el vendedor de pájaros

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ElvendedordepájaroseselúnicopasajerodeltrenquebajaenDesolación.«El lugar es tan yermo, triste y desamparado que ni siquiera los jotes losobrevuelan». Como todos los miércoles, el tren Longitudinal Norte sedetienejadeante.Esraroquealguienbajeenesaestación,peroesatardelohaceelpajarero.Sullegadanopasainadvertida;allíestáelgrupodeamigasqueacudeaobservarsemanalmentequiénesseránlosamantesquehuyenestavez,allílosniñosquelosiguencomosifueraunárbolllenodeaves,allíel odiado jefede la vigilancia, quienha sido informadodeunmercanchifleanarquistaquepromuevelainsurrecciónenlapampa.

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HernánRiveraLetelier

ElvendedordepájarosePubr1.0

Titivillus08.08.15

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Títulooriginal:ElvendedordepájarosHernánRiveraLetelier,2014Diseñodecubierta:RicardoAlarcónKlaussen

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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EstelibroesunregaloquehacemosaDoloyloliberamosensunombreporquesabemosqueamaloslibrosylosdisfrutamáscuandolosleeen

compañía.

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Primeraparte

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ElvendedordepájaroseselúnicopasajerodeltrenquebajaenDesolación.Alpisarlalosadelandénloembargalasensaciónciertadequeahíhayvida,yqueélacabadebajarnosoloporqueledueleeloído,sinoporque—lointuyevagamente—debeentregaralgoaalguien.Yparadoahí,enmediodelanada,conelsolclavadoenmitaddel cielo, oyemurmullosde conversaciones, carrerasdeniños y risasdemujeres jóvenes mezclados con el ruido del chorro de agua reabasteciendo a lalocomotora…

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El vendedor de pájaros fue el único pasajero del tren del sur que bajó enDesolación.

PocagentellegabaaDesolación.Pocagentenueva.Casi todos los que llegabanveníande vuelta: de vuelta de ver almédico en el

puertoodevueltadeenterraraunparienteensu tierranatal.Devezencuando,yesto era motivo de excitación para todo el mundo, se rompía la rutina y alguien,hombreomujer,huíaotratabadehuirdeDesolación.ElúltimodeestoscasoshabíasidoeldelalibreteraMaríaRosario,quientratódehuirencompañíadesuamante.

DesolacióneraunaoficinasalitreraestacadaentreelcantónAguasBlancasyelcantón Central, en pleno desierto de Atacama. No había ningún otro campamentocerca.Todoquedabalejos,distante,remoto.

Hastalasgolondrinasllegabanagotadas.Últimamenteyanillegaban.Sinembargo,parael trenLongitudinalNorteaquellaestaciónera trascendental:

ahíestabaelúnicopozodeaguadeaquellazonaresquebrajadaporelcalordesiglos;ahí la locomotora se reabastecía para continuar su viaje por esos páramospenitenciales.

El vendedor de pájaros fue el único pasajero que ese miércoles, pasado elmediodía,bajóenDesolación.Veníaenfermodeloído.Enelcochesevinosentadojunto a una mujer que decía ser quiromántica, mentalista y astróloga, y se hacíallamar«madameLuvertina»;ypor lanochedel segundodíadeviaje, coqueteandocon un acordeonista sentado enfrente, un tal Lorenzo Anabalón, lamadame habíaabierto la ventanilla para mostrarle la lluvia de meteoritos que caía en esosmomentos.

«Esasestrellas,fíjeseusted,donLorenzo,sonalmasperdidas»,leoyódeciralavidente.

Él,mediodormido,tratótambiéndemirarynoalcanzóavernada,perolaráfagade viento frío que se coló por la ventanilla le causó el dolor de oído que lo traíatrastornado.

En Desolación no había médico. Una vez por mes subía uno del puerto, unancianoqueapenasveíaycasinocaminaba.«Yaesunmontoncitodetierra»,decíalagente.«AndaporahíconelpadreTeobaldo»,seburlabanlosdescreídos(elpadreTeobaldo era el cura párroco de la oficina). Lo que había en Desolación era unconsistorioconsusanaquelescasivacíos,atendidoporunpracticanteconjerarquíaypotestad de médico, pero que veía solo a los enfermos leves. Telaemplástica ycafiaspirinas era todo lo que recetaba. Para cualquier dolor, físico o del alma,telaemplástica y cafiaspirinas. Y para las enfermedades de trascendencia social,permanganato. Los obreros accidentados en el trabajo eran enviados al puerto

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embarcadosalabuenadeDiosenloscarrosdecarga,juntoalossacosdesalitre,enun viaje de seis horas en que, la mayoría, sin asistencia médica, expiraba en elcamino. Las víctimas de accidentes menores acudían donde don Ligorio, elcomponedordehuesos.

EnDesolación había también una partera y una arregladora de angelitos. Estaseranlasquemástrabajotenían.Losnacimientosylasmuertesdeguaguasandabanalaordendeldía.Lamayoríade losreciénnacidosnopasabande losseismesesdevida,cualquiermalaireselosllevaba,sucumbíanacualquierresfríomalcuidado.

En el cementerio, las tumbas de los niños —que eran la mayoría— estabanadornadasconsuscunitasderejas.

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A la señorita Belinda, profesora de piano, la mayor de las amigas—ya iba acumplir los treinta, qué horror—, el silbato del tren, aunque no le traía ningúnrecuerdo particular, la sumía en una especie de sentimiento violeta. Alta, delgada,angulosa,tezblancacomoelpolvodearroz,lapianistaeraaficionadaalosperfumesconaromasdeflores:siempreparecíaflotarenunhalosinodelavanda,degardeniasode espliego.Según el ánimodemi pulsación, decíannacida enPerúy criada enChile,gustabadelapoesíayleíaconfervoralpoetaJoséSantosChocano,ysiempreestaba llana a colaborar en lasveladas culturalesde la filarmónica (ahora se sentíatemerosaporloquepodríapasarenlaveladadeldomingo,perohabíaquehacerlo).LaseñoritaBelindahabíavenidodelpuertoadarclasesdepianoa lashijasde losempleadosyjefesdelaCompañía.Vivíasolaynoseleconocíanhombres.Avecescontaba de un novio húngaro que había tenido en el puerto y que semurió de labubónica,razónporlaqueella,delapurapena,sehabíavenidoaenterrarenvidaenestaspeladerasblancascomomortajasdesal.Elúnicohombrequeentrabaasucasaera Copérnico, quien en su carretón demano, cada tres días, le llevaba el carbóncoque para el brasero y el de piedra para la cocina. El pobrecito donCope, comodecíaella,teníalacabezagrandecomounzapalloyunalmadecántaro,ysufríadeun leve retraso mental. Como ella descubriera que la música del piano parecíasumirloenunéxtasisinfantil,aveces,ademásdedarlecomida,lehacíalimpiarseeltiznedelamanosylodejabajugarunosminutosconlasteclasdesupiano.AlgunosdecíanquelapianistaseacostabaconCopérnico.

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Bigotesdealambre,cigarroladeadoyunsombrerodehuasocaídoalaespalda,alvendedordepájaroslovierondescenderdelúltimocochedeltren;lovieronacercarsealvagóndecargaytrashacerbajarungranbaúldemadera,lovierondescargandoyacomodandoenunasolapirámidebulliciosasu livianocargamentode jaulas llenasdepájaroscantores.

Cuando por el desierto se aparecía uno de estos vendedores con sus jaulas acuestas,a losniños lesparecíavercaminarunárbol llenodepájaros; los trinos leseran alegres como el frotar de las bolitas de vidrio y el color de sus plumajes lossumíaenunasombroinédito.Enlapampa,ellosconocíanunsolocolor:elcolordelapiedra,queeraelcolordeloscerros,queeraelcolordelapuna,queeraelcolorprehistóricodelaslagartijas.

Eseeraelcolordelmundoparaellos.Aveces,paravertonalidadesnuevas,losniñosseponíanamiraralsoldefrente,

compitiendo por ver quién aguantaba más sin pestañear; después, por un rato, elmundoselesvolvíatornasolado.Demodoquealabandadadeniñosdescalzosquecorreteabaporelrecintoferroviario,estehombreconpintadehuaso,envueltoenunamarimorena de trinos y gorjeos, les pareció un personaje de pista de circo, y cadapájarounabanderitaviva.

Alosjubiladosdeternonegro,camisablancayzapatosdemuertolustradoshastaeldelirio,quefumabanimpertérritosenlosescañossoleadosdelandén—esperandoanadie—,elmercachiflesololesparecióotrodeesosatorrantesdepocamontaquerecorríanlapampadearribaabajotratandodevendercualquiercosaquesepudieravender.

«Estospajarerossondemalagüero»,dijouno.Alasinquisitivasmujeresdemoñoapercolladoconelásticosnegrosqueveníana

laestaciónunpocopornostalgiayunmuchopormatareltediosalitrosodelapampa,el hombre no les fue sino lo que en verdad era: uno de aquellos comerciantes enpájarosqueseaparecíancadaciertotiempoporlassalitrerasaexorcizarunpocolatristezayelsilencioáridodeldesierto.Silencioytristezaquenosmuerdenelalma,comadrita,porDios.

Algrupodeamigas,cincomujeresjóvenesqueobservabandesdeelúnicoescañosombreado,elvendedordepájaros—miraragudo,narizencorvada,alturadepuertade iglesia—se lesmostrócomoalgomásqueunsementaldecampoqueordenabasusjaulassindejardesilbar—casicompitiendoconsumercadería—yviéndolasconuninquietanteuntodebestiaenceloensusojososcuros;alasamigasselespresentó—siesqueeraquienesperabanquefuera—comounelementofundamentalparaloquepensabanhacerenlaveladadeldomingo.

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AEsther,lacosturera,lasiluetadeltrenentrandoalaestaciónconsupenachodehumonegrolaponíaalegrecomoaunaniñadecolegio.Supadresiemprelatraíaenhombrosaverllegareltren.Eraentresusamigaslamásjovenylamássacrificada:consumáquinadecosermanteníaa sumadreenfermaya sushermanosmenores.Eransietehermanos,ellaeraladelmedio.Losmayores,varoneslostres,sehabíanido a trabajar a otros cantones y no se sabía nada de ellos. Dos de sus hermanosmenorestrabajabanparalaCompañía,eldecatorcedeherramenteroyeldedocedematasapos,poresolaCompañíanolesquitólacasaalmorirsupadre.Pobrepadremío,decíaEsther,quealllegaralapampacayóenelviciodellicorhastaconvertirseenunborrachoperdido.Yhabíamuertoensu ley:borrachocomo tagua.Loúnicohermosoqueheredódeélfuelavoz:dejoven,supadrehabíaintegradoelcoroenlaiglesiadeOvalle,peroaquísolocantabaenlasmesasdelasfondasparabebergratis.Ella,encambio,cantabaparaespantarelsueñomientrasseamanecíacosiendoensuSinger,yparamanteneralejadodesumentealfantasmadesuamorimposible(desdelosquinceañosqueestabaenamoradadeunhombrecasado).Suvozteníaeltonodeungorrioncillotriste.Nuncahabíaqueridoparticiparenlasveladasdelafilarmónica.Ahoraloibaahacer.SelohabíaprometidoaLucila.Elmotivo,aunquepeligroso,eraimportantenosoloparaellas,sinoparatodaslasmujeresdeDesolación.

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El tren Longitudinal, como nunca, llegó solo con dos horas de retraso. En sualucinanteviajedecuatrodíasycuatronochesatravesandoeldesiertomásdurodelmundo—subiendo cuestas, bajando quebradas, cruzando los delirantes espejismosazules—,avecesseatrasabahastacatorcehoras.

Pasadoelmediodía,enlaestación,enlaplazayenlascallesbaldeadasdesoldela oficina, aparte de las levas de perros callejeros, solo se veíanmujeres, niños yviejos.Loshombresbuenosysanossehallabantrabajandoenlascalicheras.

Trabajabandesolasol.LosobrerosdeDesolaciónnuncahabíanhechounparoodeclaradounahuelga,

peseaqueloshacíanlaborardelamañanaalanoche,nolespagabanhorasextras,les descontaban desgaste de herramienta, sufrían accidentes a diario por falta deseguridad(cuandoelaccidenteerafatalnoselespagabaindemnizaciónalasviudas)y les robaban en peso y medida en la pulpería. Y para terminar de rematarla, susalarionose lescancelabacondinero,sinoconfichas, loqueeraun infamia,pueshacíadosañossehabíadictadounaleyquederogabaelusodelasfichas.

Tampocosalíandevacaciones.Nolesalcanzabaelsalarioparaesaclasedelujos.Demodoquealcompletarelañocobrabanelimportequelescorrespondíaporelmesdevacacionesyseguíandeslomándoseelespinazoelañocorrido.

UnadelaspocasregalíasdelosobrerosdeDesolacióneraque,unavezporaño,selesrepartíaropadetrabajo.Ahoramismo,uncamióndelaCompañíasehallabaatracado junto alvagóndecargadel tren,mientrasungrupodeobrerosbajaba losgrandes fardos de ropa, partida correspondiente al año que recién comenzaba. Setrababa de uniformes dados de baja en el Ejército: pantalones, casacas, capotes,quepís,gorras,botas.Todorancioydeshilachado.

Comoalgunasdelasprendasaúntraíancosidassusjinetas,parches,escarapelas,entorchadosyestrellas,losobreros,entreecharseallorarolargarseareír,preferíanreírsedesucalamidad.

«¡Cuádrate,soldado,tengomásgradosquetú!»,sejorobabanunosaotros.Demodoqueenlascalicherassepodíanver,juntoasoldadosrasosdelascuatro

ramas del Ejército, a sargentos, tenientes, capitanes, coroneles y hasta generales yalmirantes triturando piedras bajo el sol.Algunos, losmás necesitados, usaban losuniformescomoropadeparada,ylosdomingosselucíanconellaenlaplazaoenlasafuerasdelbiógrafo.

Asíytodo,peseaesasyotrasinjusticiaslaboralesysociales—pornohablardelasmorales—, los obreros deDesolación nunca se habían parado, jamás se habíanpuestodeacuerdoparairaunahuelga.Aunquecontabanconunsindicato(Lucila,laprofesora,decíaqueeralamentablequelosobrerosdeDesolaciónhacieranusodelasedesindicalsoloparaencerrarseajugarcartasybeberaguardiente,oseacomounvulgargaritode tahúres), losobrerosnopodíanreclamarmucho.Teníanmiedo.La

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cuadrilla de vigilantes era brava, y su jefe, un malvado. Cualquier obrero que seatreviera a reclamar era acusado de activista, anarquista o socialista, y castigado apasardíasenterosenelcepo,juntoalosirredentosborrachosdelaoficina.

Y laCompañía usufructuaba delmiedoy seguía pagando el salario con fichas.Fichasdeebonita,decuero,degénero,decartón; fichasquesolopodíancanjearsepor algunos productos en la pulpería, propiedad del mismo dueño de la salitrera,quienademásimponíalosprecios.

«Valeporunapaladadecarbón»,decíanlasfichas.«Canjeporunlitrodeaceite».«Señapordospanes».

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AJordania, la sirvientade la casadel administrador, la llegadadel tren le traíarecuerdos de los campos del sur, en especial el tañido de la campana de lalocomotora.Subroncesiemprelepareciódeunbrillosobrenatural.Delascincoerala más entusiasta en venir a la estación, el ambiente le evocaba imágenes de losbosquesdesupueblonatal,delatierrareciénllovida,delolordelashojasmojadas.Loquemásanhelabaen lavidaeravolverallá.Sufamiliasehabíavenidocuandoellaeraunaniñadeochoaños,aquíhabíaquedadohuérfanadepadreymadre.Supadrehabíamuertoenunaccidenteenlacalicheraysumadre,quehabíaentradoatrabajar de sirvienta en la casa del administrador, murió cuatro años después detuberculosis.Ella,concatorceaños,hijaúnica,habíatomadosupuesto.Lagentedelaoficinateníaporseguroqueeladministradorlahabíatomadodequerida.«Yconelconsentimiento de su esposa»,murmuraban.No de otromodo se explicaba que lamujer, una gringa con expresión bovina, que se pasaba el día bebiendo brandy yrezandoelrosario,lahubierahechosufavorita.Hastalehabíaotorgadolibrelosdíasmiércoles, día de tren.Las demás sirvientas de la casa no gozaban ni de descansodominical.Comoellasesabía todas lasoraciones—sumadrehabíasidounabeataconsumada—,cadatardeacompañabaasupatronaalaparroquiaaconfesarseconelanciano cura párroco. Considerada la más bella entre las amigas, Jordania eratambiénlamásintrovertida.Asusveinticincoañosnoteníanovio.Lossolterosdelaoficina,pensandoqueeraamantedeladministrador,noseleacercabanpormiedoaunapateadura,oaperderel trabajo,comoyahabíaocurridocondosotresobrerosjóvenes. Sin embargo, esto era a causa de algo que nadie de su entorno sabía, nisiquierasusamigas:queelmásmachacóndesuspretendienteseraEmeterioAntonioVeraSierralta,elaborrecidojefedelosvigilantes,perrodepresadeladministrador,yquienseencargabademantenerarayaasusaspirantesanovios.Jordaniaconfiabaenqueesotambiénsecorrigieradespuésdelaveladadeldomingo.

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Cuando el vigilante desmontó de su caballo y, huasca en mano, se acercó ainterrogarlo,elvendedordepájaros,conelsombreroechadoalojoylacolilladeuncigarrillocolgándoledelacomisuradeloslabios,nomostróningunareverencia.

«¿Primeravezporestoslados,gancho?»,preguntóelvigilante.«Primeravez».«¿Dedóndeviene?».«Delsur,demuyalsur».«¿Ycuántotiemposepiensaquedarenlaoficina,sisepuedesaber?».Elpajareroestabaacuclilladorevisandolasjaulas,acomodandolasbañerasylos

comederosytratandodequelosniñosnolesmetieranpalos.Parecíaestardesuerte,noseveíaningúnavemuerta.

«Vendolosbichitosymelasenveloenelpróximotren»,respondiósinmirarasuinterrogador.

Elvigilante,golpeándoselapiernaconlahuasca,dijoagrio:«Ustednoseráporacasounodeesosafuerinosrevoltosos,¿no?».Elpajareroseincorporóconindolencia,tirólacolillaalalíneaférrea—losrieles

deacerofulgurabanhumeantesbajoelsoldemediodía—,seenjugóelrostroconunpañuelo arrugado que sacó del bolsillo trasero de su pantalón y miró de frente alvigilante.

«Dependedeloqueustedentiendaporrevoltoso».«Nosemehagaelcucho,ganchito.Ustedsabedequérevoltososhablo,deesos

que llegan a la pampa a revolver el gallinero, a perturbar la paz con ideasanarquistas».

«¿Aperturbarlapazdelosmuertos,diceusted?».Alvigilante—alto,seco,huesudo—seleensombrecióelrostro.«Yaledije:nosemehagaelchistosito».«Miúnicaideaesdeshacermedelamercancíacuantoantesyahuecarelala.Yale

dije.Bajéaquísoloporquenecesitoundoctor.Sino,niloco».Elvigilantelomiróconbronca.«Aquínohaydoctor».«Yameparecía»,murmuróelvendedordepájaros,mirandodereojoalgrupode

mujeresjóvenessentadasenelúnicoescañosombreadodelandén.«Demesunombre».«RosalinodelValle».Con lahuascay las riendasdesucaballooverobajoelbrazo,elvigilantesacó

unalibretadelbolsillodesucamisayanotó.«¿Ysusapellidos?».«VillacuraVillacura»,respondióaltivoelvendedordepájaros.Haciendoungestodedesprecio,elvigilanteterminódeanotar,guardólalibretay

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subió a su caballo. Desde lo alto de su montura, con una mano en la carabinaenfundada,leescupiólaadvertenciadequesefueraconcuidado,queaquíelhornonoestabaparabollos.

El vendedor de pájaros, dubitativo, dijo como para sí que después de la GranGuerraelmundoenteronoestabaparabollos.Yguardósupañuelohechounpelotónenelbolsilloyvolvióaacuclillarseyamirarsusjaulas.

Elvigilantesemarchó.

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AquienlallegadadeltrennocausabaningunaeuforiaeraaRosaura,laboleteradelbiógrafo.Aella,elruidodefierros,elhumo,elhollínylosgritosdestempladosdelosvendedoreslacontrariabanhastalaneurastenia.Nuncahabíaviajadoentren,exceptocuandoteníadosañosysevinoconsuspadresdesdeAguaSanta.Deaquelviajelosanaquelesdesumemorianoguardabanrecuerdoalguno.Comoelbiógrafosolodabafuncióndíapormedio—enhorariovespertinoynocturno—,duranteeldíaRosauraayudabaaEstherenlacosturaycadamiércolesacompañabaasusamigasala estación; aunque lo hacía solo por amistad, porque si fuera por ella se quedaríatranquilaencasahojeandoelúltimonúmerodelarevistaZig-Zag,oadmirandotelasycremasenlapulpería.Rosaura,queaúnvivíaconsuspadres,eralamásdíscoladelas cinco, la más asidua a los bailes de la filarmónica y, por lo mismo, aún noentendía bien por qué se estaba involucrando en este frangollo en que se hallabanmetidas sus amigas («la velada del domingo iba a ser clave para el futuro de lasmujeresdeDesolación», lehabíandichosusamigas).AlcontrariodeJordania,ellahablabaaborbotonesyeradueñadeunarisaestentórea.«Unarisadecolorazafrán»,decíaLucila,lamásqueridadesusamigas.Aunquederostrountantodesmejorado,Rosaura poseía un cuerpo exuberante (protuberante, abundante, sobreabundante,jugabanadescribirlolosborrachosenlasfondascuandolaveíanpasarporlacalle),que la hacía ser lamujermás deseada por los hombres deDesolación. Solteros ycasados.Ellasoloreíaymascullaba:«Pobrecitosmamarrachos».

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Erafebreroyenestaciónferroviaria reverberabaalsoldeldesierto,elcieloeraunaincandescenciavivayningunabriznadevientomovíalasbanderasrojasyverdesdelguardagujas.

Laatmósferaparecíavaciadadeaire.Cuandoelvendedordepájarosterminóderevisarlasjaulas,hizobocinaconlas

manosy llamóaunhombrecitoataviadocongorraycasacamilitarque, inmunealcalor,cercadelalocomotora,ofrecíauncarretóndemanoparallevarlosbultos.EraCopérnico,eltontitooficialdelpueblo,queseganabaelpanrepartiendocarbónenlaoficina—carbón piedra, carbón coque, carbón de fragua— y, en los días de tren,acarreandoequipajes.Sudestartaladocarretóndemaderaylatalomanteníaadornadocon guirnaldas de cajetillas de cigarrillos (solo cigarrillos americanos), tapas debebidasdetodaslasmarcasycorchosdebotellaspintadoscontierradecolores.

«Deberías pararte frente al vagón de carga, pues, hombre», le aconsejó elvendedordepájaros.

Copérnico,queteníaunaedadindefinibleentrelostreintayloscincuenta,lomiróconmansedumbre.Nodijonada.Solosequitósupringosagorramilitarylehizounareverencia.

Teníacabezadetoro.AlvendedordepájaroslecostóentenderellenguajeenrevesadodeCopérnico;el

hombrecitohablabaconunarapidezasombrosa.Alfinallogróentenderleloesencialehicierontrato.RosalinodelVallequisosellarloconunapretóndemanos.Eltontitono se dio por aludido, lo quehizo fue rozar la visera de su gorra en un amagodesaludo militar. El vendedor de pájaros se lo agradeció en el alma; en ese mismoinstanteacababadesentirlapatadademuladelfuerteolordesucuerpo.

Elhombrecitoolíaachiquero.Rodeados de una bandada de niños descachalandrados, los hombres cargaron

primeroelpesadobaúldemaderay luego las jaulasdepájaros.Peseasudolordeoído,quea ratossehacía lancinante,o talvezparaolvidarlo,RosalinodelValle,amedidaquecargabaelcarretón,siguiósilbandosutonadacampera.Deprontodejabadesilbaryordenaba,tronante,buscandoparecerfieroantelosniñosqueayudabanacargar:

«¡Lasjaulasmásgrandesabajoylasmáspequeñasarriba!¡Enpirámide!¡Vamos!¿Sabenloqueesunapirámide?».

…«Parecequeno.¡Sonunamangadecernícalos!»,reíasocarrón.Copérnico,impávido,parecíanooírlo.Losniños,encambio,lomirabanatónitos

y reían medrosos entre ellos. En tanto, desde un costado de la estación, montadosobresucaballobayo,elvigilanteloagüaitabasinquitarleelojodeencima.

De la estación del tren a las primeras casas del campamento había quinientos

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metrosdedistancia.Elcamino,llenodebachesydesniveles,eraunaarduahuelladetierra,deunatierrafinitaquelospampinosllamaban«chuca».

«Pareceaguaenpolvo»,quisobromearelvendedordepájaros.«Suero de muerto», farfulló Copérnico en su dialecto. O eso le entendió el

vendedordepájaros.Mientrastirabandelcarretón,elpajarerotranspirabaachorros;Copérnico,niuna

gota.

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ALucila,laprofesoraprimaria,eltrenleevocabaescenasépicas,comoesasfotosde la Revolución mexicana con trenes colmados hasta los techos de rebeldes consombreros grandes, cananas terciadas y carabinas treinta treinta. La profesora sedeclaraba librepensadora y anticlerical. Sobre todo le tenía tirria al párroco de laoficinayjamásestuvodeacuerdoenquelehicieraclasedereligiónasusalumnos.EllahabíavenidoalapampadesdeTalca,yeralaúnicaprofesoradelaoficina.Laescuelacontabaconveintinuevealumnos.AunqueenDesolaciónhabíamásniñosenedadescolar,suspadresloshacíantrabajardesdepequeñosparaayudaralacasa.YlaCompañíalosexplotaba.Esotambiénselohabíadichoaladministradorenunadelas pocas veces que se acercó por el barracón que hacía de escuela. No la habíanechadoconvientofrescosoloporquenadiequeríairahacerclasesa«esalocalidadperdida en el infierno». Su predecesora, la señorita PrimitivaMolina, se había idodecepcionada de la indigencia de la escuela y de la nula preocupación de laCompañíapor su funcionamiento,ynadie llegóa reemplazarlaendosaños.Lucilaera una mujer decidida, la más levantisca entre sus amigas. Era menudita, defaccionesangulosasyllevabasupelonegrorecortadoenunamelenacasimasculina.Los hombres de Desolación la respetaban. Decían: esa mujer es una granada sinestallar.Enlaescuela,apartedeenseñarelabecedario,lesplaticabaasusalumnosdeeducación cívica y humanismo. Y en los lugares públicos, como la pulpería o lafilarmónica,siempreestabasacandoeltemadelaemancipacióndelasmujeres.Losvigilantes la tenían entre ceja y ceja. Por lo mismo, esos carajos no tenían queenterarsedeloquepensabahacerenlaveladadeldomingo.

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Desde la apariciónde lasoficinas salitreras, losvendedoresdepájaros eran losúnicos entre la variedad de comerciantes que recorría la pampa—mercachifles losllamaban con desprecio los industriales— que podían traspasar los muros de loscampamentossinproblemas:sucomercionosignificabacompetenciaalaspulperías.Alosdemásselescorreteabaconlátigoycarabina.

Sin embargo, desde hacía un tiempo esa merced había caducado en algunoscantones.Estocuandosecomenzóasospecharqueunodelospajarerosquerecorríanel desierto era un insurgente que llevaba y traía mensajes sindicalistas desde lacapital,unagitadorquepropiciabaladesobedienciaypredicabalareivindicacióndelacausaobrera.Y lanotoriedaddelmisteriosopersonaje—quesehabíaextendidopor las oficinas desde Iquique hasta Taltal— había crecido hasta convertirse enleyenda.

Decían haberlo visto repartiendo panfletos en tal oficina en donde luego losobreros habían declarado la huelga. En otras, donde hubo enfrentamientos conderramamiento de sangre, recordaban haber visto a uno de estosmercachifles díasantes de que arribara la soldadesca. Incluso había rumores que venían de muchoantes:algunossobrevivientesdelaescuelaSantaMaríaasegurabanqueenlamarchadesde Alto de San Antonio hasta Iquique los había acompañado uno de estosvendedores de pájaros, y que en lomás arduo de lamarcha los alentaba a seguirandando, anodesmayar, anoentregarle laoreja a los explotadores.Se comentabaque el hombre llegó al puerto con todos su pájarosmuertos de sed y calor. «Se leapagólamúsica»,lesdecíaalosniñoscadavezqueselemoríaunavecilla.Algunosde losqueestuvieronen la escuelaSantaMaría asegurabanhabervisto al pajareroinsurgentecaermuertobajolametralladeese21dediciembre.Otrosdecíanqueno,queaúnestabavivoygorjeando.

Demodoqueen lassalitreras,comonose teníaningúndatociertosobrequiénpodríaserelanarquistadelospájaros,todoaquelqueseaparecíacomerciandoaves—incluso patos y gallinas— comenzó a ser objeto de persecución. Los vigilantesteníanordendeinterrogaralosqueseaparecieranporlosextramurosdelasoficinas,y al que levantara sospecha detenerlo, y si oponía resistencia, dispararle sin asco.Aunqueenalgunossectoresnofaltabanlosquecreíanquelacosaeraalrevés,queelfamosomercachifle era enverdadunespíade los industriales; enesos sectores lospobresvendedoresdepájaroshabíanquedadoentredosfuegos.

