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Oinoanda 1, Revista de Filosofía IES Miguel de Cervantes Saavedra 1

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Revista de producción filosófica de los estudiantes de IES Miguel de Cervantes

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Oinoanda 1, Revista de Filosofía IES Miguel de Cervantes Saavedra

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Oinoanda 1, Revista de Filosofía IES Miguel de Cervantes Saavedra

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Coordinación de la edición: Rafael Falcón Lahera Dibujo y diseño de la portada: Paula Martínez Rivas Maquetación: Inés María Ramos Monge Ilustraciones: Jaime García López, Míriam Molina Flórez, María Jesús Peño Romo, Sara Sánchez-Mateos Vela.

Oinoanda 1, Revista de Filosofía IES Miguel de Cervantes Saavedra

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“La riqueza más allá de lo necesario es inútil como un vaso que rebosa. El verdadero valor no es creado por teatros, bares, perfumes y ungüentos, sino por la filosofía”. DIÓGENES DE OINOANDA

Oinoanda 1, Revista de Filosofía IES Miguel de Cervantes Saavedra

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“Oinoanda tuvo en otro tiempo 25 mil habitantes, un teatro, un

mercado muy vivo y un gran acueducto. En la ciudad también vivía un seguidor de la filosofía de Epicuro. Era una de las personas más ricas de la ciudad, un hombre llamado Diógenes de Oinoanda. En torno al año 120 d.C. tomó una decisión insólita: mandó construir un enorme muro, parte de una estructura gigante de piedra en la que escribió toda la filosofía de la felicidad de Epicuro. Así, los habitantes de la ciudad podrían aprenderla. En uno de los fragmentos de texto que aún hoy se conservan en las ruinas de la vieja ciudad de Oinoanda, Diógenes intenta explicar por qué levantó el muro. Decía: si sólo una o dos personas ignoran el camino de la felicidad, podría conversar con ellas pero, como eran muchas, el mejor modo de ayudarlas era con inscripciones en un muro. Diógenes se inspiró en una tesis epicúrea muy importante: la de que, para vivir con sabiduría, no basta leer un argumento filosófico una o dos veces: necesitamos recordarlo constantemente o lo olvidaremos. Cuando somos estimulados a comprar por luces y anuncios coloridos, acabamos olvidando fácilmente nuestros verdaderos deseos. Tenemos que combatir la influencia de la publicidad, creando anuncios que nos recuerden lo que en verdad necesitamos. Fue por eso que Diógenes levantó un muro.” Alain de Botton, Filosofía: una guía para la felicidad (en http://www.youtube.com/watch?v=UFUAVRvYbEc)

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Índice

Adicciones (por Bleidy Katherine Bultaif Barros)

¿Verdaderamente somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor? (por Paula Martínez Rivas)

Democracia para el siglo XXI (por Isidro Ruiz de Osma Díaz)

¿Filosofía o ciencia? Tres visiones

Ángela Massó Sánchez-Manjavacas

Chloé de Giorgi Benavent

Paula Beamud Fuentes

Miedos

Por qué nos intimida hablar en el aula (por Elena Lamas Cenjor)

Relato sobre el miedo escénico en clase (por Sandra Violero Comino)

¿Decimos lo que pensamos? (por Gloria Zaragoza Vargas)

Nuestro vacío interior (por Francisco José Camacho Morcillo)

¿Soy más libre si controlo mis emociones? (por Sara Sánchez-Mateos Vela)

Un mundo feliz (por María Jesús Peño Romo)

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Adicciones BLEIDY KATHERINE BULTAIF BARROS

Y es que es imposible. Imposible. No puedes parar de pensar por tan solo un instante, un simple instante en el que dejes tu mente en blanco, sin pensamiento alguno, sin cualquier necesidad de formularse aquello de lo que huyo. Huyo de las preguntas. Quiero huir de las preguntas. No hacemos más que formular preguntas que nadie nos contestará. Nadie ni nada es capaz de contestar esas preguntas, bueno muchas de ellas si te las puede contestar alguien o algo de una manera u otra, pero eso es como ya digo, IMPOSIBLE. Ningún "manda-más" va a venir a darte explicaciones de las cosas que ves y vemos claramente, pero que nadie se las cree. Por que en este mundo nos han convencido que la ficción sólo existe en las películas, pero yo creo que no. Aquel dicho es muy cierto: La realidad supera la ficción. Y es así. La supera con creces. De hecho creo que las películas las sacan de la propia realidad que vivimos con vendas en los ojos. **** Al final todo acabó. No queda nada. Ni una pizca de afecto. Solo hay odio. Odio indiferente, pero al fin y al cabo odio. El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción. Y pasa una cosa, odio odiar. Odio el odio hacia las personas, puesto que es una continua sensación de desagrado. Cuando vemos a esa persona que tanto odiamos, tenemos una repulsión enorme, ganas de gritar, de agredir, de llorar o simplemente de que te trague la tierra. ¿Por qué odiamos si nos hace mal? Creo que el odio es un sentimiento debido al miedo. Miedo a que esa persona nos vuelva a hacer daño, nos humille o nos ignore. ¿No sería mejor pasar de todas las cosas que nos hagan mal y sentirnos bien y estar en armonía con nosotros mismos? NO. A las personas nos encanta odiar. Es el hecho de mirar mal a alguien que en algún momento nos ha lastimado. Pero no pensamos en que en algún momento hemos

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amado a esa persona. Porque creo que es eso, el odio es el contrario que el amor: para odiar a alguien has tenido que quererle alguna vez. Por eso es doloroso. Duele odiar a la persona con la que puede que hayas pasado los mejores momentos de tu vida o las peores decepciones, pero que a la hora de la verdad, ha sido una de las personas más importantes en algún momento... Por eso, odio a las personas que aman odiar, porque son justamente como yo. ****

Dibujo de Sara Sánchez-Mateos Vela

Ojalá no hubiera nacido nunca. Ojalá todas las personas de este planeta fueran humanas. Ojalá no hubiera grandes industrias que controlaran todo. Ojalá no metieran sublimidad en películas para niños pequeños. Ojalá no nos lavaran el cerebro con música diseñada para no hacer pensar. Ojalá las guerras no existieran. Ojalá los niños no murieran de hambre. Ojalá los ejércitos no existieran. Ojalá el capitalismo no hiciera daño a nadie. Ojalá no hubieran prejuicios. Ojalá no hubieran ricos y pobre, sino todos por igual. Ojala una madre no tuviera que prostituirse para alimentar a sus hijos. Ojalá no hubiera tráfico de personas. Ojalá no hicieran experimentos con animales. Ojalá no nos mintieran constantemente. Ojalá no se practicaran genocidios. Ojalá no subvencionara los genocidios nuestros gobernadores o mejor dicho "defensores del pueblo". Ojalá existiera la felicidad. Ojalá todas las personas pensaran por sí mismas. Ojalá no se alimentaran de nuestros sentimientos. Ojalá no hubiera fuerzas superiores a los humanos. Ojalá el dinero que hay en el vaticano se repartiera por toda África, Asia y América del sur. Ojalá la gente no fuera tan imbécil. Ojalá no existieran fronteras.

