vía_crucis_03042015

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VIERNES SANTO PASIÓN DEL SEÑOR VIA CRUCIS PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE FRANCISCO COLISEO ROMA, 03 DE ABRIL DE 2014 «LA CRUZ, CIMA LUMINOSA DEL AMOR DE DIOS QUE NOS PROTEGE» Llamados, también nosotros, a proteger por amor MEDITACIONES de S.E. Mons. Renato Corti. Obispo emerito de Novara INTRODUCCIÓN ADOREMUS TE, CHRISTE El Santo Padre: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. El Lector: Era el 19 de marzo de 2013. El Papa Francisco había sido elegido pocos días antes. Pronunció la homilía sobre san José, que fue el «custodio» de María y de Jesús, y cuyo estilo estaba urdido de discreción, humildad y silencio, de presencia constante y total fidelidad. En el vía crucis que vamos a comenzar, habrá una referencia constante al don de estar protegidos por el amor de Dios, sobre todo por Jesús crucificado, y a la tarea de cuidar, también nosotros, por amor, de toda la creación, de todos los hombres, especialmente de los más pobres, de nosotros mismos y nuestras familias, para hacer brillar la estrella de la esperanza. Participemos en este vía crucis íntimamente unidos a Jesús. Atentos a lo que está escrito en los Evangelios, se irán observando con discreción algunos sentimientos y pensamientos que pudieron embargar la mente y el corazón de Jesús en aquellas horas de prueba. Al mismo tiempo, nos dejaremos interpelar por algunas situaciones de la vida que caracterizan para bien o para malnuestros días. Expresaremos así una resonancia que manifieste nuestro deseo de dar algún paso en la imitación de nuestro Señor Jesucristo en su pasión. Oh Padre que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio de amor,

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Semana santa

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  • VIERNES SANTO PASIN DEL SEOR

    VIA CRUCIS

    PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE

    FRANCISCO

    COLISEO ROMA, 03 DE ABRIL DE 2014

    LA CRUZ, CIMA LUMINOSA DEL AMOR DE DIOS QUE NOS PROTEGE

    Llamados, tambin nosotros, a proteger por amor

    MEDITACIONES de

    S.E. Mons. Renato Corti. Obispo emerito de Novara

    INTRODUCCIN

    ADOREMUS TE, CHRISTE El Santo Padre: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. R. Amn. El Lector: Era el 19 de marzo de 2013. El Papa Francisco haba sido elegido pocos das antes. Pronunci la homila sobre san Jos, que fue el custodio de Mara y de Jess, y cuyo estilo estaba urdido de discrecin, humildad y silencio, de presencia constante y total fidelidad. En el va crucis que vamos a comenzar, habr una referencia constante al don de estar protegidos por el amor de Dios, sobre todo por Jess crucificado, y a la tarea de cuidar, tambin nosotros, por amor, de toda la creacin, de todos los hombres, especialmente de los ms pobres, de nosotros mismos y nuestras familias, para hacer brillar la estrella de la esperanza. Participemos en este va crucis ntimamente unidos a Jess. Atentos a lo que est escrito en los Evangelios, se irn observando con discrecin algunos sentimientos y pensamientos que pudieron embargar la mente y el corazn de Jess en aquellas horas de prueba. Al mismo tiempo, nos dejaremos interpelar por algunas situaciones de la vida que caracterizan para bien o para mal nuestros das. Expresaremos as una resonancia que manifieste nuestro deseo de dar algn paso en la imitacin de nuestro Seor Jesucristo en su pasin.

    Oh Padre que has querido realizar la salvacin de todos los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, concdenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio de amor,

  • dar testimonio de l, con palabras y obras, ante cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino cada da. Por Jesucristo, nuestro Seor. Amn.