Además,corríaotraclasederumoresentornoalpersonaje:queeraunlibertinoirredento,uncrápulaqueseenfiestabacadanocheenlascasasdemalareputacióndelospueblosycampamentospordondepasaba;queenmediodelasremoliendasselehabía visto subirse a las mesas y blandir su miembro a dos manos, mientras sejactaba, con lengua traposa, de que en este tronquito, preciosuras mías, se podíanpararsietedesuspájaroscantoresenhilera,aunqueelúltimocasicasiresbalándose.

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Yaunque se afirmabaqueestabolahabía sidoechadaa correrpor los industrialesparadesprestigiarlo,loquesíasegurabanapiefirmelosobrerosenlasmesasdelasfondaseraquehabíasidoesepajareroelquedesfloróaMalarrosa,laprostitutamásjoven del cantón de Aguas Blancas, una niña que a los doce años remató suvirginidadenunprostíbulodeYungay.

Aunqueloquesalíamásinquietante,sobretodoalaimaginacióndelasmujeres,eraelcomentariodecrónicarojadequeencadapobladopordondepasaba,al irsedesaparecíaunajovendeformamisteriosa,siemprelamásbelladetodas.Araízdeestosellegóapensarquenoeraunosinodoslosvendedoresdepájarosencuestión.Es que no se podía estar con Dios y con el diablo, decían los viejos en susconversacionesdecantina.

«Nosepuedeserrevolucionarioyrijosoalavez».

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EnDesolación,verllegarypartireltrenunavezalasemanaremovíaunpocolacalmadelagocalcinadoquecubríaalaoficina.Verquiénseibayquiénllegaba.Ysihabíasuerte,comosolíaocurrirdevezencuando,verquiénseibaconquién(quiénabandonaba a quién y huía con quién). Esos días eran intensos. Las habladuríasduraban semanas.El casomás reciente, quehabía gatillado la efervescencia de lasmujeres,habíasidoeldeMaríaRosario:lapobrecitalibreterahabíaqueridohuirdesuesposoysuaventuraterminóentragedia.

Comocadadíadetren,lasamigassehabíanemperifolladotempranoparairalaestación.Aunqueestavezesperabanviviralgoespecial;aellas, igualqueatodoelmundo,lesatraíaverquiénseibayquiénllegaba,ygustabandecontemplarlascarasterrosasdelosviajerosquemirabandesdelasventanillasdeloscochescomodesdeuntiempoyunespaciodiferente—«comoquenosvierandesdeotromundo»,decíamedrosa la costurera—; esas mismas caras sonámbulas que apenas se apeaban yponían pie en la losa del andén, aunque más no fuera para comprar un tecito enbotella de Bilz, perdían su tono ceniciento, se transfiguraban, cobraban vida. Talcomo se podía apreciar ahora mismo en el silbo del vendedor de pájaros, que, alparecer,eraelúnicopasajeroquebajabaenlaoficina.

Casisiemprelosmercachiflesdepájarosresultabanserunoshombrecitospobresde espíritu, flacos hasta la concavidad y desaliñados de indumentaria; unosverdaderos espantapájaros con sus chalecos deshilachados y sus sombreros de pajamordidos.Ycomo si de tanto convivir con elloshubiesen llegadoametabolizarse,teníanlavozaflautada,losojosredondosylosticsnerviososdesuspájaros.Esteno.Esteeradistinto.Este,segúnlaseñoritaBelinda,habíaadquiridolaeleganciadelospájaros.

«Lospájaros,hastacuandocaminansenotaquetienenalas»,dijolapianista.Las jóvenes estaban impresionadas con su estampa demacho cuarentón. Sobre

todoJordania,quenohabíadejadodemirarlo.Susombreronegro,depaño,echadoalojo,lainquietabasobremanera.Alacercárseleelvigilante,ellasehabíadadocuentadeinmediatodequeelpajareroeradeestirpearrogante;yaella,queeraunamiedosacongénita,legustabanloshombresasí:personudosysinmiedo.Luego,aloírtronarsuvozdebarítono(cuandollamóagritosaCopérnico)suimpresióninicialselehizoestremecimiento.

Las amigas trataban de esconder su turbación detrás de sus abanicos. Lo quehacían,mientraslomirabanporelrabillodelojo—tampocosetratabadedarleairesmirándolocondescaro—,eratratardeasociarloconloscomentariosdeordenmoralquesehacíanentornoaunvendedordepájarosquerecorríalospueblosdeldesierto.¿Seríanciertaslasconcupiscenciasqueseleatribuían?

«Ysifueranciertas,¿qué?»,sonrióRosaura.Jordania, que había seguido toda la escena del interrogatorio, suspiró tranquila

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cuandovioirsealvigilante.Esosenergúmenossecreíandiosesenlaoficina,sobretodo su jefe, el hombre más detestado de Desolación. Emeterio Antonio VeraSierralta,asílegustabaquelollamaranyasífirmaba:consusdosnombresysusdosapellidos,comoenlaslápidas.

Yeratantemidoquenoteníaapodo.

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Cuandoentrevaharadasdevaporynubesdehollín,roncandosusilbatodeadiós,eltrenreemprendíasuviajealnorte,yyaeraevidentequeelhombredelospájaroseraelúnicopasajeroquesequedabaenelandén,Lucila,laprofesoraprimaria,queesedíahabíainsistidocomonuncaasusamigasenestaralahoraenlaestación,dejódedarseaireconsuabanico,locerróenungestorotundoyselevantódelescaño.

Lesdijoasusamigasqueesperaranunpoco.Las jóvenes lavieronsepararsedeellas, lavieronacercarseamirardecerca la

ruma de jaulas de pájaros que, en un extremo del andén, el pajarero yCopérnico,ayudadosporlosniños,comenzabanacargaryaatarenelcarretóndemano.Vieronque mientras observaba a las aves —con atención exagerada—, algo le decía alpajarero, sin mirarlo. Y vieron que el pajarero, dejando un nudo a medio hacer,atusándoselosmostachonesdealambrenegro,algolerespondía,tambiénsinmirarla.Luego se apartaron un poco deCopérnico y de los niños y conversaron un par deminutosasolas.Ambosenunaactituddemasiadoformalyceremoniosa.

Al volver con sus amigas, la profesora dijo que hasta el momento las cosasmarchaban bien.Demaravillas.Y dijo que al parecer la velada del domingo iba ahacerhistoria.

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«¿Ustedcanta?»,habíapreguntadoLucila.«Notanbiencomomispájaros»,habíarespondidoRosalinodelValle,quitándose

elsombrero.Eraelsantoyseñaacordado.A ella solo le habían dicho que era un vendedor de pájaros que venía del sur.

¿Pero cuántos vendedores de pájaros habría en el sur? De modo que había queasegurarse.Aél,encambio,lehabíandichoquesucontactoeralaúnicaprofesoradela oficina.Demodo que venía seguro. Sin embargo, esperaba encontrarse con unaseñorahuesuda,delentes,oconunamatronadepapadadeabadesaytetasmundiales.Nuncaconunajoventanmenuditaydetantotemple.

EltempledeLucilaselenotabaenlafijezadesusojosnegros.

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Rechinando y dando tumbos por la calamina de la fragosa huella de tierra, elcarretón deCopérnico, adornado de chirimbolos de colores y cargado de jaulas depájaros,eracomounespejismoextravaganteenmediodelapampa.

Ayudando al hombrecito a empujar, tratando de ir a la par con su trotecito deburro,haciéndolopararcadaciertotrechoparaacomodarlasjaulasquesecorrían,elpajarerosentíaalgoextrañoenelentorno.Algonolecuadrabaalavista.Ynoeralaasperezadelpaisaje,nielvértigodeesoshorizontestemblorosos,nilatransparenciadesquiciantedelaire.Habíarecorridomuchasveceslassalitrerasyesoeralonormalenestosparajes.Soloquenuncahabíaestadoenestapartedeldesierto.Estoeraelmismopurgatorio¿Habríavenidohastaaquíapurgarsusculpas?

Hastalospájaros—sefijóahora—habíancaídoenunextrañosilencio.Alpensarenlospájaroslodescubrió.Esoeraloextraño:ningúnjotetiznabael

azuldelcielo.Recordóentoncesalgoquenosuposihabíaleídooalguienselohabíadicho: que el averno era la entrada al infierno, y que la palabra averno, de raícesgriegas,significaba«lugarsinpájaros».

Seestremeció.Entrando al campamento, le pidió al carretonero que lo llevara directo al

consistorio, con mercadería y todo. Le recetaron cafiaspirinas. Luego buscóalojamiento y dónde guardar las jaulas. Copérnico lo llevó a la única fonda conhabitaciones para alquilar. Estaba en la última esquina del lado norte de la calleCinco; más allá comenzaba la pampa. Le arrendaron una sola pieza para ambosmenesteresydijoqueporélnohabíaproblemas.

Estabaacostumbradoadormirconlospájaros.Lapieza,dedieciséismetroscuadrados,eradecalaminayteníapisodetierra,y

su únicomobiliario era un catre de fierro forjado, pintado de blanco como en loshospitales,unveladordemaderabrutayunpeinadorsinespejo.

«Mejor que un gallinero», creyó oírlemascullar a Copérnico,mientras abría ycerrabalaúnicaventana,devidriosquebrados,quedabaalapampa.

Despuésdeacomodarlasjaulasyelbaúlconsusenserespersonales,almorzóenlamismafonda.Siemprehabíaconsideradoquelomejordelapampaeralacomidayestaveznofue laexcepción.Lacazueladevacunorociadadecilantro, losporotosburros con chicharrones y ají de color, y el vaso de huesillos con mote, fueronmismamente la gloria. Para hacer del vientre tuvo que ir a los baños públicosinstalados en lapampa:unas estrechas casetasdemadera, inmundasymalolientes,conunladoparamujeresyelotroparahombres.Luegosededicóalimpiarlasjaulasyareponerelalpisteyelagua.Debíadejartodolistoydispuestoparasalirmañanatempranoavendersusbichitos.

Porlatarde,aunquetuvoquelavarsealocowboy—porpresasyatarrazos—,lohizo a conciencia: esa noche tenía que encontrarse con la profesora y él cuidaba

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siempredeestarbienpresentadoantelasmujeres.Elaguatuvoqueirabuscarlaalgrifodelaesquina.Ahícomprendióparaquéeraeltarrodemantecavacío,provistodeunarcialdealambre,quehabíaenlarepisabajadelpeinador.

Luegodeafeitarse,eligióunodelosmejoresternosqueacostumbrabaallevarencadaviaje,unodecolortabaco.Después,aunqueyalevitabadeganasdetomarseunacerveza, esperó que fuera justo la hora de salida de las faenas para entrar a unacantinaarefrescarelgaznate.QueríasondearelánimodelosobrerosdeDesolación.

Vestidos con las desaliñadas piezas sueltas de los uniformes militares de lasdistintas ramas del Ejército, el espectáculo de los obreros a la hora de salida deltrabajo,eragrotesco:caminandodesde lapampa,entierradosdepiesacabeza,consus loncherosbajoelbrazo, lamasademinerossemejabaundesastradoejércitoenderrota.Algunosdeesoshombres,losmásviejos,habíanpeleadoenlaguerradel79,y lucían aquellos pringosos uniformes con la dignidad de un soldado verdadero:inflandoelpechodeorgullo.Lomássignificativodelaescenaeraelhechodequeentre ellos había también obreros peruanos y bolivianos, quienes, luego de pelearcontraloschilenosenaquellaguerrafratricidainstigadayazuzadaporlosingleses,sehabíanquedadoatrabajarenlassalitrerasconviviendocontotalnaturalidad,comosinuncahubiesenempuñadoelcorvoylabayonetaunoscontraotros.

Ahora laboraban juntos, bebían juntos, lloraban juntos; ahora los hermanaba laexplotación,elabusoylainjusticiasocial.

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Desolacióneraunaoficinadecincocalles,cadacalledecuatrocuadras.Contabaconpulpería,biógrafo, filarmónica,parroquia,dispensario,un sindicatodeobreros,unaescuelitapúblicayunapequeñaplazadepiedra.Comoentodaoficinasalitrera,había también fondas y cantinas. Lo que más había en Desolación eran fondas ycantinas.De alguna forma, había que sacudirse el hastío de esas tardes infinitas y«matarlaarañadelased»,decíantiznadosypatizorros.

Excepto el chalé del administrador, que era de madera noble, y contaba conpiscina y cancha de tenis, y las casas de adobe de los empleados de confianza—ingeniero, contador, jefedepulpería, fichero,pasatiempo,bodeguero, jefedemina,jefedemáquina—,lasdemásedificacionesdelcampamentoerandecalaminasviejasypalosdepinoOregón.ElpinoOregónlotraíanlosbuquessalitreroscomolastre.

Laplazateníaunsoloárbol.«Elárboldelbienydelmal»,lollamaban.Duranteeldía,alasombradeeseárbol,unalgarroboderamajecrispado,hacían

lasiestalosmaestrancinosantesdeentrarasuslabores.Porlanocheerarefugiodeamantesfurtivos.Yeraleyendaquedeunadesusramassehabíaahorcadoelprimersuicida de Desolación, un vigilante pelirrojo, de apellido Quezada, que habíacometidoelcrimenimperdonabledetraicionarasujefe.Secontabaque,descubiertasutraición,elmismoEmeterioAntonioVeraSierraltalepasólasogayleordenó—comoordenarleiralaparroquiaarezarunavemaríacomopenitencia—quesefueradescalzohastalaplazaysecolgaradelaramamásaltadelalgarrobo.

Era triste la oficina Desolación. Triste como su nombre. Ni siquiera tenía unabandademúsicosquetocararetretaslosdomingosporlatarde,comosehacíaenlasdemássalitreras.Yalgoextraño:nadiehabíavistonuncanisabíamuybienquiénerasudueño;cuandosehablabadeél,sehablabacomodealguienquehabitaraenotromundo.

El vendedor de pájaros había conocido oficinas de nombres más alegradores:Ricaventura, Prosperidad, Esmeralda, Buena Esperanza, Flor de Chile, y muchasotras con nombres de mujer, hecho ya de por sí jubiloso. Es que los industrialessalitrerossolíanbautizarsusoficinasconlosnombresdesusesposasodesushijas(Iris, Pepita, Aurelia, Cecilia, Palmira). Algunos, incluso, parecían haber usadonombres de amantes cabareteras, como Nena Vilena. También se homenajeaba apueblosopaísesdeorigen:Bonasort,Eslavonia,Alemania,Algorta,Argentina.

Ponerle nombre a los pueblos debía ser tan lioso como bautizar a los pájaros,pensaba Rosalino del Valle. Él había oído cada nombre. Sobre todo de canarios.PanchoVilla,porejemplo.Cristóforo,Palito,Nabucodonosor.Elañopasadonomás,unfanáticodeljuegodepelotalehabíacompradounjilgueroconelúnicopropósitodebautizarlocomoOlímpico,porelgolquesemanasantes,unfutbolistaargentino,un talCesáreoOnzari,habíamarcadoen lanzamientodirectodesdeelbanderíndel

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córner,sinquelapelotatocaraaningúnotrojugador.Eraelprimergoldeesalayaacaecidoenlahistoriadelfútbol.

Nadie teníamuyclaroporquéa laoficinase lehabía llamadoDesolación,niaquién se le había ocurrido el nombre, y hasta hacía poco a nadie le gustaba lapalabrita. Sin embargo, cuando la poetisa Gabriela Mistral publicó su poemariohomónimo,terminaronporconformarse:elnombredesuoficinaeratambiéneltítulode un famoso libro de poesía. Sonaba hasta romántico. Al adquirirla, su último ymisterioso dueño no se molestó en rebautizarla, al parecer de pura desidia, comotampoco se tomó lamolestia de repintar las casas y los juegos infantiles, como seestilabaenlapampa.

El letrero de la estación, con letras de madera, era la única parte en dondeaparecíaescritoelnombredelaoficina.

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«Sivasconmujer,vistecomocanciller»,decíasiempresuabuelo.Yesanochealllegaralaescuela,RosalinodelVallesefelicitódehaberidovestidoconelmejordesusternos.Yesquenoeraunasinocincolasmujeresqueloesperaban:laprofesoray cuatro amigas, las mismas que había visto en la estación. Lo que no sabía elvendedordepájaroseraqueenesareunión,unadeaquellasmujeresledaríaasuvidaunavueltadecarnero.

Tratandodepasarinadvertidoycuidándosedelosvigilantes—asílehabíadicholaprofesoraquehiciera—pasóunpardevecesporelfrentedelaescuelaantesdeacercarsealportónazulquedebíaestarentreabierto.Loestaba.Aunquelaprofesoravivíaenunapequeñacasapegadaalbarracónquehacíadeescuela,lorecibióenlaúnicasaladeclasesconquecontabaelestablecimiento,unasalaconpisodemaderaempetroladoendondesololamitaddeadelanteteníapupitres;enlapartedeatrásselas arreglaban con cajones de manzanas. El pequeño patio de recreo era de tierraapisonada.

Como le seguía el dolor de oído—era como un aguijón de aire helado que lopunzaba—,elvendedordepájarospensóenhacerloqueteníaquehaceryretirarsedeinmediato.Sinembargo,estuvoconversandoconlasmujereshastaaltashorasdelanoche.EranbravasestasmujeresdeDesolación,¿lasdesoladasseríaelgentilicio?Por lo menos, y por lo que estaban planeando hacer, eran más decididas que loshombres.

Laprofesoraestabaformandouncentrodemujereslibrepensadorasenlaoficina.ElcentrollevaríaelnombredeBeléndeSárraga,enhomenajealaespañolaactivistadelosderechosde lamujer,quetiempoatráshabíaandadoporChileejerciendosuapostolado feminista. Invitada a la pampa, había recorrido varias salitreras dandoconferencias y alentando a lasmujeres a emanciparse y a exigir sus derechos. SupensamientolaicoysuscríticasalaIglesiahabíandejadoprofundashuellasentrelasmujeresdelpaís,tantoasíque,luegodesupartida,sefundaronvarioscentrosconsunombre,incluidounoenAntofagastayotroenIquique.«LamujerdebeliberarsedelyugodelaIglesiaydelmarido»,eraellemadeBeléndeSárraga.

AhoraelvendedordepájarostraíaunacartaanombredeLucilaGodoy,profesorade la escuela pública de Desolación. La extrajo con toda parsimonia del bolsillointerior de su paletó e hizo su entrega formal. «Usted tiene el mismo nombre yapellido verdaderos de Gabriela Mistral, la poetisa del Valle de Elqui», le dijoadmiradoelpajarero.

«Yademásesprofesoraigualqueella».La carta la remitía el Centro Femenino Anticlerical de la Liga de Mujeres

LibrepensadorasdeValparaíso,aquienesLucilahabíaescritohaciéndolesunpardeconsultas de índole jurídica y solicitando algunas sugerencias para redactar losestatutosdelcentroquedeseabafundar.

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Luego de agradecer la ayuda desinteresada de don Rosalino del Valle, yblandiendolacartaantelasdemásmujeres,Luciladijoentusiasmada:

«¡Noscontestaron,amigasmías,noscontestaron!».Elvendedordepájarossacósucajetilladecigarrillos(latibiezadelhumoparecía

calmarunpocosudolordeoído).Encaballerosogestoleofrecióacadaunadelasmujeres.SoloLucilayRosaurafumaban.Luegodeencenderloscigarrillosydepedirperdónporlamarcadelosfósforos—Lucifer—,diolaprimerabocanadayselargóacontarqueélhabíaconocidoalaseñoraBeléndeSárragaenpersona.InclusohabíatenidolaoportunidaddeasistiraunadesusconferenciasdictadasenSantiago.Lasmujeresnopodíancreerlo.ÉllesrecordóentoncesquefueprecisamenteLuisEmilioRecabarren, su gran amigo, quien invitó a la feminista española a recorrer y darcharlasenlassalitreras.

Claroquesí,dijoLucilaentusiasmada,donLuishabíasidoungranluchadorporlosderechosde lamujer.Yarrugandosuscejasoscuras,hizoverasusamigasquefue gracias a los primeros organismos de la clase obrera creados por Luis EmilioRecabarren,comolasmancomunales,porejemplo,quecomenzaronaabrirsecaucesparaquelamujerse incorporaraa lavidapolíticaysindicaldelnorte.Queel líderobrerosiemprebuscómejorarelnivelculturaldelamujerproletaria,alentándolasaeducarse,aleerlibrosquenofueranlosmisalesyaactuarenlosgruposdeteatroquefueroncreándoseenlapampa.

«Apropósito»,dijoLucilamirandodefrentealpajarero,«¿esverdadqueustedcanta?».

«Sí,soyaficionadoalasarias».La profesora lo invitó entonces a cantar en la velada que estaban organizando

paraelpróximodomingo,en lacualsedaríaaconocer la formacióndelCentrodeMujeresLibrepensadoras de la oficinaDesolación. «Por eso la velada es solo paramujeres», leexplicó.Elvendedordepájarosnosehizoderogaruntris.Aceptódeinmediato.

«Tendréqueensayarvoceandomispajaritosconmásganas»,dijoriendo.La señorita Belinda lo invitó a ensayar en su casa. Ella estaría complacida de

acompañarloalpiano.Como sus amigas le pidieran que por favor no las hiciera esperarmás, Lucila

rasgóelsobrey,conelgravetonodeautoridadqueposeíayesamarcadamodulacióndidácticadelasprofesoras,sepusoaleerlamisivaenvozalta.Alterminarlalectura,lasmujeresyelmismopajarerotuvieronquecontenerseparanoromperenaplausos.Laprofesora terminóelencuentroexhortandoasusamigasyafirmandoquecon laformación del centro le estarían dando una lección de dignidad a los hombres deDesolación. De dignidad y de respeto. Ya que ellos no se atrevían a defender susderechosantelospatrones,ellasdaríanelejemplo.

Eracercademedianochecuandoelvendedordepájaros,argumentandoundolordeoídoinsoportable,sedespidiódelascincoamigas.Esther,lacosturera,lediosu

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direcciónparaquealdíasiguientepasaraporsucasatemprano.EllalollevaríadondedoñaBenigna, la partera de la oficina, para que le preparara uno de sus remedioscaseros.

«Además de partera, la señora es yerbatera», aclaró Esther, sonriendo ante laexpresióndedonRosalino.«Yviveatrescasasdelamía».

Alirse,elvendedordepájarossellevabaconsigosuinexorabledolordeoídoylaconvicciónabsolutadequehabíaencontradoalamujerdesuvida:Jordania,lamásbellade todas, laquemenoshablóy se llevó todoel tiempomirándolode reojoyjugandoconsumoñaMaría.Enverdad,lajovenlohabíahechizadodesdeelprimercrucedesusmiradas,miradasqueluegosetocaronvariasvecesdurantelareunión,ycadavezsehabíanquedadofriccionandouninstantecomolashormigas.

Losojosasustadosdelajoventeníanelcolordoradodelosnísperos.

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Aunqueyalohabíavistoenotrasoficinas,alvendedordepájaroslosorprendióeldenuedo con que los vecinos de Desolación, sin confesarlo, competían por quiéntenía lamejorpiedradecalicheraempotradaa lapuertadesucasa.Lapiedra idealdebíasergrande,lisa,geométrica,sinfisurasniaristasfilosas.Lomáscercanoauncubo o a un rectángulo. Y, detalle esencial, con posaderas lo más planas posible.Algunascasasdelcampamentodeobreros(lascasasdejefesydeempleadosteníanescañosdefierroconstruidosenlamaestranza,igualesalosdelaestacióndeltren)lucían dos piedras, una a cada lado de la puerta. Por las tardes, a la hora delcrepúsculo, las familias salían a sentarse a ver jugar a sus hijos a la ronda deSanMiguel,elqueseríesevaalcuartel,yelquenoteníapiedrasacabasusbancasdemaderabruta.Peronoeralomismo.Lapiedradabacategoría.Yparatenerunaenlapuertasehacíacualquiersacrificio.Laspiedrashabíaquetraerlasdesdelapampa,yavecessedemoraban todaunanocheenacarrearlas,comúnmenteentre tresocuatrohombresdelosmásfortachones.Sienlapuertadeunacasaamanecíaempotradaunapiedramásgrandeque lade lacasadeal lado, lavecinaencuestiónobligabaasumaridoabuscar,encontrarytraerunaaúnmásgrande.EnDesolacióntodosestabandeacuerdoenquelapiedradedonLigorio,elcomponedordehuesos,eralamejordelcampamento.Selahabíantraídodesdeunacalicherareciénabiertaentrecuatropatizorros a quienes les había restablecido y devuelto a su lugar algún huesoestropeado. Era un cubo perfecto, liso, sin quebraduras, y tenía en su centro unagujerodebarreno.«Lapiedraguardapeos»,labautizaronlosniños.Ysedecíaquepara trasladarla, ya que era pesada como el diantre, por la noche los hombres lesacaronaescondidaselcarretónaCopérnicoylacargaronenél,yselodejarontododesvencijado y con sus adornos hechos añicos. El pobre hombre estuvo toda unajornadaclaveteandoycambiando tablasyemperifollándolodenuevo,aúnconmáschirimbolosdecolores.

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Segundaparte

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Mientras el mundo trataba de olvidar los horrores de la guerra bebiendochampaña y bailando al ritmo loco del charlestón, y en las pantallas de cineimperabanlosojosamediaastadePolaNegri,enelpaís,sobretodoentrelosobrerosdelnorte,aúnsesentía lamuertedeLuisEmilioRecabarren.EldirigentefundadordelMovimientoObrerosehabíasuicidadoensucasaenSantiagodisparándoseenelpechoconunapistolaautomáticaquehabíatraídodesdeAlemania.

Elvendedordepájaroshabíasidosuamigo.LohabíaconocidoenunasalitreradelcantóndeTarapacá,cuandoeldirigente recorría lapampa imprimiendodiarios,creandomancomunales,ofreciendoconferenciasydirigiendoobrasdeteatropopular.Como en algunas oficinas tenía prohibida la entrada y los vigilantes lo corrían abalazos,enlaoscuridaddelasnochessinlunaelhombresereuníaacharlarconlosobrerosenlascalicherasabandonadas.

Sehabíanconocidoporlospájaros.Ellíderobreroerafanáticoporlospájaroscantores,enespecialdelosjilgueros.

Variasveces lehabía comprado jaulasdepájarosque luego regalabaa las familiasmás pobres de las oficinas. «Algo que les alegre un poquito esta vida del carajo»,decía tratando de cubrir lo sentimental con el improperio. Una vez el dirigente lehabíapropuesto,nosabíasienseriooenbroma,hacersesociosenelcomerciodelospájaros. Rosalino del Valle lo admiraba desde que, recién electo diputado de laRepública,senegóajurarporDios—yderodillascomoindicabaelprotocolo—ysimplementenoasumióelcargo.Paraelpajareroesoeraseruntipodealforjasbienpuestas.

Sinembargo,el interésdeRosalinodelValleporapoyarelMovimientoObrerovenía de antes. Fue en uno de sus primeros viajes a la pampa, a finales de 1907,cuando hallándose en el pueblo de Alto de San Antonio vendiendo sus bichitos,estallólagranhuelgaenlapampayacompañóaloshuelguistasensucaminataporeldesiertohacia laciudaddeIquique.Aquellamadrugadaenquelamuchedumbredeobreros,consusmujeres,susniñosysusperros,emprendieronlahazañosamarchadereinvindicaciónporeldesierto,él,depuromúsicoqueera,echóacaminarjuntoaellosconsusjaulasllenasdepájaros,losqueacausadelcalorylafaltadeaguaselefueronmuriendounoaunoporelcamino.LlegóalaescuelaSantaMaríaconapenasdos canarios vivos, ambos a punto de apagarse. Después había estado en otrashuelgas y conflictos que terminaron en matanzas. La última vez había sido en laoficinaSanGregorioendondeestuvoapuntodeperderlavida.Losobreroshabíansido despedidos enmasa y exigían que les pagasen una indemnización, ya que noteníancómovolverseasustierras.Envezdeeso,lasautoridades,inducidasporlosindustriales, habían mandado tropas de soldados que masacraron sin compasión amásdetrecientaspersonas.

Rosalino del Valle había nacido en el pueblo de Santa Cruz, provincia de

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Colchagua, donde aún vivía en la casa de adobe heredada de su abuelo. Era hijonatural.Sumadreeraunamuchachacampesinadedieciséisañoscuandoeldueñodelfundoenelquesupadreerainquilinolahabíahechoparir.Elpatróneraunitalianorobustoydeélheredósuporteysusojosverdes.Ademásdesucorpulenciadehuasocerrero, el pajarero poseía una poderosa voz de barítono que, en el pregón de sumercadería, resonaba de esquina a esquina. «Caruso es una chalaila a mi lado»,proclamabasocarrón.Cuandoestabatristeselargabaacantararias.SupreferidaeraLazíngara,deGaetanoDonizetti.

