marcuse_herbert_-_ensayos_sobre_politica_y_cultura

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    HerbertMarcuse

    Ensayos sobrepoltica y cultura

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    PLANETA-AGOSTINI

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    El nombre de Herbert Marcuse se hizo repen-tinamente famoso en los aos sesenta. De pronto,este filsofo alemn, que haba obtenido hacaaos la ciudadana estadounidense, apareci en las

    pginas de los peridicos como uno de los tericos

    representantes del movimiento estudiantil de aque-lla poca. Creo que los estudiantes dijo enton-ces se rebelan contra nuestro modo de vida, querechazan las ventajas de esta sociedad, as comosus males, y que aspiran a un modo de vida radi-calmente nuevo: a un mundo donde la concurren-cia, la lucha de las personas entre ellas, el enga-o, la crueldad y la represin no tendran raznde ser.

    Era la afirmacin del poder contestatario de lasminoras en el seno de las sociedades del bienestar.Para Marcuse, la rebelin contra el autoritarismo

    encubierto en el orden democrtico burgus loque l denomin tolerancia represiva, la cr-tica de los valores de la sociedad de consumo, lalucha por una liberacin ertica que deba cumplir

    III

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    la promesa de Rimbaud de cambiar la vida, slopodan ser llevadas a cabo por los estratos socialessituados extramuros del sistema: los intelectuales ylos estudiantes, con una conciencia crtica de losvalores ideolgicos del sistema, y las capas de des-

    heredados, los miserables de la sociedad opulenta.No se crea por eso que Marcuse viera en estascapas marginales una nueva clase social capaz deconstituirse como el nuevo sujeto histrico que hade transformar radicalmente la sociedad. Estatransformacin, en el pensamiento marcusiano,nicamente es posible desde los pases oprimidosdel llamado Tercer Mundo. Marcuse fue en todomomento plenamente consciente de los lmites deesos estudiantes de Berkeley, Berln o Pars. Y, sinembargo, apoy esas formas de rebelin estudiantil

    porque rompan, ni que fuera de modo volunta-rista, los rgidos esquemas de una sociedad que lmismo tild de unidimensional. Haban en esaactitud del filsofo dos razones de peso que la ex-

    plicaban ampliamente.En primer lugar, Marcuse fue el ms combativo

    de los pensadores que integraron la llamada Es-cuela de Frankfurt. Ya en su juventud, asisti allevantamiento espartaquista y al fracaso de larevolucin alemana, siendo por aquel entoncesmiembro del Partido Socialdemcrata Alemn. Alo largo de su carrera acadmica en Estados Unidos

    tuvo que enfrentar grandes dificultades. As, en1954, en plena campaa de brujas desencadenada

    por el senador McCarthy, se refugi en Bran-

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    deis, una universidad provinciana en la que un pen-sador marxista como l poda pasar ms desaper-cibido. En esta situacin se mantuvo alrededor dediez aos, hasta que la publicacin de El hombreunidimensional, obra en la que criticaba sin am-

    bages a la sociedad norteamericana, comprometisu status profesional en Brandeis y se qued sintrabajo.

    Su estancia en la Universidad de Berkeley tam-bin qued comprometida por su aprobacin p-blica de la revuelta estudiantil. Marcuse fue enton-ces amenazado de muerte por un grupo de la ex-trema derecha. El gobernador de California era enaquellos momentos Ronald Reagan, y el filsofode origen alemn termin por perder su empleo.

    Ahora bien, ms all de este carcter militante,la actitud de Marcuse en favor de la rebelin de los

    estudiantes y de los marginados halla su razn enel ncleo mismo de un pensamiento que concedeuna importancia trascendental al aspecto subjetivode la revolucin. Creo que el desarrollo de la con-ciencia es hoy de hecho una de las tareas capitalesdel materialismo revolucionario, afirm Marcuseen los aos en que su nombre apareca en los pe-ridicos como inspirador del movimiento estudian-til radical de Amrica y de Europa. Pero esta afir-macin vena de lejos, no era, en modo alguno, un

    producto circunstancial del momento.

    Y es que Marcuse se insert en el marxismodesde la filosofa. Influido en un principio por Hus-serl y Heidegger a quienes tuvo de maestros en

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    Friburgo de Brisgovia, Marcuse se inscribi ensus inicios como pensador en la tradicin posthe-geliana del idealismo alemn, en una lnea en laque tampoco era ajeno al historicismo de Dilthey.En una etapa subsiguiente, evolucion hacia el

    marxismo. Pero un marxismo que nada tena quever con el materialismo mecanicista y cientificistade la Segunda Internacional, que se haba ampa-rado en los discutibles puntos de vista del Engelsde laDialctica de la naturaleza.

    La corriente de pensamiento marxista a la queMarcuse se incorpor en los aos veinte se distin-gua, al contrario, por su carcter dialctico, y bus-caba renovar sus races en Hegel para recuperar aun Marx filsofo que haba sido devaluado en

    pos de una doctrina de clara raigambre positivistay, por ende, seudodialctica, que primaba ante

    todo el momento objetivo en el anlisis polticoe histrico. Esta corriente haba sido inaugurada

    por marxistas como Karl Korsch y, especialmente,Georg Lukcs. Este ltimo pensador, enHistoria

    y consciencia de clase (1923), justamente habapuesto de relieve la subjetividad como ineludiblecondicin de toda accin transformadora de la so-ciedad. Cmo explicar, si no, un acontecimientotan poco objetivo y tan imprevisto, por lo de-ms, desde las categoras analticas de los marxistasde la Segunda Internacional como el de la Re-

    volucin rusa de Octubre de 1917?En el pensamiento marxista de Marcuse una l-tima sedimentacin de importancia vino a fijarse

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    en los primeros aos de la dcada de los treinta.Se trata de los Manuscritos del joven Marx, queentonces fueron exhumados por primera vez, y delos que Marcuse extrajo el concepto central de alie-nacin. Dado que el hombre existe en condiciones

    distintas de aquello que realmente es, dado que suexistencia es una existencia alienada, esto, filos-ficamente, slo puede ser pensado como negativi-dad. Tal es lo que hizo el autntico Marx el Marxno adulterado de los burcratas y tambin el pri-mer Hegel, el de laFenomenologa del espritu.

    Precisamente, la reflexin en torno a Hegeldesde una ptica marxiana motiv uno de los me-

    jores libros de Marcuse, que apareci ya en 1941,cuando su autor se hallaba en Norteamrica. Su t-tulo esRazn y revolucin, cuyo subttulo, bien ex-

    plcito, es el deHegel y el surgimiento de la teora

    social.A partir de este momento, el pensamiento de

    Marcuse lleg a su madurez, mucho antes, por cier-to, de que apareciera la contestacin estudiantil enlas sociedades del bienestar. As, en los aos cin-cuenta, critic en El marxismo sovitico la escle-rosis de una teora que haba perdido su condicindialctica para convertirse en doctrina de Estado,al servicio de un poder, el estalinista, burocrticoy antirrevolucionario.

    Pero su aportacin ms original en esta poca

    fue la revisin del psicoanlisis que llev a cabo enEros y civilizacin. La idea de incorporar la teorafreudiana al anlisis crtico de la sociedad y de la

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    cultura parta de lejos. Marcuse, al igual que otrosmiembros del Instituto para la Investigacin Socialde Frankfurt. como Horkheimer y Adorno, con-sider, ya en los aos treinta, la necesidad de unainvestigacin filosfica sobre Freud. Tal inves-

    tigacin deba compensar tanto las insuficienciastericas del marxismo, cuanto poner al descubiertola carga crtica contenida, pese a las apariencias,en el pensamiento freudiano.

    Para ello, Marcuse elabor dos categoras ana-lticas destinadas a enmarcar histricamente losconceptos centrales de la metapsicologa freudiana.La primera de ellas es la de represin sobrante (sur-

    plus repression), la segunda la delprincipio de ac-tuacin (performance). Si bien es cierto que la ci-vilizacin, como pensaba Freud, est construidasobre una necesaria constriccin de la vida instin-

    tiva, existe, segn Marcuse, una cuota de represinadicional, un surplus de energa libidinal, que esdesviada de sus fines, porque la sociedad se hallaestructurada bajo la dominacin del capital.

    De idntica manera, lo que Freud denominprincipio de realidad instancia a la que se debensometer en ltimo trmino los instintos, renun-ciando al principio del placer se presenta bajouna concreta forma histrica en las sociedades ca-

    pitalistas. Tal forma es la del principio de actua-cin, en virtud del cual el individuo ha tenido que

    renunciar a la sexualidad pregenital, en aras de unaorganizacin social que hace del cuerpo un instru-mento de trabajo ante todo.

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    La tendencia oculta del psicoanlisis desve-lada por Marcuse pone as de relieve que es posibleuna civilizacin menos represiva y gratificante, enla que Eros instintos de vida predomine sobreThanatos instintos de muerte. Pero para ello

    sera necesario el fin del trabajo enajenado y laexistencia del organismo como sujeto de auto-realizacin.

    La ltima de las grandes aportaciones de Mar-cuse se dio a principios de los aos sesenta con Elhombre unidimensional, cuyo subttulo es el deEn-

    sayo sobre la ideologa de la sociedad industrialavanzada. En un prefacio escrito en 1967, el propioMarcuse defini el contenido de esta obra, en laque se enfrent de modo abierto con el establish-ment: He analizado en este libro algunas tenden-cias del capitalismo americano que conducen a una

    "sociedad cerrada", cerrada porque disciplina e in-tegra todas las dimensiones de la existencia, pri-vada o pblica. Dos resultados de esta sociedad sonde particular importancia: la asimilacin de lasfuerzas y de los intereses de la oposicin en un sis-tema al que se oponan en las etapas anteriores delcapitalismo, y la administracin y la movilizacinmetdicas de los instintos humanos, lo que hace associalmente manejables y utilizables a elementosexplosivos y "anti-sociales" del inconsciente.

    En este lcido anlisis marcusiano, se destaca

    que las contradicciones del modo de produccin ca-pitalista siguen subsistiendo, pero enmascaradas.La ideologa de las sociedades avanzadas ha con-

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    seguido desplazar las causas reales de la domina-cin. Elemento central de esta ideologa es el po-sitivismo, que desde el campo de la ciencia pro-clama la supuesta racionalidad de una realidad quees irracional. El pensamiento, como la sociedad

    misma, se ha vuelto unidimensional, y el resul-tado de todo ello es desolador: Los individuos ylas clases se lee en el mencionado prefacio re-

    producen la represin mejor que en ninguna po-ca anterior, pues el proceso de integracin tienelugar, en lo esencial, sin un terror abierto: la de-mocracia consolida la dominacin ms firmementeque el absolutismo, y libertad administrada y re-

    presin instintiva llegan a ser fuentes renovadas sincesar de la productividad.

