrac-

tual; alegando que al no prestar su asentimiento la codemandada Inmobiliaria y Compañía Real Sociedad de Responsabilidad Limitada (cedido), la cesión no ha nacido por faltar un elemento esencial como es el consentimiento, el que sólo podría formarse con el acuerdo de voluntades de tres partes: cedente, cesionario y cedido; por lo que, no hay obligación de su parte de otorgar es-critura pública a la demandante.

Analizada la fundamentación, debe señalarse que ésta cumple con lo dispuesto por el artículo 388, inciso 2°, acápite 2.1 del Código adjetivo, por lo que será evaluado en su oportunidad. Cas. N° 1381-2004 LimaFecha: 17 de enero de 2005

Modalidades

Que con relación a la causal por vicio in judican-do, relativa a la interpretación errónea del artícu-lo 1437 del Código Civil, es pertinente conside-rar que dicha norma contempla dos modalidades fundamentales que puede asumir la cesión de posición contractual, según la doctrina: a) la ce-sión con liberación completa del cedente, y 2°) la cesión sin liberación del cedente. En cuanto a la primera modalidad, dicha norma la acoge como regla general; y en la segunda modalidad, el Có-digo lo admite siempre que así se pacte; en este evento, funciona correlativamente la obligación que tiene el cedido de comunicar al cedente el incumplimiento del cesionario, dentro del plazo fijado por el mismo precepto y, de no hacerlo, el cedente queda liberado de toda responsabilidad. (Arias Schreiber Pezet, Max, Exégesis, “Contra-tos: Parte General” Tomo I, Editores Gaceta Jurí-dica, página doscientos cuarenta y uno).Cas. N° 4600-2006 LimaFecha: 10 de julio de 2007

Diferencia con la cesión de derechos

Que, si bien el Código Civil al regular la Cesión de Posición contractual prevé en su artículo tro-cientos treintinueve que las garantías constituidas por terceras personas no pasan al cesionario sin

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la autorización expresa de aquellas, debe admi-tirse que tal disposición guarda coherencia lógica con la institución que regula, pues en la cesión de posición contractual, una de las partes contra-tantes es reemplazada por otra persona ajena a la relación jurídica obligatoria; por tanto, en res-guardo de los principios de voluntariedad y bue-na fe contractuales, se torna indispensable que el cedido preste su consentimiento para el cambio o subrogación del otro sujeto, y además si en contrato intervienen terceros que han constituido garantías reales o personales, será imprescindible que tales personas también presten su consenti-miento, pues de lo contrario las garantías consti-tuidas por aquellas no pasarán al cesionario.

Que, en suma en la cesión de posición contractual el cesionario sustituye al cedente en la totalidad de derechos y obligaciones derivados del contra-to, o dicho de otro modo, es como que el tercero sub entra en la posición jurídica del cesionario en la relación jurídica contractual; en cambio, en la cesión de derechos no se verifica la aludida sustitución, sino lo que se transfiere al tercero es tan solo una o varias prestaciones susceptibles de ser exigidas por el acreedor; pero el contrato bá-sicamente permanece inalterable y simplemente ocurre que una de las partes (el acreedor) cede a un tercero su derecho a exigir la prestación a cargo de su deudor; por tanto, no resulta necesa-ria la aceptación del deudor ni el consentimiento de tercero garante, pues la relación jurídica per-manece incólume; razón por la que no resulta de aplicación al presente caso el artículo mil cuatro-cientos treintinueve del Código Civil.

Que, en éste mismo sentido la doctrina nacional ha precisado las diferencias existentes entre la cesión de derechos y la cesión de posición con-tractual (que algunos aún consideran como ce-sión de contrato). Basta con citar a De la Puen-te y Lavalle’ para quién la cesión de posición contractual requiere que el contrato básico sea sinalagmático, y que las prestaciones no hayan sido ejecutadas total o parcialmente; en tal senti-do sostiene “El artículo mil doscientos once del

Código Civil establece que la cesión de dere-chos comprende la transmisión al cesionario de los privilegios, las garantías reales y personales, así como los accesorios del derecho transmitido, salvo pacto en contrario. Esto encuentra su jus-tificación en lo que está en juego sólo son los derechos del acreedor, quedando intangibles los deberes del deudor, cuyo asentimiento a la cesión no se requiere, por lo cual las garantías otorgadas para el cumplimiento de éstos deberes tampoco deben ser modificadas. La regla del artículo mil cuatrocientos treintinueve del Código Civil tra-tándose de cesión de posición contractual, es diversa por cuanto en la relación jurídica obli-gacional creada por el contrato básico existen no sólo créditos y derechos, sino también obligacio-nes y deberes, todos los cuales se ven afectados por la cesión. Es lógico que si el cesionario se ve convertido en titular no solo de los derechos, sino también de las obligaciones del cedente, las garantías constituidas por terceros para asegurar el cumplimiento de las obligaciones del cedente no pasen al cesionario, con quien los terceros no tenían vinculación alguna”.Cas. N° 2570-2005 Lima Fecha: 30 de octubre de 2006

Que, al amparo de los incisos 1° y 3° del artículo 386 de la Ley Procesal glosada, los recurrentes denuncian: a) la aplicación indebida del artículo 1215 del Código Civil y sostiene que debido a que el contrato de arrendamiento financiero ma-teria de litis se encontraba vigente al cinco de marzo del dos mil dos, fecha en que se produce la transferencia del Bloque Patrimonial de NBK BANK al Banco Financiero del Perú, y existían prestaciones no ejecutadas entre las partes con respecto a dicho contrato, los efectos de la men-cionada transferencia del bloque patrimonial eran una cesión de posición contractual y no una ce-sión de derechos, tal como lo establece el artículo 1435 del Código Civil, que es la norma pertinen-te al caso y que no ha sido aplicada pese a que estamos ante una cesión de posición contractual y no ante una cesión de derechos; siendo así, ha-biendo operado la cesión de posición contractual,

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era necesaria la autorización que establece el artí-culo 1439 del Código Civil en concordancia con el artículo 1435 del mismo Código Sustantivo; y, por último, b) la contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso, espe-cíficamente los artículos I y VII del Título Preli-minar del Código Procesal Civil pues – según se afirma – se afecta su derecho a un debido proceso y de defensa cuando en la recurrida se sostiene que al ser los mismos argumentos de defensa los expuestos tanto en la excepción de falta de legitimidad para obrar del demandante como en su contradicción, ello ya fue resuelto al resolver la excepción, por lo que no existe impedimento alguno de remitirse al primer pronunciamiento, lo que no se ciñe a lo establecido en el inciso 4° del artículo 122 del Código Procesal Civil, que obliga al juzgador a pronunciarse sobre todos los puntos controvertidos, pese a lo cual no se emite ningún pronunciamiento sobre la contradicción.Cas. N° 4523-2007 LimaFecha: 17 de octubre de 2007

Cesión de hipoteca

Que, la entidad recurrente invoca las causales previstas en los incisos 2° y 3° del artículo 386 del Código Procesal Civil, denunciando lo si-guiente: a) La inaplicación de una norma de de-recho material, respecto de los artículos 1206 y 1215 del Código Civil, sosteniendo que la cesión de hipoteca en el presente caso constituye una cesión de posición contractual regulad por el artí-culo 1435 del Código Civil, que exige para dicho acto jurídico la participación del cedido y que exista previamente un contrato con prestaciones recíprocas, no presentándose el supuesto de la cesión de derechos que invoca la resolución de vista en mérito de los artículos 1207 y 1215 del Código Civil, los que no resultan aplicables en el presente caso, careciendo el demandante de legi-timidad para obrar porque el deudor cedido no ha participado en la cesión de posición contractual, ni el referido actor ha presentado el respectivo contrato de cesión de posición contractual; b) la contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso, señalando que la

demanda de ejecución de garantías incurre en una causal de inadmisibilidad prevista en el inci-so 2° del artículo 426 del Código Procesal Civil, concordante con el artículo 720, quinto párrafo, del citado Código, porque no se ha cumplido con acompañar a la demanda el certificado de grava-men que exige la referida norma, incumpliéndose con las formalidades de los actos procesales en contravención del artículo IX del Título Prelimi-nar del Código acotado.

Que, en relación al cargo descrito en el punto a), la recurrente denuncia la inaplicación de nor-mas de derecho material respecto de los artículos 1206 y 1215 del Código Civil sobre cesión de de-rechos, fundamentando de manera contradictoria su recurso al indicar que las normas respecto de la cesión de derechos no resultan aplicables, sino más bien de la cesión de posición contractual.

Que, también se debe tener en cuenta que la im-pugnante alega la existencia de un supuesto de cesión de posición contractual, extremo que no ha sido acreditado en las instancias de mérito, las que han considerado que en el presente caso se presenta más bien un supuesto de cesión de de-rechos, en el que el accionante ha acreditado su legitimidad para obrar; no correspondiendo que en vía de casación se pretenda una revaloración de los medios probatorios, toda vez que el citado recurso versa sobre cuestiones de derecho con-forme a sus fines descritos en el artículo 384 del Código Procesal Civil. Cas. N° 2255-2006 LimaFecha: 3 de julio de 2006

Incumplimiento

(…) De la presente resolución, interviniendo además el Proyecto Especial Chavimochic en su calidad de cedido; no obstante, si bien, sobre la base de la autonomía privada de las partes, se acordó en su cláusula tercera que, “de conformi-dad con lo establecido por el artículo 1437 del Código Civil, queda convenido que en virtud de la presente cesión de posición contractual, la cedente no queda liberada en el caso de in-

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cumplimiento de la cesionaria, constituyéndose la cedente en fiadora solidaria de la cesionaria respecto del cumplimiento de todas las obliga-ciones establecidas en el contrato de compraven-ta cuya posición de parte de la compradora es objeto del presente contrato, en virtud a lo dis-puesto por el segundo párrafo del artículo 1438 del Código Civil”, y, en su cláusula cuarta añade que: “la cedente ratifica expresamente las garan-tías constituidas a través de las cláusulas cinco punto uno punto tres punto uno y trece punto siete, del contrato a que se hace referencia en la cláusula primera de este instrumento, esto es, las cartas fianza bancarias por doscientos cincuen-ta y siete mil setecientos tres punto veintinueve dólares americanos -materia de litis- y doscien-tos sesenta y dos mil seiscientos ochenta dólares americanos, cuya validez no se enerva a raíz de la presente cesión de posición contractual”. Por lo tanto, dicho acuerdo no puede afectar al Banco Wiese Sudameris, por no haber autorizado expre-samente que la fianza constituida por su parte a favor de la Corporación Financiera para el Desa-rrollo - COFIDE, haya garantizado al cesionario CEPER Agrícola Chavimochic Sociedad Anóni-ma Cerrada, tal como se puede constatar y corro-borar mediante la carta notarial obrante a fojas ciento ocho y ciento nueve, que le cursa el citado Banco a COFIDE, invocando el artículo 1439 del Código Civil, materia de análisis. Por tanto, se ha configurado la causal contenida en el artículo 386 inciso 2º del Código Procesal Civil.Cas. N° 2143-2007 LimaFecha: 2 de agosto de 2007

Transferencia de patrimonio

(…) El recurrente denuncia casatoriamente la interpretación errónea del artículo 344 numeral 2 de la Ley General de Sociedades-Ley núme-ro 26887, señalando, que dicha norma estable-ce que únicamente se produce una transferencia del patrimonio más no una cesión de posición contractual, siendo errada, por tanto, la posición de la Sala Superior al concluir en que el Banco absorbente ha asumido la totalidad de activos, pasivos, derechos y obligaciones de la entidad

absorbida. Agrega, que en el caso de autos, no se ha considerado que una garantía real hipotecaria no constituye un patrimonio, un activo o pasivo, sino un derecho accesorio y en el presente caso las obligaciones exigidas se establecieron con el extinto Banco del Sur del Perú, en consecuencia -sostiene- que la hipoteca asumida a favor del Banco Mercantil no responde por las obligacio-nes contraídas para con el Banco de Crédito del Perú. Cas. N° 3979-2007 ArequipaFecha: 12 de setiembre de 2007

Denominación

La entidad recurrente, en cuanto a la primera causal, denuncia casatoriamente que al expedirse la resolución de vista se ha inaplicado el nume-ral 1439 del Código Civil, aduciendo que dicha norma es pertinente al caso materia de autos, pues, en la secuela del presente proceso no se ha acreditado con documento de fecha cierta que sea la entidad accionante la titular de la obligación demandada. Sin embargo, debe tenerse en cuen-ta que las instancias de mérito han determinado que la obligación demandada no se deriva de una cesión de posición contractual, toda vez que la modificación en la denominación de la entidad accionante, en los términos que fluyen del testi-monio de fojas setentiuno, no enerva su calidad de acreedora de la obligación subjudice. Por lo que la norma cuya aplicación se solicita resulta impertinente para decidir la controversia. Conse-cuentemente, el recurso impugnatorio de su pro-pósito por dicha motivación debe desestimarse por improcedente. Cas. N° 3659-2002 LimaFecha: 27 de junio de 2003

CHEQUE

Definición

Que, al respecto, el artículo mil doscientos vein-te del Código Civil, aplicable supletoriamente al presente caso, señala que “se entiende efectuado el pago sólo cuando se ha ejecutado íntegramente

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la prestación” (sic); por su parte el artículo mil doscientos treintitrés del mismo cuerpo legal es-tablece que la entrega de títulos valores que cons-tituyen órdenes o promesas de pago -como ocu-rre con el cheque que constituye un instrumento de pago-, sólo extinguirá la obligación primitiva cuando dichos títulos hubiesen sido pagados o cuando por culpa del acreedor se hubiesen perju-dicado, salvo pacto en contrario Cas N° 574-2004 LimaFecha: 7 de junio de 2005

Daños y perjuicios

(…) Que, la sentencia de vista revocó la apelada en el extremo que declaró fundada la demanda y, reformándola, la declaró infundada toda vez que: i) el inciso primero del artículo ciento setentidós de la Ley dieciséis mil quinientos ochentisiete dispone que el Banco girado responde de los da-ños y perjuicios que cause al abonar el cheque, siempre y cuando la firma del girador esté noto-riamente falsificada

Que, el artículo ciento setentidós de la Ley die-ciséis mil quinientos ochentisiete, aplicable en autos establece los casos en los que un Banco asume responsabilidad por el abono de cheques, siendo éstos: 1) Cuando la firma del girador esté notoriamente falsificada; 2) En los casos de los cuatro últimos incisos del artículo ciento sesenti-nueve; 3) Cuando el cheque no corresponda a los talonarios proporcionados por el Banco al girador ni a los que éste hubiere impreso por su cuenta con autorización de aquel; 4) Cuando el cheque no reúna los requisitos exigidos por ley. En au-tos la demanda se sustenta genéricamente en lo dispuesto en el citado artículo pero precisando -en los hechos- que la responsabilidad del Banco incidiría en dos aspectos medulares: por no haber reparado en que las firmas de los funcionarios au-torizados por la Institución Armada eran falsas, y por no haber verificado que el formato de los cheques no correspondía a los que expidió la en-tidad financiera a dicha institución. Queda claro entonces que, aplicando correctamente el dere-

cho que corresponde a los hechos, conforme lo autoriza el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil, se concluye que los su-puestos alegados por el accionante se encuentran comprendidos en los incisos primero y tercero del artículo ciento setentidós de la Ley dieciséis mil quinientos ochenta y siete.Cas. N° 1696-04 Lima Fecha: 26 de setiembre de 2005

(…) Bajo el cargo in iudicando acusa que se inaplicó el artículo 172 inciso 2° de la Ley de Títulos Valores 16587 según el cual el Banco gi-rado responde de los daños y perjuicios que cau-se si abona el cheque en los casos de los cuatro últimos incisos del artículo 169, siendo que en el presente caso el banco está incurso en los incisos 2° y 4° del acotado artículo 169, refiriendo el pri-mer inciso que el banco no esta obligado a pagar el cheque cuando éste está adulterado, lo que se advierte de autos ya que en el cheque existe una falsificación en cuanto a la firma del presunto endosante y el segundo, a que el banco no está obligado a dicho pago cuando el cheque sea a la orden y el derecho del tenedor no estuviere legi-timado con una serie regular de endosos, siendo que en el caso el señor Mas emitió sin autoriza-ción del gerente de la demandante catorce che-ques de gerencia y para poder ejercitar el cobro de los mismos ideó el mecanismo del endoso en blanco contemplado en el artículo 35 de la Ley de Títulos Valores falsificado burdamente la fir-ma del primer tenedor (presunto endosante Die-go Trigueros), para lo cual tuvo que contar con la complicidad de los cajeros de la agencia pues estos están obligados de comprobar si la orden era auténtica, refiere además que en ninguno de los cheques se advierten los requisitos indispen-sables para el endoso como prevé el artículo 33 de dicha ley; asimismo expone que se inaplicó el artículo 221 inciso 30 a) de la Ley 26702 Ley de Bancos, según el cual los bancos pueden emitir cheques de gerencia, pero es requisito sine qua-non que el cliente realice una solicitud escrita al banco para la emisión respectiva, lo que no ha ocurrido en el caso pues la actora no dio dicha

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autorización. SEXTO: Sobre el particular, no se explica cómo la aplicación de las normas que invoca vayan a alterar el sentido de lo resuelto, por el contrario la impugnante expone una serie de hechos que no fueron establecidos en sede de instancia, pretendiendo además se revaloren las pruebas que expone, asunto ajeno a la función casatoria que se restringe al análisis de las cues-tiones de iure o de derecho conforme al artículo 384 del Código Procesal Civil, de manera tal que la causal invocada no satisface la exigencia de fondo del numeral 2.2 del inciso del artículo 388 del Código Procesal Civil. Cas. N° 0065-2004 LimaFecha: 23 de julio de 2004

Garantía

(…) Que la sentencia de vista, en su sexto con-siderando señala que conforme a lo dispuesto en el artículo 140 de la Ley 16587, los cheques no podían ser entregados en garantía, por lo que también carece de sustento en el proceso lo que expone el recurrente en su recurso de casación, cuando denuncia la aplicación indebida de esa norma y luego contradictoriamente, su contra-vención.

Que el cargo de aplicación indebida del articu-lo II del Título Preliminar del Código Civil, es igualmente infundado, porque en la instancia se ha establecido una conducta del recurrente que hace pertinente su aplicación.

Que, los artículos 141, 142 y 164 de la Ley 16587, referentes a la cláusula que consigne un plazo para negociar o pagar el cheque, la acep-tación del cheque, y el pago del cheque, no re-sultan pertinentes a la situación específica de cheques entregados en garantía, y en cuyo dorso, como anota el sexto considerando de la apelada, consta escrito: “garantiza letra número dos mil doscientos veintitrés con vencimiento diecisiete de diciembre de mil novecientos noventicinco” y “garantiza letra número dos mil doscientos vein-tidós con vencimiento diecisiete de noviembre de mil novecientos noventicinco”, porque esa

situación se encuentra regulada de manera espe-cífica en el articulo 140 de la misma ley, que se ha aplicado.

El artículo 1954 del Código Civil sobre enrique-cimiento indebido, es igualmente impertinencia, pues la sentencias de mérito han establecido: “que la recurrente actuó de mala fe, pues cobró los dos cheques cuando la obligación primitiva que motivó su emisión ya había sido cubierta con el pago de las dos letras de cambio, además que entre los puntos controvertidos no se ha fijado el enriquecimiento indebido del demandante, sino el pago indebido percibido por la deman-dada. Además, la aplicación del artículo 1222 del Código Sustantivo, precepto legal que se expone debió ser aplicado, y que regula el pago hecho por un tercero, no va a variar el sentido de la decisión, porque las instancias de mérito han concluido que ha existido un doble cobro, y que el importe de los cheques se cargaron en la cuenta corriente dei demandante en el Banco girado, supuesto fáctico que no puede ser variado en materia de casación, en atención a su finalidad nomofiláctica.Cas. N° 2441-2000 Lima Fecha: 7 de setiembre de 2005

Cuenta corriente

(…) De lo expuesto se concluye que el punto fáctico esencial en la presente controversia es determinar lo siguiente: si la entidad bancaria demandada está en la obligación de indemnizar a la entidad demandante por no haber cumpli-do a cabalidad con una de las obligaciones a su cargo, derivado del contrato de cuenta corriente, consistente en verificar si el formulario de soli-citud de talonario de cheques materia de autos contenía o no la debida autorización por parte de la entidad impugnante en su calidad de titular de la cuenta corriente. La indicada determinación es medular no sólo para señalar si la resolución materia del recurso incurre en error in iudicando por inaplicación de la norma sustantiva anotada, sino también para que esta Sala, en caso de con-siderar que se ha incurrido en el indicado error,

Cheque

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se pronuncie sobre el fondo de la controversia, en atención a que a partir de la entrega de dicho formulario se entregó el talonario de cheques a tercera persona y se hicieron efectivos los che-ques con cargo a la cuenta corriente de la entidad demandante.

(…)En el caso de autos, estando a las precisiones glosadas en el considerando precedente, se con-cluye que la entidad demandada al ejecutar su obligación para con la entidad demandante, con-sistente en expedir el formulario de solicitud de talonario de cheques, no actuó con la diligencia ordinaria requerida en atención a la naturaleza de la obligación, pues, tal como consta de la “Tar-jeta de Registro de Firmas obrante a fojas ciento treintidós, se verifica que uno de los represen-tantes de la entidad demandante está registrado bajo el nombre de Hazla Vela Miryam, difiriendo ostensiblemente del consignado en el formulario de solicitud de talonario de cheque obrante a fo-jas ciento treintitrés, en el que se consigna la post firma como “M. Mesias Vela”, cuestiones que de-bió ser advertida por los dependientes de la enti-dad emplazada que expidió el aludido talonario, lo que a la postre ocasionó que en un mismo día se cobrasen indebidamente los cheques a que se contrae las instrumentales de fojas catorce a fojas vientiuno, con evidente perjuicio para la entidad demandante. Es más, en el proceso penal seguido contra los empleados del Banco, se ha determi-nado que la firma puesta en dicho documento no corresponde a la mencionada representante de la entidad accionante, como aparece de la instru-mental obrante a fojas trescientos treinticinco y siguientes. Por lo que se concluye que en el caso de autos se ha incurrido en error al inaplicar la norma sustantiva antes anotada y que el Banco demandado y el emplazado que entregó la che-quera son responsables solidarios de los daños cuya indemnización se ha demandado en el pre-sente proceso, cuyo , resarcimiento debe limitar-se al daño que se pudo prever en el tiempo en que ocurrió, esto es, el monto total que representa el importe de los aludidos cheques, siendo de ob-servancia lo dispuesto por el numeral 1320 del

Código Civil, el mismo que señala que actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia ordina-ria exigida por la naturaleza de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las per-sonas, del tiempo y del lugar.Cas. N° 23-2003 LimaFecha: 16 de julio de 2004

Documento probatorio

(…) Que, en tal sentido, del examen de la sen-tencia impugnada se puede apreciar, en el con-siderando sexto, que el ad quem ha establecido que “existe consenso entre las partes acerca que el indicado título valor (se refiere al cheque gi-rado para pagar doce mil dólares americanos del precio de venta del inmueble) no pudo ser co-brado”, ya que “fue retirado de circulación por no haber sido utilizado”. Por ello, el ad quem concluye que la controversia de los presentes au-tos consiste en establecer si el pago del monto consignado en el cheque referido se realizó en efectivo. De otro lado, en el considerando déci-mo de la misma sentencia, establece que “si bien es cierto no existe prueba documental directa respecto del pago en efectivo de la suma de doce mil dólares americanos, no menos cierto es que la constancia de entrega de doce mil dólares, vía cheque de gerencia, a la suscripción del contrato de compraventa, consignada en el documento de fecha veintiséis de julio de mil novecientos no-ventiséis, ha permanecido invariable al no haber sido desvirtuada, aclarada o sustituida por docu-mento o acción legal posterior destinada a dejar sin efecto la fallida declaración de entrega dine-raria o de pago de doce mil dólares americanos –vía cheque-”.

Que, del análisis de lo anteriormente expuesto se puede colegir que, en principio el ad quem, desestima el valor del cheque como documento probatorio del pago de la cantidad de doce mil dólares americanos, por lo que señala que debe procederse a establecer si el pago se realizó en efectivo. No obstante ello, en el glosado con-siderando décimo, contradictoriamente con lo establecido precedentemente, le otorga nueva-

Cheque

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mente valor probatorio al mencionado cheque, al señalar que “la constancia de entrega de doce mil dólares americanos, vía cheque de gerencia... ha permanecido invariable al no haber sido des-virtuada, aclarada o sustituida, por documento o acción legal posterior destinada a dejar sin efec-to la fallida declaración de entrega dineraria o de pago de doce mil dólares americanos”. Ello implica que el ad quem ha transgredido la obli-gación de motivar adecuadamente la sentencia, respetando los principios de la lógica, tal como se ha glosado anteriormente.Cas. N° 3990-2006 LimaFecha: 19 de junio de 2007

Responsabilidad penal

(…) Que contrariamente a lo manifestado por el recurrente, se advierte que ha quedado debida-mente acreditada la comisión del delito, así como la responsabilidad penal del citado procesado quien giró el cheque obrante a fojas siete sin te-ner fondos, resultando irrelevante la circunstan-cia alegada de haberlo firmado y entregado sólo en garantía, por lo que posteriormente fue lle-nado por el agraviado; toda vez que este delito es de comisión instantánea se configura desde el instante en que se gira el cheque sin contar con los fondos suficientes como ha ocurrido en el presente caso, por lo que el acuerdo establecido entre ambas partes a fin de que sea cobrado a los treinta días, no excluye el elemento subjetivo del tipo. Tercero.- R. Nulidad N° 1883-2002 LambayequeFecha: 9 de enero de 2004

(…) el delito de emisión de cheques sin fondo se encuentra tipificado en el articulo doscientos quince del Código Penal y está sancionado con pena privativa de libertad no mayor de cinco añosResolución N° 0043-2005 LimaFecha: 1 de julio de 2005

Cesión de derechos

Que, en cuanto a la aplicación indebida, el artí-culo mil doscientos diez del Código Civil regu-

la que la prohibición de cesión de derechos no puede efectuarse cuando se opone a la ley, a la naturaleza de la obligación o al pacto con el deu-dor; siendo que el pacto por el que se prohíbe la cesión es oponible al cesionario de buena fe si consta del instrumento por el que se constituyó la obligación o se prueba que el cesionario lo co-nocía al momento de la cesión; el mil doscientos once establece el supuesto de la extensión de la cesión y el mil doscientos quince del Código Ci-vil que la cesión produce efectos contra el deudor cedido desde que éste la acepta o le es comunica-da fehacientemente.

Que, en el presente caso la Corte ha establecido que las normas de cesión citadas son aplicables al supuesto de autos, en virtud del artículo cien-to setenta y cuarenticuatro de la Ley de Títulos Valores, toda vez que existe un endoso en favor del ejecutante que es posterior a la constancia del banco de rechazo del cheque, que produce los efectos de una cesión; (…) sin embargo debe señalarse que el artículo ciento setenta acotado regula el caso en que si el banco se niega a pagar un cheque dentro del plazo de presentación, debe hacerlo constar en el mismo título con expresa mención del motivo de su negativa, de la fecha de su presentación y con la firma del funcionario autorizado; y que dicha comprobación acredita por sí sola el rechazo del cheque y produce todos los efectos del protesto.

Que al respecto, la norma acotada no está refe-rida al supuesto en que un título valor haya sido rechazado porque la operación bancaria entre dos instituciones financieras no haya prosperado como se advierte de los cheques materia de co-bro, sino que el citado dispositivo regula el caso de la negativa del pago por parte del banco en la circunstancia en que los títulos valores fue-ron presentados a dicha entidad para obtener su cobro.

Que, al ser esto así, mal pudo la Corte concluir que los cheques en mención han sido protestados y que por tanto en aplicación del artículo cuaren-

Cheque

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ticuatro de la precitada ley, el _ endoso en favor del ejecutante constituye realmente una cesión de derechos; por lo que la causal de inexigibilidad de la obligación propuesta por la parte ejecutada no puede prosperar; más aún si, conforme dis-pone el artículo veinte in fine de la Ley Número dieciséis mil quinientos ochentisiete, no puede deducirse las excepciones fundadas en sus rela-ciones personales con otros obligados anterior-mente firmantes del título.Cas. N° 3866-02 Lima Fecha: 21 de mayo de 2003

CITRA PETITA Definición

(…) Que, la sentencia ultra petita es aquella don-de se resuelve más allá del petitorio o los hechos; la sentencia extra petita es la que se pronuncia sobre el petitorio o los hechos no alegados; en la sentencia citra petita el Juez omite total pro-nunciamiento sobre las pretensiones (postulato-rias o impugnatorias) formuladas; y la sentencia infra petita es aquella en la que el Juzgador no se pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio; Cas. N° 4548-2006 Lima Fecha: 9 de julio de 2007

(…) Previsto en la segunda parte del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal citado- determina la emisión de sentencias in-congruentes como: a) la sentencia ultra petita, cuando se resuelve más allá del petitorio o los hechos; b) la sentencia extra petita, cuando el Juez se pronuncia sobre el petitorio o los he-chos no alegados; c) la sentencia citra petita, en el caso que se omite total pronunciamiento sobre las pretensiones (postulatorias o impugna-torias) formuladas; d) la sentencia infra petita, cuando el Juzgador no se pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio; omisiones y defectos que infringen el debido proceso. Cas. N° 2800-05 Lima Fecha: 14 de junio de 2006

Principio de congruencia procesal

(…) Se contraviene el principio de congruen-cia procesal, pues emite un fallo citra petita que transgrede lo prescrito por los artículos VII del Titulo Preliminar, 50 inciso 6° y 122 inciso 4° -modificado por Ley 27524- del Código Adjetivo, contraviniendo por extensión, lo dispuesto por el inciso 6° del artículo 139 de la Constitución Po-lítica del Perú; c) se vulnera lo dispuesto por el artículo 87 del ordenamiento procesal anotado y del mismo modo afecta su derecho a la instancia plural, al resolver como único órgano jurisdiccio-nal de instancia la pretensión subordinada y su accesoria propuestas por la demandante en clara violación de lo dispuesto por el inciso 6° del ar-tículo 139 de la Constitución y el artículo X del Titulo Preliminar del Código AdjetivoCas. N° 0099-2005 Moquegua Fecha: 7 de junio de 2005

Nueva sentencia

(…) Que no obstante encontrarnos ante una acu-mulación de pretensiones, el A quo únicamente ha emitido pronunciamiento respecto a la preten-sión principal obviando examinar la petición o peticiones accesorias, por lo que en atención a que la calidad de este fallo es citra petita, corres-ponde ordenar que se emita una nueva sentencia que subsane esta omisión.Apelación N° 1964-2002-Ica.Fecha: 22 de octubre de 2004

Recurso de queja

(…) Por lo que el recurso de queja excepcional planteado ha cumplido la exigencia de infracción de precepto constitucional que estipula el aparta-do dos del articulo doscientos noventa y siete del Código de Procedimientos Penales. modificado por el Decreto Legislativo número novecientos cincuenta y nueve; que es de enfatizar que, tratán-dose de recursos impugnatorios, la resolución del Tribunal de Revisión que absuelve el grado tiene que pronunciarse, esencialmente, sobre cada uno de los motivos o en todo caso, sobre los motivos relevantes de la impugnación -resolución sobre

Citra Petita

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los motivos- y, de este modo, cumplir cabalmente con el deber de motivación, pues de lo contrario la decisión que emita adolecerá de un sensible defecto estructural o incongruencia citra petita al no comprender el integro de los agravios que integran la pretensión recursal como ocurrió en el presente caso. Queja N° 1382-2006 Lima Fecha: 19 de abril de 2007

CLÁUSULA CALVOAlcances

Pese a que las razones expuestas en los párrafos precedentes son por sí mismas suficientes para desestimar la pretensión, dada la trascendencia de la controversia planteada, el Tribunal Consti-tucional considera importante señalar que si bien la primera parte del segundo párrafo del artículo 71° de la Constitución Política del Estado prevé que, “[...] dentro de cincuenta kilómetros de las fronteras, los extranjeros no pueden adquirir ni poseer, por título alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fuentes de energía, directa ni indirectamente, individualmente ni en socie-dad, bajo pena de perder, en beneficio del Estado, el derecho así adquirido”; también es verdad que, a continuación, la misma disposición constitucio-nal señala que “Se exceptúa el caso de necesi-dad pública expresamente declarada por decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros conforme a ley”.Tribunal ConstitucionalExp. N° 1297-1999-AA/TC LimaFrente Obrero Campesino Estudiantil y Popular

CLÁUSULASGENERALES DECONTRATACIÓN

Concepto

El artículo 1392º del Código Civil establece que “Las cláusulas generales de contratación son aquéllas redactadas previa y unilateralmente por una persona o entidad, en forma general y abs-

tracta, con el objeto de fijar el contenido norma-tivo de una serie indefinida de futuros contratos particulares, con elementos propios de ellos”, por su parte, el artículo 1398º del aludido Có-digo Sustantivo, dispone que “En los contratos celebrados por adhesión y en las cláusulas gene-rales de contratación no aprobadas administra-tivamente, no son válidas las estipulaciones que establezcan, en favor de quien las ha redactado, exoneraciones o limitaciones de responsabilidad; facultades de suspender la ejecución del contra-to, de rescindirlo o de resolverlo, y de prohibir a la otra parte el derecho de oponer excepciones o de prorrogar o renovar tácitamente el contrato” (…) Las cláusulas generales de contratación son una respuesta a la necesidad cada vez más apre-miante de desarrollar mecanismos de contratación que permitan reducir los, así llamados, costos de transacción [“Los costos de transacción son los costos del intercambio y éste tiene tres pasos: Pri-mero, debe localizarse un socio para el intercam-bio, lo cual implica encontrar a alguien que desee búsqueda, 2) costos de arreglo y 3) costos de la ejecución.” (COOTER, Robert y ULEN, Thomas. Derecho y Economía. Fondo de Cultura Econó-mica. México, 1998, pp. 120 y 121.)] y, de esta forma, hacer menos onerosas las contrataciones, pues, como apunta don Manuel de la Puente y La-valle, mediante la prerredacción de las cláusulas generales, que contienen los elementos comunes de todos los contratos a celebrarse, se alcanza la celeridad anhelada, toda vez que tales elementos son indiscutibles, a la par que conteniendo la ofer-ta contractual no sólo las cláusulas generales sino también los elementos propios de cada contrato, se satisface la diversificación de los contratos para adecuarse a los requerimientos individuales de cada contratante (De La Puente y Lavalle, Ma-nuel. Las cláusulas generales de contratación y la protección al consumidor. Themis número treinta y uno, mil novecientos noventa y cinco, página diecinueve). Se tratan, pues, de disposiciones ge-nerales y abstractas que integrarán la oferta de una serie indeterminada de contratos individuales y que adquirirán fuerza vinculante sólo una vez celebrados los correspondientes contratos (Cár-

