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Edición del mes de diciembre de 2010. Impresa en San Miguel de Tucumán, Tucumán (Argentina) / December 2010 edition. Printed in San Miguel de Tucumán, Tucumán (Argentina)

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sumario

• bla/página 24

COORDINACIÓN: Laly RosalesEDICIÓN: Irene BewsDISEÑO GRÁFICO: Martín JoyaMAQUETA, LOGO Y DIXI EXHIBE: Bruno JulianoCOLABORADORES: Ana Vazquez, Aveju, Belén Aguirre, Bernabé Quiroga, Carlos FríasCarolina Álvarez, Cecilia Gallardo, Graciela Colombres Garmendia, Kill Bill, L.A. Viltano, Lali Pacios, Laura Rossi, Lucía Palenzuela, Mercedes Colombres, Nicolás Barengo y Pamela Desjardins

DIXI es una publicación cultural de distribución gratuita. Año IX, número XXXI. Diciembre de 2010. Registro de la propiedad intelectual número 243.824. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. DIXI es propiedad de Léxico (contenido creativo). Impresión Printer. Nuestro e mail es [email protected] / [email protected] Nuestro web site es: www.dixihedicho.com.ar Nuestro teléfono: 54(9) 0381 155 776057. Tucumán-Argentina. Las opiniones son nuestras -o sea, de los colaboradores- y pueden ser reproducidas libremente citando la fuente.

• nstr/página 38

tinta y liquid paper ///p. 20 fugas y preludios ///p. 34séptima ilusión ///p. 36el ocio y la filosofía ///p. 42

www.dixihedicho.com.ar¡PLUS! en blog

“Literatura en pequeño formato”, de Carolina Álvarez “Crónicas de un sable láser”, de Bernabé Quiroga

falacias para pensar ///p. 4sonrisas on line ///p. 6arte y buen vivir ///p. 8

DIXI Exhibe ///p.13

• vyp/página 14

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• flc/falacias para pensar. DIXI (4)

M E D I T A C I Ó N T R A S C E N D E N T A L

Por: CARLOS FRÍAS* / SM DE TUCUMÁN

Fuera del recuadro

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Comienza a notarse cuando dejás de aparecer en las fotos. De a poco, la imagen de tu rostro se esfuma de sus contornos y esquiva la precisión ob-jetiva de la máquina. Luego, por an-tojo, deviene en una sombra que se recuesta cerca de los márgenes del recuadro. Por último, tu figura comple-ta desaparece de ese breve recorte de realidad.

Es en ese momento que tu cuerpo percibe la sensación creciente de un dolor seco, oscuro, que inunda tu pe-cho hasta apropiarse de las extremi-dades de una materia que pesa y no se mueve. La voluntad te abandona. Tu mente dispara impulsos, pero na-die le responde. Finalmente, el silen-cio te aparta de todo.

En ese instante se debería esperar o hablar de la muerte, pero salir de un recuadro no significa quedar borrado en la existencia. En realidad, salir de un recuadro es, de alguna manera, aceptar que esa ya no es tu familia, que esos dejaron de ser tus amigos y que todos juntos no son más tu re-cuerdo. Sin embargo, no es preciso negar nada, ni siquiera a nadie, por-que el pasado retratado sobre el pa-pel, ubicado en el recorte que estás

mirando tampoco te recuerda.

Sobre cómo una persona puede es-fumarse de una fotografía y quedar perdido sin recuerdo se ha escrito en reiteradas ocasiones, pero sólo ahora puedo dimensionar lo que se siente. En este punto se anulan las instruc-ciones. Si has llegado hasta acá es porque te animaste a preguntar. Ya no es posible encontrarte en ese lu-gar. ¿Qué esperás para hacerle frente a tu miseria? Tu sonrisa ya no cotiza, tus chistes cansaron a todos, hiciste lo que pedían y te dejaron solo. Ahora dios no existe.

Cuentan que Antonio Scavussi es-cribió esto sobre siete recortes irre-gulares. En el ensayo de una disculpa explicó: “no entraba en un mensaje de texto”. El final de su despedida se puede leer en la pared celeste de su cuarto: “en qué foto querés estar. Ten-ga cuidado porque en cualquier mo-mento me le aparezco; tenga cuidado porque ejercito las piernas saltando de recuadro en recuadro. Tenga cui-dado porque ahora que escapé de mi realidad, puedo meterme en la suya, tenga cuidado porque lo estoy bus-cando para recortar en pedazos…su realidad”.(dx)

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“En El Desvío no hay agua, ni hay luz. Ni tele. Ni médico. Pero hay una escuela.

La escuela del maestro Ignacio”.

(Texto y fotografía de Cecilia Gallardo. ¡PLUS! ceciliagallardo.blogspot.com)

Una estafa puede quedar al descubierto e impune, o puede ser burda, desco-munal, financiera, presunta, supuesta y verdadera... una gran estafa (aunque también hay estafas pequeñas). Alguien se involucra en una estafa (o queda involucrado en ella) y sólo consuma un delito si su participación llega a pro-barse o demostrarse. Las estafas se denuncian, se desbaratan, se descubren, se develan, se frustran, se perpetran, se revelan, se suponen, se traman y se urden. Según Redes -Diccionario combinatorio del español contemporáneo (2004)-, las estafas también se sufren.

SINGULAR

Quae fuerunt vitia, mores sunt«Los vicios de otros tiempos son las costumbres de hoy», Séneca

LATINAJO

EPÍGRAFE

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• snr/sonrisas on line. DIXI (6)

Por: KILL BILL* / SM DE TUCUMÁN / FOTO: LUCÍA PALENZUELA

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veces y sigue sucediendo. El tema es que no creo que dichas detona-ciones se deban a festejos o a la es-pontaneidad de la gente que las tira porque sí, porque se le da la gana y punto. ¿Vamos a ser tan naïf de pen-sar que ese típico inoportuno que sale a la vereda en chancleta con paso cansado y tira una batería como si nada en plena siesta de un día de agosto que nada que ver con cara de “me cago en el que duerme” justo al lado de la ventana y que se mete en la casa cuando acaba la efímera y ensordecedora estridencia con pu-pilas indiferentes y el pucho ladeado

La cofradía de la pirotecnia

Una cañita voladora había erupciona-do lejanamente en medio de la noche vacía propagándose en un par de ecos que brotaban de su aislamiento de tres de la mañana de un día de semana. Manifestóse sin pena ni glo-ria probablemente para la mayoría de los habitantes que duermen a esa hora, pero no para nosotros.

No me acuerdo de qué conversába-mos, pero el estallido abrió una nue-va ventana de diálogo haciendo que él inmediatamente cambie de tema y con su tono de voz imperturbable diga: “¿te diste cuenta de que en esta provincia siempre explota algo? No importa qué hora sea, siempre parece que a alguien le sobra una cañita de Navidad o Año nuevo y ahí nomás la tira ya sea para las fechas patrias o en las marchas, pero te juro que todos los días así, cada media hora o una hora ponele, algo explota. Voy a tirar una cañita para mi cum-pleaños, te juro”.

No me había percatado de ello, pero sí, es cierto. La observación me hizo recuperar un registro acústico que había permanecido ignorado todo este tiempo: aquello sucedió muchas

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a un costado de la boca es un mero hijo de puta egoísta o un espontáneo autoconvocado? ¡No señores! ¡No nos autosubestimemos por favor!

