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LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS
EN EL DEPARTAMENTO DEL META
JUAN DAVID ACOSTA RODRÍGUEZUNIVERSIDAD DE COLOMBIA
BOGOTÁ
2015
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LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL DEPARTAMENTO DEL
META
JUAN DAVID ACOSTA RODRÍGUEZ
04473814
Trabajo de grado presentado para optar al título de Antropólogo
DIRIGIDO POR:
ANA MARÍA GROOT DE MAHECHA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
Bogotá, Junio de 2015
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TÍTULO EN ESPAÑOL:LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL DEPARTAMENTO DELMETA
TÍTULO EN INGLÉS:
ARCHAEOLOGICAL RESEARCHES IN THE DEPARTMENT OF METARESUMEN EN ESPAÑOL (MÁXIMO 250 PALABRAS):
Recolección y análisis de los diferentes estudios arqueológicos realizados en eldepartamento del Meta desde 1972 hasta la actualidad, tanto en propósitosacadémicos y en la práctica de la arqueología de rescate como parte de proyectosde ingeniería; esta monografía tiene el fin de comprender el potencial arqueológicode la región, el desarrollo cultural de los grupos humanos que allí habitaron, la faltade atención que se le ha tenido desde la academia y aquellas zonas que aún faltanpor ser estudiadas dentro de la región y que pueden dar valiosa informaciónarqueológica del departamento.
TRADUCCIÓN DEL RESUMEN AL INGLÉS:
Data collection and analysis of the different archaeological researches performed inthe department of Meta since 1972 to the present, both academic purposes andpractice of salvage archeology as part of engineering projects; monograph isdesigned to understand the archaeological potential of the region, the culturaldevelopment of the human groups that lived there, the lack of attention that has kepthim from academia and those areas that have yet to be studied within the region andcan give valuable archaeological information of the department.
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL (MÁXIMO 5):
Arqueología, Departamento del Meta, Estado del arte, Arqueología de rescate,Cultura Guayupe.
TRADUCCIÓN AL INGLÉS DE LOS DESCRIPTORES:
Archaeology, Department of Meta, state of the art, salvage Archaeology, CultureGuayupe.
FIRMA DEL DIRECTOR: _________________________________
Nombre(s) completo(s) del(los) autor(es) y (Año de nacimiento):
JUAN DAVID ACOSTA RODRÍGUEZ, 1994.
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" La esplendidez y la magnificencia de los
Llanos no pueden comprenderse sino
viéndolos. La pluma es impotente, las palabras
y las frases son inadecuadas, y todas las
descripciones demasiado pálidas para dar a
conocer este inmenso territorio que, semejante
a la mar en calma, se extiende hasta donde la
vista no alcanza, y confunde sus límites con la
bóveda azulada en el horizonte."
Juan de Rivero 1736: 1
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AGRADECIMIENTOS
Son imprescindible los agradecimientos dentro de este trabajo de investigación,
pues son muchas personas que me han ayudado de manera directa o indirecta a
su elaboración, y más aún en mi proceso como estudiante de Antropología. El apoyo
incondicional de mi familia, quienes con su cariño y soporte me han acompañado
durante estos años de estudio; a mis compañeros de estudio, que se han convertido
en mis amigos y con quienes he aprendido mil cosas: a Edgar, Alex y Steele, con
quienes pude compartir muchas ideas en diferentes trabajos. A Laura, Carolina,
Arturo, Stephanie, Diego y Lizzeth con quienes compartir el cariño hacia la
arqueología. A Lucia, Pieri, Andrés, Diana, Angélica y Fabián, con quienes hepodido aprender de diferentes temas, desde el cine a la antropología urbana. A
todos ellos, a quienes guardo gran cariño y a muchos compañeros más con los que
he tenido la oportunidad de conocer y conversar tanto en el Freud como en las
Aulas.
Agradezco a la profesora Ana María Groot, quien dirigió esta monografía y quien
me dio oportunas observaciones y recomendaciones sobre esta. Al profesor
Augusto Gómez, de quien tomé el gusto por el conocimiento sobre los llanosorientales. Al profesor Carlos Sánchez, que me enseñó a valorar, y por quien tomé
cariño a la arqueología. También debo un gran agradecimiento a los Arqueólogos
Fernando Bustamante, Wilson Escobar, Diego Jaramillo y Andrés Godoy, de
quienes he podido aprender bastantes cosas sobre arqueología y me dieron algunas
opiniones que me ayudaron en la elaboración de esta monografía.
Finalmente, un agradecimiento a todos aquellos que han realizado investigaciones
arqueológicas en el Meta, pues han ayudado a sacar a la luz información sobre
aquellas poblaciones prehispánicas que poco han sido tenido en cuenta en la
arqueología colombiana, ubicadas en vasto territorio como los llanos orientales, y
que con esta monografía se espera que los textos realizados por estos
investigadores sean tomados en cuenta, al igual que todo el Departamento.
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 10
1. EVIDENCIAS ETNOHISTÓRICAS .................................................................... 16
2. EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS .................................................................... 24
2.1 Primeras investigaciones arqueológicas (1972-1983) .................................. 24
2.1.1 John Marwitt y Robert Morey, 1972. ...................................................... 24
2.1.2 Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussán, 1975 ................................. 31
2.1.3 Santiago Mora e Inés Cavelier, 1983 ..................................................... 35
2.2 Investigaciones arqueológicas posteriores (1984-presente) ......................... 45
2.2.1 Graciela Escobar, Jairo Nieto y Pablo Pérez, 1984 ............................... 45
2.2.2 Santiago Mora e Inés Cavelier, 1985, 1987 y 1989. .............................. 47
2.2.3 Graciela Escobar, 1986 .......................................................................... 48
2.2.4 Elizabeth López y Santiago Mora, 1990 ................................................. 52
2.2.5 Elizabeth López, 1993 ............................................................................ 54
2.2.6 Marisol Moreno y Ricardo Riaño, 1998 .................................................. 60
2.2.7 Ninfa Quintero, 2004 .............................................................................. 64
2.3 Investigaciones arqueológicas a partir de la explotación de hidrocarburos ... 67
2.3.1 Miguel Ángel Mackenzie, 2002 .............................................................. 68
2.3.2 Pablo Fernando Pérez, 2002 ................................................................. 71
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2.3.3 Carlos Acosta y Claudia Rozo, 2005 ...................................................... 75
2.3.4 Xiomara López Santamaría, 2010.......................................................... 78
2.3.5 Yuri Romero Picón, 2010 ....................................................................... 85
2.3.6 Oscar Alberto Pinto, 2010 ...................................................................... 90
2.3.7 Juan Carlos Agudelo, 2012 .................................................................... 90
2.3.8 Oscar Pinto, 2012 .................................................................................. 90
2.3.9 Luis Eduardo Nieto y Ángela María Velázquez, 2012 ............................ 93
2.3.10 Miguel Aguilar, 2013 ............................................................................ 95
2.3.11 Juan Carlos Rubiano, 2014 .................................................................. 96
2.3.12 Ximena Cuervo Arriagada, 2014 .......................................................... 96
2.3.13 Luis Eduardo Nieto, 2014 ..................................................................... 99
3. ZONAS DE POTENCIAL INFORMATIVO ....................................................... 105
4. CONSIDERACIONES FINALES ..................................................................... 110
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 120
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TABLA DE IMÁGENES
Imagen 1: Provincia de Casanare, Vista general de los Llanos, 1856. Manuel M.
Paz. ....................................................................................................................... 16
Imagen 2: Montículos reseñados por Reichel Dolmatoff y Dussan en 1975. ........ 33
Imagen 3: Corte transversal en uno de los montículos reseñados cerca del caño
Cumaral. ................................................................................................................ 34
Imagen 4: Forma cerámica encontrado en A-2. .................................................... 40
Imagen 5: Tumba en cancel reseñada por Graciela Escobar en San Juanito, Meta.
.............................................................................................................................. 50
Imagen 6 e Imagen 7: Urnas funerarias encontradas en Puerto Santander en elMuseo Arqueológico Guayupe. ............................................................................. 53
Imagen 8: Bandeja ceramica con incisiones y aplique en el borde. ...................... 62
Imagen 9: Bandeja con decoracion encisa, ambos encontrados en Aguas Claras
durante el rescate Arqueologico. ........................................................................... 62
Imagen 10 e Imagen 11: Vaso cilindrico con decoracion incisa encontrado en Aguas
Claras durante el rescate arqueológico. ................................................................ 64
Imagen 12: Fragmentos cerámicos recuperados por Mackenzie en la excavación.