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Ojalá no existieran gobiernos, ni policía. Ojalá la sanidad fuera gratis. Ojalá todo el mundo fuera comprensivo. Ojalá no nos engañaran como lo hacen con todo. Ojalá nuestro mundo fuera NUESTRO y con nuestro me refiero a los humanos. Tengo envidia de aquel que no esté en este puto planeta para monarcas y burgueses reptiles. **** Siempre hay cosas que hacer, cosas que contar, cosas para un futuro... pero yo no tengo nada, bueno mejor dicho, no tengo ganas de nada. No tengo ganas de estudiar, no tengo ganas de salir, ni de estar con mi familia, ni con los amigos, ni con desconocidos. CON NADIE. No me apetece hacer nada, ni siquiera esta entrada, pero tengo que hacerla, por lo menos hay algo dentro de mi que me empuja a hacer las cosas, pero solo porque conllevan consecuencias. Por mi dejaría ahora mismo el curso a medias, y me iría yo sola a una montaña perdida sin ayuda ni seguimiento de nadie, pero no todo es tan fácil. Si me fuera, no tendría dinero para pagar los bienes que necesito, no tendría el pensamiento de ver a mi madre y estar con ella, no tendría nada. Tengo que quedarme en esta absurda ciudad, con esta absurda sociedad y esta absurda "democracia". Porque a medida que creces, tus pensamientos cambian, para bien o para mal pero cambian. Mis pensamientos han cambiado, antes creía que la revolución puede con todo, ahora sé que esas revoluciones las forman los propios opositores, que no podemos hacer nada para cambiar nada, porque desde pequeños nos meten en esa llamada caja tonta todo lo que quieren que pensemos y hagamos a través de todo lo subliminal, que seamos como un rebaño de borregos que no cuestionen ningún tipo de autoridad, que nos durmamos en los laureles pensando en lo bonita que es la vida y haciéndonos sufrir para alimentarse de esos sentimientos, porque puede que no haya un dios, pero en todos está el mal de satanás. Por todas estas razones, que de manera escueta resumo, por todas estas atrocidades que nos las venden como el día a día, por todas las injusticias, por todos los temores, por todas las opresiones, por TODO, no me apetece ni vivir.... **** Todos ansiamos alguna vez ser libres por fin. Da igual la edad, todos lo soñamos de vez en cuando. Aquel que es menos de edad está deseando ser mayor para decidir su propio camino. También aquel que está empezando a buscar trabajo y desearía estar viviendo en casa con su

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madre y hacer lo que quiera sin necesidad de hacer mucho. Hasta aquellos que ya están en una gran madurez de su vida moral y desea volver a ser niño y no tener preocupaciones ni responsabilidades de ningún tipo. ¿Por qué nos prohíben cosas? Dicen que algún día se lo agradeceremos... pero yo creo que es un intento fallido de hacer cambiar de parecer a una persona haciéndola o "intentando" que crea que está mal aquel acto o pensamiento. ¿No se dan cuenta que lo único que ganan es un represión y rencor enorme? Mientras te hunde poco va naciendo en tu ser un sentimiento horrible. Un sentimiento que te quedará el resto de tu vida. Puede llamarse odio, también resentimiento.... o simplemente ganas locas de poder cometer tus errores aprendiendo y tomando nota de ellos para no volverlos a repetir. Pero no ganas nada con evitarlo. En eso consiste la vida, elegir y tener conciencia sobre los actos que nos repercuten.

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¿Verdaderamente somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor? PAULA MARTÍNEZ RIVAS

Con esta pregunta quiero hacer referencia a que, en muchos casos, somos un tanto egoístas en nuestra forma de pensar o actuar. Despertamos, comienza un nuevo día para nosotros, pero no solo para nosotros, sino para una gran parte del mundo, para otra gran parte acaba, y para otra parte ni ha empezado ni ha acabado. Pararos a pensar, un nuevo día, lleno de muchísimas cosas, mientras uno se juega la vida, otro se la quita, mientras uno se juega su futuro, otro lo desecha, mientras uno se examina de algo importante, otro no estudia ni trabaja, mientras uno tiene una mesa repleta de dulces y manjares para desayunar, otro está buscando en los cubos de basura restos de comida. Nos reducimos a pensar solo en nosotros, y no nos damos cuenta de lo que pasa verdaderamente en la vida. Nos reducimos a protestar a la mínima que nos pasa, sin pensar en cómo se sentirían otro si lo oyeran. Nos quejamos de que si los seis jerséis que tenemos en el armario ya no nos gustan, pero no nos damos cuenta del sentimiento que tendría otra persona si nos viera, la cual en ese momento seguro que estará buscando un simple lugar para dejar su camiseta de todos los días. Y es que por ejemplo, muchas veces he pensado, porque tendré que estudiar, pero no me doy cuenta de que desgraciadamente hay gente que no tiene esa educación que tan mal está valorada y por la cual darían lo que fuera. Como en realidad se vive la vida es poniéndonos en el lugar del otro, porque no podemos apreciar lo que tenemos hasta que lo vemos desde fuera, no podemos corregir nuestros errores si no los vemos desde otro punto de vista, y fíjate hasta donde llegamos que no nos conocemos a nosotros mismos, siendo que lo hemos vivido todo juntos, hasta que no vemos desde otros puntos de vista nuestra forma de actuar, es difícil de explicar pero es así. Claro está que no nos podemos cambiar a la vida de nadie, pero sí, pensar como sería si viviera su vida, lo que haría en cada momento, como viviría, los errores que cometería y las decisiones que tomaría. Estamos cansados de que nuestra vida sea una rutina. Por eso os invito a ver la vida desde otros puntos de vista, a poneros en el lugar de otras personas y comprobar lo que haría ante las diferentes situaciones de

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la vida, a escuchar las dos versiones porque cada uno defiende lo suyo y porque seguro que ambas merecen ser escuchadas. Y aun sin saber muy bien qué es lo que haría, sé, que en ese momento sabría qué hacer. Ante todo he de decir que lo fácil es hacerlo y lo difícil es darse cuenta. Todos dicen lo mismo, hay que ponerse en el lugar del otro para darnos cuenta de lo bueno y lo malo, no nos podemos cerrar en nuestros propios pensamientos y tenemos que dejarnos aconsejar por la gente de nuestra confianza. Sólo así seremos realmente conscientes de todo y tendremos ante nosotros dos opciones, la de continuar como si nada, como si tan sólo tú y nadie más existiera, o la de reflexionar sobre tus actos y dedicarte a ayudar haciendo lo necesario. Pues si no hacemos esto último o si no nos fijamos en lo que nos rodea, jamás estaremos concienciados de nada, ni desde la mujer que acaba de ser asesinada por su marido, ni de aquel niño que está siendo acosado tan solo por su nacionalidad.

