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Conceptos básicos en la promoción y gestión de la cultura NODO52: Primer Encuentro de Promotores Culturales de Nuevo León Septiembre, 2015 Descargar la versión electrónica del documento: http://bit.ly/1hRiqjl NODO52: Red de Promotores Culturales de Nuevo León www.promotoresnl.ucoz.com [email protected] Violeta Salas, coord. Diseño de portada y logotipo: Batóry | 211°F

Esta obra está bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-Compartir Igual 4.0 Internacional. Los animamos para que compartan o adapten este documento, solamente pedimos que lo hagan de la misma forma y den los créditos correspondientes. Para más información sobre la licencia, visita: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/

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INTRODUCCIÓN

Este documento se presenta dentro del marco de NODO52: Primer Encuentro de Promotores

Culturales de Nuevo León, como un elemento complementario al mismo. Dado el inminente carácter

académico del Encuentro así como la variedad de perfiles que suelen encontrarse entre los

promotores y gestores culturales del estado, NODO52 - Red de Promotores Culturales de Nuevo

León, consideró pertinente crear un documento que reuniese los conceptos básicos en la promoción

y gestión de la cultura, a fin de que los asistentes al Encuentro y todas aquellas personas interesadas

en el ámbito, tuviesen bases para iniciar o reafirmar su camino dentro del sector cultural. Este

documento es, por tanto, una breve introducción al campo de la administración cultural donde podrán

encontrar los siguientes temas:

1. Cultura y promotores culturales.

2. Los agentes culturales.

3. Redefiniendo nuestra labor: ideas y conceptos erróneos al trabajar en promoción cultural

4. Decálogo de buenas prácticas en promoción y gestión cultural.

Desde NODO52 esperamos que este documento despierte la curiosidad de quien lo lee para

continuar investigando, aprendiendo teorías y metodologías, conociendo experiencias de terceros y,

sobre todo, sistematizando su propia experiencia, en aras de mejorar su propia labor.

NODO52

Red de Promotores Culturales de Nuevo León

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El término cultura ha tenido múltiples aceptaciones y

cambios a lo largo de su historia: desde el cultivo de

la tierra y el cultivo del espíritu, hasta la apreciación

de las bellas artes y, más recientemente, ser un

conjunto de conocimientos y elementos alrededor de

un determinado tema. Al día de hoy, no existe un

concepto único del término cultura, pues varía según

el área de estudio desde la cual se aborde, o incluso

el país donde se esté.

En el ámbito de la gestión y promoción cultural la

concepción de lo cultural se ha inclinado hacia lo

humanista, lo social-antropológico, contemplando a la

cultura como una de las bases más importantes para

el desarrollo y los derechos humanos; de esta

manera, se reconoce como cultura a todos aquellos

elementos no genéticos de un grupo social que son

creados por la acción humana, que influyen y son

influidos tanto por el ser humano como por el medio

ambiente en el que esté asentado, sirviendo de

distintivos ya que ayudan a crear una identidad, y los

más representativos serán heredados a futuras

generaciones.

La cultura “engloba, además de las artes y las letras,

los modos de vida, los derechos fundamentales al ser

humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las

creencias” (UNESCO, 1982), mismos que se

representan material o inmaterialmente, formándose

lo que Cornelius Castoriadis llama imaginario social,

o la creación histórica de significados colectivos

institucionalizados que regulan las acciones sociales,

los cuales están en cambio constante, produciéndose

elementos culturales efímeros o cuyo significado varía

al pasar una generación a otra, o incluso antes.

Gilberto Giménez indica que estas representaciones

simbólicas son el factor que hacen de la cultura un

proceso transversal, enlazándose a todos los

elementos de una sociedad, considerando que “la

cultura es la acción y el efecto de ‘cultivar’

simbólicamente la naturaleza interior y exterior a la

especie humana, haciéndola fructificar en complejos

sistemas de signos que organizan, modelan y

confieren sentido a la totalidad de las prácticas

sociales” (Giménez, 2005).

