todas las sangres : correspondencias entre los héroes
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Todas las Sangres : correspondencias
entre los héroes míticos Rendón Willka e
Inkarrí.
Universidad Autónoma Metropolitana -
Iztapalapa
Tesina de Investigaciòn
Alumna: Olga E. Sanabria De La Torre.
Asesor: profesor Dr. Alejandro Higashi.
Todas las sangres (1964)1, novela más compleja y ambiciosa de José María
Arguedas (1911-1969), presenta las principales fuerzas que luchan entre sí,
pugnando por sobrevivir o imponerse; al tiempo que recoge la cuestión fundamental
que suscita la obra del escritor peruano: la de un país dividido en dos culturas la
andina de origen quechua, la urbana de raíces europeas- que deben integrarse en
una relación armónica de carácter mestizo. La problemática y las esperanzas que
este proyecto plantea se constituyen en el núcleo de su visión.
Sería negligente obviar que el autor de Los Ríos Profundos, El Zorro de arriba
y el Zorro de abajo, entre otros títulos, además de novelista fue también antropólogo
y etnólogo. Son vastas sus publicaciones referentes al folklore y la cultura popular, a
la vez que sus sólidos estudios sobre comunidades campesinas.2 Consideramos
como muchos estudiosos de la obra arguediana que éste fue un factor que nutrió su
narrativa, a la vez que permitió que el escritor desarrollara, en particular con esta
novela; su ambicioso proyecto didáctico, que no fue otro que poner en evidencia el
1 Arguedas , José María: Todas las sangres, Lima, Editorial Horizonte, tercera edición, 1987. Todas las citas enadelante corresponden a esta edición.2 Son precisamente los trabajos que realizara Arguedas como Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos durantelos años 1953 y 1954 en el Valle del Mantaro, a propósito ya del folklore o de diversos proyectos puntuales,revelan su entusiasmo y fe en el mestizaje como una vía para hacer posible la tan anhelada fusión de losuniversos escindidos.
mundo andino apelando para ello a elementos cognitivos propios de este espacio,
pues no sólo por su formación le resultaban cercanos; si no también por ser testigo y
actor del mismo. Así lo señalaba con ocasión de su intervención en el Primer
Encuentro de Narradores Peruanos (1965):
Yo comencé a escribir cuando leí las primeras narraciones sobre los
indios, los describían de una forma tan falsa escritores a quienes yo
respeto, de quienes he recibido lecciones como López Albujar, como
Ventura García Calderón ( ) En estos relatos estaba tan desfigurado el
indio y tan meloso y tonto el paisaje o tan extraño que dije : No, yo lo
tengo que escribir tal cual es, porque yo lo he gozado, yo lo he sufrido 3
En el marco de dichos elementos, y para fines de este seminario, centramos nuestra
lectura en la dimensión mítica y su importancia como elemento articulador de un
proyecto nacional. Abordamos ciertas líneas de correspondencia del mito de Inkarrí
con el héroe narrativo Rendón Willka, a fin de proponer como hipótesis que es este
personaje el Inka idea o principio ordenador- que Arguedas nos sugiere como
alternativa al presente; símbolo de una posibilidad de cambio, y con quien es
factible, a su juicio; tender puentes que hagan viable un tránsito intercultural.
3 Arguedas , José María: Primer Encuentro de Narradores peruanos, Lima, Latinoamericana Editores, segundaedición, 1986, p.40.El escritor huérfano de madre convivió desde su más temprana infancia con la servidumbreindígena por orden de su madrastra. Sujeto de rencor y menosprecio al igual que los indios , es arropado poréstos y su mundo: Los indios y especialmente las indias vieron en mi exactamente como si fuera uno de ellos,
1.- El espacio del mito: Nociones fundamentales de la mentalidad andina
prehispánica. El mito de Inkarrí.
Consumada la caída del Imperio Incaico provocada por la invasión occidental
y el posterior apresamiento y aplicación de la pena del garrote al inka Atahualpa,
el mundo andino sufre una desestructuración; peor aún, un cataclismo. Decapitado
el Inka, se despedazó también el Tawantinsuyu; desde entonces el hombre andino
ocupa el lugar de los vencidos, y con él su cultura se ve soterrada por la del
vencedor. Munidos de la cruz y el dios de los cristianos los españoles legitiman sus
actos amparados en las nociones de culpa y pecado, mismas que introducen en los
andinos como arma para también dominar sus almas. La conquista y la colonización
se constituyen así en el lugar del purgatorio donde los indios expían no sólo el
pecado original, si no también sus costumbres, sus ritos religiosos, su organización
familiar; en suma, su otredad .
Las crónicas y todas las historias que escribieron, en su mayoría los
españoles; justificaron estos hechos desde las consideraciones morales y valores
propios de esa España del siglo XVI y desde una perspectiva unilineal de la historia.
Como apunta el historiador Franklin Pease,
Los europeos del siglo XVI no consideraban aisladamente la violencia. La
entendían, en cambio, como una consecuencia inevitable, pero no
siempre censurable, de la guerra o la conquista sustentadas en una causa
justa. Ello no se aplicaba únicamente a los conflictos entre europeos
amparados por un derecho a veces sobrenatural, pero siempre ético-, sino
con la diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba más consuelo que ellos y me lo dieron a manosllenas.
también a las conquistas, en tanto ellas permitían incorporar a la historia
de la salvación a otros hombres, y salvarlos en consecuencia.4
Para tratar de entender, explicarse y reconocer ese encuentro con el otro, este
nuevo orden de cosas; el andino recurrió a elementos propios de su cosmovisión.