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Democracia siglo XXI ISIDRO RUIZ DE OSMA DÍAZ

A día de hoy, con una crisis económica que está lejos de acabar , recién salidos de unas elecciones que no sirven para superar la crisis política, con los furiosos mercados omnipotentes apareciendo día sí día también en las noticias, con la ciudadanía saliendo a la calle al no verse representada como desearía protestando sin obtener respuesta, desde las plazas de los pueblos y las barras de los bares a las redes sociales y los distintos servicios de Internet, se hace urgente y necesario preguntarse por la democracia. ¿Qué es democracia? ¿Estará en la democracia la solución? ¿Podrán aplicarse las nuevas tecnologías a nuevas políticas? Tengo la impresión, por lo que he oído desde que tengo uso de razón, que la democracia, más allá de ser un sistema político cuyo significado etimológico es “el poder del pueblo”, es sobre todo una aspiración, una meta, algo que todos los pueblos persiguen ser. Y por lo tanto, luchan por ella. Como lucharon por ella los atenienses al deponer a los déspotas tiranos, como lucharon los ciudadanos occidentales contra el absolutismo o como lucharon todos los que defendían la declaración universal de los derechos humanos. Y cuando la tienen, la defienden y tratan de alcanzar, digámoslo así, una democracia más democrática, a veces con la palabra, otras con la vida. Y luchan por ella porque saben que es la única forma de hacer que sea el pueblo, que es el primer interesado, quien gobierna; porque es la única forma de que todas las voces sean oídas; y porque saben que es el mejor sistema político para desarrollar una vida tranquila y pacífica… Y según tengo entendido, yo vivo en una. ¿Es esto cierto? ¿Cuál es el grado de democracia de nuestra democracia? ¿De qué forma podría ser corregida? ¿En qué sentido progresará? Son serias preguntas y, por supuesto, también necesarias si, como he dicho antes, entendemos la democracia como aspiración. Para ser una democracia de las más “sólidas” tiene sus huecos. Para empezar, es “indirecta”, y los apellidos a las democracias son como el tomate y el chocolate, por mucho que te digan que se complementan bien acaba sabiendo fatal. Y si no que le pregunten a la “democracia orgánica” que hubo en España durante la dictadura franquista. Además, existe un fuerte bipartidismo, protegido por una ley que asigna los escaños del congreso

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de los diputados de forma no proporcional a los votos recibidos en las urnas. Por otro lado, apenas ha habido cuatro referendos en 33 años de democracia, a pesar de ser estos la manera directa de participación del pueblo. Nunca suele someterse nuestra democracia a falsación, sino a comparación con otros sistemas menos democráticos, dándose por hecho que la nuestra es una completa democracia. Sin embargo, desde el principio de la crisis económica iniciada en 2008, bancos, grandes accionistas y tecnócratas han tomado las riendas de la situación como se puede comprobar al ver financiados rescates a empresas con dinero público o a presidentes dimitir porque tenían intención de convocar un referéndum y dejar paso a hombres que el pueblo no ha elegido. En resumen, no me siento seguro al decir que mi modelo de democracia es una democracia sin lugar a dudas. En mi opinión simplemente es un buen modelo político, mejor que una dictadura y con posibilidades de llegar a ser un gran modelo. Pero es solo una democracia de nota seis, no una de diez, que es lo que se ha de perseguir. Y mi idea es la siguiente: ya que las nuevas tecnologías pueden mantener a todo el mundo en constante intercambio de datos ¿No podría entonces Internet ayudarnos a asentar y agrandar la democracia? Mi respuesta es afirmativa. Utopía podría ser la primera palabra que venga a la cabeza del lector al ojear la anterior pregunta. Antes de entrar a describir buenas ideas y complejos medios, párate a pensar, querido lector, que simplemente se pudiese. Imagina que no hubiese molestos políticos, que todos fuésemos políticos y que sólo hubiese propuestas a las que poder contestar en tu móvil en medio de la calle, y que al guardar el aparato en el bolsillo estés seguro de que tu opinión cuenta para lo que va a pasar. No hay corrupción, no hay falsas promesas, no hay forma de ignorarte, no hay voces más fuertes que otras. Imagina. Imaginar es gratis, supongo. Aunque todo necesita márgenes, ideas, convicción, medidas de seguridad… Pero no dejemos a parte las buenas ideas, hablemos ahora del voto electrónico. La idea es simple. Está claro que no podemos ponernos a votar cada nueva ley a mano alzada a los millones de personas que habitan cada país. Pero sí

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podemos pedir a cada ciudadano que se comunique con nosotros y nos diga algo. De hecho, se hace cada cuatro años. Entonces, si facilitásemos los medios para que los ciudadanos expresen su opinión, podríamos hacerlo cada mes si nos los propusiéramos. Y ahí es donde entran Internet y el voto electrónico. Soy consciente de que no todo el mundo dispone de conexión a Internet en casa, y de que el Estado no sería capaz de proporcionarla. Pero de igual forma sé, que todo el mundo tiene acceso a Internet en determinados lugares públicos, o al menos no es imposible habilitarlos, con sus correspondientes “tutoriales” de voto. Si consiguiéramos asegurar ese acceso también en las poblaciones pequeñas, la conexión no sería un problema. También sé que existe el riesgo de la suplantación de identidad mediante el hackeo, pero éste puede evitarse con medidas de seguridad eficaces, como el DNI electrónico. Simplemente es meterte en una página cuando lo veas en las noticias, y elegir la respuesta que más te guste. Con eso en funcionamiento, no habría porqué conservar las Cámaras representativas. Democracia directa. Seriamos nosotros mismos nuestros únicos representantes, sin partidos, sin promesas, sin nada que no sea eso que hemos dicho. No obstante, antes de entrar al voto electrónico sería indispensable crear una declaración de derechos 4.0 para asegurar el respeto en la comunidad incluso a nivel internacional. Internet es tierra de nadie, y se hace necesario que todos se pongan de acuerdo y se impongan penas y condenas también a aquellos que infrinjan la ley “en la nube”. Esto reforzaría la confianza de la población en Internet. Pero la ayuda que puede Internet dar a la democracia no se queda ahí. En la red puedes acceder al conocimiento con mayor sencillez con la que lo harías en una biblioteca, de la misma forma que puedes compartir lo que tú sabes en páginas moderadas y fiables como wikipedia. O simplemente conocer la opinión de la gente mediante los comentarios de los foros, de una noticia, de una entrada de blog, de un video o en el contenido de las redes sociales. Y la historia demuestra que para una democracia en condiciones, o tienes unos gobernadores santos, o unos ciudadanos sabios. Ya lo decía Kant en su texto “¿Qué es Ilustración?”, que el saber, el ilustrarse, representaba la mayoría de edad para los ciudadanos. Dejar de ser alguien que hace lo que dicen que está bien para ser una persona que toma sus propias decisiones. Y yo digo que mediante las nuevas tecnologías, conociendo la realidad desde varios puntos de vista, o simplemente viéndola desde alguno por lo menos; dejando en parte de