Cláusulas Generales de Contratación

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denas Quirós, Carlos. Las cláusulas generales de contratación y el control de las cláusulas abusivas. En: Ius et Veritas, Lima, número trece, Noviembre – mil novecientos noventa y seis, página veinte.) (…) no obstante las evidentes ventajas de la adop-ción de las Cláusulas Generales de Contratación, también pueden presentarse efectos nocivos, pues, al ser redactadas, por lo general, por una empre-sa que cuenta con una ventaja estratégica frente al consumidor –dado su mayor conocimiento de información- puede presentarse el supuesto de un abuso de dicha ventaja, sin embargo, se sostiene que ello puede ser contrarrestado a través de la comprar lo que se quiere vender, o vender lo que se quiere comprar. Segundo, deberá llegarse a un arreglo entre las partes que intercambian. Este arreglo se logra mediante una negociación exitosa, lo que podría incluir la redacción de un convenio. Tercero, una vez celebrado un acuerdo, deberá eje-cutarse. La ejecución implica monitorear el cum-plimiento de las partes y castigar las violaciones del acuerdo. Podemos llamar a las tres formas de los costos de transacción en correspondencia con estos tres pasos de un intercambio; 1) costos de la competencia efectiva entre proveedores, pues, de la misma manera en que las empresas compiten por mejorar la calidad de sus productos o servicios y reducir sus precios, se podría afirmar que és-tas también compiten por confeccionar Cláusulas Generales de Contratación claras y comprensibles para el consumidor (BULLARD, Alfredo. ¡Firme Primero, lea después! La contratación masiva y la defensa del consumidor. Estudios de Análisis Eco-nómico del Derecho. Lima, ARA. Mil novecientos noventa y seis, página doscientos cincuenta y tres) (…) Consecuencia lógica de lo hasta aquí expre-sado es que, de existir condiciones idóneas para la libre competencia que permita a los consumidores elegir entre una u otra alternativa al momento de adquirir un bien o servicio, ello impondrá a los proveedores el establecimiento de cláusulas razo-nables, pues, de otro modo, sus productos o servi-cios carecerán de atractivo frente a los de similares características que se oferten en el mercado.Cas. Nº 2047-2007Lima

CLÁUSULA PACTA SUNT SERVANDA Pacta Sunt Servanda

CLÁUSULA PENAL

Autonomía de las partes

La cláusula penal tiene por sustento la autonomía de la voluntad o la libertad contractual que tienen las partes para fijar anticipadamente el monto de la indemnización que corresponde al acreedor por la inejecución de retardo en el incumplimiento de la obligación a cargo del deudor, que es calculada sobre la base de la representación de los daños que las partes tienen en cuenta al contratar. La función de fijas anticipadamente el monto de los daños y perjuicios se conoce como función in-demnización de la cláusula penal. Sala Civil Permanente de la Corte SupremaCas. Nº 3031-99 Lima

Características

Conforme lo sostiene el autor argentino Jorge Bustamante Alsina en su libro “Teoría General de la Responsabilidad Civil”, Editorial Abeledo Perrot, Sexta Edición, Buenos Aires, página cien-to sesentiocho, Edición mil novecientos ochenti-nueve, una de las características de la cláusula penal es su carácter inmutable, por lo cual lo que pactaron las partes en uso de su libertad contrac-tual no puede ser revisado o modificado; sin em-bargo, tal como lo expresa el mismo autor este principio de inmutabilidad absoluta ha cedido su paso a una inmutabilidad relativa, en virtud de la cual el Juez a solicitud de la parte deudora puede reducir el monto de la penalidad si ésta resulta excesiva o la obligación principal hubiere sido en parte cumplida. Sala Civil Permanente de la Corte SupremaCas. Nº 3031-99 Lima

Inmutabilidad relativa

La inmutabilidad relativa de la cláusula penal ha sido consagrada en el artículo mil trescientos

Cláusula Pacta Sunt Servanda

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cuarentiséis del Código Civil, norma que para su aplicación requiere que la parte deudora solicite el Juez la reducción del monto de la penalidad. Sala Civil Permanente de la Corte SupremaCas. Nº 3031-99 Lima

Reducción de la penalidad

Existen otras situaciones en las cuales la penali-dad puede ser reducida o dejada sin efecto total o parcialmente, es el caso en que el contenido de lo pactado afecta una norma legal de orden público o de carácter imperativo; en efecto, el límite de la autonomía de la voluntad o la libertad contrac-tual es la contravención a las normas de carácter imperativo, tal como se encuentra sancionado en el artículo mil trescientos cincuenticuatro del Código Civil.Sala Civil Permanente de la Corte SupremaCas. Nº 3031-99 Lima

Estipulación accesoria

La cláusula penal es una estipulación accesoria añadida a un contrato, por la cual y para asegurar la ejecución de la prestación, se somete el deu-dor a pagar una multa o a realizar otra presta-ción en caso de retardo o incumplimiento. Se la denomina también pena convencional que viene a ser una prestación determinada, prometida por el deudor al acreedor para el caso de incumpli-miento o retardo de su obligación. Es un pacto accesorio en el que se estipula multas o penas a cargo del deudor que dejare de cumplir o retarde el cumplimiento de su prestación (“Las obliga-ciones en el Derecho Civil Peruano”, H. Gusta-vo Palacio Pimentel, Editorial Huallaga, Cuarta Edición, Lima - Perú, año dos mil dos, página quinientos cincuentitrés.Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 761-2003 Lima

Fines

La cláusula penal puede ser estipulada para uno de los siguientes fines: a) para el caso del , in-

cumplimiento total de la obligación (pena com-pensatoria); b) para el, caso de mora (pena mo-ratoria) y c) para seguridad de alguna cláusula o estipulación concretamente señalada; de allí que la cláusula penal sea distinguible en: Compensa-toria y Moratoria dependiendo si tiene por objeto compensar los daños y perjuicios derivados por el incumplimiento o compensar tan sólo los ori-ginados por la mora.Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 761-2003 Lima

CÓDIGO CIVIL

Concepto

El Código Civil, como lo define Escriche, es la colección de leyes que establecen y fijan los de-rechos de que gozan las personas entre sí (y los deberes), además de la forma y efectos de sus convenciones civiles. Un Código es por tanto un ordenamiento sistemático de normas, las que deben ser interpretadas relacionando unas con otras, para obtener su verdadero y recto significa-do, el que debe armonizar orgánica y lógicamen-te con las otras normas que lo integran. Como se expresa en el aforismo latino: Leges legibus concordare promptum est.Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1773-2006-Lambayeque-Jaén

COLEGIOSPROFESIONALES Los Colegios Profesionales son instituciones constitucionalmente reconocidas como perso-nas jurídicas de derecho público

En relación con los Colegios Profesionales, el artículo 20 de la Constitución establece que “Los Colegios Profesionales son instituciones autónomas con personalidad de derecho público. La Ley señala los casos en que la colegiación es obligatoria”.

Colegios Profesionales

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De este modo se reconoce la necesidad de que su creación sea dispuesta por Ley, si bien se precisa que [l]a Constitución no exige la existencia ineludible de estas formas de organización profesional pero sí les concede cobertura cuando el legislador opta por su creación [STC N.º 00027-2005-AI]. Por consiguiente, se reconoce la necesidad de que los Colegios Profesionales sean creados a través de una ley y que el legislador tiene la opción de crear un Colegio Profesional.Tribunal ConstitucionalExp. N° 010-2006-PI/TCLima Colegio Médico del Perú

La Constitución reconoce la autonomía de los Colegios Profesionales como un ámbito propio de actuación y decisión

Respecto de la autonomía de los Colegios Profesio-nales, reconocida en el artículo 20 de la Constitu-ción, el Tribunal Constitucional ha destacado que La Constitución, además de definir su naturaleza jurídica, también reconoce en los colegios pro-fesionales un aspecto importante como es el de su autonomía. Esto quiere decir que poseen un ámbito propio de actuación y decisión. En ese sentido, la incidencia constitucional de la auto-nomía que nuestra Ley Suprema reconoce a los Colegios Profesionales se manifiesta en su capa-cidad para actuar en los ámbitos de su autonomía administrativa –para establecer su organización interna–; de su autonomía económica –lo cual les permite determinar sus ingresos propios y su des-tino–; y de su autonomía normativa –que se ma-terializa en su capacidad para elaborar y aprobar sus propios estatutos, claro está dentro del marco constitucional y legal establecido–. No obstante, la autonomía reconocida a los Colegios Profe-sionales no puede significar ni puede derivar en una autarquía; de ahí que sea importante poner de relieve que la legitimidad de los Colegios Pro-fesionales será posible solo y en la medida en que la actuación de los Colegios Profesionales se

realice dentro del marco establecido por nuestro ordenamiento constitucional. En el caso traído a este Tribunal se impone ana-lizar si el cambio de denominación conlleva una intromisión del legislador en la autonomía garantizada por la Constitución a los Colegios Profesionales.Tribunal ConstitucionalExp. N° 010-2006-PI/TCLima Colegio Médico del Perú

Los Colegios Profesionales tienen una función pública respecto de la sociedad

En relación con la sociedad, los Colegios Profe-sionales tienen una función pública y de allí la necesidad de su creación a través de la Ley. Por eso, su justificación última no puede ser otra que: [i]ncorporar una garantía, frente a la sociedad, de que los profesionales actúan correctamente en su ejercicio profesional. Pues, en último extre-mo, las actuaciones profesionales afectan direc-tamente a los propios ciudadanos que recaban los servicios de los profesionales, comprometiendo valores fundamentales como la vida, la salud, la integridad física, la seguridad, la libertad, el honor, (...) que los ciudadanos confían a los pro-fesionales. Semejante entrega demanda por la sociedad el aseguramiento de la responsabilidad del profesional en el supuesto de que no actúe de acuerdo con lo que se considera por el propio grupo profesional, de acuerdo con sus patrones éticos, como correcto o adecuado.Tribunal ConstitucionalExp. N° 010-2006-PI/TCLima Colegio Médico del Perú

La denominación de los Colegios Profesionales tiene repercusión pública y por ello es compe-tencia del legislador establecerla

La competencia para establecer la denominación de un Colegio Profesional, como se ha señalado, no está referida a ninguno de los aspectos de la au-tonomía de los Colegios Profesionales –esto es, la

Colegios Profesionales

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autonomía administrativa, económica y normati-va– y en la medida en que posibilita su identifica-ción para el público en general, tiene repercusión pública. Asimismo y tratándose de una labor ne-cesaria para la creación de un Colegio Profesional, supone una competencia del legislador. En atención a lo expuesto, este Tribunal considera que en el presente caso la Ley Nº 28686 fue expe-dida en ejercicio de las competencias legislativas conferidas constitucionalmente y por ello no vul-nera la autonomía del Colegio Profesional.Tribunal ConstitucionalExp. N° 010-2006-PI/TCLima Colegio Médico del Perú

El ejercicio de las competencias a que se refiere el artículo 20º de la Constitución no es irrestricto sino que debe respetar la naturaleza de las cosas

Tal y como ha sido señalado, el Legislativo tiene la potestad de crear Colegios Profesionales y, con ello, la de establecer sus denominaciones. No obstante, el Estado social y democrático de Derecho impide que tal poder sea absoluto e impone la necesidad de que este sea ejercido de modo racional, i.e. respetando la naturaleza de las cosas proclamada por el artículo 103º de la Constitución, que no alude sino a: [...] la razonabilidad objetiva que debe fundamen-tar toda ley, incluso, desde luego, las leyes espe-ciales. Respetando el criterio de razonabilidad le-gal, el Estado queda facultado para desvincular a la ley de su vocación por la generalidad y hacerla ingresar en una necesaria y razonable singulari-dad. Necesaria, porque está llamada a recompo-ner un orden social que tiende a desvirtuarse, y razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo; a saber, la naturaleza de las cosas [Fun-damento 8 de la STC Nº 0001/0003-AI/TC].Tribunal ConstitucionalExp. N° 010-2006-PI/TCLima Colegio Médico del Perú

COMERCIANTE

Concepto

Conforme a la definición del artículo 11, apartado f) del Reglamento del Impuesto General a las Ventas, comerciante es el sujeto que se dedica de manera habitual a la compra y venta de bienes, sin efectuar sobre las mismas transformaciones o modificacio-nes que generen bienes distintos al original, por lo que la demandante no califica como tal, conforme al objeto del contrato de “joint venture”.AP. Nº 217-2004.Lima

COMITÉ

Concepto

El Comité (…) es una organización de personas na-turales o jurídicas, o de ambas, dedicada a la recau-dación pública de aportes destinados a una finalidad altruista (art. 111º del Código Civil). Si bien com-parte con la asociación fines no lucrativos, se dife-rencia de ella porque está dirigida a captar aportes de manera pública para dedicarlos a una finalidad altruista. Ello supone la realización de un objetivo concreto que se agota cuando ya se ha satisfecho, de allí la naturaleza temporal del Comité.Tribunal RegistralRes. Nº 010-2009-SUNARP-TR-T

COMODATO Concepto

Conforme lo establece el artículo 1728 del Có-digo Civil, por el contrato de comodato, el co-modante se obliga a entregar gratuitamente al comodatario un bien no consumible, para que lo use por cierto tiempo o para cierto fin y luego lo devuelva; no obstante, la liberalidad que caracte-riza la figura del comodato puede verse limitada por alguna de las modalidades del acto jurídico, tales como el cargo, en donde el comodatario se obliga a la realización de un hecho, ya sea en un determinado uso de la cosa dada, o en una prestación de índole precuniaria o no, a favor de

Comodato

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quien ha transmitido el derecho a de un tercero, sin constituir por ello una prestación. Sala de Derecho Constitucional y Social Per-manente de la Corte SupremaCas. Nº 1104-2005 San Martín

Contenido

El artículo 1730 del Código Civil, remitiéndonos a la primera parte del artículo 1605 del mismo cuerpo de leyes, precisa que la existencia y contenido del comodato pueden probarse por cualesquiera de los medios que permite la ley, pero si se hubiera celebra-do por escrito, el mérito del instrumento respectivo prevalecerá sobre todos los otros medios probatorios.Sala de Derecho Constitucional y Social Per-manente de la Corte SupremaCas. Nº 1104-2005 San Martín

Sobre un bien no consumible

El contrato de comodato de un bien no consu-mible, se establece por un cierto tiempo o para un cierto fin, como establece el artículo mil sete-cientos veintiocho del Código Civil y requiere su probanza como manda el artículo mil setecientos treinta del mismo Código.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 932-2000 Loreto

COMPENSACIÓNDE OBLIGACIONES

Concepto

La primera parte del artículo 1288 del Código Civil dispone que; “Por la compensación se extinguen las obligaciones recíprocas, líquidas, exigibles y de prestaciones fungibles y homogéneas, hasta donde respectivamente alcancen, desde que hayan sido opuestas la una a la otra”. La compensación es uno de los medios extintivos de las obligacio-nes, la doctrina autorizada señala al respecto que “cuando una persona es deudora y acreedora a un mismo tiempo de otra, pone por así decirlo en los platillos de la balanza, en uno la deuda y en el otro el crédito y si los encuentra de igual peso

ofrece a la parte contraria o pide al Juez considere ambos extinguidos, el uno con el otro, en virtud de la compensación” (Giorgi, citado por Caseaux y Trigo Represas) [OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario. “Tratado de las obli-gaciones”. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Tomo IX. Vol. XVI, p. 20]. Para que las obligaciones se extingan por compensación es necesaria la concurrencia de los requisitos que la ley civil exige, tales como: a.- Que las obligaciones sean recíprocas, es decir la com-pensación opera en tanto cada uno de los sujetos de la relación obligatoria ocupa simultáneamente la parte acreedora respecto de uno o más créditos y la parte deudora en relación a otro u otros créditos; b.- Que las obligaciones sean líquidas, es decir cuando los sujetos de la relación obligatoria conocen con certeza la cuantía de su objeto. En ese sentido, “la liquidez de una deuda resulta de la certidumbre de su existencia y su cuantía. Aclarando el concepto, precisa que una deuda es cierta en cuanto a su exis-tencia cuando no es discutida en juicio y es cierta respecto de su cuantía cuando se sabe a cuánto asciende sin necesidad de liquidaciones previas. Y añade, en otros términos que una deuda es líquida cuando de manera explícita y clara se sabe qué, cuánto y cómo se debe” (José Cubides Camacho) [Op. Cit., p. 54], c.- Que las obligaciones sean exi-gibles, que se traduce en la facultad del acreedor a requerir al deudor en la vía judicial o extrajudicial el cumplimiento de la obligación a su cargo; y d.- Que las prestaciones sean fungibles y homogéneas, lo que importa que ambas deudas deban referirse a bienes u objetos fungibles entre sí y respecto a la homogeneidad, implica que exista equivalencia de calidad entre los objetos de ambas pretensiones. Es que “la exigencia de que ambas obligaciones sean de bienes fungibles de igual género y calidad se explica porque la compensación no es una permuta sino una suerte de doble pago. Cada acreedor debe recibir lo que él mismo debe, ya que nadie puede ser obligado a recibir en pago una cosa distinta a la que se le adeuda” (Cubiedes) [Op. Cit, p. 74].Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 2842-2008 Lima

Compensación de Obligaciones

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COMPETENCIA

Concepto

El artículo ciento treintinueve inciso tercero de la Constitución Política del Estado consagra el derecho al juez natural, el cual es determinado de acuerdo a las reglas de la competencia señaladas en el ordenamiento jurídico procesal pertinente, a efectos de garantizar que los justiciables sean so-metidos a un procedimiento adecuado y rodeado del derecho al debido proceso; (...) en ese senti-do exige que la jurisdicción y competencia del Juez sean predeterminadas por la ley, la que debe necesariamente determinarse con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose de que nadie puede ser juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc, y que estas reglas de compe-tencia, objetiva y funcionalmente sean previstas en una Ley Orgánica, conforme se desprende de la interpretación sistemática de los artículos ciento treintinueve inciso tercero y ciento seis de la Constitución Política del Estado; concordan-te con lo establecido en el articulo octavo de la Convención Americana de Derechos Humanos que señala “tribunal independiente e imparcial”.Sala de Derecho Constitucional y Social Tran-sitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1302-2006Lambayeque

Competencia judicial en el amparo

En la doctrina jurisprudencial de este Tribunal se tiene expresado que no forma parte del contenido constitucionalmente protegido del derecho a la jurisdicción predeterminada por ley los proble-mas vinculados con la determinación de la com-petencia territorial, cuantía, turno, grado, etc., de un juez. Así, por ejemplo, en la Resolución 5397-2005-PA/TC, este Tribunal declaró que (...) mediante el derecho a la jurisdicción predeterminada por la ley se garantiza que el juzgamiento de una perso-na o la resolución de una controversia determina-da, cualquiera sea la materia, no sea realizada por “órganos jurisdiccionales de excepción” o por

“comisiones especiales creadas al efecto, cual-quiera sea su denominación”, sino por “un juez o un órgano que ejerza potestad jurisdiccional”, cuya competencia haya sido previamente deter-minada por la ley; es decir, que el caso judicial sea resuelto por un juez cuya competencia ne-cesariamente deba haberse establecido en virtud de una ley con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose de ese modo que nadie sea juzga-do por un juez ex post facto o por un juez ad hoc (Cf. STC 1076-2003-HC/TC, 0290-2002-HC/TC; 1013-2003-HC/TC, entre otras) [RTC 5397-2005-PA/TC, Fundamento Jurídico Nº 3º]. Posteriormente, se expresó: Que dentro del contenido esencial del derecho el juez natural constitucionalmente protegido por el amparo, ciertamente no se encuentra la determinación de la competencia territorial de un juez o en general los conflictos de competen-cia jurisdiccional en razón de cualesquiera de los criterios legalmente contemplados por el ordena-miento procesal (cuantía, turno, grado, etc). Ello es así por cuanto el derecho constitucional que se alega no es el derecho al juez “determinado”, sino como se expresa en el referido inciso 3), del artículo 139º de la Constitución, al juez “prede-terminado” es decir, aquel señalado en la ley. Por ello, el sufijo “pre” -de evidente connotación temporal- tiene la propiedad de modular los al-cances, la finalidad y el interés que mediante este derecho se persigue proteger. De modo que la di-lucidación de la competencia de un juez en fun-ción del domicilio del demandado o por el lugar donde se encuentra el bien en controversia, (...) al no formar parte del contenido esencial cons-titucionalmente garantizado, es una atribución que le corresponde determinar a la jurisdicción ordinaria, sin posibilidad de que ésta se pueda cuestionar en sede de la justicia constitucional de la libertad [RTC 5397-2005-PA/TC, Fundamento Jurídico Nº 4º]. Sobre el particular, el Tribunal observa que el artículo 51º del Código Procesal Constitucional establece que:

Competencia

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“Son competentes para conocer del proceso de amparo, a elección del demandante, el Juez ci-vil del lugar donde se afectó el derecho, o donde tiene su domicilio el afectado, o donde domicilia el autor de la infracción.

Si la afectación de derechos se origina en una re-solución judicial, la demanda se interpondrá ante la Sala Civil de turno de la Corte Superior de Justicia respectiva, la que designará a uno de sus miembros, el cual verificará los hechos referidos al presunto agravio.

La Sala Civil resolverá en un plazo que no ex-cederá de cinco días desde la interposición de la demanda” El Tribunal reitera, asimismo, que en su jurispru-dencia sobre el artículo 51º del Código Procesal Constitucional y, antes, sobre el artículo 29º de la Ley Nº 23506 -que también establecía un ré-gimen semejante-, siempre se ha considerado que el régimen de competencia previsto en el segun-do párrafo del Código acotado es exclusivo del amparo contra resoluciones judiciales, y que éste no se extiende, por analogía, a ningún otro acto reclamado, incluso si éste último es expedido en procedimientos de naturaleza jurisdiccional (como el amparo electoral) o en otros de natura-leza análoga (como es el caso de los actos dicta-dos por tribunales administrativos o arbitrales). Así, por ejemplo, en materia de amparo contra resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones, este Tribunal ha considerado la validez de la re-lación jurídico procesal iniciada ante el Juez de Primera Instancia de la estructura orgánica del Poder Judicial, dando por sobreentendido que la competencia diferenciada prevista por los antes referidos preceptos legales, sólo son aplicables cuando se cuestionan resoluciones emanadas en un proceso seguido ante el Poder Judicial [Cf., por último, la STC 2730-2006-PA/TC]. No ha sido ajena a este Tribunal la preocupación por la inexistencia de reglas ad hoc de competen-cia judicial, por ejemplo, en materia de amparo

electoral, dados los riesgos que podrían generarse en determinados supuestos para la continuidad del proceso electoral y para los principios constitucio-nales que con él se encuentran involucrados [STC 5854-2005-PA/TC, Fundamento Jurídico Nº 39]. No obstante, y aun con todos los riesgos que enton-ces se advirtieron en el caso del amparo electoral, la jurisprudencia del Tribunal es unánime en con-siderar que las reglas de competencia establecidas para el amparo contra resoluciones judiciales no son aplicables al caso del amparo electoral. Tribunal ConstitucionalExps. 6149-2006-PA/TC y 6662-2006-PA/TC LimaMinera Sulliden Shahuindo S.A.C. y Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.

Competencia funcional

La competencia funcional se basa en las funcio-nes que el ordenamiento jurídico establece para los jueces de distinta jerarquía dentro del pro-ceso; por tanto, si bien constituye una facultad de las instancias de mérito evaluar y declarar en cada caso concreto la existencia o no de la com-petencia funcional, también lo es, que dicha de-claración tiene que estar fundada en ley expresa, en mérito al principio de legalidad. Sala de Derecho Constitucional y Social Corte Suprema de JusticiaCas. N° 677-2007Lima

Competencia jurisdiccional

La ley peruana reconoce la autonomía de las partes para decidir qué autoridad resolverá even-tuales conflictos entre ellas. Sin embargo, dicha autonomía se encuentra limitada cuando se trata de materias en las cuales el ordenamiento jurí-dico establece una competencia jurisdiccional exclusiva y obligatoria.

El artículo 25º del Código Procesal Civil contem-pla la posibilidad de la prórroga convencional de la competencia territorial entre jurisdicciones inter-nas, estableciendo que las partes pueden convenir

Competencia

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por escrito someterse a la competencia territorial de un Juez distinto al que les correspondería, salvo que la ley la declare improrrogable. Si bien esta norma consagra la validez de pactos de prórroga de competencia, ella se refiere a la competencia entre jurisdicciones territoriales internas, no a la competencia de fueros internacionales.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0335-2002/TDC-INDECOPIExp. Nº 553-1999/CSM-ODI-CAMARA

Competencia jurisdiccional internacional

Sobre competencia jurisdiccional internacional, el Libro X del Código Civil referido al Derecho In-ternacional Privado establece en su artículo 2060:

Artículo 2060.- La elección de un tribunal ex-tranjero o la prórroga de jurisdicción en su favor para conocer de los juicios originados por el ejercicio de acciones de contenido pa-trimonial, serán reconocidas, siempre que no versen sobre asuntos de jurisdicción peruana exclusiva, ni constituyan abuso de derecho, ni sean contrarias al orden público del Perú.

De la norma transcrita se desprende que nuestro ordenamiento concede a los particulares la potes-tad de someter sus controversias ante la autoridad de su elección, cuando se trate del ejercicio de acciones de contenido patrimonial (por ejemplo, problemas relativos a la ejecución de un contra-to), y siempre que no versen sobre asuntos de jurisdicción peruana exclusiva.

En este sentido, la elección de las partes de resol-ver sus controversias ante un tribunal de Illinois resulta válida, y las decisiones de dicho tribunal deben ser reconocidas obligatoriamente por man-dato expreso de esta norma.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0335-2002/TDC-INDECOPIExp. Nº 553-1999/CSM-ODI-CAMARA

Competencia jurisdiccional internacional en materia concursal

El régimen concursal peruano no permite que la competencia territorial interna sea prorrogada por acuerdo entre las partes5. Esto es así porque un proceso concursal involucra intereses de un colectivo de acreedores que podrían verse lesio-nados si el concurso se realizara en una circuns-cripción diferente a la del domicilio del deudor.

En nuestro ordenamiento jurídico no existe nor-ma expresa que establezca la jurisdicción inter-nacional competente en materia concursal.

Sobre la determinación de la competencia ju-risdiccional internacional en materia concursal, existe una discusión clásica entre dos concepcio-nes básicas: de un lado, el binomio conformado por los principios de unidad y universalidad (teo-ría de la extraterritorialidad de la quiebra), y de otro, los principios de pluralidad y territorialidad (teoría de la territorialidad de la quiebra).

Conforme a la teoría de la extraterritorialidad de la quiebra, los jueces del Estado en que el deudor tenga su sede social deben tener competencia ex-clusiva para declarar el inicio del procedimiento concursal. Las decisiones de tales jueces deben, además, ser reconocidas por todos los estados en que se hallen los bienes del insolvente.

De acuerdo a la teoría de la territorialidad de la quiebra, serían competentes para adoptar decisio-nes en materia concursal los jueces de los esta-dos donde el deudor posea bienes. Las decisiones que adopten dichos jueces tendrán una eficacia territorialmente limitada: desplegarán efectos solamente en el territorio del estado al que per-tenecen tales jueces, y sólo podrán afectar a los bienes que se encuentren en ese país.

Existe un criterio mixto entre ambas posiciones, denominado “teoría de los procedimientos se-cundarios de insolvencia”. Según esta teoría, es posible admitir un régimen que permite compa-tibilizar ventajas de las dos posiciones clásicas.

Competencia

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Esta teoría consiste en que junto a la quiebra principal abierta en el país de la sede o domicilio del deudor, se admita la apertura de las quiebras parciales o secundarias ante tribunales de otros estados donde se hallan bienes del deudor.

La ventaja más importante de esta teoría es que ya no interesan las grandes diferencias que pue-dan existir entre las legislaciones nacionales, ta-les como la prelación de los créditos o el objetivo principal del sistema concursal que se aplique (ya sea éste protección del crédito, conservación de las empresas, salvaguardar puestos, etc.).

Dicha teoría es coherente con lo establecido por el marco normativo nacional vigente. El Códi-go Civil, en el Libro correspondiente a Dere-cho Internacional Privado, establece como regla general en su artículo 2057 que los tribunales peruanos son competentes para conocer de las acciones contra personas domiciliadas en el te-rritorio nacional.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0335-2002/TDC-INDECOPIExp. Nº 553-1999/CSM-ODI-CAMARA

COMPETENCIA DESLEAL

Explotación indebida de la reputación ajena

La configuración de un acto de competencia des-leal en la modalidad de explotación indebida de la reputación ajena prevista en el artículo 14º del Decreto Ley 26122 requiere que a través de la rea-lización de una determinada conducta se explote la reputación industrial, comercial o profesional adquirida por otro agente en el mercado. Bajo esta figura, el infractor se aprovecha indebidamente de las ventajas de la reputación, mediante el empleo de una estrategia de identificación que permite asociar la iniciativa ajena con sus productos.

La reputación empresarial es el reflejo de las efi-ciencias económicas que logra un agente en el mercado a lo largo del desarrollo de su actividad

empresarial. Construir una buena reputación en el mercado cuesta, pues implica desarrollar estra-tegias comerciales diversas, como promociones, control de calidad, entre otras. En ese contexto, si otro competidor simplemente “parasitara” la reputación del agente posicionado sin incurrir en costo alguno, éste tendría menos incentivos para desarrollar un producto de determinada calidad que satisfaga a los consumidores. Es por ello que la legislación reprime que la reputación empre-sarial desarrollada por un agente sea aprovecha-da indebidamente por otros concurrentes que no han obtenido por medios similares este prestigio o posición en el mercado.

Proteger la reputación generada por un concurren-te en el mercado resulta también relevante por-que reduce los niveles de asimetría informativa entre consumidores y productores. Ciertamente, la reputación empresarial brinda indicios acerca de una calidad uniforme de un producto. Es por ello que una vez generada cierta reputación, los consumidores reducirán los costos de búsqueda de información acerca de la calidad del bien, pues sabrán qué estándar guarda determinado producto con el solo hecho de saber su origen empresarial. De tal manera, si se permitiera que un competidor se aprovechara indebidamente de esta reputación, probablemente los consumidores -al verificar que el producto no guarda el mismo estándar de siem-pre- reducirían su confianza en la capacidad infor-macional de esta reputación empresarial.

Para la configuración de un acto de competencia desleal en la modalidad de explotación indebi-da de la reputación ajena se requiere: (i) la pre-existencia de una reputación asociada a un bien, servicio, marca o algún aspecto de la actividad empresarial de un agente económico, que resulte identificable para los consumidores; y, (ii) una conducta que explote esta reputación por medios distintos a la eficiencia económica.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaResolución 0988 -2009/SC1-INDECOPIExpediente 128-2008/CCD

Competencia Desleal

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COMPETENCIA PROHIBIDA

Concepto

La competencia prohibida únicamente se configura en aquellos casos donde la ilicitud se encuentra en el solo hecho de concurrir al mercado, es decir, cuan-do excepcionalmente el ejercicio de la iniciativa pri-vada se encuentra vedado por el ordenamiento.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0493-2004/TDC/INDECOPIExp. Nº 024-2004/CCD

Ámbito de aplicación

La competencia prohibida es una situación excep-cional que no se encuentra dentro del ámbito de aplicación de la Ley sobre Represión de la Compe-tencia Desleal. Para que se configure la competen-cia prohibida, la sola concurrencia en el mercado debe encontrarse negada y ser ilícita, no teniendo relevancia si la actividad realizada en el mercado se encuentra ajustada o no a la buena fe comercial.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0493-2004/TDC/INDECOPIExp. Nº 024-2004/CCD

Autorización legal

La concurrencia en el mercado sin las autori-zaciones legales correspondientes no constituye competencia prohibida, sino que configura com-petencia desleal en la modalidad de violación de normas, cuando la ventaja competitiva obtenida es significativa. Lo ilícito no es el hecho de con-currir en el mercado sino la obtención de una ventaja competitiva significativa indebida deri-vada de no sujetarse al marco legal vigente.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la CompetenciaRes. Nº 0493-2004/TDC/INDECOPIExp. Nº 024-2004/CCD

COMPRAVENTA

Concepto

El contrato de compraventa es un documento consensual que no requiere de ninguna formali-dad para su validez.Cas. Nº 3630-02Arequipa

El contrato de compraventa es uno con presta-ciones recíprocas que deben de cumplirse simul-táneamente, por el cual el vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al comprador y éste a pagar el precio en dinero.Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 1252-99

Formalidad

En cuanto a la aplicación del inciso 6° del artí-culo 219 del Código Civil al caso de autos, sería menester que la celebración del contrato de com-praventa esté sometido a formalidad bajo sanción de nulidad, sin embargo, el artículo 1529 del Código Civil que define al contrato de compra-venta y siguientes, no estipulan formalidad bajo sanción de nulidad, siendo que, en consecuencia, resulta aplicable el artículo 143 del Código Civil en cuanto precisa que cuando la ley no designe una forma específica para un acto jurídico, los interesados pueden usar lo que juzguen conve-niente. Consecuentemente, la incorrección en la forma solamente puede atacar al documento, mas no al contrato en sí, el mismo que no requiere de forma determinada para su validez. Por lo tanto, en este extremo también resulta infundado el Re-curso de Casación.Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1765-97 Junín

No debe confundirse el contrato con el documen-to que sirve para probarlo, pues la compraven-ta por ser contrato consensual se forma por el acuerdo de las partes en la cosa y en el precio, y esto puede constar en un documento privado o en uno público, lo que no incide sobre la substancia

Compraventa

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del contrato ni sobre las obligaciones emergentes por su carácter de sinalagmático, que las partes deben cumplir.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 2654-98

Compromiso de contratar

El compromiso de contratar un contrato definiti-vo de compraventa crea la obligación de celebrar este contrato el cual, a su vez, crea la obligación de transferir la propiedad de un bien y la obliga-ción de pagar su precio en dinero.

(...) en consecuencia, el pago de una parte del precio importa la ejecución del contrato definiti-vo, por cuanto en el contrato preparatorio sólo se determinan los elementos esenciales del contrato definitivo.

