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ETIQUETADO DE LOS ALIMENTOS: LA PERCEPCIÓN DEL CONSUMIDOR (real) YOLANDA QUINTANA – CEACCU JORNADAS SOBRE ETIQUETADO ALIMENTARIO ELIKAGAIEN EKITETATUA BILBO 2009 JORNADAS SOBRE EL ETIQUETADO DE PRODUCTOS ALIMENTARIOS: LA PERCEPCIÓN DEL CONSUMIDOR (real) Yolanda Quintana (*) CEACCU El etiquetado de los productos alimentarios, a pesar de su cotidianidad, se ha convertido en un aspecto crítico desde el punto de vista de los derechos del consumidor. Incide, obviamente, en su derecho a la información (y, por tanto, en su derecho a elegir). Pero, también, en su derecho a la salud e, incluso, en la protección de sus intereses económicos. Para evaluar en qué medida están garantizados estos derechos de los ciudadanos, CEACCU (Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios –primera organización de consumidores de España, con 400.000 asociados y presencia en 41 provincias y 1.100 localidades-) ha realizado en los últimos años más de diez estudios o informes que, de una manera directa, abordaban este problema: Desde “Las españolas ante el etiquetado alimentario” (CEACCU, 1996) o “Las españolas ante la seguridad alimentaria” (CEACCU, 2001), hasta el reciente “¿Alimentos que todo lo pueden? La realidad de las declaraciones nutricionales y de salud en el etiquetado” (CEACCU, 2008) 1 . En total, más de mil páginas dedicadas a analizar las percepciones del consumidor, el uso que éste hace de las etiquetas y la veracidad y utilidad de estos mensajes, cada vez más persuasivos. Con motivo de las Jornadas sobre etiquetado de los productos alimentarios organizada por Elika (Fundación Vasca de Seguridad Alimentaria), en esta ponencia expondremos nuestros resultados más recientes (una encuesta sobre hábitos y opiniones de consumidor ante el etiquetado, un estudio de mercado sobre las declaraciones 1 Más información en: http://www.ceaccu.org/Publicaciones/Publicaciones.html

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ETIQUETADO DE LOS ALIMENTOS: LA PERCEPCIÓN DEL CONSUMIDOR (real) YOLANDA QUINTANA – CEACCU

JORNADAS SOBRE ETIQUETADO ALIMENTARIO ELIKAGAIEN EKITETATUA BILBO 2009

JORNADAS SOBRE EL ETIQUETADO DE PRODUCTOS ALIMENTARIOS:

LA PERCEPCIÓN DEL CONSUMIDOR (real)

Yolanda Quintana (*)

CEACCU

El etiquetado de los productos alimentarios, a pesar de su cotidianidad, se ha

convertido en un aspecto crítico desde el punto de vista de los derechos del

consumidor. Incide, obviamente, en su derecho a la información (y, por tanto, en su

derecho a elegir). Pero, también, en su derecho a la salud e, incluso, en la protección

de sus intereses económicos.

Para evaluar en qué medida están garantizados estos derechos de los ciudadanos,

CEACCU (Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores

y Usuarios –primera organización de consumidores de España, con 400.000 asociados

y presencia en 41 provincias y 1.100 localidades-) ha realizado en los últimos años más

de diez estudios o informes que, de una manera directa, abordaban este problema:

Desde “Las españolas ante el etiquetado alimentario” (CEACCU, 1996) o “Las

españolas ante la seguridad alimentaria” (CEACCU, 2001), hasta el reciente

“¿Alimentos que todo lo pueden? La realidad de las declaraciones nutricionales y de

salud en el etiquetado” (CEACCU, 2008)1. En total, más de mil páginas dedicadas a

analizar las percepciones del consumidor, el uso que éste hace de las etiquetas y la

veracidad y utilidad de estos mensajes, cada vez más persuasivos.

