los apostoles de los ultimos tiempos

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  • 8/13/2019 Los Apostoles de Los Ultimos Tiempos

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    Al cuidado de la Armata Bianca

    LOS APSTOLES DE LOS LTIMOS TIEMPOSEMOTFORT Y E EL DIA DE HOY

  • 8/13/2019 Los Apostoles de Los Ultimos Tiempos

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    Extrato de la tesis de licenciadura de:Padre Andrea DAscanio ofm cap

    En la Pontificia Facolt Teologica Marianum en Roma

    Al cuidado de:

    ARMATA BIACA

    Via S.Apollonia, 8 Cas. Post. 13567100 LAquila (Italia)

    www.armatabianca.org

    [email protected]

    3 Edicin

    Bogot, Agosto 22 de 2006 (Da de la Virgen Maria Reina)

    2

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    Alz luego el grito Matatasen la ciudad y dijo:

    Todo el que sienta celo por la leyy sostenga la al ianza, sgame!

    (Del primer libro de los Macabeos 2, 27).

    Todos los buenos sacerdotesesparcidos en el mundo cristiano,

    sea que se encuentren

    todava en pleno combate

    o se hayan apartado de la luchaa los desiertos y a las soledadesvengan y nanse.

    Formemos juntos,bajo la bandera de la cruz,

    un ejrcito alineado y listo a la batalla,para atacar unidos a los enemigos de Dios

    que ya han dado la alarma

    (San Luis Mara Grignon de Montfort, PE 29).

    5

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    Introduccin

    San Luis Mara Grignion de Montfort,(1673-1716),es el nico

    santo que se fija en el futuro de la Iglesia. Ningn otro, ni antes nidespus, ha hablado de los apstoles de los ltimos tiempos que pre-

    pararn el retorno glorioso de Jess sosteniendo la ltima batalla apo-calptica que preceder la llegada del Reino que Jess nos hace pedir

    en el Padre Nuestro.

    Creo urgente profundizar este argumento releyendo los es-critos del Montfort a la luz de la Escritura, en los pasajes que tratan

    de los ltimos tiempos, confrontndolos con los acontecimientos de

    Ftima y con las enseanzas de Juan Pablo II, el ms ilustre alfrezeclesial de la consagracin a Cristo a travs de Mara segn Montfort.

    De tales reflexiones han manado algunos interrogantes maravillososy al mismo tiempo inquietantes:

    - Maraaplastar la cabeza del diablo y har triunfar a

    Jess Cristo a travs de su taln1, es decir sus humildes es-clavos y sus pobres hijos.El trmino usado por Monfort esen-

    fant,que puede traducirse conhijoynio:se introducen losnios tambin entre estosapstoles de los ltimos tiempos?

    1 su taln,es decir, suspobresesclavosy humildeshijosque ellasuscitarpara luchar. Estossern pequeos y pobres segn el mundo, nfimos frente a todos como el taln, pisoteados ymaltratados como es el taln en comparacin con otrosmiembros del cuerpo(VD 54).

    7

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    Abreviaciones

    Siglas adoptadas por las citas de las obras del Montfort:

    ACM A Los Adjuntos de la Compaa de Mara

    AES El amor de la Eterna Sabidura

    L CartasLAC Carta a losAmigos de la Cruz

    PE Oracin Ardiente

    RM Regla de los Sacerdotes de la Compaa de MaraSMR El Secreto Maravilloso del S. RosarioSM El Secreto de Mara

    VD Tratado de la Verdadera Devocin a MaraSPS Reglas por el santo peregrinaje a Nuestra Seora de Sea-

    mur hecho por los penitentes para pedirle a Dios buenos

    misioneros.

    8

    - stos que estamos viviendo son losltimos tiemposa los que

    Montfort seala en el Tratado de la Verdadera Devocin hablando de

    las ltimas crueles persecuciones deldiablo2?

    - Segn Montfort, al final de los tiempos ser el retorno con poten-cia de Jess enun diluvio de Fuegode Espritu Santo, que trans-

    formar interiormente la humanidad, (PE 16); pero al mismo tiempol tambin habla de otro fuegoque reducir a cenizas toda la tie-

    rra(PE 17): se trata de dos manifestaciones seguidas, la una queconstruye los espritus y la otra que destruye la materia? O se trata

    de una ulterior llegada que desintegrar definitivamente la tierra,

    como algunos telogos opinan? O todo se resumir slo en una in-tervencin de Misericordia que no destruya la tierra, pero la reen-

    gendra realizandocielos nuevos y tierras nuevas? (Is 65,17; 2Pt3,13).

    Un vivo gracias al prof. Stefano De Fiores que ha tenido la pacien-cia de conducirme en mis bsquedas y reflexiones.

    2 Sobre todo a estas ltimas y crueles persecuciones del diablo, que irn creciendo todos losdas hasta el reinado del Anticristo, debe referirse la primera y celebre profeca y maldicinpronunciada por Dios en el paraso terrenal en contra de la serpiente(VD 51)

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    Capitulo 1

    Los ltimos tiempossegn San Luis Mara Grignion de Montfort

    1. Los ltimos tiempos en los escritos del Montfort

    P. Lhomeau en su escri to del 19193

    , comenta sobre los aps-toles de los ltimos tiempos segn Montfort, y sintetiza as lo que laIglesia entiende por ltimos tiempos:

    El lenguaje cristiano da el nombre de ltimos tiempos a

    un perodo de una duracin sin duda indeterminada que

    puede comprender aos o siglos, pero, en el que las cats-trofes o los acontecimientos de cualquier gnero, particu-

    larmente los lutos de la Iglesia, sus cadas y sus triunfos, enfin, todo tendr un carcter extremo y, por as decir, termi-

    nal, que preparar la segunda llegada de Cristo. () Esto

    es lo que nosotros llamamos parusa. Esta vuelta deCristo es el objeto de nuestra fe y el Maestro mismo nos hamandado velar y esperar (). Su fecha se mantiene como

    secreto deDios4.

    3 A. LHOMEAU,La Vierge Marie et les Aptres des derniers temps dapres le B. Louis-Mariede Montfort,Tours, Mame 1919.

    4 ibid.

    11

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    Montfort, profeta de la mirada de guila, recuerda de cerca

    que el evangelista Juan, ha visto y vivido dramticamente en el es-

    pritu estos acontecimientos y ha hecho de ello la base de su impos-tacin teolgica y apostlica:En estos ltimos tiempos, Dios quiererevelar pues y manifestar a Mara, obra maestra de sus

    manos(VD 50). As, en el Tratado de la Verdadera Devocin, ini-

    cia la seccin contemplando lo relativo a la accin de Mara en pre-paracin a la llegada del reino de Jess.

    Como Jess llev a sus apstoles predilectos sobre la mon-

    taa de la transfiguracin para abrirles los horizontes del espritu, asMara conduce a su apstol sobre la cima de la sublime Montaa que

    es Ella misma, para hacerle vivir la trasfigurante experiencia de los

    apstoles de los ltimos tiempos5.

    En lo alto de estaMontaaMontfort es insertado en la di-

    mensin de Fuego de los mximos Profetas, en particular la del aps-tol Juan: como ste vio la lucha de los ngeles en cielo (Ap 12,7-9), asMonfort ve y vive con dramtica realidad la lucha de los hombres

    sobre la tierra, la descendencia de Belialy la descendencia deMara (PE 15). Es la ltima lucha de Mara-Iglesia contra eldragn

    de las siete cabezas y diez cuernos (Ap 12,3), que acabar con la vic-

    toria de Cristo y Mara sobre el gran adversarioy con la instau-racin del reino del Padre.

    Juan Bautista ha preparado el camino a Jess. San Luis

    Mara Grigniona travs de Mara, con Mara, en Mara y paraMara(VD 257)prepara ltimamente el camino a la segunda llegada

    de Jesscon gran potencia (Mt 24): la potencia es un atributo es-pecfico de Dios Padre y, en la Oracin Ardiente, Montfort se dirige

    directamente a l, pidindole su intervencin en nombre de toda la

    creacin:o tiene que tu voluntad cumplirse en la tierra como en elcielo y no tiene que establecerse tu reino? o has revelado,

    ya desde hace tiempo, a algunos de tus amigos una futurarenovacin de la Iglesia? Los Judos no deben reconocer la

    verdad? Todo esto espera la Iglesia. Todos los santos delcielo gritan: no hars justicia? Todos los justos de la tierrasuplican: Amn. Ven, Seor! Todas las criaturas, tambinaquellas menos sensibles, gimen bajo el peso de los innu-merables delitos de Babilonia e invocan tu llegada en la querestaurars cada cosa: sabemos bien en efecto que toda lacreacin gime...(PE 5).

    2. Continuidad y novedad de perspectivas

    La perspectiva futura de la Iglesia y el mundo, no se mani-fiesta improvisadamente en Montfort, pero se afirma y se precisa pro-gresivamente. En elAmor de la Eterna Sabidura (1703), Montfort no

    habla para nada de los ltimos tiempos ni, por consiguiente, del papel

    que el Espritu y Mara desarrollarn, slo hace alusin a la Sabidu-raque se har preceder de la Cruz y que juzgar el mundo con ella

    y por ella (AES 172). Sin embargo, algunos temas como aquel de losapstoles, estn ya presentes. Se habla de ellos como de los que son

    habitados por la Sabidura que los llena completamente de fuego,les inspira las grandes empresas por la gloria de Dios y por la sal-

    vacin de las almas () y para hacerlos ms dignos de s les procuragrandes luchas y les reserva contradicciones y obstculos en casi

    todo lo que emprenden(AES 99 y100).

    En elSecreto de Mara, (1710?)Montfort habla de la se-

    gunda llegada de Cristo para reinar por todas partes y para juzgar alos vivos y a los muertos, y adems habla de grandes hombres lle-

    5 Sobre el significado de las ocho bienaventuranzas. Sobre esta montaa de Dios sern tran-sfigurados con Cristo como sobre el Tabor, morirn con l como cobre el Calvario, ascen-dern al cielo con l como sobre el monte de los olivos(PE 25).

    12 13

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    nos de Espritu Santo y Mara que destruirn el pecado y establece-

    rn el Reino de Cristo(SM 58-59).

    En la Oracin Ardiente (1712-13)el santo no menciona lasegunda llegada de Jess, pero subraya la accin del Espritu Santo

    en los tiempos futuros y la espiritualidad apostlica de los misione-ros de la Compaa de Mara.

    En el Tratado de la Verdadera Devocin(1712) se habla ex-presamente(VD 35, 50, 54, 58)de la obra y la espiritualidad de los aps-

    toles de los ltimos tiempos, la segunda llegada de Cristo y su reinoen el mundo, el papel del Espritu Santo y Mara. El diluvio de fuego

    no es mencionado para nada, pero es como interiorizado y visto ensus efectos: los apstoles son como fuego ardiente y son posedos

    por el Espritu.

    En otros pasos de la misma obra, la perspectiva del futuroreaparece bajo diferentes formas: habla de la diferencia entre la pri-

    mera y la segunda llegada de Jess, (VD 1,13 22,158); describe la par-

    ticipacin de los laicos, hombres y mujeres, en la lucha contra eldiablo y la preparacin del reino de Cristo (VD 113,114); prev untiempo precioso en el cual Mara reinar sobre los corazones para

    someterlos plenamente al imperio de su gran y nico Jess(VD

    217)6.