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lado las cosas que llenan nuestras cabezas de conocimiento vacío, como la televisión, los deportes, etcétera, y sustituirlo con cosas como conocer una noticia desde tres páginas de información distintas, podríamos alcanzar con mayor facilidad esa “mayoría de edad” de la que hablaba Kant y que tanto ayudaría a asegurar una sociedad democrática. Con unos ciudadanos totalmente capaces de reflexionar sobre lo que deben hacer, aseguras que la labor de los políticos sería encauzar los actos del pueblo, no dirigirlos. El pueblo elige qué quiere o debe hacer porque sabe qué le conviene. Los políticos quedan limitados al cargo de “Profesionales de la gestión”. No gobiernan, gestionan. Nos informan sobre qué prima resolver y manejan el diálogo con el resto de naciones representándonos. No obstante, volviendo al mundo de la red, hemos de reconocer que las redes sociales son un arma de doble filo. Mientras que por un lado pueden ayudarnos a organizarnos, a acercarnos y ayudan a extender una idea o una noticia, incluso las que el poder podría querer censurar, por otro lado, también son capaces de crear contenido excesivo e inservible, como teorías repetidas una y otra vez que nos impiden ver la información de interés y convocar eventos continuamente, día sí día también. La falta de organización puede causar que los detractores de una idea bloqueen por ejemplo todos los comentarios de un foro a favor de la idea que odian, provocando que algunas ideas jamás vean la luz. Y por ahora es arriesgado vivir en un mundo donde los hackers pueden introducirse en tu ordenador y hacer con él lo que deseen. Igual que también puede que haya que pensarse dos veces si queremos que la política se decida a favor de aquellos que más tweets comentan, o de aquellos que más sensación están causando. Pero estas cuestiones son solo pequeños nuevos problemas que resolver con el paso del tiempo. Yo no puedo dejar de pensar en la diferencia que marcaría para cualquier democracia el paso de la representación a la actuación directa. Abrir el correo, introducir tus contraseñas, tu DNI, mirar qué hay que votar este mes, dar tu voto concienciado a una propuesta, no a un partido y continuar tu vida sabiendo que tu opinión es decisiva y que sabes lo que dices.

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¿Filosofía o Ciencia?

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¿Filosofía o ciencia? ÁNGELA MASSÓ SÁNCHEZ-MANJAVACAS

La filosofía se trata de un saber acerca de la totalidad de las

experiencias humanas, racional, radical, autónomo y crítico. La ciencia es un conjunto de procedimientos racionales que nos permites obtener conocimientos objetivos. Para que exista filosofía los seres humanos debemos tener problemas y debemos hacernos preguntas. Los problemas de los que se ocupa la filosofía no son en muchas ocasiones tan diferentes de los que se ocupa la ciencia, simplemente es que la filosofía y la ciencia pueden tratar el mismo problema pero desde puntos de vista diferentes. Por ejemplo: con la filosofía nos podemos preocupar de cosas referentes al por qué de muchos pensamientos humanos; en la ciencia podemos también ocuparnos del pensamiento humano a través de conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro (por poner un ejemplo). Otra de las diferencias es que para que algo sea calificado como ciencia, no debe ser algo que concierna a un grupo muy pequeño de personas sino que debe de ser algo universal, que valga a un gran colectivo. La ciencia se ocupa más de hechos, la filosofía es un poco más subjetiva, parte de la razón y del pensamiento humano. Pero, ¿qué es mejor: ciencia o filosofía? La filosofía nos hace plantearnos muchos problemas que la ciencia no puede tratar; y a su vez muchas de las cosas probadas con la ciencia no podrían ser explicadas mediante filosofía. La ciencia no puede darnos explicación a por qué amamos, no nos puede dar respuesta a nuestras preguntas existenciales, etc.; la filosofía no puede darnos respuesta a cómo las células se reproducen o algo sobre ecuaciones y composiciones químicas. No creo que se pueda elegir entre una cosa o la otra ya que ambas son totalmente necesarias en nuestra vida. El ser humano siempre se hace preguntas, desde que nace y la filosofía es algo que aunque no nos pueda quizás dar una respuesta concreta puede ayudarnos a encontrar una

“creo que si tuviese que elegir algo a toda costa elegiría la ciencia. Elegiría la ciencia por el simple hecho de que salva vidas.”

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respuesta propia ya que la mayoría de los problemas que tenemos no son súper especiales y únicamente nuestros, suelen ser problemas bastante universales por lo que alguien ya se los ha planteado antes seguramente. La ciencia, en mi opinión es importantísima, Bueno, no todas las ciencias consiguen salvar vidas y hacer avances tecnológicos, porque las ciencias histórico-sociales no tienen nada que ver con eso; pero las ciencias de la naturaleza por suerte cada vez van haciendo avances en cuanto a salud y bienestar o en cuanto a infraestructuras que nos facilitan la vida y a mucha gente incluso se la alargan bastante. Las dos cosas son necesarias ( en mi opinión) la filosofía nos sirve más para entender el mundo y tratar de resolver nuestros problemas personales humanos y la ciencia es un saber que nos facilita la vida a los humanos mediante el estudio y la experimentación de hechos que se encuentran en el mundo.

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¿Filosofía o ciencia?

CHLOÉ DE GIORGI BENAVENT

Me decanto por la filosofía. Aunque se me pueda decir que las personas no tienen por qué necesitarla, ya que el ser humano ha existido miles y miles de años sin filosofía, en mi vida es muy importante. Más que importante, es necesaria. Deberíamos pensar si existe alguna diferencia entre “reflexionar” y “filosofar”. La diferencia debe ser muy, muy diminuta, porque no la veo. Así que prefiero llamar a lo que hago reflexionar. Volviendo al tema, a mí más que el “cómo” que nos quiere explicar la ciencia, me interesa mucho más el “por qué”. Pero no el “por qué” del “cómo científico”. Y me explico. A mí no me interesa ni lo más mínimo saber si el cielo es azul o lo veo yo azul. Como juego de pensar un rato, sí, vale, me divierto, pero fin y buenas noches. Porque, siendo la

felicidad mi objetivo principal, saber eso ¿realmente va a ser algo decisivo para mi vida? No, al menos para mí, que prácticamente solo me muevo por mis emociones. Yo me refiero al “por qué” de preguntas como “por qué me pasa esto”, “por qué me resulta difícil controlar mi

vida”, “por qué si Dios existe y si Dios es amor, me deja sentirme triste”. Eso es para mí lo importante en la vida, lo importante a saber de la vida. Porque la ciencia ¿de qué sirve? Sí, me sirve para saber algunas cosas y, supongo que para moverme mejor en el mundo, sobrevivir, pero ¿me hace feliz eso? La ciencia no es la esencia de la vida, pero la filosofía nos acerca a ella de un modo personal. Nos acerca al por qué del todo, a mi felicidad.