Con motivo de las Jornadas sobre etiquetado de los productos alimentarios organizada

por Elika (Fundación Vasca de Seguridad Alimentaria), en esta ponencia expondremos

nuestros resultados más recientes (una encuesta sobre hábitos y opiniones de

consumidor ante el etiquetado, un estudio de mercado sobre las declaraciones

1 Más información en: http://www.ceaccu.org/Publicaciones/Publicaciones.html

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nutricionales y de salud y un avance de datos del análisis que en estos momentos

estamos realizando sobre las tablas de información nutricional en cien productos)

Además, se incluyen reflexiones sobre aspectos legislativos de gran calado, como el

Reglamento 1924/2006 sobre declaraciones, o el Proyecto de Reglamento de

Etiquetado2, ahora en tramitación, y que previsiblemente será aprobado durante la

presidencia española de la UE, en 2010.

1. ELEGIMOS A CIEGAS Y PERSUADIDOS POR LA PUBLICIDAD: ENCUESTA

DE CEACCU SOBRE ETIQUETADO ALIMENTARIO3

Hace sólo unos meses, CEACCU presentó un amplio estudio sobre las actitudes y

opiniones del consumidor español ante el etiquetado alimentario basado en la encuesta

realizada sobre una muestra de 1.600 personas.

¿Qué información buscamos en las etiquetas?, ¿qué datos leemos siempre y cuáles son

los que pasan inadvertidos?, ¿entendemos los términos que se utilizan?, ¿nos resultan

útiles para decidir nuestras compras?, ¿con qué expresiones nos convencen más las

empresas?, ¿nos fiamos de lo que nos dicen?, ¿cómo sería nuestra etiqueta ideal? o

¿cuáles son nuestras quejas?, eran algunas de las cuestiones abordadas este trabajo.

Entre otros, el informe mostraba los siguientes resultados:

• No leemos las etiquetas. Más del 60 por ciento de la población española

no lee totalmente o lee parcialmente el etiquetado de los productos que

compra. Las razones, por este orden son: un 60,4 por ciento se queja del

exceso de información (“tanta información requiere demasiado tiempo”), el

53,8 por ciento del tamaño de la letra del etiquetado (“es demasiado

2 “Proposal for a Regulation of the European Parliament and of the Council on the provision of food information to consumers” COM (2008) (Bruselas, 30.1.2008) 3 “El Consumidor del siglo XXI ante el etiquetado alimentario”. Colección “Estudios y documentación” (CEACCU, 2008.)

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pequeña”) y, finalmente, el 34 por ciento apunta como causa la dificultad

para entender la información que se ofrece (“las etiquetas son complicadas de

entender”).

• Falta de comprensión: En cuanto a los términos de la etiqueta que se

entienden con mayor dificultad, el 52,8 por ciento señala a las “frases

relativas a sus propiedades saludables” como las más complicadas de entender.

Además, el 64,1 por ciento afirma que no entiende la práctica totalidad

de la información que aparece en el etiquetado de los alimentos.

• El valor de la información nutricional: A pesar de su escasa comprensión,

para los consumidores el “valor nutritivo” del producto se encuentra entre los

datos que consideran más útiles de una etiqueta, así lo estiman el 40,4 por

ciento de los encuestados, después de “caducidad” (que es el más valorado,

con un 89,3 por ciento) y la “fecha de envasado” (valorado por el 41,4 por

ciento).

• Derecho a la salud. La importancia que se le concede a la información

nutricional contrasta con la las dificultades que CEACCU ha detectado para

identificar conceptos relevantes para nuestra salud. Se da la circunstancia que

los compuestos potencialmente más nocivos (grasas trans, aceites

vegetales con alta proporción de grasas saturadas como los de coco o palma,

sal…), y cuyo consumo deberíamos moderar, son los que más nos cuesta

reconocer:

- Grasas Trans. Mientras en España la Sociedad de Cardiología pide su

prohibición por sus efectos negativos sobre el organismo y en Estados

Unidos es obligatoria su identificación en el etiquetado desde 2006, se

trata del compuesto más “opaco” para los consumidores.