A laedaddedieciochoaños, aconsejadopor suabuelo, luegodeque sumadremurierapateadaporuncaballo,comenzóarecorrerlapampavendiendopájaros.Traslosprimerosviajeshabíadescubiertoqueelnegociopodíaredoblarlasgananciassienvezdecambiarlasfichasconlasquelepagaban—lascompañíasledescontabanunporcentajeenelcambio—lasinvertíaenkilosdetédehoja,delbueno,traídoporlosinglesesdirectamentedesdeCeylán.Lospampinospodíanandaramanotonesconlos piojos, pero se daban el lujo de tomar el mejor té del mundo. De modo quedesembarcabaenlapampaconuncargamentodepájarosyretornabaasutierracondos cajones de té de cincuenta kilos cada uno comprados en las pulperías. Por elpreciodeunpajaritovendidopodíacomprardoskilosdeté.Enelsurelkilodetélopodíavenderaldobledelprecioenquevendíaunpajarito.Elnegocioerauntrino.

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LascallesdeDesolaciónnoteníannombre,estabannumeradasdelunoalcinco.La única que había sido bautizada por la misma gente era la Corrida del Medio,compuesta por piezas individuales en donde vivían los hombres solos.Allí, en losdíasdesupleypago, llegabanaejercer lasprostitutas.Lacasasde losobrerosconfamiliaeranunosbarraconesdivididosentrespartes.Laprimera,quedabaalacalle,hacíadecomedor;ladelmedio,dedormitorio;ylatercera,decocina,lavanderíaypatio.Estaúltimacontabaconunapuertaquedabaaloscallejonesendondesetendíalaropayselevantabangallinerosnosoloparacriargallinasypatos,sinotodaclasedeanimalesdomésticos,quelagentetraíadelsur:cerdos,cabros,chivos.

Porlamañanadeljueves,díadesupleenlaoficina,convariasjaulasacuestas,RosalinodelVallesefuedirectoalacasadelacosturera.Selenotabaenlasbolsasdelosojosquecasinohabíadormido.EncasadeEstherencontrótambiénaRosaura.Entrelasdoslollevarondondelapartera,queloatendióenlacocina,lugardondeseatendía a las amistades en la pampa. Tras conversar unos instantes como si seconocierandeañosydeadmirarelplumajeyelcolordelospajaritosensusjaulas,doñaBenignalepreguntóporelmalqueloaquejaba.Éllecontódelviajeeneltren,delaventanaabiertaenlanocheydelalancetadeaireheladoquesintióeneloído.La matrona lo escuchó con una expresión beatífica. Luego, sin hacer ningúncomentario, entibióenunacuchara soperaunpocodeaceitedecomer, empapóenella unamota de algodón, le indicó al pajarero una banca demadera para que sesentaraylepusoelalgodóneneloídoenfermo.Enseguida,trasrebuscarenunagranollade fierro enlozado, llenadeyerbasnaturales—«Me las traendel sur»,dijo—,sacóuntrocitodecortezadesauce,hizoherviraguaypreparóunainfusiónqueledioabebernosinantesbendecirlaensilencio,solomoviendoloslabiosyconlosojoscerrados.

«Conestoselevaapasar,micaballero»,dijocontodalaseguridaddelmundo.Antesdeterminardebeberselainfusión,RosalinodelVallecomenzóasentirque

el dolor amainaba de manera perceptible y que un bienestar de otro mundo lerebosabanosoloeloídoenfermosinotodoelcuerpo,delacabezaalospies.«Ustedesmilagrosa», ledijoasombrado,y lepreguntócuánto ledebía.Ellahizoungestoconlamano:cómoleibaacobrarporalgotansimple.Enagradecimiento,RosalinodelValleleregalóunpardepajaritos.Queeligiera,ledijo.Entrejilgueros,alondras,zorzales,mirlos,canariosychincoles,doñaBenignaprefirióunaparejadecanarios.Estos pajaritos traen buena suerte, dijo. Además avisan cuando hay amenaza decatástrofeenelaire.Sonmuylistos.

«¿Ycómoavisan?»,preguntóRosaura.«Dejandodecantar,pues,mija».RosalinodelValledijoqueesonoestabaensus libros,y laparteraentonces le

aclaróque, además,paraqueel caballero supiera, soñarconuncanario significaba

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queseibaaemprenderunlargoviaje.Antesdeirse,elvendedordepájarosagradeciódenuevoadoñaBenigna.Ellale

regalóunataditodeyerbasparaquesellevara.

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RosalinodelValleloúnicoquequeríaeraveraJordania.LuegodedespedirsedeEstheryRosaurasedirigióconsus jaulashaciaelchalédeladministrador.Porahípartiríasurecorrido.Nolapudover.Losvigilantesnolepermitieronacercarseypormásqueélvoceósumercaderíadesdelejos,atodopulmón,ellanosalió.Tendríaqueesperarhastaelanochecer,comoledijeronlacostureraylaboleteradelbiógrafo.

En verdad, le había costado encontrar el tono natural para preguntarle a lasmujeresporJordania.Cuandolohizo,ellasselargaronareírensucara.Esquetodashabíanvisto,ledijeron,lococorocaquesepusoJordaniacuandoélllegóalaescuela,ydelasmiraditasquehabíancambiadotodoeltiempoquedurólareunión.Despuésledijeronquelajovensalíasolodosveceseneldíaalacalle:porlamañana,antesdelassiete,acomprarelpanalapulpería,yporlatarde,alahoradelaoración,aacompañaralagringaalaparroquia.

«Esagringabebebrandyymeaaguabendita»,dijosarcásticaRosaura.Despotricando contra los vigilantes, Rosalino del Valle se largó a recorrer las

callesvoceandosuspajaritos.Comoerajueves(«díadesuple»,decíanloscasados;«díadeputas»,decíanlossolteros),sefuehacialaCorridadelMedio.Allífuedondemásvendióesamañana.Élsabíaque lasprostitutas,pesea lobizarrodesuoficio,tenían también su corazoncito y eran afectas a las flores y a los pájaros. Ademásalgunasdeestasmujeresde«moraldistraída»,comosereferíanaellaslossiúticosenloseditorialesde losdiarios,eran tambiénbuenasnegociantes.Ahoramismo,en laCorridadelMedio, laAzuquitarconLechese lohabíacorroboradoalcontarlequeellasveníanhaciendolomismoqueélconlasfichasconquelosobreroslespagabanelratodeamor:envezdecambiarlaspordineroseibanalapulperíaylasinvertíanenkilosdeté.

Elasuntolecausómuchagracia.DespuéssupoquelaAzuquitarconLeche,rubia,cuerpovoluptuosoyojosdeun

verdeconcupiscente,conunalívidacicatrizatravesándolelamejilla,erafamosaenlapampaportenerelrécorddeocupacionesenunajornada:noventaydoshombresenochohoras.Y juraban losviejosen lascantinasquepor lanoche todavía lequedóalmaparahacerloporamorconsuhombredeturno.

Almediodía, con un calor de caldera, el pajarero entró a una de las cantinas amatarlasedqueyacomenzabaapatalearlevivaenlagarganta.Lohizoalahoraenque los calicheros bajaban a almorzar. Arrimado al mesón de una cantina, con susombrerodehuasoa laespaldayunvasodecervezaenlamano,enmediodeunarueda de obreros entierrados,Rosalino delValle se puso a disertar sobre pájaros ymujeres.Decía,conautoridaddesabedoren lamateria,queaunque losornitólogosasegurabanquelospájaroscantabansoloparadelimitarsuterritorio,ocomoritualdeapareamiento,élcreíademanera rotundaqueestabanequivocados,que lospájaroscantabanporelpuroplacerdecantar,nadamásqueporamoralarte,talcuallohacía

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élmismo.Enel temadelasmujeresaseverabaentonosocarrónqueellaseranclaramente

más racionales que los hombres, sobre todo en asuntos de amores. «Un botón demuestra», decía riendo: «Mientras nosotros nos desvestimos por los pies, ellas lohacenporlacabeza».

Después,mientrassuspajaritostrinabanatodasiringeensusjaulasamontonadasjuntoalmesón,yélempinabasuvasodecervezaa todogüergüero—¡hastaverte,Jesúsmío!—, aseguraba, dogmático, que no había nadamás alegre en estemundoque un vendedor de pájaros en el desierto. Más aún si se trataba del desierto deAtacama, en cuyos salitrales infames, afirmaba en tonodeclamativo, solo se oía ellatidodelsilencioyeláridosilbardelvientodelainjusticia.

«¡Y más aún en una oficina tan mustia como esta, compadre —redondeabaperentorio—,endonde,apartedenohaberbandademúsica,nohevistounmiserablegorriónenlaplaza!».

Y aunque parecía que sus temas favoritos eran los pájaros y las mujeres, losobrerosandabancontandodespuésenlascalicherasqueelmercachiflemacucoselasarreglaba siempre para terminar hablando de socialismo y sindicalismo, ypontificandodelibertad,igualdadyfraternidad.

«Elpajarerosabemásquelasculebras»,decían.«Estesacaaguadelaspiedras»,reíanimpresionados.

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Cuandoelvendedordepájarospreguntóporquénohabíaunorfeónenlaoficina,le dijeron que la compañía se negaba a invertir en la compra de instrumentos, ymenosaúnenlamantencióndeunabandademúsicos.«Esosatorrantesparaloúnicoque sirven es para beber y andar planeando insurgencias», había dicho el gringo,según lo interpretado por el jefe de los vigilantes. Le contaron que el último quequisoformarunorfeónenlaoficinafueunveteranodelaguerradel79quetocabaeltambor. El Viejo del Tambor lo apodaban. Otros le decían el Mazamorra —estoporque ante cualquier motivo sacaba a colación el dicho: «Este cree que lamazamorrasemasca»—.ElancianoenverdadsellamabaCandelarioPérez,usabauncalañezrecortadoapiquitosyandabaparatodosladosconunacantimplorasiemprellenadeagua.Alpreguntárseleelmotivodecíaqueyahabíamuertodosvecesdesed.Cuando el administrador, luego de castigarlo dos días en el cepo, lo expulsó de laoficinaporinsistirenlodelorfeón,elviejosefuerefunfuñandoqueestegringodemiércolescreequelamazamorrasemasca.

Después se sabría que elViejo del Tambor habíamuerto por tercera vez en lamatanzademúsicosquehuboenelpueblodePampaUnión.

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RosalinodelValleyJordaniaselasingeniaronparaversesolosesamismatarde.Era una tarde alta, arrebatada de fuegos crepusculares, de esas en que uno se dacuentaconuncióndequenosolohabitaenunplanetaideal,sinoenelmásbellodetodos.

Camino a la parroquia con la esposadel administrador aferrada a subrazo (lascopitasdebrandyhacíanpisarenelairealagringa),Jordaniaadvirtióqueuntrinarde pájaros la seguía por la calle como un aroma vibrante. Llegando al atrio de laparroquia,simulóunrepentinodolordecabezay,apretándoselassienes,lepidióasupatronaelfavordequeladejarairalconsistorioporalgúnremedio.

Lagringa,entonada,erafácildeconvencer.JordaniayRosalinodelVallepudieronencontrarseentoncesenlapartedeatrás

delconsistorio;tuvieronunahorayquinceminutosparaconversar,lahorayquinceminutosquelaesposadeladministradordemorabacadatardeenrezarelrosariocontodoslosmisteriosincluidos:gozosos,dolorososygloriosos.

Latardeapagabasusúltimasbrasasenlarayadelhorizonte,yaunquelanochesesentía venir cálida, Jordania temblaba como una pajarita. Él la abrazó. En unmomentodesuconversación,entremiradasysonrisas tímidas,descubrieronnosinasombroqueamboserandelaprovinciadeColchagua,elladePeralillo,éldeSantaCruz.Ellaentoncessepusoacontarledesusueñodevolveralsur,devolverenelmismo tren que la trajo a la pampa cuando niña. Él le habló de la lluvia y de lafraganciadelatierramojada;ella,delosfelicesdíasdesuinfanciaenelcampo;él,de la soledadde su casa, una casagrande, de adobe, con corredores frescosdondedormíalaluna,yhabíaunasilladepajaymaceterosyunasombra.

«Unacasademasiadograndeparaunhombresolo»,lezureóaloído.Conmovidayperturbada,ellaletomólasmanos.Élselasestrechóanimoso.Semiraronlargoratoensilencio.Alolejos,elrumordemotoresyémbolosypoleasdelasmáquinaseracomoel

ruidolejanodeuntrenfantasmaacercándosesinllegarjamás.Despuésdecompartirunratoelsilenciocomounacopaúnica,ellalecontóqueal

verloenlaestaciónsediocuentadeinmediatodequea«esehombretancampanudo»yalohabíavistoantes.Ensussueños.Solofaltó,dijoriendoruborizada,quehubierallegado conduciendo la locomotora y tocando la campana de bronce, como habíasoñadotodoeltiempoqueveríallegarasupríncipeazul.Éllamiróconturbado.Sesentíaunniñoquenosabíacómocomportarseantelamaravillaquesignificabaverreíraunamujer.Pordeciralgo,lecontóquesusueñodeniñoeraqueunamañanadespertabaconvertidoenpájaro.

Rieronalegrados.Enelcampamentoyasehabíanencendidolasprimeraslucecitasamarillasdelos

postes demadera del alumbrado público, y en el cielo las estrellas comenzaban a

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perfilarseprofusas.Eraunanochesinluna.«Esteesmiúltimoviajealapampa»,dijodeprontoél,comolamentándose.Aellaselenublóelcorazóndegolpe.Sequedaronmirandoalosojoscomohipnotizados,cadaunoadivinándoseenlas

pupilas del otro, cada uno descifrando el pensamiento del otro, conjeturándolo,prediciéndolo,augurándolo.Elacuerdofinalfuetácito:pájarosdeunmismoplumajevolabanjuntos.

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Porlamañanadeldíasiguiente,enlasfilasdelapulpería,decíanlasmujeresmásveteranas(lasdepañueloenlacabezaypapelillosdepuchospegadosenlassienes)quevierancómoalpajareroselehacíancandelillaslosojosmirandoaJordania;quesenotabaalaleguaqueleandabaarrastrandoelalaigualqueunpajaritoensondecortejonupcial.

«Mirennomásquelevantarsedemadrugadaparaveniraponerseconsusjaulasalapuertadelapulpería»,decíanmaliciosas.

«Sillegaaestarazuldeenamorado».YlamosquitamuertadeJordanianolohacíanadademalconsusmiraditasalo

PolaNegri.Sihastahabíacambiadodepeinadoparavenirhoyalpan;supongoquesefijó,comadre.Esosdostortolitosselastraían.Nofueraasercosanomás,decíanguiñándose unas a otras las comadres, que al señor administrador le cayera lachaucha, porque entonces mandaría a echar con viento fresco al pajarero con suspajaritoscantores.

«Nosinanteshacerledarunabuenatandadeazotes,claro».«Esosinoordenabaqueledieranuntiroenlanucayya».«Yhastaahínomásllegabaelidiliodeesosdos».El pajarero no se daba por aludido. Su alma era un volantín lleno de viento.

Recorriendolascallesespesasdesol,voceabasusbichitoscomoentonandohimnos.Nunca había voceado conmás fuerza y entusiasmo sus pajaritos. Nunca antes, enningunaoficina,habíaconversadoconmásentusiasmoconlagente.¡Silapasiónsele desbordaba como espumita por la comisura de los labios mientras hablaba!Conversabaconlasmujeressentadasalsolenlapiedraempotradaalapuertadesuscasasmientrasdespiojabandulcementeasusguaguas,conversabaenlasesquinasconniñosapatapeladamientras jugabana lasbolitas conbolitasdebarro, conversabacon respeto y admiración con los ancianos silicosos sentados hondamente en losescaños de la pequeña plaza de piedra, y departía con obreros en ropa de trabajo,entierradosdepiesacabeza,enmesonesdecantinasresonantesdemúsicamexicana.

Mientras ofrecía sus bichitos puerta a puerta o los voceaba al viento de lasesquinas,sacabacuentas:lequedabacasiunasemanaparadejarunpajaritoencadadomicilio.Enestosseisdíasteníaquellenardetrinosycoloresestaoficinatantristeydesapercibida.Teníaquedejarlaconvertidaenunapajarera.

Unagranpajareraenmediodeldesierto.

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Diceelpajareroquenosotrossomospájarosenjaulados,quelaoficinaeslajaulay el desierto los barrotes; una jaula hasta donde nos trajeron con engaños y falsaspromesas.Yaunquecantamostodoelsantodía,eldueñodelajaulanoseconformaynosrapiñaelalpisteynomantienelalimpiezaynosepreocupadenuestrasalud.Unajaula que se precie, dice el pajarero, debe tener espacio suficiente para que el avepuedaextender lasalasyaletear sinque lasplumasgolpeencontra losbarrotes; ladistanciaentrebarroteybarrotedebetenerlasuficienteamplitudcomoparaevitarelaprisionamientodelpicoode lasgarras.Laestructurade la jauladebesersiemprecuadradao rectangular, nunca circular, pues enuna jaula cuadradao rectangular elavetieneun«ladodeseguridad»,elmáscercanoalapared.Elpájarosabequeporahínoselevaaacercarnadiedeformainesperada.Encambio,enunajaularedondacomo lanuestra—elhorizonteesuna redondelamonday lironda—carecedeestepuntode referenciayesoescausaldeexcitaciónynerviosismoen lasaves.Y,porúltimo,diceque la jaulanuncadebesituarsecercadeunafuentedefríoodecalorextremo. En resumidas cuentas, según el pajarero, una buena jaula es todo locontrarioa lanuestra.Ah,ydice,además,queyasomospájarosviejosparaseguirsoportandotantaignominia.

Arrimadoalmesóndeunafonda,amímedijoque lospájaroscantoresapenasviven diez o doce años, y en cambio los buitres carroñeros, que son los patrones,puedenvivirmásdecienaños,gordosyrebosantes.

Despuésdechocarlosvasosybrindarporlasmujeres—«Lasalyelaguadeestatierra»,dijoelpajarero,sinquitarlavistadelasancasdelamesera—,meembromócon que los obreros de Desolación, por dedicar tantas horas a las calicheras, deseguro dormíamos menos que un jilguero, comíamos menos que un canario ycagábamosmenosqueuntiuque;yqueapostabatodaslasjaulasquelequedabanaque en la cama, con nuestras mujeres, durábamos menos que cualquiera de esospajaritos. Todo por culpa de desespaldarnos trabajando, dijo. Y que más encimaéramostanbrutosquebesábamoselazote.Esomismitofueloquedijo,compadre.

Al trasluz de los vasos, paisita, el vendedor de pájaros parecía unCristo pobrecuando, en tono de predicador, me habló de la esperanza enjaulada, de la alegríaenjaulada,denuestravidaenjaulada.Queyaerahoradevolar,dijo.

Amímesermoneóconque lospájarossilvestrescantanconmásganasque losnacidosdemadrescautivas.Yquenosolocantanconbuenomaltiempo,sinoqueenlosparajesduroslohacenaúnmuchomejor.Hastaahoramismonoséquédiantresmehabráqueridodecirconeso,paisa.

Loqueesamí,paisanito,loquemedijomelodijodefrentónysinadornos.Fueen la cancha de rayuela: mientras sus pájaros armaban una trifulca de trinos a lasombradelascañas,meenrostróagritosqueparecequeustedesvivenenellimbo,carajo, o tienen cabezade chorlito, que acasono sabíamosquehacía rato se había

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dictadolaleyquereconocíalajornadalaboraldeochohoras,laleyquesuprimíaeltrabajo infantily laesperadaLeydelSeguroObrero.Queéramosunosmuertosenvida.

Esodijo,paisita.Ymirarlomientraslodecíaeraveraunpájaroconlasplumaserizadas.

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Amí,gancho,mientras«atizabalaslámparas»,comodicecuandollenalosvasos,elvendedordepájarosmedijo(despuésdehaberlecontadoquesoyanalfabeto)queasícomoalosjilguerosselesarrancanlosojosparaquecantenmejor,anosotros,losobreros, para que nos deslomemos con más entusiasmo triturando piedras, se nosmantieneenlaignoranciaabsoluta,queescomolaceguera.

Lejuro,paisita,quenodormíentodalanochepensándolo.

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Ese sábado las amigas amanecieronmás atareadas que nunca. Llevaban variassemanasorganizandolaveladaquedaríarealcealafundacióndelCentrodeMujeresLibrepensadoras Belén de Sárraga de Desolación. Por intermedio de una cartadirigida a la jefatura del Departamento de Bienestar, como correspondía hacerlo,habían solicitado el local de la filarmónica, donde se llevaban a efecto los actossocialesyculturales.YlajefaturadelDepartamentodeBienestar,porintermediodeunacarta,selohabíacedidosinningúninconveniente.Aunqueluegoseenterarondequeenprimerainstanciaalajefaturalecausóextrañezaqueelactofuerasoloparamujeres,peroalfinalhabíanllegadoalaconclusióndequeestanopasaríadeserunavelada como todas, ya que los números artísticos, y los nombres de los artistasimpresosenelprograma,novariabanmuchodelasveladasdesiempre.

EnelprogramaaparecíalaseñoritaBelindainterpretandoalpianoalgúnnocturnode Chopin; el grupo de niñas que conformaba el cuerpo de danzas de la escuelapúblicadeDesolación,dirigidoporlaprofesoraLucilaGodoy;donClementePeralta,el poeta oficial de la oficina, número puesto en toda celebración patriótica o actocívico,yeldúomusicalLosPampinosysusguitarrasespañolas,compuestopordosobrerosdelamaestranza.LanovedadestavezresidíaenlaactuacióndeEsther.DonClementePeralta,encargadodeconfeccionarelprograma,habíadescritosuactuaciónen el siguiente tenor: «La cantadora local, señorita Esther Norambuena, nosinterpretaráLaprisionera,bellísimacancióndeunnuevocompositormexicanoquerespondealfatigosonombredeÁngelAgustínMaríaCarlosFaustoMarianoAlfonsodel SagradoCorazón de Jesús Lara yAguirre del Pino, quien firma sus cancionessimplemente como Agustín Lara, y que se define a sí mismo como “músicoautodidactadeinstinto”quecomponealpianoporobraygraciadeDios».Rosalinodel Valle no había alcanzado a aparecer en el programa, pues este ya estabaconfeccionadocuandoélaceptóparticiparenlavelada.

En cuanto a la propaganda, habían sido las propias amigas las que se habíanencargadodeapalabraralasmujeresdelcampamentoparaqueasistieranalavelada.Laverdad, sehabían llevado todoelúltimomeshaciendoproselistismodemanerareservada. Rosaura se había encargado de las jóvenes que llegaban a comprarleentradas para el biógrafo; Esther, de las señoras que le mandaban a coser susvestidos;laseñoritaBelinda,delasdoncellasqueestudiabanpiano,yLucila,delasmadres,tíasyabuelasdesusalumnos,alasquevisitabaensuscasasconcualquierpretexto.LaúnicaquenopudohacernadaalrespectoeraJordania.Sinembargo,suaporteerafundamentalenelgrupo,porellasabríansisesospechabaalgoenelsenodelaadministración.

UnadelasrazonesqueesgrimíanlasorganizadorasparainstaralasmujeresdeDesolaciónaasistiralaveladayhacersesociasdeestecentro,eraquedeunavezportodashabíaqueorganizarseparaquenuncamásvolvieraaocurrirloqueleocurrióa

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latarjeteraMaríaRosario.

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MaríaRosario, la tarjeteramás popular de la oficina, ademásde ser unade lascuatro o cinco mujeres rubias que había en Desolación—aparte de la esposa deladministrador,lamásrubiadetodas—,fuedelasprimerasenhacerselapermanente.María Rosario era alegre y extrovertida, y tenía el don de la risa. En cambio,EdelbertoEspinoza,sumarido,noreíanunca.Eraelcapatazmásaborrecidodelascalicheras,unbribónque,portenerlaconfianzadeljefedepampa,noteníaempachoen propinar azotes a los obreros desde su cabalgadura, siendo que élmismo habíacomenzadoatrabajarcomoparticular.«Elcarbónsehaceyelcabrónnace»,decíanlosquehabíanllegadojuntosconélenelmismoenganche,todosdeojotaychupalla.AllograrcasarseconMaríaRosario,despuésdeunintensocortejoenqueseinsinuóhasta romántico, Edelberto Espinozamostró las garras: no la dejó trabajarmás, leprohibió las amistadesy la obligó a desarmarse la permanente.No le permitía ir aningunapartedondehubierahombres,nialbiógrafonialafilarmónicanialaplazalosdíasderetreta.Casihastaleprohibiósonreír.Ylamaltratabaadiario,dehechoydepalabra:lallamaba«mula»por«nosaber»darleunhijo.Un«heredero»eraloquemásdeseabaenlavidaelcapataz.Un«hijohombre»,porsupuesto.

Undía,MaríaRosarionosoportómás:oseibaosemataba.Ydecidióirse.Solosumejoramigalosabía.Aellalehabíapedidoquelecompraraelboletodetren.Ledijo que se iba sola. En verdad se iba con un empleado de escritorio que habíaconocido una tarde en el consistorio en donde ambos coincidieron recibiendocafiaspirinas,ellaparaundolorenelpecho,élparaundolordecabeza.Elempleadoera un hombrecito atildado que lucía corbata de pajarita y llevaba un sombreropanamállenodelamparones.

Esemiércoles,MaríaRosarioyaestabainstaladaenunasientodelúltimocochedel trencuandoapareció sumarido.Uncuñadode su amiga,que trabajababajoelmandodelcapataz,lodateó.Elhombresevinodelapampaamatacaballoyalcanzóa llegar justo cuando el tren partía. El empleado de escritorio se escondió en otrovagónyMaríaRosariofuebajadaaempujones.

EdelbertoEspinozanoseconformóconzamarrearlaygolpearlaenpúblico(antelaanuenciade losvigilanteshabidosen laestación),sinoqueahímismolesacó laropaatironesy,enmediodeunacomparsadegenteatónitaquenohacíasinomirarycuchichear por lo bajo, se la llevó desnuda por la huella de tierra. Ya en elcampamento,antesdellevarlaalacasa,mientrasMaríaRosarionoparabadellorar,ylasmujeresmáspiadosaslelanzabanchalequinasyrebozosparaquecubrierasusvergüenzas,lahizodarunavueltacompletaalrededordelaplaza.

Poco tiempo después del incidente, una mañana de cielo nublado, la tarjeteraamaneciócolgadadelárboldelaplaza.Teníatresmesesdeembarazo.

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AlaseñoritaBelindalehabíasidoencomendadalamisióndecopiarlosestatutosdelcentrodemujerespara repartirloseldomingoentre laconcurrenciaa lavelada.Apartedeserlaúnicaprofesoradepianodelaoficina(elotropianista,donAlfredito,un anciano de melena blanca y delgado en extremo, solo se limitaba al oficio desincronizar las películas en el biógrafo), la señorita Belinda tenía una letramaravillosa.Conocida era en laoficina labellezayperfecciónqueostentaba en elartecaligráfico,tantoquesusamigassiemprerecurríanaellaparaquelesescribierasustarjetasdesaludosypostalesdefantasía.FamosaporlosringorrangoserasuBmayúscula.

«LaBdeBelinda»,decíaella.Su afición secreta era copiar versos de sus poetas predilectos en un libro en

blanco, sobre tododel«autóctonoysalvaje»poeta JoséSantosChocano.Conello,ademásdeejercitarsustrazos,rendíapleitesíaalqueparaellaera,sindudaalguna,elmásgrandebardodelalenguaespañola.Noenvano,decíaasusamigas,hastaRubénDarío lo había elogiado.Tanto le fascinaba el famoso poeta peruano, que se habíaaprendidodememoria,ydecontinuoloestabarecitando,elmáslargoycélebredesuspoemas:Loscaballosdelosconquistadores.

Atareada,copiandoescrupulosamentelahojanúmerocuarentaytres(lasllevabanumeradas)con los sieteestatutosdelcentro,estaba lapianistacuandoaparecieronlos vigilantes por su casa. Eran dos.Y no golpearon a la puerta: se asomaron condesfachatezporlaventanaabierta.

«¡Aló!».Eralahorasonámbuladelasiesta.Elcampamentoflotabasosegadamenteenuna

reverberacióndelcolordelagua.Enlascallesnoseveíaunalma.Elmundoparecíahaberseechadoadormiralcalordelsolcomounperroviejo.

Descalzaybatiendoconlanguidezunabanicodemotivosjaponeses, lapianistamantenía abiertas de par en par las ventanas por si tenía la suerte de que entraraalgunahilachadebrisa,loqueaesashorasdeveníaenunailusiónabsurda.Eltibiovaho de lavanda, gardenia y espliego que emanaba la casa parecía adormecer lossentidos.

Los vigilantes le preguntaron—un tono de sorna envolviendo la pregunta— sipor casualidad la señorita sabía algo del «señor» Copérnico. Nadie lo había vistodesdeeldíadeayerysepensabaquepodíahabersufridounaccidente.Comoellosnosemolestaronenllamaralapuerta,comoharíandoscaballeroseducados,ellanosemolestóenpararseyabrirlapuertaparaatenderlos,comoharíaunadamarefinada.Desde lamesa dijo que no, que no veía al hombrecito desde la última entrega decarbón, el martes por la tarde. Mientras les respondía se dio cuenta de que losvigilantes, casi sin poner atención a sus palabras, no dejaban de observar hacia elinteriorconuninterésqueleparecióinusitado.