    Una excelente muestra de los distintos aspectos

    del pensamiento marcusiano, de su riqueza de con-tenidos y de sus lcidos anlisis, se encuentra enestosEnsayos sobre poltica y cultura. Se trata deun volumen que rene trabajos escritos en los aossesenta, a excepcin de La dialctica y la lgicadespus de la segunda guerra mundial y de Laideologa de la muerte, que datan respectiva-mente de 1955 y 1959. Todos los ensayos, portanto, pertenecen a la poca de madurez de Mar-cuse, y la mayora de ellos presentan una facetacombativa y militante, que se corresponde, en el

    tiempo, con el auge de los movimientos contesta-tarios. Respecto a stos, cabe decir que Marcusenunca se hizo ilusiones, como tampoco las tuvo por

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    lo que hace a los intelectuales. Nuestro papel...se lee en "La liberacin de la sociedad opu-lenta", uno de los ensayos que integran el presentelibro es un papel limitado. En ningn caso de-

    bemos hacernos ilusiones. Pero todava es peor su-

    cumbir al derrotismo ampliamente difundido quepresenciamos.

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    CRONOLOGA

    1898 19 de julio: Herbert Marcuse nace en Ber-ln, en el seno de una familia juda.

    1900 Freud:La interpretacin de los sueos.1909 Lenin: Materialismo y empiriocriticismo.1917 Revolucin rusa de Octubre.1918 Fin de la Primera Guerra Mundial. Noviem-

    bre: estalla la revolucin en Berln.1919 Enero: asesinato de Rosa Luxemburg y Karl

    Liebknecht durante el levantamiento espar-taquista. Febrero: proclamacin oficial de laRepblica de Weimar, con Friedrich Ebertcomo presidente. Marcuse, tras estos acon-tecimientos, abandona su militancia en elPartido Socialdemcrata Alemn.Freud: Ms all del principio del placer.

    1921 Freud:Psicologa de las masas y anlisisdel yo.

    1922 Alumno de Heidegger, Marcuse termina susestudios en la Universidad de Friburgo deBrisgovia.

    1923 Se crea en Frankfurt el Instituto para la In-

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    vestigacin Social (Institut fr Sozialfor-schung). marco que empieza a agrupar aalgunos de los pensadores que, con eltiempo, constituirn la llamada Escuela deFrankfurt. K. Korsch: Marxismo y filoso-

    fa. G. Lukcs: Historia y consciencia declase. Freud:El yo y el ello.1927 Freud:El futuro de una ilusin.1930 Freud:El malestar en la cultura.1932 Ontologa de Hegel y teora de la histori-

    cidad.1933 Hitler sube al poder. Marcuse, junto con

    otros miembros del Instituto para la Inves-tigacin Social, se exilia primero en Suiza yluego en Francia.W. Reich:Psicologa de masas del fascismo.

    1934 Imparte clases en la Universidad nortea-

    mericana de Columbia.1936 Estudios sobre la autoridad y la familia, pu-

    blicacin del Instituto para la InvestigacinSocial, en la que participan, bajo la direc-cin de Marx Horkheimer, Theodor W.Adorno, Erich Fromm y el propio Marcuse,entre otros.

    1939 Estalla la Segunda Guerra Mundial. MuereFreud.

    1940 Adquiere la nacionalidad norteamericana.1941 Razn y revolucin. Fromm:El miedo a la

    libertad.1942 Trabaja para los servicios de inteligencia delejrcito norteamericano.

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    1945 Finaliza la Segunda Guerra Mundial. W.Reich: edicin definitiva deLa revolucinsexual.

    1946 Dirige una de las secciones europeas del Of-fice of Intelligence Research.

    1947 M. Horkheimer y Th. Adorno:Dialctica dela Ilustracin.1951 Imparte de nuevo clases de filosofa en la

    Universidad de Columbia.1953 Eros y civilizacin.Profesor en la Univer-

    sidad de Harvard.1954 Es contratado por la Universidad de Bran-

    deis.1955 Th. Adorno, codirector, junto con M.

    Horkheimer, del Instituto para la Investi-gacin Social en Alemania, publicaPrismas.La crtica de la cultura y la sociedad.

    1958 El marxismo sovitico.1959 Norman O. Brown:Eros y Tanatos. El sen-

    tido psicoanaltico de la historia.

    1963 Adorno pasa a dirigir el Instituto para la In-vestigacin Social.

    1964 El hombre unidimensional. Ensayo sobrela ideologa de la sociedad industrial avan-zada.

    1965 Profesor de filosofa poltica en la Univer-sidad de California, en San Diego. Entre sus

    alumnos, figura Angela Davis, activista delgrupo revolucionarioBlack Panther. Co-mienza a cuajar la figura de Marcuse comoidelogo del movimiento estudiantil amer-

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    cano y europeo. Escalada de la intervencinnorteamericana en Vietnam.

    1966 Th. Adorno:Dialctica negativa.1967 Pronuncia una serie de conferencias en la

    Universidad Libre de Berln, que, una vez

    recogidas, dan lugar al textoEl final de lautopa. En Bolivia, es acribillado Che Gue-vara.

    1968 Mayo francs: la confluencia del movi-miento estudiantil con el movimientoobrero (10 millones de huelguistas) conducea una situacin revolucionaria en Francia,finalmente colapsada, que acabar, contodo, con la vida poltica del general DeGaulle. Las fuerzas del Pacto de Varsoviainvaden Checoslovaquia.

    1969 Ideas para una teora crtica de la sociedad.1970 Publicacin pstuma de la Teora esttica,

    de Adorno.1972 Contrarrevolucin y revuelta.1975 El ejrcito norteamericano se retira de Viet-

    nam.1979 29 de julio: Herbert Marcuse muere en

    Starnberg, en la Repblica Federal Ale-mana.

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    BIBLIOGRAFA

    A) Obras de Marcuse traducidas al castellano:

    Eros y civilizacin. Barcelona (Seix Barral), 1968.Razn y revolucin. Hegel y el surgimiento de lateora social. Madrid (Alianza Editorial), 1971.

    El marxismo sovitico. Madrid (Alianza Editorial),1968.

    El final de la utopa. Barcelona (Ariel), 1968.Ontologa de Hegel y teora de la historicidad. Bar-

    celona (Martnez Roca), 1976.tica de la revolucin. Madrid (Taurus), 1969.Psicoanlisis y poltica. Barcelona (Pennsula),

    1969.Pesimismo, un estado de la madurez. Buenos Aires

    (Taurus), 1969.La agresividad en la sociedad industrial avanzada.

    Madrid (Alianza Editorial), 1971.Calas en nuestro tiempo. (Marxismo y feminismo.

    Teora y praxis. La nueva izquierda). Barce-lona (Icaria), 1976.

    Freud en la actualidad. En colaboracin con otros

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    autores. Edicin de Th. Adorno y W. Dirks.Barcelona (Barral). 1971.

    El odio en el mundo actual. En colaboracin conA. Hsler. E. Bloch y otros. Madrid (AlianzaEditorial). 1973.

    El hombre unidimensional. Barcelona (Seix Ba-rral), 1968.Cultura y sociedad. Buenos Aires (Sur), 1967.

    Ensayo sobre a liberacin. Mxico (Joaqun Mor-tiz), 1969.

    El futuro del arte, en Convivium, n. 26, enero-Sur), 1967.La tolerancia represiva, en Convivium, n. 27,

    abril-septiembre, 1968.

    B) Estudios sobre la obra de Marcuse:

    BUBNER, R., La filosofa alemana contempornea.Madrid (Ctedra), 1984.

    GORZ, A., y otros, Marcuse ante sus crticos. Bar-celona (Grijalbo), 1970.

    HABERMAS, J., Respuestas a Marcuse. Introduc-cin de M. Sacristn. Barcelona (Anagrama),1969.

    JAY, M., La imaginacin dialctica. Historia de laEscuela de Frankfurt y el Instituto de Investi- gacin Social(1923-1950). Madrid (Taurus),

    1969.PERLINI, T., La Escuela de Frankfurt. Caracas(Monte vila), 1976.

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    PERROUX, F., Perroux interroga a Marcuse. Bar-celona (Nova Terra), 1969.

    ROBINSON, P. A., La izquierda freudiana. Reich.Roheim. Marcuse. Buenos Aires (Granica),1971.

    RODRGUEZ IBEZ, J. E., Teora crtica y socio-loga. Madrid (Siglo XXI), 1978.RUSCONI, G. E., Teora crtica de la sociedad. Bar-

    celona (Martnez Roca), 1969.THERBORN, G., La Escuela de Frankfurt. Barcelona

    (SigloXXI), 1978.SCONI,G. E., Teora crtica de la sociedad y po-

    sitivismo. Barcelona (Ariel), 1979.BORN, G.,La Escuela de Frankfurt. Barcelona (Sa-

    grama), 1972.

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    Ensayos sobrepoltica y cultura

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    EL INDIVIDUO EN LA GRAN SOCIEDAD

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    Ensayo publicado como captulo 3 del libro colectivo A GreatSociety?, compilado por Bertram M. Gross. Basic Books, NuevaYork, 1968.

    1966, 1967, 1968 by Basic Books, Inc., Publishers, NuevaYork.

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    Antes de examinar la presunta funcin del "in-dividuo" en la "gran sociedad", es necesaria una

    breve definicin (o ms bien redefinicin) de estostrminos. Propongo proceder a ello situando lasideas y discursos oficiales y semioficiales sobre la

    gran sociedad en el contexto de su realizacinfutura y en el de las condiciones (polticas, econ-micas e intelectuales) predominantes que determi-nan su (posible o imposible) realizacin. Si estosfactores no se ponen en relacin con la idea, staseguir siendo mera chchara, publicidad o propa-ganda; en el mejor de los casos una declaracinde intencin. El estudioso tiene la responsabili-dad de tomarse todo esto en serio, es decir, de irms all de las palabras o, mejor, de considerareste aspecto de las palabras en el universo dadode fuerzas, posibilidades y tendencias que definesu contenido.

