revista depaseo nº 1 agosto - setiembre 2009

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CON HÉCTOR LESCANO El turismo es un derecho humano, que se pretende sea para tres millones LO DE MARGOT El circuito tanguero se va consolidando. Margot Mateauda es pilar de esta renovada cultura tanguera montevideana. CARNAVAL EN PRIMAVERA Montevideo primer ciudad en ser declarada Capital Iberoamericana del Carnaval #1 REVISTA DE TURISMO AGOSTO - SETIEMBRE 2009 TURISMO , CULTURA E IDENTIDAD TRISTÁN NARVAJA Su historia, sus personajes y las vivencias de un lugar donde converge el pasado y el presente

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Revisa dePaseo Nº 1

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Page 1: Revista dePaseo Nº 1 Agosto - Setiembre 2009

CON HÉCTOR LESCANOEl turismo es un derecho

humano, que se pretende sea

para tres millones

LO DE MARGOT

El circuito tanguero se va

consolidando. Margot Mateauda

es pilar de esta renovada cultura

tanguera montevideana.

CARNAVAL EN PRIMAVERA

Montevideo primer ciudad

en ser declarada Capital

Iberoamericana del Carnaval

#1REVISTA DE TURISMO

AGOSTO - SETIEMBRE 2009

TURISMO, CULTURA E IDENTIDAD

TRISTÁN NARVAJA

Su historia, sus personajes

y las vivencias de un lugar

donde converge el pasado

y el presente

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16carnaval en primavera

Momo reina en MontevideoAna María Bello

21 con héctor lescano

«Turismo para tres millones»Eduardo Curuchet

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Lo de Margot ~ Casa de tango

«Con sangre nueva el tango no puede morir»Oscar Montaño

37

barro negro

Realidad, fi cción, realidad…Patricia Pérez Parada

43

Los Yuyos

Los boliches

son la vida del barrioDaniel Fenoglio

52Turismo enológico

Rumbo a ser

la boutique del vinoTabaré Silva & Darío Rodríguez

56El Pan

Lo que no puede faltar

en la mesaGessi Lussich

9 Tristán Narvaja

Domingo de FeriaGeorgina Rodríguez

Eduardo Curuchet

#1

TURISMO, CULTURA E IDENTIDAD

El viaje y el descubrimiento de nuevas realidades se hacen

en compañía de otras personas. No concebimos los paisajes,

los platos, las danzas, las fiestas, las tradiciones como

meras postales. Su belleza radica en la presencia, directa o

indirectamente, de la gente. La vida concebida como encuentro.

Revista de Paseo: Director/Redactor Responsable: Osvaldo Melesi. Director/Editor: Eduardo Curuchet. Consejo de administración: Carmen De León, Ana María González Ríos, Ramiro Bello,

Mariana Cunha. Colaboradores: Ana María Bello, Leo Bernini, Martín Cerisola, Flavia de los Santos, Selva Espondaburu, Daniel Fenoglio, Mariela Fodde, Gessi Lussich, Alvaro S. Martínez, Oscar

Montaño, Giorgina Notargiovanni, Patricia Pérez Parada, Rodolfo Reino, Darío Rodríguez, Georgina Rodríguez, Héctor Rodríguez, Roger Rodríguez, Tabaré Silva Allo.

Fotografías: Miguel Olivetti, Karina Urrutia, Manuel Carballa y O. J. Rossi. Fotografía de tapa: www.stonek.com Redacción y Administración: Grupo Productos Turísticos. Marco Bruto, 1409/101

Montevideo, Uruguay. [email protected] Tel. (00598-98) 452.843. Asesor Letrado: Dr. José «Pepe» Ruano. Producción gráfica y diseño: Manosanta Producción Editorial.

Distribución: Grupo Proyectos Turísticos. Impresión y encuadernación: Iconoprint / Fanelcor sa. Dep. Legal: Nº 349.803/09. ISSN: 1688-616X.

Registro Ministerio de Educación y Cultura Tomo 15, fojas 169, de acuerdo al artículo 4 de la Ley 16.099.

Revista de Paseo es una publicación bimestral de distribución gratuita.Este número tiene un tiraje de 8.000 ejemplares en su edición de papel. Se edita y distribuye también en formato digital.

Las opiniones de los artículos son únicamente responsabilidad de sus autores.Todos los artículos pueden reproducirse libremente citando la fuente. Solicitamos la gentileza de hacernos llegar una

copia. Si usted no desea seguir recibiendo la publicación, envíe simplemente un correo indicando NO a [email protected] y será dado de baja de nuestros registros.

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EDITORIAL

Para nosotros la diversidad cultural, es sinónimo

de riqueza, no de pobreza ni de falta de identidad.

Nuestro Compromiso con el Turismo

Dicen que «sólo se ama lo que se conoce».A eso apunta de Paseo, a promover el conocimiento y reconocimiento de nuestras cosas y de nosotros mismos a través del Turismo, la Cultura y la Identidad de este país.

El Turismo es un derecho humano. Descanso, diversión, recreación, esparcimiento, aprendizaje, educación, integración de la gente y de nues-tros pueblos van de Paseo con nuestra forma de concebir el turismo.

Entendemos la Cultura como la manifestación más elevada del género humano; y en ese sentido reconocemos al trabajo como la expresión más acabada que nos distingue y diferencia de los otros seres vivos.

Como dice Joan Manuel Serrat, «detrás está la gente». En cada playa, ho-tel, oferta gastronómica, espectáculo artístico, y en cada decisión privada o pública vinculada al turismo está nuestra gente.

Estas manifestaciones culturales, proyectos y emprendimientos se dan en un país que lleva el nombre de un río con voz guaraní: Uruguay, «Río de los Pájaros Pintados». Un lugar del mundo que es crisol de razas y culturas. Para nosotros la diversidad cultural, es sinónimo de riqueza, no de pobreza ni de falta de identidad. Esa confl uencia de gentes, pueblos y culturas moldearon y moldean nuestra Identidad.

En nuestro país el Turismo genera 60.000 puestos de trabajo directos y el doble de manera indirecta. Abarca grandes áreas de nuestra sociedad. Cómo hablar de proyectos turísticos sin discutir el cuidado del medio ambiente; la seguridad pública; la limpieza de nuestras ciudades o la manera de señalizar los lugares de interés del país… Cómo hacerlo sin discutir el tema del Turismo Social, que no es turismo de pobres. Cómo no vincular e integrar a grandes sectores de la sociedad uruguaya a todas éstas propuestas.

En de Paseo buscamos la excelencia y la calidad; bajo premisas demo-cráticas e integradoras. Estamos aprendiendo, sin que eso nos inmovi-lice. Apostamos a la cooperación. Pretendemos comunicar las mejores iniciativas que en materia turística hay en el país. Concientes que nece-sitamos de la colaboración de todos quienes trabajan en este ramo.

Queremos ayudar a conocer lo nuestro para quererlo, y querernos, un poco más.

Eduardo CuruchetOsvaldo Melesi

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TEXTO SENTIDO

Roger Rodríguez

Periodista

Hace quince años, Punta del Dia-blo todavía no se había convertido en el centro de turismo interna-cional que hoy atrae por igual a americanos y europeos que bus-can conectarse con la naturale-za. En los años 90, ese pueblo de pescadores sólo era invadido por algunos «porteños» en el mes de enero y volvía a ser un rincón pa-radisíaco para los uruguayos en el manso febrero.

En el kilómetro 298 de la Ruta 9, con un camino de cinco kilómetros de ingreso (que por entonces no estaba pavimenta-do) y una variada oferta de ran-chos de madera y quincho para arrendar, el pueblito situado en una particular punta rocosa, a sólo 30 kilómetros de la frontera brasileña, era un oasis familiar y un inmejorable pesquero para los buscadores de corvinas.

Cinco familias amigas, aho-rraban todo el año para alquilar varios ranchos a la vez y asegurar-se la vecindad, preferentemen-te en la zona oeste del pueblo, sobre la playa que conduce a la misteriosa punta de la Viuda. El «Borro» bautizaron al barrio, por la irregular construcción de las casas que forman callejones y pa-sajes peatonales.

El grupo de familias –todos matrimonios con hijos preado-lescentes- llegaba casi junto a Punta del Diablo, unos en sus vehículos y otros en ómnibus, en los primeros días del mes de carnaval y regresaban a sus ho-gares (muchas veces ya entrado marzo), luego de compartir lo que aún hoy recuerdan con nostalgia como las mejores vacaciones de sus vidas.

«Los Pochos y las Pochas» fue el nombre que se dieron. Hasta

crearon una bandera blanca, con esas palabras pintadas con spry verde en torno a un símbolo de la paz, que ondeó varias tempo-radas en un improvisado mástil para indicar la zona de encuen-tro de grandes y pequeños. Ellos iban a pescar, ellas a broncearse y los chicos disfrutaban su libertad ante la sonrisa de sus padres.

El pequeño pueblo de quinien-tos pobladores, en su mayoría pescadores, artesanos o comer-ciantes, incorporaba cada vera-no a estas familias que habían pasado la frontera que separa al cliente del amigo. Cuentas cla-ras hicieron perdurar, aún hoy, varias amistades. Unos y otros cuentan todavía anécdotas de «pueblerinos» o «citadinos», se-gún quien las narre…

Juan Carlos y Sandro eran dos jóvenes del pueblo que no tenían ni 20 años, pero sus manos ya co-nocían de la zafra del tiburón, del portland de la construcción, de las changas en el pueblo y de algunos trabajos de campo. Sandro tam-bién era artesano. Juan Carlos so-ñaba con su propio comercio.

Cada verano, ambos se ofre-cían como mozos o lavacopas en uno de los restaurantes del pue-blo, donde siempre eran bienve-nidos para cubrir los servicios al turismo durante la temporada veraniega. Pero los dos sólo tra-bajaban enero y gastaban en fe-brero todas sus ganancias como si fueran un par de turistas más. «Nosotros también tomamos vacacio-nes», argumentaban.

«Vagos». Así llamaban a ese par de «irresponsables» que no enten-dían que para los pobladores, el verano era tiempo de trabajo y no de turismo. Pero ellos prefe-rían relacionarse con las barras

de visitantes o dedicarse a no hacer nada. Tanto es así que aún se cuenta el breve diálogo que los pintó para siempre en la memo-ria de quienes conocieron aque-llos días de Punta del Diablo.

Sandro con su rubio pelo al viento estaba sentado en un tor-cido muro de una de las casas en la calle de la bajada que da hacia el puerto de pescadores. Llevaba rato con los ojos entrecerrados, como esperando algo, bajo el ver-tical sol de la hora de la siesta. Juan Carlos, bajo y morocho, lo miraba desde la ventana de su casa y demoró en salir de la fresca sombra para ir al encuentro.

— «¿Qué está haciendo?», preguntó con imperiosa curiosidad al ver a su amigo insolándose a una hora tan impropia.— «Nada», tardó en responder Sandro que no llegó ni a reabrir los ojos.— «Ah… entonces lo ayudo», se tran-quilizó «el Juanca» que se acomo-dó junto a su amigo para compar-tir lo que más placer les daba…Allí quedaron los dos. En el estío de un tiempo muerto. Con los torsos desnudos y sus camisetas cubriendo sus cabezas del sol. No se movieron del muro hasta el atardecer. Como ajenos al tran-sitar de la gente que fue y vino de la playa. Distantes de las activi-dades del pueblo, ensimismados en ese compartir la nada, que era en defi nitiva todo lo que tenían, además del viento. �

Jóvenes del Diablo

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«Los que vienen de misa y van a misa pasan por la

feria; a la feria van los que tienen novia o la buscan;

allí hay de todo (...) Aquí hay un ciego que canta,

allí un individuo que imita el canto de los pájaros

y todos porfiando vender con más ahínco a medida

que el tiempo avanza y se acerca la hora de terminar

la venta, a las once de la mañana», escribía en 1884 Sansón Carrasco, en el diario liberal «La Razón», esta colorida crónica de la feria que poco difiere de la de hoy. Carrasco era el seu-dónimo de Daniel Muñoz, quien fue el primer Intendente de Montevideo en 1909.

Todos los domingos la feria in-vade las calles del barrio Cordón. Se extiende por las siete cuadras de la calle Tristán Narvaja que van desde la Avenida 18 de Julio hasta La Paz, pero se desparrama como una mancha de aceite por 30 cuadras más entre las calles aledañas y se inserta en sus re-covecos y rincones.

La hipotética entrada de la feria está en «18 y Tristán Nar-vaja», aunque se puede ingresar por cualquier lado y recorrerla en cualquier rumbo y sentido. En la feria el encuentro y la búsqueda se complementan. Allí se encuen-tran amigas y amigos, vecinos, turistas, militantes, vendedores ambulantes, artistas callejeros, amantes y enamorados… Tam-bién libros, embutidos, quesos, dulces, huevos, frutas, verdu-ras, materas, mates, bombillas, tejidos, buzos de lana, ruanas, medias, juegos infantiles, som-breros, discos de pasta, discos compactos originales o piratea-dos (música de todo tipo hasta fu-turos estrenos cinematográfi cos que aún no llegaron a las salas de los cines), ropa, artesanías, ca-rros de chorizos y hamburguesas, venta de tortas fritas y de agua caliente para el mate, animales domésticos, aves de corral, rule-manes, tiradores de tarot…

A la «entrada» -siempre y cuán-do el lector acepte seguir nuestras arbitrarias coordenadas- encon-

Es imposible enumerar la cantidad de puestos y la variedad

de mercancías que hay en la feria Tristán Narvaja, así como la

diversidad de feriantes y visitantes. Asimismo resulta casi imposible

abarcar su historia, sus personajes, las vivencias y las sensaciones

que uno vive en este lugar, donde convergen el pasado y el

presente, por medio de palabras. El intento corre por cuenta de

de Paseo, el riesgo de seguir leyendo, en todo caso, es compartido.

tramos plantas, peces, animales domésticos que alguien quiere vender pues su perra dio cría y algún dividendo se puede sacar. Al finalizar la feria, cuando la gente comience a marcharse y los puestos a ser levantados, proba-blemente los cachorros que salían entre 50 y 100 dólares, pueden caer en sus manos de regalo.

En la calle como en las veredas se despliegan cientos de puestos con diversas ofertas. En Tristán Narvaja y Colonia un conjunto de cantores rasga las guitarras y llena la esquina de canto popular. Luego pasan «la gorra», entre el público presente, para solicitar la colaboración por su actuación.

Del otro lado, del improvisa-do escenario callejero, hay un puesto de difusión política con revistas como «América XXI» o el periódico «Granma», publicacio-nes venezolanas y cubanas. Allí de Paseo dialogó con Roberto, in-tegrante del «Comité de Solidari-dad con los Cinco» y de la Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas. «Estamos aquí en solidari-dad con el pueblo cubano, contra el blo-queo, denunciando y reclamando por la libertad de los cinco patriotas cubanos que están detenidos en Estados Unidos acusados de espionaje», dice. «Desde enero estamos presentes en la feria to-dos los domingos. Nos hemos convertido en punto de referencia de solidaridad con Cuba y los países del ALBA (Alian-za Bolivariana para las Américas)».

Es que la feria no sólo sirve para vender y ofrecer productos, sino también que es un lugar dón-de difundir ideas. En época de campaña electoral la feria es un hervidero de militantes de todos los sectores políticos.

Tristán Narvaja conserva eso de la plaza pública que viene del medioevo. La plaza «era el punto de convergencia de lo extraofi cial, y gozaba de un cierto derecho de ‘extraofi cialidad’ dentro del orden y la ideología ‘ofi cia-les’; en este sitio, el pueblo llevaba la voz cantante. Aclaremos sin embargo que estos aspectos sólo se expresaban íntegramente en los días de fi esta», se-ñala Mijail Bajtin.1 «De este modo, la cultura popular extraoficial tenía

1. Bajtin S, Mijail. (1990) «La cultura popular

en la Edad Media y el Renacimiento.»

Alianza. Madrid.

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un territorio propio en la Edad Media y en el Renacimiento: la plaza pública; y disponía también de fechas precisas: los días de fi esta y de feria.»

«Los feriantes miran el cielo y saben como va a estar el día»«A las nueve de la mañana, la feria está en su auge; por todos lados movimien-to, bullicio, gritos, cantos de pájaros, cacareos de gallinas, gruñidos de cerdo, y dominando todos los ruidos, la voz del rematador que grita: ´¿No hay quién de más? Se va, señores, se va la rica botona-dura de camisa ¡por cinco centésimos!», relata Daniel Muñoz en su cróni-ca de fi nes del siglo XIX. Hoy día el bullicio sigue siendo el mismo. También la suerte de los feriantes está en sintonía con el tiempo rei-nante. «Los feriantes miran el cielo y saben como va a estar el día, en lo que se refi ere a ventas», manifi esta uno de ellos a de Paseo.

Más libros, posters, cuadros, libretas, boinas, tejidos, piedras preciosas, el local central del Mo-vimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fábricas de pastas, revistas de «Erase una vez el hombre», revistas de decoración, Robinson Crusoe, Marco, Atlas del Mundo, cómics de colección, yuyos… En la intersección de Mercedes y Tristán Narvaja nos encontra-mos con animales enjaulados: conejos, faisanes, pavos reales, perros, patos, cardenales, cone-jillos de indias…

Compartiendo vecindad con esas jaulas y sus habitantes, está «Babilonia», una de las tantas li-brerías que pueblan la feria. «Se venden libros de: música, fi losofía, li-teratura, política, historia, infantiles, cómics, derecho, educación… la lista es larga», señala Mauro a de Paseo. «Tenés el cliente que es un extranjero que está paseando y puede buscar un objeto que tenga que ver con Uruguay o con Montevideo, tenés el extranjero que está paseando y está buscando libros que en su lugar de origen no encuentra o son raros de conseguir. Cualquier cosa de li-

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teratura o de otra disciplina que ya no se edita… Los extranjeros comentan que en esta ciudad hay muchas librerías y que se venden muchos libros usados que no se encuentran en otros lugares.»

Pero está mítica librera surgió en Tristán Narvaja y Paysandú. En esa esquina hace más de medio siglo, el niño Ruben Buzzetti se instaló con «un cajón y once revistas que las canjeaba para saciar su sed de lectura». Así nació la legendaria li-brería «Ruben», que está a mitad de cuadra, y durante mucho tiem-po se transformó en sinónimo de comprar libros en la feria.

Recorrer las librerías es toda una aventura para los lectores. Con un poco de suerte y pacien-cia se pueden encontrar litogra-fías de principio del siglo pasado, libros de historia o literatura de ediciones agotadas, revistas de cómics de colección, arte foto-gráfi co, documentos políticos... Incluso una traducción de «Canto a mi mismo» de Walt Whitman, hecha por León Felipe; la primera edición de «Todo el amor» de Pa-blo Neruda; la primera edición en castellano de las Obras Completas de Oscar Wilde; la poesía de He-rrera y Reissig en edición fran-cesa o la carta del menú que los pasajeros del trasatlántico «Cap Arcona» disfrutaron en la cena de la Noche Vieja de 1927.

Pasado y presenteEn el tramo comprendido entre Uruguay y La Paz se concentran muchas casas que venden an-tigüedades, uno de los rubros característicos de la feria. Pero también, fuera de los comercios establecidos es donde pueden aparecer algunos «tesoros» para los coleccionistas.

Un botón para esta muestra es la conformación del «Museo Viviente de las Comunicaciones» que fue armado por Antonio Tor-mo, a lo largo de 20 años, con mu-cho material comprado en la feria.

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Por ejemplo, hay en exhibición en el museo una caja completa de bombitas de luz con fi lamento de carbón, salida de la fábrica de Tho-mas Alva Edison el 15 de marzo de 1910 e importada por la compañía de electricidad La Uruguaya.

Otro caso digno de mencio-narse, fue el del Sr. Enrique Hi-riart. Fabricante de soldaditos de plomo y coleccionista. En uno de los tantos cambalaches que pu-lulaban por la feria, encontró cinco animales salvajes, de la fi rma inglesa Britains. Famosa en el mundo por sus juguetes de plomo, que eran los preferidos de Winston Churchill, que jugó con los soldados de plomo en su niñez y siguió coleccionándolos durante el resto de su vida.

Entre Paysandú y Cerro Lar-go, en medio de anticuarios, casas de remates, librerías y de espalda a puestos de frutas y ver-duras, se venden ropas para mu-ñecas y animales de lana. «Acá hacemos una técnica qué es escultura en lana, hacemos animalitos de fauna nativa y ropa para muñecas. Esta es una técnica que se llama punto marroquí, que permite modelar en volumen», expresa Mónica a de Paseo.

Tiene 50 años, y desde los 12 años hace muñecas en crochet. «Siempre hice muñecas y siempre amé a los animales. Empecé a hacer ani-malitos nuestros los que yo veía en el campo. También hacemos una línea de animales de granja que es nuestro patrimonio material.»

Mónica además de artesana, es bióloga, está haciendo una maestría en Zoología y un pos-doctorado en Gestión Ambiental. Pero vive de su taller de artesanía en lana. «Creo que las dos son mis vo-caciones», cuenta sonriendo. «Logré algo importantísimo la fusión de arte y ciencia. Con esto lo que hago es divulgar nuestro patrimonio biológico.»

Desde hace diez años está en la feria. Su clientela comprende niñas de hasta 10 años y después

señoras mayores que compran vestidos para sus muñecas. Ac-tualmente tiene muchos clientes extranjeros. «Incluso hay una mu-chacha que tiene una tienda en Nue-va York, que viene dos veces al año a buscar una línea de ropa de muñecas para decorar la vidriera y a fi n de año a las clientas especiales les obsequia un conjunto en miniatura.»

Considera que la feria «es un frente de lucha para hacer conocer y defender nuestro patrimonio biológico. Esto forma parte de mi militancia por el medio ambiente». A medida que cada persona va preguntando por los animales, Mónica les va explicando didáctica y apasiona-damente la situación de esa es-pecie autóctona. Es así que nos enteramos del destino del puma; que el ciervo de los pantanos ya es un recuerdo; que los venados de campo –que son patrimonio na-cional- quedan pocos; que ha des-aparecido el pecarí de collar; lo maravilloso que es el coendú…

«Este lugar me permite la difusión en el mano a mano, en esa charla donde entramos a hablar lo que signifi ca las áreas protegidas y el cuidado del medio ambiente.» Tristán Narvaja es un muy buen lugar para dialogar «por qué tiene mucha diversidad cultural, acá vienen extranjeros y uruguayos».

Ya estamos pasados del me-diodía y empiezan a aparecer más músicos callejeros, cantantes de tango se instalan frente a los bo-liches, y por el centro de la calle pasa una de las tantas cuerdas de tambores abriéndose paso entre la muchedumbre. Al llegar a las inmediaciones de la calle La Paz, nos encontramos con el juego de la mosqueta (una persona, tres vasos metálicos pequeños, una pelotita de goma sobre un tablero, rodeado de cómplices esperan a su víctima; el hombre mueve los vasos con la pelotita debajo de uno de ellos, se apuesta; si la persona acierta don-de está la pelotita gana la apuesta sino pierde; los cómplices hacen

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que apuestan e incitan a las per-sonas a apostar o al mirar el juego son robadas de alguna manera; no se conoce a nadie que haya ganado y cobrado) y, casi sin darnos cuen-ta vamos pasando a la periferia.