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«¿Nohacompradopajaritos?»,preguntóelmásdesfachatado.Ellanocontestó.Antesderetirarse,losvigilantesledijeronquesisabíaalgodelcarretoneronose

demoraraencomunicárselos.«Adiós,caballeros»,fuetodoloquelesrespondióella.LaseñoritaBelindanosecreyóelcuentodeCopérnico.Todoelmundosabíaque

el hombrecito a veces se iba por días enteros al basural a buscar cajetillas decigarrillos extranjeros y otras zarandajas para adornar su carretón. Algo debíansospechar estos individuos, se dijo la pianista. Tendría que alertar a sus amigas.Ademáscayóen lacuentadequeel administradoryel jefede losvigilanteshacíadíasqueno sedejabanverenel campamento.No leextrañó.Unaodosvecespormesambosdesaparecíandelaoficina,Diossabeconquémotivos.Sifueranciertoslosrumoresquecorrían…AlaseñoritaBelindaledabaescalofríosdesolopensarlo.

BebióunsorbodelabotelladeaguamineralAngélicaqueteníasobrelamesa—ellíquidoestabafatalmentetibio—ysiguióescribiendolosestatutos,dibujandocontinta china, en esquelas de papel de arroz, cada letra, cada palabra, cada signo depuntuación con los rasgos, la elegancia y la claridad de un verdadero pendolista.Teníaqueapresurarse.Por la tardedebía reemplazaralenfermizodonAlfredito,elpianista oficial del biógrafo. Aunque siempre se lo estaban pidiendo, a ella no legustabamuchohacerlo.Eloficiodesincronizadoradepelículasleresultabaingrato.Lagenteeramuytosca.Poruncortedelapelículaseponíanagritaryasilbaryhastaazapatear,armandounazafacocadelosmildemonios.Además,cuandolapelículaeradecorteromántico,ellaseembelesabadetalmaneraenlasescenasamorosas,queseolvidabadetocarelpianoylagenteinsensiblevolvíaasilbaryahacergriterío.

Aellaledabanganasdellorar.Atodoesohabíaqueañadirqueelpianodelbiógrafoestabamuyamaltraer.Ella

estaba acostumbrada a tocar en el suyo, un Steinway & Sons de cola completa,herenciadesumadre.NohabíaotroigualenDesolación.Nisiquieraeladministradorteníaunoigualensuchalé.

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Fueporelpianoqueconocíalprimeryúnicohombreenmivida.Yoteníaveinteaños; él, treinta y dos. Era un húngaro a quien el barco donde trabajaba lo habíadejadoentierraysequedóenelpuertoganándoselavidacomoafinadordepianos,queeraeloficiodesupadreenHungría.Nosconocimosyenamoramosalinstante.Él,aprimeravista;yo,aprimerolor:olíaamaderadebarco.TodoocurriócuandoélllegóamicasaparaafinarelSteinway&Sons,enesetiempopropiedaddemimadreviuda.Después,elhúngarodecíariendoquesehabíaenamoradoprimerodelpianoyluegodelahijadelapianista.Siempremeacuerdodeloprimeroquemedijo:«Tieneusted un perfil numismático, señorita». Era su piropo predilecto. Sabiendo elsignificado de la palabra, pregunté: ¿un perfil qué?Un perfil para ser acuñado enmonedasymedallas,redondeósonriendoyremarcandoelhoyuelodesubarbilla.SellamabaNandor, que en español significa Fernando, y aunque aún no dominaba elidioma, sabía embelecar el oído como un gitano. Eso de que primero se habíaenamoradodelpianomelodijotiempodespuésyyoselocreíapiejuntillas,puestambién yo, de alguna forma, he estado enamorada de mi piano desde que erapequeña. Siempre les digo a mis amigas que mi piano es un animal vivo, casiconsciente:cuandoandotriste,elpobredesafina;siestoyfeliz,desgrananotascomorisas.Y eso lo comprendía bien el húngaro.Unapena que la peste se llevara a unhombre tan lindo. Nunca podré conformarme. El segundo hombre con quien hecompartido más tiempo después de mi novio, es Copérnico (a mi padre lo perdísiendomuy niña y casi no lo recuerdo).ACopérnico, a quienmás que hombre loconsidero un ángel, también lo conocí a través del piano. Fue elmismodía demiarriboalaoficina,cuandotuvequefletarsucarretaparatransportarelpianodesdelaestación a la casa, pues el camión de la Compañía, que se suponía me lo iba atrasladar, se hallaba en reparación. Debido a lo áspero de la huella de tierra, eltraslado fue todo un suplicio. «Este piano es mi vida, don Copérnico», le decíaangustiada a cada bandazo de la carreta. Luego me acercaba al instrumento, lopalmoteaba como a un animal manso y le decía: «Tranquilo, cariño, ya vamos allegar».Copérnicosolomemiraba,aunqueparecíacomprender.Esquequierotantoami pianoque, además de hablarle, hasta sueño con él.En el último, que semehavenidorepitiendoenestosdías,veoaCopérnicodescargándomeelcarbónjuntoalacocina;luego,comohagosiempre,lepreparoellavatorioparaqueselaveeltiznedelasmanos,yloinvitoatomarelté.Despuésdelté,elhombrecitosequedamirandohaciaelpianoesperandomiconsentimiento.Yolesonríoyélcasicorreasentarseeneltabureteajugarconlasteclascomohacesiempre.Masestavezalgoocurre,algoinsólito:tocadacomoporungolpedeelectricidad,medoycuentadequeCopérnico,caídoentrance,enunaposturadeconcertistaprofesional—inclusoloveovestidodeesmoquin;sucabezadetorodesentonandotiernamenteconeltraje—,hacomenzadoatocarClarodeluna,laSonataparapianoN°14,deLudwigvanBeethoven,ysus

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manos transfiguradas desgranan las notas de una manera magistral, inusitada,maravillosa, como yo misma nunca he podido interpretar con todos mis años deestudio.Esunbellosueño,amigasmías,créanme.

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Esesábadoelsolquemabacomounsoplete.Sinembargo,elvendedordepájaros,consusjaulasacuestas,sudandocomobestia,rodeadodeniñosyperros,recorrióelcampamento como pisando sobre algodones. Estaba feliz. Su amor por Jordaniaestabatomandovuelo.Unvueloverticalyatodoaire.Nuncaeltambordesucorazónhabíaredobladocontantoímpetuporunamujer.Siledabanganasdecompetirconsuspajaritosy,envezdesupregón,entonarunariaatodaboca,hacerestremecerlascalaminas de esas agrias calles de tierra.Además, para rematar su contentamiento,llevabavendidomásdelamitaddesusbichitos.

El pajarero había hecho cuentas: traía un cargamento de cincuenta jaulas; cadajaulaconteníacincopájaros,total:doscientoscincuentapájaroscantoresdetodosloscolores y plumajes.Desolación tenía cinco calles; cada calle, cuatro corridas; cadacorrida,veintecasas—diezporvereda—,loquedabaochentacasasporcalle;comolascalleserancinco,dabauntotaldecuatrocientascasas.Estosincontarelchalédeladministradornilascasasdesusempleadosdeconfianza.Resultado:soloteníaquevenderpocomenosqueunpájarocadadoscasasyseleacababalamercadería.

Sesentíasatisfechoelpajarero.Alborozado.Ademásdeirlebienenelamoryenlaventade lospájaros,había tenido laoportunidad,cuestión importanteparaél,dehablarconlagentedelaoficina;hablaryescucharmuchascosasinteresantes.

¡Yeldomingoibaacantarconpúblico!Quémás quería. Además había llenado de kilos de té uno de los dos cajones

vacíosquecompróenlapulpería,ylaseñoritaBelindahabíatenidolaamabilidaddeguardárseloensucasa,yaquelapiezadelafondanoeramuysegura.Estoscajonesdemaderaterciada,queenlasdemásoficinasselosregalaban,eljefedelapulperíadeDesolaciónseloshabíavendido.Ycaros.Sedecíaqueestecabrón,gordocomotodoslosjefesdepulperíadelapampa,noperdíaoportunidaddetallarleelnaipealasmujeresdelosobreros,sobretodoalasmásjóvenes,yquemuchosmaridosselateníanjurada.

Ycomocorolarioatantasuerte,serefocilabaelvendedordepájaros,elpróximomiércoles volvería a su tierra acompañado de la más hermosa de las mujeres quehabíaconocido.Yalohabíanconversado:Jordaniaseibaconélalsur.

RosalinodelVallesesentóadescansarenunapiedraempotradajuntoalapuertadeunacasa.Dejólasochojaulasenelsuelo—cargabacuatrojaulasencadamano,engarzadas en sendos palos de escoba—, encendió un cigarrillo y, mesándose losmostachos, se puso a pensar en Jordania. Su silueta joven, frágil e indefensa—«provocativamente indefensa», se dijo risueño— lo embargaba de una ternuradesconocida.Sinembargo,estabaun tantopreocupado: la joven lehabíadichoquehoyporlanoche,sipodíaeludiralvigilantequecuidabaelchalé,seescaparíaunratopara iraverloasupieza.Élnoqueríaque losvigilantes losvieran juntos,aquelloseríaponerenriesgolaintegridaddeella.

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Elvendedordepájarosignoraba—aunquetodoelcampamentoestabaaltanto—que los vigilantes habían estado siguiendo sus pasos todo el tiempo, desde que sebajó del tren: sabían en qué fonda había arrendado pieza; sabían de su visita a laescuela;lohabíanvistoirhastalacasadedoñaBenignaacurarseundolordeoído,yentrar a cada una de las fondas y cantinas en donde —lo sabían perfectamentetambién—hablabaconlosobrerosdepájarosymujeres.Y,porúltimo,sabíandesusencuentros furtivosconJordania,en lacarbonera,en lapulperíaya lavueltade laparroquia,lugarendondesehabíanvistoybesadolaúltimavez.

«¡Cómoselevaaahumarelpescadoaljefe»,selehabíaoídodeciraunvigilanteen la fonda principal, «cuando llegue del río con el gringo y se entere de que unafuerinoleestácomiendolacolor!».

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De dos cosas principalmente le pedían los obreros al vendedor de pájaros quehablara en losmesones de las cantinas cuandono había sospecha de soplones a lavista: de donLuisEmilioRecabarren y deMalarrosa.Del dirigente porque, segúndecíaélmismo,habíansidoamigosporvariosaños,ydeMalarrosa,laprostitutamásjovendelcantóndeAguasBlancas,porquesecontabaenlapampaquehabíasidounvendedordepájaroselquesequedóconsuvirginidadenlasubastallevadaacaboenunburdeldeYungay.Ambaspreguntaséllasrespondíaconlasencillezdelquehablaconlaverdad,sinambagesnivueltasdeperropillándoselacola.

«El pajarero habla como cantan sus pájaros», decían los obreros, ya medioachispados.

DeLuisEmilioRecabarrendecíaqueeradeestaturapequeñaperoquesutorsolargolohacíapareceraltocuandoestabasentado.Teníalamiradafirmeyaguda,yunairedepastorprotestanteaureolabasugrancabezasanguínea.Usabacamisasdetelagruesaypantalonesdemasiadoanchosparasutalla.Yalgoqueaéllellamósiemprelaatención,undetallecotidianoquelopintabadecuerpoentero:losbolsillosdesueterno vestón oscuro se veían todo el tiempo llenos de papeles que parecíanimportantes.Sobrioentodoslosaspectosdesuvida—paravestir,paracomer,parabeber—,erainfatigableydisciplinadoensutrabajo.«Antesdeserexigenteconlosdemás, hay que ser exigente consigo mismo», predicaba con autoridad, y lopracticaba.Yaunqueelvendedordepájarosdecíaque lohabíaconocidosiendoeldirigenteyaunhombremayor, terminabael retrato recalcandoconpasiónquedonLuisEmilioRecabarrensiempretuvolafeyelentusiasmoinextinguibledeunjovenmilitante.

AloscizañerosquepreguntabansieraélelvendedordepájarosquesequedóconlavirginidaddeMalarrosa, les respondíaque sentíamuchodesilusionarlos, amigosmíos,peroélsolohabíasidountestigodeaquellafamosasubasta,yquequienresultóalfinalelmejorpostorysequedóconMalarrosaaquellanoche,fuedonUldorico.

«¿YquiéndiantresesdonUldorico?»,preguntabanacorolosobreros.Don Uldorico era el fabricante de ataúdes y sepulturero del pueblo; un

hombrecitodeaspectodeavecarroñera,quevestíadefracyandabasiempreconsuhuinchademedirenlamano.«Porsisemecruzaalgúnfiambreenelcamino»,decíamuyserio,consuvocecitadepitoysusmodalesaceitosos.

Unadeesastardes,enlafondaElJoteconLeva,elpajareropreguntóintrigadoquiéneraesehombrequeveíasiemprebebiendosoloenlamesamásrinconeradelsalón.«EsEdelbertoEspinoza,elesposodeMaríaRosario»,ledijeron.

Ylecontaronlahistoria.«… Y además de quedar medio trastornado, el hombre se convirtió en un

borrachobuenoparanada, tantoasíque llegóaperder supuestodecapatazen lascalicheras.Ahoraúltimo,depura lástima, los jefes locontratarondematasapos,un

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trabajo que en la pampa está reservado solo para los niños y los lisiados, y queconsisteensentarseenel sueloy,conunmartillitodemadera, triturar terronesdelsalitreparaluegoserensacadoytransportadoalpuerto».

Sucastigo,terminaroncontándolelosparroquianos,habíasidotresvecestriste:sequedósinesposa,perdióasu«heredero»y, lopeordetodo,nuncasuponisabrásiesehijoerasuyooerafrutodeladulteriodesumujerconelsuchedeescritorio.

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Porlatarde,antesdelafuncióndelbiógrafo,EstheryRosaurapasaronabuscaralaseñoritaBelindaasucasa.Estalashizopasarylesofrecióunté(losgestosducalesdelapianistafascinabanalacosturera).LuegosefueronjuntasaveraLucilaparacontarleloocurridoconlosvigilantes.Laprofesoralasescuchóensilencioydijoquenosepreocuparan,queesoshabíanoídocantarelgalloperonosabíandónde.Delocontrario,dijo,algosabríaJordania.Además,ellatambiénhabíatenidounencontrónparecidoconelcurapárroco.Sehabíatopadoconelancianodelaspollerassaliendodelapulperíaconuncortedecasismiringlésbajoelbrazo(«Nirochaqueelcabrónnolohabíapagado»)yladetuvoparaconversarsobrelasclasesdereligiónqueharíaa lavueltade lasvacacionesescolares.Ella ledijoquenoconversabaconvasallosdel administrador. «Usted cree más en el administrador que en Dios», le dijo. Y,dejándoloconlapalabraenlaboca,diomediavueltaysefue.

«Sequedóconelperigallotemblándolecomoaunbuitre»,dijoLucila.Apropósitodebuitres,Estherseacordódesusueñoendondeveíaa laoficina

Desolación convertida en una escombrera y aprovechóde contárselo a sus amigas.Siempre se contaban los sueños. Ella creía en los sueños y este podía serpremonitorio, dijo Esther. Que no fuera agorera, le respondió Lucila, y la abrazó.Todoibaasalirbien,quesequedaratranquila.Antesdedespedirseacordaronversepor la noche en la filarmónica. Había que preparar el proscenio para la velada demañana.Comoyafaltabamenosdeunahoraparalafunciónvespertina,lasmujeresseencaminaronhaciaelbiógrafo.

Amitaddecamino,Rosaura,queestabareciénpagada,pidióasusamigasquelaacompañaranahaceralgunascompras.LaseñoritaBelindasedisculpó:ellapreferíaadelantarseparaensayarenelpianodelbiógrafo.EstheryRosaurapasaronentoncesalapulpería.Luegodeadmirarjoyas,olerbujetasdeperfumesyacariciarsedasconfruicióndesibarita,RosauracompróunfrascodepomadaMagnoliaparacadauna.Esther nunca había usado esa clase de pomadas «tan ricas» y se lo agradecióemocionada.Lasamigassonpara regalonearlas,dijoRosaura.DespuésadquirióunpomodecremadePerlasdeJazmínparallevarlederegaloaLucila.

«Estaeslacremaqueusaella»,dijo.Pesealasdiferenciasquehabíaentreambas,RosaurasentíaporEstherunafecto

casiumbilical(muydistintoalquesentíaporLucila).Esthertrabajabaparamantenera su familia; Rosaura, para pagarse sus caprichos. Esther se cosía su propia ropa;Rosauravestíaalaúltimamoda.AEstherledabavergüenzaandarsolaenlacalle;Rosaura tenía incluso ladesfachatezde fumarenpúblico.Y lohacíamuy foronga.Másencimasilbaba,cosapeorvistaaúnenunamujer.

AEstherleabochornabayledabapenapasarfrentealasfondas,sobretodoalallamadaElJoteconLeva.Seacordabadesupadre.Tantosehabíacaídoal licorelpobreensusúltimostiempos,quesuscompañerosdetrabajoloapodaronelLázaro.

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Cadafindesemanaseencerrabaenlafondaabeberyellunespocomenoshabíaqueresucitarloparaquesubieraatrabajaralascalicheras.Hastaqueunlunesdeagosto,dormidoenelpisodelafonda,nilaspalmadas,nieltarrazodeaguaheladapudierondespertarlo: había bebido aguardiente fabricado con alcohol industrial y murióintoxicado.Supobremadrehabíacaídoenunestadodecatatoniaydesdeentoncesquedó como alunada, no hablaba, no miraba y parecía no oír cuando ella,desesperada,legritabaaloídoquedespertaradeunavezportodas,madre,porDios.PoresoEsthernohacíacasoaloshombresqueseleacercaban,puesensumayoríaeranasiduosalairedelascantinas.Yerajustoporesoquelegustabaelhombrequelegustaba:porqueeraevangélicooalgoasí,ynobebíanifumaba.

Rosaura,encambio,noteníaningúnremilgoenpasarfrenteacualquierfondaocantina.Alcontrario,lehacíangracialascosasquelegritabanlosobrerosasomadosalasventanasy,paraanimarlos,bamboleabaconmásgustosuscaderas.Peseaquelas demás mujeres la miraban feo, a Rosaura le gustaba hacer ostentación de suanatomía,ygozabaviendoelefectosísmicoquecausabaentreloshombres.

Hacíaunpardeaños,unpoetalaureado,depasoporlaoficina,habíahechounaapologíadesucuerpoenuntextoquefuedivulgadoconmuchoéxitoenunperiódicodel puerto, uno que llegaba cada semana a la oficina. El poema, de corte satírico,tenía epítetos como: «Mimosa de tetas», «estricta de cintura», «plenipotenciaria deculo» (a loquemásapuntaba la apología era a su culo), yhabía sidopublicadoelmismodíaenqueapareciólanoticiadeldescubrimientodelamomiadeTutankamónenelValledelosReyes.LossolterosdeDesolaciónfestinaronunbuentiempoconqueelculodeRosaurahabíaeclipsadolagloriadeunodelosmásgrandesfaraonesdeEgipto.

Ellasoloreía.Enelfondo,loshombresleimportabanunreverendocomino.

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Avecesmesofocoencasaymedalalocadehuir,desaparecer,volarcomounpájaro.Yalodijoelpajarero:viviraquíescomovivirenunajaula.Unajauladentrodeotrajauladentrodeotrajaula.Lacasa,elcampamento,lapampa.Elúnicocambioquesientoalsaliralacalleespasardelasombraalsol,lodemáseslomismo,enlacasa,en lacalle,en lapampatoda.Elmismosilencio, lamismasoledad,elmismosentimientodeangustiavaciándoseviscosoporelagujerodemipecho.Cadavezquealahoradelasiesta—cuandomishermanosnoestánymimadreesunaanimitaensu silla demimbre—medespegodemimáquinaSinger y salgo a entregar algunacosturaynohayunalmaenlacalle,sientocomosifueraunespectro,yesteelúltimopueblodeunmundoabandonado.Elúnicoinstanteenquemesientovivayhumana,ymujer, es cuando paso frente a la casa donde vive él,mi amor secreto, el únicomotivoporelquenomehetiradoaunpozoonomehehechovolarconuntirodedinamita, como hacen los mineros. Su casa es lo único que alegra este paisaje y,aunqueesigualalasotras,cadadíamepareceverlaporprimeravez.Lodemás—lacalle, el horizonte, el cielo siempre azul— seme ha grabado a perpetuidad en laspupilas. Puedo cerrar los ojos y los sigo viendo. Siempre lo mismo. Es como unsueño inmóvil,unsueño tan tristecomoelquedeun tiempoaestapartemevienesiguiendocomounamalasombra,unsueñoendondelaoficina,deundíaparaotro,sinprevioaviso,paralizasusfaenasylagentesetienequeiryseva,sevaconsusperros,consusgatos,conel recuerdodesusmuertosdejadosenestoscementeriosquesoncomocorrales.Entonces,Desolaciónseconvierteenotrocaserío fantasmacomolasdecenasqueyapueblanlaspeladerassulfúricasdeestedesiertodeldiantre,yseoyealvientoaullarporlosagujerosdepuertasyventanascomounperrodeotromundo, yyo, junto amimadreymishermanos, sin tener donde ir, nosquedamosaquí,solos,comoánimasenpena,solos,sintenerconquienhablar,conquienllorar,a quien coserle ropa, porque ya no hay obreros a quienes zurcirles camisas ni hayniñosaquienesremendarlesmamelucosnihaynoviasaquienescoserleselvestidodenovia,y,luego,lomásterribledetodo,comounsueñodentrodeesemalsueño,comienzanadesarmarlascasas,adesmantelarlasunaauna,avenderlosmaterialescomochatarra,atantoelkilodelata,elkilodepalo,elkilodefierrooxidado,yyoymimadreymishermanosnosquedamosa la intemperieenmitadde lapampa,enmediodelanada,amerceddelsol,amerceddelvientoquecomienzaaazotarnos,acastigarnos con esquirlas de arena, a cubrirnos lentamente, inexorablemente,verticalmente,hastadejarnosconvertidosendolientesfigurasdesalitre.

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Terceraparte

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Eldomingopor lamañana,Desolación senotabamás luminosa,másdespierta,más cascabelera. Tenía un clima diferente: las mujeres parecían caminar máserguidas,lascallessesentíanmenoscalurosas;latierra,menosáspera;elaire,menosardiente.Eltrinardelasdecenasdecanarios,jilgueros,diucas,bandurrias,chincolesymirlosresonandoenlasjaulascolgadaseneldinteldelaspuertas,enelvanodelasventanas,enlasvigasdelostechos,teñíanelsilenciodeuncolornuevo.

Desolaciónyanoparecíatantounpurgatorio.Por lomismo, losvigilantesandabannerviosos. Ibanconsusdientesapretados,

consuscarabinaslistas,consuscincosentidosengrifados.Ellostambiéncaptabanuncambioenlaatmósfera.Suolfatodeavescarroñerasalgopercibían.Todolobuenoque ocurriera en la oficina llegaba a sus narices como un olor viciado, rancio,descompuesto, como a perro muerto. Si la gente andaba jubilosa, ¿se estaríaplaneandounparo?Sisejuntabaungrupodehombresaconversarluegodeltrabajo,¿se estará llamando a una huelga? Si en día ordinario, hombres y mujeres en lapulpería,enelbiógrafo,enlafilarmónica,bajoelquioscodelaplazacompartíanyreíanydemostrabanalegríaenexceso,¿setratarádeunasublevación?Estavezalgonoconocidolesllegabaenlasvocesdelagente,enlasrisas,enlosgestos,algocomouna vibración nueva. No sabían qué podía ser ni qué podía significar. Y andabanhusmeandoelairecomomastines.¿Paro?¿Huelga?¿Sublevación?No.Lossoplonesenlascalicherasnohabíanoídonada.Tampocolosinfiltradosenlamaestranza,enlos cachuchos, en los ripios, lugares estratégicosde la industria.Tampoco sehabíapercibidonadaenlasmesasymesonesdelascantinas.Yelpajareroeseconactitudessospechosasquehabíabajadodeltren,nohacíamásquehablardepájarosymujeres.Era un libertino y un desvergonzado. Se notaba a la legua. Aunque no había queconfiarse.Debíanandarsiempreojoalcharqui.Nuncasesabíapordóndepodíasaltarlaliebre,decíaelgringotraducidoporsujefe.

«Yestosatorrantessontodosunamangademalnacidos.Nuncaestánconformesconnada».

SecomentabaentrelosobrerosdeDesolaciónqueeljefedelosvigilantes—quehablaba inglésyhacíade intérpretedeladministrador—traducíaasuenteroantojolaspalabrasdelgringo.Lasencruelecía.Queenverdadelhombrerubionopodíasertanmalababa.YesqueerafamaentrelagentequeEmeterioAntonioVeraSierraltasemetíalasórdenesdelgringoporlarosetadelculoyterminabahaciendoloqueledabasusantagana.Quenotodosloscastigosenelcepoylosazotesalosrevoltososylasexpulsionesdelcampamentoestabanenconocimientodeladministrador.

Otrosdecíanqueno,queesoerapurocuento,queenDesolaciónnosemovíaunalagartijasinquelosupieraelseñoradministrador.«Aquínosemataunpiojosinsuconsentimiento», decían. Lo cierto era que cada vez que algún grupo de obrerososabaengallarse,levantarlavoz,insinuarunreclamo,elseñoradministrador—botas

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demontar,cucalóndesafariyfustaenmano—llegabahastalascalicheras,ohastalamaestranza, o hasta donde fuera que ocurría el foco de rebelión; llegaba siempreacompañadodeEmeterioAntonioVeraSierraltay,segúnlagravedaddelasunto,unacuadrilla de cuatro o seis vigilantes, cuya dotación general era de veinticuatrohombresbienarmadosymontados.

En postura de siete machos, golpeándose las botas con la fusta, mirando desoslayo —nunca miraba de frente a nadie—, el gringo les recriminaba con unavocecitaatipladayconpalabrasqueensuidiomasonabanhastacómicasalosoídosde los obreros, pero que traducidas por el vozarrón de Emeterio Antonio VeraSierralta sufrían unametamorfosis espontánea y sonaban temibles.Que eran todosunosmalagradecidosdeldiantre,lesdecía;quelaCompañíalesotorgabacasa,agua,luz eléctrica, les entregaba ropa de trabajo, les daba el té a precio de costo en lapulpería,lesteníacanchadefútbol,biógrafoyfilarmónica,yaunqueeraciertoqueno les teníaunorfeónparaque tocara retretasen laplaza, lesdabaencambiounaregalíaquenosedabaentodaslasoficinas:dejabaentraralcampamentoyejercersuoficioalasputasqueveníandelpuerto,esas«señoritasdevidaaireada»,comodecíael señor cura en sushomilías.Hasta les había confeccionado fichasparapagar susfornicaciones.

¡Quémásqueríanloscarajos!En este sentido, comentabandespués los obrerosmientras triturabanpiedras, el

administrador se reconocía como un chulo cualquiera, pues a las pobres putastambién les cobraban el treinta por ciento cuando iban a la ventanilla de pago acambiarlasfichasganadasenlacama.

«Valeporunacubrición»,decíanestasfichas.Lapalabritahabíasidopropuestaporelcurapárroco,luegodeverloobscenode

losotrosvocablossugeridos.

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Elcomienzodelaveladaestabaprogramadoparalasseisdelatarde.Comounaexcepción, pues no era día de tren, lamujer del administrador dio la tarde libre aJordania(esosí,porlamañanatuvoquedeslomarseparadejarlistalatareadeldía).Lajovenqueríaayudarasusamigasenlaterminacióndeldecoradodelescenariodela filarmónica y demásmenesteres de la velada. Su patrona, bamboleando entre ellimboalcohólicoyelreligioso,nopusoningunaobjeción.Enverdad,lagringanoseinteresaba«unacomino»porloqueocurríaenelcampamentoyleimportaban«unacomino»lasveladasartísticas.Laexpresión«unacomino»lahabíaaprendidodelassirvientasdelacasa,ylaandabarepitiendotodoeldía,porcualquiercosa.

Jordaniaaprovechódemandaraavisar alpajareroquea lahorade la siesta sevieranenlacasadelaseñoritaBelinda.ElrecadoselomandóconCopérnico,queyahabíaaparecidosanoysalvoenelcampamentoyconsucarretóndemanoremozado:las tablas rotas cambiadas, las ruedas engrasadas y sus chiches y zarandajas todosrenovados. Hasta se había afeitado, cosa que el hombrecito hacía muy a lo lejos.CopérnicodormíaenungallineroquealguienlecedíadebuenavoluntadenunodeloscallejonesdelacalleCinco,ylohacíaencompañíadeunchivoatadoaunpalo.Yeraconocidoelchisteinventadoporlosmocetonesdelascalicherasquedecíaqueelquereclamabaporelmaloloreraelpobrechivo.