    Partir de la idea de la Gran Sociedad tal comofue presentada por el presidente Johnson. Creoque sus caractersticas esenciales pueden ser resu-midas como sigue. Se trata de: 1) una sociedad de

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    "crecimiento incontenible", basada en "la abun-dancia y la libertad para todos", que exige "ponerfin a la miseria y a la injusticia racial"; 2) una so-ciedad en la que el progreso es el "servidor denuestras necesidades"; 3) una sociedad en la cual

    el tiempo libre es una "grata ocasin para construiry reflexionar", y que satisface "no solamente lasnecesidades del cuerpo y las exigencias del comer-cio, sino el deseo de belleza y el anhelo comuni-tario".

    Este cuadro va precedido de la declaracin de. que nuestra sociedad puede ser un lugar en el que"daremos nueva vida a nuestras familias, libresde la oscura sombra de la guerra y de la descon-fianza entre las naciones". Le sigue una enumera-cin de las zonas donde puede empezar la cons-

    truccin de la Gran Sociedad: 1) la reconstruccinde nuestras ciudades y de los transportes entreellas, de acuerdo con las necesidades de pobla-cin constantemente creciente; 2) la reconstruccindel campo, contaminado y destruido, para recupe-rar el "contacto con la naturaleza" y para prote-ger "la belleza de Amrica"; 3) la mejora y laextensin de la educacin y de las posibilidadeseducativas. Y cuando hayamos conseguido todoesto no habremos llegado al final de la lucha,

    pues "sobre todo, la Gran Sociedad no es un puer-

    to seguro, un lugar de descanso, un objetivo final,una tarea acabada. Es un destino constantementerenovado, que nos llama a un destino en el que

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    el significado de nuestras vidas va emparejado alos maravillosos productos de nuestro trabajo".

    La Gran Sociedad contra la empresa capitalista

    Permtaseme anotar aqu mi primer disenti-miento. Empiezo intencionadamente por el aspectoms especulativo, ms "utpico", porque es aqudonde la orientacin fundamental del programa(y sus limitaciones internas) resulta ms visible.Ante todo, una pequea observacin de estilo: elsignificado de nuestras vidas ira "emparejado" alos "productos de nuestro trabajo"; no tendraque ser lo contrario? En una sociedad libre, el sig-nificado de la vida es determinado por individuoslibres, los cuales determinan de acuerdo con ellolos productos de su trabajo. La construccin de lafrase, por s misma, no impide esta interpretacin,

    pero en el contexto del prrafo entero cobra unaespecial importancia. Por qu la Gran (y Libre)Sociedad no ha de ser un lugar de descanso, un

    puerto seguro? Por qu ha de ser un desafo cons-tantemente renovado? La dinmica de la producti-vidad incesantemente impulsada no es la de unasociedad pacfica y humana en la que los indivi-duos se hayan recuperado a s mismos y desarro-llen su propia humanidad; el desafo con que se

    enfrenten puede consistir precisamente enprotegery preservar un "puerto seguro", un "lugar de des-

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    canso" en el que la vida no se gaste ya en la luchapor la existencia. Y una sociedad as podra recha-zar la idea (y la prctica) de un "crecimiento in-contenible"; muy bien podra contener (volversobre esto) sus posibilidades tcnicas cuando ame-

    nazaran aumentar la dependencia del hombre desus instrumentos y de sus productos.Incluso hoy, mucho antes de emprender el ca-

    mino hacia una sociedad libre, la guerra contra la pobreza puede ser sostenida mucho ms eficaz-mente mediante una reorientacin de la produc-cin que por un incremento de la misma, mediantela eliminacin de la productividad en las zonas dedespilfarro socialmente necesario, de obsolescencia

    planificada, de los armamentos, de la publicidad,de la manipulacin. Una sociedad que emparejela abundancia y la libertad en la dinmica del cre-cimiento incontenible y del desafo perpetuo es elideal de un sistema basado en la perpetuacin dela escasez; de la escasez creada cada vez ms arti-ficialmente, esto es, por la necesidad de una abun-dancia de bienes siempre ms numerosos y siem-

    pre nuevos. Pues en semejante sistema los indivi-duos han de gastar su vida en la lucha competitiva

    por la existencia para satisfacer la necesidad deaumentar los productos del trabajo porque hande ser vendidos para obtener la ganancia, y latasa de la ganancia depende de la creciente pro-

    ductividad del trabajo. En un lenguaje menos ideo-lgico esto recibi el nombre de ley de la repro-

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    duccin ampliada del capital. Bajo este aspecto,la Gran Sociedad aparece como la continuacinmejorada y con formas aerodinmicas de la no-tan-gran sociedad existente, cuando esta ltima hayalogrado liberarse de sus manchas y de las huellas

    de sus heridas. Su capacidad para conseguirlo se dapor supuesta. Pero el estudioso no puede dejar sinexamen esta suposicin: dejemos las especulacio-nes sobre la Gran Sociedad y volvamos al progra-ma de construccin de la misma, o, ms bien, al

    programa de su preparacin dentro de la sociedadexistente.

    Lo primero es la guerra contra la pobreza. Laliteratura crtica sobre ella es ya tan grande quetendr que ser breve en mis referencias. Se suponeque la "sociedad opulenta" ha de llevar a caboesta guerra contra la pobreza . La "sociedad opu-lenta"; as, puede resultar una guerra de esta socie-dad contra s misma, habida cuenta de sus contra-dicciones internas. Vencer realmente la pobrezasignifica o bien el pleno empleo como condicinnormal y a largo plazo del sistema, o bien el de-sempleo y unos subsidios suficientemente amplios

    para poder vivir una vida decente, tambin comocondicin normal y a largo plazo del sistema.Ambas conquistas se hallan al alcance de las posi-

    bilidades (tcnicas) de una sociedad industrialavanzada (paradjicamente, la segunda puede ser

    la consecuencia histrica de la primera). Pero elconcepto de "sociedad industrial avanzada" tiene

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    que ser dividido en sus formas principales actua-les: capitalista y socialista. Aqu nos ocupamos so-lamente de la primera. En ella, la victoria realsobre la pobreza sufre el contraataque y la "con-tencin" de las instituciones sociales predominan-

    tes. El pleno empleo, como condicin constante,implica un nivel constantemente alto (y, con laelevacin de la productividad, en elevacin cons-tante) de los salarios reales, que no quede anulado

    por el aumento de los precios. Esto equivaldra aun descenso de la tasa de la ganancia por debajodel lmite tolerable para la empresa privada. Acaso

    pueda pensarse que es posible conseguir algo pare-cido al pleno empleo mediante una economa deguerra (o de defensa) en expansin, ms una pro-duccin en expansin de derroche, de smbolos dela posicin social, de obsolescencia planificada yde servicios parasitarios. Pero incluso dejando delado el peligro claro y real de una explosin inter-nacional, un sistema as producira y reproduciraunos seres humanos de los que no podra esperarsela construccin de una sociedad humana y libre,

    por muchos esfuerzos de imaginacin que se hicie-ran. Pues la construccin de una Gran Sociedaddepende de un "factor humano" que difcilmenteaparece en el programa: la existencia de indivi-duos que, por sus aptitudes, objetivos y necesida-des, sean cualitativamente diferentes de los edu-

    cados, formados y fomentados hoy. La agresinmovilizada (y reprimida) para el mantenimiento

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    de una sociedad montada para una defensa per-manente acta en contra del progreso hacia for-mas superiores de libertad y de racionalidad. Nohay duda de que el pleno empleo no destructivosigue siendo una posibilidad real: exige nada

    ms y nada menos que la reconstruccin real esbo-zada en el programa del presidente, esto es, lareconstruccin de las ciudades, del campo y dela educacin. Pero este mismo programa exige laeliminacin de los intereses particulares que se in-terponen en el camino de su cumplimiento. Hoycomprenden el capital y el trabajo, a los polticosde la ciudad y del campo, a republicanos y dem-cratas, y stos son los poderosos intereses en quese basa ampliamente esta Administracin.

    Hay que repetir esta verdad: no solamente lamagnitud del programa sino tambin su base eco-nmica son incompatibles con estos intereses. Latransformacin de las ciudades en un universo hu-mano supone mucho ms que la limpieza de los

    barrios pobres: supone la disolucin literal de las-ciudades y su reconstruccin segn planes urba-nsticos rgidamente impuestos. De ser empren-dida para la poblacin en su conjunto, y nosolamente para quienes pueden pagarla, la re-construccin sera claramente no rentable, y sufinanciacin pblica significara la destruccin dealgunas de las camarillas ms poderosas del pas.

    Supondra, por ejemplo, la creacin de una redde transportes pblicos amplia y eficaz que susti-

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    tuyera al automvil privado como vehculo prin-cipal para el trabajo y para el tiempo libre, el finde la industria del motor tal como est organizadaactualmente. El "embellecimiento" del campo su-

    pondra la eliminacin (impuesta rgidamente) de

    todos los carteles anunciadores y reclamos de nen,la reduccin de las innumerables estaciones de ser-vicio, puestos de venta junto a la carretera, causasde ruidos y tantas otras cosas que han vuelto im-

    posible el deseado "contacto con la naturaleza".En general y esto es seguramente muy impor-tante, la reconstruccin exigira que se eliminaratoda la obsolescencia planificada, que se ha con-vertido en un sostn esencial del sistema en la me-dida en que asegura el cambio necesario y la carre-ra de la competencia. En todos estos aspectos larealizacin del programa parece irreconciliablecon el espritu de la empresa capitalista, y estacontradiccin se hace tal vez ms ostensiblementevisible en la insistencia del programa sobre la

    belleza. Aqu las palabras cobran un tono falso,el lenguaje se convierte enel de la musa comer-cial, y casi se experimenta una sensacin d aliviocuando la seora Johnson, abandonando el lengua-

    je ideolgico, pasa a ensalzar la belleza como va-lor econmico: segn el Times de Los ngeles (del8 de septiembre de 1965), "conservar el atractivode una ciudad es un valor econmico primario,

    un modo de conseguir beneficios extra. Una ciudadbella proporciona al dlar un elevado inters".

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    Las consecuencias del industrialismo avanzadosobre el pueblo

    Paso ahora al "factor humano", y en el cursode mi discusin empezar por la educacin, latercera zona de la reconstruccin. Quines sonlos seres humanos, los individuos de los cuales sesupone que han de construir la Gran Sociedad?