Así, éste ha atribuido a lo largo de los siglos el mundo al revés que se instauraba
con una violencia sin sentido, a un pachakuti.
En el mundo andino existen dos mecanismos que aluden a la relación con el
otro. Estos son conocidos como kuti y tinkuy. El primero que se realiza en la ya
señalada voz quechua pachakuti, implica el relevo de los contrarios, el cambio de
roles entre lo de arriba (hanan) y lo de abajo (hurin). La voz Kuti, refiere asimismo, a
la regeneración. Desde una noción agrocéntrica, implica voltear la tierra, lo que
conlleva también a un estado de desequilibrio. El segundo, tinkuy, alude al
encuentro tensional entre ambas unidades de la dualidad, en una suerte de danza
discursiva que permite el cambio y la relación simétrica.
Esta inversión del cosmos y del orden dado que generara la invasión y la
conquista europea encuentra alguna explicación para la población andina en el
principio de dualidad.
El mundo andino se establece a partir de dualidades, constituyéndose esta
característica en uno de los elementos centrales de su sistema de pensamiento. El
dualismo al que aludimos, se expresa en la oposición binaria. Dicha oposición
deriva de la noción de yanantin que se refiere a lo opuesto-complementario. La
teoría del yanantin o de la dualidad andina opera en los diversos acontecimientos
4 Pease G. Y., Franklin: La conquista española y la percepción andina del otro en Histórica. Vol. XIII. Nº 2.Lima, diciembre de 1989. p.172.
sociales andinos, así pues al ser su esquema del mundo doble, concebían
enfrentarse a fuerzas opuestas y al mismo tiempo complementarias.5
El problema se plantea cuando esta otra humanidad quiebra el convenio
(mañay)6 que mantenía interactuando a lo sobrenatural y lo profano , provocando la
ausencia de tinkuy. El invasor asume el rol de Auca7 y ejerce su dominio trastocando
el principio vital de reciprocidad que operaba en todos los espacios de la cultura
andina. Urge, pues, buscar un chawpi (posición central y ordenadora), desplazar al
Auca y asumir un rol de Inka. Restablecer en suma el intercambio y equilibrio entre
hanan y hurin, complementario como corresponde a todo yanantin.
Es en este contexto que surgen los movimientos del Taki Onqoy (1560) y
posteriormente el Muru Onqoy (1590), mismos que predicaban el retorno de las
huacas y la necesidad de reconciliación con las divinidades locales. El tiempo del
dios del invasor llegaba a su fin, y ahora era turno de las huacas para reordenar el
mundo, o en términos de Millones , restaurar el mañay. Las crónicas de Felipe
Guamán Poma de Ayala testimonian los alcances de estos movimientos
milenaristas, pues gran parte de su Nueva coronica i buen gobierno fue escrita
durante esas fechas.8
5 María Rostworowski, en Estructuras andinas del poder abunda en este principio, apoyada en los trabajos deltambién investigador Tristan Platt, que lo explica como la simetría en espejo. Rostworowski afirma a partir desus estudios de las crónicas que lo que sucedía en el plan mítico, se reflejaba en las estructuras del poder queregían la sociedad .6 Para el antropólogo Luis Millones el sentido de mañay en su traducción al castellano: pacto, convenio; quedasensiblemente recortado. Era éste la expresión de algo mucho más integrador: las relaciones del hombre con lanaturaleza.[ ] Hay, pues, un pacto previo que pudo haberse establecido desde los primeros tiempos, entre losmodestos ayllus recolectores y las divinidades que propiciaban el afortunado encuentro con las plantas oanimales alimenticios. Cuando creció la complejidad de las instituciones andinas, no disminuyó el horror a laidea que se alterase el equilibrio del universo. Es por eso que los eclipses, temblores o halos en los astros o, engeneral cualquier suceso inusitado, creaban un pánico que sólo se aplacaba con llantos colectivos, ayunos eincluso sacrificios humanos. El pacto, pues, tenía que ser renovado Historia y poder en los andes centrales,Alianza Editorial, Madrid, 1987, p.1357 El auca está asociado con el egoísmo, la trasgresión; simbolizado en el conquistador. El otro diferente a miesfera semiótica. Se sitúa externo al yanantin , es decir fuera del espacio en el que yo hago intercambio.8 Guaman Poma tuvo una participación activa - en su doble rol- tanto como cronista e intérprete de Cristóbal deAlbornoz quien llevaba a cabo la extirpación de las idolatrías.
Si bien estos movimientos de resistencia, junto con otros que posteriormente
surgieron, fueron sofocados; se habían dado con ellos, las bases para el
nacimiento de una utopía andina, en la que la penetración del cristianismo tuvo un
papel relevante. Así, aunque el hombre andino no asumía esta fe religiosa, era libre
de apropiarse de ciertas formas de su discurso y sus representaciones, dotándolos a
su vez de un nuevo significado9. Como señala Flores Galindo, el cristianismo podía
ser leído desde una perspectiva politeísta.[ ] Cristo, la Virgen y los santos no tenían
necesariamente cerradas las puertas del panteón andino 10. De allí que se
incorporara en la cultura andina el concepto de resurrección propio de la cultura
judeo-cristiana del vencedor, al que el andino no fue indiferente, en tanto le sirvió
para reinterpretar su visión de la historia y su propia identidad.
