humanismo_civico

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    DEBATE POLTICO

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    EL HUMANISMO

    CVICOUna invitacin a repensar la democracia1

    Liliana Beatriz Irizar2

    Universidad Sergio Arboleda

    Prlogo del profesor Alejandro Llano

    Versin revisada y ampliada con la colaboracin del profesorJavier Nicols Gonzlez Camargo

    (Universidad Sergio Arboleda)

    DEBATE POLTICO No 41

    1 Este trabajo es resultado del proyecto que est desarrollando el grupo Lumen

    de la Escuela de Filosofa y Humanidades de la Universidad Sergio Arboleda,lnea de investigacin en losofa poltica y losofa jurdica. El proyecto setitula Humanismo cvico: un nuevo modo de pensar y comportarse poltica-mente, y se basa en la propuesta de Alejandro Llano denominada Humanismocvico.2 Liliana Beatriz Irizar actualmente se desempea como docente de la Escuelade Filosofa y Humanidades de la Universidad Sergio Arboleda, donde dirige elgrupo de investigacin Lumen.

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    Obra auspiciada por la Fundacin Konrad Adenauer

    Ttulo: EL HUMANISMO CVICO Una invitacin a repensar la democracia

    Autores: LILIANA BEATRIZ IRIZAR

    ISBN: 978-958-8350-31-8

    Diagramacin e Impresin:

    UNIN GRFICA LTDA.Tel. 630 94 15

    Impreso en ColombiaBogot, 2009

    Las opiniones expresadas en este libro no son necesariamente las de la Fundacin KonradAdenaur. Los artculos son propiedad de los editores, por lo tanto se prohibe la reproduccin de losmismos.

    La opiniones expresadas en este libro, son de responsabilidad exclusiva del autor,quien maniesta, que es el titular exclusivo de los derechos de autor, jurdicamenteprotegidos.

    CORPORACIN

    1984 - 2009

    25aos

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    La libertad es una realidad radical. No surge de las estructuras ode los sistemas: son stos, ms bien, los que han de brotar de ella.

    Por eso la libertad no puede ser otorgada por ningn poder humano;no hay que esperar a que nos la concedan o nos la permitan:

    hay que tomrsela de una vez por todas.

    Alejandro Llano

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    NDICE

    Prlogo a la segunda edicin

    Introduccin a la segunda edicinHumanismo cvico: Un modo de hacer poltica basado en unhumanismo trascendente

    Primera parteEl humanismo cvico como nuevo modo de pensar y

    comportarse polticamente

    Captulo 1:El humanismo cvico

    1. Qu es el humanismo cvico?

    2. Las races doctrinales del humanismo cvico

    3.El humanismo cvico una propuesta poltico-metafsica

    Captulo 2:Hacia una nueva ciudadana emergente

    Segunda parteLos nudos conceptuales del humanismo cvico

    Captulo 3: Tres claves antropolgicas del humanismo cvico

    1. La persona: un ser corpreo y esencialmente dependiente

    2. La persona: un ser capaz de absoluto y de sentido

    3. La persona: un ser capaz de dilogo racional

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    Captulo 4:La dimensin social de la libertad

    1. El autntico despliegue de la libertad depende de suvnculo con la verdad y con la ley natural.

    2. La liberacin de s mismo como posibilidad real de lalibertad negativa y la libertad positiva

    Captulo 5:Aprender a ser libres. El lugar central de los

    hbitos antropolgicos en la conguracin de la nueva ciuda-dana

    1. Introduccin.

    2. Frente a la concepcin autosuciente del sujeto laconcepcin comunional de la persona.

    3. Frente al relativismo inevitable de la antropologa

    subjetivista, bsqueda de la verdad.4. La educacin de la libertad en el humanismo cvico.

    Captulo 6:Atajos hacia el humanismo cvico

    1. Las comunidades de amistad como enclave natural de lavida buena.

    1.2 Ms all de la tolerancia: el amor agap

    2. La mujer: humanizadora de la cultura y de la vidapoltica.

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    Tercera parte:El humanismo cvico frente a algunos

    desafos polticos actuales

    Captulo 7:Respuesta del humanismo cvico al reto de lacorrupcin

    1. Entre la corrupcin poltica y el desencanto cvico

    2. El humanismo cvico y la rehabilitacin del carcter tico

    de las acciones polticas3. Vida buena y bien comn

    Captulo 8:Repensar la paz desde el humanismo cvico

    1. Las races loscas de la violencia

    2. Sobre la violencia: sus clases, sus races loscas2.1. Violencia econmica

    2.2. Violencia poltica

    2.2.1. La violencia estructural.

    2.3. Violencia ldica

    Captulo 9:El despliegue del humanismo cvico en lasinstituciones sociales. Respuesta anticipada a las acusacionesde utopa.

    Conclusin:Ms all del desencanto La fuerza libera-dora de la verdad

    Bibliografa

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    PRLOGOA LA SEGUNDA EDICIN

    La teora poltica contempornea se ha visto con demasiadafrecuencia sometida a una fuerte tensin proveniente de dospolos de fuerza enfrentados entre s. Por un lado, parece necesarioproteger los derechos del individuo y garantizarle la mayorautonoma posible. Por otro, el Estado adquiere una envergaduracreciente, como protector del bienestar de los grupos socialesms dbiles y como garanta de orden y justicia de la economade un pas. Los intentos de conciliar ambas tendencias parecen,entonces, inevitables. Pero es curioso comprobar que buenaparte de las posturas intermedias ensayadas, en este siglo y en elpasado, han acabado por emulsionar la falta de solidaridad propiadel individualismo con la tendencia al abuso intervencionistaque acompaa al aumento del aparato estatal.

    En este libro se acomete, de nuevo, el estudio de los fundamentos

    y el desarrollo de un planteamiento de losofa social que se sitaen una posicin anterior y ms slida que las convencionalmentediscutidas en los pases del occidente democrtico. No se trata deuna tercera postura, sino del recuerdo y la actualizacin de ciertosprincipios de la poltica clsica, segn los cuales la sociedad esanterior al Estado, y el bien comn tiene primaca sobre el intersindividual. Se podra pensar que se pretende prestar vigencia aun enfoque restaurativo, pero no es en modo alguno as. Porque

    reivindicar el protagonismo de la sociedad civil slo es posibledesde una concepcin que acepte la vitalidad de la democraciamoderna, y trate de renovarla en un contexto histrico en elque el conocimiento y la informacin han adquirido mayorimportancia para la riqueza de los pueblos que la produccin y

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    transformacin de materias primas.La lnea de pensamiento e investigacin ms activa e innovadoraen la lnea del humanismo cvico es, hoy da, la que estdesarrollando el grupo Lumen, dirigido por la Profesora LilianaIrizar desde la Universidad Sergio Arboleda. Estamos anteuna iniciativa muy dinmica que, desde hace varios aos, estindagando a fondo las perspectivas actuales ms prometedorasen torno a la idea de una concepcin rigurosamente actual de lasolidaridad basada en la virtud cvica de los propios ciudadanos.

    Es muy signicativo que esta regeneracin intelectual y prcticase haya producido en un pas de base cultural tan slida comoes Colombia; y que, desde all, se est difundiendo por todaLatinoamrica.

    Una de las caractersticas de la orientacin que la ProfesoraLiliana Irizar y sus colaboradores han impreso a la corriente depensamiento que hace ms de veinte aos comenc a denominar

    humanismo cvico es la relevancia que estos jvenesinvestigadores otorgan a los planteamientos educativos. Elgrupo Lumen se ha percatado de que la educacin en todossus niveles- es la clave de la nueva sociedad del conocimientoy la comunicacin; y ha observado tambin que el apoyo socialy econmico que la enseanza y la educacin cvica recibenno es siempre el suciente y adecuado en algunos pases. Enotros, como es notorio en el caso de Espaa, se ha captado

    la importancia de la educacin para la ciudadana, pero se haaplicado ocialmente con una perspectiva ideolgica pocohumanista y con una base tica unilateral. La iniciativa que ahorase renueva, en la segunda edicin de este libro, tiene muy encuenta la exigencia de adelantarse a plantear orientaciones queno estn al servicio de intereses ideolgicos parciales, sino quese inspiren en la gran tradicin humanista y cristiana, en dilogocon las manifestaciones ms interesantes del pensamientoactual.

    Felicito al grupo Lumen, y muy especialmente a Liliana Irizar,por la lucidez, la altura intelectual y el coraje cvico que estndemostrando desde que han puesto en marcha, con generosidad

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    y rigor, esta lnea de estudio y accin solidaria. En Latinoamricaen general y en Colombia en particular- el pensamiento libre ycomprometido est ms vivo que en otras reas culturales dondese registran algunos asomos de una cierta esclerosis mental.Por eso estoy seguro de que este interesante proyecto seguirencontrando el apoyo y la acogida que merece por parte de lapropia sociedad civil.

    Alejandro Llano

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    Introduccin a la segundaedicin

    Humanismo cvico: Un modo de hacer poltica basado en unhumanismo trascendente

    El individualismo sistemtico y la apata cvica puedenconsiderarse como los dos grandes enemigos de la democraciamoderna. Se trata de un riesgo que late en la entraa misma delsistema democrtico. As lo intuy lcidamente Tocquevilleal armar que el individualismo es de origen democrtico,y amenaza desarrollarse a medida que las condiciones se

    igualan. Para el pensador poltico francs la relativa igualdadde condiciones sociales caracterstica sobresaliente de todademocracia autntica conduce de manera paulatina a que cadaciudadano experimente cierta sensacin de autosuciencia entodos los niveles vitales que nalmente acaba encerrndolo enla soledad de su propio corazn.

    El diagnstico de Tocqueville conserva hoy toda su vigencia.Es ms, puede decirse que la actitud individualista por laque el ciudadano tiende a separarse de la masa eludiendo suresponsabilidad cvica aparece en la sociedad actual con unacento mucho ms marcado. Porque el encerramiento y laindiferencia social se encuentran tan ampliamente difundidosque casi constituyen la regla tcita de convivencia en lassociedades democrticas. Y es que a esa espontnea propensin

    al individualismo que despierta la vida democrtica ha idosumndose una serie de factores sociolgicos, polticos yculturales que han acentuado la fragmentacin social y hanvuelto cada vez ms dbiles los lazos comunitarios.

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    Lo cierto es que, tal como ense Aristteles en los albores delpensamiento poltico, el hombre es un animal social. Lo queequivale a armar que para desarrollar una vida humanamenteplena o lograda necesita aanzar esta dimensin comunitariade su ser. Para serplenamente humanoprecisa comprometer sulibertad en empresas socialmente relevantes. Si este ejerciciole es rehusado no tardan en aparecer el tedio y la frustracinexistenciales que acaban desembocando en mltiples expresionesde violencia. Ahora bien, la democracia ha aparecido siempre

    como el modo de organizacin poltica ms apropiado paradar satisfaccin a esta vocacin social innata. Sin embargo,est muy claro para todos que algo no marcha bien en lasactuales democracias occidentales. Por un lado, cada da es msgeneralizada la apata cvica, en especial entre los jvenes. Porotro, los escndalos de corrupcin poltica hasta tal punto se hanvuelto el tema recurrente de los medios de comunicacin queprcticamente ya no son noticia.