Gesto mecánico

Lo que aquí sucede, y voy a decir-lo sin vueltas porque hay que “des-ocultar” de una buena vez todas las ficciones que vivimos diariamente, es que, en verdad, estamos frente a una secta organizada conocida como la cofradía de la pirotecnia. Se repar-ten zonas de acción y horarios de intervención. Así se entiende, por un lado, que las explosiones provengan desde diferentes puntos cardinales y, al mismo tiempo, la simetría temporal cronometrada de largada que perci-bió mi amigo, cada media hora u hora aprox.; y, por el otro, la mecanicidad del gesto del señor de la batería y el poco entusiasmo revelado en su ros-tro que da cuenta de un hastío de ca-rácter laboral lejos de toda actividad placentera.

Es el que pone el despertador en su celular a las cuatro, por ejemplo, y

manoteando en la oscuridad la alar-ma, balbuceando una frase medio ininteligible como “laconchhhhtuher-man” se levanta en pijama, va que-jándose al fondo, prende una cañita voladora que ya dejó preparada en el pico de una botella y mira el fir-mamento negro bostezando, sin re-tirarse hasta cumplir la misión. Pero, como digo, aunque verificamos algu-nos casos bastante elocuentes sólo podemos establecer conjeturas por-que estamos frente a seres bastante organizados que no se dejan ver fá-cilmente ejerciendo su labor.

Ustedes dirán “¿por qué harían algo así?”. La respuesta, que está en la acción misma, no la daré aquí dado que tengo una familia que alimentar y ya demasiado he revelado.(dx)

“No creo que dichas detonaciones se

deban a festejos o a la espontaneidad de la

gente que las tira porque sí, porque se le da la

gana y punto”

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• abv/arte y buen vivir. DIXI (8)

Por: NICOLÁS BARENGO* / HOUSTON, TEXAS

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y toda la familia -o lo que queda de ella- se reúne para celebrar la Navi-dad y el Año nuevo. Esas fiestas no serían lo que son sin ciertos produc-tos gastronómicos: sin lugar a dudas, el más destacado de ellos es el pan dulce, esa mezcla rara de pan y tor-ta, que a los chicos desagrada con pasión y que los grandes devoran intercalando las infaltables expresio-nes de placer.

Yo lo considero el rey de la mesa de fin de año y, aún más, pienso que esta ricura debería comercializarse también en invierno, puesto que en los meses fríos se lo disfruta más en compañía de unas infusiones o unos buenos amargos. Desafortunada-mente hoy es difícil conseguir un pan dulce de alta calidad: la mayoria son elaborados con consignas industria-les que sacrifican la receta artesanal para aumentar la rentabilidad del producto. Por todas estas razones les propongo unas instrucciones muy sencillas para llegar a un pan dulce superlativo que, ya les digo, ayudará a endulzar la despedida de 2010.

El rey de la mesa

La reunión familiar es un clásico del final del año. Tanto como el siguiente fraserío: “que nos juntamos aquí, que nos juntamos allá, que este año en lo de mis viejos, que yo con este no me junto, etcétera”. Al filo del 24 de di-ciembre se suele llegar a un acuerdo

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...puesto que en

los meses fríos se

lo disfruta más en

compañía de unas

infusiones o unos

buenos amargos”

“Esta ricura debería

comercializarse

también durante el

invierno...

Masa madre:Agua...................................110 ml.Harina.................................110 gr.Levadura.............................2 gr.

Disolver la levadura en el agua a temperatura ambiente, luego incor-porar el harina y mezclar hasta obtener una mezcla homogénea. Cu-brir con plástico o tapar -si usan un tupper- y dejar sobre la mesada hasta el otro día (también pueden llevarlo a la heladera y mantenerlo ahí hasta tres jornadas).

Relleno:Harina de pan..................................................3 y 1/2 tasas (o 480 gr.)Sal....................................................................1 cucharaditaLevadura instantánea......................................1 1/2 cucharadita deCanela.............................................................1 cucharaditaRalladura de limón o naranja (o mezcla de las dos)......................................1 cucharada soperaHuevos.............................................................2Miel..................................................................1/4 taza (u 80gr.)Aceite (mejor si es neutral)..............................1/4 taza Leche tibia.......................................................3/4 taza Azúcar..............................................................3/4 tazaEsencia de naranja (opcional)

Dos tazas de frutas secas o lo que le deseen poner: almendras, nue-ces, damascos e higos secos, chocolate... ¡Todas son buenas op-ciones!

Disolver la levadura en la leche tibia. Mezclar bien el harina con el azúcar, la sal y la canela. Adicionar la masa madre y mezclar. Añadir los huevos (de a uno) e integrar bien. Agregar la miel, el aceite y la leche, y volver a mezclar. Sumar la ralladura y la esencia de naranja.Amasar hasta tener una masa de consistencia lisa, que no se pego-tee en las manos. Dejar que el preparado descanse hasta que se duplique su tamaño. Después, aplastar el bollo, hacer un rectángulo e incorporar la fruta seca; trabajar la masa un poco más para que la fruta se distribuya.

Colocar la masa en los moldes elegidos y procurar que esta no ocupe más de tres cuartos de los volúmenes permitidos. Cubrir con film sin apretar, y dejar leudar. Cuando la masa pasa el nivel del molde, está lista para hornear. Colocar a 180 grados y retirar cuando, al cortar el pan, el cuchillo salga limpio.(dx)

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• abv/arte y buen vivir. DIXI (10)

D I X I V A D E B A R E S . . . C A V A S D E L N O R T E

Por: LALI PACIOS* -TEXTO- Y LALY ROSALES -FOTOS- / SM DE TUCUMÁN

Embriaguez de buen provecho

Todo empezó con el desafío de po-ner a prueba a Cavas del Norte en su oferta de vinos de altura, cervezas artesanales y comida típica regio-nal como empanadas, picadas o la sugerencia del día para el público en general. Escribí mi postulación al concurso “Sé nuestro crítico gas-tronómico (por un día)” y DIXI (He dicho) me seleccionó. La cena tuvo finalmente lugar una noche de un viernes primaveral.

En la cuadra del domicilio señalado, una intensa luz blanca me anunció el lugar de la cita: un par de sillas y mesas en la vereda marcaban la ruta de acceso. Ingresé a la vinoteca y me encontré con los cómplices de la ve-lada. Ansiosos por vivir la experien-cia gastronómica, ocupamos nues-tro sitio sin mayores dilaciones. De inmediato advertí el diseño original del mobiliario con base de barricas de roble; había asientos a bastante distancia del nivel del piso –que me hicieron sentir un poquito volátil – y si-llones “como el de casa” acompaña-dos de una mesa de madera rústica.

A modo de ambientación y mientras esperábamos el primer plato, nos de- *L

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tuvimos en las paredes mitad ladrillo a la vista y mitad rojo carmesí. Nos deleitamos con las exposiciones de arte (que llevan la voz cantante en la decoración), la música de fondo -una fiel compañía-, y el clima de encuen-tro tímido y personal procurado por la luz tenue. Estábamos en un placente-ro intercambio de impresiones cuan-do llegó una cervecita artesanal de quinua, de los pagos de Santa Ma-ría (Catamarca), excusa del gerente del local para acercarse a la mesa y compartir algunos secretos de aquel cereal, como el altísimo valor nutritivo que posee debido a sus proteínas, carbohidratos, minerales y vitaminas, y la variedad de platos andinos don-de podemos hallarlo. Pese a estar actualmente “más de moda”, la qui-nua es tan vieja como los incas, que la consideraban un alimento sagrado (luego, los conquistadores españoles se encargaron de prohibirla).

