revista de historia naval nº40. año 1993

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    HISTORI N V L

    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

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    ARMADA ESPAOLA

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO RECTOR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, Jos Ignacio Gonzlez-Aller Hierro, contralmirante.Vicepresidentey Director: JosCervera Pery, coronel auditor. Periodista.Vocales: Secretariogeneral del Instituto de Historia y Cultura Naval, JuanAntonio ViscasillasRodrguez-Toubes.Redaccin: LolaHigueras Rodrguez, Luisa Martn-Mers,Hugo ODonnell y Duque de Estrada, Isabel Hernndez Sanz,Paloma Moreno de Alborn.Administracin: OvidioGarca Ramos, comandante de Intendencia de la Armada,Cristina Snchez de Neyra Espuch.DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Instituto de Historia y Cultura NavalJuan de Mena, 1, i.a pita.28071 Madrid (Espaa).IMPRIME:

    Servicio de Publicaciones de la Armada.Publicacin trimestral: primer trimestre 1993.Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.600 ptas.Resto del mundo: 30 $ USA.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 098-93-009-2.Printed in Spain.CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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    SUMARIOPgs.

    NOTA EDITORIAL . 5En torno al papel del mar en las dos guerras mundiales, por Antonio Linage CondeRey Don Felipe: Plano de una fundacin hispana en el estrechode Magallanes, por Jos Miguel Barros Franco27Los Colegios de Pilotos, la Academia de Guardiamarinas y otroscentros docentes de la Armada, por Jos Mara Blanca Carlier. 41Asientos y fletamentos de naves (1661),por Ramn Fernndez-Guerra Fernndez59La hoja de servicios espaola del alfrez de navo: D. Jos MatasZapiola y Lecica, por Jos Blanco Nez69La Edad Media. Los aos obscuros del poder naval. (Primeraparte), por F. Fernando de Bordej Morencos75Documento95Homenaje al marino y cartgrafo Flix de A zara en el 250 aniversano de su nacimientolosNoticias Generales, por Lola Higueras Rodrguez109La historia martima en el mundo, por Luisa Martn-Mers .111Recensiones 113.

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    NOTA EDITORIALLos aires de un nuevo ao renuevan y vivifican las frondosas corrientes dela historiografa naval. La variedad temtica sigue siendo la primera constante de la Revista, y en mrito a ello en este nmero se aborda un recorridosobre escenarios muy opuestos en dimensin y tiempo.El importante papel que el mar jug en las dos guerras mundiales, es untrabajo enjundioso y serio de Antonio Linage, experto historiador y notario,en el que descubre facetas de un evidente inters. Desde otra ptica muy distinta el embajador de Chile en Pars, Jos Miguel Barros Franco, Secretariode la Academia de la Historia de su pas, nos ofrece con su Rey Don Felipela planta de una fundacin hispnica en el estrecho de Magallanes, para cerrareste primer trptico con el anlisis de los Colegios de Pilotos, la Academia de

    Guardiamarinas y otros centros docentes de la Armada de Jos Mara BlancaCarlier.Un pormenorizado examen de los asientos y estamentos de navos en 1661del profesor Ramn Fernndez-Guerra; la hoja de servicios espaola del alfrez de navo Jos Matas Zapiola y Lecica, uno de los jvenes oficiales protagonistas de la independencia argentina, estudiada por Jos Blanco Nez y elhabitual espacio sobre tctica y estrategia naval en la Historia, del contralmirante Fernando de Bordej, cierra el segundo bloque de prestaciones en laRevista.Una noticia importante aparece tambin en sus pginas; el homenaje albrigadier de la Armada Flix de Azara en el 250 aniversario de su nacimientoque recuerda a tan prestigiosa figura rescatada de las sombras del olvido, yjunto a ella, las noticias generales, la historia martima en el mundo, el documento cuya publicacin en su momento tanto escoci a los ingleses y lasreseas y recensiones bibliogrficas, completan el nmero de la Revista quecomo todas busca en el lector su comprensin y su apoyo.

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAREN LAS DOS GUERRASMUND TALESAntonio LINAGE CONDEDoctor en Historia y en Derecho

    Para los condiscpulos del colegio de Aranda, en los das de la segundaLa terminacin de un siglo es propicia a la meditacin histrica. Hastaqu punto es ello natural? Lo que nos preguntamos es si esa separacin decenturias tiene algn fundamento en la realidad fsica o slo es un productoconvencional de la ordenacin por el hombre de esa dimensin de su aventuraque es el tiempo. Parece ms bien esto ltimo. Pero a fin de cuentas no es relevante a nuestros propsitos aqu. Bstenos consignar la tal proclividad a lasreflexiones en cuestin de fechas como sta, incluso a las que recaen sobre lamisma biografa de uno transcurrida en el siglo que se va, y parece como si ascobrara alguna trascendencia, al menos en cuanto objeto de la propia introspeccin, pr pasar la frontera del nuevo.Mas dejndonos ya llevar de tal propensin, si echamos una sencillaojeada espontnea a lo que era el mundo el ao 1800 y a lo que presumible-

    mente va a ser el 2000, as como al intersticio de la centuria entre los dos jalones, lo que ante todo notamos, dentro de una constante consistente en suaprehensibilidad por las nuevas posibilidades humanas de recorrerlo, de suvisin como una unidad, ya en potencia entonces y consumada ahora, es lairresistible ascensin a partir ya de aquella fecha de la dominacin occidentalsobre l mismo tout court, a su escala planetaria, en tanto que a este otroextremo, ideolgicamente ha tramontado ese imperialismo, y en la realidadde los hechos, a partir de la conferencia de Bandung, a mediados de la centuria, la concordancia con ese cambio de las mentalidades est en irresistibleascensin.Y en el plano de los eventos no pueden por menos de haber sido las dosguerras, de 1914 a 118 y de 1939 a 1945, los ms decisivos.El 16 de febrero de 1955, el profesor Geoffrey Barraclough disertaba enla Universidad de Liverpool sobre El fin de la historia europea (1), comenzando por justificar lo provocativo del ttulo, as como su encuadramientoen la historia a pesar de la evasin ya del mismo hacia la profeca, pues aunque el oficio de historiador consiste en ocuparse de lo que ha ocurrido, no delo que pueda (o ms probablemente no pueda) ocurrir, pensaba que lacuestin implcita en su conferencia poda formularse justificadamente, a finde alcanzar ciertas conclusiones provisionales, tentativas, no respecto adondeestaremos maana, sino donde estamos hoy. Por esas vas, llegaba Barra

    (1) Texto en su rec pilacin La historia desde el mundo actual (Madrid, 1959)252-72.Ao 1993

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    ANTONIO LINA GE CONDEclough a preguntarse si la historia de Europa iba a cesar de tener significacin histrica, importancia.Dicho sea de paso, hoy, al cabo de treinta y cinco aos, encontraramos,encontramos un poco anacrnico el interrogante. Por la recuperacin que lainstitucionalizacin comunitaria de nuestro viejo continente si es que noqueremos reconocer su realidad de apndice geogrfico de Asia ha llevadoconsigo de nuestras esperanzas vitales sencillamente? Puede que en parte s(2). Pero tambin por haber avanzado mucho por el camino del reconocimiento de otras culturas y valores, de manera que ya ni siquiera concebimosde la misma manera nuestra propia importancia histrica (3). A veces, hayque decirlo, dejndonos llevar de un sentimiento de culpabilidad un tantomorboso.

    Mas volviendo a nuestro historiador, ste, a los diez aos de concluida lasegunda guerra mundial, comprobaba el cambio de la posicin de Europa enel mundo, un cambio tal que le haca pensar, y no a l slo, en la consumacin de la edad europea y su sustitucin por otra que dudaba si llamar delAtlntico o del Pacfico. Un cambio definitivamente consumado en el trgico1945, pero del que ya antes del tambin trgico 1914haban sonado heraldosen el concierto mundial-admisin en el Derecho Internacional del ImperioOtomano en 1865, posterior reconocimiento como grandes potencias de losEstados Unidos y el Japn.Concretamente se preguntaba: Por qu, en la guerra de 1939-1945, nosencontramos con fuerzas no-europeas luchando sobre suelo europeo y decidiendo las cuestiones ms vitales para el futuro del continente? Por qu, a finde cuentas, Europa descubri que lejos de tener la primaca, o de constituirun patrn general, ni siquiera era suficiente para resolver sus propios problemas, y necesitaba la ayuda de las nuevas y grandes potencias extra-europeaspara asegurar su defensa y sustentar su economa?. Despus discuta ya lasentonces posibilidades, hoy podemos decir que realizadas, de la solucin delproblema de la debilidad europea mediante su unidad. Pero esto ya no nosinteresa, pues precisamente nuestro argumento es en 1945 donde se detiene(4), aunque con un llamamiento a reflexionar, a la misma luz de ese pasado,sobre la significacin de lo que posteriormente vino y ahora se sigue viendo

    (2) En todo caso, las predicciones de Barraclough no slo no se sostienen, sino que noshacen reflexionar en torno a los avatares de la historia sin ms; as, dijo ni ms ni menos que losindicios apuntan a que en las postrimeras del siglo xx o bien en el siglo xxi, Europa est destinada a disfrutar (si sta es la palabra adecuada) algo no muy diferente al statuscolonial que enlos siglosxviii y xix Europa impuso a Africa, a gran parte de Asia y al Nuevo Mundo. Ello bajola Unin Sovitica y los Estados Unidos. Notemos el ttulo de un comentario, T. Schreiber, IIy a soixante-djx ans, Sarajevo. Les deux bailes qui turent lEurope, Le Monde, 24-6-1984.(3) Claro est que se nos podra achacar estar haciendo estas consideraciones desde undeterminado punto de vista. Pero ello es ineludible. Tambin hubo de ser ese el caso del mismoprofesor Barraclough en aquella ocasin.(4) Hay que tener en cuenta que el medio siglo que antecede, de historia europea y mundial, tiene ya una realidad sobre la que no se puede volver. Y naturalmente que no vamos aentrar en la dimensin futurible.