    Por ltimo, el alarmante fenmeno de la violencia, que lejos deaplacarse se acrecienta cada vez ms, tanto en el potenciamientode los medios como en el aumento de las diversas formasy mecanismos bajo los que se presenta. Basta recordar laconmocin mundial que han generado los atentados terroristasms recientes tales como las tragedias del 11-S y del 11-Mpara convencerse de que la zozobra y el miedo son las notas que

    mejor denen el clima espiritual de Occidente.

    No obstante, estamos convencidos de que, a pesar de todo,debemos seguir apostando por la democracia. Son muchasms las ventajas que los riesgos que en ella se encierran. Antetodo, lo que ya hemos mencionado acerca de la libertad. Hoypor hoy no existe ningn rgimen poltico que pueda servirms cumplidamente a la maduracin de la intrnseca dimensinsocial y solidaria de la libertad humana.

    Hecha esta salvedad, creemos que no cabe duda de que lasituacin mundial descrita exige de nuestra parte algunosesfuerzos de reexin. En torno al concepto de democracia es

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    preciso replantear muchas convicciones de suyo equivocadas,en especial de tipo antropolgico y tico, que sin embargo sonaceptadas casi dogmticamente en nuestra sociedad. Tal es loque sucede, por ejemplo, con la comprensin de la libertad; elpapel de la tica en la vida poltica o la posibilidad de jarsemetas sociales comunes. Lo que con urgencia se necesita, enltimo trmino, es repensar la democracia desde sus mismosfundamentos, que son metafsicos, antropolgicos, ticos y,evidentemente, polticos.

    Ahora bien, existe una propuesta de anlisis de la democraciaen la direccin apuntada y que, en nuestra opinin, es la mscompleta entre las hoy provenientes del mbito de la teora yde la losofa polticas, ello se debe a que en el centro de susreexiones sita a la persona y su dignidad esencial. Es elhumanismo cvico, en la versin ofrecida por el lsofo espaolAlejandro Llano 3, quien de la mano de Aristteles y junto con

    los mayores representantes del humanismo de inspiracin clsicase propone restablecer la radicacin humana de la poltica y losparmetros ticos de la sociedad.

    Es una propuesta desde la losofa poltica que de ningn modocae en el mero juego intelectual y abstracto; todo lo contrario.En contraposicin al verbalismo vaco de que suelen adoleceralgunas propuestas polticas, el humanismo cvico debe lo

    humano que lo dene fundamentalmente a que el centro de sus3 Alejandro Llano Cifuentes es considerado uno de los lsofos espaoles msreconocidos. Estudi en las Universidades de Madrid, Valencia y Bonn y sedoctor en la Universidad de Valencia. Slo por mencionar algunos aspectosde su fecunda trayectoria intelectual y acadmica, destacaremos que Alejan-dro Llano actualmente es catedrtico de Metafsica y profesor ordinario de laUniversidad de Navarra. Tambin es presidente del Instituto de Antropologay tica de dicha universidad desde el ao 2000. Desde 1991 hasta 1996 fueRector de la Universidad de Navarra. Desde 2000 es Presidente del Instituto deAntropologa y tica de la Universidad de Navarra. En enero de 2000 fue nom-

    brado Acadmico de La Ponticia Academia de Santo Toms de Aquino. Desdeoctubre de 2002 es Director del Departamento de Filosofa de la Universidadde Navarra, de la cual fue rector desde 1991 hasta 1996. El profesor Llano tieneuna larga experiencia como docente e investigador, ha dirigido ms de 60 tesisdoctorales y es autor de numerosos artculos y libros. Entre los ltimos libros

    publicados se encuentran: Cultura y pasin (2007); En busca de la trascenden-cia (2007); Metafsica tras el nal de la Metafsica (2007) y Olor a hierba seca(2008).

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    reexiones lo ocupa la persona a la que concibe como un serespiritual, es decir, libre y autocongurador nato, tanto de suvida personal como de la vida social. Por eso, es una propuestallamada a hacerse operativa, ya que no slo denuncia los focosprofundos del actual desencanto poltico de la ciudadana, sinoque plantea alternativas de solucin. Se trata de solucioneshacederas y asequibles, no de simples ensoaciones utpicas,porque se apoyan en dos pilares que impregnan de realismo estapropuesta. Por una parte, el humanismo cvico reconoce como una

    de sus fortalezas terico-operativas la activacin de la concienciaciudadana. Considera que un punto de partida primordial consisteen sacar a sta del letargo en que la ha sumido el avasallamientode los tres ejes del tecnosistema: el Estado, el mercado y losmedios de comunicacin social. Por otra parte, no se limita adejar sembrada la inquietud y la crtica. El humanismo cvicosupone que la clave para devolver a la sociedad su identidadhumana se encuentra en la formacin ciudadana. Su frmula

    antropolgica, que no mgica, de humanizacin de la poltica seresume en la formacin de seres humanos plenos, cabales.

    Pero, bsicamente, qu denuncia el humanismo cvico? El modotecnocrtico de concebir y de ejercer la poltica segn el cual lasdecisiones pblicas pertenecen al mbito de la tcnica meraadaptacin pragmtica medios/nes sustrayndolas as de todavaloracin tica. A lo que se suma el hecho de que la direccin

    de la cosa pblica ha quedado en manos de algunos expertos enasuntos pblicos, relegando por ese camino a los ciudadanosa la resignada y denigrante posicin de convidados de piedraen temas que son de incumbencia de la sociedad entera. Elsaldo que arroja esta profesionalizacin de la poltica es bienconocido por todos: la quiebra entre tica pblica y tica privada;la corrupcin y la proliferacin de leyes injustas sancionadasdesde la repblica procedimental, de un lado. Del otro, laindiferencia cvica y el individualismo, que no hacen ms queretroalimentar el proceso de desintegracin socio-poltica.

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    Ante un panorama tan poco alentador, qu propone elhumanismo cvico? Su meta fundamental consiste en hacerpatente que los protagonistas originarios de la vida polticasomos los hombres y mujeres que habitamos este mundo. Sereshumanos dotados de inteligencia y libertad; aptos, por tanto,para conocer la verdad acerca de las cuestiones pblicas y tomardecisiones oportunas, radicalmente orientadas a la plenitud detodos y de cada uno de los ciudadanos. Cabe apuntar aqu queotros dos conceptos cruciales de este humanismo poltico son

    junto con la identicacin del hombre como animal social lasnociones de vida buena y de bien comn. Consideramos con elprofesor Llano, que uno de los factores que ms ha incidido enla tecnocrtica deshumanizacin de la poltica lo constituye elhecho de haber expulsado del lenguaje y de la praxis polticaestas dos realidades.

    Pues bien, en este libro pretendemos mostrar la inusitada vigencia

    de la propuesta de Alejandro Llano. Para eso, hemos vistoconveniente dividir la presentacin de este modelo sociopolticoen tres partes. En la primera,El humanismo cvico como un nuevomodo de pensary comportarse polticamente, nos ocupamos dedenir tanto el humanismo cvico remontndonos con ese na sus races doctrinales como la nocin de nueva ciudadana.Nocin vital de esta propuesta ya que viene a ser como su propiocorazn.

    En la segunda parte, Los nudos conceptuales del humanismocvico, exponemos brevemente las que consideramos clavestericas sobre las que se estructura el humanismo poltico. Ellasson: el concepto humanista del hombre; la dimensin socialde la libertad; y la formacin ciudadana y las comunidades deamistad.

    En la tercera parte, El humanismo cvico frente a algunosdesafos polticosactuales, realzamos el carcter operativo dela propuesta de Llano, mostrando qu tipo de respuesta ofrece elhumanismo cvico a algunos desafos polticos actuales. En estaoportunidad nos hemos ceido slo a dos, que son, no obstante,

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    particularmente representativos del proceso de deshumanizacinque aqueja a nuestra cultura. Se trata del problema de lacorrupcin y del fenmeno de la violencia.

    En suma, lo que buscamos a travs de este escrito es despertaren el lector un renovado inters por la vida poltica, que esurgente redenir como vida buena compartida en el mbito dela polis (ciudad). Estamos convencidos de que la gravedad dela hora presente nos insta a asumir compromisos estables de

    cara al bien comn; nos prohbe continuar refugindonos enel asxiante recinto del conformismo individualista que dejala va libre a la lgica del poder puro. Nos convoca asimismoa la accin solidariamente comprometida con los ms dbiles,los que no tienen voz. Queremos, en ltimo trmino, recabar laatencin sobre esa especie de ley que acaba cumplindose en lospueblos atrapados por la irreexin y la pasividad. Y es que unaciudadana no pensante est condenada a la opresin; dulce o

    blanda esclavitud que describi Tocqueville como aquella quele corresponde a un pueblo sometido a un poder inmenso ytutelar que se encarga slo de asegurar sus goces y vigilar susuerte [de los ciudadanos]4 y de este modo, hace cada damenos til y ms raro el uso del libre albedro, encierra la accinde la libertad en un espacio ms estrecho y quita poco a poco acada ciudadano hasta el uso de s mismo5.

    El humanismo cvico no es una panacea ni un antdoto infaliblecontra la corrupcin y la violencia. Es sencillamente un nuevomodo de pensar y de comportarse polticamente. Un modohumanista, reexivo; radicado en la ndole propia del ser humano,que se resiste al pesimismo nihilista y apuesta, en cambio, porel realismo lleno de esperanza de una ciudadana madura queha comprendido que la historia no nos arrastra, la hacemosnosotros, los autnticos protagonistas del cambio social.

    4 A. Tocqueville, La democracia en Amrica; Tr. L. Cullar, Mxico, Fondo deCultura Econmica, 19572, segunda reimpresin, 2000, p. 633.5 Ibd., p. 634.