La cerveza en cuestión es una bebi-da de color rubio, de sabor amargo con un toque dulce, ideal para beber con unos picles de berenjenas asa-das al escabeche, verduras (cebolla y zanahoria, un poco de ajo y pimien-ta negra) y pancitos caseros sabori-zados. El complemento perfecto des-de luego incluye la infaltable picada de jamón cocido y jamón crudo, di-ferentes tipos de quesos de cabra de Catamarca, salame y aceitunas.

Hacia el postre rústico

El jolgorio prosiguió con una copa de vino rosado “Amauta”, de la bodega cafayateña “El porvenir de los An-

des”, que se destaca por la vivacidad del rojo granate y un aroma frutado intenso con notas de frutilla y fram-buesa. Estos atributos fueron muy bien acompañados con pizzetitas de rúcula y queso con aceitunas negras.

Saciadas de alegría, de las anécdo-tas que iban y venían, la mejor forma de cerrar el festín fue un brindis con el vino espumante Brut de Torrontés “Santa Florentina”, de la bodega La Riojana, de delicado aroma floral, con matices de frutos cítricos (pome-lo) y frutos blancos como manzana y melón. Acertado para postres o como aperitivo antes de comenzar una co-mida, su cuerpo, color y aroma se su-blimaron con las tulipas de zapallo, lima y cayote con helado de torrontés...un postre rústico sumamente digno.

“Pese a estar actualmente

‘más de moda’, la quinua

es tan vieja como los incas,

que la consideraban un

alimento sagrado (luego, los

conquistadores españoles se

encargaron de prohibirla)”

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• abv/arte y buen vivir. DIXI (12)

D I X I V A D E B A R E S . . . C A V A S D E L N O R T E

Debo admitir que Cavas del Norte su-peró ampliamente mis expectativas. Lo suyo no es sólo comida y bebida de calidad, sino un rescate y elogio de lo autóctono, lo regional, el norte y sus olores, cromaticidad y texturas. La pro-puesta, eso sí, se disfruta más en so-ciedad con alguien que valore un buen vino, se anime a probar exquisiteces y se deje alegrar el alma con la conver-sación reconfortante. Es que el lugar se presta para celebrar la amistad, el amor, el arte y el placer en complicidad con la atención cordial, profesional y personal de Ramón y Soledad.(dx)

¡PLUS!

Cavas del Norte (www.cavasdelnorte.com.ar) queda en Crisóstomo Álvarez 1327 (San Miguel de Tucumán). La cocina abre los días martes y miércoles de 18 a 22, y los jueves a sábados de 18 a 24.

El restaurante está incluido dentro de una gran vinoteca que ofrece cervezas artesanales y vinos de bodegas de Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy y Tucumán. Es recomendable reservar una mesa con anticipación, ya que el lugar es pequeño.

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Por: LALY ROSALES* -TEXTO Y FOTOS- / SM DE TUCUMÁN

Máquina de plenitud

La bicicleta convierte a los seres hu-manos en ciclistas. Sí, en gente que puede viajar sobre dos ruedas con la gozosa propulsión del pedaleo. El descubrimiento de esa sensación viene a representar una de las pri-meras satisfacciones de la vida. La bicicleta hace felices a los niños que la esperan junto al árbol de Navidad o al costado de los zapatos dejados a la intemperie durante la noche de Reyes. Es un objeto “de culto”, tan práctico como poético cuyas virtu-des han comenzado a reivindicarse en San Miguel de Tucumán, donde cada vez más ciudadanos proponen a la bicicleta como la solución para el problema del tránsito y la contamina-ción urbana.

Libertad, bienestar... la bici es una máquina de plenitud. Gustavo, que aprendió a usarla a los cuatro años, llegó a ganar campeonatos nacio-nales de ciclismo y con casi cuatro décadas de edad, entrena todos los días un ratito... por puro placer.

¡Si hasta un extraterrestre como ET pedalea en el aire para volver a su hogar! Ni qué decir del maestro

Julio Cortázar, que despotricaba contra los lugares que prohibían las bicicletas. Tanto le gustaban al autor de “Rayuela” (1963) que en el rela-to “Ciclismo en Grignan” alabó sus propiedades eróticas. No se pierdan este fragmento:

“...Ya no miré más que eso, la silla de la bicicleta, su forma vagamente acorazonada, el cuero negro termi-nado en una punta gruesa, la falda de liviana tela amarilla moldeando la grupa pequeña y ceñida, los muslos calzados a ambos lados de la silla pero que continuamente la abando-naban cuando el cuerpo se echaba hacia delante y bajaba un poco en el hueco del cuadro metálico; a cada movimiento la extremidad de la silla se apoyaba un instante entre las nal-gas, se retiraba, volvía a apoyarse. Las nalgas se movían al ritmo de la charla y las risas, pero era como si al buscar nuevamente el contacto de la silla la estuvieran provocando y la hicieran avanzar a su vez; había un mecanismo de vaivén interminable y eso ocurría bajo el sol en plena plaza, con gente mirando sin ver, sin com-prender...”. *L

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Amor sobre dos ruedas

A Sebastián y Claudia los une un noviazgo largo, un matrimonio (des-de mayo de este año) y la pasión por el “mountain bike”. Para ellos no hay mejor plan que recorrer los senderos de los cerros tucumanos: es su de-porte preferido, su vía de escape y de contacto con la naturaleza.

Algo parecido le ocurre a Homero Sánchez, músico y estudiante de Ciencias de la Comunicación. “Des-cubrí que andar en bicicleta es muy bueno para el cuerpo, el alma y el medio ambiente”, afirma. En octubre de este año, Sánchez organizó una bicicleteada que partió desde la pla-za Independencia hasta el parque Avellaneda. El encuentro terminó con una fiesta con malabaristas, murgue-ros y dos bandas de música. “Que-remos promocionar el uso de la bici en la ciudad”, comenta el activista. Según su opinión, los ruidos moles-tos y la polución pueden disminuir significativamente si los ciudadanos sacan (a pasear) al ciclista que llevan adentro.

La “Flaca” sabe que la idea de Sán-chez no es una utopía: la bicicleta es su medio de transporte preferido. Ella y su entrañable playera amarilla son una postal del barrio El Bosque. La “Flaca” defendió la bici hasta con el cuerpo cuando, hace un par de me-ses, un ladronzuelo intentó robársela. El amigo de lo ajeno logró arreba-társela, pero no pudo con el piñón fijo, que lo tiró al piso. “Esta bici es

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• vyp/la vista y el placer. DIXI (16)

la prolongación de mí misma que me permite, cuando no surge algún im-previsto como una maldita pinchadu-ra, viajar a ‘piaccere’”, relata románti-camente la Flaca.

