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CAPITULO II MARCO TEORICO

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CAPITULO II

MARCO TEORICO

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CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

El presente capítulo contiene los antecedentes de la investigación,

más las bases teóricas relacionadas con las variables Estilo de pensamiento

y Actitud hacia la formación científica, las cuales se desarrollan con base a

las teorías de diversos autores conocedores del área. De igual manera, se

presenta el sistema de variables, donde se indica la definición conceptual y

operacional de las variables objeto de estudio.

1. Antecedentes de la investigación

A fin de recopilar información importante sobre estudios previos

realizados en relación con las variables estudiadas, Estilo de pensamiento y

Actitud hacia la formación científica, se describen los siguientes

antecedentes. En primer lugar, sobre la variable Estilo de pensamiento, se

encontraron los siguientes antecedentes:

El trabajo doctoral de Borré (2008) titulado “Estilos de pensamiento y

las estrategias didácticas y metodológicas de educación física” tuvo como

propósito determinar la relación entre los estilos de pensamiento y las

estrategias didácticas-metodológicas utilizadas por el docente de educación

física de las Escuelas Básicas de la I y II etapa del Municipio Escolar

Maracaibo 04. 20

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El mismo, se apoyó en teóricos como Hermann en Gardié (2001),

Salas (2004), Vidal (1998), Padrón (2000), Peirce (2006), entre otros. El

diseño metodológico utilizado fue de campo bajo el paradigma positivista, de

tipo correlacional-explicativa, no experimental transeccional, la población por

su parte, fue seleccionada en su totalidad constituyéndose así en censo

población conformada por 75 docentes de Educación Física.

Para la recolección de información, se aplicaron dos instrumentos, un

test estandarizado denominado Diagnóstico Integral de Dominancia Cerebral

(DIDC), destinado a medir los estilos de pensamiento, y un cuestionario para

la variable estrategias didácticas metodológicas de educación física, el

primero de estos, no fue sometido a validez por su condición de

estandarización, su confiabilidad por el método Alfa de Cronbach arrojó un

índice de 0,99, obtenido a través de una prueba piloto aplicada a 12 sujetos

con características similares pertenecientes al Municipio escolar San

Francisco, proceso este realizado junto al segundo el cual fue validado por

siete expertos, quienes consideraron su pertinencia, con 0,75 de índice

confiabilidad.

En cuanto al tratamiento estadístico seleccionado se centró en la

aplicación de la estadística descriptiva a través de frecuencias y porcentajes

y medidas de tendencia central, para el cálculo de la relación se construyó

una matriz de correlaciones pearsonianas, cuyo índice de -0,12, permitió

llegar a la conclusión que no existe ninguna estrategia que tenga asociación

significativa con los estilos de pensamiento del docente de educación física.

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Refiere la autora de esta investigación que hablar de cambios, a nivel

de la docencia, implica una reforma fundamental en el diseño curricular, esto

traduce, que hay que empezar a ver y a pensar la educación desde otra

perspectiva, del que aprende, y no del que enseña, lo que supone una

evolución a nivel del pensamiento; por ello, la escuela debe utilizar

estrategias a partir de teorías orientadas a aprender con todo el cerebro.

Finalmente, en este se produjeron conclusiones, entre las cuales se señalan

la consecución del propósito de la investigación, y se hicieron las

recomendaciones pertinentes atinentes a la mejora de los estilos de

pensamiento a través de programas de formación.

Esta investigación representa un aporte a este estudio, ya que se

desarrolla la variable Estilo de pensamiento, similar a la seleccionada en este

trabajo investigativo, por lo cual fue posible su análisis para la clarificación de

dudas y el logro de la estructuración del estudio en las dimensiones y los

indicadores que, en definitiva, fueron escogidos para su examen y

conformación de resultados.

De igual manera, Soto (2007) realizó un trabajo doctoral en la

Universidad Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE) titulado “Gerencia de Vida

Laboral: Estilos de Pensamiento y Psicocompetitividad del Líder Directivo”.

Este estudio tuvo como finalidad analizar la gerencia de vida laboral del líder

- directivo partiendo desde su psico-competitividad y estilos de pensamiento,

en las Universidades Nacionales Experimentales.

Esta investigación se enmarca en la modalidad de tipo descriptiva,

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apoyada en un diseño no experimental, de campo, donde se tomó la

población total de 66 sujetos líderes directivos, de las universidades

nacionales experimentales, UNEFA y UNERMB, ubicadas en las ciudades de

Maracaibo y Cabimas, utilizándose un censo poblacional, a los cuales se les

aplicó el instrumento tipo cuestionario diseñado en una primera versión con

83 ítems, en escala con cinco (5) alternativas de respuestas, los cuales

fueron validados a través del juicio de once expertos, la confiabilidad se

realizó por medio del coeficiente Alfa de Cronbach, obteniendo como

resultado 0.98.

Por otra parte, los datos recolectados en esta investigación se

procesaron a través del programa estadístico SPSS 10.0, versión en

español, analizándolos con estadística descriptiva, presentándolos en tablas

con valores de frecuencias absolutas y porcentajes. Entre los resultados se

destacan, la urgente necesidad de implementar un programa de formación

gerencial donde los líderes logren transformarse y manejar estrategias para

mejorar su calidad de vida laboral y sus entornos.

Asimismo, las conclusiones subrayan que la mayoría de los líderes -

directivos de las universidades nacionales experimentales se plegan a las

metas cuantitativas, alta tendencia al hacer más que al ser, afectando así su

salud, la psico-competitividad para el liderazgo, el equilibrio biopsicosocial, y

por ende el clima organizacional.

Este estudio se convierte en un aporte significativo a esta

investigación ya que se manejaron criterios diversos relacionados con la

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variable Estilo de pensamiento, desarrollando teorías que engloban aspectos

fundamentales de la temática, incluyendo dimensiones e indicadores que

fueron seleccionados en este trabajo.

Asimismo, en cuanto a la variable Actitud hacia la formación científica,

se localizaron los siguientes antecedentes: En primer lugar, Cañizalez (2009)

presentó un trabajo doctoral en la URBE titulado “Del proceso de formación

permanente del docente a la praxis científica de la educación. Una

perspectiva cualitativa de innovación”. Esta investigación consistió en

presentar una reflexión que llevara a una propuesta de trabajo mediante el

desarrollo de un proceso de formación permanente para los docentes, los

cuales son responsables de aplicar las reformas educativas, planteadas por

las tendencias curriculares actuales en Hispanoamérica y con repercusión

inobjetable en Venezuela.

En tal sentido, las interrogantes que se plantean en el proceso

investigativo son: ¿Qué estrategias de formación permanente del docente se

han aplicado en la III etapa de la U.E. Colegio Bellas Artes y a través de que

vías han sido orientadas hacia la construcción científica del trabajo docente?

¿La investigación cualitativa será verdaderamente una vía de transformación

de la praxis educativa y del currículo en la III Etapa de Básica? ¿Qué

estructura organizativa y conceptual se puede crear para generar los

lineamientos teóricos metodológicos que fundamenten científicamente el

proceso de formación permanente en los docentes de la III etapa de E.

Básica del Colegio Bellas Artes?

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Estas interrogantes orientaron los ejes de la investigación y

constituyeron fundamento de análisis en ese trabajo. Se estableció un tipo de

investigación cualitativa, debido a que puede ser capaz de estudiar en

profundidad una propuesta orientadora en materia de formación docente, que

se corresponda con las realidades circunscritas a las dinámicas propias del

medio educativo, con características profundamente humanas, con un

enfoque constructivista, que permita crear una teoría que pueda ser aplicada

a una realidad concreta, muy cambiante, que contribuya, haga aportes

significativos a la educación en la ciudad.

Igualmente la propuesta presentada responde a los criterios de la

construcción del conocimiento a través de equipos de docentes que

desarrollen líneas de investigación tendientes a profundizar las áreas de

aprendizaje, la interdisciplinariedad y el desarrollo de procesos de innovación

a través de la aplicación de las Tecnologías de información y comunicación.