En esta tarea colectiva de la recomposición de su imaginario, y en un
esfuerzo por encontrarle sentido al seguir existiendo, aparecen mitos que recrean el
pasado, apelando incluso a las estructuras de pensamiento del occidental; para
constituirse no sólo como una alternativa al presente, sino también como una
posibilidad de futuro.11 Un claro ejemplo es el mito de Inkarrí, que nos diera a
conocer el propio Arguedas; mito extendido principalmente en la sierra central
9 Manuel Larrú atribuye a estas formas disyuntivas desarrolladas por la sociedad andina, un carácter más sutil yelaborado de resistencia cultural. Para ahondar en el concepto de disyunción en relación al mundo andino véaseEl conflicto de la palabra en Lienzo 16, Universidad de Lima,1996 y Flores Galindo, Alberto. Buscando un IncaEditorial Horizonte, cuarta edición, Lima, 1994. 57-58. Cabe mencionar que este concepto es deudor del análisisiconografico realizado por el académico alemán Edwin Panofski.. Posteriormente los también investigadoresKubler y Statsny lo aplicaron a la historia andina y en los estudios de arte popular, respectivamente. VéaseStatsny Francisco. Las artes populares del Perú, Edubanco, Madrid, 1981.10 Flores Galindo, Alberto. Op. Cit., pp. 34-35.11 Ciertamente, como señala Flores Galindo, la idea de un regreso del inca no apareció de manera espontáneaen la cultura andina. No se trató de una respuesta mecánica a la dominación colonial . Los distintoslevantamientos y manifestaciones de insurrección: Titu Cusi Yupanqui y los incas de Vilcabamba (1570), entreellos Túpac Amaru I, que muriera decapitado por orden del virrey Toledo en un acto público (1572), Juan SantosAtahualpa (1743 1756), los rebeldes de Huarochirí (1750) , Túpac Amaru II (1780), Juan Pablo Vizcardo yGuzmán (1790), además de la aparición de la escritura como espacio subversivo - los Comentarios reales delInca Garcilazo de la Vega se editan en 1607 y 1619, primera y segunda edición, respectivamente- no hicieron sino alentar el surgimiento de esta utopía marcada por el milenarismo.
andina, comprendiendo también la actual Bolivia.12 La palabra Inkarrí proviene de la
contracción de la voz quechua Inka y la castellana Rey. No por azar, ambos títulos
que refieren a los máximos poderes del mundo andino y del invasor,
respectivamente. Para fines de desarrollo de nuestra hipótesis tomamos una de las
tres variantes del mito recogidas en Puquio:
Los wamanis (montañas) son los segundos dioses. Ellos protegen al
hombre. De ellos nace el agua que hace posible la vida. El primer dios es
Inkarri. Fue hijo del sol en una mujer salvaje. Él hizo cuanto existe sobre
la tierra. Amarró al Sol en la cima del cerro Osgonta y encerró al viento
para concluir su obra de creación... Inkarrí fue apresado por el rey
español; fue martirizado y decapitado. La cabeza del dios fue llevada al
Cuzco. La cabeza de Inkarrí está viva y el cuerpo del dios se está
reconstituyendo hacia abajo de la tierra. Pero como ya no tiene poder, sus
leyes no se cumplen ni su voluntad se acata. Cuando el cuerpo de Inkarrí
esté completo, él volverá, y ese día se hará el juicio final. Como prueba de
que Inkarrí está en el Cuzco, los pájaros de la costa cantan: En el Cuzco
el rey , Al Cuzco id . 13
.
El mito permite con Inkarrí la reelaboración de la realidad histórica, posibilitando para
el mundo andino lo que López-Baralt denomina la metáfora de la esperanza
12 A lo largo de 1955-1956, a propósito de la realización de trabajos de interés antropológico con lacolaboración del musicólogo Josafat Roel Pineda, Arguedas descubre tres variantes distintas del mito, perosiempre recayendo en Inkarrí el personaje central. Las poblaciones más aisladas, en consecuencia monolingües ymenos expuestas a formas de sincretismo o aculturación, ofrecen versiones libres de elementos posthispánicos.Véase Arguedas, José María. Mitos quechuas poshispánicos, en Formación de una cultura nacionalindoamericana, SigloXXI editores, 3ª edición, 1981; Ortiz Rescaniere, Alejandro. De Adaneva a Inkarrí,Retablo de papel, Lima, 1973.
13 Versión tomada de Mitos quechuas poshispánicos, en Formación de una cultura nacional indoamericana, p.175.
mesiánica .14 Divino y a la vez humano, Inkarrí es el llamado a voltear el mundo una
vez concluida su articulación; transformar el estado de cosas, superando una
realidad injusta.
2.- El reclamo de un orden andino. El capitalismo como agente del cambio (o
sujeto de pachakuti).