    VIA CRUCIS

    Primera estacin Jess condenado a muerte Intimidad, traicin, condena

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del Evangelio segn san Lucas 23, 19-20 Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros... Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Del Evangelio segn san Marcos 15, 12-13. 15 Pilato tom de nuevo la palabra y les pregunt: Qu hago con el que llamis rey de los judos?. Ellos gritaron de nuevo: Crucifcalo!... Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les solt a Barrabs; y a Jess, despus de azotarlo, lo entreg para que lo crucificaran. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Acabo de celebrar la Pascua con mis discpulos. Era algo que haba deseado ardientemente: la ltima Pascua, antes de la pasin, antes de volver a ti. Pero, de pronto, se ha visto alterada. El diablo haba metido en la cabeza de un discpulo mo que me traicionara. En el huerto de Getseman ha venido hacia m. Con un gesto que es expresin de amor, me ha saludado dicindome: Salve, Maestro. Y me ha besado. Qu amargura en aquel momento! Durante la cena, te he suplicado, Padre, que guardes a mis discpulos en tu nombre, para que sean uno, como nosotros. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, nosotros somos todava ms frgiles en la fe que los primeros discpulos. Tambin nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor debera alentarnos a amarte cada vez ms. Nos hace falta oracin, vigilancia, sinceridad y verdad. As, la fe crecer. Y ser fuerte y gozosa. OREMOS

    Protegidos por la Eucarista

    El Cuerpo y la Sangre de nuestro Seor Jesucristo, unidos en este cliz, nos guarden para la vida eterna. Que este milagro se cumpla en los sacerdotes que presiden la Eucarista y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos al altar para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

  • Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz, lacrimosa, mientras penda el Hijo.

    Segunda estacin Jess con la cruz a cuestas

    Contado entre los pecadores

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del Evangelio segn San Marcos 15, 20 Terminada la burla, le quitaron la prpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Me rodean los soldados del gobernador. Para ellos, ya no soy una persona, sino un objeto. Quieren divertirse conmigo, burlarse de m. Por eso me visten de rey. Han preparado incluso una corona, pero de espinas. Me golpean en la cabeza con una caa. Me escupen. Me sacan afuera. Resuenan en m las dramticas palabras del profeta Isaas sobre el Siervo del Seor. Dicen de l que no tiene aspecto atrayente; que es despreciado, varn de dolores, como un cordero llevado al matadero; que es arrancado de la tierra de los vivos, maltratado hasta la muerte. Ese Siervo soy yo, para desvelar la grandeza del amor de Dios por el hombre. NUESTRA RESONANCIA T, Jess, has sido contado entre los pecadores. En la primera generacin cristiana, precisamente por hablar pblicamente de ti, Pedro y Juan, Pablo y Silas, entraron en prisin. As ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos. Tambin en nuestros das hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la justicia y la paz. Ellos no se avergenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos. OREMOS CON LAS PALABRAS DE UN MRTIR SHAHBAZ BHATTI

    En la maana del 2 de marzo de 2011, el paquistan Shahbaz Bhatti, Ministro de las Minoras, fue asesinado por un grupo de hombres armados. En su testamento espiritual escribe: Recuerdo que un viernes de Pascua, cuando slo tena trece aos, escuch un sermn sobre el sacrificio de Jess por nuestra redencin y por la salvacin del mundo. Y pens corresponder a su amor dando amor a nuestros hermanos y hermanas, ponindome al servicio de los cristianos, especialmente de los pobres, los necesitados y los perseguidos que viven en este pas islmico. Quiero que mi vida, mi carcter, mis actos, hablen por m y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en m, que me sentira privilegiado si Jess aceptara el sacrificio de mi vida. A la luz de este testimonio, oremos:

    Seor Jess, conforta interiormente a los perseguidos. Que se extienda por todo el mundo el derecho fundamental a la libertad religiosa. Te damos gracias por todos aquellos que, como ngeles, ofrecen maravillosos signos de la venida de tu Reino.

  • Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Cuya nima gimiente, contristada y doliente atraves la espada.

    Tercera estacin Jess cae por primera vez Este es el Cordero de Dios

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del Libro del profeta Isaas 53, 5. l fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crmenes. Nuestro castigo saludable cay sobre l, sus cicatrices nos curaron. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Me tambaleo al dar los primeros pasos hacia el Calvario. He perdido ya mucha sangre. Me resulta difcil sostener el peso del madero que he de llevar. Y caigo a tierra. Alguien me levanta. A mi alrededor veo mucha gente. Entre ellos, hay quien me quiere bien. Otros son slo curiosos. Pienso en Juan Bautista que, al comienzo de mi vida pblica, dijo: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Ahora se revela la verdad de esas palabras. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, en este da no podemos parecernos al fariseo que se ensalza a s mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza. Como l, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdn por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisin. Meditando sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre nuestro cuerpo la seal de la cruz: Es una ayuda eficaz: gratuita para los pobres y, para quien es dbil, no exige ningn esfuerzo. Se trata, ciertamente, de una gracia de Dios. OREMOS