A mí me encanta leer. Y leo para ver si encuentro la piedra filosofal para mí. Todavía no ha ocurrido, al menos ninguno me ha llenado completamente, cosa que no ocurrirá nunca. Soy incapaz de sentirme completamente llena. Siempre necesito más. Por ello prefiero la filosofía también. Porque es ilimitada, si quiero más, me da más, me acerca más a todas las cosas que considero esenciales en mi vida. La ciencia, sin embargo, es esclava de sus limitaciones.

“A mí no me interesa ni lo más mínimo saber si el cielo es azul o lo veo yo azul. Como juego de pensar un rato, sí, vale, me divierto, pero fin y buenas noches”

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Mi conclusión es que la ciencia es necesaria, pero la filosofía lo es aún más por las razones que he ido explicando a lo largo de este ensayo. Para alguien soñador como yo, la filosofía es mi compañera, y la ciencia secundaria.

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¿Filosofía o Ciencia?

PAULA BEAMUDFUENTES

Ensimismada en una realidad que es subjetiva lucho por encontrar el mejor modelo de comprensión de lo real. En esta batalla enfrento dos conceptos rebosantes de significado, contrarios entre sí y totalmente diferentes. ¿Comprendemos mejor la realidad mediante la filosofía o la ciencia? Opino que es mediante la filosofía donde podemos atrapar mejor la realidad, la mágica sabiduría, ingrediente fundamental de este bando luchador, nos hace inmiscuirnos de lleno en un universo de preguntas donde nos cuestionamos todo lo cuestionable y tratamos de responder a lo incontestable basándonos en las experiencias humanas, nada se escapa ante la audaz mirada del filósofo por muy rápido que corra, pero pueden filtrarse ideas por las grietas que la ciencia aún no ha cubierto por el contrario. Todo, absolutamente todo, lo que ES y lo NO ES, puede ser cuestionado, incluso la ciencia. En el momento en el que dotamos de aparente respuesta una pregunta, estamos entrando en una realidad personal, única, en la que basándonos exclusivamente en nuestra REALIDAD tratamos de resolver lo que se nos plantea por medio de la reflexión. La Ciencia parte de supuestos, de los que elabora hipótesis y teorías que como tales pueden ser inciertas, erróneas, destruidas y contrapuestas, por lo que pueden demostrarnos supuestamente la realidad, pero no nos ayudan a comprenderla. Para reafirmar que la Filosofía es la clave para atrapar la realidad, voy a plantear una cuestión en la que se puede comprobar que la ciencia se limita a dar una respuesta objetiva y superficial mientras que la filosofía, como muestra de sabiduría trata de pintarla de subjetividad, personalidad y vida interior atreviéndose incluso a preguntar y poner en duda la misma pregunta: ¿Qué soy? Un científico puede aportar que estoy formado por células, organismos, materia, exponer leyes y fórmulas para cimentar su tesis sin modificar la pregunta, dejándola intacta y limitándose a dar una respuesta lo más precisa posible y como dije anteriormente no siempre

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cierta. No nos ayuda a atrapar la realidad, simplemente a concebirla sin más y a la que acabas resignándote. Por el contrario, un filósofo se sumergirá en la persona y buceará examinando cómo soy más allá de la simple materia que me conforma, comenzando por ¿En realidad soy lo que creo que soy? Y partiendo desde ese punto, creará infinidad de ramificaciones y subpreguntas a la inicial para tratar de aportar una respuesta que parte de uno mismo, alejándose de esas ciencias que dicen ser ‘’exactas’’ y aventurándose al enfrentamiento con uno mismo. Mientras el científico se encuentra ante fórmulas y cálculos que tratan de analizar y comprobar diferentes aspectos de la realidad, el filósofo se enfrenta a sí mismo y la realidad tal cual es. La Realidad actúa sobre el pensamiento humano, por lo que la Filosofía es su ‘’víctima’’ y por ello se pregunta acerca de ella, al mismo tiempo que la ciencia busca esa Realidad y la estudia. Un filósofo no dirá nada incierto, pues cuando él profesa uno de sus conocimientos, es porque la realidad que concibe es de ese modo, al menos para él, por lo que está atrapando y moldeando la realidad para adaptarla a su modo de pensar. Procederé de este modo a mi conclusión en la que reafirmo mi clara posición. La filosofía se aferra a lo real, lo estudia y observa delicadamente, conoce sus debilidades y aquello que desconoce, que es más de lo que conoce, por lo que nunca tratará de imponer un saber, ya que es una caja que nunca se cierra, un pozo sin fondo donde podemos añadir ilimitadamente nuestra forma de ver las cosas sin temor alguno a que pasado un tiempo aparezca otro pensamiento que reste importancia al nuestro, como ocurre con la ciencia en la que pasado un tiempo surgen nuevos métodos que tratan de anular los anteriores cuales guerreros más fuertes destruyen a los más débiles en su propio ejército. El saber filosófico, de este modo, actúa como un conjunto de luchadores cuya misión es complementarse entre sí para reforzar la milicia y ganar este enfrentamiento en el cual no existe aún fórmula perfecta por parte de la ciencia, por eso, para mí pueden más las bombas de Pensamiento Filosófico que las granadas Científicas.

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Miedos

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¿Por qué nos intimida hablar en el aula? ELENA LAMAS CENJOR

Recuerdo que una vez tuve que salir a hacer una exposición oral de historia, me lo sabía fenomenal, tenía todo preparado, un esquema hecho para poder expresarme sin complicaciones, en fin, todo lo que alguien que se lo prepare pueda tener. Incluso podría decir que estaba segura, segura de mí misma, convencida de que lo iba a hacer sorprendentemente mejor que nadie, entonces fue cuando pasó, estaba subiendo las escaleras y como todo el mundo hablaba de eso mi corazón latió más fuerte y deprisa, nada fuera de lo normal, pero fue entrar en el aula y venirme abajo, pensar en que no iba a poder hacerlo, empezar a creerme inferior a los demás, pensar que se me iba a olvidar todo, que me iba a quedar en blanco, el final de la historia pensareis que fue bueno. Pues no, me quedé en blanco y todos mis temores se hicieron realidad. Y es que ahora mirándolo desde lejos, desde otro punto de vista me empiezo a preguntar, por qué no lo hice como tenía que haberlo hecho, por qué los nervios pudieron conmigo, por qué me dejé arrastrar por el desasosiego que tenía y muy importante por qué el miedo me ganó ese pulso. Me hago todas esas preguntas porque mi situación era la siguiente: estaba frente a un grupo de chicos y chicas y que por suerte los conocía de toda mi vida (desde preescolar) con demasiada confianza, tanta que a veces daba asco, como se suele decir.