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    EN TORNOAL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRASMUNDIALESvenir. El caso es, y esto s incide de lleno en nuestra ptica, que el profesorBarraclough, al volver la vista al pretrito de la hegemona de Europa, expresaba haber sta proyectado su sombra a travs de los ocanos, durante lastres centurias que siguieron a los viajes de Coln, de Vasco de Gama y deMagallanes. Y notemos desde ahora ese peso del mar, decisivo, en la balanza. Por otra parte, las dos potencias que comenzaron haciendo a Europa lasombra antes de 1914, Estados Unidos y Japn, eran, la primera una talasocracia y la segunda un archipilago. Cierto que las que vinieron despus, laUnin Sovitica y China, ms bien hay que definirlas cual geocracias (5). Aslas cosas, los recientes acontecimientos nos podran inducir a cantar la superioridad, a la larga, de lo martimo sobre lo terrestre en el concierto de lospoderes que tejen la historia? La respuesta a este interrogante no es nuestrotema (6).Pues lo quenos proponemos es, sencillamente, cotej arlos papeles del mary de la tierra firme en las dos ltimas contiendas mundiales (7), para as msque sacar consecuencias, dejar alguna sugerencia pendiente en cuanto al protagonismo especfico de cada uno en la aventura humana (8).Claro que cabra comenzar preguntndonos por el papel en la historia dela guerra sin ms. Pero definida la tal cual un conflicto de civilizaciones, y ellono es precisamente arcaico, no se puede cuestionar la trascendencia de la misma. Y el de la historia militar? A nosotros nos parece que una respuestaarrastra a la otra. Y vamos a pasar adelante citando, sin embargo, la opininexpresada por uno de nuestros medievalistas ms densos y de ms formacineuropea, el cataln Ramn dAbadal, al prologar uno de los volmenes de laHistoria de Espaa de Menndez Pidal (9), cuando estaban en auge ascendente las pretensiones de reducir dicha historia blica a la mera ancdota:Estamos en tiempos de dogmatismos; tras haber blasmado de dogmatismoreligioso, ahora se quiere implantar por doquier el dogmatismo poltico, elintelectual, el artstico, el social... La concepcin econmica-social modernade la historia, con el tinte totalitario con que a menudo se presenta, no creoque pase de una concepcin ms de circunstancias. Los que pasamos de lostres cuartos de siglo hemos tenido la suerte excepcional en el sentido de

    (5) Recordamos el extenso y denso estudio del internacionalista Barcia Trelles sobre Elpacto Atlntico, asentado en esa dualidad de la talasocracia americana y la geocracia rusa.(6) Un botn de muestra de la diversidad de nuestro panorama y el de 1955es el recientelibro del norteamericano Francis Fukuyama, The end of historv and the last man (Nueva York,1991). El autor ha sido funcionario del Departamento de Estado. Se plantea su interrogante conuna ptica tan universalista como la de un estado mundial liberal, el paso a la utopa planetariapues. Mientras que lo que Barraclough se limitaba a contemplar era un cambio de papeles enel mismo marco de la evolucin humana. Otra cosa es que Fukuyama se salga de la historiografa, desde luego ms y con muchode lo que pudo hacerlo el profesor britnico.(7) Cuando Barraclough tildaba la de 1936-45la ltima de las guerras civiles europeas, loque quera decir es que en una futura contienda planetaria los europeos no dirimiran nadaespecfio ntre s. Peronada ms. Vase en este sentido, L. Gomis, Sobresi existe el siglo xx,en La anguardia. 3-9-1990.(8) Pues las otras escapan a nuestro argumento y desafan nuestra competencia.(9) XIV, Espaa cristiana. Crisis de la Reconquista, luchas civiles, pp. XI-XIII.Ao 1993

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    ANTONIO LINA GE CONDEcuriosos historiadores de haber podido observar la vida en dos mundosdiferentes, en dos etapas histricas de la humanidad, que prometen ser transcendentales como cambio, como diversificacin en su marcha: el mundo deantes de 1914 y el posterior a 1945. Entre ambas fechas se han producido lasdos mayores guerras vistas por el mundo. Es difcil creer que dichas guerrasno tengan nada que ver con el transcendental cambio. Los historiadorespodrn discutir si son su causa o su efecto, pues las nociones de causa y efectoson a menudo flotantes y algunas veces intercambiables; lo que no podrn eseludir su significado histrico, prescindir de ellas al estudiar el mundo delsiglo xx, de su existencia, de su planteamiento, desarrollo y conclusin.Mas entrando ya en el cotejo de las dos contiendas concretas que es nuestro argumento, inmerso en el sentido de la Historia sin ms, anticipemos aguisa de revelador de esa diferencia del papel martimo en ambas una comprobacin, segn la cual se puede decir simplificando por supuesto quela guerra de 1914 tuvo como resultado un desarrollo prodigioso de la meteorologa, asociado naturalmente al de la aviacin, y que en cambio la guerra de1939 ha contribuido, de una manera considerable, al desarrollo de la oceanografa, y ello en cuanto la conflagracin se caracteriz por la multiplicacinde las operaciones navales y anfibias, cuyo xito dependa en una buena partedel conocimiento del medio marino (10).

    Y antes de pasar al escenario de 1914 pedimos la venia, saltndonos enconsecuencia la cronologa, para hacer un excurs LIS,de entreguerras, en tornoa una accin blica que, a pesar de no haber hecho lidiar entre s a las grandespotencias, quiz por eso precisamente, fue un tanto reveladora del futuro desbordamiento de sus planteamientos y utillaje en la contienda planetaria avenir (11). Un desembarco nuestro en el norte de Africa, con algn apoyofrancs.Interludio en Alhucemas

    Firmado el 10 de julio de 1925 un acuerdo de colaboracin entre las doshermanas latinas contra la belicosidad de Abd-el-Krim, y entrevistados alpoco en Tetun el general Primo de Rivera y el mariscal Ptain, sobrevenidoal poco el episodio del ataque del caudillo rifeo al pen de Alhucemas mismo, donde caus algunas bajas, tuvo lugar en la maana del 8 de septiembreel desembarco en la baha (12), playa de la Cebadilla concretamente,(ib) J. Rouch. Les ocans, (Pars, 1957), 195-6.(11) Cfr. P. Masson, Uneguerre totale, 1939-1945(Pars, 1990).(12) Estudio reciente de A. Martn Tornero, El desembarco en Alhucemas. Organizacin,ejecucin y consecuencias,Revista de Historia Militar, Nni. 35, (1991), 199-262;coetneo alos hechos, S. Guerrero, J. M. Troncoso y A. Quintana, La columna Saro en la campaa deAlhucemas; evocacin de un paisano habitante del pas, J. Romn, ncora uno sbarco (Brescia,1990).

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    ANTONIO LINA GE CONDEbatiendo la aviacin, y ello es lo que aqu nos interesa ms, unos recovecoshasta entonces inexpugnables a todas las dems armas (13).

    El objetivo del general en jefe, el mismo Primo de Rivera, era ocupar unabase de operaciones que permitiera la maniobra de una divisin de desembarco integrada por unos veinte mil hombres, base que fue acotada en cncreto en el territorio comprendido entre la dicha playa de la Cebadillii y la deAdrar Saddum, comprendida tambin sta, abarcando al pennsula de MorroNuevo, la cala del Quemado, Morro Viejo, cala Bonita, Taramara, Buyibar,la cala del Empalmadero, Monte Palomas y Monte Malnusi.Y a la divisin terrestre, compuesta por dos brigadas de desembarco, y lafuerza martima integrada por la escuadra de instruccin y las unidades de lasfuerzas navales del norte de Africa con las barcazas y la flota de transporte,se unieron las fuerzas del Servicio de Aviacin del Ejrcito de Tierra, conotras unidades afectadas a su propio mando, a saber un grupo de hidros, unaseccin de caza y una compaa de aerostacin, y las de la aeronutica navalafectada al portaviones Ddalo (un dirigible de exploracin, un globo cautivo, seis hidroaviones de bombardeo ligero y otros seis de reconocimiento).Ello sin contar las fuerzas francesas de apoyo, entre ellas una escuadrilla debombardeo pesado.Tambin hay que tener en cuenta que constituy una cierta novedad ladecisin de hacer entrar inmediatamente en combate a las fuerzas desembarcadas, sin el temor a los efectos que la navegacin pudiera haber ocasionadoa sus hombres (14).Nos interesa, pues, destacar de este interludio la plenitud de la intervencin conjunta de las fuerzas de tierra, mar y aire, y la carencia de timideces enel aprovechamiento integral de las operaciones anfibias. Cuando faltabanmenos de quince aos para la gran tragedia.A guisa de balance anticipado

    Como veremos un poco ms en detalle al examinar comparativamente losdos sucesivos teatros de operaciones y los actos desarrollados en ellos, antetodo, salta a la vista la ndole abrumadoramente terrestre de la primera guerra (15), mientras que de la segunda, lo menos que pude decirse es tener(13) Sobre las limitaciones del factor areo, despus de 1945, F. E de Seplveda, Poderareo y flanco turco, La Vanguardia, 23-1-1991. En cuanto a la falta de aprovEchamiento deciertas posibilidades innovadoras en la guerra de 1914, vase el libro del ingeniero inventor J.Archer, Lnigme de laguerre (Pars, 1920).(14) Cfr. F. L. de Seplveda, Final de una aventura descabellada, La Vanguardia, 27-2-1991.(15) En cuanto a la misma en las colonias, hay que recordar la escasa ndole martima quetuvo la conquista de las alemanas en Africa episodios ms bien los suyos, tal el desembarcoen el Caniern, pero cual una de las tantas vas de ataque al mismo y lo secundario de las insulares en Oceana, por otra parte ocupadas, entre agosto y octubre de 1914, por Australia, NuevaZelanda y el Japn, en los que podramos llamar sendos cruceros militares.

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRAS MUNDIALESrepartido el escenario entre la de Europa y la del Pacfico. Y an as, la prolongacin, y por cierto que muy decisiva, de aqulla al norte de Africa, conla consiguiente necesidad de dominar el Mediterrneo como tal, y la trascendncia que result ineludible de los desembarcos en el frente occidental,hicieron estrictamente continental nada ms que la campaa de Rusia. Tengamos en cuenta, en cambio, la militancia en la primera en el mismo bandodel Japn y los Estados Unidos. Tanto que de sus dos grandes acciones navales, la de los Dardanelos tendi sobre todo a buscar un paso, como salida alinmenso espacio terrestre ruso, y la de Jutlandi, enfrentamientoen alta marde las flotas de los pases contendientes en s, sin otro horizonte inmediatoque el de sus respectivas potencias como tales, responda ms bien al deseo deneutralizarlas lneas de aprovisionamiento britnicas (16), en la circunstanciaconcreta stas, y por cuanto se ha dicho, vueltas al continente tambin.Incluso la toma por Japn de la base alemana de Kiao-Chow, en la costa china, hay que verla como un apndice de su latente enfrentamiento con sta,tendente a la tierra adentro por lo tanto (17).En cambio, en la guerra del Extremo Oriente desde 1941 (18) dejadoaparte el ya preexistente conflicto chino-japons se luchaba por el dominiode los grandes espacios martimos (19) con carcter permanente, ineludiblecorolario de la ndole insular o costera de la inmensa expansin del Japn enla por l llamada Gran Asia Oriental. Y para calibrar la transcendencia deeste mbito, nos bastar con reflexionar sobre los recursos econmicos de lospases enfrentados y la trayectoria histrica irresistiblemente ascendente delos mismos desde haca por lo menos medio siglo. Y todava una ltima consideracin en cuanto a la guerra en Europa. El aislamiento, insular naturalmente, en que qued la Gran Bretaa (20) tras la victoria alemana sobre losdems aliados occidentales, incluso antes de la entrada de la Unin Sovitica enla contienda, determin el polarizarse de una tensin aeromartima en torno aaqulla, prolongada despus en el papel decisivo de la aviacin aliada paraquebrantar la resistencia alemana, cuando el conflicto entr en la muy distinta fase final. Y en cuanto a la ambivalencia consiguiente entre el mar y elaire, citaremos antes de pasar adelante el balance que hace un historiadorespaol, de los poqusimos que entre nosotros se ha ocupado de la confla