De todo un pocoAl llegar a La Paz, concluye la feria «ofi cial», y nace la periferia que se extiende por más de 30 cua-dras. Pero es difícil discernir que es lo que está adentro y afuera, si no es por los arbitrarios límites, todo está adentro y nada afuera. Ventas de discos de pasta, sellos, espejos. Venta de miel. Libros de tai-chi, kamasutra, método pila-tes… Más antigüedades, máqui-nas de escribir, gente comiendo chorizos, puestos de venta de tor-tas fritas y agua caliente para el mate, los jugadores de mosqueta se siguen moviendo… Muchos

cachivaches, plantas, repuestos de casi cualquier cosa, ropa, dis-querías, maniceros, bicicletas, extractores de aire, zapatos vie-jos, espejos de auto, rulemanes, patines viejos… Parrilleros, video-grabadoras, laptops, jarras de cer-veza, dvd, herramientas, bicicle-tas, una foto de Fidel Castro…

Caminando por La Paz, rumbo al oeste, nos vamos internando más entre puestos que ofrecen de todo un poco, un poco de todo y de todo, un poco. En la esquina de Magallanes, se ofrecen herramien-tas. Al frente del puesto está Adán, con casi 40 años de feriante.

«La feria ha mejorado y por otro lado se ha marginalizado como toda la socie-dad», comenta a de Paseo. Mien-tras que habla con nosotros atien-de a la gente que le pregunta los precios de los artículos y también compra. Luego de varias pausas,

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con la venta correspondiente, nos pide disculpas y nos dice: «No va-yan a creer que esto siempre es así».

Observa que la crisis económi-ca ha traído «gente de un mayor nivel intelectual, que ha sido desplazada del sis-tema y ha buscado en el fi n de semana una ayuda a sus ingresos económicos». Pero también, la otra cara de la mone-da, es que «han venido personas que no han tenido códigos ni esquemas y que sólo acceden al espacio público como una forma de salir de su gheto, y generan ríspideces con la gente que siempre ha trabajado».

Para Adán la venta es fl uctuan-te. «Nuestros precios son más bajos que en los comercios establecidos. La gente tie-ne oportunidades al encontrar artesanías o antigüedades a muy bajo precio por que muchas veces hay gente que no sabe lo que vende y se quiere deshacer de ellas.»

Esta zona de la feria se había puesto muy insegura, iba rumbo a ser tierra de nadie, pero los fe-

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riantes contrataron el servicio de un policía y han «evitado el juego de la mosqueta y lo que viene con ella, que son los punguistas, los arrebatadores, los oportunistas, que te ponen una mercadería muy barata para cambiarte el dinero. En base a eso esta zona la hemos hecho pota-ble para el cliente y para nosotros, porque en un momento era inseguro estar acá».

Ya son más de las dos de la tarde, hace tres horas que de Pa-seo recorre la feria. «Por reglamento tiene que cortar a las 15 horas», apun-ta Adán pero «hay mucha gente que recién está empezando a pasear a esta hora». Ahora resulta comprensible entender por que hace 15 minutos dos personas instalaron un me-dio tanque con una parrilla para vender chorizos al pan.

Hay cosas que parece que nunca cambian, Daniel Mu-ñoz, hace más de 100 años en su crónica observaba: «Cuesta hacer levantar los puestos a los vendedores, tanto como cuesta hacer levantar de la cama a los muchachos remolones; dan vueltas, guardan la mercancía todo lo más lentamente que pueden, se dejan estar con los compradores de última hora para dar tiempo a que lle-guen otros, pero al fin los policianos activan el desalojo, y de todo aquel en-cumbramiento de plantas, de flores, de legumbres, de condimentos, de pájaros, de animales y de aves, no quedan más que los desperdicios inútiles, pisotea-dos, enlodados, hasta que los barrende-ros borran ese último vestigio del activo comercio matutino y vuelve la calle a quedar limpia y despejada.»

Y así será hasta el próximo do-mingo. �

A fines del siglo XIX Luis de la Torre propuso, en la Comisión de Agricul-tura del legislativo comunal de la época, la creación de ferias semanales agrícolas. La iniciativa fue aceptada y tras sucesivos pasos se llegaría a lo que es hoy la feria Tristán Narvaja. Dejemos que Antonio Vivalda, nos cuente como fue la génesis de esta postal montevideana.«Así, el domingo 15 de abril de 1878 con la presencia del Gobernador Lorenzo Latorre y sus ministros, fue inaugurada la primera feria semanal en la Plaza Independencia. La misma que con el tiempo se extendió por el comienzo de la Avenida 18 de Julio, tenía por entonces dos elementos característicos que hoy nos resultan particularmente extraños: el primero era que a las diez de la mañana un rematador subastaba todos los productos no comercializados y el otro era que existía en la feria una sección destinada para que los propios agricul-tores que venían a ofrecer sus frutos pudieran comprar allí mismo los insumos que demandaba su tarea: semillas, granos, instrumentos de trabajo y hasta literatura agrícola. Pronto se vio que para hacer posible esta especie de utopía finisecular, mezcla tempranera entre feria y remate, se necesitaba de mayor flexibilidad tanto en el horario -que fue acercando su finalización hacia el mediodía- como en una forma de comercialización que sustituyera a la rígida subasta. (…)La feria de antaño era una verdadera feria de novedades. Naturalmente se

vendía de todo, pero además existían atracciones en teatrillos o se hacían de-

mostraciones de forzudos, se tiraba al blanco y se exhibían placas fotográficas

estereoscópicas que la mayor parte de las veces eran de dudoso gusto. Este

sistema cayó pronto en desuso por lo que las autoridades intentaron alejar la

feria hacia los suburbios, disponiéndose el cambio primero a las inmediaciones

de la Plaza Cagancha (primero en la calle Queguay, llamada Paraguay luego

de 1915, y con posterioridad en la calle Ibicuy al Norte que hoy es denominada

Rondeau) y luego a un terreno baldío que existía donde hoy se levanta el Pala-

cio Municipal, antes de dividirla en dos aún más alejadas. A partir del domingo

3 de octubre de 1909: una se extendería por la calle Cuareim desde Avenida

Agraciada (hoy, en ese tramo, llamada con el interminable nombre de Avenida

del Libertador Brigadier General Juan Antonio Lavalleja) a la calle Guatemala

en el barrio de La Aguada, la otra desarrollada en el barrio del Cordón por la

calle Yaro desde 18 de Julio a La Paz no es otra que nuestra mismísima feria

antes de que las calles de la zona de los alrededores de la Facultad de Derecho

cambiaran su denominación primitiva, de naturales nombres indígenas de

origen guaraní, por otros propios de algunos juristas de mérito».21

Uno de esos juristas de mérito fue Tristán Narvaja. Nació en Argen-tina en 1819, veinte años después vino a Uruguay, al ser perseguido por el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Fue catedrático de Derecho Civil y autor de la Ley de Hipotecas y del Código Civil de 1869. Esto le valió ser declarado ciudadano legal uruguayo por el Gobernador Provisorio General Venancio Flores. También fue diputado y ministro de gobierno. Lo curioso es que Narvaja, no se llamaba originalmente Tristán, sino José Patricio. Pero como fue religioso franciscano, Doc-tor en Teología y practicante católico, al recibir el sacramento de la confirmación cambió su nombre por el que hoy se lo conoce.

2 Vivalda, Antonio. (1996). «La feria Tristán Narvaja». Editorial Arca. Montevideo.

«Mezcla tempranera entre feria y remate»

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CARNAVAL EN PRIMAVERA

Momo reina en MontevideoMontevideo es la primera ciudad en ser declarada

Capital Iberoamericana del Carnaval. El galardón se lo otorgó

a Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI).

MIENTRAS el año discurre pe-rezoso en las orillas del Río de la Plata, los montevideanos esperan la llegada del verano y del Carna-val. Es cuando las familias, termo y mate bajo el brazo, toman y no abandonan las calles y la rambla costera. Ya en la primavera, los clubes barriales se pueblan de vecinos que curiosos, asisten a los ensayos del conjunto carna-valero de sus amores. El próximo

carnaval comienza a ser el tema de debate. La fi esta ofrenda a la ciudad lo mejor de sí misma.

El carnaval montevideano es un fantástico fenómeno cultural y social que forja modos propios de relacionamiento entre la po-blación y el espacio urbano. Cons-truye la identidad local, arraiga y pone en escena las representacio-nes y sueños compartidos. Siem-bra lazos coloridos de integración

ante la fractura de las sociedades en el presente. Diversidades étni-cas, sociales y culturales se dilu-yen en la fi esta carnavalera.

Como el resto de Iberoaméri-ca, Uruguay elabora desde su pa-trimonio cultural un conjunto de representaciones que convo-can a las mayorías a un proyec-to nacional, como estrategia de posicionamiento e identidad en un mundo globalizado. Desde

Rocío Fernández, Alberto Quintans & Claudia Rodons

Centro Municipal de Fotografía IMM

Ana María Bello

Licenciada en Antropología

PUNTOS CARDINALES

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las tradiciones y la memoria el Carnaval es el que congrega a la diversidad de este pueblo.

En consonancia con el redi-mensionamiento de lo local, se revalorizan sus valores culturales integradores. Con él la ciudad y el espacio urbano particularmente el montevideano, se perfi la des-de sus particularidades festivas. El ejercicio ciudadano se torna necesario al construirse año a año un relato carnavalizado que da cuenta de la propia identidad. Este rol corresponde a los carna-vales de cada lugar y es por ello que la Unión de Ciudades Capi-tales de Iberoamérica (UCCI) crea este galardón y se lo otorga en primer lugar a Montevideo.

El Carnaval uruguayoUruguay tiene un carnaval único en el mundo. Empieza a mediados de enero y culmina entrado marzo y sus noches otoñales. Se vive en desfi les y escenarios nocturnos. Es la manifestación cultural que más público convoca, supera al fútbol, otra pasión nacional. Du-rante 100 años, sin interrupción, campeó dictaduras y censuras, es

rebelde y libertario. La luna es su novia y ella asiste coqueta a cada espectáculo, comunicando su má-gico mensaje al aire de la noche.

El verano sureño es la eclosión de la vida y en su cúspide, el car-naval suma brillos y plumas a su derroche de color, música y risa. Los montevideanos acuden masi-vamente al Desfi le Inaugural, en la principal avenida, 18 de Julio, a aclamar a los artistas que hacen su aparición con el nuevo vestua-rio de cada año. La multitud los espera fervorosa en este pagano ritual iniciático que autoriza la in-auguración de la temporada de los escenarios barriales o tablados,

en los que cada noche reinicia el milagro de conexión festiva entre gente, barrios, ciudad y artistas.

En ese desfi le pasan y se mues-tran las agrupaciones carnavale-ras típicas del Uruguay como las murgas, las comparsas de can-dombe, los parodistas, los humo-ristas y las revistas musicales. En los carros alegóricos desfi lan las Reinas del Carnaval o transportan instalaciones diversas, tales como el Carro del Museo del Carnaval, que se inspira en la producción artística de los más connotados artistas plásticos del país. Van es-coltados por un séquito de «cabe-

zudos» o «gigantes» (personajes de gran altura hechos de papel

prensado y pintados con pro-fusión de color).

A la semana siguiente, por las calles de los barrios Sur y

Palermo, una de las cunas mon-tevideanas de la cultura afro-uruguaya, tiene lugar el Desfi le de las Llamadas, fi esta máxima del Candombe. Allí, miles de ar-tistas de la danza y el toque de tambor, recrean fi estas y rituales con raíces africanas, evento que se viene haciendo desde la época colonial del siglo XIX.

Cada carnaval en el mundo tiene un icono que lo caracteri-za: el brasilero la elegancia de las scolas do samba; el valenciano la magnifi cencia de los monu-mentos falleros; el gaditano se reconoce por la excelencia de

Todos detrás de MomoMomo (en griego Mômos, «burla», «culpa»; en latín Momus) era, en la mitología griega, la personificación del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica. Era el dios de los escritores y poetas, un espíritu de inculpación malintencionada y crítica injusta.

En las fiestas de Carnaval de varias ciudades castellanoparlan-tes se rinde homenaje al dios Momo con diversos actos: en Uru-guay es un personaje distintivo en las actuaciones de las murgas, siendo común encontrar en las letras de sus canciones referencias directas a este personaje. (Fuente: Wikipedia)

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rante 100 años, sin interrupción, campeó dictaduras y censuras, es

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La Capital Iberoamericana de Carnaval está gestionando, por primera vez en la historia de la ciudad, una propuesta ar-tística y cultural sin antecedentes para el mes de setiembre.

Este Primer Encuentro Iberoamericano de Carnavales, se desarrollará en Monte-video entre el 18 y el 26 de setiembre. Se pretende dejar grabado en el imaginario co-lectivo una gran fiesta ciudadana generan-do un evento sin escalas sociales ni colores políticos. Es una fiesta para todo el pueblo y concebida para que todos participen.

Es la División Turismo de la IMM la que genera una celebración que permitirá con-vocar a actores, músicos, directores, sellos discográficos, productores, instituciones, escritores, escenográfos, maquilladores, vestuaristas, realizadores, diseñadores, carpinteros, docentes, talleristas, emba-jadores, agregados culturales y público en general… Es una invitación a vivir codo a codo esta experiencia, vivenciar costum-bres, usos y arte desde esta ciudad que dibuja barrio a barrio nuestra personalidad y autenticidad.

Este Encuentro permitirá ver, desde una fotografía aérea, imaginaria, una ciudad que se viste de risas, color y luz en esa semana tan particular. Será un festival cultural que engalanará la ciudad en puntos estratégicos para el turismo,

La ciudad se viste de risas, color y luz

ENCUENTRO DE CARNAVALES

sus coros callejeros; el andino por sus máscaras endiabladas; las orquestas de vientos en Nueva Orleáns…

Una secuencia inacabable y maravillosa que configura una ruta festiva y de peregrinación para los carnavaleros. Montevideo se ubica en ella con sus espectácu-los en escenarios. Con centenaria historia, que es la historia de la antigua Comedia y del teatro ca-llejero europeo. Hijos directos de la Comedia del Arte que crecieron con perfi l absolutamente autóc-tono, en la murga, la parodia o la humorada. Descendientes de la paradoja de la vida cotidiana, de la rebeldía ante el poder, del hu-mor como recurso de la libertad ante los patrones morales y cul-turales. Espectáculos carnavaleros que también evocan las antiguas festividades aldeanas en las cuales el disfrute implica sobre todo, la convivencia, el encuentro, la com-plicidad con el prójimo, ausentes en la cotidiana fajina del trabajo y ahora en la creciente privatización e individualización de la vida.

El carnaval uruguayo tiene dos raíces fundacionales: la europea y la africana. Análogo a los to-rrentes poblacionales que le dan origen como nación. La mixtu-ra generada es única, original e irrepetible porque responde a su particular historia.

Si bien el Carnaval convoca a artistas de otros ámbitos de la cultura, su peculiar encanto re-side en el deslumbrante milagro de la transfi guración del vecino en artista carnavalero, o del com-pañero de trabajo, la maestra, los trabajadores de mil ofi cios, que se convierten en fulgurantes estrellas durante el reinado del dios Momo (ver recuadro). ¿Cómo se opera esa transformación? El carnaval incita y estimula el pro-tagonismo artístico de la gente común, de hombres y mujeres del pueblo, de muchos que no pudie-

para los artistas y los vecinos de la ciudad. Propone incentivar intereses diversos para acercar este Encuentro a la población de la ciudad y sus alrededores: se programarán actividades que comprenderán a todas las franjas etáreas, grupos familiares, «tribus urbanas» integrando así a todos los niveles socioculturales.

La agenda del Encuentro Iberoamericano de Carnavales aspira a:

Generar un relacionamiento ≈enriquecedor entre los países iberoamericanos.Impulsar intercambios culturales que ≈permitan la exportación de nuestro arte hacia el mundo.Diseñar un circuito con diferentes ≈actividades artísticas y culturales.Plantear una programación ≈interesante para público y artistas.Convocar personas y personalidades. ≈Provocar interés en el público y ≈los artistas que no son asiduos al carnaval.Consolidar los vínculos barriales. ≈

Los países, ciudades y organizaciones asis-tentes participarán a través de las expre-siones carnavaleras que consideren más relevantes y representativas de su fiesta, de forma tal que se compondrá una cele-bración multidimensional con exposicio-nes de trajes, imágenes, instrumentos y objetos, charlas, demostraciones, etc.

La ciudad posee dos iconos carnava-leros: El Museo del Carnaval y El Teatro de Verano que albergan la historia y las tradiciones de la fiesta. Entre ellos y los escenarios populares, puentes virtuales, irán generando nudos temáticos en espa-cios abiertos y cerrados, seleccionados por su interés cultural y para promocionar la ciudad y su historia. Se realizarán interven-ciones urbanas de iluminación para trans-formar al Encuentro en un observatorio nocturno y onírico de la ciudad.

Puntos de luz, DJs, VJs, desfiles, con-ciertos, exposiciones, proyecciones, talleres, producciones teatrales, conferencias, per-formances, toques, stand up, ciclo de mú-sica en Cafés y Bares históricos, constituyen la agenda de este Encuentro que adelanta el Carnaval para recibir la primavera.

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Museo del CarnavalGanó el VI Premio Reina Sofía de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural. Abierto de martes a domingos. Horario: 11 a 17 hs. de marzo a noviembre y 10 a 18 hs. de diciembre a febrero. El Museo permanecerá cerrado los días 1° y 6 de enero, 1° de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre. Rambla 25 de Agosto de 1825 N° 218 esq. Maciel. Tel: (598 2) 915 08 07. Montevideo, Uruguay. [email protected]

ron estudiar. De los que terminan de madrugada de ensayar o actuar y a las seis de la mañana marcan tarjeta en la fábrica o el taller. Como saliendo desde una envol-tura descolorida y cotidiana se metamorfosean en deslumbran-tes personajes de fábula.

Los géneros del Carnaval del UruguayEn estas latitudes durante la fi esta del dios Momo, convergen variadas expresiones artísticas: murgas, comparsas de negros y lubolos, parodistas, humoristas y revistas musicales.

Los conjuntos carnavaleros participan de un Concurso Ofi cial, auspiciados por las propias agru-paciones y apoyados por la Inten-dencia Municipal de Montevideo (IMM). Este concurso suma a la fi esta la emoción de la competen-cia. Se realiza en un anfi teatro abierto, al estilo de la Grecia Clá-sica, ubicado frente al mar en el Teatro de Verano, el templo mayor que dios Momo posee. Allí un jura-do, nombrado por las autoridades públicas y durante tres rondas de presentaciones, transmitidas por televisión y por radio a todo el país y a los uruguayos desperdigados por el mundo, elige los conjuntos premiados de cada género.

En la Noche de los Fallos, al-guna noche del mes de marzo, los artistas acompañados de miles y miles de hinchas amanecen es-perando los ansiados resultados. Algunos con triunfos y los más apostando a la suerte del próximo Carnaval, se apagan las luces de los tablados y los montevideanos dan comienzo al año y a la rutina laboral cotidiana.

Cada género carnavalero tie-ne un perfi l propio. La murga se hermana en la tradición española, particularmente gaditana. Se creó hace un siglo como una agrupación de músicos con una entonación particular y un repertorio de can-

teatralizada se realiza en los es-cenarios y en el Teatro de Verano, pero su mayor despliegue es du-rante los desfi les, en particular el Día de Las Llamadas. El ritmo del candombe ha sido designado Patrimonio Histórico y es original de la población africana esclaviza-da que habitó en el Río de la Plata y es el que musicaliza estas actua-ciones. Es en los desfi les calleje-ros cuando se integran al ritmo del candombe cerca de un cen-tenar de artistas (portaestandar-tes, abanderados, tamborileros, bailarines, vedettes y las fi guras del candombe: mama vieja, gra-millero y escobero). Las «fi guras» del Candombe simbolizan perso-najes de la tradición aldeana afri-cana original y tienen una fuerte connotación ritual. La cuerda de tambores de una comparsa inte-gra unos 50 percusionistas que tocan su instrumento colgado del hombro mientras marchan. Los tambores que dan al candombe su sonido particular son: el «chico», el «piano» y el «repique».

Los parodistas son un género carnavalero con mucho arraigo en-tre los jóvenes. Es un espectáculo exigente, tanto en la actuación como en el baile coreográfi co, en

ciones picarescas. Actualmente, estas agrupaciones tienen caracte-rísticas muy diferentes. La murga está integrada por notables can-tantes y tres percusionistas que in-tegran la «batería murguera»: un bombo, un platillo y un redoblante que ejecutan una melodía llama-da «marcha camión». El tono para afi nar las «cuerdas» del coro lo da, con su voz, el director del conjun-to, quien debe tener un oído pri-vilegiado. Hace ya muchos años que han profesionalizado todos los elementos del espectáculo: la mú-sica, el vestuario, el maquillaje y la puesta en escena. El espectáculo consta de presentación, cuplé (una pequeña pieza teatral cantada) y la retirada. Se recrean en clave de humor los acontecimientos más memorables del año tanto políti-cos, sociales como futbolísticos.

Las comparsas de negros y lu-bolos son conjuntos cuya temá-tica se vincula a la temática de los derechos humanos (respeto a la diversidad, ecología, igualdad de oportunidades, etc.) y renueva particularmente la denuncia de la esclavitud practicada durante la época colonial y la discrimina-ción racial que subyace hasta el presente. Esta puesta en escena

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la música, en el vestuario y en la decoración escénica. En el espec-táculo se representan dos paro-dias; articuladas con canciones y coreografías que representan en clave de humor obras literarias consagradas, biografías de héroes o personajes conocidos, películas o eventos de público conocimiento. Esa versión adaptada de un tema conocido exige la intervención de letristas y guionistas. Tradicional-mente son conjuntos integrados por hombres y los roles de mujer los ejecutan travestizados, arcaico recurso de los orígenes del teatro.

La categoría humoristas ad-mite la misma descripción de requerimientos actorales que los parodistas. Se diferencian en que no parodian sino que crean «hu-moradas», es decir desarrollan si-tuaciones que convocan a la risa.

Por su parte, las revistas musi-cales se originan en el género que nace en los teatros y espectáculos nocturnos parisinos, que el cine primero y la televisión después, popularizaron y universalizaron. La temática de estas revistas car-navaleras es una situación humo-rística que es el hilo conductor para desarrollar una trama, so-bre la que se destacan el cuerpo de baile y los cantantes.

Carnaval de MuseoEl Museo del Carnaval del Uru-guay expone la historia de este patrimonio cultural en perma-nente crecimiento, difunde la posibilidad de disfrutar esta fi esta nacional, incrementando los pla-ceres que el sol y la playa ofrecen tradicionalmente a los turistas.

El Museo del Carnaval, es un proyecto cultural avanzado, inte-grado en la estrategia de proyec-ción internacional de la ciudad y su puerto. Se desarrolla como un espacio de presentación del pro-ceso de transformación del esce-nario urbano en su dimensión social, cultural y económica y del

papel de Montevideo como puerta y puerto del Uruguay, centro lo-gístico abierto al mundo.

El Museo ha sido distinguido con el «VI Premio Reina Sofía de Conservación y de Restauración del Patrimonio Cultural» por sus méritos en la recuperación de tra-diciones del Carnaval, patrimonio intangible de la nación. Con su particular acervo y programación, se integra hoy a ese paisaje indus-trial emblemático de la historia y del porvenir de Montevideo. Su fachada mira a un mar erizado de grúas y mástiles, entre dársenas y muelles. La Ciudad Vieja, la ba-rriada en el que está ubicado, es una de las cunas del Carnaval.