    Viven en una sociedad en la que (para bien opara mal) se hallan sometidos a un aparato quecomprende la produccin, la distribucin y el con-sumo, lo material y lo intelectual, el trabajo y eltiempo libre, la poltica y la diversin; un aparatoque determina su existencia diaria, sus necesidadesy sus aspiraciones. Y esta vida, privada, social yracional, se halla encerrada en un universo hist-rico muy especfico. Los individuos que componen

    el grueso de la poblacin en las "sociedades opu-lentas" viven en un universo de defensa y agresin

    permanentes. Este universo se manifiesta a s mis-mo en la guerra contra el Vietcong y en la luchacontra los negros, en la enorme red de industriasy servicios que trabajan para el establishmentmili-tar y sus anejos; pero se manifiesta tambin en laviolencia liberada y convertida en productiva porla ciencia y la tecnologa, en el terror de la publi-cidad y la diversin impuestas a pblicos esclavi-zados. He de insistir, contra el viejo argumento de

    que la violencia y la agresin han sido siempre un17

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    factor normal en todas las sociedades, en la dife-rencia cualitativa. No es solamente la magnituddelpotencial de destruccin y el alcance de su rea-lizacin lo que distingue una carrera de carretasde una carrera de automviles, un cande un

    proyectil balstico, la energa hidrulica de la ener-ga nuclear. Parecidamente, no son solamente lavelocidad y el alcance lo que distingue los mediosde comunicacin de masas de sus predecesores.Se introduce la cualidad nueva por la progresivatransferencia de poder del individuo humano alaparato tcnico o burocrtico, del trabajo vivoal trabajo muerto, del control personal al controlremoto, de una mquina (o grupo de mquinas) atodo un sistema mecanizado. Quisiera repetir que(todava) no estoy valorando este proceso: puedeser progresivo o regresivo, humanizador o deshu-manizador. Pero lo que ocurre en realidad es queen esta transferencia de poder se produce tambinuna transferencia del sentimiento de responsabili-dad: se exime al individuo de ser una personaautnoma: en el trabajo y en el tiempo libre, ensus necesidades y satisfacciones, en su pensamien-to y en sus emociones.

    Al mismo tiempo, sin embargo, esta exencinno es una liberacin del trabajo alienado: los indi-viduos deben seguir gastando su energa fsica eintelectual en la lucha por la existencia, por la

    posicin social, por mejorar; deben padecer, utili-zar y aprovechar el aparato que les impone esta

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    necesidad. La nueva heteronoma en el mundo deltrabajo no se compensa con una nueva autonomadel mundo del trabajo: ]a alienacin se intensificacuando pasa a ser transparentemente irracional, yse convierte en improductiva cuando sostiene una

    productividad represiva. Y cuando la sociedad es-tablecida entrega las mercancas que elevan elnivel de vida, la alienacin llega a un punto enel cual la consciencia de la alienacin es amplia-mente reprimida: los individuos se identifican consu ser-para-otros.

    En tales circunstancias, la sociedad necesita deun Enemigo contra el cual hayan de ser defendi-das las condiciones predominantes y contra el cual

    pueda liberarse la energa agresiva que no sea po-sible canalizar en la lucha por la existencia normaly diaria. Los individuos llamados a desarrollar laGran Sociedad viven en una sociedad que hacela guerra o est preparada para hacerla en todo elmundo. Cualquier discusin que no encuadre laGran Sociedad en la estructura internacional segui-r siendo propaganda, discusin ideolgica. El Ene-migo no es un factor cualquiera entre otros; noes una contingencia que una valoracin de la GranSociedad pueda ignorar o que pueda mencionarde pasada: su existencia es un factor determinantetanto en el interior como en el exterior, en losnegocios y en la educacin, en la ciencia y en el

    descanso.Aqu solamente nos ocupamos del Enemigo en

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    relacin con el programa de la Gran Sociedad, y,ms especficamente, con el modo en que el Ene-migo (o, mejor, la representacin del Enemigo yde la lucha contra l) afecta a los individuos, a lagente de la que se supone que ha de convertir

    la "sociedad opulenta" en la Gran Sociedad. As,no se trata de en qu grado la industria del arma-mento y sus "multiplicadores" se han convertidoen una parte indispensable de la "sociedad opu-lenta", ni de si la actual dominacin y la polticadel establishment militar van en. el sentido del"inters nacional" (si el inters nacional se defineen trminos distintos de los empleados por los mis-mos que hacen la poltica). La cuestin que deseo

    plantear es ms bien la siguiente: la existencia delEnemigo, prejuzga y prejuzga negativamentela posibilidad y la capacidad de construir la GranSociedad? Antes de entrar en una breve discusin,debo definir redefinir "el Enemigo". Lo har

    presentando una hiptesis insegura.Sigue siendo el Enemigo el comunismo per

    se? Pienso que no. En primer lugar, el comunismoexiste hoy en muchas formas, algunas de las cualesse hallan en conflicto y en contradiccin con otras.Este pas no combate a todas estas formas, y ellono solamente por razones tcticas. En segundolugar, el comercio capitalista con los pases comu-nistas aumenta constantemente, y precisamente

    aumenta el comercio con aquellos pases en losque el comunismo parece ms estable. Adems, el

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    comunismo se halla constituido muy firme y sli-damente en la Unin Sovitica, pero desde hacealgn tiempo los Estados Unidos y la U. R. S. S. nose han tratado realmente como Enemigos (|con ma-yscula!); en realidad, se oye hablar con frecuencia

    de cooperacin y de confabulacin, mientras queel Enemigo contra el cual se moviliza el sistema espresentado como algo que impide la colaboraciny la confabulacin. En tercer lugar, es difcil con-siderar al comunismo como una amenaza para este

    pas, incluso en las universidades y entre los ne-gros. Observando los hechos, trtese de hechosgeogrficos o de otra especie, dira que se llevaadelante la movilizacin y se pelea en la guerra,en realidad, contra (y entre) pueblos semi-colonia-les y ex-coloniales, y adems pobres, sean comu-nistas o no. No se trata del viejo colonialismo ydel imperialismo (aunque en algunos aspectos elcontraste ha sido exagerado: existe poca diferen-cia esencial entre un gobierno directo por partede la potencia metropolitana y un gobierno nativoque nicamente funciona gracias a la potencia me-tropolitana). La razn (objetiva) de la lucha mun-dial no es la necesidad de una exportacin inme-diata de capital, de obtener recursos o de unaexplotacin adicional: se trata ms bien del peligrode subversin en la jerarqua establecida de amo yesclavo, de la cspide y la base; una jerarqua que

    han creado y sostenido las naciones ricas, capitalis-tas y comunistas. Hay aqu una amenaza primitiva

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    y muy elemental de subversin: una rebelin deesclavosen vez de una revolucin; y precisamente

    por esta razn la amenaza es muy peligrosa parasociedades capaces de contener y de derrotar lasrevoluciones. Pues los esclavos estn en todas par-

    tes y son innumerables, y en realidad no tienenotra cosa que perder que sus cadenas. Sin duda,las sociedades establecidas se han enfrentado ante-riormente con la subversin de la jerarqua: conla subversin dentro, por obra de una de su pro-

    pias clases. Pero esta vez la amenaza procede defuera, y precisamente por esta razn amenaza alsistema en su conjunto; la amenaza aparece comouna amenaza total, y quienes la representan notienen siquiera un inters creado potencial en lassociedades establecidas. Puede que carezcan delos planos de una reconstruccin positiva, o quetengan los de una incapaz de funcionar; perodesean simplemente no ser esclavos ni un segundoms, y les empuja la necesidad vital de cambiarunas condiciones intolerables y de hacerlo diferen-temente que las viejas potencias. Esta rebelin pri-mitiva, esta revuelta, implica de hecho un progra-ma social: la consciencia de que no es posibleconstruir su sociedad siguiendo las lneas de lasnaciones ricas que perpetan la servidumbre y ladominacin. Su lucha por la liberacin es objeti-vamente anticapitalista incluso aunque rechacen el

    socialismo y persigan los beneficios del capitalis-mo, y su lucha es objetivamente anticomunista

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    aunque sean comunistas, pues apuntan ms all(o al otro lado) de los sistemas comunistas esta-

    bleados.He empleado la expresin "objetivamente ra-

    cional" para subrayar que no pretendo dar por

    supuesto que los factores o tendencias que se aca-ban de esbozar sean las seguidas intencionalnentepor quienes elaboran la poltica. Sugiero ms bienque actan "a espaldas" de quienes elaboran la

    poltica, y que acaso se afirman, incluso, contrasu voluntad, como tendencias histricas que es po-sible extrapolar de las condiciones polticas y socia-les dominantes. En la superficie aparece otra razn,mucho ms obvia, para la defensa y la movilizacin

    permanentes: expresada en la "teora del domin"y en la idea de la lucha comunista por la revo-lucin mundial. La idea, tal como la presentanquienes elaboran la poltica y la informacin, nocorresponde a los hechos, pero en la "teora deldomin" hay un ncleo de verdad. Toda victoriaespectacular de los rebeldes que no poseen nadaen cualquier lugar activara su consciencia y surebelin en otros lugares tambin, y tal vez inclu-so en el interior de este pas. Para el capitalismo,adems, una victoria as significara un peligrosoestrechamiento adicional del mercado mundial, pe-ligro ms bien remoto que slo se materializara silos pases atrasados consiguieran la independencia

    real y cuando la hubieran alcanzado, pero peligrobastante serio, por ejemplo, con respecto a Amrica

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    Latina. Para la Unin Sovitica, el riesgo econ-mico no existira, pero la amenaza para el rgimenestablecido parece bastante real. Se puede decircon seguridad que la actitud de los dirigentessoviticos hacia la revolucin y la rebelin es cuan-

    do menos ambivalente, ya que no hostil, comoqueda claro en el conflicto con China.La sociedad industrial ms adelantada es la que

    se siente amenazada ms directamente por larebelin, pues es ah donde la necesidad social derepresin y alienacin, de servidumbre y hetero-noma, es ms transparentemente innecesaria e im-

    productiva en trminos de progreso humano. staes la racionalidad oculta que se halla por debajode la crueldad y la violencia movilizadas en lalucha contra esa amenaza, por debajo de la mon-tona regularidad con que se familiariza y se acos-tumbra al pueblo a unas actitudes y a una conductainhumana la matanza generalizada como acto

    patritico. Lo que hace al respecto la prensa libreacaso se recordar en el futuro como uno de losactos ms vergonzosos de la civilizacin. Difcil-mente pasa un da sin que los titulares de los

    peridicos celebren una victoria anunciando "136vietcongs muertos", "Los marines han matado almenos 156 vietcongs", "Ms de 240 rojos muer-tos". Durante mi vida he conocido dos guerrasmundiales, pero no puedo recordar anuncios de

    carnicera tan desvergonzados. Tampoco puedo re-cordar ni siquiera en la prensa nazi un titular

