tuberculosis escuela
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TUBERCULOSIS EN LA ESCUELATRANSCRIPT
“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria”
INSTITUCION EDUCATIVA EMBLEMATICA
LA TBC
CURSO : BIOLOGIA
PROFESORA : KLEMER
ALUMNO : MARLENI ZEVALLOS PINEDO
GRADO : 4° SECC. “E”
PUCALLPA – PERÚ2013
LA TUBERCULOSIS
1. CONCEPTO
La tuberculosis (TB) es una infección producida por una bacteria de la
familia de las micobacterias;
principalmente,Mycobacterium
tuberculosis (aunque hay otras micobacterias que pueden producir la
enfermedad:Mycobacterium africanum, M. bovis, M. canetti, y M.
microti). Habitualmente provoca tos, fiebre, expectoración, en ocasiones con
sangre, cansancio e incluso pérdida de peso.
La tuberculosis también es conocida como bacilo de Koch, en referencia a
su forma alargada y a su descubridor, Robert Koch, que consiguió, en 1882,
aislar la bacteria de las flemas expulsadas por los pacientes con síntomas
similares. De esta forma, pudo demostrar que era contagiosa y, separando
a estos pacientes de las personas sanas (la conocida cuarentena) se
impedía la diseminación de la bacteria.
Hablar de tuberculosis hoy en día nos retrotrae a tiempos pasados, pero,
aunque se trata de una infección prevenible, es todavía la segunda
enfermedad infecciosa más importante a nivel mundial (tras el SIDA) y una
de las que más muertes produce, a pesar de los adelantos en el diagnóstico
y la eficacia de los tratamientos. Según datos de la Organización Mundial de
la Salud (OMS), se calcula que en 2011 enfermaron de tuberculosis 8,7
millones de personas -500.000 eran niños-, de los cuales murieron como
consecuencia de la enfermedad 1,4 millones de personas. La mayoría de
estas cifras corresponden a países poco desarrollados y de economía
pobre.
Es poco probable contraer la bacteria -se registra una media de 15,4 casos
nuevos por 100.000 habitantes y año, según el informe de 2012 de la OMS
y la ECDC (European Centre for Disease Control)-, pero, aun así,
cualquiera es susceptible de ser contagiado. De hecho, los últimos datos
publicados por la Red de Vigilancia Epidemiológica de España, reflejan que
en 2010 se notificaron 7.089 casos de tuberculosis respiratoria, aunque si
se tienen en cuenta los no notificados la cifra puede superar los 12.000. De
esta manera, la tuberculosis se sitúa como la tercera enfermedad de
declaración obligatoria en incidencia, sólo superada por la gripe y la
varicela.
2. HISTORIA DE LA TBC
La historia de la tuberculosis es un tema
apasionante. En pocas enfermedades es
posible documentar su estrecha relación
con la Historia de la propia humanidad
como en la que nos ocupa.
Existen evidencias paleológicas de
tuberculosis vertebral en restos neolíticos
precolombinos, así como en momias
egipcias que datan aproximadamente del
año 2400 a.C.
Quizá la primera "cita bibliográfica" que
podemos hallar en relación a ella se
encuentre en los libros de El Antiguo
Testamento, donde se hace referencia a
la enfermedad consuntiva que afectó al pueblo judío durante su estancia
en Egipto, tradicional zona de gran prevalencia de enfermedad.
En Europa se convirtió en un problema grave en el momento en que el
hacinamiento en los medios urbanos asociado con la Revolución Industrial
generó circunstancias epidemiológicas que favorecieron su propagación. En
los siglos XVII y XVIII la TB fue responsable de una cuarta parte de todas
las muertes en adultos que se produjeron en el continente europeo (la
palabra tuberculosis ha sido uno de los grandes "tabúes" en la historia de
la cultura occidental).
El médico inglés Benjamín Martenl en, en su obra A New Theory of The
Comsumption fue el primero en aventurar que la causa de la tuberculosis
podría ser una "diminuta criatura viviente", que, una vez en el organismo,
podría generar los signos y síntomas de la enfermedad.