    3. Escenario de los ltimos tiempos

    La visin del Montfort sobre los ltimos tiempos se des-

    arrolla en cuatro fases de las que podemos indicar esquemticamentelas caractersticas; los trminos de principio y fin de cada fase no

    estn bien definidos, pero tienden bastante a desarrollarse con mutuoinflujo. A l no interesa describir las etapas cronolgicas de este pro-

    6 CfrS. DE FIORES, Derniers tempsDiccionario de espiritualidad monfortana, bajo la di-reccin de S. De Fiores, Novalis, Ottawa, 1994, 346-367.

    ceso escatolgico, bastante ms le preocupa sacudir a los hermanos

    porque se empeen en luchar contra el mal que ve cada vez ms pr-

    ximo y apremiante.

    Primera fase: El santo ve la situacin trgica en que se encuentra laIglesia y le pide a Dios su intervencin, antes de que todo se con-

    vierta en ruinas:

    Acaso no es verdad que casi todos los cristianos traicio-

    nan la fe prometida a Jesucristo en el bautismo? De dndemana este desorden universal?(VD 127).Es tiempo que t

    actes, segn tu promesa. Han violado tu ley, ha sido aban-

    donado tu evangelio, torrentes de iniquidad se extiendensobre la tierra y atropellan incluso a tus siervos. Toda la tie-

    rra se encuentra en un estado deplorable, la impiedad sesienta en el trono, tu santuario es profanado y la abomina-

    cin est junto al lugar santo. Seor, Dios justo, dejars entu celo, que todo caiga en ruinas? Se volver todo al final

    como Sodoma y Gomorra? Seguirs siempre callando ysiempre tendrs paciencia? (PE 5).

    Segunda fase: Se pasa del reino del pecado al reino de Jesucristo, porintervencin divina. Es la parte central de la visin de Montfort de la

    cual habla difusivamente en el Tratado de la Verdadera Devocin: elreino de Jesucristo se realizar aqu, sobre la tierra, gracias a la ac-

    cin del Espritu Santo, de Mara y de los apstoles de los ltimos

    tiempos:Pero el poder de Mara sobre todos los demonios resplan-

    decer de modo particular en los ltimos tiempos, cuandoSatans aseche su taln, es decir a sus pobres esclavo s y

    humildes hijos que ella suscitar para ponerlos en guerra.

    Estos () sern ricos en gracia divina, que Mara les co-municar en abundancia, grandes y elevados en santidad

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    delante de Dios, superiores a cada criatura por el celo va-

    liente, y as fuertemente sostenidos por la ayuda de Dios,que con la humildad de sus talones, unidos a Mara, pisarn

    la cabeza del diablo y harn triunfar a Jesucristo (VD 54).

    Tercera fase: Segunda venida. El reino de Jesucristo, con Mara y por

    medio de Mara, se realizar esencialmente en los corazones, en laintimidad de cada hombre:

    Ahora, como el reino de Jesucristo llegar principalmente

    al corazn, segn aquello que est escrito: El reino de Diosest dentro de vosotros, as el reino de la santsima Virgen

    est principalmente en el interior del hombre, es decir en su

    alma(VD 38); tarde que temprano, la Virgen santa tendrms que nunca hijos, siervos y esclavos del amor y, por tal

    medio, Jesucristo, mi amado Seor, reinar ms que nunca

    en los corazones (VD 113);Cundo vendr ese tiempo di-choso, en el que la divina Mara reinar como duea y so-berana en los corazones para someterlos plenamente al

    imperio de su grande y nico Jess? (VD 217).

    Cuarta fase: Se reconocen en la obra de Montfort dos perspectivas

    acerca de los ltimos tiempos:

    - una cristolgica, en el Secreto de Mara y en el Tratado, en dondela visin es aquella de una venida de Cristo para reinarsobre la

    tierray juzgar a los vivos y a los muertos:Por medio de Mara Santsima, Dios vendr otra vez, como

    lo espera toda la Iglesia, para reinar por todas partes y parajuzgar a vivos y muertos(SM 58).

    - la otra, en la Oracin Ardiente, se habla del Espritu Santo que ac-tivar undiluvio de fuego y de justicia.

    Se ha hablado mucho sobre qu sentido dar a las expresiones

    de Montfort acerca de la segunda y ltima venida de Jess, que los

    telogos han ledo en diferentes y a veces contrastantes maneras.Segn el ms profundo comentador de Montfort7 se tratara de dos di-

    luvios, unode fuego de puro amor que convertir a cada hombrey despusun fuego divino de su ira que reducir en cenizas a

    toda la tierra.El reino especial de Dios Padre dur hasta el diluvio y con-

    cluy con un diluvio de agua. El reino de Jesucristo termincon un diluvio de sangre. Pero tu reino, Espritu del Padre y

    del Hijo, contina todava y terminar con un diluvio de fuegode amor y de justicia. Cundo vendr este diluvio de fuego

    del amor puro, que debe encender sobre toda la tierra de modotan dulce y vehemente para inflamar y convertir incluso hasta

    a los musulmanes, los paganos y los judos? ada se sustrae

    a su calor. Que se encienda pues este divino fuego, que Jesu-

    cristo ha venido a traer sobre la tierra, antes de que estalle tuira que reducir en cenizas toda la tierra (PE 16-17).

    A nuestro juicio las expresiones de Montfort se pueden leerbajo otra clave:el divino fuego de clera que reducir a ceniza toda

    la tierrasera eliminado en caso de que los apstoles de los lti-mos tiempos lograran provocarel diluvio de fuego del amor puro.

    De esto hablaremos ampliamente ms tarde.

    4. La accin del Espritu y de Mara en la fase final de la historia

    En general los telogos contemporneos8prefieren no dete-

    nerse sobre las temticas propias de Montfort (fin de los tiempos, tri-

    7 Cfr.S.DE FIORES,El Espritu Santo y Mara en los ltimos tiempos segn San Luis Mara Grig-nion de Montfort, enCuadernos Monfortianos4, 1986, 33; ID., vozDerniers temps, Dic-cionariocit., 350.

    8 K.RAHNER,Dios Trino como fundamento original y trascendente de la historia de la salva-

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    cin, en Mysterium salutis, vol. III, Brescia, 1969, p. 414; K. BARTH,Die Kirchliche Dog-matik, I/& Manchen 1932, p. 360; B . FORTE,Trinidad como historia, Cinisello Balsamo,1985; H. MLEN,Una mstica persona. La Iglesia como el misterio del Espritu Santo enCristo y en los cristianos: una persona en varias personas, Roma, 1968.

    9 R. LAURENTIN,Structure et thologie de Luc I-II, Paris, 1957;A. FEUILLET,Jsus et sa Mred'aprs les rcits lucanines de l'enfance et d'aprs saint Jean, Paris 1974;X.PIKAZA,El Es-pritu Santo y Mara en la obra de S. Lucas, enEphemerides mariologicae28 (1978);TOU-RO DEL P IE, Maria en la escatologa de Lucas, en Ephemerides mariologicae 3 1 (1981);H.U..VON BALTHASAR, Teodrammatica,vol. 3:Le persone del dramma,Milano, 1983.

    10 Cfr,Etude mariales40 (1984) 35-90.11 Ibid,89.

    seccin de la historia), que consideran la escatologa como algo

    que viene despus de la muerte, el juicio final, sino que tienden a re-

    ferirse a ella, en trminos ms actuales. De tal manera, que no esafrontado directamente el problema de la radical y extraordinaria

    transformacin de la Iglesia y de la humanidad realizadas por el Es-pritu y por Mara que Montfort ha descrito claramente en la Oracin

    Ardiente, (PE 16)y en el Tratado(VD 217).

    En general los marilogos9 no afrontan el tema de Mara en

    relacin a la fase final de la historia, pero los que ms, como Lau-rentin y otros10, considerando a Mara plenamente comprometida

    en la dinmica de la historia de la salvacin y en impulso escatol-gico de la Iglesia, concluyen que Ellano puede ser ajena a la es-

    catologa final11.

    Y si en el Lumen Gentium 62 se afirma quela maternidad

    de Mara dura sin tregua () hasta el perpetuo coronamiento detodos los elegidos,Montfort es menos genrico, puntualizando cla-

    ramente que Mara actuar en los ltimos tiempos de manera excep-cional hasta el punto queno pocas almas electas se volvern copias

    vivientes de Mara(VD 217)gracias a la accin del Espritu Santo:

    Dios Espritu Santo quiere formarse dentro de los elegidosen ella y por medio de ella y le dice: Echa races en mis

    elegidos: mi predilecta y mi esposa, pon la raz de todas tus

    virtudes en mis elegidos, para que crezcan de virtud en vir-tud y de gracia en gracia. () Reprodcete por tanto en mis

    elegidos, para que yo pueda ver en ellos con ntima alegra

    las races de tu fe invencible, de tu humildad profunda, de tumortificacin universal, de tu oracin sublime, de tu cari-

    dad ardiente, de tu firme esperanza y de todas tus virtudes.(VD 34).

    Segn Montfort estos elegidos sern los Apstoles de los

    ltimos tiempos que, gracias al diluvio de amor del Espritu y con la

    colaboracin de Mara, elevarn la calidad de la vida con una santi-dad ms profunda y difundirn el Evangelio sobre toda la tierra. Gra-

    cias a ellos el reino del pecado ser transformado en el reino deJesucristo.

    Cules sern las signos que caracterizarn los ltimostiempos? La Escritura ve cmo signos precursores de la parusa laexpansin de la Iglesia (Mt 24,14),la conversin de Israel(Rm 11, 25-

    26), el enfriamiento de la fe(Lc 18,8) y la aparicin del anticristo(2Tim

    2, 3-11).

    Montfort, en particular en elTratado de la Verdadera Devo-

    cin,tambin cuenta, entre tales signos, la presencia especial de dos

    Protagonistas celestiales, Mara y el Espritu Santo como respuesta deDios a la violenta accin de satans. Los protagonistas terrenales

    sern los apstoles de los ltimos tiempos a los que Mara, a travsde la consagracin, comunicar la plenitud del fuego del Espritu

    Santo. En ellos, Marase reproducir(VD 34)expresando toda supotencia que quebrantar el mal.

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    Captulo II

    El Espritu Santo y Maraprotagonistas celestiales en los ltimos Tiempos

    El espritu de Mara es el Espritu de Dios(VD 258), porconsiguiente es una su accin en los ltimos tiempos. Para cono-

    cer el pensamiento de Montfort sobre la accin especfica de cada

    uno de los dos protagonistas celestiales es oportuno examinar comol los describe en sus obras, sobre todo en el Tratado de la verdaderaDevocin.

    1. El Espritu Santo y su relacin con Mara en la obra de Mont-fort

    Quin es el Espritu Santo en las obras montfortanas? Es el

    artfice de la santidad elevada que realizar la ampliacin de la Igle-sia y transformar el mundo, de reino de pecado a Reino de Jesu-

    cristo, a travs de los hijos llenos de su fuego que engendrar pormedio de Mara. Con una original expresin Montfort habla del Es-

    pritu Santo que,estril en Dios,es decir que en Dios no da ori-gen a alguna Persona divina, en la Virgen traduce en actos la propia

    fecundidad (VD 20 y 21) engendrando a Cristo, su obra maestra,

    Dios hecho hombre. Siempre en Mara el Espritu Santo engendra atodos los predestinados del Cuerpo mstico(VD 140).

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    Con los que habrn sido dciles hasta el final a la accin del

    Espritu obrarn siempre por medio de Mara, dejndose mover en

    cada una de sus acciones no por el propio querer sino por el delSanto Espritu de Dios (VD 258). stos sern los nuevos apsto-

    les en los que se cumplir siempre y nicamente la voluntad del Padrey que sern los instrumentos vivos de la potente accin salvadora del

    Espritu Santo.

