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VALE LA PENA MINIFICCIONES SOBRE AMISTAD EDICIONEZETINA

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Minificciones sobre amistad, mayo de 2014

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VALE LA PENAMINIFICCIONES SOBRE AMISTAD

EDICIONEZETINA

VALE LA PENAMINIFICCIONES SOBRE AMISTAD

MAYO 2014

FOTOGRAFÍAS DE ALIZE MARTÍNEZ

EDICIONESZETINACOLECCIÓN DETONADORES CUATRO

PROMOCIÓN ELECTRÓNICA GRATUITA

CONTENIDO

Presentación 4

Héctor Sánchez 9

Víctor Marcos Hernández 13

Eduardo Oyervides 19

Everardo Perro Rabioso Martínez Paco 21

José Manuel Ortiz Soto 25

Benjamín Zambrano 29

Mario Emmanuel Pineda Quintal 35

Juan Marcos Chávez Cajiga 37

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VA

LE L

A P

ENA

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LE L

A P

ENA

VA

LE L

A P

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VA

LE L

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ENA

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LE L

A P

ENA PRESENTACIÓN

Daniel Zetina

La palabra amistad está cargada de sen-timientos, emociones, recuerdos, reali-dades... muchas veces placenteras, otras dolorosas. A nadie (o a casi nadie) le es indiferente este fenómeno, tan abstracto y a la vez tangible.

Animales sociales, así nos hemos jac-tado en definimos como especie. Huma-nos, homo sapiens, homo videns, homo estultus o simplemente personas somos susceptibles de relacionarnos con nuestros cercanos de muchas maneras.

A diferencia con la familia (que casi na-die escoge en un plano terrenal) los ami-gos son por lo general seres que se vuel-ven incondicionales e imprescindibles en nuestra vida diaria, aunque a veces nos alejemos de ellos físicamente.

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Aristóteles otorga a la amistad el más alto valor y dice que nadie desearía vivir en el mun-do sin el mayor de los bienes terrenales.

Muchos más autores y libros conocerá usted acerca del tema. Con base en él, EdicioneZe-tina convocó a través de redes sociales a es-critores mexicanos a enviar minificciones y el resultado aquí se presenta.

Ocho autores, curiosamente todos varones, enviaron sus textos. La antología se comple-menta con algunas definiciones obtenidas del Diccionario de la Real Academia relativas al detonador de los textos.

La amistad, como la vida misma, es una pa-radoja, que a veces nos lleva hacia caminos como la pasión, la educación, el trabajo, el crecimiento o el delirio. A veces, también, nos permite conocer la traición y el rencor.

Los textos son acompañados de la obra fo-tográfica de Alize Martínez, quien ofrece una muestra tan diversa y arbitraria de su trabajo como puede ser la amistad.

Esperamos disfrute del trabajo conjunto de autores, editor y artista visual y pueda colabo-rar en las siguentes convocatorias.

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amistad.(Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad).

1. f. Afecto personal, puro y desintere-sado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

2. f. amancebamiento.

3. f. Merced, favor.

4. f. Afinidad, conexión entre cosas.

5. f. ant. Pacto amistoso entre dos o más personas.

6. f. ant. Deseo o gana de algo.

7. f. pl. Personas con las que se tie-ne amistad.

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Héctor SánchezTepic, 1987

Continuación

Nos despedimos en la primaria cercana a nuestras casas. Prometiste que volverías des-pués de las vacaciones de verano para iniciar el quinto grado juntos. Lo cierto es que muchos veranos pasaron desde ese día. Tu promesa en el aire flotó, se elevó en la inmensidad, dio gi-ros y se perdió.

¿Recuerdas cuando nos conocimos?... Fue du-rante las inscripciones para el cuarto grado, días después de tu llegada a la ciudad. Estábamos fuera de la dirección, haciendo fila con nuestras mamás para entrar a firmar los registros. En un par de ocasiones me miraste y sonreíste, poco antes de que pronunciaran tu nombre.