.............................................................................................................................. 71
Imagen 13: Montículos artificiales en el séptimo sitio ubicado en el bloque 07, cerca
del rio Muco. .......................................................................................................... 81
Imagen 14: Montículos artificiales identificados en el quinto sitio del bloque 13, cerca
del rio Tillavá. ........................................................................................................ 84
Imagen 15: Vasija cerámica recuperada cerca del rio Meta y restaurada por López. .............................................................................................................................. 84
Imagen 16: Trabajos arqueológicos realizados en Puerto Gaitán con resultados
negativos. .............................................................................................................. 89
Imagen 17: Montículos artificiales cerca del rio Padua. ........................................ 98
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Imagen 18: Montículos artificiales ubicados en el primer sitio cercano al caño
Manzanares. .......................................................................................................... 98
Imagen 19: Espátula lítica encontrada en Cluster 52. ......................................... 102
Imagen 20: Desgrasante carbón vegetal, posiblemente Cariapé, en los fragmentoscerámicos encontrados en Cluster 52. ................................................................ 103
Imagen 21: Panorámica de Villavicencio, capital del departamento y ubicada en el
piedemonte llanero entre los ríos Guatiquía y Guayuriba…………………………..119
TABLA DE MAPAS
Mapa 1: Departamento del Meta, ubicándose los municipios y fuentes hídricas
principales. ............................................................................................................ 15
Mapa 2: Zona de investigación en 1973 por Marwitt y Morey, de Cubarral hasta
Puerto Lleras. ........................................................................................................ 24
Mapa 3: Ubicación de los sitios investigados por Marwitt y Morey en 1973. ......... 27
Mapa 4: Zonas prospectadas por Mora y Cavelier. ............................................... 37
Mapa 5: Ubicación de los sitios arqueológicos en Acacias. .................................. 38
Mapa 6: Sitio ubicado en Barranca de Upía. ......................................................... 41
Mapa 7: Montículos artificiales reseñados cerca del rio Meta. .............................. 42
Mapa 8: Zona delimitada como “Altillanura disectada”. ......................................... 43
Mapa 9: Sitios señalados por Pablo Pérez en cercanías al rio Guape, Ariari y caño
Urichare. ................................................................................................................ 73
Mapa 10: Ubicación de los sitios ARQ 1, 3, 5 (Petroglifo Piedra Gorda) ,6 y 7. .... 76
Mapa 11: Ubicación de los tres sitios señalados por Xiomara López en el primer
bloque prospectado; se señala el sitio “Humapo” como referencia. ...................... 79
Mapa 12: Ubicación de los sitios registrados en el bloque 07. .............................. 80
http://c/Users/Maria%20C/Downloads/Monografia%20Arqueologia%20en%20el%20Meta%20-%20Juan%20David%20Acosta%20Rodr%C3%ADguez.docx%23_Toc420352497http://c/Users/Maria%20C/Downloads/Monografia%20Arqueologia%20en%20el%20Meta%20-%20Juan%20David%20Acosta%20Rodr%C3%ADguez.docx%23_Toc420352497http://c/Users/Maria%20C/Downloads/Monografia%20Arqueologia%20en%20el%20Meta%20-%20Juan%20David%20Acosta%20Rodr%C3%ADguez.docx%23_Toc420352497http://c/Users/Maria%20C/Downloads/Monografia%20Arqueologia%20en%20el%20Meta%20-%20Juan%20David%20Acosta%20Rodr%C3%ADguez.docx%23_Toc420352497
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Mapa 13: Sitios ubicados al sur del municipio de Puerto Gaitán, en el bloque 13. 82
Mapa 14: Ubicación de la Estación Caracara, cercana a algunos sitios reseñados
por Xiomara López (2010). .................................................................................... 86
Mapa 15: Sitios ubicados por Oscar Pinto, en los municipios de Villavicencio y Acacias. ................................................................................................................. 92
Mapa 16: Sitios registrados por Xiomara Cuervo al sur de San Martin; referencia de
los montículos encontrados por Reichel-Dolmatoff y Dussan en 1975. ................ 97
Mapa 17: Ubicación de los sitios Cluster 52 y Cluster 53, en referencia a los sitios
excavados por Mora y Cavelier. .......................................................................... 100
Mapa 18: Ubicación de los sitios arqueológicos en el piedemonte del Departamento.
............................................................................................................................ 105
Mapa 19: Ubicación de los sitio arqueológicos en la región del Ariari y sus afluentes
............................................................................................................................ 106
Mapa 20: Ubicación de los sitios arqueológicos en la altillanura disectada. ....... 108
Mapa 21: Ubicación de los sitios arqueológicos sobre las márgenes del rio
Guayabero y Guaviare. ....................................................................................... 108
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INTRODUCCIÓN
La historiografía colombiana y las investigaciones arqueológicas en el país desde
sus inicios se han enfocado principalmente en estudiar a las regiones más
trascendentales del país, tanto económicamente como socialmente, precisamente
estas zonas son las regiones centrales como el altiplano cundiboyacense y el valle
del cauca, e igual las costas del Caribe Colombiano (en especial Cartagena, que
fue un importante puerto en la América colonial) han sido de vastas investigaciones
tanto de su pasado prehispánico como su presente, al igual que los territorios donde
se han considerado existieron sociedades complejas en el periodo prehispánico,
han sido foco de mayores investigaciones, como San Agustín en el Huila.
Esto deja a un lado a las regiones de la periferia como la región del Choco y los
llanos orientales. Son pocos los que se interesan por el estudio de estas regiones,
debido a su falta de “protagonismo” a lo largo de la historia colombiana. En cuanto
se refiere a trabajos de investigaciones sobre los descubrimientos y colonizaciones
de las regiones de Colombia, “la investigación histórica le ha concedido privilegio a
ciertas regiones del país que se han constituido en los polos del desarrollo” (Gómez
1991: II).
En cuanto a las investigaciones arqueológicas, principalmente en nuestro territorio
de estudio (El departamento del Meta), no solo han sido muy escasas, sino que
también “los proyectos arqueológicos, son esfuerzos aislados y atienden a los
intereses propios del investigador, sean científicos o financieros” (Quintero 2004:
46). La mayoría de estas investigaciones se quedan en informes sin publicarse más
allá, debido a que la mayoría de los yacimientos arqueológicos que se han
encontrado se deben a fases de monitoreo y rescate en arqueología por contrato,
como parte de algún proyecto de hidrocarburos principalmente, debido a la riqueza
petrolera en la zona.
Este departamento es en sí la puerta hacia los Llanos orientales desde los Andes,
siendo una zona de posible contacto, en el piedemonte, entre los grupos indígenas
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del altiplano cundiboyacense, con los habitantes de la zona y de partes interiores
del Llano. Siendo así, los estudios arqueológicos pueden ayudar a comprender
mejor las relaciones de intercambio comercial entre la zona alta y baja de la región
central de Colombia, e igualmente comprender a los grupos sociales que habitaron
esta región, de los que aún quedan muchos interrogantes.
Para inferir algunas hipótesis sobre los grupos humanos que habitaron la zona es
necesario correlacionar los diferentes trabajos arqueológicos realizados en el
departamento del Meta (tanto académicos como por contrato), junto con las
diferentes crónicas y escritos realizados por los conquistadores y colonizadores a
su llegada al territorio, y generar así un mayor conocimiento de las zonas
arqueológicas y su posible potencial, al igual que comprender la relación de esta
zona con otras, como el altiplano cundiboyacense y la zona amazónica ubicada al
sur del departamento.
Por tanto, para este trabajo monográfico se articularon las investigaciones
arqueológicas que se han hecho en el departamento del Meta, con el fin de
responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo ha sido el desarrollo de
la investigación arqueológica en el departamento del Meta y cuál es el potencial
informativo de la región y su relación con otras regiones?
El objetivo principal de este estudio era analizar y correlacionar las investigaciones
arqueológicas en el departamento del Meta y el estado actual de la arqueología en
el departamento, teniendo como referencia algunos objetivos específicos los cuales
son:
1. Analizar varias de las investigaciones arqueológicas realizadas en el
departamento del Meta, tanto rescates arqueológicos por contrato como por
academia.
2. Comprender cuales son los principales lugares de mayor potencial
arqueológico de la región.
3. Identificar a partir de la evidencia arqueológica y de la etnohistoria los grupos
humanos que habitaron en la región.
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4. Con la información arqueológica y etnohistórica, analizar la relación de los
grupos humanos de la región con otras regiones, como la región Andina,
Amazónica y de los Llanos en otros departamentos.
5. Igualmente analizar cual pudo haber sido el desarrollo sociopolítico de los
grupos que habitaron la región.
Con el fin de analizar las diferentes investigaciones arqueológicas realizadas en el
departamento del Meta, tanto en el ámbito académico como en la arqueología de
rescate, se realizó una consulta sobre la bibliografía existente, principalmente
aquella que se encontraba en la biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología
e Historia, en donde se encuentran los informes finales de los diferentes proyectos
arqueológicos de rescate, además de las primeras investigaciones arqueológicas
desarrolladas en la zona de estudio. Igualmente se consultaron las principales
crónicas de la conquista europea en América, centrándose en aquellas en las que
se relacionan las diferentes expediciones de los conquistadores y misioneros en la
zona de estudio. En total se consultaron 10 trabajos académicos de arqueología y
14 proyectos de arqueología de rescate, junto con las crónicas dejadas por Fray
Pedro de Aguado (1957) y Fray Pedro Simón (1882), y los misioneros Joseph
Gumilla (1745) y José Rivero (1956).
Marco Conceptual
Antes de iniciar las descripciones de las investigaciones arqueológicas, es
necesario explicar algunas de las teorías relacionadas con los grupos de los llanos
orientales. Por tanto hay que dar una pequeña reseña acerca de las dos principales
teorías sobre el origen de la cultura que se habían usado en las investigaciones de
las tierras bajas tanto en Colombia como Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Brasil,
durante las primeras investigaciones arqueológicas. Estas dos teorías han sidopuestas por Meggers y Evans (1954) (1961) por un lado, y Lathrap (1970) por el
otro. Tanto Betty Meggers como Clifford Evans (1954) señalaban que la cultura se
desarrollaba en las tierras altas, mientras que Lathrap (1970) consideraba que las
tierras bajas también eran aptas para la formación de la cultura. Meggers y Evans
se enfocaban en las influencias que podía tener el medio en el desarrollo cultural de
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los grupos humanos (Meggers 1954: 801) e igualmente en los movimientos de
población que podrían ser vistos en los rasgos de la cerámica, tanto en el
desgrasante como en los decorados (Meggers y Evans 1961). Meggers mantenía
que la articulación esencial entre el medio y la cultura estaba constituida por la
manera en que los grupos humanos realizaban la producción de alimentos (Mora y
Cavelier 1983: 43).