Fue Robert Koch, en 1882, al utilizar una nueva técnica de tinción, el
primero que por fin pudo ver al "enemigo oculto". En el año 1895 Wilhelm
Konrad von Rontgen descubre la radiación que lleva su nombre, con lo que
la evolución de la enfermedad podía ser observada.
Con el conocimiento del agente causante y el mecanismo de transmisión
proliferó la aparición de los famosos sanatorios, con los que se buscaba,
por un lado, aislar a los enfermos de la población general interrumpiendo la
cadena de transmisión de la enfermedad, y por otro, ayudar al proceso de
curación con la buena alimentación y el reposo.
Pero no fue hasta 1944, en plena II Guerra Mundial, con la demostración de
la eficacia de la estreptomicina, cuando comienza la era moderna de la
tuberculosis, en la que el curso de la enfermedad podía ser cambiado. En el
año 1952 tiene lugar el desarrollo de un agente mucho más eficaz: la
isoniacida. Ello hace que la tuberculosis se convierta en una enfermedad
curable en la mayoría de los casos.
La rifampicina, en la década de los 60, hizo que los regímenes terapéuticos
se acortaran de una forma significativa.
Se produjo un descenso progresivo de casos hasta mediados de los 80, en
los que la irrupción del sida, la inmigración desde países en los que la
enfermedad es muy prevalente (no hay que olvidar que la TB es un
problema global de la humanidad, de difícil solución con medidas de
"fronteras adentro"), la formación de bolsas de pobreza y situaciones de
hacinamiento, el impacto en los adictos a drogas por vía parenteral, junto
con la escasez de recursos sanitarios, han hecho de la TB un problema
creciente, con la adquisición y propagación epidémica de nuevos casos.
Todo ello ha llevado a una adherencia deficiente de los enfermos a los
tratamientos, con la aparición y diseminación de cepas resistentes a los
medicamentos. Parece que el futuro pasa por el desarrollo de nuevos
fármacos, pero sobre todo, y principalmente, por aumentar fondos
para programas de control como se comenta en el siguiente apartado.
3. COMO NACION LA TUBERCULOSIS
Un grupo internacional de investigadores dirigido por Sebastien Gagneux,
del Instituto Tropical y Salud Pública de Suiza (Swiss TPH), ha identificado
el origen de la tuberculosis (TB) en el tiempo y en el espacio. Con la
secuenciación del genoma completo de 259 cepas de «Mycobacterium
tuberculosis» recogidas en diferentes partes del mundo, determinaron el
pedigrí genético de los errores mortales, descubriendo que la micobacteria
de la tuberculosis se originó hace al menos 70.000 años en África.
Los autores de esta investigación, cuyos resultados publica este domingo la
revista «Nature Genetics», compararon los árboles evolutivos
genéticos de micobacterias y seres humanos y, para su sorpresa, los
árboles filogenéticos de los
seres humanos y las
bacterias de TB mostraron un
juego muy igualado. «El
camino evolutivo de los
humanos y las bacterias de
la tuberculosis muestra
sorprendentes similitudes»,
afirma Sebastien Gagneux.
Esto apunta fuertemente a
una estrecha relación entre
los dos, durante decenas de
miles de años.
Los seres humanos y las bacterias de TB no sólo han surgido en la misma
región del mundo, sino que también han emigrado fuera de África juntos y
se han expandido por todo el mundo, ya que elcomportamiento migratorio
de los humanos modernos acompañados de cambios en el estilo de vida
ha creado condiciones favorables para una enfermedad cada vez más
mortal. «Vemos que la diversidad de las bacterias de la tuberculosis se ha
incrementado notablemente en las poblaciones humanas que se
expandieron», dice el biólogo Gagneux.
La expansión humana en la Transición Demográfica Neolítica (END) llevó a
la combinación de nuevos estilos de vida humanos en grupos más grandes
y con estructuras de las aldeas que pueden haber creado las condiciones
la transmisión eficiente de la enfermedad entre humanos, sugiere
Gagneux, quien agrega que también así pudo haber aumentado la
virulencia de las bacterias con el tiempo.