Dibujo de Jaime García López

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Y desde ese día reflexiono una y otra vez, ¿Qué hice?, ¿Un grupo de chicos conocidos y una chica segura de sí misma?, ¿Qué podría haber salido mal? Pues os lo diré ahora mismo. Los profesores dicen que nos enfrentemos al problema, que no ocurrirá nada, que no tengamos vergüenza ¡Vergüenza! Quién ha dicho que tengamos nosotros vergüenza, nosotros que somos los del S.XXI, que llegamos a un lugar desconocido y exploramos hasta averiguar todo o que cuando entramos en una discoteca podemos llegar a flirtear con alguien al que apenas hemos conocido. No señores, no tenemos vergüenza, tenemos miedo, pánico por fracasar, pánico porque los demás nos digan que lo hemos hecho mal, que tendríamos que haberlo hecho mejor, que no se nos ha entendido, y más y más cosas. Porque somos así de crueles, echamos a los demás por tierra sin ningún sentido, solo por quedar bien o por interés propio, sin darnos cuenta de que lo han hecho como han podido y que se han esforzado. Y es que a veces pienso que somos demasiado egocéntricos para convivir en sociedad. No digo que todo el mundo sea así pero creo que sí la mayoría. No sólo por eso tenemos miedo a hablar en público. Quiero destacar que habrá gente a la que le cueste más o menos, pero eso depende de su personalidad y timidez. Nos cuesta porque primeramente, nuestros padres, familiares o amigos con los que hemos ensayado el “discursito” nos piden dar todo de nosotros, llegar a un peldaño de la escalera de la honradez, por decirlo de algún modo, y a lo que quiero llegar es que no sólo ellos nos lo piden, nosotros mismos nos lo pedimos, nos ponemos obstáculos y barreras a alcanzar y a superar, pero aquí no acaba la cosa, si ya de por sí tienes el peso de tus familiares y tu propio tu queriendo que demuestres lo que eres y lo que vales, también tienes el del profesor que claramente y por motivos de educación y aprendizaje te lo pone en un lugar muchísimo más alto de lo que tu esperabas. Pero nosotros que somos seres racionales, pensamos que queremos buena nota y que podemos. Y el destino como siempre es adverso a nuestros pensamientos, en el momento que cruzas la barrera de la puerta de tu clase, tienes nervios, el peso de todo lo antedicho está en tu cabeza en ese momento, toda la gente mirando en frente tuya esperando a que te equivoques o no, el profesor echándote un ojo para ponerte pegas (siempre quieren poner pegas aún sabiendo que lo intentamos hacer lo mejor posible), tú intentando recordar esos resúmenes anteriores que hiciste y lo bien que te lo sabías, la realidad, pues que no te sale bien.

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Seguro que quién lea esto y sea adulto pensará que son bobadas, pero es porque no se ponen en nuestro lugar, en ese instante tú pierdes los nervios se te van las ideas y hay gente que incluso puede llegar a llorar, pero no porque no nos lo sepamos, si no por la impotencia que tenemos de llevar en nuestra pequeña mente todos los datos que he comentado, no porque tengamos vergüenza ni mucho menos. En conclusión, ya sé que tenemos mil pautas para poder hablar en público pero no las suficientes para que nosotros, los jóvenes de mi edad, podamos con tan poca experiencia de la vida enfrentarnos a un público tan crítico y a una situación tan inestable como es la de hablar en un aula.

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Relato sobre el miedo escénico en la clase

SANDRA VIOLERO COMINO

Y ahí estaba yo... podría estar en cualquier parte de el mundo, pero no, estaba en mi clase (que en ese momento parecía que cada vez se hacia más y más pequeña) había un compañero exponiendo un problema, pero el problema era mío, ya que éste parecía un muñeco como el de las cajas de música al que habían dado cuerda y adivinaba, al igual que en una caja de música, que su exposición terminaría pronto. Y así fue, definitivamente terminó, eso significaba que era mi turno, es decir, que tenía que colocarme justo en el medio del aula (donde antes mi compañero había estado hablándonos sobre el calor), calor que se había quedado allí y en ese mismo momento me estaba derritiendo mis ideas y con ellas se marchaba como la lava de un volcán mi exposición. Mis compañeros me miraban aburridos, incluso sabía que estaban pensando: "¡puff! ahora hay que aguantar otra exposición aburrida, hablando de un tema aburrido”. Lo sabía porque en ocasiones esos pensamientos habían pasado por mi cabeza. Y entonces el profesor me pidió que empezara y al pedírmelo desató en mí un terremoto que empezaba desde mis piernas y acaba en mi garganta haciendo que mi pronunciación tartamudeara y alargara las palabras más de lo que se deben alargar. Para que mi nerviosismo cesara no se me ocurrió otra cosa que mirar al profesor, que en ese momento tenía los ojos deseosos de encontrar errores, y tecleaba los botones del ordenador como si de un niño explotando con los pies el protector de los embalajes. Y... aunque eso ojos me pusieron nerviosa, despertaron en mi una rivalidad hacía él para que encontrara los menos errores posibles. Mi voz se alzó clara y tibia, mi postura invadió toda la clase (que en ese momento no parecía tan pequeña como antes) captando así la atención de mis compañeros, en seguida ese calor que deshacía mis ideas

“desató en mí un terremoto que

empezaba desde mis piernas y acaba en mi

garganta haciendo que mi pronunciación tartamudeara y

alargara las palabras más de lo que se deben

alargar.”

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desapareció y éstas fueron fluyendo hasta ser pronunciadas cada vez con más calma, y al final, después de todo, me di cuenta que estaba hablando exactamente a las mismas personas con las que hablo cada día.

Dibujo de Jaime García López

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¿Decimos lo que pensamos?