Razones y más razones

“Todo empezó como un sueño de una noche de verano a fines de 2007. Cansada del dióxido de carbono que respiramos en Tucumán, del ruido, la congestión del tránsito y de sentirme impotente ante el caos, escribí un artículo y lo envié a un programa de Radio Universidad”, recuerda Gilda Isaac, presidenta del grupo Ambien-talistas autoconvocados por la bici en la ciudad (AABC). En ese descargo, Isaac propuso cambiar los autos, las motos y colectivos por el saludable pedaleo.

Algunos la tildaron de ilusa, pero ella puso en marcha la solución. Con el tiempo, más ciudadanos se sumaron a su causa. Impulsados por el anhe-lo de una ciudad sin humo y menos estresada, lleno de bicicletas circu-lando libremente por una red de bi-cisendas, lograron que un proyecto

de ordenanza llegase en 2008 a la Municipalidad. “Al principio no hubo respuestas, pero las cosas están em-pezando a cambiar”, observa Isaac esperanzada. El reclamo del grupo AABC es, en verdad, un movimien-to mundial. Mucha gente en muchas urbes piden bicisendas. En Madrid, por ejemplo, los ciclistas organizan bicicleteadas nudistas para llamar la atención de ciudadanos y autoridades.

En octubre del año pasado, los ediles dispusieron por unanimidad la cons-trucción de ciclovías en San Miguel de Tucumán. En noviembre, el Muni-cipio incluso apoyó la organización de un circuito en bicicleta alrededor de los árboles notables de la ciudad.

Es que la bicicleta es una pasión de multitudes. Recuerdos maravillosos giran alrededor de ella: excursiones con amigos hasta la rotonda del pie del cerro, la emocionante bajada por los senderos... ¿Quién no quiso ser un “bicivolador”? Juan, un fanático del ciclismo, explica sus virtudes: “es un conversor de potencia muy eficiente. Transforma la energía bio-lógica de las fibras musculares en

“Es un conversor

de energía muy

eficiente”, explica un

fanático del ciclismo

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mecánica, fenómeno que nos permi-te desplazarnos mucho más rápido que caminando”. Juan, Sebastián y Claudia coinciden en que dos de las grandes limitaciones para el uso de la bicicleta son los atropellos de colectiveros, conductores de autos y motociclistas, y los robos (como el que sufrió la Flaca). Otro déficit es la falta de lugares para estacionar.

Pero todos los inconvenientes pue-den repararse con buena voluntad y educación ciclista porque, ¡es im-posible no enamorarse de la bici! Lo asegura Bautista, que nunca olvida-rá aquel sábado al mediodía en que conoció a “Cocotte”: una bici azul, con canasto y cambios, relucien-te como sólo pueden ser las cosas nuevas.“Cocotte” le pareció sencilla-mente hermosa: tenía el aroma de los caminos y la suavidad de las curvas, y expectativas de grandes aventuras. Bautista, que entonces llevaba algu-nas semanas pensativo, se hinchó de alegría. “Cocotte” también sonrió y con una mirada cómplice le dijo: “andemos siempre juntos”.(dx)

¡PLUS!

Los Ambientalistas autoconvocados por la bici en la ciudad (AABC) tie-nen su propia bitácora:

xlabicienlaciudad.blogspot.com

“La bicicleta convierte

a los seres humanos en

ciclistas. Sí, en gente

que puede viajar sobre

dos ruedas con la gozosa

propulsión del pedaleo”

Foto: Carla Salvatore

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• vyp/la vista y el placer. DIXI (18)

H O M E N A J E

¡Otra que Che Guevara!Por: L.A. VILTANO / SM DE TUCUMÁN

Conocí a Juan Bautista Alberdi en el verano de 1994. No se me apareció en sueños, ni renació de sus baquetea-das cenizas. El contacto ocurrió como desde entonces han sucedido mu-chos de los hallazgos perdurables de mi vida: por medio de un libro. Sí, una biografía que en aquel año se vendió bien, que dio qué hablar, que muchos compraron por curiosidad y que cayó en mis manos por mero accidente. Pero bienaventurados sean los accidentes si deparan un encuentro como el que en ese ilustre enero tuve con “Vida de un ausente“ (1993), de José Ignacio Gar-cía Hamilton.

Fue empezar a leer el texto y no poder -ni querer- detenerme hasta agotarlo. No recuerdo qué pensaba yo de Alber-di antes de aquel libro, quizá nada en especial más allá de lo que un prócer comúnmente significa para su poste-ridad: un apellido que suena a cosas grandes, a pasados auríferos, a idea-les, a empresas inmensas, a sacrificios y a patria, pero que, pese a todas aque-llas gloriosas reminiscencias, no puede ser dimensionado como un hombre de verdad. Alberdi era una lejanía agrava-da por sus orígenes tucumanos.

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Busco el libro y lo encuentro al comien-zo mismo de una biblioteca desordena-da por los años y los vaivenes de las lecturas. Allí está la prosa de García Hamilton actualizando el mito, descri-biendo su rostro, su personalidad, sus desvelos, penas y contadas alegrías.

Mármoles opacos

Leo párrafos salteados, y reencuentro al intelectual refinado, al dandi afrance-sado de finales del siglo XIX, pero tam-bién al niño desdichado y de provincia, y al hombre poseído por las altas y anchas ideas políticas que su contexto histórico reclamaba.

Los bustos de mármol, simplemente, no cuentan los dolores del corazón. Mi Al-berdi había sido un adulto grave desde su infancia marcada por la muerte de la madre poco después del parto. Las cuitas le habían dado el aire romántico que derretía fatalmente a las mujeres. Yo no fui la excepción: ese verano de mi adolescencia supe que uno también podía enamorarse literariamente, tanto como hoy sé que los amores literarios jamás se quiebran ni están expuestos a las contingencias que fusilan las rela-ciones carnales.

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¡PLUS!

Este texto es el último de la serie que DIXI (He dicho) ha dedicado al autor de “El crimen de la guerra” (1870) en el año del bicentenario de su natalicio. Los lectores pueden consultar en www.dixihedicho.com.ar la separata digital con notas de archivo vinculadas con la vida y la obra de Alberdi.

Pienso en la ternura de Alberdi y son-río. Pienso en los hombres pequeños que lo olvidan y traicionan su legado, y también sonrío. Cada vez que algunos se empeñan en destruir el país y otros se aprovechan de sus posiciones de poder para estafar el bien común, me refugio en la biografía del mejor aboga-do tucumano, que desde este año es, además, una figura bicentenaria. Ja-más podré imaginarlo viejo ni cansado. Mi Alberdi, el que me “regaló” García Hamilton, tiene unas ganas locas de cambiar el mundo por las buenas. ¡Otra que Che Guevara! (dx)

“Alberdi era una lejanía agravada por sus

orígenes tucumanos”

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• tlp/tinta y liquid paper. DIXI (20)

Por: LAURA ROSSI* / ROSARIO

Lecturas al sol

Los más preciados libros de mi biblio-teca conservan todavía aromas de playa. Mientras cientos de veranean-tes pasaban sus días panza arriba al sol, yo me dedicaba a revisar uno por uno los ejemplares maltratados y lle-nos de polvo que los dueños de las li-brerías de saldos apilaban con la es-peranza de que alguien se los llevara de una buena vez. Así, entre una bio-grafía de Reagan y unas novelitas de Corín Tellado, encontré un ejemplar de la “Teoría estética” de Adorno, del que, hastan entonces, sólo parecían existir fotocopias. De esa forma llené mi biblioteca de literatura rusa impo-sible de conseguir en otros lugares. Pero nunca estuve sola: allí, a contra-pelo de la idea de diversión que nos venden las publicidades, siempre había otros veraneantes dispuestos a meterse hasta el cuello en el caótico submundo de los saldos.