Al salir te paraste frente a mí y sin más, dijis-te: “¿Cómo te llamas? Yo soy Liz”. Fueron esas tus palabras precisas; “Me llamo Gabriel”. Sólo pude contestar. En ese momento me llamaron para entrar. Tu mamá inició la marcha y nos despedimos con una sonrisa.

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Nunca hubiera imaginado que aquello se-ría el inicio de una amistad tan bella, que aún después de tanto tiempo recuerdo tu nombre completo; y sé que también recuerdas el mío. Difícil fue aceptar que estaba destinada a du-rar tan poco.

Muchos años han pasado desde entonces. Estoy haciendo fila con mi hijo Gabriel para inscribirlo a quinto grado. Frente a él hay una niña acompañada de su madre, esperando su turno de registro. La llaman. Su segundo ape-llido es igual a tu primero. Sonrío.

La pequeña sale. Se para frente a Gabriel. “¿Cómo te llamas? Yo soy...”

Nos miramos durante un instante y el tiem-po parece detenerse. Los breves parlamentos de los niños reverberan en nuestros recuerdos. Pronuncian desde la dirección el nombre de mi hijo. La persona detrás toca mi hombro in-dicándome que es nuestro turno. Desviamos nuestras miradas.

Te alejas en silencio. Nuestros hijos se des-piden con una sonrisa.

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Víctor Marcos HernándezCuernavaca, 1978

En sus ojos

Para Ariadna

Ella era su amiga pero eso no evitaba que él estuviera enamorado.

Cuando se encontraban en el parque se re-cargaban en un árbol que llamaron “de la vida y del lenguaje” simplemente para conversar, mientras se veían y se escuchaban. Así todos los días: en ese momento nadie más existía para ellos.

Un día llegó el fin del mundo y volvieron a buscarse. Caminaron por toda la ciudad, pasa-ron los lugares donde se encontraron por pri-mera vez, cuando comenzaron a ser amigos. Querían esperar juntos el final, verlo de cerca, quizá podrían sobrevivir.

Por fin el mundo comenzó a sucumbir. Na-die sabía de dónde provenía el caos. La gente corría desesperada; los animales habían co-menzado a huir; los autos dejaban de funcio-

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nar y las personas tenían que abandonarlos. Solo ellos caminaban tranquilos por las calles. Incluso ella se subió en un columpio y él la empujó. Se sentaron a tomar un refresco y a conversar sobre su historia.

Una música acompañaba el momento: “Take care” de Beach House sonaba una y otra vez. Se miraron a los ojos y ella se descubrió en los ojos de él. Ese momento se volvió eterno. Él le dio la mano y ella lo besó: “Adiós, amado amigo”. Entonces, como si fuera un montón de hojas blancas, danzó hasta desvanecerse en el viento, volando hacia el recuerdo de él, aún atrapada en su mirada.

Luego despertó y encontró que ella seguía esperándolo en la calle, para caminar juntos, esperando otro fin del mundo, con “Take care” como música de fondo. Quizá ella volvería a volar en el viento.

Banda sonora sugerida por el autor para acompañar esta minificción:

https://www.youtube.com/watch?v=Q97s4H1jYqk&-feature=youtube_gdata_player

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lealtad.(De leal).

1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.

2. f. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el pe-rro y el caballo.

3. f. p. us. Legalidad, verdad, realidad.

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Eduardo Oyervides

Cuernavaca, 1993

Reencuentro

Después de tanto años, Roberto y Eduardo, que regresaban del servicio militar en Vietnam y en Norteamérica respectivamente, y como quien no se ilusiona de hacerlo pero al final termina haciéndolo todo a pura inconsciencia, en el único lugar que la muerte no pudo der-rumbarles después de tanta asfixia, injusticia, miedo y sangre, en ese lugar donde podían ser felices sin preocuparse de la familia, del tiem-po, del dinero o de la vida, donde su amistad, en aquella juventud interrumpida, ahora se re-encuentra en un vaso a tope de tequila.

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Everardo Perro Rabioso Martínez PacoTlalnepantla, 1987

La neta compadre

Nel compadre, al chile que no sé qué hubiera si, pus usté sabe pues.

