calle dublin 3.1

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POV de Cam (Down London Road) Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ Corregido por LizC unque Cam nunca había sido un tutor, estaba disfrutando enseñando al hermano menor de Jo, Cole, algunas técnicas de Judo. El chico era un aprendiz rápido y las tutorías personales en la sala de estar de Cam le llevarían a una velocidad más rápida que el resto de los principiantes en la clase. —Lo estás haciendo muy bien —elogió Cam al tímido adolescente, tendiéndole la mano. Él acababa de utilizar el harai-goshi en él, un barrido de cadera. Cole tomó la mano ofrecida. —Gracias. —Lanzó a Cam una sonrisa sardónica mientras se ponía de pie—. Es algo bueno que sepa cómo caer. Cam se echó a reír. Él realmente había notado una diferencia en Cole estas últimas semanas. El chico era genial, y tenían mucho en común. Estaba saliendo de su caparazón más y más con Cam y se sentía bien estar ahí para alguien que lo necesitaba. Un poco como la forma en que su padre estuvo con él. —¿Por qué no intentamos una vez más…? —El timbre sonó, interrumpiéndolo. Le dio a Cole una mirada de disculpa y gritó—: ¡Voy! Suaves pasos resonaron por el pasillo. Una mujer alta y esbelta con cabello rubio rojizo y ojos verdes apareció en su puerta. Les sonrió y Cam sintió una A

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Page 1: Calle Dublin 3.1

POV de Cam

(Down London Road)

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

Corregido por LizC

unque Cam nunca había sido un tutor, estaba disfrutando

enseñando al hermano menor de Jo, Cole, algunas técnicas de

Judo. El chico era un aprendiz rápido y las tutorías personales en la

sala de estar de Cam le llevarían a una velocidad más rápida que el resto

de los principiantes en la clase.

—Lo estás haciendo muy bien —elogió Cam al tímido adolescente,

tendiéndole la mano. Él acababa de utilizar el harai-goshi en él, un barrido

de cadera.

Cole tomó la mano ofrecida.

—Gracias. —Lanzó a Cam una sonrisa sardónica mientras se ponía de

pie—. Es algo bueno que sepa cómo caer.

Cam se echó a reír. Él realmente había notado una diferencia en Cole

estas últimas semanas. El chico era genial, y tenían mucho en común.

Estaba saliendo de su caparazón más y más con Cam y se sentía bien estar

ahí para alguien que lo necesitaba. Un poco como la forma en que su

padre estuvo con él.

—¿Por qué no intentamos una vez más…? —El timbre sonó,

interrumpiéndolo. Le dio a Cole una mirada de disculpa y gritó—: ¡Voy!

Suaves pasos resonaron por el pasillo. Una mujer alta y esbelta con cabello

rubio rojizo y ojos verdes apareció en su puerta. Les sonrió y Cam sintió una

A

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oleada de emoción en su pecho. Tenía que admitir que había una ventaja

en ser el suplente de hermano mayor de un gran chico como Cole.

Su hermana mayor. Johanna Walker.

Ella levantó una ceja perfecta a su sonriente y sudado hermano.

—¿Olvidaste algo?

Cole frunció el ceño.

—No.

—Díselo al chico en la puerta.

—Oh, mier… —se cohibió antes de maldecir y Cam ocultó una sonrisa—.

Olvidé a Jamie.

—Está esperando.

Ante las noticias que su mejor amigo estaba fuera esperando por él, Cole

agarró sus cosas y le agradeció a Cam por las lecciones antes de irse

corriendo pasando a su hermana.

—¡Será mejor que te cambies la ropa antes de salir! —gritó tras él, siempre

la madre—. Y mándame un mensaje para dejarme saber a dónde vas… —

Fue interrumpida por el golpe de la puerta delantera. Se volvió hacia Cam

e hizo una mueca—. ¿Por qué me molesto?

Cam sonrió ante su descontento, más que satisfecho de encontrarse a

solas con ella. Las últimas semanas se habían acercado. Muy cerca. El

descubrimiento de la chica más hermosa que había conocido también

pasó a ser la más fuerte, más abnegada y cariñosa mujer en el planeta,

que realmente estaba probando su paciencia y ponía a prueba su fuerza

de voluntad.

Era adicto a ella a pesar de los obstáculos en su camino.

Esos serían su novia, Becca, y el novio de Jo, Malcolm.

Cam estaba en crisis por la situación, y honestamente solo quería un poco

de sosiego si Jo se sentía tan confundida como él. Y tenía que estarlo. La

química estaba allí entre ellos. Había estado desde el principio. Ella no

podía negarlo, pero Cam sabía que estaba decidida a intentarlo. Es por

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eso que él se encontró haciendo lo que podía para jugar con ella,

sacudirla, hacerla admitirlo…

Él curvó un dedo y le hizo señas para que fuese hacia él.