«El hombre es un ser festejante y por ello festivo», escribe Uwe Schultz en su obra «La Fiesta». Agregando que: «Los únicos seres festejantes y festivos son los seres humanos. El hombre es un ser excéntrico entre los seres vivos. Todos los demás viven su vida, mientras que los humanos no sólo la viven sino que además, adoptan un comportamiento respecto a ella, cosa que sólo es posible si se toma distancia. Por eso, por su ex-centricidad, el hombre necesita la fi esta. Los animales sólo tienen cotidianidad: viven. Los hombres trabajan y festejan. Así, la fi esta es una suspensión, una in-terrupción de la vida rutinaria a modo de moratoria de lo cotidiano. La fi esta es un gran estado de excepción. El Arte también lo es. La fi esta fusiona todas las artes, es la obra de arte total».

La protección del patrimonio cultural, inmaterial, intangible, constituido por el Carnaval, cuya gestión la División Turismo de la IMM asigna a este museo, es su objetivo trascendente.

El auspicio del Carnaval es para el gobierno municipal de Monte-video un objetivo estratégico jun-to a la diversidad de manifesta-ciones culturales que dan alma y personalidad a la ciudad. En defi -nitiva, fi esta y vida cotidiana son las dos caras de la misma moneda de la vida humana. �

Números carnavaleros

Se estima que el Carnaval de Montevideo ≈beneficia con ingresos a más de 800.000 personas (más de la mitad de su población) al año por vía del trabajo directo o indirecto que genera.En los Desfiles Inaugurales de Carnaval ≈y de Llamadas participan más de 70 agrupaciones con un promedio de 100a 120 componentes cada una.En el Concurso Oficial de Agrupaciones ≈Carnavalescas participan más de 60 conjuntos con un promedio similar al anterior en cuanto a sus componentes.En 2007 ingresaron a la ciudad más de 70 ≈millones de dólares entre enero y marzo durante el Carnaval.En la actualidad, se cuenta con más de ≈25 escenarios populares distribuidos por toda la ciudad donde se realiza un trabajo de integración social; que es disfrutado por más de 120.000 personas de las áreas más deprimidas económicamente de la ciudad, facilitando la participación, integración y democratización en las actividades urbanas.

Estos indicadores muestran a las claras el ca-rácter de transversalidad social, integración y fomento de la cultura nativa que posee el Carnaval de Montevideo, así como la activa inclusión de las comunidades afrodescendien-tes y el impulso que brinda a las condiciones económicas y sociales, para el desarrollo y la prosperidad lo que en definitiva conlleva la profundización de la democracia.

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CON TACTO

Eduardo Curuchet

Licenciado en Comunicación UDELARO. J. Rossi

Fotógrafo

CON HÉCTOR LESCANO

«Turismopara tres millones»El turismo «es un derecho que no está ejercido plenamente», dice el ministro

Héctor Lescano a de Paseo. Los esfuerzos del gobierno van en esa dirección,

no sólo por un tema de «equidad e inclusión social» sino también de índole

económica. Acciones como la firma del «Compromiso Nacional por el

Turismo», la promoción del Turismo Social, la cooperación pública privada

en esta materia apuntan a consolidar a la «industria sin chimeneas».

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¿Qué relevancia tiene la actividad turística en el país?El turismo es la segunda activi-dad económica del país. Supera los 1.000 millones de dólares anuales y genera entre 50.000 y 60.000 puestos de trabajo direc-tos y, probablemente, más del doble en términos indirectos. Es un porcentaje muy importante del Producto Bruto Interno.

En ese marco, la cartera de Turismo forma parte de la nue-va institucionalidad que se está creando en este gobierno. Integra el Gabinete de la Producción, par-ticipa en Uruguay XXI (de Canci-llería) y en los organismos de co-ordinación interministerial que tienen que ver con la presencia del Uruguay en el exterior.

Asimismo está en el Gabine-te Social, por la promoción del deporte, desde luego, con toda la visión socio-comunitaria, con las plazas de deportes que coor-dinamos… Con el incentivo de la educación física en todo el sis-tema público escolar, que está dispuesto por ley y signifi ca un formidable paso adelante.

Como lo vinculado al Sistema Nacional de Turismo Social, que aún no es un proyecto defi niti-vamente consolidado. Aún así vamos caminando en esa direc-ción, con el lema de «Turismo para tres millones», que somos todos los uruguayos. A los efec-tos de que todos nuestros compa-triotas puedan gozar de un dere-cho humano que es el turismo, como lo defi ne la Organización Mundial del Turismo de las Na-ciones Unidas.

Se ha hecho mucho en estos años. Pero aún queda mucho por hacer; aunque se ha ido constru-yendo una política de Estado. Se fi rmó un «Compromiso Nacional con el Turismo», con 20 puntos que no son formalismos verbales. Cada punto tiene compromisos muy fuertes. Relacionados con: la sustentabilidad de los proyec-tos de desarrollo, la formación de recursos humanos, la apuesta a la calidad, la necesidad de promo-ver inversión que genere puestos de trabajo y el respeto del medio ambiente entre otros aspectos. Esto incluye llevar adelante lo

que llamamos la Cuenta Satélite de Turismo, con datos y números de la actividad. Que resulta un insumo fundamental para el di-seño de políticas públicas y toma de decisiones privadas. Estas son las piedras fundamentales de una política de Estado.

Desde el gobierno progresista, hemos avanzado mucho en esta materia, de la cual teníamos y tuvimos que aprender. Aunque recogiendo el buen trabajo rea-lizado desde la Intendencia Mu-nicipal de Montevideo y hemos contado con quienes trabajaron en esa línea, como Benjamín Li-beroff y Liliam Kechichián. De todas maneras, a escala nacional teníamos que aprender.

También, a modo de balance, creo que se ha roto una descon-fi anza recíproca con el sector pri-vado, para transformarse casi en un trabajo colectivo como estilo de gestión de gobierno.

¿Cómo fue el acercamiento al gobierno nacional y al mismo tiempo ingresar en el tema turístico? En términos autocríticos, hay que reconocer que teníamos a esta actividad bastante rezagada. En nuestro Programa de Gobierno no ocupaba un lugar central; con la jerarquía que el turismo requiere y merece. Era un apéndice secunda-rio del discurso ofi cial electoral.

Creo que en este punto, parte del llamado «Compromiso Nacio-nal con el Turismo» busca com-prometer a los partidos políticos, para que den centralidad y jerar-quía a la actividad turística.

El tema turístico desde el punto de vista institucional, de la organización e inserción den-tro de la economía, del sentido y conciencia de formar parte de una cadena productiva, es un he-cho reciente en el mundo y muy reciente en Uruguay. Donde, en la época de las «vacas gordas» sólo teníamos una apuesta fuerte a la

Héctor Carlos Lescano Fraschini, nació en Paysandú el 13 de febrero de 1948. Tiene 61 años, casado y con tres hijos. Es médi-co veterinario, fue profesor universitario y asesor del ex Rector de la Universidad de la República, Ing. Qco. Jorge Brovetto. Hincha apasionado de Liverpool.

«La intervención de la Universidad en 1973

cortó una carrera docente en materia de Genéti-

ca Ganadera que era y sigue siendo una línea de

educación muy fuerte», dice Lescano. «Después, en la recuperación democrática

de 1985 ingresé en el Parlamento y de hecho has-

ta hoy continúo en la acción política, directa.

Además, ya que es una vocación y una actividad

que he tenido casi de forma ininterrumpida en

este tiempo, presidiendo la Comisión del Pro-

grama de Gobierno del Encuentro Progresista-

Frente Amplio en tres elecciones nacionales.»

Fue dirigente estudiantil, Secretario Ge-neral de la Juventud Demócrata Cristiana y Secretario General del Partido Demócrata Cristiano del Uruguay.

Actualmente es Presidente de este partido y Vicepresidente del Cono Sur de la Organización Demócrata Cristiana de América.

Fue también condecorado con la «Or-den Bernardo O’Higgins» por su constan-te lucha parlamentaria por la democracia en Chile.

Durante 10 años fue Diputado por el departamento Montevideo. En las últimas elecciones nacionales fue electo Senador de la República.

A partir del 1° de marzo de 2005 es el Ministro de Turismo y Deporte del gobier-no que preside el doctor Tabaré Vázquez.

Lescano

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producción de bienes, y en parti-cular de origen agropecuario.

Todavía estamos en situación de debilidad institucional y por eso hablamos del objetivo estra-tégico que consiste en el forta-lecimiento institucional, tanto privado como en lo público, a nivel nacional y departamental. Avanzar en ese sentido con aso-ciaciones, es un hecho nuevo.

¿De qué manera se busca ese fortalecimiento institucional?Buscamos contribuir a crear una conciencia nacional a nivel ciuda-dano, que todavía es muy incipien-te o no existe, sobre las posibilida-des que esta actividad ofrece. De ahí algunas de las campañas de sensibilización, que tanto el sec-tor público como el privado reali-zamos: «Un turista es un amigo».

En ese sentido se vienen dando pasos que son notorios. Uruguay está duplicando su nivel de in-versión en materia de promoción institucional. «Uruguay Natural» es una marca país, fuerte y creí-ble. Como síntesis y expresión de calidad de vida.

Todavía tenemos que hacer mucho para superar la estaciona-lidad, para trascender el producto sol y playa, qué es y seguirá sien-do lo principal; para darle más importancia a la diversidad, al corredor termal litoraleño, a las estancias turísticas, a la llegada de los cruceros de línea…

El crecimiento ha sido casi es-pectacular. Tenemos que atender a todas las nuevas modalidades de turismo idiomático, místico, ne-crológico, académico, que se van abriendo en el país y van convo-cando interés privado que debe ser apoyado. Los congresos, los eventos, que son un gran desafío y en este tema, este año tendre-mos novedades muy importantes en Montevideo y Maldonado.

Hay entonces algunos produc-tos que estaban rezagados y por

suerte se están relevando, y todo esto con números positivos, a pe-sar de ser un país bloqueado.

¿A qué se refiere?A veces me tengo que pellizcar para ver que efectivamente tene-mos cortado el puente que une Gualeguaychú (Argentina) con Fray Bentos (Uruguay), por donde -hasta llegar nosotros al gobierno nacional, y antes de que empeza-ra este problema- pasaba casi el 67 por ciento del turismo argentino.

En un momento teníamos casi un monocultivo con la Argentina. Recientemente nos afectaron las situaciones sanitarias, sobre todo por la cuestión psicológica, que crean y que determinaron que las vacaciones del mes de Julio estu-vieran por debajo de las expecta-tivas que teníamos.

Hay que sumar la crisis inter-nacional, que no se ha expresado en términos concretos en esta área en el Uruguay, pero que hay que respetarla porque todavía perma-necen incertidumbres y nubarro-nes y hay que actuar con previsión y con mucha responsabilidad.

Pero a pesar de todos estos elementos, que escapan al ma-nejo de las políticas estatales, el balance es muy positivo y auspi-cioso para Uruguay.

¿En su gestión, dónde considera usted que se puso mayor énfasis? La idea era justamente encontrar la diversidad. Había productos con un amplio nivel de desarro-llo que no podían ser descuida-dos. Pero había que poner énfa-sis en otras cosas que tenían una gran potencialidad y darles una oportunidad.

Avanzamos en el contacto con el sector privado, inicialmente había desconfianzas y ahora hay construcción de políticas comunes.

En la orientación social del tu-rismo, que era algo que, al menos

a nivel ministerial, casi no exis-tía. Algunos antecedentes esta-ban radicados en iniciativas de la organización de los trabajadores y el Banco de Previsión Social es el otro antecedente más puntual.

Por eso vamos dando pasos en la construcción del Sistema Na-cional de Turismo Social, que aún está lejos de consolidarse. El Tu-rismo Social, que más allá de una política de gobierno es también un Compromiso Programático, vinculado a la inclusión social y a la equidad. Pero también tiene un sentido económico.

Avanzamos en el contacto con

el sector privado, inicialmente

había desconfianzas y ahora hay

construcción de políticas comunes.

Otro desafío es mantener en actividad la infraestructura que está ociosa durante la llamada «temporada baja»…. Lograr que en esa «temporada» se generen puestos de trabajo.

Esas serían un poco caracte-rísticas más específi cas, son los énfasis puestos desde el inicio de la gestión.

Hemos introducido cambios en la naturaleza de la promoción institucional. No solamente en calidad, sino también en canti-dad. Uruguay invertía muy poco en promoción. Hay un aumento cuantitativo, porque el gobierno ha tomado conciencia de la in-fl uencia de esta actividad en el de-sarrollo de la economía y del em-pleo. Pero también hay cambios en la naturaleza del trabajo. Hoy estamos presentes en eventos, ferias mundiales, con estands importantes, los cuáles han ga-nado premios a la innovación y la creatividad. Eso es un componen-te fuerte de esta actividad.

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Además estamos invitando constantemente a periodistas extranjeros especializados a que vengan a conocer el país. Hoy tenemos en revistas de gran cali-dad muchas páginas, destinadas a promover las cosas nuestras. No sólo Punta del Este y Casa Pueblo, o el Mercado del Puerto, sino las cosas del interior profundo. Las termas de Paysandú y Salto, Co-lonia del Sacramento… Estamos presentes en cadenas de televi-sión internacional, algunas de las cuales vienen a instalarse acá en actividades como «Uruguay a toda costa», durante todo el verano.

Propiciamos proyectos como «Un paseo por los sentidos», he-chos juntos con el Instituto Na-cional del Vitivinicultura (INAVI) y con el Instituto Nacional de Car-nes (INAC), que representan una nueva modalidad de promoción y de trabajo con el sector priva-do. Pero también con el resto de los ministerios que están en «Uruguay XXI»: Cancillería; Ga-nadería; Industria… En el trabajo directo con el Departamento 20, tenemos muchos voluntarios en las colonias uruguayas del extran-jero y un mayor involucramiento del servicio diplomático.

Esto ha signifi cado cambios positivos. Hay un volumen de trabajo muy importante. Por pri-mera vez tuvimos un proyecto con el BID, vinculado directamente al turismo y no sólo a consultorías, sino fundamentalmente a expre-

siones materiales de promover lu-gares como Villa Serrana (Lavalle-ja) o el Cabo Polonio (Rocha), en el corredor termal en el litoral, o el desarrollo incipiente del turismo náutico fl uvial, donde Uruguay tiene posibilidades inmensas… Estamos trabajando en esa línea con importantes logros.

Usted plantea que la sensibilización del tema turístico dentro del gobierno se está produciendo no sólo es por la equidad e inclusión social sino también por la faceta económica. ¿Los actores privados comprenden esta realidad? Cuesta mucho. Esto es algo no-vedoso, es un sacudón. Aunque no se puede generalizar, hay al-gunos que son sensibles, lo apo-yan y lo comprenden, y otros que no. Pero no podemos hablar de una comprensión y un involucra-miento importante.

Estamos insistiendo a través de elementos pedagógicos. El tema turismo está incluido en el Plan Ceibal, a través de un juego apasionante que tiene que ver con 15 sitios turísticos del país y la presentación de más de 80 es-pecies de fl ora y fauna autóctona. Es un juego orientado a mostrar a nuestros niños y niñas nuestra riqueza. Estamos incluyendo el tema en la formación escolar y liceal. Es un avance en la forma-ción de recursos humanos de muy buen nivel académico. Con carre-ras de posgrado en las universida-des, públicas y privadas. Hay un despertar de esta actividad que se ve refl ejada en estas cosas.

Pero insisto, que gran parte de la sociedad y un sector del empre-sariado tienen que tener claro que no se puede matar la gallina de los huevos de oro en 40 o 60 días. Que la relación precio y calidad del servicio que se brinda tiene que ser algo equilibrado y razona-ble. Comprender que el esfuerzo de la inversión se debe hacer en forma conjunta… De a poco se va

Una buena noticia «La presencia de esta revista la saludo como una muy

buena noticia para el turismo en el Uruguay», dice el ministro Héctor Lescano a de Paseo, al comienzo de la entrevista.

«Son muy bienvenidas estas publicaciones y esta

en particular, que tiene ese perfil de atender mucho la

cuestión humana, que mira detrás de la postal turís-

tica, para mostrar que allí hay trabajo, creatividad e

identidad», puntualiza.

avanzando. El nivel de inversión ha sido muy importante, ha creci-do entre un 30 y un 40 por ciento respecto a inversiones históricas del país en esta materia.

¿A nivel de las otras dependencias del Estado como ha sido la inversión?Hay un trabajo estrecho con las intendencias. Hay que darle fuer-te por el rezago que tenía, pero hay un esfuerzo público nacio-nal y departamental importante. También a nivel privado, tanto social como empresarial.

Respecto a «Turismo para tres millones»: ¿en qué etapa está?Recién estamos dando pasos em-brionarios… Es una gran tarea pendiente. Me hubiera gustado tener mucho más tiempo y con-diciones para su desarrollo. Sin embargo hay decenas de miles de personas que por primera vez han podido usufructuar este derecho.

Como el programa «Un paseo al mar». Es increíble la cantidad de compatriotas que nunca vie-ron el mar y ha sido muy buena y emocionante esta propuesta. Desde Florida han salido adultos mayores que nunca habían visto el mar y que sienten una gran emoción al verlo. Esta experien-cia privada se basó en la obra del minuano Juan José Morosoli, cuya obra «Un paseo al mar» fue llevada al cine y se popularizó. La historia narra el viaje de un grupo de per-sonas que nunca vieron el mar y salen en excursión a conocerlo.

Esto emblemáticamente tiene que ver con la justicia social que decíamos. Pero también da trabajo a la gente, por ejemplo a los guías turísticos que se tienen que prepa-rar para recibir a ese sector de la población. Esto tiene un repique muy importante, ojalá pueda ex-tenderse a todos los departamen-tos del país. En el norte del país el índice de personas que no conocen la costa atlántica es muy alto.

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Seguimos impulsando accio-nes puntuales con sectores de condiciones socioeconómicas bajas, que han tenido la opor-tunidad de algo de descanso y sobre todo del conocimiento del patrimonio histórico y cultural del país. Así que ojalá el Sistema de Turismo Social se mantenga y siga incrementándose. Es parte de nuestro trabajo, ayudar a que la gente humilde pueda partici-par, no de un turismo para po-bres, sino de un turismo digno.

En turismo social ¿cuál ha sido la respuesta de las organizaciones sociales y de la central de trabajadores?La central de trabajadores ha participado de varias reuniones y hay un equipo de trabajo orien-tado a eso. Pero aún no se le ha dado el nivel de relevancia que esta actividad merece. Pero esto no lo digo en términos de crítica, sino que estamos a tiempo de tra-bajar esta situación.

El Ministerio viene haciendo un seguimiento de apoyo a las Co-lonias de Vacaciones y a los camping de los sindicatos, que tienen mu-chos con buena infraestructura. Esto vinculado a las ONG como la Asociación Cristiana de Jóvenes, como el Campamento Artigas. El uso social de los campamentos del Ministerio, como el de Parque del Plata… La Colonia Raigón del Ban-co de Previsión Social… Lugares a los que acceden decenas de miles de compatriotas; y al hacerlo las valoran y contagian con esas ex-periencias. Esto son cosas que a veces cuesta comunicar pero que las vamos llevando adelante.

¿Qué líneas considera quese deben profundizar en eltrabajo desarrollado desdeeste Ministerio?En primer lugar un concepto de sustentabilidad fi nanciera, pero también social, cultural y am-

biental. Este es un tema muy se-rio en el marco del cambio climá-tico, de defensa de la naturaleza y de respeto de los recursos natura-les. Respeto de los derechos de las nuevas generaciones, mediante la regulación y el papel intrans-ferible del Estado.

Es posible el desarrollo, tenien-do en cuenta la sustentabilidad del proyecto. Seguir apostando a la ca-lidad de los servicios, que aún fal-ta mucho. No puede haber pasos atrás en materia de inversión es-tatal en infraestructura, puertos, carreteras que están vinculadas a esta actividad y no debería haber pasos atrás del vínculo estrecho entre el gobierno departamental y el nacional en materia de coope-ración Tampoco se debe retroceder en el vínculo con el sector privado, que en esta actividad debe ser el motor como en mucha otras.

En lo social tampoco debería haber pasos atrás.

No existe una percepción extendida en nuestro país de considerar al turismo como un derecho humano, ¿qué reflexión le merece tal situación?Esto es una defi nición que está en el Código de Turismo Nacional, de la Organización Mundial de Tu-rismo, que es la correspondiente a la FAO, a la OIT, en el grado de agencia especializada de las Na-ciones Unidas. Aprovecho a decir que Uruguay se ha reintegrado al mundo internacional del Turis-mo, que estaba un poco alejado en los últimos años… Estamos acti-vos en la Comisión para las Améri-cas y en el Mercosur para avanzar en términos de cooperación.

Muchas veces los derechos son difíciles de desarrollar e im-plementar, pero hablamos que hoy día la sociedad debe aceptar que es un derecho a la altura de la salud, la cultura, la educación… Se debe reconocer y estimular el descanso -como salud física y mental- junto con la recreación.

Hoy hay toda una revaloriza-ción del tiempo libre para incre-mentar su patrimonio educativo, para conocer cosas. Siempre cito al poeta que dice: «Que lindo que son mis pagos, si supiera dónde están». Parte de esos saberes es respon-sabilidad del Estado.

Es un derecho que no está ejercido plenamente, nos falta mucho. Es un ejemplo de lo que busca este gobierno de promover mayores niveles de igualdad. Más igualdad signifi ca más desarro-llo, más oportunidades de cono-cimiento y de goce de derechos… No sólo en igualdad de oportuni-dades sino en término de resul-tados. Por lo tanto de aplicación real. Ojalá haya un impulso fuerte que no tenga marcha atrás. Que vayamos hacia delante dentro de las posibilidades del país. No se pueden prometer milagros, pero si seguir trabajando. � 25

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Carlos Contrera CMDF IMM

O. J. Rossi FotógrafoÁlvaro S. Martínez

Arquitecto

FAROS URBANOS

MEMORIAL DE LOS DETENIDOS-DESAPARECIDOS

Símbolo de la verdad buscada«No son solo memoria

son vida abierta»

Circe Maia (poetisa uruguaya) 26ARMADO_11.indd 26ARMADO_11.indd 26 18/08/2009 04:50:29 p.m.18/08/2009 04:50:29 p.m.

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Entre todos los monumentos de la ciudad hay uno que se destaca por lo reciente de su construcción y por su alto contenido de sim-bología, lo que lo convierte, sin duda alguna, en uno de los más emblemáticos en lo que a la histo-ria reciente de nuestro país se re-fi ere: el Memorial en Recordación de los Detenidos-Desaparecidos.

Ubicado en un entorno privi-legiado -constituido por la playa, con una increíble vista panorámi-ca de la ciudad y su desarrollo ur-banístico-, complementado con el Parque Vaz Ferreira, el Club de Pesca del Cerro, el Club de Golf y la propia presencia del cerro de Montevideo (con sus 140 m. de altura, su fortaleza y su faro), determinan una zona destacada que merece estar en los circuitos turísticos montevideanos.

La construcción de la Rambla Gurvich (en homenaje al pintor) en la playa del Cerro, y más re-cientemente, de la rambla de la calle Egipto en un tramo im-portante del oeste de la Bahía de Montevideo, ha permitido la re-cuperación de espacios públicos para la recreación.

El Cerro, una zona de fuerte identidad barrial, marcada por la llegada de inmigrantes europeos y las luchas obreras, ha sido casti-gado por el impacto que signifi có

el cierre de sus principales fuentes laborales -los frigorífi cos-, y por la pauperización de sus habitantes. Necesitaba, por tanto, contar en forma urgente con mejoras y ser-vicios que la hicieran recuperar características por las que fuera apreciada en otros tiempos.