Una de las enfermedades más mortales
Los resultados indican además que la tuberculosis es poco probable que
haya pasado de los animales domésticos a los seres humanos, como se ha
visto en otras enfermedades infecciosas. «Simplemente, porque la
micobacteria de la tuberculosis se remonta a mucho tiempo antes de que
los humanos empezaron a domesticar a los animales», dice. La tuberculosis
sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortales de los
seres humanos, matando al 50 por ciento de las personas
infectadas cuando se deja sin tratar. Incluso hoy en día, la tuberculosis
causa entre uno y dos millones de muertes cada año , principalmente en los
países en desarrollo.
La multirresistencia a los fármacos es una amenaza cada vez mayor en la
lucha contra la enfermedad. Se necesitan urgentemente nuevos
medicamentos y vacunas para luchar contra esta enfermedad relacionada
con la pobreza. Multirresistente contra los tratamientos de primera línea es
una amenaza cada vez mayor en muchos países, por lo que la exploración
de los patrones evolutivos de la bacteria de la TB puede ayudar a predecir
futuros patrones de la patología y contribuir en un futuro a descubrir
fármacos y diseñar mejores estrategias de control de enfermedades.
4. COMO SE CONTAGIA LA TUBERCULOSIS
La tuberculosis es una
enfermedad pulmonar
contagiosa que se trasmite por
el aire. Cuando las personas
enfermas de tuberculosis
tosen, estornudan, hablan o
escupen, lanzan al aire
microorganismos, conocidos
como bacilos de la tuberculosis. Basta con inhalar unos pocos bacilos
para resultar infectado. No obstante, no todas las personas infectadas
con bacilos de la tuberculosis enferman. El sistema inmunitario mata los
bacilos de la tuberculosis, o bien los “aísla”, pudiendo éstos mantenerse
en estado latente durante años. Si el sistema inmunitario no logra
controlar la infección por los bacilos de la tuberculosis, éstos se
multiplican, produciendo la forma activa de la enfermedad y dañando al
organismo. Si no recibe tratamiento, cada persona con tuberculosis
infecciosa transmitirá los microorganismos patógenos a unas 10 a 15
personas cada año.
Los bacilos de la tuberculosis infectan a una persona cada segundo
en todo el mundo.
Un tercio de la población mundial está actualmente infectada de
tuberculosis.
Del 5% al 10% de las personas infectadas de tuberculosis desarrollan
la forma activa de la enfermedad.
Cuando se determina (mediante examen con microscopio de la
presencia de bacilos en una muestra de esputo) que una persona tiene
tuberculosis infecciosa, debe iniciarse un tratamiento completo con la
dosis correcta de medicamentos antituberculosos, con el apoyo de
personal de los servicios de salud o comunitarios o de voluntarios
capacitados. Los medicamentos antituberculosos más comunes son
isoniazid, rifampicina, pirazinamida y etambutol.
La supervisión del tratamiento ayuda a garantizar que las personas
infectadas completan el tratamiento farmacológico hasta curar la
tuberculosis y evitar su transmisión ulterior. El tratamiento debe
continuarse de forma regular e ininterrumpida durante seis a ocho
meses. El método recomendado internacionalmente para el control de la
tuberculosis es la estrategia DOTS, una estrategia de salud pública
eficaz para detectar y curar a las personas con tuberculosis. La
estrategia evitará millones de casos y de muertes por tuberculosis
durante la década próxima.
5. COMO SE PREVIENE LA TUBERCULOSIS
Todos los entornos médicos necesitan contar con un programa de control
de infecciones diseñado para asegurar una detección rápida, precauciones
contra gérmenes aerotransportados y tratamiento de personas con
enfermedad de tuberculosis probable o confirmada. Para que tenga eficacia,
el programa de control de infecciones por tuberculosis debe poner énfasis
en lograr estos tres objetivos.
En todos los entornos médicos,
particularmente donde hay
personas con alto riesgo de
exposición, se deben elaborar
normas y procedimientos para el
control de la tuberculosis y revisar
y evaluar periódicamente su
eficacia para determinar las acciones necesarias que minimicen el riesgo de
transmisión de tuberculosis.