—¿Quieres retomarlo donde él lo dejó? —Solo la idea de ella en el suelo

debajo de él hizo que la sangre se apresurase a una cierta parte de su

anatomía.

Jo dio un paso cauteloso hacia atrás, justo como pensaba que lo haría.

—No lo creo.

—Vamos. —Buscó una razón para que ella aceptara una lección con él, y

de inmediato se sintió sombrío por las historias que Joss le había contado

acerca de la forma en que algunos clientes en el bar habían tratado a Jo

en el pasado. Si hubiera estado allí, habría aplastado a esos idiotas—. He

visto la manera en que algunos clientes son contigo, y Joss me dijo me ha

tenido que rescatarte más de una vez en el pasado de un cliente

demasiado ansioso. Esto te ayudará a lidiar con la manera en que te

congelas.

Cam vio el destello en sus ojos mientras pensaba en ello. La idea,

obviamente, se le hacía meritoria… pero ella negó con la cabeza.

—No, gracias.

Él suspiró, dándose cuenta que no iba a conseguir que admitiera nada de

esta manera.

—Bien. ¿Quieres una taza de té?

Jo asintió, metiendo un mechón de cabello sedoso detrás de la oreja.

Alegre que al menos hubiera accedido a pasar el rato, él sonrió y pasó

junto a ella. La sonrisa de inmediato se tensó, cuando el olor de su perfume

ligero hizo que su sangre se calentara. Frunció el ceño y se dirigió a la

cocina hacia la estufa. Cam no había sabido que era posible sentirse así

de volátil y frustrado por la atracción de una mujer.

—¡Oh, Dios mío! —chilló Jo atípicamente detrás de él.

Con el corazón en la garganta, Cam se dio la vuelta, sus ojos buscando

alguna lesión en ella.

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—¿¡Qué… qué!?

Estaba prácticamente congelada, mirando con los ojos muy abiertos a sus

azulejos de la cocina.

—Deshazte de ella o no seré capaz de moverme.

Siguiendo su mirada Cam sintió un subidón abrumador de alivio, y mucha

más diversión, al ver una araña en la pared de su cocina.

Jo tenía miedo a las arañas.

—Ni siquiera pienses en reírte. No es gracioso.

Evaluando sus pálidas mejillas y el pánico en sus ojos, Cam se dio cuenta

que estaba realmente aterrorizada. Aunque no entendía su miedo, sabía

que era real, y se dio cuenta de golpe en ese momento que él haría

cualquier cosa e iría a cualquier lugar para hacer que Johanna Walker se

sintiera segura.

—Está bien, deja de asustarte. Me desharé de ella. —Alzó la mano en un

armario para buscar un sartén.

—¿Qué estás haciendo? ¡No la mates! —le espetó, lo cual le sorprendió.

Asustada… pero, ¿no quería que matara a la araña? Interesante. Se había

librado de las arañas por sus novias antes y estuvieron generalmente

enojadas con él cuando no las mataba.

—¿Por qué no quieres que la mate? Pensé que le tenías miedo.

Ella estaba temblando, sus ojos parpadeando entre él y la araña.

—Estoy aterrada de ella, pero, ¿qué diría eso de la humanidad como

especie si vamos por ahí matando cosas solo porque les tememos?

Cam se quedó inmóvil ante sus palabras. Lo había dicho como una

cuestión de hecho. Como si ni siquiera se le ocurrió que su compasión era

rara.

Cristo, era hermosa. Tan jodidamente hermosa. Su belleza era como una

patada enorme en su pecho cada vez que la miraba. Se sintió sin aliento

por un momento.

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—¿Qué? —susurró cuando siguió mirándola como un idiota enamorado.

Se sacudió, tratando de salir del hechizo bajo el que ella lo había puesto y

caía.

—Nada. Tú solo… nada.

—¿Cam?

Sus ojos se posaron en sus labios. Quería besarla. Estaba tan harto de no

poder besarla.

—¿Mmm-hmm?

—La araña —le recordó.

¿La araña? Sintió el peso de la sartén en su mano. Oh.

—Cierto. —Levantó la tapa de la sartén—. No la mataré. Solo necesito algo

donde ponerla.

Tan rápido como pudo, Cam puso la araña en la sartén y dejó que se

escapara de su ventana de la cocina.

—Gracias —susurró ella.

Esa pequeña palabra se filtró en su interior e hizo fundir su sangre.

Poco a poco, Cam se volvió a mirarla.

Le dolía mirarla. No podía recordar querer nada más en su vida y el

pensamiento de no poder tenerla… Cam no podía vivir con eso.