    2. Mara en los textos montfortanos

    Cuando Montfort habla de Mara, no encuentra trminos que

    expresen la plenitud de su corazn y por lo tanto, a menudo recurre

    al lenguaje simblico, utilizando los apelativos y los smbolos de laEscritura y de los Padres y acuando unos nuevos: al hablar de Ella

    recurre a ms de 40 imgenes figuradas, que se vuelven en ms de

    cien expresiones diferentes,sin embargo el concepto total que ca-racteriza a Mara es su ser incomprensible e inefable, que se deriva

    sobre todo de tres factores: la dignidad de Madre de Dios, el carc-

    ter sagrado consiguiente, su papel salvador cada vez ms impor-tante12.

    La creacin de smbolos expresivos de la vida espiritual

    supone la percepcin de una realidad objetiva que supera la posibi-

    lidad de la expresin conceptual y el movimiento hacia sta reali-dad,escribe C. Bernard13.

    A menudo los autores que tratan de la escatologa recurren al

    simbolismo: el porvenir escatolgico se percibe intuitivamente a par-

    22

    Para que los hombres puedan ser plasmados por la gracia es

    ante todo necesario que reconozcan su propia debilidad e indignidad.

    Esto slo es posible con la luz del Espritu(VD 79)que acta de ma-nera mucho ms eficaz tanto cuanto el alma se asemeje a la humil-

    dsima Mara. En esto consiste la preciosidad de la devocin a Mara:

    Con la luz que el Espritu Santo te dar por medio deMara, su querida Esposa, conocers tu fondo malo, tu co-

    rrupcin y tu incapacidad de cualquier bien. Entonces, lahumilde Virgen te har partcipe de su humildad profunda,

    por la cual te despreciars, no despreciars a nadie y que-rrs ser despreciado(VD 216.1).

    En la medida en que el alma reconozca su propio lmite, elEspritu Santo desarrollar en ella, como ya en Mara, su accin de

    manera profunda y silenciosa, tendiente esencialmente a formar la

    interioridad de la persona. No todos sern capaces de asimilarla en lasfibras ms ntimas, la mayora se pararn al exterior, en el primer

    peldao(VD 119). Slo los que Dios ha elegido y llamado llegarn

    a la cima de la santa Montaa y pondrn en ellos su morada estable.Del primer apstol Jess dice: Bendito t, Simn hijo de Juan por-

    que ni la carne ni la sangre te lo han revelado sino mi Padre que est

    en los cielos (Mt 16,17).Slo a l, y en l a los primeros apstoles dela Iglesia, el Padre hace conocer el secreto divino encerrado en el

    Hijo. De los apstoles de los ltimos tiempos Montfort dice: Sola-mente a aquel que el Espritu de Jess revele este secreto ().El

    secreto que el Espritu les manifiesta es la perfecta devocin aMara:

    El mismo Espritu introducir en este secreto al alma muyfiel, para que avance de virtud en virtud, de gracia en gra-

    cia, de luz en luz, y llegue a la transformacin de si mismoen Jesucristo y a la plenitud de su edad en la tierra y de su

    gloria en cielo (VD 119).

    12 S.DEFIORES,La figura d e Mara en el Tratado de la Verdadera Devocin, en MI 10 (1983),p. 54.

    13 BERNARDCH.A.,Smbolos Espirituales,enuevo Diccionario de Espiritualidadal curade DEFIORESy T.GOFFI, Ediciones Paulinas, Roma, 1982, ad vocem, pp. 1475.

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    tir de la realidad vivida y experimentada porque la imagen simblica

    evoca la realidad trascendente sin reducirla a conocimientos y con-

    ceptos, sino que la enriquece con la experiencia humana.

    De Fiores agrupa los smbolos Marianos utilizados porMontfort segn lo dominante de sus funciones:

    Los smbolos aplicados a Mara revelan que por Montfortla Virgen desarrolla una mltiple funcin: es modelo y re-

    gazo generador de Dios y de los hijos de Dios, (dominantecclica), ambiente materno y protector de crecimiento espi-

    ritual, (dominante del nutrimento), espacio consagrado y lu-minoso que eleva hacia Dios, (dominante de la verticalidad),

    trmite dinmico hacia el encuentro con Cristo, (dominantedel camino)14.

    Muchas imgenes que el Santo usa tienen su origen en su

    experiencia pastoral, pero ms a menudo recurre a otras ya pertene-cientes a la tradicin, otorgndoles fuerza nueva segn su intuicin

    personal:stos son los pensamientos y las expresiones de los Pa-

    dres,como l mismo dice en el Amor de la Eterna Sabidura(207).

    Otros smbolos, retomados con paciencia de su Cuaderno de

    Notas, provienen de autores medievales y son utilizados para ayudara la cultura popular sin preocuparse demasiado de indicar la fuente:

    Si les hablara a ciertos sabihondos de hoy, les probara ms dete-nidamente aquello que escribo sin cumplidos, () Pero yo les hablo

    sobre todo a los pobres y a los simples, () me conformo con afir-mar sencillamente la verdad, sin detenerme a citarles todos los pa-

    sajes latinos que no entenderan(VD 26).

    Los diferentes ttulos con los que Montfort se refiere a Mara

    y los smbolos que utiliza para esbozar su figura atestiguan por tanto,

    no slo la profunda preparacin bblica y teolgica del misionerobretn, sino sobre todo su amor apasionado a la Virgen y su ansia de

    participar en el entusiasmante descubrimiento de la gracia encerradaen la Verdadera Devocin, el manantial del cual manar la potencia

    de Fuego del Espritu.Mara,toda relativa a Dios(VD 225), es el eco maravi-

    lloso de Dios, que nos contesta: Dios, cuando se grita: Mara

    (SM 21), Ella transforma en ofrenda de amor hacia la Trinidad todo

    cuanto a ella se ofrece, y el encuentro con ella se convierte en en-cuentro con Dios.

    Siguiendo una secuencia muy consistente e importante en lahistoria de la Iglesia que va desde San Ireneo a San Bernardo, y de

    San Buenaventura hasta Brulle, Montfort no se limita a exponer la

    parte que Mara tuvo en la venida histrica de Cristo, sino que quieretomar el sentido salvador que su presencia y su rol tienen en la his-toria de la salvacin del mundo y de cada hombre en particular.

    La salvacin viene de Jess, el camino para ir al Padre;Mara es el medio ms seguro, ms fcil, ms breve y ms perfecto

    para ir a Jesucristo(VD 55).Este es el concepto fundamental al que

    regresa continuamente en el Tratado15.

    Montfort vuelve con insistencia sobre Mara tesoreraypor lo tantomediadoraydispensadora de gracias16: la plenitud

    14 Mara es el camino por el cual Jesucristo vino a nosotros la p rimera vez, y es el medio se-guro y el camino directo e inmaculado para llegar a Jesucristo y encontrarlo perfectamente(VD 50);es el camino para llegar al Seor(VD 75),es el medio perfecto que Jesucristo haelegido para unirse a nosotros (VD 125); fin prximo, ambiente misterioso y medio fcilpara encontrarlo (VD 265).

    15 Mara es el camino por el cual Jesucristo vino a nosotros la primera vez, y es el medio se-guro y el camino directo e inmaculado para llegar a Jesucristo y encontrarlo perfectamente(VD 50);es el camino para llegar al Seor(VD 75),es el medio perfecto que Jesucristo haelegido para unirse a nosotros(VD 125); fin prximo, ambiente misterioso y medio fcilpara encontrarlo(VD 265).

    16 Dios Padre reuni todas las aguas y les llam mar, reuni todas las gracias y les llamMara(VD 23);Dios Hijo la constituy tesorera de todo lo que el Padre le ha dado en he-redad. Mara es Su canal misterioso, el acueducto por el cual pasa, con suavidad y abun-dancia, Su misericordia (VD 24);Dios Espritu Santo la eligi como dispensadora de todo

    24 25

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    de la gracia que Dios ha vertido en Ella la convierte del mismo modo

    en Protectora de los derechos de Dios y gua de los predestinados

    en la apocalptica batalla contrael diablo y los enemigos de Dios17.La imagen del templo y la ciudad de Dios 18 se refieren a

    Mara; as es considerada tanto por los Padres como por la Liturgiaen sus tres figuras principales: la puerta cerrada de oriente, emblema

    de su virginidad; el Santo de los Santos y los tesoros all contenidos,smbolos de su santidad e intimidad con Dios19; pero Montfort re-

    toma estas imgenes, las revisa y las hace suyas segn su estilo ori-ginal que tiende a convertir, empapado de una visin moral ms que

    doctrinal20.Un gran espacio reserva Montfort a la imagen de Mara

    como Madre de la nueva creacin y jardn de la reconciliacin21:

    Dios Hijo ha bajado al seno de la Virgen como nuevo Adn en el pa-

    raso terrenal(VD 18).Mara es la tierra virgen e inmaculada en

    quien crece el verdadero rbol de la vida.

    Maramolde de Dioses quizs la imagen ms querida deMontfort, de quin l mismo se complaceComo es bonito y justo la

    comparacin del molde de quin me he servido! (VD 221) porquebien expresa la accin del Espr itu Santo quereproduceMara en

    aquellos que se confan a ella:Es forma de Dios, molde de Dios (VD 219):grande y nico

    molde de Dios, apto para modelar imgenes vivientes deDios, con poco gasto y poco tiempo(VD 260).

    La urgente exigencia de una santidad nueva y ms elevadapara la Iglesia y para el mundo nace de la accin del Espritu Santo,

    que con Mara y en Mara, forjaren poco tiempocampeones de

    santidad como jams antes en el pasado, capaces de cumplir cosashumanamente imposibles.

    El balance de la simbologa Mariana en el tratado de la Ver-

    dadera Devocin muestra que Montfort tuvo una experiencia pro-funda y personal de Mara no reducible a ideas o principios.

    lo que posee(VD 25);es tesorera de sus riquezas, dispensadora de sus gracias, operadorade sus grandes maravillas, reparadora del gnero humano, mediadora de los hombres(VD28);Mara es el tesoro del Seor y de su plenitud los hombres se enriquecen (VD 23),depo-sitaria universal d e todos los bienes de la naturaleza y de gracia (VD 173),tesorera y di-spensadora universal y eterna de los mritos y d e las virtudes de Jesucristo, su Hijo (VD206);tesorera y dispensadora de los dones y de las gracias del Altsimo (VD 207), Ella esel tesoro del Seor(VD 261).

    17 Mara esla comandante del ejrcito de Dios, la exterminadora del enemigo de Dios y fielcompaera de sus grandezas y de sus triunfos (VD 28); es terrible como hileras con ban-deras desplegadas de frente al diablo(VD 50 y 210); es la enemiga ms terrible del diabloque Dios haya jams creado(VD 52).