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    como el que reza: "Los Estados Unidos satisfechospor la falta de protestas contra el gas lacrimgeno"(Los Angeles Times, 9 de septiembre de 1965).Esta especie de informacin, consumida diaria-mente por millones de personas, ensalza a los

    homicidas y la necesidad de homicidas. Un juezde Nueva York ha resumido la situacin cuando, alponer en libertad bajo palabra a dos jvenes "quehaban sido procesados bajo la acusacin de ase-sinar a un vagabundo del East Side y luego vueltosa detener bajo la acusacin de matar a uno de suscompaeros", observ, segn The New York Times(8 de septiembre de 1965): "Deberan ir al Vietnam,donde necesitamos soldados para matar vietcongs".He apuntado que la situacin internacional dela sociedad opulenta es en un sentido muy espec-

    fico una expresin de su dinmica interna: delconflicto entre la necesidad (social, poltica) de pre-servar la estructura de poder establecida dentro dela nacin y en el exterior, por una parte, y de laotra descencia histrica de esta necesidad, por otra,tal como se pone de manifiesto dramticamente ente rebelin de los pueblos atrasados. En este con-flicto, la sociedad moviliza la energa agresiva desus individuos en una medida tal que difcilmente

    pueden parecer capaces de convertirse en los cons-tructores de una sociedad libre y pacfica. Parece

    que una empresa as, que apuntara hacia unasociedad cualitativamente diferente, significara un

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    El concepto de individualismo en transformacin

    En su nueva funcin histrica, el concepto deindividuo tiene su origen en la Reforma protes-tante. Se desarrollan simultneamente las manifes-

    taciones religiosas y seculares, internas y externas.En esta funcin doble, el individuo se convierte enla unidad de la nueva sociedad: en el espritu,como sujeto responsable de la fe, del pensamientoy de la conciencia; y en el espritu del capitalismo,como sujeto responsable de la libre empresa.Ambas manifestaciones siguen interrelacionadasentre s, pero pueden distinguirse dos tenden-cias que entran en conflicto cada vez ms a medidaque avanza la nueva sociedad: por una parte estel desenvolvimiento del sujeto moral e intelectuallibre; por otra, el desenvolvimiento del sujeto dela libre empresa en la libre competencia. Podemosdecir tambin que el individuo en la lucha porvi miento de l sujeto moral e intelectual yel individuo en la lucha por la existencia, estnseparados. Todava se hallan en armona en el egocogito de Descartes: el individuo es el sujeto dela nueva sociedad, y es el sujeto de la duda met-dica, de la razn crtica contra todos los prejuiciosestablecidos. Pero esta armona es engaosa: launidad de ambas esferas se ha disuelto. El indivi-duo como sujeto de la lucha capitalista por la exis-

    tencia, de la competencia econmica y de la pol-

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    tica, cobra forma en la filosofa de Hobbes, Locke,Adam Smith y Bentham, mientras que el sujetode la autonoma individual, moral e intelectual, secompendia en la Ilustracin, en Leibniz y en Kant.El conflicto entre las tradiciones filosficas re-

    fleja el conflicto que se abre en la realidad social.Se supona que la libertad era la cualidad esencialdel individuo en la teora y en la prctica, en el

    pensamiento y la accin; la cualidad del hombreinterior y exterior. En este sentido, el individuo erael corolario de la empresa privada: la responsabi-lidad moral y la autonoma de la personalidadhaban de tener su base real en la libertad econ-mica y poltica. El individuo es propietario: nosimplemente en el sentido de poseer recursos ma-teriales, bienes y servicios necesarios para la reali-zacin (demostracin, validacin) de su libertad ensu sociedad, sino en el sentido de haberlos adqui-rido en virtud de su propio trabajo o de su domi-nio sobre el trabajo de otro (y ya en Locke!), yde haberlos hecho propios, expresin material desu personalidad productiva, creadora. Esta idea, laidea del individuo como propietario, que dominala teora filosfica del individuo desde Hobbes hastaHegel, difcilmente resultaba aplicable, en sentidogeneral, a la sociedad adquisitiva, en la que la ma-yora de la poblacin segua privada de esa auto-noma. Pero exista una clase, durante mucho tiem-

    po la clase dominante, la de los entrepreneursagrarios e industriales, de los cuales podra decirse

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    que eran los dueos de su propia empresa: queeran responsables individualmente de sus decisio-nes, opciones y riesgos; que eran recompensadossi su decisin era una buena decisin y sanciona-dos si era mala, de acuerdo con el veredicto del

    mercado libre y competitivo. A travs de la liber-tad de la empresa privada, esta clase (hablando engeneral, la burguesa) desarroll las fuerzas pro-ductivas sobre una base individualista, bajo lascondiciones del capitalismo libre que prevalecien los pases industriales hasta el final del siglo xix.Y los mismos seores econmicos eran individuosautnomos en su propia casa: al determinar laeducacin de los hijos, el nivel de vida, el modelode comportamiento, aplicaban el principio de rea-lidad de una manera ms bien autoritaria. "Amosen su casa", en sus negocios y en su hogar, podanobrar con independencia del gobierno, sin especia-listas en "relaciones pblicas", con independenciade la masa media estandarizada; podan ser consi-derados, pues, como los representantes vivientesde la cultura individualista.

    Hoy no se necesita una larga discusin paramostrar que han desaparecido las condiciones enque poda florecer esta forma de empresa indivi-dual. La sociedad americana contempornea hasuperado el estadio de productividad en el que lasunidades productivas individuales se aventuran en

    la libre competencia entre s; con la transforma-cin del capitalismo liberal en capitalismo orga-

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    nizado, la "individualidad" en la esfera econmicase ha vuelto anticuada, disminuida por el rpido yabrumador crecimiento de la productividad deltrabajo y por el crecimiento de los medios e ins-trumentos para utilizar esta productividad. Dado

    este desarrollo histrico, se plantea la cuestin dednde y cmo podemos contemplar, en la sociedadindustrial avanzada de nuestro tipo, el desenvol-vimiento y la expresin de la individualidad crea-dora. Pero antes de entrar en esta discusin deseoseguir las vicisitudes de la individualidad en aque-lla dimensin en la que el individuo es "creador"en el sentido ms autntico: la de la literatura ylas artes.

    En realidad, la dimensin artstica parece habersido el nico verdadero hogar del individuo, elnico lugar en que el hombre poda ser un indivi-duo tanto en su existencia material como en suexistencia inteligible: no solamente como hombreinterior, sino como hombre exterior. En contrastecon el individuo econmico, el artista realiza suindividualidad en una forma de trabajo creadorque la cultura moderna ha glorificado como unamanifestacin de lalibertad superioryde los valo-res ms elevados. Y a diferencia de la autonomamoral y espiritual interna atribuida al individuo("persona") por la filosofa idealista, la libertad delartista est hecha de algo ms sustancial; se ex-

    presa a s misma en su oeuvre y en su vida. Lasgrandes personalidades del Renacimiento podan

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    conjugar el individualismo artstico, poltico y eco-nmico: la frase de Jakob Burckhardt, "el estadocomo obra de arte", expresa esta unidad. La frase

    puede transmitir una imagen altamente idealizada,pero seala el abismo que separa los orgenes del

    individualismo de sus estadios posteriores. En lasociedad burguesa plenamente desarrollada, el va-lor de mercado sobresee el valor de la creatividadindividual; cuando esta ltima sirve para incre-mentar el primero, lo que se reafirma es el merca-do ms que el individuo. El individuo, en el sen-tido "clsico" pleno, como un autntico yo, ahorasolamente aparece posible en contra de su socie-dad, en conflicto esencial con las normas y valoresestablecidos: es un extrao, un extranjero o unmiembro de la "emigracin interna". En esta so-ciedad, el individuo no puede realizarse a s mis-

    mo, no puede alcanzar su propio yo: tal es elmensaje de la literatura representativa al menosdesde el Sturm und Dranghasta Ibsen. En la ine-vitable lucha con la sociedad, el individuo (siempreen el sentido enftico del trmino) o bien pereceo bien dimite, renuncia a la libertad y a la felici-dad sin compromisos que eran al principio la pre-misa y el objetivo del "desenvolvimiento". El indi-viduo creador empieza como no-conformista; enla sociedad establecida, no puede ser "realista" sintraicionarse a s mismo; su autonoma es la de su

    imaginacin, que tiene su racionalidad y su ver-dad propias (acaso ms vlidas y ms racionales

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    que las del Sistema). Pero cuando se pone a viviry a trabajar de acuerdo consigo mismo y con susfacultades, reconoce que debe dimitir de s mismoy encontrar su autonoma en la razn ms que enla imaginacin. En otras palabras: el individuo se

    encuentra a s mismo en la medida en que aprendea limitarse a s mismo y a reconciliar su felicidadcon su ser infeliz: autonoma significa resignacin.sta es la historia del gran proceso, tal como lailustran las novelas Wilhelm Meister, L'ducation

    sentimentale, Grne Heinrich, la recherche dutemps perdu.

    Educacin para el disentimiento

    Hay, sin embargo, otra forma en la que el indi-viduo aparece en la sociedad burguesa y en la queacaso realiza ms plenamente su individualidad:la del poete maudit. En realidad vive su propiavida: la vive al margen y en contra de la sociedad.El individuo, se hace autntico como proscrito,como adicto a las drogas, como enfermo o comogenio. Todava se conserva algo de esta autentici-dad en el "bohemio"; incluso en el beatnik; am-

    bos grupos representan manifestaciones vagamenteprotegidas y toleradas de la libertad y la felicidadindividual de que no goza el ciudadano, el cualdefine la libertad y la felicidad en los trminos de

    su gobierno y de su sociedad ms que en los suyospropios.