Qué hacer si ha estado expuesto a la tuberculosis
Si usted cree que ha estado expuesto a una persona enferma de
tuberculosis, consulte a su médico o a su departamento de salud local para
que le hagan una prueba cutánea de la tuberculina o un análisis de sangre
para detectar la tuberculosis. No se olvide de decirle al doctor o a la
enfermera cuándo estuvo con la persona enferma de tuberculosis.
Más información: Qué hacer si ha estado expuesto a la tuberculosis
Prevención para que la infección de tuberculosis latente no derive en
tuberculosis activa
Muchas personas con la infección de tuberculosis latente nunca llegan a
tener la enfermedad de tuberculosis. Pero algunas personas que tienen la
infección de tuberculosis latente tienen más probabilidad que otras de que
se les active la enfermedad de tuberculosis. Entre las personas en alto
riesgo de presentar la enfermedad de tuberculosis figuran:
las personas con la infección por el VIH
las personas que se infectaron por las bacterias de la tuberculosis en los
últimos 2 años
los bebés y los niños pequeños
las personas que se inyectan drogas ilegales
las personas que tienen otras enfermedades que debilitan el sistema
inmunitario
los ancianos
las personas que en el pasado no recibieron el tratamiento adecuado
para la tuberculosis
Si usted tiene infección de tuberculosis latente y pertenece a uno de estos
grupos de alto riesgo, necesita tomar sus medicamentos para prevenir la
enfermedad de tuberculosis. A esto se le llama tratamiento para la infección
de tuberculosis latente. Existen varias opciones de tratamiento. Usted y su
proveedor de atención médica deben decidir el mejor tratamiento para
usted. Si toma su medicamento de acuerdo a las instrucciones de su
médico o enfermera, puede evitar la enfermedad de tuberculosis. Debido a
que hay menos bacterias de tuberculosis en una persona con la infección
de tuberculosis latente, su tratamiento es mucho más fácil que el de una
persona con la enfermedad de tuberculosis. Una persona con la
enfermedad de tuberculosis tiene una gran cantidad de bacterias de
tuberculosis en el cuerpo. Se necesitan varios medicamentos para tratar la
enfermedad de tuberculosis.
Prevención de exposición a la tuberculosis durante los viajes al extranjero
Los viajeros deben evitar el contacto cercano o prolongado con pacientes
que se sabe tienen tuberculosis en espacios cerrados donde hay un gran
número de personas (por ejemplo, clínicas, hospitales, prisiones o
albergues para personas sin hogar).
Los viajeros que van a trabajar en clínicas, hospitales y otros entornos
médicos donde hay la probabilidad de encontrar pacientes con tuberculosis
deben consultar con los expertos para el control de infecciones o de salud
ocupacional. Estos viajeros deben preguntar sobre los procedimientos
administrativos y ambientales existentes para prevenir la exposición a la
tuberculosis. Una vez implementados estos controles se pueden adoptar
otras medidas, como el uso de equipos individuales de protección
respiratoria.
6. CUAL ES SU CURACION DE LA TBC
Esquemas de tratamiento recomendados
En la actualidad, hay 10 medicamentos aprobados por la Administración
de Drogas y Alimentos de los EE. UU. (FDA) para el tratamiento
antituberculosis. De estos, los medicamentos de primera elección que son
básicos en todo tratamiento contra la tuberculosis son:
isoniazida (INH)
rifampicina (RIF)
etambutol (EMB)
pirazinamida (PZA)
Tabla 1. Esquemas básicos de tratamiento de la enfermedad de
tuberculosis
Esquema preferido
Esquema alternativoEsquema alternativo
Fase inicialINH, RIF, PZA y EMB* diarios por 56 dosis (8 semanas)
Fase inicialINH, RIF, PZA EMB* diarios por 14 dosis (2 semanas), luego dos veces por semana por 12 dosis (6 semanas)
Fase inicialINH, RIF, PZA y EMB* 3 veces por semana por 24 dosis (8 semanas)
Fase de continuaciónINH y RIF diariamente por 126 dosis (18 semanas) oINH y RIF 2 veces por semana por 36 dosis (18 semanas)
Fase de continuaciónINH y RIF dos veces por semana por 36 dosis (18 semanas)
Fase de continuaciónINH y RIF tres veces por semana por 54 dosis (18 semanas)
Se puede descontinuar el EMB
si los estudios de sensibilidad a
los fármacos muestran
sensibilidad a los medicamentos
de primera línea.