Por lo tanto, Meggers (1954) desarrollando la idea sobre la influencia del medio
sobre la cultura preciso de la existencia de cuatro tipos de área: La primera consistía
en una zona en la que no había ningún potencial agrícola, lo que serían medios
como las sabanas tropicales, la Tundra, desiertos, pantanos y ciénagas entre otros.
Una segunda área consistiría en aquellas donde el potencial agrícola fuera muy
limitado, con suelos poco fértiles y gran dificultad en mantener la fertilidad de estos,
uno de los ejemplos para Meggers sería la selva tropical Suramérica. La tercera
área seria aquella donde las características ambientales son menos drásticas y una
mejor adaptación de los sistemas agrícolas mejoraría la producción de alimentos,
entre estos estaría los bosques templados europeos y norteamericanos. Por ultimo
estaría el área donde el potencial agrícola seria ilimitado y óptimo para abastecer a
grandes poblaciones, lugares donde se originaron las “civilizaciones” (Mora y
Cavelier 1983: 44).
Efectivamente, Meggers consideraba que el origen de la “cultura” se había
desarrollado en los Andes, zonas de alto potencial agrícola, y que se habían ido
“deculturando” cuando se dispersaron y difundieron hacia las tierras bajas hasta
llegar a la Amazonia (Meggers 1954: 808). Contrario a esta teoría, Donald Lathrap
(1970) consideraba que la Amazonia no era un limitante para el desarrollo cultural,
pues habían diferencias zonales que hacían posible la aparición de la cultura
(Lathrap 1970: 47), y que sería allí donde se formarían los primeros grupos
culturales, los cuales mantenían cultivo de raíces intensivo, junto con el
aprovechamiento de la comida de rio, caza de animales y recolección de otros
alimentos provistos por la selva; estos grupos posteriormente se dispersarían hacia
el Orinoco, producto de una gran presión demográfica y la competencia (guerra)
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entre los grupos por los recursos, moviéndose finalmente los más débiles (Mora y
Cavelier 1983: 52), y que sería visto en los complejos cerámicos y en las familias (y
sub-familias lingüísticas) la ruta migratoria de estos grupos, que incluso podrían
haber llegado a relacionarse con la cerámica chibcha (Lathrap 1970: 169).
Ambas teorías señalaban por tanto, que estas migraciones se verían a partir de un
horizonte cerámico, el cual llamaron “Horizonte policromo de la Amazonia”, aunque
Meggers y Evans señalaban el origen de este horizonte en los Andes y se dirigía
las tierras bajas, mientras que Lathrap consideraba que su origen se daba en el
Amazonas medio y terminaría en el bajo Orinoco (Mora y Cavelier 1983: 50).
Algunas investigaciones arqueológicas han intentado apoyar a estas teorías, como
la desarrollada por Marwitt (1973) en el Ariari, quien apoyaba la teoría de Lathrap,
y consideraba que, a partir de la evidencia arqueológica, la población prehispánica
de los llanos orientales colombianos provendría del Amazonas medio (Marwitt
1975:9).
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Mapa 1: Departamento del Meta, ubicándose los municipios y fuentes hídricas principales.Fuente: IGAC (2012) Mapa Físico- Político del Departamento del Meta. Recuperado de: http://www.igac.gov.co:10040 /wps/portal/igac/raiz/iniciohome/MapasdeColombia/Mapas/Departamentale
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1. EVIDENCIAS ETNOHISTÓRICAS
Imagen 1: Provincia de Casanare, Vista general de los Llanos, 1856. Manuel M. Paz.Fuente: Gómez López, Augusto (2000) Geografía Física y Política de la Confederación Granadina.
Vol. III Estado Boyacá, Tomo I Territorio de Casanare .
Mucho antes que Gonzalo Jiménez de Quesada llegara al centro del reino Chibcha,
los Europeos ya exploraban los Llanos del norte de Suramérica, principalmente los
Llanos de Venezuela, guiados por un principal propósito: encontrar El dorado, y fue
la búsqueda por este ilusorio lugar que llevo a las exploraciones de los llanos de
Colombia y Venezuela durante el siglo XVI. Por esta región pasaron diferentes
conquistadores, siendo los primeros Jorge de Espira y Nicolás Federmann,
siguiéndoles posteriormente Felipe de Utre, Hernán Pérez de Quesada, Juan de
Avellaneda (quien fundaría San Juan de los Llanos) y Gonzalo Jiménez de
Quesada.
Tanto Pedro de Aguado como Pedro Simón describen, tanto las regiones por donde
los conquistadores pasaron en búsqueda de “El dorado”, como algunas de las
poblaciones que encontrarían en el camino. En su descripción sobre la expedición
de Jorge de Espira, quien viajó junto a la falda de la cordillera oriental, señala
algunos ríos que vienen desde la cor dillera hacia los llanos como el rio “Opia, Haya,
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Gravbiare y Papamene”. En este primero, Espira tras el crecimiento del rio (el cual
actualmente es el rio Upía) durante el invierno, decidió quedarse sobre “las
barrancas del rio Opia” (Simón 1882: 104) y hacer “alojamiento y rancherías”
mientras disminuía la creciente, describiendo los cronistas que allí “habían algunas
poblazones de indios” con “razonable copia de comidas”.
Después de cruzar el rio Upía se encontrarían con grupos indígenas con “diversas
y diferentes lenguas…en el paraje de los chiscas o laches ” (Aguado 1957: 113).
Mientras avanzan siguiendo la cordillera se encontraron con “ provincia de mal país,
tierra ampollada y llena de ramblas y quebradas secas y de agua, parte montañosa
y parte rasa, estéril de frutos y por la misma razón de gente” (Simón 1882: 106), “en
tierra algo áspera y quebrajosa, en parte montuosa, y en parte rasa, de muy rara
poblazon y estéril de comidas…cerca de allí, sobre la mano izquierda, estaba un
pueblo grande, bien proveído de mantenimientos y de otras cosas…en un cerro y
poblado de crecidas montañas y arcabucos, lo alto y cumbre del cual era raso y
llano, y en él estaba un lugar o pueblo de hasta cien casas o bohíos grandes el cual
demás de la fortificación con que la naturaleza lo había dotado, artificialmente, por
industria de los indios y moradores de aquel pueblo, tenía hecho un palenque de
gruesos troncos de palma, muy espinoso y puyosos, apretados y abrazados unos
con otros, de mediana altura.” (Aguado 1957: 116).
Los conquistadores intentaron asaltar el pueblo pero no pudieron; buscando algo de
comida encontraron una india que les dijo que “ciertas jornadas de allí había mucha
abundancia de maíz y de otras cosas de comer, pero que habían de ir por unas
ciénagas y manglares, tierra muy mala y de perverso camino y después habían de
llegar a un rio muy caudaloso” (Aguado 1957: 117) Por tanto los conquistadores
siguieron su camino junto a la falda de la cordillera.
Los cronistas también señalan que en esta zona se encontraban “pocos naturales”.
Prosiguiendo su camino junto a la cordillera llegaron a un pueblo indígena al cual
llamaron “Nuestra Señora”, allí encontraron un “bohío o casa de admirable
grandeza; tenia de largo doscientos pasos y cada frente dos puertas grandes, y
según después se supo, era este bohío templo de aquellos barbaros, donde hacían
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sus sacrificios al sol…” (Aguado 1957: 131). Este pueblo no estaría muy lejos de
dónde Juan de Avellaneda fundaría el pueblo San Juan de los Llanos. Tanto Aguado
como Simón, señalan que los conquistadores fueron siempre rechazados por los
naturales, quienes siempre les presentaban batalla. Después de esto fueron a un
pueblo ubicado a dos leguas de “Nuestra Señora”. Pasando este pueblo llegarían a
un rio llamado “Ariare o Oguape”, en donde había algunos grupos de “lengua guati”.
Allí se alojarían debido a que el rio estaría crecido, observando al otro lado del rio,
varios grupos de “indios hacían en sus pueblos…muy grandes candelas o fuegos
toda la noche” (Aguado 1957: 133) para impresionar a los conquistadores.
Posteriormente ellos se alejaron de estos pueblos y cruzaron el rio.
Siguiendo junto a la cordillera llegaron al rio Guaviare, en donde lucharon fácilmente
con los naturales y prosiguieron hasta llegar a un pueblo “de cierta gente llamados
Guayupes”, quienes se presentaban con “ferocidad” ante los españoles, pintados
con jaguas. También fueron derrotados por los españoles en batalla, quienes
saquearon el pueblo y se alojaron allí, siguiendo posteriormente al rio “Papamene”.