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    Hasta aqu lo expresado en aquella primera introduccin alHumanismo cvico: una invitacin a repensar la democracia.Hemos dejado intacta esta parte de la introduccin porque lasconvicciones y objetivos de este trabajo continan inalterables.Con todo, somos conscientes de que, transcurridos casi tresaos de la primera publicacin deHumanismo cvico, el cambiofavorable de la situacin socio-cultural que denuncibamos enaquella edicin, como era de esperar, no se ha dado. En realidad,los que all calicamos como enemigos de la democracia

    (la apata cvica y el individualismo) en cierta medida parecenhaberse aanzado y amenazan con extenderse a sectores msamplios de la sociedad. Adems, en este breve lapso temporal,ciertas corrientes que entonces tambin advertimos, ponenen vilo los fundamentos de la democracia misma, se hanvenido manifestando especialmente agresivas as como dandomuestras de peligrosas seales de intolerancia y totalitarismo,refugindose, paradjicamente, bajo la bandera de la tolerancia

    y de la democracia. De modo particular, es sta la actitud deldenominado pluralismo de ideas y creencias que buscaconfundir la pluralidad, en tanto que rasgo genuinamentecaracterstico de todo lo humano, con el relativismo tico yreligioso. Por otra parte, asistimos al avance creciente de unlaicismo arrogante, visible aliado del relativismo, que erigeel indiferentismo religioso y el humanismo inmanente encondiciones de posibilidad de la democracia.

    Sin embargo, estos brotes y rebrotes culturales lejos depersuadirnos de la utopa y el lirismo de esta empresa humanista,lejos de instarnos a desandar el camino iniciado, consiguen muypor el contrario reforzar nuestras convicciones y reavivar nuestraesperanza. Conrman, en efecto, la necesidad perentoria detomarse en serio lo que constituye el leitmotiv del humanismocvico: la centralidad de la persona como fundamento slido y vacreble de la democracia. La exigencia de dicha centralidad quedaevidenciada ante la fragilidad e inecacia de las propuestas quesitan en lugar de la persona, ya sea los sistemas o estructuras,ya sea la libertad absoluta del sujeto.

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    Hablar de la centralidad de la persona supone como premisa bsicapartir de una recta concepcin de la misma. Implica, por eso,reconocer su dignidad ontolgica, que da paso a la defensa de susderechos indiscutibles a partir de las exigencias de la ley naturalenraizada en el ser personal. Negar, como pretende el laicismoexasperado e intolerante, esta tica natural y universal comofundamento y garanta de la convivencia poltica justa y pacca,equivale a instaurar la anarqua moral y su consecuencia obvia:el abuso del ms fuerte sobre el dbil. De ah que hayamos visto

    necesario incluir un apartado sobre los fundamentos metafsicosdel humanismo cvico (en el Captulo 1) los cuales, como yaapuntramos en la primera edicin, establecen una importantediferencia entre el humanismo cvico y las restantes propuestasenmarcadas en el denominado giro republicano. Pensamos quela vuelta a la metafsica de inspiracin realista constituye, hoypor hoy, el nico camino, libre de equvocos y ambigedades,capaz de conducir hacia la construccin de una democracia al

    servicio de la dignidad de la persona y del verdadero progresohumano. Porque slo admitiendo la dimensin metafsica,tanto de la realidad como de la razn humana, estaremos encondiciones de reconocer la vigencia perenne de exigenciasticas radicadas en el ser humano, las cuales pertenecen a la leymoral natural y que poseen, por consiguiente, alcance universal yvalidez permanente. No se trata en s de valores confesionales,como pretenden los paladines del laicismo, sino de autnticos

    principios ticos procedentes de la naturaleza humana, a cuyaluz podemos juzgar y defender lo que son genuinos derechoshumanos as como apreciar lo que debe considerarse verdaderoprogreso humano.

    En suma, la rehabilitacin del humanismo trascendente quepropugnamos es sencillamente imposible de lograr si no serehabilitan los principios y categoras de la metafsica realistao losofa del ser.Sin embargo, la defensa y promocin de ladimensin trascendente de la persona, esto es, su capacidad deapertura a la trascendencia, o posibilidad de salir de s para abrirsey comunicarse con los otros y con el Otro, requiere tambincontar con procesos consistentes de formacin ciudadana,

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    que sean coherentes tanto desde el punto de vista terico comooperativo. Por esta razn, hemos visto necesario ampliar elcaptulo destinado a la formacin ciudadana (Captulo 5 de laSegunda Parte). All, precisamente, insistimos en remarcar quela formacin integral de los ciudadanos, esto es, la educacinde la mente y el corazn (o pedagoga del deseo) debe partirde una antropologa difana y slida en sus principios, ascomo de unas nociones tico-antropolgicas clave que hemosdecidido dejar ms claras en esta edicin. Ellas son: frente a la

    concepcin autosuciente del sujeto, la concepcin comunionalde la persona, y frente al relativismo, la bsqueda apasionada dela verdad.

    Asimismo, hemos visto la necesidad de incluir un apartadoque forma parte de un nuevo captulo tituladoAtajos hacia elhumanismo cvico(Captulo 6 de la Segunda Parte). En dichoapartado buscamos evidenciar el abismo que existe entre la

    tolerancia como pretendido valor supremo de la convivenciacvica, por un lado, y el amor agap, por otro. Es el amorentendido como donacin y cuyas notas son la sobreabundanciay la gratuidad. Amor a la luz del cual, el otro no es un estorboque hay que tolerar, sino un hermano que es preciso amar.Con idntico propsito de reforzar el aspecto formativo delhumanismo cvico, hemos incluido en ese mismo captulo unepgrafe especial dedicado al papel esencial de la mujer como

    humanizadora de la cultura. Estamos convencidos de quelos singulares dones de la feminidad resultan indispensablessi se aspira a instaurar un estilo nuevo de pensar y de vivirpolticamente, en el que destaquen, como punto central, lapersona y la defensa y promocin de su dignidad.

    De hecho, el humanismo cvico slo puede augurar sucristalizacin efectiva en la vida socio-poltica asegurandosu previa radicacin en las mentes, aspiraciones y eleccionesde los ciudadanos. Dicho con otras palabras, el desplieguedel humanismo cvico jams ser el resultado de una meratransformacin de las estructuras, sino que ha de procedernecesariamente de unatransformacin de la cultura. Una cultura

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    que, gracias a serios procesos de formacin ciudadana, sea capazde acoger, justicar y proyectar las instancias que derivan de laley moral natural y que, por lo tanto, sita en el centro de susdecisiones la dignidad y la vida humanas as como su autnticoprogreso.Bajo esta perspectiva, hemos visto fundamental incluir igualmenteun captulo (Captulo 7 de la Tercera Parte), el cual es slo unanticipo de posteriores desarrollos. Se trata de un apartado dondese esboza una concepcin humanista de las instituciones como

    vehculo indispensable para insuar el humanismo cvico en losdiversos mbitos de la vida social, capaz de permear las instanciasde la administracin y el gobierno. Ahora, bien comunicar a lasinstituciones este humanismo ciudadano constituye un autnticoreto, seguramente el ms decisivo de todos. De ah que elcaptulo sobre las instituciones corona la Tercera parte de estelibro, dedicada a los desafos actuales que el humanismo cvicoha de afrontar.

    Por ltimo, no podemos dejar de mencionar en esta segundaedicin, lo que ha signicado para nuestro proyecto contar con elmagnnimo apoyo y las orientaciones iluminadoras y decisivasdel profesor Alejandro Llano. A lo largo de estos aos y graciasa su generosidad, el grupo Lumen no slo ha podido ofrecera la ciudadana una abundante literatura sobe el humanismocvico, sino iniciar procesos formativos dirigidos especialmente

    a profesionales jvenes, universitarios y, en este momento,adolescentes en colegios, con quienes se estrena este proceso.

    Agradecemos una vez ms a los directivos de la UniversidadSergio Arboleda, en especial al seor Rector, doctor RodrigoNoguera Caldern; al doctor Germn Quintero Andrade,vicerrector acadmico, al doctor Ignacio Restrepo Abondano,director de CIVILIZAR; al seor decano de la Escuela deFilosofa y Humanidades, presbtero doctor Mauricio UribeBlanco, y a mi muy apreciada amiga y colega, Gloria PatriciaRodrguez, vicedecana de nuestra Escuela. Sin el generoso apoyoy el estmulo constante de ellos no sera posible perseverar eneste esperanzador proyecto. Nuestro ms sincero reconocimiento

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    se dirige tambin al director de la Fundacin Konrad Adenauer,ocina Colombia, doctor Stefan Jost, a los directivos de laCorporacin Pensamiento Siglo XXI, doctor Hernn Beltz,doctor Hugo Villegas, doctores Gonzalo Araujo y FranciscoFlrez Vargas. Gracias a su acostumbrada generosidad, unavez ms, este proyecto puede contribuir a la formacin de losjvenes y del pblico en general.

    Tambin agradecemos a todos los integrantes deLumen, quienes,

    con su constancia y compromiso en hacer vida este humanismociudadano, dan sentido y respaldan nuestros esfuerzos. Deseamosmencionar, de manera particular, la presencia humana, yaltamente profesional, as como el entusiasmo, del psiclogoGustavo Rojas Maldonado, quien es una gura clave en la faseformativa del humanismo cvico.

    As, desde el profesor Alejandro Llano, quien constituye el alma

    de esta propuesta, hasta el ms reciente integrante de Lumen,todos queremos poner de maniesto que el humanismo cvico esuna losofa de la esperanza porque espera y confa en lo que,despus de Dios, siempre cabe esperar: la calidad humana y elcompromiso apasionado de las personas.

    6 de abril, lunes santo de 2009

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    Primera parte

    El humanismo cvico como nuevomodo de pensar y comportarse

    polticamente

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    Captulo 1

    El humanismo cvico

    La nica conguracin justa de una sociedad es aquella que

    reconoce la relevancia pblica de la libertad concertada de susmiembros.

    Alejandro Llano

    1. Qu es el humanismo cvico?

    Es una propuesta desde la losofa poltica que ofrece elementosconceptuales y operativos orientados a conferir un giro humanistaa la actual conguracin de la vida social6. Parte para eso de unapremisa fundamental: armar que las personas son los sujetosradicales de la poltica.

    Sostener que el humanismo cvico sita sus indagaciones y

    reexiones en el mbito de la losofa poltica implica algunasimportantes consecuencias que merecen ser destacadas. Enprimer lugar, que su anlisis no es formalmente tecnolgico, nisiquiera estrictamente cientco, pero tampoco puramente tico.Pertenece al campo de la losofa poltica, esto es, una disciplinaque plantea como cuestiones centrales la pregunta por la esenciade lo poltico y la legitimidad del poder. Esto equivale a armarque, como losofa prctica, la losofa poltica supone un n

    o deber ser de las acciones sociales traducible en trminos de

    6 Cf. A. Llano,Humanismo cvico, Barcelona, Ariel, 1999, p. 55. Las frases queguran entre comillas en los dos captulos de esta primera parte corresponden ala obra mencionada, salvo que se haga referencia a una fuente distinta. Hemosquerido evitar su registro constante a pie de pgina para evitar las citas reitera-das y facilitar as la lectura del texto principal.