    (16) De ah la importancia de la guerra submarina, y el gran nmero de barcos mercantese incluso de pasajeros hundidos en ella (ms de dos millones de toneladas en 1917;en mayo deese ao, por ello, los aliados recurrieron a navegar siempre en convoy, una fila de mercantesentre otras dos pero armados, abriendo paso un crucero y con sendos destructores de ruta enzig-zag a ambos lados).(17) No nos dice algo el papel empecinado que en esa primera guerra jugaron las trincheras? A cual ms, hasta simblicamente, terrestre pues, en el ahondar incluso en el suelo y aferrarse a l, hasta con algo que se nos antoja cual constancia campesina.(18) Sobre todo de una potencia insular, Japn, con otra que tambin lo era, Gran Bretaa, y con una talasocracia, Estados Unidos. Pensemos en cambio en la ndole continental de dosde las grandes potencias enfrentadas en 1914, los dos imperios, el Ruso y el Austrohngaro.(19) No olvidemos tampoco que comenz por el magno ataque a la base naval de PearlHarbour.(20) Historia de la segundaguerra mundial, (Madrid, 1989). 121.Ao 1993

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    ANTONIO LINA GE CONDEgracin, Jos Manuel Cuenca Toribio: Del lado de los vencidos, grannmero de los principales errores de su estrategia global descansaron en sumiopa ante el insustituible papel que deba jugar la Marina en una nueva contienda mundial. La apuesta alemana por la aviacin acabara por saldarse conun estrepitoso fracaso al fallar sta, por causa, no de sus incontables hroes,sino de sus mximos rectores en los momentos cruciales de la conflagracin y,de forma muy especial, en su cooperacin con la Kriegsmarine. Fracasada lainvasin de Inglaterra y la Blitzkrieg, la suerte del mundo iba a jugarse, unavez ms, en el mar. La invencible Alemania no pudo preverlo y ech mal susdados en el tablero del destino. Una vez ms, pero abiertamente, teniendoel espacio martimo cual objetivo inmediato, y no solamente las rutas que lesurcaban. O sea, el mar como espacio sin ms.1914-1918, entre la tradiciny la modernidad

    El ataque masivo de la flota enemiga, dada su inferioridad numrica sibien era superior en proteccin armada y novedad tcnica (21) fue desde1914 el objetivo de los aliados, que aqulla trat de evitar resguardndose ensus puertos, fortificados y protegidos con campos de minas y que naturalmente fueron sometidos al bloqueo de los mismos, si bien sin comprometerseen l de lleno, sino slo mediante cruceros, submarinos, torpederos y mercantes armados, el bloqueo alejado que se dijo. Los Imperios Centrales, nicamente queran arriesgarse en combates aislados, la victoria en los cuales fuerareduciendo la diferencia. Pero naturalmente que slo una evolucin de las circunstancias extraordinariamente favorable e improbable ms an poda volver hacederas esas esperanzas, de manera que en definitiva hubieron de refugiarse en la de la guerra submarina, donde desde luego se revelaron temibles.Y esa polarizacin en torno a las rutas comerciales, hostigadas stas por laguerra de corso, que era la otra dimensin de la ofensividad alemana, explicalos intensos combates que se libraron en los ms remotos parajes, concretamente el 1 de noviembre de 1914 en el chileno cabo Coronel y el 8 de diciembre en las islas Malvinas. En la segunda de estas acciones, la escuadra delalmirante Von Spee pag cara la victoria aniquiladora que haba obtenido enla primera sobre la de Cradock, gracias a la de Studer que para ello se atravestodo el Atlntico. En definitiva, el resultado puso de manifiesto las limitaciones que su dicha inferioridad implicaba tambin para esas tentativas germnicas de librar en la superficie la tal guerra corsaria.En cambio, el fracaso de los esfuerzos aliados de forzar l paso de los Dardanelos, el 18 de marzo de 1915, y su imposibilidad posterior de hacer frentea los submarinos alemanes y los torpederos turcos que seguan impidiendo sucruce y aun despus cJe haber conseguido desembarcar en la pennsula de

    (21) Consecuencia de la superioridad alemana sobre Inglaterra en la Segunda RevolucinIndustrial, aparte explicaciones menores, como el papel relegado que los ingenieros y demstenan en la Royal Navy.14 40

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRAS MUNDIALESGallpoli y en Kum Kale a la otra orilla, tanto que fue necesario el replieguede su escuadra y a la postre la evacuacin a Salnica de las tropas desembarcadas, venan a demostrar que la vulnerabilidad enemiga en alta mar no pasabade ah.As las cosas, dentro de la que a pesar de todo se ha llamado la primerabatalla del Atlntico con una duracin de 1915a 1918, el 31 de mayo, y hastael amanecer del 1 de junio de 1916, tuvo lugar al fin el gran enfrentamiento,la batalla de Jutlandia (22) o del Skagerrak, la mayor librada hasta entoncesen la historia. Malas condiciones de visibilidad, maniobras envolventesmutuas en la confianza de sacar de ellas ventajas insospechadas para el adversario, entre los almirantes Beatty y Hipper; al fin forzado contrataque alemnal sobrevivir el grueso de la flota de Jellicoe (23) 24 acorzados nuevos, dosdivisiones de cruceros y tres flotillas de destructores, torpederos y destructores lanzados en masa, como los escuadrones de caballera se emplean enlas batallas terrestres, que s ha dicho. En definitiva, permitiendo la retiradaalemana a sus bases entre nubes de humo, con lo cual se reincida as en esaconstante de que hemos dicho a lo largo de toda la guerra (24), sin embargono tan desastrosa, en cuanto el balance de esa decisiva ocasin se sald conms prdidas inglesas que alemanas, yeso slo era un botn de muestra. Aunque lo cierto fue que Scheer, en un informe confidencial al Kaiser, datado el4 de julio, reconoci que la flota alemana nunca podra romper el bloqueo britnico, incluso si toda la submarina se utilizaba en conjuncin con la de superficie en operaciones puramente navales. Por lo cual slo poda recomendar laplena campaa submarina contra el comercio britnico. De manera que, apesar de haber sido aclamada como vencedora su Marina, la leccin ineludible fue la comprobacin del dominio adversario en el mar del Norte y la imposiblidad consiguiente de romper el bloqueo de Alemania (25), sin embrgo delo cual, la opinin pblica britnica se vio decepcionada, luego de las promesas que se le haban hecho de un nuevo Trafalgar.Y todo a lo largo d los aos de entreguerras, en la Tactical School y el

    (22) Quiz podra pensarse que la motivacin de sta fue la ruptura as intentada de lo quehaba venido de hecho a ser no slo el bloqueo de Alemania sino el del Mar del Norte.(23) Vase la noticia de este, por A. Temple Patterson, en Military commandersofthetwentieth century. The War Lords, (ed. mariscal Michael Carver; Londres, 1976),,1-12.(24) Recordemos el antecedente de Dogger Bank, el ao anterior. Y sin olvidar el bombardeo de las costas inglesas por la Kriegsmarine, bastante para distraer en la isla efectivos quehabran resultado preciosos en el continente.(25) Entre los muchos estudios, A. J. Marder, From the Dreadnought lo Scapa Flow, 5tomos (1961-70);Almirante Jellicoe, The Grand Fleet,1914-6(1919); almirante Scherr, Germanys High Seas Fleet (1920); E. Alboldt, Tragiidieder alten Deutschen Marine (1928); almiranteDreyer, The Sea Heritage (1955); almirante Harper, The truth aboutfutland (1927); y P. Kemp,en Decisive batiles of the twentieth century. Land-sea-air (ed. N. Frankland y C. Dowling, Londres, 1976) 49-61. Interesante el cotejo de E. Ashmead-Bartet, La vrif sur les Dardanelles(Paris, 1929)y C. Farrere, La Garde aux Portes de lAsie. Journal de bord (Lyon, 1946); cfr. O.Ghihenuc, La bataillenaval de Jutland (Pars, 1917).Ao 1993

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRASMUNDIALESNational College (26) e incluso en ejercicios de alta mar, se continuaban debatiendo las causas de no haberse aniquilado en Jutlandia a un enemigoinferior.Siendo ello sin embargo un tanto el smbolo de cmo la ltima y la ms grandede las batallas de superficie a la manera clsica, por eso mismo no poda resultar decisiva en unos tiempos ya muy cambiados, algo que ya haba demostrado por otra parte la guerra ruso-japonesa. A pesar de lo cual la tradicintuvo an la suficiente fuerza como para que la mitologa no naufragara deltodo en el encuentro en cuestin.Mas volviendo a nuestras recapitulaciones, no tratamos de capitidisminuirel papel del mar y las fuerzas aseguradoras de su dominio (27) en la primeraguerra, sino de notar lo ms escondido del mismo y su ndole mediata. Unpanorama que no pudo ser ms diverso a partir de 1942.Otra vez el Atlntico

    El paisaje tal de la guerra naval en Occidente, sopesada dentro de la guerra total, en la segunda conflagracin se asemeja en cambio bastante al de laprimera en el mbito atlntico y puramente martimo. De ah que se hable deuna segunda batalla del Atlntico, y el ordinal ya dice bastante. Y decimos enel meramente martimo porque no podemos prescindir de la ndole decisoriaque supuso la nueva apertura del frente terrestre del oeste, slo posible gracias a un desembarco, el de Normanda (28). En cambio, en el Mediterrneo,el panorama ya fue del todo diverso, a consecuencia del papel determinantey tenaz que tambin tuvo su otra orilla, la no europea. De manera que, enpequea escala, nos evoca algo la idea que ya anticipamos se realiz plenamente en el Pacfico, de contemplarse el mar cual un espacio a dominar en s,y no slo como teatro de las operaciones destinadas al aseguramiento de susitinerarios.Volviendo al Atlntico (29), incluso podra decirse que hay una ciertareproduccin de las situaciones de hecho de haca unos veinte aos, tambinpor la relacion entre la guerra de superficie y la submarina. E incluso en el(26)]llicoe aline su escuadra en una lnea nica, contra el criterio que habla manteninotericamente siempre, sostenido tambin por el almirante May y el capitn de navo HerbertRichmond. Es curioso tambin que l haba declarado ser siempre una lotera una batalla nocturna en el mar. Recordemos que, en la segunda guerra, de noche se libr la del cabo Matapn.(27) De ello se ha escrito: Las fuerzas navales en el conflicto de 1914-1918,al proporcionar la supremaca martima a los aliados, han puesto de parte de stos la condicin primordialde la victoria en una campaa de larga duracin; Guerra, Enciclopedia Espasa, 27(1925), 107.Recordemos que resulta imprescindible la consulta de los diecisiete volmenes, publicados de1926 a 1939, de la Revue dHistoire de la Guerre Mondiale.(28) La presencia decisiva en esta accin de las fuerzas americanas es una cuestin ajenaa nuestros planteamientos. Recordemos sin embargo, aunque de paso, a Barraciough. Y, ms

    de paso an, no nos dice algo la intervencin neozelandesa en la batalla de Monte Casino,segn algunas versiones de presin decisiva a la hora de decidir el bombardeo del monasterio?(29) En esta la llamada su segunda batalla se distinguen tres fases, a saber de julio de 1940a abril de 1941, de enero a mayo de 1942, y de agosto de 1942a mayo de 1943.Ao 1993