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    Esta larga digresin desde la Gran Sociedadme ha parecido necesaria para separar la ideologadel individuo de su realizacin, y para sealarcmo el individuo creador ha estado generalmentelocalizado en la "dimensin artstica", es decir, en

    la esfera que ha permanecido hasta ahora ms ale-jada de los problemas de la vida diaria; en unaespecie de realidad inmaterial, ms espiritual.Todava se refleja algo de esto en el nfasis del

    presidente Johnson en la belleza, en la imagina-cin (la cual, sin embargo, emparejada a la "inno-vacin", tiene una resonancia tcnico-comercial)y en la creatividad. Y algunos observadores de laescena contempornea plantean explcitamente el

    problema del lugar y la funcin del individuo"creador" en la sociedad industrial avanzada. Dehecho, con el crecimiento de esta sociedad y conla extensin de la automacin, la produccin ma-siva y la estandarizacin en las cuestiones de lavida diaria, la "individualidad" se reserva cada vezms para las zonas residuales de actividad o recep-tividad "creadora", cualquiera que sea lo quesignifique esto ltimo. En el contexto de las de-claraciones autorizadas sobre la Gran Sociedad,"creador" parece referirse a la produccin decosas, servicios, obras y espacios que sean no sola-mente tiles, sino tambin bellos; que satisfagannecesidades no solamente materiales, sino tambin

    espirituales; que aumenten la libertad, la alegray la riqueza de la existencia humana. Debemos sub-

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    rayar desde el principio que esta bsqueda delindividuo creador en la sociedad industrial avan-zada implica directamente la organizacin socialdel trabajo. Pues si la creatividad ha de ser algoms que un privilegio individual limitado a una

    lite, entonces debe ser un modo de existenciaposible para todos los miembros de la Gran So-ciedad, sin ms discriminacin que la apuntada

    por la misma diversidad de las capacidades indi-viduales. Adems, las realizaciones de la creativi-dad han de ser producidas en el proceso materialde la produccin (en forma de casas, parques, ador-nos, objets d'art), o el proceso material de la pro-duccin ha de proporcionar la base y el entornomateriales para la creacin y la recepcin de estos

    bienes. Cmo y dnde puede desarrollarse, a esca-la social, la creatividad individual en una sociedaden la que la produccin material es mecaniza-da, automatizada y regulada cada vez ms? Se

    presentan por s mismas las alternativas siguien-tes: 1) o bien la produccin material modificafundamentalmente su carcter y se transforma detrabajo "alienado" en trabajo no-alenado; 2) o

    bien la produccin material se divorcia por com-pleto de la individualidad creadora (salvo en lorelativo a la inteligencia y la imaginacin tecno-lgica llamadas a cuidar el aparato productivo), ylos individuos son creadores fuera del proceso de

    la produccin material.Empezar por la primera alternativa. Un pro-

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    greso ulterior de la sociedad industrial equivale aprogresar en la mecanizacin y en la produccinmasiva. La reduccin de la energa individual enla produccin de las necesidades es tambin un

    progreso en trminos humanos; la eliminacin de

    la fuerza de trabajo individual de esta produccinsera el mayor triunfo de la industria y de la cien-cia. Todo intento de invertir la tendencia a escalasocial reintroduciendo modos de trabajo ms pr-ximos al trabajo manual y al artesanado, o redu-ciendo el aparato mecanizado mientras se deja in-tacto el control social establecido del proceso de

    produccin y distribucin, sera regresivo en tr-minos tanto de eficacia como de progreso humano.1

    As, el surgimiento del individuo autnomo ycreador no puede ser contemplado como una trans-formacin gradual del trabajo alienado existenteen trabajo no alienado. En otras palabras: el indi-viduo no nacer como trabajador, tcnico, ingenie-ro o cientfico que expresa su creatividad en la

    produccin o en el cuidado del aparato de produc-cin establecido. Este ltimo es y sigue siendo unaparato tcnico que, en su estructura misma, militaen contra de la autonoma en el proceso de trabajo.La autonoma presupone ms bien un cambio fun-

    1. La situacin es completamente diferente en los pases atra-sados, donde la mejora y la humanizacin de los modos de trabajo

    preindustriales existentes podra contrarrestar, presumiblemente, la

    tendencia al control explotador de la industrializacin por parte delcapital extranjero o nativo, siempre que se haya conseguido laindependencia nacional real.

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    damental en las relaciones de los productores yconsumidores respecto al aparato mismo. En suforma predominante, este ltimo controla a losindividuos a los que sirve: fomenta y satisfacelas necesidades agresivas y al mismo tiempo con-

    formistas que reproducen los controles. Ni siquie-ra una mera transferencia de los controles signi-ficara un cambio cualitativo, al menos hastaque los nuevos administradores (y el pueblo engeneral) experimentaran la necesidad vital de cam-

    biar la direccin misma del progreso tcnico haciala pacificacin de la lucha por la existencia. Enton-ces, el "reino de la libertad" podra aparecer, talvez, en el proceso del trabajo mismo, en la reali-zacin del trabajo socialmente necesario. El apa-rato tcnico servira entonces para crear un nuevoentorno natural y social: los seres humanos ten-dran entonces sus propias ciudades, sus propiascasas, su propio espacio de tranquilidad y espar-cimiento; se convertiran en seres libres y apren-deran a vivir en libertad con los dems.Solamentecon la creacin de un entorno tan completamen-te diferente (que se halla tanto dentro de las

    posibilidades de la tecnologa como fuera de las po-sibilidades de los intereses creados que la con-trolan), palabras como "belleza", "creatividad" v"comunidad" designaran objetivos

    significativos;la creacin de un entorno semejante sera en reali-dad trabajo no alienado.

    La otra alternativa para el surgimiento del "in-

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    dividuo" en la sociedad industrial avanzada seexpresa en la idea de que el individuo, como per-sona autnoma y creadora, se desarrolla fuera yms all del proceso de trabajo material; fuera yms all del tiempo y del espacio necesarios para

    "ganarse la vida" o producir los alimentos y servi-cios socialmente necesarios. En esta idea generalse subsumen dos conceptos muy diferentes e inclu-so contradictorios: la discusin marxiana entre elreino de la libertad y el reino de la necesidad y laidea moderna de ocio creador.

    El "reino de la libertad" de Marx presuponeana organizacin social del trabajo presidida por

    patrones de extrema racionalidad en la satisfaccinde necesidades individuales para la sociedad en suconjunto. Presupone, pues, el control colectivo del

    proceso productivo por los productores mismos.Pero, para Marx, el proceso productivo sigue sien-do un "reino de la necesidad", esto es, siguesiendo heteronoma, impuesta al hombre por lalacha continuada con la naturaleza, laescasez yla debilidad. El tiempo gastado en esta lucha po-dra reducirse enormemente, pero agotara an

    buena parte de la existencia individual. El tiemporestante sera tiempo libre, en el sentido literalde perteneciente a la autonoma del individuo:ste sera libre de satisfacer sus propias necesida-des, de desarrollar sus propias facultades, de satis-

    facer sus propios placeres. Ahora bien: me pareceque la sociedad industrial contempornea ha cerra-

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    do completamente este reino de la libertad, y quelo ha cerrado no solamente en virtud de su accesoa todas las esferas de la existencia individual (pre-condicionando as el tiempo libre), sino tambinen virtud del progreso tcnico y de la democracia

    de masas. Lo que se abandona a la creatividadindividual fuera del proceso de trabajo tcnico soncosas al modo de aficiones, "hgalo usted mismo"y juegos. Est, naturalmente, la expresin crea-dora autntica en el arte, la literatura, la m-sica, la filosofa y la ciencia, pero difcilmente

    puede imaginarse que esta creatividad autnticase convertir, ni siquiera en la mejor de las socie-dades, en una posibilidad general. Lo dems esdeporte, esparcimiento y moda. Estas condicionesde la sociedad industrial avanzada, por tanto, pare-cen invalidar la nocin de tiempo libre de Marx.La libertad es tambin una cuestin de cantidad,de nmero, de espacio; exige soledad, distancia,disociacin; el espacio y la naturaleza no ocupadosy tranquilos destruidos por el comercio y la bruta-lidad. Donde no predominan estas condiciones elreino de la libertad se convierte en un privilegiomuy costoso. Son requisitos previos de l no sola-mente la reduccin de la jornada de trabajo y larestauracin de la naturaleza, sino tambin la re-duccin de la tasa de la natalidad.

    A diferencia de la idea marxiana, la de "ociocreador" es una idea realista y adecuada a las con-diciones contemporneas. El "tiempo libre" de

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    Marx no es un "tiempo de ocio" pues la reali-zacin del individuo completo no es una cuestinde ocio. El tiempo libre pertenece a una sociedadlibre, y el tiempo de ocio a una sociedad repre-siva. Si, en la sociedad de este ltimo tipo, la

    jornada de trabajo ha de ser reducida enormemen-te, el tiempo libre ha de ser organizado e inclusoadministrado. Pues el trabajador, el empleado o eldirigente entran en su tiempo de ocio equipadoscon las cualidades, actitudes, valores y comporta-miento correspondientes a su puesto en su socie-dad; tienen a su ser-para-otros por su ser pro-

    pio; su actividad o pasividad en el ocio sernsimplemente una prolongacin o recreacin de suactividad social; no sern "individuos". En el con-cepto de Marx, el hombre tambin es libre en elreino de la necesidad en la medida en que lo haorganizado de acuerdo con las necesidades huma-nas con transparente racionalidad; la libertad en-laza as los dos reinos: el sujeto de la jornada detrabajo es tambin el sujeto del tiempo Ubre. En lasociedad industrial contempornea, el hombre noes el sujeto de su jornada de trabajo; consiguiente-mente, si ha de convertirse en el sujeto de su tiem-

    po libre, tiene que ser formado dentro de ste.Y hasta que sea abolida la organizacin represivade la jornada de trabajo, ser formado como sujetodel ocio por exactamente los mismos poderes que

    gobiernan la jornada de trabajo. Es posible apren-der la creatividad, es posible aprender la cultura;

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    pero mientras la enseanza y el aprendizaje notrasciendan las condiciones establecidas el resul-tado ser el enriquecimiento, el embellecimientoy el ornato de una sociedad no libre. En vez detraer ante los ojos la imagen de la libertad humana,

    la cultura creadora contribuir a la absorcin deesta imagen en elstatus quo, hacindolo ms acep-libre.

