democracia y opinion publica

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Prof. Carlos Peña Democracia y opinión pública. Apuntes de clases. 1 - 32 1 Democracia y opinión pública (Magíster en Comunicación, Santiago, notas de la clase del 6 de Junio del 2013) Prof. Carlos Peña 1 En lo que sigue, me encargaré de examinar, en forma preliminar, las relaciones que median entre dos conceptos que están en el centro mismo de este curso: democracia y opinión pública. No es el propósito de esta sesión emprender un tratamiento exhaustivo de ambos conceptos (un trabajo de esa índole no exigiría las dos clases que tenemos por delante, sino un curso completo). De lo que se trata es, más bien, de trazar las líneas gruesas de su desarrollo en la literatura y de las relaciones que entre ambos conceptos es posible establecer. Esto viene exigido por el hecho que si bien los conceptos de opinión pública y democracia pertenecen hoy, sobretodo, a las ciencias sociales, originariamente pertenecen al ámbito más general de la filosofía (de suerte que es necesario conocer algo de esta última para manejarlos bien). Pero antes de ir sobre ese asunto, es imprescindible que adelante los temas de los que nos ocuparemos en las clases que vienen. El itinerario de mis clases será el que sigue: en la primera parte intentaré trazar un mapa conceptual de las relaciones que median entre la opinión pública y la democracia. Confío que con ese mapa conceptual ustedes comprenderán la relevancia que para las ciencias sociales posee el concepto de opinión pública. Luego de eso, y en la segunda, me referiré, con mayor detalle y acopio bibliográfico, al problema de los modelos de democracia y la 1 Abogado, Doctor en Filosofía, Profesor Asociado de la U de Chile, Rector de la UDP. Sus últimas publicaciones son Peña, Tironi et al Redes, Estado y Mercado (Santiago: 2008); Peña y Brunner (eds) La reforma de la educación superior (Santiago, 2009); Peña, C. Rawls y el problema de la realidad en la filosofía política (México, 2009); ; Peña, C. El concepto de cohesión social (México, 2010); Peña, C. Estudios sobre Rawls (Madrid, 2011).

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democracia y opinión pública

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  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 1 - 32 1

    Democracia y opinin pblica

    (Magster en Comunicacin, Santiago, notas de la clase del 6 de Junio del 2013)

    Prof. Carlos Pea1

    En lo que sigue, me encargar de examinar, en forma preliminar, las relaciones que median

    entre dos conceptos que estn en el centro mismo de este curso: democracia y opinin

    pblica.

    No es el propsito de esta sesin emprender un tratamiento exhaustivo de ambos conceptos

    (un trabajo de esa ndole no exigira las dos clases que tenemos por delante, sino un curso

    completo). De lo que se trata es, ms bien, de trazar las lneas gruesas de su desarrollo en la

    literatura y de las relaciones que entre ambos conceptos es posible establecer. Esto viene

    exigido por el hecho que si bien los conceptos de opinin pblica y democracia pertenecen

    hoy, sobretodo, a las ciencias sociales, originariamente pertenecen al mbito ms general de

    la filosofa (de suerte que es necesario conocer algo de esta ltima para manejarlos bien).

    Pero antes de ir sobre ese asunto, es imprescindible que adelante los temas de los que nos

    ocuparemos en las clases que vienen.

    El itinerario de mis clases ser el que sigue: en la primera parte intentar trazar un mapa

    conceptual de las relaciones que median entre la opinin pblica y la democracia. Confo

    que con ese mapa conceptual ustedes comprendern la relevancia que para las ciencias

    sociales posee el concepto de opinin pblica. Luego de eso, y en la segunda, me referir,

    con mayor detalle y acopio bibliogrfico, al problema de los modelos de democracia y la

    1 Abogado, Doctor en Filosofa, Profesor Asociado de la U de Chile, Rector de la UDP. Sus ltimas publicaciones son Pea, Tironi et al Redes, Estado y Mercado (Santiago: 2008); Pea y Brunner (eds) La reforma de la educacin superior (Santiago, 2009); Pea, C. Rawls y el problema de la realidad en la filosofa poltica (Mxico, 2009); ; Pea, C. El concepto de cohesin social (Mxico, 2010); Pea, C. Estudios sobre Rawls (Madrid, 2011).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 2 - 32 2

    opinin pblica. Como ustedes comprenden, qu relevancia posea la opinin pblica para la

    democracia es algo que depende del modelo o paradigma de democracia que subyazca al

    anlisis.

    Si ustedes prefieren una descripcin centrada en las fuentes, podemos decir que en la

    primera parte acentuaremos la perspectiva conceptual (o ms filosfica), y en la segunda

    una ms atenta a los modelos polticos (o a la teora poltica).

    Qu se ha entendido histricamente por opinin pblica y qu relevancia posee ella

    enfrente de la democracia? esa es la pregunta que, en lo que sigue, intentar responder2.

    Qu es opinin?

    Desde luego, ante todo habra que efectuar una precisin lingstica. La palabra opinin

    (doxa en griego, de ah ortodoxia u heterodoxia) alude a los puntos de vista que somos

    capaces de mantener frente a las cosas que cambian (a ese mbito que convencionalmente

    se le denomina contingente). Para otros mbitos (aquellos que no cambian, como el

    orbitar de los astros o los nmeros que es lo que suele llamarse necesario) los griegos

    reservaban otra palabra: episteme (de ah epistemologa). Entre la doxa y la episteme

    median diferencias de importancia que es imprescindible tener en consideracin: en el

    mbito de la doxa se persuade; en el mbito de la episteme se demuestra. As en la cultura

    clsica un sofista es especialista en la persuasin; un matemtico en la demostracin.

    Y es que como dice Aristteles no sera correcto buscar el mismo rigor en todos los

    razonamientos y as sera absurdo aceptar que un matemtico empleara la persuasin,

    como pedir demostraciones a un retrico que se refiere a cosas que no existen por

    naturaleza, sino por convencin (Etica Nicomaquea, 1094b 20-27; Cfr. Gorgias, 455 ,

    Fedon 260 ). Como se observa, aqu Aristteles sugiere que la doxa versa sobre lo que

    cambia; la episteme sobre lo que es fijo e inmutable. Una cosa es lo necesario, otra cosa lo

    2 Salvo los clsicos .-que se citan por las ediciones acadmicas, como ocurre con Aristteles- el resto remite a la biibliografa del final.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 3 - 32 3

    contingente. La episteme se relaciona con lo primero, la doxa o la opinin con lo segundo.

    Los valores de la verdad o la falsedad, como insinuar muchsimo ms tarde Hume, e

    insistiremos nosotros ms adelante, no tienen nada qu hacer en asuntos de opiniones. Lo

    que parece estar en la cultura que respira Aristteles es lo que sigue: opinamos sobre

    aquello en lo que nuestra voluntad puede incidir; pero no sobre aquello que es ajeno a

    nuestra voluntad y nuestra decisin.

    Luego, podemos concluir inicialmente, la esfera de la opinin se relaciona con un mbito

    de puntos de vista o preferencias acerca de lo contingente, acerca de aquello que es de un

    modo, pero puede perfectamente ser de otro, es decir, con aquello que modernamente

    llamaramos cultura (por oposicin a lo que modernamente tambin llamamos naturaleza).

    La esfera de la opinin es, entonces, el mbito del discurso referido a aquellas cosas que

    pueden ser de varias formas.

    En la literatura en un registro que se extiende desde Aristteles a Hegel, nada menos- esa

    distincin entre las cosas que son objeto de saber y otras que son objeto de deliberacin, dio

    origen al distingo entre razn terica y razn prctica.