GLORIA ZARAGOZAVARGAS

Todos nosotros, tenemos nuestras propias opiniones de los demás, de nuestros amigos, de nuestra familia, del mundo que nos rodea... pero en la mayoría de las ocasiones no expresamos o manifestamos aquello que verdaderamente sentimos, tendemos a distorsionar nuestras opiniones y pensamientos o producir mentiras, escondiendo lo que realmente creemos, pero ¿Por qué no lo hacemos? ¿Tenemos miedo a que no sea lo correcto y lo único que queremos es "regalarles los oídos a los demás"? ¿Qué es mejor, cambiar lo que verdaderamente pensamos y manifestar aquello que sea más correcto, o ser sinceros e ir hasta al final con lo que pensamos y discutir las distintas opiniones y puntos de vista? Voy a poner un ejemplo muy sencillo, que nos ha pasado a todos: Un amiga nuestra se ha comprado un vestido exclusivamente para la fiesta de fin de curso, ella está muy ilusionada y te pide tu opinión, tu por más que la miras piensas que ese vestido no es correcto para ir a una fiesta tan famosa, ya que no le queda bien, no es bonito, es muy llamativo... pero a la hora de la verdad, cuando tenemos que hablar ¿ Por qué no estamos seguros de que decirle? Es cierto, que el hecho de decirle la verdad, conlleva el miedo de que se enfade por tu opinión, puesto que ella está muy bien con él y no ve nada malo, pero si te callas, ella estará conforme ya que le has dicho lo que ella quería oír, mientras que ella está contenta pensando que va guapísima, tu sentirás que va haciendo el ridículo, en cierta medida por no haber tenido el valor de decírselo ¿Cuál es la opción correcta? En este caso, las opciones se disparan, un grupo de personas, le dirán la verdad, sin miedo a lo que la otra pueda pensar, ya que necesitan ser sinceros, otras optarán por callarse y no amargarle la noche, ¿Por qué total quién va a ser si le has mentido o no?, y por último estarán aquellas que le darán una versión parecida a lo que piensan, "adornarán" sus pensamientos, restándole importancia, con buenas palabras... Decir o no decir....

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El ejemplo anterior, es algo muy simple, pero siempre hay personas que le dicen a los demás lo que piensan, sin importarles si aquellos se va a enfadar o molestar con su opinión. Esto hace que en muchas ocasiones, cataloguemos la sinceridad como algo negativo, criticamos a los que van de frente diciendo todo lo que piensan, ya que quieren sentirse bien con ellos mismos. En otro extremo, están aquellos que dicen y demuestran lo que los otros quieren ver y oír, dejan a un lado su propia personalidad, para ser en cierta medida esclavos de los demás, deciden prescindir de sus pensamientos y opiniones. En cambio, a estas personas las catalogamos como falsas e hipócritas.

Dibujo de María Jesús Peño Romo

La principal raíz del problema, es la siguiente, la inseguridad que

tenemos en nosotros mismos. Aquella persona que vaya de cara, diciendo todo lo que piensa a cualquiera, sin miedo, sabrá que da cada paso seguro, porque está segura de sí misma, no tendrá ningún temor a lo que pueda suceder después. Mientras que aquella que es cierta medida falsa, que no dice lo que piensa, es porque no está segura de sí misma, piensa que pude fallar a los demás y tener conflictos, con ellos, prefiere regalarles

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los oídos a los demás, por miedo a fallarles, ponerse en ridículo o quedarse solo. Ahora bien, debemos saber controlar nuestra propia sinceridad, debemos darle una oportunidad a los demás, sabiendo en que momento nos tenemos que callar y cuando tenemos que hablar. Pero lo importante es tener seguridad en nosotros mismos e intentar no ser falsos con los demás.

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Nuestro vacío interior

FRANCISCO JOSÉ CAMACHO MORCILLO

¿Por qué, en ocasiones, aunque seamos felices, sentimos un gran vacío en nuestro interior? Seguro que a muchos de vosotros os habrá pasado en alguna ocasión y habréis notado que es como una sensación, un sentimiento extraño, que normalmente ocurre en los momentos más inesperados y que suelen coincidir con los momentos en los cuales nos sentimos más a gusto con nosotros mismos, con nuestra vida y nuestro alrededor, se podría decir que en los momentos en los que nos sentimos o nos encontramos en la cima del mundo. Este vacío se siente como una falta de algo que anhelamos y nos sentimos al borde de un gran precipicio, sabiendo que no vamos a obtener dicha cosa que perseguimos. Empezamos entonces a pensar y analizar nuestra situación en ese mismo instante de la vida. Intentamos buscar algo o alguien a la cual podamos atribuirle la causa de nuestras preocupaciones,

de nuestro vacío. A menudo esta búsqueda no lleva a ningún lado y lo único que conseguimos en torturarnos más y alimentarnos de pensamientos e ideas que no llevan a sitio alguno. En muchas ocasiones acabamos por rendirnos y abandonamos la búsqueda de la posible solución, arrojamos la toalla, y yo me pregunto: ¿por qué? Muchos

responderían que ese vacío y un cansancio por la búsqueda han acabado haciendo mella en ellos y otros muchos dirían que no saben las causas y que por tanto no pueden encontrarles una solución lógica y coherente. Una de las causas que lo pueden provocar, puede ser por hechos o acciones pasadas, las cuales en su momento tachamos por buenas y así las seguíamos considerando hasta el momento en que empezamos a buscar causas. Estos hechos o acciones pasadas a los que me refiero pueden ser decisiones que un día tomamos sobre por ejemplo un amigo o un compañero al que no quisimos en nuestra vida y que ahora nos damos

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cuenta de que si necesitamos tenerlo a nuestro lado. También una de las causas de ese vacío puede ser la acumulación de momentos melancólicos, tristes, faltos de moral, que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida o simplemente que no estemos en el camino correcto de la vida y eso nos provoque dicha sensación o en su mayoría, como bien he dicho, las decisiones erróneas. Son esas decisiones erróneas las que nos sitúan al borde del abismo, en el vacío interior y que cuesta mucho trabajo y esfuerzo quitarlo, porque como bien he mencionado anteriormente suele ser por hechos o acciones pasadas y los humanos todavía no tenemos la capacidad de volver al pasado.

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¿Soy más libre si controlo mis emociones?

SARA SÁNCHEZ-MATEOS VELA

El verbo controlar no creo que guarde mucha relación con la palabra libertad, aunque con esto no estoy negando la pregunta, pues c reo que en algunos momentos el saber no dejarte llevar por determinadas saber usarlas y el saber no vivir atadas a ellas, puede hacerme más libre. Pero como ya he dicho, sólo en algunos momentos, pues el control de las emociones puede encerrarme o atarme a algo, no dejando salir mi verdadero yo, es decir, quitándome libertad. Así que por un lado afirmo la pregunta y por otro la niego.

Dibujo de María Jesús Peño Romo

La afirmo porque si yo amo a alguien y emocionalmente la necesito, no soy libre porque vivo aferrada a esa persona, pero en el momento que te das cuenta y dejas esa necesidad de lado te conviertes en una persona que ama de una forma más bonita y que es un poquito más libre. O por situaciones más “simples” como contenerme la rabia cuando mi madre me regaña, porque si yo me dejo llevar por esta emoción y se la expresa, ella se enfada conmigo y me puede quitar libertades como no salir con mis amigos o dejarme salir pero menos tiempo.