Nota: Se puede usar una fase
de continuación que consiste de
INH/rifapentina una vez a la
semana para los pacientes que
no tienen el VIH cuyas radiografías de tórax no muestran lesiones
cavernosas y tienen baciloscopias negativas al finalizar la fase inicial del
tratamiento.
Fase de continuaci ón del tratamiento
La fase de continuación del tratamiento se administra por 4 o 7 meses. La
fase de continuación de 4 meses se debe usar en la gran mayoría de los
pacientes. La fase de continuación de 7 meses solo se recomienda para 3
grupos: pacientes con tuberculosis pulmonar con lesiones cavernosas
causada por microbios sensibles a medicamentos y cuyo cultivo de
esputo al finalizar los 2 meses del tratamiento dé resultados positivos;
pacientes cuya fase inicial de tratamiento no incluyó PZA y pacientes que
reciben tratamiento una vez a la semana con INH y rifapentina y cuyo
cultivo de esputo al finalizar la fase inicial de resultado positivo.
Finalización del tratamiento
La finalización del tratamiento se determina por el número de dosis
tomadas durante un periodo específico de tiempo. Los esquemas de
tratamiento básicos contra la tuberculosis se aplican de manera
generalizada, pero se deben hacer modificaciones bajo circunstancias
especiales (p. ej., infección por el VIH, resistencia a los medicamentos,
embarazo o tratamiento en niños).
Tratamiento para tuberculosis resistente a los medicamentos
La tuberculosis resistente a los medicamentos es causada por bacterias
de tuberculosis que son resistentes a por lo menos un fármaco
antituberculoso de primera línea. La tuberculosis multirresistente (MDR
TB) es resistente a más de un fármaco antituberculoso y por lo menos a la
isoniazida (INH) y rifampicina (RIF).
Es muy complicado tratar y curar la tuberculosis resistente a los
medicamentos. La administración inadecuada de medicamentos puede
poner en peligro la vida del paciente. La tuberculosis resistente a los
medicamentos debe ser tratada bajo la supervisión cercana de un experto
en la enfermedad.
La resistencia al fármaco se comprueba mediante una prueba de
sensibilidad a los medicamentos. Sin embargo, debido a que las pruebas
pueden tomar semanas, se debe empezar el tratamiento con un esquema
empírico con base en las recomendaciones de los expertos, tan pronto
haya indicios de enfermedad de tuberculosis resistente a los
medicamentos. Una vez que se conozcan los resultados de la prueba, se
debe ajustar el esquema de acuerdo a los resultados. Se debe vigilar de
cerca a los pacientes durante el tratamiento. La terapia de observación
directa (DOT, por sus siglas en inglés) se debe usar siempre en el
tratamiento de la tuberculosis resistente a los fármacos para garantizar su
cumplimiento.
7. PERSONAJES DE LA ANTIGÜEDAD DE LA TBC
No pretendo presentar una historia detallada de la tuberculosis, sino hacer
notar que esta enfermedad antiquísima afectó a personajes distinguidos con
enorme trascendencia en la historia de la Humanidad, ya sea en la ciencia,
en el arte, en la literatura, en la religión, etc. En otras palabras, si la
tuberculosis ha causado y sigue causando estragos en el género humano,
de preferencia en la población de escasos recursos, por lo que se le llama
«la enfermedad de la pobreza», debemos tener en cuenta también que al
atacar a personajes ilustres que figuran en mi relato y que serán señalados
brevemente, sin pretender hacer una biografía detallada de cada uno ni
tampoco mencionar a todos los conocidos porque sería tarea inacabable,
nos hace recordar que esta enfermedad no respeta ni a ricos ni a pobres, ni
a sabios ni a ignorantes. Queremos presentar solamente una pequeña
muestra; por tanto, considérese este trabajo como una relación
pormenorizada de algunos tuberculosos ilustres. En algunos casos
citaremos personajes famosos que si bien no fueron tuberculosos dejaron
hitos bien marcados en la historia de la enfermedad contribuyendo a su
conocimiento, y a la mejor manera de combatirla y controlarla.