    18 El Oratorio para poder hacerle todas las oraciones a Dios, sin temor de ser rechazados;la Torre de David donde protegerse contra todos los enemigos; la Lmpara encendida parailuminar todo el interior e inflamarlo de amor divino; el sagrado Tabernculo para ver aDios con Ella; Mara finalmente ser para el alma su nico Tutto presso Dios y su nicorefugio universal. (SM 47.2)

    19

    Cfr. G. GHARIB,Presentacin de Mara, en eluevo Diccionario de Mariologa, por elPadreDEFIORESy SALVATOREMEO, ad vocem, Cinisello Balsamo, 1986, 1039-1045.20 Mara essantuario de la Divinidad, reposo de la Santsima Trinidad, trono de Dios, ciu-

    dad de Dios, altar de Dios, templo de Dios, mundo de Dios (VD 5-7-262);templo del verda-dero Salomn y mstica ciudad de Dios(VD 48);puerta oriental, de la cual el sumo sacerdoteJescristo entra y sale en el mundo(VD 262);el lugar de su reposo y la arca de su poder(VD268);morada espiritual de las almas ms espirituales; trono de honor de los ms grandesde la eternidad; casa de oro, torre de David, torre de marfil(VD 178);el seno de Mara esla sala de los misterios divinos (VD 264);sala de los secretos de Dios, trono de la miseri-cordia, de la liberalidad y de la gloria de Dios; magnificencia de Dios, trono de la gloriadevuelta por Jess al Padre(VD 248).

    21 Mara es elparaso terrestre del nuevoAdn, mundo de Dios, magnificencia del Altsimo,criatura admirable(VD 6);verdadero rbol que trae el fruto de la vida (VD 44);paraso ter-restre, tierra virgen y bendecida de la cual Adn y Eva pecadores fueron expulsados(VD 45);rbol de vida, lugar santo, mejor dicho, el Santo de los santos, donde los santos se han for-

    mado y modelado(VD 164 y 218);verdadero paraso terrenal del nuevo Adn. En este lugardivino se encuentran plantados rboles de la mano de Dios y rociados de su roco, que pro-dujeron y producen cada da, frutos de sabor divino. Han sido esmaltados de esplndidasy variadas flores de virtud, que emanan un perfume tal que embriaga incluso a los ngeles.Son verdes prados de esperanza, torres inexpugnables de fortaleza, casa encantadora deconfianza... Slo el Espritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo estas fi-guras de cosas materiales. En este lugar se encuentran el aire no contaminado de la pureza,el bello da sin noche de la humanidad santa, el bello sol sin sombra de la divinidad, elfuego siempre vivo d e la caridad donde el hierro arde y se transforma en oro, el ro de lahumildad que, naciendo de la tierra, se divide en cuatro ramas - las cuatro virtudes cardi-nales - e irriga todo este lugar de encanto (VD 216).

    26 27

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    3. La presencia especialsima de Mara y la accin del EsprituSanto en los ltimos tiempos

    Montfort, partiendo del principio que Mara y el Espritu

    Santo han colaborado ntimamente para la primera venida de Jess enla encarnacin, deduce que su segunda venida se realizar con la

    misma dinmica:Por medio de la ss. Virgen Mara Jesucristo vinoal mundo, ahora por medio de ella tiene que reinar en el mondo

    (VD 1).ste es el tema que destaca el Tratado (nn.13,22,49,157,217,262)y todas las obras de Montfort. En la misma lnea ser la encclica Re-

    demptoris Mater de Juan Pablo II22.

    La primera vez Jess vino en la humillacin y Mara dio su

    contribucin esencial permaneciendo en la pequeez y en lo escon-dido; en la segunda participar en la manifestacin gloriosa del Hijo

    resplandeciendo en misericordia, en fuerza y en gracia (VD 50)

    para hacer conocer, amar y servir a Jesucristo por medio de ella(VD 49).

    El mismo Espritu, que tuvo en penumbra la figura de Mara

    durante su vida terrena y durante los primeros tiempos de la Iglesia,

    quiere ahora glorificarla sin reservas. Mara exalt al Seor con suhumilde adhesin a su proyecto, ahora Dios, segn la promesa, con-

    sidera la pequeez de su siervaobra maestra de sus manos (VD50)y la exalta hacindola partcipe de la misma fecundidad en la ge-

    neracin detodos los miembros de su cuerpo mstico (VD 17):

    Como en la generacin natural y fsica hay un padre y unamadre, as en la generacin sobrenatural y espiritual hay un

    padre que es Dios y una madre que es Mara. Todos los ver-

    daderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios porpadre y Mara por madre; y quin no tiene Mara por madre

    no tiene Dios por padre (VD 30).

    En los ltimos tiempos el Espritu forjar en ella, con undi-

    luvio de fuego y amor puro,a los campeones desantidad elevadaque renovar la faz de la tierra y reformar la Iglesia (PE 17). La ac-

    cin de Mara no se limita hacia una sola generacin, sino que tam-bin es suya la formacin de los apstoles de los ltimos tiempos:

    La formacin y la educacin de los grandes santos, que vi-

    virn hacia el fin del mundo, son reservados a ella, porque

    solamente esta Virgen singular y milagrosa puede producir,junto con el Espritu Santo, las cosas singulares y extraor-

    dinarias (VD 35);Ella es la montaa que t has erigido

    sobre la cima de los montes ms altos, sus cimientos son losmontes santos. Beatos, muy beatos, los sacerdotes por ti ele-

    gidos y destinados a vivir contigo sobre esta montaa frtil

    y santa(PE 25).

    Estos santos hombres que Dios suscitar al final de lostiempos(SM 59)pisarn la cabeza al demonio(VD 54)en la l-

    tima y decisiva batalla que combatirn bajo la direccin y el lide-

    razgo de los ejrcitos de Dios(VD 28).

    Es la imagen combativa de Mara, (Ct 6,4), que nunca antescomo en estos ltimos tiempos esterrible como comandante con

    estandartes desplegadospara contrarrestar la accin del enemigo;este,sabiendo bien que le queda poco tiempo (Ap 12,12)para llevar

    a las almas a la ruina, redobla cada da sus esfuerzos y sus ataquessuscitando crueles persecuciones y tendiendo terribles insidias a los

    siervos fieles y a los verdaderos hijos de Mara (VD 50).

    22 En el misterio de la asuncin se expresa la fe de la Iglesia, segn la cual, Mara est unidapor un vnculo estrecho e indisoluble a Cristo, porque, si como madre-virgen era para l sin-gularmente nica en su primera venida, para su continua cooperacin con l, lo ser tam-bin en la espera de la segunda; redimida de manera ms sublime en vista de los mritosde su Hijo, Ella tambin tiene el papel propio de la madre, de medianera, de clemencia enla venida definitiva, cuando todos los que son de Cristo sern vivificados, y el ltimo ene-migo a ser aniquilado ser la muerte (1Cor 15,26) (JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Mater, n. 41).

    28 29

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    La demolicin del reino del mal va al unsono con la cons-

    truccin de la nueva realidad que el Espritu Santo y Mara realizan

    en estos sus hijos:Estos grandes santos, con una mano combati-

    rn, con la otra edificarn el templo del verdadero Salomn y la ms-tica ciudad de Dios(VD 48).Se realizar de sta forma la expansinde la Iglesia, con la conversin hasta de los musulmanes, los paga-

    nos y los judos:Seor, enva sobre la tierra este Espritu todo defuego y crea a sacerdotes todos de fuego! Que de su ministerio sea

    renovada la faz de la tierra y reformada tu Iglesia (PE 17).

    Es oportuno por lo tanto profundizar los rasgos de estos cam-peones de los ltimos tiempos, instrumentos privilegiados de una

    nueva y maravillosa accin de la Gracia.

    Captulo III

    Los apstoles de los ltimos tiempossegn San Luis Mara Grignion de Montfort

    El contexto general del que mana la exigencia de los Aps-

    toles de los ltimos tiempos es el desorden universal que Montfort ve

    reinar en la Iglesia y en el mundo (PE 17)y al cual busca poner un re-medio ofreciendo toda la propia realidad humana y sacerdotal. Perosabe bien que no puede hacerlo slo y pide con una oracin ar-

    diente el regalo de otros apstoles, todos de Mara: pobres y librescomo Francisco, guerreros potentes como Ignacio, (la compa-

    a!),comprometidos en combatir la ltima gran batalla bajo la in-

    signia de Aquella que - imponente como escuadrones con sus

    insignias(Ct 6,10) gua a sus campeones contra los enemigos de

    Dios(VD 50,6).

    Gracias a estos apstoles tendr lugar un salto cualitativo dela Iglesia en una elevacin de santidad (PE 5,17)y un aumento cuan-

    titativo con la conversin de los judos, cismticos, mahometanos,etc.(PE 5,17, 35; VD 48, 50, 59).

    Su misin ser destruir el pecado llevando a los hombres a

    una radical conversin y estableciendo elreino de Jess.

    Esta accin de destruccin del mal y de edificacin del reino

    30 31

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    no ser repentina, sino que ser llevada adelante en tiempos sucesi-

    vos y velocespor estas almas grandes, llenas de gracia y de celo,() que combatirn con una mano y construirn con la otra el tem-

    plo del verdadero Salomn y la mstica ciudad de Dios(VD 48).

    1.Pero quines sern stos siervos, esclavos e hijos de Mara?(VD 56-59)

    Son los que el Espritu ha elegido para quesu santa Madre

    sea conocida, honrada y amada ms que nuncaen los ltimos tiem-pos, cuando se concluya la antigua lucha entre la mujer y la serpiente,

    entre su estirpe y la estirpe de la serpiente (Gen 3,15). En aquel

    tiempo ser evidente el poder de Mara, justo cuando Satans tratarde golpearla en eltaln,es decir ensus humildes esclavos y en

    sus pobres hijos (nios?) a los cuales ella habr comunicado toda

    su gracia: sern los grandes santos de los ltimos tiempos que, conla humildad de su taln, unidos a Mara, pisarn la cabeza del dia-blo y harn triunfar a Jesucristo (VD 54).

    Su principal caracterstica ser una profunda interioridad;

    sobre el ejemplo de Juan permanecen en casa con su madre(VD

    196)entregados a la oracin, segn su ejemplo y en compaa de Ella,que am siempre el recogimiento y la oracin. Su principal inters

    tendr que ser la propia perfeccin interior,frente a la cual cual-quier otra obra es juego de nios (VD 219).

    Vivirn el primero y nico mandamiento delAmor buscandoa Dios con todo el corazn, con toda la mente, con todas las fuerzas,

    como los primeros monjes y ermitaos que abandonaron el mundopara realizar una total unidad con l. De esta profunda relacin ver-

    tical manar aquella horizontal como natural consecuencia: irn al

    mundo slo para cumplir con los deberes de su estado en adhesin ala voluntad de Dios su Padre y de Mara su Madre.

    Estos apstoles de los ltimos tiempos tendrn pues una dimensin

    sumamente espiritual y, con la potencia que el Espritu Santo les co-

    municar, gracias a la consagracin a Mara, destruirn el mal y sernlas piedras angulares del nuevo reino:

    Se debe creer, adems, que al final de los tiempos, ms

    pronto de lo que se piensa, Dios suscitar grandes hombresllenos del Espritu Santo y del espritu de Mara, a travs de

    los cuales la celestial Reina realizar grandes maravillas enel mundo para destruir el pecado y establecer el reino de Je-

    sucristo su Hijo sobre aquel mundo corrompido. Y estos san-tos hombres, vern antes que nadie, precisamente a travs de

    esta devocin a Mara Virgen, lo que yo slo he entrevisto demodo vago a causa de mi incapacidad(SM 59).

