Expresividad

Con los ojos cerrados, marchaba al ritmo de los latidos de su corazón. Inhalaba, por vez primera, los recuerdos que había dejado tan aislados, como si fuera posible borrar aquello que fue vivido con lo próximo a vivirse. Él no estaba allí, por lo que su cuerpo se encargó de recibir los sentimientos que en un principio se habían negado a acceder a su interior. Así, el recorrido ofrecido por el sufrimiento y la tristeza lo obligaron a ser partícipe de la obra dirigida por estos solitarios monitores.

Iniciada la función, el narrador procedió a hablar: “las manos suavemente acariciaban su interminable cabello. Podía sentir su fría calidez a medida que tocaba la pureza de sus hombros. –No te vayas, permíteme presenciar esta obra una vez más- le dijo a ella. Su cabello era el único soporte ante una cuerda que jalaba lentamente, cuya inevitable intención era hacer que el sufrimiento pueda extenderse y moverse a su merced…”.

No pudo aguantar más. Exhaló, pero seguía con sus ojos cerrados…

La voz y el bosque

Dentro del gigante bosqueLa voz se encontraba perdidaDesprotegida, buscaba su armaduraCuando por suerte un árbol le abrió su puerta

Se vio en un mundo nuevo

“Tienes que sacrificar el pasadoDetener el tiempoViajar entre gamas de coloresPara volver nuevamente desnuda”

Otra puerta se abrió

“Eres el reflejo de tu espejoFlecha arrojada por el destinoQue camina siguiendo huellasEn busca de la llave de la salida”

Salió, pero…

“10.30 am”“Así él fue declarado como nuestro salvador”“Pórtate bien en el colegio”“¿Y cuánto te pagan?”

De regreso en el bosqueAgotada de oír tantas vocesY ya tendida sobre el fino césped…decidió oír su propia voz