Este estudio se convierte en un referente teórico importante a esta

investigación, ya que desarrolla aspectos fundamentales que reflejan la

observancia que deben hacer las ins tituciones educativas sobre la formación

científica del personal; de lo cual puede derivar la necesaria actitud hacia la

investigación, pudiendo ejecutar proyectos novedosos que implementen la

gestión del cambio en educación. Asimismo, las teorías aportadas sirvieron

de análisis de la temática planteada.

Finalmente, Sánchez (2001) realizó un trabajo titulado “Factores que

generan actitud científica en el docente universitario del contexto de

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postgrado. Modelo explicativo”, tuvo como propósito explicar los factores que

generan actitud científica, la misma busca ofrecer ideas que ayuden a

incrementar el cuerpo de teorías que estudian los procesos investigativos

como un hecho cognitivo, aquel relacionado con el sistema disposicional del

sujeto hacia los procesos de producción de conocimientos científicos en

contexto de postgrado, con miras a contribuir con información que sirva de

plataforma en la formulación de políticas y programas tendentes a la

formación de investigadores.

El objetivo se logró bajo una orientación epistemológica racionalista

deductivo, iniciada con la formulación de tres hipótesis teóricas que

permitieron asociar los hechos observacionales tomados en contextos de

postgrados a través de la aplicación de la técnica de la entrevista a 22

informantes clave, con las teorías sustantivas seleccionadas: Teoría de la

Acción General y de la Investigación, complementadas con aquellas

relacionadas al Sistema Organizacional y Personal, que al vincularse al

problema formulado, mediante razonamientos progresivos, se generaron

ideas, que luego se sistematizaron en un modelo teórico de generación de

actitud científica.

Este estudio representa un aporte a este trabajo ya que su desarrollo

permitió examinar las teorías compiladas, el análisis realizado, los aportes

personales de la investigadora, la sistematización de la temática en sus

dimensiones e indicadores, y la metodología empleada, todo lo cual sirvió de

referente conceptual importante para la estructuración de este estudio.

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2. Bases teóricas

Toda investigación requiere recopilar información que permita

contrastar los diferentes enfoques planteados, contribuyendo, de alguna

manera, a dar fundamento al estudio en proceso y a la generación de

conocimiento suficiente que aporte insumo teórico a la temática tratada. En

este sentido, para el desarrollo de las variables en estudio, Estilo de

pensamiento y Actitud hacia la formación científica, se analizan a

continuación una serie de teorías vinculadas a la temática propuesta, dada

su pertinencia y relevancia, separando tales variables en las dimensiones e

indicadores seleccionados por la investigadora, para un mejor desarrollo del

estudio que se realiza.

2.1. ESTILO DE PENSAMIENTO

La definición de pensamiento se ha planteado desde muchos ámbitos:

filosófico, psicológico, pedagógico, biológico, médico y por muchos

investigadores de otras ramas del saber pero todas coinciden en que es un

proceso característico de la especie humana desde el cual se generan

aprendizajes y se construyen conocimientos de todos los niveles, desde el

común hasta el científico. Se entiende también por pensamiento, en el

criterio de Niegel Cross (1991), como las diferentes maneras tipológicas

particulares que tiene el ser humano para recibir, almacenar, procesar y

confrontar la información y acercarse al conocimiento.

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Sin embargo, para establecer una definición conceptual de estilo de

pensamiento, es conveniente reconocer que este tiene una base biológica y

otra cultural. En primera instancia, se reconoce que todos los individuos se

acercan a los objetos de aprendizaje y se relacionan con el mundo de

diferentes maneras, como lo define Cross (1991), lo que configura en el

sujeto un patrón o estilo particular, es la forma como se perciben los eventos

e ideas que afectan positiva o negativamente el proceso de aprendizaje.

Además, se muestra el pensamiento como la manera de ser en lo

social, lo laboral, la toma de decisiones y el trabajo en equipo, como lo refiere

Hederich (2004), lo que confirma que el estilo de pensamiento es la manera

preferida de dar respuesta a la información y a las situaciones que a diario se

presentan, lo que lo hace relativamente permanente y que no cambia de

manera frecuente.

Estas maneras preferentes de responder a la información y situaciones

del contexto, son generalmente inconscientes y se asumen por el sujeto

como parte de su propia naturaleza. Lo que explica el por qué es difícil que

una persona pase de un estilo de pensamiento a otro si previamente no ha

reconocido, no ha hecho consciente la manera como responde y resuelve las

situaciones que se le presentan.

Ahora bien, los estilos de pensamiento, al igual que las capacidades, no

son condiciones que vienen desde el nacimiento. Son, en gran parte, una

función mediada por el ambiente y susceptibles de ser desarrollados cuando

las condiciones son favorables para ello. Es más, un sujeto con determinada

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proclividad en una situación particular, puede optar por otra en una situación

diferente. O, algunos individuos pueden tener un estilo de pensamiento

favorito en un periodo de su vida y adoptar otro estilo en una etapa diferente

de su desarrollo, como lo expresa Prieto y Hervás (2000), esto indica que los

estilos son fluidos, no estáticos.

Se hace referencia a estilos cognitivos, expresión empleada

inicialmente por Gordon Allport (1977) para referirse a la forma habitual de

una persona para resolver problemas, pensar, recibir y recuperar información

memorizada. Desde entonces se han sucedido diferentes definiciones e

interpretaciones consecuentes. Pero, a juicio de la investigadora, se podría

equiparar este concepto con el de estilos de pensamiento, por la

consideración de que aquellos reflejan el modo como una persona piensa, de

acuerdo a los señalamientos de Aparicio y Sánchez-López (1999).

De la misma manera lo refieren Carretero (2008) aludiendo a los estilos

de pensamiento nombrados, Riding y Rayner (1998) quienes igualmente los

describen como maneras de pensar del individuo que les lleva a la toma de

decisiones; Witkin, (1969), quien relaciona el conocimiento como desarrollo

del pensamiento y Cross (1991), quien habla de la cognición, como

asimilación del saber que lleva a un entendimiento, derivado, por supuesto,

del razonamiento propio del pensamiento del sujeto.

Ahora bien, en esta investigación se estudia el estilo de pensamiento

desde la perspectiva de la Teoría del autogobierno mental de Robert

Sternberg (1999), quien afirma para este autogobierno mental algunas

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funciones, formas, niveles, los cuales se profundizan seguidamente con la

finalidad de dar respuesta a los objetivos específicos formulados en este

trabajo investigativo.

Es así que se asume la teoría de Robert Sternberg (1999), teórico que

emplea la metáfora del autogobierno mental para explicar el funcionamiento

intelectual y la diversidad de estilos de pensamiento. Como punto de partida,

es menester mencionar que para Sternberg (1999), un estilo es una manera

de pensar. No es una aptitud, sino una forma preferida de emplear las

aptitudes con las que se cuenta. Es fundamental establecer una clara

distinción entre estilo y aptitud. La aptitud hace referencia a lo bien que

alguien puede hacer algo. El estilo, por su parte, se refiere a cómo le gusta a

alguien hacer algo.

Si bien las aptitudes ocupan el interés de los psicólogos dada su

importancia para el éxito profesional, laboral, social, las aptitudes no lo es

todo, ni lo pueden ser; pues es claro el papel que juega el estilo de

pensamiento, es decir, la forma en que las personas prefieren pensar. De

ello se infiere que el éxito o fracaso en la vida no depende simplemente de lo

bien que se piensa, sino también de cómo se piensa. Un estilo de

pensamiento es una manera característica de pensar. Su comprensión ayuda

a entender mejor la forma de actuar de los sujetos, por qué algunas personas

encajan con algunas actividades y no con otras, e incluso por qué encajan

con unas personas y no con otras.