La idea acerca de la necesidad de jerarquizar esta zona de Mon-tevideo es reciente y ha requerido de fuertes inversiones en infraes-tructura vial, en saneamiento, en preservación de espacios pú-blicos del entorno y en revalori-zación de otros.

No es casualidad entonces que el Memorial de los Detenidos Desaparecidos durante la última dictadura uruguaya (1973-1985) se haya ubicado en este barrio. Se encuentra en un claro del Par-que Vaz Ferreira en la ladera del Cerro de Montevideo, único con relieve importante en la ciudad. Es un parque agreste en recupe-ración, no acondicionado para el tránsito peatonal, con especies vegetales que permiten el man-tenimiento de un tapiz vegetal natural. Se propone el manteni-miento de su carácter agreste, pero proporcionando las medi-das de seguridad indispensables para su uso más intenso.

Fue inaugurado ofi cialmente el 10 de diciembre de 2001 -con

motivo del 53° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos- en un acto público donde estaban presentes el ex presidente de la República Jorge Batlle, el entonces inten-dente de Montevideo Mariano Arana y organizaciones de de-fensa de los Derechos Humanos, entre otros.

La construcción del Memorial fue promovida por la Comisión Nacional Pro-Memorial, integra-da por un grupo de 33 ciudadanos -entre los que se encontraban Idea Vilariño, Alberto Zumarán, Líber Seregni, Mario Benedetti, Enzo Francescoli y Concepción «China» Zorrilla, entre otros des-tacados actores de la vida social uruguaya.

El costo de la obra fue de 300 mil dólares, fondos éstos recau-dados por medio de donaciones populares. La ubicación del mo-numento fue determinada por la IMM y la Comisión Pro-Memorial, debido al elevado simbolismo del lugar -el Cerro de Montevideo-, que además fi gura en el Escudo de Armas de Uruguay.

El proyecto surgió de un Con-curso de Anteproyectos realizado en 1999. Un equipo constituido por arquitectos, artistas plásticos e ingenieros paisajistas ganó el Primer Premio. El proyecto fue

Las ciudades son un intrincado laberinto de tramas y recorridos, a veces

superpuestos, a veces complementarios, pero que en su conjunto, conforman

la identidad de un lugar. Es de esta manera que los monumentos, plazas y

lugares se transforman en mojones y puntos de referencia de una ciudad. Están

relacionados con la historia, la idiosincrasia y la manera de vivir de sus habitantes.

Hablan de la manera de relacionarse con la historia que tiene la población. Este

concepto de urbanidad, que se aplica desde la Edad Media, tiene hoy en día total

vigencia. Es de esta manera que la «conexión» de estos mojones van generando

los recorridos en la ciudad ¿quién no ha caminado desde El Gaucho hasta la

Puerta de la Ciudadela? ¿O desde 18 de julio al Palacio Legislativo?

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diseñado por los arquitectos Ru-ben Otero y Marta Kohen y fue declarado de Interés Nacional el 3 de agosto de 2000 por el entonces presidente de la República Jorge Batlle, además de contar con el auspicio de la Intendencia Mu-nicipal y la Junta Departamen-tal de Montevideo. El proyecto, además, ganó el Primer Premio Compartido en la XIII Bienal Pa-namericana de Arquitectos de Quito, organizada por el Colegio de Arquitectos de Ecuador, Pro-vincia de Pichincha. Es un mo-numento que es visitado por unas 80 mil personas al año. La gente de Montevideo y los turistas na-cionales y extranjeros lo visitan como un hito simbólico.

Se realiza una terraza con ca-racterísticas de mirador vehicu-lar, bordeada por un banco con-tinuo de similares características al banco del monumento siguien-do la vegetación costera del oeste de la zona, bordeando la terraza un talud de césped y un monte de ceibos, árbol de característica fl or nacional nativa y desarrollo compatible con la ubicación, no obstaculizando las visuales.

El Memorial está comunicado con la Rambla Gurvich y es anun-ciado por medio de un sendero bi-tuminizado que serpentea el bos-que durante el trayecto, siendo la primera parada para el visitante en el ascenso hacia la Fortaleza. Se aprovechan los elementos de anunciación para obtener un ordenamiento del área costera, actualmente descalifi cada por la ambigüedad de su uso.

Cuenta con una iluminación cada 15 metros en columnas de ace-ro. La caminería es apta para disca-pacitados admitiendo por su ancho el eventual pasaje vehicular.

El Memorial se ubica en un círculo de árboles, en un claro existente, sin perturbar la vege-tación. El sitio mantiene privaci-dad y vista al mar como referen-

cia lejana. Se ha descarnado la superfi cie del Cerro hasta llegar a la roca viva, que es un símbolo de la verdad buscada. Dos muros con los nombres de los desapa-recidos grabados en el vidrio, se identifi can con la fragilidad de la vida, penetran la roca y esta-blecen un recorrido de máximo recogimiento.

De día, el monumento se anun cia desde la costa por el camino sinuoso que es una bús-queda simbólica de la verdad y se va descubriendo en el claro del bosque a medida que se inicia el ascenso. Durante la noche, la percepción del monumento varía, ya que actúa como un llamador por medio del encendido de luces dentro de los muros de vidrio, destacándose de esta manera los nombres esmerilados en ellos.

Se tuvieron en cuenta altos valores simbólicos en la compo-sición, diseño, ubicación y ma-teriales:

La escalada al memorial sim-boliza una peregrinación respe-tuosa hacia un ámbito de reco-gimiento y refl exión.

El claro en el bosque busca colocar al visitante en un am-biente rodeado de vida. Los ár-boles que lo rodean simbolizan el apoyo de la sociedad a la bús-queda de la verdad.

El acceso al piso rocoso princi-pal, descubierto cuidadosamente en el sector elegido, simboliza la verdad última de la que no pode-mos escapar, expuesta y enrique-cida por la luz solar directa.

Su mantenimiento en estado rústico simboliza la búsqueda. Su irregularidad simboliza la in-comodidad que el tema provoca.

Su enclaustramiento, rodea-do por un banco continuo re-presenta la acción colectiva en la búsqueda.

Los muros transparentes de vidrio, que surgen de la piedra viva, simbolizan la vida y lo que 28

El Memorial de los

Detenidos-Desaparecidos

es sin duda alguna, de los

más emblemáticos en lo

que a la historia reciente

de nuestro país se refiere.

A pesar de ésto, no

figura en casi ninguna

guía de turismo sobre

Montevideo.

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debe» pueden ser el escaso mante-nimiento, la confusa o inexisten-te señalización, el fl echado inco-rrecto de algunas vías de acceso, recorrido intrincado para acceder al Memorial, la falta de gabinetes higiénicos, entre otros.

El lugar cuenta con vigilancia las 24 horas a cargo de una coo-perativa que, además, se encarga –por su cuenta- del mantenimien-to y limpieza. Se puede acceder mediante ómnibus urbanos o au-tomóvil. Los buses que llegan al Memorial son: 76, 125, 195 y 370. Los sábados, domingos y feriados se le suman el L11 y L17. Si en cam-bio se opta por el auto, se deberá tomar Grecia hasta México, luego Inglaterra y fi nalmente Vizcaya.

La construcción de este Me-morial implica un paso más ha-cia la búsqueda de mecanismos de reparación a las víctimas de una de las más graves violacio-nes a los Derechos Humanos ocu-

ella encierra (fragilidad, respeto, cuidado) y se ven potenciados a su vez con las transparencias del medio ambiente y las otras vidas que los rodean. A su vez, los mu-ros de vidrio y su interrupción de la visual simbolizan además el ocultamiento y misterio de la desaparición. En ese ámbito de vida pura, se grabaron en el vidrio los nombres, en un acto que tiene que ver con la búsqueda de la Ver-dad como última instancia.

El Memorial de los Detenidos-Desaparecidos es sin duda alguna, de los más emblemáticos en lo que a la historia reciente de nuestro país se refi ere. A pesar de ésto, no fi gura en casi ninguna guía de turismo sobre Montevideo, no ya del Ministerio de Turismo, sino de la propia Intendencia Muni-cipal de Montevideo, una de las impulsoras del proyecto. En este sentido, a pesar del esfuerzo he-cho, no poco, otros ítems «en el

rridas en la historia reciente de nuestro país. Se trata de ayudar en el proceso de construcción de la memoria histórica del Uru-guay. A través de esta reparación simbólica se procura, también, dejar testimonio de un perío-do de nuestra historia. En este proceso de refl exión colectiva se inserta la idea de este Memorial de los Detenidos Desaparecidos. Hoy, cuando en el país se procu-ra desde todos los sectores de la sociedad, el camino hacia la paz a través del esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido con las personas detenidas desapareci-das, el proyecto del Memorial colabora en ese sentido, trans-cendiendo la coyuntura del mo-mento y dejando un testimonio para las futuras generaciones. No a través de la confrontación o el discurso encendido, sino me-diante el testimonio silencioso y profundo del Símbolo. � 29

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Además de las recetas y preparaciones de todos los platos típicos de nuestra cocina casera, las autoras destacan de cada plato su origen, sus secretos y su historia, convencidas de que «en la cocina convergen todas las fuerzas y las razas que la forman».

En el origen de la cocina urugua-ya, tupíes y guaraníes, charrúas y chanás comían pitangas y butiás. Luego de Hernandarias, estos indí-genas junto con los gauchos comían carne asada a las brasas, servida so-

bre retazos de cuero. Época también de pucheros, guisos hijos del «co-cido» madrileño, llamados en cam-paña «olla podrida» o «ropa vieja». Carbonadas, busecas, feijoadas… prolongadas preparaciones a fuego lento con romero y hierba buena.

Con la inmigración italiana y es-pañola del siglo XX la cocina urugua-ya se nutrió de nuevos elementos: la pasta, de elaboración fresca o seca, las pastas rellenas, la pizza, la pascua-lina, la pasta frola y el pan dulce.

COCINANDO AL SURComida casera uruguayaMarina Lombardi, Susana Soria.

Ediciones El mendrugo,Tradinco 2005388 páginas, $ 980

Una vez terminada su carrera como deportista, Tato López, leyenda uru-guaya del básquetbol, decide ponerse a viajar. Pero no serán éstos viajes de hotel. El basquetbolista persigue, más allá del destino turístico, «la en-traña de cada lugar».

Convertido en trotamundos, con mochila al hombro y mucho papel, se entrega al «arte de dejarse llevar». Viajar, como vagar, para Tato López, es entregarse a lo desconocido, ale-jarse del personaje acostumbrado que nos toca interpretar en nuestras vidas y sumergirse en nuevas realida-des. Viajar es buscar, dice el autor, buscar y buscarse.

En Copenhague, una danesa con quien bebe Ogre olie (un licor de hierbas oscuro y muy amargo) le regala un poema que habla del «hambre de mundo» que hay en todo peregrino. Así empieza este diario, que hilvana como un gran mosai-co, sensaciones, historias, personas, fronteras y paisajes de una inmensa aventura por Vietnam, Israel, la In-dia, Europa y Centroamérica.

De esta manera, entre impresio-nes y destinos que se entremezclan, posadas baratas, pescadores de tor-tugas, europeos errantes y pueblos que danzan con la luna, la lectura transcurre como un viaje mismo. En

ALMAS DE VAGARDIARIO DE VIAJEHoracio Tato López

Zonalibro, 2009, 2ª edición302 páginas, $ 330

La guía recorre los principales desti-nos del país a partir de tres ejes: turis-mo urbano, playas y turismo rural.

En ella puede buscarse el ajetreo de una ciudad o la tranquilidad de una playa; la anchura del campo o el aire de las sierras; el descanso o la aventura. Desde esta diversidad, la guía contempla itinerarios histórico-culturales, rutas (del vino, del queso y otras) y circuitos (de pesca, cabal-gatas, etc.). Incluye los principales barrios, calles, monumentos y plazas de Montevideo, de Colonia del Sacra-mento y de otras ciudades y pueblos.

Ferias artesanales, fiestas locales, museos, restaurantes, etc. Ofrece además información completa de po-sadas, estancias turísticas, reservas de fauna autóctona, bodegas, cha-cras y parques. Uruguay tiene más de 1.130 kilómetros de costa sobre el Río de la Plata y el Río Uruguay. A lo largo de estas costas crecen sauces y helechos, hay piedras semipreciosas en las riberas y numerosas especies de pájaros que al atardecer planean dibujando vuelos en el cielo.

En Kiyú (San José), las barrancas de la costa superan los 50 metros

RECORRIENDO URUGUAYGuía turística del Uruguay Ciudad, costa, campo. María Laura Michelini

Zonalibro, 2008348 páginas, $ 590

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De España adoptamos los bu-ñuelos, las croquetas y las tortillas. También el amasado fuerte del pan, el golpe del brazo a la masa contra el tablón de madera. El arroz, las sopas y la polenta son otros de los platos primarios de nuestra dieta que las autoras presentan en su ances-tral preparación y en su diversidad de formas, atentas a la tradición oral de la cocina y a su magia de olores, colores y texturas. Uruguay tiene también, por último, innumerables

postres vernáculos: el Martin Fierro, la ensalada de fruta, el dulce de leche, el Massini, el arroz con leche, el budín de pan, los alfajores de maicena, los churros, la garrapiñada y el salchi-chón de chocolate. Cada preparación esconde un ritual distinto, una mane-ra particular de oficiar la cocina, que sucede elemental, entre el fuego, las especias, el agua y la madera. �

el aeropuerto de Tel Aviv, enrarecido el clima por el asesinato del presi-dente Rabin, López es violentado e interrogado; en el de Miami resulta detenido en medio de una paranoica revuelta ante el reciente atentado a las Torres Gemelas.

Ya lejos de la civilización, convive con las comunidades indígenas del lago Atitlán, en Guatemala; presen-cia una ceremonia de sanación («el chamán tenía los ojos en llamas») y conversa con los pobladores de Tikal. Comprueba, abatido, que «los anti-guos dueños de esta tierra trabajan ahora para sus nuevos dueños, los blancos». Conoce también, en Cen-

troamérica como en el Sudeste asiá-tico, la miseria, la explotación, la guerra. Los bares de Camboya donde los soldados de Vietnam jugaban a la ruleta rusa, los campos minados, los mendigos y niños mutilados. Viajar, aprenderá, es también participar del «sufrimiento ancestral» del mundo. El viajero, inquieto siempre, sale de sí mismo, deja atrás el confort de lo propio y se dispone a descubrir; se dispone al asombro.

«Mejor gastarse andando que cui-darse en un lugar», dicen los gitanos, y así estas páginas, donde una incan-sable curiosidad pregunta, escucha, camina, mira… y nunca se sacia. �

y sus pendientes son terrenos de despegue de alas delta. Uruguay tiene también más de 230 kilóme-tros sobre el Océano Atlántico. Kiló-metros de arena, dunas, gaviotas y rocas milenarias, de las etapas más primeras que la geología conoce. De julio a octubre es la época de avistaje de ballenas francas en Pun-ta del Este; frente al faro del Cabo Polonio, sobre rocas inmensas, vive la colonia de lobos marinos más grande de Sudamérica.

Tierra adentro, en los montes in-dígenas de nuestro país, entre eco-

sistemas de musgos y líquenes, ven la luz las más exquisitas orquídeas. De sus arbustos se obtienen tisanas que sanan dolencias estomacales, calman los nervios y alivian la piel. En el cerro Arequita (Lavalleja) y en la laguna de Castillos (Rocha) hay montes de ombúes, árboles gigan-tes de más de 500 años con raíces nudosas que se extienden por en-cima de la tierra. La guía invita a agudizar los sentidos, y es una he-rramienta privilegiada para redescu-brir cada uno de estos mundos que nuestro país encierra. �

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EL VALLE DE LA LUNA

Oscar D. Montaño

InvestigadorMiguel Olivetti

Licencido en Comunicación udelar

LO DE MARGOT ~ CASA DE TANGO

«Con sangre nueva el tango no puede morir»El circuito tanguero en Montevideo se va consolidando, haciendo

realidad un anhelo buscado por muchos desde hace tanto tiempo.

«Lo de Margot, Casa de Tango» es un pilar en la consolidación de

esta renovada cultura tanguera. Hasta allí fue de Paseo y dialogó

con Margot Mateauda el «alma mater» del lugar y una de las

artífices del «Grupo de Tanguerías Montevideo».32

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Lugar de encuentro de afi-cionados y profesionales pero, también academia donde se en-seña la esencia del 2 por 4, «Lo de Margot» se ha constituido en lugar de referencia para urugua-yos y extranjeros.

«Le puse Casa de Tango, porque esta es mi casa, el lugar donde recibo a la gen-te», dice Margot a de Paseo, este «es un espacio para vivir el tango». Las palabras escritas de puño y letra de Margot defi nen el espíritu de la Casa. «Es un lugar mágico, que ha sabido sobrevivir y rescatar la autentici-dad de antaño en el tango en Uruguay. La música va literalmente al ritmo del corazón, expresando sentimientos que se refi eren a la propia vida; una ciudad, un hecho, una mujer, un hombre… Sólo el universal sentimiento humano puede unirnos en su ilusión, de compartir el abrazo, en la propia ilusión y sentimiento que el tango proporciona…»

Hace más de una década hubo un reverdecer del tango que fue perdiendo fuerza año a año. A co-mienzos de este siglo, y por distin-tos motivos, se fueron cerrando esos centros que habían abierto en la misma época. Luego de ese «apo-geo» en el que empezaron a apare-cer tanguerías tales como: «Lo de Margot», «Tabaris» cuya dueña falleció; «Chiqué» en Paysandú y Minas: el dueño vendió y se fue para Francia; «La Morocha» en la calle Garibaldi; «El Farolito» en la calle Juncal: por distintos motivos cerraron al igual que otros esta-blecimientos «chicos», «lugarcitos» que hacían tango.

Hoy, el «circuito montevideano del Tango», se está rearmando. La organización se llama «Grupo de Tanguerías Montevideo (GTM), Rutas del Tango». Se busca «esta-blecer códigos, respeto»; tener «fuerza en la unidad» para cuando se habla con las autoridades, dice Margot.

Margot puede considerarse una fi gura histórica en la difu-sión del tango en Montevideo. De Paseo visitó su casa y conoció sus

experiencias. «Comenzamos ‘La Mo-rocha’, ‘Farolito’, ‘La Fabiola’ ex ‘Chiqué’, ‘Lo de Margot’ y ‘Las Musas’. De cinco quedamos tres. Ahora que tenemos más experiencia en esto vamos caminando más fi rmes en trabajar juntos.»

«Lo de Margot», ya sea como academia o como lugar de en-cuentro, cumple una función de conservar y difundir el tango que resulta fundamental. Ha hecho de su casa un templo del tango. Su pasión viene de herencia. «La familia de mi padre eran todos muy bai-larines, eran muy sociables… Familias numerosas… Cuando era jovencita no me perdía los bailes de tango. Llegaba el martes y ya me ponía de acuerdo con alguien para bailar el sábado.»

Aunque siempre hemos es-tado a la «sombra» de lo porteño bonaerense, hubo un momento en que el tango montevideano es-tuvo más fuerte que hoy pero se va perdiendo porque «van cambiando los tiempos», admite. Pero si habla-mos sólo de los tangueros: «salen a bailar todas las semanas. El tanguero no para ni con lluvia ni con viento ni con frío: baila. Quien descubre qué es el tango lo toma como terapia. Cuanto más frío hace, cuanto más viento hay, más salen a bailar. Salen, bailan dos o tres horas, cumplieron su misión y se van.»

La participación de los jóvenesNuestra anfi triona no oculta el orgullo que siente de que sec-tores de la juventud concurran asiduamente a su casa, atraídos por el tango. Se acercan jóvenes que tienen grupos de música, que quieren aprender a bailarlo o que simplemente lo admiran.

«Trabajé para que los jóvenes se in-tegraran en este ambiente tanguero; que tuvieran un espacio», enfatiza Mar-got. «Acá es como una familia. Tengo 70 jóvenes en el tango. Es fantástico. Jóvenes que tienen creatividad, que co-laboran.» Concurren jóvenes de la Asociación Cristiana de Jóvenes, del INJU (Instituto Nacional de la Juventud), Facultad de Ciencias

«salen a bailar todas las

semanas. El tanguero no para

ni con lluvia ni con viento ni

con frío: baila. Quien descubre

qué es el tango lo toma como

terapia. Cuanto más frío hace,

cuanto más viento hay, más

salen a bailar. Salen, bailan

dos o tres horas, cumplieron

su misión y se van».

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Sociales, Ciencias de la Comuni-cación, ORT, Universidad Católi-ca, Bellas Artes, Sicología…

Hay quienes bailan, cantan tango o boleros, músicos, gui-tarristas, talentos sin descubrir que hacen sus primeras inter-venciones en este caserón de altos. «No te imaginas los talentos jóvenes a nivel musical, teatral, artís-tico que vienen», revela entusiasta. «Es un lugar donde ellos se muestran. Soy muy respetuosa: no les pido que vengan a hacer nada gratis. Les digo: ‘Vamos a ver cómo nos arreglamos’, y nos arreglamos siempre.»

De otras tierrasTodas las semanas llegan extran-jeros interesados en conocer el tango en Montevideo. «Tienen más datos que nosotros. Saben de la histo-ria, de los personajes, de Gardel, de Julio Sosa. Están bien informados.

Hace poco vino un grupo de ocho franceses y querían tango Canyengue. Tango de la ‘Guardia Vieja’ donde se bailaba a los saltitos, el 2 y 1, medios enroscados y arrollados. Es bonito para hacer una representación, para una fi es-ta chica pero no es de salón.»

Margot simplifica el tema de la publicidad con el «boca a boca». «El venir acá, sentirse bien es la mejor propaganda. Son los propios difusores. La gente extranjera que viene que se lleva las tarjetas mías, se contactan con otra gente que viene para Montevideo y les dicen: ‘No de-jen de visitar lo de Margot’. No sólo vienen acá pero hay gente que viene y me muestra la tarjetita toda arrugada de haberla pasado de mano en mano. Me rio y digo: ‘Vamos a jubilar ésta’ y le doy una nueva.»

Define a su actividad como una fantástica oportunidad de interacción y aprendizaje. Ha-bla con toda la concurrencia, va a las mesas, escucha opiniones buscando que el «ambiente» no se pierda. «Este es un lugar donde se mezcla la gente grande con gente joven. Que disfruten todos a la vez.»

A esta Casa de Tango llegan muchos tras la magia del 2 por 4. «Acá se fi lma, se hacen documentales que van al extranjero, películas como ‘14 días en el Paraíso’: una parte se fi lmó acá, otra en la rambla y el resto en Canadá.

La Televisión Española hizo un do-cumental muy bueno hace cuatro años. Combinaron la milonga con la salida del sol en la rambla y los chicos yéndose de ‘Lo de Margot’, con los zapatos colgados en hombro. Me hicieron notas de Natio-nal Geografi c, de Revista Geo, vienen fo-tógrafos, periodistas…»

Son muchos los que vienen atraídos por el tango. «En Suecia, una escritora que está interesada en el tango, escribió un libro luego de recorrer las tanguerías. Se enamoró de este lu-gar. Se llevó fotos. Hemos dado clases a fi lipinos, franceses, serbios, gente de Massachussets.»