Este simbolismo es la materia prima para trabajar en

la administración de la cultura. El (la) promotor(a)

cultural es aquella persona que, desde el

conocimiento de los elementos culturales

particulares, promueve la participación de una

comunidad (trabajadores, niños, adultos, grupo

estudiantil, vecinos de barrio, residentes de un

municipio, etc.) en actividades que contribuyan al

desarrollo social, ya sea fortaleciendo aspectos

comunitarios, trabajando con poblaciones

vulnerables, en pro de la educación, en la promoción

de las artes, protegiendo y difundiendo el patrimonio

cultural, fomentando la sustentabilidad y el respeto al

medio ambiente, fortaleciendo la autogestión, el

ejercicio de la ciudadanía, la equidad de género, los

derechos humanos, etc.

El trabajo de la promoción y gestión de lo cultural ha

derivado en dos perfiles que suelen entremezclarse:

el cultural artístico, cuyo centro de trabajo son las

artes para el desarrollo social, y el cultural territorial,

que está más enfocado al trabajo comunitario, donde

se puede o no utilizar las artes como herramientas de

trabajo.

A diferencia de los promotores y administradores en

otros rubros, quien promueve la cultura no busca el

mero consumo o ganancia económica por la

comercialización de bienes o servicios, sino que parte

del conocimiento sobre la cultura particular de una

comunidad, identificando aquellos elementos que

Cultura y Promotores culturales

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pueden potencializarse, rescatarse y/o preservarse

para beneficiar al desarrollo social del grupo en que

se interviene, dando a la cultura un uso social y

educativo, e incluyendo en otras áreas de la

estructura social, como la política y económica.

Bibliografía:

Anzaldúa, R. (2012) Lo imaginario como significación

y sentido. En Imaginario social: creación de sentido,

México, UPN, pp. 30-62.

Bonet, L. (2006) El perfil del gestor cultural en el siglo

XXI. SARC, I Congrés Internacional sobre la formació

dels gestors i tècnics de cultura, València: Diputació

de València, pp. 105-111. Ir al documento en línea:

http://culturaperu.org/sites/default/files/usuarios/361/

EL%20PERFIL%20DEL%20GESTOR%20CULTURA

L%20EN%20EL%20SIGLO%20XXI.pdf

Giménez, G. (2005). La concepción simbólica de la

cultura. En Teoría y análisis de la cultura. México,

CONACULTA, pp. 67–87.

Hernández, A. Promoción y gestión cultural: intención

y acción. Patrimonio Cultural y Turismo. Cuadernos

13. Gestión cultural: planta viva en crecimiento.

Memorias del Tercer Encuentro Internacional de

Gestores y Promotores Culturales, Guadalajara,

México, 2005, pp. 77-84. Ir al documento en línea:

http://www.conaculta.gob.mx/turismocultural/publi/Cu

adernos_19_num/cuaderno13.pdf

Kottak, C. (2012) Cultura. En Antropología cultural.

España, Mc Graw Hill, pp. 28-50.

UNESCO. Declaración de México sobre las políticas

culturales. Conferencia mundial sobre las políticas

culturales. México D.F., 26 de julio - 6 de agosto de

1982. Ir al documento en línea:

http://portal.unesco.org/culture/es/files/35197/119194

13801mexico_sp.pdf/mexico_sp.pdf

Otras lecturas recomendadas:

Cómo elaborar un proyecto cultural (y no frustrarse si

no lo seleccionan), de Carlos Enrique García

Martínez. Ir al documento en línea:

http://sic.conaculta.gob.mx/documentos/1292.pdf

Ficha teórica para estudiar la problemática cultural en

México, de Gilberto Giménez. Ir al documento en

línea:

http://www.culturayrs.org.mx/revista/num6/Gimenez0

9.pdf

Promoción cultural. Una nueva mirada, compilación

de Aida Victoria Martín Rodríguez. Ir al documento en

línea:

http://www.csuper.cult.cu/libros/promoci%C3%B3n-

cultural-una-nueva-mirada

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Los agentes culturales

Resumen del texto “Los agentes culturales ante los

nuevos retos de la gestión cultural” de Alfons

Martinell.

Los agentes culturales son aquellos actores

necesarios que intervienen o pueden intervenir en la

articulación y puesta en marcha de las políticas

culturales, las cuales son entendidas como un

conjunto de prácticas sociales de diferentes sectores

de una sociedad en concreto.