JordaniayRosalinodelVallellegaroncasijuntosacasadelaseñoritaBelinda.Aesas horas sus lánguidos ejercicios de piano se oían resonar en toda la corrida decasas y las notas del valsPara Elisa parecían aumentar la canícula ambiente. Lapianistalescontóquesusvecinassequejaban,medioenserio,medioenbroma,dequeesasmelodíasdeotraépocaqueellaejecutabaensupianoamelcochabanelcalorde la siesta hasta hacerlo chorrear pegajoso por las calaminas. Ella solo reía: «Nocreoqueseaparatanto,vecina»,decía.

El vendedor de pájaros, que había salido temprano a recorrer las calles, seaparecióporlacasaconcuatrodesusjaulasacuestas.Laventadebichitosibavientoenpopa,dijo,respondiendoalapreguntadeJordania.Porloqueseveía,recalcó,lagentedeDesolaciónestabanecesitadadeunpocodealegría.LuegomiródesoslayoalaseñoritaBelindayagregó,irónico:

«Además,alrevésdelasnotasdelpiano,eltrinodelospájarosrefrescaelaire».Antelapresenciadelaparejaenlacasa,lapianistaaprovechóparamostrarlesla

hoja con los estatutos del centro. Nadie las había visto hasta ahora.Más que unaopinióndelcontenido,ellaqueríaqueapreciaraneltrazodelaletra.Ambosquedaronmaravilladosdesucaligrafía.

«Usted escribe con la belleza y la claridad con que cantan los pájaros», dijoRosalinodelValle.

Ella le agradeció el elogio sonrojándose y, a propósito de canto de pájaros, lepreguntósi legustaríaensayar lacanciónque ibaa interpretaren lavelada.Ella lo

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acompañabaalpianoconmuchogusto.«Siemprequenoleacentuemoselcaloralasvecinas»,dijoelpajarero.Cantólacancióndosveces.Lasmujeresquedaronmaravilladasconlatonalidady

lapotenciadesuvoz.Después,laseñoritaBelinda,enungestoexquisitodesutilezaybuenavoluntad,lespidióelfavordequedarseunratoenlacasamientrasellaibaalaescuela.DebíaentregarlelashojasconlosestatutosaLucilaparadistribuirlasentrelasasistentesalavelada.Antesdesalir—celestinadelicadayperfecta—,Belindalesdijoquelaperdonaransisedemorabaunpoco,puesademásteníaquepasarpor lafilarmónicaavercómoibanlospreparativos.

RosalinodelValleyJordaniasequedaronsolosenlacasa.Estabannerviosos.Eralaprimeravezquesehallabanenlaintimidaddeunahabitación.Lanocheanterior,peseasusesfuerzos, Jordanianopudo iraverloasupiezade la fonda. Incluso lecontó,sonrojándose,queenunarrebatodequinceañeramalcontentahabíaintentadoescaparseporlaventanadesudormitorio,quecolindabaconlacanchadetenisdelaadministración,pero,comonunca,elvigilantedeturnoenelchaléestuvodespiertotoda la noche. Alguien le había regalado un emboque y, eufórico, el hombre noparabadejugarconeladminículomientrashacíalasrondas.

ComoJordania senegóaocupar la alcobade lapianista—«Sería abusarde laconfianzademiamiga»,dijo—,sequedaronamándoseenelsofádecretonaverde,juntoalpianoyalasjaulasdepájaros,queenesosmomentosparecíanespecialmenteexultantes.Trasun largoratodebesosycaricias,ella,con lasmejillasardiendo, lablusa desabotonada y el vestido arremangado a medio muslo, se disculpó con unargumentoquedetanpuerilpareciómásunpretextoparanoentregarsetodavía:tantotrinoygorjeoresonandocercadesuoído,dijo,noladejabanconcentrarse.

Rosalino del Valle, acostumbrado a lidiar con mujeres difíciles, con damastaimadas, con señoras resbalosas, con hembras de todas las layas y pelajes, sesorprendióasímismocuandoseoyódecir,consideradoycondescendiente—jamáshabíadichosemejantepavadaaunamujer—,quenoimportaba,cariño,quetenemostoda la vida por delante para amarnos (era la segunda vez en los últimos días queactuaba de forma parecida; la otra había sido en la Corrida del Medio cuando laAzuquitar con Leche, que el jueves le había comprado una pareja de zorzales, leofreciópagarleen«género»yél,pensandoenJordania, ledijo la tonteradeque leperdonaraeldesaire,peroélnomezclabalosnegociosconelplacer).Demodoque,sentados en el sofá de cretona verde, Rosalino del Valle y Jordania se quedaronconversandolargoratosobresusvidas.

Ella lepreguntósobre laveracidadde los rumoresque locatalogabancomounhombre de vida desordenada, casi un forzador de mujeres. Él le dijo que esoscomadreosproveníandesusañosmozos,decuandoeraunbohemioempedernidoyhacíapuraspayasadas.Perolosañoslohabíantranquilizado.Ella lepidióentoncesquelecontaradeMalarrosa.Elpajareroledijolaverdadsinambages.Lecontósobrela subasta en el burdel, y cómo la niña quería que su autor fuera él y no el

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sepulturero. Y que le había pedido que le pagara con una jaula de pajaritos. Porsupuestoque lamadame se había negadode forma tajante a la petición de la niña(«Los pajaritos no dan de comer ni se comen, pues, niña, por Dios», dijoescandalizada) y se la cedió al fabricante de ataúdes, quien había puesto sobre lamesatodoeldineroahorradoenañosparaquedarseporesanocheconMalarrosa.Yaunqueélhabíapartidodelpuebloaldíasiguientetempranoporlamañana,sehabíaenteradodespuésdequeelpobresepulturerohabíaamanecidomuertoenlacamadela niña. Se decía que de un infarto. Aunque también corrió la versión pormuchotiempo de que habíamuerto acuchillado, y que había sido la propia niña quien leatravesóelcorazónconunabrecartasconempuñaduradecarey.

Después,Jordanía,sinqueélse lopidiera, lecontósobreel rumor—queélyahabíaoídoenlascantinas—dequeeraamantedeladministrador.Eserumor,dijo,erael culpable de que hasta ahora no se hubiera casado, pues ningún hombre se leacercaba por miedo a las represalias. Ninguno quería que le pasara lo que a untiznadodelamaestranzaqueselasquisodardeRomeoyseleocurrióenviarleunaesqueladeamorconeltontitodelcarretóncuandovioqueesteibaparaelchaléconunencargodelapulpería.Copérnico,alnoverlaaella,selaentregóalmayordomopara que, por favor, se la hiciera llegar a la señorita Jordania, que se lamandabafulanodetal.Alotrodía,elobrerofuesacadodeltrabajoyllevadoaloscalabozosdelavigilancia,endondeprimerolepropinaronunatandadeazotesyluegolopusieronenelcepoportresdías,apanyagua.Alfinal,elhombrefuedespedidoyexpulsadodeDesolación sin recibiruncobrepor susdías trabajados,y sin cambiarle los trestarros de leche llenos de fichas ahorradas durante meses, fichas que fuera de laoficinasololeservíanparajugaralasdamasoguardarlasparasusnietoscomolindascositas de colores. Lo que ocurría, dijo Jordania, era que el administrador habíaechado a correr la bola de que era su amante para ocultar su condición dehomosexual. Al gringo le gustaban los hombres y el jefe de los vigilantes seencargabadeescogerleobrerosjóvenesdelosmásfornidos,depreferenciaentrelosquellegabanatrabajaralascalicheras.Deestonadiehablabaenlaoficina,pueslasparedes de calaminas tenían ojos y oídos. Incluso la esposa del gringo sabía de la«concupiscencia» de su marido y por eso se emborrachaba a diario con brandy yavemarías.Ledijoqueestonoselohabíacontadoniasusamigas,nunca.Yterminódiciéndole que cada cierto tiempo, acompañado del jefe de vigilantes, eladministradorseibaensuautonegroaunacabañaquesehabíahechoconstruirenelríoLoa,lugaradondellevabaapernoctaralosmuchachosreclutados.

«Ahoramismoandanpor allá», dijo. «Se fueron elmiércoles, y se suponequeregresanhoyporlanoche».

No le dijo —no le quiso decir por temor y vergüenza— que el jefe de losvigilanteslaasediabahastalamortificaciónconsusrequerimientosamorosos.

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Mis sueños están atravesados todos por un tren, el tren del sur, el tren quemetrajodemitierrayquealgúndíamellevarádevueltaaella.Eltrencomoelcorceldefierro de mi príncipe azul, ese hombre soñado que debería entrar a la estacióncapitaneandolalocomotoraconsugorradeviserayhaciendosonaresacampanadebroncequeamísiempremehaparecidoirreal.Deahíquecadavezqueoigotañeruna campana, sea la de la escuela o la de la parroquia o la que se hace repicar encasosdeincendio,micorazónseencabritaysientoaltrencorriendoatodohumoporlaspraderasdelsur,porlaslíneasincólumesdemimemoria,endondelosdestellosdemi infancia soncomo lasventanillasdeese trenmágico.Mimadre siempremedecíaquealgunavezdebíadevolveralsur,volveraempalagarmeelalmadeverde,sentirlalluviaenlacara,olerelaromadelatortilladerescoldo,yantesdemorirmehizojurarporlaVirgendelCarmen,yconlosdedosencruz,queyonomequedaríaamorirenestosparajesdelinfierno,enestaspeladerasdeldiantre,endondehastalamuertetieneelcolordelapiedra.Yyolejuréquesí,madre,quenosabíacómoperoalgunavezsaldríadeestepurgatorio.Soloeracuestióndefeydepaciencia,ydeirtodoslosmiércoles,sinfaltarninguno,averllegareltren,aesperarlocomoseesperaunnacimiento,comoseesperaunnuevodía,comoseesperatodalavidalafelicidad;esetrenlargoysonorocomounacordeón,consulocomotoranegra,supenachodehumo,sucampanabrillante,esetrenquesabeelcaminohaciaelsur,haciaPeralillo,elpueblodemimadre,elpuebloque,segúnlodescribíaella,erahumildecomounaperdizechadayalegrecomounacambuchaalviento.Yolorecuerdocalmosocomomimadre.

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Alascincodelatarde(lahoradelosfuneralesenlapampa),unahoraantesdelcomienzo de la velada, y a veinticincominutos de haber llegado a su pieza en lafonda,elvendedordepájarosfuetomadopresoporlosvigilantes.

Dosmotivosllevaronadetenerlo:comoenlavigilancianosabíanquépensardeeste extraño cenáculo de mujeres en la filarmónica, comenzaron a temer que elpajareroaprovecharíasupresentacióndecancionista(soloesedíasehabíanenteradodequeibaacantarenlavelada)parahaceralgúndiscursosubversivoeincitaralagentealarebelión.Elotromotivoeraqueeljefedelosvigilantes,quehabíallegadodel río Loa a la hora del almuerzo—el administrador llegaría por la noche—, seenteródelnacienteromanceentre«esemercachiflemuertodehambre»yJordania.

Luegodellegarasupieza,RosalinodelVallehabíaidoalgrifodelaesquinaabuscaraguaparalavarseydarlealospajaritos.Enesoestaba,atareadoenlimpiaryllenar las fuentes de las jaulas, cuando llamaron a la puerta. Fueron golpesexagerados. Al abrir, un hombre de sombrero alón y la cara marcada de viruela,escoltadoporotrosdosarmadosconcarabinas,entrósinpedirpermiso,sinsaludar,sinhablar.Segúnpudodarsecuentaelpajarero,porlaactitudservildelosotros,setrataba del jefe de los vigilantes, el mismísimo Emeterio Antonio Vera Sierralta.(Alguien enuna cantina le había dichoque enDesolación solo había dos hombresque no tenían apodo: EmeterioAntonioVera Sierralta yCopérnico.Al jefe de losvigilantes no se le había colgado uno por el temor reverencial que inspiraba, y altontito del carretón porque todo el mundo suponía que Copérnico era su apodo,cuandoenverdaderasunombrereal:CopérnicoCondoriMamani,segúnfigurabaenlos registrosdelDepartamentodeBienestar,decuando trabajócomobarrenderoenlascallesdelaoficina).

EmeterioAntonioVeraSierralta,sinningunaexpresividadensurostro,sepusoaescrutarlapiezademaneraconcienzuda,mientrassusesbirrosseibandirectosobreelbaúlyelcatre.Apartedeesosarmatostes,máselmueblepeinador, todoel restodelespacioeraocupadoporlasjaulasdelospájaros,quenodejabandetrinartodoeltiempo,comosisupieranqueeradomingo.Eratanmiserablelahabitación,quelostrinosveníanasersuúnicoornamento.

Mientras uno de los hombres rasgaba los libros de cama y revisaba entre laestopa, el otro abría y vaciaba el baúl desparramando por el suelo, aparte de lascamisas, los calzoncillos y los calcetines, los elegantes ternos—todos del mismocorte,aunquede tonosdistintos—queRosalinodelValleseponíapor las tardesalterminar su jornada, estuviera donde estuviera y así no fuera más que para ir asentarse a unaplazadesierta.Luego, loshombres sepusieron a escudriñar el piso,tanteándoloconelpieporsihabía tierrasueltaque indicaraquesehabíaenterradoalgo hacía poco.El vendedor de pájaros, que de brazos cruzados losmiraba hacerimpávido—noeralaprimeravezqueletocabavivirunasituaciónsemejante—,les

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dijoquesiloscaballerosledecíanquébuscaban,talvezélpodríaayudarlos.«Buscamoscantosdepájaros»,dijoeljefe.Suvozteníauntononeutro,igualala

expresióndesucara.RosalinodelValleentendióquenohabíanadamásquedecir.Novalía lapena.

Cuando terminaronde revisar,EmeterioAntonioVeraSierraltase leplantódelante(elpajarerosediocuentadequeerabizco)conlaspiernasencompásylospulgaresmetidosensucinturónremachadoencobre.Aunjemedesucara,sinparpadear,sinqueselemovieraunasolacacarañadesurostro,ledijoqueteníaqueacompañarlosalavigilancia.

«Porqué»,preguntóRosalinodelValle.«Porqueyolodigo».«Porlomenosdéjenmeterminardeponerleaguaamisbichitos».«Yano habrá necesidad», dijo el jefe de los vigilantes.Y a un gesto suyo, sus

hombresdejaronlosfusilesafirmadoscontralaparedycomenzaronaabrirlasjaulasyasacaralospájarosapuñándolosdedosodetresjuntosyatirarloshaciafueraporlaventana,sincontemplaciónalguna.RosalinodelValle losveíahacerensilencio.No sabía si reír o llorar. No sabía si el espectáculo que estaba presenciando loentristecíaoalegraba:eramásdeuncentenardepájaroscantoresquecomenzaronasalirvolandohaciaelcielo,extrañamentecubiertoaesashorasdepequeñoscelajesblanquísimos.Lospatizorrosdetodaslasoficinasdecíanquelosdíasnubladosenlapampa,aunquerefrescabanunpocoelambiente,erandemalagüero.

Cuandoterminarondevaciarcadaunadelajaulas,elpajarerofuellevadoalancade uno de los caballos a las dependencias de la vigilancia. Lo encerraron en uncalabozooscuro,sinventanasniclaraboya.Adentroolíaacuernoquemado.

Apenasanocheció,yantesdemeterpresosalosprimerosborrachosdominicales,lo sacarondel calabozo, lo llevaronalpatiodel fondo, lequitaron loszapatosy lopusieronenelcepo.

«Mástardevendremosahacerteunavisita»,ledijoeljefe.Antesdesalirledioungolpeconlafustaenlaplantadelospies.Elvendedorde

pájarosaullódedolor.

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El local de la filarmónica quedaba en una esquina de la calle Tres, frente a laplaza.Eraunaconstruccióndecalaminasforradaenmadera,comolacapilla.TeníapisodetablasdepinoOregón,unpequeñoproscenioalcostadoderechoyunapistadebaileendondeseacomodabanlassillascuandosepresentabaunaveladaartística.

Aquellatarde,susalónprincipal,concapacidadparacientosesentapersonas,seveíarepletodepúblicofemenino.Alaveladallegaronmujeresdetodaslasedades,clasessocialesyestadocivil:esposasdeobrerosydeempleados,solterasconhijosysinhijos,viudasdelutorecienteyaliviadasdeluto,separadasporiniciativapropiaoabandonadas por sus maridos. Llegaron además muchas mujeres trabajadoras,particulares y de la compañía, quienes, formando grupos aparte, resultaron ser lasmás cotorras e indiscretas entre la concurrencia: pulperas, libreteras, costureras,cantineras. Y entre ellas, por supuesto, aparecieron la partera y la arregladora deangelitos,cadaunaacompañadadesuscomadresmásincondicionales.

Amedidaquelasmujeresibanllegando,lasamigas,instaladasenlapuertadelafilarmónica, les entregaban una hoja con los estatutos del Centro de MujeresLibrepensadoras Belén de Sárraga de la oficina Desolación. Algunas de las másbeatas—lasesposasdeempleadoseranlasmásbeatas—,luegodeleerelescrito,separabanyseretirabansantiguándoseyacomodándosesuspañoletasoscurasmientrassalían.Lamayorparte,sinembargo,sequedóy,felicesconlainiciativa,leíanlahojaconatención,selasleíanunasaotrasenvozalta,enfatizandolosartículosmásafinesconsuexperienciapersonal,ydabanaconocerqueapoyabancadaunodelossietepostuladosqueexponíaelescrito.

Laúnica amiga ausente eraRosaura.Comoeradomingoyhabía función en elbiógrafo(seexhibíaElmonje,unapelículadelacompañíacinematográficanacionalAndes Films, adaptada del poema homónimo de Pedro Antonio González), elempresariopeliculeronoquisodarlepermiso.Sinembargo,ellaleshabíadichoqueencuantocerraralaventanillayrindieracuentas,seiríacorriendoalafilarmónica.Yno se presentaría a la función de la noche.Ya había hallado a una persona que lareemplazara.Además,deuntiempoaestapartellegabanmuypocosespectadoresalanocturna.Porahíhabíaaparecidounaniñaqueibaaverlapelículaenvespertinayluego la contaba en su casa.Y decía la gente que era un espectáculo verla y oírlacontándola, tantoasíquemuchos,envezde iralbiógrafo,preferían ira lacasadeestacontadoradepelículas.Paracomprobarquétanbuenaera,algunosibanaverlapelículayluegoaescucharlaaella,yalfinalsalíandiciendoquelapelículacontadaporlaniñaeramuchomejorquelaquehabíanvistoenelbiógrafo.SecomentabaquelaniñaerahijadeMaríaMagnolia,otradelasmujeresdeDesolaciónquehabíadadoque hablar tiempo atrás al escaparse en el tren con un empresario de circo que leprometióconvertirlaensubailarinaprincipal.

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Estatutos Centro de Mujeres Librepensadoras Belén de Sárraga de la oficinaDesolación:

Artículo1.Estecentrosecomponedemujeresquevoluntariamenteysoloporamora la verdad se comprometena no tener en lo sucesivo ninguna relación directa niindirectaconelclericalismoysusinstituciones.

Artículo2.Todaslasmujeresquecomponenestecentrosecomprometenapropagarestos bienhechores pensamientos pormedio de visitas domiciliarias a sus amigas,invitándolasaconferencias,exhortándolasaleer,estudiarybuscarlaverdad.

Artículo3.Lasmadresdefamiliaqueingresenalcentroeducaránasushijosdentrodelmásaltosentimientodelibertadydeverdadyajenosatodosentimientoclerical.

Artículo4.Las jóvenes que ingresen al centro cuidaránal formar su hogar que elcompañeroqueelijanseaunverdaderoyfirmelibrepensador.

Artículo 5.Todas las que compongan este centro procurarán propagar el librepensamientoyaumentarelnúmerodesusafiliadas.

Artículo 6.Para el sostenimiento del centro y la propaganda de sus ideales, cadaasociadapagaráunacuotadeunpesomensual.

Artículo 7.El centro efectuará a lo menos una velada mensual para divulgar ypopularizar sus ideales. Igualmente tomará parte en toda clase de conferencias,comiciosuotrosactosinstructivos.

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Laveladacomenzóalahora.Lucilanosepreocupódemasiadoporelatrasodedon Rosalino. Aunque habían acordado que el pajarero abriría la velada con lainterpretacióndesuaria,laprofesoradecidióqueperfectamentepodríacerrarla.Esosí, esperaba que los dos canarios que había visto revoloteando en el foyer de lafilarmónica no fueranunamala señal; a alguna señora descuidada se le teníanquehaberescapadodesujaula.

Don Clemente Peralta, en cambio, que en todo era tan estricto y recto comoestricta y recta era la raya de su peinado, despotricaba tras bambalinas que él nosoportabaalosartistasirresponsables.Yesque,ademásdedeclamarsuspoesías,alancianopoeta se le había pedidoqueoficiara demaestrode ceremonia, y comoelvendedordepájarosnoaparecíaenelprograma,habíaensayadodememoriacómoloibaapresentar:Señorasyseñores,ahorasepresentaanteustedeselseñorRosalinodel Valle, un comerciante con vocación de artista, de visita en la oficina, que nosdeleitará con la hermosísima canción La zíngara, del gran compositor italianoGaetanoDonizetti. Incluso,soloporqueaél legustabamuchoesacanción, le teníareservadounodelosmegáfonosmásnuevosypotentes.

Comoelvendedordepájarosterminópornoaparecer,ylaseñoritaBelinda,porunpercancedeúltimahora,nosehallópreparadaatiempo,setuvoquecambiarelordendelprogramayabriólaveladaEsther,queporlanochenohabíapegadounojopensandoen sudebut.Cuando le anunciaronquedebía abrir sepusomásnerviosaaún, tantoquenoquisousarmegáfono.«Semevaa caerde lasmanos»,dijo.Sinembargo, su interpretación a capella de La prisionera sacó una fervorosa ola deaplausosy tuvoquehacerunbis.Comonohabíaensayadootracanción, repitió lamisma; el aplauso fue tan estruendoso como el primero; su voz de pajarita tristeatravesabaelcorazóndelosoyentes.

Enseguida, el grupo de niñas de la escuela, guiadas desde un costado delescenarioporsuprofesora,presentaronunconjuntodedanzaslatinoamericanasquefuemuy aplaudido por lasmadres y demás familiares presentes, amelcochados deorgullo y engreimiento. Luego actuó el dúo musical Los Pampinos; los jóvenesmaestrancinos deleitaron a las mujeres con las melodías de moda arrancadas convirtuosismoasusguitarrasespañolas.«Yesoqueestaactuación,señorasyseñores,essololasegundaquehacenfrenteaunpúblicotanexigentecomoustedes»,dijodonClementePeraltaalterminarsuactuación.

Despuésseanunciólaactuacióndelaconcertistayprofesoradepiano,señoritaBelindadelPinar.Comoocurríasiempreencadaunadelasveladas,suaparición,traslos aplausos de rigor, provocó un silencio respetuoso. Cuando ya estaba instaladafrentealpiano,listaparainterpretaraChopinconsuNocturnoOp.37Nº1,unzorzalextraviado se coló en la sala y se posó a cantar sobre uno de los travesaños delproscenio. La pianista se quedó inmóvil. Tras un brevemomento, ante el silencio

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arrobado del auditorio, el ave terminó de gorjear y emprendió el vuelo. Entonces,sobrecogidadeemoción,laseñoritaBelinda,sedirigióalpúblicoydijoqueaunqueera imposible que un instrumento hecho por la mano del hombre superara lamaravilladeesamúsicaqueacababandeoír,trataríadehacerlolomejorposible.

Tocómásinspiradaquenunca.Lagentelapremióaplaudiéndoladepie.Comoal finalRosalinodelValleno apareciópor la filarmónica, donClemente

Peraltacomentótrasbastidoresquedeseguro,comoocurríasiempreconlosnovatos,elpobrehombredebíadeestarvomitandodenerviosensuhabitación.Porlotanto,élmismocerraríalavelada.Sepresentóasímismocomopoetadelpuebloycomenzórecitandotressentidospoemasdesuautoría,unodedicadoalasmadressolteras,otroaloshéroesdelaIndependenciay,eltercero,unsonetoalalgarrobodelaplaza(«Esleynaturalquelosbuenoshombresescribanmalosversos»,decíaapropósitodeéllaprofesoraLucila).Comoplatodefondo,envezdeladeclamacióndeElorganillero,deCarlosPezoaVéliz,comoaparecíaenelprograma,yporloquesignificabaestaveladaparalareivindicacióndelasmujeres,leyóuntextoenhomenajealoscaídosenlaescuelaSantaMaríadeIquique.EltextoeraanónimoyhabíasidohalladoporCopérnicoenelbasuralde laoficina.Estabaescrito enunacartulinade color rojocon una letra de pata de gallo y mútiples faltas de ortografía. El hombrecito delcarretón,quenosabíaleer,seloregalóalaseñoritaBelindacomounacosabonita,pues la cartulina roja venía plegada dentro de un sobre dorado con una cintaenlacradaenformaderosa.Lapianista,luegodetraspasarloaunahojaconsufloridaletraimpecable,seloobsequióadonClementePeraltadosdíasantesdelavelada.

«El texto lleva como títuloOfrenda de amor a los caídos en la escuela SantaMaría de Iquique, y no tiene rima ni métrica, pero está escrito con sangre delcorazón»,dijoentonosentidodonClemente,antesdecomenzaraleerlo:

«Depieenmediodeldesierto,recortadocontraunhorizontedesangre,vengoendejarmiofrendadeamoraloscaídosenlaescuelaSantaMaríadeIquique.

Hombres,mujeresyniños:Unasombritadenubelesdejo,unapelotadetrapo,uncorazóndibujadoenlacal

delascalaminas,lalunaelevándosecomounglobodeluzsobrelatortaderipios.Una cucharada de cocoa Raff les dejo, una naranja pelada con los dientes, un

domingodeserialenelbiógrafodelaoficina,unapolquitatocadaporelorfeónenelquioscodeunaplaza.

Undíadetrenlesdejo,unalocomotorabufandoytocandosucampanadebronce,una golondrina trizando la dureza de la pampa, el suculento olor del pan en lapulpería.

Unabolitadevidrio lesdejo, el silbidodelvientode las cuatrode la tarde,unremolinodearenaovillandoeltediodelapampa,larosaazuldeunespejismo.

Uncamioncitodelatalesdejo,unabancademaderaparahacerlasiesta,unacitadeamordetrásdelacarbonera,unapiedraparasentarseencamisetaalapuertadela

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casa.Undíadepagolesdejo,unmatapiojostemblandoenelaire,unajarradadevino

conharinatostada,unacambuchaconfeccionadaconhojasdelaprensaobrera.Unaflordepapellesdejo,unacoronadefloresdepapel,unaprimaveradeflores

depapelcoloreandoloscementeriosolvidadosdeldesierto.Unafichalesdejo,unafichaquevaleporunaparcelitaenelcielo,uncielocon

campeonatosde rayuela, convacacionesenel sur, concantinasalegresdecorridosmexicanos.

Un cielo sin huelgas, sin marchas de hambre, sin ametralladoras ni generalesimpávidosdandolaordendefuegoensuscaballosblancos.

TodoestodejoamishermanoscaídosenIquique,todoestoyunacanción:Cielitolindo».

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La profesora Lucila Godoy cerró la velada con un encendido discurso dedemanda y reivindicación de los derechos de la mujer. Con voz firme, usando elmegáfonodemaneraprofesional,apropósitodelartículoNº1descritoenelvolante,empezóhablandocontra la Iglesiacatólicay sus representantes.Dijoque loscurasodiabanamuertetodaevoluciónenelsentidodeinculcaralasmasasideasquelesenseñaranapensary,porende,adistinguirlaverdaddelamentira;quesifueseporellos,lasmujerestendríamosquepasartodoeldíaleyendomisalesyvidasdesantos,cuandomás,librosdecocina;queenesesentido,aseveró,elcatolicismoerahermanodel feudalismoyhermano tambiéndeldespotismo,yquedesdesiempre,desdesusprimeros tiempos de existencia como entidad religiosa, desde las misas en lascatacumbas,laIglesiahabíadespreciadoalamujerdemuchasmaneras.Quenopornada,dijo,SanAgustínySanAmbrosiohabíandicholasbarbaridadesquedijeron:SanAgustín declaró que lamujer nopodía enseñar, ni juzgar ni ser testigo, ySanAmbrosioaseguró,muysueltodecuerpo—hastalodejóporescrito—,quelamujereralapuertadelinfierno.

EnseguidaexhortóaqueelCentrodeMujeresLibrepensadoras,ademásdelucharpor el laicismo, iba a levantar sus armas contra la carestía de la vida, contra lasinjusticaslaboralesycontraelmachismoyelalcoholismoexacerbadoenlossectorespopulares.Dijoqueeracriticable—pordecir lomenos—queen laoficinahubieraprofusión de fondas y cantinas bien abastecidas de licores y música mexicana, yhembras de risa fácil, y que a dos pasos de distancia se alzara una parroquia consantos de tamaño natural y unCristo de pies sangrantes al alcance de los besos ylimosnasdelosfeligreses.Quedeesemodo,jugandoconelcieloyel infierno,eracomosemanteníaalagenteenunaespeciedelimbo,sintiemponiganasnimenteparapensarencosastanconcretasyterrenalescomolossueldosmiserables,lashorasdetrabajoimpagasylosllamadosahuelga.