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    justicia y servicio al bien comn. De manera que su anlisis delos fenmenos sociales implica juicios de valor. Tambin debea su ndole prctica el que se trate de una reexin de carcteroperativo. Operar que apunta a hacerse efectivo dentro de lasoportunidades y lmites ofrecidos por el contingente y complejocampo de la actuacin poltica.7

    Perteneciente a ese mbito del saber, el humanismo cvicose presenta como un modelo sociopoltico cimentado sobre

    bases tericas rigurosas especialmente metafsicas y ticasque le permiten someter a examen los parmetros polticos yculturales dominantes. Esto con el n de explorar posibilidadesde convivencia social ms humanas y justas. Su esfuerzo tericoy prctico lo sita a mucha distancia del positivismo social,esto es, de un modo de pensar la realidad sociopoltica a partirdel mtodo avalorativo de las ciencias exactas y, por lo mismo,puramente descriptivo y acrtico. Cabe resaltar en este sentido,

    que precisamente la exclusin de la losofa poltica es uno delos factores que ms ha inuido en la deshumanizacin de lateora y de la praxis poltica.

    En segundo lugar, el humanismo cvico no es una propuestaabstracta. Por el contrario, constituye una propuesta prctica,hacedera. Cuenta, como ms adelante veremos, con elementosdoctrinales sucientes que la apartan del peligro de reducirse a

    una pura reexin terica.

    Detengmonos ahora en la denicin de humanismo cvicoofrecida por Alejandro Llano:

    Entiendo por humanismo cvico la actitud que fomenta laresponsabilidad y la participacin de las personas y comunidadesciudadanas en la orientacin y desarrollo de la vida poltica.Temple que equivale a potenciar las virtudes sociales comoreferente radical de todo incremento cualitativo de la dinmicapblica. 8

    7 Ibd., p. 69.8 Ibd., p. 15

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    All se contienen los tres pilares fundamentales de estapropuesta:

    1. La promocin del protagonismo de los ciudadanoscomo agentes responsables de la conguracinpoltica de la sociedad.

    2. La relevancia que concede a los diferentes tipos decomunidades.

    3. El valor que conere a la esfera pblica como lugarprivilegiado para el despliegue de las libertadessociales.

    De estos elementos puede inferirse que ... la democraciaconstituye actualmente el nico rgimen poltico en el quees posible llevar a la prctica el humanismo cvico 9. Sin

    embargo, lo humano que este humanismo poltico se proponerescatar depende, en gran parte, de una regeneracin de lademocracia liberal en un sentido humanista con moderadoacento republicano. Porque la democracia es decir, el rgimenpoltico de justicia y libertades basado en la divisin de poderes,el sufragio universal y los derechos humanos, cuando esautntica, se asienta efectivamente sobre un orden jurdico justo,el cual depende en esencia de su radicacin en la plena verdad

    sobre el hombre y sus derechos fundamentales, entre los quedestaca la posibilidad de alcanzar una vida buena. Vida logradaque es impensable fuera de la comunidad poltica y sin el plenodespliegue de la libertad social.

    Conviene retener que el humanismo cvico no es un programade actividad poltica, ni siquiera una escuela de pensamientopoltico. Sencillamente se declara como un nuevo modo depensar y actuar en la vida cvica, precisamente porque sepropone reivindicar, entre otros, los tres pilares mencionados loscuales son factores humanizantes decisivos que la poltica actualignora. El humanismo cvico representa, as, un modo humano9 Ibd., p. 7.

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    de vivir en la polis que se opone diametralmente a la mentalidady a la praxis poltica del actual tecnosistema.

    Bajo el trmino tecnosistema o tecnoestructura incluimos lostres ejes estructurales que dominan la esfera pblica: Estado,mercado y medios de comunicacin. Pues bien, con su modo deproceder puramente tcnico estos tres componentes hegemnicosdel Estado del bienestar han ignorado las vitalidades emergentesconstituidas por los ciudadanos y los grupos sociales primarios:

    las solidaridades bsicas. Lo que el tecnosistema margina sonprecisamente los tres pilares apuntados de los que depende laradicacin humana de la poltica. Marginacin no marginal delo humano, cuyas consecuencias ms patentes y preocupantesson la corrupcin y la apata cvica. Dos males que hacenlanguidecer a las democracias occidentales.

    Ciertamente es la autorreferencialidad del tecnosistema lo que

    ha conducido poco a poco al desinters poltico y a la falta decompromiso cvico. Pertenece al dinamismo caracterstico deltecnosistema el cerrarse sobre s mismo sin contar con otrosreferentes o parmetros como no sean las leyes mecnicas que loregulan y la opinin de los expertos en asuntos pblicos. Losciudadanos han llegado, as, a la frustrante conviccin sin duda,bien fundada de que realmente no se cuenta con ellos a la hora dedecidir sobre cuestiones que a todos nos ataen. Este vivir como

    extranjeros en la propia tierra explica en parte la ausencia deconciencia y de voluntad cvicas que tarde o temprano suelendegenerar en actitudes y comportamientos que encuadran en loque ya desde el humanismo cvico orentino se conoce comocorrupcin poltica, un trmino entre cuyos signicados el msdestacado (para ese discurso cvico) quiz fuera la sustitucinde aquellas relaciones pblicas entre ciudadanos a cuyo travsla repblica deba ser gobernada por relaciones privadas10 .Sustituir el bien comn por los intereses particulares puedeconsiderarse, en efecto, la denicin ms concisa y puntual dela corrupcin.10 J.G.A Pocock, El momento maquiavlico. El pensamiento poltico orentinoy la tradicin republicana atlntica; Tr. M. Vzquez y E. Garca, Madrid, Tec-nos, 2002, p. 180.

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    Si, en cambio, la propuesta que defendemos admite legtimamenteel apelativo de humanismo cvico, es porque confa en los sereshumanos y en sus recursos espirituales inagotables, los cuales lesconeren competencia intelectual y tica para deliberar acercade aquellas necesidades y tareas de cuya dilucidacin prudentedepende el destino de los pueblos. Este modelo sociopoltico seapoya en el reconocimiento de un entramado social prepoltico ypreeconmico que se mueve en el mbito de la cultura, es decir,activo cultivo de las capacidades personales y comunitarias

    para congurar un modo de vida que acaba por tener decisivasrepercusiones polticas y econmicas11.

    De ah que la alternativa que ofrece el humanismo cvico frentea la democracia totalitaria aquella que, en expresin deTocqueville, slo nos habilita para vivir como sbditos, mas nocomo ciudadanos 12 no puede venir simplemente del lado deun achicamiento del aparato estatal, ni puede reducirse al mero

    equilibrio cuantitativo entre la intervencin del mercado y de losmedios en la cosa pblica. Su propuesta es mucho ms radical.Apunta a la desburocratizacin y desmercantilizacin del modelosocial tecnocrtico con el n de liberar las energas sociales quelaten en los mbitos vitales de las comunidades. Rescata, portanto, el paradigma tico de la comunidad poltica que provienede la tradicin aristotlica. Se trata de la idea netamente cvica decomunidad poltica, que supera ampliamente la limitada nocin

    moderna de Estado, ajustada ms a los intereses comerciales ymilitares que a los genuinos reclamos de la ciudadana.

    En este orden de ideas, cabe destacar la inusitada vigencia queencierra el entramado doctrinal-operativo de esta comprensinhumanizante de la vida poltica. Porque la entraa conceptualdel humanismo cvico, cifrada en la radicacin humana de lapoltica y los parmetros ticos de la sociedad, puede ofrecerelementos clave para resolver ciertas contradicciones, enapariencia insolubles, que desconciertan a la actual sociedad delriesgo, ltimamente mejor caracterizada como sociedad del

    11 A. Llano, Humanismo cvico., p. 18.12 Cf. A. Tocqueville, Ob. cit., p. 102

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    miedo. Pensemos, por ejemplo, en la ya mencionada corrupcino en la violencia creciente en sus ms diversas manifestaciones.Dos temas que en este libro sern objeto de especial examen a laluz de los principios del humanismo cvico.

    2. Las races doctrinales del humanismo cvico

    En principio, podemos identicar el humanismo cvico con una

    plural corriente de pensamiento cuya raz es el aristotelismoy que, de modo ms amplio, admite ser identicada con elhumanismo clsico en su vertiente poltica.

    La denicin de humanismo cvico ofrecida por el profesorEloy Garca Lpez en el prlogo a la obra de J.G.A. Pocock,El momento maquiavlico, puede servirnos para, de maneragenrica, incluir en ella diferentes versiones del humanismo

    poltico que, si bien dieren en importantes aspectos, coincidentodas en reunir los rasgos elementales all apuntados: unnuevo paradigma poltico en forma de discurso republicano (...)centrado en la armacin de la identidad cvica del hombre: elhombre como ser poltico que vive en una comunidad que recibeel nombre de ciudad.13

    De acuerdo con el anlisis de I. Honohan14, en la actual

    rehabilitacin de la tradicin de pensamiento republicanotambin denominado giro republicano es posible reconoceruna serie de elementos identicables con una tradicin queregistra races griegas y romanas y que cristaliz en la baja EdadMedia. Esas piezas conceptuales sobre las que se asienta elrepublicanismo clsico son:

    Se reconoce a los ciudadanos su capacidad deautogobernarse.

    13 Prlogo a J.G.A. Pocock, Ob. cit.14 En este apartado seguiremos muy de cerca las reexiones de I. Honohan,Civic Republicanism, London, Routledeg, 2002.

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    Presencia de un rgimen de gobierno mixto (el poderse encuentra compartido por todos los grupos ycategoras de ciudadanos).

    Necesidad del cultivo de las virtudes cvicas por partede los ciudadanos, lo que equivale a la exigenciatpicamente republicana de compromiso activo conel bien comn.

    Se entiende por repblica una especca comunidadde ciudadanos unidos ms por la lealtad que entraala amistad cvica que por acuerdos acerca de lasinstituciones o reglas procedimentales.

    Histricamente, dichos elementos doctrinales pueden vericarseen trminos generales en el pensamiento poltico de Aristteles

    y de Cicern. Sin embargo, existen signicativas diferenciasentre ste ltimo y el Estagirita. A tal punto que segn losneorrepublicanos retrotraigan su discurso a uno u otro de estoslsofos, cabe hablar de dos vertientes dentro de la rehabilitacindel republicanismo. Una, la inspirada en Aristteles, enfatizalas virtudes cvicas como expresin y medio de participacinpoltica. La otra, que enlaza con el pensamiento de Cicern, poneel acento en la ley como instrumento que sirve para garantizar la

    libertad republicana.