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    ANTONIO LINAGE CONDEplanteamiento de la invasin de Inglaterra (30). Dndose tambin las vigorosas acciones aisladas, igualmente a veces muy lejos. El crucero del AdmiraGrafSpee, salido el 21 de agosto de 1939 de Wilhelmshaven, para ser hundidoel 13 de diciembre en la llamada batalla del Ro de la Plata, pero despus dehaberse desviado hasta cerca de Madagascar luego de haber llegado casi ala altura de Islandia, es la pgina de orla novelesca. El poeta Rafael Alberti, a punto entonces de desembarcar en Buenos Aires, fue testigo del actofinal del drama: No creo que nunca vuelva a ver en mi vida alzarse sobre elmar verticalmente un barco, pudiendo todos contemplar por un instante laraya del horizonte antes de que se le tragaran las aguas azules (31). Y el 27de mayo de 1941 era hundido el Bismarck en el golfo de Vizcaya, luego dehaber destruido l al Hood en aguas danesas, y teniendo tiempo de lanzar sultimo mensaje, manden submarinos para salvar diario de a bordo. El Bismarck haba entrado en servicio el 24 de agosto, ye! nacimiento de su gemelo,el Tirpitz, se estaba calculando para entre el otoo y el invierno del aosiguiente. Del primero, comentara el almirante Raeder (32), responsable dela decisin de su entrada en combate: Por su extraordinaria potencia de fuego, su gran resistencia y sus condiciones de flotacin, resultaba superior a casitodos los barcos de guerra enemigos, siempre que se tratase de combatirbarco contra barco; estaba, en cambio, en situacin de inferioridad respectoal enemigo, era un aspecto en el que comparta la desventaja con todas nuestras fuerzas navales restantes, en el de carecer del concurso de elementos deaviacin propios que secundasen su intervencin, mientras que el enemigodispona de numerosos portaviones y bases areas terrestres que le permitancombatir con potentes escuadrillas de aviones.O sea, que esa ndole decisiva del portaviones en la guerra naval, con suineludible consecuencia de ser necesaria la dotacin a la armada de una aviacin martima correspondiente, era una leccin ya definitivamente dada (33),ni que decir tiene que la clave tambin en el Pacfico. El artculo Acorazadoes muy largo y est muy generosamente ilustrado en la Enciclopedia Espasa,por otra parte uno de los primeros, ya en el tomo segundo (34). Y su envejecimiento bastante temprano no puede ser visto sino cual uno de los sfntomas

    (30) Recordemos el audaz ataque del U-47 al fondeadero de Scapa Flow, en las Orcadas,el 14de octubre de 1940.(31) La arboleda perdida. Libros lily IVde Memorias, (Barcelona, 1987), 108.(32) Mi vida (Barcelona, 1957).(33) Aunque sigui progresando en el curso de la contienda; as escribe un comentarista:Al correr de la guerra el portaviones ira arrinconando inexorablemente al acorazado y terminara por suplantarlo. Las escuadras enemigas ni siquiera se avistaran ya. Lanzaran sus aviones navales unas contra otras desde cientos de millas de distancia. El portaviones destronaraas a un poderossimo tipo de buque de guerra que haba sido el rey de los mares durante trescuartos de siglo y originara una revolucin en la tctica naval que seal el final de toda unaera; L. Serra, La guerra naval en el Atlntico, (Barcelona, 1974), 358. En el hundimiento delBismarck, como en la batalla contra la escuadra italiana en el cabo Matapn, al fin y al cabo losportaviones se haban limitado a reducir o imposibilitar el movimiento de los buques pesadosenemigos, pero dejando a los suyos de lnea el ltimo acto.(34) II, 352-90.18 40

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    EN TORNOAL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRAS MUNDIALESde la aceleracin de la historia en el inmediato devenir. Cuenca Toribiocomenta por su parte (35): Los alemanes haban dominado en operacionesanfibias en los puntos en que controlaban el aire, e igual haba pasado con susenemigos, si bien de forma an ms manifiesta y rotunda. Una aviacin naval,especialmente de cazas embarcados, sera el instrumento de la victoria, deahora en adelante, en los duelos y combates del mar. Ms que a ciertos perjuicios de Raeder, convendr repetir, la despreocupacin de los estrategas alemanes por ese extremo debise fundamentalmente a la terca oposicin deGoering, terne en su idea de que bastaba la proteccin de la aviacin terrestrepara la salvaguardia y el xito de las operaciones encomendadas a la Kriegsmarine. Y son decisivos los datos y su valoracin que hace a la postre un historiador norteamericano, el almirante Samuel E. Morison (36): En la guerrade portaviones, la US Navy alcanz el mximo nivel, porque resisti, cosaque no hizo la Royal Navy, los esfuerzos del Ejrcito para obtener el controlde todos los aviones de combate, y porque almirantes como Mitscher yMcCain hicieron intentos constantes para mejorar las tcticas de portavionesy obtener consecuencias de sus primeros errores. Con objeto de atender a losgrupos de portaviones rpidos y capacitarles para permanecer en la mar, combatiendo durante muchas semanas, la Armada norteamericana desarroll elsistema logstico de aprovisionamiento en la mar, uno de los principales instrumentos de la victoria. Ahora bien, esta autonoma en el mar, no implicatambin la del mar en s? No entronca con ese rango ganado por el espaciomartimo como tal que para esa contienda venimos postulando en estas sugerencias desde el principio?La vueltadel Mediterrneo

    El 4 de agosto de 1940 Italia invada Somalia, y el 13 de septiembre elmariscal Graziani se lanzaba desde Cirenaica sobre Egipto, teniendo porobjetivo Suez, o sea el cierre del lado oriental del Mediterrneo, si bien, lejosde conseguirse ste, el 8 de diciembre de 1940 se iniciaba la contraofensivabritnica. Ello seal la intervencin alemana, con el Afrika Korps, uno delos ms atractivos de la guerra, al mando del joven general Rommel, y cuyotransporte martimo no pudo ser impedido. Poco despus, la ocupacin deCreta (37) implicaba un peligroso acercamiento a Alejandra.Lo que a nosotros nos interesa valorar de esta geografa militar es cmoel Mediterrneo se converta as en un mar interior, cuyo dominio interesabaa los contendientes con una plenitud que hasta entonces no se haba dado.Dicho mar fue el eje del Imperio Romano, pero la Edad Media se articul yacontinentalmente, y de ah su trascendencia determinante en el nacimiento(35) P. 101 de su historia citada de la contienda.(36) TIreTwo-Ocean War (Boston-Toronto, 1963).(37) J. Mabire, La Crte, tornbeau des Paras aliemands, (Pars, 1982).

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    ANTONIO LINA GE CONDEde Europa. Mientras que ahora, aunque fuera gracias a las expansin europeamisma, era recuperado literalmente su protagonismo, como tal mbito en elmapa, y no meramente a guisa de escenario de enfrentamientos, cual habasido su historia cristiano-musulmana de las centurias anteriores.De aqu que no sea una casualidad el papel de Malta en la contienda. Puestampoco lo es que los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalen seanconocidos como de Malta corrientemente, por haber tenido su sede en esa isladespus de la prdida de la de Rodas, por la que siguen guardando luto, ycuya soberana tuvieron hasta los das napolenicos. En la segunda guerra, ladicha transcendencia de la orilla africana la convirti, ya bajo el dominio britnico, en la clave de sus comunicaciones con Italia. Su literal allanamientopor los bombardeos del Eje fue vital para el mantenimiento de sas. Y elmariscal Kesselring sigui siempre convencido del error de no haberlos aprovechado para conquistarla. Mientras tanto, en Gibraltar, acaso se estabarepresentando la ltima apoteosis de la fortificacin en la historia, las subterrneas a la par incluidas. Y no olvidemos que tambin el frente italiano seabri mediante un desembarco. Pero ya hemos de salir al gran ocano.El Pacfico

    Desde luego que ningn detalle ms decisivo para tener por literalmentemundial la conflagracin de que nos estamos ocupando, que pueda hablarseen ella sin restricciones de guerra del Pacfico, siendo as que este ocano,ms grande que los otros dos juntos, ocupa la tercera parte de toda la superficie del planeta.Y fue el caso, que la tarde del da 7 de diciembre de 1941, a lo largo de slohora y media, la aviacin japonesa, con base en seis portaviones al mando delalmirante Nagumo, destruy en un ataque sbito, y antes de la declaracin dela guerra, en la base hawaiana del Pearl Harbour, la mitad de la flota norteamericana del Pacfico y un tercio de la total, aunque ninguno de sus portaviones.La expansin territorial nipona comenz inmediatamente a una enormeescala, como a la dimensiones martimas en cuestin corresponda: duranteel mismo mes de diciembre desembarcaron en Malaca, una pennsula, no loolvidemos, ya primeros de enero en el archipilago indonesio. El da de Navidad haba sido tomado Hong Kong, y en Singapur entraron el 15de enero. El28 de febrero los aliados perdieron la batalla naval del mar de Java. Y la ondalleg hasta el Indico, con la ocupacin de las islas Andaman y de Mandalay ycombates martimos en el golfo de Bengala. Tanto que en abril los britnicosocuparon la isla francesa de Madagascar, temiendo que hasta all llegara laavalancha enemiga. El 10 de agosto haba sido destruida la fortaleza deCavite y el 9 de abril se terminaba la conquista de las FilipinasSignificativa fue la ocupacin del islote de Wake, el solitario paraje coralfero al norte de las Marshall, inhabitado cuando los Estados Unidos se pose20 40

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRAS MUNDIALESsionaron de l en 1898, en medio del Ocano, aunque un tanto considerablems cerca de las Hawai que de las Aleutianas. Con lo cual, en cinco meses ymedio haba sido conquistada por el Imperio del Sol Naciente la sexta partedel planeta, con una poblacin de quinientos millones de hombres, ymediando una distancia de siete mil kilmetros desde Tokyo a su extremoms avanzado al sureste. Estando entonces previstas cuatro correlativaslneas de sucesiva expansin, a saber, hacia Ceyln y la India, Australia porel mar del Coral, las Hawai y Alaska. Y a la vista del mapa de lo conseguido,si sujetamos un tanto la imaginacin predispuesta a correr tras de avatarescuales los de los personajes de Las inquietudes de Shanti Anda, lo que nossalta a la vista es como una cierta toma de posesin del espacio ocenico ens, cual si se hubieran puesto al mar mismo puertas y fronteras.