    Cuando habla de los apstoles de los ltimos tiempos, Mont-

    fort deja estallar el volcn que le arde en el corazn, y nos proponecomo hizo con Mara, los smbolos; es sorprendente la cantidad, (enuna pgina rene otros 20), la variedad, la significacin y la persis-

    tencia con que los enuncia. Muchos de ellos tienen un fundamento b-blico (flechas, perfume, nubes tronantes, soplo, lluvia, alas, espada de

    dos filos) y estn para indicar la presencia activa de los protago-

    nistas celestiales: el Espritu Santo, Mara y los ngeles, en los pro-tagonistas terrenales: los Apstoles de los ltimos tiempos, que son

    una concreta manifestacin de Ellos.

    La primera caracterstica de estos apstoles, condicin in-dispensable, es quese consagren completamente al servicio de esta

    soberana, Mara, en calidad de sbditos y de esclavos de amor, ()ofrecindose a ella en alma y cuerpo, sin ninguna reserva (VD 55).A cambio Mara se dar totalmente a estas almas en las que el Esp-

    ritu Santoencontrar a su querida Esposa como reproducida y por

    lo tanto descender sobre ellos con la abundancia de sus dones, de

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    modo particular el don de su Sabidura, para producirles maravi-

    llas de gracias(VD 217). El primer don del Espritu ser una total pu-

    rificacin:Sern los hijos de Lev, muy purificados por el fuego de

    grandes tribulaciones.

    Purificados en breve tiempo(VD 82, 156, 168, 219, 260)en el

    fuegodel sufrimiento, con Mara que vive en ellos, los apstolesse convierten en fuego ellos mismos: Sern fuego ardiente ()

    tendrn el oro de la caridad, que es el cumplimiento de la ley ();llevarn en el corazn el oro del amor, el incienso de la oracin en

    el Espritu y la mirra de la mortificacin en el cuerpo (VD 55-59).

    Sin darse cuenta, Montfort hace una profunda radiografa in-

    terior de s mismo y se pone, ya perfectamente plasmado en elmolde de Mara, como modelo de los futuros apstoles, en un ver-

    ticalismo sin reservas que slo los puede hacer libres.

    La libertad interior es su mayor gran anhelo que expresa po-tentemente en la Oracin Ardiente(PE 7-12).Este mximo ideal, al

    cual el Santo permanece siempre fiel, pagando frecuentemente pre-

    cios pesados, lo confa ahora a sus sacerdotes que harn revivir suespritu en los ltimos tiempos: LIBRES!

    LIBRES!, sin cargos e intereses humanos: sin oro y

    plata y, lo que ms cuenta sin apegarse a nada (), sin preocu-paciones y sin mirar la cara a nadie; () sin preocupaciones en

    medio de los otros sacerdotes, eclesisticos y clrigos..(), sinahorrar, seguir o temer a algn mortal, por poderoso que sea ();

    sin sorprenderse de nada, ni apenarse por nada

    LIBRES!, sin tener ningn lazo con la carne, con la san-

    gre, con el mundo muertos a ellos mismos y regenerados porMara; unidos totalmente a Dios, convertidos ya en verdaderos mi-

    nistros de Dios (), verdaderos apstoles de los ltimos tiempos ()

    verdaderos discpulos de Jesucristo segn las huellas de su pobreza,humildad, desprecio del mundo y caridad, podrn ponerse en loscielos de Dios al total servicio del Espritu del cual Mara los habr

    llenado: Sern nubes elevadas por tierra(PE 9)nubes tronantes yerrantes en el espacio al mnimo soplo del Espritu Santo () ten-

    drn las alas plateadas de la paloma para volar, con la recta inten-cin de la gloria de Dios y de la salvacin de las almas, all donde

    los llamar el Espritu Santo(VD 57-58).

    Regenerados por Mara, llenos de Espritu Santo, podrn

    orientar hacia los hermanos esta enorme potencia de fuego y lle-varn adelante su batalla blandiendo la espada de dos filos de la

    palabra de Dios(VD 57) la tremenda arma que les donael Seor delos ejrcitosy en la que est contenidala fuerza para obrar ma-

    ravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos (VD 58).

    Con esta espada traspasarn, para la vida o para lamuerte, a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Alt-

    simo,destruyendo en los hombres el reino de Satans y edificando

    en ellos al mismo tiempo el reino de Dios. Destruirn el reino de Sa-tans porquetronarn contra el pecado, gritarn contra el mundo,

    golpearn al diablo y a sus seguidores sern olor de muerte para

    los grandes, los ricos y los soberbios hombres mundanos; edifica-

    rn el reino de Dios porquepondrn por todas partes el fuego deldivino amor; sern el buen perfume de Jesucristo para los pobres y

    los pequeos, esparcirn la lluvia de la palabra de Dios y de la vidaeterna ().

    Los verdaderos seguidores de Cristo,llevarn sobre los

    hombros el estandarte ensangrentado de la Cruz, es decir, obrarn

    bajo la insignia de grandes sufrimientos que aceptarn con dignidady fortaleza, haciendo de ello su nica gloria23 yensearn el ca-

    34 35

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    mino estrecho de Dios en la pura verdad, segn el santo Evangelio,

    y no segn los cnones del mundo.Su predicacin ser pues esen-

    cial y realista24, unida a un comportamiento que refleja su modes-

    tia y la mortificacin de Jesucristo,tambin testimoniadas conel

    crucifijo en la mano derecha, y la corona en la izquierda, sealesconcretas que traducen al exterior el gran amor que llevan en el co-

    razn hacia Jess y Mara.

    Los apstoles de los ltimos tiempos sern una sntesis delas multiformes espiritualidades que los santos han expresado en la

    historia de la Iglesia, de manera nunca antes manifestada:

    sobre todo al final del mundo, y bien pronto, el Altsimo y

    su santa Madre quieren forjar santos tan excelsos, que su-perarn en santidad a la mayor parte de los otros santos,

    cuanto los cedros de Lbano superan a los arbustos (VD 47).

    He aqu los grandes hombres que vendrn y que Mara for-mar por orden del Altsimo, para extender su dominio sobreel de los impos, idlatras y mahometanos. Pero cundo y

    cmo tendr lugar todo esto?... Solo Dios lo sabe. A nosotrostoca callar, rogar, suspirar y esperar: He esperado: he es-

    perado en Dios (VD 59).

    De esta descripcin que Montfort hace de los apstoles y de

    su accin resulta con evidencia que esta lucha tendr lugar en lo n-timo de los corazones, concepto que Montfort ya haba expresado

    otras veces(VD 38), sin catstrofes csmicas.

    2. El secreto de tanta gracia est en la consagracin

    La fuerza de los Apstoles de los ltimos tiempos estar todaen su consagracin a Cristo por medio de Mara, (SM 59):

    Toda nuestra perfeccin consiste en ser conformados, uni-

    dos y consagrados a Jesucristo (). Por tanto, siendo Marala criatura ms conforme a Jesucristo, se sigue que entre

    todas las devociones, aqulla que consagra y conforma msun alma a uestro Seor es la devocin a Mara, su santa

    Madre, y mientras ms un alma se consagre a Ella, ms serconsagrada a Jesucristo. Por lo tanto, la perfecta consa-

    gracin a Jesucristo, no es otra sino una consagracin per-

    fecta y total de si mismo a la santsima Virgen y sta es ladevocin que yo enseo. En otras palabras, esta es una per-

    fecta renovacin de los votos y las promesas del santo bau-

    tismo(VD 120).

    Concretamente esta devocin consiste en donarle a la Sant-

    sima Virgen nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestros bienes externos

    e internos, hasta nuestros mritos, nuestras virtudes y nuestras bue-nas obras pasadas, presentes y futuras, todo cunto tenemos en el

    orden de la naturaleza y de la gracia, sin ninguna reserva(VD 121). Laconsagracin, conviene recalcarlo bien, ya que es el concepto clave

    para comprender la importancia, es permitir a Marareproducirseen las almas siendo as un irresistible llamado para que el Espritu

    Santo, que vendr a ellas con abundancia de sus dones y las llenarde ellos, especialmente del de sabidura, para realizar maravillas de

    graciacomo en Mara, produzca en ellos, sus milagros de gracia.

    (VD 217)

    En conclusin consagrarsea la Virgen santa y a Jesucristo

    es permitir al Espritu Santo que obre en profundidad y en totalidad

    23 Gal 6,14:Yo slo me gloriar en la cruz de nuestro Seor Jesucristo, por quien el mundoest crucificado para m, como yo lo estoy para el mundo24 SANFRANCISCO DEASIS, Regla, 9:anunciando los vicios y las virtudes, la pena y la glo-ria, con sermones breves.

    36 37

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    en nuestro ser, hasta realizar en nosotros una total identificacin con

    Cristo.El reino del Padre, el reino de Mara llegar slo cuando

    esta devocin sea conocida y practicada por todos, permitiendo queel espritu de Mara sustituya al nuestro para alegrarse en Dios, su

    Salvador:El alma de Mara sea en cada uno para glorificar a Dios,

    el espritu de Mara sea en cada uno para exultar en Dios(VD 217).

    Esto lo ha hecho Mara y lo contina haciendo hoy en todos

    los que, bajo la estela de su Totus tuus Todo Tuyo, se consagrana Ella abriendo de par en par la puerta del propio corazn a Dios25.

    Es lgico que el grande adversario se desencadene contra esta es-tirpe bendita de Mara:

    Con sus palabras y sus ejemplos atraer a todos hacia la

    verdadera devocin a la Virgen, y esto les atraer muchos

    enemigos, pero tambin muchas victorias y mucha gloria

    slo para Dios (VD 48).Es verdad, gran Dios! Como t has predicho, el demoniotender grandes insidias al taln de esta misteriosa mujer, es

    decir, a la pequea compaa de sus hijos, que vendrn sobreel final del mundo(PE 13).

    3. La constitucin de la Compaa

    Montfort est convencido que slo con estos nuevos apsto-

    les, la Iglesia puede conseguir la victoria sobre el mal que la devastacada vez ms. Ya en el 1700, apenas se orden sacerdote, le escriba

    a Leschassier, su director espiritual:

    Pruebo un gran deseo de hacer amar a uestro Seor y a

    su santa Madre, de ir, de manera pobre y simple, a ensearel catecismo a los pobres del campo y de incitar a los peca-

    dores a la devocin hacia la Virgen santa () Vistas las ne-

    cesidades de la Iglesia, no puedo dejar de pedircontinuamente, gimiendo, una pequea y pobre compaa de

    buenos sacerdotes que desarrollen tal tarea bajo la banderay la proteccin de la Santsima Virgen(L 5).

    Busca as la manera de formar una Compaa con los que

    la Providencia ponga a lo largo de su camino y se esfuerza en trans-

    mitirles su extremo ideal de lucha e inmolacin. Pero, por ms quese esfuerza, no logra realizar este proyecto que siente le ha sido con-

    fiado; poco a poco Pietro de Bastires, Gabriele Olivier, GabrielFrancesco Grignion, Pietro Keatying, Tommaso Le Bourhis, por

    diferentes motivos se van retirando:

    El ideal de Luis da miedo: cuanto ms este misionero obs-tinado contina su camino, tanto ms los ayudantes ocasio-

    nales salen fuera de la escena26

    Cuando toma conciencia de su impotencia, para realizar este

    proyecto orienta toda su formidable energa interior hacia laTrinidad,para que haga manar directamente de su corazn esta compaa. Es

    laOracin Ardiente, el grito espasmdico del gigante de Dios:

    Seor, realiza tus proyectos de misericordia. Suscita a loshombres de tu derecha () Acurdate, Dios omnipotente, de

    esta compaa! () Renueva las seales y realiza otros pro-digios; haz que sintamos la ayuda de tu brazo. T que pue-

    des sacar de toscas piedras a hijos de Abraham, pronuncia

    25 S.S. JUANPABLOII, discurso del 22 octubre 1978 branle las puertas a Cristo!. LibreraEd. Vaticana, 1998. 26 B. PAPASOGLI ,Montfort un hombre para la ltima Iglesia, Roma 1991, 39.