Cambiandodemanoelmegáfonoyelevandoelpuñoylavoz,sacóacolaciónlavida que llevaba la mujer proletaria a causa de las lacras del machismo y delalcoholismo. Que esto, dijo, ni siquiera se los tendría que decir, ya que todas lasmujeres deDesolación sabíanmuybienque aquí elmatrimonio constituía un lujo,quelamayoríadelasparejasvivíanabarraganadas,yque,porlomismo,elhombre,ademásdenocumplirmuchasvecesconsupapeldeproveedor,abandonabaelhogarsin motivo alguno, dejando a la mujer en el más completo desamparo, con unacamadadehijospequeñosaquienescriar,alimentaryeducar.

Enelmomentoenquelaprofesora,embaladaensudiscurso,sacabaacolaciónlamortalidadinfantil,elgrandramadelafamiliapampina,exhortandoquepornotenerunmédicoresidentenimedicamentosenelconsistorio,elcuarentaporcientodelosniñosdelaoficinamoríanapocodenacer,yqueesaeralacausadequelarelaciónentrepadresehijofueracadavezmásdistante,yaqueresultabamuytristeparalos

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padresencariñarseconunniñoquesabíannolesibaadurarmuchotiempo,justoenesemomento fue interrumpida por unamadre que, con un bultito apretado en susbrazos, entró al salón llorando y llamando a gritos a su hermana Elba. Que se leacababademorirsuguagua,decíaentrealaridos,mientrasdestapabaymostrabaelcuerpodelangelitomuerto.

«¡Miren,por favor,amipreciosobebé,miniñitodelalma, reciénnomáshabíacumplidocincomesesdevida!»,decíaconexpresióndesencajada.

«¡Estaeslacuartaguaguaquesememuereenestatierramaldita!».Alprincipio,porelmomentoenque lamujeraparecióen lasala, lasasistentes

pensaronquesetratabadeunapuestaenescenadelavelada.Sinembargo,elllantoyeldolordelamujereranreales,yLucilapusofinasudiscursoexclamandoqueesoera justo lo que ella estaba diciendo, mujeres de Desolación; contra esta clase deinjusticiahabíaqueunirsey luchar juntas.Y las invitóaorganizarseenesemismoinstanteypartiraprotestarfrentealacasadeladministrador.

«¡Démosleunejemploaloshombres!»,gritóenfebrecida.

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Atizadas por el discurso de Lucila, y por el cuadro desgarrador de la madreirrumpiendoenlasalaconsuguaguamuerta,lasmujeressalierondelaveladaconelánimoenardecido;lasmásjóvenesgritandoconsignasconelpuñoenaltoylasmásancianas,veteranasalgunasdelamatanzadelaescuelaSantaMaría,comentandoqueesteairedeinsurrección,vecina,porDios,lesrecordabalosdíaspreviosalamarchahaciaelpuerto.

Unavezenlacalle,lasmujeressedividieronendosgrupos:lasmássensitivasymaternales, encabezadas por la arregladora de angelitos y su corte de comadronas,acompañaronasucasaalamujerdolienteparaayudarenlapreparacióndelvelatoriode su hijo;mientras el otro grupo,muchomás numeroso, conformadopor lasmásantagónicas y revoltosas, marcharon decididas a protestar frente a la casa deladministrador.Estasibanlideradasporlaprofesora.

Frenéticas,exacerbadashastalaalienación,aquellanochelasmujeressesentíancapacesdedesafiaralmundosifuesenecesario.Delmismomodoqueenunahuelgaen laoficinaLina, lasmujereshabían tenidoelvalordeabofetearaladministrador,ellas podrían perfectamente agarrar al gringo de su cogote colorado y retorcérselocomoaunagallina.

«¿Habrállegadodelríoelcabrón?»,preguntabanalgunasentrelatrifulca.«Yallegó»,decíanotras.«¿Alguienlovio?».«No,perovieronsuautomóvilnegro».«¿Entoncesporquénosaleelzarrapastroso?».«Talveznostengamiedo».«¡Zanguangozarrapastroso!».Yseguíangritandoypidiendoconmásfuerzaporsusreivindicaciones.Losvigilantes, con sus carabinas en ristre, rodearon la casonay no las dejaron

avanzar hasta el porche, como ellas pretendían. Tampoco disolvieron lamanifestación.Demodoqueelgrupodemujeresprotestantestuvoqueconformarsecon gritar desde unos cincuentametros de distancia.Desde ahí, sin amilanarse, semantuvieronreclamandoporvariosminutos.

Que laCompañía teníaeldebermoralde traerundoctor a laoficina,gritaban;que las guaguas sin atención médica se morían como moscas; que debían traermedicamentos.Despuésfueronañadiendoensusconsignasotrascarenciassocialesylaborales que se vivían en la oficina, como la indemnización a las viudas de losmuertosporaccidentesdetrabajo;lapocahigienedelosbañospúblicosyeltrabajoinfantil.

EmeterioAntonioVeraSierraltahabíaordenadoasushombresqueporestavezno dispararan ni usaran las culatas de sus carabinas; que solo se limitaran aresguardarelchaléydejaranaesas locasgritarhastaquesedesgañitaran.Total,el

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gringonoestaba.Loquehabíanvistolasmujereserasuauto,peroenélhabíavenidoel chofer a buscarmás vituallas a la pulpería—licor y cigarrillos sobre todo—, ydebíavolveresamismanochealacabañadelrío.

Eladministradorllegaríareciénmañana.

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Antesdesalirdelafilarmónica,lasamigasconcordaronenqueJordanianopodíaacompañarlasen laprotesta.Ellasería lamásperjudicadade todassi losvigilanteslasdetenían.LaseñoritaBelindadijoentoncesquemejorselallevabaasucasaparaque nadie la viera en el revuelo de mujeres marchando por las calles. Cuando secalmaranunpocolascosas,ellamismalaacompañaríahastaelchalédesujefe.

Se fueron tomadas de lamano por la penumbra de las calles de tierra, apenasalumbradas por la anémica lucecita de un poste en cada esquina. Caminabanarrimadasalasparedesyhaciéndoleelquitealaspozasdeaguasuciaquelagente,afaltadealcantarillado,seveíaenlaobligacióndelanzaralacalle.Lasamigasibanfelices y aterradas al mismo tiempo, y sorprendidas por el derrotero que estabantomandolascosas.

«Así comienzan las grandes revoluciones», dijo de manera teatral la señoritaBelinda.

A lo lejos, apagandoel ruidopermanentede losmotoresde laplanta, seoía elrebulliciodelasmujeresmarchandohaciaelchalédeladministrador.

Al llegar a la esquinade la corridade casasdondevivía lapianista,Copérnicoemergió de las sombras, sigiloso como un fantasma. Había estado esperando a«mamitaBelinda»,comollamabaalapianista,durmiendoparadocomoloscaballos,talycualacostumbrabaahacersiempre,encualquierparte.

Las mujeres primero se asustaron, luego casi se echaron a reír en su cara: deverdadeltontitodelcarretónparecíaundesastradofantasmadeopereta.Hacíapocohabía llegado la partida anual de ropa del Ejército para los trabajadores y, comosiempre,losviejosleregalaronalgunasprendas.Enestaocasiónandabaluciendounaflamantegorradealmirante,unaguerreradelaaviaciónyunosarrugadospantalonesdecamuflaje.Todovariastallasmásgrandequeladeél.

Copérnico se acercó a las mujeres haciendo reverencias y le dijo a «mamitaBelinda» si tenía algo de comer. De pasadita, así como al desgaire, le contó quehabíantomadopresoalvendedordepájaros.Quehabíasidoeljefedelosvigilantesydosmás,dijoensulenguaje«embolismático»,comolellamabalapianista.

«Yovicuandoselollevaban».LaseñoritaBelindaletradujoaJordaniayestaselargóallorarcomounaniña.

Ahorasedabacuenta,dijo,deporquésehabíanvistotantospajaritossueltosporlatarde.QuizáquélehabríanhechoadonRosalino.

Lapianistaseacordódehabervistotambiénunospajaritosparadosenloscablesdelaluz(queleparecieronlasnotasvivasdeunpentagramaenelaire),peronoselodijo a su amigapara no intranquilizarlamás.Tratandode apaciguar las cosas, dijoque talvezdonCopérnicosehabíaequivocadoyeraotroalquese llevaronpreso.PeroJordanianodejabadellorarysolopensabaenloquelepodríahaberpasadoaRosalino.Ellasabíalomaloqueeraeljefedelosvigilantesylascosasqueeracapaz

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dehacer.«Esebizcoesdementeretorcidaigualquesumirada»,dijo.LasmujeresentraronalacocinaylaseñoritaBelindapreparóunatazadeaguade

manzanillaparaJordania.SegúndoñaBenigna,eralomejorparacalmarlosnervios.ACopérnico,quesequedósentadoenlasalacontemplandoelpianoconreverencia,comosecontemplaunaltardeiglesia,lepreparóunpanconquesoyunatazadetéconyerbabuena.

En esos intantes el grito familiar de un niño entró por la ventana como unventarrón:

«¡Tienepanquemevenda!».Eracostumbreenlaoficinaqueaquienlefaltarapanporlanochemandaraasus

niñosavocearcasaporcasahastaencontraraalguienaquien lehubieransobradoalgunospanes.AlaseñoritaBelinda,luegodeprepararleelsándwichaCopérnico,lehabíanquedadodospanesfrenceses.Ledijoalniñoqueesperarayselosregaló.

Con la taza de infusión humeando en sus manos, ya un tanto más calmada,JordanianopudodejardeexpresarleaBelindasuadmiraciónporelestoicismoparasoportarelolorestomagantequedespedíaelhombrecito.Elaromaoleaginosodelosperfumesdesuamigapalidecíaantelafetidezdelcarretonero.

«Eselolorahumanidad»,dijopiadosalapianista.Yambasseloquedaronmirandoconlástima.«Aunqueahoranosesabe»,dijoBelindaconunasonrisamaliciosa,«siesmás

insufriblesuolorolafachaqueluceconesosretazosdeuniformes».

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Terminadalaprotesta,elgruesodelasmujeresseretiróasuscasas.Lucila,juntoaungrupodeseguidoras,sedirigióalacasadelniñitomuertoparaacompañaralamadreyayudarenloquesepudieraconlasformalidadesdelvelorio.

En el domicilio se dieron cuenta de que doña Tristina, ceremoniosa de gestos,secundada por sus comadres más cercanas, ya estaba dada a la tarea cardinal dearreglar al angelito.Acomodado enunamesa de tablas brutas, rodeadode cirios yfloresdepapel,contraunfondodecieloestrelladosimuladoenunasábanablanca,elniño, con sus ojos abiertos y lasmejillas que doña Tristina terminaba de colorear,parecíavivo.Enverdadparecíaestarmásvivoquesupropiamadre.Yesqueenesosmomentos lamujer, con lamirada extraviada, llevando y trayendo una bandeja demadera, se esmeraba en servir roscasy sopaipillas a las acompañantes,mientras elpadre,underripiadorpelirrojo,decontexturafornidaycaracuadrada,sentadoenunminúsculopisohechodeuntrozodedurmiente,nohallabaquéhacerconsusmanosgrandes como palas. En la cocina, en tanto, atareadas como hormigas, algunascomadres preparaban engrudo, cortaban alambres, recortaban hojas, encarrujabanpétalosyconfeccionabanlasprimerasfloresycoronasdepapel;todoestosinparardehablardelospormenoresdelaveladaydecomentarentusiasmadaseldiscursodeLucila,admitiendoqueenverdad,comadrita,algohabíaquehacerenDesolaciónporlosderechosdelasmujeres.

Deimproviso,rebozadaconunchalnegro,seaparecióenelvelatoriolaseñoritaBelinda explicando agitadísisma que solo venía a darles una noticia y se ibaenseguida,pueshabíadejadoaJordaniaescondidaensucasa.CuandosusamigasylasdemásmujeresseenterarondelapresamientodeRosalinodelValle,laconmociónfue general. Inflamadas por la situación, comenzaron a despotricar en contra de laCompañíaydelosvigilantesyaelucubrarquésepodríahacerporlaliberacióndelpajarero.

Algohabíaquéhacer,deesoestabanciertas.Ymientrasdiscutíanyproponíanaccionesaseguir—tendríaquesermañanapor

lamañana,puesahorayaeraimposiblehacernada—,selargaronacontarseunasaotras,conmovidaspor la situación, loqueelvendedordepájaros leshabíadichoacadaunamientraslecomprabansus«bichitos»,comolesdecíaél.

«En tantome dejaba una pareja de jilgueros, a mí, que soy ama de casa, queaunque no sé nada de teatro sueño con actuar alguna vez en una velada de lafilarmónica,medijoquesí,queporquéno,doña,queelbosqueseríamuyaburridosisolocantaranlospájarosquelohacenmejor».

«Amí,que le compréunmirlo,medijoqueyano llorarapor lamuertedemihijita querida, ocurrida hace ya tres meses a la fecha, que el cuerpo de mi niñitamuerta, dijo, era una jaula vacía, y que el pajarito ese que llamaban espíritu, yavolabalibreporlosaltoscielosdeDios».

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«Amímedijo,rimarimando,quenosotraslasmujeresdeDesolacióndeberíamosaprender de los pájaros cantores: ellos no se paran a cantar en árboles que no danflores».

«Mireusted,comadrita,lotraviesoqueeraelpajarero:mientrasyolepagabaunpardecanarios,yleofrecíaunvasodeaguapararefrescarlo,él,sentadoenlapiedradelapuertademicasa,medijo,conrespectoaltarambanademimarido(borrachoypendencierocomoustedesyasaben),quealgunasmujeresteníamosunabuenajaulaparaunmalpájaro.Esoseloentendíclarito».

Ydelospájarosydelosdichosnadadeinocentesdelpajarero,laconversaciónsefue encauzando cada vez por terrenos más subversivos. El mate con malicia queestabantomandoelevólosánimosyentoncesalgunasdelasmujeresconmásañosenla pampa le recordaron a las jóvenes que en la historia trágica de las salitrerassiemprefuefundamentallapresenciafemenina.Quedesdelosprimerostiempos,decuandolapampaeraunerialinhabitable,unpáramodondepastabanlosespejismosylaspiedrasestallabanbajoelsolasesino, lasmujereshabíanllegadoocupándoseenlos oficios más duros y humildes: desde empleadas, lavanderas, cocineras ocantineras,hastaprostitutas.«Ysiserprostitutaencualquierparte,amigasmías,esunasuntoserio,serloaquí,eneldesierto,yenaquellostiempos,eraalgoquelindabacon lo heroico». Pero al establecerse los campamentos, al calor de la lucha de losobreros,aquienessusesposasacompañaroncodoacodoencadaunadesushazañas,lasmujeresfuerondesarrollandosupropiaconcienciayformandoorganizacionesquelucharonporlaigualdaddecondiciones.

Decíanlasveteranasqueenlamayoríadelosconflictos laboraleseranellas lasque organizaban la acción directa.Asistían a las asambleas, promovían huelgas deviandas vacías y se levantaban de madrugada para apostarse en las esquinasestratégicasdesdedondeinsultabanyapedreabanalosquenoacatabanlosacuerdosdeparoyseatrevíanasaliraltrabajo.Inclusoenlagranhuelgade1907,recordabanalgunas, la que terminó, como todas sabemos, con lamatanza de la escuela SantaMaría, lasmujeresde laoficinaSanLorenzo,que fuedondeprendió lahuelga, lesbajabanlospantalonesaloshombresquenoseplegabanalamarchahaciaelpuerto.

Que enmuchas oficinas salitreras, decíanotras, ante los abusos de los jefes depulperías,fueronlasmujereslasquetomaronlajusticiaporsucuentayasaltaronamanolimpialoslocalespararepartirlosvíveresentrelagente.Incluso,organizadascon los obreros, en algunas casos llegaron a tomarse lamismísima administración.Claroquealfinal,comoocurríasiempreenlapampa,losconflictosseresolvíanconla intervención del Ejército, que acudía presuroso al llamado de los señoresindustrialesarmadosconfusiles,conametralladorasyhastaconcañonesdeguerra,porDiositoqueescierto,comadre.

Todoestomientrasenunrincóndelapiezamortuoria,ajenasaesasdiscusionesincendiarias, doña Tristina mateaba con doña Benigna, cada una rodeada de susamigas inseparables (las mejores amigas de doña Tristina eran las lloronas de

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velorios;lasmejoresamigasdedoñaBenignaeranlasmadresquemáshijoshabíanlogradoconservarvivos).Haciendocircularelmatedemanoenmano,lasmatronasdiscutían,enundiplomáticotonodecabecillasentregua,sobrelaimportanciadesusrespectivosoficiosylaeficaciadelosremedioscaserosprescritosypreparadosporsus propias manos. Ambas eran expertas en sahumerios, ventosas, cataplasmas y,además,todaclasedesortilegios,cábalasyhechicerías.

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DelabenignidaddedoñaBenignapodíadarfecadaunodeloshabitantesdelaoficina, en donde ya tenía a su haber treinta y ocho ahijados. La partera acudía aatenderalasmujeresensuscasasalahoraquefueradeldíaquefuere,sinquejarsedel frío o del calor ni hacerse esperar unminuto. Las asistía conmanteos y aguacaliente.Sus instrumentosquirúrgicoserandoscucharassoperas,unabotellavacía,unparde tijerasbendecidasyunrollodepitadesacoharinero.Si laguaguaveníaladeada, la enderezaba con las cucharas; si a la parturienta le quedaban retazos deplacentaenelvientre, lahacía soplar labotellahastaexpulsarelúltimogoterón;ycon las tijeras bendecidas, nunca con otro artilugio, cortaba el cordón umbilical(decíaquecortarloconcuchillooconnavajatraíamalasconsecuenciasparaelreciénalumbrado).Alfinalleamarrabalavidaconuntrozodelapitadesacoharinero.

DoñaTristina,laarregladoradeangelitos,tambiéneraconsideradacasiunasanta.Lamatronahacíamilagrosconlosangelitosmuertos.Lesmoldeabasuscaritascomosifuerandecerahastadejarlesdibujadaunalevesonrisaenloslabiosyertos.Luegolesponíapolvosycoloreteenlasmejillas,lospeinabapulcramentey,dependiendodelaedad,olostendíarodeadosdefloressobreunamesaolossentabaenunasillitadepajaacomodadasobrecualquiermueblequesirvieradealtar.Nadiesabíasusecretoparadejarleslosojosabiertosybrillantes.Siparecíanvivos.Tanvivosquedabalaimpresióndequeencualquierinstantelosangelitosseibanalargarareíroallorar.Despuéslesconfeccionabaunpardealitasconpapelplateado,lesjuntabalasmanosenposiciónderezoylessujetabaunclavelazulsieraniño,ounarosablancasieraniña. Lamuralla de fondo la cubría con una sábana adornada de estrellas, lunas ysoles,todaesaastrologíarecortadaenpapelcelofán.

«Usted los trae a este valle de lágrimas y yo los encamino al cielo, de dondevinieron»,decíadoñaTristinaadoñaBenigna.

Ambasmatronas no cobraban un peso por su trabajo. Lo que pueda y cuandopuedanomás,doña,decían.«Ahoraloqueimportaeselreciénnacido»,decíadoñaBenigna.«Ahoraloqueimportaeselangelito»,decíadoñaTristina.

Aunqueseproclamabanamigas, lasmujeresse llevaban lavidarivalizandopordemostrarcadaunaquesusfiltros,susbebedizosyrecetasderemedioscaseroseranlos más efectivos; doña Tristina decía, por ejemplo, que lo mejor para sanar lasverrugaserarestregarlasconunalagartijavivayluegocolgaralbichodeunavigadeltechohastaquemuriera;amedidaquelalagartijasefuerasecando,lasverrugasibandesapareciendo.DoñaBenigna asegurabaque su remedio eramuchomás simple yefectivo: había que untar las verrugas cadamañana, en ayuno, con un poco de lapropiasaliva,yantesdeunasemanadesaparecíancomoporencanto.DoñaTristinadecíaquealosniñoshabíaquecolgarlesuncolmillodeperroalcuelloparaquelesalieranprontolosdientes.DoñaBenignadecíaquealosniñosnohabíaquedejarlosquejugaranametersedentrodelosremolinosporqueselesrevolvíaelpensamiento

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ysevolvíanporronesenlaescuela,yhastapodíanenloquecer.La gente de Desolación creía en ambas matronas, y en don Ligorio, el

componedordehuesos,comoenlaSantísimaTrinidad.

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Algunas de las mujeres presentes en el velorio, recordando el discurso de lavelada, le pidieron a la profesora que por favor les hablara un poco de esamujerespañola,BeléndeSárraga.

Belén deSárraga, dijoLucila, había pasado porChile hacía doce o trece años,invitadaporeldiarioLaRazón.SusconferenciasenSantiagohabíansidomotivodegran escándalo entre los sectores clericales; incluso, en una de ellas un grupo decatólicosdelosmásfanáticosllegaronagolpearalosseguidoresdelaoradora.Loscuras decían que la conferencista era una simple estafadora, una farsante, unadivorciadasinhogarysinhijos.Una impía.Ademásdeotrasridiculecescomoqueeravieja,queerafea,queerainsípida.Aunqueelcolmodeldescaro,dijoLucila,elremate de una campaña inmunda llevada a cabo por la prensa católica, fue quellegaronalaindecenciadecalificarladeprostituta.Sinembargo,ypeseatodo,nadamellabaelespíritulibredeBeléndeSárraga,quienluegofueinvitadaporeldirigentedonLuisEmilioRecabarrenaveniradarcharlasenelnorte,endonderecorrióvariasoficinas salitreras conversando con las mujeres pampinas, recalcándoles supensamientolaico.

Unadelasveteranasdelruedo,queoíaaLucilaconatención,lainterrumpióparadecirqueellahabíavistoa laespañolaenNegreiros.Contóqueenelpueblo,pararecibirla, se colgaron guirnaldas de calle a calle y se instalaron floridos arcos detriunfosimilaresalosquerecibieronalejércitotriunfadordelaGuerradelPacífico.LaconferenciaserealizóenelsalóndeactosdeldiarioElDespertar,endondenocabía un alfiler. Había sido tal la efervescencia causada por la visita de Belén deSárraga,talelamoryelentusiasmoquesuspalabrasdespertaronaquellavezentrelagente deNegreiros, que al finalizar la velada una gran columna demanifestantes,precedidapor laestudiantinaentonandoLaMarsellesa, acompañóal carruajede laconferencistapor lascallesdelpueblo,y,enuninstante,entregritosdeviva,papelpicadoyserpentinasdecolores,exaltadosdeentusiasmo,loshombresdesataronloscaballos y arrastraron ellosmismos el carruaje, a viva fuerza, hasta las puertas delhotel.«Esoyo lovi conmisdosojitos»,dijo laveteranaante laconmociónde lasdemás.«Llevabanelpesadocarruajecasienandas».

Otradelasmujerestercióparadecirquesí,quetodoesoeratanciertocomoqueella se llamabaNatalia; que se acordabamuy bien de haber leído lo ocurrido conBelén de Sárraga en Negreiros; que los diarios de la época consignaron elrecibimientoofrecidoalaespañolacomparándolosoloconelqueselehabíahechoaSarahBernhardt,cuandovisitóChileduranteelgobiernodelpresidenteBalmaceda.

Que después de su paso por el norte, continuó hablandoLucila, comenzaron aformarseportodaspartesorganizacionesdemujeresquellevabansunombre.Yestoscentros feministas, igualcomosepensabahaceraquíenDesolación,nosolodabancharlasiluminandoalamujersobrequenoeranidebíasentirseinferioralhombre,

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sino que se preocupaban además de alfabetizar, prestar libros y hacer veladasculturales.AlolargodelpaíshabíanpuestoenescenavariasobrasdeteatropopularendondeactuaronmujerescomoTeresaFlores,AídaOsorio,IliaGaeteyotras.

«Sostenía Belén de Sárraga», terminó diciendo la profesora, «que la mujerignorantees lamejoraliadade loscuras,yesusadaporellosen laconfesiónparaconseguirvotosyapoyoparalosconservadores.MientrasquelamujerquepiensayleeesconsideradaporlaIglesiapocomenosqueunaprostituta.Paraquéhablardelasintelectualesqueescriben,puesestasaúntienenqueusarseudónimosmasculinospara publicar; y pobres de ellas si rompen de alguna forma con la hipocresíaambiente, porque son condenadas de inmediato y sin consideración al fuego delinfierno».

Yrecordandoalgoquesiempresacabaacolaciónlaespañolaensusconferencias,les dijo que en elConcilio deNicea se había decidido por votación si lasmujeresteníanonoalma,yque solopordosvotos sehabía resueltoqueel sexo femeninoteníaalma.

«Hubierabastado»,decíaBeléndeSárraga,«queaesosdosvotantesun resfríoles hubiera impedido llegar a tiempo a la votación, para que las mujeres noshubiéramosquedadosinalma».

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Pocoantesdemedianoche,unapatrulladevigilantes, comandadaporelpropioEmeterioAntonioVeraSierralta,sepresentóenlacasadelvelatorio.BuscabanalaprofesoraLucilaGodoy.Quesalieravoluntariamenteoentraríanasacarlaalafuerza.

Entre las quejas y reclamos de las matronas más decididas, que al momentopusiéronseagritarqueestoeraunafaltaderespetoconelvelorioyunatropelloaladignidad de la mujer, y el súbito llanto inconsolable en que rompió la madre delangelito muerto, y el ingenuo intento del padre, que quiso hacerse respetar comodueñodecasayfuereducidodeunculatazoenelpecho,Lucilaseabriópasohastalapuertay,convozfirme,preguntóporquélabuscaban.

«Porrevoltosaymetebulla»,dijoensutonitoimpasibleeljefedelosvigilantes.En el momento en que Lucila iba a atravesar la puerta para salir, Rosaura,

sosteniendoenlamanounarosadepapelamedioflorecer,seadelantóydijoquesisellevabanasuamigateníanquellevárselatambiénaella.

«Soysulugarteniente»,dijosocarrona.Selasllevaronalasdos.Esther,queenesosinstantessehallabaencarrujandopétalosenpapeldesedaen

unamesa de la cocina, se percató de lo que ocurría y quiso incorporarse para ir asolidarizarconsusamigasyentregarsetambiénalosvigilantes,peroalguienlatomódeloshombrosconsuavidadylavolvióasentarenlabanca.

«Esmejorqueno»,oyóqueledijounamujerdemiradadulceylargoscabellosblancos.«Ustedtienehermanosmenoresyunamadrequecuidar».

Las dependencias de la vigilancia, construidas todas de calaminas, tenían trescalabozos,dosconpisodemaderayotrodetierra,yunpatiodescubiertoendondesehallaban instalados los dos cepos. A Lucila y Rosaura las encerraron juntas en elcalabozodel fondo,eldelpisode tierra.Losotrosdosestaban llenosdeborrachosdurmiendoalabuenadeDios.CuandoLucilalepreguntóaljefedelosvigilantessipodíaveraRosalinodelValle,estenisiquieralecontestó.

Laprofesora tenía temordequealpajarero lo tuvierancastigadoenunode loscepos.RosauranohabíavistonuncauncepoyLucila ledijoque se tratabadeuninstrumento perverso hecho de dosmaderos gruesos unidos en el medio por unosagujerosredondos,enloscuales,juntandolosmaderos,seasegurabanlagargantaylaspiernasdelapersonacastigada.

«Esunamaquinariasiniestra»,dijoRosaura.«Sobretodocuandoseponealcastigadodecaraalsol»,subrayóLucila.LuegodelinterrogatoriollevadoacaboporEmeterioAntonioVeraSierralta,en

dondelasmujeresdijeronsololoqueteníanquedecir—ellashabíanorganizadounavelada paramujeres en la cual, entre otros temas, se habló de lamalignidad de laIglesiaydelperversomachismodeloshombres—,eljefedelosvigilantesseretiróadormirasucasa.Mañanaveríaquéhacíaconeseparcitodehembrassubversivas.

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Sobretodoconlamarimachadelaprofesora,que,comoyasabíatodoelmundo,era una agitadora consumada. Antes de irse reunió al cuerpo entero de vigilantescitadoantelaemergenciaylesdejóalgunasórdenesprecisasdeloquedebíanhaceresanocheenelcampamento.Alosseisquedejódeguardiaenlavigilancialesdijoqueellossabíandesobraloquehabíaquehacerconuncabróncomoelvendedordepájaros.

«Cumplidalamisión—lesdijoatodos—,tienenpermisopararequisarlicoresenlascantinaseirsedeputas».

Unashorasdespués,unodelosvigilantesdeguardiaentróalcalabozodondesehallaban encerradas lasmujeres. Iba borracho. Por lo visto, los hombres se habíanadelantadoalpermisodesujefeenloderequisarlicores.Elvigilante,unodelosmásviejos de la cuadrilla, rechoncho, de rasgos orientales y sin los dientes delanteros,entró desabrochándose el marrueco y farfullando que ahora iban a saber estashembritasdelcarajoquiénllevabalospantalonesenestaputaoficina.Lasmujeres,abrazadasenlasemioscuridaddeunrincón,setomarondelamanoysepusierondepie al unísono. Cuando el hombre se les acercó, Lucila, en un gesto súbito yprovocador—yperturbadoralavez—,rodeóconsusbrazosaRosauraycomenzóabesarlaenlaboca.