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2.1.1. Funciones del autogobierno mental

Al igual que desde la concepción de Estado, la mente desempeña tres

funciones: ejecutiva, legislativa y judicial. Así lo plantea la teoría del

autogobierno mental de Sternberg (1999), donde se afirma que la función del

poder legislativo es la imaginación, la creación, la formulación y la

planificación de políticas y leyes. La función ejecutiva se encarga de

materializar y cumplir las iniciativas, políticas y leyes, creadas por el

legislativo, es decir, se refiere a la puesta en práctica y al hacer. Y

finalmente, el poder judicial se refiere al enjuiciamiento, la comparación,

evalúa si las leyes se aplican o cumplen correctamente. De esta misma

forma, las personas necesitan realizar estas funciones en su pensamiento y

en su trabajo.

2.1.1.1. Legislativa

La función del poder legislativo es la imaginación, la creación, la

formulación y la planificación de políticas y leyes, según los planteamientos

de Sternberg (1999). Las personas legislativas prefieren hacer las cosas a

su modo; les gusta abordar independientemente un tópico dado, decidir por

sí mismas que harán, cómo lo harán, establecer sus propias reglas, prefieren

los problemas que no estén estructurados o planteados de antemano.

Asimismo, las personas con este estilo de pensamiento legislativo

prefieren desarrollar actividades que impliquen creatividad, innovación y

autonomía, como creación literaria, diseño de proyectos innovadores,

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creación de nuevos sistemas o modelos educativos, gerenciales,

tecnológicos, empresariales, etc. En tal sentido, se podrían identificar

algunos oficios, ocupaciones o profesiones acordes o que encajan con la

tendencia legislativa, ejemplo: científico, escritores, artistas, arquitectos,

ingenieros, chef.

El estilo legislativo es especialmente favorable para la creatividad.

Pero infortunadamente las personas con este estilo de pensamiento suelen

ser desalentadas, incomprendidas e incluso, discriminadas. Ello se evidencia

cuando en la clase de ciencias se le exige al estudiante que memorice

fórmulas y datos, siendo que los científicos casi nunca tienen que memorizar

nada, sencillamente consultan en los textos aquello que no recuerdan.

2.1.1.2. Ejecutiva

La función ejecutiva se encarga de materializar y cumplir las iniciativas,

políticas y leyes, creadas por el legislativo, es decir, se refiere a la puesta en

práctica y al hacer, según los señalamientos de Sternberg (1999). Es decir, a

las personas ejecutivas les gusta seguir reglas, pautas y protocolos.

De igual manera, prefieren los problemas estructurados y planteados

anticipadamente por otros; son muy competentes cumpliendo encargos,

órdenes o instrucciones, hacen lo que se les dice y en la mayoría de los

casos de buen agrado. Además, tienden a evaluarse a sí mismas de la

misma forma que seguramente los evalúa el sistema del cual hacen parte.

Por ello, son valorados tanto en el contexto de la enseñanza como en

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el del trabajo. Es muy probable que un niño o adulto con un estilo ejecutivo

rinda bien en la escuela o su trabajo, cosa que no suele ocurrir con las

personas de estilo legislativo, quienes son más propensos a ser catalogados

como inconformistas y hasta rebeldes.

Entre las actividades que, prefieren realizar los pensadores ejecutivos

está: resolver problemas matemáticos ya dados, dar conferencias. Algunos

oficios, ocupaciones o profesiones que pueden encajar con este tipo de

personas son ciertos tipos de abogados, policías, constructores, militares,

secretarias, aperadores de maquinaria, enfermeras y auxiliares

administrativos.

2.1.1.3. Judicial

Finalmente, el poder judicial se refiere al enjuiciamiento, la

comparación, evalúa si las leyes se aplican o cumplen correctamente. De

esta misma forma, las personas necesitan realizar estas funciones en su

pensamiento y en su trabajo, según lo expresa Sternberg (1999). A las

personas judiciales, entonces, les gusta evaluar permanentemente reglas y

procedimientos, prefieren problemas donde se analicen y evalúen cosas e

ideas ya existentes.

A estas personas les gustan actividades como escribir ensayos críticos,

dar opiniones, juzgar a las personas y evaluar su trabajo, criticar programas

educativos o de televisión, evaluar estrategias pedagógicas y de mercadeo.

Algunas de las ocupaciones, oficios o profesiones que encajan con este tipo

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de personas son jueces, crítico de arte, evaluador de programas, asesor,

interventor, docente.

2.1.2. Formas del autogobierno mental

Una manera de comprender los estilos de pensamiento es estudiarlos

desde la teoría de autogobierno mental creada por Sternberg (1997), la cual

sugiere que las formas de gobierno que se conocen en el mundo no son

fortuitas, sino que son expresiones de las formas de pensar de las personas,

son el reflejo de la mente. De la misma manera que las funciones de

autogobierno mental se asemejan a las diferentes ramas del gobierno, las

formas del autogobierno mental son similares a las formas como son:

monárquica, jerárquica, oligárquica y anárquica, las cuales, basadas en la

teoría de Sternberg (1999), se profundizan seguidamente.

2.1.2.1. Monárquica

En la forma de autogobierno monárquica se da el predominio de un

objetivo o forma de hacer las cosas, como lo expone Sternberg (1999); es

decir, las personas se proponen una sola motivación a la vez, lo que los hace

intolerantes con otros puntos de vista y otras prioridades. Los de

pensamiento monárquico, se enamoran de lo que hacen y se dedican a su

pasión. Ejemplo de ello, son Freud, Einstein, Picasso, connotados y

reconocidos artistas y creadores.

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2.1.2.2. Jerárquica

La forma jerárquica acepta diversos objetivos, organizados de acuerdo

al nivel de prioridad, según los planteamientos de Sternberg (1999). Las

personas con este estilo se sienten cómodos abordando múltiples objetivos,

reconocen que no todos los objetivos pueden lograrse bien en todos los

casos, y que algunos objetivos son más significativos que otros, lo que les

permite mantener un enfoque equilibrado de los problemas; son personas

que se caracterizan por tener un buen sentido de las prioridades y ser

sistemáticos en su manera de dar resolución a los problemas.

2.1.2.3. Oligárquica

En cuanto a la forma oligárquica, acepta múltiples objetivos, pero todos

en el mismo nivel de importancia. El no establecer prioridades y no disponer

de suficientes pruebas para decidir, lleva a que se presente rivalidad entre

las metas, conforme lo señalado por Sternberg (1999). Las personas que

presentan este estilo son buenas encontrando enfoques concurrentes en la

solución de problemas, son flexibles, tolerantes y pueden ver muchas caras a

un mismo problema.

2.1.2.4. Anárquica

Para las personas con un estilo de pensamiento anárquico, adoptan un

enfoque aleatorio de los problemas, lo que las muestra como personas

confusas, asistemáticas, contradictorias, impredecibles y poco claras en sus

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metas. Así lo plantea Sternberg (1999), quien afirma igualmente que estos

sujetos tienen dificultades para acatar normas, procedimientos y directrices,

lo que los expone a adoptar conductas desadaptadas o marginales.

Asimismo, las personas con este estilo de pensamiento tienden a

desenvolverse mejor cuando las tareas y las situaciones no están

estructuradas, cuando no hay procedimientos claros a seguir o cuando los

problemas que se abordan son más fácilmente solucionables a través de

introspecciones positivas que significan un distanciamiento de las

mentalidades establecidas.

2.1.3. Niveles del autogobierno mental

El gobierno funciona a diferentes niveles, esto es, federal, nacional,

departamental o estatal, municipal. En términos generales, conforme las

bases de la teoría de Sternberg (1999), se pueden distinguir entre niveles

más globales y niveles más locales, a lo que corresponde dos aspectos del

autogobierno mental.

Cabe referir en este punto lo relativo al ámbito del autogobierno mental

que expone el autor mencionado. Tal como sucede en el gobierno, los

autogobiernos mentales deben abordar asuntos internos y externos. Las

personas con un estilo más interno tienden a ser introvertidas, reservadas,

poco sociable y poco sensible a los demás; prefieren su mundo emocional

interno, lo que los lleva a huir de las sensaciones fuertes y preferir trabajar a

solas que en grupo.