En su expresión se aprecia la esperanza por el futuro: el interés de los jóvenes por aprender. Quie-ren hacer un libro de la Historia del Tango, documentales, foto-grafía. «Si tenés toda esa sangre nueva en el tango, éste no puede morir». �

«Lo de Margot» Casa de Tango

Clases de tango. Grupales. Particulares. Extranjeros.

Show en vivo. Eventos. Despedidas. Cumpleaños. Reuniones empresariales.Clases todos los días de 20:30 hs. en adelante.

Días bailables: martes 22:30 hs. Jueves 22:30 hs.

Música en vivo. Constituyente 1812.Tel: 410 62 30. Montevideo, Uruguay.

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El Tango ha sufrido innumerables cam-bios desde que hace 200 años comenzó a bailarse en Montevideo. En aquel en-tonces, por 1808, era «un baile de negros» que molestaba sobremanera al Cabildo y al vecindario montevideano que se po-día estimar en 15.000 personas. En un ofi cio del 21 de noviembre de 1808, el Cabildo de Montevideo, alude a anterio-res resoluciones que prohibieron «abso-lutamente los Tangos de Negros bajo las penas que juzgaron convenientes para los que contraviniesen», como un ante-cedente para pedir la nueva prohibición: «Que no se toleren ni consientan dentro de la ciu-dad ni en sus extramuros los expresados Tangos respecto de los perjudialísimos que son».

El vocablo Tango es africano y tiene �diferentes signifi cados según la re-gión cultural de África. Fue traído con todo ese bagaje cultural tan rico que los africanos aportaron a este continente.Tango: Es nombre propio muy di- �fundido en diferentes pueblos afri-canos, es una deidad, es el sol, es el nombre de un tambor ceremonial.«Vocablo africano puesto en boga en el �mundo por los pueblos rioplatenses. Los africanos, en América le llamaron ‘tangó’ a su tambor… Pichardo, que hizo crónica folklórica en Cuba en la tercera década del siglo XIX, anota: ‘tambor es el Atabal’ que tocan los negros en sus Tangos o bailes».1

Shangó, dueño de los tambores, uno �de los principales orixás de la nación Yorubá (ubicada en Nigeria, Ghana, Benín), puede estar en su origen.Tangú y tañgú, cuya acepción, en �varios idiomas africanos es «bailar»,

1 Montaño, Oscar D. (1997) «Umkhonto». Rosebud.

Montevideo.

y tamtamngo, designación del tam-bor entre los mandingos pueblo del que no pocos fueron arrancados con destino al Río de la Plata.En congoleño Tangu signifi ca Sol. �El destacado investigador cubano �Fernando Ortíz escribió que el tér-mino tango deriva de la voz congo-leña iango, especie de danza. Por el año 1400 y tantos (siglo XV), �los portugueses bordeaban las cos-tas del Golfo de Guinea y comenza-ban a tener relaciones comerciales con los africanos, así como a tomar a muchos como esclavos. Los africa-nos encargados de la intermedia-ción recibieron el nombre de tan-gomaos o tangomas, expresiones de origen guineo, aunque también aparecen en el idioma mandingo.El escritor mexicano Gonzalo Agui- �rre Beltrán refl exiona que para fi nes del siglo XVII, en la zona de Guinea Bissau, debido a portugueses que allí se establecieron, se formó una población mestiza que recibió el nombre de Tangomaos y que fundó el reino llamado de Guinala.2

En Veracruz, México, donde fue �llevada importante población es-clavizada, siglo XVIII, se hablaba de los «tangos de los africanos», como derivados de una danza oriunda de África. Llamada torito la Inquisición la prohibió por «lasciva».3 En Brasil, las ceremonias litúrgi- �cas afrobrasileñas que se efectúan en el estado de Pernambuco, en su

2 Aguirre Beltrán. (1972) «La población negra de Méxi-

co», Fondo de Cultura Económica, México.

3 N. Ortíz Oderigo (1974) «Aspectos de la cultura

africana en el Río de la Plata». Editorial Plus Ultra.

Buenos Aires.

capital, Recife, se llaman Xangós (Shangós), en homenaje del dios africano. En la isla de Trinidad acontece lo mismo.En una canción afro de Haití – � «país en que existe un tipo de méringue, su dan-za nacional, llamado tanda-, perteneciente a los rituales del vodú y que, a fi nes siglo XVII, rodaba, anónimo, el difundido voca-blo: ‘Tig, tig malaboin./ La chelema che tango./¡Redjoum!.»En Venezuela llaman al merengue �tanguillo criollo y tango merengue. En este país existió el tango-matigua, música muy rítmica y agitada, que se adaptaba a las danzas compulsivas.En un cuento africano trasladado al �Caribe, aparece la frase: «Tango Yal-embe Guisin kángala!»En Brasil se enraizó otro cuento de �la misma procedencia y que en uno de sus pasajes dice:«Tango - lango - lango!...»En la zona del distrito de Storyville �-el barrio de la ciudad norteame-ricana de Nueva Orleáns, en el es-tado de Luisiana- rodeada por una interminable cadena de cabarets, salas de baile y prostíbulos en ge-neral, donde actuaban los hombres de jazz, zona que fuera clausurada como medida de guerra en 1917, se denominaba Tango Belt, es decir, «área del tango».«Con respecto al tango andaluz o tanguillo �-que vio la luz en Andalucía, durante el siglo XIX, al que se alude cuando se habla del tan-go argentino- conviene señalar, que se tra-ta de un producto que emana de la síncresis musical afro-española. Fue profundo y vasto el infl ujo -no siempre conocido- que el negro ejerció en aquella zona hispana. Y lo hizo no sólo en forma directa, sino por la vía de la in-vasión de los moros, con quienes colaboraron miríadas de negros africanos». �

«El Tango tiene motas en sus raíces» Jorge Luis Borges

gnación del tam capital Recife se ll

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Durante todo el siglo XIX y hasta 1874 sólo era bailado, cantado y ejecutado por mu-jeres y hombres africanos, con tambores e instrumentos de aquel origen. Luego, con las sucesivas inmigraciones desde Eu-ropa –sobre todo España e Italia- cambió drásticamente.

En Montevideo, de 1867 a 1874, en las fiestas de los blancos donde no podían entrar los afrodescendientes, se contra-taban a las comparsas de los afros: «Raza Africana» y «Pobres Negros Orientales» para que ejecutaran el tango.

Así era aquel ‘Tango’ en Montevideo de las últimas décadas del siglo XIX: «Cuando le llegaba turno al ‘tango’ todas

las caras se animaban; en los negros por

tradición; en el público y en las mismas

distinguidas familias ante quienes se bai-

laba por la novedad de la función. La letra

solía ser alusiva a la raza y de cariño a los

‘amitos’. Primero una estrofa de cuatro o de

ocho versos octosílabos, en compás de can-

ción vulgar, cantada por una negra joven

con voz de tiple; esto se llamaba ‘el solo’,

que era contestado por todos los socios con

el ‘coro’. Otra estrofa de tres o cuatro versos

libres, al mismo tiempo que con acompa-

ñamiento apropiado de los instrumentos se

reproducía un candombe, diremos ‘acrio-

llado’, conservando su música la armonía

africana en notas titubeantes o picadas,

que culminaban en los redobles nerviosos

y quebrallones del tambor».1

Vicente Rossi estudioso e investiga-dor, en su libro «Cosas de Negros» pu-blicado en 1926, ha sostenido que tango deriva del sonido del propio tambor, o que los negros cuando se invitaban para sus reuniones o «salidas» decían: «Vamo’ a

tocá tangó». Sostiene que el tango criollo que más tarde pasará a la Argentina y que de allí se exportará al exterior con la denominación de «tango argentino», nació en Montevideo en 1867.1 �

1 Vicente Rossi. (1926) «Cosas de Negros, Rectifica-

ciones y revelaciones de Folklore y de Historia».

Imprenta Argentina, Córdoba. Argentina.

El Tango no era lo que es hoy

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CUESTIÓN DE PIEL

Patricia Pérez Parada

Estudiante de Comunicación UDELARMiguel olivetti, Licencido en Comunicación udelar

Gentileza «Barro Negro»

BARRO NEGRO

Realidad, ficción, realidad…Desde la puerta del emblemático Teatro Solís de Montevideo

parte un ómnibus de la empresa CUTCSA. Pero no es un

ómnibus cualquiera, se trata de uno muy especial: su destino

está en las historias que a bordo de él se sucederán. Historias

cotidianas, personajes típicos, pero no por eso menos

interesantes. Es una obra de teatro, pero se desarrolla entre

el público, en un escenario móvil donde actores, espectadores

y de Paseo se confunden.

«LO NUESTRO fue polvo de estrellas… una confusión… entre una diosa y un mor-taaaal…», se escucha en la radio, mientras los pasajeros van eli-giendo sus asientos a la espera de la llegada de los protagonis-tas. Todos se observan y todos sospechan de todos. ¿Quién será

actor y quién no? Pronto el guarda será el primero en ser distingui-do, entregando boletos a cambio de entradas.

Ante el pedido de una distin-guida señora de que por favor cam-bie la música por algo en inglés, el «obrero del cortaboletos» -como lo 37

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18 años, y eso fue lo que costaba hacerles entender cuando los llamaba para invi-tarlos a trabajar en la obra. ‘¿La esce-nografía es un ómnibus?’, preguntaban. ‘No, es un ómnibus’, les respondía. Y alguno decía ‘Ah, vas a agarrar un óm-nibus y lo vas a parar en la puerta de un teatro…’ ‘No, es un ómnibus que anda por la ciudad’, no entendían nada... La obra está escrita para hacer así, si este espec-táculo se pone arriba de un escenario, no funciona», opina el director.

«El chiste es esa cosa tan extraña, sobre todo para los montevideanos, que somos tipos criados a ómnibus. El óm-nibus forma parte de nuestra vida, como estudiantes, como trabajadores, cono-cemos los guardas, los chóferes de las líneas, y la fauna variopinta que uno ve día a día, que va desde vendedores am-bulantes, o aquel que va medio pasado de copas, o el que protesta, o la señora que se queja, o el guarda que pone mú-sica, en fi n… Eso forma parte de nuestra cotidianeidad y es parte de nuestra cul-tura», concluye.

De la idea a la realidadPara un escenario tan poco con-vencional, todo parecería indicar que los actores y actrices debe-rían también serlo; sin embar-go, Duff au armó el primer elenco

El autorJosé Gabriel Núñez, autor de la obra, es un fecundo dramaturgo vene-zolano. Tiene en su haber más de 35 obras de teatro, 15 telenovelas y 200 teleteatros, es guionista de televisión, donde trabaja desde hace 30 años y es muy reconocido fundamentalmente por sus adaptacio-nes para la pantalla chica de clásicos del teatro y la novela universal. Además, desde hace 40 años es libretista de programas radiales.

También es profesor titular de la cátedra de Historia del Teatro en la Escuela Superior de Artes Escénicas y en la Escuela Municipal de Teatro de Caracas. Dicta conferencias y talleres bajo el patrocinio de la Asociación Venezolana de Profesionales del Teatro y del Consejo Nacional de la Cultura.

«Fango Negro», publicada por Núñez en el año 1985, ha sido desde entonces representada en Venezuela, Estados Unidos, Para-guay, Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, Alemania y Uruguay.

obra era la necesidad de conseguir un ómnibus. «Este espectáculo ha es-tado siempre rodeado de hechos casuales. De una manera casual conocí a un señor que era el presidente en ese momento de un jurado de carnaval: Walter Otto-nello. Yo estaba en el jurado -explica Duff au- y compartía con él. Comentán-dole sobre la obra, me dice: ‘¿Por qué no la hacés?’, ‘Porque necesito un ómnibus y no consigo un ómnibus’, le respondo. ‘Pedile a CUTCSA’, ‘CUTCSA, ¿qué bolilla me va a dar?’, le dije. ‘Bueno, yo te lo consigo’, me respondió. Y en 48 horas estaba el ómnibus a nuestra disposición.»

«18 años después, CUTCSA sigue siendo nuestra sala de teatro, como le decimos nosotros, al grado tal de que con los años CUTCSA se fue dando cuenta del papel que cumplía como hecho no sólo cultural sino de marketing, como una forma también de retribuirle a la sociedad, y hoy tenemos un ómnibus que es de la empresa CUTCSA pero que está destinado exclusivamente a «Barro Negro», que se llama Coche Teatro. Ese ómnibus lo tenemos ya desde hace cuatro o cinco años», relata el director.

El ómnibus es el escenario«Barro Negro» no es «Barro Negro» si no se hace en un ómnibus. «Han pasado hasta la fecha unos 80 actores en

llamará más tarde otro personaje- aclara que «en este vehículo no se puede escuchar música que no sean propias, au-tótonas, telúricas, folclóricas, en español, ecétera, ecétera», porque «introducen el antra y provocan la fi ebre H123 al cuadra-do esa…». Ya vamos andando en ese singular viaje que «Barro Negro» propone desde hace 18 años. En la obra han trabajado 80 actores y la han visto más de 100 mil espec-tadores; un éxito mayúsculo con mayoría de edad.

Fango NegroEntrevistado por de Paseo, Mar-celino Duff au relató que fue la directora, actriz y crítica de tea-tro Gloria Levy quien le acercó el texto de «Fango Negro» (nombre original del espectáculo), que a su vez lo había recibido de una sobrina que vivía en Caracas, Ve-nezuela. «De manera un tanto casual nos encontramos en la calle, nos pusimos a hablar y me dijo ‘tengo una obra que es muy delirante, que creo que a vos te va interesar’. Me dio la obra, realmente me encantó, y me puse en trámites para ha-cerla pero demoré como dos años o tres, que estuvo en un cajón, porque no podía armar la producción.»

El principal obstáculo que se interponía para el montaje de la 38

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El directorMarcelino Duffau es egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático «Margarita Xirgú» y trabaja como director y docen-te teatral desde hace 20 años. Ha dirigido hasta el momento más de 100 espectáculos, tales como: «La empresa perdona un momento de locura» (ocho años), «Muerte accidental de un anarquista» (tres años), y «Juana Azurduy» (tres años).

Representó a Uruguay en varios festivales internaciona-les de teatro, en Europa y La-tinoamérica. Dirigió elencos en Perú, Paraguay, Argentina y Brasil; en Porto Alegre y Asun-ción lo hizo con «Barro Negro». Ganador en 1998 del Premio «Florencio» como Mejor Espec-táculo Musical por la obra «Por el aire... Federico», de Federico García Lorca; recibió también el premio otorgado por el público como Mejor Espectáculo por «El Combate del establo», de Mauri-cio Rosencof, en el Festival Ibe-roamericano de Cádiz, en 1997.

Dicta talleres de teatro en Montevideo y el interior del país, a través del Ministerio de Educa-ción y Cultura, de la Intenden-cia Municipal de Montevideo y con diferentes grupos teatrales. Además, ha brindado cursos de perfeccionamiento de actuación en el extranjero.

como lo hubiera hecho para cual-quier otro espectáculo: de acuerdo a lo que cree que cada profesional puede aportarle al personaje. «En aquel momento era un elenco con fi guras bastante conocidas, que hoy son conoci-das; como el director de la Comedia Na-cional, Mario Ferreira», recuerda.

«Armé el elenco por teléfono, lla-mando a los actores. Invitándolos a participar de un proyecto, que les expli-caba y muchos no entendían, y algunos se engancharon porque les pareció una locura, me dijeron: ‘A mí me resultó tan delirante que me enganché’. Otros vinie-ron a esa primera reunión a ver de qué se trataba, y se engancharon. No les dejé leer la obra, yo les leí la obra. Y se engan-charon todos, no hubo ninguno que haya fallado», agrega.

No sólo de actores se hace el teatro, pero al sumarse «el ómni-bus que apareció, más la Intendencia de Montevideo de aquel momento, el pri-mer gobierno de Tabaré Vázquez, que hizo un aporte económico y es hasta el día de hoy auspiciante del espectáculo. Todo empezó a dar, en ese rompecabezas enorme que siempre hay que armar, las piezas empezaron a encajar en su sitio, y ensayamos, y salió esto».

Una mezcla rara llamada «Barro Negro»«Barro Negro» está fuera de lo usual, «porque maneja códigos de teatro callejero pero no es teatro callejero, ma-neja códigos de teatro de sala pero no es teatro de sala, es como una mezcla rara, que ahora que ya la dominamos encon-tramos cuáles son las trampas y las for-mas de solucionarlas. Pero con el primer elenco nos costó muchísimo. Ensayamos dos meses y pico, que en teatro es mucho tiempo. Porque era un lenguaje nuevo, después tuvimos que acostumbrarnos a estar en la calle, tenés que actuar en un lugar donde hay ruidos, bocinas, se-máforos, gente que te grita de afuera, el público que habla, que te dice cosas, se mete contigo. Fuimos descubriendo que no hay que darles bolilla, porque el que maneja la situación es el actor, no es el público», confi esa Duff au.

«Todas esas cosas son las que hacen a Barro Negro diferente. Después de haber pasado ya 30 años de la dictadura, que sa-ben que vienen a ver una obra de teatro, se suben los policías y la gente se sigue asus-tando. El espectador siempre está como en esa cosa de ¿Es parte de la obra? ¿Es verdad o mentira?», refl exiona. «Esa mezcla de fi cción, realidad, fi cción… No hay espectáculos que mezclen así, el tea-tro en realidad es sólo fi cción, aunque se trate un tema real. Acá también es fi c-ción, pero en un borde muy delicado.»

A pesar de lo que podría pen-sarse, eso no lleva a un abuso de la improvisación, ésta «se reduce de repente a algún comentario y nada más, pero el público no puede participar. Sí, si quiere, se le invita a bailar, pero donde pongas un poquito de resistencia ya te dejan y agarran a otro, no se hacen pro-blema», afi rma el director. Es que «hubo una época, sobre todo al princi-pio, como que se había corrido la bola de que vos venías y era una joda esto, y tuvimos que aprender a manejar eso. Hasta hoy en día suceden a veces cosas así, pero nada de lo que pueda ocurrir hoy día nos puede asombrar, lo dominamos. Los actores lo dominan».

¿Montevideana o uruguaya?«Yo hice la adaptación montevideana, uruguaya. La obra fue escrita para hacer en Caracas, al autor nunca se le ocurrió escribirla para que se la hicieran en Mon-tevideo. Yo la adapte a nuestro lenguaje, a la idiosincrasia nuestra, algo que es bas-tante común en teatro, se agarra un texto y se traslada. También tuvo algunos cor-tes, algunos personajes fueron fundidos, de repente eran dos y se transformaron en uno, pero en realidad el texto está muy respetado, la esencia de la obra está», explica Duff au, consultado por de Paseo sobre qué aspectos del texto modifi có y cuáles conservó.

Acerca de si su adaptación es entonces uruguaya o mon-tevideana, la respuesta no deja lugar a dudas: «La esencia y la idio-sincrasia de los personajes es netamen-te uruguaya, la forma de hablar, los giros, la jerga que se usa en algunos 39

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momentos, algún comentario de la ac-tualidad que a veces se mecha por ahí, es un espectáculo uruguayo. El autor, que viene un año sí un año no, el año pasado estuvo, lo ve perfecto».

A Núñez «le encantó, ha visto va-rios elencos. Y es un hecho inusual, acá en el Uruguay ha batido todos los récords, de permanencia, de cantidad de público, porque es un espectáculo de teatro, no es un Estadio Centenario, y ya hemos pasa-do los 100 mil espectadores largos. Debe haber tres mil o cuatro mil funciones, o más. Entonces es algo que está fuera de lo que ocurre, que está bien, porque en defi nitiva todos los que trabajamos en el teatro hacemos las obras para que las vea la gente, y ojalá que esto que se da con Barro Negro se diera con todos los espectáculos. Pero no es la regla».

de «Barro Negro»... Muchos no habla-ban nada de español, pero el teatro tiene esa cosa de universal. Se re copan con el juego de «Barro Negro», hemos tenido público de donde se te ocurra».

«De África, por ejemplo. En gene-ral vienen ya sabiendo de qué se trata y gracias a que tenemos página web ya quieren reservar antes de viajar. Muchas veces de lugares que ni siquiera conoce-mos dónde están en el mapa, pero ocurre eso», apunta Sandra Bartolomeo, actriz que interpreta a «Nenu-cha», «la pituca», y forma parte también de Cómplices, la empre-sa productora de la obra.

«Por eso te digo, «Barro Negro» es como inasible, ha roto con todo lo que se te pueda ocurrir», apunta Duff au. «Vos los ves en la función cómo disfru-tan, se divierten, la pasan bien todos. Tanto que la recomiendan y por eso re-cibimos tantos extranjeros. En verano de repente se hacen funciones donde no hay un uruguayo casi, son casi todos ex-tranjeros, tipos que sacaron la entrada ya antes: suecos, argentinos, chilenos, lo que quieras, el país que quieras.»

El siguiente es un ilustrativo ejemplo: Duff au conoció al autor de la obra cuando ésta ya tenía cinco años en cartel, «nunca había podido entrar en contacto con él, hasta que un día sonó el teléfono de mi casa y era él. Estuvimos hablando como una hora y al otro año vino. Y entonces me preguntaba y me contaba cosas de la obra y le digo ‘¿Y vos cómo sabés?’, ‘Porque amigo venezolano que viene a Montevideo, viene a verla’, me responde. El tipo me hablaba de la obra como si la hubiera visto. Y eso era debido a la can-tidad de venezolanos amigos suyo, que le contaban su experiencia».

Uniendo generaciones18 años es mucho tiempo, no sólo para una obra de teatro sino en la vida de cualquier persona, por eso ocurre que «ya vienen hijos o nietos de los que la vieron la primera vez. Una vez, yo estaba en el fi nal del ómnibus, y a veces la gente se queda a hablar y se me acercó una señora joven y me dijo: ‘Yo le quiero

Cada uno le pone su colorNos interesaba saber también qué cambios sufrió la puesta en escena a lo largo de estos 18 años, donde parece ser que el factor hu-mano es el que mayor incidencia ha tenido, ya que «el guión es el mismo. Lo que sí ha cambiado es que cada actor que aparece nuevo le da su impronta al personaje, no viene a repetir lo que hacía el anterior. Si bien dice la misma letra, cada uno le pone su color», sostiene Duff au.

«Por eso en el teatro solemos decir que hay tantos Hamlet como actores y direc-tores hay; a la misma hora, en diferente teatro, la misma versión de Hamlet, el mismo texto, todo, y son totalmente dife-rentes. Entonces, cada actor le ha puesto su color, por llamarlo de alguna manera, su espíritu, su impronta, al personaje».

Otra mirada«Barro Negro» se ha transformado en un espectáculo de referencia para los uruguayos a la hora de elegir qué mostrar a los visitantes extranjeros. Según Duff au, la ex-periencia en ese sentido ha sido «bárbara. Justamente el sábado se hizo una función completa para estudiantes de Harvard, ahora allí están hablando

«igual no te aburrís, porque como

interactuás directamente con el público

simplemente basta una sonrisa, alguien

que te comente algo; pero siempre

realmente es distinto, no te aburrís»

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agradecer, vine a ver la obra por tercera vez, con mi hija, ella es la mayor, cuando yo la vine por primera vez ella estaba en mi panza’. Era una niña como de ocho o nueve años y la había traído», recuerda Duff au, en una de las tantas anéc-dotas posibles de ser contadas.