Elvigilantequedóalelado.«Si quieres hacernos algo», dijo la profesora con voz firme, «vas a tener que

matarnosalasdos,porquelasdostevamosaenfrentar».Y siguió abrazandoy besando a su amiga, quien también la abrazabay besaba

conentusiasmo.Elhombreabríaycerrabalabocasincreerloqueveía.Bamboleante,retrocedió

unospasos, sedetuvo,y lasvolvióamirar (ellas seguíanbesándose).Estabacomofascinado.Alfinal,haciéndosemáselborrachodeloqueestaba,saliódelcalabozoinsultandoypateandolascalaminas,ymientrasdesdeafueraenganchabaycerrabaelcandado de la puerta haciendo sonar las cadenas con rabia, seguía insultando ydiciendoqueellosyasospechabanquelapotonaylaprofesoraerantortilleras.

«Lospadresdelapotonaestánafuera»,dijoalfinal.«Porhuevonanovoyadejarquelosvea».

Muchomástarde,lasamigasescucharonruidodecascosdecaballosenelpatioyunavozquepreguntaba:¿paradóndemellevan?Porsutonoinconfundiblesedieroncuentadequesetratabadelvendedordepájaros.Alparecer,loestabansacandodelrecinto.

«Sise lo llevanentregallosymedianochenopuedeserparanadabueno»,dijoLucila.

YambassepusieronagolpearlascalaminasyagritarquesabíanqueseestabanllevandoadonRosalinodelValle; que si lepasaba algo, ellas ibana atestiguar encontradelavigilancia.

«¡Dejen dormir, carajo!», contestaron algunos borrachos de los calabozos

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contiguos.

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Yonunca juguéconmuñecas.AunquecadaNavidadmispadresmecomprabandosotresalavez—aúnconservounacoleccióndemuñecasdetrapo,debaquelita,deloza—,loquehacíaerajugaralasbolitas,elevarvolantinesycorrerelaroapatapelada por la pampa. O me iba con mis amigos varones a recorrer las calicherasviejasafumaraescondidas,amatarlagartijasapedradasyaperseguirremolinosdearena.Yosoñabacontenerunapajarillacomolaqueostentabanmisamigosypodermear contra el viento como lo hacían ellos. Pero lo que más tenía era poto. Alprincipio tuveque trenzarmeacombosvariasveces,pues todosquerían tocármelo.Hasta que undía, cansada de susmanoseos, saqué unviejo revólver quemi padreguardabaenunamaleta (eracomolosqueusaban losvaquerosen laspelículasdelOeste) y lo llevé bajomis ropas y al primer agarrón lo saqué y asusté tanto a lospalomillas que nuncamásmemolestaron. Recuerdo que entoncesme pusieron deapodo «Rosaura la pistolera». Luego, de grande, cuando comencé a trabajar en laboletería del biógrafo, soñaba despierta con ser una actriz de cine, como laGloriaSwanson. Y coleccionaba trozos de películas con sus escenas, y me robaba losfotogramas de las carteleras en donde aparecía, y andaba todo el día batiendo laspestañascomolaactriz.Yalparecernolohacíamal,puesmedabacuentadecómoloshombresbabeabanen la callemirándome,ymeparecíamuycómicover cómoalgunos se humillaban por una palabra mía, por una mirada mía, hasta por unabofetadamía.Yyosinsentirnada.Absolutamentenada.EntoncesllegóLucilaalaoficina y todo cambió. Conocerla fue como conocer el fragmento, la rebanada, lapartedemíquemefaltaba.Conellaamiladomesentíacompleta.Comencéaverelmundodeotramanera.Comencéasentirdistinto.Descubríporquénomeatraíanloshombres,porquésumachismoexacerbadomesacabadequicio.Conocerlaaellamehizosaberquiénerayoyquéquería.Ymissueñoscinematográficoscomenzaronacambiar.Ahora,cuandosueñoactuandodeheroínaenpelículasrománticas,mipapelsiempreesdeamigadeLucila,oenemigadeLucila,ohermanadeLucila.Siempreen el reparto estáLucila.Y cuando en la película del sueño aparece algúnhombreinterpretandoelpapeldegalán,siempretienelacaradeLucila,lasonrisadeLucila,losojosclarividentesdeLucila.Ellahapasadoasermisueñofílmico.Mipelículasoñada.

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Cuartaparte

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El lunes, la oficinaDesolación amaneció enmudecida de pájaros.De lamismaformaenquecadaciertotiempo,amparadosporlaoscuridad,losvigilantessalíanamatarperroscallejeros,esanocheunpiquetehabíasalidoamatarpájaros.Soloqueahora no habían usado trozos de carne con vidrio molido, como hacían con losquiltros;ahoralohicieronconlafuerzabrutaldesuspropiasmanos.

Laordendesujefehabíasidoclara:matarlos,noecharlosavolarcomohabíanhechoconlosdelpajarero.Demodoqueesanoche,divididosenvariosgrupos,comopatrullas de asalto, los vigilantes se dejaron caer en el campamento, entraron a lafuerza en cada una de las casas donde se habían comprado pájaros y los fueronsacando de sus jaulas y matándolos uno a uno, apretujándolos con los puños,estrujándolossincompasión,exprimiéndoloshastasacarleslaúltimagotademúsica.

Mientras llevabanacaboel exterminio, sin importarlesel llantode lasmujeres(los niños dormían) y manteniendo a raya a los hombres apuntándolos con suscarabinas,losvigilantesdemanosmásgrandesfanfarroneabanentreellosdeahorrartiempo en la operación al apretar de a dos o de a tres aves juntas. Después, susdespojoseranarrojadosalacallecomocualquierbarredura.

«Unaepidemia»,decíantratandodejustificarlamatanza.«Unaepidemiamortalquesetransmiteporelcantodelasaves».

Los vigilantes se pasaron la noche reventando pájaros con sus manosensangrentadas y el lunes las calles de Desolación amanecieron sembradas decuerpecitos—algunosaúnboqueando—dejilgueros,ruiseñores,alondras,zorzales,canarios,periquitos,diucas,bandurrias,chincoles,mirlos.Consuplumajeentierradoy el canto roto en la garganta, las aves parecían flores de papel arrugadas,desmadejadas, pisoteadas. Solo los pájaros liberados de Rosalino del Valle, queaparecían trinando de pronto en los lugares más inverosímiles, sobrevivieron a lamatanza.

Al levantarse por la mañana, los niños del campamento obrero, con unamarraqueta untada demantequilla en unamano y en la otra un camioncito de latafabricado por ellos mismos, no salían de su asombro ante la degollina de pájarostirados en las calles. Luego, pasado el primer asombro, sin ponerse de acuerdo,comenzaronunsilenciosojuegomortuorioenlasafuerasdesuscasas:recogieronlospajaritos con cuidado, los agitaron en el oído para ver si les quedaba algún trino,algunanotademúsicaenelestuchedesuscuerpecitos;después,comohabíanvistohaceradoñaTristinacuandoarreglabalosangelitosmuertos,loslimpiaronconsalivapluma por pluma, frotándolos luego en los faldones de sus camisas para que suscoloresrecuperaranelbrillo.Alfinal,emulandoloquedecíanlascomadresalveralosangelitosyalistosyarreglados,losmásgárrulosrepitieronsuspirando:

«Siparecequevanavolar».Al final, losacomodaronenhilerasobre laspiedrasempotradasen lapuertade

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suscasas,hicierontodoelceremoniallitúrgicodeunveloriodeangelitovistotantasveces en sus casas—algunoshasta consiguieron cabosdevelas—yprocedieron asepultarlosdebajodelasmismaspiedras.

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Sinembargo,peseatodo,enDesolaciónalgoestabacambiando.Soterradamente.Aunqueenelairetibiodeesamañananoseoíaningúncantodepájaro,ninguna

risa de niño, ningún sonido de radio, otra música se acrecentaba por debajo, demanera furtiva.Unamúsica cuyomurmullo emergía tanpotente comoel rumordeesasnapasdeaguasubterráneaqueatraviesaneldesiertodeladoaladoyqueenelsilenciodelasnochesresuenanenlaalmohadadeldurmiente:

Eraunclamordeinsurrección.Unclamorquesealzabaentrelasmujeresdelaoficinayquesetraspasabanunas

aotrasatravésdelasparedesdecalaminadesuscasasmiserables.Elenojo,larabiay la tensióncontenidospor tanto tiempohabíaestalladoporfin.Eldetonantehabíasido el arresto y encierro de las dosmujeres sacadas del velatorio del angelito, eldesaparecimiento del hombre de los pájaros (ya se sabía que los vigilantes se lohabían llevado a la pampa durante la noche) y la mortandad de pajaritos que lossalvajeshabíanllevadoacabosinningunamisericordia.

«Cualquier día estos infames entran a las casas a degollarnos a nosotras», sedecíanlasmatronasatravésdelosagujerosdelascalamaninas.

Yesamañana,enlasarduasfilasdelapulpería,enelconsistorio,enlaparroquia,en las esquinas del campamento, en las puertas de sus casas, con la escoba en lamano, las mujeres de los obreros se encontraban, se llamaban, se hablaban, sefrotabancomohormiguitasyluegoseguíansucamino.Coaligadas,conjuradasunasaotras, antes de mediodía ya estaban todas de acuerdo. La decisión era unánime yrotunda:nohabríaalmuerzoparasushombres.

Sedeclarabaunahuelgadeviandasvacías.Esemediodíaningunamujeresperaríaasuhombreconlacazueladevacunoylos

porotosconchicharronesdelalmuerzodeloslunes;nileprepararíanlaviandaparalosque trabajaban la jornadadecorrido;ni siquiera leharíanelpanconmortadelaacompañado de los ecuánimes cambuchitos de té y azúcar para la «choca» de lascincode la tarde.Todoestohastaque se liberaraa laprofesoraya laboleteradelbiógrafoysedijeraquéocurrióconelvendedordepájaros.Además,seaprovecharíalaocasiónparaexigirlealadministradorlascosasquehacíanfaltaenlaoficina:unmédico con residencia en la oficina, una escuela como la gente para sus niños, unconsistoriomásabastecidoyaguapotableenlascasasdelosobreros.Yaerahoradeque laCompañía, aparte demejorar las condiciones laborales, se preocupara de lasituaciónsocialdelostrabajadoresysusfamilias.

Alahoradealmuerzo,consuscocinasdebarroapagadas,lasmujeressejuntaronaprotestarenelerialdelapequeñaplazadepiedra.

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Pasado el mediodía, el administrador llegó a Desolación en su Buick negro.Desde la distancia, el campamento le pareció tanmuerto como un cementerio; sinembargo,apenasse internóen lasprimerascallesde tierra, sediocuentadeque laconvulsión y la efervescencia se levantaban como un remolino de arena haciendoretemblarlascalaminaspintadasalacal.

Enlaplaza,lasmujeresdelosobrerosyalgunasesposasdeempleadosteníanunatrifulcadelosmildemonios.Todassinsusdelantalesdecocina,sinsuspañosenlacabeza,vestidascomoendíafestivo,enarbolandotodotipodecartelesescritosconcarbón coque, gritaban consignas en contra de la Compañía, en contra deladministrador,encontradelcuerpodevigilancia.Enelúnicoárboldelaplazahabíancolgado letreros de petición escritos en papel de envolver, en cartones de avenaQuaker,enmaderadecajonesdeté:

¿Dóndeestáelvendedordepájaros?Queremosniñosvivos,noangelitosmuertos.Sihayuncuraresidente,porquénounmédico.Libertadalasmujeresdetenidas.

Loshombresquenoestabantrabajando,apostadosenlasesquinas,encamiseta,mirabanelcuadroconciertoembarazo.Nosabíanquéhacer.Refunfuñaban.Sentíanqueenverdaderanelloslosquetendríanqueestarallíprotestando.Pero,claro,habíaquecuidarel trabajo.Lacosaestabamalaen todos lados.Estasmujereseranunasirresponsables,seexcusaban,sejustificaban,seabsolvíanasímismosloshombres.

EstherylaseñoritaBelindasepaseabanenmediodelaprotestaanimandoalasmujeres que, con sus niños agarrados a sus polleras, gritaban consignas ydespotricabanencontradeloshombresquemirabandesdelejos.Lapianistaparecíaataviada para una fiesta de sociedad; había ocurrido que cuando se oyeron losprimerosgritosen la calle, ella estabaen sucasaprobándoseunvestidode tafetánazul, plisado y con un ancho ruedo de campana, que le acababa de confeccionarEsther, y ambas, tras escribir apuradas un par de carteles, fueron a unirse deinmediatoalaprotestaenlaplaza.ElcartóndeEstherdecía:

LibertadparaLucilayRosaura.

EldelaseñoritaBelindarezaba:

Mataronalospájaros,masnosucanto.

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Ambos carteles, aunque también escritos con carbón coque, destacaban por laperfectacaligrafíadelapianista.

Cuando las mujeres se enteraron de la llegada del señor administrador,comenzaronaensayarotrosgritospidiendosupresencia.Queríanconversarconélenpersona.Peroelgringonoaceptóiralaplaza.«Yonohabloconmujeres»,sesupoquedijo.Ypasódirectoasuchalé,endondeseencerróconsujefedevigilancia.

En un momento, en medio del rebullicio de la manifestación, las mujeres sedieroncuentadealgoquelasemocionóyalentóaseguirgritandoconmásánimo:elárboldelaplaza,ademásdelaspancartas,sehabíacolmadodepájarosdecoloresyeraunasolaalgarabíadetrinosygorjeos.

«SonlospájarosdedonRosalino»,dijoenternecidalaseñoritaBelinda.

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Transcurridalahoradelalmuerzo—quelosobrerossepasaronenbanda—,conla fresca de la tarde, el señor administrador se apareció en las calicheras. Ibaacompañado por su jefe de vigilancia y dos de sus secuaces más fornidos. Llegócabalgando un caballo overo; llevaba puesto su cucaleco de safari y sus inefablesbotasdemontarrefulgíaninsultantesalosrayosdelsol.

Ensumanolafustaparecíaunacosaviva.El gringo se veía más encolerizado que nunca. Sin bajar de su cabalgadura

increpóalosobreros:«Son unos pollerudos del carajo que no sabenmanejar a susmujeres», fue lo

primeroquedijo.Oesofueloquetradujoeljefedelosvigilantes.Que laCompañía no iba a aceptar sublevaciones, ymenos demujeres.Qué se

habían imaginado.Y les exigió a losobrerosque llegandoa sus casaspor la tardetenían que ponerse los pantalones bien puestos, amarrárselos con rieles, carajo, yhablar golpeado con sus esposas. Esto no podía continuar así. Losmaridos de lasmujeresquemañanasiguieranhaciendoescándaloen lacalle, sentenció, ibana sercancelados y expulsados de la oficina con su familia y sus perros, sin apelaciónalguna.«¡Yaestánorejeados,losmierdas!»,terminódeladrarEmeterioAntonioVeraSierralta.

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Alascincodelatardeenpuntoserealizóelfuneraldelangelito.Nunca en la oficina se había visto a tantas mujeres, tan compungidas,

acompañando la procesión de un funeral. Los escasos acompañantes varones eranancianosyniños.Caminandoporlahuelladetierra,recortadocontralablancuradela pampa, flotando en la reverberación radiante del desierto, el grupo de personas,vestidastodasdenegro,semejabalaescenadeunapelículatristevistaenlapantalladelbiógrafo.

Flanquedapordosvecinasderigurosoluto,lomismoqueella,lamadrecaminabaconundolienteramitodefloresdepapelenlamano.Elpadre,elderripiadorfornidode cara cuadrada, llevaba la pequeña cajita demadera con su hijomuerto bajo elbrazoconlamismadesesperanzaconquellevabacadadíasuloncheroaltrabajo.Elhombrónyahabíahechotresvecesesteviajealcementerioconsusotros treshijosmuertos.Comoenlasvecesanteriores,sehabíaanudadounpañuelonegroalcuelloenseñaldedueloy,comoen lasvecesanteriores,noquisoquenadie leayudaraacargarelcajoncitopintadodeblanco.

Mientraslosniñosqueacompañabanelentierrollevabancadaunounacoronadepapel—rosasblancas,clavelescelestes,crisantemosamarillos—,elhermanomayordelangelito,unpecosodesieteaños,marchabadelantede laprocesión llevando lapequeñacruzdemaderacomosifueraelportaestandartedeundesfileescolar.Enlacruz, escrito con tinta y letra de colegio, el nombre completo del niño muerto seextendíamás largoyocupabamásespacioqueelde las fechasdesunacimientoymuerte:EmanuelRicardoJosédelRosarioMaderoEspinoza(Emanuelveníaasersunombrepropiamentetal;Ricardo,JoséyRosarioeranunhomenajeasushermanosmuertos).

Elcura,quehabíaacompañadoelentierrodelosotrostresangelitos,estaveznofueaceptadoporlamadre.Sehabíasabidoqueenlaprédicadelamisadeldomingoen la noche, el cura despotricó desde el púlpito en contra de las mujereslibrepensadorasdiciendo, entreotras lindezas,queaesasevaspecadoras las estabaesperandosatánenelinfiernoconunagransarténdeaceitehirviendo.

«De ese calibre, comadrita linda, fue el sermón del cura», comentaban unas aotraslasmujeres.

«¡Quesevayaalaporraelcuracomemierda!».De regreso del cementerio, caminando en grupos y hablando en voz baja, las

esposasde losobrerossevinierondiscutiendo,urdiendo,planeando,poniéndosedeacuerdo,coincidiendotodasenquelasituacióndedesamparoenquevivíanseestabahaciendoinsoportable.«Elelásticoyanosepuedeestirarmás»,decían.Alfinal,alllegara suscasas,ya lohabíandecidido.Ydemanera rotunda:como laCompañíaaún no se dignaba a entregar una respuesta a sus demandas—«Ni siquiera nos haescuchadoelgringodemierda»—yloshombresnohacíannadaporapoyarlasensu

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protesta, desde esta noche, además de la huelga de viandas vacías, se declaraba lahuelgadecamasvacías.

«¡Desdeestanocheningunamujerseacuestaconsumarido!».Ladecisiónfueunánimeyseechóacorrerporelcampamentoconlarapidezde

unaguíaencendida.

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Alanochecer,encompañíadesujefedevigilantes,eladministradorsepresentóenel calabozodonde sehallabanLucilayRosaura.Ellas eran lasúnicasdetenidasquepermanecían encerradas.A los borrachos camorreros, como se acostumbraba ahacer,loshabíansoltadodemadrugadaparaquesefueranatrabajaralascalicheras.Casitodoseranpatizorros;lamayoría,bebedorescrónicos.

Nimbado por la luz de la única ampolleta del calabozo, que daba a su escasacabellera rubia un aura eclesiástica, el gringo les preguntó a las detenidas —porintermediodeEmeterioAntonioVeraSierralta—quesilashabíanatendidobienalasseñoritas,si lacomidahabíasidodesuagrado(apenas leshabíandadounplatodesopaaguadaentodoeldía),yquesiselesofrecíaalgoespecial,comounventiladordeaspas,porejemplo,ounaalfombrapersa.Luego,dejóestallarsucólerayconlasvenas de su frente hinchadas les gritó que qué carajo creían ellas que estabanhaciendoalazuzaralasmujeresdeDesolaciónensucontra.

«Nosotrassoloorganizamosunaveladaparainaugurarelcentrofemenino»,dijoLucila.«Lodeanochefueunaprotestaespontáneaacausadelamuertedeunniñomenordeseismeses.Otromás».

Elgringoesperóaquesuempleado le tradujeray luego,golpeándose lasbotasconlafusta,preguntógritandoquequéculpateníaéldelamuertedeeseniño.

«Usted sabe que aquí los niños se mueren por falta de atención médica»,respondióLucila.«Yesaesunadelascosasquesepide:quelaCompañíacontrateunmédicoresidente».

«En la corrida donde yo vivo», dijo Rosaura, «elmes pasadomurieron cuatroguaguas».

«Yeninviernoespeor»,agregóLucila.«Ustedesnomevanaindicaramíloquetengoquehaceronohacer»,gritóel

administrador.«Ustedpreguntó,nosotraslerespondimos»,dijolaprofesora.Que eran unas anarquistas consumadas, continuó gritándoles el gringo —y

traduciendoagritosEmeterioAntonioVeraSierralta—,unasactivistaspagadasporlos socialistas, y que él no iba a soportar sublevaciones en su oficina.Después lespreguntódóndecarajoteníanescondidaaJordania,laempleadadesucasa.

Lasmujeresdijeronquenosabíannadadesuamiga.«Es una perramalagradecida», dijo el jefe de los vigilantes que había dicho o

queridodecirelseñoradministrador.Al final, el gringo dictaminó que Rosaura se quedaba sin su puesto en la

ventanilladelbiógrafo,yqueagradecieraquenoexpulsabaa su familia,nadamásporque su padre siempre se había destacado como un buen elemento para laCompañía.Queelladeberíaseguirsuejemploynoandarporlavidametiéndoseenproblemas.«Yonosoyningúnelemento»,musitóbajitoRosaura.Loshombresnola

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oyeron.ALucilaledecretólaexpulsióndelaoficina.Sinapelación.Yaveríaélcómose

laarreglabaenmarzoconlosniñosdelaescuela.«¡Pero el miércoles esta perra anarquista se me sube al tren con monos y

petacas!»,seregodeóentraducireljefedelosvigilantes.Comosinohubieseoídonada,LucilalepreguntópordonRosalinodelValle.El

gringo miró a su jefe de vigilantes y este respondió por su cuenta y dijo que enDesolaciónnoseconocíaaningúnindividuoconesenombre.

«Elvendedordepájaros»,dijoellamirándoloalosojos.Eljefedelosvigilanteslecontuvolamiradayconundejodesarcasmodijoque

nosabíadeningúnmercachifledepájaros.Antes de salir del calabozo, el administrador ordenóque pusieran en libertad a

Rosaurayselaentregaranasuspadresqueesperabanafuera—lospadresdeRosaurahabíantraídounabanquitadesucasay,sentadoensilencio,nosehabíanmovidodelapuertade lavigilanciadesde lanoche anterior—.Yque laprofesora sequedaraencerradahastaelmiércoles.

«Deaquísemevadirectoaltren»,dijo,dándoleelúltimogolpedefustaensusbotasdemontar.

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Revoltosa, levantisca, rebelde, sublevada, indócil, desmandada. Todas esaspalabrasymuchasotrasmerepetíandeniñaencasa,enlaescuela,enlacalle,enlaparroquia demi pueblo, hasta dondemimadreme llevaba a la fuerza yme hacíainclinarypersignarantelasimágenessagradas.Esaspalabrasmesonabanamúsica.Aunque no sabía bien qué significaban, intuía que eran las justas para mí, y megustabany lassaboreabayme identificabaconellascomosi formaranpartedemibiografía.Sobretodomegustabaindócil;laasociabaauncaballonegrorelinchandolibreen lamontaña,uncaballoveteadodemúsculosgalvánicosalquenadiepodíacapturaryamansar,nunca.Estaniñapareceniño,decíalagentecuandomeengrifabaynomedejababarbearpara tomarmeelaceitedericino,ocuandoen lascallesdebarrodeTalca,aorillasde la líneadel tren,con lasmanosempuñadas,meponíaapelearconlosmuchachosquememolestabanporelcortedepeloalo«marimacha».O cuandome liaba con losmayores al ser sorprendida escondida por ahí leyendolibros de gente grande, sinmonitos, cuando leer parecía solo cosa de hombres (yointuíaqueparanosotraslasmujereseralamejormaneradeserrebelde).Revoltosa,levantisca, sublevada, rebelde, indócil, desmandada; todos esos epítetosvuelven enmissueñosdevezenvez,sobretodocuandosonsueñosdeinjusticias.Alguiendijoquetodoslossueñossoninsurrectosylosmíoslosonsindudaalguna.Siemprehesoñadoquelamujereslaesperanzadelmundo,yquesomosnosotraslasmujeres—sobretodolasmujeresdelfuturo—lasllamadasasalvarlodelahecatombrealaquelovienenllevandoloshombresa travésdelossiglos.Sino,veanloqueacabandehacerconelmundoestosbárbarosdel carajoal llevarloa laGranGuerra, solo lascifrasyasondeterror:sesentaysietepaísesinvolucrados,másdesesentamillonesdecombatientes,casidocemillonesdemuertos,diecinuevemillonesdeheridosytreintaycincomillonesdemutilados.Comoparallorar,¿no?

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Elmartes, la gente deDesolación amaneció espantada por una noticia terrible.Por la noche, Rosaura, la boletera del biógrafo, había sido asaltada, golpeada yvioladaporunacuadrilladehombresembozados.

Cercadelamedianoche,alratodehaberllegadodelavigilanciaconsuspadres,Copérnico sehabía aparecido en la casade la joven conun recadode su amiga laprofesora.Lemandabaadecirquealfinalaellatambiénlahabíansoltadoyqueleurgía verla. Que la esperaba en la escuela. Cuando Rosaura salió de su casa,negándoseaseracompañadaporsumadre,fueembestidaporcuatrohombresconlacaracubiertaporunpañuelonegroquelaarrastraronhastadetrásdelacarbonera,endondefuegolpeadayultrajadademanerasalvaje.Juntoalcuerpotiradoenelsuelo,conelquetropezóunobrerodelturnodenoche,sehallóuncartónquedecía:

Estolevaapasaralasquenoseacuestenconsusmaridos.

Copérnico contaba llorando por la mañana que un hombre que no conocía lehabía pagado un peso para que le llevara el recado a «la señorita del biógrafo».Belindatratabadeconsolarloconlaspalabrasyeltonoqueseusanconlosniños.

«Tranquilo,donCope,ustednotuvolaculpa».Entantoenlavigilancia,EmeterioAntonioVeraSierralta,impávidoanteeldolor

delospadresdeRosaura,quellegaronadenunciarelhecho,dijoquegranpartedelaculpadelosucedidolateníaellamisma,queunaseñoritadecentenosalíasolaalacalleaesashorasdelanoche.

«Lanocheesparalobosyladrones»,sentenció.Sinembargo, lamayoríade lagentede laoficina sospechabade losvigilantes.

Sobretododesujefe,queyateníaacusacionesdeviolenciayabusossexuales.«Esebizcoeselmismoeldiablo»,decían.

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Elvendedordepájarosrecobraelsentido.Abrelosojos.Estátiradoalfondodeunaquebrada,enmitaddeldesierto.Sientelosrayosdelsolpunzándolocomoagujas.Siente los labios descuerados, los huesosmolidos.Tienemarcas de latigazos en elcuerpo.Nosabecuántotiempollevaahí.¿Horas?¿Días?Lasedloagobia.Desdelasbrumasdesumemorialelleganfogonazosderecuerdos:despuésdecastigarloenelcepodurantehoras,losvigilanteslocargaronalagrupadeuncaballoylofueronadejarenmediodelapampa.Allí,trasazotarloygolpearlohastadejarloinconsciente,lotiraronalaquebradadándolopormuerto.

«Sinoestámuerto,yasevaamorir»,habíadichouno.El vendedor de pájaros trata de incorporarse y siente la arena ardiente

quemándole los pies.Está descalzo. «Hijos de la granputa», reclama.Ayudándoseconelfilodedospiedras,rasgasuchalecodehuasoendosyselosenvuelvelomejorque puede.Después se levanta a duras penas.No sabe hacia dónde encaminar suspasos.Haciatodoslosladoseslomismo:elhorizonteesunaredondelatemblorosa.Mirahaciaarriba:remachadoenmitaddelcielo,aunpalmodesucabeza,elsolesuncrisantemo ardiendo, una piedra al rojo blanco; sus rayos cubren la tierra porcompleto, la rebasan, y la sombra se ha replegado en sí misma, se ha escondidodebajocomounbichoasustado (suspatitasdearañanegraasomanapenasencadaunadelaspiedras).Hastasupropiasombraseleesconde,selepegaalasueladesuszapatos como alquitrán caliente, y ya no hay un puto centímetro de sombra en elmundo,nohaydóndeguarecersedelahorrorosacanícula.

Eslahorasinsombra.Lamalditahorasinsombradelapampa.Luegodecaminarbuentrechosinsaberaquéladoestácadaunodelospuntos

cardinales,elpajarero,enfebrecidoporlased,comienzaadelirarconsuspájaros:sevecaminarconsucargamentodejaulas,alegreydicharacherocomounárbolllenodepájaros.Tengoqueirdejandolasjaulasdetrásdemí,sediceenfebrecido,dejarlasunaauna,dejarlascomolasmiguitasdepandelcuento.Sialguienmebusca,queelreguero de trinos sirva de huella y guíe a mis salvadores. Aunque no sé cuántoaguantarán vivos los pobres pajaritos sin agua y bajo este sol de castigo. Y siguecaminado consumidopor la sed, agotado, angustiadode ver que en la última jaulaque le queda, de los seis canarios, amarillos como el mismo sol, cinco ya estánboqueando. Uno solo sigue cantando. Sus débiles trinos le suenan como gotas deaguacayendosobreunapiedra.Comogotasdeagua.Agua,agua.Quieretragarsalivay no puede, no le queda una gota. Agua, agua. Una sed sulfúrica le quema lagarganta.Nosabecuántotiempomáspodráaguantar.Sigueandando.