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Por el contrario, las personas que son externas tienden a ser

extrovertidas, abiertas, orientados a la gente, socialmente sensibles ante los

acontecimientos negativos que suceden a su alrededor; prefieren trabajar

con los demás porque son más creativos cuando están en grupo que cuando

están en solitario.

2.1.3.1. Global

Una persona de estilo de pensamiento global, de acuerdo al

planteamiento de Sternberg (1999), prefiere las cuestiones grandes, amplias

y abstractas, ignora los detalles, percibe la generalidad y se centra en las

grandes teorías.

2.1.3.2. Local

Por su parte, las personas de estilo de pensamiento local, según lo

señalado por Sternberg (1999) prefieren problemas más concretos, que

requieran un trabajo detallado, son pragmáticos y precisos, no perciben las

grandes cosas que subyacen a lo que hacen o dejan de hacer. Estas

personas disfrutan de las pequeñas cuestiones que las personas de

pensamiento global evitan.

2.2. Actitud Hacia la Formación Científica

Con la finalidad de profundizar adecuadamente la temática, en este

apartado cabe considerar lo planteado en materia de actitud por Triandis

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(1974), quien entiende la actitud como una idea provista de una carga

emocional que predispone a una clase de acciones ante determinadas

situaciones sociales. Si se analiza la definición aportada por este autor se

pueden inferir en ella tres componentes: la idea (componente cognitivo), la

emoción asociada a esa idea (componente afectivo) y la predisposición a la

acción (componente conductual).

Por su parte González (2004, p.29), afirma que “la actitud es una

actividad, estado o disposición de una persona que está constituida por

intenciones, intereses, planes de actuación, motivos y necesidades. Afirma el

autor que la actitud concreta de un sujeto viene determinada por las

experiencias anteriores del propio sujeto y las características del objeto ”.

En tanto que Salazar, (1980, p. 157), la define como “creencias y

sentimientos acerca de un conjunto de objetos del ambiente social, que son

aprendidas. Tiende a persistir aunque está sujeta a los efectos de la

experiencia y sus estados directos del cambio psicológico que influye sobre

la acción”.

Sobre el concepto de actitudes no existen acuerdos entre los

psicólogos. Para Marín (1976), la actitud es la disposición permanente del

sujeto para reaccionar frente a determinados valores. Bolívar (1998), por su

parte, plantea que las actitudes son juicios de evaluación, articulados

mentalmente en la memoria, que provocan reacciones afectivas ante los

objetos o predisponen a actuar de determinada manera. Morales (2006),

asumen que una actitud se constituye en una predisposición aprendida, no

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innata, y estable aunque susceptible de ser modificada, a reaccionar de una

manera valorativa, favorable o desfavorable ante un objeto, persona, grupo o

situación. Por su parte, Warren y Johada (1973) consideran que los orígenes,

la genealogía, el desarrollo de las actitudes tienen un referente social,

colectivo, al tiempo que tienen un referente psicológico, por cuanto son

inherentes a la persona misma, se mezclan íntimamente con su conducta y

hechura psicológica.

Igualmente se encuentra el concepto de Rokeach (1968), para quien la

actitud es una organización de creencias interrelacionadas, es una

disposición aprendida y relativamente duradera, hacia un objeto o situación,

que aporta una tendencia a dar respuestas favorables o desfavorables hacia

el objeto o situación. Allport (1977), por su parte, define la actitud como un

estado mental y neutral de disposición, que se organiza mediante la

experiencia, que ejerce una influencia directiva sobre la respuesta de la

persona a todos los objetos o situaciones con los que se relaciona.

Otra definición de actitud es la asumida por Fishbein y Ajzen (1980),

para quienes la actitud es la posición de una persona sobre la dimensión

bipolar evaluativa o afectiva con respecto de un objeto, acción o evento.

Según estos autores, la actitud hacia un objeto se adquiere de manera

automática en cuanto se aprenden las asociaciones de éste con otros

objetos, objetos de los cuales ya se tienen actitudes previas.

Ahora bien, en relación con las actitudes hay que decir que existen dos

tendencias claramente definidas: la mentalista y la conductista. La tendencia

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mentalista define la actitud como un estado de disposición del sujeto, más

concretamente un mental “and neural state of readiness" (Allport, 1977). La

actitud es una categoría que media entre la creencia (belief) y el

comportamiento individual (action).

La tendencia conductista, por su parte, define la actitud con base en

las respuestas que los hablantes dan en determinadas situaciones sociales

(Bain, 1928, citado por Galvis, 2010), sin atender a los aspectos de orden

psicosocial de la valoración (afectivos) o del saber (cognoscitivos). En este

sentido, la actitud es un factor determinante de la conducta, por cuanto está

relacionada de manera íntima a la percepción, a la personalidad y a la

motivación de las personas.

Puede deducirse de lo planteado que una actitud es un sentimiento o

estado mental positivo o negativo de buena disposición, conseguido y

organizado mediante la experiencia y el aprendizaje, que influye de forma

específica sobre las respuestas de la persona a los objetos, situaciones u

otras personas, respuestas que pueden ser persistentes y duraderas o estar

sujetas a cambios y transformaciones. En tal sentido, las actitudes

suministran los fundamentos emocionales de las relaciones interpersonales e

interacción con el mundo.

En el caso de Morales (2006), las actitudes se componen de tres

elementos: lo que piensa (componente cognitivo), lo que siente (componente

emocional o afectivo) y su tendencia a manifestar los pensamientos

(componente conductual).

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La psicología social, por su parte, define la actitud como la

predisposición de una persona por la cual tiende a reaccionar favorable o

desfavorablemente hacia un objeto que puede ser una cosa, otra persona o

una institución como la Ciencia (Carles, F. y Vilches, A, 1997). Aunque a

simple vista parece sencillo, el concepto de actitud es en todo sentido

complejo por su multidimensionalidad, esto debido a que una persona puede

tener pluralidad de sentimientos (intereses, expectativas, deseo, satisfacción,

percepción, sentirse útil).

Pero, en esa medida, al tener que definir el objeto actitudinal en

referencia, el cual se asocia a un comportamiento esperado en una situación

concreta y específica. Ejemplo de ello es el caso del estudiante que le gusta

estudiar química en la universidad en sus horas libres. Esta idea de actitud

se fundamenta en un modelo antropológico social, el cual concibe a la

persona como individuo que se forma actitudinalmente en un contexto social

que tiene normas, actitudes y valores que influyen (Carles y Vilches, 1997)

de manera positiva o negativa en el sujeto.

Desde esta perspectiva, se asume la existencia de una relación racional

entre actitudes y conductas, por cuanto se considera que cualquier persona,

como sujeto racional que es, reflexiona previamente cuando tiene que hacer

algo, considerando en primera instancia, la información disponible o que esté

a su alcance.

Es decir, hace uso de sus creencias personales respecto a si es fácil o

difícil llevar a cabo la conducta –percepción que la persona tiene del control

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sobre la conducta–, o si recibirá apoyo o no ese comportamiento de las

normas y valores sociales o de personas influyentes para él, –creencias

normativas o normas subjetiva–. Toda esta información que procesa el

sujeto conjuntamente con sus sentimientos y afectos –actitud hacia la

conducta– determinan una valoración, decantan una toma de decisiones o

una intención en relación al comportamiento que antecede inmediatamente a

la conducta esperada (Carles y Vilches, 1997)

Asimismo, es la actitud vital que debe poseer todo individuo, no sólo en

el ámbito académico al momento de hacer ciencia, sino en cualquier

momento o circunstancia de su vida. Así se infiere de lo planteado por

Martínez, Villamil y Peña (2006) quienes advierten que dentro del ámbito

educativo deben diseñarse e implementarse estrategias pedagógicas

didácticas procurando involucrar la formación científica; ello porque el

desinterés y la ausencia de una conducta favorable hacia la ciencia es

atribuida a la enseñanza descontextualizada de los conceptos, lo cual crea

dificultades y obstáculos que limitan el aprendizaje del individuo.