    La distincin entre las cuestiones tericas y las cuestiones prcticas es antigua y ha sido

    sostenida por autores de prestigio. Puede afirmarse en principio que mientras lo terico

    (theoria, contemplacin) es relativo al pensamiento o, mejor todava, a la esfera de la

    contemplacin; lo prctico (praktikos) es lo relativo a la accin. Mientras la pregunta

    relativa a cmo es el mundo (por qu los planetas giran ordenadamente y no van cada uno

    por su cuenta?) es una pregunta terica; la pregunta cmo debo vivir o cmo debo

    comportarme (debo torturar al secuestrador para saber el paradero de su vctima? debo

    impedirle a un sujeto adulto que consuma drogas?) es una pregunta prctica. Se trata, como

    es fcil de observar, de preguntas distintas si atendemos a la manera en que buscamos sus

    respectivas respuestas. Las preguntas tericas, en general, son respondidas sugiri Quine-

    echando mano a informacin emprica y a algn conocimiento formal (Cuntos planetas

    hay en el sistema solar?, admite una respuesta que es fruto de observaciones empricas y de

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 4 - 32 4

    las matemticas). Otros autores han sugerido que las preguntas toricas buscan

    explicaciones o predicciones. Las cuestiones prcticas, en cambio, no parece posible

    responderlas slo por referencia a eventos empricos (hechos), ni, tampoco, echando mano

    a cuestiones puramente formales3. Si usted se pregunta si debe o no consumir drogas, de

    poco le sirve que le informe que la mayora de la gente lo hace (como es obvio, que la

    mayora haga algo no provee de ninguna razn para que usted tambin lo haga: por qu

    usted debiera comportarse como lo hace la mayora?) o que le exhiba evidencia del dao

    que producen (quiz usted piensa que la estada en este mundo no vale la pena y quiera

    causarse dao). Cuando planteamos preguntas prcticas -qu debo hacer en tal caso?- no

    buscamos dilucidar las causas que incidirn en nuestro actuar, ni, tampoco, predecir lo que

    haremos. Buscamos saber lo que debemos hacer. Hay autores que han sugerido que tanto el

    razonamiento prctico como el terico se relaciona con normas. Mientras el razonamiento

    terico se ocupa de las creencias que debemos tener, el razonamiento prctico se ocupara

    de las acciones que debiramos ejecutar; el primero modificara nuestras creencias en cmo

    es el mundo, el segundo, modificara nuestras intenciones.

    Con apoyo en esa distincin, al menos desde Aristteles suele distinguirse entre la filosofa

    prctica y la terica, o, ms ampliamente an, entre la razn terica y la razn prctica (o,

    con algo de ms ligereza, entre las ciencias tericas y las prcticas)4. La razn terica se

    ocupara de indagar en cuestiones relativas a cmo son las cosas y cmo se relacionan entre

    s; la razn prctica, en cambio, se ocupara de responder preguntas del tipo qu debo

    hacer?, cmo debo comportarme?. Aristteles sugiere que las preguntas prcticas se

    refieren a asuntos que, en algn sentido, dependen de nuestra voluntad, de las acciones que

    seamos capaces de realizar. No tendra ningn sentido, sugiere Aristteles, que nos

    pusiramos a deliberar acerca de cmo deben orbitar los astros (puesto que ellos orbitan

    con independencia de nuestra voluntad); aunque s tiene sentido que nos preguntemos cmo

    debemos vivir (porque suponemos que la vida que llevamos depende, en una medida

    relevante, de lo que decidamos). Por ejemplo, dice Aristteles, ningn lacedemonio 3 Nada de eso significa que el anlisis formal de conceptos morales bsicos (como debe) no tenga importancia prctica. Un anlisis de ese tipo (respecto del concepto de debe) es el que ha llevado a cabo Hare. 4 Cfr. Nowell-Smith, P.H. Ethics, Penguin Books, 1954, p. 11.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 5 - 32 5

    delibera sobre cmo los escitas estarn mejor gobernados, pues ninguna de estas cosas

    podran ocurrir por nuestra intervencin (Etica nicomaquea, 1112-1112b).

    Kant, por su parte, distingue entre el arbitrio animal (arbitrium brutum) y el arbitrio

    humano. El primero es el que es determinado por las inclinaciones o por los impulsos

    sensibles (v.gr. el animal actuara movido por sus apetitos). El arbitrio humano, en cambio,

    si bien es afectado por los impulsos (el hambre o el miedo afectan o influyen, sin duda, en

    su comportamiento) no es determinado por ellos. En los seres humanos, pens Kant, la

    razn puede guiar la accin, puede ser razn prctica5.

    Hegel, por su parte, sugiri que la conciencia terica considera lo que es y lo deja como

    es. La conciencia prctica, en cambio, es la conciencia activa que no deja lo que es sino que

    produce modificaciones y engendra desde s determinaciones y objetos6. En la conciencia

    prctica, sugiere Hegel, el objeto est determinado por m y no yo por el objeto. La facultad

    prctica comenzara entonces por una determinacin interna que transita hacia lo externo: a

    todo ello se llamara actuar.

    Ahora bien, en la literatura suele discutirse en torno a la relacin entre la verdad y las

    opiniones. Esta relacin suele examinarse como una que media entre la filosofa (la

    buscadora de la verdad por excelencia) y la poltica (el ejercicio donde resplandecen las

    opiniones).

    Para los antiguos, con la excepcin, de Platn , la poltica se encuentra desligada de la

    filosofa y, por lo mismo, de la verdad. La poltica no est encaminada a la satisfaccin de

    las necesidades, la reproduccin de la vida o el control de la naturaleza. Si as fuera, la

    poltica se relacionara de cerca con la techn o la episteme y as no podra eludir la verdad.

    Pero no es el caso. La poltica tendra por objeto crear un mbito de visibilidad para que lo

    5 La metafsica de las costumbres, 214. 6 Propedetica filosfica, 4, citado en Cordua, Carla, Seleccin de textos polticos de Hegel, en: Estudios Pblicos, 54 (Otoo 1994).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 6 - 32 6

    propiamente humano aparezca. El propsito de la poltica no es proferir enunciados

    verdaderos, sino constituir al sujeto de la enunciacin.

    De ah entonces que la poltica no se relaciona con la dialctica, sino con la persuasin.

    Como explica Aristteles (Retrica 1354 I, 1357 ) el arte de la persuasin es propio de la

    poltica, mientras el arte de la dialctica lo es de la filosofa. La primera proviene de las

    opiniones (doxa) y la segunda, en cambio, de la verdad (un punto de vista que Platn

    tambin recoge en Fedro, 260 ). Las opiniones (doxa), por su parte, no son una muestra de

    una subjetividad arbitraria o antojadiza, un simple elenco de preferencias, sino la forma en

    que el mundo aparece para cada uno, una forma de apertura. La virtud del poltico

    consistira en dejar resplandecer todas las opiniones para que as el mundo que tenemos en

    comn pueda comparecer (segn explica Arendt en Philosophy and Politics). Esta visin de

    un antiguo resulta consistente, por otra parte, con la concepcin de lo pblico como el

    mbito en el que se ejercita lo ms propio de lo humano.

    Esa visin desvincula a la verdad de la poltica no porque esta ltima sea arbitraria o

    meramente subjetiva, sino por su propia ndole: la tarea de la poltica es hacer que la

    diversidad resplandezca y tras ella asome el mundo que tenemos en comn. El filsofo

    nada tiene que ver con la poltica; pero ello no se debe a desinters cvico o incapacidad

    vital, sino que deriva de la naturaleza de su quehacer: el filsofo dialoga consigo mismo o

    con otros mediante el ejercicio dialctico y su tarea, al revs de la del poltico, no es que la

    diversidad de pareceres de la multitud pueda resplandecer (Arendt). El malentendido de

    Scrates que lo condujo a la muerte (algo que, segn Hanna Arendt, explicara el giro de

    Platn en la Repblica) habra consistido en ejercitar el modelo dialctico en el espacio de

    la poltica. Al buscar la verdad en la doxa, mostr a esta ltima como una ilusin que

    mereca ser disipada. Mientras la poltica equivala al lugar que haca posible la

    enunciacin que permite que cada uno aparezca en el mundo, Scrates, sin advertirlo, al

    empearse en diluir la doxa, habra suprimido la enunciacin misma y con ella el espacio

    de la poltica.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 7 - 32 7

    Con todo, quien defendi de manera ms sistemtica la separacin entre la verdad y la

    poltica, retomando, como veremos, parte de la tradicin antigua, fue Hanna Arendt.