Por su parte, Nicolás Federmann, durante su expedición hacia los llanos llegaría
primero al rio Meta, en donde se encontrarían los grupos Guahibos, a quienes
Aguado llama “guashiguas y Simón “Guaigua” “gente que no viven en los pueblos
ni son cultivadores ni labradores ni tienen lugar señalado donde habitan; traen
consigo unas tendezuelas hechas de algodón, en que se recogen de noche:
sustentanse de lo que salteando roban y hurtan a las otras gentes más
nobles…usan cierto genero de instrumento, hecho a manera de pretales de
cascabeles con que entran haciendo estruendo por los pueblos en donde entran a
robar ”(Aguado 1957: 174)
Posteriormente, Nicolás Federmann siguiendo hacia la cordillera, llego a unaprovincia llamada Maryvchare, siendo el mismo pueblo llamado por Espira “Nuestra
Señora”, el cual Federmann llamo La Fragua, debido a que allí construyo una, para
“aderezar ciertas herramientas”. Allí recibió información acerca de las “riquezas” que
tenían los indios delante de la cordillera, por lo que Federmann dejo parte de su
tropa, y prosiguió con algunos capitanes y soldados junto a la cordillera con el fin de
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rectificar esta información con otros indios. Por lo cual camino tres días y llego a
una provincia de “indios llamados Operiguas” donde hallo un pueblo pequeño pero
fortificado por un fuerte “palenque”, el cual fue asaltado por los conquistadores, y
donde confirmo acerca de las riquezas de la gente delante de la cordillera.
Por tanto, volvió a Nuestra señora y mando a sus capitanes a buscar “naturales
como cargueros”, yendo Pedro de Limpias, uno de sus capitanes, hasta el “Ariare”
rio abajo en busca de naturales, donde llego a un pueblo llamado “Miyegua”, donde
capturo a algunos indios tras una lucha con ellos. Volviendo Limpias a Nuestra
señora, iniciarían su trayecto, cruzando la cordillera, desde un rio ubicado a una
jornada de “Nuestra Señora”, en donde encontraron un pequeño pueblo con doce
casas abandonadas y quemadas, y donde tomaron algunos “panes de sal” que
encontraron. Los conquistadores prosiguieron rio arriba, y tras el paso por paramos
y sierras, llegaron al Valle de Fosca, donde llegaron una “poblazon de indios
mozcas” y continuaron hasta llegar a Pasca, dirigiéndose luego hacia donde se
fundaría posteriormente la ciudad de Santafé.
Para el año de 1555, Juan de Avellaneda, quien participo en la expedición de
Nicolás Federmann, fundaría el pueblo San Juan de los Llanos “donde comúnmente
los españoles solían llamar el pueblo de Nuestra Señora, paresciole tierra de
buena disposición para tener minas de oro y en ella había cantidad de naturales,
aunque no muchos” (Aguado 1930: 117). Todas estas incursiones produjeron la
exterminación de los Guayupes y sus poblados en los Llanos “ porque como todas
las compañías de españoles que oro salían antiguamente a descubrir y venían
bajando la sierra iban a parar a descansar en esta provincia de los Guayupes y
pueblo de Nuestra Señora y en aquel tiempo se hacían esclavos los indios, y
además de esto no tenían cuasi por escrúpulo matar, ni maltratar, ni castigar,
ni cargar, ni saber de sus naturales los indios, fueron estos pobres Guayupes
muy arruinados y destruidos así de sus personas, mujeres e hijos como de sus
casas y haciendas(…) y toda esta gente(los españoles) se sustentaba en tiempo
que en esta provincia de los Guayupes está de lo que los míseros indios tenían para
su sustento y cada cual de estos capitanes y de sus soldados procuraron haber y
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tomar los indios que podrían de esta provincia y nación para que les sirviesen; pues
gente tan combatida fue y tan salteada y llevada en cautiverio, imposible es que
quedase mucha de ella, porque considerados los daños que en aquellos tiempos se
hacían en los indios tan libre y atrevidamente, es imposible que estos Guayupes,
habiendo estado en ellos las compañías de gentes que se ha referido, no dejase de
ser tan atribulados y destrozado cuanto he significado y mucho más” (Aguado 1930:
118).
Tras las frustradas expediciones en busca de “El dorado”, los españoles se
preocuparon por colonizar las regiones más importantes para la economía, además
de proteger las ubicaciones geográficas vitales como el puerto de Cartagena, en tal
situación dejaron a cargo de las misiones religiosas la colonización de los territorios
de los Llanos de la Nueva Granada y de la Capitanía de Venezuela. Los misioneros
de La compañía de Jesús, fueron los principales promotores de la colonización y
cristianización de estas tierras, en menor grado lo fueron los Franciscanos y
Agustinianos. Los Jesuitas ingresaron a la Nueva Granada hacia 1589, siendo
expulsados en 1628 y volviendo en abril de 1659. En el inicio de sus misiones, al no
funcionar la estrategia de “los regalos”, los misioneros permitían que se dieran cazas
a estos “barbaros” lo que implicó la destrucción y muerte de aquellos que resistían
(Gómez 1978: 118).
Jaime Jaramillo Uribe, en su estudio realizado sobre la sociedad granadina en el
tomo I de Ensayos de Historia Social, analiza a partir de crónicas y censos reales la
población que debió circundar en el país en el periodo prehispánico y sus
consecuencias con el contacto español, estimando entre una población de 100.000
para las zonas de la periferia (Choco y Llanos Orientales) (Jaramillo 1989). Estas
cifras pueden ser aun erróneas debido a los pocos escritos acerca del número de
habitantes para esa época; si bien, Aguado menciona que los indígenas eran muy
pocos, el cronista lo analiza en referencia al número por grupos, teniendo en cuenta
que el patrón de asentamiento de los indígenas era a partir de pequeños grupos,
con baja densidad de personas, dispersos por gran parte del paisaje, como se verá
en muchas investigaciones arqueológicas. Este patrón de asentamiento, quizás se
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mantuvo con el fin de mantener un equilibrio entre la población y la capacidad de
cargar de los recursos, además, para algunos tendría mayor facilidad en la
movilidad con menos población (en especial de aquellos grupos nómadas o
seminómadas, como los Guahibos) en caso tal de inundaciones o incluso sequias
en la zona de vivienda.
En los escritos dejados por los misioneros durante sus reducciones, se relacionarían
diferentes descripciones sobre los indígenas reducidos, como sus costumbres,
formas de vida y obtención de recursos, siendo una herramienta muy importante
dentro de las investigaciones arqueológicas en los Llanos Orientales, sobre todo en
las realizadas por Mora y Cavelier (1983) (1985) (1987), debido a la
contemporaneidad entre las reducciones y las fechas datadas en Caño Irique (1630
d.C.) (Mora y Cavelier 1987) y Acacias (1570 d.C.) (Mora y Cavelier 1983), aunque
poca información se da acerca de los grupos Guayupes. Si bien, estos no son
mencionados, en gran parte por los misioneros, muchas veces estos son
confundidos con los Achaguas, señalando, al parecer, a los Guayupes como parte
de los Achaguas, señalándola como la tribu más grande de los llanos del Nuevo
Reino “Empezaba a extenderse esta nación (Achaguas) desde muy cerca de
Barinas hasta San Juan de los llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que se les
haya descubierto términos hasta ahora (…) más de veinte naciones o provincias
contaban los Achaguas bajo un mismo idioma” (Rivero 1956: 21).
Aunque también, esta confusión, podría deberse a que los misioneros no tenían
mayor conocimiento sobre los grupos indígenas de los llanos ubicados en lo que
actualmente se delimitaría como Departamento del Meta; pues como lo señala el
misionero Joseph Gumilla, en su “Orinoco Ilustrado”, desde las bocas del rio Ariari
en el Guaviare hacia la cordillera “no han penetrado todavía nuestras misiones. Solo
tenemos noticias de estar lleno de indios gentiles” (Gumilla 1745: 203) y que, desde
la margen derecha del rio Meta hasta el rio Ariari “hay un llano intermedio, que pasa
de trescientas leguas, interrumpido con ríos, arroyos de menor porte, y con muchas
lagunas. Este dilatado campo es la palestra de continuas guerras de las dos
naciones andantes de Guayvas y Chiricoas” (Gumilla 1745: 204) estos últimos
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serían los mismos Guahibos. Igualmente, Gumilla señala que la gran mayoría de
grupos viven en los llanos “al abrigo de las vegas de los ríos…da menos fruto el
campo raso que las vegas y los bosques”. (Gumilla 1745: 430).
Entre las descripciones de los misioneros, ellos señalan la gran variedad derecursos de flora y fauna que se encuentran en la zona, contrario a los cronistas
que dicen haber solo tierra “estéril y áspera”. Juan Rivero, misionero jesuita,
describe los llanos como un “inmenso territorio semejante a la mar en calma ( … )
cortada, por bosques que siguen la caprichosa dirección de las corrientes de
infinidad de ríos y quebradas ( … ) innumerables tribus de indios barbaros se alojan
en las márgenes de dichos ríos ( … ) disfrutando de los dones de la tierra” (Rivero
1956: 4). Entre estas riquezas, Rivero señala algunos frutos recolectados por los
grupos indígenas como las “habas verdes”, semejantes a los platanillos, los
“Cunama y Becirris” parecidos al dátil, siendo frutos de la palma, de la cual también
extraían aceite, el “Camuirro”, seme jante a la uva, entre otros; igualmente señala el
uso del yopo “llaman a estos polvos yopa, con los cuales hacen ellos sus
adivinanzas…cuyo uso es por las narices, tomándolo a manera de tabaco” (Rivero
1956: 108).
Por otra parte, Gumilla menciona que, en gran parte de la región del Orinoco y sus
afluentes, los indígenas cultivaban “maíz, yuca, mandioca y otras raíces”,
encontrándose que en los “anegadizos del río Orinoco, Meta, Apure, Casanare,
Tame y otros (…) nace, crece y madura el arroz ”. (Gumilla 1745: 431) Mientras
Rivero señala acerca del consumo de la yuca, tanto “yuca mansa como yuca brava”,
usando esta última para elaborar “cazabe”, siendo rayada la yuca y posteriormente
cocida sobre el “budare” “unas planchas de barro redondas, muy lisas y aseadas,
de vara y media de circunferencia” (Rivero 1956: 113). También señala la
abundancia de animales terrestres, de los cuales los indígenas de la zona se
alimentaban, entre ellos los ciervos, “puercos de monte”, monos, armadillos, danta
y anfibios como las babillas e iguanas, “De todo esto se halla con abundancia en
estos sitios, y en el verano se ven andar tropas de indios trasegando lagunas y
quebradas y los ríos Meta, Cravo, Guanapalo y otros” (Rivero 1956: 9).