    Sin embargo, la propia expresin humanismo cvico es precisosituarla mucho ms cercana en el tiempo. Quedar consagradaen el discurso poltico a partir del siglo XIV, cuando la vidapoltica pasa a ser revaluada en las ciudades-estados del nortey centro de Italia (bsicamente Florencia y Venecia). En ellas,algunos autores conocidos como humanistas cvicos se dieroncuenta de la inestabilidad de la repblica sujeta a los avataresde la fortuna por su insercin en el tiempo. Buscaron,entonces, un cuerpo de doctrina en el que pudiera asentarse launiversalidad y, a su vez, la estabilidad de la vida cvica. Loencontraron en Aristteles. En la losofa poltica del Estagirita

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    la primera de esas notas quedara asegurada a travs del biencomn, n universal de la polis. La segunda, en las virtudes delos ciudadanos y el equilibrio en la distribucin del poder. Bajoeste aspecto, el pensamiento orentino era unnime armacingeneral de que cuando los hombres carecan de virtud el mundose volva problemtico e ininteligible15. El mundo que rodeabaa tales hombres equivala a un ujo incontrolado y enigmtico.

    De modo que la tradicin cvica republicana originada en el

    pensamiento clsico grecorromano y ms tarde acogida porlos pensadores de las repblicas italianas del Renacimientodescansa sobre la conviccin fundamental de que la poltica esel dominio donde podemos reconocernos como participantes enuna comunidad poltica, organizada en torno a la idea de biencomn compartido16. De estas ideas bsicas acerca del rgimenrepublicano participarn tambin Maquiavelo, Rousseau yBenjamn Constant, entre otros.

    El sucinto recorrido histrico presentado tiene como nalidadllegar a las que consideramos las tres concepciones msrelevantes de la tradicin cvica republicana en la actualidad.

    1. La Escuela de Cambridge, a la que pertenece,entre otros, J.G.A. Pocock, Q. Skinner y discpulosposteriores, como Ph. Pettit. Lo que ana a los

    representantes de esta corriente es, en palabras deGarca Lpez, la renuncia a entender la polticaen trminos habituales de la lgica del poder y loexplica, en la tradicin clsica, como un vivir polticoactivo que resulta por principio irrenunciable a unhombre que se reclama ciudadano17. Para construireste discurso, la Escuela de Cambridge recurrecomo punto de partida al humanismo cvico de lapoca republicana en Roma y a los planteamientos

    15 J.G.A. Pocock, Ob. cit., p. 181.16 J. Gonzlez Ibez, Educacin y pensamiento republicano cvico. La bs-queda de la renovacin de la ciudadana democrtica; Valencia, Editorial Ger-mania, 2005, p.150.17 Prlogo a J. Gonzlez Ibez, Ob. cit., p. 16.

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    del humanismo renacentista orentino de modoparticular al Maquiavelo de los Discorsi; a travsde ellos a Aristteles y, nalmente, presta particularatencin a las aportaciones de J.J. Rousseau 18.

    2. Los lsofos denominados comunitaristas, como Ch.Taylor, M. Walter y M. Sandel.

    3. El humanismo cvico de signo metafsico: al que

    pertenecen Alejandro Llano y, en buena medida, A.MacIntyre. Sin embargo, consideramos que dentro deesta vertiente el primero de ellos representa al autorque ha expuesto su discurso cvico humanista demodo ms sistemtico sustentndolo, adems, sobrebases metafsicas, antropolgicas y ticas claramentedenidas.

    Ciertamente, el humanismo cvico de Alejandro Llano incorporalos ya mencionados elementos conguradores de todo rgimenrepublicano, los cuales son asumidos tambin por el discursopropio de las otras dos vertientes. Adems, el humanismocvico que defendemos comparte con la corriente denominadacomunitarismo su crtica al avasallamiento del tecnosistemay reivindica al igual que aqul el valor y la relevancia delo comunitario. Sin embargo, no puede seguir a los autores

    comunitaristas en algunos de sus planteamientos. En especial,en la pretensin de aportar un sentido comunal y humanamenteabarcable al propio aparato administrativo del Estado-nacin:tarea indeseable, a fuer de contradictoria19. Como arma CruzPrados, la propuesta comunitarista consistira en mantener elEstado liberal como una gran unin de muchas comunidades.El Estado sera un instrumento poltico al servicio de esascomunidades y de sus valores comunitarios 20. Se trata de unerror categorial cuyo origen entronca con otra insucienciadel comunitarismo frente al humanismo cvico. En reaccin18 Cf. J. Ibez, Ob. cit., p. 149-150.19 A. Llano, Ob. cit., p. 192.20 A. Cruz Prados, Ethos y polis. Bases para una construccin de la losofa

    poltica, Pamplona, EUNSA, 1999, P. 56.

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    contra el individualismo liberal, reclama la recuperacin de lascomunidades como fuentes de identidad humana. Sin embargo,no incluye a la comunidad poltica ni, por tanto, a lo polticocomo tal entre esos factores determinantes de identidad. Deah que lo poltico un ingrediente especcamente estatal paraesta corriente deviene algo posterior a la conguracin de laidentidad humana y, por lo mismo, instrumental. Un agente alservicio, ya no de los individuos como en el liberalismo, sino delas comunidades entre las que destacan las culturales. Para

    el humanismo cvico, en cambio, el hombre es constitutivamenteun animal social o poltico, de modo que no puede conseguir laplenitud de su ser si no es gracias a la participacin activa en lapolis o comunidad poltica.

    3. El humanismo cvico, una propuesta poltico-metafsica

    Si bien, el profesor Llano recoge algunas de las aportacionesde Pocock y atiende, por tanto, a las reexiones de los mayoresrepresentantes del pensamiento poltico renacentista orentino21. No obstante, su referencia a Aristteles es mucho ms explcitay constante. Adems, su apelacin directa al Estagirita permitearticular, sin forzar los textos, sus propias argumentacionescon la losofa poltica de Toms de Aquino, sin duda, el msnotable exponente del humanismo poltico de corte metafsico.

    Precisamente, su remisin constante a la metafsica de laque reciben radicacin tambin la antropologa y la tica delhumanismo cvico, constituye, desde nuestro punto de vista,uno de los rasgos doctrinales denitivos que permiten hablardel humanismo cvico de Alejandro Llano como un modelosociopoltico innovador y operativamente prometedor.

    Las referencias metafsicas del humanismo cvico son, en efecto,parte integral de su andamiaje conceptual y argumentativo. Melimitar aqu a precisar qu pretendemos indicar al decir que elhumanismo cvico acoge y sustenta todo su entramado tericoen la metafsica clsica o losofa del ser. Para ese n, resaltar

    21 A. Llano, Humanismo cvico., pp. 37 y ss.

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    slo algunos de sus elementos ontolgicos nucleares.Un elemento clave del humanismo cvico lo constituye lacomprensin del bien humano como perfeccionamiento, comotelos, de las personas que buscan intensicar su propia vida,indagando crticamente cul es su propio sentido y plenitud, ques lo bueno y excelente para cada una de ellas y para todas lasdems. Porque lo que buscan no es lo que, aqu y ahora, lesparece bueno, sino lo que es realmente bueno. 22

    Esto supone, a su vez, reconocer el carcter teleolgico dela naturaleza o, lo que es lo mismo, asumir que la naturalezaacta por causa de un n. Ahora bien, slo comprendiendo lanaturaleza como algo dotado de nes y tendencias intrnsecas,estaremos en condiciones de entender que la persona no slose encamina hacia el logro de objetivos libremente escogidos,sino que tambin posee inclinaciones naturales ordenadas hacianes tambin naturales de cuyo discernimiento y consecucin

    depende directamente su plenitud o felicidad. Tratndose dela persona, nos encontramos frente a una naturaleza y unosnes que son humanos. De modo que el principio legado porSanto Toms segn el cual: Toda forma lleva inherente unainclinacin23 , debe traducirse en trminos de una forma quees espiritual o intelectual y que se halla inclinada, por tanto, abienes o nes de esa ndole. Queda, as, establecido el criteriouniversal, metafsico, segn el cual es posible evaluar qu cosas

    constituyen autnticos nes humanos, esto es, qu cosas puedenrecibir el calicativo de bienes capaces de conducir a la personaa la felicidad, vida plenamente humana o vida lograda.

    No obstante, conviene hacer aqu dos indicaciones: en primerlugar, que, bajo ningn aspecto esta defensa de la naturalezateleolgica, pretende sugerir que existira un modo tambinuniversal de realizar la plenitud particular de cada sujeto. Lanaturaleza humana y sus nes slo ofrecen unos lineamientos, sibien fundamentales, para que cada hombre y cada mujer decidancmo realizarlos y de qu modo plasmarlos en su proyecto vital,

    22 A. Llano, Ibid., p. 31.23 Toms de Aquino, Suma Teolgica, I, q. 80, a.1.

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    que siempre ser original y nico. Y, sin embargo, esto ltimono equivale a armar que cada uno es feliz a su manera, sipor esta ltima expresin ha de entenderse que cualquier tipode comportamiento, toda decisin libre, del tipo que sea, puedeservir para hacer feliz a la persona, es decir, mejor, ms plena.

    Aristteles 24apelar a su conocido argumento del ergon o funcinpropia del hombre para mostrar que tal n natural consisteen llevar una vida plenamente racional, es decir, desarrollada

    al hilo de las virtudes ticas e intelectuales. Toms de Aquinoahondar todava ms en el tema de la felicidad humana, perocoincidiendo con el Estagirita en algunos de sus argumentosmedulares. As, escribe que:

    ...como el hombre es algo que existe segn la naturaleza, esimposible que pueda ser naturalmente ocioso, como si notuviese una operacin propia. Luego, hay alguna operacin

    propia del hombre [...] porque cada realidad, tanto naturalcomo articial, es por alguna forma, la cual es principio dealguna operacin. Por ende, como cada realidad tiene unser propio por su forma, as tambin tiene una operacinpropia.25

    Lo que constituye autnticos bienes para el ser humano vienesealado, entonces, en su naturaleza racional. A partir de ella es

    como puede divisarse qu cosas son dignas de ser perseguidaspor el hombre y, al mismo, tiempo bajo qu condiciones y nivelesde prioridad deben ser amadas.

    Se percibe con evidencia la marcada contraposicin entre lacomprensin del bien defendida por el humanismo cvico, y laprocedente del liberalismo utilitarista o neocontractualista segnel cual los desarrollos de la razn pblica deben moverse en elcampo de lo polticamente correcto (right), por contraposicin alo metafsicamente bueno (good). 26

    24 Aristteles, tica a Nicmaco, I, 7.25 Toms de Aquino, Comentario de la tica a Nicmaco; trad. Ana Mallea,Pamplona, Eunsa, 2001, I, 10, n69.26 Idem.