Para muchos de nosotros, revisar li-bros sucios y maltratados es una ta-rea cotidiana. Sin embargo, para mu-chos otros, no lo es: es una actividad que se permiten sólo en verano, sólo cuando tienen tiempo para “perder”.

La maldición del “best-seller”

Los lectores que no visitan librerías con regularidad o que se mueven en ámbitos que poco o nada tienen

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que ver con la literatura, tienden a enterarse de las novedades edito-riales por los medios masivos de co-municación. Entonces, llegan a las librerías persiguiendo la zanahoria que les han puesto en el camino, la zanahoria de “lo que se está leyen-do” o de lo que se ha publicado a fin de año con el firme propósito de ser consumido (¿leído?) en vacaciones o regalado para Navidad.

La maldición del “best-seller” no se extiende directamente sobre el po-tencial lector sino, más bien, sobre los otros libros que sus tapas nuevas y brillantes tienden a opacar. ¿Quién va a llevarse una vieja edición de So-pena (esas de espantosas tapas de papel y letra pequeñísima), de “Rojo y negro” de Stendhal por $10, cuan-do puede pasearse por bares y pla-yas con la “última” novela que ganó el premio X, aunque cueste ocho ve-ces más?

Muy pocos lectores se atreven a apostar a los clásicos, en general, porque nadie habla de ellos en los medios de masas. Sin embargo, si tienen la suerte que yo he tenido, qui-zás encuentren un librero amigo que sepa dónde está la literatura en su librería y que no deje que confundan valor con precio.

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Animarse a revolver

Es cierto: a veces, los clásicos son in-cómodos, pesados. Sólo quien haya cargado en su bolso de playa la edi-ción de “Ana Karenina” en un tomo, puede imaginar de qué estoy ha-blando. Pero cuando digo ‘clásicos’ no me refiero exclusivamente a los grandes mamotretos de la literatura universal. Cortázar, Puig, Faulkner, Nothomb, Ocampo (y la lista sigue) entran en mi definición: cuando pien-so en los ‘clásicos’, pienso en los que han perdurado, en los que se siguen editando a pesar de las modas y de las reglas del mercado. Mis clásicos no son productos que se consumen: son textos que me interpelan de un modo diferente en cada lectura.

Nadie puede decirle a otro qué leer: cada uno dibuja su mapa y establece su recorrido. Lo que sí podemos hacer es sugerir, compartir con otros nues-tras experiencias de lectura. Por eso, los invito a animarse a revolver: sólo así descubrirán que, a pesar de todo, la literatura sigue estando allí, agaza-pada detrás de un abrir de tapas, lista para pegarnos ese “mordiscón” que nos obligue a seguir leyendo.(dx)

“La maldición del ‘best-

seller’ no se extiende

directamente sobre el

potencial lector sino,

más bien, sobre los

otros libros que sus ta-

pas nuevas y brillantes

tienden a opacar”

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• tlp/tinta y liquid paper. DIXI (22)

Por: ANA VAZQUEZ / SM DE TUCUMÁN

El humor de la provincia más chiquita

Una vez alguien escribió que no bas-ta con ser valiente para aprender el arte del olvido. También hace falta coraje para emprender el arte del recuerdo, más cuando la herramienta elegida para lograrlo es una revista. Lo saben aquellos que lo han intentado.

Este es el caso de “Papalú”, una de las contadas publicaciones de humor producidas en Tucumán. Dirigida por Sejo, con colaboradores tan impor-tantes como Erlich (ambos viñetistas publican en el exterior), en algunas de sus páginas encontramos la fina pluma de Pablo Ríos, Sebastián Cá-ceres y Jota Jota Rousseau, entre otros dibujantes locales y visitantes. Las viñetas conviven con textos e incluso infografías de personajes re-conocidos, que dan vueltas sobre las características, hábitat y lenguaje del “ser tucumano”.

Los que (como yo) no gusten parti-cularmente de este tipo de humor, encontrarán que en “Papalú” se usa con inteligencia y, a veces, como for-ma de denuncia. Cabe, además, la

¡PLUS!

“Papalú” tiene una versión digital (revista-papalu.blogpot.com) y 12 números publicados al término de 2010.

“Hace falta coraje para emprender el arte del

recuerdo, más cuando la herramienta elegida para

lograrlo es una revista”

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muy extrema posibilidad de que se sientan identificados con “El ángel culiadito”.

Treinta y seis páginas, tapas a color, módico precio y el contenido des-cripto hacen de “Papalú” una publi-cación interesante y de gran calidad. Ya lleva casi dos años saludándonos desde el anaquel de nuestro quios-quero amigo; regalándonos, como un buen espejo, un reflejo de lo que so-mos y de lo que no queremos ser.(dx)

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Por: IRENE BEWS / SM DE TUCUMÁN

El ‘fotogenio’ de las yungas

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La selva es naturalmente fotogénica. Sobre todo cuando el fenómeno

de la explosión urbana combinado con el de la explosión demográfica y

acentuado por la explosión capitalista deriva en un desmadre que arrin-

cona y compromete el futuro del paisaje de yungas. Este verde lujurioso,

esta tierra mojada, estas profundas sombras parchadas de sol comienzan

a ser un bien escaso. En un páramo de esas lujosas características vive

Mangini (Tucumán, 1941), el artista por todos conocido como Tito aunque

en su DNI conste que ha recibido dos nombres de pila: Ángel y Luis.

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Un par de perros guardianes reciben a las visitas. La propiedad de Horco Molle, en la auténtica ladera de la montaña, parece salida de una pe-lícula de Lucrecia Martel. Al gentil lector se le pide que ponga –imagi-nariamente- a este texto el sonido de los pájaros refugiados en la jungla de Mangini, cuyo piar es tan intenso como la hora y media de conversa-ción con el veterano fotógrafo.

El anfitrión es uno de esos seres que lleva bien -o disimula que lleva bien- la incómoda tarea de hablar de sí mismo (de joven habrá sido un se-ductor incorregible). En términos am-plios e imprecisos, se sabe que Tito Mangini es una firma reconocida de la fotografía local, que ha presenta-do varias decenas de exposiciones y que su vocación por registrar la vida rural del siglo XX le ha permitido cul-tivar un valioso banco de imágenes sobre temas que ya no existen, como la zafra antes de la máquina cose-chadora y los talleres de Tafí Viejo antes de la debacle de la industria ferroviaria.

La plática se desarrolla en un come-dor en penumbras, en cuyos muros se adivinan las obras de plásticos tu-cumanos con los que Mangini tuvo el privilegio de compartir tertulias inter-minables: Aurelio Salas, Luis Lobo de la Vega y Juan Gatti. También hay una fotografía de Mangini, una vasija sola y terracota que a lo lejos parece un óleo más. Su autor es un fotógra-fo que chapoteó en la pintura -y se nota-, en el teatro, la música y la ar-quitectura, y que se rindió al llamado

del arte después de fracasar como un joven serio y formal. “Yo no soy ‘oficinesco’, no sirvo para tener un jefe”, confiesa el artista. Ese recha-zo al horario comercial, ya lo verán amables lectores, no significa que el hombre esté libre de obsesiones y neurosis...