    Para esta autora la verdad tiene un carcter coactivo, a veces, desptico, en la medida que

    se nos impone con prescindencia de nuestra aquiescencia o nuestra voluntad (esto es lo que,

    mutatis mutandis, dir, como veremos, Kelsen al relacionar el realismo metafsico con el

    absolutismo poltico). La verdad de una proposicin sea emprica o meramente analtica,

    una verdad de hecho o una verdad de razn- es independiente de que sepamos cmo

    justificarla, del nmero de quienes la profieren o la crean, o de las consecuencias que de

    ella se sigan. En opinin de Arendt

    Lo que alguna vez dijo Mercier de la Rivire acerca de la

    verdad matemtica se aplica a todo tipo de verdad: Euclides

    es un verdadero dspota; y las verdades geomtricas que

    nos transmiti son leyes verdaderamente despticas

    (Arendt, 1967; 1996: 352)

    Ocurre, sin embargo, que el pensamiento poltico no se aviene con ese desprecio que

    muestra la verdad por el nmero de los adherentes o los puntos de vista en juego Qu

    caracterstica reviste el pensamiento poltico que lo hace reir con el carcter desptico que

    posee la verdad? Se trata de lo que Arendt va a denominar su carcter representativo. La

    representacin es un atributo que suele adscribirse al pensamiento poltico; aunque con

    sentidos, en cada caso, muy diversos. En el caso de Arendt la representacin que es propia

    de la poltica no tiene un sentido epistmico (que la vinculara a una concepcin de la

    verdad como correspondencia) ni, tampoco, un sentido jurdico (al modo de la democracia

    representativa) sino un sentido, por decirlo as, de visibilidad o apertura: en la poltica

    resplandece el mundo de la manera que se presenta a cada uno y all se agota su sentido

    ms especfico:

    El pensamiento poltico es representativo; me formo una

    opinin tras considerar determinado tema desde diversos

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 8 - 32 8

    puntos de vista, recordando los criterios de los que estn

    ausentes; es decir, los represento. Este proceso de

    representacin no implica adoptar ciegamente los puntos de

    vista reales de los que sustentan otros criterios y, por tanto,

    miran hacia el mundo desde una perspectiva diferente; no

    se trata de empata, como si yo intentara ser o sentir como

    alguna otra persona, ni de contar cabezas y unirse a la

    mayora, sino de ser y pensar dentro de mi propia identidad

    tal como en realidad no soy (Arendt, 1967; 1996: 254)

    El pensamiento poltico equivaldra, a fin de cuentas, a lo que Kant, en la Crtica del Juicio,

    haba descrito como la facultad de juzgar. El no corresponde, en rigor, ni a la razn terica

    ni a la razn prctica y, por lo mismo, no hay en l ni verdades, ni imperativos, que se

    impongan de modo compulsivo, sino un discurso que va de aqu para all mostrando la

    diversidad de la condicin humana, el ejercicio libre de todas nuestras capacidades:

    esto acontece por el hecho de que uno atiene su juicio a

    otros juicios, no tanto reales, cuanto ms bien meramente

    posibles, y se pone en el lugar de cualquier otro, en tanto

    que se abstrae meramente de las limitaciones que dependen

    de manera azarosa de nuestro propio enjuiciamiento (Kant,

    2003, par. 40)

    Nada hay en esas posiciones de relativismo o escepticismo. La verdad queda desvinculada

    de la poltica no porque esta ltima sea el mbito de la mera voluntad o de la simple

    decisin, tampoco porque las orientaciones normativas sean irracionales (de hecho, un

    griego como Aristteles crea exactamente lo contrario como se muestra en Etica

    Nicomaquea, 1094b ) sino por la ndole, llammosla expresiva, de la poltica y del espacio

    pblico.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 9 - 32 9

    Perseguir la verdad en el espacio pblico importara, por decirlo as, la muerte de la

    poltica.

    Pero si, como va dicho, Aristteles y Arendt desvinculan a la verdad de la poltica en razn,

    sobretodo, de las caractersticas de esta ltima, Kelsen y Rorty lo hacen en razn de lo que

    pudiramos llamar las caractersticas epistmicas de la democracia (en el caso de Kelsen) o

    la imposibilidad de la epistemologa y de la verdad (en el caso de Rorty).

    Para Kelsen, por ejemplo, la pluralidad no es expresiva de la condicin humana, sino una

    muestra indefectible de nuestros defectos epistemolgicos. Pensamos y creemos cosas

    distintas o diversas porque estamos a ciegas y porque no podemos saber cmo es,

    efectivamente, la realidad. As entonces, no pudiendo zanjar cul de las opiniones o puntos

    de vista es el verdadero, es mejor que todos coexistan resolviendo el asunto mediante un

    acto de voluntad. De ah que exista una relacin estrecha entre la democracia y el

    relativismo, en la medida que la libertad y la igualdad subyacen a ambos:

    It might be taken for a more or less superficial analogy

    between democracy and relativism that the fundamental

    principles of freedom and equality are characteristic of

    both; that the individual is politically free in so far as he

    participates in the creation of the social order to which he is

    subjected, just as the knowing subject according to

    relativistic epistemology--is autonomous in the process of

    cognition (Kelsen, 1948: 911)

    En cambio, sugiere este autor, el realismo metafsico (la idea que hay objetos

    independientes de la mente, sumada a una concepcin de la verdad como correspondencia)

    conduce a tesis incompatibles con la democracia. A fin de cuenta, el absolutismo filosfico

    equivale a un totalitarismo epistemolgico:

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 10 - 32 10

    To the assumption of absolute existence corresponds the

    possibility of absolute truth and absolute values

    ()Philosophical absolutism may very well be

    characterized as epistemological totalitarianism. According

    to this view, the constitution of the universe has certainly

    not a democratic character (Kelsen, 1948: 906, 909).

    Richard Rorty, por su parte, en vez de argir una simetra entre una concepcin filosfica

    relativista y la democracia, como lo hace Kelsen, ha esgrimido la prioridad de la

    democracia sobre la filosofa.

    Esa prioridad derivara del hecho que la filosofa no brindara ningn acceso privilegiado a

    la realidad. La idea que tras la mutitud ms o menos abigarrada de apariencias y de

    fenmenos, existe una presencia subyacente que la filosofa sera capaz de describir, y

    sobre cuya base la verdad sera posible, sera simplemente falaz. No existira tal acceso

    privilegiado a la realidad. El dilogo humano se producira al interior de una prctica social

    compartida, un juego de lenguaje contingente que no puede aspirar a ningn momento de

    incondicionalidad. La democracia sera una prctica social que se sabe contingente y que

    por eso renuncia a la compulsin de lo absoluto. Como Rawls, Rorty aboga por una poltica

    sin metafsica y alejada de la bsqueda de la verdad; aunque no lo hace por razones de

    tolerancia, sino porque el proyecto de la metafsica sera simplemente falaz (Rorty, 2000:

    23; Rorty, 2007).

    As entonces podemos concluir- al hablar de opiniones se habla de un tipo de discurso

    cuya caracterstica fundamental es que versa sobre los contingente y que es fruto de la

    deliberacin y que, en general, no aspira a ser verdadero.

    Dnde radica lo pblico de la opinin pblica?

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 11 - 32 11

    As establecido el sentido de opinin, cabra preguntarse ahora en virtud de qu una

    opinin es pblica Qu hace pblica a una opinin? el sujeto que la emite, el tema a que

    se refiere, el tipo de audiencia a la que se dirige, el grado de racionalidad que reviste?

    Este tema exige auscultar la distincin entre lo privado y lo pblico.