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    Lo que subyace aqu es un problema de fondo tanto epistemolgicocomo metodolgico. Por una parte, las discusiones sobre laconvivencia poltica y sus nes giran en torno a la alternativacognitivismo-anticognitivismo. As, el humanismo cvicopresupone una visin losca segn la cual las mujeres y loshombres son capaces de conocer en cierta medida qu es lo buenoy lo mejor para la sociedad en la que viven. Se trata de lo que hoyse suele llamar una postura cognitivista27 Sin embargo, lacorriente epistemolgica predominante -que sirve de sustento,

    a su vez, a la teora poltica en general- es el anticognitivismo,radical en algunos casos, como el de Richard Rorty. Segndichos planteamientos sera inviable cualquier fundamentacinde la poltica en la antropologa losca, ya que no tenemosninguna imagen universal de la naturaleza humana, que serahorribile dictum metafsica. Los seres humanos son slo redessin centro de creencias y deseos. Sus vocabularios y opinionesestn determinados por circunstancias histricas, de manera que

    nada nos permite esperar que dos de esas redes coincidan a lahora de afrontar cuestiones tales como la dignidad del hombreo la existencia real de derechos humanos. El anticognitivismoes radical y, con l, queda comprometida la propia existencia dela libertad humana, ya que ni siquiera nos cabe distinguir entreconocimiento y volicin.28

    Desde el punto de vista metdico, el humanismo cvico se

    propone superar el uso unvoco y cienticista de la razn para darpaso a su ejercicio analgico y abierto a toda la realidad o raznmetafsica. Se trata de sustraerse al modelo cientco impuestopor la modernidad denominado por MacIntyre paradigma de lacerteza sustituyndolo por el paradigma clsico de la verdad. Elprimero, con su visin reductiva de la razn y, consiguientemente,del mtodo cientco, ha trasladado la razn poltica al terrenode las ciencias positivas: El riesgo de la verdad se ha cambiadopor la seguridad de la certeza. Y esta deriva metodolgica seha realizado a fuerza de abstraer de las situaciones reales, delos contextos histricos, de los condicionamientos sociales y, en

    27 A. Llano, Humanismo cvico, p. 25.28 Ibid., p. 74.

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    denitiva, de los bienes que nuestro comportamiento pone enjuego. Dicho de un modo ms conceptual, lo que ha sucedidoes que la razn poltica se ha desplazado del mbito prctico,en el que se desarrolla la vida cotidiana, y se ha instalado enun territorio terico, en el que presuntamente se mueven lasciencias positivas. 29

    Por su parte, la conviccin sobre la que reposa el humanismocvico respecto de que la inteligencia humana puede acceder a

    un cierto conocimiento de la naturaleza humana, as como poseeruna valoracin de sus acciones, implica reconocer que la raznen su ejercicio se proyecta ms all de lo meramente fctico yconstatable emprica o positivamente. Supone, por tanto, admitirque el mbito connatural a la razn poltica es el del conocimientoy la verdad prcticas. Un mbito en el que los ciudadanos, atravs del dilogo racional o procedimiento caracterstico dela racionalidad prctica, son capaces de discernir las acciones

    justas de las injustas as como de distinguir qu tipo de accionesconducen o apartan a los ciudadanos de la meta cvica de una vidabuena o vida lograda. La razn poltica se abre, as, a la realidadtrascendente de la verdad y del bien objetivo y universal, quela inteligencia no crea sino que descubre. La razn poltica noes una razn separada o sometida a una especie de asepsia devalores morales y de contenidos histricos, tal como pretende elcienticismo poltico.

    La pretendida razn pura del racionalismo poltico dominanteha conseguido imponer un modelo antropolgico y tico quefalsea la realidad del hombre y de la vida social. Ahora bien,resultados inevitables de tal tergiversacin contenida en laspremisas, son el relativismo como ideologa que arroja a lalibertad humana en el vaco y la oscuridad del sinsentido, y laviolencia como reaccin ante una realidad, la humana, que sepresenta como ambigua e indescifrable a la razn positivista y sumtodo insuciente. La otra cara de la moneda del objetivismocienticista lo constituye, as, el irracionalismo relativista. 30

    29 Ibid. p. 60.30 Cf. Ibid. p. 57.

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    Ahora bien, aunque la reexin poltica de Cambridge y delos comunitaristas da muestras de un alejamiento de la razncienticista y su mtodo, no reeja, sin embargo, este anclajemetafsico tan caracterstico del humanismo cvico, ni siquierauna antropologa denida ni una tica expuestas con algngrado de sistematizacin. Consideramos que esto ltimoconstituye uno de los puntos observables que vuelven tericay prcticamente ms vulnerables a ambos discursos. Comoveremos, la humanizacin de la poltica capaz de sobreponerse,

    entre otras cosas, a la visin tcnica y pragmtica del ejerciciodel poder slo se torna imaginable a partir de una comprensinclara de la persona, de sus cualidades y sus nes esenciales. Talcomprensin encierra en s misma una antropologa y una ticaen franca conexin con la metafsica.

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    Captulo 2

    Hacia una nueva ciudadanaemergente31

    El destino de una sociedad depende siempre de minoras creativasToynbee

    De acuerdo con lo expuesto hasta aqu, puede entreverse queel humanismo cvico cuenta para su efectiva realizacin conuna realidad clave: la ciudadana. No est dems recordar quetanto para Aristteles como para Cicern, el polits y el cives

    representan, respectivamente, la gura medular de la polis yde la civitas. En efecto, para el primero ser ciudadano signicaparticipar activamente en las deliberaciones de la Asamblea,desempear alguna funcin pblica en la polis y defenderla. Esms, la vida buenano es posible concebirla sin que se d uncomprometido y activo vivir poltico, gracias al cual se ofrecenal individuo mltiples ocasiones para desplegar las principalesvirtudes de la vida activa. En particular la sabidura prctica o

    prudencia, que supone, a su vez, la presencia de las restantesvirtudes ticas, entre las que se destacan la justicia, la fortaleza yla templanza32. Por su parte, Cicern arma que la condicin deciudadano queda reejada de modo sobresaliente en el ejerciciode acciones que representen un servicio a la ciudad.

    Para dichos autores, entonces, la vida social y poltica es natural alos seres humanos y les permite, por eso, la consecucin de bienes

    individuales y comunes. De ah que la convivencia constituya uncampo privilegiado para el desarrollo de importantes cualidades31 En el presente apartado seguimos sustancialmente las reexiones que pre-senta Alejandro Llano en Humanismo cvico, pp. 109 y ss.32 Sobre el particular ver Aristteles, tica a Nicmaco, L. III, IV, V y VI.

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    humanas. Adems, en el pensamiento de ambos lsofos sermiembro de la ciudad implica ante todo establecer un consistentelazo moral con los dems ciudadanos. Como seala FernandoInciarte: En trminos generales, republicanismo signica, enefecto, autogobierno de ciudadanos iguales que en su gestinpoltica ponen la causa comn por encima de tales interesesparticulares. En vez de causa comn podra decirse biencomn33.

    La modernidad, de modo particular a partir de la RevolucinFrancesa, y primordialmente bajo el inujo ideolgico deRousseau, se encargar de dar un giro signicativo a estacomprensin de ciudadana. El ciudadano pasar a revestir lagura del hombre autnomo, dotado de derechos civiles quelo protegen del poder poltico y lo legitiman para interveniren la vida social. Asimismo, el ciudadano ha conquistadola libertad comercial que le permite alcanzar por s mismo la

    libertad econmica. Por este camino, elcitoyenpoco a poco fuequedando relegado al mbito de su vida privada, a su pequeocrculo de problemas personales y elecciones intrascendentes.Pero a su vez responder de forma tal que, convencido de lairreversibilidad de esta situacin, se convertir en defensoracrrimo de sus derechos personales delegando la actividadpblica a un grupo de burcratas, profesionales de la poltica.El individuo, observa Hannah Arendt, habiendo predominado

    sobre el ciudadano, se defender entonces contra una sociedadque, a su vez, predomina sobre la individualidad.

    El humanismo cvico cuestiona esta concepcin moderna deciudadana que si bien, es justo reconocer, ha conquistadolibertades civiles impensables en siglos anteriores se centrade modo excluyente en torno a lopolticoy lo econmico. Dosejes de suyo insucientes para dar cuenta de la complejidadque caracteriza a la sociedad actual. Pero que, adems debidoal dinamismo mecnico e impersonal con que han venidodesplegando su actividad el Estado y el mercado, han trasmitido

    33 F. Inciarte, Liberalismo y republicanismo. Ensayos de losofa poltica,Pamplona, EUNSA, 2001, p. 42-43.

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    la misma nota de impersonalidad tecnocrtica a una ciudadanaorganizada en torno a esos parmetros. La ciudadana seconvierte, as, en una nocin abstracta e indiferenciada, que noconere identidad alguna al individuo. De manera que el propioindividuo pasa a ser considerado como una realidad abstracta yvaca 34.

    Si la democracia consiste en la libertad de participar en lavida pblica y de manifestar libremente las propias opiniones

    dentro de la legalidad35

    , la ciudadana, tal como la entiendeel humanismo cvico, debe identicarse, entonces, con ellibre protagonismo cvico en la conguracin de la sociedad.Dicho protagonismo se cristaliza, de manera especial, a travsde proyectos con relevancia pblica, no tanto de tipo polticoo econmico, sino estrictamente cvicos o ciudadanos, esdecir, orientados a la creacin de sentido y de autorrealizacinde la propia identidad. De ah que el espacio propio para el

    desarrollo de la nueva ciudadana sea la cultura, esto es, losmbitos prepolticos y preeconmicos que integran el mundode la vida.

    Ahora bien, la conformacin de una ciudadana activamenteinuyente en la conguracin social no se decide sin ms en elnivel del tecnosistema ni exclusivamente en la esfera del mundovital. Necesita que se introduzca en la articulacin entre lo

    privado y lo pblico un tercer trmino: la iniciativa social. Conesta expresin aludimos a las intervenciones de las solidaridadesprimarias y secundarias en el mbito social que desde el mundovital ascienden o emergen hasta las estructuras universalesy abstractas de tipo sistmico. Las iniciativas sociales han deservir, entonces, de canales de comunicacin e interaccin entreambas esferas para que las decisiones y proyectos socialesemergentes permeen de abajo hacia arriba el ordenamientopoltico-econmico. Este resultado exige como condicinque dichas iniciativas se jen como meta ltima incidir en la

    34 A. Llano, Ob. cit., p. 115.35 A. Llano, Renovacin poltica; Gaceta.es, 9-01-09, http://www.gaceta.es/noticia.php

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    orientacin de las polticas pblicas. Adems, las prcticasde estas comunidades locales han de encuadrarse dentro deuna regulacin estatutaria que garantice en alguna medida ladelidad a los objetivos originarios y permita a la AdministracinPblica ejercer respecto de ellas su funcin arquitectnica y decoordinacin en orden al bien comn poltico.

    Se comprende, entonces, que de ningn modo la ciudadanahumanista puede desarrollarse en torno al eje Estado/mercado.