Entre sus características principales, encontramos

que los agentes culturales:

● cambian y evolucionan de acuerdo con las

variables espacio/territorio-tiempo/evolución-

contexto social,

● se estructuran de acuerdo con la reglamentación

y la legislación de cada Estado o de las

organizaciones estatales, y de acuerdo con sus

propias finalidades,

● pueden adquirir un protagonismo desde la

perspectiva de su propia iniciativa social, y como

elementos de presión sobre las estructuras de las

administraciones públicas,

● con gran frecuencia aplican su propia política sin

la intervención del Estado, y

● analizan e interpretan la realidad, detectan

necesidades y ofrecen soluciones, posibilitan la

participación comunitaria, ejercen presión en el

aparato administrativo para resolver las

necesidades, a la vez que ayudan a detectar

nuevas demandas.

A los agentes culturales se les puede clasificar de

diferentes forma, pero principalmente encontramos

dos tipos: los tradicionales y los nuevos.

a) Agentes tradicionales

● Administración Pública: Estado (organismos

federales, estatales y municipales)

● Instituciones sin ánimo de lucro o Tercer sector:

fundaciones, asociaciones, organizaciones no

lucrativas, comunitarias, de iniciativa social y

otras agrupaciones varias. Este tipo de agentes

varía y se implementa según el contexto

histórico, político, social, etc. del momento.

● Instituciones privadas: empresas, asociaciones

privadas, profesionales, industria, servicios

privados. Aquí podemos encontrar también a las

empresas e industrias culturales. Este tipo de

agentes marcan su finalidad siguiendo como

marco de referencia el mercado, la realidad

socioeconómica y el marco legal del momento.

Los agentes tradicionales suelen intervenir en

ámbitos muy específicos, logrando establecer una

tradición de participación, llegando a reconocidos;

pero, con el paso del tiempo, quizá no puedan

responder adecuadamente a las nuevas realidades y

problemáticas.

b) Agentes nuevos

Suelen ser actores de comunidades barriales que no

se les reconoce ni se reconocen a sí mismos como

agentes culturales, ya sea porque están más

involucrados en otros ámbitos (cultura y seguridad,

cultura e integración social, cultura y sanidad, etc.),

porque no están de acuerdo con las políticas públicas

o con la forma de actuar de los agentes clásicos,

porque se encuentran alejados de las

administraciones públicas y las infraestructuras

culturales clásicas, o porque su actuar responde a una

necesidad o a una iniciativa que surge en un momento

determinado y su actuación es temporal mientras dura

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la respuesta. Estos agentes trabajan tanto a nivel

pluridisciplinar como plurisectorial, ayudando a

descentralizar la cultura; sin embargo, muchas veces

carecen de una figura legal que los reconozca como

agentes culturales e incluso no suelen ser partícipes

de becas, subvenciones y demás apoyo que brinda la

administración pública

Aunque los diferentes agentes culturales pueden

llegar a interactuar y operar en un mismo territorio, sus

relaciones no están exentas de dificultades. Muchas

veces no se conocen ni se reconocen como agentes

culturales, no saben del papel que juega cada uno, no

disponen de marcos normativos adecuados u

organismos e instrumentos que faciliten las relaciones

entre agentes, lo que deriva en relaciones escasas, o

incluso nulas, y mayormente informales. Por ello se

vuelve necesario brindar espacios y herramientas

para la interacción y trabajo en conjunto de los

agentes culturales, a fin de trabajar de forma

cooperativa en el desarrollo e implementación de

políticas culturales adecuadas que realmente

respondan a las necesidades y problemáticas

culturales de las comunidades.

Bibliografía:

Martinell, A. Los agentes culturales ante los nuevos

retos de la gestión cultural. Revista Iberoamericana

de Educación (Número 20). Mayo - Agosto 1999.