    De la anterior distincin existen en Occidente varias versiones. La ms antigua es la griega

    (que contrapone el logos a la necesidad o al oikos como ocurre en Poltica, 1253 a 1253b o

    la que explora Arendt, 1993), le sigue luego la romana que vincula lo pblico a la autoridad

    y lo privado a las relaciones entre sujetos que intercambian como iguales (as en la

    definicin de Ulpiano en Digesto, 1.1.1: Es derecho pblico el que respecta al estado de la

    repblica, privado el que respecta a la utilidad de los particulares () El primero consiste

    en el ordenamiento religioso, de los sacerdotes y de los magistrados. El privado es tripartito

    y comprende los preceptos naturales, de gentes y civiles), todava es posible encontrar la

    liberal (vinculada al autogobierno como ocurre con Mill en On Liberty), an debe

    mencionarse la que relaciona la esfera pblica con la visibilidad (como ocurre en

    Thompson, 1998); en fin, y como insistir ms adelante, lo pblico puede relacionarse con

    la racionalidad (as ocurre en Kant, 1999 y en Habermas, 2000).

    Como ustedes comprenden, lo que es pblico en uno de esos sentidos puede no serlo en los

    otros. As un acto de la autoridad que se realiza en secreto, es pblico por la ndole de quien

    lo ejecuta; pero no por el grado de visibilidad que posee (a eso se refiere, en el pensamiento

    poltico, la doctrina de los arcana imperii). En cambio, si usted consume marihuana en la

    plaza, ejecuta un acto que es privado porque le atinge nada ms que a usted; pero uno

    pblico desde el punto de vista de la visibilidad, etctera.

    Conforme a esas previas dilucidaciones lingusticas, es posible aseverar que Opinin

    pblica alude a los puntos de vista contingentes que se refieren a la autoridad o a la vida

    compartida y que circulan de manera ms o menos accesible a todos.

    La opinin pblica en la literatura filosfica.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 12 - 32 12

    Ahora bien qu dice la literatura respecto de ese fenmeno cuyo concepto, opinin

    pblica, acabamos, provisoriamente, de acotar?

    En la literatura filosfica hay dos formas clsicas de entender la opinin pblica: como una

    forma de moralidad (en Locke o Hume) o como una forma de racionalidad (en Kant).

    Como digo, en la literatura moderna entendiendo por tal la que se inicia con los escritores

    del siglo XVII, especialmente Locke y Hume- la opinin pblica aparece ante todo como

    un fenmeno moral; pero conviene detenerse en lo que esto significa.

    En estos escritores, la moral atinge sobretodo a la medida de la accin o, si se prefiere, a la

    calificacin de la accin. La moralidad es la relacin entre las acciones y las reglas (Ensayo

    sobre el entendimiento humano, libro II, cap. 28, 4). Ahora bien hay tres tipos de reglas

    para juzgar la accin: la regla puede ser divina (en cuyo caso permite juzgar si algo es

    pecado o deber), civil (y en este caso permite apreciar si algo es un crimen o no) y la ley de

    la opinin o de la reputacin (en base a la cual se define si algo es virtud o vicio). Los

    hombres, dice Locke (cap. 28, 10) han entregado la fuerza al estado, pero retienen el poder

    de juzgar lo que est bien o est mal. Ahora bien esta regla de opinin o de moda, como la

    denomina Locke, es variable de pueblo en pueblo y reposa, piensa l, sobre un tcito y

    secreto consenso. O sea, para Locke la opinin pblica no es una simple o mera

    agregacin de opiniones. Siete aos ms tarde, es posible encontrar, sobre este tema, las

    opiniones de Hume. Para Hume, como para Locke, lo que da fuerza a esa ley moral de la

    opinin es el mrito o el descrdito que acarrea, o, como dice Hume el amor a la fama, el

    deseo de reconocimiento (Investigacin sobre los principios de la moral, 141). (Cfr.

    Noelle- Neumann, 1979).

    En este punto de vista sobre la opinin pblica, no hay nada intrnseco en ella puesto que se

    trata de un punto de vista utilitarista (obedecemos la opinin por sus consecuencias y las

    pasiones que nos animan, no por su racionalidad). Como veremos ms adelante la

    sociologa clsica (sobretodo Durkheim) vi en la opinin pblica una expresin de una

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 13 - 32 13

    cierta conciencia moral compartida que permita la cooperacin social; pero ya volveremos

    sobre eso.

    Otro punto de vista distinto, es posible hallarlo a fines del siglo XVIII en la obra de Kant.

    En el famoso escrito para La Paz perpetua Kant formula el principio segn el cual toda

    mxima en materia poltica que no es susceptible de publicidad es injusta. La publicidad es

    aqu erigida en un test de justicia.

    Para entender el punto hay que explicar brevemente el punto de vista tico que Kant expuso

    en la Fundamentacin para la metafsica de las costumbres.

    Como todos sabemos, Kant sugiri que el test de moralidad de una accin radicaba en la

    posibilidad de universalizar el propsito del obrar sin contradiccin. As, supongamos que

    usted se propone incumplir sus contratos es moral ese propsito o mxima del obrar? Para

    saberlo, dice Kant, nada mejor que suponer que es mxima sea el principio de una ley

    universal, es decir, que se previera para todos que incumplan sus contratos. Si as fuera,

    nadie celebrara un contrato y el propsito de mi obrar (incumplir los que celebre) quedara

    frustrado, luego la maxma es inmoral.

    En poltica el principio tiene ms o menos el mismo sentido.

    Si la moralidad de una mxima reposa sobre su universalizacin, la publicidad transforma

    esa universalizacin en un criterio de justicia prctico. La mxima poltica debe ser tal que

    pueda ser aceptada por todos bajo condiciones no coactivas y de igualdad (hay que tener

    cuidado entonces con interpretar utilitariamente el principio de publicidad kantiano. No es

    la vergenza, sino la irracionalidad lo que se revela en este giro kantiano). Se entiende bien

    el principio de publicidad kantiano si se recurre a la distincin que l efecta entre razn

    privada y razn prctica (Cfr. Kant,1999).

    Usted ejercita su razn privada explica Kant, 1999- cuando piensa o habla en calidad de

    funcionario; ejercita en cambio su razn pblica cuando lo hace ante el gran pblico de

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 14 - 32 14

    lectores. En un caso la razn privada- usted se somete a intereses extraos a la razn, en el

    segundo la razn pblica- la razn est entregada a s misma y nada ms que a s misma

    (esto explica que en Kant la razn pblica se puede ejercitar en la soledad de la habitacin

    y la razn privada desde el plpito).

    Ahora bien, de esos dos conceptos de opinin pblica uno como moralidad, el otro como

    regla normativa de racionalidad, de un lado Locke, de otro Kant- el principio de publicidad

    kantiano es extremadamente importante en los desarrollos posteriores de la literatura.

    En especial influyeron en las afirmaciones de Habermas sobre la publicidad burguesa y sus

    transformaciones (Habermas, 2000; Habermas, 1981) .

    Habermas sugiere que el capitalismo permiti en sus inicios el surgimiento de un mbito en

    el que el ideal normativo de opinin pblica a la Kant se hizo posible. A eso l lo llam

    publicidad burguesa (en oposicin a la publicidad representativa o vicaria de la sociedad

    feudal. La publicidad representativa es aquella que, por decirlo as, escenifica el poder y sus

    smbolos comunitarios, aunque sin someterlos a escrutinio).

    En su investigacin acerca de la opinin pblica, Habermas acaba haciendo sinnimas las

    expresiones la luz de lo pblico con la luz de la razn (Caloun, 1997, 238). Habermas

    sostiene que el capitalismo del siglo XVI no slo contribuy a cambiar la forma de

    organizar y distribuir el poder poltico (nada menos que el surgimiento de lo que hasta hoy

    da llamamos Estado) sino que adems dio orgen al surgimiento de un especial mbito de

    sociabilidad que, hasta ese momento, no haba logrado expandirse: la esfera pblica. Hasta

    entonces slo exista, por decirlo as, el mbito de la autoridad pblica (el conjunto de

    organismos y procedimientos mediante los que se administra el uso de la fuerza) y el

    mbito de las relaciones privadas (que inclua las relaciones ntimas y las relaciones

    mercantiles). Entre ambas esferas surgi un mbito de dilogo y de anlisis racional en que

    los sujetos se reunan para discutir la mejor forma de organizar la vida en comn. Esta

    esfera pblica no era parte ni del Estado, ni del mercado, sino un mbito en el que se

    ejercitaba eso que Kant haba llamado uso pblico de la razn (Kant, 1999).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 15 - 32 15

    Habermas concede gran importancia en el surgimiento de la esfera pblica a la prensa

    escrita y a la aparicin de espacios de sociabilidad, como los cafs, que hacan posible la

    vida compartida fuera del hogar y al margen del poder poltico o del simple intercambio

    econmico.