Eso significaba que no podía seguir mintiéndose a sí mismo ni a Becca por

mucho más tiempo. Ya no podía ser ese hombre que fantaseaba con otra

mujer. Era más que eso también, los sentimientos que tenía por Jo

eclipsaban la atracción sexual entre ellos. No podía sentir algo tan

profundo hacia ella y seguir así con Becca.

Y por la forma en que Jo estaba mirando hacia él, con un anhelo en sus

ojos que hacía juego con el suyo, Cam sabía que no podía continuar por

más tiempo con Malcolm.

Estaban viviendo una mentira, pero esto de aquí entre ellos, aquí en este

momento en su cocina… esto era verdad.

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Antes que pudiera detenerse, cruzó la habitación hacia ella como si algo

fuera de su control le estuviese llevando lentamente a ella. No se detuvo

hasta que la brecha entre ellos había desaparecido. Su piel se erizó y se

calentó al tacto de sus senos rozando su pecho. Su perfume le rodeaba y

él inhaló, ahogándose en su aroma mientras estrechaba sus delgados

brazos en sus manos. Sintió que ella se relajó ante su toque y, el más fuerte

y urgente sentido de satisfacción se agitó a través de él.

Con esto estaba la verdad real.

Él estaba enamorándose de ella.

Con el corazón desbocado, Cam no pudo evita presionar los labios contra

su frente. Jo se derritió contra él y la sintió temblar de deseo. Una oleada

de necesidad explotó a través de él y cerró los ojos, apoyando la frente

contra la de ella mientras luchaba por respirar, por controlarse a sí mismo.

No quería que nada entre ellos se estropeara con el arrepentimiento. Cam

quería sacar sus sentimientos a la intemperie y quería hacer una clara

ruptura con su pareja.

Pero entonces, ella susurró su nombre con tanto anhelo.

Él gimió y deslizó su frente por el lado de su cara. Su nariz rozó la mejilla y la

mandíbula de ella. Su piel era tan suave… él acarició su mejilla contra su

cuello y la cabeza de ella cayó hacia atrás ligeramente en invitación.

La tentación era demasiada.

Cam rozó sus labios sobre su piel, una vez, dos veces. El diablo en su

hombro le instó a tomar más. Deslizó su lengua, saboreándola, y Jo se

estremeció, sus pechos presionándose más contra él, todo su cuerpo

pidiendo más.

Y si su teléfono no hubiese comenzado a resonar habría cedido ante ella.

La frustración ardió en su garganta. Apretó los dientes para no gruñir en

irritación y buscó su teléfono, el cual sonaba en su encimera.

El identificador de llamadas le indicó que era Becca.

La culpa se estrelló sobre él.

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—Becca —le dijo a Jo. Estudió sus ojos en busca de una reacción y

encontrando su propio remordimiento allí, y algo más también. ¿Pánico?

No entendió lo que eso significaba, pero comprendió que era el momento

de poner sus cartas sobre la mesa. Cam estaba seguro que Jo debió darse

cuenta de eso también.

—Mejor me voy. Malcolm me va a buscar en unas horas.

Shock e ira se movieron a través de él y vio como Jo jugueteaba con su

cabello y ropa, negándose a mirarlo a los ojos.

¿Esto no ha cambiado nada para ella? ¿Estaba jodidamente jugando con

él?

—¿Así que vamos a volver a fingir que no hay nada entre nosotros?

Ella se puso rígida ante su tono y finalmente levantó la mirada hacia él. Ella

inmediatamente se estremeció ante lo que vio.

—Cam, por favor, no lo hagas —le suplicó en voz baja—. Estoy con

Malcolm y tú con Becca.

Sintió que se le tensaban las entrañas.

Estaba sin aliento.

Pero… la determinación de tenerla todavía estaba allí. Abrió la boca para

decirle que no quería a Becca, no cuando había algo como esto entre él y

Jo, pero Jo ya se había dado la vuelta. Estuvo fuera de su cocina, de su

apartamento, antes que pudiera articular una palabra.

Cam se desplomó contra su encimera en la cocina, con los ojos fijos en la

puerta.

Su decisión estaba tomada.

Tenía que terminar con Becca esta noche y tenía que convencer a Jo que

terminara con Malcolm. Nunca era ella misma en torno a ese sujeto,

Malcolm no sabía quién era realmente. ¿Cuánto tiempo iba a pasar su

vida medio viviendo para proporcionarle a su hermano una seguridad

financiera?

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La idea de Jo terminando infeliz y amargada por auto sacrificarse,

desconcertaban demasiado a Cam. Más que eso le daba pánico.

Podía hacer a Jo feliz. Sabía que podía.

Ahora tenía que demostrárselo.