1. Los albores
Hipócrates.- Imposible dejar de citarlo. Si bien pareciera que no fue
tuberculoso, el ilustre médico de Cos contribuyó enormemente al
conocimiento de la enfermedad. Creó la palabra «tisis» que quiere decir
consunción y describió tan bien la enfermedad que hasta nuestros días nos
han llegado sus alcances semiológicos al describir «la facies hipocrática»,
«el temperamento héctico», la fiebre vespertina o «fiebre héctica». También
nos ha legado tantas otras cosas que solamente me limito a citar uno de
sus famosos aforismos:
«la vida es corta, el arte es largo, la ocasión fugitiva, la experiencia
engañadora, el juicio difícil. Es necesario hacer lo que conviene para el bien
y que nosotros mismos, el enfermo y los que lo rodean se percaten de ello».
Para qué citar el juramento hipocrático, compromiso de honor del médico.
2. La Edad Media
Calificada tal vez injustamente como oscurantista, nos da la ocasión de citar
tres acontecimientos:
a) Las pinturas del extraordinario Sandro Botticelli en una de las cuales, «La
primavera», ha reproducido con gran fidelidad la facies héctica y febril de su
amante, la bella Simonetta Vespucci, conocida tuberculosa florentina.
Igualmente la veremos reproducida con las mismas características en «El
nacimiento de Venus».
b) Traemos a esta relación dos reyes de Francia: Carlos IX que fue el que
ordenó la matanza de los hugonotes en la famosa noche de San Bartolomé
(1572). Carlos IX murió con empiema pleural y tuberculosis pulmonar. Y el
otro rey que si bien no fue tuberculoso pero merecía serlo por sus pocos
hábitos de higiene, ya que olía a ajo a la distancia, fue el buen rey Enrique
IV, que tocaba escrófulas de los tuberculosos ganglionares, los que por
centenas con-currían al palacio real el día señalado y recibían el toque con
las palabras sacramentales «el rey te toca, Dios te cura».
3. Época más reciente
En la que se llama Edad Moderna, citamos a otro Rey de Francia, Luis XIII,
el Justo, hijo de Enrique IV y que murió a los 32 años atacado por la peste
blanca. De manera que su resentida salud hizo que dejase la dirección del
reino a su ministro Armando Du Plessis, cardenal de Richelieu, el verdadero
conductor de Francia. El otro personaje de esa época es Jean-Baptiste
Poquelin, llamado Molière, el gran comediógrafo francés de la época de
Luis XIV, quien tenía una aversión congénita a los médicos, como consta en
sus obras de teatro, y que como
actor hubo de morir en escena
con una hemoptisis fulminante al
interpretar «El enfermo
imaginario».
Pasamos una centena de años
para citar, al término de la
Revolución Francesa, al médico
Xavier Bichat, creador de la
Patología General y que moriría
de meningitis tuberculosa.
Luego, ya en pleno siglo XIX, aparece la figura de Teófilo Jacinto Laënnec,
el más ilustre de los clínicos de la tisiología y que moriría de tuberculosis
pagando así con su vida su afán de estudio de
la enfermedad; fue el inventor de la auscultación
mediata por intermedio del estetoscopio. Creó el
método anátomo-clínico según el cual
comprobaba en el cadáver los hallazgos
auscultatorios en vida. Y así, examinando
numerosos tuberculosos en el Hospital Necker,
pudo describir la variedad de soplos pulmonares
y los diferentes tipos de estertores.