    38 39

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    una sola palabra divina y manda buenos obreros a tu mies y

    buenos misioneros a tu Iglesia(PE 2,3).

    Hasta en los ltimos instantes de su vida seguir pidindole

    a Dios que surjan estos hombres de diestra;con tal motivo, enmarzo de 1716, organizar la santa peregrinacin a la Virgen de Sau-

    mur con 33 Penitentes Blancospara obtener de Dios, por interce-sin de la Virgen santa, buenos misioneros que sigan las huellas de

    los apstoles con un completo abandono a la divina Providencia ycon la prctica de todas las virtudes, bajo la proteccin de la Virgen

    (RSP 1).

    Ver Montfort nacer su compaa de apstoles durante suvida? No como l la piensa27, porqueeso tendr que ocurrir al final

    del mundo, todava falta tiempo, aunque l est convencido que ser

    bien pronto(VD 47): es una constante en el mundo del espritu el

    percibir como muy prximos los acontecimientos vistos en profeca.Montfort, de lo alto de la montaa sobre la cual el Espritu lo hapuesto, ve la horda de demonios encarnados que se extienden en la

    Iglesia y le pide a Dios los compaeros que se lancen con l en lalucha gritando su :Quis ut Deus?. Pero parece que el cielo no

    responde.

    Es posible que Dios no acoja la afligida solicitud que Mara

    le dirige en este su profeta, en el cual vive y se identifica en pleni-tud?28No es todava el tiempo. Mara mantendr encendido delante

    del altar de la Trinidad este grito de fuego que su siervo eleva en

    nombre de la Iglesia y de la humanidad y se ver el efecto en los mo-

    mentos ms difciles de la ltima Iglesia.San Luis Mara paga el altsimo precio del profeta que vive

    en espritu el dramtico acontecimiento de la lucha final entre el bieny el mal; ha comprendido que para realizar el proyecto salvficoel

    Altsimo y su santa Madre quieren forjar santos tan excelsos, quesuperen en santidad a la mayor parte de los otros santos (VD 47)y

    pide que esto se realice con toda la fuerza de su ser.

    Esta exasperada tensin es el Getseman en el cual el Santose debate y roza la desesperacin; es una agona mil veces peor

    que la muerte:Preferira mil veces la muerte! Mndame una ayudadel cielo, o qutame la vida!(PE 14).

    Como Jess en el huerto, tambin l supera el desaliento hu-

    mano con un acto de fe y esperanza en la accin del Padre:

    Si no tuviera la esperanza que tarde o temprano acabars

    por atender a este pobre pecador en el inters de tu gloria,como has atendido a muchos otros, te rogar sin titubear

    como un profeta: Toma mi vida! (PE 14)

    Montfort vence su agona aceptando la voluntad de Dios;

    pero en aquel Toma mi vidaest toda su humanidad exhausta.

    Es el eterno choque que nace en el hombre entre la vida y lamuerte29. Si analizamos el perfil psicolgico, deberamos localizar

    las dos tendencias que en el hombre se contraponen, mejor dicho, laesencia misma del hombre como contraposicin de estas dos reali-

    dades vitales: el hombre que es biolgicamente llevado hacia la vida,

    27 Muere a los cuarenta y tres aos, suspendido del ritmo del propio curso apostlico ()con las manos vacas, no lleva siquiera la gloria de una fundacin cumplida () de aquellacompaa de misioneros para la cual escribi, con letras de sangre, la propia OracinArdiente, esperanza y anhelo nico de su existencia, no hay otro que el germen, es deciruna regla, algunos hermanos y dos sacerdotes, a quienes l les deja como legado, ya mu-riendo, un testamento seco y sin emociones, los instrumentos de la propia fatiga misionera.B. PAPSOGLI, Introduccin generalen Obras de San Luigi Maria da Montfort, vol.I,Roma, 1990, p.XXXVII.

    28 Cfr VD 216:ella te comunica sus virtudes y te reviste de sus mritos, as tu puedes decirlea Dios con confianza: He aqu Mara tu sierva, hgase en mi lo que haz dicho . 29 Cfr E. FROMM, Anatoma de la destructividad humana, Milano 1973.

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    pero que psicolgicamente posee un potencial de muerte que le hace

    desear la anulacin de s, como solucin alternativa.

    A nivel espiritual, podemos leer el poderoso duelo entre la

    vida y la muerte que Jess ha afrontado y vencido en el Getsemanpor todos y que es la herencia de quienquiera que se ponga a su se-

    cuela. El Padre, como ya hizo con Jess, se inclina sobre este su cam-pen, lo ayuda a beber el cliz amargo de su fracaso y le da nueva

    fuerza para regresar a combatir:

    Pero la confianza en tu misericordia me empuja a declararcomo lo hizo otro profeta: o morir, quedar en vida y anun-

    ciar las obras del Seor hasta que pueda exclamar con Si-men: Ahora deja, o Seor que tu siervo vaya en paz porque

    mis ojos han visto tu salvacin(PE 14).

    El Santo est convencido que la oracin ardiente ha sidoescuchada y, con su rara capacidad de traducir en concreto, proyec-tos concebidos en el espritu, escribe con renovada conviccin las

    Reglas de los Misioneros de la Compaa y la exhortacin a los Aso-ciados de la Compaa de Mara.

    Su objetivo es trazar el camino a los futuros apstoles que di-

    vide en dos categoras: la Compaa, formada portodos los bue-

    nos sacerdotes esparcidos en el mundo cristiano (PE 29),

    ardientemente pedidos a la Trinidad en la Oracin Ardiente y elEs-cuadrn de bravos y valerosos soldados de Jess y Mara (VD 114)

    compuesto por laicos de ambos sexos.

    4. Los sacerdotes de la compaa de Mara

    Cuando Montfort dirige a las tres Personas divinas su Ora-cin Ardiente, piensa sobre todo en la compaa de religiosos que,

    animados por su mismo espritu, combatan la ltima batalla por el

    triunfo final de Mara sobre el gran adversario.

    Las Reglas que escribe para los Sacerdotes Misioneros de laCompaa de Mara tienen algunos despuntes de originalidad que se

    pueden entender slo en clave de misteriosa profeca, desde en el pri-mer prrafo:

    1) en esta Compaa se reciben slo sacerdotes ya forma-dos en los seminarios; por lo tanto se excluyen los clrigos

    antes de su ordenacin sacerdotal.

    En ninguna regla religiosa se encuentra una norma tal, msbien todos los fundadores tienden a tener seminaristas propios en los

    cuales se pueda forjar mejor la vocacin segn la propia espirituali-

    dad. Esta extraa norma clara y tajante, puesta justo en la apertura,significa cunto este tema apremia en el corazn de Montfort. Cu-

    les son las motivaciones? Podemos avanzar en la hiptesis:

    - l ve los tiempos muy prximos, y no hay tiempo para los largosaos de formacin en el seminario;- los sacerdotes que formarn la Compaa deben ser ya expertos

    en las luchas del espritu y templados por el sufrimiento, ya encami-nados a la santidad;

    - tratndose de sacerdotes ya ordenados, deben por fuerza ya ser parte

    de alguna estructura, diocesana o religiosa, en la cual ya no logranidentificarse porque sienten exigencias espirituales ms comprome-

    tidas y exigentes.

    Quizs sean de las piedras desechadas que estn buscandouna colocacin junto a otros que tengan su misma situacin interior.

    Montfort agudiza su mirada de guila para localizar en los cielos deDios, otros como l mismo, el gran perseguido30, que retumben el

    ansia de su espritu:

    30 Monfort recibi de parte de superiores y obispos muchos sanciones y rechazos con la ordende no regresar en varias dicesis. cfr. B. P APSOGLI,op. cit.

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    Quien est con Dios, venga a m! (Es 32,26).Todos los bue-

    nos sacerdotes esparcidos en el mundo cristiano, ya sea quese encuentren todava en pleno combate o se hayan apar-

    tado de la lucha a los desiertos y a las soledades, vengan y

    nanse a nosotros. Formemos juntos, bajo la bandera de lacruz, un ejrcito alineado y listo a la batalla, para atacar

    compactos a los enemigos de Dios que ya han dado laalarma (). Despirtate, por qu duermes, Seor? Des-

    pirtate!(Sl 43,24)Seor, levntate! Por qu finges dormir?Levntate con toda tu omnipotencia, misericordia y justicia.

    Frmate una compaa elegida de guardaespaldas, paraproteger tu casa, defender tu gloria y salvar a las almas,

    para que haya un solo rebao y un solo pastor y todos pue-

    dan glorificarte en tu templo. Amn.(PE 29-30)

    Los miembros de la Compaa tienen que estar libres de todo

    encargo permanente, sin ningn bien temporal, (y si lo tuvieran tie-nen que deshacerse de ello antes de entrar en la Compaa), dedica-dos nicamente a la evangelizacin,inestablesy nohabitadores

    quietos31 deben gozar de buena salud y no tener demasiados aos,

    no ms de sesenta, con hermanos laicos fuertes y obedientes que lescubran las espaldas.

    Tienen adems que renovar cada ao, por cinco aos conse-cutivos, los votos de pobreza y obediencia. Sobre estos dos votos el

    santo es extremadamente exigente: slo la verdadera pobreza vuelve

    ligeros y listos a correr dondequiera que el Espritu llame por mediode la obediencia.

    Montfort construye su Regla recurriendo a la esencia de lasfundaciones realizadas por los santos a los que l ms estima: la po-

    breza de San Francisco de Ass; el espritu misionero de San Pablo,

    de San Vicente Ferreri y de San Francisco Javier; la misionaridad

    entre los ms pobrescomo los sacerdotes de Monseor Vicente dePal;el temple de luchadores como Ignacio de Loyola; sobre todoobedientes: la desobediencia formal y obstinada a una autoridad su-

    perior es el mayor crimen que se pueda cometer en la Compaa y elnico motivo que merece la exclusin de la Comunidad (RM 25).

    Se puede comprender bien esta firmeza de Montfort al confrontar laobediencia porque el s es el corazn de la consagracin que con-

    siste en el total rechazo de la propia voluntad.

    La vida del misionero conlleva el ritmo de una intensa ora-cin: no menos de media hora de oracin mental por la maana, re-

    citacin del Rosario entero y de la pequea corona de la Santa Virgen,

    accin de gracias de al menos media hora despus de cada santaMisa, breviario entero recitado posiblemente en comunidad, un

    cuarto de ahora de examen de conciencia antes del almuerzo, en un

    clima de continuo silencio y modestia. Mucho tiempo se reserva paraescuchar confesiones.

    En esta primera fase no se habla de penitencias, tan en augeen el 1700, sino de fuego que obra en lo profundo a travs del su-

    frimiento. Es la espiritualidad del Fiat, el mismo S de Mara que

    Ella comunica y contina viviendo en sussiervos, esclavos e hijos:

    abandono incondicional a Dios aceptando con alegra las grandes

    tribulacionesy dejando campo lleno al fuego del Espritu, nicoartfice de nuestra santificacin.