    Y aqu traemos a colacin, aunque parezca extraa la reduccin delespacio en analoga implicada, la esplndida introduccin que un hombre deciencia, Eduardo Hernndez Pacheco, hizo en su da de la historia de Espaadirigida por don Ramn Menndez Pidal. Resultando asombroso su sealamiento de las batallas ms decisivas de la historia peninsular en los puntos decontacto entre unas y otras zonas geolgicas y edafolgicas del pas. Puesbien, desembarcados los japoneses en Nueva Guinea en mayo de 1942, ladefensa que el general Mac Arthur hizo de Port Moresby fue el primer obstculo enconado a su buena ventura, vindose obligados a rodear la isla porel Este y por el mar, ocupando los archipilagos del Almirantazgo, Bismarcky Salomn. Port Moresby est al sur, frente al continente australiano. Comoel punto de ataque de la talasocracia a la geocracia. Y que de hecho se acabconvirtiendo en el lmite de la expansin del archipilago nipn y en el iniciode la reaccin que llevara a su derrota, culminada en el lanzamiento de dosbombas atmicas sobre su mismo territorio insular cuando ste ya estabainmediatamente amenazado desde las islas de Okinawa e Iwo Jima. Pero eraen el mar donde haba de darse el cambio de rumbo.Y as las cosas, insistiendo los japoneses en el asalto a Port Moresby, altratar de desembarcar con una escuadra de portaviones y cruceros, hubieronde hacer frente en el Mar del Coral a una flota pareja norteamericana, de lacual se hundieron el portaviones Lexington y el crucero Soho, pero sin alcanzar su objetivo de toma de tierra (38). El encuentro fue ya plenamente aeronaval, enfrentndose los buques, sin llegar a verse, a una distancia ms dediez veces superior al can de mayor calibre.Pero el Japn continu decidido a ampliar su radio de accin en el granOcano y, desechando las alternativas de hacerlo por el norte (hacia la baseamericana de Dutch Harbor) y el sur (por el sureste de Melanesia hacia lasNuevas Hbridas, Nueva Caledonia, Fidji y Samoa), opt por el centro, lalatitud de las Hawai y las Midway, stas llamadas as por estar a mitad de

    (38) Por eso se ha dicho que la victoria tctica fue japonesa, pero la estratgica, norteamericana.Ao 1993

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    ANTONIO LINA GE CONDEcamino entre Asia y Amrica (39). A su altura tuvo lugar el combate de la;flota del almirante Yamamoto, a quien de nada vali la sorpresa intentada,contra la de su colega King. Tcnicamente se desarroll en las mismas condiciones que la anterior (40). Y precisamente, en cuanto a la sorpresa intentadaque acabamos de decir, al contrario, cont mucho la superioridad del Serviciode Inteligencia enemigo, siendo en cambio neutralizada la japonesa en el airey los torpedos por el radar. Un error tctico nipn fue la dispersin de susefectivos, frente a la concentracin norteamericana. En definitiva, la actitudde Yarnamoto (41) implicaba su insistencia en la destruccin rpida de unpotencial que en otro caso l, antiguo agregado naval en Washington, consideraba invulnerable, criterio que pudo imponer por el ascendiente conseguido tras del xito de Pearl Harbour, tambin idea suya, frente a la otra tesis,de su colega Nagano, que propugnaba volverse sobre Australia y la India.Reflexionemos en la ambivalencia de esta alternativa entre la tierra y el mar.Los japoneses perdieron las dos terceras partes de su flota de portaviones,y con ello quedaba sentenciada la suerte de la guerra. Desde ah el inicio dela doble reaccin aliada, Nimitz desde Hawai y Mac Arthur desde Nueva Guinea (42). Era el viraje a la sobria confianza en la ofensiva, que desde la viejaEuropa pensaba Churchill. Y desde el punto de vista con que plantebamosnosotros estas consideraciones, el contrataque al espacio del mar tout court.Y llegados a este extremo, hemos de reflexionar, ms que describir, enGuadalcanal (43), que as la dejaron bautizada, por el homnimo pueblo sevillano del partido de Cazalla de la Sierra, dos pilotos de Alvaro de Mendaa,en 1568, Pedro Ortega y Hernn Gallego. Es montaosa y tiene una alturamxima de 2.600 metros y un volcn activo, se deca de ella en las noticias

    (39) Y que luego fueron bautizadas cual el Stalingrado de Amrica.(40) Vase sobre la batalla P. Simkins, en Decisive Battles, cit., pp. 172-88; WalterLord, Incredible victory: the baule of Midway, (1968); A. J. Barker, Midway: the turningpoint,(1971); M. Fuchida y M. Okumiya, Midway, the baule that doornedfapan (1955), adems de laobra del almirante Morison, History of the United States Naval Operations in World War II, concretamente su cuarto tomo (1949); Carrier operations in World War II. The Pacific navies, deDavid Brown (1974) y el libro del almirante Nimitz, en colaboracin con E. B. Potter, The GreatSea War(1961).(41) En el libro antes citado, The War Lords, vanse las noticias de Yarnamoto y Nimitzpor R. Pineau y H. H. Adams. respectivamente, pp. 391-403y 404-18.(42) Buena exposicin de todas las operaciones militares y su significado, enO. Redondo,Eunsa Historia Universal 13, pp. 361-456.(43) Vase la noticia de N. Brown, en Greatrnilitarv baules, (ed. C. FalIs; Londres, 1975),271-7. Esperamos dar a conocer las impresiones de un benedictino presente en la batalla, elnico capelln de su Orden en la United States Naval Air Force, don Laurence McGann, delmonasterio de Portsmouth, en Rhode Island, .que narr en rgano de su colegio, Rayen. Elpadre McGann permaneci en la Armada hasta su muerte, en 1965. Por su parte, el futuro presidente Kennedy tuvo hasta su muerte en su despacho de la Casa Blanca un coco con el mensajeque all grab con un cuchillo en demanda de ayuda, y la carta de respuesta del guardacostasEvan.s. En el mando americano hubo algunas discrepancias en torno a la ambivalencia entre eldespliegue del poder naval y la cnsolidacin en la tierra firme. Y qued deshecho el mito dela invencibilidad japonesa en la jungla. El motivo ms concreto de la eleccin de la isla fue impedir la construccin de un proyectado aerdromo japons. Claro que a su vez haba sido la situacin geogrfica la inspiradora de la eleccin de ste.22 40

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    ANTONIO LINA GE CONDEgeogrficas comunes. Pero durante unos cuantos meses, del 7 de agosto de1942 a marzo del ao siguiente, iba a ser el escenario de un genuino infierno.Debindonos fijar antes de nada en el significado que la situacin de esta isladel archipilago Salomn cobraba en todo este contexto. Sencillamente, queas como Nueva Guinea anticipaba, pese a su condicin islea, la posesin deun continente, Guadalcanal, aun siendo una isla igualmente, equivala alpunto de partida que, desde una operacin que la enconada resistencia de losinvadidos convirti en terrestre, llevara a la reconquista del inmenso mbitoocenico antes calendado.Dentro de la cual, la de la Micronesia, las islas Marshall y sobre todo lasMarianas concretamente, en febrero yen mayo y junio de 1943,fue a cual mscostosa. Desde el aeropuerto de Saipang se poda alcanzar directamente Tokyo.Y en la batalla llamada de las Marianas o del Mar de Filipinas se dio altraste con la flota japonesa, reconstruida un tanto despus de Midway. Observemos la generosa presencia de la toponimia hispana a lo ancho de todas estassingladuras, como un ritornello del verso de Fox, todo el ao cristiano bautiz el derrotero-cada virgen de Espaa tuvo su isla de ail. Mas, volviendo anuestro tema, no nos dice algo tal encarnizamiento por unas islas tan pequeas que por su tamao sin ms se design su conjunto?El asalto a la solitaria Iwo Jima, el 19 de febrero de 1945, sealaba ya elarchipilago nipn. El 23 de marzo fue el de Okinawa, en el Ryu Kyu. Lanecesidad de conquistar palmo a palmo sus terrenos ya no es de nuestraincumbencia. Lo cierto era que esas ltimas islas, aunque tenan el nombrechino de Lu-Chu y los antiguos emperadores chinos las consideraron parteintegrante de sus dominios, eran etnolgicamente japonesas, a pesar de estara mitad todava de camino entre Formosa y el sur del Japn. Y el acto finales conocido.En la ptica de la historia universal

    Ahora bien, ese protagonismo del mar en la segunda guerra, a la luz de laevolucin tenida lugar desde la primera, y que se manifest, cual impacto acual mas sintomtico de la tcnica, en la distinta concepcin que vimos en lasbatallas navales y en la misma configuracin de sus unidades, coincida con lagenuina unificacion planetaria de las comunicaciones, o silo preferimos conla consumacin plena de esa llamada economa-mundo que tuvo su primer eirresistible acto en 1492. Por nuestra parte sera petulante sacar ms consecuencias.Pero, a guisa de colofn, volviendo al arte de la guerra, la tecnificacinde nuestro mundo hadado tantos pasos desde 1945 que una conflagracintotal cual la que termin ese ao y en la que se utilizaron medios antes taninsospechados como el radar, se ha quedado muy anticuada en su gnero. Dela precisin en el manejo de ciertas armas (44) en las Malvinas a la falta de(44) Muy abundante es la bibliografa sobre las no convencionales y su paradjica limitacin convencional; por ejemplo, F. de Bordej y Morencos. Disuasin nuclear, (Madrid, 1989).

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    EN TORNO AL PAPEL DEL MAR EN LAS DOS GUERRAS MUNDIALESenfrentamiento fsico (45) en el Golfo (46), el panorama ha sido ya bien diverso. Otro ejemplo flagrante de cmo la historia militar sigue a la Historia sinms y la pertenece de pleno derecho. Pues no se ha definido al hombre denuestro tiempo cual un ente cableado, tan incomunicado con el vecino de surealidad inmediata como sabedor de las noticias de los rincones ms alejadosde su planeta e incluso de otros (47)?

    (45) Invitamos a la lectura del artculo de A. Tllez Molina, La Marina de guerra espaolafrente al desastre del 98: una aproximacin al testimonio de sus combatientes, Revista de Historia Naval 8, (1990, nm. 30), 39-49. Recapacitemos en la hodierna posibilidad, desde luegoforzosamente afectada en sus manifestaciones, de situaciones parejas.(46) J. L. Tato, La guerra en e/golfo Prsico. Ultimo diario analtico de operaciones,

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    REY DON FELIPE:PLANO DE UNA FUNDACINHISPANA EN EL ESTRECHODE MAGALLANES

    Jos Miguel BARROS FRANCOEmbajador de Chile en ParsAntecedentes generales

    Dentro de una intencin defensiva del espacio martimo espaol, despusque en 1578Francis Drake cruzara el estrecho de Magallanes y asolara las costas americanas, termin por imponerse la idea de que era necesario tomarmedidas para impedir o dificultar el paso de las naves extranjeras por esa vamartima (tal vez no sea innecesario sealar que el cabo de Hornos slo fuedescubierto en 1616).La necesidad de evitar una repeticin de la amenaza contra esa arcacerrada que haba sido el Mar del Sur convenci a Felipe II de la necesidadde resguardar aquel paso interocenico con dos fuertes que se erigieran juntoa l y pudieran vigilar el movimiento de quienes lo navegaren.El viaje que en octubre de 1579 desde El Callao y rumbo a Espaaemprendieron dos embarcaciones comandadas por Pedro Sarmiento deGamboa proporcion al Rey detallados antecedentes geogrficos de la reginaustral. El navegante haba hecho un esmerado reconocimiento de !a zona delos canales y de las caractersticas del estrecho descubierto sesenta aos antes.Todas sus observaciones se resumieron en un extenso documento cuyaentrega a Felipe II hizo el mismo Sarmiento, al trmino de ese viaje, poco despusdellegaraEspaa(1).A la prImitiva concepcin defensiva, Sarmiento de Gamboa agreg unaidea: la conveniencia de que las fortalezas tuvieran el apoyo de poblacionesque se establecieran junto a ellas. Con tal objeto se ofreci para reclutarpobladores. Su idea fue aceptada y en una gran flota, cuyo mando se confia Diego Flores de Valds, en 1581, sali hacia el sur de nuestro continente unreducido grupo humano encabezado por Sarmiento, a quien se haba otorgado el ttulo de gobernador y capitn general del estrecho de Magallanes yregiones comarcanas.Solamente dos aos y medio despus del zarpe y luego de muchas desventuras en tierra y mar, el pequeo contingente de hombres, mujeres y nioslogr llegar al estrecho y Sarmiento exigi que lo desembarcaran. Hizo una(1) El informe de Sarmiento lleva fecha 17 de agosto de 1580. Slo lleg a conocimientopblico en 1768:Viajes al Estrecho de Magallanes por el capitn Pedro Sarmiento de Gamboa,en los aos de 1579 y 1580,y Noticia de la Expedicin que despus lizo para poblarlo (Editadopor Toms de Iriarte, Imprenta Real de la Gazeta, Madrid).