(...) además las partes en un compromiso de con-tratar un contrato definitivo de compraventa no se denominan comprador ni vendedor, por lo que se referencia en la sentencia impugnada no hace sino reafirmar la tesis de que en el caso de autos se está ante un contrato definitivo de compraven-ta y no ante un contrato preparatorio.Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1751-97 Junín

Elementos

Los elementos para su configuración son: el bien ob-jeto de venta, el acuerdo del vendedor de transferir su propiedad, el acuerdo del comprador en adquirirla, la estipulación del precio y la forma de pago.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 1336-2007 Lima

COMPROMISO DE CONTRATARConcepto

El compromiso de contratar las partes se obligan a celebrar en el futuro un contrato específico cu-

yos elementos esenciales proceden a identificar de antemano.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. Nº 4154-06Santa

COMUNIDAD DE BIENES Unión de hecho

Concepto

Tratándose de un bien inmueble que ha sido ad-quirido durante la vigencia de la unión de hecho o concubinato, antes de enmarcarlo dentro del ámbito de la copropiedad, debe tenerse en cuen-ta que goza de la protección que le da el artículo quinto de la Constitución Política del Estado, que les reconoce efectos personales y patrimoniales al originarse una comunidad de bienes que se sujeta a las disposiciones del régimen de la sociedad d gananciales en lo que le resulta aplicable; lo que también ha sido desarrollado en el artículo tres-cientos veintiséis del Código Civil, en cuanto establece: “La unión de hecho, voluntariamente realizada mantenida por un varón y una mujer, libres de impedimento matrimonial para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejanzas a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable siempre que dicha unión haya durado por lo menos dos años continuos”; (...) la atribución que dicha norma sustantiva le ha dado a las uniones de hecho corresponde a la es-fera patrimonial, de allí que expresa taxativamente que ellas originan una sociedad de bienes que se sujetan al régimen de la sociedad de gananciales, en lo que le corresponde; y, tan es así, que esta unión puede terminar por decisión unilateral, lo que no sucede con el patrimonio, cuyo vínculo se disuelve sólo por el divorcio; de allí que el concu-binato requiera de una previa declaración judicial de su existencia para disponer de su patrimonio.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de JusticiaCas. N° 2684-2004Loreto

Compromiso de Contratar

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CONCEBIDO

Tratamiento del concebido en el ordenamiento jurídico peruano

El Código Civil de 1852, siguiendo una corriente trazada ya desde el Derecho romano, establecía en su artículo 1° que “El hombre, según su estado natural, es nacido o por nacer”, y en el artículo 3° que “al que está por nacer se le reputa nacido para todo lo que le favorece”; para finalmente agregar en el artículo 4° que “El nacido y el que está por nacer necesitan para conservar y trasmi-tir estos derechos que su nacimiento se verifique pasados seis meses de su concepción, que vivan cuando menos veinticuatro horas y que tenga fi-gura humana”.

El proyecto de Código Civil de 1890 era, por su parte, hasta más preciso al establecer en su artículo 149 que “el hombre, según su estado na-tural, es concebido o nacido”, agregando que “al concebido se le reputa nacido para todo lo que le favorece”. Ya el Código Civil de 1936 no utiliza el término “concebido”, como se preveía en el proyecto antes glosado, sino que establecía que “El nacimiento determina la personalidad. Al que está por nacer se le reputa nacido para todo lo que le favorece, a condición de que nazca vivo”.

El Código Civil de 1984, en su artículo 1° decla-ra que “la persona humana es sujeto de derecho desde su nacimiento”, agregando que “la vida humana comienza con la concepción”, y que “El concebido es sujeto de derecho para todo cuanto le favorece”. Por su parte, el Decreto Legislativo N.° 346 - Ley de Política Nacional de Población, establece en el artículo IV inciso I del Título Pre-liminar que “La Política Nacional garantiza los derechos de la persona humana: a la Vida” y que “El concebido es sujeto de derecho desde la con-cepción”; la Ley N.° 26842 - Ley General de Sa-lud, cuyo título Preliminar, artículo III, estipula que “toda persona tiene derecho a la protección de su salud en los términos y condiciones que establezca la ley...”, así como que “El concebido es sujeto de derecho en el campo de la salud”.

El Código Sanitario aprobado en marzo de 1969 mediante Decreto Ley N.° 17505, establecía en su artículo 17° que “Con la concepción comienza la vida humana y nace el derecho a la salud. El cuidado de la salud durante la gestión comprende a la madre y al concebido”; agregaba también (artículo 31°) que “Al niño desde la concepción hasta la adolescencia le corresponde un esmerado cuidado de la salud...”; de otro lado, en el artículo 113° estipulaba que “Las acciones de salud com-prenden al hombre desde la concepción hasta la muerte y deben ejercitarse en todas las etapas de conforman su ciclo vital”.

El derogado Código de los Niños y Adolescentes aprobado por Decreto Ley N.° 26102, en el artí-culo I del Título Preliminar definía: “Se considera niño a todo ser humano desde su concepción has-ta cumplir los 12 años de edad y adolescente des-de los 12 hasta cumplir los 18 años de edad”; y, en cuanto a los derechos, señalaba en su artículo 1° que “Todo niño y adolescente tienen derecho a la vida desde el momento de la concepción. El presente Código garantiza la vida del concebido, protegiéndolo de experimentos o manipulaciones genéticas contrarias a su integridad y desarrollo físico o mental”. Ambas disposiciones se repiten prácticamente de manera literal en el vigente Có-digo de los Niños y Adolescentes aprobado por Ley N.° 27337.

Tanto por la normativa internacional como la na-cional (constitucional como infraconstitucional) resulta evidente que la vida es protegida desde la concepción; siendo ésta, por lo menos desde la perspectiva del Derecho aplicable a nuestro país, una cuestión ya determinada, y sobre la cual no tendría utilidad hacer en este momento disquisi-ciones mayores.

Aun así, y he ahí una de las claves de la con-troversia, del conjunto de normas anotadas, que por cierto no agotan a todas las que en nuestro ordenamiento hacen referencia a la vida y su protección jurídica desde la concepción, se apre-cia que ninguna de ellas explica o define en qué momento del proceso vital se produce la concep-

Concebido

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ción. Sin embargo, debe remarcarse que sí existe una norma, actualmente vigente, que de alguna manera compromete su posición respecto al mo-mento desde el cual se debe brindar atención y protección al ser humano, fijándolo en este caso a partir de la fecundación.

Se trata del documento denominado “La Salud Integral; Compromiso de Todos - Modelo de Atención Integral de Salud”, aprobado por Re-solución Ministerial N.º 729-2009-SA/DM de 20 de junio de 2003, como “marco conceptual referencial que establece las acciones y estra-tegias para garantizar la satisfacción de las ne-cesidades de salud de las personas, la familia y la comunidad”(resaltado nuestro). En este do-cumento, cuyo cumplimiento e implementación corresponde tanto a la Dirección General de Salud de las Personas como a las Direcciones Regionales y Sub Regionales de Salud, se dis-pone entre otros aspectos, la implementación de programas de Atención Integral, y para ello, el punto 1.1 “Grupos Objetivo para los Programas de Atención Integral” prevé que “Cada Progra-ma de Atención Integral de Salud por Etapa de la Vida, contiene un grupo objetivo diferenciado por cada etapa de vida los cuales se constituyen de la siguiente manera: *Programa de Atención Integral de Salud del Niño, que comprende desde la fecundación hasta los 9 años...” (resal-tado y subrayado nuestro). La misma disposición señala la necesidad de que cada programa a fin de optimizar la atención se divida en sub grupos por etapas de la vida; y, en lo que corresponde a los niños, establece como el primero de ellos al de “Niño por nacer: desde la fecundación hasta antes del nacimiento” (resaltado y subrayado nuestro). En el anexo 2 del mismo documento se establecen los “Cuidados Esenciales para los Programas de Atención Integral de Salud por Etapas de la Vida”, el cual en el punto denomi-nado “Atenciones Individuales Específicas del Niño. Estimulación Prenatal y Temprana” prevé lo siguiente: “Atención periódica durante la ges-tación, a fin de estimular el desarrollo psicoafec-tivo del niño. Conjunto de procesos y acciones

que potencian y promueven el desarrollo físi-co, mental, sensorial y social del ser humano desde la fecundación hasta el nacimiento...” (resaltado y subrayado nuestro).Tribunal ConstitucionalExp. Nº 02005-2009-PA/TCLimaONG “Acción de Lucha Anticorrupción”

El concebido para la doctrina jurídica

Es importante, en primera instancia, indagar cómo ha sido entendido el término concepción en el mundo jurídico a través de los diccionarios jurídicos; por lo que se recurrirá a uno histórico de nuestro país y a dos de los más usados en el mundo hispano: los diccionarios de GARCÍA CALDERÓN, CABANELLAS y OMEBA, res-pectivamente. Es así que estas fuentes definen el término concepción de la siguiente manera:

(i) “Unión de los materiales suministrados por ambos sexos en el acto procreativo, para la formación de un nuevo ser”, y se remite, entre otros al término preñez [GARCÍA CALDE-RÓN, Francisco. Diccionario de la Legisla-ción Peruana, tomo I. Lima: Grijley, edición en facsímil de la segunda edición, 2003, p. 501]. En cuanto a esta última palabra, indica: “Se llama preñez o preñado el estado de una mujer que ha concebido un hijo...” [Op. cit. Tomo II, p. 1571].

(ii) “El acto de la fecundación y comienzo del proceso vital”. Se agrega que fisiológica-mente “La concepción se efectúa en el mo-mento en el cual la cabeza del espermatozoi-de penetra en el óvulo. La concepción no es inmediata a al cópula carnal; pues a veces puede transcurrir algún tiempo desde ésta al instante en que el espermatozoide, o elemen-to masculino, fecunda el óvulo o elemento femenino”. En cuanto al aspecto estricta-mente jurídico señala que “Desde la concep-ción en el seno materno comienza la exis-tencia de las personas...” [CABANELLAS, G. Diccionario Enciclopédico de Derecho

Concebido

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Usual, Tomo II. Buenos Aires: Heliasta, 16° edición, 1981, p. 253].

(iii) “Del latín (concepto-ónis). Acción y efecto de concebir. Biológicamente es el momento de fecundación del óvulo, que determina en el orden jurídico, el comienzo de la existencia de la persona” [Enciclopedia Jurídica Ome-ba, Ed. Bibliográfica Argentina, sine data, Tomo III, p. 578].

Dentro del campo jurídico, como se encuentra glosado supra, si bien se reconoce reiterada-mente al concebido como sujeto de derechos, la normativa no define ese estado, salvo un caso en el que, como se ha señalado, expresamente se inclina a considerar a la vida como un proce-so que se inicia con la fecundación. Dentro de esa situación de controversia anotada, es posible identificar:

(i) Un importante grupo de juristas que se han pronunciado a favor de ubicar la concepción en la etapa de la fecundación y específicamen-te a partir de la fusión de los pronúcleos y la formación de la nueva célula distinta a la que le dieron origen. Entre ellos se encuentran, sólo para citar a los peruanos, MARCIAL RUBIO CORREA, CARLOS FERNÁNDEZ SESSAREGO Y ENRIQUE VARSI ROSPI-GLIOSI, reconocidos juristas y especialis-tas en derecho constitucional, derecho civil y derecho genético, respectivamente. Esta posición considera que toda la información constitutiva del nuevo ser ya está contenida en esa primera y única célula; ella contiene el código de la vida que igualmente se en-cuentra en cualquier ser humano nacido. Todo lo que le ha de permitir evolucionar, toda la información necesaria y a la vez suficiente que define las características de un nuevo ser humano, único e irrepetible, surge de la unión de los 23 cromosomas femeninos con los 23 masculinos. Es un ser humano en una etapa inicial y en proceso de desarrollo, pero ello no debe implicar que se le condicione o niegue

la titularidad de los derechos que surgen de su propia naturaleza, menos aún el de la vida, que es el presupuesto para el goce de todos los demás. De otro lado, condicionar los de-rechos dependiendo de la edad o de la etapa de desarrollo implicaría una vulneración del principio derecho de igualdad, reconocido tanto por nuestra constitución como por to-dos los tratados internacionales de derechos humanos.

(ii) Por su parte, se encuentran aquellos que con-sideran la anidación del óvulo fecundado en el útero materno como el inicio de la vida huma-na, la gestación y por ende el embarazo de la mujer. Entre ellos se encuentran LUIS BRA-MONT ARIAS, LUIS BRAMONT-ARIAS TORRES, RAÚL PEÑA CABRERA, LUIS ROY FREIRE, FELIPE VILLAVICENCIO TERREROS Y JOSÉ HURTADO POZO, to-dos juristas reconocidos en el ámbito penal, siguiendo así la corriente mayoritaria en este campo del Derecho.

Corresponde a la ciencia describir y explicar el proceso de reproducción humana y cada una de las etapas del íter vital del ser humano; y, sobre esa base, apoyándose en lo que la ciencia médica señala, correspondería al mundo jurídico resolver las controversias que se le presenten. Como la ciencia médica se encuentra dividida, y no puede arribar a una respuesta definitiva, el mundo jurí-dico también se encuentra dividido. Es por ello que, para la solución del presente caso, adquieren singular relevancia algunos principios de inter-pretación de los derechos fundamentales, como el pro homine y el favor débilis.Tribunal ConstitucionalExp. Nº 02005-2009-PA/TCLimaONG “Acción de Lucha Anticorrupción”

El concebido como sujeto de derecho

El primer párrafo del artículo primero del Código Civil establece, en efecto, que la persona humana es sujeto de derecho desde su nacimiento; empero,

Concebido

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a continuación, su segundo párrafo, refiere que la vida humana comienza con la concepción, que el concebido es sujeto de derecho para todo cuanto le favorece, y que la atribución de derechos pa-trimoniales está condicionada a que nazca vivo. Como puede advertirse, de primera intención, el legislador se acoge a la corriente clásica que esti-ma que es sujeto de derecho el nacido vivo, pero a continuación señala que también lo es el conce-bido, a condición de que nazca vivo, ello porque a partir del nacimiento la persona puede ejercer a plenitud el pleno goce de sus derechos civiles, y mientras esto no ocurra sólo puede gozar de dere-chos limitados. Particularmente, nuestra doctrina entiende que el concebido es un sujeto de de-recho privilegiado, por cuanto la ley le atribuye sólo lo que le favorece, y tratándose de derechos pecuniarios (patrimoniales) su concreción sólo tendrá lugar a condición de que nazca con vida; ergo, tratándose de derechos extrapatrimoniales no existe condición alguna que impida el goce de los mismos. Así lo entiende Luz Monge Talavera cuando, al comentar los alcances del artículo en comento, señala: “la expresión para todo cuan-to le favorece es invocada tradicionalmente para reservar al concebido derechos patrimoniales, como por ejemplo derechos sucesorios, donacio-nes, legados o indemnizaciones. Sin embargo, los derechos patrimoniales no se concretizan an-tes del nacimiento. El artículo primero supedita la atribución de derechos patrimoniales a la con-dición del nacimiento con vida”. (Código Civil comentado por los cien mejores especialistas; Tomo I. Primera edición, Lima, Gaceta Jurídica, dos mil tres; página noventa y siete). En otras pa-labras, para el artículo primero del Código Civil rige la condición suspensiva de la efectividad de derechos patrimoniales, lo que no significa que aquellos derechos no existan para el concebido, sino que antes de que se produzca el hecho del nacimiento con vida, aquel concebido no tiene capacidad para recibir, verbi gratia, donaciones, legados o indemnizaciones, pero una vez nacido tiene derechos a recibirlos. Ejemplo ilustrativo es el que resalta la autora citada respecto del dere-cho indemnizatorio que asiste al concebido: “...si

durante la gestación el concebido sufre un trau-matismo a causa de un tercero, tendrá derecho a una indemnización por el daño sufrido en útero si nace vivo”. (ob. Cit., página noventa y ocho).Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 1802-2007 Cajamarca

CONCENTRACIÓN DEEMPRESAS Concepto

Los actos de concentración comprendidos en el ámbito de aplicación de la Ley de Concentracio-nes son, entre otros, aquellos que tengan como efecto una modificación permanente de la estruc-tura de control de las empresas participantes que, no obstante realizarse en el extranjero, involucran directa o indirectamente a empresas que desarro-llan actividades en el territorio nacional, y que se encuentren dentro de los umbrales establecidos. En aquellos casos, si no mediara la aprobación de la Comisión, los actos de concentración no podrán realizarse ni tendrán efecto legal alguno.

En consecuencia, aquellas empresas que preten-dan realizar un acto de concentración, en la situa-ción antes descrita, deberán solicitar a la Comi-sión una autorización previa, estando impedidas de efectuar el acto antes de la aprobación de la Comisión, conforme lo establece el artículo 3 de la Ley de Concentraciones.En caso contrario, serán susceptibles de sanción, conforme lo establece el artículo 6 del mismo dispositivo legal.Comisión de Libre Competencia de INDECOPIExpediente 010-2009/CLC001-2010/CLC-INDECOPI

CONCESIÓN Naturaleza jurídica

La naturaleza de la concesión mantiene una re-lación unívoca con la naturaleza misma de los recursos sujetos a explotación minera, puesto que se trata de recursos naturales renovables y no re-novables cuya titularidad la ejerce la Nación, en

Concentración de Empresas

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tanto que el Estado es soberano en su aprovecha-miento. Por ello, su apropiación y utilización no están sometidas a la libre empresa, “(...) que par-te de la iniciativa de sus respectivos propietarios en la correspondiente explotación y se ordena sobre fórmulas de transmisión total o parcial de derechos o de los productos respectivos según el Derecho Privado” [García De Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo, Tomo II. Madrid: Civitas, 1981, p. 134]. Ningún privado puede utilizar dichos recursos sin una previa concesión administrativa, “(...) la cual se otorgará con fines distributivos de recursos de alta significación económica y social, desde la perspectiva de su mejor utilización social” [Gar-cía De Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo, Tomo II. Madrid: Civitas, 1981, p. 134].

La primera disposición del artículo 66º de la Constitución Política, que establece que “Los re-cursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento”, es el punto de partida del análisis que ha continuación se efectuará, a fin de establecer la naturaleza y el régimen jurí-dico que les corresponde a los recursos naturales en su condición de patrimonio nacional.

Los recursos naturales renovables y no renova-bles, al ser bienes que integran el dominio público cuyo titular es la Nación -no son objeto de un de-recho real de propiedad en el sentido civilista del mismo- configuran lo que se denomina una “pro-piedad especial” [Empleamos el término “propie-dad” entre comillas, para establecer un punto de partida de análisis, que luego nos permitirá abor-dar la naturaleza paralela pero no esencialmente similar de ambas instituciones: la propiedad pri-vada y el dominio público, en la medida que éste último está sometido a un régimen exorbitante del civil]. Esta se caracteriza por estar sometida a una normativa específica de Derecho Público, que consagra su indisponibilidad, dada su natura-leza de inalienable e imprescriptible, a tenor del

artículo 73° de la Constitución Política del Perú, quedando, en consecuencia, excluida del régimen jurídico sobre la propiedad civil. Para ejercer un control de constitucionalidad acorde con las instituciones y valores consagra-dos por la Constitución, este Tribunal considera necesario enfatizar que existe un régimen jurídi-co propio y autónomo de los bienes objeto del dominio público, que no se funda en la idea de un poder concreto sobre las cosas en el sentido jurídico-civil y, por tanto, de señorío. En el caso, se está ante un dominio público que si bien mantiene alguna conexión con el sentido privatista de la propiedad, no presenta un haz de contenidos cuyas categorías sean del Derecho Ci-vil. Enfocarlo de modo contrario implicaría sos-layar su esencia, dados los deberes primordiales del Estado establecidos en el artículo 44º de la Constitución. El crecimiento económico y el fo-mento de la inversión son bienes que merecen protección constitucional siempre que manten-gan un equilibrio dinámico con la conservación de los recursos naturales, el medio ambiente y el desarrollo integral de la persona humana.

El Estado no ostenta una situación subjetiva de propietario de los recursos naturales que le otorgue una serie de potestades exclusivas sobre dichos bienes en concepto de dueño, pues tales facultades se inspiran en una concepción patri-monialista del dominio privado. Al respecto, el Tribunal Constitucional Español, en la STC 227/1988, de fecha 29 de noviembre, (Funda-mento 14) con criterio esclarecedor formula lo siguiente: “(...) en efecto, la incorporación de un bien al dominio público supone no tanto una for-ma específica de apropiación por parte de los po-deres públicos, sino una técnica dirigida primor-dialmente a excluir el bien afectado del tráfico jurídico privado, protegiéndolo de esta exclusión mediante una serie de reglas exorbitantes de las que son comunes en dicho tráfico iure privato”.

El estatuto subjetivo constitucional del Estado -como personificación jurídica de la Administra-

Concesión

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ción- frente a los bienes dominiales será el de un deber de garantía, protección y aprovechamien-to del patrimonio de la Nación, consistente en asegurar la afectación íntegra de dichos bienes para promover el bienestar general que se funda-menta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación, de conformidad con el artículo 44° de la Constitución. Voluntad constituyente que encuentra su soporte legislativo en la primera parte del artículo 4° de la Ley Nº 26821, que señala que: “Los recursos naturales mantenidos en su fuente, sean estos re-novables o no renovables, son Patrimonio de la Nación”. Son los frutos o los productos -como en este caso el producto minero- los que sí pueden ser objeto de dominio privado por parte de los titulares de los derechos concedidos sobre ellos. Por ello es que el artículo 66°, in fine, de la Cons-titución, reconoce que “La concesión otorga a su titular un derecho real”, que, sin embargo, dada la especial naturaleza del objeto sobre el cual recae, no puede ejercitarse afectando los fines públicos concomitantes de dichos bienes. En igual sentido, el artículo 10° del D.S. Nº 014-92-EM, Texto Único Ordenado de la Ley General de Minería, establece que: “La concesión minera otorga a su titular un derecho real, consistente en la suma de los atributos que esta Ley reconoce al concesionario. Las concesiones son irrevocables, en tanto el titular cumpla las obligaciones que esta ley exige para mantener su vigencia.” La definición precedente es la que ahora nos permi-te abordar la naturaleza de la concesión, que es un supuesto de cesión unilateral a terceros, dispuesta por la Administración Pública, de los bienes com-prendidos bajo la esfera del dominio público.

En una economía social de mercado, la concesión es una técnica reconocida en el Derecho Admi-nistrativo, mediante la cual se atribuyen derechos a privados para el ejercicio de una actividad eco-nómica, por ejemplo sobre los recursos naturales renovables y no renovables, como potestad sobe-rana del Estado para regular su aprovechamiento.

Es, en sí misma, un título que “(...) hace nacer en la esfera jurídica de su destinatario privado dere-chos, facultades, poderes nuevos hasta entonces inexistentes (...)” [García De Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón. Curso de Derecho Administrativo, ... Op. cit., pp. 94-95]; es decir, se trata de un acto administrativo de carácter fa-vorable o ampliatorio para la esfera jurídica del destinatario, e implica la entrega, sólo en apro-vechamiento temporal, de los bienes de dominio público, estableciéndose una relación jurídica pública subordinada al interés público, y no de carácter sinalagmático. Por ello, es la declaración o autonomía de la voluntad estatal la que estable-ce la concesión para un particular. Por lo expuesto, “(...) la concesión es siempre un acto constitutivo de derechos, por el que se da al sujeto un poder jurídico sobre una manifestación de la Administración” [Mayer, Otto. Derecho Administrativo Alemán, Tomo IV. Buenos Aires: Arayu, 1951, p. 172]. Es decir, el particular, antes de que se celebre el acto de concesión, carecía absolutamente de dicha capacidad o derecho, que surge ex novo.

La concesión administrativa tiene su origen en una facultad discrecional de la Administración, que se exterioriza mediante un acto de autoridad, por el cual se decide transferir unilateralmente a los particulares que cumplan las condiciones legales y reglamentarias de la concesión determi-nadas por el Estado, el desarrollo de determinada actividad económica que tiene un carácter predo-minantemente público. La contraprestación por este acto administrativo es el denominado pago del derecho de vigencia del título que contiene el derecho otorgado en virtud de la concesión, pre-visto en el artículo 20° de la Ley N.º 26821, Ley Orgánica para el Aprovechamiento Sostenible de los Recursos Naturales. Empero, si la Administración decide dar en con-cesión la explotación de recursos naturales no renovables a un número limitado de adminis-trados para que la indicada actividad se cumpla a través del título de concesión, no supone que

Concesión

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queda anulada su injerencia ni que renuncie a sus competencias propias y exclusivas de carácter in-delegable. Por el contrario, deberá obrar por vía de limita-ción o de imposición de deberes o cargas para que dicha actividad pueda desenvolverse en el sentido que al interés público convenga, como es la protección del medio ambiente. Es decir, la acción estatal no se agota en el acto mismo de concesión, sino que se desenvuelve con especiales formas a lo largo de todo el período fija-do para el desarrollo de la actividad. El Estado no cede su ius imperium, sino que a través de la Admi-nistración realizará una intervención legítima sobre los derechos de quienes se muestran dispuestos y aptos para la explotación efectiva del recurso, con la finalidad precisamente de asegurarla. Tribunal ConstitucionalExp. N° 0048-2004-PI/TCLimaJosé Miguel Morales Dasso y más de 5000 ciu-dadanos

CONCILIACIÓN

Concepto

La conciliación es un medio alternativo de solu-ción de conflictos cuya finalidad es atenuar las diferencias entre las partes, pretendiendo con la participación de un tercero llamado conciliador, persuadir a las partes para hallar una solución.ACA N° 272 - 2001Lambayeque

Naturaleza jurídica

La naturaleza de la conciliación como un medio alternativo de solución de conflictos es que se verifique ante un tercero, que puede ser un Juez, un funcionario administrativo o una persona en particular, de acuerdo a los cuales toman las de-nominaciones respectivas de conciliación judi-cial, administrativa o privadaSala Transitoria Constitucional y Social. Apelación N° 274-2001 - Lambayeque.

Clases

La Ley Procesal del Trabajo en su artículo ciento tres distingue dos clases de concilia-ción extrajudicial: la privada y la administra-tiva. La primera, que es la que nos interesa, dispone que para adquirir validez debe ser homologada por una Sala Laboral, caso en la cual adquiere autoridad de cosa juzgada. Sin embargo, de la lectura del mismo se colige que debe efectuarse ante un conciliador parti-cular, que debe ser una persona natural o ju-rídica, ante la cual las partes voluntariamente se someten y llegan a un acuerdo, el cual debe constar por escrito.ACA N° 120 - 2002Callao

CONCUBINATO Unión de hecho

CONCURSO DE ACREEDORES

Concepto

La recurrente denuncia la inaplicación del artí-culo mil ciento treinta y cinco del Código Civil norma material que regula la concurrencia de acreedores sobre el mismo bien inmueble, es-tableciendo que “Cuando el bien es inmueble y concurren diversos acreedores a quienes el mismo deudor se ha obligado a entregarlo, se prefiere al acreedor de buena fe cuyo título ha sido primigeniamente inscrito o, en defecto de inscripción, al acreedor cuyo título sea de fecha anterior. Se prefiere, en este último caso, el tí-tulo que conste de documento de fecha cierta más antigua”. (...) La norma en mención, ubi-cado en el Título de las obligaciones de dar del Código Civil, se refiere a la prelación que tie-nen los acreedores a quienes un mismo deudor se obligó a entregar un bien inmueble, como consecuencia de una obligación de dar, la cual puede surgir, mediante un contrato de compra-venta, donación, arrendamiento, o en virtud de una ley, por lo tanto la citada norma solo ofrece

Concurso de Acreedores

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una solución obligacional al caso del concurso de acreedores.Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 3702-2007 La Libertad

CONDOMINIO Copropiedad

CONFLICTO COLECTIVO

Concepto

El artículo 28º de la Constitución garantiza el derecho de negociación colectiva, imponiéndole al Estado el deber de fomentar y de promover la concertación y los demás medios para la solución pacífica de los conflictos colectivos de trabajo.

Y es que, en un Estado social y democrático de derecho, el derecho de negociación colectiva es consustancial con el derecho de libertad sindical, toda vez que su ejercicio potencializa la actividad de la organización sindical, en tanto le permite a ésta cumplir la finalidad -que le es propia- de representar, defender y promover los intereses de sus afiliados, y hacer posible, real y efectivo el principio de igualdad de oportunidades en el trabajo.

En buena cuenta, mediante el ejercicio del dere-cho de negociación colectiva se busca cumplir la finalidad de lograr el bienestar y la justicia social en las relaciones que surgen entre empleadores y trabajadores, dentro de un espíritu de coordina-ción económica y equilibrio social.

De este modo, en algunas ocasiones, el derecho de negociación colectiva se hace efectivo a través de la celebración de acuerdos, contratos o convenios colectivos. Por dicha razón, resulta válido afirmar que la negociación colectiva constituye el medio primordial de acción de la organización sindical para la defensa y promoción de los intereses eco-nómicos y sociales que les son propios.

Y es que el ejercicio del derecho de negociación colectiva no se limita sólo a la presentación de

los pliegos de peticiones y a la celebración de convenciones colectivas, sino que incluye to-das las formas de negociación que se den entre trabajadores y empleadores y que tengan por fi-nalidad regular las condiciones de trabajo y de empleo mediante la concertación voluntaria, la defensa de los intereses comunes entre las partes involucradas en el conflicto, y la garantía de que los representantes de unos y otros sean oídos y atendidos.Tribunal ConstitucionalExp. N° 03561-2009-PA/TC

CONFLICTO DE LEYES -NORMAS

Concepto

El artículo 139º, inciso 11, de la Constitución ga-rantiza la aplicación de la norma más favorable en materia penal cuando exista un conflicto de normas. Habrá conflicto de normas en el tiempo, cuando una sucesión temporal de normas señale consecuencias distintas para el mismo hecho pu-nible. Las normas vigentes con anterioridad a la comisión del hecho no entran en el conflicto de normas, puesto que ello importaría la aplicación de normas inexistentes al momento de la comi-sión del delito, violándose el principio de lega-lidad. El conflicto temporal se da entre la norma vigente al momento de la comisión del delito y una norma posterior que, en caso de ser más fa-vorable, se aplica retroactivamente.

Cuando haya más de una norma vigente al mo-mento de la comisión del delito, por tratarse, por ejemplo, de un delito continuado, se aplicará, como norma vigente al momento de la comisión del delito, la última norma vigente durante su co-misión. Esto es así, porque la norma vigente al momento de la comisión del delito se aplica de manera inmediata.

En el caso de autos, se trata de un delito conti-nuado que fue cometido durante la vigencia de dos normas penales con consecuencias jurídicas distintas: el Código Penal de 1991 y el Decreto

Condominio

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Legislativo N.° 813. Tal como se ha establecido en los fundamentos precedentes, no se trata de un conflicto de normas en el tiempo, por lo que no es amparable la aplicación de lo dispuesto en el artículo 139º de la Constitución.Tribunal ConstitucionalExp. N° 0901-2003-HC/TC

Sucesión de leyes penales

Considerando que el caso sub exámine plantea un conflicto en la aplicación temporal de normas, este Tribunal estima pertinente formular algunas afirmaciones de principio con el propósito de orientar la absolución de controversias en cuanto al derecho a la libertad individual se refiere.

Cuando se presenta una sucesión de leyes pe-nales aplicables a un determinado supuesto de hecho en el lapso que va desde la comisión del delito hasta su enjuiciamiento y, más allá, hasta la finalización de la condena impuesta, surge la cuestión relativa a la selección de una de ellas para la resolución del conflicto planteado.

Específicamente, en el ámbito del sistema jurí-dico penal, el problema de la ley aplicable en el tiempo está supeditado a si la disposición se deriva del derecho penal material, del derecho procesal penal o del derecho de ejecución penal.

Al respecto, cabe afirmar que nuestro ordena-miento jurídico reconoce como principio general que la ley no tiene efectos retroactivos, conforme lo proclama el artículo 103°, tercer párrafo, de la Constitución Política del Perú; sin embargo, esta cláusula constitucional se encuentra matizada por el principio de favorabilidad, que establece una importante excepción en el caso de que la nueva ley sea más favorable al reo. Ello precisamente porque la prohibición de retroactividad es una prohibición garantista, y establece una prefe-rencia a las leyes que despenalizan una conduc-ta o que reducen la penalidad. De igual modo, el alcance de este principio se manifiesta en la aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o conflicto entre leyes penales,

como así lo consagra el artículo 139°, inciso 11), de la Constitución.Tribunal ConstitucionalExp. Nº 2196-2002-HC/TC

Aplicación retroactiva de las normas

La aplicación retroactiva de las normas se produ-ce cuando a un hecho, relación o situación jurídi-ca se les aplica una norma que entró en vigencia después que éstos se produjeron. Nuestro orde-namiento prohíbe la aplicación retroactiva de las normas. Como excepción a la regla se permite la aplicación retroactiva en materia penal, cuando favorece al reo. Así, el artículo 103° de la Cons-titución dispone que “Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivos, salvo en materia penal cuando favorece al reo”. Esta excepción es apli-cable a las normas del derecho penal material, por ejemplo, en caso de que, posteriormente a la comisión del delito, entre en vigencia una norma que establezca una pena más leve. El artículo 6° del Código Penal prescribe que se aplicará la nor-ma vigente al momento de la comisión del delito y, en caso de conflicto de normas penales en el tiempo, se aplicará la más favorable.

En el derecho procesal, como antes se ha señala-do, rige también la aplicación inmediata de nor-mas en tanto el proceso se desarrolla de acuerdo a las normas vigentes durante el mismo. Está prohibida la aplicación retroactiva de normas no sólo por estar prohibida constitucionalmente, sino porque debido a la naturaleza del proceso, como sucesión de actos, se debe aplicar la norma vigente al momento en que éstos se producen.

El artículo 139º, inciso 11) de la Constitución, establece que en caso de duda o conflicto de le-yes penales, se debe aplicar la norma más favo-rable. Esta regla sólo es aplicable en el derecho penal sustantivo, debido a que es en éste donde se presenta el conflicto de normas en el tiempo, es decir, que a un mismo hecho punible le sean aplicables la norma vigente al momento de la comisión del delito y la de ulterior entrada en vigencia. En ese caso, será de aplicación la re-

Conflicto de Leyes - Normas

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troactividad benigna y la aplicación de norma más favorable, conforme lo establece el artículo 103°, segundo párrafo, y 139.11 de la Constitu-ción, respectivamente.Tribunal ConstitucionalExp. N° 1300-2002-HC/TC

CONFLICTOS DE COMPETENCIA

Tipos de conflicto competencial

Conforme establece el artículo 110º del Código Procesal Constitucional (CPCo.), el conflicto competencial “se produce cuando alguno de los poderes o entidades estatales [legitimados para participar en el proceso] adopta decisiones o rehuye deliberadamente actuaciones, afectando competencias o atribuciones que la Constitución y las leyes orgánicas confieren a otro”.

El conflicto competencial, típicamente, se genera cuando más de un órgano constitucional reclama para sí la titularidad de una misma competencia o atribución (conflicto positivo), o cuando, en contraposición a ello, más de un órgano cons-titucional se considera incompetente para llevar a cabo un concreto acto estatal (conflicto negati-vo). Pero no son estos los únicos supuestos que pueden desencadenar un conflicto competencial susceptible de ser dirimido por este Tribunal, pues también cabe que se susciten los denomi-nados conflictos por omisión de cumplimiento de acto obligatorio.

En palabras de este Colegiado, “si bien es cierto que los ‘típicos’ conflictos positivo y negativo de competencia pueden dar lugar al proceso com-petencial, también lo es que cuando el artículo 110º del CPConst. establece que en éste pueden ventilarse los conflictos que se suscitan cuando un órgano rehuye deliberadamente actuaciones ‘afectando’ las competencias o atribuciones de otros órganos constitucionales, incorpora tam-bién en su supuesto normativo a los conflictos por omisión [de] cumplimiento de acto obligato-rio, pues no cabe duda de que cuando un órgano

omite llevar a cabo una actuación desconocien-do las competencias constitucionales atribuidas a otro órgano constitucional, las ‘afecta’. No se trata pues de la disputa por titularizar o no una misma competencia, sino de aquella que se susci-ta cuando, sin reclamarla para sí, un órgano cons-titucional, por omitir un deber constitucional o de relevancia constitucional, afecta el debido ejerci-cio de las competencias constitucionales de otro” [Cfr. STC 0005-2005-CC, fundamento 23].