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Gumilla menciona también el uso de herramientas líticas por los indígenas, durante
el proceso de tala y quema en los bosques para después realizar los cultivos. El
misionero señala como son “fabricadas” algunas hachas pulidas: Pregunte cómo y
con qué labran aquellas hachas de piedra tan dura, y me respondieron que con otras
piedras picaban estas y después, a fuerza de amolarlas en piedras más blandas,
con ayuda del agua, les daban figura y sacaban los filos de las bocas.
Como vemos, los escritos, tanto de los cronistas como misioneros, aportan bastante
dentro de la investigación arqueológica, pero estos deben tomarse con cuidado,
pues son bastantes las variaciones de los nombres señalados en algunos rio o
grupos indígenas, además de la falta de información de los misioneros sobre las
zonas donde se ubicarían pueblos españoles como “San Juan de los Llanos”. Sin
embargo no deja de ser una buena herramienta para la contextualización de algunas
investigaciones arqueológicas.
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2. EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS
2.1 Primeras investigaciones arqueológicas (1972-1983)
2.1.1 John Marwitt y Robert Morey, 1972.
Mapa 2: Zona de investigación en 1973 por Marwitt y Morey, desde Cubarral hasta Puerto
Lleras.
La primera investigación arqueológica en el departamento del Meta fue realizada
por John Marwitt (University of Akron) en Agosto y Septiembre de 1972, delimitada
en la parte alta del rio Ariari, desde el municipio de Cubarral hasta Puerto Lleras
(Más de 75 kilómetros), centrándose posteriormente en cercanías a la vereda
Puerto Caldas en el municipio de Granada y Puerto Santander, municipio de Fuente
de Oro. Esta investigación se dio a partir de una beca otorgada por la NationalGeographic Society (Marwitt 1973). La investigación también contó con la
participación de Robert Morey, de la Western Illinois University y de Salomón Rivera.
Antes de 1972 no se habían realizado trabajos arqueológicos en el área y por tanto
no había información arqueológica sobre los llanos orientales y los grupos
prehispánicos que allí habitaron, por lo que muchas descripciones sobre la
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prehistoria en Colombia ignoraban cualquier conocimiento de allí, valiéndose solo
de los escritos y crónicas españolas durante la colonia. El escaso conocimiento se
debía, en parte, a la profundización de grupos culturales “más avanzados”
estudiados hasta sus fronteras con el llano, hasta los límites de sus recursos
(Marwitt 1973b).
Marwitt, consideraba a la zona de estudio como un posible lugar de contacto,
difusión y migración entre tres importantes regiones y grupos humanos: el
Amazonas, la Orinoquia y los Andes, debido a que el piedemonte y las planicies
cercanas a la cordillera eran una zona intermedia a la cual se podría llegar desde
cualquiera de estas tres regiones, por lo cual sería una zona de potencial ubicación
geográfica para migraciones y contacto Andes-Orinoco-Amazonas.
El objetivo de esta investigación era determinar una tipología cerámica para la
región, ya que nunca se habían realizado trabajos arqueológicos allí, y determinar
el potencial arqueológico de la zona. El rio Ariari nace en el páramo de Sumapaz y
es el principal afluente del Guaviare, ya se conocían referencias del rio desde la
llegada de los primeros conquistadores y colonizadores que llegaron en búsqueda
de “Eldorado”, el cual era denominado como rio “Ariare o Oguape” (Aguado 1957).
El Ariari mantiene una buena parte de bosque de galería que cubre las zonas
inundables y mantiene una espesa capa de hierba. Desde la época de la violencia
a la zona han llegado más colonos escapando de la guerra, a donde llegaron
“destapando el monte” para asentarse.
Los sitios se encontrados gracias a la colaboración de los campesinos de la zona,
quienes informaron sobre los sitios donde se habían encontrado material cerámico.
Estos serían los primeros sitios registrados para los llanos orientales, reseñándose
26 sitios, aunque algunos de los cuales no pudieron ser visitados, debido a su difícilacceso, por lo que se registraron 19 en total; de estos 19 sitios registrados, 2
pudieron ser del siglo 19 o 20, mientras que se encontró un tercero cerca de San
Juan de Arama, el cual pudo haber sido parte de San Juan de los Llanos (Marwitt
1973b) (Morey 1976), el primer asentamiento de los conquistadores en el este
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Colombiano durante el siglo 16; los demás sitios si fueron catalogados como
prehispánicos.
Los sitios registrados no se encontraban alejados del rio, ninguno se situaba más
allá de 1 km de la zona inundable, contrariamente, Marwitt señalaba que la sabanafue poco usada por los grupos prehispánicos para poner allí sus aldeas o
asentamientos. Los sitios eran en general bastante extensos, pero los basureros
mantenían una distribución aleatoria y discreta asociado con el uso de estructuras
simples. Los materiales arqueológicos, según los campesinos, se llegaban a
encontrar hasta un rango de 70-100 cm, vistos en pozos hechos para el cultivo de
plátano.
La recolección superficial de 14 de los 19 sitios muestra una variación con respectotanto al desgrasante como las técnicas decorativas; cuando los investigadores
analizaron este material (el superficial), aunque no tenían aun tipologías,
destacaban que los fragmentos más comunes entre los sitios tenían un color naranja
claro, de textura áspera, con un tipo de desgrasante “"clay pellets” (pelotillas de
barro) gris y moreno” (Marwitt 1973, 1973b). Marwitt señalo que este tipo de tiestos
ya habían sido descritos por Broulliard en varios sitios cercanos al rio Caquetá, y
por Meggers en el alto rio Napo en el oriente ecuatoriano (Marwitt 1973b: 2), siendo
un desgrasante común en los grupos del Amazonas, y no de los Llanos. Entre otros
desgrasante vistos, había arena, corteza quemada (Cariapé) y tiesto molido.
Esta pequeña muestra tenia decorados con formas zoomórficas, donde
predominaban algunos decorados en los bordes y apliques, representando la
cabeza de pescados, tortugas (o posiblemente aves), algunos pintados con
pigmento rojo y blanco y otros con negro y blanco. También se observaban puntos
y líneas onduladas pintadas en la parte exterior de los tiestos. Eran muy frecuenteslas incisiones como decorado, con excepción de un tiesto y en las urnas funerarias
(Marwitt 1973b: 3).
Los investigadores solo tenían una categoría de tipo cerámico y era los de forma de
“tartera” o posibles budares, debido a que un campesino había encontrado uno en
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un campo de plátanos usado como una urna funeraria. “The body of the urn is
vaguely trapezoidal in section, and is divided into two parts by a deep groove. On
the upper portion of the body are modeled and incised facial features; the lower urn
body has two incised arms. Attached to the carinated base of the body, and serving
as a pedestal, are modeled legs and feet ” (Marwitt, 1973b: 5) Dentro de la urna se
encontraban los restos de un niño, cuyos huesos estaban en mal estado de
descomposición, el cual estaba tapado con un tazón de barro que se rompió cuando
se encontró. Otras urnas similares fueron encontradas por otros campesinos en la
zona. La evidencia cerámica no pudo ser comparada con otra del piedemonte o del
llano, por lo que para la época no se pudo realizar una secuencial cultural.
Para esta investigación, de los 19 sitios, se escogieron 8 para ser prospectados,
cada uno con pozos de sondeo de un metro cuadrado bajando entre 10 a 35 cm.
Mapa 3: Ubicación de los sitios investigados por Marwitt y Morey en 1973.
Estos sitios eran:
ARI 16: Considerado por los investigadores como un posible “cementerio”, estaba
ubicado a 1.5 km de Puerto Caldas, allí se encontró material cerámico hasta 20 cm
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de profundidad, a excepción de un pozo donde llego a 35 cm y se encontró “una
olla grande y restaurable”, en la zona el dueño aseguro haber encontrado material
hasta los 60 cm.
ARI 20: Considerado como una posible aldea, ubicado a 800 mts al Sur de PuertoCaldas, en la margen oeste del Ariari, junto a la desembocadura de un caño (Marwitt
no menciona su nombre); el sitio se encontraba erosionado, aunque tenía materia
cultural concentrado con una profundidad máxima de 30 cm.
ARI 3: Ubicado a 2 km al Este del Ariari y a 3 km al Suroeste de Fuente de Oro, en
donde se encontró material cerámico hasta 35 cm solo en dos pozos, debido a que
la demás zona se encontraba con cultivo de sorgo.
ARI 22: Ubicado a 50 mts de ARI 3, allí había poco material esparcido hasta 20 cm.
ARI 5, 6, 21 Y 23: Fueron los sitios más cercanos entre sí, ubicados cerca de Puerto
Santander, en una posible antigua laguna o brazo de rio, donde ARI 5 y 6 se
encontraba sobre un barranco, cuyo material se encontraba más profundo y con
mayor densidad, mientras ARI 21 y 23 se encontraba más cerca del rio, la
profundidad de los tiestos era menor y con baja densidad.