-Mangini, he venido a preguntarle qué opina del “boom” de la fotografía. ¡Mucha gente quiere ser fotógrafa!

-Al cabo de ver algunas cosas en el transcurso de los años, la humanidad ha terminado por parecerme bas-tante previsible. He vivido dos o tres veces este fenómeno de fascinación masiva, con el grado de sofistica-ción correspondiente a cada época. Cuando empecé en este oficio, la fotografía artística estaba reducida al periodismo y al fotoclub. Ese últi-mo ámbito siempre me produjo cierta contradicción porque lo que se hacía allí estaba asociado al concepto de hobby. Aquello es el entretenimiento

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de una persona que hace algo que la mantiene ocupada hasta cansarse o aburrirse, y necesita una actividad donde se sienta más relajada. La fo-tografía artística, que es lo que me interesa, requiere fundamentalmen-te libertad e independencia y no es compatible con las limitaciones del hobby.

-¿Y cómo era ese “boom” de hace cuatro décadas?

-Todo el mundo estaba detrás de las novedades de cámaras y accesorios. Como siempre, parecía que el fenó-meno venía precedido de un impulso o fomento comercial antes que de una inquietud vocacional. Siempre fue bastante curioso para mí ver a la gente obnubilada y distraída en una tecnología que sólo hay que conside-rar en función del servicio que puede prestar a la imaginación y creativi-dad. Muchas veces el aprovisiona-miento de equipo mermaba de inte-rés cuando había pasado el tiempo del deslumbramiento. Ocurre que no es tan sencilla la fotografía cuando se lleva adelante de manera artesanal: es decir, cuando el autor es respon-sable de su creación desde la toma de la imagen hasta la aparición de la copia.

A Mangini no le gusta la palabra “analógica”, en parte porque no sabe qué significa. Él prefiere hablar de fo-tografía clásica en contraposición a la digital. Aunque le ha tocado vivir el auge de la película y el revelado en el laboratorio, Mangini emplea ambas

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tecnologías. Eso sí, para mandarse la parte, saca su Leica de colección, que, según dice, jamás le ha fallado. Y hablando de un Photoshop que no le interesó nunca -salvo para quitar las indeseadas motas de polvo-, el artista llega a la fibra que lo apasio-na: “a mí me cautiva el motor original de la imagen, la fuerza que motivó la toma: en eso reside mi pequeña his-toria como fotógrafo”.

Esa historia comienza con un con-sejo. Un amigo médico que veía a Mangini por sus enfermedades psi-cosomáticas le recomienda dejar de buscar empleos convencionales (en un banco, en el Estado) y probar, por ejemplo, con la fotografía. El mu-chacho, que no hacía mucho había egresado del Gymnasium y ya tenía a su cargo una familia, decide darse una oportunidad: se hace de las he-rramientas pertinentes y se marcha al campo.

“Sacaba fotos en escuelas rurales, después llevaba las copias y los ni-ños que podían o querían me las compraban. Yo volvía a mi casa con dinero en la mano que era el fruto de mi trabajo creativo, personal, artesa-nal y que me brindaba una indepen-dencia tan maravillosa como desco-nocida en aquel momento”, comenta Mangini, que también estudió canto, y toca la quena y el bombo, y desde chico se ocupó de conocer profunda-mente las raíces culturales de su tie-rra. De allí sólo hay un paso hasta la fotografía de los paisajes y las gentes del norte, el registro de sus fiestas y tradiciones. Todo eso integra la pro-

“Un maestro solía decirme que el desnudo es cultu-

ralmente un disparate: las personas no andan sin

ropa por el mundo”

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ducción de Mangini, pero el súmmun de su obra es el desnudo.

-¿Cómo encontró estos temas?-Nunca seguí las modas. A grandes rasgos, lo que hice fue dejarme lle-var y motivar por lo que tenía ade-lante. Las cosas que te sensibilizan son casualmente pocas. He visto en la naturaleza, el campo y lo cultural en el campo una especie de síntesis calmada de lo social, lo político, lo la-boral, la justicia... En el ámbito cam-pestre encuentro la imponencia de la montaña, de los ríos y la selva, y la humanidad de los hombres, valga la redundancia. El cuerpo de un pela-dor, de una mujer que trabaja en el surco, cuenta más que el de un señor sentado en un escritorio con una lapi-cera. No lo digo peyorativamente. El ser humano, la especie a la que perte-nezco, me parece interesantísima.

-Inagotable.-Me provoca una indignación incon-mensurable y, al mismo tiempo, una atracción inevitable. Con el tiempo llegué a la conclusión de que el hom-bre es contradicción y si porta rebel-día, puede ser revolucionario desde el punto de vista creativo. Por ahí an-dan los motores de los temas. Siem-pre de algún modo, primero tímida-mente y después sin ninguna timidez, aparece entreverado todo esto en el desnudo femenino, donde confluyen forma, belleza y despojo. Un maestro solía decirme que el desnudo es cul-turalmente un disparate: las personas no andan sin ropa por el mundo. Tuve

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siempre presente este punto de vis-ta para no hacer el ridículo y procuré abordar al desnudo como una forma que me permite administrar la belleza de la línea y la sombra, y que, en sí mismo, reúne el atributo del misterio que me produce la reflexión sobre el cosmos y la creación. El arte es expresión y no necesita justificarse, pero yo sí lo hago por una cuestión de rigor interno. Necesito saber por qué fotografío lo que fotografío y es-tar seguro de que mi trabajo no res-ponde a los parámetros de la moda, el éxito o las ventas.

“A mí me cautiva el motor original de la imagen, la fuerza que motivó la toma: en eso reside mi pequeña

historia como fotógrafo”

“Siempre fue bastante curioso para mí ver a la gente obnubilada y distraída en una

tecnología que sólo hay que considerar en función del

servicio que puede prestar a la imaginación y creatividad”

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Hace un tiempo, a Tito comenzó a fa-llarle el pulso del brazo derecho. Él confía en que ese temblor –que le im-pide hacer fotos con velocidad lenta o poca luz- es temporario. Lo expli-ca mientras sale a su jardín salvaje y posa para un retrato. Antes, había comentado que fue un autodidac-ta inspirado en la obra de algunos cracks como Anatole Saderman, Pedro Otero y Antonio Legarreta, y que también admira al francés Henri Cartier-Bresson y al brasileño Se-bastião Salgado. Después de echar una mirada al escenario disponible, elige un fondo, ensaya una pose que lo convenza y recibe el disparo. Man-gini es tan fotogénico como el peda-zo de selva que lo cobija.(dx)

EL ÁLBUM DE TITO

-Tapa: Don Juan de la Cruz (1971)

-Apertura: El bracero (1968)

-Pág. 25: Seguro (1985) / No (1999)

-Pág. 26: La Plisetskaia (1978)

-Pág. 27: Celebrando (1971) / Niño serio (1968)

-Pág. 28: La niñerita (1969)

-Pág. 29: Desnudo con algarrobo (1997) / La Trini (1971) / Aula luminosa (1985)

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Bonne année! (dx)

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Por: GRACIELA COLOMBRES GARMENDIA*/ SM DE TUCUMÁN

Cinco discos para poner en la valija

Inmediatamente me puse -claro que metafóricamente hablando- mis borcegos y mi cinto de tachas tras escuchar la consigna “recomendá el mejor disco que escuchaste este año”. Pero lo cierto es que, a esta altura de 2010, lo que tengo puesto, de hecho, son unos shorts y un par de ojotas. Vestida así de ligera, considerando las vacaciones como esa gran oportunidad para recargar las pilas y pensando en qué metería en mi bolso con ese propósito, paso a hacer las siguientes recomendaciones. ¿Una sola? ¡Imposible!