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    Jos MIGUEL BARROS FRANCOsolemne toma de posesin, plantando la cruz que llevaba en el hombro y,cuando el capitn Gregorio de las Alas quiso que volviese a las naos, le repliccon palabras iluminadas que conmueven por sobre el tiempo:

    Seor capitn. A gloria de Dios, yo hasta hoy, mientras pudenunca desempar lo que una vez pisase en descubierto de Indias. Yohe plantado la cruz de Cristo en nombre del Rey nuestro seor, y nola desamparar, con el favor de Dios Nuestro Seor, mientras nohubiere quien me constria ms que agora. Vaya en buena hora. Yoespero en Dios que, cuando no hubiere ms que los que estamosaqu, sustentaremos la tierra con la gracia divina (2).Sarmiento qued en tierra, hizo bajar a los futuros pobladores y comenza instalarlos en la llanada lo mejor que pudo.se fue el inicio de su trgica empresa fundadora.El primer paso fue la fundacin de la ciudad Nombre de Jess, cerca de laboca oriental del estrecho, al pie de una barranca que nace en el cabo Vrgenes, en el norte de la punta que hoy se conoce como Dungeness. La solemnetoma de posesin y el establecimiento de la poblacin tuvieron lugar el 11 defebrero de 1584 (3).Era imperioso proseguir la empresa y adentrarse en el estrecho para fun

    dar y establecer el segundo de los fuertes con su poblacin adyacente.Fundacin de la ciudad Rey Don Felipe

    Con este objeto, desde Nombre de Jess se despach hacia el interior delestrecho la nave Santa Mara de Castro, que era la nica de que disponan. Susinstrucciones fueron navegar hasta unos puertos cercanos a la punta de SantaAna y esperar all a quienes iran por tierra.En seguida, e14 de marzo, el gobernador emprendi viaje con un centenarde hombres. Recibieron raciones de bizcocho para ocho das y poco ms deun cuartillo de vino, porque ya no lo haba sino para decir misa. As partieron, hacia las dos de la tarde del 7 de marzo, y marchando por la ribera nortedel estrecho y luego por la costa que corre en sentido norte-sur (borde oriental de la actual pennsula de Brunswick); tardaron casi tres semanas en llegara la zona en que se deseaba establecer la segunda poblacin. Haban recorrido ochenta leguas. Llegaron noventa y un hombres, con los cuales y los quehaban venido en la nave el grupo montaba a ciento cuarenta y tres bocas.El 25 de marzo de 1584se dieron los pasos de rigor necesarios para cimentar el dominio espaol sobre esas regiones. Sarmiento, teniendo en su mano

    (2) Pedro Sarmiento de Gamboa, Viajes al Estrecho de Magallanes (EMECE Ediciones, 5.A.,Buenos Aires). T. II, p. 132. En adelante mencionaremos esta obra como Viajes...(3) Ibd. T. II, p. 21.28 40

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    REY DON FELIPE: PLANO DE UNA FUNDACIN HISPANA...el estandarte real, tom solemne posesin de la tierra, montaas y llanos, tierra y mares, provincias y reinos, por Su Majestad el Rey y por la Corona deCastilla y de Len, sus herederos y sucesores. Se eligieron regidores, cabildoy alcaldes ordinarios y se traz la ciudad a la cual se dio el nombre de Rey DonFelipe.En el informe que Sarmiento remiti al Rey desde Pernambuco, seismeses despus, hizo una extensa relacin de los pasos dados en esa oportunidad:

    Y luego dijo que en nombre de la dicha Catlica Real Majestaddel Rey don Felipe nuestro seor, fundaba y fund en aquel mismositio una ciudad metropolitana, por cuenta de Su Majestad y para ly sus descendientes, a la cual nombr desde luego la ciudad del ReyDon Felipe. Y luego incontinenti arbol un rollo para la ejecucinde la justicia, sealando la plaza; nombr cabildo y regimiento y oficiales de repblica, los cuales eligieron dos alcaldes ordinarios anuales, el uno nombrado Simn Navarro y el otro Diego Fernndez. Yluego seal sitios para casas reales y de municin y de cabildo, crcel, hospital, cuadras, calles y casas de pobladores y para sementeras ... Lo que primero se hizo fue una capilla, en que se dijo misa elda de Pascua, con la respalda de piedra y barro de mampostera. Yluego, porque el invierno entraba, se acudi con mucha diligencia aedificar la casa real de municin y una casa de herrera en medio laplaza ... Cuadrse una plaza a cordel y escuadra, bastante conformeal sitio y para alguna gente ms de la que al presente haba, teniendorespeto a lo que ha de crecer la ciudad mediante Dios. Y en cadaesquina de la calle dos casas a nivel, con traza que yndose poblandola ciudad quede como aljedrs ... Hzose la casa de municiones,

    - muy grande y fuerte ... Entretanto que sta se haca, repartio Sar- miento las casas y solares de la planta... Hicironse dos puertas paracuando ventase el sudeste cerrar aqulla y abrir otra ... (4).Quedaba fundada la ciudad, con sus principales edificios pblicos, con unhospital y una casa franciscana. Se haba despejado el campo para sembrarhabas, nabos, hortalizas y trigo. El pueblo se haba cercado con una empalizada, construyndose adems un pequeo bastin para defender los dos puertos adyacentes.Sarmiento resolvi entonces regresar a Nombre de Jess; pero cuando lotena a la vista, se desencaden un gran temporal que ech la nave al Atlntico. Los vientos lo empujaron hasta el Brasil y nunca ms pudo juntarse con lospobladores y soldados que haba trado desde Espaa, cuya penosa historia

    ha quedado registrada en unos cuantos papeles (5). Slo uno de ellos, el sol-(4) Ibid. T. II, p. 54.(5) Vide nuestro trabajo Primer testimonio de Tom Hernndez, que transcribelo que

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    REY DON FELIPE: PLANO DE UNA FUNDA ClON HISPA NA...dado Tom Hernndez, logr volver al mundo de la civilizacin gracias alingls Thomas Cavendish, quien lo recogi cerca de la boca oriental del estreho, a principios de 1587, cuando con un puado de sobrevivientes recorrala costa en la esperanza de salvarse.Poco despus de este encuentro, Cavendish avanz en el estrecho y llega lo que restaba de la ciudad Rey Don Felipe. Impresionado por el espectculo de muerte y desolacin bautiz el sitio con el nombre de Port Famine(Puerto del Hambre). Es interesante transcribir textualmente las primerasimpresiones de los ingleses:

    Esta ciudad o pueblo tena cuatro fortines, y cada fortn unapieza de artillera enterrada en el suelo, con la curea al lado, descubierta. Las desenterramos y nos apoderamos de todas. Haban planeado muy bien su ciudad y la haban asentado en el mejor lugar delestrecho por la madera y el agua; haban construido ellos mismossus iglesias; tenan leyes muy severas, pues haban levantado unahorca en la que haban colgado a algunos de sus compaeros... Porotra parte, los indios caan a menudo sobre ellos, hasta que sus bastimentos se volvieron tan escasos (las provisiones que haban tradode Espaa estaban consumidas y no tenan medio de renovarlas)que murieron como perros en sus casas, y vestidos, y as los encontramos a nuestra llegada, hasta que finalmente el pueblo estuvoterriblemente inficionado por el hedor de la gente muerta; los queconservaron la vida se decidieron a enterrar las cosas que tenan allen el pueblo, bien para provisin o de equipo, y a abandonar el pueblo y seguir por la ribera del mar en busca de algn alimento que lessalvara de morir de hambre, sin llevar consigo nada ms que el arcabuz y su provisin, el que era capaz de llevarla (algunos no erancapaces de llevarla por su debilidad), y as vivieron por espacio deun ao y ms con races, hojas y en ocasiones alguna ave silvestreque lograban matar con sus armas (6). :1

    Ulteriores dudas sobre la posicin de la ciudadAndando el tiempo, el nombre de Puerto del Hambr qued aceptado;pero, en mapas y cartas nuticas, el topnimo se situ al sur de la punta deSanta Ana, en lo que hoy se conoce como bah de San Juan de la Posesin,habiendo debido quedar al norte de aqulla, Esto contribuy a que, pasadoslos siglos, surgieran dudas acerca del sitio en que realmente estuvo la ciudadRey Don Felipe.

    informeste o1dado, al escaparse de Cavendish, en 1587(Anales del Instituto de la Patagonia,Vol. IX, 1978).Tambin la declaracin que ci mismoHernndez prest en Lima ci 21 de marzode1620, publicada por Bernardo Iriarte en Espaa en 1768.(6) El admirable y prspero viaje del venerable maestre Thomas Cavendish, de Tronley...(En Viajes... T. 11,p. 367).Ao 1993

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    REY DON FELIPE: PLANO DE UNA FUNDACIN HISPANA...Solamente a medidos de este siglo, un explorador francs y un entusiastacnsul espaol en Punta Arenas lograron aproximarse a la determinacin dela sede exacta de la ciudad que fund Sarmiento en 1584. Gracias a sus traba

    jos se encontraron los restos de un muro de piedra y, estimndose que correspondan a los de la iglesia, fueron identificados en esa forma.Cuando personalmente visitamos el sitio, hace ya aos, llegamos a la conclusin de que, aunque las ruinas, as descubiertas remontaran a la poca deSarmiento, era muy imprbable que correspondieran a las de la iglesia. Enefecto, su situacin en el extremo de una puntilla desamparada nos llevaba acreer que correspondan ms bien al pequeo baluarte erigido en 1584 paradefender la nueva poblacin. As lo escribimos entonces (7).Con todo, perdurab.a el misterio acerca de la real ubicacin de Rey DonFelipe. Muchos estudiosos y nosotros mismos imaginbamos que la ciudadhaba estado al fondo del puerto de San Blas, caletita abrigada que est al surde la actual baha Carreras y que, por su apacibilidad, hasta el da de hoy espreferida por los pescadores.Esas dudas haban persistido; ahora un plano indito que hemos encontrado en Pars debe darles definitivo trmino, pues seala en forma precisa elsitio en que estuvo esa poblacin magallnica.Antecedentes histricos relativos al plano