    Habermas sugiere que la aparicin de la esfera pblica ntimamente vinculada al

    surgimiento de la industria de la prensa- influy de manera muy relevante en la fisonoma

    del poder poltico y en la configuracin del estado nacional moderno. Sometidos al

    escrutinio pblico y a la deliberacin ciudadana, quienes ejercan el monopolio de la fuerza

    se vieron expuestos a nuevas formas de control.

    El modelo de esfera pblica que se sigue de los planteamientos de Habermas (y que ha

    posedo una gigantesca influencia en el anlisis de la relacin entre poltica y medios o de

    la relacin entre la prensa y el surgimiento de los estados nacionales7) posee tres

    caractersticas que urge tener en cuenta a la hora de examinar la relacin entre esa esfera y

    los medios masivos. Como ha sugerido Thompson (Thompson, 1998, 175) al concebir la

    esfera pblica como un mbito de raciocinio ilustrado y dialogal (que ms tarde calzar

    como un guante con las concepciones deliberativas de la democracia) Habermas est

    pensando sobretodo en los medios de comunicacin impresos y en especial en la prensa y

    no en los medios que emplean la imagen. A ello se suma la evaluacin histrica que hace

    Habermas del desenvolvimiento de la esfera pblica. En su opinin, la dimensin

    deliberativa fue reemplazada por el espectculo y el espacio pblico tendi entonces a

    refeudalizarse8. En fin, Habermas estara pensando sobretodo en la esfera pblica burguesa

    dejando de lado otras formas de hacer poltica y de influir sobre el poder que estn muy

    lejos de la vida del caf y de la conversacin acicateada por la prensa.

    7 V.gr. Alonso, P. (Comp.) Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formacin de los estados nacionales en Amrica Latina, 1820, 1920, FCE, 2004. El surgimiento de los estados nacionales, requiere la existencia de un pblico leal a las instituciones estatales que la prensa habra contribudo a formar. 8 Es decir a instituir a la autoridad mediante el boato de la imagen y de la distancia.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 16 - 32 16

    No es raro entonces que en la actualidad la esfera pblica habermasiana subsista, ms que

    como una descripcin de los medios en condiciones modernas, como un ideal regulativo

    desde el que se formulan amargas crticas a los medios de comunicacin y en especial a la

    televisin. La televisin, segn estos puntos de vista, amaga la racionalidad de las

    audiencias a las que simplemente hechiza con el uso de la imagen. El resultado es que, bajo

    esta concepcin de esfera pblica, la televisin, agregan otros autores, en vez de

    profundizar los procesos democrticos podra contribuir a su deterioro (Bourdieu, 2001,

    41).

    Pero la concepcin de esfera pblica habermasiana que conduce, como acabamos de ver, a

    conclusiones ms bien pesimistas a la hora de evaluar la relacin entre televisin y

    democracia- no es la nica. Hay otras que inducen una mirada ms amplia y ms

    comprensiva hacia el mundo de los medios masivos.

    Entre ellas se encuentra la de Thompson (Thompson, cit, 161 y ss). Este autor ha sugerido

    que los medios masivos, desde la imprenta en adelante, han transformado radicalmente las

    relaciones entre la visibilidad y el poder9. Thompson principia por constatar que la

    distincin entre lo pblico y lo privado estuvo asociada, especialmente a partir de algunos

    desarrollos del derecho romano, a la esfera de la autoridad y ms tarde a la esfera del

    estado. De esa manera, lo pblico se confundi con lo estatal y lo privado con esa amplia

    esfera de asuntos humanos que inclua lo ntimo y lo que Hegel, en su filosofa del derecho

    (Hegel, 1980, pargrafos 182-229), llam Sociedad Civil (Cfr. Avineri, 2003, 141 y ss). A

    esa clsica distincin entre lo pblico y lo privado, se sobrepuso luego otra, a saber, la que

    asocia lo pblico con lo visible, con lo que est a la vista de todos, y lo privado con lo

    invisible, con lo opaco, con aquello que escapa a la mirada de los dems. Esa doble

    signficacin de lo pblico y de lo privado no siempre fue simtrica: la autoridad fue

    tradicionalmente pblica por su arraigo en el estado; pero al mismo tiempo, y con

    frecuencia, fue privada u opaca como lo enseaba la doctrina del arcana imperii (secretos

    de estado).

    9 Una exposicin general del argumento de Thompson puede consultarse en el anexo a.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 17 - 32 17

    Pues bien, Thompson sugiere que los medios masivos especialmente la televisin y los

    medios electrnicos de hoy- alteraron sustancialmente esa arquitectura de la vida pblica

    moderna (un anlisis crtico del punto de vista de Thompson puede consultarse en Marn,

    C. 1999, 37 y ss).

    Hasta que los medios masivos se expandieran el carcter pblico de un acontecimiento

    estaba vinculado a su aparicin en un espacio fsico comn, en suma, a la co-presencia.

    Esta comunidad fsica que supona la experiencia pblica, favoreci tambin su carcter

    dialgico y a veces incluso racional. El principal cambio que introdujeron los medios fue

    cambiar la ndole de lo pblico que comenz entonces a dejar de estar vinculado a un

    espacio comn. El surgimiento de la imprenta, primero, y de los medios electrnicos

    despus, privaron a lo pblico de la co-presencia de todos los partcipes; de su carcter

    dialgico mediante la ejecucin recproca de actos de habla; y de su condicin de testigos a

    los partcipes que podan certificar mediante la percepcin la veracidad de lo que ocurra

    (Thompson, 1998, 161 y ss; Cfr. Ricoeur, 1983).

    Slo haba publicidad en sentido estricto espacio pblico- all donde la co-presencia,

    gracias a la existencia de un espacio fsico comn, era posible.

    La aparicin de los medios electrnicos, sin embargo, independiz la co-presencia (el estar

    juntos en un lugar comn) de la publicidad. El resultado es que, al revs del panptico con

    el que Foucault ejemplifica las relaciones modernas entre el poder y la vista (Foucault,

    1976) la televisin hace posible que los pocos que ejercen el poder puedan ser vistos por los

    muchos. Ver sin ser visto el viejo dispositivo del panptico- obra hoy a favor de las

    mayora gobernadas.

    En medio de esos cambios, argumenta Thompson, la televisin, en especial, posee un

    impacto histrico de proporciones.

    En efecto, mientras la prensa favoreca la creacin de un mbito pblico sin la necesidad de

    la co-presencia y sin una estructura dialgica, pero en cualquier caso racional, la televisin

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 18 - 32 18

    permiti, a una escala impensada, recuperar el vnculo perdido y antiguo entre visibilidad y

    carcter pblico del acontecimiento e instituy a la visin como la partcipe fundamental

    del fenmeno. En la televisin todo est all como si fuera presenciado casi cara a cara,

    salvo el carcter dialgico. La televisin, en suma, ha creado un nuevo tipo de mbito

    pblico distinto del mediatizado por la prensa (ms racional y nada visible) y distinto

    tambin del mbito pblico ms tradicional vinculado al encuentro cara a cara, a la co-

    presencia.

    Hay alguna relacin entre la opinin pblica y la democracia?

    Qu relacin, si es que alguna, media sin embargo entre esos conceptos de opinin pblica

    y el de democracia? En qu sentido el problema al que alude el debate sobre la opinin

    pblica es relevante para la teora, llammosla as, de la democracia?

    La respuesta a esas preguntas exige examinar las diversas concepciones de democracia que

    en la literatura es posible encontrar.

    En la literatura es posble, en general, encontrar dos concepciones bsicas de la democracia,

    cada una de ellas inspirada en fuentes y en tradiciones distintas10.