Marwitt describió a la cerámica encontrada en los pozos como “un tiesto de colornaranja con antiplástico formado por pelotillas de barro gris y moreno” (Marwitt,
1973: 3) donde predominaban ollas grandes, con paredes gruesas y bordes
cuadrados. El material hallado en Fuente de Oro incluía más variedad de
antiplástico incluyendo arena y tiesto molido.
John Marwitt consideraba la importancia de la ubicación del rio Ariari, y la
subestimación que se le había dado a la zona. Consideraba que los supuestos sobre
los grupos indígenas que allí habitaron, que eran grupos muy dispersos, nómadas
y pequeños, era del todo falsa, pues las concentraciones se presentaban hacia los
ríos y las tarteras o budares, mostraban que practicaban la horticultura, cultivando
principalmente maíz y yuca, y estaban más ligados a los grupos amazónicos que de
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los llanos venezolanos. Además que pudieron haber tenido una importancia en los
intercambios económicos intertribales.
Después de esta excavación, los investigadores plantearon realizar nuevas
excavaciones para el verano de 1974, aunque estas no se efectuaron; aun asíMarwitt presento un simposio sobre los resultados de su investigación en la reunión
anual de la “American Anthropological Association” en San Francisco, California, en
Diciembre de 1975. Allí recalco la importancia del Ariari como zona de contacto y
migraciones entre las tres regiones, la cantidad mayor de tiesto encontrada con “clay
pellets” como desgrasante, y por tanto su relación más con la Amazonia que con el
Orinoco, que rectifica también con la forma de decoración de los bordes
encontrados y con la aparición de urnas fúnebres con asas en forma de “L” y “U”
“ According to Lathrap (personal communication, 1973) a number of painted sherds
and modelled adornos from the Ariari sites can probably be assigned to the
widespread Amazonian Polychrome horizon (A.D. 600-1300)”(Marwitt 1975: 9).
Aunque también mencionaba algunas relaciones con el Orinoco “a few of the
zoomorphic rim lugs in the Ariari collection also have rather close counterparts in the
Arauquinoid subtradition of the middle Orinoco region in Venezuela. The cruciform
pottery stamp, found by a farmer at Puerto Santander, is most reminiscent of stamps
from the Corobal phase of the Ventuari-Manipiare drainage in the upper Orinoco
region” (Marwitt 1975: 10).
Marwitt descartaba alguna relación o influencia cerámica por parte de grupos de los
Andes, desechando por tanto las teorías de Meggers y Evans sobre el origen Andino
de estos grupos, y especulando consecuentemente que el complejo del Ariari
hubiera sido producto de una difusión desde la selva tropical amazónica después
del año 1000 d.C., cuya ruta pudo haber sido por el rio Guaviare hacia el rio Ariari.
Para 1976, Robert Morey realizo una ponencia en el “Seminario Sobre Investigación
Antropológica en Los Llanos Orientales”, promovido por la Universidad Tecnológica
de los Llanos Orientales (Unillanos) en Villavicencio, entre el 8 y 9 de Julio de 1976.
Al igual que Marwitt, Morey también destacaba la importancia de la región y el poco
valor que se le había tenido, junto con la predilección de los investigadores sobre
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los Andes frente a otras regiones como la investigada; por tanto, tomando las ideas
de Lathrap (1970), consideraba que los Andes tuvieron alguna influencia por parte
del Amazonas, y los Llanos colombianos fueron el intermedio entre esta relación.
Con el fin de seguir validando esta teoría y refutar las que consideraban inversa esta
relación (Meggers y Evans), Morey mencionó la investigación realizada por la
Doctora Alberta Zucchi (1975) con el instituto Venezolano de investigaciones
científicas en los llanos occidentales de Venezuela, en Barinas y Apure, el cual dio
descubrimientos significativos para conocer culturas bien desarrolladas y complejas
en una fecha temprana en los llanos.
En esta investigación, la zona estudiada se dividió en dos temporalidades de
poblamiento prehispánico: el primero partía de 1000 a.C. hasta 400-500 d.C.,
cuando iniciaba el segundo periodo que iba hasta el 1400 d.C. El primer periodo se
desarrolló en el sitio conocido como “Caño del Oso”, en el cual los grupos humanos
vivían en comunidades sedentarias, quienes cultivaban maíz, con una cerámica
policroma distintiva (Osoide), y que también practicaban la caza, pesca y
recolección; estos grupos eran completamente independientes de otras culturas
contemporáneas en el Orinoco, las cuales tenían tradiciones cerámicas distintas y
dependían del cultivo de la yuca (Zucchi 1975). Morey señala que el origen de estos
grupos era desconocidos, pero que él no descartaba que estos pudieran haberseoriginado de los llanos colombianos, en especial de la región del Meta (Morey 1976:
3).
Para el segundo periodo, ocurre un rompimiento frente a la anterior ocupación, el
cultivo de la yuca cobra mayor importancia, por lo que empiezan a parecer
montículos artificiales relacionados al cultivo de está, aparece una nueva tradición
cerámica, la Araquinoide, en la cual el desgrasante es “cauxí”. Zucchi sugiere que
el cambio de tradición cerámica se debe a una expansión de esta tradición, la cual
tiene un nuevo cambio en el 1000 d.C. como producto de movimientos de grupos
bélicos provenientes de la selva tropical amazónica (continuando con la teoría de
Lathrap) en busca de zonas marginales productivas; la presión de población hizo
que estos grupos desarrollaran nuevos sistemas de modo de producción como los
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montículos artificiales, complejizándose las relaciones sociales, siendo el origen de
una sociedad cacical (Zucchi 1975).
Refiriéndose sobre el rio Ariari, Morey devela las fechas datadas por Carbono 14
para los sitios investigados: una de ellas para la tradición cerámica denominada porMarwitt como Granada con una fecha de 810±100 d.C. relacionado al horizonte
policromo amazónico, y la otra perteneciente a la fase Puerto Caldas con una fecha
de 760±110 a.C. la cual no se relacionó a alguna tradición cerámica conocida en su
momento (Morey 1976: 6). Aunque en los anteriores escritos no se mencionan
elementos líticos, Morey señala que en algunos sitios si se encontraron manos de
moler y metates junto con los “budares”, rectificando para Morey que los grupos
prehispánicos de allí tuvieron que practicar tanto el cultivo de yuca como de maíz.
Lastimosamente, ni Marwitt, ni Morey señalan cuales fueron los sitios datados,
infiriendo la ubicación de las fechas a partir de los nombres dados a cada período.
Finalmente Morey concluye que los grupos prehispánicos de los llanos orientales,
eran grupos culturales desarrollados, por influencias y migración de grupos de la
amazonia, sin ninguna influencia de los Andes, que mantenían como patrón de
asentamiento la cercanía a los ríos, y no el uso de las sabanas interfluviales, con el
fin de aprovechar los recursos de estos, y la fertilidad de su tierra para el cultivo de
maíz y yuca, esta última a partir de sistemas como los montículos artificiales
reseñados por Zucchi y los que en 1975 describiría Alicia Dussán y Gerardo Reichel-
Dolmatoff (y los que más adelante describirían Santiago Mora e Inés Cavelier). Por
último Morey señala que “Los Llanos de Colombia son una región clave con
respecto a nuestro conocimiento de la historia cultural de Sur América. El trabajo
continuo en el futuro demostrará la importancia de los Llanos” . (Morey 1976: 8)
2.1.2 Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussán, 1975
Tres años después de la prospección realizada por Marwitt y Morey, Gerardo
Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussán realizaron una excursión por los Llanos orientales
de Colombia en enero de 1975, en donde descubrieron un posible sistema de
agricultura prehispánico en las cercanías del Caño Cumaral y caño Melua (Sitio
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llamado “Cejalito” por el nombre de la finca donde se encontró), afluentes del rio
Manacacías, en el extremo oriental del municipio de San Martin, Meta. Este sistema
de agricultura se hallaba entre el bosque de galería de los caños y algunas lagunas
y pantanos cercanos, allí se encontraron, dentro de una hectárea, cerca de 1000
montículos, los cuales tenían un diámetro promedio de 3 mts y una altura promedia
a los 60 cm, siendo el montículo más pequeño de 1 mt de diámetro, y algunos
muchos más grandes llegando a tener un diámetro de 6 mts y una altura aproximada
de 1 mt (Reichel-Dolmatoff 1975: 191).
La excavación de uno de los montículos permitió observar su perfil estratigráfico.
Este tenía un diámetro de 3.48 metros por 55 cm de altura; en él se encontró una
primera capa de tierra muy seca y de color gris claro, con un espesor de 10 a 12
cm, después del cual “se halló el núcleo del montículo, que consiste de tierra gris
obscura y húmeda, con textura floja” (Reichel-Dolmatoff 1975: 191). Ya en la base,
esta tierra se confunde con la misma tierra negra mezclada de la zona pantanosa.
Estos montículos, según los investigadores, fueron construidos a partir de la
recogida y amontonada de tierra del mismo lugar, con el fin de formar “islotes” que
mantuvieran en alto el cultivo de raíces, como la yuca, para evitar su inundación en
temporadas de inundación, y aun así mantener la humedad para las temporadas de
sequias, esto con el fin de manejar y aumentar el potencial agrícola de una zonacuyo tipo de terreno no es adecuado para la agricultura, pues aunque en la sabana
los suelos no son fértiles, en cercanía a las fuentes de agua permanente se
encuentran los mejores suelos que podrían ser usados para cultivos siempre y
cuando se puedan controlar las inundaciones en temporada invernal.