Pero, para lograr una adecuada y efectiva actitud científica, el individuo

deberá contar con dos características fundamentales, una curiosidad

insaciable y la búsqueda de la verdad. En cuanto a la búsqueda de la verdad,

se constituye en el punto de partida desde el cual es posible asumir una

actitud científica, lo que quiere decir, hacerse preguntas y en esa misma

medida, esforzarse por responderlas.

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Las personas con actitud científica son buscadores desinstalados, por

cuanto sus conclusiones científicas son relativas y no definitivas o absolutas.

Por otra parte, ningún científico o investigador auténtico puede pensar que su

búsqueda termina con las conclusiones de su investigación. Por el contrario,

estas se convierten en un nuevo punto de partida y una respuesta a su

curiosidad insaciable, la cual lo lleva a ser consciente del sinnúmero de

interrogantes susceptibles de ser resueltos. Desde esta óptica, la actitud

científica requiere de una serie de valores, formas de pensar, cualidades y

actitudes que le subyacen.

Así entonces, en este estudio se desarrolla lo relativo a la variable,

Actitud hacia la formación científica, fundamentada en el componente

cognoscitivo de la actitud, su componente conductual y el componente

afectivo, con la finalidad de desarrollar adecuadamente la temática y así dar

respuesta a los objetivos planteados sobre el particular.

2.2.1. Componente cognoscitivo

Pese a estas marcadas diferencias y de la posición que cada autor

decide adoptar, algunos aspectos de las actitudes son reconocidos por

todos. Sin embargo, como lo señalan Secord y Backman (1976), en razón

que no existe una sola definición para el concepto, en lo que la mayoría de

los teóricos coinciden, es que las actitudes contienen tres componentes,

según lo señala Carles y Vilches (1997): el componente cognitivo, conductual

y afectivo.

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En este apartado se trata el componente cognoscitivo de la actitud , el

cual está referido a lo que una persona cree acerca del objeto de la actitud,

cómo es ese objeto, de modo objetivo; esto indica que se involucran las

percepciones, opiniones y creencias de la persona; estas a su vez,

representan el conocimiento que se tiene acerca del mundo, aunque estas

puedan ser imprecisas o incompletas. El componente cognoscitivo hace

referencia a los procesos de pensamientos lógicos y racionales.

Así entonces, el componente cognitivo de la actitud es el conjunto de

datos e información que el sujeto sabe acerca del objeto del cual toma su

actitud; en tal sentido, un conocimiento detallado del objeto favorece la

asociación al objeto. Según Robbins (2004), ese conocimiento del ser

humano deriva de su aprehensión por el aprendizaje, o de las experiencias y

vivencias que puede derivar de su plano personal, familiar, social o laboral.

Asimismo, en el criterio de Fishbein y Ajzen (1980), la actitud es una

predisposición aprendida, no innata, y estable aunque puede cambiar, a

reaccionar de una manera favorable o desfavorable ante un objeto, individuo,

situaciones; es decir, las personas modelan sus cogniciones,

comportamientos o sentimientos con tal de disminuir cualquier

incompatibilidad entre dos o más actitudes o entre las actitudes y el

comportamiento.

Afirma igualmente el autor mencionado que, con respecto a su

adquisición, las actitudes, al igual que los valores, son aprendidas. En tal

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sentido, se pueden diferenciar de los motivos bio-sociales como el hambre, la

sed y el sexo, que no son aprendidas. Y estas tienden a permanecer

estables con el tiempo. No obstante, hay que considerar que en la mayoría

de los casos las actitudes son moldeadas según el grupo al que se pertenece

o con el cual se simpatiza

De acuerdo a lo planeado, se desarrolla en este trabajo investigativo

con respecto al componente cognoscitivo de la actitud, lo referente a la

percepción clara, la exploración sistemática, la curiosidad como elementos o

indicadores básicos de la actitud hacia la formación científica de los

estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia, Sede

Santa Marta.

2.2.1.1. Percepción clara

Tal como se ha expresado con anterioridad, las actitudes comportan

tres elementos: uno cognitivo, uno afectivo, y otro conativo o intencional. En

el criterio de Tovar (2010), las respuestas cognitivas de aceptación o rechazo

actúan sobre el componente cognitivo, sin embargo, este efecto se tiene que

generalizar a los componentes afectivo y conativo .

Sólo, de esta manera, el refuerzo o modificación de la actitud se

mostrará de manera estable. Por otra parte, la separación de los tres

componentes de la actitud permite actuar de manera separada sobre cada

uno de ellos: la influencia sobre el componente cognitivo seguiría la vía de la

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argumentación; sobre el componente afectivo, la vía de la seducción, y sobre

el componente conativo o conductual la vía de la modelización.

Señala igualmente el autor que en el caso del componente cognitivo

se da en el individuo la percepción, y la define como el proceso por el cual el

individuo selecciona, organiza e interpreta estímulos para construir una visión

significativa y coherente del mundo. Afirma que el sujeto toma decisiones

basadas en lo que percibe más que en la realidad objetiva. La gente

usualmente percibe las cosas que necesita o desea y bloquea la percepción

de estímulos desfavorables o desagradables.

Así, la forma en que los estudiantes perciben los productos y procesos

que genera el hecho educativo, es más importante para su éxito que las

características reales que estos posean. Los productos y procesos que son

percibidos de manera favorable, tienen mejores posibilidades de ser

asumidos y adquiridos.

Por otra parte, cabe indicar que, en igual sentido que el autor anterior,

la percepción, como parte del componente cognitivo de la conducta, se

muestra, según Gibson, Ivancevich y Donnelly (2001) como el proceso

mediante el cual un individuo asigna un significado al entorno. En el criterio

de los autores mencionados, implica organizar e interpretar varios estímulos

en una experiencia psicológica.

Afirman los teóricos que los factores que influyen en la percepción

son: los estereotipos, la selectividad, el auto concepto, la situación, las

necesidades y las emociones; esto deriva luego de la observación de sus

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propios estímulos, derivados de la realidad vivenciada o experimentada, y da

como resultado una evaluación e interpretación de la realidad, un

comportamiento de respuesta y la formación de actitudes.

De acuerdo a lo planteado, en el caso de los estudiantes investigados,

esta percepción debe provenir del estímulo que se ejerza hacia la formación

científica, para derivar una actitud favorable, lo que, a la vez, genera la

debida atención para captar el sentido de la investigación, una vez

comprendido su impacto, esto permitirá adecuar su pensamiento al saber

que se le ofrece.

2.2.1.2. Exploración sistemática

Para el desarrollo de la actitud, se requiere en principio atender a la

percepción de las cosas, cómo se conciben, para realizar, de igual manera,

una exploratoria sistemática en el proceso de diseño, es decir, tener la

capacidad de configurar una guía para realizar bosquejos, esquemas,

proyectos de lo que pueda constituirse una propuesta. En este orden de

ideas, igualmente es indispensable la capacidad analítica del espacio a

través de la percepción, la capacidad de expresión y representación del

espacio, y el reconocimiento de los distintos órdenes subyacentes en el

espacio de desenvolvimiento del individuo.

Así se infiere de lo planteado por Labarca (2008) quien refiere que los

individuos cuando realizan exploraciones sistemáticas de los cuerpos, de los

objetos, tienen capacidad de sentir gusto por la indagación de los objetos

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realizados, y, a la vez, gusto y disfrute con las actividades de pensamiento

lógico. A la vez, afirma que utilizando sus sentidos: la vista, la audición, el

olfato, el tacto y el gusto, realiza observaciones y acumula hechos que le

ayudan tanto a la identificación de un problema como a su resolución.