    10 En rigor, suelen sealarse tres. A las dos que se refieren en el texto se agrega la concepcin republicana. La palabra republicanismo posee, en el mbito de la terminologa poltica, dos sentidos que conviene, desde ya distinguir. De una parte, se designa con esa palabra a lo que podemos denominar humanismo cvico, un tipo de reflexin emparentada con la vida pblica de las ciudades italianas de los siglos XIV y XV y de los que son muestras Giannotti (La Repblica de Florencia) y Maquiavelo (Discursos sobre la Primera Dcada de Tito Livio). Como ya lo sugiri Hegel en el prefacio a su filosofa del derecho el buho de minerva emprende el vuelo al caer la noche- el humanismo cvico posey sus mayores desarrollos tericos y filosficos cuando las repblicas italianas experimentaban la decadencia. Los Discursos de Maquiavelo, por ejemplo, fueron escritos y discutidos en los jardines de la Toscana en que se conspiraba contra los Medici (Cfr. Viroli, La sonrisa de Maquiavelo). Este tipo de republicanismo se encuentra intensamente emparentado con la reflexin moderna (Maquiavelo abre el prncipe recordando su larga experiencia de las cosas modernas); posey fuertes intercambios con el liberalismo y con la tradicin democrtica; e influy en los padres fundadores y en la revolucin americana. Pero, como lo adelant, no es ese el nico sentido de la palabra republicanismo. Ms contemporneamente, esa misma palabra

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 19 - 32 19

    De cada una de esas concepciones de la democracia, como veremos, se siguen

    consecuencias normativas distintas para el tratamiento de los medios masivos, en especial,

    la televisin.

    Algunos autores (Dworkin, 1999; Cohen, 2001, 235; Greppi, 2006) han sostenido que

    existen dos distintas versiones de la democracia. Por una parte, la versin mayoritaria o

    agregativa y, por la otra, una versin de la democracia como deliberacin. En la primera de

    esas versiones, la democracia consiste en un sistema tal en el que las decisiones que se

    adoptan son aquellas que coinciden con los intereses actuales del mayor nmero posible de

    personas o en el que las decisiones se adoptan en base a aquellas preferencias que las

    personas mantienen luego de un procedimiento informado y abierto. En la segunda de esas

    versiones, la democracia es vista ms bien como una empresa conjunta de autogobierno

    colectivo. Mientras en la primera versin, los ciudadanos son vistos como jueces que, cada

    cierto tiempo, emiten un veredicto informado acerca de quienes desempean cargos

    pblicos, en la segunda versin los ciudadanos son tambin participantes de aquello que

    juzgan puesto que mediante el dilogo poltico configuran sus propias preferencias. En la

    segunda versin de la democracia no hay distancia epistemolgica entre los ciudadanos que

    juzgan y los que son juzgados, unos y otros, mediante el dilogo, configuran aquello que,

    cada cierto tiempo, revisan y juzgan de nuevo.

    designa a un tipo de reflexin sobre lo pblico, y sobre lo poltico en general, que resulta opuesta al procedimentalismo a la Rawls y al liberalismo kantiano en general- y de la que son representantes Arendt o Sandel. Al margen de esos dos sentidos que la palabra posee, el significado comn deriva del uso que esa palabra recibe en la obra de Cicern (Sobre la repblica, I, 39). La poltica como gestin o gobierno de lo que es comn donde comn no designa una mera convergencia, sino un mbito que nos constituye- es la idea que subyace a ambos tipos de republicanismo. Se ha destacado tambin la defensa de la libertad y el modo de concebirla como rasgos distintivos (as, c.fr. en Petit, Skinner, Arendt). Adems de su defensa del espacio de lo pblico (las res publicae que constituyen al populus, de que habla Cicern (ob.cit. VI, 13, 13) ), el republicanismo, sugiere Petit, se caracterizara por reivindicar un ideal de libertad distinto a la libertad negativa y libertad positiva que destac Berlin. Arendt, de una manera todava ms radical, vincula la idea de libertad con la misma constitucin del espacio de lo pblico (Cfr. On revolution).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 20 - 32 20

    En la versin mayoritaria la democracia aparece, ante todo, como un mecanismo que

    permite agregar preferencias individuales. Esta versin supone, en general, que los

    individuos asisten a la poltica con preferencias preconstitudas que se trata slo de sumar.

    Bajo esta concepcin, la esfera pblica es concebida como un mbito en el que convergen

    las preferencias individuales. No es difcil advertir en esta concepcin de la democracia una

    fuerte influencia del modelo de Locke.

    En la versin de la democracia como compaerismo para usar aqu la denominacin que le

    confiere Dworkin- la esfera pblica es un mbito de deliberacin mediante el que se ejerce

    el gobierno colectivo. Los ciudadanos, en vez de comparecer al mbito de lo pblico, con

    sus preferencias preconstitudas, forjan sus preferencias por medio del dilogo. Es obvia la

    relacin entre esta forma de concebir la democracia y la tradicin que viene de Rousseau.

    De acuerdo con la concepcin deliberativa una decisin es colectiva si es el caso que surge

    de un razonamiento libre y pblico llevado a cabo por quienes son sometidos a esas

    decisiones. En una democracia deliberativa, los ciudadanos se tratan como iguales no

    porque consideren que sus intereses valen necesariamente lo mismo, sino porque se

    conceden la misma oportunidad de justificar sus preferencias.

    La concepcin agregativa es distinta. All tambin los ciudadanos se tratan como iguales;

    pero a diferencia del caso anterior, lo hacen porque consideran que sus intereses valen lo

    mismo, de manera que al tiempo de decidir cul de ellos favorecer resulta inevitable alguna

    forma de agregacin.

    Como es fcil advertir, cada uno de esos conceptos de democracia se aviene con alguna de

    las concepciones de la opinin pblica en juego.

    Es fcil advertir que la democracia deliberativa se aviene con una concepcin de la opinin

    pblica a la Kant; en tanto que la democracia agregativa o mayoritaria se aviene con una

    concepcin de opinin pblica a la Locke (o incluso menos que eso).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 21 - 32 21

    Cada una de esas alternativas tiene consecuencias institucionales y desde el punto de vista

    del comportamiento poltico.

    Desde el punto de vista institucional una concepcin deliberativa apoya una poltica pblica

    ms reguladora en materia de medios que una concepcin puramente agregativa. Para

    probar esto bastara examinar los casos del lmite a los gastos en las campaas electorales

    (la hiptesis segn la cual la libertad de expresin puede tener un efecto silenciador, sobre

    esto puede consultarse Pea, 2002 vid el fragmento que se incluye en el anexo b) y el caso

    de la regulacin televisiva (el modelo fiduciario norteamericano, vid. Sobre esto el anexo

    c).

    Anexo a

    Thompson, Los media y la modernidad.

    Cules son los rasgos que especifican a las sociedades modernas y de qu forma ellos

    involucran o incluyen a la dimensin meditica y a la opinin pblica?

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 22 - 32 22

    A fin de responder esa pregunta y hacerlo en contrapunto con el anlisis de Habermas-

    Thompson efecta un conjunto de consideraciones previas, algunas de ndole

    especficamente histrica, que conviene tener en consideracin.

    Desde luego, observa Thompson, hay dos rasgos de las sociedades modernas que aparecen

    suficientemente claros: la aparicin del capitalismo (mercados regulados en base a un

    economa monetaria y una accin instrumental) y el surgimiento y consoidacin del estado

    moderno (el fenmeno del estado nacional que, como veremos, est asociado a la esfera de

    poder simblico). Lo que no resulta igualmente claro es qu ocurre en la modernidad con lo

    que pudiramos denominar la esfera cultural (hay desarrollos acerca de todo esto pero el

    resultado no es claro, v.gr. la secularizacin). En otras palabras y este es el problema que

    Thompson tiene entre manos- hay algn rasgo cultural que sea especficamente moderno?

    El propsito de Thompson para decirlo de otra manera- es indagar si acaso en la esfera del

    poder simblico (la produccin y el consumo de formas simblicas) existe algn rasgo

    especficamente moderno.