Pero por otro lado la niego porque el control de las emociones te puede crear hasta impotencia. Por ejemplo: yo algunas veces que he estado

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triste, he tenido ganas de llorar y he intentado controlar mis emociones para no hacerlo, porque por alguna razón no quería que nadie me viera así, y en esos momentos yo no era una persona libre, para nada, porque lo único que en realidad quería era desahogarme, pero no me dejaba ser yo misma.

Así que mi conclusión es que sólo eres más libre si controlas tus emociones de una manera en la que no te engañes a ti mismo, expresándote como eres y siendo feliz.

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¿Un mundo feliz? MARÍA JESÚS PEÑO ROMO

Leyendo este libro pensaba que todo era un poco raro, quizás llegando a creer que no me gustaba el libro, pero al terminarlo he visto que no es que no me haya gustado el libro sino lo que cuenta, habla de un mundo donde se ha renunciado a la libertad de pensamiento de algún modo para que haya una "sociedad perfecta". Han pagado un precio muy alto por la felicidad, han renunciado a muchas cosas y mi tema en este ensayo será explicar a lo que han renunciado y mi opinión de si vale la pena o no lo que han dado por su "mundo feliz" (aunque a la mayoría nos parece horrible). Debo decir que sólo hay uno o quizás tres personajes en toda la novela que presentan algo de coherencia. El primero, el personaje que más me ha gustado por ser fiel en casi toda la novela (excepto al final) a sus ideas es John el Salvaje. John no fue criado mediante hipnopedia en el mundo feliz, aunque le han enseñado cosas de un lado o de otro no pertenece a ninguno de los dos mundos plenamente, sus ideas son únicas, una mezcla de los salvajes y del mundo fordiano. Me parece que John podría haber creado una sociedad propia porque coge lo mejor de las dos cosas, los adelantos, comodidades y mejoras del mundo feliz y una parte de la cultura de la reserva (la religión, la familia, la individualidad, la libertad de pensamiento...). Por otra parte tenemos a Helmholtz, que aunque fue criado en el mundo feliz y educado por sus ideas, ha terminado por desarrollarse más, quiere más pasión y libertad, no decir cosas sin sentido ni lógica para que los niños desde pequeños lo crean y no cuestionen su vida. Este personaje es enviado al final junto a Bernard a una isla con otras personas que también quisieron seguir teniendo sus propias ideas, también me llama la atención porque él si fue fiel a lo que pensaba durante todo el libro, prefiere renunciar a su vida en el mundo feliz e ir a la isla y poder ser libre. El tercer personaje es Mustafá Mond, este personaje sabe lo que se hace, conoce las cosas en realidad, pero en lugar de irse del mundo feliz, renuncia a la ciencia, a descubrir más y se queda ocupando un alto cargo pero deja de lago lo que más deseaba.

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Bien, los habitantes del mundo feliz renuncian a varias cosas, esto es el precio que pagan por su supuesta felicidad, supuesta porque como desde pequeños les han enseñado que eso es ser feliz, ellos creen que eso es lo que es ser feliz, pero seguramente no es lo que ellos creerían si fueran libres de pensarlo. Entre esas cosas están: la literatura, los únicos libros que pueden leer están seleccionados, no leen libros como Shakespeare (como quiere John el Salvaje) porque eso provocaría que tuvieran ideas que no son las de su sociedad, sentimientos o costumbres que desestabilizan a estas personas de su condicionamiento; la pasión o emoción, la libertad de algún modo, no sienten amor, solo aprecio quizás, porque las pasiones o emociones desatan reacciones violentas o provocan cosas que no permitirían esa felicidad a los habitantes de esta sociedad, no les permiten sentir amor sino que su sociedad se basa en las relaciones sexuales, pero con cualquiera y cualquier día con personas distintas cada día, para que no sientan amor les inducen a pensar que todo el mundo pertenece a todo el mundo, pero si de verdad no les concienciarán con eso, ¿sería lo que elegirían ellos?; otra cosa que les quitan es la posibilidad de familia, la idea de ser padres y madres les horroriza al igual que en otros aspectos porque les han concienciado para pensar eso, ¿porque les hacen esto? se explica en los siguientes puntos; la igualdad, no todos son iguales, pero no como ahora, quizá durante nuestra vida no todos somos iguales en el sentido de que al ser libres elegimos distintas cosas y por eso no somos idénticos pero al nacer, normalmente todos somos iguales, dos manos, dos brazos, todos tenemos la posibilidad de llegar a lo mismo pero eso depende de nuestras propias elecciones, en cambio en mundo feliz, no solo no nacen iguales (les dan sustancias para que varíe su cuerpo, es decir unos más altos, otros más bajos, unos más fuertes, otros más débiles y así los dividen en castas, Alfas, Gammas, Epsilon) sino que tampoco van a llegar a ser lo mismo dependiendo de su casta, porque si son de una baja los condicionan para que no aspiren a más y sean felices con lo que tienen; las familia, como expliqué en el anterior punto, los dividen en castas, para que los trabajos mínimos, sean realizados para personas que acepten y se contenten con esto, así no exigen más nadie quiere una vida mejor o peor que la que lleva, no les dejan tener hijos libremente porque sino esto si ocurriría, no podrían hacer que nacieran un determinado número de niños para cada casta ni que fueran de una forma u otra; la religión, esto me parece bastante mal, nadie sabemos si realmente nuestra religión es sí o no nuestra verdadera pero tenemos derecho a elegir una y si estamos de acuerdo con lo que dice la religión seguir unas

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normas, deberíamos poder tener nuestras propias creencias; su individualidad, no les dejan estar solos casi nunca sino que van en grupos y así no pueden pensar por sí mismos; por último otra manera de atarlos es las drogas, el soma, les hacen creer que es bueno, es en última medida su solución para librarles de la infelicidad.

Dibujo de Míriam Molina Flórez

Este es el precio que pagan sin saberlo los habitantes del mundo feliz, renuncian a su libertad incluso antes de nacer, los condicionan a creer unas u otras cosas y a ser felices con lo que hay. Verdaderamente pienso como John, prefiero algunos momentos desgraciados y otros felices, porque si fueran feliz todo el tiempo, mi felicidad no tendría sentido, ¿de verdad es tan placentera esa felicidad si no es contrastada con momentos desgraciados? Yo opino que no y creo que para una de las maneras de ser feliz es elegir por ti mismo, ser libre, porque así sabes que aunque seas o no feliz en un momento u otro has tomado tus decisiones y has sido tú mismo. En conclusión no creo que valga la pena sacrificar todo lo que ellos han dado por ser completamente felices, que ni siquiera se puede ser feliz si no hay momentos infelices (porque esa felicidad no tiene sentido) y que una de las cosas más valiosas que tenemos que es ser lo que somos, con nuestros más y nuestros menos, nuestros pensamientos, creencias y costumbres.