Todo este trabajo lo llevó a la muerte en plena
juventud en 1826. Un hospital de París donde funciona la cátedra de
Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias lleva su nombre. Tuvimos la
oportunidad de trabajar ahí entre los años 1951 - 1953. Es el antiguo
Hospicio de Incurables, con arquitectura del Siglo XVII, y está situado en la
calle de Sèvres no lejos del Hospital Necker donde trabajó el gran Laennec.
Veamos ahora un artista. Por la misma época tenemos la figura de Frédéric
Chopin, el genial músico polaco que murió en la plaza Vendôme de París
teniendo en sus últimos días una hemoptisis verdaderamente copiosa.
Contemporáneo de los anteriores tenemos otro ilustre: Napoleón II, el
aguilucho, hijo de Napoleón el Grande. Este príncipe muere muy joven de
tuberculosis sufriendo la rigidez del control de su abuelo, el emperador
Francisco José y la desatención de su madre, la emperatriz María Luisa.
Vivió con tanta tristeza el aguilucho que se cita las palabras que pronunció
en sus últimos días «mi vida ha sido un gran paréntesis, se abre con mi
nacimiento y se cierra con mi muerte».
Y ahora una tuberculosa que representa un símbolo para los que
padecieron y padecen «la enfermedad de la languidez» como se llamaba en
el siglo XIX. Nos estamos refiriendo a Alfonsina Plessis inmortalizada por
uno de sus amantes, Alejandro Dumas hijo, en su novela La Dama de las
Camelias, donde es Margarita Gautier, y por Puccini en su famosa ópera La
Boheme, donde encarna a la pobre Mimí. Alfonsina murió a los 23 años y se
encuentra enterrada en el Cementerio del Norte, llamado de Montmartre en
París. Esta tumba la hemos visitado muchas veces como homenaje y
recuerdo respetuoso a tantas «Margaritas» que murieron de tuberculosis y a
las que tuvimos oportunidad de asistir cuando trabajamos en el Sanatorio
Olavegoya de Jauja en los años 1942 al 1950.
El gran músico Paganini fue otro de los tuberculosos geniales del siglo XIX.
El célebre Niccolò murió muy joven, al igual que su compatriota el dulce
Leopardi, autor de:
«La tempestad ha terminado
en el país renace la calma...»
entre tantas poesías que escribió.
Con esta enfermedad de la languidez también murió la bella Paulina de
Beaumont, amante de Chateaubriand cuando estuvo de Embajador de
Francia en Roma.
Siendo poeta tenía que tocarle el turno a un español, y es así como figura
en nuestra lista Gustavo Adolfo Bécquer, el autor de las «Rimas» y
«Cuentos y Leyendas», entre otros y al cual, igual que a Chopin, las
hemoptisis lo arrebataron a la literatura.
Vengamos un poco a América y aquí encontramos en el siglo XIX al genial
tuberculoso y paladín de la Independencia, libertador de cinco Repúblicas,
don Simón Bolívar, el gran venezolano quien debía morir de la enfermedad
en la quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta.
Intercalemos algunos hitos históricos de la enfermedad. En 1869 Jean A.
Villemin demuestra que la tuberculosis es inoculable, es decir, contagiosa,
transmisible. Por los mismos años o poco antes Boehmer y Dettweiller
crean los primeros sanatorios para tuberculosos en Alemania; en 1882
Robert Koch descubre el bacilo productor de la enfermedad e inclusive lo
cultiva y prepara la tuberculina antigua.
Carlo Forlanini introduce el método del neumotórax artificial en el
tratamiento de la enfermedad en 1892, primer método activo de terapia de
esta dolencia. Sir Robert Phillip crea en Edimburgo hacia 1889 el primer
Dispensario Antituberculoso seguido en 1902 por Calmette que inaugura el
primer Dispensario francés en Lille. Finaliza el siglo, en este aspecto, con el
descubrimiento de los Rayos X por Konrad Roentgen en 1895 lo que fue un
gran avance en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.
Volvamos a nuestros tuberculosos y citemos a Anton Chejov (1860 -1904)
médico y literato que solía exclamar: «La medicina es mi esposa, la
literatura mi amante; cuando me canso de una me voy a acostar con la
otra».