Asimismo, este Tribunal ha desarrollado en su jurisprudencia el denominado conflicto constitu-cional por menoscabo de atribuciones constitu-cionales, el cual ha clasificado en: a) conflicto constitucional por menoscabo en sentido estricto, que se produce cuando, sin existir un conflicto en relación con la titularidad de una competencia o atribución, un órgano constitucional ejerce su competencia de un modo tal que afecta el ade-cuado ejercicio de las competencias reservadas a otro órgano constitucional; b) conflicto cons-titucional por menoscabo de interferencia, que se produce cuando los órganos constitucionales tienen entrelazadas sus competencias en un nivel tal que uno o ninguno de ellos puede ejercer de-bidamente sus competencias sin la cooperación del otro; y, c) conflicto constitucional por menos-cabo de omisión, producido cuando un órgano constitucional, al omitir el ejercicio de una com-petencia, afecta la posibilidad de que otro ejerza debidamente las suyas [Cfr. STC 0006-2006-CC, fundamentos 19 a 23].

Ahora bien, vistas con detenimiento las cosas, cabe precisar que los denominados conflictos por omisión de cumplimiento de acto obligato-rio y conflicto constitucional por menoscabo de omisión representan dos supuestos de conflicto sustancialmente idénticos, por lo que no existe mérito constitucional para diferenciarlos. Así, por ejemplo, cuando la Superintendencia de Banca y Seguros desconoció su deber de soli-citar previamente opinión al Banco Central de Reserva para la autorización o denegación de la transformación de una sucursal de empresa fi-nanciera extranjera en una empresa constituida

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en territorio peruano, omitió un acto de cumpli-miento obligatorio -es decir, omitió ejercer una competencia reglada- afectando la posibilidad de que otro órgano constitucional -a saber, el Banco Central de Reserva- ejerciera debidamente sus competencias [Cfr. STC 0005-2005-CC].

En estricto pues, no siendo el conflicto por omi-sión de cumplimiento de acto obligatorio nada distinto al conflicto constitucional por menosca-bo de omisión, y tomando en cuenta que todo conflicto por menoscabo de atribuciones consti-tucionales implica la adopción de una conducta (acto u omisión) por parte de un órgano consti-tucional que “afecta” el ejercicio adecuado de las competencias de otro, puede sostenerse que este último tipo de conflicto (el conflicto por menos-cabo de atribuciones constitucionales) -así como los conflictos positivos y negativos- también se encuentra previsto en el artículo 110º del CPCo., en tanto que, como quedó expuesto, el precepto reza que el conflicto competencial se produce “cuando alguno de los poderes o entidades es-tatales [legitimados para participar en el proce-so] adopta decisiones o rehuye deliberadamente actuaciones, afectando competencias o atribu-ciones que la Constitución y las leyes orgánicas confieren a otro” (subrayado agregado).Tribunal Constitucional Exp. N° 00001-2010-CC/TC Vicio competencial de los actos estatales y de-limitación del objeto de control en los procesos competenciales

El proceso competencial no es un proceso abs-tracto. Su objeto no es determinar la titularidad de una competencia o atribución con prescinden-cia de la existencia de una conducta (un acto o una omisión) que en concreto sea el elemento desencadenante del conflicto interórganos. Por ello, el artículo 113º del CPCo., establece que la sentencia emitida en el proceso competencial “[d]etermina los poderes o entes estatales a que corresponden las competencias o atribuciones controvertidas y anula las disposiciones, resolu-ciones o actos viciados de incompetencia. Asi-

mismo resuelve, en su caso, lo que procediere sobre las situaciones jurídicas producidas sobre la base de tales actos administrativos. Cuando se hubiera promovido conflicto negativo de compe-tencias o atribuciones, la sentencia, además de determinar su titularidad, puede señalar, en su caso, un plazo dentro del cual el poder del Estado o el ente estatal de que se trate debe ejercerlas”.

Para que resulte procedente el control constitucio-nal de un acto de un órgano constitucional en el marco de un proceso por conflicto de competen-cias o atribuciones, el vicio que en él anida debe ser de carácter competencial, es decir, debe conlle-var la afectación de las competencias o atribucio-nes constitucionales de otro órgano constitucional, sea porque es representativo de una subrogación inconstitucional en el ejercicio de dichas compe-tencias, sea porque llanamente impide o dificulta irrazonablemente su ejecución.

Si la afectación de una competencia es la ca-racterística sine qua non del vicio competencial que puede aquejar a un acto de poder, entender cabalmente cuándo se produce dicha afectación requiere introducirse en el concepto de compe-tencia.

Con relación a ello, el Tribunal Constitucional tiene expuesto que “[l]a competencia hace refe-rencia a un poder conferido por la Constitución y demás normas del bloque de constitucionalidad para generar un acto estatal” [Cfr. RTC 0013-2003-CC, considerando 10.5.]. Dicho poder se manifiesta en el ejercicio de alguna función esta-tal, sea ésta normar, llevar a cabo o ejecutar un acto administrativo, dirimir conflictos o incerti-dumbres jurídicas, o controlar. En tal sentido, el vicio competencial susceptible de ser conocido en un proceso competencial se presenta cuando un órgano constitucional se subroga inconstitu-cionalmente o afecta a otro en el ejercicio de al-guna de estas funciones.

Ahora bien, afectar el ejercicio de dichas funcio-nes es algo distinto a controlar su validez sus-

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tantiva. Lo primero incide en el ejercicio de la competencia, lo segundo incide en el contenido sustantivo del acto a través del cual se manifies-ta. Una mirada detenida en los tipos de invalidez en los que pueden incurrir los actos estatales en el marco de un Estado Constitucional, permitirá clarificar este punto.

En el ámbito de un Estado Constitucional, para que un acto sea válido, debe cumplir, esencial-mente, con tres condiciones formales y con una condición sustantiva. Las condiciones formales son: a) haber sido emitido por el órgano com-petente (condición de competencia formal); b) haberse circunscrito al ámbito material prede-terminado por el sistema jurídico (condición de competencial material); y, c) haberse observado el procedimiento preestablecido para su dicta-do (condición de procedimiento). La condición sustantiva es que el contenido del acto (lo que ordena, prohíbe o permite), resulte conforme con los derechos, valores y principios sustantivos reconocidos en la Constitución. De ello resulta que un acto puede ser válido desde un punto de vista formal e inválido desde un punto de vista sustantivo, o a la inversa.

Es evidente que las condiciones de competencia formal y las condiciones de competencia material de validez de los actos son, en cierto modo, “dos caras de la misma moneda”: si un acto incurre en un vicio de competencia formal, es porque no debió ser dictado por un concreto órgano, y ello determina que este órgano haya incurrido en un vicio de competencia material al haberse ocupa-do de una materia reservada a otro.

Pues bien, teniendo en cuenta lo expuesto y lo pre-visto en el artículo 110º del CPCo, puede concluir-se que, tratándose de actos de los órganos cons-titucionales, el proceso competencial tiene como condición necesaria de procedencia la existencia de un vicio competencial en dichos actos, es de-cir, vinculado con las condiciones de competencia formal y material para su validez constitucional, al tiempo que puede controlarse que no se afecte

la ejecución de actos por parte de otros órganos constitucionales en el marco de sus competencias constitucionales formales y materiales.

Ello, desde luego, no impide que adicionalmente pueda emitirse algún juicio contingente relacio-nado con la validez formal procedimental o con la validez sustancial del acto controlado. Empe-ro, es su vicio competencial de validez, entendi-do en los términos antes expuestos, el requisito determinante para la procedencia del proceso competencial.

Cierto es que, en última instancia, desde un punto de vista teórico, todo problema de validez jurí-dica puede ser reconducido a criterios formales, dejando de lado los criterios sustantivos. Así, por ejemplo, podría afirmarse que una ley ordinaria dictada por el Congreso que viola un derecho fundamental, en definitiva instancia, incurre en un vicio de competencia y no sustantivo, pues no se hablaría de violación, sino de mera mo-dificación o derogación en caso de que la nor-ma hubiese sido dictada por el poder de reforma constitucional conforme al procedimiento prees-tablecido.

No obstante, esta visión es ajena a la perspectiva de un Estado Constitucional, que cuenta entre sus rasgos esenciales no solo con el reconocimien-to al más alto nivel normativo de unos derechos fundamentales cuyo contenido determina la va-lidez sustantiva de toda norma o acto, sino ade-más con el reconocimiento -tal como sucede en el sistema peruano- de que el contenido esencial de dichos derechos fundamentales actúa como lí-mite sustantivo de validez de los actos del propio poder de reforma constitucional [Cfr. STC 0050-2004-PI / 0051-2004-PI / 0007-2005-PI / 0009-2005-PI, fundamentos 36 a 39].

Pero ello es una cosa, y otra, muy distinta, con-cluir que la violación del contenido sustanti-vo de la Constitución (los derechos, valores o principios reconocidos por ella), por parte de un acto estatal que cumple con las condiciones de

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competencia formal y material para su validez constitucional, pueda ser controlada a través de un proceso competencial. Ello supondría desna-turalizar la naturaleza y finalidad del proceso, previa desvirtuación del tipo de vicio que puede dar mérito a su conocimiento, a saber, el vicio competencial.

Desde luego, con lo dicho no pretende sostenerse que los vicios de validez sustantiva en los que pue-dan incurrir los actos de poder no puedan ser con-trolados por la jurisdicción constitucional. Tan solo se sostiene que dicho control, dada la naturaleza y finalidad del proceso competencial, no puede mani-festarse en su seno (cuando menos no como núcleo del análisis), debiendo ventilarse en el marco de los procesos constitucionales de control de actos (am-paro, hábeas corpus y hábeas data).Tribunal ConstitucionalExp. N° 00001-2010-CC/TC

Juez natural

Que si bien es cierto que conforme lo prevé el artículo 139.3 el derecho al juez natural preesta-blecido en la ley es un derecho fundamental y un principio de la función jurisdiccional; también lo es que el análisis de los medios procesales para definir un conflicto de competencias, así como de los criterios que deben tomarse en cuenta al definir tales conflictos por parte de los jueces del Poder Judicial, no corresponde ratione materiae al ámbito de actuación de la justicia constitu-cional. En cualquier caso mediante el proceso de amparo contra resoluciones judiciales sólo corresponde evaluar si en la definición de un conflicto de competencia o una inhibitoria, como es el presente caso, los órganos competentes han violado algún derecho de naturaleza constitucio-nal que convierta en arbitraria la definición de dicho conflicto.Tribunal ConstitucionalExp. N° 00309-2008-PA/TC

Objeto

Que no se debe perder de vista el objeto del pro-ceso competencial, según lo previsto en el artí-

culo 202º inciso 3 de la Constitución, el Tribunal Constitucional conoce los conflictos de compe-tencia, (...) asignadas por la Constitución, confor-me a ley; y, el artículo 109º del Código Procesal Constitucional, establece que el Tribunal Consti-tucional conoce de los conflictos que se susciten sobre las competencias (...) asignadas directa-mente por la Constitución o las leyes orgánicas que delimiten los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos constitucionales, los go-biernos regionales o municipales (...).EXP. N.º 0003-2007-PCC

Competencia del Tribunal Constitucional

Que de conformidad con el artículo 202º inciso 3 de la Constitución, y del artículo 109º del Có-digo Procesal Constitucional, el Tribunal Consti-tucional conoce de los conflictos que se susciten sobre las competencias asignadas directamente por la Constitución y las leyes que delimiten los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos constitucionales, y los gobiernos regio-nales o municipales. Es decir, el proceso com-petencial tiene por objeto velar por el respeto de la distribución de las competencias estatales pre-vistas en la Constitución, velando de esta manera por la vigencia del principio de supremacía dela Constitución, que es uno de los pilares del Estado Constitucional de Derecho.Tribunal ConstitucionalExp. N° 0003-2007-PCC

Conflicto de competencias

El Tribunal comparte parcialmente el criterio de la demandada, pues, en efecto, el presente caso no se trata de un conflicto positivo de competen-cia, en tanto el BCR y la SBS no se encuentran en disputa por el ejercicio de una misma com-petencia, ni tampoco de uno negativo típico, ya que tampoco resulta que alguno de estos órganos constitucionales se encuentre rehuyendo el ejer-cicio de una competencia que la Constitución o las leyes orgánicas le hayan asignado.

Sucede, sin embargo, que el proceso competen-cial no solamente se reduce a estas dos catego-

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rías típicas de fórmulas conflictivas, pues en él, prima facie, es posible también que se ventilen los denominados conflictos por omisión en cum-plimiento de acto obligatorio, que si bien son una variante de conflicto negativo no se identifican con su versión clásica.

Tal como señala Gómez Montoro: En primer lu-gar, con la denominación conflicto negativo se suele aludir en el ámbito de los conflictos juris-diccionales a aquellos casos en los que dos órga-nos se declaran incompetentes para satisfacer la pretensión de un particular. (...). Pero de conflicto negativo se habla también en aquellos supuestos en los que la controversia es planteada no por un particular afectado, sino por otro órgano. La legi-timación de este órgano para plantear el conflicto puede derivar a su vez, bien de un interés propio -cuando la inactividad de un órgano impide o hace ineficaz el ejercicio por otro órgano de sus propias competencias, lo que suele ser relativa-mente habitual en los casos en que el ejercicio de una función requiere la concurrencia de dos o más órganos-, bien de un interés objetivo en que cada órgano ejerza sus competencias -y en-tonces se atribuye legitimación a un órgano con independencia de que se vea o no afectado por la inactividad de otro-. El conflicto se presenta en estos casos como una típica disputa interor-gánica.

Para continuar señalando que: “La actuación de un órgano aparece en esos casos como un de-ber cuya omisión incide en la competencia de los otros órganos (obstaculizando su ejercicio o impidiendo el perfeccionamiento del acto). (...). Esas hipótesis pueden producirse fundamental-mente en los casos en que el ejercicio de una competencia requiere la autorización o el dicta-men previo de otro órgano (...) y puede suceder que en un caso concreto se discuta si la materia sobre la que versa el acto se incluye o no entre las que requieren la autorización o el dictamen, produciéndose así un conflicto que puede ser re-suelto mediante la interpretación de la Constitu-ción o de la ley orgánica correspondiente.

Ello, en efecto, es lo que acontece en el presen-te caso, pues la cuestión controvertida se centra en que mientras para el demandante recabar su opinión resulta obligatorio antes de que la SBS autorice o deniegue la transformación de una su-cursal de empresa domiciliada en el extranjero en empresa domiciliada en el Perú, la demandada considera que, en dichos casos, tal opinión no resulta necesaria.

Desde luego, el hecho de que la doctrina haya re-conocido a los conflictos por omisión en cumpli-miento de acto obligatorio, como una variante de conflicto negativo de competencias, no autoriza, sin más, a que este Tribunal se considere com-petente para conocerlos, pues ello debe derivar de una razonable interpretación del artículo 202, 3, de la Constitución, que concede competencia a este Tribunal para conocer los conflictos de competencias y atribuciones, y, más específica-mente, del artículo 110, del CPConst, que, de conformidad con aquel, ha regulado el objeto de la pretensión en el proceso competencial. Este artículo establece:

El conflicto se produce cuando alguno de los poderes o entidades estatales a que se refiere el artículo anterior adopta decisiones o rehuye de-liberadamente actuaciones, afectando competen-cias o atribuciones que la Constitución y las leyes orgánicas confieren a otro. (...)

De este modo, si bien es cierto que los “típicos” conflictos positivo y negativo de competencia pueden dar lugar al proceso competencial, tam-bién lo es que cuando el artículo 110 del CP-Const. establece que en éste pueden ventilarse los conflictos que se suscitan cuando un órgano rehúye deliberadamente actuaciones “afectando” las competencias o atribuciones de otros órga-nos constitucionales, incorpora también en su supuesto normativo a los conflictos por omisión en cumplimiento de acto obligatorio, pues no cabe duda de que cuando un órgano omite llevar a cabo una actuación desconociendo las compe-tencias constitucionales atribuidas a otro órgano

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constitucional, las “afecta”. No se trata pues de la disputa por titularizar o no una misma compe-tencia, sino de aquella que se suscita cuando, sin reclamarla para sí, un órgano constitucional, por omitir un deber constitucional o de relevancia constitucional, afecta el debido ejercicio de las competencias constitucionales de otro.

Y, justamente, en este último supuesto se encuen-tra el presente caso: el BCR no acusa a la SBS de haberse arrogado la competencia de emitir una opinión previa a la autorización o denegación de la transformación de una sucursal de empresa financiera extranjera en una empresa constitui-da en territorio peruano, sino de desconocer que dicha competencia existe; y, consecuentemente, acusa a la SBS de haber afectado sus competen-cias constitucionales al omitir solicitarle la refe-rida opinión previa.

Este Colegiado estima que más allá de las im-plicancias del caso entre el Banco Central de Reserva y la Superintendencia de Banca y Segu-ros en torno a la autorización de transformación del CITIBANK N.A. Sucursal de Lima en Citi-bank del Perú S.A., lo fundamental del proceso consiste en dilucidar si existe o no conflicto de competencia en los casos solicitados de trans-formación de una sucursal de una empresa del sistema financiero del exterior en una empresa constituida en el Perú.

En consecuencia, en atención a la función paci-ficadora de los conflictos entre órganos constitu-cionales, inherente al proceso competencial, y a partir de una razonable interpretación del artícu-lo 110 del CPConst., que contribuye a adecuar toda previsión procesal a las finalidades de los procesos constitucionales (artículo III del Título Preliminar del CPConst.), el Tribunal Constitu-cional considera que este proceso es la vía para dilucidar la presente materia controvertida.

Sin embargo, a diferencia de los conflictos po-sitivos y negativos de competencia, en los que la relevancia constitucional es consubstancial a la litis, en los casos de conflictos en torno a los

alcances del ejercicio de una determinada atribu-ción o competencia, dicha relevancia no puede darse por sobreentendida, razón por la cual, antes de poder ingresar al fondo del asunto, correspon-de determinar si el asunto reviste entidad cons-titucional.Tribunal ConstitucionalExp. N° 0005-2005-CC/TC

CONGRUENCIA, PRINCIPIO DE

Concepto

Que en concepto del recurrente las resoluciones cuestionadas infringen el principio de congruen-cia, el cual consiste en la relación de correspon-dencia entre lo solicitado y lo resuelto. Ahora bien, del análisis de la resolución de segunda ins-tancia y de la resolución casatoria no se advierte que ellas hayan incurrido en tal infracción. La resolución de segunda instancia desestima la in-demnización por despido arbitrario -confirmando así, en ese extremo, la resolución de primera ins-tancia- y la resolución de casación, simplemente, declara improcedente el recurso de casación. En este sentido, dado que la demanda ha sido des-estimada, no puede el demandante imputar que se haya incurrido en la infracción del principio de congruencia. Este mismo razonamiento ha de extenderse a la resolución de primera instancia, la cual, aunque no ha sido adjuntada por el re-currente a su demanda, se trata también de una resolución desestimatoria de la pretensión de in-demnización por despido arbitrario de la lectura de la resolución de segunda instancia.Tribunal ConstitucionalExp. N° 3226-2007-PA/TC

Tal como ya lo ha señalado este Tribunal, el Principio de Correlación o Congruencia entre lo acusado y lo condenado constituye un límite a la potestad de resolver por parte del órgano juris-diccional, toda vez que garantiza que la califica-ción jurídica realizada en el marco de un proce-so penal (tomando en cuenta lo señalado por el Ministerio Público, en virtud de su competencia

Congruencia, Principio de

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postulatoria) sea respetada al momento de emitir-se sentencia. Asimismo, cabe precisar que el juez se encuentra premunido de la facultad para poder apartarse de los términos de la acusación fiscal, en tanto respete los hechos que son objeto de acusación, sin que cambie el bien jurídico tutela-do por el delito acusado, así como que respete el derecho de defensa y el principio contradictorio [Cfr. STC Exp. N.° 2179-2006-PHC/TC; Exp. N.° 402-2006-PHC/TC]Tribunal ConstitucionalExp. N° 05109-2007-PHC/TC

Una situación diferente se presenta en los casos en los que se pone de manifiesto una insuficien-cia en la motivación de las resoluciones judi-ciales. En este tipo de casos, la resolución lidia con lo arbitrario, es decir, casos en los que es imposible apreciar el nexo lógico entre la deci-sión adoptada y la argumentación que le sirve de fundamento (principio de congruencia de las resoluciones judiciales); respecto a este tema, el Tribunal Constitucional ha establecido que: “Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho a obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones[...]ello ga-rantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, expresen el pro-ceso mental que los ha llevado a decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución” (STC 1230-2002-PHC/TC).

De lo expuesto en el presente fundamento ha de empezar a realizarse el análisis de si la resolu-ción ha vulnerado el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, faltando al principio de congruencia. Así, de la simple lectura de la resolución que obra de fojas 3 a fojas 5, a la cual se le está atribuyendo la característica de atentar contra el debido proceso en su vertiente de falta de motivación, se aprecia que la mis-ma guarda congruencia respecto de los hechos y lo decidido, con lo que se evidencia que se

ha respetado el contenido esencial del derecho que se invoca como vulnerado, pues ha existi-do una suficientefundamentación jurídica, dado que se han expuesto una a una las razones por las cuales el Juez llega a la conclusión de no declarar ha lugar el pedido de cese de variación de prisión preventiva solicitada por el hoy re-currente, con lo que se habría cumplido con la exigencia constitucional de motivar las resolu-ciones judiciales.Tribunal ConstitucionalExp. N° 03926-2008-PHC/TC

Al respecto el Tribunal Constitucional ha seña-lado que el principio de congruencia forma parte del contenido constitucionalmente protegido del derecho a la motivación de las decisiones judi-ciales (STC 8327-2005-AA/TC, FJ 5) y garan-tiza que el juzgador resuelva cada caso concre-to sin omitir, alterar o exceder las pretensiones formuladas por las partes. A su vez el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales se vincula con la necesidad de que las resoluciones, en general, y las resoluciones judiciales, en parti-cular, estén debidamente motivadas, por ser éste un principio básico que informa el ejercicio de la función jurisdiccional, y al mismo tiempo un derecho de los justiciables a obtener de los órga-nos judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente propuestas. En tal sentido, este Colegiado (STC 8125-2005-PHC/TC, FJ 11) ha señalado que:

“[l]a exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en proporción a los términos del inciso 5) del artículo 139° de la Norma Funda-mental, garantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que los ha llevado a deci-dir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la ley; pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables (...)”.Tribunal ConstitucionalExp. N° 10168-2006-PA/TC

Congruencia, Principio de

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No obstante, y contradictoriamente a lo señalado, en el fundamento N.º 7 se indica que dicho prin-cipio (¿derecho?) no tiene carácter absoluto, pues “el mismo deberá ser razonablemente ponderado con el principio de iura novit curia; el mismo que, por ejemplo, cobra especial relevancia en el marco de los procesos constitucionales”. El problema de esta afirmación, a juicio del sus-crito, es que la mayoría confunde los alcances del principio de congruencia en el ámbito de los procesos constitucionales [en los que, como se ha repetido insistentemente, el equívoco en la enun-ciación del derecho objetivo puede terminar con una alteración del derecho subjetivo constitucio-nal, es decir, con la pretensión misma], con los alcances del mismo principio en el ámbito de los procesos ordinarios, en los que la aplicación del iura novit curia no termina [¡no puede terminar!] con la alteración de la pretensión formulada por las partes.Tribunal ConstitucionalExp. N° 10168-2006-PA/TC

Así, en virtud de sus competencias casatorias, el órgano judicial emplazado tiene competencia para pronunciarse, mediante decisión debida-mente motivada, sobre los errores in iudicando o in improcedendo en los que se habría podido incurrir, encontrándose en este caso vinculado efectivamente por el principio de congruencia. Por su parte, en virtud de sus potestades nulifi-cantes, es de competencia de la Sala de Casación la de pronunciarse “excepcionalmente sobre la validez de la relación procesal”. De este modo, si mientras el ejercicio de la competencia casa-toria ha de ejercerse necesariamente en los tér-minos en que se hayan planteado los agravios en el recurso de casación y, por tanto, donde existe el deber de observarse el principio de congruen-cia; no sucede lo mismo sin embargo, cuando en ejercicio de sus potestades nulificantes, la Sala de Casación corrige nulidades insubsanables, ya que un pronunciamiento de esta naturaleza puede realizarse incluso de oficio.Tribunal ConstitucionalExp. N° 10168-2006-PA/TC

Deber de congruencia procesal, derecho a la motivación de las resoluciones judiciales y otros derechos fundamentales procesales

El Tribunal, con base en su jurisprudencia, ha su-brayado que el deber de respetar el principio de congruencia se encuentra garantizado por el de-recho a la motivación de las resoluciones judicia-les. Sin embargo no es este último derecho el que sólo puede resultar lesionado a consecuencia de no respetarse el referido principio de congruen-cia. En efecto, en el ámbito del proceso civil, la infracción del deber de congruencia supone no sólo la afectación del principio dispositivo al cual también se encuentra sumergido el proceso civil, sino que a consecuencia de ello se puede afectar otros derechos constitucionalmente protegidos, verbigracia el derecho de defensa y, en determi-nadas ocasiones, el derecho a ser juzgado por un juez imparcial.Tribunal ConstitucionalExp. N° 3151-2006-AA/TC El deber de motivación, el deber de congruencia y su infracción como causa de arbitrariedad

La motivación de las resoluciones judiciales cons-tituye una garantía que asegura que quien adopta la decisión no lo hace por capricho, con apoyo insuficiente en un Estado de Derecho, sino que tiene datos objetivos para respaldarla. Ese “dato objetivo” tradicionalmente se ha entendido como referido a las normas jurídicas. Existen razones, sin embargo, para extender este razonamiento a las alegaciones de las partes, los hechos acredita-dos en el expediente y las pruebas. En lo que aquí importa, un órgano judicial no podría sustentar su decisión en hechos que no hayan sido alega-dos por las partes, ni resolver sobre pretensiones que no hayan sido formuladas (congruencia).

Al respecto, este Tribunal ha sostenido que: “El derecho a la debida motivación de las resolu-ciones judiciales se respeta siempre que exista fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto y, por sí mismo, exprese una suficiente justificación de la decisión adop-

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tada, aun si esta es breve o concisa, o se presenta un supuesto de motivación por remisión. [STC 04228-2005-HC/TC, FJ 1 (énfasis agregado)].Tribunal ConstitucionalExp. N° 3151-2006-AA/TC

Este Tribunal ya se ha encontrado en diversas ocasiones (cf. STC 2868-2004-AA/TC. FJ 11; STC 0905-2001-AA/TC. FJ 4) frente a una situa-ción semejante. En todas ellas ha sostenido que el principio de congruencia no es absoluto, sino relativo. En efecto, el principio iura nóvit curia constitucional tiene un mayor alcance del que rige en otro tipo de procesos, pues los derechos subjetivos constitucionales, a su vez, están reco-nocidos por disposiciones constitucionales, cuya aplicación, más allá de que no hayan sido invo-cados, o no se hayan identificado correctamente, corresponde decidir al Juez de la constituciona-lidad (artículo VIII del Título Preliminar del Có-digo Procesal Constitucional). Así, el que no se aleguen determinados derechos en la demanda y, por tanto, que el contradictorio constitucional no gire en torno a ellos, no es óbice para pronunciar-se sobre esos y otros derechos; con mayor razón es posible integrar la causa petendi, no planteada en el escrito de demanda, para ordenar su admi-sión, en un caso que, como el presente, ha sido rechazado liminarmente.

Por otro lado, respecto del principio de con-gruencia y su exigencia en los procesos distintos a los de la libertad este Tribunal Constitucional ha señalado que este principio forma parte del contenido constitucionalmente protegido del de-recho a la motivación de las decisiones judiciales (STC 8327-2005-AA/TC, FJ 5) y garantiza que el juzgador resuelva cada caso concreto sin omi-tir, alterar o exceder las pretensiones formuladas por las partes. A su vez el derecho a la motiva-ción de las resoluciones judiciales se vincula con la necesidad de que las resoluciones, en general, y las resoluciones judiciales, en particular, estén debidamente motivadas, por ser éste un princi-pio básico que informa el ejercicio de la función jurisdiccional, y al mismo tiempo un derecho de

los justiciables a obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente propuestas. En tal sentido, este Colegiado (STC 8125-2005-PHC/TC, FJ 11) ha señalado que:

“[l]a exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en proporción a los términos del inciso 5) del artículo 139° de la Norma Funda-mental, garantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que los ha llevado a deci-dir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la ley; pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables (...)”.Tribunal ConstitucionalExp. N° 02096-2009-PA/TC

CONOCIMIENTO DE EMBARQUE (BILL OF LADING)

Concepto

El artículo 666º del Código de Comercio esta-blece que si se recibiese el cargamento sin haber firmado la póliza, el contrato se entenderá cele-brado con arreglo a lo que resulte de conocimien-to; único título valor en orden a la carga, para fijar los derechos y obligaciones del naviero, del capitán y del fletador; el artículo primero inciso b) del Convenio para la Unificación de ciertas reglas para el Transporte Aéreo Internacional, señala que el “contrato de transporte” se refiere únicamente al contrato de transporte documen-tado, por un conocimiento de embarque o cual-quier documento de título similar, en la medida que tal documento se refiera a un transporte de mercancía por mar; incluyendo cualquier conoci-miento de embarque o documento similar emiti-do en virtud de un contrato de fletamento, desde el momento que tal conocimiento de embarque o documento de título similar regule las relaciones entre el transportador y el tenedor del mismo, asimismo el art. 246º de la Ley Nº 27287 señala

Conocimiento de Embarque (Bill of Lading)

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que “el Conocimiento de Embarque representa las mercancías que son objeto de un contrato de transporte marítimo, lacustre o fluvial”. Las nor-mas de esta Ley son de aplicación al conocimien-to de embarque en todo aquello que corresponda a su naturaleza y alcances como título valor y no resulte incompatible con las disposiciones que rigen el Contrato de Transporte Marítimo de Mercancías y el artículo 6 inciso c) del mismo cuerpo de leyes señala que “el conocimiento de embarque podrá contener: c) el nombre y el do-micilio del beneficiario o consignatario a quien o a la orden de quien vayan dirigidas las mercan-cías, pudiendo ser el propio cargador”, además el artículo 1363º establece que los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan salvo en cuanto a éstos, si se trata de derechos y obligaciones no transmisibles; y finalmente el artículo 632º del Código de Comercio señala que el capitán responderá del cargamento desde que se hiciera entrega de él en el muelle o al costado a flote en el puesto donde se cargue, hasta que lo entregue en la orilla, o en el muelle del puerto de la descarga, al no haberse pactado expresamente otra cosa.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema Cas. Nº 2084-06 Callao

Usos

En el articulo 722 del Código de Comercio se encuentra previsto el supuesto de hecho relativo al mérito que tiene el conocimiento, de lo cual permite establecer que, el argumento de la parte demandada, respecto a la existencia de un error por exceso de confianza no da mérito para establecer un su-puesto distinto al propio tenor del conocimiento de embarque, afirmar lo contrario implicaría ir contra la buena fe en los negocios y la conducta razonable y diligente necesaria en el desarrollo de los negocios. Por ello, según los argumentos expuestos, a los autos resulta aplicable el indi-cado articulo 722, de manera que se encuentra acredita la entrega de la mercadería (...) Al haber sido recibida la mercadería antes del embarque, el período de responsabilidad del transportis-

ta se sitúa no desde el embarque sino desde la recepción de la mercadería, al encontrarse bajo su esfera de protección, mas allá de los servicios que éste haya tomado de terceras personas para el almacenaje. Conforme se desprende de la traducción oficial del conoci-miento de embarque a fojas veintiséis, el capitán también participo de la recepción de la merca-dería para el transporte, de manera que resulta también aplicable el articulo 632 del Código de Comercio, en virtud al cual el capitán responde del cargamento desde su entrega; con lo cual se encuentra acreditada la responsabilidad de los demandados, al haberse recibido la mercadería.Cas. Nº 77-2003Callao

CONSORCIO

Concepto

De la definición que da el artículo 445º prece-dentemente señalado, fluyen las características esenciales de éste tipo de asociación, que es un contrato asociativo nominado y típico, que regula relaciones de participación o integración en uno o más negocios o empresas en conjunto de los con-sorciados, en interés común de todos ellos, que no está sujeto a mayor formalidad que la de constar por escrito, no origina la creación o nacimiento de una persona jurídica, por lo que no tiene de-nominación ni razón social; los consorciados que participan mantienen su autonomía y participan en forma activa y directa en los negocios o empresas materia del consorcio; y además cada consorcia-do debe coordinar su respectiva actividad con los demás de acuerdo a los procedimientos y mecanis-mos del contrato de consorcio.Cas. Nº 928-2003 LIMA

CONSTITUCIÓN

Concepto

La Constitución es la norma de máxima supre-macía en el ordenamiento jurídico y, como tal, vincula al Estado y la sociedad en general. De

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conformidad con el artículo 38º de la Constitu-ción, “Todos los peruanos tienen el deber (...) de respetar, cumplir (...) la Constitución (...)”. Esta norma establece pues que la vinculatoriedad de la Constitución se proyecta erga omnes, no sólo al ámbito de las relaciones entre los particulares y el Estado, sino también a aquellas establecidas entre particulares.Tribunal ConstitucionalExp. N° 06079-2009-PA/TCLimaRebeca Schnaiderman Lara

Fuerza normativa

Ello quiere decir que la fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y pasiva, así como su fuerza regulatoria de relaciones jurídicas, se proyecta también a las establecidas entre particu-lares, aspecto denominado como la eficacia inter privatos o eficacia frente a terceros de los dere-chos fundamentales. En consecuencia, cualquier acto proveniente de una persona natural o perso-na jurídica de derecho privado, que pretende con-culcarlos o desconocerlos, como es el caso del acto cuestionado en el presente proceso, resulta inexorablemente inconstitucional. Pero el efecto horizontal o inter privatos que ostentan los dere-chos fundamentales no sólo se deriva del artículo 38º de la Constitución, sino también del principio dignidad (artículos 1º y 3º de la Constitución), en cuanto el valor central de la persona impone que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto regulador al ámbito de la sociedad y de la propia autonomía privada.Tribunal ConstitucionalExp. N° 06079-2009-PA/TCLimaRebeca Schnaiderman Lara

La Constitución y las fuentes del derecho

Si bien el estudio y análisis del sistema de fuentes se desarrolla principalmente desde la teoría del derecho, como afirma Enrique Álvarez Conde: Hoy día parece comúnmente pacífico que la re-gulación de las fuentes del Derecho se sitúe en

el campo de la teoría de la Constitución [ÁLVA-REZ CONDE, Enrique. Curso de Derecho Cons-titucional, Volumen I, El Estado Constitucional, el sistema de fuentes, derechos y libertades. Ma-drid: Tecnos, 3ª Ed., 1999, p. 138]. El Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de comprobar la importancia y utilidad del aná-lisis y estudio del sistema de fuentes, sobre todo a partir de los diversos procesos constitucionales resueltos desde el inicio de su funcionamiento; en particular, los procesos de inconstitucionali-dad. El mismo Álvarez Conde justifica dicha postura argumentando que (la) propia configuración de la Constitución como norma jurídica suprema su-pone que ésta se convierte no sólo en auténtica fuente del Derecho, sino en la norma delimitado-ra del sistema de fuentes [Ibid.]. En igual sentido, desde la Teoría del Derecho se ha afirmado que: La incidencia de la Constitución en el sistema de fuentes es doble, porque doble es su carác-ter de norma suprema y de norma que regula la producción normativa [BETEGON, Jerónimo, GASCON Marina, DE PARAMO, Juan Ramón, PRIETO, Luis. Ob. Cit., p. 285]. Consiguientemente, tres son las consideraciones que debemos tener en cuenta para abordar el tema en cuestión: la Constitución como norma jurídica, la Constitución como fuente de Derecho y la Constitución como norma delimitadora del sistema de fuentes. Tribunal ConstitucionalExp. Nº 0047-2004-AI/TC LimaGobierno Regional de San Martín La Constitución como norma jurídica

La Constitución, en la medida que contiene nor-mas jurídicas, es fuente del derecho. Como bien expone Francisco Balaguer Callejón, la Constitu-

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ción contiene las normas fundamentales que es-tructuran el sistema jurídico y que actúan como parámetro de validez del resto de las normas [BA-LAGUER CALLEJÓN, Francisco. Fuentes del Derecho, T. II. Madrid: Tecnos, 1992, p. 28]. La Constitución es la norma de normas que dis-ciplina los procesos de producción del resto de las normas y, por tanto, la producción misma del orden normativo estatal. El reconocimiento de la Constitución como nor-ma jurídica vinculante y directamente aplicable constituye la premisa básica para que se erija como fuente de Derecho y como fuente de fuen-tes. Si bien este Colegiado le ha reconocido la Constitución [Caso Alberto Borea Odría y más de 5000 ciudadanos, Exp. N.º 0014-2003-AI/TC, Fundamento 2, párrafos 1 y 2, Caso Miguel An-gel Mufarech y más de 5000 ciudadanos, Exp. N.º 0002-2005-AI/TC, fundamento 7] el carácter de norma política, también ha tenido oportunidad de enfatizar en varias oportunidades su carácter normativo y vinculante. Así, en el Caso Alberto Borea Odría y más de 5000 ciudadanos, Exp. N.º 0014-2003-AI/TC, afirmó que: (...) la Constitución es una norma jurídica. En efecto, si expresa la autorrepresentación cultural de un pueblo, y refleja sus aspiraciones como nación, una vez formado el Estado Constitucio-nal de Derecho, ella pasa a ocupar una posición análoga a la que ocupaba su creador. En buena cuenta, en el Estado Constitucional de Derecho, el status de Poder Constituyente, es decir la re-presentación del pueblo políticamente soberano, lo asumirá la Constitución, que de esta forma pasará a convertirse en la norma jurídicamente suprema [Caso Alberto Borea Odría y más de 5000 ciudadanos, Exp. N.º 0014-2003-AI/TC, fundamento 2, párrafo 3]. En igual sentido, en otro caso sostuvo que: (La) Constitución Política de la República del Perú” ... toda ella posee fuerza normativa (...)