    Tu Hijo ha compartido nuestra vida humana

    Te alabamos, Padre santo, porque muchas veces, a travs de los profetas nos has enseado a esperar tu salvacin. Te alabamos porque tanto amaste al mundo, que nos enviaste a tu Hijo nico. Para cumplir tus designios, l comparti en todo nuestra condicin humana, menos en el pecado; anunci la salvacin a los pobres, la liberacin a los oprimidos y la alegra a los afligidos. Gracias, Padre.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Oh cun triste y afligida estuvo aquella bendita Madre del Unignito!.

  • Cuarta estacin

    Jess se encuentra con la madre Una espada traspasa su alma

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Lucas 22, 34-35. 51 Simen los bendijo diciendo a Mara, su madre: Mira, este est puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; ser como una bandera discutida; as quedar clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasar el alma Su madre conservaba todo esto en su corazn. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Mi Madre est entre la gente. Mi corazn late con fuerza. No consigo verla bien. La sangre me cubre la cara. Cuando tena cuarenta das, me llevaron al Templo para presentar la ofrenda, segn la Ley de Moiss. A mis padres les habl un profeta. Se llamaba Simen. Me tom en brazos. Dijo que yo sera una bandera discutida y que a mi madre una espada le traspasara el alma. Palabras que en este momento se han hecho amarga realidad para ambos. Hoy se realiza plenamente la ofrenda de aquel da. RESONANCIA DE MARA Ay de m! Qu veo? Hijo mo, de estirpe divina. Te arrastran las manos de esos criminales y lo soportas! Te conducen a las cadenas y por tu propia voluntad te diriges hacia ellas, t que eres quien libra de sus cadenas al linaje de los encadenados Yo me muero! Dime, dime una sola palabra, t, Palabra de Dios Padre; no, no pases en silencio ante la esclava convertida en madre. Seor Jess, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela de Jerusaln nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fcil juzgar a los dems, pero lo ms importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de lo posible. Lo intentaremos. OREMOS

    Haced lo que l os diga

    Mara Santsima, madre de Jess, esposa de Jos, te pedimos que acompaes el Snodo de los Obispos dedicado a la familia. Intercede por el Papa, por los Obispos y por cuantos estn directamente involucrados en l. Que sean dciles al Espritu Santo y logren discernir con acierto. Que tengan siempre presente lo que dice el salmo: La misericordia y la verdad se encontrarn. En Can, t, Mara, dijiste a los siervos: Haced lo que l os diga. Acude en ayuda de los esposos y a los padres cristianos, llamados a dar testimonio de la belleza de una familia inspirada y guiada por las enseanzas de Jess.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Languideca y se dola la piadosa Madre que vea las penas de su excelso Hijo.

  • Quinta estacin El Cireneo ayuda a Jess a llevar la cruz

    Regresando del campo V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Lucas 23, 26 Mientras lo conducan, echaron mano de un cierto Simn de Cirene, que volva del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrs de Jess. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Oigo gritos a mi alrededor. Toman a la fuerza a un campesino que pasaba por all, seguramente por casualidad. Sin muchas explicaciones, lo obligan a llevar mi peso. Me siento aliviado. Le mandan que vaya detrs de m. Iremos juntos hasta el lugar de mi suplicio. Ms de una vez, predicando el Reino de Dios, dije: Quien no lleve su cruz detrs de m, no puede ser discpulo mo. Sin embargo, ahora este hombre carga incluso con la ma. Quizs ni siquiera sabe quin soy, pero igualmente me ayuda y me sigue. NUESTRA RESONANCIA EN ALABANZA DE SIMN Dichoso t, Simn, que durante la vida llevaste la cruz detrs de nuestro Rey. Los que llevan las insignias de los reyes se sienten orgullosos, pero los reyes y sus insignias pasarn. Dichosas tus manos que levantaron y llevaron en procesin la cruz de Jess que nos dio la vida. Seor, quizs tambin para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedi de modo fortuito. Pero luego se ha hecho ms profundo. Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su presencia es fuente de esperanza. Ponen en prctica la invitacin de san Pablo: Llevad los unos las cargas de los otros. Y as cuidan de sus hermanos. OREMOS

    Quin no tiene necesidad de un cirineo?