Si antes el mito en líneas anteriores nos daba cuenta del enfrentamiento del
andino Inkarrí contra el invasor español, Todas las sangres nos refiere, desde la
perspectiva andina, disímiles elementos desde dónde poder explicarnos en tanto
lectores; la fragmentada realidad peruana yendo más allá de la simplista dicotomía
costa/sierra. El narrador, además de su propio discurso, desarrolla un sistema de
14 En el mito Inkarrí es decapitado, mientras que en la realidad histórica el Inka Atahualpa fue muerto por laaplicación del garrote vil. Sutil diferencia que permite en la mentalidad andina una latencia de vida, unaposibilidad para la resurrección. Ver López Baralt, Op.cit., pp.37-40.
diálogos múltiple y profuso que hace de Todas las sangres una novela coral, donde
cada personaje enuncia su verdad y en consecuencia incita al lector a asumir su
perspectiva. Esta situación exige por parte del receptor una actitud de compromiso
una vez confrontado al realismo que el narrador pretende denunciar con el fin de que
aquél intervenga en el cambio social. El lector sale pues del espacio narrado, y por
su parte la novela se convierte así en un elemento dinámico de cambio de esa
utopía a la que en párrafos anteriores hemos aludido.
La obra, en la coyuntura que presenta el narrador, refleja la fractura que
escinde la costa y la sierra; fractura que desde la perspectiva andina es atribuible a
la ausencia de intercambio equilibrado entre ambas culturas, lo que da lugar en el
desarrollo de la novela a la desestructuración del mundo andino. Así, asistimos al
desmoronamiento de antiguas estructuras que han operado en el espacio andino
hasta la progresiva penetración de la costa, y con ella el capitalismo y sus grandes
multinacionales, los emergentes monopolios y su noción de competitividad; ávidos
de uniformizar la sociedad peruana sin tener en cuenta su diversidad cultural, que
no hacen si no agudizar los múltiples abismos de ya existentes en la misma.
En este sentido, es ilustrativo que el capítulo inicial de la novela se centre en
el suicidio del viejo hacendado don Andrés Aragón de Peralta, otrora considerado
gran señor en el tradicional sistema de castas andino15, convertido en un borracho
15 Como en todo sistema feudal la estratificación social está intrínsecamente ligada a la posesión de la tierra. Enel mundo andino, que es el espacio al que hace referencia la novela, se añade además el factor de la identidad auno u otro grupo social. Así, observaremos que aparecen personajes englobados, por ejemplo, en el término devecinos empobrecidos, que si bien se sitúan en un estrato superior de la jerarquía, al haber perdido sus tierraspasan a ser considerados como señores de segunda fila. Su relativo poder en la jerarquía sólo puede ser ejercidorespecto del cholo, indígena o del pongo (siervo). Dos casos dignos de destacar son los del criado Anto y elmestizo Cisneros, en la medida que muestran que la ubicación en la estratificación social no es necesariamentepermanente. El primero aparece ante el lector como criado (pongo) de don Andrés, y siempre avocado alservicio doméstico; de quien a su muerte hereda tierras que le han elevado a la categoría de cholo, yposteriormente con la construcción de su casa, su movilidad en la escala social es aún más enfática pues esllamado por otro personaje vecino , a pesar de que él mismo se considere ahora como mestizo. El segundo, donAdalberto Cisneros, gamonal que si bien posee importantes extensiones de tierra y formalmente está incluido enel estrato superior de los señores , su condición de indio enriquecido lo sitúa en una posición inferior, o más
empobrecido y traicionado por sus hijos; odiado por los vecinos y principales
del pueblo, por los indios sobre los que desde siempre había ejercido su ahora
ausente poder. La descripción personaje, contribuye a enfatizar la degradación
sufrida por el gran patrón al tiempo que muestra la inminente cancelación de su
mundo y todo lo que éste simboliza:
Estaba vestido de levita; sobre la camisa blanca una corbata vieja, de
seda brillante se agitaba con el aire( )Tenía una barba crecida en punta,
el viejo; una barba dejada a su propia naturaleza, los pelos se alargaban
desde todos lados de su rostro huesudo; las cejas habían crecido tanto
que casi se juntaban hacia los costados con las barbas del rostro( )Se
había dicho que sus discursos diarios de borracho ya no tenían efecto;
que la gente de los pueblos se había cansado de escuchar la acusaciones
y maldiciones que lanzaba contra sus hijos, contra los jueces y los curas.
Sólo los niños le oían, al Diablo Predicador ( ). ( pp.14-15)
Igualmente su pueblo, San Pedro de Lahuaymarca, mostraba como él escasos
ruinas que daban testimonio de aquél antiguo señorío y esplendor:
El arco de sillar blanco de la portada era el único del pueblo que se
mantenía íntegro y bien armado El de la casa de los De La Torre se
había derrumbado, hacía años( ) quedaban los muros laterales en los
específicamente en una suerte de casta aparte, la de los mestizos corrompidos que obedece a otra jerarquía.Don Bruno, gran señor, precisa sobremanera este apunte respondiendo a las amenazas y acusación que Cisnerosle increpa:
-No amigo. Conmigo usted no se encontrará. Aunque rico propietario, debido a recientesinvasiones a las tierras de los comuneros, usted es indio, y por tanto, se encontrará con mi mandónCarhuamayo. Y yo creo que tengo el doble de indios que usted. A mi me temen y obedecen; soyseñor de mis antepasados más lejanos, a usted sólo le odian. Usted -y se levantó el hacendado-,usted no está consagrado en sus posesiones por la ley de la herencia señorial (p.186)
que acomodaron una puerta remendada con tiras de eucalipto. Los otros
arcos estaban desajustados, a punto de desmoronarse( ) (p.58)
Si bien don Bruno como don Fermín Aragón de Peralta, ambos hijos del viejo patrón,
serían los llamados a dar continuidad al sistema semi-feudal -impuesto por los
werak ochas16 desde tiempos de la colonia- que se ejercía en San Pedro de
Lahuaymarca y por extensión en toda la región andina; serán por el contrario junto
con el Consorcio Whister-Bozart sujetos que acelerarán, cada cual en su rol, el
cambio o pachakuti por venir. De una parte don Fermín, ingeniero y empresario
partidario de un seudo capitalismo nacionalista, que con la explotación de las minas
halladas en su hacienda trastoca el sistema agrario establecido. Así, los comuneros
indígenas que obedeciendo al principio de vasallaje trabajaban sus tierras ahora se
ven convertidos en obreros. Él mismo, antes gran señor, pasa a ser el último
peldaño, o en sus propios términos una ventosa del pulpo que permite y alienta el
asentamiento de ese enclave del capitalismo que en la novela está representado por
el Consorcio.