Haga de cuenta que, pues yo estaba en el jale, así bien tranquilo, sin pedos, ese día íba-mos a aplanar una barda, pinche bardota. Pero neta, verdad de Dios que desde que llegué a la obra algo no me gustaba, así como un pinche presentimiento bien cabrón, no mames.

Pus si, ya ¿no?, chale, bueno pues, estába-mos ya en la chamba y que me jalo a ver al arqui, pa unos bisnes que estábamos armando y sácatelas que se le viene encima la barda al Tlacoyo, pinche morrito namas tenía trece años, ha pero era re bueno pa la estopa. Pus pa no hacerle el cuento largo se lo cargó su puta madre, pus ni hicimos nada, namas espe-rar a que llegara la tira.

Ya cuando llegó, hijos de su puta madre, querían madrear a todos, pero nel, el arqui les

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dijo pus que valió verga, accidente de obra, ni pedo. Yo por andar de metiche que me ven y que me dan un patadón y sáquese pa la verga, y pa no hacer iri que me manda el arqui a mi casa. Pus pensé, ahuevo voy a llegar tempra al cantón, voy a invitar a mi ruca a los de tripa o suadero, ahuevo.

Pero no mame compadre que llego y jija de su puta madre, pinche vieja cusca le esta-ba mame y mame la verga. Jija de su reputa madre, a mí nunca me la ha querido mamar, hija de su perra madre, me les iba a ir encima a puro putazo hasta que vi a quien se la ma-maba.

Y pus aquí estamos compadre, si no es que se invitó la peda, somos compadres y aparte lo estimo, me cae que ya tuviera todo el hocico rajado, verdá de Dios.

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amistoso, sa.1. adj. Perteneciente o relativo a la amistad. Trato amistoso. Correspon-dencia amistosa.

2. adj. Dicho de un encuentro deportivo: Que no es de competición.

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José Manuel Ortiz Soto Jerécuaro, 1965

Caldo de pollo enchilado

En aquel entonces, yo era un chamaco que creía fielmente en la amistad incondicional. Apenas comenzaban las vacaciones o se abría un puente de fin de semana, corría a la central camionera y tomaba un autobús con destino a mi pueblo, a encontrarme con mis cuates de siempre. Un libro y algo de música acompaña-ban las cuatro horas y media de camino, a ve-ces cinco. En realidad, no era tanta la distan-cia: quizá unos 270 km, pero los choferes de la línea de autobuses Herradura de Plata subían y bajaban gente en cada ranchería o entron-que que les saliera al paso. En todo caso, como último recurso contra el tedio, quedaba la op-ción de cerrar los ojos firmemente y no abrirlos hasta sentir el característico zangoloteo de San Josecito El del Medio, el pueblo de mis amores. Pasar unos días junto a mis amigos bien valía el sacrificio, y el reclamo airado de mi madre por el coste de los pasajes.

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Esa tarde, sin embargo, no concebía que los camaradas con los que tantas veces compartí parrandas, broncas y novias, estuvieran dis-puestos a prender fuego a uno de mis libros más preciados. Si el ir y venir del libro por el aire, pasando de una mano a otra entre riso-tadas, era parte de la misma broma, estaba bien, daba crédito a su ingenio: habían logra-do sorprenderme, pero ya era suficiente. Era obvio que me equivocaba, que esos rufianes no tenían ni pinche idea de la tropelía que es-taban por cometer, y lo que era peor, que su comportamiento inquisitorio era consecuencia de las cervezas que llevaban dentro. Visto así, como un asunto de borrachos, la cosa pinta-ba mal, muy mal: Una temporada en el infier-no, de Arthur Rimbaud, estaba a nada de ser el catalizador principal que ayudara a cocer el pollo que pensábamos comer en un rato.

Dejé de perseguir a Hugo y me planté en el suelo fangoso.

—Devuélveme mi libro —le espeté con esa seriedad mamona de la que aún hoy no he podido desprenderme.

Hugo detuvo su carrera, desconcertado.Pachó abrió los ojos desorbitadamente,

como si eso le ayudara a entender mejor mis palabras.