    Ese rasgo, en opinin de Thompson, existe y puede ser llamado la mediatizacin de la

    cultura11.

    Esa mediatizacin de la cultura se encuentra asociada, en opinin de Thompson, a un triple

    proceso: el decaimiento de las funciones universalizadoras de la Iglesia; la expansin del

    conocimiento secular; el paso de la escritura a la imprenta y el efecto asociado a ella

    (industria de medios, comoditizacin de las formas simblicas, etctera).

    Hay un largo proceso que va desde el siglo XV y hasta el XVIII en el que la industria

    meditica se transforma en la nueva base material, por llamarla as, del poder simblico.

    Comprender de qu forma esa nueva base material transforma las condiciones sociales la

    11 En la obra de Thompson ese fenmeno se corresponde, hasta cierto punto, con la aparicin de la comunicacin de masas cuyas caractersticas seran las que siguen: uso de una particular infraestructura, mercantilizacin de las formas simblicas, separacin entre la produccin de formas simblicas y su recepcin, distanciamiento espacio-temporal, amplia disponibilidad de sus productos (es interesante comparar esta caracterizacin con las de la industria cultural o los anlisis de Benjamin sobre el arte y la reproductibilidad tcnica).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 23 - 32 23

    manera en que los seres humanos se relacionan y se atribuyen significado- es la tarea que se

    propone llevar a cabo Thompson.

    Pero antes de hacerlo debe recoger la visin que hasta el momento resulta predominante: la

    teora de la esfera pblica habermasiana.

    Thompson registra cuatro flancos crticos de la esfera pblica habermasiana: su

    desconocimiento de otras formas de sociabilidad pblicas distintas a la esfera estricta de la

    opinin; el sesgo que posee su anlisis que enfatiza cierto tipo de prensa (Spectator,

    enfrente de otra ms ligera y menos raciocinante); la poca importancia que concede al

    aspecto restrictivo de la esfera pblica burguesa; y en cuarto lugar el problema del declive o

    la tesis de la refeudalizacin de la esfera pblica.

    La tesis de la refeudalizacin tiene, sin embargo, variados problemas.

    Desde luego, parece reposar, observa Thompson, sobre una visin del acto comunicativo

    que concede a las audiencias un papel excesivamente pasivo. En esta parte Habermas es

    deudor de las tesis de la Industria Cultural de Adorno y Horkheimer (Para este enfoque el

    surgimiento de la sociedad de masas la expansin del consumo y la proliferacin de

    objetos simblicos, por decirlo as- no es ms que una expansin de la produccin de

    mercancas que es propia del capitalismo. Es verdad, dicen estos autores, que el capitalismo

    y el mercado estimulan la proliferacin de bienes materiales y simblicos; pero eso, dicen,

    es slo aparente. Detrs de la proliferacin de objetos simblicos de toda ndole, hay un

    nico sistema, el sistema de produccin capitalista, que opera con sus propias reglas: la

    produccin cultural estara entregada a las reglas de la produccin de toda mercanca, la

    industria de la entretencin sera funcional al exceso de trabajo y a la alienacin que se

    produce por su intermedio ; la reproduccin mecnica de imgenes y objetos, como la

    fotografa, despojara al arte de toda aura; y el pblico en vez de asistir a todo eso alerta y

    crtico, lo hara entontecido por las rutinas del consumo).

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 24 - 32 24

    En segundo lugar, la tesis de la refeudalizacin sugiere que las formas de produccin y

    circulacin simblicas de hoy reproducen la puesta en escena de las Cortes, descuidando

    que las formas modernas de produccin simblica han alterado profundamente las formas

    de interaccin social.

    La ms importante de esas transformaciones es la transformacin de la visibilidad.

    Pero qu significa eso: transformacin de la visibilidad?

    La transformacin de la visibilidad alude a una especfica forma de mediatizacin de lo

    pblico que ha venido a consumarse en la era de los medios electrnicos, en especial la

    televisin; aunque, como ensea Thompson, ella puede rastrearse desde la aparicin de la

    imprenta en adelante como un trnsito entre el espacio pblico de la copresencia (y adems

    dialgico) y el espacio pblico mediatizado (sin copresencia y donde, adems,se abandona

    el modelo dialgico). Esta nueva forma de espacio pblico mezcla, hasta cierto punto, el

    espacio pblico tradicional (puesto que remeda la copresencia al suprimir el tiempo y la

    distancia); pero no del todo puesto que supone el abandono del modelo dialgico. Esta

    compleja tipologa debe todava complementarse con el tipo de recepcin del pblico o de

    la audiencia. As hay espacios pblicos mediatizados y no dialgicos, cuya recepcin sin

    embargo lo es.

    De todos los medios el que crea un mbito pblico ms especfico es la televisin: renueva

    los viejos vnculos entre visibilidad y poder (aunque no de la forma feudal que teme

    Habermas), es unidireccional y no dialgica (sin perjuicio que su recepcin pueda serlo).

    As la tesis de Thompson resulta opuesta tanto a la de Habermas (que concibe todos los

    medios bajo el modelo dialgico de la copresencia) como a la tesis que Foucault expuso en

    Vigilar y Castigar: el modelo del Panptico (donde uno ve, sin ser visto, a muchos) es

    reemplazado en la era de los media por una situacin donde muchos ven, sin ser vistos, a

    unos pocos.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 25 - 32 25

    Anexo b

    En el debate acerca de los lmites al gasto electoral- se encuentran las dos distintas

    versiones de la democracia que ya hemos examinado. Por una parte, la versin mayoritaria

    o populista de la democracia y, por la otra, una versin de la democracia como

    compaerismo. En la primera de esas versiones, la democracia consiste en un sistema tal en

    el que las decisiones que se adoptan son aquellas que coinciden con los intereses actuales

    del mayor nmero posible de personas o en el que las decisiones se adoptan en base a

    aquellas preferencias que las personas mantienen luego de un procedimiento informado y

    abierto. En la segunda de esas versiones, la democracia es vista ms bien como una

    empresa conjunta de autogobierno colectivo. Mientras en la primera versin, los

    ciudadanos son vistos como jueces que, cada cierto tiempo, emiten un veredicto informado

    acerca de quienes desempean cargos pblicos, en la segunda versin los ciudadanos son

    tambin participantes de aquello que juzgan puesto que mediante el dilogo poltico

    configuran sus propias preferencias. En la segunda versin de la democracia no hay

    distancia epistemolgica entre los ciudadanos que juzgan y los que son juzgados, unos y

    otros, mediante el dilogo, configuran aquello que, cada cierto tiempo, revisan y juzgan de

    nuevo.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 26 - 32 26

    La Suprema Corte, en el caso Buckley versus Valeo, al rechazar los lmites al gasto

    electoral endos una concepcin de democracia del primer tipo, una concepcin

    mayoritaria o puramente agregativa de democracia. En la sociedad libre ordenada por

    nuestra constitucin, dijo, no es el gobierno, sino el pueblo individualmente como

    ciudadanos y candidatos y colectivamente como asociaciones y comits polticos- quienes

    tienen que retener el control sobre la cantidad y rango del debate acerca de temas pblicos

    en una campaa electoral. Conforme a esta concepcin, imponer lmites significara un

    caso de paternalismo intolerable. Importara pensar que el gobierno cree que los ciudadanos

    podran elegir mejor o ms claramente si el gobierno pone lmites a aquello que pueden oir.

    Para la concepcin de la democracia como compaerismo o autogobierno colectivo, en

    cambio, no hay nada reprochable en una regulacin de esa ndole. Una regulacin en el

    monto del gasto se justificara en un principio independiente de las preferencias de los

    ciudadanos individuales, un principio que no se relaciona con el contenido de las opiniones,

    sino con la equidad y la calidad del debate que debe ser llevado adelante. Si, como lo

    sugiere la concepcin mayoritaria, el nico momento de normatividad es la agregacin de

    preferencias, entonces es intolerable que, ex ante esa agregacin, se limite la cantidad de

    expresin. Si, en cambio, el ideal del autogobierno colectivo es una fuente de normatividad,

    entonces es correcto que, apelndose a ese ideal un ideal neutro respecto de las

    preferencias en juego y que logra integrarlas a todas con respeto al principio de neutralidad-

    el estado pueda establecer regulaciones o lmites.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 27 - 32 27

    Anexo c

    Los medios como fiduciarios del intes pblico: el derecho norteamericano.