    Pero acaso la evolucin de la civilizacin tec-nolgica siguiendo su propio curso no promueve yexige el desarrollo de nuevas energas espirituales,de nuevas facultades intelectuales, las cuales, asu vez, tienden a trascender las condiciones predo-minantes y a crear necesidades y aspiraciones libe-radoras? Hay una necesidad creciente de inteligen-cia cientfica y tecnolgica * en el proceso de la

    produccin material que tendr que ser satisfecha,y no hay duda de que esta inteligencia es creadora.Sin embargo, el carcter matemtico de la cienciamoderna determina el alcance y la orientacin desu creatividad, dejando las cualidades no cuantifi-cables de la humanitas fuera de la esfera de laciencia exacta. Las proposiciones matemticas so-

    bre la naturaleza se tienen por la verdad sobre lanaturaleza, y la concepcin matemtica y la pro-yeccin de la ciencia son consideradas como lasnicas "cientficas". Esta idea equivale a pretendervalidez universal para una teora y una prcticahistricas especficas de la ciencia, y hace que otrosmodos de conocimiento aparezcan como menos

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    que controlan el proceso productivo: implicara elsurgimiento de nuevas necesidades y de nuevasaspiraciones en los individuos mismos, de nece-sidades y aspiraciones esencialmente diferentes eincluso contradictorias de las sostenidas, satisfe-

    chas y reproducidas por el proceso social esta-blecido.Pero acaso no pertenece a la esencia misma

    de una sociedad democrtica permitir el surgimien-to de necesidades y aspiraciones nuevas aunqueen su desarrollo amenacen exigir nuevas institucio-nes sociales? Tenemos aqu la tarea fundamentalde la educacin, la tercera zona de reconstruccinmencionada en el programa de la Gran Sociedad.Exige una extensin y un aumento de la educacin"tanto en calidad como en dimensiones". Conside-remos primero la cuestin del crecimiento cuanti-tativo. No hace todava mucho que abundantesvoces se pronunciaban encontra de la educacingeneral. Se consideraba peligroso para la ley y elorden, para la cultura, que el pueblo (las clasesInferiores) aprendiera a leer y a escribir. Natural-mente, eran la ley y el ordenestablecidos, la cul-tura establecida, los que deban ser protegidos deun aumento de la educacin. Hoy la situacin esmuy diferente y la educacin se considera undesi-eratum para la ley y el orden establecidosy

    para

    la cultura establecida. Ninguna expresin culturale intelectual por subversiva que sea ha deser excluida del plan de estudios. Se ensea Marx

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    al lado de Hitler, y a veces incluso se examinarespetuosamente en las aulas la filosofa del mar-qus de Sade. Afortunadamente, no tengo que dis-cutir aqu si esta novedad seala un progreso en lalibertad y en el pensamiento crtico o ms bien

    un progreso en la inmunidad y la cohesin de lasociedad existente y de sus valores.En todo caso, esta opulencia cultural sigue

    siendo mejor que la restriccin y la represin adi-cional del saber, pero no puede considerarse per

    se un progreso hacia una sociedad mejor. En rea-lidad, esta coordinacin de lo positivo y lo nega-tivo, de lo subversivo y lo conservador, reduceentre ellos la diferencia cualitativa; consigue unallanamiento de los opuestos, de la contradiccin.Un cambio en el modelo predominante es decir,una liberacin de pensamiento libre, crtico yradical y de nuevas necesidades intelectuales einstintivas necesitara romper con la benevolen-te neutralidad que comprende a Marx y a Hitler, aFreud y a Heidegger, a Samuel Beckett y a MaryMcCarthy; necesitara partidismo educacin parael partidismo en contra de una tolerancia y unaobjetividad que en todo caso slo actan en elreino de la ideologa y en zonas que no amenazanel conjunto. Sin embargo, precisamente esta tole-rancia y esta pasividad son la consigna del pro-ceso democrtico en las instituciones dominantes.

    La educacin progresiva que creara el clima inte-lectual para el surgimiento de nuevas necesidades

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    individuales entrara en conflicto con muchos delos poderes, pblicos y privados, que financian laeducacin hoy. Un cambio cualitativo en la educa-cin es un cambio social cualitativo, y hay pocas

    posibilidades de que sea organizado y adminis-

    trado un cambio as; la educacin sigue siendo surequisito previo. La contradiccin es una contra-diccin real: la sociedad existente puede ofrecerla posibilidad de una educacin para una sociedadmejor, y una educacin as sera una amenaza parala sociedad existente. Por tanto, no podemos espe-rar una exigencia popular de una educacin as niel respaldo y el apoyo desde arriba.

    Kant seal como objetivo de la educacin quefes nios fueran educados no de acuerdo con el

    presente, sino de acuerdo con una condicin futura,mejor, de la especie humana, esto es, de acuerdocon la idea de humanitas. Este objetivo implicatodava la subversin de la actual condicin delhombre. Me pregunto si los portavoces de la edu-cacin para la Gran Sociedad son conscientes deesta implicacin. En la medida en que se disponede los recursos tcnicos, materiales y cientficos

    para el desarrollo de una sociedad libre, la posi-bilidad de su realizacin depende de las fuerzashumanas, sociales, que necesitan una sociedad as;que la necesitan no slo objetivamente (an sich)sino tambin subjetivamente, por s mismos, cons-

    cientemente. Hoy, esta necesidad solamente es unanecesidad activa entre una minora de la poblacin

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    de las sociedades "ricas", y entre la gente quelucha en las zonas "pobres" del mundo. En los pa-ses tcnicamente avanzados, la educacin puedecontribuir en realidad a activar la necesidad quees "objetivamente" universal, pero se tratara de

    una educacin extraa, muy impopular y no ren-table. Por ejemplo, incluira la inmunizacin denios y adultos contra los medios de comunicacinde masas, un acceso total a la informacin elimi-nada o deformada por esos medios, la desconfianzametodolgica en polticos y dirigentes y la abs-tencin de sus actividades, as como la organiza-cin de una protesta y una negacin efectivas queno acabaran inevitablemente con el martirio dequienes protestan y niegan. Una educacin asapuntara tambin a una transvaloracin de valoresfundamental: requerira desenmascarar todo he-rosmo al servicio de la inhumanidad, el deportey la distraccin al servicio de la brutalidad y laestupidez, la fe en la necesidad de la lucha porla existencia y en la necesidad de los negocios. Sinduda, estos fines de la educacin son negativos,

    pero la negacin es la obra y el modo de aparicinde lo positivo, que ha de crear primero el espaciofsico e intelectual en que llegar a la vida, y exige

    por tanto la eliminacin del material devastador ysofocante que ocupa este espacio en la actualidad.Esta destruccin sera la primera manifestacin de

    la autonoma y la creatividad nuevas: la aparicindel individuo libre en la nueva sociedad.

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    Las contradicciones internas del programa de laGran Sociedad

    En el curso de mi anlisis he tratado de limi-tarme a las cuestiones que me siento calificado

    para discutir. Ello implica la exclusin de proble-mas administrativos especficos, como la relacinentre las autoridades federales y locales, los orga-nismos pblicos y privados, etc. Estas cuestiones

    presuponen la existencia de instituciones que ins-trumenten el programa de la Gran Sociedad, mien-tras que yo doy por supuesto que este programaconducira mucho ms all de su estructura y desu autoridad.

    Otra zona de problemas es la de la "organiza-cin", esto es, que la organizacin omnipresente ca-

    racterstica e indispensable para el funcionamientode la sociedad industrial avanzada no acte encontra de la creatividad y la iniciativa "individua-les". La oposicin de la organizacin a la libertadno puede ser organizada, los requisitos previosmateriales, tcnicos (y acaso incluso intelectuales)de la libertad exigen la organizacin. No hay quecondenar el desarrollo de la organizacin, sino elde la organizacin mala, explotadora. Frente a ella,se necesita la contra-organizacin. Por ejemplo, siel movimiento de los derechos civiles tuviera unaorganizacin ms poderosa y ms militante que lafuerza de sus adversarios, sera mucho ms efi-

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    caz. Una respuesta similar acabara con el hoyinterminable debate sobre el justo equilibrio entreel gobierno, la jurisdiccin, la iniciativa, etc., fede-ral y local. Si la composicin del gobierno federalmostrara una poltica progresiva, se hara que su

    poder y su autoridad prevalecieran rigurosamente,y viceversa; de otro modo, se trata simplemente deuna cuestin de poltica de poder, local o nacional.Se podra tambin sealar el contenido inter-nacional, global, de la Gran Sociedad. Adviertouna aceptacin frecuente de la estructura nacionaldel programa: la Gran Sociedad ser una sociedadamericana. Pero si una cosa est clara, es que laGran Sociedad, caso de que llegara a existir algu-na vez, no sera una sociedad americana aunqueeste pas pudiera ser, presumiblemente, la poten-cia dirigente al principio. No solamente algunosde los valores que han llegado a asociarse alAme-rican way of Life (como la comercializacin delespritu, la insolidaridad, la santidad de los nego-cios, la ciencia de las relaciones humanas) sonincompatibles con una sociedad libre, sino que lacoexistencia blica de la sociedad opulenta conla parte pobre del mundo, el neocolonialismo entodas sus formas, entran en conflicto con la ideamisma de una Gran Sociedad. Parecidamente, al-gunos de los valores vinculados a la civilizacinoriental (especialmente su tradicional aversin por

    los "negocios", su nfasis en la contemplacin) po-dran revivir en la sociedad nueva, mientras que

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    otros valores orientales seran incompatibles conella.

    Para resumir: el programa de la Gran Sociedades de una ambigedad sustancial que refleja las

    perspectivas alternativas de la sociedad opulenta,

    de la cual se supone que es el programa.1. Puede leerse como un programa para la am-pliacin y el mejoramiento delstatus quo: un nivelde vida ms alto para el sector infraprivilegiado dela poblacin, abolicin de la discriminacin yel desempleo, embellecimiento de la ciudad y delcampo, mejora de los transportes, mejor educacin

    para todos y cultivo del ocio. A menos que se pro-ponga una poltica contraria, debe suponerse queeste proceso ha de tener lugar dentro de la estruc-tura institucional, cultural e intelectual de la lucha

    competitiva por la existencia econmica. Un pro-grama as, traducido en realidad, significara dehecho una amplia mejora de las condiciones pre-dominantes. Sin embargo, incluso dentro de laestructura dada, la realizacin de la Gran Sociedadexigira una reduccin permanente y considerabledel establishmentmilitar y de sus manifestacionesfsicas y espirituales en toda la sociedad: es decir,exigira cambios polticos y econmicos de impor-tancia, principalmente en la poltica exterior. A fal-ta de un cambio as, la Gran Sociedad sera comoun estado del bienestar preparado para conver-tirse en un estado guerrero.