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—¿Qué dijiste, güey?—Que me devuelvan mi libro.A Mangas, que seguía luchando con la fo-

gata, le valió madres mi comentario.—Está jugando. Arráncale unas cuantas ho-

jas y pásamelas.La quijada me temblaba de coraje; hebras

de sudor oscuro arañaban mi rostro amena-zante.

—Mi libro…—¿Tanto desmadre por un librito que ni

dibujos tiene? Ahí está tu chingadera —dijo Hugo con desprecio, y arrojó el libro a mis pies.

Todavía bufando, levanté el libro y lo devolví a la mochila de donde no debió salir (al menos no en ese momento).

—Pues a ver cómo le haces para prender la lumbre, Poetita; las ramas están verdes y hú-medas, y nomás no agarran —dijo Mangas, aventándome la caja de cerillos.

Tras aquel incidente, las visitas a San Jo-secito El del Medio se espaciaron. Mi negati-va a permitir que Arthur Rimbaud sirviera de combustible para cocinar el caldo de pollo al chipotle fue una afrenta a la amistad que no pudimos superar.

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Benjamín Zambrano Cuernavaca

Lalito’s way

Giramos en torno a un paraguas gigante (¿o era la lluvia, o era el peso del tiempo como la fracción de segundo que acaba de dinamitar-lo todo?) en las calles del centro, en el borde de nuestro propio delirium tremens, fumando como la erupción de un volcán que estaba apa-gado desde antes de Pedro Páramo. Estuvo ahí cuando Alondra se fue, y regresó, y se fue, y regresó, y se fue para siempre, y yo estuve ahí cuando hizo pedazos su sentra negro en un lío de faldas. Viajamos al pasado, a un espacio indeterminado, antes de saber que a nuestro modo ambos éramos un par de huérfanos in-sensibles al paso natural de la vida. No sé. Es-tuvo cerca cuando la falta de estilo, cuando el autobús del infierno se presentaba como una proyección larga de corpiños brillando en la madrugada. Nunca habló de mariposas amari-llas, ni siquiera le interesaba saber cuánto pesa-ban nuestras almas abyectas recostadas en una

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cama inflable transpirando el letargo de la no-che anterior. Su ortografía, debo decir, es un cri-men para la humanidad, y tiene ideas un poco radicales respecto a los escritores, sé que no conoce a Bukowski ni a Bolaño, sé que Capote para él podría significar una marca corriente de medias, y sin embargo reiría amargamente con el soliloquio de Parra. Algo no está bien con las ficciones literarias, no está bien con el fantasma de la muerte disfrazada de estudiante de antro-pología social (movimiento de la vida, a secas), algo no está bien con el mundo invisible de bi-bliotecas, mucho menos con los poemas escri-tos en servilletas de bares absurdos para rubias taradas con más serotonina que sesos, algo no está bien y estamos desgastándonos como dos perros abúlicos en la inercia del romance. Mi mejor amigo es un pedazo de bestia que viaja en el tiempo, es un huraño andando y no tiene mucho que decir respecto a nada en particular cuando la realidad se convierte en gotitas de lluvia pegadas en la ventana o yo escribiendo al borde de un precipicio imaginario. Mi amigo es un crítico de lo tangible, y yo lo dibujo con las primeras letras desesperadas del medio día, mientras se va como un complejo invisible, lle-no de ataúdes, de ataúdes, de ataúdes (risas).

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traición.(Del lat. traditĭo, -ōnis).

1. f. Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guar-dar o tener.

2. f. Der. Delito cometido por civil o mili-tar que atenta contra la seguridad de la patria.

alta ~.

1. f. traición cometida contra la sobera-nía o contra el honor, la seguridad y la independencia del Estado.

a ~.

1. loc. adv. Alevosamente, faltando a la lealtad o confianza.

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Mario Emmanuel Pineda QuintalMérida, 1986

Los dos

Un trago más de los dos y se termina el whisky. Es cuestión de un momento, destapar la bo-tella, vaciar lo último y beber. Cosa fácil. Pero ¿por qué hacerlo?, si en el fondo del vaso esta-mos felices pasándonos una pelota. ¿Para qué ahogar esa diversión? Dejémoslo así, los dos aquí sentados, los dos allí jugando. No vaya a terminar esto como después del primer, quin-to y demás tragos. Yo gritando ¡inútil!, tú gri-tando ¡infeliz!, yo golpeando tus ojos, tú que-brando mi pierna. Vamos a dejarlo así, cada quien sentado en su lugar mientras miramos en silencio como nos pasamos la pelota, sin anotarnos gol, sin buscar playeras para ser de diferente equipo.