    Seor Jess, t has dicho que hay ms dicha en dar que en recibir. Haznos disponibles para que tambin nosotros llevemos a cabo la tarea del cirineo. Que quien vea nuestra forma de vida se sienta animado al vernos cultivar lo bello, lo justo, lo verdadero, lo esencial. Que quien sea frgil nos vea humildes porque, en muchos aspectos, tambin nosotros somos frgiles. Que quien reciba de nosotros signos de gratuidad perciba que nosotros mismos tenemos mil motivos para decir gracias. Que quien no pueda correr se sienta tranquilo, porque le queremos. Estamos dispuestos a ir ms despacio: no queremos dejarlo atrs.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Qu hombre no llorara si a la Madre de Cristo viera en tanto suplicio?

    Sexta estacin Vernica enjuga el rostro de Jess

    Discpulas

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Lucas 8, 1-3 En aquel tiempo, Jess iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompaaban los Doce y algunas mujeres que l haba curado de malos espritus y enfermedades: Mara la Magdalena, de la que haban salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Entre la multitud hay muchas mujeres. Su delicadeza impulsa a una de ellas a acercarse para secarme el rostro. Este gesto me hace recordar otros encuentros. Uno de ellos, hace una semana. Fui a cenar, por amistad, a Betania, en casa de Marta, Mara y Lzaro. Mara me ungi los pies con leo perfumado de nardo autntico. Se sorprendi cuando le dije que lo conservara para mi sepultura. Me veo tambin sentado junto al pozo de Sicar. Estaba cansado y sediento. Llega en aquel momento una mujer samaritana con un cntaro. Le pido agua. Le hablo de un agua que salta hasta la vida eterna. Parece que esperaba este don para abrir su corazn. Quera contarme todo sobre ella. La vi maravillada profundizando en su propia conciencia. Volvi a su pueblo hablando de m y diciendo: Ser este el Mesas?. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es significativa. En los Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os ayudaron a ti y a los apstoles. Algunas de ellas estuvieron presentes en tu pasin. Y fueron las primeras en anunciar tu resurreccin. El genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto hacia ti. Nos lo ensean todos los santos. Queremos seguir sus huellas. OREMOS

    El don de la maternidad espiritual

    Seor Jess, las mujeres sostienen en gran medida el anuncio de la fe en el mundo y el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo testigos de esa felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el secreto profundo de sus vidas. Cudalas como signo luminoso de maternidad junto a los ltimos que, en sus corazones, son los primeros.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Quin no se entristecera a la Madre contemplando con su doliente Hijo?

    Sptima estacin Jess cae por segunda vez

    No te quedes lejos de m V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

  • Del Evangelio segn San Mateo 26, 36-39 passim Jess fue con sus discpulos a un huerto, llamado Getseman, a orar. Y llevndose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empez a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo: Me muero de tristeza: quedaos aqu y velad conmigo. Y adelantndose un poco cay rostro en tierra y oraba diciendo: Padre mo, si es posible, que pase y se aleje de m ese cliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que t quieres. Del Evangelio segn san Lucas 22, 43-44 Se le apareci un ngel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con ms insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS No es slo cansancio fsico. Es algo ms profundo lo que me pasa. Ayer tarde estuve un buen rato postrado en oracin al Padre. Mi sudor era como gotas de sangre. Estaba ya en agona. Estoy viviendo la experiencia extrema y difcil de todo ser humano que se acerca a la muerte. Gracias, Padre, por haberme enviado en ese momento un ngel del cielo a consolarme. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, qu abismo de tristeza en tantas almas heridas por la soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido! Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la desesperacin. El corazn del hombre el corazn de cada uno de nosotros espera otra cosa: el cuidado del amor. T, Jess, nos lo enseas a todos los hombres de buena voluntad: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. OREMOS

    Que mi corazn cuide y consuele

    Que las puertas de mi corazn estn abiertas. Que sea grande como el corazn de Dios. Que est dispuesto a llevar esperanza, a ocuparse de los dems, a escuchar, a poner blsamo en las heridas, a iluminar a quien se encuentra en tinieblas. Que cuide y consuele hoy, maana y siempre.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Por los pecados de su gente vio a Jess en los tormentos y doblegado por los azotes.