    En el derecho norteamericano ha habido histricamente dos concepciones de la libre

    expresin y del pluralismo de las que se derivan diversos principios de regulacin de los

    medios.

    Una de ellas conocida como la tesis del mercado de las ideas elaborada por el Justice

    Holmes- sugiere que la primera enmienda es una garanta de la libre circulacin y

    competencia de las ideas enfrente de la injerencia estatal. El libre trfico de las ideas

    conducira por s slo a mayor pluralidad y estara ms cerca del bien comn. La otra la

    doctrina de la equidad poltica sostenida por Madison- sugiere que la primera enmienda se

    funda en la necesidad de un dilogo democrtico y plural y que, por lo mismo, hay que

    hacer esfuerzos para que todas las voces puedan comparecer en l12.

    Variados compromisos conceptuales entre ambas tesis una que acenta la competencia

    entre voces distintas y la otra que sugiere regular la distribucin de esas voces- permiten

    explicar la doctrina del inters pblico que inspira al derecho regulatorio de la

    radiodifusin de los Estados Unidos.

    12 Advisory Committee, Charting the Digital Broadcasting Future, Final Report of the Advisory Committee on Public Interest Obligations of Digital Television Broadcasters, Washington, 1998, p. 20.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 28 - 32 28

    En el derecho regulatorio norteamericano los organismos de radiodifusin (Broadcasting

    Organizations) son tratados como fiduciarios del inters pblico. Como el espectro no

    alcanza para todos, entonces la asignacin de licencias y el comportamiento de quienes las

    obtienen debe ser hecho sobre la base del inters comn (doctrina del scarcity rationale).

    Como se ha sostenido

    A pesar del hecho que la conciencia y el juicio a la hora de

    administrar una radio estacin son necesariamente personalesla

    estacin en si misma debe ser operada como si la poseyera el pblico

    y como si, eligiendo al mejor de entre ellos, le comunicaran la

    siguiente prescripcin: maneja esta estacin en nuestro inters. La

    situacin de cada una de las estaciones est determinada por esta

    concepcin13

    Como sugiri Herbert Hoover quien sirvi como Secretario de Comercio en los veinte del

    siglo pasado, cuando los inicios de la industria-

    el eter es un medio pblico y su empleo tiene que ser para el

    beneficio pblico14.

    Ese principio que subyace en la Radio Act (1927), en la Communications Act (1934) y en

    la Telecommunications Act (1996)15- ha sido reafirmado por la Suprema Corte que ha

    13 Schaeffer Radio Co (FRC, 1930), citado por Willis, J. The Federal Radio Commision and the Public Service Responsibility of Broadcast Licensees, 11 Fed. Com. B.J. 5, 14 (1950), en Charting the Digital Broadcasting Future, Final Report of the Advisory Committee on Public Interest Obligations of Digital Television Broadcasters, Washington, 1998, p. 19. 14 Cit. en Advisory Committee, ob.cit., p. 1, 18 15 As lo establece la Telecommunications Act en su seccin 336: Public interest requirement- Nothing in this section shall be construed as relieving a television broadcasting station from its obligation to serve the public interest, convenience, and necessity. In the Commission's review of any application for renewal of a broadcast license for a television station that provides ancillary or supplementary services, the television licensee shall establish that all of its program services on the existing or advanced television

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 29 - 32 29

    declarado que estos medios deben gobernarse por un balance, inspirado en la primera

    enmienda, entre el inters de los emisores y el conjunto de la audiencia (vid. en especial

    Turner Broad. Sys., Inc. v. FCC, 512 U.S. 622, 650 (1994)16.

    Esta doctrina ha dado origen a una abundante jurisprudencia. As se ha permitido el

    desarrollo de una serie de doctrinas e instituciones que tienen por objeto hacer ms amplia

    la pluralidad y ms vigoroso del debate pblico desde la doctrina de la fairness doctrine17

    a las must carry rules18- con la condicin sin embargo que sean neutras al contenido de la

    comunicacin.

    La doctrina del inters pblico descansa sobre la idea que existen derechos de propiedad

    sobre los medios, un espectro escaso y un mercado competitivo. Como ello podra lesionar

    la diversidad y el pluralismo, la legislacin antitrust y el modelo fiduciario se encuentran

    ntimamente relacionados. Las reglas antitrust evitan que la escasez del espectro se acente

    artificialmente y el modelo fiduciario impone obligaciones de inters pblico a los que han

    obtenido licencias. Un medio en otras palabras est sometido a dos tipos de expectativas

    legales: i) las provenientes del mercado y la competencia (antitrust remedies) ; ii) las que se

    siguen del modelo fiduciario de regulacin (v.gr. fairness doctrine).

    Es tambin la doctrina de la scarcity rationale19 la que explica que en el derecho americano

    se permita que el gobierno intervenga en el mercado de medios ms que en otras reas del

    quehacer econmico. Esas intervenciones no tienen por objeto suprimir o alterar la spectrum are in the public interest. Any violation of the Commission rules applicable to ancillary or supplementary services shall reflect upon the licensee's qualifications for renewal of its license. 16 Desde el punto de vista constitucional, cabra insistir, ese balance es la expresin de dos concepciones distintas de la libertad de expresin. Una que lo concibe como un derecho autoexpresivo del emisor; otra que lo entiende como un principio que favorece el dilogo democrtico. Un anlisis de ambos puntos de vista puede encontrarse en Pea, C. El sonido del dinero, Estudios Pblicos, 87 (2002). 17 Red Lion Broadcasting Co. v. FCC, 395 U.S. 367 (1969) 18 Turner Broad. Sys., Inc. v. FCC, 512 U.S. 622, 650 (1994 19 Esa doctrina alude tanto a las limitaciones fsicas del espectro, como a las limitaciones econmicas. Como ambas limitan la competencia abierta, justifican la intervencin bajo una regla de deferencia hacia las leyes gubernamentales.

  • Prof. Carlos Pea Democracia y opinin pblica. Apuntes de clases. 30 - 32 30

    competencia, sino promoverla. Como resultado de ello, la Suprema Corte examina las

    intervenciones gubernamentales con deferencia20.

    El derecho europeo: la vinculacin entre libre expresin, pluralismo y competencia.

    En el caso del derecho europeo la situacin es similar. Existe una estrecha vinculacin entre

    los principios de la libre expresin y la pluralidad, por una parte, y el derecho de la libre

    competencia por la otra.

    En efecto, si bien en Europa no existe un nico modelo de regulacin -y cada uno de

    ellos refleja especificidades nacionales, incluyendo cdigos culturales, y las peculiaridades

    de su cultura poltica (Open society, Television Across Europe, cit., 25)- existen directivas

    del derecho europeo que acentan, de manera unnime, la dimensin de inters pblico de

    la industria. As, el considerando sexto de la Directiva 2002/21 relativa a un marco

    regulador comn de las redes y los servicios de comunicaciones electrnicas expresa que

    La poltica audiovisual y la normativa sobre contenidos tienen por

    objeto el logro de objetivos de inters general tales como la libertad

    de expresin, el pluralismo de los medios de comunicacin, la

    imparcialidad, la diversidad

    cultural y lingstica, la integracin social, la proteccin de los

    consumidores y la proteccin de los menores.

    Bibliografa general.

    20 En el derecho constitucional americano, el control es de tres tipos. Existe el escrutinio estricto, el intermedio y el dbil. Cada uno de esos tipos de escrutinio suponen distintos niveles de deferencia hacia la legislacin. La ms alta se produce cuando el escrutinio es dbil (que fue el que aplic la Corte en el conocido caso Red Lion) y la sigue el intermedio (que se aplic en el caso Turner, cit.).

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