    Para explicar cmo este documento fue a parar a Francia conviene recordar algunos hechos.Pedro Sarmiento de Gamboa sali de Brasil hacia Espaa, en busca desocorro para los pobladores del estrecho, el 22 de junio de 1586. Llevaba consigo muchos papeles de secretos de navegacin y descubrimientos, advertimientos y noticias, relaciones, procesos y probanzas tocantes a la jornada dlestrecho, especialmente un libro grande de descripciones en pintura y arte degeografa de las tierras de nuevo descubiertas y reconocidas, y derroteros porescripto. As lo recordara al Rey, en la relacin fechada en El Escorial a 15de septiembre de 1590.Cuando iba acercndose a Europa, cerca de las islas Aze,iieibarcacin fue atacada por naves inglesas pertenecientes a Walter Raleigh. Sarmiento, viendo que no poda escapar, ech al mar sus documentos para queno llegasen a manos del enemigo (8).Esto queda confirmado por el relato de esta accin que escribi JohnEvesham: cuando llegamos a distancia de tiro, arriamos nuestia bandera blanca e izamos la cruz de San Jorge, al ver la cual empezaron

    (7) En un artculo periodstico, dijimos: La simple observacin del terreno nos induce apensar, aun sin otros elementos, que lasruinas de piedra que hoy se tienen por/as de la iglesiasonlos restos de una obra de defensa. El ribazo en que ellas estn constituye una situacin idea/paraaquel baluarte que Sarmiento describe como caballerode la mar y de laciudad (La Prensa A usta/de Punta Arenas, 1 de abril de 1976).(8) Pedro Sarmiento de Gamboa. Viajes.... T. II, p. 166.Ao 1993 .

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    REY DON FELIPE: PLANO DE UNA FUNDACIN HISPANA...a huir lo ms rpido que pudieron. Pero toda su prisa.fue en vano,porque nuestros barcos eran ms veleros que el de ellos; por temorde esto empezaron a tirar al agua sus instrucciones y un pequeoenvoltorio con muchas cartasy el mapa de los Estrechos de Magallanes, e inmediatamente despus tomamos el barco, en el cual tomamos tambin a un caballero espaol llamado Pedro Sarmiento,gobernador de los Estrechos de Magallanes, al cual llevamos a Inglaterra con nosotros ylo presentamos a Nuestra Seora la Reina (9).

    Nos parece que la simple lectura de estas frases revela que los ingleseslograron apoderarse del pequeo envoltorio.Por otra fuente sabemos que, cuando Sarmiento fue dejado en libertadpor Isabel 1, su captor, Walter Raleigh, le devolvi los documentos que lehaban arrebatado al capturarle. As lb inform a Felipe 11el embajador espaol en Pars, don Bernardino de Mendoza, en un informe despachado desdePars.En efecto, el embajador Mendoza, que ya haba informado al Rey queyendo hacia Espaa, desde Francia, Sarmiento haba sido hecho prisioneropor los hugonotes, le deca en otro despacho que sus captores difundan queel preso llevaba gran cantidad de papeles y descripciones de puertos en pergamino de Inglaterra; pero que, en realidad eran las cartasde marear que llevabadel estrecho de Magallanes, y plantas de las ciudades que por orden de VuestraMajestad haba poblado en l, y/os papeles, las instrucciones que llevaba parael efecto, los cuales me mostr a m aqu, por habrselos tomado al prendellelos piratas ingleses y vuelto maestre Rale (10).Este informe comprueba que el 9 de diciembre de 1586, al ser detenidocuando se aproximaba a la frontera frano-espaola, Sarmiento llevaba con-.sigo numerosos papeles y entre ellos, para los que interesa a este trabajo, losplanos de las ciudades que haba fundado en el estrecho. Estos documentosle fueron arrebatados por sus captores (11).Como esos documentos nunca aparecieron, sobre la base de tales informaciones realizamos en los archivos franceses, a travs de los aos, investigaciones que resultaron infructuosas. As lo expresamos en nuestro discurso deincorporacin a la Academia Chilena de la Historia, en 1977.Sin embargo, en el tiempo transcurrido desde entonces nunca abandonamos la esperanza de que esos documentos se hallaran algn da: capturadosen Francia, exista la probabilidad de que all hubieran quedado, ocultos a losinvestigadores. Nuestra persistencia en la bsqueda dio finalmente resulta-

    (9) Citamos la traduccin que aparece en Viajes..., T. II, pp. 354-356(10) Carta cifrada de don Bernardino de Mendoza al Rey, fechada en Pars a 24 de enerode 1587 (Archivo General de Simancas, documentacin devuelta por Francia a ese archivo en1942: K. 1566 .(11) Cuando Pedro Sarmiento fue preso, le tomaron los pliegos que eran para VuestraMajestad y los papeles propios inform al rey el propio Sarmiento (Viajes..., T. II, p. 163).

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    fos MIGUEL BARROS FRANCOdos: en Pars, en la Biblioteca del Instituto de Francia, vinimos a descubrir laplanta de laiudad Rey Don Felipe (12).Dicho plano, cuya reproduccin fotogrfica acompaa a este artculo, seencuentra en un volumen de la Coleccin Godefroy, notable compilacindocumental que formaron en el siglo xvii Teodoro Godefroy y su hijo Denis,ambos historigrafos de Francia (13). Pensamos qu lleg all, con otra documentacin en espaol (entre otros, un breve derrotero para llegar al estrecho)que se conserva en el mismo volumen.Descripcin fsica del plano

    Sus dimensiones son: 46 cm por 36 cm.Lleva por ttulo:Ciudad del rey don Philipe la qualpoblo P. Sarmiento de Gamboa Gouber: y Capn Generl. del Estrecho de Magallanes por Su Maestd. el 25 maro1584.El papel en que est dibujada la planta tiene por filigrana un escudo coronado y una flor sobre la corona. Dentro del escudo hay una letra B. Al pie,se lee Nicols; en seguida, hay una palabra que no hemos logrado leer (14).

    Contenido del documentoComo puede verse en la ilustracin fotogrfica de este artculo, el planoproporciona los siguientes elementos descriptivos principales:a) Identifica como ensenada de la madera la baha que se encuentrainmediatamente a! sur de la punta de Santa Ana (hoy baha San Juan de laPosesin).b) Llama puerto muerto al ancn que est al norte de dicha punta y al surde la ciudad fundada en 1584 (15).

    (12) Dimos cuenta de este hallazgo en una publicacin periodstica (El Murciano, deSantiago de Chile, 6 de octubre de 1991).(13) Collection Godefroy (Vol. 68, titulado Mlanges concernant le co,nmerce et la navigation, folios 254-255). Las dimensiones del plano son 46 cm x 36cm.Agradeccmos la generosa y eficaz colaboracin que nos ha prestado Mme. Franois Dumas.Conservadora Jefa de la Biblioteca del Instituto, para tener acceso al estudio de este plano yobtener su reproduccin fotogrfica.(14) En C. M. Briquet, Les fihigranes Dictionnaire historique des marques du papier (Pars,1907), hemos encontrado unas filigranas anlogas a la que describimos. La ms parecida ala deeste plano corresponde a fines del siglo XVI.(15) Usamos los puntos cardinales verdaderos. Conviene advertir al respecto que, porcreerse entonces que todo el estrecho de Magallanes tena sentido este-oeste, el plano identificaerrneamente los puntos cardinales: levante (en vez de norte); poniente (en vez de sur); medioda (en lugar de este); y norte (en vez de oeste).36 40

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    REY DON FELIPE: PLANO DE UNA FUNDACIN HISPANA...c) Hace desembocar en dicho puerto muerto un riachuelo que describe en la siguiente forma: Ro de dondebebe el pueblo y se hade llevar en laplaza de la ciudad con facilidad por donde van estos puntos (en efecto, desde

    ese pequeo curso de aguas sale una lnea punteada que indica la desviacinque deba hacrsele para llevar el lquido hasta la plaza) (16).d) Junto a la empalizada que rodea la ciudad se lee hacia el oeste: Vallede buena madera por aqu se ha de extender la poblacin de esta ciudad conel favor de Dios.e) Identifica como ro de aguada otro riachuelo, al norte de la ciudad,que desemboca en elpuerto de San Blas. Acerca de este ltimo dice: Aqusurgen los navos.f) Identifica como punta de la Cruz la puntilla que enmarca por el norteel puerto de San Blas (hoy se conoce como punta Askew).g) indica la posicin del bastin que defiende el puerto y unos arrecifesal pie de l (17). En su sitio que al sur enfrenta el bastin se lee: Aqu sepuedehacer otro baluarte que guarde el puerto.h) La ciudad tiene una puerta que da hacia el mar y permite bajar a unbuen puerto de arena para desembarcar con bateles.i) En el centro de la ciudad se halla la plaza mayor, con un rbol dejusticia. All se indica: Hay en esta ciudad 114 hombres.j) Alponiente de una esquina de la plaza se ve la casa de cabildo.k) Todo el ngulo sur-poniente de la ciudad aparece destinado al convento de San Francisco (18).

    Aparte de lo anterior, deseamos enfatizar que el plano permite situar conabsoluta precisin el lugar en que estuvo Rey Don Felipe. Fue establecidoentre dos ribazos. En el del sur, que se describe como una loma diez estadosms alta que la ciudad, se halla el sitio reservado a las sementeras, abrigadodel viento. En el del norte, acerca del cual dice el plano que en l estn lascasas de municin ms alto que la plaza mayor tres brazas, estuvieron losmayores edificios de la ciudad.De oeste a este son los siguientes:1. La casa del capitn Jurez de Quiroga, a quien Sarmiento designcorregidor y alcalde mayor.2. Elhospital de la misericordia.3. Lacasa del sacerdote y la sacrista.(16) En nuestra ltima visita al lugar pudimos ver que ese riachuelo sigue corriendo ydesemboca, como en 1584, en el puerto muerto; es decir, la desviacin proyectada por Sar

    miento no lleg a realizarse.(17) Este es el baluarte cuyas ruinas se han tenido hasta ahora por las de la iglesia (ver laprecedente nota 7).(18) ...una casa de San Franciscoa un lado del pueblo... como informaba Sarmiento en sumencionada relacin de 15 de septiembre de 1590.Ao 1993

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    REY DON FELIPE: PLNO DE UNA FUNDACIN HISPANA...4. La Iglesia Mayor Santa Mara de la Anunciacin (19).5. La Casa Real donde estn las municiones bien altas. Luego de unalnea de separacin, se lee: Esta casa puede servir de fortaleza para

    sustentar el pueblo y defenderle.6. LaCasa de oficiales reales.En torno a la plaza se pueden ver numerados treinta y un solares que Sarmiento asign al fundar la ciudad, sealndose los nombres de los pobladoresy, en algunos casos, sus oficios.