    Octava estacin Jess encuentra a las mujeres de Jerusaln

    Vosotros sois la sal de la tierra Vosotros sois la luz del mundo V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Lucas 23, 27-28

  • Lo segua un gran gento del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por l. Jess se volvi hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusaln, no lloris por m, llorad por vosotras y por vuestros hijos. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Hace pocos das que llegu a Jerusaln. Una comitiva de discpulos me acogi haciendo fiesta con regocijo. Incluso me aclamaban diciendo: Bendito el que viene en el nombre del Seor. En medio de su sencillez, ese momento fue solemne. Sin embargo, no fue del agrado de los fariseos. La fiesta no impidi que llorase al ver la ciudad. Ahora que voy exhausto al Glgota, oigo voces de mujeres que se lloran por m y se dan golpes de pecho. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, tambin hoy, viendo nuestras ciudades, tendras motivos para llorar. Quizs tambin nosotros estamos ciegos y no comprendemos el camino de paz que t nos indicas. Pero ahora sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermn de la Montaa: Dichosos los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque sern llamados hijos de Dios. Y tambin cuando dijiste a tus discpulos: Vosotros sois la sal de la tierra Vosotros sois la luz del mundo Alumbre as vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre que est en el cielo. OREMOS

    A la luz de la Jerusaln del cielo

    Seor y Dios nuestro, nos has llamado a la Jerusaln del cielo, que es la tienda de Dios con los hombres. Nos has prometido que all enjugars las lgrimas de nuestros ojos, que no habr ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. T sers nuestro Dios y nosotros seremos tu pueblo. Preserva en nosotros la esperanza de que, despus de sembrar con lgrimas, llegar el momento gozoso de recoger las gavillas.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Vio a su dulce Hijo muriendo desolado al entregar su espritu.

    Novena estacin Jess cae por tercera vez

    El Viaje de Jess. V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Juan 16, 28 Sal del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Mi camino terreno llega a su fin. Cuando nac, mi madre me puso en un pesebre. He pasado casi toda mi vida en Nazaret. He formado parte de la historia del pueblo elegido.

  • Como enviado itinerante del Padre, he anunciado la amplitud de su amor, en el que todos caben; la extensin de su amor, que se mantiene fiel a lo largo todas las generaciones; la altitud de su amor, esperanza que vence incluso a la muerte; y la profundidad de su amor, que no me ha enviado para los justos, sino para los pecadores. Muchos escucharon mi palabra y me siguieron, convirtindose en discpulos mos; otros no me comprendieron. Algunos me rechazaron y, al final, me condenaron. Pero, en este momento, ms que nunca, me siento llamado a revelar el amor de Dios por los hombres. NUESTRA RESONANCIA Seor Jess, ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si no nos estaremos dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasin y muerte necedad y escndalo, siendo as que es fuerza y sabidura de Dios. No estaremos siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego? Nos damos cuenta de que antes de que Dios viniese a nosotros, ni siquiera sabamos quin era Dios? Cuando t, Hijo Unignito, llegaste, Dios, que nos hizo a su imagen, nos permiti levantar los ojos a l y nos prometi el Reino de los cielos. Cmo no amar a Aquel que nos ha amado primero? OREMOS

    Abba, Padre

    Seor y Dios nuestro, nos atrevemos a llamarte Padre nuestro. Sentirnos hijos tuyos es un don maravilloso del que te estaremos eternamente agradecidos. Sabemos, Padre, que no somos una mota de polvo en el universo. Nos has dado una gran dignidad, nos has llamado a ser libres. Lbranos de toda forma de esclavitud. No dejes que nos perdamos lejos de ti. Padre, cuida de cada uno de nosotros. Cuida de todos los hombres sobre la faz de tierra.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn. Djame llorar contigo condolerme por tu Hijo mientras yo est vivo.