[Caso Sesenta y cuatro Congresistas de la Repú-blica, contra los artículos 1°, 2°, 3°, y la Primera y Segunda Disposición Final y Transitoria de la Ley N.° 26285 (Exp. N.° 005-2003-AI/TC, fun-damento 21]. Con relación a la fuerza normativa y al contenido de la Constitución, se precisó que: La Constitución es un ordenamiento que posee fuerza normativa y vinculante; por ende, la mate-ria constitucional será toda la contenida en ella, y “lo constitucional” derivará de su incorporación en la Constitución. Así lo ha entendido el Tri-bunal Constitucional, a lo largo de su funciona-miento, en la resolución de los diferentes casos que ha tenido oportunidad de conocer ..., donde ha evaluado vulneraciones a la Constitución de la más diversa índole y en las cuales el único requisito para tal examen consistía en que la con-troversia se fundara en una violación de algún principio, valor o disposición de la Constitución [Caso Villanueva Valverde, Exp. N.º 0168-2005-PC/TC, fundamento 3]. Pero el Tribunal Constitucional no sólo se ha referido a la Constitución como norma jurídica, sino que recientemente lo ha hecho desde una perspectiva objetivo-estructural y subjetivo ins-titucional. Así: La Constitución es la norma jurídica suprema del Estado, tanto desde un punto de vista objetivo-estructural (artículo 51º), como desde el subjeti-vo-institucional (artículos 38º y 45º). Consecuen-temente, es interpretable, pero no de cualquier modo, sino asegurando su proyección y concre-tización, de manera tal que los derechos funda-mentales por ella reconocidos sean verdaderas manifestaciones del principio-derecho de digni-dad humana (artículo 1º de la Constitución). En consecuencia, pretender que la Constitución no puede ser interpretada, no sólo negaría su condición de norma jurídica -en directa contra-vención de sus artículos 38º, 45º y 51º-, sino que

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desconocería las competencias inherentes del juez constitucional como operador del Derecho, y sería tan absurdo como pretender que el juez ordinario se encuentre impedido de interpretar la ley antes de aplicarla [Caso Ley de la Barrera electoral, Exp. Nº 00030-2005-PI, fundamentos 40 y 41].Tribunal ConstitucionalExp. Nº 0047-2004-AI/TC LimaGobierno Regional de San Martín La Constitución como fuente de Derecho

Con relación a la Constitución como fuente de nuestro “derecho nacional” [Artículo 55.º de la Constitución], debe remarcarse que constituye el fundamento de todo el “orden jurídico” y la más importante fuente normativa. Al respecto, la doctrina apunta que: La Constitución es la fuente suprema dentro del ordenamiento, que conforma el orden jurídico fundamental del Estado y de la sociedad [BALA-GUER CALLEJÓN, Francisco. Ob. Cit, 1992, p. 28]. En cuanto norma suprema del ordenamiento, la Constitución prevalece sobre todas las demás y en ese sentido condiciona el resto de las normas, por cuanto determina la invalidez de aquellas que formal o materialmente contradigan las prescrip-ciones constitucionales [BETEGÓN, Jerónimo, GASCÓN Marina, DE PÁRAMO, Juan Ramón, PRIETO, Luis. Ob. Cit., p. 285]. Es por ello que: La Constitución (...) termina convirtiéndose en el fundamento de validez de todo el ordenamiento instituido por ella. De ma-nera que una vez que entra en vigencia, cualquier producción normativa de los poderes públicos e, inclusive, los actos y comportamientos de los particulares, deben guardarle lealtad y fidelidad. Ciertamente, no se trata sólo de una adhesión y apoyo que pueda ser medido o evaluado en el plano de la moral o la ética, sino también de una exigencia de coherencia y conformidad de la que

es posible extraer consecuencias jurídicas. La in-fidelidad constitucional, en efecto, acarrea la po-sibilidad de declarar la invalidez de toda norma o acto, cualquiera sea su origen, según los alcan-ces que el mismo ordenamiento constitucional haya previsto [Caso Alberto Borea Odría y más de 5000 ciudadanos, Exp. Nº 0014-2003-AI/TC, fundamento 2, párrafo 4].Tribunal ConstitucionalExp. Nº 0047-2004-AI/TC LimaGobierno Regional de San Martín La Constitución como fuente de fuentes

En cuanto a la consideración de que la Consti-tución es la “fuente de las fuentes de derecho” y la que regula la producción normativa [BE-TEGÓN, Jerónimo, GASCÓN Marina, DE PÁ-RAMO, Juan Ramón, PRIETO, Luis. Ob. Cit. p. 285] o disciplina los modos de producción de las fuentes, Francisco Balaguer Callejón apunta que ésta es, (...) además, la fuente que incorpora las normas fundacionales del ordenamiento mismo, a partir de las cuales se determinara la legitimidad del resto de las normas del sistema jurídico” [BALA-GUER CALLEJÓN, Francisco. Ob. Cit., p. 28]. En igual sentido, se ha sostenido que (...) la Cons-titución también incide en el sistema de fuentes en la medida en que regula el proceso de producción jurídica atribuyendo poderes normativos a distin-tos sujetos y asignando un valor específico a las normas creadas por éstos. Es decir, la Constitución es la norma normarum del ordenamiento, aunque no todas las normas sobre la producción jurídica están contenidas en ella [BETEGÓN, Jerónimo, GASCÓN Marina, DE PÁRAMO, Juan Ramón, PRIETO, Ob. Cit. p. 285]. Por su parte, este Colegiado sobre el tema ha ex-presado que la Constitución: (...)ostenta el máximo nivel normativo, por cuan-to es obra del Poder Constituyente; reconoce los

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derechos fundamentales del ser humano; con-tiene las reglas básicas de convivencia social y política; además de crear y regular el proceso de producción de las demás normas del sistema ju-rídico nacional.

En efecto, la Constitución no sólo es la norma jurídica suprema formal y estática, sino también material y dinámica, por eso es la norma bási-ca en la que se fundamentan las distintas ramas del derecho, y la norma de unidad a la cual se integran.

Es así que por su origen y su contenido se di-ferencia de cualquier otra fuente del derecho. Y una de las maneras como se traduce tal diferencia es ubicándose en el vértice del ordenamiento ju-rídico. Desde allí, la Constitución exige no sólo que no se cree legislación contraria a sus disposi-ciones, sino que la aplicación de tal legislación se realice en armonía con ella misma (interpretación conforme con la Constitución) [Caso Hoja de Coca, Exp. N.° 0020-2005-AI/TC, 0021-2005-AI/TC (acumulados), fundamento 19]. Reseñando, se desprende que la Constitución, como fuente suprema: – Crea los órganos encargados de la producción

normativa.– Otorga competencias materiales.– Determina los procedimientos para la elabo-

ración normativa.– Establece los límites materiales para la elabo-

ración normativa.– Impone los contenidos normativos. Tribunal ConstitucionalExp. Nº 0047-2004-AI/TC LimaGobierno Regional de San Martín

La Constitución como fuente de derecho: modo de producción jurídica

En el caso Colegio de Abogados del Cusco, este Tribunal trató ampliamente el tema del poder constituyente, y su condición de titular para la

creación o producción de la norma normarun de nuestro ordenamiento jurídico. En concreto, se dijo que: En términos generales, suele considerarse como Poder Constituyente a la facultad por la cual el pueblo, en cuanto titular de la soberanía, decide instituir un orden constitucional. Como expre-sa Ernst Bockenforde, el Poder Constituyente “es aquella fuerza y autoridad (política) capaz de crear, de sustentar y de cancelar la Constitu-ción en su pretensión normativa de validez. No es idéntico al poder establecido del Estado, sino que lo precede” (E. Bockenforde, “Il potere cos-tituente del popolo. Un concetto limite del diritto costituzionale”, en G. Zagrebelsky, P. Portinaro y J. Luther (a cura di), Il futuro della Costituzione, Einaudi, Torino 1996, Pág. 234-235). Esta última (la Constitución), por consiguiente, es su creación, a la par que la norma jurídica fundamental, por ser la depositaria objetiva de las intenciones del Poder Constituyente, sea para dotar de organización al Estado, sea para reconocer derechos de la persona [Caso Colegio de Abogados del Cusco, Exp. N.º 0014-2002-AI/TC, fundamento 58]. Más recientemente, en el caso de la reforma constitucional del régimen pensionario, se dejó establecido que: El Poder Constituyente originario, por ser previo y sin control jurídico, tiene la capacidad de rea-lizar transmutaciones al texto constitucional, ya que este órgano representativo es el encargado de ‘crear’ la Constitución. Ello es así porque aparece como una entidad única, extraordinaria e ilimita-da formalmente [Caso reforma constitucional del régimen pensionario, Exps. N.º 0050-2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI, 0009-2005-AI/TC, fundamento 17]. De otro lado, siendo el poder constituyente el “plenipotenciario del pueblo”, no puede estable-cerse con anterioridad un único modo de produc-ción. Sin embargo, el Tribunal Constitucional, conforme a la doctrina constitucional comparada,

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ha reconocido que existen algunas características del poder constituyente que pueden también ser consideradas como las reglas básicas para la for-mulación de una Constitución: El Poder Constituyente responde, entre otras, a tres características: es único, extraordinario e ili-mitado. Único como consecuencia de que ningún otro poder o forma de organización, puede, en es-tricto, ejercer la función que aquél desempeña. Se trata, por consiguiente, de un poder omnímodo, que no admite ningún poder paralelo en el ejerci-cio de sus atribuciones. Es, a su vez, extraordina-rio, en tanto que la responsabilidad por él ejercida, no es permanente sino excepcional; como tal, sólo puede presentarse en momentos o circunstancias históricas muy específicas (como las de creación o transformación de la Constitución). Es, finalmente, ilimitado, en tanto asume pleni-potenciariamente todas las facultades, sin que puedan reconocerse restricciones en su ejercicio, salvo las directamente vinculadas con las que se derivan de las valoraciones sociales dominantes [Caso Colegio de Abogados del Cusco, Exp. N.º 0014-2002-AI/TC, fundamento 60]. Como puede colegirse, el modo de producción de una Constitución obedece a las pautas o reglas que el propio poder constituyente se fije según las circunstancias, lo que no sucede con la re-forma de la Constitución, puesto que, en el caso del Perú, los artículos 32.º, inciso 1.º, y 206.º de la Constitución establecen las reglas básicas para ello. Otorgando tal facultad al Congreso de la República y al pueblo directamente a través del referéndum. Dichas disposiciones disponen: Artículo 32.º.- Pueden ser sometidas a referén-dum:

(...)La reforma total o parcial de la Constitución. Artículo 206.º.- Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con mayoría

absoluta del número legal de sus miembros, y ratificada mediante referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesi-vas con una votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de congresistas. La ley de reforma constitucional no puede ser observada por el Presidente de la República. La iniciativa de reforma constitucional corres-ponde al Presidente de la República, con aproba-ción del Consejo de Ministros; a los congresistas; y a un número de ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento (0.3.%) de la población electoral, con firmas comprobadas por la auto-ridad electoral. Sobre el artículo 206.º de la Constitución el Tri-bunal Constitucional ha tenido oportunidad de señalar que: El Poder Constituyente se ha autolimitado en la actual Constitución -artículo 206- a través del poder de revisión constitucional, lo que hace po-sible la existencia de una reforma constitucional, siempre y cuando se siga lo formal y material-mente establecido.

(...)La existencia de un poder constituyente derivado implica la competencia del Congreso para refor-mar preceptos no esenciales de la Constitución, conforme a lo previsto en su mismo texto. Por ello, se caracteriza por ser limitado jurídicamen-te y posterior [Caso reforma constitucional del régimen pensionario, Exps. N.os 0050-2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI, 0009-2005-AI/TC, fundamento 18]. Asimismo, sobre el poder de reforma constitu-cional y su necesidad ha establecido que: Si el resultado de la tarea constituyente, prima fa-cie, resulta aceptable en términos sociales, como

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típico producto de un esfuerzo en el tiempo, la evolución que, por el contrario, experimenta la sociedad en la que la referida Constitución se aplica, tiende a desvirtuar, con el paso de los años, cualquier hipotético perfeccionismo. En di-cho contexto, y ante la evidencia de constatar la presencia de vacíos, incongruencias, inadaptacio-nes y todo tipo de omisiones en el texto de una Constitución y la necesidad de que los mismos puedan quedar superados en algún momento, es que cobra legitimidad el llamado poder de refor-ma constitucional; que es, en esencia, aquel que se encarga de modificar, suprimir o enmendar una o más disposiciones constitucionales [Caso Colegio de Abogados del Cusco, Exp. Nº 0014-2002-AI/TC, fundamento 68]. Si bien en el modelo constitucional peruano el poder de reforma constitucional es regulado por específicas disposiciones constitucionales, no es menos cierto que tal poder está limitado. Al res-pecto, este Colegiado ha establecido que: (...) al ser un poder creado y limitado, puede revi-sar la Constitución, y adoptar aquellos preceptos que a lo largo de la vida constitucional requieren cambios en función a la realidad que regulan, pero no puede destruir la Constitución, ni menos aún vulnerar su esencia, o como se ha venido denominando, ‘contenido fundamental’ [Caso reforma constitucional del régimen pensionario, Exps. N.os 0050-2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI, 0009-2005-AI/TC, fun-damento 21]. Según esta línea jurisprudencial, la reforma cons-titucional está sujeta a límites formales y límites materiales. Respecto a los primeros, se ha pre-cisado que: – Debe verificarse si se ha vulnerado el proce-

dimiento exigido constitucionalmente, lo cual constituiría una afectación a los límites for-males impuestos.

– Las normas de procedimiento no pueden ser objeto de reforma constitucional.

– Las modificaciones del texto constitucional realizadas por los órganos constituidos que se producen fuera de los cauces previstos en la normativa constitucional, serán nulas e ineficaces [Caso reforma constitucional del régimen pensionario, Exp. N.º 0050-2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI, 0009-2005-AI/TC, funda-mento 25].

Y en cuanto a los segundos, que: En términos generales, debe señalarse tajante-mente que el Congreso tampoco puede variar algunas cuestiones de fondo de la Constitución. A ellas se les denomina “límites materiales”, e imposibilitan ejercer el poder constituyente de-rivado a los órganos constituidos, con el fin de modificar las cláusulas que el texto fundamental ha establecido como “intangibles” [Ibíd., funda-mento 32]. Del mismo modo, con relación a los límites materiales del poder de reforma constitucional debemos considerar que pueden ser expresos o implícitos. A Ambos se les considera principios supremos del ordenamiento constitucional y son intangibles para el poder reformador de la Cons-titución [Ibíd., fundamento 33]. Sobre los límites materiales expresos el Tribunal Constitucional ha señalado que el artículo 32º de la Constitución reconoce como límite expreso el impedimento de reducir o restringir los derechos fundamentales [Ibíd., fundamento 33]. Y, en cuanto a los límites materiales implícitos este colegiado ha subraya-do como los más importantes a la dignidad del hombre, la soberanía del pueblo, el Estado de-mocrático de derecho, la forma republicana de gobierno y en general, el régimen político y la forma del Estado [Caso Colegio de Abogados del Cusco, Exp. Nº 0014-2002-AI/TC, fundamento 76]. Tribunal ConstitucionalExp. Nº 0047-2004-AI/TC LimaGobierno Regional de San Martín

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CONSTITUCIÓN ECOLÓGICA Medio Ambiente

Concepto

Tomando en cuenta la doctrina y la jurispruden-cia constitucional comparada, se ha denominado Constitución Ecológica al conjunto de disposi-ciones de la Carta Fundamental referidas a las relaciones entre el individuo, la sociedad y el me-dio ambiente. Asimismo, se desarrollan algunos de los conceptos que la integran, tales como: el principio de desarrollo sostenible, en virtud del cual se propugna la utilización de los recursos naturales y de la diversidad biológica teniendo en cuenta que éstos también deben servir para la sa-tisfacción de las necesidades de las generaciones futuras; el principio de prevención, según el cual el Estado debe adoptar las acciones pertinentes para prevenir un daño la medio ambiente que en la actualidad es potencial; la responsabilidad so-cial de la empresa y sus ámbitos de aplicación; entre otros. (FJ 8-25)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 03343-2007-AA/TC

Elementos, Naturaleza y Exigibilidad

Se ha determinado que el contenido de este dere-cho se compone de dos elementos, por un lado, el derecho a gozar de ese ambiente; y, por otro lado, a que ese ambiente se preserve (FJ 2.d).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

Se ha afirmado la naturaleza reaccional y pres-tacional del derecho a un ambiente equilibrado. Con relación al primero aspecto, se entiende que el derecho a un ambiente equilibrado exige que el Estado se abstenga de realizar actividades de degradación que afecten el ambiente. Por su par-te, el aspecto prestacional, exige del Estado que implemente políticas de prevención y de conser-vación del ambiente (FJ 2.c).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

El Tribunal Constitucional señala que, si bien es cierto que el Estado no puede garantizar a los seres humanos que su existencia se desarrolle en un ambiente sano; estos sí pueden exigir que el Estado adopte todas las medidas necesarias de prevención que lo hagan posible, añadiendo que esta labor es especialmente importante para el goce de dicho derecho (FJ 2.c).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

Medio Ambiente Equilibrado

El contenido del derecho fundamental a un medio ambiente equilibrado y adecuado para el desarro-llo de la persona humana está determinado por los siguientes elementos: a) el derecho a gozar de ese medio ambiente y b) el derecho a que ese medio ambiente, se preserve (FJ 20-22).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 04223-2006-AA/TC

Se señala que el contenido del derecho funda-mental a un medio ambiente equilibrado y ade-cuado para el desarrollo de la persona está de-terminado por el derecho a gozar de ese medio ambiente y el derecho a que ese medio ambiente se preserve (FJ 17).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

La Constitución no señala el contenido protegido del derecho a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la vida. A diferencia de muchos derechos constitucionales cuyo conteni-do protegido puede extraerse de su formulación constitucional o de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, en el caso del derecho a un ambiente equilibrado y adecuado, la determinación de ese contenido es más pro-blemática.

No obstante esto, la Constitución vigente propor-ciona algunas características a partir de las cuales es posible determinar su contenido. En efecto, no solo se limita a señalar que es un atributo subjeti-vo del ser humano el vivir en un medio ambien-

Constitución Ecológica

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te (lo que desde luego no significaría gran cosa, pues todos vivimos en uno), sino que también su-braya que ese “ambiente” debe ser “equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida” (FJ 8-9).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 00964-2002-PA/TC

Deber de protección del Estado

“Es así que en el marco general de las obligacio-nes del Estado respecto a este derecho y al dere-cho al medio ambiente adecuado y equilibrado, juega un rol trascendente las políticas y medidas adoptadas con el objeto de proteger la salud de posibles y potenciales daños, evitando su produc-ción o minimizando sus efectos nocivos. Sucede que en el caso del derecho a la salud, la fun-ción específica que cumple la salud como bien primario que posibilita el ejercicio de los demás derechos y el libre desarrollo de la personalidad obliga a adoptar todas las medidas encaminadas no solo a recuperar dicho estado cuando una per-sona lo pierde, sino primordialmente a evitar que dicha disminución de las capacidades vitales se produzca. Por ello es que este Colegiado ha aten-dido de modo especial, al abordar la problemáti-ca de las antenas de telefonía celular, esta dimen-sión del deber de protección del Estado respecto al derecho a la salud, asentado finalmente en la función de prevención”.(F J 7)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 5680-2008-PA/TC

Política Nacional Ambiental

A través de esta política, el Estado concreta su obligación de desempeñar programas que im-pliquen actividades que tiendan a preservar y conservar el ambiente, y así poder asegurar el desarrollo integral de las futuras generaciones de peruanos (FJ 2.f).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

Se delimita las obligaciones del Estado que se deri-van de la política nacional del ambiente (FJ 31-33)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

Normas programáticas y Obligaciones Presta-cionales del Estado

Se ha señalado que los DESC no son meras nor-mas programáticas o de aplicación mediata, sino que su satisfacción, en mínimos niveles, es pre-supuesto necesario para el pleno y efectivo goce de los derechos civiles y políticos o de aplicación inmediata (FJ 10).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 2016-2004-AA/TC

Este derecho, en su dimensión prestacional, im-ponga al Estado tareas u obligaciones destinadas a conservar el medio ambiente sano y equilibra-do, las cuales se traducen, a su vez, en un haz de posibilidades. Desde luego, no solo supone tareas de conservación, sino también de prevención de daños de ese ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo de una vida digna. Dentro de las tareas de prestación que el Estado está llama-do a desarrollar tiene especial relevancia la tarea de prevención y, desde luego, la realización de accione destinadas a ese fin.

Así, la protección del medio ambiente sano y adecuado no solo es una cuestión de reparación frente a daños ocasionados, sino, y de manera especialmente relevante, de prevención de que ellos sucedan. De este modo, la protección del medio ambiente puede hacerse efectiva desde la previsión de medidas reactivas que hagan frente a los daños que ya se han producido, pasando por medidas que hagan frente a riesgos conocidos an-tes de que se produzcan (prevención), hasta me-didas que prevean y eviten amenazas de daños desconocidos o inciertos (precaución). (FJ 8-9)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 03048-2007-AA/TC

Desarrollo Sostenible o Sustentable

Las obligaciones impuestas tanto a particulares como al Estado, destinadas al cuidado y preser-vación del ambiente, no sólo pretenden conservar el ambiente para el goce inmediato de la ciuda-danía, sino que este cuidado se extiende a la pro-

Constitución Ecológica

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tección del disfrute de las generaciones futuras, fundamento del concepto de desarrollo sostenible (FJ 4).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 01206-2005-AA/TC

El principio de desarrollo sostenible o sustentable constituye una pauta basilar para que la gestión humana sea capaz de generar una mayor calidad y mejores condiciones de vida en beneficio de la población actual, pero manteniendo la potencia-lidad del ambiente para satisfacer las necesidades y las aspiraciones de vida de las generaciones fu-turas (FJ 31). Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 02002-2006-CC/TC

El principio de desarrollo sostenible o susten-table constituye una pauta basilar para que la gestión humana sea capaz de generar una mayor calidad y condiciones de vida en beneficio de la población actual, pero manteniendo la potencia-lidad del ambiente para satisfacer las necesidades y las aspiraciones de vida de las generaciones fu-turas (FJ 19)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

Medio ambiente y campos electromagnéticos

Se considera que un criterio importante a ponde-rar lo constituye los niveles de exposición a los campos electromagnéticos. En efecto, distintos países vienen desarrollando marcos normativos que regulan la exposición a campos electro-magnéticos, la mayoría de ellos basados en las recomendaciones de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP). En el caso peruano, mediante Decreto Supremo N.º 038-2003-MTC se establecieron los límites máximos permisibles de radiaciones no ionizantes en telecomunicaciones (FJ 11-13) Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 02268-2007-AA/TC

El Tribunal considera que no siempre la prohi-bición absoluta de determinada actividad es la

única vía para alcanzar determinado grado de protección, pues, dependiendo del caso, el mis-mo puede ser alcanzado, mediante la reducción de la exposición al riesgo, con el establecimiento de mayores controles y la imposición de ciertas limitaciones (FJ 35). Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 04223-2006-AA/TC

Respecto de la posible afectación del derecho a la salud y a un medio ambiente sano y adecuado a consecuencia de la propagación de ondas elec-tromagnéticas, este Tribunal debe destacar que se trata de un tema en el que, desde un punto de vista científico, no existe actualmente consenso. Sí existe consenso, sin embargo, en que a través de la legislación correspondiente se establezca una serie de precauciones destinadas a evitar que la carencia de resultados satisfactorios en la in-vestigación sobre el tema, no termine generando problemas irreversibles en la salud y el medio ambiente (FJ 11).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 00964-2002-PA/TC

Principios: prevención y precautorio

El principio de prevención garantiza que se tomen las medidas necesarias a fin de evitar que los daños al ambiente se generen o que, en caso se lleguen a producir, la afectación sea mínima. Es decir que, frente a un posible daño ambiental, se deben adoptar las medidas destinadas a prevenir afectaciones al ambiente (FJ 6-10).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 01206-2005-PA/TC

Sin perjuicio de lo expuesto, este Tribunal Cons-titucional estima pertinente advertir que si bien el presupuesto esencial para la aplicación del “prin-cipio precautorio” radica en la falta de certeza científica, su aplicación presupone la existencia de indicios razonables y suficientes -lo que no sucede en el caso subexámine- que justifiquen la necesidad de adoptar medidas urgentes, propor-cionales y razonables, tendientes a la salvaguarda

Constitución Ecológica

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de un ambiente saludable, pues de lo contrario, la tutela podría resultar inoficiosa e ineficaz, y por tanto, inoperante. Y es que, so pretexto de evitar un eventual daño al medio ambiente, la aplica-ción de dicho principio en modo alguno puede justificar actos arbitrarios y carentes de toda ra-zonabilidad. (FJ 17)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 05387-2008-PA/TC

El “principio precautorio” o también llamado “de precaución” o “de cautela” se encuentra es-trechamente ligado al denominado principio de prevención. Este exige la adopción de medidas de protección antes de que se produzca realmen-te el deterioro al medio ambiente. Aquel opera más bien ante la amenaza de un daño a la salud o medio ambiente y la falta de certeza cientí-fica sobre sus causas y efectos. Es justamente en esos casos en que el principio de precaución puede justificar una acción para prevenir el daño, tomando medidas antes de tener pruebas de este (FJ 4).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

Recursos naturales

Los recursos naturales pueden ser definidos como el conjunto de elementos que brinda la naturaleza para satisfacer las necesidades humanas, en parti-cular, y las biológicas, en general.

Tales recursos en ningún caso quedan excluidos del dominio soberano del Estado, por lo que re-sulta constitucionalmente vedado el ejercicio de propiedad privada sobre ellos, sin perjuicio de lo cual, conforme refiere el artículo 66º cons-titucional, cabe conceder su uso y explotación a entidades privadas, bajo las condiciones ge-nerales fijadas por ley orgánica (además de las regulaciones específicas previstas en leyes es-peciales), y teniendo en cuenta que, en ningún caso, dicho aprovechamiento sostenible puede quedar librado de la búsqueda del bienestar ge-neral, como núcleo instrumental y finalista de-rivado no sólo de su condición de patrimonio

nacional, sino de principios fundamentales in-formantes de todo el compendio constitucional formal y sustantivo (FJ 5-7). Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 00003-2006-AI/TC

El espectro radioeléctrico o electromagnético es un recurso natural por medio del cual pueden propagarse las ondas radioeléctricas sin guía ar-tificial. De conformidad con el artículo 66º de la Constitución, forma parte del patrimonio de la Nación y el Estado es soberano en su apro-vechamiento, correspondiéndole a éste su ges-tión, planificación, administración y control, con arreglo a la Constitución, la ley y los principios generales (FJ 4).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 00003-2006-AI/TC

Se delimita el alcance de la disposición constitu-cional que le reconoce protección a los recursos naturales, sabiendo que estos pueden definirse como el conjunto de elementos que brinda la na-turaleza para satisfacer las necesidades humanas, en particular, y las biológicas, en general. Repre-sentan aquella parte de la naturaleza que tiene alguna utilidad actual o potencial para el hombre (FJ 28 y 29).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

Los recursos forestales maderables, al constituir patrimonio de la Nación, requieren que el Estado procure su aprovechamiento sostenible, creando el marco jurídico que lo permita, así como los medios necesarios para controlar y supervisar las actividades de los concesionarios a quienes se les ha otorgado el uso y disfrute de dicho patrimonio (FJ 11-15).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 01206-2005-PA/TC

Producción económica

Se ha considerado que esta relación se guía por siete principios, a saber: a) el desarrollo sosteni-ble, b) conservación, c) prevención, d) restaura-

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ción, e) de mejora, f) precautorio y g) compen-sación (FJ 2.e).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 3510-2003-AA/TC

Se enuncian los principios que vinculan la rela-ción entre la producción económica y el derecho a un medio ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la persona (FJ 18).Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

Responsabilidad social

Se precisa que la responsabilidad social implica la generación de actitudes y comportamientos de los agentes económicos y el establecimiento de políticas de promoción y el desarrollo de acti-vidades que, en función del aprovechamiento o uso de los bienes ambientales, procuren el bien común y el bienestar general (FJ 22-26)Sentencia del Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 0048-2004-PI/TC

CONSTITUCIÓN DE SOCIEDAD Sociedad

CONSUMIDOR (PRINCIPIO DE PROTECCIÓN AL - )

Concepto

Así como la Constitución protege a los agentes económicos encargados de establecer la oferta en el mercado, a partir del ejercicio de los derechos de libre empresa, comercio e industria, con igual énfasis protege al individuo generador de deman-da; es decir, al consumidor o al usuario.

El consumidor -o usuario- es el fin de toda ac-tividad económica; es decir, es quien cierra el círculo económico satisfaciendo sus necesidades y acrecentando su bienestar a través de la utili-zación de una gama de productos y servicios. En puridad, se trata de una persona natural o jurídi-

ca que adquiere, utiliza o disfruta determinados productos (como consumidor) o servicios (como usuario) que previamente han sido ofrecidos al mercado.

Es indudable que la condición de consumidor o usuario se produce a través de la relación que éste entabla con un agente proveedor -indepen-dientemente de su carácter público o privado-; sea en calidad de receptor o beneficiario de algún producto, sea en calidad de destinatario de alguna forma de servicio. En consecuencia, la condición de consumidor o usuario no es asignable a cual-quier individuo o ente, sino a aquel vinculado a los agentes proveedores dentro del contexto de las relaciones generadas por el mercado, las cua-les tienen como correlato la actuación del Estado para garantizar su correcto desenvolvimiento. El proveedor, por su parte, es aquella persona na-tural o jurídica que, habitual o periódicamente, ofrece, distribuye, vende, arrienda o concede el uso o disfrute de bienes, productos o servicios.

La Constitución prescribe en su artículo 65° la defensa de los intereses de los consumidores y usuarios a través de un derrotero jurídico bi-nario; vale decir, establece un principio rector para la actuación del Estado y, simultáneamente, consagra un derecho subjetivo. En lo primero se advierte la dimensión de una pauta básica o postulado destinado a orientar y fundamentar la actuación del Estado respecto a cualquier acti-vidad económica. Así, el juicio estimativo y el juicio lógico derivado de la conducta del Estado sobre la materia, tienen como horizonte tuitivo la defensa de los intereses de los consumidores y los usuarios. En lo segundo, la Constitución reconoce la facultad de acción defensiva de los consumidores y usuarios en los casos de trans-gresión o desconocimiento de sus legítimos in-tereses; es decir, apareja el atributo de exigir al Estado una actuación determinada cuando se produzca alguna forma de amenaza o afectación efectiva de los derechos del consumidor o usua-rio, incluyendo la capacidad de acción contra el propio proveedor.

Constitución de Sociedad

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De acuerdo con lo establecido por el artículo 65° de la Constitución el Estado mantiene con los consumidores o usuarios dos obligaciones gené-ricas, a saber: a) Garantiza el derecho a la información sobre

los bienes y servicios que estén a su disposi-ción en el mercado. Ello implica la consigna-ción de datos veraces, suficientes, apropiados y fácilmente accesibles.

b) Vela por la salud y la seguridad de las personas en su condición de consumidoras o usuarias.

Tribunal Constitucional Exp. Nº 7339-2006-PA/TCJunínEmpresa de Transportes Megabus S.A.C. CONTRATACIÓN CON EL ESTADO

Desarrollo constitucional

El demandante sostiene que el artículo 76° de la Constitución delimita las adquisiciones estatales, al establecer que serán reguladas exclusivamen-te por las disposiciones del TUO de la Ley N.° 26850, Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado. Su texto es el siguiente: “Las obras y la adquisición de suministros

con utilización de fondos o recursos públicos se ejecutan obligatoriamente por contrata y licitación pública, así como también la ad-quisición o la enajenación de bienes.

La contratación de servicios y proyectos cuya

importancia y cuyo monto señala la Ley de Presupuesto se hace por concurso público. La ley establece el procedimiento, las excep-ciones y las respectivas responsabilidades.”

La contratación estatal tiene un cariz singular que lo diferencia de cualquier acuerdo de voluntades entre particulares, ya que al estar comprometidos recursos y finalidades públicas, resulta necesaria una especial regulación que permita una adecua-da transparencia en las operaciones.