    Posicin de la ciudad conforme a la toponimia. Actualmente en usoComo hemos dicho, el plano descubierto permite situar hoy, con absolutacerteza, el Sitioen que estuvo la ciudad Rey Don Felipe y los lugares que ocuparon sus construcciones.Resumamos, por lo tocante a la sede de la poblacin, la forma en que stase relaciona con la toponimia moderna.Yendo de norte a sur por la costa de la pennsula de Brunswick, a unos cincuenta kilmetros de Punta Arenas, se encuentra la punta Carreras con loscaractersticos arrecifes Georgia. Sigue la baha Carreras. Viene luego puntaAskew. Al sur de ella est el puerto de San Blas, que es una caleta donde hoy

    suelen los pescadores anclar sus embarcaciones. Inmediatamente despus,entre el ribazo en cuyo extremo se hallan las ruinas que hoy se conocen comode la iglesia y aqul que le sigue, se encuentra la explanada en que Sarmientofund Rey Don Felipe.Al sur de ella se halla el puerto muerto a que alude el plano. Este es elltimo de los ancones que estn inmediatamente al norte de la punta SantaAna. Al sur de esta punta se encuentra la baha San Juan de la Posesin que,a veces, errneamente se ha identificado como Puerto del Hambre.Eplogo

    Nos parece casi superfluo destacar la importancia del documento quehemos descrito. Dentro de la historia urbana del Chile actual, es el plano msantiguo que se conozca. Asimismo, como hemos expresado, proporcionaexactos antecedentes sobre la estructura de una de las ciudades magallnicasdel siglo xvi.Por todo esto, aunque exceda el marco estricto de este artculo, deseamosconcluirlo con la misma sugerencia que formulamos al revelar la existenciadel plano que se conserva en la Biblioteca del Instituto de Francia.(19) Como en tantos otros puntos, esto coincide exactamente con la descripcin que hizoSarmiento al Rey, en la relacin que le envi desde Pernambuco el 18 de septiembre de 1584:Arrimado a la iglesiaedific el gobernador casapara los religiosos,y junto con ella traz hospitalde la misericordia (transcrita en ViajesT. II, p. 57).

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    jos MIGUEL BARROS FRANCOExpresamos en octubre de 1991:

    Parece esencial tomar desde ahora mismo medidas de resguardo para proteger este importante sitio arqueolgico, con elobjeto de evitar eventuales depredaciones o excavaciones clandestinas.A fin de realizar excavaciones cientficamente orientadas, seraaconsejable despejar la pequea explanada en que estuvo la ciudad.Hoy se hallan en ella algunas cabaas de veraneo que fcilmentepodran trasladarse a la hermosa caletita que se halla unos pocosmetros ms al sur. No sera difcil, tampoco, volver a levantar laempalizada de 1584, para aislar y proteger el sitio y para permitirque los especialistas regionales, bajo la tuicin, por ejemplo, delInstituto de la Patagonia, efectuaran los delicados trabajos de excavacin necesarios para recuperar el material que all puede estarsepultado: cermica, armas, monedas, instrumentos de navegacino de labranza, etc.Con todo el material que se encontrare y con el que ya se hadesenterrado cerca de las ruinas de la casamata podra montarse allmismo un pequeo museo que recordara a Pedro Sarmiento deGamboa y a los pobladores que le siguieron en la arriesgada aventura de establecerse en esas desoladas regiones.El 17 de julio de 1992 se cumplirn cuatro siglos desde la muertede Pedro Sarmiento de Gamboa. Cun justo sera que, con esa ocasin, en el sitio mismo en que l so crear la ciudad Rey Don Felipe, se inaugurara un monumento recordatorio de este heroicoesfuerzo espaol de 1584, esfuerzo que la joven Repblica de Chilelogr llevar adelante a mediados del siglo xix, bajo el gobierno delgeneral don Manuel Bulnes! (20).

    Ojal este llamado no caiga en el vaco!

    (20) Nuestro artculo mencionado en la precedente nota 12.40 40

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    LOSCOLEGIOSDEPILOTOS,LA ACADEMIADEGUARDIAMARINASY OTROSCENTROSDOCENTESDE LAARMADA

    Jos M. BLANCA CARLIERComandante de intendencia de la Armada (E. C.)HistoriadorAntecedentes

    Las primeras Ordenanzas de la Casa de Contratacin de Sevilla fueronexpedidas por los Reyes Catlicos en Alcal de Henares el 20 de enero de1503, dictndose posteriormente algunas normas complementarias a medidaque las necesidades de su creciente desarrollo lo iba demandando. Entre susactividades se contaba una escuela de navegantes, centro de cultura geogrfica, que lleg a ser considerado como el ms importante de la poca en Europa. Adems de primeras letras e instruccin marinera, afamados maestrosenseaban en sus aulas cosmografa, navegacin, cartografa, artillera yotras materias. Sus enseanzas tenan carcter terico prctico y su riquezacartogrfica era muy apreciada. Fernando el Catlico dedic gran atencin aeste centro solicitando la colaboracin de los ms prestigiosos marinos de lapoca, como Juan Daz Sols, Vicente Yez Pinzn, Juan de la Cosa y Amrico Vespucio. El cargo de piloto mayor era de gran importancia y gozaba degrandes prerrogativas. Durante los exmenes, presididos por l, a los pilotosque hacan la ruta de Indias los asistentes podan hacer preguntas a los examinandos. Carlos 1 y Felipe II reorganizaron la Casa de Contratacin ampliandosus enseanzas a medida que se intensificaba el comercio y la salida de emigrantes para Amrica y hasta contrataron algunos sabios y cosmgrafosextranjeros, al objeto de que enseasen a los marinos espaoles los adelantosconseguidos en otros pases en el arte de navegar. La Casa de Contratacinexpedira ttulos de pilotos hasta 1607.Los cmitres o capitanes de mar de Sevilla tenan, desde mediados delsiglo xv, en la calle Betis, del barrio de Triana, un hospital con capilla paramarinos enfermos y convalecientes.Por cdula de Felipe II, de 22 de marzo de 1569, la cofrada de Mareantesadquiere el carcter de universidad, agrupando a cuantos hacan la carrera deIndias: armadores, capitanes, pilotos y grumetes. En 1573 abren al culto unaiglesia para la que Juan de Oviedo restaura la imagen de su titular: NuestraSeora del Buen Aire cuya devocin proceda de Cagliari (Cerdea).Las reglas de su cofrada se dictaron el 13 de marzo de 1561. La imagen de laVirgen llevaba al Nio en la mano izquierda y una carabela en la derecha. EnAo 1993

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    JOS MARIA BLANCA CARLIERaquella poca los marinos tambin se acogan a la proteccin de otros santos,como San Pedro y San Andrs.Hasta la creacin, por Patio, de la Academia de Guardiamarinas en1717, los futuros oficiales de la Marina Militar procedan bien del colegio dePilotos de San Telmo de Sevilla, donde tambin aprendan disciplinas militares, bien de la Escuela de Cadetes de Galeras de Cartagena, llamados guardias de estandarte, o tambin de escuelas navales extranjeras. El ministrofrancs Juan Bautista Colbert crea en 1669la Compagnie des Gardes Marins,disuelta dos aos despus. En 1683 se establecen tres nuevas compaas enBrest, Rochefort y Toln, cuyas enseanzas cientficas estuvieron a cargo delos jesuitas hasta la expulsin de stos.En 1563 la Compaa de Jess abre una escuela en sus locales de la calleCompaa de Cdiz. Las enseanzas que impartan eran: filosofa, matemticas, fortificaciones, navegacin, astronoma, cosmografa, comercio ypilotaje. El profesorado era de reconocida competencia, pero la academia fuecerrada en 1688. En el cabildo municipal, de 1 de abril de 1717, se dio a conocer un escrito de la Compaa de Jess solicitando restablecer las clases yrecabando asignacin para las mismas. Su apertura fue autorizada quedandoms tarde la academia bajo patronato real. El mismo mes de su apertura secre la Academia de Guardiamarinas en el barrio del Ppulo, poniendo losjesuitas algunos reparos al funcionamiento de la misma. Debido a la expulsin de los religiosos en 10 de abril de 1767, la academia fue definitivamenteclausurdas.Colegio de pilotos de San Telmo de Sevilla

    La idea de fundar un colegio de pilotos en Sevilla fue de Fernando Coln,hijo del descubridor del Nuevo Mundo, que en 1539 dirigi a Felipe 11 unescrito sugirindole la creacin de un centro de esta clase en el siticrde losHmeros, junto a la Puerta Real, en el antiguo barrio de pescadores, dondelos rabes haban tenido un astillero, y ms tarde, en el siglo xix, existi elcolegio de San Laureano; pero la muerte de Fernando dej sin realizar el proyecto.Tendra que transcurrir casi un siglo hasta que Felipe III, en virtud de unacdula de 21 de abril de 1607, encominda al duque de Medina Sidonia,capitn general del mar Ocano, la creacin de un establecimiento para la ensefianza nutica que sirviera tambin de asilo a hurfanos pobres de gente demar. En l se formaran los futuros oficiales de la marina comercial y de lacarrera de Indias. El levantamiento y tutela del centro se encomend a la universidad de Mareantes de Sevilla. Sin embargo, por dificultades de la Hacienda, la idea slo qued en proyecto.En 1627 la Casa de Contratacin pide a la universidad de Mareantes lafundacin del colegio. El 6 de diciembre de 1628, una cdula de Felipe IVordena al presidente de la Casa de Contratacin que la fundacin del semina42 40

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    LOS COLEGIOS DE PILOTOS, LA ACADEMIA DE GUARDIAMARINAS YOTROS...rio para hurfanos se instale en la calle Betis, del barrio de Triana, donde sehallaba la Casa de los Mareantes. En aquella poca esta resolucin tena granimportancia, pues debido a la escasez de pilotos se contrataba a extranjeros,a los que, por lo general, se pagaba un sueldo ms elevado que los que se satisfaca a los nacionales. .A este respecto las ordenanzas de 24 de.enero de 1633detallaban las obligaciones de los capitanes, maestres, contramaestres y guardianes de los galeones-de la Armada, especificando que no se les despidieraen ningn tiempo si no fuera por causas justas. La escasez de este personalse agudiz por el desastre de Guetaria d 1638, contratndose a pilotosextranjeros para que se hiciesen cargo de unos galeones que deban zarpar deFlandes con rumbo a Espaa.En 1635 la universidad informaba a Felipe IV que, segn lo ordenado, elcolegio se levantara junto al hospital de Mareantes; sin embargo, por diversas causas, las gestions volveran a quedar interrumpidas.En 1638 el Rey dispuso que los 8.000 ducados para fondos del futuro colegio se aplicasen al despacho de galeones para las Indias, y en 1647el permisode las toneladas concedidas a la fundacin se aplic a la construccin de bajeles. En este estado de cosas, en 29 de abril de 1665, el Consejo de Indias anno saba con qu fondos contaba para la creacin del seminario. Por fin