Y fue a partir de este sistema de cultivos que los grupos indígenas habrían podido
controlar las inundaciones, que según información de los habitantes a los
investigadores, los montículos no llegan a ser cubiertos por el agua y sobresalen
entre la zona empantanada, mientras que en la temporada de sequía, en la que
estuvieron Dussán y Reichel-Dolmatoff, mantiene la humedad adecuada para
preservarse las raíces maduras que se cultivara, debido a que la humedad sube por
la tierra floja del núcleo, el cual está protegido por una capa de tierra seca y muy
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consolidada. Aunque en los llanos orientales existen los llamados “surales”, un
terreno que se asimila a los montículos, producto del mal drenaje del suelo, la
erosión, la escorrentía y el pastoreo del ganado, estos montículos no muestran ser
naturales, hay una clara acción antropogénica y se diferencias de los llamados
“surales” “no cabe duda acerca de su carácter artificial ” (Reichel-Dolmatoff 1975:
192).
Imagen 2: Montículos reseñados por Reichel Dolmatoff y Dussan en 1975.Fuente: Reichel Dolmatoff, Gerardo (1975) Un sistema de Agricultura prehistórica de los llanosorientales.
Finalmente, los investigadores aluden que si bien por estas zonas, hasta hace poco
tiempo, habitaron los grupos Guahibos (Actualmente hay varios resguardos
indígenas de filiación Sikuani en Puerto Gaitán), a estos no podrían pertenecer estas
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prácticas, debido a que eran grupos nómadas y/o seminómadas, quienes
desarrollaron apenas una horticultura incipiente, y este sistema provendría de un
grupo cultural más organizado y complejo. Por otro lado allí también pudieron estar
los grupos Achaguas, pero sobre este sistema de cultivo no es mencionado en las
crónicas que los describen.
Imagen 3: Corte transversal en uno de los montículos reseñados cerca del caño Cumaral.Fuente: Reichel-Dolmatoff, Gerardo (1975) Un sistema de Agricultura prehistórica de los llanos
orientales.
Para Morey, estos montículos “indica claramente la presencia en la región de un
grupo, o grupos, con un nivel de desarrollo socio-económico más o menos igual al
nivel encontrado en Venezuela (Morey 1976: 4). Lamentablemente, no se realizaron
estudios posteriores en esta zona y los investigadores no intentaron profundizar
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acerca de este sistema de cultivo. En años posteriores, Mora y Cavelier (1983)
encontrarían un sistema similar en la zona conocida como Humapo, en Puerto
López, al igual que Xiomara López (2010) en varios sectores de Puerto Gaitán y
Ximena Cuervo (2014) al sur de San Martín.
2.1.3 Santiago Mora e Inés Cavelier, 1983
Para 1983, Santiago Mora e Inés Cavelier realizaron su tesis como parte del
pregrado en Antropología de la Universidad de los Andes, cuyo trabajo era una
investigación arqueológica realizada desde finales de 1980 hasta mediados de
1983, en el departamento del Meta, en los municipios de Acacias, Barranca de Upía,
y Puerto Gaitán; este trabajo fue titulado como “Contrapunteo Llanero”.
Esta investigación nació a partir de un reconocimiento arqueológico del alto rio
Guejar realizado por Inés Cavelier en 1980. En el sitio “Peñas Blancas”, describió
tres series de diseños grabados sobre piedra. Igualmente en el techo de una cueva
observo petroglifos con diseños geométricos (líneas rectas, zigzag, cuadros,
rombos y triángulos que combinaban con espirales y semicírculos) donde realizo
unos pozos de sondeo en los que extrajo fragmentos cerámicos a una profundidad
de 15-25 cm, aunque según la autora estaban “aislados y muy erosionados, sin
muestras de concentración o secuencia” (Cavelier 1980: 3). Allí también encontrómateriales cerámicos 200 mts debajo de la desembocadura del rio Lucia; en el sitio
“El limón”, también encontró petroglifos con figuras humanas estilizadas, algunos
con brazos extendidos líneas cruzadas perpendicularmente, patas y largas colas
(formas zoomorfas) (Cavelier, 1980).
Los investigadores comprendían la existencia de dos zonas con diferentes
influencias culturales dentro de las tierras bajas colombianas: la Orinoquia y la
amazonia. La primera manifestada en las zonas de sabana (Arauca, Casanare),
mientras la segunda parecía restringirse a la selva-sabana, constituyendo un límite
ecológico complejo (Meta). Por lo cual ellos plantearon como problemática que si
era “ posible que las influencias culturales provenientes de la amazonia se
encontraban circunscrita a la zona mencionada (limite selva-sabana) debido a la
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incapacidad de los grupos provenientes de la selva para adaptarse a un medio de
sabana, permaneciendo por lo tanto en esta zona de transición” (Mora y Cavelier
1983: VII)
Por tanto, los investigadores buscaban entender las pautas de comportamientosocial y económico que debieron haber desarrollado estos grupos que habitaron en
esta zona de transición para controlar el ambiente en que vivían. Para esto
realizaron una prospección arqueológica durante el verano de 1982-1983 en el
departamento del Meta, apoyándose también de una excavación realizada en
Acacias.
Para su investigación. Mora y Cavelier dividieron a los llanos orientales en cuatro
paisajes básicos a partir del trabajo realizado por Doeko Goosen “Geomorfología delos Llanos Orientales” en 1964: El piedemonte, Llanura aluvial de desborde,
Terrazas y Aluviones recientes.
La primera zona ubicada en las faldas de la montaña, se caracteriza abanicos
aluviales antiguos y subrecientes, la segunda zona se encuentra al sur de la falla
del rio Meta, falla que produce que la llanura hacia su costado derecho sea más alta
que al izquierdo (Casanare), siendo por tanto la Altillanura. La tercera zona se
encontraría en la llanura disectada continua a la Altillanura, dividida en dosporciones, una (A) limítrofe al rio Metica y la otra (B) al rio Manacacías, con menores
afluentes. La última zona se encontraría en las terrazas a varios niveles y vegas de
los ríos entre la cordillera y el rio Metica (Mora y Cavelier 1983).
La cuarta zona fue la primera en ser prospectada por los investigadores, la cual se
centró en el municipio de Acacías, en donde se realizó una excavación. En esta
zona se encuentran varias terrazas cercanas al rio Acacias que varían
altimétricamente, habiendo terrazas altas, medias y bajas, estas últimas muy
cercanas a las vegas de los ríos, siendo zonas inundables en temporada de lluvias
(Mora y Cavelier 1983: 127).
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Mapa 4: Zonas prospectadas por Mora y Cavelier.Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
En la zona investigada se encuentran ubicados de Norte a Sur el rio Acacias, el
caño Lejía (que desemboca en el caño la Unión), el caño la Unión y el rio Orotoy. El
rio Acacias es cubierto en buena parte por bosque mixto, áreas artificiales de pasto
para el ganado y guaduales aislados. Algunos caños menores también circulan por
las terrazas altas, por lo cual se ven bosques de galería tanto en terrazas altas como
medianas sobre los caños, además de grandes remanentes de bosque del
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piedemonte; algunos de estos bosques de galería han sido reemplazados por pasto
debido a la práctica de ganadería extensiva en la zona y a los extensos cultivos de
palma que se han desarrollado en el municipio (Mora y Cavelier 1983: 128).
Mapa 5: Ubicación de los sitios arqueológicos en Acacias.
Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo llanero.
Durante la prospección se identificaron cuatro sitios arqueológicos sobre terrazas
altas del rio Acacias, los cuales no tenían un límite espacial definido. El primer sitio
(A-1) se encontraba sobre un terreno recientemente arado, por lo que se veían
fragmentos cerámicos dispersos, concentrados principalmente sobre una zona
aledaña a guaduales. Debido al arado, los fragmentos cerámicos se encontraban
fracturados y erosionados, encontrados a una escasa profundidad de 20-30 cm;
algunos fragmentos presentaban superficies negras pulidas, posiblemente pintadas
(Mora y Cavelier 1983: 128).
El tercer sitio (A-3) presentaba varios fragmentos cerámicos en inmediaciones de
una casa actual, estos se encontraron producto de la remoción de tierra para el
cultivo de yuca y árboles frutales. Este sitio presentaba una baja densidad cerámica
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y los fragmentos tenían una pasta oscura con inclusiones claras. El cuarto sitio (A-
4) se encontró muy cerca del anterior, separados por el caño Lejía. Allí los
investigadores encontraron una gran dispersión de material cerámico los cuales
fueron difícil de observar debido al pasto alto que los cubrían; también se vieron las
mismas inclusiones claras vistas en los anteriores tiestos (Mora y Cavelier 1983:
129).
En el segundo sitio (A-2), cercano al tercero y cuarto, se encontraron una serie de
alteraciones topográficas, las cuales consistían en pequeños montículos de forma
irregular, estando el más grande en inmediaciones del caño Lejía, de forma
alargada, mientras los otros mantenían una forma redondeada (Mora y Cavelier
1983: 129) .
A partir de lo encontrado en este sitio, los investigadores realizaron un sondeo cerca
de un guadual ubicado al lado de los montículos; allí se encontró poco material
cerámico, por lo que realizaron sondeos en otros dos montículos, donde se encontró
material cerámico tanto en su parte alta como en la pendiente, los tiestos estaban
dispersos junto a piedras sin modificaciones antrópicas, en una profundidad de 20
a 60 cm, en el cual no se encontró carbón ni cambios estratigráficos. Sobre un
montículo alargado se realizaron seis sondeos, donde solo se hallaron cantos
rodados muy fragmentados en una matriz de tierra rojiza común en la zona.