    Consagrados a Mara, estos campeones le hacen a Ella laofrenda de su sacerdocio y se vuelven, como el apstol Juan, sus sa-

    cerdotes y testigos:(...) y desde entonces el discpulo la tom con-sigo.En su vida y en sus bienes que san Juan indica con las palabras

    in sua (consigo), era por tanto y sobre todo, su sacerdocio el cual

    l obsequia a Mara y que lo pondr a su servicio. En una palabra, lse convierte en el sacerdote de Mara.32

    31 Podemos libremente traducir estas dos expresiones: inestables es decir, continuamente encamino, y no habitantes quietos no radicados en una cmoda y tranquila estructura.

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    Sern estos sacerdotes de fuego los miembros de la con-

    gregacin montfortana, (del que ha puesto las bases) que ha nacido

    con la insignia de su espiritualidad? O se refieren ms bien a unanueva estructura eclesial totalmente consagrada a Mara, en la lnea

    del totus tuus del montfortano Juan Pablo II? Esta hiptesis parecems conforme a la poderosa figura proftica y eclesial de San Luis

    Mara:La posteridad espiritual de Montfort es ms vasta que sus

    fundaciones religiosas () y anima a los devotos de Maray a sus doctores a no meterse a los mrgenes de la historia,

    sino a proyectarse hacia la renovacin de la Iglesia y elmundo, bajo la accin del Espritu creador. Cuando la Igle-

    sia sea Mara Cristo podr nuevamente nacer y reinar enel mundo33.

    5.Otros sacerdotes que se unen a ellos(PI 29)

    Alrededor de este primer ncleo que constituyen a tiempocompletola Compaa de Mara, Montfort ve juntarse otros sacer-

    dotes que, sin incorporarse definitivamente a ella, abrazan totalmenteel ideal de lucha. Como ya en el cielo el arcngel Miguel, as l toma

    espiritualmente las riendas de la cristianidad sobrecogidas por la vio-

    lencia del enemigo. No hay tiempo para organizar una contraofensivasegn los esquemas acostumbrados, por tanto llama y rene todas las

    fuerzas escondidas que Mara ha preparado y con el espritu de losgrandes luchadores bblicos34 inicia el contraataque:

    Todos los buenos sacerdotes esparcidos en el mundo cris-tiano, es decir, en la Iglesia universal, ya sea que se en-

    cuentren todava en pleno combate o se hayan apartado de

    la lucha a los desiertos y a las soledades vengan y nanse anosotros. Formemos juntos, bajo la bandera de la cruz, un

    ejrcito alineado y listo a la batalla, para atacar juntos a los

    enemigos de Dios que ya han dado la alarma(PE 29).

    Sern estossacerdotes de fuegolos qu combatirn la ba-talla de los ltimos tiempos y conducirn a la Iglesia a la victoria.

    6. Elescuadrn de bravos y valerosos soldados de Jess y Mara

    A lado de los sacerdotes de la Compaa y de losotros sa-cerdotes que se unen a ellosMontfort pone una tercera categora

    de laicos pero que vivirn con la misma intensidad su adhesin a la

    Compaa de Mara.

    A primera vista se podra pensar en una orden terciaria, comootros ya existentes; pero esteescuadrnbien va ms all de una

    pequea estructura, abarca la humanidad entera. Son los laicos quese han consagrado a Mara segn las directrices del Tratado de la

    verdadera devocinque forma y transforma a los llamados. Estos,junto a lossacerdotes de fuego,destruirn al demonio que se pre-

    cipitar contra ellos paradespedazarlos con sus dientes diablicos

    (cfr Ap 12,4):

    Preveo que muchas bestias agitadas llegarn enfurecidas

    para despedazar con sus dientes diablicos este pequeo es-crito y con l aquel de quin el Espritu Santo se ha servido

    para escribirlo, o al menos para sepultarlo en las tinieblasy en el silencio de un atad, para que no sea publicado.

    Mejor dicho, atacarn y perseguirn a aquellos que lo lee-rn y lo llevarn a la prctica. Pero no importa! Mucho

    mejor! Esta visin me da nimo y me hace esperar un gran

    32 A. LHOMEAU,op.cit, p.78.33 S. DEFIORES,El Espritu Santo y Mara, p.48.34 Luego, con fuerte voz, g rit Matatas por la ciudad: Todo aqul que sienta celo por la ley

    y mantenga la a lianza, que me siga. (1Mac 2,27).

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    xito, es decir, la formacin de un escuadrn de bravos y va-

    lerosos soldados de Jess y de Mara, de uno y otro sexo quecombatan el mundo, el diablo y la naturaleza corrompida, en

    los tiempos difciles ms que nunca cercanos. Quien lee

    comprenda. Quin puede entender, entienda(VD 114).

    La redencin ser completada slo cuando la voluntad delPadre se cumpla en todos los hombres; slo entonces la Jerusaln ce-

    leste descender sobre la tierra y tomar el lugar de la actual Babilo-nia. Cundo ocurrir esto?

    Mi querido hermano,Cundo vendr este tiempo feliz, este

    siglo de Mara, cundo no pocas almas elegidas, que ellahabr obtenido del Altsimo, se sumergirn en el abismo de

    su corazn y se volvern copias vivientes de Mara, para amary glorificar a Jesucristo? Este tiempo no llegar hasta que sea

    conocida y practicada la devocin que estoy enseando:

    Para que venga tu reino, venga el reino de Mara (VD 217).

    Las palabras profticas de Montfort se van realizando demodo misterioso, hoy ms que nunca. La potencia de gracia ence-

    rrada en el Tratado se manifiesta en su prodigiosa difusin35por obrade esteescuadrncuyos miembros ya no se pueden contar. Tam-

    bin en esto el profeta Montfort anticipa los tiempos asignando alos laicos una participacin activa en la accin salvadora del Espritu,

    que justo se ver hecha y oficializada en la Iglesia, en el ConcilioVaticano II36.

    Captulo IV

    Actualizacin de la doctrina de Montfortsobre los ltimos tiempos

    La segunda venida de Jess por lo tanto no se realizar con

    fenmenos exteriores, sino en lo profundo de los corazones, graciasa la accin de la Compaa de sacerdotes y del escuadrn de laicos

    totalmente unidos a Mara,sus humildes esclavos y pobres hijos,

    que pisarn la cabeza a la serpiente. Los humildes esclavosson laCompaa de sacerdotes que voluntariamente han rechazado su

    propia libertad, segn el espritu de la Verdadera Devocin. Los

    pobres hijosson elescuadrnde laicos, eltalnde Mara, esdecir las categoras de los ms dbiles: los dolientes de todo tipo y los

    niosinfirma mundi,como los define el Papa Benito XV37 consa-

    grados en plenitud a Mara.

    El valor salvfico del sufrimiento es tema conocido y funda-mental de la espiritualidad catlica, desdecompleto en mi carne

    aquello que falta a los padecimientos de Cristo de san Pablo (Col1,24), hasta la Salvifici Doloris38 de Juan Pablo II.

    Nueva es en cambio la insercin de los nios en el gran pro-yecto de la redencin, aunque varios pasajes de la Escritura son in-

    35 De Europa a frica, deAmrica a Asia, a Oceana: a menudo descubrimos la presencia depersonas y de grupos que viven la consagracin a Jesucristo por medio de Mara, segn elmtodo que ensea Montfort, an antes de que en esa zona haya llegado un misionero, anantes de que la Iglesia se haya organizado en ese lugar. Es la vanguardia del Evangelio, esel Espritu queimpulsa suIglesiasiemprems adelante, y Maraque porta a Jessen suseno,an escondido, pero destinado a revelarse como luz de los pueblos y salvacin del mundo ,B. CORTINOVIS ,Presentacin de las Obras de S. Luis Mara de Montfort, Roma 1990.

    36 El SagradoConcilio,queriendovolver ms intensa la actividad apostlica del Pueblode Dios,con gran premura se dirige a los fieles laicosDECRETO APOSTOLICAM ACTUOSITATEM, 1.

    37 Osservatore Romano, 30 julio 1916.38 Carta Apostlica del 11 febrero 1984.

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    dicativos a este respeto. Porniosdebemos entender a los adultos

    que se han negado a s mismos39, muriendo40 y renaciendo en el es-

    pritu41 y a los nios de edad42: slo a los nios les es permitido en-trar en el reino de los cielos, es decir, en la dimensin del espritu.

    1. Los nios en espritu

    Son todos los que han seguido las huellas de Jess y quedeben cumplir las condiciones puestas por el Maestro: Si no os vol-

    viereis y os hiciereis como nios no entraris en el reino de los cie-los (Mt 18,3).Son los adultos que Mara re-engendra y a los cualesMonfort se refiere con el trminoenfanter,que menciona muchas

    veces en sus obras (VD 31, 37; SMR 57; LAC 4)que significadar lavida a un nio, meter al mundo43,es decirpariry expresa la

    accin de Mara que engendra a la vida sobrenatural y luego nutre y

    hace crecer a cada hombre que a Ella se consagra.

    Podemos confirmar esta idea en otros pasajes de la obra

    monfortana en los cuales se aclara mejor esta accin generadora de

    Mara: el Padre la ha querido madre de su Unignito y de todos loshombres, aunque de modo diferente: con Jess, su funcin genera-

    dora no comport dolor(El fruto de vuestro vientre sea bendecido

    () que habis llevado sin sufrimiento y engendrado sin dolor

    SMR 57); por el contrario con los hombres hijos del dolor y de laley, engendrados en su corazn doloroso (LAC 4).

    Mara, por lo tanto, ha recibido una gracia muy particular

    para engendrar(enfanter)a la vida del espritu tambin a lospre-destinadosque de su Madre llevan vida y nutrimento (SM 14.8, VD31).En ellos Ella puedefijar su tienda (VD 29), puedeformarlosen Jesucristo y formar a Jesucristo en ellos (VD 37),siempre cola-

    borando de manera indisoluble con el Espritu Santo.

    As como Dios Padre le ha dado poder sobre su propio Hijo,

    del mismo modo se lo ha dado sobre estosnios(VD 37) a quienesda una santidad ms comprometedora y heroica, pero al mismo

    tiempo liberadora, porque les manifiesta el verdadero rostro delPadre44.

    ElTratado de la verdadera devocines la muestra de estasantidad mxima en la cual Mara forja, con el fuego del Espritu

    Santo, asus pobres nioscon los cuales conduce a la humanidad

    hacia la salvacin, hacia el Padre, alredil,al cual se entra por lapuertaque es Jess(Jn 10, 9).

    La tradicin catlica ha evidenciado desde siempre esta ac-cin re-generadora de Mara; la novedad est en tomar en conside-

    racin a los nios de edad dentro del nmero de los combatientes:

    podra ser la accin de estos elmodo menos esperado de los hom-

    brescon el cual se realizar el misterioso diseo de Dios llevado

    adelante por Mara (SM 58)45?

    39 Quien quiera venir en pos de m, niguese a si mismo(Mt 16,24)40 Quien quiera salvar su propia vida la perder; pero el que pierda la propia vida por causa

    ma, la encontrar(Mt 16,25)41 En verdad os digo: quin no acoge el reino de Dios como un nio, no entrar en l (Lc

    18,17).42 Dejen que los nios vengan a m y no se lo impidis, po rque a quienes son como ellos per-

    tenece el reino de los cielos (Lc, 18,16).43 Grande Larousse encyclopdique,ad vocem,Paris 1863.

    44 Esta Madre de amor quita de tu corazn cada escrpulo y cada esclavitud de temor de-sordenado,lo abre para dejarte correr sobre la va de los mandamientos de Su Hijo con lasanta libertad de los hijos de Dios, y para introducirnos en el puro amor del cual ella es te-sorera. De esta manera no tendrs ya ms temor, como hasta ahora, hacia Dios-Amor, sinocon puro amor. Lo considerars como tu Padre Bueno: tratars de complacerlo siempre yplaticars familiarmente con l como u n hijo con su Padre bueno(VD 215).