El primogénito de los Aragón de Peralta vislumbra una modernización
capitalista que contribuya, desde su perspectiva, a la grandeza del Perú con miras
Por otro lado estaban los wakchas, (huérfanos) vocablo quechua que en el mundo andino alude al individuo quecarece de tierras, y. en consecuencia se sitúa en un estado de orfandad, de desarraigo; de no pertenencia. Estoswakchas pueden ser mestizos, cholos o inclusive vecinos según la labor que desempeñen; ya sea como artesanos,comerciantes, empleados de una compañía, o bien como funcionarios locales que detentan una forma deautoridad. Lo fundamental es no estar ligado al trabajo agrícola, pues ello puede determinar el caer a la posiciónmás baja en la estratificación étnica y sociocultural. De este modo nos lo expresa el narrador:
Un señor de la villa perdía su condición de tal si era sorprendido cultivando la tierra con susmanos. En ese caso tenía que huir de la villa o resignarse a ser tratado como peón, es decir comoindio, por los demás. Porque ni aún los mestizos aceptaban trabajar la tierra.( ) El peón era elindio y únicamente él. (p.326)
Por último, como afirma Jorge Flores Ochoa, el uso de [estos apelativos] está condicionado a la posibilidadsocial de las personas que [los] usan; en la relación que tienen con las personas para quienes se utiliza o delcontexto en el que se los emplea. Ver Mestizos e Incas en el Cusco , en Hirosayu Tomoeda y Luis Millones(eds.) 500 años de mestizaje en los Andes, Museo Etnológico Nacional de Japón, Osaka, pp.201-21916 Este era el apelativo que se daba al español por su aspecto físico, blanco y generalmente de barbas rubias. Enalgunas zonas de la serranía peruana, los ancianos, a pesar del mestizaje; aún utilizan este vocablo quechua.
a un beneficio generalizado, en el que quienes la conduzcan, o más precisamente la
manipulen desde los espacios de poder; obtengan el mayor provecho:
-( ) Este país merece ser grande, puede serlo. Únicamente el
capitalismo lo conseguirá; necesitamos la satisfacción de nuestras
ambiciones y no ser nada más que gusanos que engordan al monstruo
extranjero Ahora no toma ni quiere tomarnos en cuenta como a socios
sino como a sirvientes, como a pongos .(p.235)
El mundo andino en particular, con sus absurdas tradiciones de señores y siervos
indígenas resulta retrógrada y vetusto, porque impide la postulada modernidad y
productividad propia del siglo XX; a sus ojos el Perú da vergüenza: indios idólatras;
analfabetos, de ternura salvaje y despreciable, gente que habla una lengua que no
sirve para expresar el raciocinio sino únicamente el llanto o el amor inferior. Hay que
hacer de ellos lúcidos obreros de las fábricas y, muy regularmente abrir una puerta
medida para que asciendan a técnicos. (p.235). Dicho de otro modo, todo lo
asociado al mundo que, por el contrario, hasta ahora ha venido representando su
hermano Bruno; debe morir y dar paso a una nueva sociedad basada en la empresa
y la tecnificación; pensamiento propio de una mentalidad capitalista. Esta aparente
aspiración de un progreso colectivo, resulta pues un simple enmascaramiento de sus
cínicas ambiciones personales y un individualismo a ultranza, que postula y ejerce
denostando al mundo andino de bárbaro:
-( ) El mundo futuro no es ni será de amor, de la fraternidad , sino del
poder de unos, de los más serenos y limpios de pasiones, sobre los
inferiores que deben trabajar. La fraternidad es el camino de retroceso a
la barbarie Dios mismo no es sino la perfección realizada por la
aspiración a la grandeza, al sumo poder La eternidad depende del
individuo, (p.236)
Por su parte, don Bruno de perfil y proyecto antagónicos a su hermano, es fiel
y respetuoso de la tradición señorial propia del contexto andino. Temeroso de los
cambios, específicamente de los atribuibles a la penetración de la costa, esos
pueblos en el que el infierno se asienta (p.34); que pudieran alterar no
expresamente su condición de señor feudal, sino sobre todo el orden instituido.