    2. El programa puede leerse como si contem-

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    piara la transformacin esencial de la sociedadexistente que sugieren sus posibilidades tecnolgi-cas, esto es, la transformacin en una sociedaden la quela base del crecimiento no fuera el plenoempleo, pero marginal (o incluso el desempleo), en

    trabajo necesariamente abonado. Esto significarala subversin de la organizacin predominante del proceso econmico y la subversin del procesoeducativo predominante; significara, en una pala-

    bra, una transvaloracin de valores fundamental yel surgimiento de nuevas necesidades individualesy sociales. Significara tambin un cambio radicalen la relacin entre las sociedades ricas y pobres,el surgimiento de una sociedad internacional msall del capitalismo y del comunismo.

    En ambos aspectos, el concepto tradicional deindividuo, tanto en su forma liberal clsica comoen su forma marxista, parece insostenible, supe-rado (aufgehoben) por el desarrollo histrico dela productividad. La individualidad, la "persona"como agente autnomo, encontrara cada vez me-nos espacio en el proceso del trabajo. En la pri-mera alternativa (ampliacin y mejoramiento del

    status quo), la individualidad sera (y acaso ten-dra que ser) mantenida y propiciada "artificial-mente": una especie de individualidad organizaday administrada, expresada en adornos externos, ar-tilugios, modas, aficiones y, fuera del proceso del

    trabajo, en ocio cultivado, decoracin y laboresartsticas. La individualidad autntica seguira sien-

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    do el distintivo del artista creador, del escritor odel msico. La idea de generalizar este potencialcreador entre toda la poblacin va en contra de lamisma funcin y de la verdad de la creacin arts-tica como forma de expresin; no porque haya de

    seguir siendo necesariamente el privilegio de unospocos, sino porque implica la disociacin del sen-tido comn y de los valores comunes y su nega-cin: la incorporacin de una realidad cualitativa-mente diferente a la sociedad establecida. En elcaso de la segunda alternativa (transformacinfundamental de la sociedad), la individualidad sereferira a una dimensin existencial completamen-te nueva: al dominio del juego, del experimento yde la imaginacin, que se halla hoy fuera del al-cance de toda poltica y de todo programa.

    Deseo concluir con una nota menos utpica.Tal vez mis dudas ms serias con respecto a laGran Sociedad estn ocasionadas por el hecho deque la poltica exterior norteamericana invalida el

    programa interior de la Gran Sociedad. Los pro-blemas de la coexistencia, de las relaciones conlos pases pobres, del neocolonialismo y el esta-blishment militar no son factores externos contin-gentes: por el contrario, determinan las perspecti-vas de desarrollo, de mejora, e incluso la existenciacontinuada de una sociedad, sea grande o no tangrande. Las declaraciones acerca de la necesidad

    de extender a otras naciones el programa norteame-ricano resultan contradichas por la brutal y sucia

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    guerra de Vietnam, por la intervencin directa oindirecta contra el cambio social dondequiera queamenaza los intereses creados, por el florecimientode bases militares en todo el globo. Pues estas con-diciones dan prueba de la dominacin de poderes

    incompatibles con el gran designio de paz, delibertad y de justicia. Es la existencia de estospoderes, ms que la ausencia de posibilidades y deintenciones, lo que da al programa su carcterideolgico. La Gran Sociedad ser una sociedadque pueda existiry desarrollarse en paz, sin nece-sidad de montar una maquinaria para la defensay la agresin, o no ser nada.

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    NOTAS PARA UNA NUEVA DEFINICIN

    DE LA CULTURA

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    Ensayo publicado en el libro colectivo Science and Culture,compilado por Gerald Holton, Houghton Mifflin Co , Boston, 1965 1965 by the American Academy of Arts and Sciences.

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    Mi punto de partida es la definicin de culturadada por Webster, esto es, la cultura como el com-

    plejo de creencias, realizaciones, tradiciones, etc.,distintivas, que constituyen el "teln de fondo"de una sociedad. Generalmente han sido exclui-

    das del uso tradicional del trmino "realizacio-nes" como la destruccin y el crimen y "tradi-ciones" como la crueldad y el fanatismo; yo seguireste uso, aunque puede mostrarse necesario reintro-ducir estas cualidades en la definicin. Mi discusinse centrar en la relacin entre el "teln de fondo"(cultura) y el "fondo":* la cultura aparece as comoel complejo de objetivos (valores) morales, intelec-tuales y estticos que una sociedad considera queconstituye el designio de la organizacin, la divi-sin y la direccin de su trabajo, "el bien" que se

    supone realiza el modo de vida que ha establecido.Por ejemplo, el aumento de la libertad pblica y

    Background, "teln de fondo" cuyo sentido en este con-texto acaso recogiera mejor "medio ambiente", y ground, "fon-do"; juego de palabras sobre un uso lingstico difcil de refle- jar en castellano. (T.)

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    privada, la reduccin de las desigualdades queimpiden el desarrollo del "individuo" o de la "per-sonalidad", y una administracin racional y eficaz

    pueden tomarse como los "valores culturales" re-presentativos de la sociedad individual avanzada

    (su negacin es condenada oficialmente tanto enOriente como en Occidente).Hablamos de una cultura existente (pasada o

    presente) solamente si sus objetivos y valores repre-sentativos se han traducido (o se traducen) dealgn modo en la realidad social. Pueden darsevariaciones considerables en la medida y la ade-cuacin de esa traduccin, pero las institucionesy relaciones predominantes entre los miembros dela sociedad correspondiente deben mostrar unaafinidad demostrable con los valores afirmados: de-

    ben proporcionar una base para su realizacinpo-sible. En otras palabras, la cultura es algo msque una mera ideologa. Observando los objetivosdeclarados de la civilizacin occidental y su pre-tensin de realizarlos, podramos definir la culturacomo un proceso de humanizacin, caracterizado

    por el esfuerzo colectivo por proteger la vida hu-mana, por apaciguar la lucha por la existenciamantenindola dentro de lmites gobernables, porestabilizar una organizacin productiva de la socie-dad, por desarrollar las facultades intelectuales delhombre, y por reducir y sublimar las agresiones,

    la violencia y la miseria.__Pero es preciso hacer dos precisiones desde el

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    principio: 1) la "validez" de la cultura siempre haestado limitada a un universo especfico, constitui-do por una identidad tribal, nacional, religiosa uotra. Ideas como las de igualdad y libertad rara-mente han sido traducidas en la realidad para be-

    neficio de todos los miembros de la sociedad; algu-nos grupos (y grupos amplios) siempre han quedadoexcluidos de los beneficios y las ventajas de la cul-tura. Ha existido siempre un universo "exterior"al que no estaban destinados los objetivos cultu-rales: el Enemigo, el Otro, el Extranjero, el Paria,trminos todos ellos que se refieren primariamenteno ya a individuos sino a grupos, a religiones, a"modos de vida" (ways of life), a sistemas sociales.Al tratarse del Enemigo (que tambin tiene sumanifestacin dentro de nuestro propio universo),la cultura queda suspendida o incluso prohibida, yfrecuentemente se deja va libre a la inhumanidad.2) Es altamente cuestionable, especialmente siobservamos la situacin contempornea, que laagresin, la violencia, la crueldad y la miseria sehayan reducido realmente con el desarrollo de lacivilizacin. La cultura es el proceso de sublima-cin, y hoy la violencia y la agresin parecen estarmenos sublimadas que en anteriores perodos de lahistoria; su predominio a escala tan amplia invalidala idea de un progreso en la humanizacin. Ade-ms, la violencia y la agresin, y su institucionali-

    zacin, muy bien pueden ser parte integrante dela cultura, de modo que la consecucin de o la

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    aproximacin a objetivos culturales tiene lugarmediante la prctica de la crueldad y la violencia.Esto puede explicar la paradoja de que una partetan amplia de la cultura superior de Occidente,de su arte y de su literatura, haya consistido en

    protesta, en crtica y en condena de la cultura; yno slo de su miserable traduccin en la realidad,sino de su propio contenido y de sus mismos prin-cipios.

    De acuerdo con los anteriores supuestos, elreexamen de una cultura dada implica la relacinde los valores a los hechos, no como un problemalgico o epistemolgico, sino como un problema deestructura social: cmo estn relacionados los me-dios de la sociedad a los fines que ella misma pro-fesa? Se supone que los fines son los definidos porla "cultura superior" (aceptada socialmente); as,se trata de valores que han de incorporarse, ms omenos adecuadamente, en las instituciones y rela-ciones sociales. La cuestin, por consiguiente, pue-de formularse ms concretamente: cmo estnrelacionadas la literatura, las artes, la filosofa, laciencia o la religin de una sociedad a su compor-tamiento real? La amplitud de este problema ex-cluye aqu toda discusin que no sea en trminosde ciertas hiptesis relativas a las tendencias ac-tuales.

    Est generalmente admitido que los valores cul-turales (humanizacin) y las instituciones y las pol-ticas existentes de una sociedad, raramente, por no

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  • 8/8/2019 Marcuse_Herbert_-_Ensayos_Sobre_Politica_Y_Cultura

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    decir nunca, se hallan en armona. Esta opinin haencontrado expresin en la distincin entre cultura

    y civilizacin, segn la cual "cultura" se refiere acierta dimensin superior de autonoma y realiza-cin humana, mientras que "civilizacin" designa

    el reino de la necesidad, del trabajo y del compor-tamiento socialmente necesarios, en el que el hom-bre no se halla realmente en s mismo y en supropio elemento, sino que est sometido a la hete-ronoma, a las condiciones y necesidades externas.El reino de la necesidad puede ser (y ha sido)reducido y mitigado. De hecho, el concepto de

    progreso nicamente es aplicable a este reino (pro-greso tcnico), a los adelantos en la civilizacin,

    pero estos adelantos no han eliminado la tensinentre cultura y civilizacin. Incluso pueden haberagravado la dicotoma hasta un grado en que lasinmensas posibilidades abiertas por el progreso tc-nico aparecen en acentuado contraste con su limi-tad