Posterior a este realizaron dos sondeo en uno de los montículos más altos en el
centro y en su pendiente occidental, en donde se encontraron materiales vegetales
carbonizados (semillas, vainas y madera) asociados a fragmentos cerámicos.
Debido a este hallazgo, los investigadores realizaron allí un corte estratigráfico de 4
mts x 4 mts (Mora y Cavelier 1983: 130).
También se identificó un yacimiento de arcilla sobre el caño la Unión, posiblementeexplotado por los grupos que allí vivieron, muy cerca del sitio excavado (Mora y
Cavelier 1983: 134). A partir de la excavación, se encontró una gran asociación de
múltiples trozos de carbón, semillas, restos vegetales carbonizados, cerámica con
hollín en la parte externa, piedras rubificadas y desconchadas, producto del calor,
por lo que los investigadores afirmaron que el sitio estaría asociado en un “contexto
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primario de habitación”. Igualmente se encontraron dos configuraciones de piedra
empleadas posiblemente para el soporte de un fogón o muro. Para este sitio, los
investigadores pudieron realizar un datación de fecha por C14, la cual dio 380±50
B.P. (1570±50 d.C.), siendo una fecha muy tardía (Mora y Cavelier 1983: 136). La
cerámica encontrada era principalmente cuencos con paredes delgadas, algunos
de forma globular, así como platos de forma irregular, con decoración incisa solo en
la parte externa, bordes rectos y pestañas, algunos con modelados y apliques.
Aunque no se encontraron bordes de posibles “Budares”, se observaron piezas muy
gruesas que corresponderían a estos. La técnica decorativa común fueron apliques
de figuras zoomorfas en las vasijas, una pintura negra interna, con un rojo con
blanco en el exterior. Mientras que las semillas recuperadas correspondían a “raquis
de maíz (Zea Mays), posiblemente Yopo (Anadenantera Peregrina), Frijol
(phaseolus) y algunas palmas (Bactris gasipaes)” (Mora y Cavelier 1989: 38).
Imagen 4: Forma cerámica encontrado en A-2.Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
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Mapa 6: Sitio ubicado en Barranca de Upía.Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
Posteriormente, se prospecto la primera zona identificada, esta se enfocó en el
municipio de Barranca de Upía, al norte del departamento. En esta zona los
investigadores observaron una diversidad de unidades geomorfológicas en espacio
muy reducido, producto de la cercanía a la cordillera. Allí se observó tres unidades,
el piedemonte, donde los abanicos aluviales conformaban un “paisaje de mesa alta”,
donde, producto a su excesivo drenaje, el subsuelo es más seco que en otras partes
(Mora y Cavelier 1983: 145); Entre los desniveles de una mesa a otra, se encuentran
bosques de galería de caños menores junto con zonas pantanosas, donde se
encuentra la palma de Moriche. En la mesa baja, se observa la llanura aluvial de
desborde, donde los caños, en varias inundaciones han arrastrado bancos de piedra
que alcanzan a estar a 20 metros de profundidad, aunque también “han depositado
materiales más finos, ricos en materia orgánica y que actualmente se emplean para
la agricultura” (Mora y Cavelier 1983: 147). Los bosques de galería han sido talados
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por los colonos con el pasar de los años. Sobre estos bosques, los investigadores
localizaron algunos vestigios arqueológicos en un sitio saqueado en varias
ocasiones por los habitantes de la zona, aunque se recolectaron pequeños
fragmentos cerámicos, los investigadores no pudieron realizar alguna inferencia
sobre estos. Los investigadores procedieron a prospectar la margen derecha del rio
Upía pero con resultados negativos.
Mapa 7: Montículos artificiales reseñados cerca del rio Meta.Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
La siguiente área prospectada fue la segunda zona, ubicada en la altillanura, en la
margen derecha del rio Meta, en el sector conocido como “Humapo” en el municipio
de Puerto López. Este lugar consistía en una llanura con pastos naturales, mata de
monte y morichales; en la cercanía a los ríos, la vegetación es mucho más
abundante debido a las inundaciones ocasionales por el rio Meta y sus afluentes.
En la prospección de esta zona, los investigadores encontraron de 10 a 15
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montículos de forma redondeada, ubicados entre el caño Guayuriba y la vertiente
derecha del rio Meta. Estos montículos tenían una altura promedio de 1.2 mts con
una superficie de 3 mts, cubiertos por pastos, habiendo tres o cuatro sobre el
bosque más cercano (Mora y Cavelier 1983: 150). Se realizaron pozos de sondeo
junto a los montículos encontrándose suelos arenosos, mientras que encima de
estos se encontraron tierras negras a 80 cm. Aunque no se encontró material
cultural, estos montículos se asemejaban bastante a los descritos anteriormente por
Alicia Dussán y Gerardo Reichel-Dolmatoff en cercanías al rio Manacacías.
Mapa 8: Zona delimitada como “Altillanura disectada”. Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
Por último, la tercera zona consistía en la altillanura disectada, la cual se dividió en
la zona cercana al rio Meta por un lado, y por el otro, la zona cercana hacia el rio
Manacacías. La primera zona, ha mantenido una constante inundación que renueva
la tierra y produce Esteros, a los cuales se acumulan diferentes aves. Allí se
recorrieron varios morichales cuyas tierras cercanas son muy fértiles con lagunas
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cercanas. Aun así, allí no se encontró material cultural ni alteraciones
antropogénicas. Muy parecido era el área cercana al rio Manacacías, con algunas
matas de monte, “bosques de chaparro y alcornoque”, donde tampoco se
encontraron sitios prehispánicos. Sin embargo, los investigadores encontraron un
asentamiento indígena abandonado algunos años atrás, del cual no sacaron mucha
información (Mora y Cavelier 1983: 156).
Finalmente, los investigadores relacionaron lo encontrado en Acacias con lo que
hasta el momento se conocía sobre Yopal (sitio Catanga), donde Santiago Mora y
Elizabeth Márquez habían excavado un basurero en 1982, cerca de los caños
Canacabare y Seco sobre un área extensa de abanicos aluviales. A partir de esto
Mora y Cavelier concluyeron que, los posibles asentamientos en el Casanare eran
más densos y grandes, desarrollando su economía sobre las sabanas, mientras que
lo encontrado en Acacias mostraba un patrón de asentamiento muy disperso y poco
concentrado, abandonado en corto tiempo el sitio, grupos que preferían las
cercanías a las vegas de los ríos y bosques de galería de los caños en vez de las
áreas interfluviales como la sabana. Hay que señalar que la fecha datada para
Catanga (310±50 B.P.-1640±50 d.C.) fue muy contemporánea a la dada para
Acacias (380±50 B.P-1570±50 d.C.), por lo que los investigadores señalan que “los
materiales arqueológicos de estas partes son extremadamente
diferentes…comparar estas excavaciones entre ellas a nivel de asociaciones
contextuales reviste, por el momento, ciertas dificultades por tratarse de yacimientos
diferentes (habitación Acacias; basurero Yopal)…[pero]las comparaciones
específicas de los materiales hasta ahora realizadas, indican la existencia de al
menos dos etnias diferentes[Catanga=Achaguas; Acacias=Guayupes] en zonas
muy próximas, durante una misma época” Mora y Cavelier 1984: 161)
Si bien las investigaciones de Marwitt y Morey fueron el pilar para el inicio del interés
arqueológico en el departamento del Meta, el trabajo de Santiago Mora e Inés
Cavelier revalidaron el potencial arqueológico y etnológico del área, mostrando que
no solo se encontrarían evidencias arqueológicas en el límite selva-sabana, sino
también más allá de esta como se ve en una zona de piedemonte como Acacias o
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Humapo, o hacia la sabana, cerca del rio Manacacías, vista con la investigación de
Alicia Dussán y Gerardo Reichel-Dolmatoff, donde se podría observar una relación
del sistema de cultivos a partir de montículos, tanto de los sitios vistos en el Meta,
como los mencionados por Zucchi en Barinas (Zucchi 1975).
2.2 Investigaciones arqueológicas posteriores (1984-Presente)
2.2.1 Graciela Escobar, Jairo Nieto y Pablo Pérez, 1984
Para 1984, Graciela Escobar, Jairo Nieto y Pablo Pérez realizaron un
reconocimiento etnohistórico y arqueológico en la región de Ariari, como parte de
un semestre de campo en la carrera de Antropología de la Universidad Nacional.Este trabajo inicio con una pesquisa bibliografía sobre las crónicas dejadas por los
españoles sobre la región de los llanos orientales, por donde entraron en búsqueda
de Eldorado. En este reconocimiento se visitaron tres áreas, la primera ubicada
sobre el rio Güejar, en el municipio de Vistahermosa, la segunda en la vereda
Marayal, en Cubarral y el tercero en cercanías a la inspección de Puerto Caldas, en
Granada.
El primer sondeo realizado en este reconocimiento arqueológico se dio en elmunicipio de Vistahermosa, en la vereda El Fastidio, ubicada a 3 km del casco
urbano sobre la carretera Vistahermosa - El Piñal. Sobre una terraza, junto a un
riachuelo, se encontraron fragmentos cerámicos, lo cuales se encontraron por los
campesinos durante la realización de huecos para el cultivo de plátano; muy cerca
de allí algunos campesinos encontraron una “olla” durante labores agrícolas
(Escobar et al. 1984: 91). En la misma zona, sobre el rio Güejar, en el sitio conocido
como “El Barranco del Terror”, se llevó a cabo una recolección superficial; la zona
había sido deforestada por la siembra de pastos para el ganado y por el proceso
erosivo de las lluvias y la socavación del rio, lamentablemente allí no realizaron
pozos de sondeo.
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