    Ha de fundarse en autonomas comunitarias.Estas autonomas,de las cuales parten las iniciativas sociales, han de enlazarsus actividades con las esferas poltica y econmica, sin cuyoconcurso las iniciativas sociales estn condenadas a la inecaciay a quedar socavadas por intereses fragmentarios.

    Tales autonomas constituyen los nuevos sujetos sociales quetrascienden tanto el individualismo como la ocialidad. Ellas son

    los cauces por donde uyen la vitalidad y el espritu innovador dela ciudadana; esto es, los ingredientes naturalmente aptos parahacer comparecer lo humanoen las estructuras sistmicas. Surgeas, como polticamente relevante, el concepto de subjetividadsocial, el cual hace referencia:

    A la capacidad cognoscitiva de grupos humanos que seproponen una misin comn realizada de manera estable y

    con seriedad profesional. Puede tratarse de tareas comunes,como la atencin a enfermos, ancianos o desplazados porla violencia; la defensa del absoluto derecho a la vidade los no nacidos; la promocin de los derechos de lasminoras indgenas; la proteccin del medio ambiente y delos recursos naturales; diversas iniciativas de formacinciudadana; propuestas concretas para el acuerdo y el dilogoen el proceso de paz; programas de educacin para adultos,personas de escasos recursos o invidentes; organizacinde cooperativas de produccin y distribucin; actividadesartsticas, de tipo recreativo o deportivo. Por mencionarslo algunos ejemplos.

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    Al conocimiento pormenorizado de las necesidades queestn en juego debido a la proximidad a las tareas quedesarrollan.Los sujetos sociales lospropiamente afectados o los que estn en relacin estrechacon ellos son los que gestan los planes de accin a partir delos problemas que conocen directamente.

    Al carcter autnomo de estas agrupaciones, lo cual lesfacilita el desarrollo de medidas oportunas que se adaptan al

    lugar y al tiempo, sin renunciar a su vocacin universalista.

    A la conectividad con la Administracin Pblica y laexpedicin de una normatividad estatutaria para conseguiroperatividad real.

    A una gestin descentralizada con una altsima comunicativa.Una nota signicativa de las subjetividades sociales podra

    verse en el hecho de que en ellas prima lo horizontal sobrelo vertical y la pregunta (asociada a la propuesta) sobre laproclama. Aqu, el dilogo reexivo entre los ciudadanosorientado hacia la nalidad hondamente humana debuscar la verdad, y, por tanto, de hacer pensar, remplazael autoritarismo verticalista y la pretensin de imponer elpropio punto de vista a travs de la protesta.

    A los principios degradualidad y complementariedad, ypor tanto se adapta a la nueva complejidad social muchomejor que la razn totalizante o que la razn atomista oindividualizadora. Atender seriamente a lo humano habilitapara abrirse a un modo de pensar que se somete a lasgradaciones de lo real. Especialmente de las cosas humanas,que siempre admiten gradaciones, matices, variedades yvariaciones. De ah que la gradualidad se presente comoun principio particularmente clave a la hora de servir a lasdiferentes necesidades y reclamos sociales. Por su parte,rescatar la condicin plural y armnica de lo real nosconduce a un modo de pensar la realidad social de modo noexcluyente y conictivo, sino integrador y complementario.

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    Slo bajo esta comprensin de lo humano pueden surgir lasiniciativas del dilogo y de la solidaridad. Aparece as comouna posibilidad verosmil la voluntad de incrementar,completar, ayudar y, en ltimo trmino, cuidar delotro en lugar de excluirlo o descartarlo.

    Al reconocimiento de las subjetividades sociales, que es lacondicin posibilitadora del humanismo cvico en la sociedadcompleja, porque permite que los valores y signicados

    que surgen en las comunidades vitales comparezcan en elentramado poltico-econmico conrindole exibilidadfuncional y espesor tico. Permiten humanizarlo, en ltimotrmino. Tal como observa Alejandro Llano: A travsde estos cauces socioculturales el entero sistema recibeinnovaciones vitales y aportaciones de sentido (La nuevasensibilidad).

    Al desarrollo y actuacin efectiva de estas subjetividadessociales, que viene ampliamente favorecido por la sociedaddel conocimiento y de la informacin, y el carcter relacionalde que el bien comn se ha revestido en dicha sociedad.

    Estas autonomas o comunidades prximas, en su vitalidadciudadana, permitirn avanzar hacia el community care, haciala activacin de redes de solidaridades primarias y secundarias,

    dotndolas de medios y competencias que las hagan capaces deatender de manera ms humana a indigentes, desplazados porla violencia, inmigrantes, enfermos, discapacitados, enfermos oancianos. Se consigue as el paso del Estado del bienestar a lasociedad del bienestar, o trnsito del nivel estructural al planode la vitalidad ciudadana junto con la tendencia a diferenciar yuniversalizar realmente sus cuidados.

    A partir de esta comprensin humanista de la ciudadana podemosextraer algunos de los principios fundamentales que permiten,por un lado, presentar el humanismo cvico como un modo depensar y vivir polticamente que revela una profunda sintonacon la ndole especca del ser humano. Y por otro, como un

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    modelo de organizacin cvica viable en trminos de ejecucinefectiva a largo o mediano plazos.

    El sesgo patticamente inhumano, e incluso antihumano, quecaracteriza a las sociedades individualistas occidentales y quese contrapone a esta visin humanista de la ciudadana, es lamasicacin alienante del individuo irresponsable que yano sabe dnde est la fuente de su identidad, y que permiteapticamente que el tecnosistema avance implacable sobre sus

    derechos inalienables; en especial su titularidad innata paraintervenir activamente en la orientacin de los asuntos cvicos.Bajo este aspecto, se podra armar que en gran parte de lasdemocracias actuales prevalece un ciudadano mnimo, estoes, un hombre o una mujer que arrastran consigo una vidamnima, desustanciada, carente de vitalidad espiritual, incapazde jarse metas que sobrepasen los cortos intereses subjetivos.Se trata de una ciudadana que, en palabras de Alejandro Llano,

    padece algo as como la modorra invernal de quienes nadaexigen a la hora que pasa, ni esperan nada los unos de los otros,ni en general de la existencia.36

    En el extremo opuesto se sita la nueva ciudadana quedefendemos. Una premisa bsica y que congura ntimamenteel estilo humano del humanismo cvico, radica en el desarrollode la persona en toda su envergadura cultural y social. Ahora

    bien, tratndose del ejercicio de las prerrogativas cvicas aparececomo una necesidad impostergable fomentar en los ciudadanosel cultivo del arte de pensar. Porque las autonomas comunitariasa que hemos aludido, deben su estilo humano y su vitalidad noslo, pero s primordialmente, a la capacidad de pensar de loshombres y mujeres que las componen. Una ciudadana pensantees garante de la libertad cvica as como soberana del rumbo quea dicha libertad se imprime. En este sentido el profesor Llanoobserva que: Como dice Leonardo Polo, pensar es pararse apensar, rumiar las ideas y los acontecimientos: no dejarse llevarpor los convencionalismos, sino enfrentarse a cuerpo limpiocon la realidad pura y dura. Si se margina el peligroso vicio de36 A. Llano, Vida mnima; Gaceta.es, 13-02-09, http://www.gaceta.es

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    discurrir, todas las cosas se quedan como estn, y aqu paz yall gloria. Pensamiento y libertad van siempre de la mano. Yresulta imprescindible perder el miedo al pensamiento que llevaconsigo el temor a la libertad. 37

    Asimismo, la titularidad jurdico-poltica que la nuevaciudadana comporta no se expresa tanto en los derechospolticos y sociales de tipo constitucional, sino en los derechoshumanos. Por este camino, parece que encontramos, a su vez, una

    va de solucin a la actual dicotoma localismo/universalismo.Porque, de hecho, lo que una visin humanista de la polticadebe proponerse seriamente universalizar es el respeto y lapromocin efectiva de los derechos fundamentales que todo serhumano detenta por su condicin radical de persona. Entre ellos,se destaca el derecho a intervenir activamente en la direccin dela vida sociopoltica de la propia comunidad y a dotarla de unaconguracin en sintona con su especca identidad cultural. De

    modo que la ciudadana humanista, entre otras cosas, se avengamejor con los actuales reclamos del fenmeno globalizador.

    Esta ciudadana humanista atiende a la diversicacin cualitativade los sujetos que la integran, y, por eso, puede aspirar a colmarde manera activa y diferenciada las necesidades que se presentana las personas en sus concretas situaciones. Y es que para elhumanismo cvico el autntico bienestar que la sociedad entera

    debe promover no queda denido simplemente en trminos deprestaciones materiales, sino primordialmente como calidad devida. Se trata del estar bien que procede de unas relacioneshumanas vigorosamente dignas y justas.Si bien es cierto que tal como advierte el humanismo clsico losbienes econmicos son condicin necesaria para la vida buena,no son, sin embargo, condicin suciente. Como lo demuestraemblemticamente la experiencia de los pases avanzados,nuestras sociedades estn hambrientas, sobre todo, de cercanahumana y de sentido. Dos necesidades que no pueden quedarsuplidas a travs de los mecanismos propios del Estado y elmercado. Por eso, resulta ms acorde con la mentalidad y el37 A. Llano, Casi como una vaca; Gaceta.es, 23-01-09, http://www.gaceta.es.

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    lenguaje del humanismo cvico hablar desociedad del bienestar.Una sociedad en la que la ciudadana se esfuerza por hacerextensible a todos una calidad de vida a la altura de la persona.Y evidencia, por lo mismo, una exquisita sensibilidad por lohumano. Esto es, una sensibilidad que sabe hacerse cargo dediferencias tan relevantes como las que resultan, por ejemplo,de tener empleo o no tenerlo; estar afectado ms o menosdirectamente por el conicto armado o no estarlo; gozar de saludo estar enfermo; ser madre cabeza de familia o no serlo; tener

    acceso a una carrera tcnica o universitaria o no contar con esaposibilidad.

    Se comprende que la suerte de las iniciativas sociales y delhumanismo cvico en general no dependa tanto de cuestionesorganizativas y funcionales porque, de hecho y en lneasgenerales, Nuestros problemas no vienen de una malaorganizacin. Estructuras nos sobran. Las leyes en distintos

    niveles- proliferan sin parar. Las instituciones tropiezan unascon otras38Antes bien, lo que necesitamos es una renovacinpoltica profunda, la cual depende vitalmente de la efectivaposesin de hbitos antropolgicos (intelectuales y ticos) porparte de los ciudadanos.

    Como mostraremos ms adelante, la organizacin de lasociedad de acuerdo con parmetros de justicia y solidaridad

    no puede provenir sino de sujetos que encarnen en algunamedida esos valores. Se necesita, por tanto, cultivar actitudesprofundamente arraigadas de respeto y honda estima hacia todolo que es humano. A travs del cultivo del espritu es comose gesta una cultura sensible a las virtudes, en especial a lasvirtudes de la dependencia reconocida, como la solidaridad, lagenerosidad y la misericordia.