En igual sentido, plantean Gibson y otros (2001) que esta exploración

sistemática, como variable psicológica individual permite al ser humano hacer

un examen de las situaciones, realizar observaciones, sondeos de opinión,

de visualización de causas y consecuencias, con la finalidad de determinar el

porqué de los hechos acontecidos, las posibles consecuencias y secuelas de

los mismos; con ello, podrá desarrollar un plan que minimice sus efectos

negativos, luego de la diagnosis producida. Ello, en el contexto de la

formación científica, equivale a planear, organizar ideas, controlar las

variables para la búsqueda de soluciones a los eventos dados.

En el caso de los estudiantes de medicina, es indispensable el

desarrollo de la exploración, establecida esta como una guía que lo induce a

elaborar criterios observacionales, a través de los sentidos, para conformar,

en principio, la actitud hacia la formación científica, además de diseños de

proyectos que le van a propiciar esquemas de trabajo, planes y acciones

creativas en la construcción del conocimiento.

2.2.1.3. Curiosidad

Cabe reiterar que el componente conductual de la actitud investigativa,

se presenta como la manera de dirigir el proceso de investigación, al referirse

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al conjunto de secuencias operativas que diferencian su proceso y alcance.

En al sentido, con fines explicativos, el componente conductual se presenta a

través de los indicadores: autoconcepto de investigación y curiosidad ante

los problemas.

En tal sentido, las actitudes, por un lado, son orientadas por valores de

solidaridad, espíritu crítico y tolerancia, pero, si una actitud ayuda al

estudiante a expresar normas y valores hacia la investigación, los aspectos

persuasivos deben orientarse hacia el modelaje de la curiosidad y espíritu de

indagación.

De allí entonces que en el caso de los estudiantes investigados, se les

debe propiciar la curiosidad por la formación científica, por la investigación,

por el saber, por los descubrimientos, por la innovación, de manera que ellos

mismos, una vez estimulados, puedan generar proyectos nuevos que les

identifiquen con una realidad actual

2.2.2. Componente conductual

El componente conductual o comportamental de la actitud, se expresa

en la tendencia a reaccionar de cierta manera ante personas, eventos o

situaciones. Es el componente de acción de la actitud, el cual es susceptible

de medición.

Este componente hace referencia a la intención o inclinación

deliberada de ejecutar una acción o conducta de una manera determinada y

se relaciona con la toma de decisiones. Es decir, el componente conductual

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es la parte de la actitud que tiene que ver con la intención de conducirse de

cierta manera con algo o con alguien Robbins (2004).

Generalmente, los componentes cognitivo y afectivo, se utilizan para

predecir el componente conductual (Schau y cols., 1992, citados por Estrada,

Batanero y Fortuny, SF), de ello se podría afirmar que el componente

conductual podría ser inferido a partir de posicionamientos explícitos del

estudiante en relación a su predisposición comportamental.

Con base en lo que hasta aquí se ha planteado, se puede deducir que

los estudiantes requieren mostrar una actitud positiva, predisponerse al

aprendizaje, posicionarse con buen ánimo y disposición de trabajo para la

formación científica, con la finalidad de que su desenvolvimiento sea exitoso

y pueda aprovechar sus propias potencialidades direccionadas debidamente

por el docente.

2.2.2.1. Habilidades conceptuales

Las habilidades conceptuales son referidas por Robbins (2004) como el

conjunto de aptitudes, destrezas, pericias que puede tener un individuo sobre

la teoría de las cosas, la descripción de fenómenos, con lo cual igualmente

puede hacerse de una opinión, de un criterio idea sobre los asuntos en los

cuales interviene.

Estas habilidades conceptuales son las que permiten a un individuo en

la toma de decisiones efectivas, la planificación y organización de sus actos,

el poder ejercer un control sobre las actividades realizadas; de allí que se

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deban prever mecanismos de desarrollo de tales habilidades conceptuales,

mediante una adecuada base cognitiva que le permita un buen desempeño y

el rendimiento efectivo.

Asimismo, cabe indicar que, en ocasiones, se relacionan las habilidades

conceptuales con el concepto de habilidades del pensamiento y destrezas

cognitivas mentales, socioafectivas y psicomotoras, y ello es válido, por

ejemplo, desde el punto de vista de la Psicología Educacional, las

habilidades cognitivas son aquellas que permiten al individuo conocer,

pensar, almacenar información, organizarla y transformarla hasta generar

nuevos productos, realizar operaciones tales como establecer relaciones,

formular generalizaciones, tomar determinaciones, resolver problemas y

lograr aprendizajes perdurables y significativos (Gardner, 1985; Díaz y

Hernández, 2002; Hartman y Sternberg, 1993)

Plantea Schmidt (2006), citando a Piaget, Ausubel, Bandura, autores

relevantes del enfoque del constructivismo en educación, que la expresión de

las habilidades del pensamiento requiere de las estructuras cognitivas que

son las que habilitan a las personas para realizar las operaciones mentales;

estas tienen una base orgánica, se desarrollan de acuerdo a las etapas del

ciclo evolutivo, pero pese a lo anterior, el desarrollo de estas estructuras no

constituye un proceso espontáneo sino que debe ser estimulado y ejercitado

a través de experiencias contextualizadas.

En tal sentido, los conocimientos, habilidades, destrezas, hábitos,

actitudes, formas de pensar de las personas son susceptibles de verse

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influidos fuertemente por variables contextuales, del ambiente, de la

sociedad y del sistema educativo, pudiendo ser modificadas, mejoradas.

Además, tan importantes como las anteriores, deben mencionarse las

variables afectivas, motivacionales, que también afectan de manera

relevante el desarrollo de las habilidades cognitivas y el aprendizaje.

Con base en lo dicho, los estudiantes investigados requieren de

conocimientos y habilidades suficientes para poder manejar los contenidos

de la ciencia. De allí la necesidad de un docente bien formado que pueda a

su vez fomentar en el estudiante actitudes favorables que contribuyan a su

formación científica.

2.2.2.2. Habilidades sociales

Las habilidades sociales pueden observarse como las conductas que

permite a una persona actuar según sus intereses. De allí que Marsellach

(2006) afirme que una conducta socialmente habilidosa se define como un

conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto

interpersonal, mediante las cuales expresa actitudes, deseos, sentimientos,

opiniones o derechos de un modo coherente y acorde a la situación,

respetando esas conductas en los demás y resolviendo de inmediato los

problemas surgidos en una situación determinada, minimizando la

probabilidad de futuros problemas.

En tal sentido, las habilidades sociales son esenciales para obtener dos

tipos de objetivos:

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• Objetivos afectivos: orientados al establecimiento de relaciones

satisfactorias con familiares, amistades y pareja.

• Objetivos instrumentales: permiten desarrollar actividades con éxito en

los distintos contextos, ya sean laboral, comunitario, social o empresarial.

• Asimismo, plantea Robbins (2004) que estas habilidades sociales

derivan de la necesidad del buen trato para con las personas, es decir, la

búsqueda de la armonía en los grupos de trabajo o estudio, a través de

relaciones interpersonales adecuadas, de sistemas de comunicación

efectivos, del trabajo en equipo, que en definitiva aporte el ambiente donde

se ubica el sujeto, que en el caso de este estudio, se traduce al clima de la

academia.

Es decir, que los estudiantes objeto de estudio requieren habilidades,

destrezas, competencias relacionadas con las operaciones cognitivas,

manejo del lenguaje, de la información, solución de problemas, toma de

decisiones, desarrollo del pensamiento formal abstracto, aprender a pensar

sobre el propio pensamiento, así como habilidades relacionadas con el

manejo adecuado de la expresión facial y corporal, que deben ser atendidas

para su potenciación personal y para las relaciones interpersonales con los

demás, para el aprendizaje integral, que a la vez produzca espacios

agradables para la asimilación de conocimientos.

2.2.2.3. Habilidades prácticas

Con respecto a las habilidades prácticas de los estudiantes, estas se

pueden definir como las aptitudes generadas a partir de las experiencias o

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vivencias concretas realizadas en aula, que incluso permiten el aprendizaje

significativo sobre lo ejecutado (Bruer, 1997, citado por Sánchez, 2008).