“Crónicas del viento”, de Lisandro Aristimu-ño: musicalmente fresco y nuevo, todo un mérito en un momento de la historia donde la “fusión” y lo “alternativo” parecen viejos conocidos. Letras tiernas y melancólicas se combinan a la perfección con su voz y con todo su ser, que terminan de completar un trabajo digno del más exigente oído. Las canciones “Azúcar del Estero” y “Puente” se llevan todos mis aplausos. Plus: escucharlo en un remanso de tranquilidad.

“Soy sola”, de Ana Prada: esta recomenda-ción viene de otra recomendación. Gracias a DIXI (He dicho) -¡gracias!- conocí a esta talentosa uruguaya. Escarbando en su pasa-do encontré este disco de 2006. Podríamos decir que, como el señorito de al lado, hace un buen uso de lo que se entiende por fusión, más simple, pero igual o hasta más hermoso. Pistas imperdibles: “Tentempié”, “La Male-ta” y “No me ves”. ¡Ah! Hermosas letras. *L

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Estos tres primeros son altamente recomendables para escuchar “echao po-rai” ya sea en una plaza o en la cama. Son álbumes ideales para relajarnos, es-cuchar con todos los sentidos disponibles y rememorar después. Ahora paso a comentar brevemente dos discos de otros estilos:

“To the sea”, de Jack Johnson: este no es un gran disco. Se trata, más bien, de un trabajo sencillo, sin pretensiones y con permanentes referencias al mar. Inevitablemente lo escu-cho y me imagino en la playa en la que no estoy. Gracias a eso, Jack, te pongo en mi lista. “You and your heart”, “My little girl” y “Red wine, mistakes, mithology” son algunos temitas seleccionados por distintos motivos.

“Plastic beach”, de Gorillaz: los dibujitos ani-mados crecieron y eso se nota en este nuevo mundo de animación y electrónica. Excelente para una noche de pocas luces y muchos es-timulantes -que perfectamente puede ser un té verde, ninguna apología por aquí-. Mejor si se acompañan con los impecables videos.

“The resistence”, de Muse: para los que no se van de vacaciones y no comparten mis recomendaciones “chill” menciono especial-mente esta gran alternativa para “resistir” un verano de laburo. “Uprising” es el tema más motivante que escuche este 2010. “Exo-genesis-Simphony part II” y “United Status of Eurasia” reafirman lo bien que quedan los pianos melódicos en las bandas de rock. Fi-nalmente, un poco de amor en “I belong to you/Mon coeur s´ouvre a toi”.(dx)

“Crónicas del viento’ es

musicalmente fresco y

nuevo, todo un mérito

en un momento de la

historia donde la ‘fusión’

y lo ‘alternativo’ parecen

viejos conocidos”

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• 7ma/séptima ilusión. DIXI (36)

Viaje a la prehistoria del rock nacional

“Bajo la perversa influencia del rock, los jóvenes se alejan de los valores tradicionales e incurren en prácticas inmorales”, alertaba el noticiero “Su-cesos Argentinos” allá por la década de 1960 a los desprevenidos padres, que observaban cómo la influencia de “esa música diabólica” (surgida de bandas extranjeras como Los Beatles) llevaba a sus chicos por el camino del pelo largo y la vagancia. Aquella es una de las escenas más valiosas de “Argentina Beat” (2007), el documental de Hernán Gaffet que reconstruye los primeros pasos del género en el país, y que, en el pre-sente, transmiten los canales 7 y En-cuentro.

Gigantes como Javier Martínez (Ma-nal), Emilio del Guercio (Almendra), Ricardo Soulé (Vox Dei), Lito Nebbia (Los Gatos) y Nito Mestre (Sui Gene-ris) protagonizan esta producción au-diovisual que arranca grandes dosis de nostalgia, sobre todo cuando los músicos relatan en primera persona su experiencia como pioneros del rock. Un género que cambió defini-

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Por: MERCEDES COLOMBRES* / CIUDAD DE BUENOS AIRES

tivamente el rumbo de la juventud al convertirla en el centro de la cultura y la innovación.

Pintate de verde

“Argentina Beat” también evoca a otros artistas, que, por cuestiones de ego o por haber fallecido, no han prestado su memoria para la elabo-ración del video, pero marcaron el nacimiento del género, como Tan-guito, Miguel Abuelo, Miguel Zava-leta, Luis Alberto Spinetta, Charly García y hasta el mismísimo San-dro, reconocido imitador de Elvis: sus ajustados pantalones de cuero y movimientos pélvicos hacían doler la cabeza a las matronas decentes. Las mecas del joven rock argentino, como La Cueva y La Perla; la históri-ca convocatoria de los hippies en la Plaza San Martín con Pappo a la ca-beza; la persecución policial a los in-troductores del género y la influencia de los años de plomo en el desarrollo del rock vernáculo proveen de abun-dantes anécdotas que aligeran el rit-mo del documental. La historia a ve-

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ces provoca risas y a veces lágrimas. Dos ejemplos bastan para ilustrar el segundo estado: la versión original de “Muchacha ojos de papel” con vi-deoclip incluido y la guitarra acústica de Soulé recreando “Presente”.

En tiempos regidos por experimen-tos como los Jonas Brothers, donde parece que la música es producto del sueño financiero de un gerente comercial antes que de la sensibili-dad artística, este documental pro-pone un recorrido que sienta como un soplo de aire fresco. Vale la pena recordar esas épocas en que la ju-ventud estaba convencida de que se podía cambiar el mundo y, funda-mentalmente, la forma de concebir la música. “Nuestra convicción sobre lo que teníamos que hacer era una aplanadora”, recuerda Del Guercio. El inmortal Pajarito Zaguri (Manal) remata: “pusimos la semilla. Ahora te podés pintar de verde y nadie te dice nada. En esa época, ¡nos llevaban a la cárcel!”.(dx)

“Argentina Beat” es

una cita obligada para

todos aquellos que

añoran los tiempos en

que la música tenía

más que ver con la

creatividad y la rebeldía

que con el marketing”

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• nstr/nuestros lectores. DIXI (38)

Por: PAMELA DESJARDINS -TEXTO- Y LUCÍA PALENZUELA -FOTOS- / SM DE TUCUMÁN

Como pez en el agua de las letras

Como pez en el agua de las letras: así se siente Natalia Acosta.

Hace calor, muchísimo calor. En su casa, la escritora de 35 años, profesora de Letras y Filosofía, espera con mango, hielo y Mocoretá de naranja en la licuadora. La “Aspen” se escucha de fondo. Un par de sorbos hidrata la primera pregunta:

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-¿Cómo y cuándo te acercaste a la escritura?