La función constitucional de esta disposición es determinar y, a su vez, garantizar que las con-trataciones estatales se efectúen necesariamente mediante un procedimiento peculiar que asegure que los bienes, servicios u obras se obtengan de manera oportuna, con la mejor oferta económica y técnica, y respetando principios tales como la transparencia en las operaciones, la imparcialidad, la libre competencia y el trato justo e igualitario a los potenciales proveedores. En conclusión, su objeto es lograr el mayor grado de eficiencia en las adquisiciones o enajenaciones efectuadas por el Estado, sustentado en el activo rol de princi-pios antes señalados para evitar la corrupción y malversación de fondos públicos. En términos generales, el principio de transparen-cia estará garantizado cuando haya publicidad en la convocatoria, en el adecuado control de cali-dad en los productos a adquirir, en los resultados de la evaluación de propuestas, y en el manejo de los recursos destinados a la compra en general. Por su parte, habrá trato igualitario cuando bajo ninguna circunstancia se advierta preferencia o tendencia destinada a beneficiar a algún postor determinado. Finalmente, la eficiencia en el ma-nejo de recursos no sólo será exigible en la adju-dicación a la mejor oferta técnica y económica, sino también en el diseño del propio programa anual de adquisiciones que cada Entidad efectúe respecto a sus necesidades. A ellas, deben agregarse otras garantías como la intervención de la Contraloría General a tra-vés de adecuados mecanismos de fiscalización; asimismo, conforme se advierte de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, exis-ten mecanismos de sanción a los proveedores, contratistas o postores a través del Consucode, cuando incumplan sus obligaciones con el Estado y la Ley. Resulta claro que la finalidad de eficiencia y transparencia en las adquisiciones puede con-seguirse de mejor modo mediante procesos de selección como los establecidos por el TUO

Contratación con el Estado

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de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, pues la serie de etapas que presenta (convocatoria, apertura de propuestas técnicas y económicas, y adjudicación de la buena pro, las cuales son supervisadas por un comité especial encargado de llevar a cabo el proceso y sobre el cual descansa la responsabilidad del mismo), ga-rantizan, en cierto modo, la imparcialidad frente a los postores y la mejor decisión a favor del uso de recursos públicos. Sin embargo, la propia experiencia de los últimos años ha demostrado que inclusive estos mecanis-mos de adquisición han sido afectados por la corrupción, por lo que, para el resguardo de re-cursos públicos, no sólo basta un procedimiento especial de adquisición, sino que, además, resulta necesario un rígido sistema de control y fiscaliza-ción, tanto a nivel de la propia entidad adquirente (control previo), como en el máximo órgano de control, a cargo de la Contraloría General de la República (control posterior). En cualquier caso, ambos tienen como principal propósito garanti-zar el principio de oportunidad, pues una fisca-lización tardía haría incluso inoperativa una po-sible sanción penal por el cómputo de los plazos de prescripción. Como se ha señalado, la eficiencia y transparen-cia en el manejo de recursos, así como la impar-cialidad y el trato igualitario frente a los postores, son los objetivos principales de las adquisiciones estatales, y constituyen la esencia de lo dispuesto en el artículo bajo análisis. Por ello, aun cuando la Constitución únicamente hace referencia a los procesos de selección denominados licitaciones y concursos públicos, es lógico inferir que esta finalidad también sea la misma en el caso de las adquisiciones directas, de las adquisiciones de menor cuantía -también reconocidas en el TUO-, y de las excepciones que establezca la ley. Es evidente entonces que en la disposición sub análisis existe una reserva de ley para determinar los procedimientos, las excepciones y responsa-bilidades en las obras, adquisición de bienes y

contratación de servicios. Ese el caso de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, que constituye una norma de desarrollo consti-tucional, y en la que se establecen los casos en los cuales el Estado está exceptuado de efectuar adquisiciones bajo los procesos de selección en ella señalados (artículos 19° y 20° de la Ley), así como las responsabilidades solidarias para el caso de los miembros del comité especial encar-gado de llevar a cabo el proceso de selección. Este Tribunal considera, sin embargo, que cuando la Constitución prescribe que “la ley establece el procedimiento, las excepciones y las respectivas responsabilidades”, no se refiere exclusivamente a las excepciones del artículo 19° del TUO, pues el artículo 76° de la Constitución no hace refe-rencia a las disposiciones de una ley específica, sino a los mecanismos y principios que deben regir obligatoriamente la contratación estatal. En consecuencia, si bien es cierto que la Ley de Contrataciones del Estado representa la norma de desarrollo constitucional que recoge los princi-pios señalados en el artículo 76° de la Constitu-ción, también lo es que el contexto socioeconó-mico puede determinar la necesidad de establecer mecanismos excepcionales de adquisición, con-forme lo señala la propia Constitución, y cuya única condición exigible será que estén regulados por ley y que respeten los principios constitu-cionales que rigen toda adquisición pública. Es claro, entonces, que ningún mecanismo de adqui-sición será válido si no respeta los principios de eficiencia, transparencia y trato igualitario. Este Colegiado reconoce que hoy en día la bús-queda de una mayor eficacia en la administración pública puede determinar que, debido a particu-lares y específicas necesidades de cada entidad, en términos de costo y tiempo -necesidades que van surgiendo como consecuencia de la moder-nización del Estado-, se opte por mecanismos alternos, pues como ya se ha señalado, lo que finalmente se busca con los procedimientos espe-ciales de adquisición pública es lograr una mayor

Contratación con el Estado

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ventaja para el Estado, optimizando el uso de re-cursos públicos. Por lo expuesto precedentemente, y asumiendo como perspectiva de análisis el carácter dinámico de la Constitución, cuya finalidad es sistematizar e integrar la realidad a la norma constitucional, consideramos que -contrariamente a lo alegado por la parte demandante- la Constitución sí per-mite mecanismos alternos, siempre y cuando es-tén previstos por ley, respeten los principios que subyacen en el artículo 76° de la Constitución, y representen la consecución de mayores ventajas para el Estado y la sociedad en general. En nin-gún caso el mecanismo alterno y de excepción estará exento de fiscalización previa o posterior, ni tampoco de la determinación de eventuales responsabilidades a que hubiera lugar.TribunalEXP. N.° 020-2003-AI/TCLimaColegio Químico Farmacéutico Departamental de Lima CONTRATO

Resolución de contrato por incumplimiento

(...) En cuanto a la denuncia de aplicación inde-bida de los artículos 1428º y 1429º del Código Civil, corresponde señalar que el artículo 1428º del Código Civil, regula el mecanismo de la re-solución del contrato por incumplimiento en los contratos con prestaciones recíprocas, en donde si alguna de las partes falto al cumplimiento de su obligación, la otra parte puede solicitar el cum-plimiento o la resolución del contrato y en uno u otro caso la indemnización por daños y perjui-cios, mecanismo del cual se encuentra habilitado el contratante legitimado afectado por el incum-plimiento de la otra parte contratante y que por su parte si ha cumplido con su obligación; forma de actuar que es entendido como una manera de tutela en los contratos en donde rige la contra-prestación entre las partes y con la finalidad de provocar la ineficacia del acto ante un incumpli-miento, resultando ante ello pertinente citar al au-

tor Michele Tamponi en cuanto establece que “el fundamento de la resolución por incumplimiento lo tenemos en la existencia de muchos contratos en los que cada una de las atribuciones patrimo-niales depende de la otra. Aquello significa que su causa reside en el intercambio, lo que gene-ralmente se concreta en el binomio prestación/contraprestación, a partir de lo que se ha señala-do que existe un nexo de correspectividad entre la prestación a la cual se obliga un contratante y a aquella a la cual se obliga el otro; la presta-ción de cada uno de ellos encuentra justificación en la prestación del otro”. “La Risoluziones per inadempimento, en I contratti in generale. Tomo II, al cuidado de Enrico Gabriello en Trattado dei contratti dirigido por Pietro Rescigno. Unio-ne Tipográfico. Editrice Torinese (UTET) Torino, 1999, pp. 1477 y ss.” Dentro de este contexto nuestro Código Civil, regula varios mecanismos de resolución por incumplimiento del contrato previstos en los artículos 1428º, 1429º y 1430 del Código Civil, esto es, la resolución judicial, la resolución por intimación o por autoridad del acreedor, la resolución por cláusula resolutoria expresa respectivamente. La parte que cumpla con su prestación puede acudir al Poder Judicial a demandar la resolución del contrato contra la otra, el incumplidor, en cuyo caso no está obli-gado a cursar previamente carta notarial a que se refiere el artículo 1429º del Código Civil. La sentencia que declare fundada la demanda será constitutiva del derecho del acreedor (Félix A. Trigo Represas, Rubén Stiglitz, Contratos, reim-presión 2001, Ediciones La Rocca, Buenos Aires, p. 342) con efectos ex nunc.Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 210-2007 SANTAPublicado el 02.09.2008

Resolución por intimación

(...) El artículo 1429º del Código Civil, regula la forma de actuación del derecho que da origen a la resolución por incumplimiento, supuesto de la norma que posibilita al acreedor que sufre el incumplimiento de la otra parte a tenor de lo dis-puesto en el artículo 1428º del Código Civil, a la

Contrato

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intimación previa del cumplimiento debido vía carta notarial dentro del plazo establecido por la ley como es un plazo no menor de quince días, siendo que en caso de no verificarse el cumpli-miento de la obligación correspondiente dentro del plazo de ley se proceda a la resolución del contrato, correspondiendo señalar que esta ma-nera de resolución “por intimación” o “por auto-ridad del acreedor” también denominado por la doctrina extranjera como “pacto comisorio im-plícito, tácito o legal”, es un mecanismo extraju-dicial que no requiere previamente que las partes la hayan pactado, dado que es una facultad otor-gada al acreedor por ley. El acreedor intima al incumplidor para que en el plazo señalado cum-pla con su prestación, en caso contrario se tendrá por resuelto el contrato. El plazo de quince días que señala la norma en comento es un plazo de gracia, porque otorga al incumplidor la última posibilidad de cumplir con su prestación.Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 210-2007 SANTAPublicado el 02.09.2008

Cláusula resolutoria

(...) La otra forma de resolución del contrato por incumplimiento, es mediante el pacto comisorio o cláusula resolutoria expresa regulado en el ar-tículo 1430º del acotado, que resulta ser otro me-canismo extrajudicial al alcance de la parte cum-plidora o fiel del contrato y que tiene origen en el acuerdo de las partes. Esta cláusula indica que las partes contratantes la insertan en el contrato establecido que queda resuelto el mismo cuando uno o cualquiera de los contratantes no cumple con la prestación que queda a su cargo. Una vez que el cumplidor comunica al incumplidor que esta haciendo uso de la mencionada cláusula, el contrato queda resuelto de pleno derecho.Sala Civil Transitoria de la Corte SupremaCas. Nº 210-2007 SANTAPublicado el 02.09.2008

Autonomía de la voluntad

La autonomía de la voluntad se refiere a la capa-cidad residual que permite a las personas regular

sus intereses y relaciones coexistenciales de con-formidad con su propia voluntad. Es la expresión de la volición, tendente a la creación de una nor-ma jurídica con interés particular. El contrato, al expresar la autonomía de la volun-tad como fuente de derecho tiene su fundamento en las siguientes disposiciones constitucionales. El inciso 14º del artículo 2º de la Constitución prescribe que toda persona tiene derecho: A contratar con fines lícitos, siempre que no

se contravengan leyes de orden público. A su turno, el artículo 62º de la Constitución es-tablece que: La libertad de contratar garantiza que las

partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modifi-cados por leyes u otras disposiciones de cual-quier clase.

Por su parte, el inciso 3º del artículo 28º de la Constitución dispone que: La convención colectiva tiene fuerza vincu-

lante en el ámbito de lo concertado. Como puede inferirse, las disposiciones consti-tucionales citadas confirman la tesis de que el contrato también es una fuente de derecho que tiene reconocimiento constitucional. Al respecto, este colegiado ha señalado: La noción de contrato en el marco del Estado

constitucional de derecho se remite al princi-pio de autonomía de la voluntad, previsto en el artículo 2.º, inciso 24, literal a de la Cons-titución (...).

(...) el principio de autonomía de la voluntad no debe ser entendido de manera absoluta, sino dentro de los valores y principios cons-titucionales (...) [Caso Fernando Cantuarias Salaverry, Exp. N.º 6167-2005-PHC/TC, fun-damentos 16 y 17].

Contrato

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A nivel de la doctrina nacional [RUBIO CO-RREA, Marcial. El sistema jurídico: introducción al derecho. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 8ª edición, 1999, pp. 223 y ss.] como extranjera [REALE, Miguel. Introducción al derecho. Madrid: Ediciones Pi-rámide, S.A., Novena edición, 1989, p. 139] se ha resaltado la importancia del negocio jurídico como fuerza generadora de normas jurídicas, admitiendo que la experiencia jurídica no sola-mente es regida por normas legales de carácter genérico, sino también por normas particulares e individualizadas. Para Reale, lo que caracteri-za a la fuente negocial es la convergencia de los siguientes elementos: a) Manifestación de voluntad de las personas

legitimadas para hacerlo.b) Forma de querer que no contradiga la exigida

por ley.c) Objeto lícito.d) Paridad, o al menos debida proporción, entre

los participantes de la relación jurídica [Ob. Cit., p. 137].

Tribunal ConstitucionalPleno JurisdiccionalExp. Nº 047-2004-AI/TC

CONTRATO ADMINISTRATIvO DE SERvICIOS - CAS

Concepto y regulación

El Decreto Legislativo N.º 1057, que aprueba el denominado Contrato Administrativo de Ser-vicios, en su artículo 1º regula un régimen es-pecial de contratación administrativa que tiene por objeto garantizar los principios de méritos y capacidad, igualdad de oportunidades y profesio-nalismo de la administración pública.

Resulta pues necesario, previamente a cualquier desarrollo sobre la constitucionalidad o no de di-cha norma, determinar si nos encontramos frente a un contrato administrativo o a un contrato la-boral; para ello, el Tribunal Constitucional tendrá

en cuenta no solo la nomenclatura utilizada por la norma cuestionada, sino principalmente el conte-nido de los dispositivos que aquella contiene.

En principio, la contratación administrativa se aparta del régimen general de contratación con-tenido en la legislación civil, de modo que nos remite a un régimen especial, vinculado a la particular posición que tiene la administración pública en nuestro ordenamiento jurídico; por un lado como ente con prerrogativas previstas en la Constitución y las leyes, y por el otro como par-te contratante, asumiendo obligaciones y deberes vinculados a los contratos que aquella suscribe con personas de derecho privado.

A través de los contratos administrativos la Administración contrata a un tercero para que ejecute obras públicas, preste o administre -en su representación- un servicio público; en otras palabras, se recurre a un particular para que, a cambio de una contraprestación, ejecute o de-sarrolle una obra o actividad propia de la ad-ministración.

Estos contratos tienen ciertas características o particularidades que justifican su consideración como un régimen especial o particular; así, se tiene que, no alteran o modifican la posición de la partes dentro del ordenamiento jurídico (ad-ministración o tercero), son de naturaleza con-tractual (esto es, que es voluntario, y que regula obligatoriamente los derechos y obligaciones de las partes, aunque la administración no pierde sus prerrogativas), e incluso el cuestionamiento de estos contratos en sede judicial ya no es de competencia de la jurisdicción civil (entendida como ordinaria), sino de la contenciosa adminis-trativa.

Ello demuestra la importancia y magnitud que ha ido tomando la actividad contractual de la ad-ministración pública, sobre todo cuando aquella se caracteriza por la contratación de bienes, ser-vicios y obras, según corresponda y de acuerdo a las necesidades de la entidad contratante.

Contrato Administrativo de Servicios - CAS

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La referencia a la contratación de “servicios”, podría llevar a considerar a priori que la norma impugnada, en tanto pretende regular la contrata-ción de servicios administrativos, regula un me-canismo de contratación administrativa; sin em-bargo, la respuesta no puede darse tan a la ligera y sin tomar en cuenta el contenido del contrato de servicios así como el marco jurídico que le sirve de sustento.

Es que en general un contrato contiene -sin que ello importe intentar un análisis pormenorizado y sea solo con fines pedagógicos-, primero, la identificación de las partes que lo suscriben, así como la descripción de la materia u objeto mate-ria del mismo, luego las obligaciones que corres-ponden a cada parte, y finalmente las cláusulas vinculadas al incumplimiento, impugnación del contrato, pacto arbitral o de sometimiento a la competencia territorial de determinados jueces, etc., entre otras cláusulas.

Sin embargo, en el presente caso resulta suma-mente paradójico encontrar especificado dentro del marco jurídico que regula el contrato el de-talle de los derechos fundamentales que deben respetarse como parte del contrato, lo cual evi-dencia la existencia de una relación laboral a la sola suscripción de los contratos.

Al respecto, en el Decreto Legislativo Nº 1057 se encuentran disposiciones que hacen dudar de que nos encontremos frente a un contrato admi-nistrativo, más allá de la denominación que se le haya pretendido dar al sistema de contratación regulado por él. Así se tiene que:

- Garantiza los principios de méritos y ca-pacidad, igualdad de oportunidades y pro-fesionalismo de la administración pública (artículo 1º).

- Fija como parte del contenido del contrato “administrativo de servicios” (artículo 6º, in-cisos 1 a 4):• Un máximo de cuarenta y ocho (48) horas

de prestación de servicios a la semana.

• Veinticuatro (24) horas continuas de des-canso por semana.

• Quince (15) días calendario continuos de descanso por año cumplido.

• Afiliación al régimen contributivo que administra ESSALUD, fijando como base máxima de la contribución el equivalente al 30% de la UIT vigente en el ejercicio por cada asegurado

A mayor abundamiento, el Reglamento del De-creto Legislativo N.º 1057, Decreto Supremo N.º 075-2008-PCM, reitera estos “contenidos”, ha-ciendo precisiones sobre el particular

Por ello, este Colegiado concluye expresando que el contenido del contrato regulado en la norma impugnada tiene las características de un contra-to de trabajo y no de un contrato administrativo, en la medida en que prevé aspectos tales como la determinación de la jornada de trabajo (que implica incluso determinar el horario de trabajo, pues de lo contrario sería imposible controlar la jornada semanal), así como los descansos sema-nales y anual. Cabe considerar también que la denominación dada por el legislador a la norma cuestionada resulta, cuando menos, imprecisa, dado que le pretende conferir un significado dis-tinto al contenido que regula.

En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que -más allá de la denominación dada a los contratos suscritos bajo el marco del De-creto Legislativo Nº 1057, al pretender conside-rarlos como contratos administrativos de servi-cios-, los contratos suscritos bajo el marco del Decreto Legislativo Nº 1057 son de naturaleza laboral.Tribunal ConstitucionalExp. Nº 00002-2010-PI/TC LimaMás de 5,000 ciudadanos

CONTRATO DE COMPRAvENTA Compraventa

Contrato de Compraventa

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CONTRATO DE ESTACIONAMIENTO DE vEHÍCULOS

Concepto

Nuestro ordenamiento jurídico no ha establecido mediante alguna norma los alcances de los servi-cios de estacionamiento, por lo que debe recurrir-se a la doctrina para determinar dichos aspectos.

En primer lugar, debe indicarse que cuando el servicio de estacionamiento es brindado como prestación principal a cambio de un pago realiza-do por el usuario a título de contraprestación, la relación entablada coincide, de manera general, con el contrato denominado por la doctrina como “contrato de estacionamiento de vehículos”.

Dicho contrato se define como el acuerdo por el que una persona -sea propietario o no de un vehí-culo- conviene con el titular de un inmueble des-tinado al estacionamiento de vehículos -sea aquél propietario o no del local- en estacionar en dicho lugar su vehículo durante un plazo determinado o indeterminado a cambio de una retribución en dinero.

En lo que respecta a la naturaleza jurídica del contrato de estacionamiento de vehículos, dicho contrato combina elementos de otros contratos tí-picos tales como el arrendamiento y el depósito, aunque existen distintas posiciones respecto de si constituye una especie del primero (arrendamien-to) con prestaciones subordinadas del segundo (depósito) o a la inversa, o si, por el contrario, se trata de un contrato atípico con naturaleza jurídi-ca propia. En el Perú, diversos autores que han tratado el tema del contrato de estacionamiento suscriben la posición que considera al mismo como un contrato atípico con naturaleza jurídica propia en el que participan ciertos elementos y características de los contratos de arrendamiento y depósito.

Al margen de las posiciones existentes sobre la naturaleza jurídica del contrato de estaciona-

Contrato de Estacionamiento de Vehículos

miento, lo cierto es que la doctrina -tanto en el ámbito nacional como en el Derecho Compara-do- mayoritariamente reconoce que las obliga-ciones principales que constituyen el contrato de estacionamiento son, por un lado, la cesión en uso de un espacio físico para aparcar el vehículo y, por otro, el deber de custodiar dicho vehículo. Este último deber (custodia) comprende la obli-gación de vigilancia y protección del vehículo a fin que no sea robado ni dañado por agentes externos al mismo.

En ese sentido, Guillermo Cabanellas señala que en los mejores criterios de la doctrina y de la jurisprudencia extranjera se reconoce que en el contrato de estacionamiento, además de la obli-gación de conceder un espacio para el aparca-miento del vehículo se suma una obligación de custodia a cargo del dueño del garaje, por la cual éste debe responder por los daños y robos al ve-hículo.

Siguiendo esa misma línea, en el ámbito nacio-nal, Max Arias-Schreiber y otros autores sostie-nen que el deber de custodia del vehículo guarda coherencia con el fin social que sustenta al con-trato de estacionamiento, pues sin el elemento de custodia el riesgo inherente a estacionar en la vía pública no se atenuaría significativamente si el mismo habría de ser soportado por el usuario.

Lo señalado es concordante con las expectativas de un consumidor razonable al contratar este tipo de servicios. En efecto, la intención de un consumidor de estacionar su automóvil enfrenta generalmente dos opciones.

De un lado, estacionar su vehículo en la vía pú-blica y, de otro, hacerlo dentro de una playa de estacionamiento, debiendo existir en esta última opción, incentivos que justifiquen que el consu-midor opte por aparcarlo en el estacionamiento y descarte la vía pública, asumiendo un determi-nado costo por el servicio. Dicho incentivo con-siste principalmente en la seguridad, es decir, la atenuación de los riesgos inherentes que se pro-

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ducen como consecuencia de dejar un vehículo automotor en la vía pública, como son los robos, colisiones, etc.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que en los contratos de estacionamiento, el proveedor es quien está en mejores condiciones para asumir el riesgo derivado de las pérdidas y riesgos típicos del negocio en virtud del conocimiento de las actividades comerciales. Es decir, el proveedor es la parte que mejor puede implementar las me-didas de seguridad que resulten más adecuadas para disminuir los riesgos y perjuicios generados como consecuencia de la actividad que realiza en el mercado.

En ese sentido, Martínez Coco sostiene que el deber de custodia del vehículo forma parte del contrato de estacionamiento en virtud del carácter mercantil de la actividad que realiza el proveedor y del mayor conocimiento de las cosas relacio-nadas con dicha actividad. Por su parte, Jiménez Vargas-Machuca señala que la obligación de cus-todia del vehículo es una obligación fundamental del contrato de estacionamiento no sólo por la finalidad social del mismo, sino también porque el prestador es quien está en mejores condiciones que los usuarios del servicio para prevenir los daños a un menor costo De esta manera, resulta evidente que en los contratos de estacionamiento de vehículos el proveedor no sólo tiene la obli-gación de dar o asignar al consumidor un espacio para aparcar el vehículo, sino que también tiene la obligación de su custodia y, por tanto, dicho proveedor se encuentra obligado a adoptar todas las medidas destinadas a garantizar la seguridad de los vehículos durante la permanencia en su local. En ese sentido, los daños, averías o robos al vehículo durante la prestación del servicio de estacionamiento involucran una clara afectación a la idoneidad de tal servicio.

Frente a esta obligación de custodia, inherente al servicio de estacionamiento sujeto a una contra-prestación, el proveedor no puede exonerarse o limitar su responsabilidad mediante estipulacio-

nes incluidas en avisos puestos en el local o en contratos de adhesión o con arreglo a cláusulas generales de contratación (generalmente puestas al reverso del ticket que se entrega a los consu-midores).

Entender que el proveedor pueda eximirse de res-ponsabilidad por la obligación esencial de custodia del automóvil mediante la existencia de estas cláu-sulas y avisos significaría desnaturalizar el contra-to de estacionamiento y dejarlo “sin causa”.

En efecto, si bien es válido que las partes deli-miten el objeto de un contrato, cuando el con-trato de estacionamiento se plasme en uno de adhesión o con arreglo a cláusulas generales de contratación no aprobadas administrativamente, las estipulaciones que tengan por efecto exone-rar o limitar al proveedor -que las redacta- de su responsabilidad por la custodia del vehículo, se considerarán como inválidas, de conformidad con lo establecido por el artículo 1398º del Có-digo Civil.

Cabe añadir que en la actualidad, la normativa de protección al consumidor recoge una dispo-sición similar al establecer que en las cláusulas generales de contratación y en los contratos por adhesión, se tendrán por no puestas las cláusulas que tengan por objeto permitir al proveedor sus-traerse unilateralmente de sus obligaciones, sin contar con el consentimiento explícito e informa-do de los consumidores.

En este contexto, el proveedor del servicio de estacionamiento sólo podrá eximirse de respon-sabilidad si acredita la existencia de una causa objetiva, justificada y no previsible para su acti-vidad económica que califique como caso fortui-to, fuerza mayor, hecho de tercero o negligencia del propio consumidor.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualSala de Defensa de la Competencia Nº 2Resolución 1933-2009/SC2- INDECOPIExpediente 2191-2008/CPC

Contrato de Estacionamiento de Vehículos

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CONTRATO DE TRABAJO

Características

El contrato de trabajo presupone el estableci-miento de una relación laboral permanente entre el empleador y el trabajador, en virtud de la cual este se obliga a prestar servicios en beneficio de aquél de manera diaria, continua y permanente, cumpliendo un horario de trabajo; En cambio en el contrato de locación de servicios a que se refiere el artículo 1764º del Código Civil, los servicios son prestados por cierto tiempo o para un trabajo determinado pero no tienen los rasgos de permanencia ni subordinación del locador al comitente, características éstas que si encuentran en el contrato de trabajo.Expediente Nº 2008-1664-0-1701-J-CI-2El Peruano, 27 de diciembre de 2008.

Elementos esenciales

Como se ha acreditado con la verificación antes requerida, las tareas que realizaba el demandante no se corresponden en absoluto con las carac-terísticas del contrato de locación de servicios. Al contrario, queda demostrado que la prestación de servicios identifica con meridiana claridad la existencia de un típico contrato de trabajo del ré-gimen de la actividad privada, cuyos elementos esenciales son a) prestación personal y directa de los servicios, b) subordinación o dependencia, y, c) pago de una remuneración como contrapresta-ción por las labores realizadas.Expediente Nº 2007 6223-0-1701-J-CI-6El Peruano, 26 de diciembre de 2008.

Elementos que concurren en la existencia del contrato de trabajo

En este sentido, se presume la existencia de un contrato de trabajo cuando concurren tres ele-mentos: la prestación personal de servicios, la subordinación y la remuneración (prestación su-bordinada de servicios a cambio de una remune-ración). Es decir, el contrato de trabajo presupone el establecimiento de una relación laboral entre el empleador y el trabajador, en virtud de la cual

éste se obliga a prestar servicios en beneficio de aquel de manera diaria, continua y permanente, cumpliendo un horario de trabajo.Tribunal ConstitucionalExpediente Nº 1259-2005-PA/TC

Contrato de trabajo y locación de servicios

Primero: Si el Juez constata la existencia de una relación laboral a pesar de la celebración de un contrato de servicios civil o mercantil, deberá preferir la aplicación de los principios de la pri-macía de la realidad y de irrenunciabilidad sobre el de buena fe contractual que preconiza el Có-digo Civil, para reconocer los derechos laborales que correspondan.

Segundo: De darse el supuesto anterior, con-sentida o ejecutoriada que sea la sentencia, el Juzgado deberá poner en conocimiento de las instituciones que correspondan o entidades del Estado que tengan a su cargo la adminis-tración y o fiscalización de las contribucio-nes y aportaciones sociales, para los efectos pertinentes.Acuerdo Nº 1 del Pleno Jurisdiccional Laboral del 2000

CONTRATO DE OBRA PÚBLICA

Tiempo máximo de celebración de un contrato de obra

La Sala Constitucional y Social de la Corte Su-prema de Justicia, establece que los contratos sujetos a modalidad de obra determinada o ser-vicio específico, deben celebrarse por un período máximo de 8 años, luego del cual se convertirá en un contrato a tiempo indeterminado. Dispo-ne que la aplicación del artículo 16° del D.S. N° 003-97-TR que prevé la extinción del contrato de trabajo como la terminación de la obra o servicio, el cumplimiento de la condición resolutoria y el vencimiento del plazo de los contratos celebra-dos bajo modalidad, es la pertinente. Asimismo, basa su Resolución en la aplicación del artículo 139° inciso 8 de la Constitución que establece

Contrato de Obra Pública

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que los jueces no pueden dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la Ley.Casación Nº 1809-2004El Peruano, 30 de enero de 2006

CONTRATO DE OPCIÓNConcepto

El contrato de opción es un contrato preparatorio por el cual una de las partes, el optante, tiene la facultad de elegir entre la celebración o no del contrato definitivo en las condiciones prefijadas, y la otra, el opcionista, queda vinculada a su obli-gación de celebrar en un futuro dicho contrato, obligación de la cual sólo podrá librarse en el supuesto que el titular de la opción renuncie a la misma o que transcurra el plazo pactado, o en su defecto el establecido por la ley, para el contrato de opción sin que éste ejercite su opción. Si el ejercicio de dicha opción de contratar definitiva-mente se hallare supeditado al cumplimiento de una determinada condición por parte del opcio-nista, se entenderá que el plazo señalado empe-zará a correr desde el momento en que se cumpla dicha condición, la cual, de no cumplirse dará lugar a que el optante pueda exigir al opcionista la celebración del contrato definitivo.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia Cas. Nº 2676-2005 Lima

CONTRATO DE SEGURO Seguro (contrato de-)

CONTRATO EvENTUAL POR CIRCUNSTANCIASDE LA PRODUCCIÓN Concepto

Los contratos temporales, en tanto que son una excepción a la regla laboral de la presunción de contratación general, se rigen, por el criterio de temporalidad “(...) en la modalidad en que para que la valida celebración del contrato se exige estricta correspondencia entre la duración del contrato y la naturaleza de los trabajos”.

Así pues -entendemos- es sobre la base de las necesidades de casa empleador, que se puede contratar personal por un plazo determinado en función a la causa concreta de cada contratación; es decir, en estos casos, se conoce con antela-ción -más todavía desde el mismo momento de celebración del contrato de trabajo- la fecha de termino del contrato (plazo cierto) o los hechos que motivaran su finalización (plazo incierto). En el presente caso, revisados los aludidos contratos denominados “Contrato Individual de Trabajo a plazo fijo para Servicios Específicos”, se tiene que éstos consignan las fechas de término de cada contrato, es decir, tiene un plazo cierto. En consecuencia, dichos contratos no encajan dentro de los alcances del artículo 63° de la Ley de Pro-ductividad y Competitividad Laboral que regula la duración de los contratos de obra o de “ser-vicio específico” (tal como se ha denominado), pues el vencimiento de éstos no se tendría que supeditar al transcurso de un curso determinado, sino la producción de un hecho concreto: el cum-plimiento de la obligación establecida”.