Ahora se ha atado las mangas de su camisa en los pies que ya comienzan asangrar.Aunquelaredondeladelhorizontepareceestrangularloylosespejismoslocercan como lobos azules, silenciosos y letales, el vendedor de pájaros sigue

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andando. Cada paso es una esperanza de vida. A ratos, haciéndose visera con lasmanos, mira al cielo como buscando una señal: arriba, el sol es un paralíticoatrabiliarioquenoavanzaunputocentímetro,niparaunoniparaotrolado.

De súbito vuelve a reparar en el detalle que lo hizo estremecer al llegar aDesolación:noseveningúnjoteplaneandoenelcielo.Enmediodesuaturdimientorepite:«Averno:lugarsinpájaros».Seestremecedenuevo:enDesolaciónnohabíavistogorrionesenlaplaza,nipalomasenlatorredelaiglesia,nijotescoronandolatortaderipios.Yaenfrancodeliriosemiraasímismoysedicequesiacasonoestaráyamuerto,yloqueavanzaexánimeenesosinstantesporesosarenalesdelinfiernoesapenassuespectro.Sifuerahumanoyestepaisajefuerareal,sedice,yahabríaunadocenadeesospajarracossobrevolándoloencírculosycadavezmásbajo.

Despuésdehorasdecaminar,apuntoyadecaerydejarsemorirsobrelaarena,divisaloquesemejaunahileradecrucesalolejos:sonlospostesdeltelégrafo.Nosabe si son reales o son apenas la visión de un espejismo. Un rato después se veparadoa laorillade la líneadel tren,cavilandohaciaqué ladodebeencaminarsuspasos, si a la izquierda o a la derecha. A ambos lados la línea férrea es una soladerechera.Aambosladoselpaisajeculminaenunhorizontepavorosamentemondo,diáfano,magnético.Optaporlaizquierda.Cuandoalanochecerdivisaelestanquedeaguadelaestacióndelaoficina,sientequesehasalvado.

Porahora,denuevosehasalvado.

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Recién había oscurecido en las calles de Desolación cuando el vendedor depájarosaparecióenlacasadelapianista.

La señorita Belinda tomaba el té acompañada de Copérnico, quien acababa dellevarleunsacodecarbónparalacocina,cuandollamaronalapuerta.Lapianistaseextrañóporlainsistenciaylaformadegolpear,comoconlaspalmasdelasmanos.Al abrir ahogó un grito de espanto.El estado del pajarero era calamitoso. «Pareceustedunespectro», ledijoasustada.RosalinodelValle juntósuúltimoalientoparadecirlequesí,queeraunespectro,antesdecaerdesmayadosobreelsillóndecretonaverdehastadonde,entreellayCopérnico,lollevaroncasicargándolo.

Jordanianoestabaenlacasa.Lapianistalahabíallevadoaescondersedondeunade sus alumnasmás queridas, hija única de un empleado de escritorio. Allí no labuscarían. Había hecho bien, pues en la primera casa en donde los vigilantes labuscaron fue en la suya, luegohabían allanado el hogar de cada una de las cuatroamigas.Másinteresadoqueelgringoenbuscarlayencontrarlaestabaeljefedelosvigilantes. Se le había oído decir que había que encontrarla como fuera, que esamujererasuyaydenadiemás.

Alrecobrarelsentido,elvendedordepájarospreguntóporJordania.LaseñoritaBelinda,queafaltadealcoholleestabadesinfectandolasheridasdelospiesconsusperfumes, le dijo que no se preocupara, que su amiga estaba a salvo, que por elmomentonoeraconvenientequesevieran.Losvigilantespodríanestarrondandolacasa.

La pianista había enviado a Copérnico a avisar a Jordania y a Esther de laaparicióndelvendedordepájaros.Ydepasaditaqueavisaraenelsindicato,ledijo,puesjustoenesosmomentosseestabaformandounacuadrilladeobrerosparasalirabuscarlo,araízdequeporlatardeunodelosvigilantes,pasadodecopas,habíadichoenunafondaenquélugardelapampalohabíandejadotirado.

Aldespertarelpajarero,laseñoritaBelindalopusoaltantodetodoaquello,ydeloocurridoenlaveladaydespuésdelavelada:lasprotestas,elapresamientodelasdosamigas,latragediadeRosaura,lahuelgadeviandasydecamasvacíasdeclaradaporlasmujeres.

Horasmástarde,ypesealpeligroaqueseexponía,Jordaniaaparecióencasadelapianista.Erapasadalamedianoche.Alverelestadoenquesehallabaelpajarero,selargóallorarcomounaniña.Loabrazó.Amboslloraronabrazados.

«Hace años que no hacía esto», dijo Rosalino del Valle después de un rato,restregándoselosojosconeldorsodelasmanos.

«¿Hacerquécosa?»,preguntóella.«Llorar».Ellalomiróalosojos.«Ymenosabrazadoaunamujer»,tratódesonreírelvendedordepájaros.

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«EsonoselocreeniLucifer»,tratótambiéndesonreírJordania.«Créalo»,dijoél.«Laúltimavezquelloréasífueabrazadoalaspollerasdemi

abuela.Teníaonceaños».La noche estaba particularmente calurosa y en la calle, a intervalos, se oía el

aullidodeunperro.«Eselperrodelavecina»,decíalapianistacomodisculpándose,y se asomaba a la ventana medrosa. No fuera a ser cosa que aparecieran losvigilantes.Luegosepusoa trajinarde lacocinaal living trayendoy llevandotazascon infusionesdeyerbasypensandoenvozaltaquehabríaquevercómosehacíapara mantenerlos a ambos a resguardo de los vigilantes, y luego planear lasescaramuzasparaembarcarlosmañanaeneltren.

DespuésledijoaJordaniaqueEstherhabíamandadoadecirquemañanaporlamañanaletraeríaalgunosvestidosparaelviaje.Despuésagregóqueellaporsuparteleregalaríaunamaleta.Ydespués,queyahabíahabladocondonCopeyfletadosucarretón de mano para que, además del equipaje, llevara el cajón de té de donRosalinoalaestación.

«Aunquedeequipajehaypoco»,ledijoalpajarero.YlediolamalanoticiaqueaellalehabíadadodonCope:quealpasarayernocheporlafondadondeélarrendarala pieza, don Cope vio por la ventana que habían desaparecido todas sus cosaspersonales.Comoyalodabanpormuerto,sehabíanllevadohastaelbaúl.Y,comounacuriosidad, ledijoque frentea lapieza,aunoscienmetroshacia lapampa,elhombrecito había visto un montón de jaulas vacías y algunos de sus pájaros decoloresrevoloteandosobreellas.

RosalinodelValleyJordaniapasaronlanocheabrazadosenelsillóndecretonaverde.

«¿Porquéseráquealgunospájarostiendenaregresarasujaula?»,sepreguntóelpajarero,yacasidormido.

Jordanialobesóenlafrente.

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Aldíasiguiente,tempranoporlamañana,Estherirrumpiócomounremolinoenla casa de la señorita Belinda. Llevaba un paquete bajo el brazo y en la bocaborboteándolelanoticiaincreíbledequelosobrerosdeDesolaciónnohabíansalidoatrabajar.Nialascalicherasnialamaestranza.

«¡Sehadeclaradohuelgageneral,amigamía!»,gritó lacosturera.Suexpresiónzigzagueabaentreelsustoyeljúbilomayúsculo.

Enverdaderaunanoticiadespampanante.Luego,sujúbiloaumentóalveradonRosalinodelVallesanoysalvo,yaunque

elpajareroapenassipodíacaminaryledolíantodosloshuesos,Estherseleabalanzóencimayloabrazómaravilladadequeestuvieravivo.«Sonpocoslosempampadosquesalenconvidaenestedesierto»,dijoconlosojoshúmedosdeemoción.Despuéslospusoaltantodetodaslasnovedadessobreelestallidodelahuelga.Lomalo,dijoesquehacíapocoratosehabíasabidoqueeladministrador,guarecidoensucabañadelrío,habíaavisadoalpuertoparaquemandarantropasdelEjército.

Después,EstherleentregóaJordaniaelpaqueteconmediadocenasdevestidosqueletraíaparaquetuvieraconquéviajar.Eranvestidosquelehabíanmandadoahacer algunas esposas de empleados y que jamás retiraron. Escogí los que más omenos daban tu talla, le dijo.Además, entre los vestidos iba un par de zapatos decharol,demediotaco,queojalálecalzaranbien.

Otranoticiaquetraíalacostureraeraqueeltrenveníaconmásdetreshorasderetraso; se lo había dicho el propio jefe de estación, con quien se encontró decasualidadenlacalle(«Veníasaliendodelacasadesuamante»,lesusurróaloídoalapianista).Osea,queenvezdellegaralasdiezdelamañana,eltrenllegaríaentrela una y dos de la tarde, le había informado en tono didáctico el jefe de estación,mesándosesusrubiosbigotesdemanubrio.

«Demodo,amigasmías»,dijoEsther,«quehaytiempodemásparaprepararelviajedelostortolitos».

Despuésdedesayunarycharlarun rato, lapianistayEstherdejarona laparejasolos en la casa y se fueron al sindicato de obreros, constituido en el centroneurálgico del conflicto. Querían ver con sus propios ojos lo que estaba pasandorealmente.

«Ypensarquetodocomenzóconunasimplevelada»,reflexionóEsthermientrascaminabanapresuradasporlascallesdetierra.

«Así nomás es, amiga mía», dijo excitada la señorita Belinda. «Nosotras soloqueríamos fundar un centro para mujeres y mira tú la revolución que estáresultando».

Ellocaldelsindicatoestabarepletodehombres,mujeresyniños.Laagitacióneragrande.Mientras los dirigentes estaban reunidos en una salamás pequeña y en elsalóngrande losobrerosesperabanfumandolaresolucióndesusdirigentes,afuera,

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enelfrontis,lasmujeresyapreparabanlosgrandesfondosdefierroenlozadosparacocinar la primera porotada con chicharrones de la olla común. Se suponía que lahuelgateníaparalargoynadiepensabaecharpieatrás.

¡Niunpasoatrás,compañeros!,serepetíanentretodos.Nadiesabíaacienciaciertasiladecisióndelosobreroshabíasidodetonadapor

la detención de la profesora y su amiga o por el ataque feroz a la boletera delbiógrafo, incluida la amenaza explícita a las mujeres casadas. Los más irónicosdecían riendo que en verdad había sido el ultimátum de las camas vacías que loshabía hecho reaccionar. Sin embargo, en el fondo de sus corazones, los obrerossentíanquehabíasidolacadenadetodosestoshechosloquehizoporfindespertarsusconciencias.

«Sinolvidarlossermonespajarísticosdelvendedordepájaros»,decíanalgunos.«Locierto,compañeros,esquelabolayanodabaparamás»,decíanotros.El asunto fue que durante toda la noche el sindicato había sido testigo de

reuniones secretas, de personas que entraban y salían, de correveidiles embozadosquerecorríanlasdistinasseccionesdetrabajohablandoconlosobrerosdelosturnosdenoche.Yalamanecer,alassieteenpunto,lahoradeentradadelturnomañanero,sedeclaróoficialmentelahuelgageneral.

Lagenteestabaeufórica.Losobreros—tiznadosypatizorros—ibandeunladoaotro con el pecho inflado de orgullo. «Parecemos gallitos de la pasión», bromeóalguno.Enverdad,comoeralaprimerahuelgaquesellevabaacaboenlaoficina,sesentíanhaciendohistoria.

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Amediamañanasesupoqueelgringo,alenterarsedelestallidodelconflicto,sefue a esconder a la cabaña del río. Tal como dos años antes en San Gregorio, elgerenteyrepresentantedelaCompañía,ungringodeapellidoDouglas,sehabíaidoaesconder a la oficina Valparaíso, distante cuatro kilómetros y medio, mientras lasfuerzasmilitaresllegabanperpetrandolamatanza.

ElgringosehabíallevadoconélaEmeterioAntonioVeraSierraltayalamitadde ladotacióndevigilantes.Le importabamás cuidar supellejoque laoficina.Nisiquiera se llevó con él a su mujer. Y ya era sabido entre la gente que se habíacomunicado con las autoridades del puerto informándoles de la rebelión de losobrerosysolicitandoqueenviaranconurgenciatropasdelEjército.

Los vigilantes que se quedaron al mando del campamento tenían órdenes decuidar especialemente los edificios de la administración y de la pulpería. Pero aldarse cuenta —por algunas explosiones de amedrentamiento en las afueras de laoficina—deque lospatizorrosestabanapertrechadosdedinamita,noseatrevíanasaliralacalleyseatrincheraronenlasdependenciasdelavigilancia.Pocoantesdelmediodía,una turbadeobreros,armadosconchuzos,palasypicotas,yexhibiendobien a la vista sus velas de dinamita, llegó a exigir la liberación inmediata de laseñoritaprofesora.Losvigilantes, tratandodeparecerenérgicos, lesgritaronqueseretiraran,quesinoobedecíanharíanusodesuscarabinas.Bastó, sinembargo,queFacundoPérez,elbarreteromásdiestrodelascalicheras,aquiennuncaselehabíaquedadountiroechado,hicieraexplotarunsolodinamitazoenelfrontisdeledificio,volando limpiamente la puerta principal, para que por entre la polvareda de laexplosiónlosvigilantessacaranbanderablancayaccedieranaliberaralaprofesora.Luego, los obreros les requisaron las carabinas y los encerraron en sus propioscalabozos.

Envalentonadosconsuprimertriunfo,losobreros,acompañadosdeungrupodemujerescomandadasporLucila(quesenegóaquelarevisaraelpracticante:«Estoybien»,fuetodoloquedijoalsalirdelcalabozo),sedirigieronprimeroalapulperíayluegoal consistorio.Y se tomaronambos locales.El practicantenoopusoningunaresistencia,másbienestabadepartedeellos.Noasíelrijosojefedepulpería,quealverllegaraloshuelguistasseescondióenunodeloshornosdelapanaderíaquesehallabaen reparación.Ahí lo encontraronunoscarrilanosy logolpearonduro, conpiesypuños,envenganzaportodaslasofensashechasalasmujeresdelosobreros.

Luego de tomarse ambos recintos, la gente procedió a repartir víveres ymedicamentos en medio de la algarabía general. Después se tomaron laadministración.Yaunquehuboalgunosquequisierontomarselaiglesia—«hayqueincendiarla», decían los anticlericales más acérrimos—, primó la opinión de lamayoría de que la iglesia no era prioridad. Dios podía esperar. En tanto el curapárroco,acompañadodedosdesusbeatasmásconsagradas,sehabíaparapetadoen

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lo alto de la torre del campanario. Desde allí, crucifijo en ristre, condenaba ymaldecíaavivavozaesosreclamantesendemoniadosquenoteníanperdóndeDios,puessabíanperfectamente loquehacían.Cuandoalancianocurita ledioporhacerredoblar las campanas sin parar, hubo que subir y bajarlo a viva fuerza, pues esezafarrancho eclesiástico exacerbaba el ánimo de los obreros más descreídos yperturbabaelespíritudelasmujeres,siempremásimpresionables.

Amediodía,yaconlaoficinatomada,unanoticiaremecióelánimodelagente:por medio del telégrafo de la estación ferroviaria se supo que desde el puerto yavenían subiendo tropas de soldados del Regimiento Esmeralda. Y veníanapertrechados de ametralladoras y artillería pesada. O sea, venían dispuestos amasacrarlos igual como habían hecho con los obreros de tantas otras oficinas dedistintos cantones, en donde no solo se conformaron con cañonear y ametrallar ahombres,mujeresyniños,sinoque,además,alosheridoslosdejabandesangrarhastamorirsinrecibiratenciónmédica,yalossobrevivientesquelograbanhuirapampatraviesa,losperseguíany«palomeaban»sincompasiónninguna.

Losobrerosmásviejosdijeronquelanoticiaeraloesperable.Quelosintendentesdel puerto siempre habían estado a disposición de los industriales salitreros paraenviar prestamente al Ejército a reprimir los conflictos laborales. Para ellos, lashuelgas en la pampa eran rebeliones, amotinamientos, alzamientos, revueltas, y loshuelguistasnoeransinounosácratassublevadosalosquehabíaquetratarconmanodura.«Hayquepalomearsinascoaesosrotos»,decíanlosgeneralesconunacopadechampaña en lamano en los iluminados salones de las fiestas organizadas por losindustrialessalitreros.Elloslosoíancomplacientes.

Sinembargo,losobrerosdeDesolación,armadosdepiedras,mangosdepicotas,machos de venticinco libras y toda herramienta que pudiera ser usada como arma,máslascarabinasrequisadasalosvigilantes,estabandispuestosanodejarsevencertanfácilmente,menosaúnadejarsepalomear.

«Mejormorirdefendiéndosequepalomeado»,decíanllenosdebravura.Ademáscontabancon ladinamitay lapólvora suficientespara contrarrestar en

algo a la artillería pesada. Lo primero que se habían tomado por la noche fue elpolvorín.

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Elpalomeoderotos,contabanlosobreros,consistíaenlapersecusiónimplacable,porpartedelosmilitares,alossobrevivientesdealgunamatanzaquelograbanhuirhacia la pampa. Tras apresarlos, los hacían formar en hilera, a una brazada dedistancia uno de otro, les pasaban una pala y que comenzaran a cavar su propiatumba.Habiendoterminadodecavar,yhaciendocasoomisoalosruegosdeesposas,hijosymadresqueimplorabanporsusvidas,lesordenabanaloshombrespararsedefrente a las sepulturas. Entonces, los oficiales —los más jóvenes eran los másentusiastas—sedabanelgustodecomenzaradispararyvercómo,algolpede sudisparo,el«roto»describíaunamediavueltaenelaire,«comopalomita»,paracaerjustodentrodesutumba.

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Faltaban diezminutos para las dos de la tarde cuando los niños trepados en elestanquedelaguadivisaronelpenachodehumonegrotildandoelhorizonte.

«¡Vieneeltren!»,comenzaronagritaratodopulmón.Veinteminutosmás tarde, entre nubes de vapor y hollín, sonando el silbato y

tañendo su campana, con los niños colgando en las pisaderas de cada uno de loscoches,eltrendepasajerosconrumboalsurhacíasulentaentradaalaestación.Elmaquinista, acodado en la ventanilla de la locomotora, solemne como capitán denavío, saludabacon lamanoenaltomientraspreguntabaal fogoneroporqué tantagente,gancho,porquétantosgritosyporquétantosletrerosquenoalcanzabaaleerbien qué carajo decían. ¿Acaso en el tren, venía algún personaje ilustre y ellos noestabanenterados?

En efecto, aunque era una tarde calurosa, el andén se hallaba atestado demanifestantes eufóricos que no paraban de vociferar y saltar y agitar banderas ycarteles.Mastodaestaalgarabíanoeraporlallegadadeltrensinoporladeclaracióndehuelga.Yaerahora,compañero,porlacresta,sedecíanpalmoteándoseelhombrolos obreros. Hombres, mujeres y niños, luciendo vestimenta de día festivo conbanderasdelPartidoSocialistaypancartasalusivasalconflicto, reclamabanenvozalta, creando consignas y repitiendo los puntos más importantes del pliego depeticiones;sindejardedespotricarcontraelgringoadministradorycontraelcuerpode vigilantes.Y cuando el tren se detuvo, además de la bulla de los comerciantesofreciendo lospanesamasados, lasempanadasfritasyel tecitoenbotellasdeBilz,loshuelguistas lesmostraban loscartelesa lospasajerosatónitosy lesgritabanporlas ventanillas que contaran en cada pueblo donde parara el tren los motivos, lasrazonesylascircunstanciasdeporquélosobrerosdeDesolaciónestabanenhuelga.

¡Ydiganquenopensamosentregarlaoreja,compañeros!

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Sumidosenunextrañosilencio,abrazados,mirándosealosojosconunbrillodeembelesoyestupefacción,comonocreyendoqueenverdadseibaneneltrenjuntos,se iban al sur juntos, se iban a vivir juntos para siempre, Rosalino del Valle yJordania,entrelabataholadelgentíoenelandén,erandespedidosporLucila,EstherylaseñoritaBelinda.

El vendedor de pájaros, aún convaleciente de los golpes y la caminata, casi nohablabayapenassipodíamantenerseenpie,ydebíaserasistidoporJordaniay lapianista.Copérnico,queleshabíallevadoelequipajeyelcajóndetéensucarretón,nosedespegabadeellosymirabaatodoscongestoembobado.Elairedefiestaqueteñíaelambienteparecíadesconcertarlo.

Porlamañana,luegodelaliberacióndeLucila,ycuandoyaeraunhecholodelbatallóndesoldadossubiendoalaoficina,JordaniayRosalinodelValle,contratodaslas opiniones, quisieron quedarse. En algo podrían ayudar, dijeron. Pero Lucila sepusofirmeylesdijoqueno,queellosteníanqueirse,quesiocurríaalgograveenlaoficina, alguien tenía que contar la historia.Además, en las condiciones en que sehallabadonRosalinonoseríademuchaayuda.

«Usted,conelcantodesuspájarosayudóasembrarlasemilladelarebelión»,ledijoentonosolemnelaprofesora.«Yconesoyahizobastante».

«YalllevarseaJordania»,dijoEsther,sonriéndoleaambos,«ratificalafamadequeencadapobladopordondepasa,alirsedesaparecelamujermásbelladetodas».

En tanto, la locomotora terminaba de reabastecerse de agua y el ancianoconductor,consugorradeviseraysusilbatoenlamano,avisabaquelospasajerosdebían de abordar el tren, en el momento en que las amigas intercambiaban losúltimos cariños—los abrazos, las caricias y las lágrimasparecían interminables—,por el fondo de la estación, a galope tendido, apareció Emeterio Antonio VeraSierralta.Veníaacompañadodedosdesussecuaces.

«¡Esamujernovaaningunaparte!»,dijodesmontandodesucaballodeunsalto,aparatosamente,mientraslosotrosdosloescoltaban.

Consucarabinaenlamano,empujandoalagentequeleestorbabaelpaso,llegóhasta el grupo de amigas, se paró a cuatrometros de ellas (las piernas abiertas encompás), y mirando a Jordania, que en esosmomentos se despedía de la señoritaBelinda,agregótajante:

«Estamujeresmía».Pasadalasorpresadelprimerinstante,lagentedelaestacióncomenzóarodeara

los vigilantes. Emeterio Antonio Vera Sierralta, con su mirada torcida, levantó sucarabinayapuntóaJordania.

«Ysinoesmíanoesdenadie».Ydisparó.Deahíenadelantetodosehizoconfusoparaelvendedordepájaros.Solosupo

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quetratódecubriraJordaniaconsucuerpo,peroeldisparonole llegóaélsinoaCopérnico,quien,tratandotalvezdeprotegeralaseñoritaBelinda,seadelantóyseinterpusoentreellosylabala.Vioquelagentequisoirseencimadeljefe,perosushombres la hicieron retroceder disparando al aire; vio que Emeterio AntonioVeraSierralta volvía a cargar su arma y volvía a disparar, y vio cómo Jordania, comotocada por un rayo, caía junto al cuerpo de Copérnico. Mientras todos gritabanespantados,vio el cañónde la carabina apuntandoahoradirectohacía él…pero eldisparoquesonónofuedecarabinasinoderevólver,yelquecayótocadoporlabalano fue él sino Emeterio Antonio Vera Sierralta. Rosaura había aparecido entre lagente (con su cara aúnmoreteada por los golpes) y, a dosmetros de distancia, ledisparó con el revólver que su padre guardaba enunamaleta.Comoel jefe de losvigilantessoloquedóheridoylamuchachanotuvoalmaparavaciarleelrestodelasbalas, el gentío aprovechó el instantede sorpresay se fue encimade losotrosdoshombres que, sobrepasados en número, entregaron sus carabinas y se rindieron,mientrasunaturbacomenzabaagolpearenelsueloasujefeherido.

Sinpodermoverse,comofascinadoanteelcuerpodeJordania,que,asistidaporsusamigas,ya formabaunageografíade sangreen la losadelandén,RosalinodelVallesentíaqueelmundoempezabaadesvanecerse,aesfumarseantesusojos;oíaelmurmullodelagentecomoensordina,todoleerairreal,ilusorio,parecíaquedeunmomento a otro élmismo se iba a desintegrar en unmillón de partículas, se iba aesfumar en el aire como el vapor de la locomotora, cuyo silbato ronco, repetido,anunciando su partida, lo hacía emerger a la realidad como desde el fulgor de unsueñointenso,tanintensoyvívidoque…

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ElvendedordepájaroseselúnicopasajerodeltrenquebajaenDesolación.Alpisarelandénloembargalasensaciónciertadequeahíhayvida,yqueélacabadebajar no solo porque le duele el oído, sino porque—lo intuye vagamente— debeentregar algo a alguien. Y parado ahí, en medio de la nada, oye murmullos deconversaciones,carrerasdeniñosyllantosdemujeres.

Perosoloesundestello.Elsilbatodeltrenlosacaaflotedegolpeyleparecequehantranscurridodías

cuandoelconductorletocaelhombroyleanunciaqueyadebeabordarsinoquierequedarse solo en este peladero del infierno. El vendedor de pájaros—que ya nosienteningúndolordeoído—miraporúltimavezhacialoscascotesdeuncaseríorecortadoalolejosy,mientrassubeenelúltimocoche,oyeresonarensucerebrounnombredemujerquenuncaanteshaoído:Jordania.

Reemprendidoelviaje,elancianoconductorsevaconélenelbalcóndelcochenarrándoletrozosdelahistoriadeesapartedelapampallamadaDesolación.Comopasó en tantas oficinas, le dice, aquí también hubo unamatanza de obreros, y talcomo ocurrió en cada una de lasmatanzas que coronan la historia de la pampa,nuncasellegóasaberlacifraexactademuertos.Sedicequeaquícayeronmásdequinientas personas, entre obreros, mujeres y niños; otros, más apegados a lasversionesoficiales,aseguranquenofueronmásdecuarentaocincuentalasvíctimas,yque lamayoríaeranmujeres.Tambiénexistenversiones,más felicessisequiere,queaseguranquehasido laúnicavezen lahistoriadelsalitreenque losobrerosderrotaron a los soldados; que los calicheros de Desolación, vestidos con losharapos de los uniformes dados de baja del mismo Ejército que los atacaba, losenfrentaron con decisión y, a fuerza de dinamitazos, los hicieron huir sin pena nigloria. Un apéndice de esta versión asegura que por las tardes, a la hora de lapuesta del sol, que fue la hora del combate, se oyen disparos de carabinas,cañonazosdeartilleríaytirosdedinamita.Yquelomásmisteriosodetodoesque,siseaguzaeloído,enmediodeeseestruendodeguerra,juntoalosquejidosyalosgritosdedolordelosheridos,sealcanzaaoírclaritoalgoasícomoelclamoreodecientosdepájaroscantores.

Aunquetambiénexisteunaversiónquedicequeaquínuncahubounamatanza,estopor la sencilla razóndequenuncahubounaoficina.Queenrealidadenestelugarsequisoexplotarsalitre;sinembargo,elproyectosequedóamediasporqueaúltimahora sedescubrióque la leydelmaterial eramuybaja, ypor tantonoerarentable.Demodo que el campamento y la planta de elaboración, que ya habíancomenzado a levantarse, quedaron a medio terminar, y esos serían los cascotes yescombrosquesedivisanalolejos.Loúnicoquehaexistidosiempreeslaestaciónen donde los trenes se reabastecen de agua gracias al pozo existente en el lugar,estaciónqueapareceenlosmapasdelferrocarrilcomoDesolación(talcomoselee

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en su carcomido letrero de madera), nombre que obedece a que el lugar es tanyermo,tristeydesamparado,quenisiquieralosjoteslosobrevuelan.

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HERNÁNRIVERALETELIER (Talca, 1950). Su novelaLaReina Isabel cantabarancherasfuepremiadaporelConsejoNacionaldelLibroylaLecturaen1994,yesuna de las obras literarias de más vasta difusión de la narrativa chilena reciente.Luegopublicó:Himnodelángelparadoenunapata,PremioConsejoNacionaldelLibro y la Lectura en 1996,Fatamorgana de amor con banda de música (1998),PremioMunicipaldeNovela;ellibrodecuentosDondemuerenlosvalientes(1999),Los trenes se van al purgatorio (2000), SantaMaría de las flores negras (2002),Canciónparacaminarsobrelasaguas(2004),Romancedelduendequemeescribelas novelas (2005), El Fantasista (2006), Mi nombre es Malarrosa (2008), Lacontadoradepelículas(2009),Elartedelaresurrección,porlaqueen2010obtuvoel PremioAlfaguara deNovela yEl Escritor de Epitafios (2011). Todas han sidoreeditadasvariasvecesenChile,Argentina,MéxicoyEspaña,ysustraduccioneshansidopublicadasenFrancia,Italia,Alemania,Grecia,PortugalyTurquía.Además,suobraLacontadoradepelículashasidotraducidaamásdequinceidiomasyseharáunapelículasobrelamisma.En2001,RiveraLetelierfuenombradoCaballerodelaOrdendelasArtesylasLetrasporelMinisteriodeCulturadeFrancia.

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