Desde una perspectiva pragmática, la habilidad práctica se caracteriza por la

facilidad para realizar tareas concretas orientadas principalmente hacia un fin

utilitario o práctico, lo que sin dudas favorece el aprendizaje de manera

significativa.

El problema deriva de que, con una actitud por parte del estudiante

donde no existen habilidades prácticas suficientes, puede llevar a recibir

contenidos por debajo de su nivel, fragmentados y enfocados en habilidades

concretas poco generalizables. Si además se hace utilizando un lenguaje

simplificado, las actividades pueden resultar poco atractivas y muy

superficiales.

Opina Sánchez (2008) que, despojadas de su riqueza y contexto, la

práctica se convierten en algo poco significativo, difícilmente aprovechable ,

excepto por medio de una memorización cuyo recuerdo es posible que

perdure tal vez unas pocas horas o días. De allí la necesidad de trabajar

mediante proyectos que en lugar de enfocar el aprendizaje “acerca” de algo,

ofrezcan la posibilidad en “hacer” algo que abarque el máximo posible de

áreas de desarrollo.

Es claro, que si se desea fomentar habilidades prácticas favorables

para la formación científica, el docente debe recurrir a estrategias de trabajo

que permita el desarrollo de los contenidos académico en un contexto

auténtico, que reflejen la forma en la que serán utilizados los conocimientos.

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Estrategias centradas en el estudiante, que promuevan su motivación

intrínseca, que estimule su aprendizaje cooperativo; que le permita además,

realizar mejoras en los productos, presentaciones o actuaciones.

Por otra parte, las tareas dirigidas a la consecución de habilidades

prácticas deberán ser diseñadas para que el estudiante se comprometa

activamente en “hacer” cosas en lugar de únicamente aprender “sobre” algo,

de tal forma que se integre el saber y el hacer, lo cual es fundamental en la

formación científica de los estudiantes universitarios.

En resumen, se deben usar variadas estrategias y recursos pedagógicos

que privilegien el aprender haciendo y generen aprendizajes de una manera

preferentemente inductiva, contextualizada y práctica, que den cuenta de los

conocimientos, habilidades, destrezas y valores característicos de la

formación científica.

2.2.3. Componente afectivo

El componente afectivo se refiere a lo que una persona siente acerca

del objeto de la actitud, qué tan favorable o desfavorable lo evalúa, lo que

expresa su lugar en la escala de valores de la persona.

Al involucrar los sentimientos, es el componente más característico de

las actitudes, lo que marca la diferencia con las opiniones y creencias que

son de carácter cognoscitivo, y es aprendido de las figuras o modelos que

contribuyen al desarrollo emocional o sentimental del sujeto, es decir,

padres, maestros y amigos, principalmente. El componente afectivo de la

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actitud son las sensaciones y sentimientos que dicho objeto produce en el

sujeto quien puede experimentar distintas vivencias con el objeto, las cuales

pueden ser positivas o negativas.

En el mismo sentido, se deriva de lo planteado por Robbins (2004)

que las actitudes por su propia naturaleza constituyen una compleja

organización de factores de comprensibilidad del individuo frente a su

contexto o medio ambiente, originado de la congruencia de elementos

cognitivos, afectivos y conductuales. Esta organización de factores, en el

caso del componente afectivo, está formada por creencias, valores,

sentimientos, emociones o inclinaciones para actuar, expresadas mediante la

evaluación de una entidad u objeto, la cual puede ser favorable o

desfavorable e incluso neutra (no actitud).

Refiere el autor en cuanto al componente afectivo que el elemento

central de la actitud, fundamentalmente se refiere a los sentimientos, los

estados de ánimo, las expectativas y las emociones asociadas con el objeto

de la actitud, aspectos estos que han sido seleccionados como indicadores

en el presente estudio, dada su pertinencia y lo indispensable que es su

estudio en la actualidad, para la determinación de procesos en la

personalidad del individuo.

Así entonces, el componente afectivo corresponde al área emocional,

el cómo afecta el objeto actitudinal, bien sea que guste o no. Es decir, este

elemento se refiere a los sentimientos y emociones del individuo, derivados

de su forma de pensar respecto a una persona, objeto o situación. El

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elemento afectivo adquiere fuerza conforme la persona tiene experiencia

más frecuentes y directa con el objeto, la persona o situación de que se trate.

De esta manera, al establecer el componente afectivo de la actitud

hacia la formación científica en estudiantes, los resultados deben demostrar

el predominio de una tendencia que apunte hacia una predisposición

positiva, para facilitar el cambio en el individuo, que denote la definición de

una postura afectiva especifica en el sujeto, indicando el predominio de

sentimientos hacia los procesos de la ciencia.

2.2.3.1. Sensaciones

Las sensaciones son la respuesta directa e inmediata a un estimulo

simple de los órganos sensoriales. Esta definición supone la existencia de,

por los menos, tres elementos 1) un estimulo, 2) un órgano sensorial, 3) una

relación sensorial. Robbins (2004) junta estas dimensiones bajo el enunciado

reto del trabajo. Las personas y, en el caso que nos ocupa, los estudiantes

tienden a preferir trabajos que les den oportunidad de usar sus habilidades,

que ofrezcan una variedad de tareas, libertad y retroalimentación de cómo se

están desempeñando, de ta l manera que un reto moderado causa placer y

satisfacción.

Es por eso que el enriquecimiento de la actividad pedagógica,

mediante el uso de estrategias docentes novedosas y efectivas, pueden

elevar la satisfacción académica del estudiante y su actitud hacia la ciencia,

ya que se incrementa la libertad, independencia, variedad de tareas y

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retroalimentación de su propia actuación. En tal sentido, se debe tomar en

cuenta que el reto debe ser ajustado a los intereses y expectativas de los

estudiantes, ya que un reto demasiado grande o, por el contrario, demasiado

pequeño, crearía frustración y sensaciones de fracaso en el estudiante

disminuyendo la satisfacción y el deseo de aprender.

Cabe considerar igualmente lo planteado por Chiavenato (2005) cuando

alude a las sensaciones como parte del placer o displacer que puede sentir

un individuo ante las tareas que ejecuta. En este sentido, refiere

especialmente la sensación de logro, la cual produce satisfacción en el ser

humano por haber alcanzado un provecho, un producto o beneficio derivado

de lo ejercitado en su plano personal, social o laboral; pudiendo derivar esta,

a la vez, de la sensación de seguridad que pueda presentar el individuo.

Refiere en el mismo sentido el autor lo relativo a la motivación

intrínseca, señalando que esta deriva del deseo, la inquietud, el interés que

posea la persona para la consecución de algún fin o beneficio. Esta

motivación, en el caso de los estudiantes investigados, le permitirá alcanzar

algunos logros o, por lo menos, le inducirá a experiencias estimulantes, las

cuales operan cuando se realiza una acción a fin de experimentar

sensaciones, por ejemplo, placer sensorial, experiencias estéticas, diversión

y excitación.

2.2.3.2. Expectativas

Las expectativas se relacionan con las esperanzas, posibilidades,

perspectivas, atenciones. Así lo planea Eisenberg (2000), quien señala que

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puesto que al ser humano le desagrada la inconsistencia, busca que los

diversos aspectos de sí mismo y de su medio ambiente, así como las

creencias y percepciones que tiene de ellos, sean congruentes entre sí.

De la misma manera, Festinger (1975, citado por Deutsch y Krauss,

1980) postula que cuando entre los elementos cognitivos existen relaciones

desajustadas o disonantes, surgen en el individuo presiones que tratan de

reducir o evitar que tal disonancia aumente (con base en tales presiones se

dan cambios en el comportamiento o en las actitudes).

En cuanto a la actitud hacia la formación científica, las expectativas

requieren estar presentes en relación con el presente y futuro de la

investigación científica en las instituciones educativas, más cuando hoy son

muy limitados los estímulos para vincular a los estudiantes y docentes en

procesos de investigación, lo que ha generado en el país la creciente fuga de

cerebros hacia países desarrollados.