Artículo completo disponible en:

http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/adriana_raggi/w

p-content/uploads/2013/01/AGENTES-

CULTURALES.pdf

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Al igual que en otras áreas de estudios, el ámbito

cultural se está nutriendo continuamente de nuevas

ideas y concepciones acerca de “lo cultural” gracias a

los teóricos e investigadores que siguen aportando

datos desde lo económico, social, antropológico,

psicológico, etc. Por desgracia, cuando estos avances

se transforman en políticas culturales, quien

promueve la cultura no llega a conocer el por qué se

implementan y sigue sustentando sus proyectos en

ideas o teorías culturales que ya no tienen validez.

Pero, ¿cuáles son estas ideas o teorías que han sido

invalidadas? Veamos cinco que fueron identificadas

por Esteban Krotz:

1. Se puede tener y no tener cultura. Desde que

nace, el ser humano está inserto en la estructura de

una comunidad que posee sus propias creencias,

ritos, costumbres, etc., que le ayudarán a asimilar la

información de su entorno y le guiarán para

interactuar en sociedad, adquiriendo la cultura de su

comunidad mediante el proceso conocido como

enculturación. Nadie está exento de la influencia

cultural: todas las personas poseemos cultura, solo

que es diferente según el grupo social al que

pertenezcamos.**

En el ámbito cultural es común escuchar que tal

institución u organización cultural “llevará la cultura a

la gente”, refiriéndose al acercamiento de

determinados servicios o manifestaciones culturales

(democratización cultural), entendiendo a la cultura

como un bien de consumo colectivo que se debe

poner al alcance de los ciudadanos. En casos más

extremos, se llega a creer que es necesario

acercarles determinadas manifestaciones artísticas,

por lo regular las bellas artes o las tradicionales, como

si la comunidad no poseyera una cultura propia.

El fallo en la democratización cultural es que no se

permite a las personas ejercer su derecho ciudadano

a participar en los procesos de sus elementos

culturales, por ello es importante que quien promueve

la cultura no se enfoque solo en llevar bienes o

servicios terminados a una comunidad, sino que

reconozca que dicha comunidad posee una cultura

propia y tiene el derecho a ser partícipe de ella, para

lo cual, debe involucrarles en el proceso de

intervención sociocultural y brindarles herramientas

para ser autogestivos.

2. Hay una jerarquía natural entre culturas (y entre

subculturas). Lo cierto es que no existen bases

objetivas para otorgar valores de calidad y jerarquizar

las manifestaciones culturales de una comunidad

respecto a otra, debido a la diferencia de contextos

históricos, sociales, económicos, territoriales, etc., en

que nacen dichas manifestaciones, otorgándoles un

valor intrínseco que es importante para la comunidad

que las crea, pero quizá no es comprendido por

personas de otras comunidades.

Respetar las culturas ajenas, aunque no simpaticen

con la nuestra, es una de las aptitudes que la persona

que promueve lo cultural debe desarrollar, pues

constantemente estará interactuando con grupos

sociales distintos (llámese etnias, ciudadanos de una

región, de un grupo profesional, etc.) y solamente

tratándolos con respeto logrará trabajar para

identificar las verdaderas causas de sus

problemáticas socioculturales y tratar de resolverlas

de manera conjunta.

** Caso aparte son las definiciones de “culto” e “inculto”, que

están más relacionadas con los conocimientos que se

puedan o no tener sobre algún ámbito en especial, cuando

se dice que en una ciudad “tiene mucha cultura” (en

realidad, se refieren a la oferta de bienes y servicios

culturales) o que en tal comunidad se “carece de cultura” y

por eso se ensucian las calles (esas son costumbres), entre

otros usos de la palabra cultura.

Redefiniendo nuestra labor Ideas y conceptos erróneos al trabajar en promoción cultural

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Aunque este punto es sencillo de comprender, es

difícil llevarlo a la práctica ya que, al estar en

presencia de una cultura ajena, tomamos como

referencia la propia y empezamos a hacer

comparaciones. Si no tenemos cuidado, esto puede

llevarnos a creer que nuestra propia cultura es mejor

que las demás, denostando y discriminando a las

personas de culturas diferentes porque no cumplen, a

nuestros ojos, con los valores que marca nuestro

grupo social o comunidad (etnocentrismo).