Iniciamos el presente siglo citando a otro tuberculoso de nota como fue
Máximo Gorki, autor de «La madre» y precursor de la Revolución Rusa de
1917.
Citamos también a Thomas Mann, famoso escritor, quien en su novela La
Montaña Mágica describe la vida un tanto displicente y hasta muy social de
los Sanatorios de Suiza. En cambio Axel Munthe, tuberculoso de verdad,
nos debía brindar por esos años su hermosa obra El libro de Saint Michel,
cuya acción se desarrolla en la hermosa Anacapri, bella isla al lado de la
idílica Capri, frente a Nápoles.
Intercalamos aquí otros hitos de la historia de la enfermedad. Y así citamos
a Calmette con su descubrimiento de la vacuna antituberculosa BCG (bacilo
Calmette-Guerin); a Von Pirquet creador de la cutireacción a la tuberculina
que Koch había preparado en la creencia que sería eficaz en el tratamiento
de la enfermedad; a Mantoux que debería crear la intradermorrección en
vez de la cutireacción; a Weill Hallé que en 1921 aplicó por primera vez la
vacuna BCG en el ser humano y finalmente a Waksman, el descubridor de
la estreptomicina en 1944, primer antibiótico eficaz contra la peste blanca.
Para completar la serie de tuberculosos extranjeros citamos a Bernadete
Soubirous, la santa Bernadette que si bien murió en 1879, prácticamente
pertenece al siglo XX por haber fomentado, con sus milagros, las
peregrinaciones a la Gruta de Lourdes.
Aunque parezca chocante la proximidad de la cita, no olvidamos a Corinne
Luchaire, actriz del cine francés, de brillante porvenir, muerta muy joven en
1950 de una tuberculosis después de sucesivas recaídas mal tratadas.
En nuestro territorio, pese a la
existencia de la tuberculosis en el
Antiguo Perú y su aumento durante
la Colonia, no sabemos de
personajes célebres de esa época,
salvo que queramos creer en la
tradición popular. Una de éstas narra
que el Inca Tupa Yupanqui, atacado por la enfermedad, eligió a Jauja para
descansar y reponerse, lo que daría origen a la fama de esta ciudad en el
tratamiento de la tuberculosis.
Durante la Colonia es evidente que Isabel Flores de Oliva, nuestra Santa
Rosa de Lima y de las Américas padeció de la enfermedad. No en balde es
patrona de los tuberculosos y el Día del Tisiólogo se celebra el 30 de
agosto, día de la santa. Es patrona además de la policía y de las
enfermeras. El cuadro pintado por Medoro en 1617, que muestra a Santa
Rosa muerta, nos orienta en ese sentido.
En el siglo XIX, entre tantos enfermos famosos en el Perú, citamos a don
Manuel Pardo, futuro Presidente de la República, quien recobró la salud
gracias a su permanencia en Jauja. También citamos a Juan M. Byron,
médico de la Promoción 1885, que muere muy joven de tuberculosis en
Estados Unidos en el curso de sus estudios en Bacteriología, víctima de
una inoculación accidental.
Luego, ya en este siglo, abundan los personajes, pero solamente citamos a
tres: con toda verosimilitud, Felipe Pinglo, el gran bardo criollo que falleciera
un 15 de mayo de 1936 en la Sala de Santo Toribio del Hospital Dos de
Mayo. Al famoso Pinglo
pudimos apreciarlo en n
uestra niñez en los Barrios
Altos, ya que le gustaba
mucho el fútbol en la
legendaria cancha «Buenos
Aires», aunque cojeaba
ligeramente. La segunda
persona que citamos es
Alejandro Villanueva, el gran «Manguera», ídolo de las multitudes y baluarte
del Alianza Lima, amante del fútbol al extremo de jugar en canchas de
barrio antes que hacerlo en el Estadio Nacional. A Villanueva lo vimos en
sus últimos días en su lecho de enfermo, en la sala Santa Rosa del Hospital
Dos de Mayo, en 1944.