El libroSeguramente muchos estarán pensando que todas esas histo-rias deberían ser reunidas, por qué no en un libro. Esa idea ya la tuvo Duff au, que hizo esa re-copilación, pero que aún no es un libro en el estricto sentido de la palabra porque no tiene edi-torial. «El libro está escrito hace dos años y gente que lo ha leído dice que está muy bueno, yo no entiendo mucho de eso, pero no logro editarlo. Anduve por editoriales, pero hay que poner pla-ta, las eternas trabas de la cultura uru-guaya, que siempre se dan, nos damos la cabeza contra la pared del dinero.»

«El libro es como una gran entrevista a todos los actores que dan su opinión so-bre los personajes y el espectáculo, y lue-go está la recopilación de anécdotas. Esa entrevista está salpicada por anécdotas», manifi esta el director de la obra y autor de este libro inédito aún.

Un sueñoDuffau considera que «Barro Negro» es «el sueño de todo actor», porque en un medio tan pequeño como el uruguayo una obra de tea-tro que puede asegurar el trabajo a su elenco es una gran excepción.

Los actores saben que es algo «concreto». Porque el teatro es una aven-tura, pero en este caso es una aventura que ya se sabe que está controlada», indica Bartolomeo, que hace 11 años que es parte del elenco. Pero «igual no te aburrís, porque como interactuás directamente con el público simplemente basta una sonri-sa, alguien que te comente algo; pero siempre realmente es distinto, no te aburrís», aclara.

La fórmula del éxito¿Qué hace que la propuesta uru-guaya de «Barro Negro» se haya transformado en todo un récord de permanencia en cartelera? De Paseo se lo preguntó a Duff au, que respondió que «si supiera eso sabría la fórmula del éxito… Eso es algo que nadie lo sabe. Todos los ac-tores y directores trabajamos para que el espectáculo sea un éxito, a veces directamente no es éxito porque nos

Cuándo, cómo, dónde…

Las funciones de «Barro Ne-gro» son los sábados a las 21 hs. y los domingos a las 20 hs. También se realizan funciones especiales para grupos.

Las entradas se adquieren solamente los día de función, desde una hora antes del co-mienzo del espectáculo, en la librería «La Lupa» (Bacacay 1318 bis); a una cuadra del Teatro Solís (Buenos Aires sin número), lugar de donde parte el Coche Teatro.

Se realizan reservas du-rante toda la semana a tra-vés de los teléfonos 900 86 18 y 094 487818.

Precio de la entrada: $ 180. Bonificadas: $ 120 (Tar-jeta Joven, jubilados, Socio Espectacular, socios de Cine-mateca, poseedores de pase libre de CUTCSA).

Más información en el si-tio web del espectáculo: www.barronegro.com.

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equivocamos y no nos sale bien. Pero hay cantidad de espectáculos que están muy bien hechos, muy bien actuados, tienen buena publicidad, y sin embargo no funcionan».

«¿Y por qué fracasan? -se pregun-ta- tampoco se sabe. Creo que ‘Barro Ne-gro’ lo que sí aporta a que el espectáculo sea lo que es, es que es muy difícil que un espectador no se sienta identifi cado con los personajes, o no conozca a alguien o haya tenido alguna vez algún relacio-namiento con lo que sucede. Porque en defi nitiva ‘Barro Negro’ es un viaje en óm-nibus, algo que hacemos todos, yo viajo en ómnibus todos los días, todos los de este elenco viajamos en ómnibus, el 80 por ciento de los uruguayos viajamos en ómni-bus. Entonces, ¿qué tiene de diferente un viaje en ómnibus?, eso más una cuota de

humor de muchos de los personajes, más un lenguaje muy comprensible, algunos momentos muy emotivos, de emociones fuertes, la serie de factores sorpresa que van pasando», refl exiona.

«Un poco de todas esas cosas, el buen nivel actoral que siempre hemos tratado de mantener, el cuidado de todo el espectáculo, un poco de todo eso hace el éxito. También esto mismo lo he hecho con otros espectáculos y no han marchado, ese es el misterio del arte, de lo contrario todo lo que se hace sería éxito», refl exiona. «Cuando estába-mos en los últimos 10 o 15 días antes del estreno, con el primer elenco, intuíamos que teníamos algo especial entre manos. Pero nunca nadie, ni yo ni nadie, ni el propio autor, nos imaginamos que iba a ser esto», concluye Duff au. �

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PUNTO G

Daniel Fenoglio

Estudiante de Comunicación UDELARkarina urrutia,

Licenciada en Comunicación udelar

Una primera curiosidad para quie-nes han escuchado hablar alguna vez de Los Yuyos, y no lo han visi-tado aún, es su nombre. Este bar con más de 100 años de historia nació en 1906, de mano de Juan Ursi, un inmigrante italiano que vivía en la esquina de Larrañaga Nº 31 (actualmente Luis Alberto de Herrera 4297) y Cubo del Norte, y que para esa fecha se instaló como «Detallista», según lo consigna la patente emitida por la Dirección General de Impuestos Directos del Departamento de Montevideo, que le otorgó la autorización para vender bebidas alcohólicas.

El local, ubicado en su propia casa era humilde, según se con-signa en Historia del Bar «Los Yu-yos». «En ese entonces no había mesas ni sillas, el local era más pequeño que el actual, todos se acodaban en el mismo mostrador de tronco.» Ursi, a quién se lo conocía como «El señor de los pájaros», porque en el patio de su casa tenía una gran variedad de ellos, expendía sólo cañas y gra-pas en su bar. La caña provenía de La Habana, hasta 1932, cuando co-menzó a funcionar la Administra-ción Nacional de Combustibles, Alcoholes y Portland (ANCAP).

Pero qué tienen que ver los yuyos en todo esto. Mucho. «El señor de los pájaros» también lo era de los yuyos y sus aromas. Ursi vendía a sus visitantes cañas y grapas con yuyos; llegó a ofrecer una lista de 200 variedades, entre otras pitanga, limón, marcela, quina, quebracho, ruda, canela, yerba mate y ortiga.

Pasaron las primeras décadas del entonces novel siglo XX en aquella esquina, mientras ésta se iba haciendo punto de referencia para vecinos del barrio y perso-najes de la política, la cultura y el fútbol. Entre los visitantes destacados y asiduos al boliche de la época, se cuentan Julio Suárez Peloduro, reconocido dibujante, humorista y libretista de radio «El Espectador»; Ubaldo Martínez, comediante uruguayo que triunfó en la vecina orilla; Carlos Roldán, uruguayo y cantor de tango, tam-bién triunfador en Buenos Aires; y Juan Zorrilla de San Martín, el «Poeta de la Patria».

Se cuenta también, que por el boliche en alguna ocasión pasa-ron, entre otros, Jorge Luis Bor-ges, y el dibujante francés, Pierre Fossey, que de obsequio dejó un dibujo suyo, que permanece en las paredes, junto a fotografías, y pla-cas recordatorias y conmemorati-vas, con las que los visitantes se encuentran al entrar al boliche.

También los futbolistas se juntaban allí. Fernando Peralta, sobrino del actual propietario y encargado del boliche, recuerda una historia que ha escuchado de

LOS YUYOS

«Los bolichesson la vida del barrio»

Muchas historias –algunas casi míticas- se cuentan sobre

«Los Yuyos». Tejidas entre parroquianos y visitantes

ilustres, que acodados en el mostrador las construyeron

sin proponérselo, son éstas y el secreto de «los yuyos»

mezclados en grapas y cañas que van tejiendo la leyenda.

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los parroquianos. «Se dice que en ‘Los Yuyos’, durante el Mundial de Fútbol de 1930, la selección argentina paraba aquí, y que en una ocasión intentaron comprar al arquero para que se dejara hacer un gol, a cambio de unas cañas… No sabe-mos si la historia es verdadera, pero eso se cuenta». Uruguay salió campeón mundial en ese campeonato al vencer a Argentina.

Pasamanos del yuyoEn el 2006, «Los Yuyos» fue inte-grado al circuito histórico de Ba-res y Boliches de Montevideo por parte de la Junta Departamental, pero nueve años antes había esta-do a punto de desaparecer.

La historia de «Los Yuyos» fue construyéndose con Juan Ursi tras el mostrador, desde la inaugura-ción y hasta 1937, cuando pasa a manos de su cuñado, Vicente Og-gerino, y luego a los hijos de éste, Arnoldo y Dante Oggerino, con los que fue atravesando el siglo XX, entre cañas, grapas, yuyos, parroquianos y personalidades.

A mediados de los 70, Arnol-do, el último de los descendientes del fundador, se lo vende a Juan Robertoni para que continuara trabajando. Él no tenía herederos a quien dejárselo.

Robertoni regentea el boliche desde entonces y hasta mediados de los 90, período en el cual realiza parte de las reformas que hoy luce. En 1995 lo vende a los empresarios argentinos Héctor y Hugo Grau, que cambian de rubro, pasan de bar a tanguería. La nueva propues-ta no funciona, en 1997 cierra sus puertas y se pone a la venta. Ante la falta de interesados, «Los Yuyos» casi pasa a remate.

El azar también juegaLo cierto es que si aquel remate se hubiera concretado, el boliche «Los Yuyos» ya no existiría. Sus botellas de caña y grapa, muchas de ellas curiosas, como la que tie-ne un limón adentro, o la de los orejones, sus farolitos, y demás objetos que hacen del lugar lo qué es, se hubieran disgregado. En el mejor de los casos permanecerían en alguna colección privada, pero sin la vida que tienen en el bar, que despierta a las 10 de la maña-na cuando se quitan los postigo-nes y ya llegan los primeros parro-quianos, que «son como un relojito», al decir de Peralta, y transcurre hasta avanzada la madrugada, con el público nocturno casi aferrado a permanecer entre las variedades de cañas y grapas con yuyos, y el aroma de la parrilla.Pero el azar también juega, y en aquella ocasión, en que «Los Yu-yos» parecía ya destinado a pasar por el martillo, José Luis Serrón se tienta a probar suerte en un rubro que le era completamente desconocido, y le hace una pro-puesta a los Grau. Serrón, que co-nocía el boliche desde fi nes de la década de los 80, y que tenía por hábito ir los sábados a la tarde a tomar caña con quina, de regre-so de Colón, termina siendo su dueño, «casi por casualidad», según él mismo cuenta.

«En ese momento, 96 o 97, la industria textil se hizo pedazos. Yo tenía 40 años, y un problema laboral importante. Cuando me entero que los Grau –los empresa-rios argentinos propietarios del bar por aquel entonces, a los que conocía a través de un socio de la textil – mandaban a remate el boliche, me pareció que ahí había una oportunidad laboral para ese momento difícil. Habla-mos con ellos, y nos hicimos cargo junto con mi señora, con la condición de probar y de que si no funcionaba, se lo devolvía-mos. Y el boliche fue funcionando, pero no es que de un día para otro se haya conver-tido en lo que es hoy», recuerda.

De pequeño bar a boliche como caserónEl boliche fue cambiando con el paso del tiempo; hoy es mucho más amplio de lo que era 103 años atrás, cuando abría sus puertas a los parroquianos del barrio, y de lo que fue durante todo el siglo XX. En aquel entonces el bar sólo ocupaba la esquina. Hoy, todo lo que fuera la casa de Juan Ursi y su familia, es parte del boliche. Son más de 350 metros cuadrados, en los que se encuentran personas de distintas edades, grupos de amigos y parejas.

La actual propuesta presenta distintos ambientes. Una vez pa-sada la vieja puerta de entrada, el primero, sumamente tranquilo y bastante pequeño, recibe a los visitantes con un mostrador, bo-tellas de cañas y grapas con yu-yos, algunas mesas y sillas, faro-litos y una rueda de carreta que pende del techo con bombitas amarillas, fotografías antiguas, un dibujo del francés Pierre Fos-sey, placas conmemorativas, una

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obra plástica pintada y obsequia-da por el edil Marcelo Carrasco, entre otros detalles. Dos escalo-nes y una arcada, y estamos en un nuevo ambiente, también con fotografías antiguas en las paredes, y tranquilo, pero con un rumor creciente, no por las conversaciones de los que están allí ubicados, sino por los mur-mullos provenientes del sector de la parrilla.

Y precisamente en este sector, tras cruzar una puerta de alto, el bullicio y el clima festivo alcanza su máxima expresión. Los mozos van y vienen con copas de caña y grapa con yuyos, platos de ge-neroso gramajo, carnes y chori-zos recién salidos de la parrilla, mientras en cada mesa se conver-sa de una y otra cosa.

Pero el recorrido no se acaba allí; el boliche ofrece otros dos es-pacios. Después de caminar unos pasos en el sector de la parrilla, y bajando un escalón a la derecha, un nuevo ambiente espera. Un poco más íntimo, con dos ruedas de carreta haciendo las veces de ventanas, y ocupado por parejas o grupos pequeños, que conversan más serenamente.

Un ambiente queda aún por elegir. Cruzando la puerta que da a la parrilla, se puede optar por caminar bordeando el mos-trador, subir algunos escalones y ubicarse en este, también un poco más apartado de las carnes asadas, pero donde también pre-domina el clima festivo.

En uno u otro de estos espa-cios del boliche se pueden degus-tar algunas de las casi 60 varie-dades posibles de cañas y grapas con yuyos que la casa sigue ofre-ciendo, junto a otras bebidas al-cohólicas y refrescos, y disfrutar de una propuesta gastronómica que incluye gramajos, sand-wiches calientes, papitas con champignon, chivitos, milane-sas, supremas de pollo, pastas, y una parrilla completa.

Pero sin dudas, las cañas y las grapas con yuyos son el principal atractivo. «Son pocos los boliches que tienen algo así; «Fun Fun» tiene la Uvita, Roldós el Medio y Medio, y nosotros los yuyos», piensa en voz alta Serrón.

«Una para macho»Mientras conversábamos con Se-rrón, un grupo de parroquianos, acodados en el mostrador, com-

Y si de recorrer hablamos…

Una noche de Paseo se encontró con los músicos Ney Perazza y Nico Ibarbouru. El primero comenzó a recorrer el lugar, como reconocién-dolo, y al pasar a nuestro lado, sacándolo por un momento de su anonimato, le pedimos unos minutos. Sin ocultar su deseo de recorrer el lugar y disfrutarlo, gentilmente se sentó a nuestra mesa, y comentó que estaba en «Los Yuyos» porque «me invitó un amigo que vive acá en la

vuelta; el curtió mucho el boliche. El padre es fundador de los parroquianos, es

como que en la vida de él este boliche tiene mucho significado, mucha historia…

y para mí, siempre fue un boliche bastante enigmático, es la primera vez que

vengo. Estaba recorriéndolo, sorprendiéndome con lo que es ahora, no tenía ni

idea, yo me seguía imaginando un bolichito chiquito y super íntimo, y resultó

grande y concurrido, re lindo de ambiente. Me siento muy a gusto».

partían unas copas y charlaban. El murmullo de esas conversacio-nes hacía de fondo de la nuestra, que una vez terminada dio paso a otra, con uno de ellos.

«Cándido Silva da Silva» dijo el pa-rroquiano, extendiendo su mano, y la conversación comenzó. «Tengo 54 años viniendo a este boliche», dijo con expresión de orgullo. «El bo-liche ‘Los Yuyos’ es como mi casa. Me entretuvo años y años».

Al pedirle una anécdota, optó por contar la de un desconocido que un día llegó al boliche y pidió «una para macho». «Los bolicheros de la época, los hermanos Oggeri-no, le sirvieron una de quebracho, que es fuerte y seca. El hombre le dio un trago y tuvo que salir para fuera, cuando entró de nuevo, dijo: «Déme una cualquiera, pero que no sea para macho». Luego de la con-versación, Cándido, yéndose ya, pero antes de atravesar la puerta, remata con «los boliches que no cierren nunca, son la vida del barrio». �

Fuentes:Historia del Bar Los Yuyos

www.barrioatahualpa.com

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manuel carballa

DiseñadorGiorgina Notargiovanni

Licenciada en Letras UDELAR

OJOS DE PERRO AZUL

RECORRIENDO CHIAPAS

«La alegría de darcuando nada se tiene»En 1999 Giorgina, una joven estudiante de Economía partió rumbo a Cancún

a ver a sus tíos. Llegó al balneario mexicano y como quien no quiere la cosa,

sus pasos la guiaron a la convulsionada Chiapas. En San Cristóbal de Las

Casas vivió más de un año. Luego retornó al país, aunque «aún no sé por qué

volví», confiesa a de Paseo. Sí tiene claro que hay «un antes y un después» en su

vida luego de su pasaje por las tierras chiapanecas. En la siguiente crónica

comparte con nosotros parte de su experiencia desde sus propios ojos.

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Resulta difícil escribir so-bre Chiapas y todo lo que allí hay. El escritor mexicano Jorge Volpi, en su libro «La guerra y las palabras», dice: «Chiapas es un lugar imaginario que no cancela al original sino que al interpretarlo lo recrea (…) un resumen de nuestras fantasías y nuestras pasiones (…) un hervide-ro de propuestas y de decepciones; un cúmulo de historias». Porque nada más y nada menos eso es Chiapas.

Podría empezar escribien-do que es un estado verde, de selvas, lagos, montañas, rui-nas mayas, ríos, cañones, co-munidades, sierras y costas en el Pacífi co.

Chiapas es un estado con más de cinco millones de ha-bitantes. Dicen que es el más pobre de los estados mexica-nos, dicen también que en su subsuelo se esconde un peli-groso tesoro: petróleo.

El 90 por ciento de la pobla-ción de Chiapas es indígena. Pero los españoles también pasaron por ahí para conquis-tar y lo que hoy se ve es una extraña mezcla en la arqui-tectura, en la religión, en las más profundas creencias. Es

muy común que alguien que va a misa y sigue los precep-tos de la Iglesia Católica lue-go asegure que cuando nació le tocó en suerte un animal que es quien lo representa y lo cuida, una creencia abso-lutamente maya.

La selva LacandonaMe atrevería a afi rmar que Chiapas es el estado más lin-do en cuanto a su naturaleza pero sería injusta con otros estados de México que no he tenido la suerte de visitar. Pero está la selva. Mágica y simbólica, imponente ante los destrozos del hombre, la zona de conflicto, el lu-gar más lindo de todos: la Lacandona. Los lacandones fueron la única tribu indí-gena con la que no pudieron los españoles. Eran rebeldes y obstinados, o simplemente querían seguir siendo libres de dominación y conquistas. Conocían la selva mejor que a ellos mismos; cada rincón, cada laguna, cada ruta de sa-lida por donde escabullirse.

La selva Lacandona guar-da un secreto, custodiado por cuatro comunidades que

verduras con repollo, y fruta. La fruta más rica del mundo. Muchas veces intenté expli-car qué tenía esa comida de especial, pero nunca pude. Sólo me había sorprendido muchas veces tratando de ha-cer algún caldo parecido que aunque supiera diferente me hiciera sentir en esa pequeña cocina de madera que olía a humo, en una pequeña co-munidad indígena, en medio de la selva Lacandona.

Recuerdo ese viaje con la extraña sensación de que con el tiempo me voy inventan-do anécdotas de tan irreales que parecen: un tanque de guerra con el que nos cruza-mos en un camino de tierra, fi nito y rodeado de árboles; la imponente base militar de San Quintín que aparece sin previo aviso y rompe con toda la vegetación que teníamos como paisaje; o «la comuni-dad de los puercos», un espa-cio separado por un puente a lo Indiana Jones que atrave-saba un pequeño río llamado Perlas, en donde sólo habita-ban los puercos por decisión de toda la comunidad, «para que no ensucien todo», como de-cía don Manuel.

San Cristóbal de Las CasasChiapas también tiene a San Cristóbal, una ciudad colo-nial ubicada a 2.200 metros de altura. Los españoles, li-derados por el capitán Diego de Mazariegos, llegaron a San Cristóbal de Las Casas en 1528. Por entonces era un pe-queño valle llamado Jovel. En pocos años cambió muchas veces de nombre lo que hoy es considerada una ciudad con no más de 200 mil habi-tantes. Desde Ciudad Real, como el nombre de la ciudad española de la que era origi-

la colindan: la laguna de Mi-ramar. Un paraíso terrenal de aguas diáfanas y pequeñas piscinas entre las rocas. Un lugar que invita a quedarse para siempre.

Para llegar hay que cami-nar una hora y media desde la comunidad Emiliano Zapata. Y a pesar de que algunos quie-ran una ruta de acceso para llegar con el auto, los que de verdad la conocemos desea-mos cada día que eso nunca se haga posible. No quere-mos basura, radios a todo volumen, cientos de turistas de esos que no tienen el más mínimo pudor en destruir la naturaleza y pasarle por arri-ba a miles de años de histo-ria. Porque también hay en la laguna de Miramar un sitio arqueológico llamado Lacan-tum, un lugar de sacrifi cios al que sólo se llega en canoa y que apenas se distingue bajo la vegetación que lo cubre.

En la época de la con-quista española, una forma de demostrar la superiori-dad era construyendo ca-tedrales sobre los templos indígenas. Hoy parece que el hombre utiliza la basura para el mismo fi n. Eso se ve en muchos de los sitios ar-queológicos turísticos y no sólo en Chiapas. Yo ví una lata de refresco aplastada en el Templo del Sol en Teo-tihuacán, el mayor templo del imperio azteca.

A la laguna de Miramar fui con un amigo que tenía autorización de la comunidad para llevar turistas. La prime-ra noche nos quedamos en la comunidad Emiliano Zapata. Fue en la cocina de don Ma-nuel donde comí la comida más rica que comería jamás: tortillas con tomates, queso, aguacate y frijoles, caldo de

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nario Mazariegos, hasta Villa Viciosa, el nombre preferido de mis amigos que justifi ca-ban con esto el estado en el que salían de los bares. Pero fi nalmente quedó San Cristó-bal de Las Casas en honor al santo patrón (San Cristóbal) y a su primer obispo (Fray Bar-tolomé de Las Casas).

Pero a pesar de ser una ciudad no deja de tener las características típicas de un pueblo: una plaza central donde todos se reúnen o encuentran, la catedral, el quiosco –que es esa especie de estructura de cemento y rejas donde suelen tocar las orquestas-, y esa extraña sensación de que todos saben algo de vos sin ni siquiera conocerte. Sus veredas son tan angostas que sólo puede caminar una persona y cuen-tan que no hasta hace mu-cho tiempo los indígenas no podían pisarlas. Los coletos, que son los originarios de San Cristóbal, no permitían que los indígenas pusieran sus pies en las veredas y los obligaban a caminar por la calle. Fue aquí donde se dio al alzamiento por parte del Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional, que tuvo a la ciudad sitiada por ocho días, los únicos días en donde se usaron las armas.

Desde la catedral, donde por tantos años ofi ció como obispo don Samuel Ruiz, me-diador en el confl icto entro los zapatistas y el gobierno, se puede ver uno de los atar-deceres más mágicos. No es la vista, el sol se esconde de-trás de las montañas sin mu-cho glamour, pero la catedral color amarillo se vuelve mos-taza y una extraña magia se apodera del lugar y de los que allí se reúnen, sentados en

apenas tres escaloncitos para participar del evento.

Es que San Cristóbal tie-ne eso: magia. Los actos más cotidianos como ir al banco o de compras al mercado se transforman a veces en un momento único y el que por ahí pasa se convierte en un personaje de un libro de García Márquez sólo porque es época de lluvias –que por cierto dura aproximadamen-te seis meses- y se quedó en los portales, junto a todas las personas que andaban por ahí, esperando unos 40 minutos a que parara.