Que, en tal sentido, las labores desempeñadas por el acto que no se entiende episódicas ni ac-cidentales, por lo tanto, los contratos de trabajo suscritos entre las partes de este proceso, no se justifican como contratos sujetos a modalidad o por servicio específico; por el contrario, dadas las renovaciones contractuales realizadas por más de dos años, las cuales siempre han sido hechas para prestar el mismo servicio o la misma modalidad: Asistente administrativo, inferimos, en aplica-ción del Principio de Primacía de la Realidad, que dichos contratos modales se han desnaturali-zado por existir simulación y/o fraude conforme a los establecido en el artículo 77° del Decreto Supremo N° 003-97-TR, pues en realidad han venido desempeñando labores orgánicas, orde-nadas y permanentes, que tiene la característica de ser de duración indeterminada. En consecuen-cia, al ser evidente la simulación en los contratos denominados “Contrato Individual de Trabajo a plazo fijo para Servicio Específico”, éstos deben ser considerados como contrato de trabajo de du-

Contrato de Opción

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ración indeterminada, conforme lo establecido en el inciso d) del artículo 77° del Decreto Supremo N° 003-97-TR, esto es, que toda prestación de servicio remunerados y subordinados se presume (salvo prueba en contrario), la existencia de un contrato de trabajo por tiempo indeterminado. De tal modo que, por un lado, al haberse superado el periodo de prueba de tres meses, se adquirió esta-bilidad laboral (resultando irrelevante que el ac-tor no haya superado los cinco años de labor que señala artículo 74° de la PCPL para los contratos modales , pues, en realidad, no estamos frente a un contrato de esa naturaleza); y, por otro lado, al haberse determinado unilateralmente la culmina-ción de la relación laboral con la no renovación, sin que exista una causa justa establecida por la ley, lo que conlleva a que se haya incurrido en un despido incausado por fragante vulneración del derecho al trabajo del actor, lo cual, bajo el contexto de la sentencia vinculante del Tribunal Constitucional aludida en el considerando cuarto, amerita protección constitucional, materializada con la reposición al estado anterior de dicha vul-neración, que para este caso es la reposición el puesto de trabajo”.Tribunal ConstitucionalExp. N° 2007-0005-AALTC

CONTRATO LEYConcepto y desarrollo

El contrato-ley es un convenio que pueden sus-cribir los contratantes con el Estado, en los casos y sobre las materias que mediante ley se autorice. Por medio de él, el Estado puede crear garantías y otorgar seguridades, otorgándoles a ambas el carácter de intangibles. Es decir, mediante tales contratos-ley, el Estado, en ejercicio de su ius imperium, crea garantías y otorga seguridades y, al suscribir el contrato-ley, se somete plenamente al régimen jurídico previsto en el contrato y a las disposiciones legales a cuyo amparo se suscribió éste. En la doctrina nacional se discute sobre su natura-leza jurídica. Para unos, se trataría de un contrato

civil. Para otros, de un contrato administrativo. Autores hay también que sostienen que el régi-men jurídico de los contratos en los que participa el Estado no puede fijarse en abstracto, sino que depende de las reglas específicas que cada uno de ellos contenga. Evidentemente, la naturaleza que se le pueda atribuir al contrato ley -contrato civil o contrato administrativo- depende del con-tenido que éste pueda tener en cada caso concreto que se suscriba, de manera que, en abstracto, no cabe que se la fije. En cualquier caso, de una in-terpretación a rima obligada del artículo 62° de la Constitución con el artículo 1357° del Código Civil, se desprende que el contenido de los con-tratos-ley puede y debe sustentarse en razones de interés social, nacional o público. De manera que el Tribunal considera que nada impide que pueda suscribirse, mediante esta modalidad de contrata-ción, la prestación de servicios públicos, como el de telefonía. No obstante, los demandantes alegan que el con-tenido del contrato ley, o dicho de otro modo, las garantías y seguridades que el Estado puede esta-blecer mediante esta modalidad de contratación, no pueden comprender a la concesión del servi-cio de telefonía, sino sólo al régimen de estabi-lidad jurídica y tributaria. El Tribunal Constitu-cional no comparte una interpretación restrictiva sobre el contenido del contrato-ley, como el que exponen los demandantes. Por un lado, porque el segundo párrafo del artículo 62° de la Consti-tución establece que “mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar se-guridades”, sin establecer qué tipo de garantías y seguridades son las que se pueden brindar. Y, de otro, porque en la práctica una aseveración como la que expresan los demandantes, lejos de optimizar que se cumpla el telos de la institución del contrato-ley, lo termina desnaturalizando. Por su propia naturaleza, a través del contrato-ley, el Estado busca atraer inversiones privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas actividades que el Estado considera que vienen siendo insuficientemente desarrolladas, de acuer-

Contrato Ley

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do con los planes y objetivos que se pueda haber trazado en el diseño de la política económica del Estado. Tienen como contenido propiciar un marco de seguridad a los inversionistas no sólo en asuntos privados de la administración, sino, también, en la prestación de actividades de de-recho público. Una interpretación del contenido del contrato-ley, como el que expresan los demandantes, supon-dría forzosamente admitir que no toda la institu-ción del contrato-ley se encontraría revestida de la garantía de inmodificabilidad de sus cláusulas, sino sólo aquellas partes que se refieran a lo que los demandantes califican como garantías jurí-dicas y tributarias. Evidentemente, una opción de esa naturaleza no está excluida de la forma constitucionalmente adecuada de comprender el régimen constitucional de los contratos-leyes. Pero tampoco la otra es decir, aquella según la cual, entre las garantías que el Estado establezca y las seguridades que éste otorgue, se encuentren todas las fórmulas del contrato suscrito o por suscribirse. De manera que, en abstracto, no existe una limi-tación para que el Estado, mediante el contrato-ley, sólo extienda las garantías que se derivan de su suscripción al ámbito tributario o jurídico. Puede perfectamente extenderse, dentro de los límites que la Constitución y la ley fijen, a todas las cláusulas contractuales, en aquellos casos en los que el contrato-ley constituya un contrato ad-ministrativo, precisamente con el objeto de que, con posterioridad a su suscripción, el Estado no invoque la existencia de una cláusula exorbitan-te y se desvincule de los términos contractuales pactados. En el caso del contrato-ley al que se refiere el Fundamento N° 1 de esta sentencia, no todos los aspectos de los contratos celebrados entre el Es-tado peruano y Telefónica del Perú pertenecen al ámbito de protección que brinda el contrato-ley. “En efecto -como lo ha indicado la Defensoría del Pueblo, en su Informe sobre la libre competen-

cia en los términos de los contratos-ley suscritos entre el Estado y Telefónica del Perú- el artículo 1° de la referida Ley N° 26285 circunscribe sus disposiciones normativas a los servicios públicos de telecomunicaciones de telefonía fija local y de servicios de portadores de larga distancia nacio-nal e internacional. Por su parte, el artículo 4° de dicha ley excluye expresamente a los servicios de difusión, telefonía móvil en sus distintas mo-dalidades, de buscapersonas, teléfonos públicos, servicios de valor añadido y servicios portadores locales”. Por ello, a tenor del segundo párrafo del artícu-lo 62° de la Constitución, así como del mismo artículo 1357° del Código Civil, tanto la autori-zación para la suscripción u otorgamiento de un contrato-ley, como la inclusión de determinadas relaciones jurídico-patrimoniales en aquél, deben fundarse en un interés público específico, lo que significa que el otorgamiento de un contrato-ley no puede considerarse como un acto de pura li-bertad contractual ni meramente discrecional, tanto para el legislador como para los órganos de la administración pública. Una interpretación de la institución en los tér-minos antes indicados se aviene con el telos de la inserción del contrato-ley a nivel constitucio-nal. En efecto, si como antes se ha indicado, la aparición y consagración normativa del contrato-ley está vinculada con la promoción de las in-versiones privadas en las economías nacionales, dentro de un esquema en el que se ofrezca a los inversionistas seguridades, entonces, no es cons-titucionalmente adecuado que se realice una in-terpretación de los alcances de la institución que, antes de optimizarla, le reste operatividad. En ese orden de ideas, este Tribunal precisa que no sólo gozan de inmodificabilidad las cláusulas que compongan el contrato-ley, cuando así se acuerde, sino también el estatuto jurídico parti-cular fijado para su suscripción. Es decir, tanto la legislación a cuyo amparo se suscribe el contra-to-ley, como las cláusulas de este último.

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Ello es producto de una interpretación sistemá-tica de los dos párrafos del artículo 62° de la Constitución. Por un lado, de conformidad con la primera parte de dicho precepto constitucional, y no sólo respecto a los términos contractuales que contenga el contrato-ley, sino, en general, para todo término contractual, éstos “no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase”. Por otro lado, y en lo que se refiere únicamente a los contratos-leyes, la legislación a cuyo amparo éste se suscribe, “no puede ser modificada legis-lativamente” como lo prescribe la última parte del artículo 62° de la Constitución. Dicho de otro modo; aunque el legislador pueda modificar el régimen legal de suscripción de un contrato-ley, tal modificación no alcanza a quienes, con ante-rioridad a ella, hubieran suscrito dicho contrato-ley. De esta forma, el artículo 62° de la Constitución, al igual que en la Primera Disposición Final de la Ley Fundamental, establece una nueva excep-ción a la regla general contenida en el artículo 109° de la Constitución, según la cual “La ley es obligatoria desde el día siguiente de su pu-blicación en el diario oficial...”. De allí que el Tribunal considere superfluo, desde el punto de vista constitucional, que pese a no existir una ley o norma con rango de ley que establezca la posi-bilidad de aplicar ultraactivamente la legislación a cuyo amparo se suscribió un contrato-ley, éste contenido se haya formulado en el artículo 24° del Decreto Supremo N°. 162-92-EF. Los demandantes también han considerado que el artículo 3° de la Ley N° 26825 “resulta ilegal por atentar contra el artículo 1357° del Código Civil y el artículo 39° del Decreto Legislativo N° 757”. A juicio del Tribunal Constitucional, la eventual incompatibilidad entre una disposición con rango de ley, como el artículo 3° de la Ley N°. 26825, y otra de su mismo rango, como el artículo 1357° del Código Civil, no genera un problema de invalidez constitucional entre am-

bas (de “ilegalidad” se alude en la demanda). La colisión entre disposiciones del mismo rango no genera la invalidez de una de ellas, sino una antinomia que se soluciona conforme a diversas técnicas, como la “ley posterior deroga ley an-terior”; “ley especial deroga ley general”, etc. Tampoco por supuesto, per se, la incompatibili-dad constitucional de algunas de ellas. Tribunal Constitucional Exp. N° 005-2003-AI/TCLimaCongresistas de la República

CONTRATOS ADMINISTRATIvOS Reglas aplicables

Al respecto, cabe agregar que la Administración Pública realiza actos tanto de naturaleza admi-nistrativa como de naturaleza privada, siendo trascendente establecer que corresponde un tra-tamiento sustantivo y adjetivo distinto en cada caso; aun cuando en los contratos que celebra la Administración Pública, en muchos casos es pa-tente la mezcla del derecho administrativo y del derecho privado, por lo que no corresponde es-tablecer una genérica calificación como contrato administrativo o como contrato privado; no obs-tante importa el distingo procesal respectivo.

(...) para el caso concreto sub-examine, se ha es-tablecido en la Ejecutoria Suprema glosada (Ca-sación número dos mil ochocientos once - dos mil seis), que el tema debe ser tratado en base a la “Doctrina de los actos separables” (Eduar-do García Enterría y Tomás Ramón Fernández: “Curso de Derecho Administrativo”. Tomo I. Décima Edición. Editorial Civitas. Madrid, dos mil. Página cincuenta y nueve), dado que a tra-vés de ella es posible distinguir la fase de la formación de la voluntad (fase preparatoria, de realización de una serie de actos inminentemente administrativos), de la celebración del contrato mismo, así como de la fase de su ejecución. En-tonces, si el tema litigioso hubiera surgido en la etapa de la formación de la voluntad, a la litis

Contratos Administrativos

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le hubiera correspondido ser resuelta según las reglas sustantivas y adjetivas del derecho admi-nistrativo; en cambio, como la litis surgió en la ejecución del contrato mismo, le corresponde ser tratada conforme a las reglas propias del derecho común (derecho civil); quedando así aclarado que es posible separar una modalidad contractual de la otra, dependiendo en que etapa del “inter negocial” se desarrolla la contratación.Cas. Nº 1019-2007Moquegua

Distinción con el contrato privado

La distinción, en este caso, entre un contrato privado, regido por las normas del derecho pri-vado, y un contrato administrativo, regulado por el derecho administrativo, es importante para es-tablecer las garantías a la que se encuentra suje-to su contenido. Para los primeros, “los términos contractuales no pueden ser modificados por le-yes u otras disposiciones”, en tanto que para los segundos, a no ser que se hayan suscrito bajo la condición de un contrato-ley, pueden ser modifi-cados unilateralmente por el Estado, en atención al interés general, de acuerdo con la legislación de la materia. Tribunal ConstitucionalExp. Nº 2488-2004-AA/TCPascoEmpresa de Transportes Sol del Perú

CONvENIO ARBITRAL

Concepto

Es justamente, la naturaleza propia de la jurisdic-ción arbitral y las características que la definen, las cuales permiten concluir a este Colegiado que no se trata del ejercicio de un poder sujeto ex-clusivamente al derecho privado, sino que forma parte esencial del orden público constitucional.

La facultad de los árbitros para resolver un con-flicto de intereses no se fundamenta en la auto-nomía de la voluntad de las partes del conflicto, prevista en el artículo 2º inciso 24 literal a de

la Constitución, sino que tiene su origen y, en consecuencia, su límite, en el artículo 139º de la propia Constitución.

De allí que el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es fundamentalmente subjetivo ya que su fin es proteger los intereses de las partes, también tiene una dimensión ob-jetiva, definida por el respeto a la supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la Carta Magna; ambas dimen-siones, (subjetiva y objetiva) son interdependien-tes y es necesario modularlas en la norma legal y/o jurisprudencia. Tensión en la cual el árbitro o tribunal arbitral aparece en primera instancia como un componedor jurisdiccional, sujeto, en consecuencia, a la jurisprudencia constitucional de este Colegiado.

Así, la jurisdicción arbitral, que se configura con la instalación de un Tribunal Arbitral en virtud de la expresión de la voluntad de los contratantes expresada en el convenio arbitral, no se agota con las cláusulas contractuales ni con lo establecido por la Ley General de Arbitraje, sino que se con-vierte en sede jurisdiccional constitucionalmente consagrada, con plenos derechos de autonomía y obligada a respetar los derechos fundamentales. Todo ello hace necesario que este Tribunal efec-túe una lectura iuspublicista de esta jurisdicción, para comprender su carácter privado; ya que, de lo contrario, se podrían desdibujar sus contornos constitucionales (...).

Conforme lo señala el artículo 9º de la Ley Ge-neral de Arbitraje, Nº 26572, el convenio arbi-tral es el acuerdo por el cual las partes deciden someter a arbitraje las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica contractual o no contractual, sean o no materia de un proce-so judicial. De lo que se desprende la naturaleza contractual del convenio, que obliga a las partes a la realización de cuantos actos sean necesarios para que el arbitraje se desarrolle y para el pos-terior cumplimiento del laudo arbitral.

Convenio Arbitral

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La noción de contrato en el marco del Estado constitucional de Derecho se remite al principio de autonomía de la voluntad, previsto en el artí-culo 2°, inciso 24, literal a de la Constitución, y que, en relación a la jurisdicción arbitral, puede tener dos vertientes:

a) Una negativa: En cuya virtud permite regular del modo que los particulares estimen oportu-no sus relaciones jurídicas, creándolas, modi-ficándolas o extinguiéndolas.

b) Una positiva: En cuya razón el carácter au-tónomo, garantista y procesal del arbitraje, equivale a facultar a los particulares para que sustraigan del ámbito del ejercicio funcional de la jurisdicción estatal aquellas materias consideradas de libre disposición, es decir, plantea la conceptualización, si bien de modo no absoluto, del arbitraje como un derecho fundamental.

Entonces, el principio de autonomía de la volun-tad no debe ser entendido de manera absoluta, sino dentro de los valores y principios constitu-cionales antes señalado.

En el caso del convenio arbitral, si bien se gesta a partir del sentido privatista de las relaciones con-tractuales, no presenta un haz de contenidos cu-yas categorías sean exclusiva y excluyentemente de Derecho Privado. Interpretarlo de este modo implicaría soslayar su naturaleza constitucional, sujeta a los principios y deberes primordiales de la función jurisdiccional consagrados en el ar-tículo 139º de la Constitución; los mismos que deberán extenderse razonablemente a la jurisdic-ción arbitral.

Si bien es cierto que la autonomía de la voluntad deriva de la Constitución, no puede discutirse la facultad de controlarla por razones del orden pú-blico constitucional, máxime si la propia jurisdic-ción arbitral integra éste. Esto supone que en un Estado constitucional, el poder se desagrega en múltiples centros de decisión equilibrados entre sí

por un sistema de control de pesos y contrapesos, como postula el artículo 43º de la Constitución. Esto hace que el poder público, pero también el privado, estén sometidos al Derecho.Sentencia del Tribunal ConstitucionalExp. N° 6167-2005-PHC/TC

Regulación del arbitraje

En cuanto a la regulación del arbitraje prevista en el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA, debe señalarse que este Tribunal Consti-tucional en la STC 10063-2006-PA/TC, cuyas re-glas fueron elevadas a precedente vinculante por las SSTC 6612-2005-PA y 10087-2005-PA, ya se ha pronunciado sobre su inconstitucionalidad, por considerar que al normar un arbitraje obli-gatorio se contraviene el principio de autonomía de la voluntad y el derecho a la tutela judicial efectiva, en su vertiente de acceso a la justicia y al juez natural. En este sentido, se estableció en el fundamento 120 de la STC 10063-2006-PA/TC, (caso Padilla Mango): (...) a los asegurados y beneficiarios del SCTR no se les puede imponer obligatoriamente el arbitra-je, ya que, en principio, el sometimiento a esta jurisdicción alternativa tiene como fundamento el principio de autonomía de la voluntad, previsto en el artículo 2.°, inciso 24, literal a de la Cons-titución. Por lo tanto, el artículo 9.º del Decreto Supremo 003-98-SA en la parte que obliga a los asegurados y beneficiarios del SCTR a someterse obligatoriamente al arbitraje resulta contrario a la Constitución, ya que en este caso el convenio arbitral nace ex lege y no a consecuencia de la autonomía de voluntad de los asegurados y bene-ficiarios. Es más, al imponérsele obligatoriamen-te el arbitraje a los asegurados y beneficiarios del SCTR se les está vulnerando su derecho-regla de acceso a la justicia y al juez natural. Así pues, el artículo 9º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA establece un arbitraje obligatorio para los asegurados y beneficiarios del SCTR, elimi-nándoles la posibilidad de poder acceder a los órganos jurisdiccionales para solicitar el otorga-

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miento de una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y a sus normas complementarias y conexas. De allí que este Tribunal Constitucional en el fundamento 10 de la STC 6167-2005-PHC/TC haya establecido que el arbitraje no puede en-tenderse como un mecanismo que desplaza al Po-der Judicial, ni tampoco como su sustitutorio, sino como una alternativa que complementa el sistema judicial puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las controversias. Precedente vinculante 1: El arbitraje previsto en el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA. a. Regla procesal: El Tribunal Constitucional,

en virtud del artículo 201º de la Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la fa-cultad para establecer un precedente vincu-lante a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.

b. Regla sustancial: Cuando en un proceso de amparo se demande el otorgamiento de una pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 y al Decreto Supremo 003-98-SA, y la empla-zada proponga una excepción de arbitraje o convenio arbitral que tenga como fundamen-to el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA, el Juez deberá desestimar bajo responsabilidad la excepción referida, debido a que la pretensión de otorgamiento de una pensión de invalidez forma parte del conteni-do constitucionalmente protegido por el dere-cho a la pensión, el cual tiene el carácter de indisponible, y porque la pensión de invalidez del SCTR tiene por finalidad tutelar el dere-cho a la salud del asegurado que se ha visto afectado por un accidente de trabajo o una enfermedad profesional, el cual tiene también el carácter de indisponible para las partes.

A diferencia del arbitraje obligatorio previsto en el artículo 9.º, el previsto en el artículo 25.º es

un arbitraje voluntario, que se inicia porque una de las partes está disconforme con el pronuncia-miento del Instituto Nacional de Rehabilitación, y que concluye con la resolución del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud. En principio, este Tribunal Constitucional consi-dera que el arbitraje voluntario tiene la presun-ción de ser constitucional debido a que su inicio tiene como fundamento el principio de autono-mía de la voluntad, que constituye la esencia y el fundamento del proceso arbitral, por cuanto el arbitraje conlleva la exclusión de la vía judicial. Sin embargo, este Tribunal Constitucional con-sidera que el arbitraje voluntario para que sea constitucional debe cumplir con determinados requisitos en el momento de la instalación del órgano arbitral. Precedente vinculante 2: El arbitraje previsto en el artículo 25º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA. a. Regla procesal: El Tribunal Constitucional,

en virtud del artículo 201º de la Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la fa-cultad para establecer un precedente vincu-lante a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.

b. Regla sustancial: Para que el arbitraje volun-tario sea constitucional, en el momento de la instalación del órgano arbitral el árbitro o árbi-tros deberán dejar constancia que informaron:

1. Las ventajas que brinda el arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestado-ras de Salud.

2. Que para la resolución de su controversia se aplicará la jurisprudencia y los prece-dentes vinculantes establecidos por el Tri-bunal Constitucional.

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3. Que el asegurado o beneficiario, si lo prefiere, puede renunciar al arbitraje y preferir su juez natural, que es el Poder Judicial.

4. Que contra el laudo arbitral caben los re-cursos que prevé la Ley General de Arbi-traje.

El arbitraje voluntario será inconstitucional si es iniciado por la Aseguradora Privada y el asegura-do o beneficiario no desea someterse a él.

Conviene precisar que el ofrecimiento de la prueba que demuestre el cumplimiento de las reglas referidas en el fundamento precedente le corresponde al Centro de Conciliación y Arbitra-je de la Superintendencia de Entidades Presta-doras de Salud, bajo responsabilidad. Asimismo, debe destacarse que las reglas establecidas son de aplicación para los procesos arbitrales que se van iniciar y para los que están en trámite, mas no para los procesos que ya cuentan con un laudo arbitral.Tribunal ConstitucionalExp. N° 00061-2008-PA/TC

Excepción del convenio arbitral

Que, el artículo 446º del Código Procesal Civil prevé las excepciones que puede formular la par-te demandada, dentro de la cual se encuentra la excepción de convenio arbitral.

Que, igualmente el artículo 16 de la Ley 26572 - Ley General de Arbitraje- establece que la exis-tencia de un convenio arbitral.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia Casación N° 2149-03 Lima

Alcances del convenio arbitral

Que, conforme a lo normado en el artículo dieci-séis de la Ley veintiséis mil quinientos setenta y dos, si se promoviera una acción judicial relativa a una materia que estuviera reservada a decisión de los árbitros de acuerdo con el convenio arbi-

tral, o cuyo conocimiento ya estuviera sometido por las partes a esa decisión, tal circunstancia po-drá invocarse como excepción de convenio arbi-tral dentro del plazo previsto en cada proceso. Si la materia ya estuviera sometida al conocimiento de los árbitros, el juez deberá amparar la excep-ción de convenio arbitral. Si la materia todavía no está sometida al conocimiento de los árbitros, el juez también deberá amparar la excepción de convenio arbitral, salvo que la materia sea mani-fiestamente no arbitrable (...).Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia Casación N° 3084-2006 LIMA

Vulneración a la tutela jurisdiccional efectiva

Conforme a lo expuesto y considerando lo previs-to en el primer párrafo del artículo 171 del Códi-go Procesal Civil, se ha incurrido en un supuesto de nulidad procesal, al negarse al recurrente el derecho a una tutela jurisdiccional efectiva, al no haberse admitido a trámite la demanda (previa verificación de los requisitos de la ley) y no ha-ber escuchado a la contraparte para que a través del mecanismo previsto por el Código Procesal Civil, pueda establecer su derecho a hacer valer el convenio arbitral o a renunciar a él.Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia Casación N° 3299-2002 LIMA

Alcances a un no-signatario

Supuestos en que, conforme los estándares ju-risprudenciales norteamericanos, los efectos de un convenio arbitral pueden alcanzar a un no-firmante:

Este Tribunal ha reconocido un número de teo-rías conforme a las cuales los no signatarios pueden ser alcanzados a los acuerdos de arbi-traje de otros. Aquellas teorías provienen de los principios de derecho consuetudinario de la ley de agencia y el contrato. En consecuencia hemos reconocido cinco teorías para que los no signata-rios estén obligados a un convenio arbitral:

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1) incorporación por referencia (incorporation by reference); 2) asentimiento tácito (assumption); 3) agencia (agency); 4) levantamiento del velo societario (veil-piercing/alter ego); y 5) impedi-mento (estoppel).

El tribunal de distrito correctamente rechazó cada una de estas teorías tradicionales como la justi-ficación suficiente para atar Thomson al acuerdo de arbitraje de su filial (...). US Court of Appeals for the Second Circuit, in re Thomson-CSF, S.A. v. American Arbitration Association, 64 f.3d 773, 776, 2d cir. 1995.

CONvENIO COLECTIvO

Definición

Se le define como el acuerdo que permite crear, mo-dificar o extinguir derechos y obligaciones referidas a remuneraciones, condiciones de trabajo, producti-vidad y demás aspectos concernientes a las relacio-nes laborales. En puridad, emana de una autonomía relativa consistente en la capacidad de regulación de las relaciones laborales entre los representantes de los trabajadores y sus empleadores. El convenio colectivo permite la facultad de au-torregulación entre trabajadores y empleadores, a efectos de reglamentar y administrar por sí mismos sus intereses en conflicto. Surge de la negociación llevada a cabo entre el empleador o una organización de empleadores y una o varias organizaciones sindicales, con miras a ordenar y regular las relaciones laborales. En la doctri-na aparece bajo varias denominaciones; a saber, contrato de paz social, acuerdo corporativo, pac-to de trabajo, etc. Esta convención es establecida por los represen-tantes de los trabajadores expresamente elegidos y autorizados para la suscripción de acuerdos y por el empleador o sus representantes. La convención colectiva -y, más precisamente, su producto, el convenio colectivo, que contiene normas jurídicas- constituye un instrumento idó-

neo para viabilizar la promoción de la armonía laboral, así como para conseguir un equilibrio entre las exigencias sociales de los trabajadores y la realidad económica de la empresa.Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros Los elementos del convenio colectivo

Los elementos de este instituto son:

- Los agentes negociadores.- El contenido negocial.- La fuerza normativa y la eficacia de la con-

vención colectiva.Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros Las características del convenio colectivo

Entre las principales características se cuentan las siguientes: - La supraordinación del convenio colectivo so-

bre el contrato de trabajo; ello en virtud a que el primero puede modificar los aspectos de la relación laboral pactada a título individual, siempre que sea favorable al trabajador.

- La aplicación retroactiva de los beneficios

acordados en el convenio, dado que rige des-de el día siguiente de la caducidad del conve-nio anterior o en su defecto desde la fecha de presentación del pliego de reclamos; a excep-ción de las estipulaciones que señalan plazo distinto o que consisten en obligaciones de hacer o de dar en especie, que rigen desde la fecha de su suscripción.

- Los alcances del convenio tienen una dura-ción no menor de un año.

- Los alcances del convenio permanecen vigen-tes hasta el vencimiento del plazo, aun cuan-

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do la empresa fuese objeto de fusión, traspa-so, venta, cambio de giro del negocio, etc.

Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros Tipología del convenio colectivo

Desde un punto de vista doctrinario, se presentan los dos modelos siguientes:

- El modelo vertical: La normatividad estatal li-mita en términos bastante específicos el poder negocial de los trabajadores y empleadores.

- El modelo horizontal: La normatividad estatal deja en gran medida a la discrecionalidad de las partes de la relación negocial, los alcances de las convenciones colectivas.

Podemos afirmar, con los matices necesarios, que en nuestro país el modelo horizontal es aplicable al régimen privado y el vertical al público. Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros El carácter y alcance del convenio colectivo

La Constitución de 1979 declaraba que la con-vención colectiva tenía fuerza de ley entre las partes. Ello implicaba lo siguiente: - El carácter normativo del convenio colectivo,

que lo convertía en un precepto especial del derecho laboral.

- Su alcance de norma con rango de ley. En cambio, el inciso 2 del artículo 28° de la Constitución actual señala que las convenciones colectivas tienen fuerza vinculante en el ámbito de lo concertado. En tal sentido, la fuerza vincu-lante en el ámbito de lo concertado obliga: - A las personas celebrantes de la convención

colectiva.

- A las personas representadas en la suscripción de la convención colectiva.

- A las personas que se incorporen con pos-terioridad a la celebración de la convención colectiva.

Esta noción (ámbito vinculante en el ámbito de lo concertado), ha sido recogida de la Constitución española de 1978, y se la concibe como referente del carácter normativo del acuerdo laboral. Tal como refiere Javier Neves Mujica, [Introducción al derecho laboral. Lima; PUCP, 2003], esto im-plica la aplicación automática de los convenios colectivos a las relaciones individuales compren-didas en la unidad negocial correspondiente, sin que exista la necesidad de su posterior recepción en los contratos individuales, así como su rela-tiva imperatividad frente a la autonomía indivi-dual, la que sólo puede disponer su mejora pero no su disminución. Cabe señalar que la fuerza vinculante para las partes establece su obligatorio cumplimiento para las personas en cuyo nombre se celebró, así como para los trabajadores que se incorporaron con posterioridad a las empresas pactantes, con excepción de quienes ocupen puestos de direc-ción o desempeñen cargos de confianza. En suma: dentro del contexto anteriormente ano-tado, la fuerza vinculante implica que en la con-vención colectiva las partes pueden establecer el alcance y las limitaciones o exclusiones que autónomamente acuerden con arreglo a ley. De conformidad con lo establecido en la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, la convención caduca automáticamente cuando venza del plazo fijado, salvo en aquellos casos en que las partes celebrantes hubieren acordado expresamente su renovación o prórroga. Para el caso del sector público rige el Conve-nio N.° 151 de la OIT, relativo a la protección del derecho de sindicación y los procedimientos para determinar las condiciones de empleo en la administración pública, así como el D.S. N.°

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003-82-PCM del 22 de enero de 1982, relativo a las organizaciones sindicales de los servidores públicos y a los procedimientos para determinar las condiciones de empleo.Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros El caso del convenio colectivo articulado (rama de actividad)

Dicha modalidad, que se aplica en el régimen privado, consiste en la celebración de un acuer-do de carácter nacional o rama de actividad, a efectos de poder uniformizar un tipo específico de relación laboral, así como para salvaguardar el ejercicio de este derecho en favor de los trabaja-dores en aquellos casos en que ésta sea la única forma posible de negociación colectiva. Al respecto, el Tribunal Constitucional, en el Caso Cámara Peruana de la Construcción -CA-PECO vs. Ministerio de Trabajo (Expediente N.º 0261-2003-AA/TC), ratificó la validez de la im-plementación del convenio colectivo articulado para el caso de los Trabajadores de Construcción Civil, debido a la imposibilidad de tales trabaja-dores de acceder a la negociación y acuerdo con-certado, siempre que no sea a través del pliego de reclamos por rama de actividad.Tribunal ConstitucionalExp. N° 008-2005-PI/TCLimaJuan José Gorriti y otros

CONvERSIÓN DE OBLIGACIONES

Concepto

El artículo 202º de la nueva “Ley General de Sociedades” (Ley Nº 26887), establece como una de las modalidades del aumento de capital la “capitalización de créditos contra la socie-dad, incluyendo la conversión de obligaciones en acciones” (numeral 2) -además de los nuevos aportes, la capitalización de utilidades, reservas,

Conversión de Obligaciones

beneficios, primas de capital, excedentes de reva-luación y los demás previstos en la ley-;

(...) en lo que respecta a las disposiciones aplica-bles a la capitalización de créditos, cabe señalar que la legislación anterior no la establece expre-samente como una de las formas de aumento de capital social, sin embargo, la práctica mercantil la comprendió dentro del supuesto de conversión de obligaciones en acciones (artículo 218 de la derogada Ley General de Sociedades), por tener ambas figuras la misma naturaleza, ya que se re-fieren a deudas que tiene la sociedad frente a ter-ceros; en tal sentido, el Reglamento del Registro Mercantil, aprobado por la Sala Plena de la Corte Suprema mediante resolución del 15 de mayo de 1969, en el artículo 29 inciso e) estableció que “si el aporte se realiza por la conversión de obli-gaciones en capital, se exigirá el consentimiento del acreedor y la presentación de certificaciones notariales, tomadas de la contabilidad de que se han hecho las correspondientes transferencias a la Cuenta Capital”, norma que a su vez debe ser concordada con lo dispuesto por el artículo 52 del referido Reglamento que enfatiza: “Para ins-cribir el aumento del capital por conversión de obligaciones en acciones, se requiere el consen-timiento de los respectivos acreedores, salvo que éstos, de antemano, hubieran previsto y aceptado la operación”,

(...) en las referidas normas se exige la acredi-tación ante el Registro del consentimiento del acreedor para convertir la deuda en capital social, por lo que debe determinarse si la intervención del tercero en la Junta resulta suficiente para ello, en concordancia con las normas glosadas (en es-pecial el artículo 29 del Reglamento del Registro Mercantil), considerando la calificación negativa del Registrador, para quien no resulta idónea di-cha intervención;

(...) del acta de Junta General de Accionistas realizada el 10 de agosto de 1998, se desprende que los accionistas de la sociedad acordaron -entre otros actos- aumentar el capital social

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Cooperativas

hasta la suma de S/. 979.860.00 nuevos soles, por diversos conceptos, entre ellos la capitali-zación de créditos de los accionistas: Residen-cias S.A., MCI INC. y don Félix Navarro Grau, además del crédito de la sociedad Mountain-blue INC. S.A. representada por el señor Jorge Luis del Valle -quien concurrió en calidad de invitado a la Junta- dejándose constancia en el acta que los acreedores declaran su confor-midad con la capitalización de sus respectivos créditos, además de que los socios renuncian a su derecho de preferencia que pudiera corres-ponderles;

(...) respecto a la aceptación del acreedor a la ca-pitalización de su crédito, cabe señalar que dicha manifestación de voluntad no constituye el acto que es objeto de inscripción, sino el acuerdo de aumento de capital social, adoptado por la so-ciedad;

(...) si bien el consentimiento del acreedor es esencial para que proceda la capitalización del crédito, sin embargo, una vez otorgado el mismo, la sociedad, a través de la Junta General, procede a adoptar el acuerdo de aumento de capital, sien-do el referido acuerdo el acto inscribible;

(...) en tal sentido, para inscribir dicha modali-dad de aumento de capital si bien debe existir la constancia del asentimiento del acreedor a la capitalización de su crédito, no resulta exigible que ella conste en escritura pública, por no ser la forma prescrita por la ley para dicho acto, por lo que en este caso resulta suficiente que el re-ferido consentimiento conste en el acta de Junta General inserta en la escritura pública; siendo distinto el caso de la sociedad comercial de res-ponsabilidad limitada, en la que la adquisición de participaciones inter-vivos debe formalizarse por escritura pública;

(...) ha de tenerse además en consideración que las formalidades constituyen un medio y no un fin en sí mismas, siendo la finalidad alcanzar la seguridad jurídica, y concretamente en este

caso acreditar que efectivamente el acreedor ha brindado su consentimiento a la capitalización de su acreencia; y dado que en este caso el consentimiento del acreedor se ha brindado en junta general, la que se encuentra asentada en el libro de actas de la sociedad y firmada por los asistentes, consideramos que esta formali-dad bastaría para acreditar el consentimiento del acreedor.Tribunal Registral Res. Nº 121-99-ORLC-TR

COOPERATIvAS Concepto

El D.S. 074-90-TR, Ley General de Coopera-tivas, (Publicado el 14 de diciembre de 1,990), señala que la organización de una cooperativa se rige por su Estatuto (artículo 11 Inc. 1) en el cual se establecen los derechos y obligaciones de los socios (artículo 19), y atribuciones de la Asam-blea General, el Consejo de la Administración y Consejo de Vigilancia con facultades para la ex-clusión de los socios, también el decreto mencio-nado regula que la inscripción de un socio puede ser cancelada en los casos de exclusión por cau-sales que señale el Estatuto de la organización; por otro lado tenemos que el Artículo 116 del re-ferido Decreto Supremo, ha dispuesto que: “Los casos no previstos por la presente Ley se regirán por los principios generales del Cooperativismo, y, a falta de ellos por el derecho común”. De lo expuesto tenemos que la vida interna de una Coo-perativa es regulada por su Estatuto que viene a constituir ley entre las partes, consecuentemente si alguno de sus miembros se siente afectado por las decisiones tomadas por órganos jerárquicos con facultades para ello, debe cuestionarlas en el ámbito del derecho civil toda vez que la Coo-perativa es una persona de derecho privado, es decir sus actos están regulados supletoriamente por el derecho común.Tribunal ConstitucionalExp. N° 3610-2004-AA/TCAyacuchoClodoaldo Zaga Mendez

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Diferencia con las asociaciones

En el proyecto de resolución puesto a mi vista se le trata a la Cooperativa como si fuera una Aso-ciación y esto no es así. Mientras que “la aso-ciación es una organización estable de personas naturales o jurídicas, o de ambas, que a través de una actividad común persigue un fin no lucra-tivo” (artículo 80 del Código Civil), las Coopera-tivas son “organizaciones de fines económicos...” (artículo 58 del D.S Nº 074-90-TR, Texto Único Ordenado de la Ley General de Cooperativas) a las que se les debe aplicar la legislación de socie-dades mercantiles (ver inciso 1 del artículo 116 del aludido Decreto Supremo). Concordante con ello las leyes respectivas señalan que cuando un miembro de la Asociación impugna judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones legales o estatutarias tiene expedito el proceso abreviado para tal cometido (artículo 92 del Código Civil). Por su parte cuando un Socio accionista impugna “los acuerdos de la junta general cuyo contenido sea contrario a esta ley, se oponga al estatuto o al pacto social o lesione, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los intere-ses de la sociedad...” el proceso abreviado es la vía adecuada (ver artículos 139 y 143 de la Ley General de Sociedades Mercantiles). Todo esto significa que por regla general la impugnación judicial de los acuerdos que violan las disposi-ciones estatutarias tienen una vía procedimental específica en el proceso abreviado.Tribunal ConstitucionalExp. Nº 00537-2007-PA/TCLimaRosario Hermelinda López De Zapata

COPROPIEDAD

Anticipo de legítima

(...) Según el recurrente, la Sala de mérito debió aplicar las normas que rigen la copropiedad toda vez que el inmueble objeto de anticipo de he-rencia perteneció a “los demandados por cuotas iguales y según el artículo novecientos sesenti-nueve del Código Sustantivo su situación jurídica

fue de una copropiedad en la que los demandados por presunción legal participan en partes igua-les más aún si los emplazados no tienen ningún vínculo legal de parentesco, ni consanguíneo ni de afinidad y son de estado civil solteros como aparece de sus generales de ley consignados en 1as escrituras públicas de anticipo de legítima y aclaración de fechas tres y diez de Octubre de mil novecientos noventisiete respectivamente, por consiguiente al amparo del artículo novecientos setentisiete del acotado han transferido sus de-rechos y acciones a su menor hija y al no estar acreditado de modo fehaciente que el recurrente sea deudor de la demandante no existe sustento fáctico ni jurídico para que sus acciones y de-rechos transferidos en anticipo de herencia a su menor hija en las instancias recurridas se declare ineficaz como su inscripción registral;

(... ) Que el agravio a que se contrae el cargo 1) no puede prosperar pues al afirmar el recurrente que se han inaplicado las normas denunciadas bajo el sustento de que el inmueble objeto de anticipo de legítima estuvo sujeto al régimen de copropie-dad y en ese sentido los emplazados transfirieron sus derechos y acciones en el porcentaje que les correspondía a favor de su menor hija pretende modificar los hechos establecidos por las instan-cias de mérito las cuales han determinado que los demandados no han acreditado haber cancelado la deuda que mantienen con la demandante limitán-dose a señalar que no existe obligación de pago con el ánimo de eludir su responsabilidad y variar este este criterio por la afirmación del recurrente no sólo no es exacto sino que importaría examinar pruebas lo cual no es función casatoria cuando se denuncian estos vicios debiendo precisarse que la denuncia adolece de la claridad y precisión que exige como requisito de fondo el artículo trescien-tos ochentiocho del Código Procesal CivilCasación N° 1778-2003 Tacna Fecha: 27 agosto de 2003

Sociedad de gananciales

(...) Del artículo trescientos dieciocho del Códi-go Civil, pues a la sociedad de gananciales no

Copropiedad

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le son aplicables las reglas de la copropiedad o del condominio, por cuanto los cónyuges no tie-nen participación de derechos y acciones prede-terminados, sino que su partición en los bienes sociales se determinará después del fenecimiento de la sociedad de gananciales por las causales previstas en el numeral trescientos dieciocho del Código Civil.Casación N° 002200-2007 Lima Fecha: 29 agosto de 2007

Unión de hecho

Que, tratándose de un bien inmueble que ha sido adquirido durante la vigencia de la unión de he-cho o concubinato, antes de enmarcarlo dentro del ámbito de la copropiedad, debe tenerse en cuenta que goza de la protección que le da el artículo quinto de la Constitución Política del Estado, que les reconoce efectos personales y patrimoniales al originarse una comunidad de bienes que se sujeta a las disposiciones del ré-gimen de la sociedad d gananciales en lo que le resulta aplicable; lo que también ha sido desa-rrollado en el artículo trescientos veintiséis del Código Civil, en cuanto establece: “La unión de hecho, voluntariamente realizada mantenida por un varón y una mujer, libres de impedimento matrimonial para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejanzas a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable siempre que dicha unión haya durado por lo menos dos años continuos”.