    Para concluir esta presentacin del humanismo cvico, quisieradestacar un aspecto supremamente valioso y prometedorde esta propuesta. Y es que a medida que se avanza en el

    38 A. Llano, Renovacin poltica; Gaceta.es, 9-01-09, http://www.gaceta.es

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    tema del humanismo cvico y tocamos algunos de sus pilaresconceptuales fundamentales, se percibe un mensaje reiterado.En efecto, si tuviramos que dar un calicativo a este nuevomodo de pensar y de comportarse, lo llamara losofa dela esperanza o cimentada en la esperanza. Y la esperanza esuna virtud especcamente teologal, pero tambin es esafuerza vital que nos lanza a emprender proyectos difciles en lamedida en que, al mismo tiempo, los vislumbramos como unarealidad asequible. De ninguna manera resulta vlido, por tanto,

    confundir la esperanza con su caricatura: el optimismo ingenuo,es decir, sin fundamento, al que apela constantemente una culturameditica que, irnicamente, en su trasfondo ideolgico, invitalisa y llanamente a la desesperacin.

    El humanismo cvico, en cambio, por ser un modelo socio-poltico que reconoce a la persona humana como sujeto radicalde la vida poltica, es una invitacin a la esperanza, por tanto,

    una losofa realista y, a la vez, magnnima. Porque no puedehaber esperanza para quien no considera personas a los demsy ni siquiera se atribuye a s propio tal dignidad. 39Y slo ala persona, como ser espiritual dotada de un alma inmortal, lees permitida la esperanza puesto que El deseo se articula y seproyecta cuando integra el tiempo que pasa, y se convierte enalgo tan decisivo como es el amor. Slo las personas son capacesde amor 40

    Y el amor convierte a la esperanza en una actitud porada ymagnnima. Lo que dene a una actitud magnnima es ladecisin y el empeo en alcanzar metas grandes, es decir, dignasdel ser humano. Y el humanismo cvico propone con tesn, nims ni menos, que la ambiciosa meta de transformar la sociedada partir de la transformacin de nosotros mismos, los legtimosagentes sociales.

    39 A. Llano, El tiempo y el deseo; Gaceta.es, 2-01-09, http://www.gaceta.es.40 Idem.

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    Segunda Parte

    Los nudos conceptuales delHumanismo Cvico

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    Captulo 3

    La antropologa delhumanismo cvico

    Si se cierran los ojos al enigma del hombre, la vida seconvierte en existencia cosicada. Alejandro Llano

    1. Las claves antropolgicas del humanismo cvico

    Para introducir nuestro tema, comencemos por tener en cuentauna premisa bsica: todo modelo socio-poltico permite reconoceren su entramado conceptual una antropologa denida. Es decir,una comprensin del ser humano, su naturaleza, origen y destinoltimo. El humanismo cvico no poda escapar a esta regla, deah el ttulo que encabeza el presente captulo. El humanismocvico, en efecto parte de una concepcin del ser humano quepodemos denominar integral. Esto es, una comprensin de lapersona que aspira a ser lo ms completa posible. Procurando

    eludir, as, posibles reduccionismos o visiones unilaterales deeste ser magnco y complejo al que, genricamente, llamamoshombre.

    Porque una de las mayores tragedias, si no la primordial,que afrontan el hombre y la mujer de nuestra cultura y queposiblemente sea la raz de las dems- consiste en haber dejado deautocomprenderse a s mismos como lo que esencialmente son:

    espritus encarnados. El ser humano, efectivamente, al constituiruna unidad corpreo-anmica rene en la integridad de su ser lasdisposiciones propias de la materia y del espritu. De esta verdadelemental es preciso partir si se pretende construir un discursohumanista coherente y efectivo, es decir, bsicamente apto para

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    promover la dignidad personal. Por el contrario, cuando la nocinde humanismo pierde su insercin en la esencia de la persona,tiende a convertirse en un concepto lantrpico y vagamentecultural41 Una bandera, diramos, bajo la cual pueden cobijarselas mayores tergiversaciones del bien humano y de los modos deacceder a l.

    Por eso el humanismo cvico que propugnamos ha defundamentarse en una imagen humanista del hombre y del

    ciudadano. Pues bien, tal imagen no es denible en pocostrazos, porque el ser humano no se deja prender en un diseoacabado, por complejo que sea. El hombre es un proyecto para smismo: no es, sino que ser. De ah que la mxima que sintetizalas paradojas y posibilidades del humanismo siga siendo estepensamiento de Pascal: El hombre supera innitamente alhombre.

    Pero el hecho de admitir que la multifactica riqueza delser personal desborda los connes de cualquier indagacinantropolgica, por completa que sta pueda ser, no implica enmodo alguno que debamos renunciar a dichas indagaciones.De hecho, el humanismo cvico sustenta sus reexiones en lassiguientes claves antropolgicas:

    1. La persona y su condicin de ser corpreo,

    esencialmente dependiente y comunional.

    2. La persona: un ser capaz de Absoluto y de sentido.

    3. La persona: un ser constitutivamente dialogante.

    1.2. La persona: un ser corpreo, esencialmente dependiente

    y comunional

    En la antropologa que subyace al humanismo cvico encontramosuna pieza conceptual fundamental para redescubrir al hombre ensu integral unidad. Se trata de un nuevo modo de pensar la41 A. Llano, Humanismo cvico, p. 166.

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    persona -un modo de pensar realista- que rescata y reivindica landole corporal del ser humano, permitiendo as rearmar dosverdades estrechamente entrelazadas que manan de la naturalezadel hombre.42

    En primer lugar, la dignidad del cuerpo, porque si la personaes digna ha de serlo tambin su cuerpo, ya que yo no tengocuerpo, sino que soy mi cuerpo. Y Precisamente porque yosoymi cuerpo, ste y sus manifestaciones merecen un absoluto

    respeto, que no admite excepciones.43

    La inteligencia deeste principio antropolgico elemental resulta hoy sumamentedifcil de asimilar, debido al injusto descrdito de la clsicasentencia aristotlica: el alma es la forma del cuerpo. Dentrodel marco conceptual del dualismo mecanicista cartesianoya no cabra hablar del alma como forma del cuerpo y, porconsiguiente, referirse a ella como a su principio vivicantey humanizante que eleva el componente biolgico y, de algn

    modo, lo espiritualiza hacindolo participar de su dignidad. Enel dualismo cartesiano el cuerpo quedar trocado en res extensa,es decir, materia desprovista de nes y cualidades intrnsecas.En este sentido arma Ana Marta Gonzlez que A partir de aqulo especcamente humano se decide en una instancia distinta dela corporeidad. 44El cuerpo humano pasar a ser una pieza msde la naturaleza mecanizada, naturaleza que despojada de sunalidad especca ha quedado reducida apura exterioridad, a

    lo otro que el hombre.45Era de esperar, que andando el tiempo,dicho cuerpo se convirtiera en simple material biolgicopuesto al servicio de las extravagancias y caprichos de lasociedad tecnolgica. Desaciertos que sta pretende legitimarbajo el rtulo infortunado de derechos humanos, como es elcaso de la eutanasia o de la clonacin humana.

    42 Ibid., p. 174.43 A. Llano, El diablo es conservador; Pamplona, EUNSA, Cap. 6: Antropolo-ga de la dependencia, p.117.44 A.M. Gnzalez Gnzalez, Naturaleza y dignidad. Un estudio desde RobertSpaemann, Pamplona, EUNSA, 1997, p. 149.45 Ibid., pp. 68-69 y p.149.

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    No deja de asombrar asimismo que el siglo XXI, que secaracteriza, de un lado, por el creciente culto al cuerpo cultoque recibe especial estmulo a travs de la publicidad- no titubea,por otro, en atentar contra la ntegra unidad corpreo-anmica delhombre, desprecindolo a l mismo al infravalorar la dignidadde su corporalidad. Sin embargo, en el fondo, ambos modosequivocados de dirigirse hacia el cuerpo humano, reconocen lamisma raz. Los dos obedecen a un profundo desconocimientode la naturaleza humana. Porque, de hecho, la sobreestimacin

    del cuerpo se traduce siempre como infravaloracin y descuidode la otra dimensin crucial de mi ser: el espritu. Cabe apuntar,adems, que dicha sobreestimacin puede ser calicada deengaosa. Ciertamente, la cada vez ms expandida y crecientefalta de pudor con relacin al propio cuerpo y al ajeno, revelaun profundo irrespeto por la intimidad personal, la cual es unatributo antropolgico decisivo cuando se trata de denir ladignidad humana.

    De ah que el humanismo cvico, identicando al ser humano ensu armoniosa unidad, pretende ofrecer bases tericas rigurosasque permitan resguardar su dignidad frente a los cada vez msfrecuentes excesos y ataques de los que es objeto. Para comprobarque en modo alguno exageramos al hablar de ataques, essuciente con tener presente la permanente cosicacin del serhumano promovida de manera insidiosa a travs de los medios.

    El consumismo no vacila en manipular o instrumentalizar alas personas si por ese medio puede alcanzar sus propsitoslucrativos. No en vano, como tendremos oportunidad dedestacar en el ltimo captulo, el consumismo representa hoyuno de los medios generadores de violencia ms poderosos enlas sociedades occidentales.

    Otra verdad, hermanada con la anterior y que puede contribuira forjarnos una comprensin ms completa del ser humano,es aquella que atiende a la condicin del hombre como seresencialmente dependiente. Ciertamente, su constitutivacondicin corprea hace del hombre un ser necesitado de losdems; indigente, en mayor o menor medida, a lo largo de

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    toda su vida. Nos parece sumamente innovador y oportunoque el humanismo cvico repare en esta dimensin de lapersona, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de losatropellos a los derechos fundamentales vienen dados porla va de una comprensin sesgada del ser humano que hacedepender su dignidad de la funcionalidad y de la calidad devida. Pero dejemos que el mismo Alejandro Llano nos hableacerca de los iluminadores principios que esta antropologa dela dependencia es capaz de aportar a la consecucin de una

    convivencia poltica justa: Acaso somos menos humanos enla primera infancia o en la senectud?Disminuye tal vez nuestracondicin antropolgica en un perodo postoperatorio o a raz deun infarto? O es que hemos de tratar como realidades mostrencasa los tetrapljicos o a los autistas? Las repercusiones ticas delas posibles respuestas a tales interrogantes son de la mximarelevancia. Y no slo para las personas que se encuentran entales situaciones de dependencia profunda, sino tambin para

    aquellos que hemos pasado por ellas o por ellas llegaremos apasar, adems de tener que cuidar de personas que no se valenpor s mismas. 46

    Es evidente que si el cuerpo congura esencialmente la identidadpersonal, y hace del hombre y de la mujer seres ontolgicamentedepend