«Si nuestra música te hizo llorar, espera a probar nuestra comida»En el mercado es donde más problemas de comunicación uno tiene. No es por los dia-lectos indígenas de los ven-dedores, es porque casi el 70 por ciento de la fruta y la ver-dura se llama de otra mane-ra: la remolacha es betabel, el choclo es elote, el pomelo es toronja, los porotos son frijoles, el tomate es jitoma-te porque el otro es el verde, y así con casi todo.

Y en ese mismo mercado se pueden ver varios puestos donde señoras preparan la comida como si estuvieran en su casa y por poca plata se come casero, rico, sano, aun-que, claro, picante. El menú consiste en algo tan simple como delicioso: primero una sopa, que puede ser de fi deos o de verduras; luego el plato principal, siempre acompa-ñado de arroz y frijoles; y de postre una fruta o algún fl an. Y para tomar: agua fresca. En todo México se acostumbra tomar agua fresca de casi cualquier cosa, desde manza-na hasta apio, de frutilla, de melón o de limón (que no es lo mismo que la limonada). El agua fresca no es otra cosa más que eso: agua con sabor a una fruta o verdura fresca con un poco de azúcar.

También están los puestos de tacos, de sopes, quesadi-llas, enchiladas. Comer en el mercado es mucho más co-mún que ir a un restaurante y eso no tiene nada que ver con el precio en muchos casos.

Un poco antes de llegar a ese mercado también está el de artesanías, el mercado de

Santo Domingo, junto a la iglesia del mismo nombre: allí se puede comprar cartu-cheras, monederos, cinturo-nes, muñequitos zapatistas, huipiles. De todo. San Cris-tóbal es un lugar visitado por muchos turistas. Y por tanto hay muchos comerciantes queriendo vender sus arte-sanías. Pero lo más curioso es el negocio que hacen varias niñas indígenas: le venden a los extranjeros sus dibujos. Estas mismas niñas son las que están acostumbradas a caminar por varias horas para ver a sus abuelos o tienen en la cara las marcas de la desnu-trición. Una vez invitamos a varias de ellas a comer a casa y lo que más les llamó la aten-ción fue el baño. Iban todas juntas y a las risas, sólo para poder tirar de la cadena.

Otros niños se sientan en la puerta de un local que venden televisores para ver los dibujitos animados. Por horas se los ve fascinados con algo que ellos no tienen y a lo que tal vez no tendrán acceso jamás. Al principio esta vista molesta, «cuánto mejor estarían jugando al fútbol o disfrutando

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de la naturaleza» es lo que yo pensé cuando los vi. Pero eso es fácil decirlo cuando uno tiene el poder de apagar el aparato cuando quiere, no cuando tiene acceso a veces solo una vez, de prestado y a través de una vidriera.

Para ser honesta, San Cristóbal se recorre en cuatro horas, eso si uno visita cada iglesia, cada hotel que antes fue una casa colonial, si pasa por el mercado y compra una artesanía. Un poco más de-mora el recorrido si decide al-morzar o cenar en algún res-taurante con patio colonial cualquiera sea el plato que le ofrezcan; porque si algo tiene México es su deliciosa gastro-nomía, siempre y cuando se asegure de que pique poco o nada, para disfrutar de esos platos hay que ser muy espe-cífi co acerca de que se es ex-tranjero o aguantarse como viene y comprobar un slogan que ví una vez en la ofi cina de Migraciones: «Si nuestra música te hizo llorar, espera a probar nues-tra comida».

No puede faltar el cafe-cito, pero nunca en el lugar donde se comió. Recorrer los distintos cafés del lugar es un ritual que nunca se rompe.

Un capuchino acá, un café negro allá. La sobremesa es la más larga del mundo creo yo sin temor a exagerar. Uno puede terminar de comer a las tres de la tarde y seguir de charla y recorrido por los cafés hasta las siete o más.

Chiapas es zona de cafeta-les y es por eso que uno sien-te que probó el café con sólo olerlo ni bien se pisa el local. Porque además se vende en paquetes para preparar en cada casa.

Fiestas en San CristóbalHay dos momentos en el año en que San Cristóbal es más pintoresco. Uno es se-tiembre: el Mes de la Patria. Toda la ciudad aparece con banderas mexicanas como cuando acá en Uruguay jue-ga la selección; la decoración es roja, verde y blanca, y los chiles en nogada –originarios del estado de Puebla- son el plato del mes ya que tienen estos mismos colores que son los de su bandera. El 15 de setiembre, todos los mexi-canos se reúnen para dar «el Grito de Independencia» o «Grito de Dolores» que fue la primera ciudad en donde se realizó este acto y que marca

el inicio de la Independencia de México. En San Cristóbal, como en todas las ciudades según me contaron, la gen-te se reúne frente al palacio Municipal y junto al pre-sidente municipal gritan: «Viva Hidalgo. Viva Morelos. Vi-van los héroes de la Independencia. Viva México». Y después a fes-tejar, que eso no falta nunca en este país.

El otro momento que para mí es el mejor: es el 12 de di-ciembre, Día de la Virgen de Guadalupe. La calle Real de Guadalupe, que va desde la plaza principal hasta la igle-sia en lo alto de una colina, se llena de papeles de colores; cada casa es decorada para la ocasión y en cada cuadra se instalan puestos de juego, comida, bebida, dulces, arte-sanías y por supuesto velas, vasitos con velas.

Llegar hasta la iglesia es una travesía. No sólo por la cantidad de gente que se reúne si no porque uno va parando en cada puesto y se come un choclo por acá, unos tacos por allá, se toma un ponche calentito que le saca el frío de diciembre y cuando quiere acordar ya está subien-do la escalinata, codo a codo

con gente que ni conoce y que no le da respiro hasta que lle-ga a la puerta de la iglesia y así apenas puede mirar hacía atrás y ver la ciudad y todo ese espectáculo desde arriba. Yo debo confesar algo, al entrar a la iglesia me sentí un poco incómoda, no porque sea ca-tólica ni mucho menos, pero siempre entré a las iglesias con cierto respeto y por lo general en silencio. Pero la Iglesia de Guadalupe se pa-recía más a una cancha de básquetbol que a otra cosa.

Según me contaron, dis-tintos grupos hacen postas con antorchas durante todo el día o incluso días ante-riores y el destino fi nal es la iglesia; y cuando llegan lo festejan como nosotros festejamos un gol o como hinchamos por nuestro equipo favorito. Así que ni bien pude me fui hacia un costado de la iglesia donde vi una de las imágenes más lindas que puedo haber visto en San Cristóbal: cientos de velas encendidas unas pega-das a las otras.

De eso habla Volpi cuan-do dice que Chiapas es un lugar imaginario: una uru-guaya, no católica ni devota

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San Cristóbal se usa como base para ir a recorrer otros lugares: San Juan Chamu-la, una comunidad indígena no zapatis-ta que tiene tal vez la iglesia más linda, sin bancos, con piso de pinocha, con los santos de cuerpo entero a quienes les ofrendan Pepsi Cola, pero también una de las comunidades más peligro-sas. Tanto que les dicen los Chamuli-gans (parafraseando a las barras bravas del fútbol inglés). Quiero decir, si uno no respeta sus reglas. Porque reciben muchos turistas y tampoco es que pase nada. Pero en la entrada hay un cartel donde dice que está prohibido sacar fotografías. Sé de unos amigos que lo intentaron y los salieron corriendo por varios kilómetros.

También se puede ir a Palenque, un sitio maya muy natural, por ejem-plo. Palenque es el sitio arqueológico más conocido de la zona, aunque no el único. Está ubicado a 10 minutos de la ciudad de Palenque y es considerado Patrimonio de la Humanidad. Tal vez lo más conocido sea su Templo de las Inscripciones. Es muy tentador recorrer el parque por cuenta propia pero es aconsejable seguir las advertencias de los guardias y guías ya que al ser agreste es muy fácil perderse si no se conoce bien el terreno. Dicen además que hay serpientes, pero no me consta. Lo que sí recuerdo es habernos enterrado en el lodo porque cuando fuimos era período de lluvias y todo estaba resbaladizo.

Está la Cascada de Agua Azul, una piscina natural donde poder hacer un picnic y nadar; o se puede hacer un pa-seo en bote por el Cañón del Sumidero o andar en kayak por el río Jateté.

El Cañón del Sumidero es lo que se conoce como falla geológica aunque si uno lo mira lo encuentra perfecto. Sobre todo en época de sequía que las paredes son de colores rojizos. Se puede hacer un recorrido fluvial, en una lancha que sale del embarcadero Chiapa de Corzo, recorrer una pequeña selva, como le

suelen llamar, que se encuentra dentro del Cañón del Sumidero o admirar el cañón desde arriba, desde cinco mira-dores ubicados para poder observar las vistas más lindas.

Chiapas también tiene costa en el Pacífico. Es por eso que sol y playa también puede ser una actividad para quien visita este estado. Boca del Cie-lo es tal vez la playa más visitada. Es un lugar tranquilo, para descansar y estar en contacto con la naturaleza. Es una playa muy particular, para llegar a la que da al Pacífico primero hay que cruzar un estero, que es otra playa en sí misma. Para eso hay que hablar con los pescadores de la zona, que por unos pesos, no crean que pocos, le prestan el servicio del cruce, le alquilan el quincho (que en México se llama palapa) y le pre-paran un cóctel de camarones frescos o un pescado a las brasas recién sacado del mar. Y si por casualidad se harta del descanso también hay otras actividades: desde pesca deportiva, buceo, paseos en lancha, motos náuticas, hasta paseos guiados para disfrutar de la naturaleza.

Dependiendo de los días de que se dispone también se puede simplemente recorrer las distintas comunidades in-dígenas de la zona y descubrir con qué facilidad trabajan la arcilla para hacer los animalitos que uno luego ve en el mercado, o pasarse horas separando los granos de choclo que no sirven mientras los niños se esconden risueños porque lo ven a uno extraño, de pelos de colo-res, «gringos» como les llaman a todos los que no se parecen a ellos.

En caso de estar permitido el pasaje para turistas se puede ir a visitar Acteal. La herida abierta que Chiapas tiene. Una comunidad donde fueron asesinados 45 indígenas, entre ellos niños, por parte de los paramilitares, mientras rezaban en una ermita de madera y juncia donde hasta hoy se pueden ver los agujeros de las balas y donde se pierde un poco del alma si uno decide entrar.

Paseos chiapanecos

51de la virgen de Guadalupe, inmóvil y fascinada por cien-tos de lucecitas que no eran otra cosa que deseos, agrade-cimientos o pedidos, de un pueblo que no era el suyo y que con el que compartía una cultura diferente. Debo ha-ber estado contemplando las velas por mucho tiempo. El Chiapas original le daba así paso al imaginario para que allí empezara o terminara todo el cúmulo de historias que yo iba a tener para contar de mi pasaje por ese lugar.

El Chiapas original ofrece un sinfín de lugares contra-dictorios: ruinas mayas don-de el silencio cuenta años de historia –como en Chinkultic o Palenque–, playas al Pací-fi co coronadas por la Sierra Madre –como Boca del Cie-lo–, comunidades indígenas llenas de pobreza cuyos tra-jes típicos son tejidos a mano y todos de colores brillantes, un ejército zapatista que tie-ne como armas la palabra, un gran número de hom-bres, mujeres y niños con marcas de desnutrición que ofrecen a cada visitante su mejor plato, su mejor comi-da, con una felicidad enorme de que estés de visita y que pueden darte lo que a ellos les cuesta tanto conseguir; eso es «la alegría de dar cuando nada se tiene»1. �

1 «Mujeres de Maíz» de Guiomar Rovira.

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PUNTO RUBÍ

Darío Rodríguez & Tabaré Silva Allo

Licenciados en Comunicación udelar

Karina Urrutia,

Licenciada en Comunicación udelar

Aquella dama con paso de gace-la se introdujo en la vinería; un simple gesto suyo fue el pasa-porte para que su boca saborea-ra un multipremiado tannat. El hombre, desheredado del mun-do pero feliz, ponía su brazo iz-quierdo sobre el frío mostrador de mármol de aquel boliche de barrio. Su mano derecha tenía un fecundo diálogo con un vaso de vino clarete. A ambos, hijos de circunstancias distintas, los unía la pasión por el vino. Episodios similares pueden recrearse a cada momento, sin excitación.

Quizás don Pacual Harriague, que desde Francia introdujo la cepa del tannat en 1860, no ima-ginó que poco más de un siglo después los vinos que ella origi-na son «santo y seña» del país y una carta de presentación con destino turístico.

Uruguay, país «suavemente ondu-lado» como enseñan las maestras, tiene viñedos por casi todos sus departamentos, aunque Monte-video, Canelones, San José y Co-lonia concentran el 95 por ciento de la producción. También aquí está el 84 por ciento de las 270

bodegas existentes. El país tie-ne, en promedio, una producción de 90 millones de litros anuales y un consumo per capita, al año, que oscila entre los 28 y 30 litros. Más de 9.000 hectáreas ocupan las plantaciones. Trabajan unas 50.000 personas; algunas de ellas hacen un silencioso trabajo. Es por todo esto que Estela de Fru-tos, ingeniera agrónoma, enólo-ga y asesora en producción y de-sarrollo del Instituto Nacional del Vino, (INAVI), dice a de Paseo que «somos productores, buenos consumido-res, importadores y exportadores. Una característica de los países productores: todos son importadores y exportadores a la vez». El Uruguay ha cimen-tado una tradición vitivinícola. «El conocimiento del vino está cada día más arraigado» señala la enóloga. El gusto por el vino se va trasmi-tiendo de generación en genera-ción, es por ello que hoy se suma «el que aprendió a tomar el vino con los abuelos y está cultura los asoma a otras disciplinas», relata de Frutos.

Tinto o clareteProgresivamente, se desarrolla de la mano de su majestad el tannat,

TURISMO ENOLÓGICO

Rumbo a ser la boutique del vino

«Vino color de día,vino color de noche,

vino con pies de púrpurao sangre de topacio,

vino,estrellado hijo

de la tierra,vino, liso

como una espada de oro,suave

como un desordenado terciopelo,vino encaracolado

y suspendido,amoroso,

marino,nunca has cabido en una copa,

en un canto, en un hombre,coral, gregario eres,

y cuando menos, mutuo.»

Fragmento. «Poema Oda al Vino».

Pablo Neruda

Tierras pródigas, catadores, enólogos o simples bebedores, empujan

decididamente a que el vino uruguayo, que ya se sirve en otras mesas

o mostradores del mundo, se termine de juntar con el turismo y

así generar más atractivos. El camino del vino va en tal dirección.

de Paseo consultó a Estela de Frutos, experta y apasionada por los

vinos al servicio del INAVI y a la técnica en turismo Ana Inés Motta,

para adentrarnos en el maridaje vino turismo.

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el turismo enológico. Cada vez se observa con mayor vigor la siner-gia entre el turismo y los vinos. Eventos, degustación, festivales, son actividades que buscan posi-cionar el vino como un ingredien-te insustituible. Así surge, en el año 2004, «Los Caminos del Vino», una asociación de 13 bodegas que se plantea posicionar los vinos internacionalmente y apostar al turismo. La Asociación de Tu-rismo Enológico (ATE) contrató, en su momento, los servicios de una consultora para que brindara asesoramiento. La consultora es-tableció algunas pautas que iban desde los criterios para armar los circuitos hasta sugerir el montaje de una infraestructura adecuada.

Más allá del emblemático tannat se cultivan otras varieda-des como los moscateles, caber-net sauvignon, merlot, cabernet franc, pinot noir y recientemente el chardonny, entre otros.

La técnica en empresas turís-ticas Ana Inés Motta trabaja en la ATE y coordina «Los Caminos del Vino» desde hace dos años. Cuenta a de Paseo que fue apren-

diendo los secretos que tiene el vino. Entonces ahora, «se recorren los viñedos, las bodegas y se cuenta su historia», comenta. La parafer-nalia lleva a la degustación del producto, acompañada de la gas-tronomía. Picadas de fi ambre y quesos son irresistibles e infal-tables acompañantes del vino.

Desde hace años, con reconocimiento mundial, los vinos Tannat vienen obteniendo premio tras premio. Según datos brindados por Estela de Frutos, del INAVI, hoy el destino del Tannat abarca unos 50 países.

Las bodegas premiadas con Tannat de Oro son: Antigua Bodega H. Stagnari, Bodega Bouza, Ariano Hnos., Bodegas y Viñedos Santa Rosa, Carlos Pizzorno, Castillo Viejo, César Pisano e Hijos, Plaza Vidiella, Dante Irurtia, Establecimiento Juanicó, Juan Toscanini & Hijos, Leonardo José Falcone, Los Cerros de San Juan, Montes Toscanini, Tessa A, Traversa Hnos.,Vinos Finos Juan Carrau, Vinos Finos Stagnari, Viña Varela Zarranz, Viñedos y Bodegas Calvinor.

Al preguntarle a Estela de Frutos sobre el mercado in-ternacional, manifiesta que «en el mercado internacional

Tannat está bien acompañado por todos los vinos de Uruguay,

concretando una exportación de nueve millones y medio de litros que

representa más del 10 por ciento del volumen elaborado».

Un dato que resalta de Frutos, es que «se califica por el sistema

de ‘cata a ciegas’, llamado así por que no se dan a conocer datos de

identificación .Esto asegura que las medallas para Tannat de Uruguay

se obtienen en el contexto de vinos tintos del mundo, nunca compiten

solamente entre si, como algunos medios interpretan a la hora de leer

los resultados agrupados por Tannat de Uruguay».

Desde 1888 se celebra el Día Nacional de la Vendimia. En dicho festival se elige la Reina Nacional de la Vendimia. Dicha elección se celebra desde 1948.

Al último festival de la vendimia organizado por la Asocia-ción de Turismo Enológico en Uruguay asistieron 1.500 per-sonas. En el Festival del Tannat y el Cordero la concurrencia fue de 650 personas.

Degustando premios

[...]

«no es solamente abrir

las puertas. Es saber

recibir, controlar los

tiempos, mostrar lo

que se come y se bebe»

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Los Caminos del VinoLa Asociación de Turismo Enológico, está integrado por 13 bodegas. Que conforman «Los Caminos del Vino».

Bodega De Lucca ≈Bodega Marichal ≈Establecimiento Juanicó ≈Casa Filgueira ≈Viña Varela Zarranz ≈Vinos Finos H. Stagnari ≈Bodega Castillo Viejo ≈Antigua Bodega ≈StagnariViñedo de los Vientos ≈Alto de la Ballena ≈Bodega Carrau-Cerro ≈ChapeuBodega Carrau-Colón ≈Bodega Santa Rosa ≈Bouza Bodega Boutique ≈

COORDINADORA:Tec. Ana Inés [email protected]

www.uruguaywinetours.com

«Este año, en marzo, se comenzó con un ciclo de eventos. La idea es que cada dos o tres meses hacer uno e invitar a los uruguayos a que se animen a conocer este nuevo producto turístico. Se sale un poco de lo tradicional que es ir a Colonia o Punta del Este», explica. Es me-nester no descuidar detalles y te-ner personal capacitado y que «la atención al turista sea personalizada», siendo relevante la presencia del dueño de la bodega. «Nuestra tarea -cuenta Ana Inés- es la de facilitar la visita, organizarla. A veces podemos recomendar transporte». Por otra parte, las ferias internacionales han brindado la posibilidad que algunas bodegas lleven produc-tos a Brasil y Argentina. «En la degustación en Buenos Aires fue gente especializada en vinos tannat. Asistie-ron 14 empresas. El Ministerio de Tu-

rismo brindó mucho apoyo, nos prestó instalaciones y nos acompañó. Nos ayudaron a conocer y como proceder», reconoce Motta.

Tal vez por su liquidez el vino, de la mano de algunas bodegas, llega a los cruceros que arriban al país. En los mismos «hay un público potencial. Si tuviéramos el 1 por ciento no sabríamos que hacer. Las agencias son las que tienen el negocio, no las bo-degas» afi rma Ana Inés. Ella cree que «el que conoce el mundo del vino quiere conocerlo más. Queremos que se aprenda a tomar vino».

Por su parte, de Frutos explica que hacer turismo de bodega «no es solamente abrir las puertas. Es saber recibir, controlar los tiempos, mostrar lo que se come y se bebe». Los vinos jóvenes, los blancos aromáticos salvajes, los tintos con maderas, sin maderas, están ahí a la mer-ced de catadores. Nuestra meta «es ser una boutique de vinos», afi rma con convicción.

Sorbo a sorboLentamente, como quien sor-be una copa de tannat -el buque insignia- se va consolidando un turismo enológico y una línea ex-portadora. Brasil, Rusia, Estados Unidos, Canadá, México, son los destinos principales de los vinos uruguayos. La consolidación de es-tos logros requiere trabajo grupal, profesional e implicancia estatal. Un rol relevante viene cumpliendo el INAVI. Por ejemplo implementa un programa para «transformar al sector de la industria vinícola a una ma-yor capacidad competitiva» expresa en su página web.

La enóloga Estela de Frutos, no oculta su apasionamiento, en especial por el tannat, al hablar de los vinos nacionales. Declara que «a la hora de beberlo encuentra muchos momentos desde el copeo a la sobremesa. Lo clásico es que acompañe la ‘parrilla’ en ese sorbo a sorbo que ayu-da a saborear el vino y la carne, que da tiempo a escuchar a quien habla…». Ese

vino criollo, el tannat, de color oscuro y sabor potente se ha ido imponiendo. El tannat, estaba destinado, según de Frutos, un siglo después a alcanzar un «rango alto de calidad tecnológica y sensorial». La tecnología de su elaboración hace que sea un vino de buena es-tructura. Ello tiene que ver con el proceso de fermentación-macera-ción y en la estabilización de los vinos durante la crianza en ma-dera. «Es un vino de buen equilibrio de sabores porque las uvas se cosechan con el grado óptimo de maduración», afi r-ma la experta. De Frutos se expla-ya, sin mayores inconvenientes, sobre una materia que conoce muy bien. «A fi nales del siglo XX el éxito internacional del tannat se basó en su color, olor, sabor, cuerpo y estruc-tura. En los primeros años del siglo que transcurre, empieza a afi narse, según la tendencia internacional, y muestra toda la elegancia que es capaz de desa-rrollar en el transcurso de la crianza.» Ella dice que el tannat nació de una pasión, «no era entonces, ni lo es hoy un vino fácil. Cuando se lo degusta por primera vez sorprende, cuando se le conoce gusta y cuando se lo entiende no se lo abandona jamás». Los taninos, son tan agradables, «que se sienten en la boca con una sensación táctil que le envuelve en terciopelo». ¿Será? De Frutos, es categórica: «la persona-lidad tannat es fascinante».

El maridaje, entre vino y tu-rismo, parece consolidarse en las ondulantes praderas de esta es-quina del mundo. Así, visitar una bodega o una boutique de vinos y conjugar su degustación con un buen corte de carne parece una materia para exquisitos de fi no paladar. Por todas estas bondades, se puede decir que por aquí, el dios Baco pasó y tuvo un bonito gesto que los paisanos honran a diario.

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Estela de Frutos

Ingeniera Agrónoma, Enóloga INAVI

IDENTIDAD CULTURAL

Es el vino que beben desde hace más de 100 años, por lo tanto acompañó todas sus co-midas, esas recetas de «toda la vida» con las materias pri-mas nativas o incorporadas por la cultura de la coloniza-ción, carnes, achuras, guisa-dos, pucheros, lentejas, «la carbonada»,etc.