3. Hay culturas ‘puras’ y ‘mezcladas’. Hoy en día se

siguen esgrimiendo argumentos a favor de algunas

culturas para que no se mezclen con otras,

discusiones que comúnmente están rodeadas de

discriminación y racismo hacia ciertos pueblos (en los

temas migratorios o religiosos, por ejemplo). Ya sea

por comercio, colindancia, migración, conquista, etc.,

una sociedad interactúa con otras y en este proceso

asimila elementos culturales ajenos; esto ha sucedido

a lo largo de la historia y sigue pasando en la

actualidad. Si buscáramos nuestro árbol genealógico,

quizá encontremos una herencia indígena, europea y

quizá hasta africana. No existen culturas que

podamos identificar como ‘puras’ y que sean

superiores a las ‘mezcladas’.

Por otra parte, es importante diferenciar si esa

asimilación cultural se hace por voluntad o imposición,

ya que la mezcla de elementos culturales puede ser

aprovechada para tratar de cambiar creencias y

costumbres con la finalidad de imponer determinadas

condiciones desfavorables para una comunidad, pero

que benefician a otra, a un grupo de personas o hasta

a empresas.

4. Los recintos propios de la cultura son los

museos, los teatros y las bibliotecas. Estos

recintos especializados son conocidos como

‘infraestructura cultural’, y aunque son muy

importantes para la difusión y conservación de

elementos culturales (incluyendo la rehabilitación

física de objetos patrimoniales), la vida cultural,

dinámica y en transformación constante, es creada,

reproducida y transformada en lugares comunes: el

hogar, el lugar de trabajo, la calle, espacios públicos…

Por otra parte, los espacios a utilizar no

necesariamente tienen que ser centros cerrados

preestablecidos e inmóviles, los proyectos culturales

con incidencia en la calle se valen de espacios no

convencionales para llegar a un público mayoritario

que regularmente no asiste a los centros

tradicionales: calles, plazas públicas, casas

particulares, escuelas, gimnasios, estructuras

móviles, etc. Esta es otra forma de formar públicos

desde una perspectiva más cercana a su comunidad,

fomentando lo cultural en relación a la vida diaria de

las personas.

5. La existencia de la cultura depende del Estado.

Aunque el gobierno interviene en el aspecto cultural

(para bien o para mal), el proceso de la cultura se da

independientemente de él. El ámbito de creación y

reproducción cultural traspasa continuamente las

delimitaciones políticas administrativas (como en el

caso de las regiones), que fueron creadas a partir de

procesos políticos que no siempre han existido.

Por otro lado, desde hace varias décadas la sociedad

civil o Tercer Sector se ha reconocido como una parte

muy importante en el sector cultural: no solo son

partícipes en la creación de políticas públicas,

también diseñan y ejecutan proyectos que tratan de

responder a aquellas necesidades socioculturales

que el Estado no ha resuelto.

Sin embargo, para que los proyectos culturales

gestados desde la ciudadanía no lleguen a depender

del Estado, es muy importante que quien promueve la

cultura conozca y aplique procesos autogestivos,

tanto en sus proyectos como en las comunidades en

las que interviene, a fin de lograr una autonomía en el

manejo de sus elementos culturales y recursos, el

empoderamiento ciudadano y el trabajo comunitario

por un bien común, en independencia del Estado y las

administraciones locales.

Aunado a las ideas erróneas, también existen

conceptos que suelen entremezclarse y utilizarse

como sinónimos al referirse a la acción cultural, como

sucede con arte, cultura y educación. Tal y como se

mencionó en el apartado anterior, “Cultura y

promotores culturales”, la cultura hace referencia a un

sinfín de procesos y elementos creados por el ser

humano al vivir en sociedad, y dentro de éstos se

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se encuentran las artes así como los sistemas de

enseñanza y aprendizaje. El problema de confundir

estos términos empieza cuando planteamos

proyectos y utilizamos los conceptos de forma

errónea para marcar fines, de manera que

confundimos procesos sociales con manifestaciones

artísticas, creemos que las artes no pueden utilizarse

para educar o, por el contrario, que las disciplinas

artísticas llevan implícitas, junto a las técnicas de

creación, un aprendizaje de lo social y dejamos de

lado estrategias educativas que pueden ser útiles.