La falta de expectativas podría ser factor para explicar el desinterés que

se observa entre egresados de las diversas ramas científicas, y en este caso

de la medicina, por el campo de la investigación, y es que no se trata tanto

de la falta de puestos de trabajo, como suele ser común en cualquier país

con problemas, sino, especialmente, por la baja remuneración que se ofrece

a los profesionales dedicados a estos menesteres.

Esta situación de expectativa negativa hacia la formación científica debe

resolverse, debe ser atacada, principalmente en las instituciones de

educación superior, en razón de que no se aprovecha adecuadamente el

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talento humano que se está generando en las aulas de clase, los que a

futuro podrían aportar al desarrollo del país en todos sus ámbitos, desde la

generación y uso del conocimiento, simplemente porque no se toma en

consideración la necesidad de fomentar la actitud favorable a la ciencia.

2.2.3.3. Emociones

En el individuo se hace imprescindible el manejo de emociones a fin de

producir consecuencias en sus decisiones que sean favorables para él y

para aquellas con las cuales se desenvuelve en sus diferentes entornos

personal, social, laboral. En este sentido, Hernández (2002) señala el

carácter indispensable del control de las emociones, es decir, la capacidad

de la conducción de sus propios procesos afectivos, reconocer el modo en

que las emociones afectan a las acciones y la capacidad de utilizar los

valores como guía en el proceso de toma de decisiones.

En este sentido, el autor señala la conciencia emocional para el manejo

de las emociones, la cual muestra como la habilidad para reconocer las

emociones, de sus efectos. Afirma que las personas dotadas de esta

competencia, saben qué emociones están sintiendo, porqué, comprenden los

vínculos existentes entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras,

sus acciones; conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su

rendimiento, teniendo un conocimiento básico de sus valores, de sus

objetivos.

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Plantea que en el fondo de la conciencia siempre existe algún estado

de ánimo que, por lo general, el individuo no se percata de los sutiles

estados de ánimo que fluyen y refluyen mientras lleva a cabo su rutina

cotidiana. Pero el día a día hace que se esté mucho más preocupado por el

flujo de pensamientos, sumergiendo al individuo en la tarea que está

llevando a cabo sin percibir los sentimientos que esto genera en él.

El manejo de emociones debe ser observado en el estudiante como una

competencia insoslayable, ya que debiendo tratar con gran cantidad de

comportamientos disímiles en sus equipos de trabajo, tiene que discernir si la

actividad que está llevando a cabo es eficaz, si los proyectos emprendidos

por ellos serán efectivos para su aprendizaje, y actuar adecuadamente con

base al acuerdo o al desacuerdo de éstos. Intentando incluso eliminar

cualquier forma de culpabilidad, vergüenza, dudas, ensoñaciones, inquietud,

remordimientos o similares, para ser lo más objetivo posible y aprovechar

sus esfuerzos.

Sobre el punto que se analiza, plantea igualmente Prieto y Pirela

(2005), con base en los planteamientos de Gil ‘Adi (2001) que las emociones

tienen diversos grados de intensidad; algunas son tan intensas como para

percatarse de ellas en forma conciente, pero otras están por debajo del

umbral de percepción conciente.

Plantea el ejemplo, que si a un docente, se le exige elaborar su trabajo

de ascenso, probablemente afirmará que puede llevarlo a cabo en poco

tiempo, pero enumerará tantas limitaciones provenientes del entorno que le

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impedirían, con seguridad, realizar la tarea (signo de ansiedad).

En tal sentido, desarrollar esta primera cualidad implicará la posibilidad

de poder modificar este umbral que separa las emociones concientes de las

no concientes, haciendo que éstas últimas puedan ser percibidas. En

definitiva, la importancia de conocer las emociones en el caso de los

estudiantes que se investigan, reside en el hecho de que a partir de allí es

posible controlarlas, pudiendo modificar los estados de ánimo desfavorables;

sobre todo en el caso de las emociones no concientes que puede delatarlos,

ya que no se ejerce sobre ellas un control, pudiendo fracasar cualquier

situación que represente un escalón hacia el éxito.

A juicio de la autora, se podría decir, de acuerdo a lo planteado, que la

actitud hacia la formación científica se refiere a la predisposición de

detenerse y observar desde una perspectiva analítica y crítica, cualquier

objeto, fenómeno, situación o evento para tratar de desentrañarlo y dar

respuestas a los interrogantes que de estos se susciten.

3. Sistema de Variables

3.1. Variable 1

Definición nominal

Estilo de pensamiento

Definición conceptual

Un estilo de pensamiento es una manera de pensar. No es una

aptitud, sino una forma preferida de emplear las aptitudes con las que se

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cuenta. Este estilo se refiere a cómo le gusta a alguien hacer algo. Sternberg

(1999)

Definición operacional

Esta variable será medida con base en los resultados de la aplicación

de un instrumento tipo cuestionario diseñado por la investigadora, constante

de treinta y seis (36) ítems, basado en las dimensiones seleccionadas

relativas a las funciones, formas y niveles del auto gobierno mental, y los

indicadores seleccionados.

3.2. Variable 2

Definición nominal

Actitud hacia la formación científica

Definición conceptual

La actitud hacia la formación científica es la condición vital que debe

poseer todo individuo, no sólo en el ámbito académico al momento de hacer

ciencia, sino en cualquier momento o circunstancia de su vida. Dentro del

ámbito educativo deben diseñarse e implementarse estrategias pedagógicas

didácticas procurando involucrar la formación científica; ello porque el

desinterés y la ausencia de una conducta favorable hacia la ciencia es

atribuida a la enseñanza descontextualizada de los conceptos, lo cual crea

dificultades y obstáculos que limitan el aprendizaje del individuo. Martínez,

Villamil y Peña (2006).

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Definición operacional

Esta variable será medida con base en los resultados de la aplicación

de un instrumento tipo cuestionario diseñado por la investigadora, constante

de treinta y seis (36) ítems, basado en las dimensiones seleccionadas

relativas a componente cognoscitivo, componente conductual y componente

afectivo de la actitud hacia la formación científica, y los indicadores

escogidos respectivamente.

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Cuadro Nº 1 Operacionalización de las Variables

Objetivo General: Determinar la relación entre estilo de pensamiento y actitud hacia la formación científica, en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia

Objetivo Específico Variables Dimensiones Indicadores Caracterizar las funciones del autogobierno mental que prevalecen en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

ESTILO DE PENSAMIENTO

Funciones del autogobierno

mental

Función Legislativa Función Ejecutiva Función Judicial

Definir las formas del autogobierno mental que prevalecen en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

Formas del autogobierno

mental

Forma Monárquica Forma Jerárquica Forma Oligárquica Forma Anárquica

Describir los niveles del autogobierno mental que prevalecen en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

Niveles del autogobierno

mental

Nivel Global Nivel Local

Identificar el componente cognoscitivo de la actitud hacia la formación científica de los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

ACTITUD HACIA LA FORMACIÓN

CIENTÍFICA

Componente cognoscitivo

Percepción clara Exploración sistemática Curiosidad

Examinar el componente conductual de la actitud hacia la formación científica de los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

Componente conductual

Habilidades conceptuales Habilidades sociales Habilidades prácticas

Caracterizar el componente afectivo de la actitud hacia la formación científica de los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia.

Componente afectivo

Sensaciones Expectativas Emociones

Establecer la relación entre estilo de pensamiento y actitud hacia la formación científica, en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia

Se logra a través del cálculo del coeficiente de correlación

Proponer estrategias que propicien un estilo de pensamiento y actitud favorables hacia la formación científica como proceso inherente a la formación profesional, en los estudiantes de medicina de la Universidad Cooperativa de Colombia

Este objetivo se constituye como valor agregado de la investigación.

Fuente: Castro (2011)