“Podría decir que hice mis primeros avances en la escritura en los cami-nos del Señor”, responde y se ríe. Sus primeros poemas teñidos de es-piritualidad estaban atravesados por una metafísica religiosa. Nos acla-ra que su acercamiento al mundo de las letras ocurrió de una manera muy ingenua. “Tenía que ver con ese momento de mi vida. Era una adoles-cente de colegio católico y lo que me movía a escribir eran ideas que asi-milaba de la religión. A los 13 años comencé mi diario íntimo. Escribía mucho, todos los días, en forma de carta a una amiga imaginaria, al esti-lo de Ana Frank. Ese hábito me aflojó la mano y la cabeza de a poquito y, ante la posibilidad de que leyeran mi diario en mi casa, me fui haciendo

cada vez más metafórica y críptica, de modo que sólo yo me entendía: hablaba entre líneas”, confiesa.

Con los años, se define a sí misma como escritora. Sin embargo, siem-pre se sintió marginal, no compren-dida dentro del sector de las Letras (con mayúsculas). “Nunca traté con solemnidad al libro y nunca le tuve demasiado respeto a la literatura”, confirma.

-¿Cómo surge el proyecto de Dichosa Edito-rial?

“Dichosa apareció mientras iba de-jando El Fabulario”, dispara. El Fabulario fue una revista de divul-gación de artistas locales que inicia en 2003, junto con Mariano Heredia, Mario Tapia y Marina Ferrari. “Éra-mos más bien periodistas entusias-

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“Ante la posibilidad de

que leyeran mi diario en

mi casa, me fui haciendo

cada vez más metafórica

y críptica, de modo que

sólo yo me entendía:

hablaba entre líneas”

mados con las idea de difundir las producciones de autores que nos gustaban”, agrega.

Por ese tiempo, comienza a vincular-se con artistas visuales tucumanos y ese trato cambia su forma de ver la escritura. Ferrari le acerca un libro de Gabriela Bejerman publicado en fotocopias por la editoral Belleza y Felicidad. “Me encontré con una idea ‘descontracturada’ y ‘antisolemne’ de lo que es el arte y de lo que es la es-critura. Me encantó no sólo la manera de escribir de Gabriela, sino también la poética de la editorial. Se podía pu-blicar como sea y a cómo dé lugar, y ese formato estético era también par-te del discurso”, comenta.

A fines de 2004, El Fabulario partici-pa de los talleres para gestión de ar-tistas de Trama (Programa de coope-ración y confrontación entre artistas). “Esta actividad me moviliza bastante y empecé a buscar un proyecto ar-tístico que en su contenido estético llevase implícito una idea de gestión”, recuerda.

A partir de esa búsqueda nace Di-chosa Editorial, una iniciativa que emprende con Mateo Carabajal, Antonella Aparicio y Damián Miroli. “Empezamos con cosas muy difusas porque no sabíamos bien qué íba-mos a hacer. Nos unía la intención de publicar nuestros textos y obras, y de realizar otras acciones artísticas”.

En 2009, Dichosa presenta su pri-mera colección con trabajos de Mi-roli, Carabajal, Lorenzo Verdasco y Alejandro Gómez Tolosa. La idea era publicar algo que se aleje de las plataformas tradicionales: más que libros, estos son objetos para leer.Aquella iniciativa respira y funciona a pulmón. “Las publicaciones surgen de una impresora doméstica y un par de resmas de papel. No hacemos grandes tiradas, por eso digo que es una editorial de fantasía”, explica.

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• nstr/nuestros lectores. DIXI (40)

“Somos narradores potenciados por los medios que nos da la web 2.0 y por las nuevas tecnologías

digitales, narradores públicos y masivos”

Recientemente, Dichosa lanzó su se-gunda colección, que incluye “Orá-culo Planetario”, la primera publica-ción de Acosta. Esta producción es un “caleidociclo” diseñado por Miroli cuya superficie presenta los horósco-pos poéticos de la autora.

-Muchos escritores usan las redes sociales para difundir sus obras. ¿Qué impacto tienen estos medios digitales sobre el trabajo del escritor y el campo literario en general?

La escritora se sorprende porque la pregunta se acerca al disparador de su tesis doctoral donde justamente analiza las escrituras del “yo” como espectáculo en la web 2.0. “Creo que actualmente hay una tendencia cons-tante a la narración, a expresar emo-ciones y sentimientos que están mar-cados por la fugacidad. A partir de internet esto se vuelve sintomático, no sé si todo el mundo se considera escritor, pero sí todos los usuarios se expresan lingüística y temporalmen-te. Somos narradores potenciados por los medios que nos da la web 2.0 y por las nuevas tecnologías digita-les; narradores públicos y masivos”, teoriza.

Acosta considera que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información influyen sobre cómo tratamos a la escritura. “Facebook y Twitter nos proponen que narremos y escribamos de una manera deter-minada. Está emergiendo un tipo de expresividad diferente en internet”, resume. A renglón seguido, califica

a esos textos de “líquidos”, apropián-dose de un concepto de Zygmunt Bauman, puesto que entiende que estos poseen una consistencia móvil que puede variar en la espacialidad y temporalidad inestable que existe en el campo de lo virtual.

-¿Cual es tu próximo proyecto personal?

-Ahora estoy escribiendo un libro fi-losófico, “Yo no quería una vida nor-mal”, en el que hablo todo el tiempo sobre mi intimidad. Durante mi ado-lescencia seguí adelante con mis

diarios íntimos en combinación con la poesía. Luego fui escribiendo una especie de memorias más bien espo-rádicas. Ya en la computadora, ate-soré todos esos relatos en una gran carpeta que llamé “Confesiones bo-rrosas” y que daré a conocer en mi próxima obra.(dx)

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¡PLUS!

Cualquier lector puede sumergirse en el mundo acuático que fabrica esta es-critora en algunalaguna.blogspot.com, recorrer pequeñas poesías en quierotan-toamona.blogspot.com o acercarse a sus notas de crítica sobre obras y artistas contemporáneos en yonobezo.blogspot.com

Dichosa Editorial también tiene su blog: dichosaeditorial.blogspot.com

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• oyf/el ocio y la filosofía. DIXI (42)

Por: AVEJU* / SM DE TUCUMÁN

Mis fuentes

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II.

Hace mucho, mucho tiempo, los ancianos gozaban un gran prestigio entre sus contemporáneos (éste no debe ser el elemento fantástico que provoque extraña-miento en los lectores). Cada vez que existía un conflicto o que debían tomarse decisiones importantes, se acudía a ellos a fin de encontrar, en su sabiduría, la resolución a los dilemas.

Cierto día, algo terrible ocurrió. Cientos de gallinas aparecieron degolladas (di-cen que Quiroga halló inspiración en este episodio). Como era de suponerse, el pueblo acudió al anciano para resolver el misterio.

Sin demasiados rodeos sentenció: “fue el forastero”. “Me lo revelaron mis fuen-tes”, concluyó. Y nadie puso en duda el veredicto. Condenaron al extraño y so-brevino la calma, ante la sensación de justicia restablecida.

Yo, que en ese entonces era una niña curiosa, seguí al anciano. Quería conocer el origen de su sapiencia infinita. Inconmensurable fue mi sorpresa ante el cua-dro que se me ofrecía generoso. El anciano, sentado frente a un manantial de agua clara, reía a borbotones: “mis fuentes” decía. “Mis queridas fuentes”.(dx)

“Sin demasiados

rodeos sentenció:

‘fue el forastero”

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