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Juan Marcos Chávez CajigaGuadalajara, 1965

Ocaso

El tibio llanto de celosos ángeles cae perdido entre las aguas de la ducha, resbala como satín sobre la piel desnuda de los amantes, dibujando sus silue-tas con detalles divinos; besa, lágrima a lágrima, h o m b r o s, e s p a l d a, deslizándose sobre los glúteos; algunas se pierden en la noche, ama-neciendo en los muslos, continuando por la entre-pierna hasta encontrar el tobillo; otras, acarician el torso,… los senos,… hasta el monte de Venus y caen extasiadas al paladear el mar; a veces, él, las acompaña, otras, ella, las encamina.

Morbosas gotas de agua se agolpan en la gár-gola, ávidas de tocar a los amantes, y por mucho que traten de alargar su caricia, son empujadas por las demás.

Sólo se observan las extremidades de la pareja. El vapor cómplice arropa y divulga las esencias que embriagan despertando los sentidos. Un enjambre de profundos besos húmedos, enardece las almas que se entregan al esplendor del momento sin presentar más resistencia: el mar revienta en pla-centeras olas de espuma blancas, mientras en el horizonte, el sol desciende como óvulo, calentando como siempre, pero más entregado que nunca.

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amigo, ga.(Del lat. amīcus).

1. adj. Que tiene amistad. U. t. c. s. U. como tratamiento afectuoso, aun-que no haya verdadera amistad.

2. adj. amistoso (‖ perteneciente a la amistad).

3. adj. Que gusta mucho de algo.

4. adj. poét. Dicho de un objeto mate-rial: Benéfico, benigno, grato.

¶ MORF. sup. irreg. amicísimo.

5. m. y f. Persona amancebada.

6. m. Ingen. En las minas, palo que se coloca atravesado en la punta del tiro o cintero para que, montándose los ope-rarios, bajen y suban por los pozos.

7. f. Méx. Escuela de niñas.

8. f. p. us. Maestra de escuela de niñas.

~ del asa.

1. m. y f. coloq. desus. amigo íntimo.

~ de pelillo, o ~ de taza de vino.

1. m. y f. coloq. desus. amigo que lo es solamente por interés y conveniencia.

~ hasta las aras.

1. m. y f. desus. amigo que profesa fina amistad a otra persona sin exceder los límites de lo justo y honesto.

falso ~.

1. m. Gram. Cada una de las dos pala-bras que, perteneciendo a dos lenguas diferentes, se asemejan mucho en la forma, pero difieren en el significado.

tan ~s, o tan ~s como antes; o tan ~s como siempre.

1. exprs. U. como fórmula para ma-nifestar la disposición del hablante a continuar una buena relación con su in-terlocutor, interrumpida o en peligro de romperse.

Edición única • Mayo de 2013

©

Héctor Sánchez, Víctor Marcos Hernández, Eduardo

Oyervides , Everardo Perro Rabioso Martínez Paco,

José Manuel Ortiz Soto, Benjamin Zambrano, Mario

Emmanuel Pineda Quintal, Juan Marcos Chávez Cajiga, Alize Martínez, Daniel Zetina

© EdicioneZetina, diseño editorial

Los derechos patrimoniales de los textos pertenecen a los au-tores, quienes son responsables de la originalidad de su obra. No pueden reproducirse sin la autorización de los mismos.

[email protected]

VALE LA PENASe editó entre abril y mayo de 2013

entre el día del niño y el día de la madre,los niños suelen ser amigos sin prejuicios,las madres pueden espantar a los amigosSe aprovechó la tipografía Futura Md BT

Los folios se compusieron en 12 ptsAlabada sea la minificción

EdicioneZetina no es una editorial independiente