Que, la atribución que dicha norma sustantiva le ha dado a las uniones de hecho corresponde a la esfera patrimonial, de allí que expresa taxati-vamente que ellas originan una sociedad de bie-nes que se sujetan al régimen de la sociedad de gananciales, en lo que le corresponde; y, tan es así, que esta unión puede terminar por decisión unilateral, lo que no sucede con el patrimonio, cuyo vínculo se disuelve sólo por el divorcio; de allí que el concubinato requiera de una previa de-claración judicial de su existencia para disponer de su patrimonio; que, siendo esto así, las normas

materiales contenidas en los artículos novecien-tos ochentitrés y novecientos ochenticuatro del Código Civil, que tratan de la noción de partición y de la obligatoriedad de la partición no resultan pertinentes para dilucidar la controversia, como ha sido estimado por la sentencia impugnada, toda vez, que para poder ser aplicadas, previamente, debe procederse a una declaración judicial del es-tado convivencial o de unión de hecho, cumplido lo cual, recién podrá acudir al órgano jurisdiccio-nal invocando las normas materiales que regulan la partición de bienes en copropiedad.Casación N° 2684-2004 LoretoFecha: 21 de noviembre de 2005

Inscripción

Examinando esta causal se tiene que la norma material aludida, relativa a la definición y ca-racteres de la hipoteca, se encuentra adecuada-mente interpretada, pues para oponer derechos reales sobre inmuebles a quienes también tienen derechos reales sobre los mismos, es preciso que el derecho invocado esté inscrito con anteriori-dad al de aquél a quien se opone; y, en este caso, la hipoteca inscrita es un derecho real restricti-vo de la propiedad que sigue siempre a la cosa hipotecada, mientras que el derecho de copro-piedad que alude el tercerista no se encuentra inscrito en los registros públicos por que no se puede oponer a la hipoteca; por estas razones, la causal que se invoca resulta improcedente. (...) Asimismo, al amparo de la norma procesal cita-da, denuncia la aplicación indebida del artículo 2012 del Código Civil (relativo al principio de publicidad registral) señalando que esta norma no es de aplicación al caso de autos, por cuanto la publicidad registral nunca pudo ser aplicada, dado que la hipoteca se registro en fecha muy posterior a ta compra de derechos realizo el re-currente Calificando esta denuncia, se tiene que las instancias de mérito han establecido que la hipoteca como figura jurídica de naturaleza real se encuentra inscrita en el registro y es oponi-ble al derecho de copropiedad que invoca el tercerista, toda vez que su derecho no inscrito máxime, si la seguridad jurídica que brinda los

Copropiedad

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registros públicos protege los derechos registra-dos; mas aún, si la entidad bancaria demandada para saber si los hipotecantes eran propietarios del inmueble materia de litis se ha sustentado en la información que brinda el registro, pues éste ha sido constituido además para proteger derechos de terceros. Razones por las cuales, advirtiéndose que la norma material cuestionada se encuentra debidamente aplicada, la denuncia debe ser desestimada. Por lo expuesto, no ha-biéndose cumplido pon las exigencias de fondo previstas en los rubros 2.1 inciso 2° del artículo 388 del Código Procesal Civil y de conformidad con el artículo 392 del mismo Código: Casación N° 1549-2003 Arequipa Fecha: 11 de diciembre de 2003

Transferencia

En cuanto a las demás normas señala que tam-bién son aplicables para dirimir la presente con-troversia en razón de que el bien sublitis está sujeto a copropiedad y, siendo esto así, cuando el bien pertenece por cuotas ideales a dos o más personas cada propietario puede disponer de su cuota ideal y siendo los transferentes copropie-tarios del bien sub judice tenían facultad para transferir la cuota ideal que correspondía a cada uno de ellos. Casación N°907-2003 UcayaliFecha: 9 de octubre de 2003

Indivisión hereditaria

De conformidad con el artículo 845 del Código Civil, el estado de indivisión hereditaria se rige por las disposiciones relativas a la copropie-dad; por lo que siendo así resulta aplicable a los presentes actuados el artículo 978 del men-cionado Código que si un copropietario prac-tica sobre todo o parte de un bien, acto que importe el ejercicio de propiedad exclusiva, dicho acto sólo será válido desde el momento en que se adjudica el bien a la parte a quien practicó el acto. R. Nulidad N° 35-2002 ArequipaFecha: 19 de diciembre DE 2003

COSA JUZGADA

La afectación de la cosa juzgada

En nuestro ordenamiento jurídico, una de las garantías de la administración de justicia consa-grada constitucionalmente es la reconocida en el inciso 2) del artículo 139º de la Carta de 1993, en lo que concierne a la independencia en el ejer-cicio de la función jurisdiccional, que establece que “Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni inter-ferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasa-do en autoridad de cosa juzgada, ni cortar proce-dimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”. Dicha disposición, expre-samente, protege el principio de cosa juzgada, así como los correspondientes a la seguridad jurídica y a la tutela jurisdiccional efectiva.

La protección mencionada se concreta en el derecho que corresponde a todo ciudadano, de que las resolu-ciones judiciales sean ejecutadas o alcancen su plena eficacia en los propios términos en que fueron dic-tadas, esto es, respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí declaradas. Ello, ob-viamente, sin perjuicio de que sea posible su modifi-cación o revisión, a través de los cauces extraordina-rios legalmente previstos. Lo contrario, desconocer la cosa juzgada material, priva de eficacia al proceso y lesiona la paz y seguridad jurídica.

Así, lo que corresponde a los órganos jurisdiccio-nal es ajustarse a lo juzgado en un proceso ante-rior cuando tengan que decidir sobre una relación o situación jurídica respecto de la cual existe una sentencia firme, derivada de un proceso segui-do entre las mismas partes (perfecta identidad), respecto de los mismos hechos y tramitado ante la misma autoridad jurisdiccional. Dicho pronun-ciamiento constituye, en consecuencia, un ante-cedente lógico respecto a aquello que nuevamen-te se pretende someter a juzgamiento.

En consecuencia, lo establecido en una sentencia o resolución que ponga fin al proceso, debe ser

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respetado, y no puede ser objeto de nueva revi-sión, salvo las excepciones previstas.

En el caso de autos, la parte accionante conside-ra que hay una afectación del principio de cosa juzgada porque, habiéndose declarado fundada la excepción de naturaleza de acción que dedujo -y, en consecuencia, la inexistencia de los delitos por los que estaba siendo juzgada-,se ha permi-tido, posteriormente, que se amplíe el proceso penal que se consideraba fenecido.

Del análisis de las resoluciones correspondientes al auto apertorio de instrucción y sus ampliacio-nes, anteriores a la resolución de la excepción de naturaleza de acción deducida, se advierte que al beneficiario se le imputaron los delitos de ideo-lógica y falsedad genérica. Sin embargo, del auto ampliatorio de fecha 20 de julio de 2001 (f. 174), se aprecia que los tipos penales imputados son los de asociación para delinquir (artículo 317º del Código Penal) y falsedad genérica.

Además, la imputación que dio lugar al auto apertorio de instrucción del beneficiario, en el proceso penal ordinario y respecto de la cual fue declarada fundada la excepción de naturaleza de acción, fue la de “utilizar” listas de adherentes falsificadas, perjudicando a otros movimientos políticos; por su parte, en la ampliación del auto apertorio de instrucción se le imputó el haber “organizado” la falsificación masiva de firmas en los planillones correspondientes al Frente Na-cional Independiente Perú 2000.

Como se advierte, los hechos materia de una y otra resolución son distintos, contraviniendo la “perfecta identidad” a la que se refiere el fun-damento 7, puesto que los hechos imputados y materia de juzgamiento son diferentes entre sí, aunque exista la posibilidad de que pudieran que-dar “encuadrados” en el mismo tipo penal; sin embargo, ello no significa que la “identidad” en el tipo penal implique que otros hechos distintos de los inicialmente denunciados y archivados no puedan ser objeto de investigación y enjuicia-

miento, puesto que el referente fáctico es distin-to, situación que permite desestimar la presunta afectación del principio de la cosa juzgada.Tribunal ConstitucionalExp. N° 1279-2003-HC/TC

Derecho a la cosa juzgada

El derecho a la cosa juzgada se encuentra com-prendido en el derecho al debido proceso y ha sido reconocido en el segundo párrafo del inciso 2 del artículo 139.º de la Constitución, que es-tablece:

Ninguna autoridad puede avocarse a causas pen-dientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco pue-de dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar proce-dimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución (...) [énfasis añadido].

Al respecto, en la STC 4587-2004-AA/TC tam-bién se sostuvo que

(...) mediante el derecho a que se respete una re-solución que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justicia-ble, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante medios impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las reso-luciones que hayan adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccio-nales que resolvieron el caso en el que se dictó [fundamento jurídico 38].Tribunal ConstitucionalExp. N° 8115-2005-PA/TC

Definiciones

Que la doctrina procesal define a la cosa juz-gada de diversas maneras; así, “(...) si obser-

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vamos cuál es el fin que las partes persiguen en el proceso, vemos que no es otro que el de obtener del juez una declaración por la cual se decida definitivamente la cuestión litigiosa, de manera que no sólo no pueda ser discutida de nuevo en el mismo proceso, sino en ningún otro futuro (non bis in idem); y que, en caso de contener una condena, pueda ser ejecutada sin nuevas revisiones. Este efecto de la sentencia, sin duda alguna el más importante, es el que se designa con el nombre de cosa juzgada, que significa “juicio dado sobre la litis”, y que se traduce en dos consecuencias prácticas: 1º) La parte condenada o cuya demanda ha sido recha-zada, no puede en una nueva instancia discutir la cuestión ya decidida (efecto negativo) y 2º) La parte cuyo derecho ha sido reconocido por una sentencia, puede obrar en justicia sin que a ningún juez le sea permitido rehusarse a tener en cuenta esa decisión (efecto positivo) (...)” Alsina, Hugo, “Derecho Procesal Civil y Co-mercial”, Editorial Ediar, Buenos Aires, Argen-tina, 1961, Tomo IV páginas122-124.

Que para que opere la cosa juzgada deben concu-rrir determinados elementos en el litigio feneci-do y que pretende tramitarse: los sujetos (eadem personae), el objeto (eadem res) y la causa (ea-dem causa petendi) Peyrano, Jorge, “Excepcio-nes Procesales” Editorial Panamericana, Santa Fe, Argentina, 1993, página 138.

Que es importante precisar que “(...) el objeto del proceso lo constituye el derecho reconocido, declarado o modificado por la sentencia, en rela-ción con una cosa o varias cosas determinadas, o la relación jurídica declarada, según sea el caso (...)”; “(...) la causa petendi es la razón de hecho que se enuncia en la demanda como fundamento de la pretensión (...)” ; “(...) la razón de hecho está formada por el conjunto de hechos alegados como fundamento de la demanda, no por cada uno de ellos aisladamente (...)” (Devis Echandía, Hernando, “Teoría General del Proceso” Edito-rial Universidad, Buenos Aires, Argentina, 1985, Tomo II, páginas 569 y 572).

Que, en concordancia con lo expuesto, nuestro ordenamiento procesal civil establece que se con-figurará la cosa juzgada cuando inicie un proceso idéntico a otro que ya fue resuelto y cuente con sentencia o laudo firme (artículo 453º, inciso 2 del Código Procesal Civil), entendiéndose como proceso idéntico cuando las partes, el petitorio y el interés para obrar, sean los mismos (artículo 452º del Código Procesal Civil).

Que, conforme a reiterada jurisprudencia de este Tribunal, la vía del amparo no constituye una instancia de revisión de los procesos ordinarios, independientemente de la instancia en que hayan concluido; únicamente cabe transitar por dicha vía cuando se evidencie la afectación de los de-rechos relativos al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva, así como de los derechos fundamentales que se encuentren relacionados con ellos (Expediente Nº 1504-2002-AA/TC).Tribunal ConstitucionalExp Nº 0442-2003-AA/TC

La afectación de la cosa juzgada y la prohibi-ción constitucional de revivir procesos feneci-dos

Del contenido de la demanda se advierte que la base esencial del recurrente para postular su de-manda, radica en asignarle al auto que declara no haber lugar a la apertura de instrucción, la calidad de cosa juzgada.

La Norma Fundamental, en su artículo 139º señala los principios y derechos de la función jurisdiccional, precisando en el inciso 13) “[l] a prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada.” La norma precisa, taxativamente, cuáles son las institucio-nes que producen los efectos de cosa juzgada.De ello se infiere que, en nuestro ordenamiento jurídico, una de las garantías de la administración de justicia consagrada por la Carta de 1993 es la inmutabilidad de la cosa juzgada, al destacar ex-presamente: “Ninguna autoridad puede avocarse

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a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones.

Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”. Dicha dis-posición protege el principio de cosa juzgada, así como los correspondientes a la seguridad jurídica y a la tutela jurisdiccional efectiva.

La protección mencionada se concreta en el de-recho que corresponde a todo ciudadano de que las resoluciones judiciales sean ejecutadas o al-cancen su plena eficacia en los propios términos en que fueron dictadas; esto es, respetando la fir-meza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí declaradas. Ello, obviamente, sin perjuicio de que sea posible su modificación o revisión, a través de los cauces extraordinarios legalmente previstos. Lo contrario, desconocer la cosa juzga-da material, priva de eficacia al proceso y lesiona la paz y seguridad jurídica.

Así, lo que corresponde a los órganos jurisdiccio-nales es ajustarse a lo juzgado en un proceso an-terior cuando tengan que decidir sobre una rela-ción o situación jurídica respecto de la cual existe una sentencia firme, derivada de un proceso se-guido entre las mismas partes (perfecta identi-dad), respecto de los mismos hechos y tramitado ante la misma autoridad jurisdiccional. Dicho pronunciamiento constituye, en consecuencia, un antecedente lógico respecto a aquello que nueva-mente se pretende someter a juzgamiento.

Por ello, este Tribunal reitera lo sostenido en anterior oportunidad (STC. Nº 1279-2003-HC, Caso Navarrete Santillán); “(...) lo estableci-do en una sentencia o resolución que ponga fin al proceso, debe ser respetado, y no puede ser objeto de nueva revisión, salvo las excepciones previstas (...)”.

Al respecto, del Oficio S/N remitido a este Tribu-nal por el Vigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima

se advierte que la Primera Fiscalía Provincial de Lima formuló denuncia penal contra el beneficia-rio por los delitos contra la fe pública, en la mo-dalidad de falsedad genérica, y por delito contra el patrimonio, en la modalidad de fraude, en la administración de persona jurídica y apropiación ilícita en agravio de la Empresa OMNOAGRO S.A.y Liofilizadora del Pacífico SRLtda (fs. 111-112 del Cuadernillo del Tribunal Constitucional), que fue desestimada por el Vigésimo Sexto Juz-gado Penal de Lima, que declaró: “No ha lugar a la apertura de instrucción” (fs.113-118 C. del T. C.), y, al ser recurrida, se avocó a su conoci-miento la Quinta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, que confirmó la resolución apelada (fs. 119-123 C. del T. C.). De lo cual se colige que no se instauró proceso penal contra el beneficiario, que éste no fue juzgado en un pro-ceso penal anterior, que nunca se dictó sentencia contra él y por ende no existe sentencia firme dictada en su contra.

Empero, al no encontrarse entre las instituciones que por mandato de la Norma Suprema producen efectos de cosa juzgada, la pretensión del actor radica en que este Tribunal le asigne al auto de no ha lugar a la apertura de instrucción, carácter de cosa juzgada, calidad de la que no goza la resolución judicial mencionada, toda vez que las situaciones jurídicas allí declaradas carecen de la firmeza e intangibilidad que caracteriza al princi-pio de inmutabilidad, el cual es atributo esencial de la cosa juzgada.Tribunal ConstitucionalExp. N° 3789-2005-PHC/TC

La garantía de la cosa juzgada

Dentro nuestro ordenamiento jurídico, una garantía esencial que informa el sistema de justicia y que encuentra expreso reconoci-miento por la Constitución vigente de 1993, es el Principio de Cosa Juzgada. El inciso 2) del artículo 139 en mención establece que: Ninguna autoridad (...) puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada (...)

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En ese sentido, el artículo 139, inciso 13, de nues-tra Norma Fundamental establece qué tipo de re-soluciones producen los efectos de cosa juzgada:

Son principios y derechos de la función juris-diccional: (...) 13. La prohibición de revivir pro-cesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada (...).

Asimismo, es preciso señalar que el Principio de la Cosa Juzgada exhibe una doble dimensión o contenido. Un contenido formal, que alude al he-cho de que las resoluciones que han puesto fin al proceso judicial no puedan ser nuevamente cues-tionadas, en la medida en que ya se han agotado todos los recursos impugnatorios que la ley prevé, o que, en su defecto, han transcurrido los plazos exigidos para hacerlo. Y un contenido material, que hace referencia a la materia contenida en la resolución judicial, la misma que al adquirir tal condición no puede ser modificada o dejada sin efecto, sea por parte de otros poderes públicos, de terceros, o inclusive, de los propios órganos juris-diccionales que emitieron la resolución judicial en mención [Cfr. Exp. N.° 4587-2004-AA/TC].

A mayor abundamiento, respecto de la dimensión material del Principio de la Cosa Juzgada, este Tribunal, en la sentencia recaída en el Exp. N° 3789-2005-PHC/TC, señaló que: La protección mencionada se concreta en el derecho que co-rresponde a todo ciudadano de que las resolu-ciones judiciales sean ejecutadas o alcancen su plena eficacia en los propios términos en que fueron dictadas; esto es, respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí declaradas. (...) Lo contrario, desconocer la cosa juzgada material, priva de eficacia al proceso y lesiona la paz y seguridad jurídica. Así, lo que corresponde a los órganos jurisdiccionales es ajustarse a lo juzgado en un proceso anterior cuando tengan que decidir sobre una relación o situación jurídica respecto de la cual existe una sentencia firme, derivada de un proce-

so seguido entre las mismas partes (perfecta identidad), respecto de los mismos hechos y tramitado ante la misma autoridad jurisdic-cional. Dicho pronunciamiento constituye, en consecuencia, un antecedente lógico respecto a aquello que nuevamente se pretende someter a juzgamiento (énfasis nuestro).Tribunal ConstitucionalExp. N° 1220-2007-HC/TC

COSTUMBRE

Concepto

Esta noción alude al conjunto de prácticas políti-cas jurídicas espontáneas que han alcanzado uso generalizado (elemento objetivo) y conciencia de obligatoriedad en el seno de una comunidad polí-tica (elemento subjetivo).Tribunal ConstitucionalRes. Nº 0047-2004-AI/TC

La Costumbre como Principio Democrático

En el principio democrático residen valores cons-titucionales como el pluralismo, la tolerancia y el respeto por la costumbre, idiosincrasia y cos-movisión ajena. El hecho de que por efecto de la diversidad cultural, diversos rasgos espirituales y materiales se concreticen en grupos minorita-rios, no puede ser razón válida para desconocer o menoscabar sus legítimas manifestaciones. Por el contrario, cuando al acto apoyado en el princi-pio mayoritario acompaña el avasallamiento, éste pierde su valor de neutralidad, y prevalecen los valores contramayoritarios de la Constitución, como la igualdad y el pluralismo (FJ 100). Tribunal ConstitucionalRes. Nº 0020-2005-PI/TC y 0021-2005-PI/TC (acumulados)

COSTUMBRE CONSTITUCIONAL

Concepto

Esta noción alude al conjunto de prácticas políti-cas jurídicas espontáneas que han alcanzado uso

Costumbre

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generalizado y conciencia de obligatoriedad en el seno de una comunidad política.

Conviene enfatizar que la costumbre constitucio-nal tiene una significación de mayor envergadura que las prácticas juridizadas en el resto de las dis-ciplinas jurídicas. Ello se explica porque la organi-zación y funcionamiento del Estado es tal comple-jidad que se hace imposible que pueda ser total y exclusivamente regulada por la legislación.

Conforme al artículo 139.º inciso 8 de la Consti-tución, un principio de la función jurisdiccional es el de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley, debiendo en tal caso apli-carse el derecho consuetudinario.

Respecto del derecho consuetudinario la doctrina apunta que:

Hay (...) una segunda categoría de normas que se expresan siempre como prácticas sociales y nunca en forma de enunciados lingüísticos escritos y publicados; son, en consecuencia, normas eficaces por definición, y en ese sen-tido existentes; también pueden gozar de vali-dez cuando reúnan determinadas condiciones exigidas por el sistema jurídico, pero no ha de ser necesariamente así. Esto significa que determinadas prácticas o usos sociales; en suma que determinados hechos son suscepti-bles de crear normas, de generar obligaciones (cuando menos, de exteriorizarlas), de mane-ra que quien se aparte de los mismos puede padecer una consecuencia análoga a la que sufriría quien desconoce el mandato conteni-do en una prescripción legal; tales prácticas o usos reciben el nombre de costumbre o, me-jor, de Derecho consuetudinario (BETEGÓN, Jerónimo, GASCÓN Marina, DE PÁRAMO, Juan Ramón, PRIETO, Luis. Lecciones de Teoría del Derecho, Ob. Cit., p. 307).

Los elementos que constituyen la costumbre son:

a) Elemento material. Hace referencia a la prác-tica reiterada y constante, es decir, alude a

la duración y reiteración de conductas en el tiempo (consuetudo inveterate).

b) Elemento espiritual. Hace referencia a la existencia de una conciencia social acerca de la obligatoriedad de una práctica reiterada y constante; es decir, alude a la convicción ge-neralizada respecto de la exigibilidad jurídica de dicha conducta (opinio iuris necesitatis).

Precisamente, gracias a la actividad interpretati-va que desarrollan los órganos jurisdiccionales se han podido resolver importantes casos para la vida de la nación. A modo de ejemplo, y no único, debe mencionarse el caso planteado por un grupo de congresistas contra la letra del him-no nacional. A fin de poder adoptar una solución justa, ponderada y equilibrada, este Colegiado, recogiendo las tesis de los demandantes y de-mandados, recurrió a la costumbre como fuente de derecho y gracias a ella arribó a una solución equilibrada. Así, se dijo que:

Declarar que corresponde al Congreso de la República determinar la o las estrofas del Himno Nacional del Perú que deben ser to-cadas y entonadas en los actos oficiales y pú-blicos. En tanto ello no se produzca mantiene su fuerza normativa la costumbre imperante (Caso Himno Nacional, Exp. N.º 0044-2004-AI/TC, punto 4 del fallo).

Tribunal ConstitucionalPleno JurisdiccionalExp. Nº 047-2004-AI/TC

COSTUMBRE INTERNACIONAL

Uso de la costumbre

Ello es así, en la medida que no era finalidad de dichos tratados pesqueros establecer límites fron-terizos marítimos, y tampoco pueden ser conva-lidados por el uso o la costumbre, si ello supone una disminución o recorte de la integridad terri-torial de uno de los Estados parte. Las doscien-tas millas de mar adyacente a la zona fronteriza sobre la que se asienta el Estado peruano y el

Costumbre Internacional

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Estado chileno, consideradas equitativamente, constituye el dominio marítimo sobre el cual cada Estado puede ejercer su poder público -ius imperium-.

Por ello, es violatorio de la Constitución peruana y sobre todo de los usos y costumbres del De-recho Internacional, que el Estado chileno en la zona fronteriza con el Perú asegure sus doscien-tas millas marinas en base al trazado de líneas paralelas a sus costas, en detrimento de las dos-cientas millas marinas de la zona peruana. Por cuanto, se llegaría al absurdo jurídico de que el Perú hubiera aceptado que su dominio marítimo de 200 millas reconocido por Chile y vicever-sa, se reduzca en la zona fronteriza de la Región Tacna a sólo 14 millas en la Caleta Vila Vila: en la Región Moquegua a 46 millas en Punta Coles y en la Región Arequipa a 80 millas en Mollendo y 120 millas en Camaná.Tribunal ConstitucionalRes. Nº 00002-2009-PI/TC

COSTUMBRE LABORAL

Concepto

Como se afirma que el solicitante ha venido to-mando descanso en un día de la semana en razón de su credo, ello no puede perennizarse alegando que ha devenido en una suerte de costumbre, por-que esta -concebida por la doctrina costumbre in-tegrativa- se lleva a cabo en el desarrollo eventual o al margen de la ley, pero no en forma contraria a ella, y que, sin embargo, los demás trabajadores observan cumplidamente bajo un ineludible senti-do de igualdad laboral, por cuanto la costumbre, en tal caso, no es sino fuente supletoria de dere-cho, no pudiendo por ello anteponerse a la ley, que es fuente inmediata y primordial de derecho, y menos aún derogarla, porque según nuestra Cons-titución, una ley se deroga solo por otra ley.Tribunal ConstitucionalRes. N° 0895-2001-AA/TC

En nuestro país existe la costumbre laboral por la cual las empresas siempre han pagado la par-

ticipación de los trabajadores en las utilidades sin deducirla de su renta neta. El referido informe pretendió cambiar la forma de calcular la par-ticipación en las utilidades, no obstante existía un derecho adquirido generado por la costumbre antes mencionada a favor de los trabajadores.Tribunal ConstitucionalRes. N° 0895-2001-AA/TC

La costumbre en materia laboral es una fuente de derechos y obligaciones. Básicamente, para su configuración se exige la repetición de un comportamiento a lo largo de dos años. Por esta razón, en caso el empleador haya decidido otor-gar día libre el 24 y/o 31 de diciembre por dos años consecutivos, es posible la configuración de una costumbre de obligatoria aplicación en lo sucesivo. Resulta altamente recomendable la suscripción de un convenio con cada uno de los trabajadores que permita regular las condiciones mediante las cuales se otorga este beneficio, de-jando claramente identificada la oportunidad en que se otorgará dicho beneficio y evitando la ge-neración de una costumbre.Tribunal ConstitucionalRes. N° 04385-2007-PA/TC

CRÉDITO AL CONSUMO

Concepto

El crédito comercial destinado al financiamiento de la producción y comercialización de bienes consti-tuye una típica operación comercial. En tal sentido, debe recordarse que la señora Linares - según su propia declaración - solicitó el crédito materia de la denuncia con la finalidad de conseguir capital de trabajo para su empresa de pollos a la brasa.

No obstante, la naturaleza comercial de la ope-ración de crédito antes referida no asegura -más allá de toda duda razonable- que, para su reali-zación fuera previsible que la señora Linares de-biera contar diligentemente con un nivel de infor-mación equiparable a aquel del proveedor. Ello debido a que, en el expediente no obran pruebas suficientes que acrediten indubitablemente que la

Costumbre Laboral

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señora Linares era habitual en la realización de actividades de intermediación financiera o tuvie-ra vocación de habitualidad, condición requerida para que esta Sala pudiera exigir a la denunciante un nivel de información diligente equiparable a aquel del Banco.

La naturaleza de la operación efectuada por la se-ñora Linares con el Banco no puede hacer que esta Sala asuma a priori que la denunciante debiera es-tar en una situación de igualdad de información con el proveedor del servicio financiero, ya que ello significaría imponer a la señora Linares, bajo simples sospechas, una carga o exigencia que la Ley de Protección al Consumidor no le impone. Es decir, la naturaleza de la operación efectuada por la señora Linares no es causa suficiente que impida que la denunciante pueda ser considerada como consumidor final para efectos de la aplica-ción de la Ley de Protección al Consumidor.

En vista de lo anterior, la señora Linares califica como consumidor para efectos de la aplicación de la Ley de Protección al Consumidor pues, de los elementos que obran en el expediente, no se puede afirmar que la denunciante debiera dili-gentemente contar con un nivel de información equiparable a aquel del Banco. En consecuencia, corresponde revocar la Resolución N° 057-2004/CPCSUR que declaró improcedente la denuncia presentada por la señora Linares en contra del Banco por presunta infracción a la Ley de Pro-tección al Consumidor y, reformándola, disponer que la Comisión continúe con el trámite y decida sobre el fondo del asunto.Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad IntelectualRes. Nº 0075-2004/TPI-INDECOPIExp. Nº 184879-2003

CUENTA CORRIENTE BANCARIA

Cierre de cuenta corriente

La Sala (del INDECOPI) considera que sobre la base de su experiencia en el mercado, un con-

sumidor razonable que contrata con una entidad financiera la apertura de una cuenta corriente y una tarjeta de crédito asociada a ella, espera que, en caso que la mencionada institución decidiera cerrar dicha cuenta o cancelar la referida tarjeta, lo hiciera invocando las causales expresamente pactadas en el contrato correspondiente o la nor-mativa aplicable a dichos servicios, ya que de lo contrario se trataría de una decisión arbitraria. En este sentido, corresponde evaluar si la can-celación de la tarjeta de crédito y el cierre de la cuenta corriente del señor Grados por parte del Banco fue arbitraria, considerando para ello los términos en que fueron contratados estos servi-cios así como el marco normativo que los rige.

La Sala considera que los saldos deudores, que podían sustentar válidamente la cancelación de la tarjeta de crédito y de la cuenta corriente del señor Grados, debían ser exigibles al momento de la anulación de la tarjeta y del cierre de la cuenta y no consistir en saldos deudores pasados o registrados durante la vigencia de dicha cuen-ta. Ello, toda vez que un consumidor razonable que no mantiene saldos deudores pendientes con una entidad bancaria esperaría que su cuenta co-rriente y la tarjeta de crédito asociada a ella se encuentren habilitadas y no que se anulen por haber registrado anteriormente saldos deudores respecto a los cuales se aplicaron como única penalidad intereses moratorios.Res. Nº 0481-2004/TDC-INDECOPIExp. Nº 822-2003/CPC

CUMPLIMIENTO Proceso de cumplimiento

CURATELA

Concepto

(...) la institución jurídica de la curatela (...) im-porta una representación legal y se tipifica por la presencia en ella de un interés colectivo y no sólo individual, por el carácter público del cargo, la obligatoriedad de su asunción y ejercicio como regla general, la supervigilancia del Estado, así

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como por los caracteres de personalísimo e in-transferible, permanente, de desempeño general-mente unipersonal, y casi siempre remunerado (Héctor Cornejo Chávez, Derecho Familiar Pe-ruano, Tomo III).Tribunal RegistralRes. Nº 168-97-ORLC/TR

Finalidad

La curatela es una figura jurídica que busca pro-teger al incapaz mediante el cual se le provee de custodia y manejo de los bienes o intereses de dicha persona. El fundamento de la curatela ven-dría a ser el estado de desvalidez en que se en-cuentra una persona para ejercer sus derechos y cuidar sus intereses personales y patrimoniales.Tribunal RegistralRes. Nº 633-2008-SUNARP-TR-L

Reglas

De conformidad con el artículo 568º del Código Civil, rigen para la curatela las reglas relativas a la tutela, con las modificaciones establecidas para la curatela en el Código Civil. En el artículo 576 del Código Civil se señala que el curador protege al incapaz, provee en lo posible a su restableci-miento y en caso necesario, a su colocación en un establecimiento adecuado; y lo representa o lo asiste, según el grado de la incapacidad, en sus

negocios; asimismo el artículo 575 del referido código señala que cuando la curatela corresponde a los padres se rige por las disposiciones referen-tes a la patria potestad.

Asimismo, el artículo 581 del Código Civil esta-blece que: “El Juez al declarar la interdicción del incapaz, fija la extensión y límites de la curatela según el grado de incapacidad de aquel. En caso de duda sobre los límites de la curatela, o si a juicio del curador fuere necesario extenderla, el juez resolverá observando los trámites prescritos para declarar la interdicción”.

Sobre el particular Héctor Cornejo Chávez seña-la: “En cuanto a las atribuciones patrimoniales, el juez deberá precisarlas al declarar la interdicción; y, en caso de duda acerca de si un determinado acto está comprendido o no en la resolución de interdicción, o si a juicio del mismo curador es conveniente extenderla, el juez resolverá obser-vando los mismos trámites que para la interdic-ción (artículo 581). En la práctica, tales atribu-ciones habrán de comprender la administración de los bienes y, excepcionalmente y previo cum-plimiento de los requisitos establecidos para el tutor, el gravamen o disposición de los mismos” (el subrayado es nuestro).Tribunal RegistralRes. Nº 633-2008-SUNARP-TR-L

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