Ejemplifica lo anterior la siguiente escena, en que el narrador describe una de esas
prácticas rituales que existe entre los indios y su patrón, transmitiendo al lector que
se está dando un evento ceremonial, en el que la naturaleza se suma como un
elemento que contribuye a solemnizar los acontecimientos; figura que ciertamente se
reproduce a lo largo de los pasajes determinantes en el discurrir de la novela:
La voz oscura de los caracoles repercutía en las montañas, alcanzaba al
sol y hacía vibrar las ramas del pisonay, que hizo caer al suelo ya
enrojecido, varias de sus flores, pesadas, color sangre. El patrón
apareció sobre el alto comedor de la casa hacienda. En fila tenía delante
de sí a los treinta cabecillas. Don Adrián ocupaba el centro. Se arrodilló el
primero y en cierto orden, como formando una onda, se arrodillaron todos
los demás.(p.40)
Bruno participa del ritual en su condición de gran señor, con el carácter que le
imprime esta investidura asume y ejerce con paternalismo los deberes derivados de
la consagración de la ya aludida ley señorial heredada de los antiguos; el cuidado de
sus siervos: Hombres de mi pertenencia Hombres de mis tierras , (p.40) - así
se dirige hacia ellos-, y el guardar que lleven una vida libre de corrupción y de
pecado lo equilibra y lo redime en su fuero interno : ¡No deben aprender la ambición
que los convierta en cernícalos, furiosos por sacarse los ojos, unos a otros! ¡Nada de
ambición!¡La humildad y obediencia de Jesús! ¡Su pureza! ( p.114). Yo me pudro
por ellos; en mí se concentra el pecado (p.114) afirma luego, obsesionado por
sentimientos de culpa que desde su fe religiosa lo hacen un pecador: ¡Yo soy
corrompido! No quiero que los hombres de mis pertenencias sean corrompidos.( )
¡Yo hago sufrir! Eso es pecado. Eso mancha, ensucia. Ustedes sufren. Son puros. ,
exclama don Bruno. La actitud paternalista que éste ha establecido con los
comuneros es percibida por sus iguales como la de un terrateniente contaminado
por los indios. La relación con éstos [lo] convierte cada día más en un inferior
(p.237), y cualquier tipo de filiación a sus costumbres (ordena que el entierro de su
madre se desarrolle por el ritual de los comuneros de Lahuaymarca con la
consecuente ausencia de los vecinos del pueblo), gestos de generosidad o como él
lo llama misericordia (retribución justa a sus comuneros, licencia para desarrollar
un libre comercio con comunidades colindantes a las suyas, y apoyo a comuneros
miserables y explotados de otros señoríos), muestra de afectividad (relación
amorosa con una joven mestiza) o defensa de los mismos (aboga por la liberación
de su pongo David K oto, auxilia al sangrante varayok de Paraybamba); sólo
contribuye a degradarlo en su estatus social: ¡Se está volviendo indio! (p.237),
afirmará su hermano Fermín, ante estos hechos. Mientras, a su vez, los grandes
hacendados afectados, desorientados y viéndose amenazados por las
consecuencias de estos actos subversivos llegan a calificarlo tanto de loco como de
adiestrado comunista y unen sus fuerzas convocando a todos los hilos del poder
para aniquilarlo:
- ( ) Me parece que tenemos una salida menos eficaz quizá, pero buena:
Bruno Aragón es un loco. Está loco . Eso lo creerán todos. Un hombre de
apellido ilustre que se atreve a tocar la sangre de un indio; que arrienda
terrenos de maíz a diez por uno; que viene a la capital a reclamar por un
pongo, es loco de verdad, señores.¿O no? (p.315)
Los temores apocalípticos son fundados, los vecinos están en lo cierto: ¡Se viene el
desbarajuste! ¡El juicio final (p.314), o dicho de otro modo, se está dando el
necesario pachakuti para restablecer el orden andino; y los hermanos Aragón de
Peralta desde sus dispares posiciones han contribuido a generar ese cambio. Uno,
ambicioso empresario y, contra su proyecto inicial; convertido en activo instrumento
del consorcio Whister-Bozart por el que finalmente es absorvido; y otro, Bruno,
fanático creyente y patrón explotador a la postre redimido, quién desde su particular
visión del orden y lealtad a la tradición pretende restablecer un pasado arcádico de
grandes señores caritativos que nunca existió; lucha en abierta oposición al
trastocamiento que este símbolo del capitalismo enquistado en San Pedro puede
generar en la vida y la moral de sus inocentes indios, tal y como ha sucedido con
los vecinos.
3.- Rendón Willka e Inkarrí: dos sujetos análogos del margen y la insurrección.
Hanan y hurin están del revés, urge pues restablecer el orden, y éste no pasa
ni por el proyecto de Bruno ni el de Fermín. La Whister-Bozart, sujeto de destrucción
se erige como auca, avasalla formas de equilibrio operantes provocando la ausencia
de tinkuy. El consorcio - en el mismo lugar en que se sitúa el rey español en el mito
de Inkarrí - degrada, explota y aniquila sirviéndose de sus tentáculos y ventosas
cual monstruoso pulpo- imagen recurrentemente utilizada por don Fermín- que
pretende devorar: De diez en diez nos los iremos comiendo. Si el Apukintu y el
Apark ora son grandes, y más el Pukasira; el consorcio tiene una red en que millares
de montañas más grandes aún son pequeños insectos atrapados .(p.131), enuncia
el ingeniero Cabrejos, agente del consorcio en San Pedro. El consorcio es elevado
a una condición de deidad, pues es éste el estatus que ostentan las montañas
(wamanis) en el mundo andino como entidades protectoras. El capitalismo se
anuncia así como temible y singular credo al que los indios no tardarán en sucumbir.