Estas son solo algunas ideas erróneas y errores

conceptuales que aún podemos encontrar al trabajar

en promoción cultural. Es importante que quienes

promovemos la cultura estemos al tanto de los

avances en investigaciones y estudios en el ámbito

que nos atañe para estar al día en nuestra labor. Aquí

hay otros textos para que puedan ampliar este tema:

Cinco ideas falsas sobre “la cultura” de Esteban Krotz

(texto completo)

http://www.pueblosindigenaspcn.net/biblioteca/doc_vi

ew/12-cinco-ideas-falsas-sobre-la-cultura.html

Diez errores o mentiras frecuentes sobre literatura y

cultura en América Latina, de Eduardo Galeano

http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/f

iles/journals/1/articles/11187/public/11187-16585-1-

PB.pdf

Diez estereotipos en torno a las culturas populares, de

Lucina Jiménez

https://drive.google.com/file/d/0BxZYcVTGa55WTnF

RVlFCUXBnRXc/view?usp=sharing

El derecho a la autogestión cultural, de Jorge Eduardo

Padula Perkins

http://www.eumed.net/rev/cccss/06/jepp.htm

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1. Respeta las culturas y los gustos artísticos ajenos, recuerda que continuamente trabajarás con grupos

sociales distintos y a nadie le gusta que le insulten o lo discriminen por su cultura. En situaciones donde un

elemento cultural se haya convertido en una problemática social y sea necesario su cambio, sigue actuando

con respeto y recurre a estrategias para que la comunidad conozca las causas y consecuencias de dicha

problemática, logrando un trabajo en conjunto.

2. Rodéate de un grupo multidisciplinario que te permita abordar la acción cultural desde diferentes ópticas.

3. Respeta los derechos de autor y el trabajo del creador. No trates de cambiar su obra, busca los públicos más

aptos para cada bien artístico, y recuerda que los públicos no nacen, se crean, así que también trabaja en la

formación y fidelización de públicos.

4. Incluye en tus proyectos culturales diversas herramientas que faciliten la accesibilidad de personas con

necesidades diferentes, pero recuerda que en una misma comunidad existen grupos sociales distintos con

cultura propia que pudieran necesitar también de herramientas de integración. Procura que la inclusión se vuelva

una práctica común en tu trabajo.

5. Aprende sobre legislación del ámbito cultural y las políticas culturales actuales, especialmente las que influyan

en tu área de trabajo. Conócelas aunque no estés de acuerdo con ellas, en algún momento pueden serte útil y

podrían evitarte muchos disgustos al implementar proyectos.

6. La capacitación constante y la sistematización de experiencias son prácticas que te ayudarán a mejorar en

tu labor. Independientemente del área y la forma de organización en las que suelas trabajar, aprende sobre

organizaciones no lucrativas, empresas culturales e industrias creativas, así como de autogestión y

sustentabilidad de grupos/proyectos, nunca sabes las necesidades y oportunidades que se puedan presentar

en la comunidad donde trabajes.

7. Trabaja para que la comunidad tenga acceso al conocimiento y uso de sus elementos culturales

(democratización cultural), pero también genera estrategias para que puedan intervenir en la manera de crear,

reproducir, transmitir y transformar dichos elementos (ejercicio de la ciudadanía) de manera autónoma,

autogestiva y sustentable.

8. Antes de ejecutar un proyecto, investiga si hay otros similares y aprende de ellos; que la innovación sea uno

de tus fines para que aportes conocimientos y herramientas a la sociedad y a la promoción cultural.

9. Recuerda que ya no solo consumes, también produces bienes y servicios culturales (aunque no cobres por

ello). Aprende a interactuar con otras personas desde este rol, genera redes de contactos que te faciliten la

obtención de diferentes recursos para fortalecer tu labor como agente promotor de cultura.

10. Aún en pequeños proyectos temporales, trabaja de manera profesional y ética: crea objetivos, forma

indicadores que se puedan evaluar, rinde informes de transparencia, aplica principios de sustentabilidad, etc.

Decálogo de buenas prácticas en promoción y gestión cultural

Por: Violeta Salas

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