    45 Pero yo se muy bien que Dios, cuyos pensamientos son diferentes a los n uestros, as comolo es el cielo de la tierra, vendr en el tiempo y en el modo menos esperado por los hom-bres, incluso por los ms instruidos y los ms expertos en la Sagrada Escritura, la cual esmuy oscura en este respecto.(SM 58)

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    Montfort habla depoco tiempo (VD 152 ss):l contempla la

    accin del Espritu en los adultos que, antes de serreengendrados,

    tienen que morir a s mismos; esto slo puede ocurrir despus de quehan sido demolidos en una obra de purificacin que implica sus tiem-

    pos, aunque sean brevsimos en comparacin al pasado.

    Los nios, gracias a su inocencia, ya estn en el mundo delespritu(Mt 19,14)y esta obra de purificacin, aunque necesaria46, es

    mucho ms rpida y fcil.Los acontecimientos eclesiales que han dado a estos tiem-

    pos un sello marcadamente mariano nos ayudan a entrever algn des-

    tello de luz en este oscursimoproyecto de Dios orientndonosjusto hacia los nios.

    2. Elmodo menos esperado entre los hombres(SM 58)

    Los primeros censuradores de la obra de Montfort, al estu-diar sus escritos, quedaron perplejos acerca de su manera de descri-

    bir la accin de Mara en los ltimos tiempos. Hoy, avaluada por

    los acontecimientos del siglo XX, la visin de Montfort se ha idoconfigurando de manera cada vez ms precisa:

    Hoy tenemos que decir, sobre bases ms slidas de las que

    tuvieran los defensores romanos de 1853 y el padre Lhomeauen 1919, que la historia camina en el sentido previsto por

    Montfort. La renovacin carismtica en el Espritu y el des-cubrimiento de la pneumatologia en la teologa catlica ac-

    tual, unidas a las apariciones de Mara y a la promocin delculto Mariano en la Iglesia son signos de los tiempos y de los

    espacios en sintona con las perspectivas de Montfort y sobre

    la progresiva revelacin de Mara en la era del Espritu47 .

    Nunca antes en la historia Mara se ha hecho tan presente enel mundo, como en estos nuestros tiempos, en los que ha habido toda

    una consecucin de manifestaciones marianas en un continuo creci-miento, que no da seales de disminuir:

    Paradjicamente, mientras los telogos y los autores de es-

    piritualidad haban relegado las visiones entre los adiaphora,

    inicia la era de las grandes apariciones, que tendrn unagran resonancia en la Iglesia () Si consultamos la biblio-

    grafa acerca de las apariciones, notamos que la multiplica-cin de las apariciones y el aumento de los estudios sobre

    ellas van al mismo paso. De la lista establecida por B. Billet,que ha contado 232 fenmenos extraordinarios, verdaderos o

    presuntos, de 1928 a 1975 en 32 naciones, resulta que stos

    alcanzan el punto mximo dentro de los aos 1947-1954 conel nmero total de 105. () En los aos 80 sobre todo con lamaciza intervencin de las apariciones de Medjugorie, las ci-

    fras de los tiempos anteriores son ampliamente superadas al-

    canzando el rcord de algunos millares de visiones.48

    La mayor parte de tales apariciones Marianas de los ltimos150 aos han tenido como instrumento a los nios, (La Salette 1846,

    Lourdes 1854, Pontmain 1871, Ftima 1917, Beauring 1932, Ban-

    neux 1933, Tre Fontane Roma 1944, Medjugorie 1980, Civitavec-

    chia 1994), algunos de los cuales han sido posteriormentereconocidos como santos de la Iglesia. Hacia los nios nos orientantambin las profticas palabras de las ltimos Sumos Pontfices.

    46 En la escuela del ngel del Portugal (San Miguel, protector de esta nacin) los nios reali-zaron esta purificacin con mucha oracin y sacrificios voluntarios, como describe clara-mente Lucia en sus Memorias. (Memorias de Sor Luca, cit., 63-65).

    47 S. DEFIORES, ibid., 33.48 S. DEFIORES,Las apariciones bajo el escrutinio de los estudios teolgicos-interdiciplina-

    rios. Estado de la cuestin en la actual reflexin cultural,enActas do Congreso Interna-cional de Ftima (9-12 de Octubre de 1997), Fenomenologa y teologa de lasApariciones,Santuario de Ftima 1998, 31.

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    Fijndose en la historia sagrada esta eventualidad no des-

    pierta asombro: en los momentos ms dramticos Dios siempre ha

    venido en ayuda de su pueblo valindose de nios, es decir, de me-dios humanamente frgiles:Por boca de los nios y de los lactan-tes confirmas tu poder contra tus adversarios, para reducir al

    silencio al enemigo y al rebelde (Sl 8). El mismo Montfort abre una

    rendija de luz sobre este oscuro estilo de Dios comparando a susapstoles con nuevos Davids:

    () realizan todos tus designios y derriban a todos tus ene-

    migos como nuevos Davids teniendo en la mano el palo dela Cruz y la honda del rosario (PE 8)49.

    Goliat es la figura emblemtica de satans que sobre la tie-rra esclaviza al pueblo de Dios y ninguna fuerza humana puede con-

    trarrestarlo. En los hombres l tiene la intencin de golpear y humillar

    a Dios, ste lo humilla valindose de un nio al que comunica sufuerza(1Sam 17, 42-46).

    Este es el estilo de Dios que elige a Mara, justo por su pe-queez(Lc 1,48). No estara conforme a esta lgica bblica si Dios,

    con Mara, en Mara y por Mara (VD 257), interviniera contra la

    superpotencia del orgullo del hombre actual valindose de sus hijosms pequeos?

    El card. Ratzinger, en su Comentario teolgico al Mensaje de

    Ftima, se expresa as:Quizs se puede comprender as porque justo los nios son

    los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma

    esta an poco alterada, su capacidad interior de percepcin

    esta an poco deteriorada. De la boca de los nios y de loslactantes has recibido alabanza, contesta Jess con una

    frase del Salmo 8 (v.3) a la crtica de los Sumos Sacerdotes y

    los ancianos, que encontraban inoportuno el grito de ho-sanna de los nios(Mt 21, 16).50

    3. El taln de Mara tambin son los nios

    Pero el poder de Mara sobre todos los demonios resplan-decer de modo particular en los ltimos tiempos, cuando

    Satans asechar su taln, es decir, a sus pobres esclavos y

    humildes hijos que ella suscitar para moverlos a la gue-rra.(VD 54)

    Los nios consagrados a Mara pertenecen a estos bravossoldados de uno y otro sexo que, unidos a los sacerdotes y por ellosconducidos, combaten el mundo, el diablo y la naturaleza corrom-

    pida, en los tiempos difciles ms cercanos que nunca(VD 114)

    Montfort no habla explcitamente de los nios como prota-

    gonistas de la ltima lucha: l no poda prever lo que la Virgen les ha-bra manifestado dos siglos despus a t res nios en Ftima, el 13 de

    mayo de 1917, sintetizando en este primer encuentro todos los ele-mentos que l plantea en la Verdadera Devocin:

    1. La consagracin entendida como ofrenda de la vida (Queris

    ofreceros a Dios);2. La aceptacin del sufrimiento, elemento sobresaliente de la Ver-

    49 En todas las seis apariciones de Ftima, la Virgen y los nios rezan el Rosario, y Luca dosSantos declarar en seguida: no hay problema ni personal, ni familiar, ni nacional, ni in-ternacional que no se pueda resolver con el Rosario.

    50 CONGRGACIN PARA LA DOCTRINA DE LAFE,El Mensaje de Ftima, Comentario Teolgico,Roma 2000.

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    dadera Devocin( para soportar todos los sufrimientos que Dios

    quiera mandaros);

    3. La victoria de los apstoles de los ltimos tiempos que vencen algran adversario anidado en los hombres( en acto de splica por

    la conversin de los pecadores);4. La universalidad de esta lucha que llevar a la total liberacin de

    la humanidad y a la nueva creacin ( por la paz en el mundo).

    En un flash, en un encuentro de pocos minutos, los tres niosde Ftima pronuncian su s y son sumergidos en el molde divino

    que es Mara y son totalmente regenerados por el fuego del Espritu

    Santo que emana de Mara(La Seora abri las manos comuni-

    cndonos una luz tan intensa que () nos penetraba en el pecho y en

    lo ms ntimo del alma, hacindonos ver a nosotros mismos en Diosque era aquella luz).

    San Po de Pietrelcina, que recibi los estigmas en 1918, en-seguida despus de las apariciones de Ftima y que vivi el propio sa-cerdocio en el ms puro espritu deofrenda, veeste misterioso

    proyecto de Dios y declara muchas veces los nios salvarn elmundo.

    Montfort intuye que en el proyecto de Dios hay algo de mis-terioso que se le escapa, pero no logra identificarlo:Pero quin

    puede saber cmo y cundo eso ocurrir? S bien que Dios, cuyospensamientos distan de los nuestros, ms de lo que distan el cielo de

    la tierra, vendr en el tiempo y en el modo menos esperado por loshombres, incluso por los ms doctos y los ms versados en las Sa-

    gradas Escrituras, que a este respecto son muy oscuras (SM 58).

    Nosotros hoy, a la luz del Evangelio, de las tantas manifes-

    taciones de Mara a los nios, del reciente Magisterio eclesistico,podemos serenamente insertar a los nios como miembros de este

    maravilloso ejrcito de Mara que combatirn la ltima batalla apo-

    calptica contra el mal para la liberacin de toda la humanidad51. .

    4.Los nios salvarn el mundo

    Mara ha indicado talmodo menos esperado por los hom-bresespecialmente en Ftima, como subrayaasombradoJuan

    Pablo II:

    Las palabras del mensaje les han sido dirigidas a niosentre 7 y 10 aos de edad. Los nios, como Bernardita de

    Lourdes, son particularmente privilegiados en estas apari-ciones de la Madre de Dios.52

    La humilde Sierva del Seor confa su mensaje evanglico

    y, al mismo tiempo, materno de muy buena gana a las almas

    simples y puras: a tres pobres nios. Eso ha tenido lugarjusto en Ftima. Cosa que, antes, aconteci en Lourdes:porque de stos es el reino de los Cielos (Mt 19,14), segn

    las palabras del Seor. Cmo no quedar asombrados?53

    Hay una evolucin y un crecimiento en estas solicitudes de

    Mara a los nios: en La Salette, 1846, pide oracin; en Lourdes,1854, pide oracin y penitencia; en Ftima, 1917, pide lo mximo, in-

    vitando a los nios a consagrarse al Padre ofreciendo la propia vida.Con Bernardita da un nuevo respiro espiritual a Francia ata-

    cada por el positivismo; con Lucia, Francisco y Jacinta, transformael masnico Portugal en su tierra, lo preserva de la segunda guerra

    51 Montfort en la Regla para los Padres de la Compaa de Maria, anticipndose a los tiem-pos, pone una gran atencin a la evangelizacin de los nios (El trabajo del catequista esel ms importante de la misinRM 79).

    52 S.S. JUANPABLOII,Homila, 13/05/1982, Ftima (Portugal).53 S.S. JUANPABLOII,Audiencia general,15 mayo 1991, Ciudad del Vaticano.

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