Desde nuestra perspectiva, visto truncos los respectivos propósitos de los
hermanos Aragón de Peralta, le está reservado al cholo Demetrio Rendón Willka el
restablecer el equilibrio semejante rol que Inkarrí -; pero no aquél impuesto a partir
de los intereses de los señores, sino aquél que le es necesario al mundo andino
para funcionar.
En el personaje de Rendón Willka se amalgaman tanto elementos de hanan,
como de hurin que lo hacen idóneo para situarse en ese chawpi. Atendiendo su
trayectoria, el narrador nos precisa que tempranamente ejerció cargos menores de
orden religioso, y posteriormente; liderando como quinto regidor (kollana) los
trabajos al interior de su ayllu Lahuaymarca, así como las mitas (trabajo obligatorio)
en las tierras de los señores. Fue el primer indio que se matriculó en la escuela de
los vecinos (p.61), en vista que las autoridades negaran maestros a la comunidad
de Lahuaymarca, aunque su experiencia de escolero no se prolongaría. Hostigado y
calumniado por los hijos de los vecinos le fue infligido un injusto castigo, además de
ser expulsado a las pocas semanas, sin mayor indignación o reclamo por parte de
los comuneros. Esta experiencia iniciática, años después será evocada por su
propio ayllu que lo despide con los honores que corresponden al hijo de un varayoq
entonando un harawi que compuso su propio padre:
No has de olvidar, hijo mío
jamás has de olvidarte:
vas en busca de la sangre,
has de volver para la sangre,
fortalecido;
como el gavilán que todo lo mira
y cuyo vuelo nadie alcanza. (p.67)
El canto exhorta a la memoria, pero no únicamente al hecho de la expulsión y
castigo de la escuela, si no a la presencia permanente de su pueblo en el
pensamiento del viajero. La referencia a la sangre, nos remite a lo noción de
identidad, de una cultura, planteando al mismo tiempo la importancia del regreso
para servirla y engrandecerla. Enfatiza asimismo el rol simbólico que Rendón habrá
de cumplir con su comunidad; y en un orden mítico, también con el mundo andino.
Con este acto de despedida, separado del seno de su comunidad, Rendón había
iniciado su trayectoria ritual.
Una vez en Lima, habla castellano, se ha instruido y politizado; ha aprendido
sus usos y costumbres, ha entrado fuerte a la capital (p.96), como dice de él
Gregorio, otro personaje, que como él; migró a la capital : aunque ello no lo ha
privado de sufrir también sus miserias ( Yo sufriendo siete años en barriadas de
Lima, comiendo basura con perros y criaturitas) (p.396). Esta etapa como sujeto del
margen ausente de la estructura del ayllu que lo arropaba, nos evoca al héroe
InkarrÍ, apresado por el rey español, privado de poder, apartado de su orden y
creación (el mundo andino) donde ni su ley ni su voluntad se cumplen pues han sido
usurpadas por el invasor. En ambos se instaura un periodo de liminalidad, en el
curso del rito de pasaje: que en el caso de Rendón la novela le permite concluir.
En su tránsito de hanan a hurin, Demetrio se ha apropiado de los códigos de
la gran ciudad. Sabe que éstos le confieren una movilidad social17 de la que tiene
conciencia y se sirve. Aquí, es ilustrativa la impresión que causa en Anto, siervo del
difunto don Andrés Aragón de Peralta, que al saludarlo lo miró con asombro.
Rendón estaba vestido de americana, con un traje grueso de lana azul. La camisa
no estaba limpia. Recibió el abrazo del ex indio, desconcertado aún, mirándolo cada
vez más detenidamente. (p.34). Pero la incorporación de estos signos no han
mudado su noción de identidad, de pertenencia. Rendón no se ha aculturado:
-Tú has disvariado , ¡Vístete como indio! Ese casimir no te hace
reconocer. ¿Con quién vas a andar? ¿Por el comunero, por el señor?
preguntó el criado.
- Yo comunero leído; siempre, pues, comunero. (p.36)
La posición de Rendón es clara, el chawpi es posible.
Rendón Willka, consumada ya su transición, está en condiciones de liderar la
insurrección que restablezca el yanantin. Así, a pesar de rechazar el avance de la
compañía minera y las consecuencias que éste acarrea; decide ponerse a las
órdenes de don Fermín obedeciendo a una estrategia ya trazada, a sabiendas que
esta unión sólo será eventual. Decide pues, tranzar para beneficiarse como sujeto
dominado.18
17 Cf. Nota 15.18 La actitud de Demetrio al asociarse con Fermín es vista por una parte de la crítica con cierta ambigüedad. ParaWilliam Rowe, esa alianza está justificada en la medida que Rendón concibe la modernización [como] unmedio de liberación para los indios, liberación de las ideas y la sociedad caducas Mito e ideología en la obra deArguedas, p.143.