    Dcima estacin

    Jess es despojado de las vestiduras La tnica

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del libro de los salmos 19,23-24 Se reparten mi ropa, echan a suerte mi tnica. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Me quedo en silencio. Me siento humillado por un gesto aparentemente banal. Hace horas que me quitaron la ropa. Pienso en mi Madre, aqu presente. Mi humillacin es tambin la suya. Tambin de esta manera una espada traspas su alma. A ella le deba la tnica que me arrebataron. Era un smbolo de su amor por m. NUESTRA RESONANCIA

  • Tu tnica, Seor, nos lleva a meditar en un momento de gracia y tambin en todas las veces que se viola la dignidad del hombre. La gracia es la del Bautismo. Al nio que acaba de convertirse en cristiano, se le dice: Eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de los tuyos, consrvala sin mancha hasta la vida eterna. Esta es la verdad ms profunda de la existencia humana. Al mismo tiempo, el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva tambin a pensar en situaciones terribles: el trfico de seres humanos, los nios soldados, el trabajo esclavo, los nios y adolescentes a los que han robado su inocencia, heridos en su intimidad, profanados sin piedad. T nos haces pedir humildemente perdn a cuantos sufren estos ultrajes y rezar para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida de los dems. Ante ti, Seor Jess, renovamos nuestro propsito de vencer el mal con el bien. OREMOS

    Las dos vas

    Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos; sino que su gozo es la ley del Seor, y medita su ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazn y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

    Undcima estacin Jess clavado en la cruz

    La suprema ctedra del amor de Dios V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Juan 19, 16. 19 Entonces se lo entreg para que lo crucificaran Y Pilato escribi un letrero y lo puso encima de la cruz; en l estaba escrito: Jess el Nazareno, el rey de los judos. SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS DE JESS Me estn taladrando los pies y las manos. Los brazos estirados. Los clavos atraviesan mi carne con dolor. Tengo el cuerpo inmovilizado, pero libre el corazn, y con esa libertad fui hacia mi pasin. Libre, porque est lleno de amor, de un amor que quiere incluir a todos. Miro a los que me crucifican. Pienso en los que se lo han mandado: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen. Junto a m hay otros dos condenados a morir en cruz. Uno de ellos me pide que me acuerde de l cuando est en mi reino. S le digo, hoy estars conmigo en el paraso. NUESTRA RESONANCIA Te vemos, Seor Jess, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas apremiantes: Cundo quedar abolida la pena de muerte, vigente an hoy en numerosos Estados? Cundo desaparecer todo tipo de tortura y la muerte violenta de personas inocentes? Tu Evangelio es la mejor defensa para el hombre, para todos los hombres.

  • OREMOS

    Ten piedad de nosotros

    Seor Jess, t aceptaste la cruz para ensearnos a dar nuestra vida por amor; en la hora de la muerte, escuchaste al ladrn arrepentido. Salvador inocente, fuiste contado entre los malhechores y te sometiste al juicio de los pecadores. Ten piedad de nosotros.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

    Duodcima estacin Jess muere en la cruz

    Seor, te necesitamos (Beato Pablo VI)

    V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Las palabras de Jess en la cruz. Jess dijo a voz en grito: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado?. Despus, dirigindose a su Madre, dijo: Mujer, ah tienes a tu hijo; y al discpulo Juan: Ah tienes a tu madre. Aadi: Tengo sed; dijo: Est cumplido; y, finalmente: Padre, a tus manos encomiendo mi espritu. NUESTRA RESONANCIA En la cruz, Jess, rezaste. As viviste el momento culminante de tu vocacin y misin. Te dirigiste a tu Madre y al discpulo Juan. A travs de ellos, nos hablabas tambin a nosotros. Nos confiaste a tu Madre. Nos pediste que la acogiramos en nuestra vida, para que nos cuidase a nosotros igual que cuid de ti. Nos impresiona mucho que, en tu larga agona de horas, te hayas dirigido a voz en grito a Dios con las palabras del salmo 21, que expresan los sufrimientos, pero tambin las esperanzas del justo. El evangelista Lucas recuerda que, poco antes de morir, dijiste: Padre, a tus manos encomiendo mi espritu. La respuesta que el Padre dar ser tu resurreccin. OREMOS

    Omnia nobis est Christus (San Ambrosio)

    - Te necesitamos, Seor, para saber quin somos y adnde vamos. - Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre los hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo bien de la paz. - Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del sufrimiento. - Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperacin y del vaco. - Te necesitamos, Seor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la alegra y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos. (G.B. Montini, Lettera pastorale Omnia nobis est Christus, 1955, preghiera inale).

  • Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

    Decimotercera estacin Jess es bajado de la cruz y entregado a su Madre

    La va regia para el Seor V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Mateo 27,54-56 El centurin y sus hombres, que custodiaban a Jess dijeron aterrorizados: Verdaderamente este era Hijo de Dios. Haba all muchas mujeres Entre ellas, Mara Magdalena y Mara, la madre de Santiago y de Jos, y la madre de los hijos de Zebedeo. Jess ha pasado de este mundo al Padre. Su pasin nos da la gracia de descubrir, dentro de la historia, la pasin de Dios por el hombre. Los santos han correspondido convirtindose en discpulos y apstoles. A esto mismo estamos llamados tambin nosotros. NUESTRA RESONANCIA - En ti, Jess Palabra hecha carne, estamos llamados a ser la Iglesia de la misericordia. - En ti pobre por eleccin, la Iglesia est llamada a ser pobre y amiga de los pobres. - Contemplando tu rostro, el nuestro no podr ser distinto del tuyo. - Nuestra debilidad ser fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre de nuestro Dios. OREMOS

    Extiende, Padre, a toda la familia humana el reino de justicia y de paz que has preparado por medio de tu Hijo Unignito, nuestro rey y salvador, de modo que los hombres tengan paz dulce y verdadera, los pobres encuentren justicia, los afligidos sean consolados y todas las tribus de la tierra sean bendecidas en l, nuestro Dios y Seor, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo, por los siglos de los siglos.

    Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

    Decimocuarta estacin Jess es puesto en el sepulcro

    Protegidos para siempre V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo Del evangelio segn Juan 19, 38-40

  • Despus de esto, Jos de Arimatea pidi a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jess. Y Pilato le autoriz. El fue entonces y se llev el cuerpo. Lleg tambin Nicodemo y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y loe. Tomaron el cuerpo de Jess y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, segn se acostumbra a enterrar entre los judos. SENTIMIENTOS DE DOS AMIGOS DE JESS El cuerpo de los condenados a la crucifixin no era considerado digno ni siquiera de recibir sepultura. Sin embargo, dos hombres importantes, Jos de Arimatea y Nicodemo, cuidaron con esmero del cuerpo de Jess. Qu fortuna, para m y para vosotros nos dice Jos de Arimatea, que nos hayamos convertido en discpulos de Jess! Yo antes me esconda. Ahora, en cambio, siento dentro de m una fuerte determinacin. Me he presentado incluso ante Pilato para obtener el cuerpo de Jess. Ms que la determinacin, me han movido el amor y la alegra. Estoy contento de haber podido ofrecer una tumba nueva, escavada en la roca. A vosotros os digo: Amad a nuestro Salvador. Nicodemo podra aadir: Mi primer encuentro con Jess fue en horas nocturnas. Me invit a nacer de nuevo, a nacer de lo alto. Solamente poco a poco he comprendido aquellas palabras suyas. Ahora estoy aqu para honrar su cuerpo. Por eso, he comprado una mixtura de mirra y loe. Pero, la verdad es que l ha hecho mucho ms por m: ha perfumado mi vida. MARA HABLA A NUESTRO CORAZN Juan ha permanecido junto a m. Al pie de la cruz, mi fe ha sufrido una dura prueba. Como en Beln y despus en Nazaret, tambin ahora medito todas estas cosas en silencio. Confo en Dios. No he perdido mi esperanza de madre. Confiad tambin vosotros. Para todos vosotros pido la gracia de una fe fuerte. Para aquellos que atraviesan das de oscuridad, el consuelo. OREMOS

    Dios te salve, Mara, llena eres de gracia, el Seor es contigo; bendita t eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jess. Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amn. Todos: Padre nuestro, que ests en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada da; perdona nuestras ofensas, como tambin nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentacin, y lbranos del mal. Amn.

    DISCURSO DEL SANTO PADRE Y BENDICION APOSTOLICA

    El Santo Padre dirige unas palabras a los presentes. Al terminar el discurso, el Santo Padre imparte la bendicin apostlica. El Seor este con ustedes / R. Y con su Espritu Bendito sea el nombre del Seor / R. ahora y por siempre Nuestro auxilio es el nombre del Seor / R. que hizo cielo y tierra Los bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espritu Santo/ R. Amn