La fi sonomía del Tannat se mancomuna con una pro-pia forma de ser y vivir. Aúna valías de calidad, tipicidad, identidad, conocimiento, inspiración, creatividad, tec-nología, tradición, cultura, mercado, vocación, recono-cimiento, imagen, prestigio y mucho más, con lo cual sintetiza el buen hacer del sector productivo en alianza con la naturaleza y en unión con un consumidor que lo re-conoce y se deleita.

En síntesis el fenómeno Tannat ilustra un «hecho cultural» como es el de la identifi cación a través de la afi nidad «producto y consu-mo». Este mismo concepto se expresaría en lenguaje mo-derno, como relación «gustos y mercados» y expresado en lenguaje técnico sería «tec-nología y estilos».

Pero, cualquiera sea la tendencia elegida, se puede constatar que esos valores

que la habitual diferencia-ción entre vinos del Nuevo y Viejo Mundo.

Tannat del UruguaySe me considera una fanáti-ca del Tannat. Confi eso que me entusiasma y apasiona, hasta celarlo. Le reconozco –con total racionalidad– el máximo de valores tangibles e intangibles que un enólogo pueda requerir y soñar en el plano tecnológico. Siento vi-vamente –en el plano cultu-ral- que le pertenece e identi-fi ca a Uruguay y su gente.

El Tannat forma parte de nuestro paisaje. Como señala José Sánchez de Muniain: «El cultivo forma parte del paisaje por-que es la comunicación más íntima posible del hombre y la tierra».

Todos los nacidos en la tierra del Tannat tienen

motivos bien cimentados para pensar y sentir que

su vino emblemático, como la carne y el mate, los

acompañan desde siempre.

del Tannat, son reputados desde «adentro «del país y desde «afuera», hecho que a su vez permite aseverar que Tannat tiene una formidable fuerza de expresión ya que lo confi rma su buena fama extramuros.

En este aspecto tiene gran importancia el punto de vista sensorial. El estilo propio y un perfi l muy par-ticular, inconfundible, lo revaloriza hoy, por su poten-cialidad de crianza, Tannat es un gran vino de guarda, concepto aún no generaliza-do, pero sustentado por las empresas y enólogos de van-guardia. Vale decir, que mar-ca una tendencia, la que lo convierte en un nuevo vino del mundo, más avanzada

Del Uruguay al mundo

Desde fines del siglo XIX, fue introducida en el país esta va-riedad por don Pascual Harriague (vasco, francés), conocida en sus orígenes como uva «Harriague». En 1860 introdujo la cepa desde Francia.

El tannat según Estela de Frutos «es la puerta de entrada al

país». Este cuenta con taninos que lo hacen ideal para acom-pañar las carnes grasas. Es un vino de cuerpo, oscuro y con mucha personalidad, cuando es joven es intenso y potente, al madurar adquiere el prestigio, la profundidad necesaria para el acompañamiento gastronómico más refinado.

IDENTIDAD CULTURAL

Tannat, asado y mate

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AJO Y CEBOLLA

Gessi Lussich

Gastrónoma UTUO. J. Rossi

Fotógrafo

EL PAN

Lo que no puede faltar en la mesaDicen que parte la identidad de cada pueblo pasa por su mesa.

En Uruguay, crisol de razas y culturas, esto se ve reflejado en la

variada gama de platos y propuestas gastronómicas. de Paseo, comienza con el pan casero, de la mano de Gessi Lussich, que

vive en Solymar, tiene su huerta, elabora y cocina sus propios

alimentos y enseña a otras personas a hacerlo.

EL PAN es un alimento no-ble, que como reza un car-tel en el Museo del Pan de Solymar (Canelones), «la historia del pan es la historia de la humanidad». El pan forma parte de la cultura universal del hombre y su elaboración nace entre egipcios, griegos, romanos y españoles.

Ya desde la época neolítica el hombre utilizó semillas y cereales para llevarlo a cabo. Los egipcios fueron los prime-ros creadores de los hornos para cocer el pan, además de haber descubierto la fermen-tación con la cual hacían pan fermentado, lo que hoy cono-cemos como levadura.

En cuanto a los griegos, podemos decir que fueron quienes lo perfeccionaron, cambiando su forma e in-gredientes; acudieron a la cebada, trigo, miel, aceites, frutos secos y otros.

Para estos tiempos el pan era considerado un manjar, un símbolo de comida por excelencia.Los romanos asistieron a la profesionali-

dad de los griegos y así, de forma colectiva, se creó en Roma el primer Colegio Ofi -cial de Panaderos.

A lo largo de la historia vemos como el pan blanco es el alimento más precia-do. Era signo de prestigio social, reservado sólo para la clase alta. Poco a poco fue tornándose más accesible a la población en general, has-ta convertirse en el alimento básico de cualquier familia.

Es a través de los roma-nos que el pan llega a Espa-ña, donde cada ciudadano amasaba su propio pan, el cual sellaba con un distin-tivo, y era llevado a cocer en hornos públicos.

El pan existe en todas par-tes del mundo. Donde quiera que vayamos encontraremos seguramente el pan en algu-na de sus variadas formas y sabores.

En nuestro país es natural asociarlo con las familias del campo, y la llamada «campa-ña», donde gauchos y chinas elaboran sus propios alimen-

tos, sus panes caseros, entre mates, asados y pucheros.

Es deleitante adentrarse en un hogar donde nos senti-mos y vemos adorando el aro-ma del pan, y el amor de nues-tra cultura criolla al crearlo y también al degustarlo.

El pan y la familiaLa abuela de mi madre era una gran cocinera, una mu-jer de campaña, sin estudios pero muy dedicada al hogar. Cuenta mi madre que desde su cocina se sentían los más sabrosos aromas. Los fi nes de semana amasaba unos panes caseros sin mucha tec-nología, pero de increíbles sabores, que deleitaban al resto de la familia al reunir-se en grandes mateadas. Fue allí donde mi madre comen-zó a sentir un gran amor por la cocina. Desde el amasado típico hasta sus platos tra-dicionales, el uso de hier-bas en la cocina, las masas leudadas para los diferentes preparados, los chicharro-nes, el pan de trilla…

Entre todo esto fue cre-ciendo mi madre. Con el tiempo se formó nuestra familia. Mis padres vivieron un tiempo en la colonia rusa ubicada en San Javier, depar-tamento de Río Negro, donde pasé parte de mi infancia.

Mi primer contacto con la harina fue un día que mi madre trataba de hacer una típica receta rusa llamada «barenikis» (pasta rellena de papa y cebolla que se hierve y prepara con crema de leche fresca), al descuido de mi madre tomé desde mi sillita la bolsa de harina que estaba usando y la esparcí por todos lados, cayendo en el piso de ladrillo. ¡Pueden imaginarse lo que siente una niña de tan solo dos años con tal travesu-ra! Y así entre recetas, aro-mas y sabores de distintas tradiciones fui aprendiendo a relacionar la cocina con la unión de la familia, una olla de comida caliente no es tan solo la combinación de varios elementos, sino un estilo marcado en cada hogar.

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Cada vez que preparo al-guna comida en mi cocina, me siento inspirada y las fra-gancias me hacen recordar los días de mi infancia, los chocolates calientes acompa-ñados de borlas de fraile, las cremas, las tortas de la tar-de, las comidas de olla…

Es que todas esas viven-cias me marcaron de tal for-ma que al llegar a la adoles-cencia decidí estudiar cocina en la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay). Ahí fue donde se abrió mi men-te a grandes conocimientos sobre el abanico del arte cu-linario, el refi namiento de las masas, el tener en cuen-ta el peso y el saber dar los sabores a cada elaboración. A lo largo del curso de cocina tuve la suerte de conocer a grandes docentes, quienes me entregaron sus conoci-mientos que hoy trato de valorar profundamente en cada comida que hago.

Les cuento un secreto… Soy una gorda del alma, me encanta mi café con mi pan

casero. Es mi primer plato del día, lo acompaño con mis artesanales dulces de frutas que cosecho en la tie-rra de mi casa.

Hoy en día cuento con un grupo de señoras a las cuales les transmito mis conocimientos, disfruta-mos el contacto con los in-gredientes, reímos cuando cocinamos y compartimos momentos gratos; agrade-cen el poder sacar del horno un pan elaborado con sus propias manos, para brin-dárselos a sus nietos que con regocijo esperan ese anhelado pan de abuela, que muchos quisiéramos seguir teniendo.

Que nunca les falte la bendita harina en su hogar, pues sin ella no tendríamos ni el pan, ni las pastas ni las deliciosas tortas; es el ele-mento principal de nuestro alimento diario.

El pan es llevado en la historia a través de todas las culturas y etnias, lo lleva un monje, un mendigo, un via-

Pan casero

ProcedimientoDisolver la levadura en el agua tibia ( 1/4 litro), agre-gar el azúcar y dejar reposar durante unos minutos. Po-ner en forma de corona la harina mezclada con la sal. Agregar en el centro, la gra-sa o manteca y la levadura, uniendo con agua tibia has-ta formar una masa tierna. Amasar muy bien y dejar re-posar en lugar tibio hasta que duplique su volumen.Luego del leudado, amasar bien «quitar aire» o «des-gasificar», dividir en bollos o formar un pan familiar. Dejar leudar durante unos

minutos más y por último hacerle los cortes deseados que pueden ser en cruz. Cocinar en horno caliente durante aproximadamente 25 o 30 minutos. Retirar del horno y pincelar con agua.

Ingredientes1 kg. de harina1 cda. de sal2 cdas. de levadura1/

4 l. agua tibia

1 cda. de azúcar100 grs. de grasao manteca

Agua tibia para armado de la masa

57jero, un inmigrante… Un tro-zo de pan y una copa de vino son dos grandes acompañan-tes cerca de un fogón, donde sin duda nos sentiremos más cerca de nuestra cultura. �

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VÍA LACTEA

Darío Rodríguez & Tabaré Silva Allo

Licenciados en Comunicación udelar

Gentileza

Odit Publicaciones

TURISMO Y PRODUCCIÓN

El Queso en su apetecible ruta

Hay muchos supuestos en torno al origen de los

quesos pero historiadores estiman que en el 2.500 AC

ya los degustaban. Lo que sí no es un supuesto

es que en Uruguay la quesería artesanal, con el

Colonia como vedette, se pueden entrelazar con la

industria turística para mostrar al país y al mundo

las bondades de estas tierras.58

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PioneroJuan Teófilo Karlen había dejado atrás Diemtigen, Suiza y tras una larga travesía -con algo de aventura-, se instalaba con su familia (esposa y cinco hijos) en Nueva Helvecia, sitio de un país de «oportunidades». Para esta familia el pan y el queso se transformaron en alimentos de alto valor energético que permitían trabajar la tierra con brío.

Karlen tenía una visión de futuro. Fue el quien estableció el primer negocio para comer-cializar su producción y la de sus paisanos.

Sus descendientes aún conservan el tacho, de cobre, que alimentó por años a la familia y, antes, con él, atravesó la mar. Esta información la aporta desde la página digital Swissinfo.ch Marcela Aguila Rubín. «Karlen fue el único que anotó los comienzos de toda su actividad» recuerda también la investigadora Sonia Ziegler.

Novena Cata Como en anteriores eventos, la próxima Cata Nacional del Que-so, tendrá como escena-rio suelos colonienses. La cita que convoca a cientos de personas es organizada por ADEES-TE y cuenta con los aus-picios y apoyos de los Ministerios de Ganade-ría, Agricultura y Pesca e Industria, el LATU, intendencias de Colonia y San José, Escuela de Lechería, la Asociación de Técnicos Lecheros (AUTEL). Programa para el Desarrollo del Queso Artesanal, Centro Co-mercial y Club de Leones de Nueva Helvecia.

Colonia es un departamen-to que vale la pena visitar. Se ubica, por Ruta 1 a 177 kiló-metros, de la capital del país, Montevideo. Al norte tiene a Soriano, al oeste y al sur el Río de la Plata, al este San José y parte de Flores. Sus características geográficas y una abundante cadena de playas hacen de este departa-mento un sitio encantador. Una vasta red de localidades le da una particular fi sono-mía. A ello se agrega que su capital fue declarada, por UNESCO, «Patrimonio histórico de la Humanidad».

Sus fértiles tierras -exten-didas en 6.106 kilómetros cua-drados son extremadamente aptas para una ganadería orientada a la producción le-chera; siendo el departamen-to emblemático de la cuenca láctea. La soja, el girasol, el trigo y la vid, de excelente calidad, son sus cultivos más signifi cativos. Esta generosa tierra, de 120.855 habitantes, pone a disposición yacimien-tos de talco y arena.

Tierra de oportunidadesCon tal escenario era casi natural que fuera una tierra de acogida. Entre 1851 y 1868 llegan a este lugar, entre

otros, los primeros colonos suizos. En Suiza se voceaba que Uruguay era la «tierra de las oportunidades». Muchos de ellos eran maestros quese-ros. La adversidad marcada por factores climáticos los hizo trabajar colectivamen-te y presentar un gran es-píritu de sacrifi cio. Tenían fuertemente arraigada la cultura del trabajo con la cooperación como un ele-mento integrador.

Ya instalados en esta zona, se propusieron, recreando su cultura, producir el queso ar-tesanal Emental; el mismo que producían en sus territo-rios. «La deformación de la fl ora autóctona, la leche y demás, devino en un queso distinto al Emental» se-gún contó a de Paseo Facundo Ferro, gerente de la Agencia para el Desarrollo del Este de Colonia (ADEESTE). De aque-lla experiencia surgió el em-blemático queso Colonia.

Por 1891 existían, en las inmediaciones de Colonia Suiza, unas 100 queserías que daban subsistencia a 300 familias. Ahora, se estima que entre los departamen-tos de San José y Colonia, hay más de 2.000 producto-res de quesos artesanales. Estos productores destinan

al mercado interno nueve millones de quilos, la mitad de lo que consume el país. Una ley nacional defi ne que el queso artesanal es aquel que se elabora con leche del propio establecimiento.

El afi ncamiento de estos colonos se observa en Colonia Valdense, Nueva Helvecia y en armonía con las locali-dades de Rosario, Cufré y La Paz. La dinámica y la distri-bución territorial generaron un gran tejido y una fuerte integración zonal. Desde su perspectiva cultural, la pro-ducción quesera artesanal es un elemento que los distin-gue. Un estudio de un grupo de canadiense, con apoyos de la Intendencia de Colonia, verifi có y sugirió -en el 2000- que era menester potenciar todos los elementos presen-tes y atarlos a la industria tu-rística. Se trata de generar las sinergias imprescindibles.

El Colonia es oro en polvoADEESTE está integrada por los propios productores que-seros que, en forma honora-ria, la llevan adelante. Una de sus fi nalidades es proteger el queso Colonia. Este es el que-so nacional por excelencia. La implementación de la Cata

Nacional del Queso fue uno de los instrumentos puesto a jugar. Sin mayores apoyos iniciales y a casi 10 años de su aprobación, conjuntamente con una excelente materia prima, con tradición e histo-ria, se proponen encontrar la ruta alimentaria. Una buena proyección internacional, sin dudas, pasa por tal propósito. Entonces, «la ruta del queso es el reposicionamiento del destino turís-tico de Colonia. Generando concien-cia se dará naturalmente» afi rma Facundo Ferro.

En general la Cata Nacio-nal del Queso busca motivar y premiar la conciencia que apunte a la búsqueda de un producto de excelencia. «Te-nemos lo mejor, y es comida. El mundo quiere comer lo mejor», enfatiza Ferro. Prueba de esto es la exportación que lo-gra a Brasil el último «gran

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campeón» de queso Colonia; producido por Naturalia. La próxima Cata se realizará, en Colonia Valdense, del 20 al 22 de noviembre, un evento para presenciar.

Hablar de la ruta alimen-taría es hablar de la «Ruta del Queso». Esta apunta a un diálogo con la industria turística; es un valor agrega-do y una atracción adicional que se incorpora al destino turístico nacional. «Un stand de quesos atrae a muchísima gente» cuenta Ferro. Uno de los me-canismos que han encontrado

para difundir la rica propues-ta quesera del departamento es entregar dichos productos al velero Capitán Miranda y al Ministerio de Turismo; el primero una suerte de em-bajador itinerante. La carte-ra de Turismo, por su parte, llevó el producto a Brasil. El mundo es exigente de ahí que sea necesario contar con certifi caciones de calidad y de «exportación». Protocolizar actuaciones se hace ineludi-ble. La Ruta se nutre de ho-teles, posadas, restaurantes. El logo, o grifa, garantiza la

Premio Queso Artesanal: de izquierda

a derecha Presidente de ADE Sr.

Enrique Celio Erich Shaffner, Olga Vila,

Sr. Intendente de Colonia Dr. Walter

Zimmer, Representante del Ministerio

de Asuntos Agrarios de la Provincia

de Buenos Aires Dr. Marcelo Lioi, Sr.

Facundo Ferro.

asunción de recaudos y el cumplimiento del estandard de calidad. Es por eso que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca es celoso guardián de los niveles sani-tarios. Ferro apunta que «se debe hacer un protocolo en Uruguay, que no existe, y adaptar la mente de todos los participantes de la Ruta a cumplir con el mismo». Agrega, «es un proceso cultural que tiene sus etapas y sus tiempos. Hay que ser muy respetuoso de los tiempos de los actores locales y de los Minis-terios. Trabajar en equipos integra-les, multidisciplinarios que tenga esa misma visión, responsabilidad y conciencia».

Por otra parte, con el logo habilitante, la ruta pasaría por el circuito Colonia, Pun-ta del Este y Montevideo. «El efecto derrame es un gancho bru-tal; un llamado a la inversión». La ruta, de enorme potenciali-dad, requiere de fondos y de mecanismos de contralor no sólo gubernamentales sino de los propios integrantes. Ferro es claro al respecto: «si hay un informal puede perjudicar a todo el destino turístico. Si algo falla se pierden 150 años de his-toria. Esta es la responsabilidad de hacer una ruta alimentaría, pero más responsabilidad, aún, es cuando el queso Colonia es un Rolex; oro en polvo». Entonces, la calidad del queso estrella -típico y ya tradicional- hay que buscarla en los saberes que le han incorporado du-rante varias generaciones manos anónimas.

Es sabido que en el Pro-ducto Bruto Interno (PBI) tie-ne activa participación la in-dustria del turismo. Además de las cuestiones vinculadas al tipo de cambio y factores de seguridad, es menester ir incorporando otras atraccio-nes que complementen los 60

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Propuesta semidura Algunos recursos provenientes de la cooperación interna-cional, en este caso Unión Europea, permitirán potenciar la quesería artesanal. A través del Cluster del Queso la cifra que se maneja orilla los 250 mil dólares y tiene an-claje en el Programa Pacpymes del Ministerio de Industria, Energía y Minería. «Su aprobación sería un gran paso para

fortalecer lo productivo» expresa Facundo Ferro. Esto dejaría el camino abierto para conformar un consorcio turístico productivo en Colonia.

excelentes sitios naturales que cuenta nuestro país. Así, entonces, la Ruta del Queso puede aportar a la diversidad de ofertas que se hagan al visitante. En tal sentido es insoslayable el papel que le cabe al Estado, ya sea promo-cionando en el exterior, arti-

culando con los productores, generando controles y brin-dando recursos que alimen-tan una industria en expan-sión que aún no tiene tope en cuanto a su inversión.

El grado de desarrollo ad-quirido, prácticamente a puro esfuerzo de los involucrados,

hace que hoy estén pensando en fortalecer lo productivo. La concreción de un Consorcio turístico productivo en Colo-nia se impone. «Para esto sería esencial que se aprobara el proyecto presentado ante el Cluster del Que-so» señala Ferro. (Ver recuadro) El turismo, por el volumen de empresas que maneja, facilita los contactos que viabilizan el montaje de un Consorcio ex-portador coloniense.

Tras completar la lectura de esta nota, pique un trozo de un queso Colonia, sirva una copa de buen vino tan-nat nacional y disfrute con una suave melodía de fondo. Recorra, no obstante la baja temperatura, el departamen-to que se mira en el espejo del Río de la Plata. �

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¿Qué es ANDA y cuál es su actividad?ANDA es una asociación civil sin fines de lu-cro. La sigla responde al nombre Asociación Nacional de Afiliados y su giro es múltiple. Abarca objetos tales como el crédito al con-sumo, la garantía de alquiler, los servicios de salud (médico y odontológico), el turismo, el pago de pasividades entre otros.

Fue creada hace ya 75 años, el 18 de no-viembre de 1933, por un conjunto de pioneros en la ayuda mutua y la solidaridad.

Cuenta hoy con 153.000 afiliados y si exten-demos su cobertura a los núcleos familiares, tenemos 500.000 uruguayos vinculados a la Asociación. Un 15% de la población del país.

Era la época del surgimiento de entidades de la economía social, como las cooperativas y las mutualistas en respuesta a la dramática crisis de 1930 y sus ecos en estas latitudes.

Transcurridas más de siete décadas, los servicios institucionales siguen siendo bá-sicamente los mismos que los se brindaban en su creación.

Aunque lógicamente actualizados a las demandas actuales de nuestra sociedad.

La Asociación tiene una fuerte presencia nacional, contando con 43 locales ubicados a lo largo y ancho del país.

Está presente en cada uno de los depar-tamentos y en aquellos de mayor densidad poblacional está presente en varias de sus localidades.

Fundamentalmente los servicios más re-queridos a lo largo de su desarrollo han sido el crédito y la garantía de alquileres. Un pau-latino y sostenido crecimiento de los servi-cios de salud han marcado su desarrollo.

Más recientemente el servicio de turismo, que tiene una veta profundamente social es parte central de los servicios.

¿Porqué es tan importanteel turismo social para ANDA?En los últimos diez años, nos hemos aproxi-mado a otras necesidades de nuestros afilia-

dos. Tan importantes como las que refieren a la recreación y el disfrute del ocio.

En parte por nuestra raíces y nuestro colectivo, nos hemos embarcado en el de-sarrollo del turismo social, implementando excursiones en todo el territorio nacional con una característica muy marcada que ha sido el de difundir nuestros paisajes y atracciones turísticas nacionales.

Hemos priorizado el turismo de contraes-tación a efectos de reducir costos y posibili-tar las excursiones de nuestros afiliados.

Los destinos más requeridos son: el litoral Termal, la ciudad de Colonia, la costa este con Piriápolis y Punta del Este, así como los balnearios de Rocha, Minas y sus serranías y la capital: Montevideo.

Pero además hemos descubierto, que el turismo implica mucho más que la Capital. La fuerte presencia nacional que tiene la Aso-ciación posibilita organizar excursiones para ir desde Maldonado a Colonia o desde Minas a Florida, por ejemplo.

Algunas fiestas tradicionales de cada loca-lidad también atrapan el interés de los afilia-dos que se organizan y solicitan excursiones para participar por ejemplo en la fiesta de San Cono en Florida o de la Patria Gaucha en Tacuarembó.

Otros de los requerimientos de los afilia-dos del interior del país, en el que se encuen-tran más del 50% de nuestra masa social, es poder disfrutar Montevideo. Recorrer sus principales puntos turísticos y también asis-tir a espectáculos en el Teatro Solís o ir al Es-tadio Centenario a vibrar con la selección.

En suma, hoy el turismo social de bajo costo es una realidad que ANDA impulsa a través de sus 43 locales y la apuesta es movi-lizar cada vez más uruguayos que conozcan y recorran el país disfrutando de sus parajes y sus particularidades culturales.

En eso estamos , realizando la misión ins-titucional y brindando satisfacción y buen servicio a los afiliados y sus familias.

Una Asociación Civil con 75 años de historia…

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