. Posteriormente investido del poder que en calidad de varayoq le confiere su
comunidad y de otra parte don Fermín como capataz de la mina, organiza y
distribuye el trabajo, no sólo de los comuneros de los tres ayllus en la mita, si no
también el de los obreros y peones foráneos. Su liderato respecto de los comuneros
se muestra incuestionable, esto se aprecia especialmente en el hecho que logra
cambiar la visión que éstos tienen de su trabajo en la mina. Los persuade de realizar
los trabajos forzados a modo de faena, desde un espíritu colectivo y de manera
voluntaria; en un ambiente festivo y en relación de reciprocidad con la tierra,
características que le imprimen una dimensión ritual, que contribuyen a dignificar al
indio. De allí que no sea azaroso el hecho de que Rendón haya optado por llevar su
vestimenta de varayoq en lugar del uniforme asignado como capataz, pues es
consciente del efecto simbólico que ésta genera en los demás. Está también
presente el interés de trasladar las formas del trabajo agrícola a un contexto obrero
con el fin de crear una ética del trabajo al tiempo de desarrollar un discurso de
resistencia: Whister ¿no va morir algún día, don Antenor? Yo no voy morir. En mi
tierra estoy; en mi tierra ha salido el metal .(p.279).Con ese mismo tono manifiesta a
don Fermín: ahí está metal patrón. Nosotros estamos enteros, para la patria; para
Whister no habrá ánimo (p.279)
Pero la Whister avanza y ciertamente Rendón y los comuneros no pueden
aniquilarla. Entretanto la presencia de éste ha ido creciendo al ser una y otra vez
asociado con los símbolos míticos que pueblan la cultura indígena., así, quienes
entran en contacto con él no pueden ser indiferentes: A ese indio las montañas lo
ayudan ( ) Crece mientras habla (p.86), dirá frustrado el ingeniero Cabrejos al no
poder consumar el soborno del indio; para Matilde en cambio, Rendón es sinónimo
de temor; Es como una montaña. ¡Le tengo miedo! (p.119). Para los suyos, los
colonos ha alcanzado el símbolo de un ser sagrado: Hombre no es; hijo del
Pukasira o hijo del Dios de la iglesia. ¡Hombre que muere no es! (p.440).
A esta altura de la narración Rendón con la ayuda de don Bruno ya redimido
ha logrado restablecer el funcionamiento de los ayllus al tiempo que ha creado una
ética grupal del trabajo cooperativo. Los comuneros trabajan para el beneficio del
común y esto no puede producir mayor regocijo a Demetrio. En su papel de varayoq
insta a los comuneros cual un general a su mejor batallón:
Nosotros somos los pukasiras, no La Providencia. Los gendarmes van a
venir mañana, quizá dentro de tres días, y van a querer apagar el sol
¿Pueden apagar el sol? No pueden apagarlo. Así tampoco nos quitarán la
tierra. Que cada hombre muera en el sitio que la hacienda le ha señalado
para que trabaje. La hacienda es del padre Pukasira . (p.449).
Ya no es pues únicamente la defensa de las tierras que cultivan con libertad sin el
yugo del gamonal explotador, es también el saberse legitimados en la posesión de
éstas como colectivo por derecho natural y divino: [El padre Pukasira] hizo esta tierra
antes que los señores werak ochas hubieran llegado a nuestros pueblos. Los
werak ochas no sabemos de dónde vinieron, y por la fuerza se agarraron nuestras
tierras . (p.449)
Igualmente la naturaleza participando una vez más del kausay 19.se
conmueve y sufre la pérdida de los suyos como lo demuestra una vez más el árbol
del pisonay:
Las flores del pisonay fueron arrastradas por el viento. Y todos vieron que
eran opacas y sedosas junto al color de la sangre de esa mujer con hijos.
El árbol cabeceó con el viento, y él, sí, agitándose, sólo en el patio
inmenso, lloró largo rato. Todos lo vieron hacer caer sus flores calientes
sobre el empedrado y despacharlas, rodando, hacia los dos muertos.
(p.455)
La tierra no se duele menos, una vez disparan a Demetrio los guardias escuchan
un sonido de grandes torrentes que sacudían el subsuelo, como que si las
montañas empezaran a caminar (p.455), el ruido llega a escucharse incluso en
Lima, como si un río subterráneo empezara su creciente .(p.456). La tradición oral
andina no concibe pues el divorcio, en el sentido ontológico, de los seres que
habitan el mundo y el mundo mismo. Por el contrario, cada elemento que lo
conforma y lo contiene es un ente vivo y posee ánima; esta noción pervive incluso
en la muerte, circunstancia que carece del sentido radical que si representa en la
cultura occidental.
Una vez transformado en figura mesiánica y asociado a un ente divino,
Demetrio termina por encarnar, como Inkarrí; la misma suerte que experimenta la
comunidad indígena en la novela y su martirio no hace sino redimirla y restaurarla
por la opresión sufrida. Si Willka no triunfa es porque no le toca triunfar al mito si no
a la historia, mientras tanto el mundo andino seguirá en un estado de liminalidad, sin
ser lo que era sin poder ser lo que podría, en un siendo indefinido. Es explicable
pues que no venza Rendón ni el mito. En cualquier caso, Rendón representa la
posibilidad de integrarse y continuidad. No es casual que Arguedas diera este
nombre al personaje central de la novela, pues willka alude a un ser sagrado, era
así como se denominaban a los niños escogidos como ofrendas para la solemne
ceremonia de la capacocha en el Imperio Incaico. Lo antiguo, lo que hace voltear al
19 Alude a lo viviente, aquello que alienta y unimisma al sujeto que percibe con todo lo percibido, y en razón delo cual los elementos de la realidad quechua y los individuos que la pueblan participan de una misma condición:
mundo; y al mismo tiempo capaz de articularlo, ha caminado ambos mundos. No
existe derrota, sencillamente el mundo no está preparado para voltearse.
el alentar en el mundo.
.BIBLIOGRAFIA
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