Así se desprende de estos datos: De las expresiones y términos que con

más frecuencia aparecen en el etiquetado, aquella cuyo significado

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menos se conoce es “grasas parcialmente hidrogenadas”. Obtiene, del

conjunto de una lista de veinte frases (“colesterol”, “con vitaminas”,

“antioxidantes”…) el mayor porcentaje de desconocimiento: el 43,2 por

ciento. Además, preguntados sobre si una margarina vegetal con la

expresión “grasas hidrogenadas” la puede tomar una persona con el

colesterol alto, el 60 por ciento dice no saberlo.

- Grasas Saturadas: El 63,1% considera, erróneamente, que las

“grasas vegetales” son “siempre” mejores que las grasas animales. Con

esta respuesta, los encuestados pasan por alto que tras el término de

"aceites vegetales" o "grasas vegetales" empleados en la

elaboración de numerosos productos, se pueden esconder los aceites de

coco o de palma, ricos en ácidos grasos saturados.

- La sal tampoco se identifica completamente, pues, al preguntar qué

productos debería sacar de la dieta una persona hipertensa, se señalan

preferentemente las patatas chips, los embutidos y las aceitunas. Pero

menos de la mitad repara en el contenido en sal o en sodio de las

conservas de pescado o las bebidas isotónicas (sólo el 26 por ciento las

considera inadecuadas) Junto a esto, sólo un 20 por ciento de los

encuestados sabe que el nivel de sal a veces se expresa mediante la

cantidad de “Na” (símbolo del sodio) que contiene.

• También es preocupante, desde el punto de vista del derecho a la salud, que el

66,4 por ciento piense que “los productos lácteos enriquecidos con calcio

y vitaminas son más sanos”, sin reparar en el hecho de que, dependiendo

de la cantidad de otros nutrientes (grasa, azúcares) no lo sean tanto. Este tipo

de respuestas, muestran la necesidad de regular con urgencia los llamados

perfiles nutricionales (sistema pendiente de definir, previsto en el Reglamento

Europeo sobre Declaraciones Nutricionales y de Salud en el Etiquetado4, con el

4 Art. 4 del Reglamento (CE) Nº 1924/2006, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, DO L 404 de 30.12.2006.

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que se advertiría del exceso de grasas, azúcar o sal de un producto si este

ostenta una alegación de ese tipo)

• Nos fiamos de las etiquetas: Curiosamente, a pesar del déficit de

comprensión y claridad, a 6 de cada 10 consumidores las frases publicitarias

con alegaciones de salud que aparecen en las etiqueta les parecen “bien,

porque me informan de las características del producto y me ayudan a elegir”

(aunque, al tiempo, prácticamente la mitad de los encuestados –el 49,6 por

ciento- considera, por el contrario, que estas declaraciones “aumentan el

volumen de información en las etiquetas sin aportarme datos de utilidad que

impiden que otros datos de interés se lean con claridad”)

• Los ganchos de las etiquetas: De estas alegaciones publicitarias, las que

más animan a la compra según los encuestados son: “Con vitaminas”, “Bajo en

colesterol”, “Bajo en materias grasas”, “Natural”, “Rico en calcio” y “0% de

grasas”.

• Pagar por las promesas de salud. La mayoría de los consumidores (el 61

por ciento) declara que no está dispuesto a pagar más dinero por un producto

que dice tener valores añadidos para la salud, sin embargo un elevado

porcentaje (el 41 por ciento) admite sí estarlo. La razón fundamental es que,

para ellos, “es beneficioso para la salud”. Destacando, en esta opción, una

mayor respuesta por parte de los encuestados más jóvenes.

• La etiqueta ideal. Preguntados sobre cómo les gustaría que fuesen las

etiquetas, el 70 por ciento pide que fuesen “más claras”, un 60 por ciento que

“sólo llevasen información útil” y un 54,9 por ciento considera necesario “que

tuviesen la letra más grande”.

• Información en alimentos vendidos al peso. En este caso, las quejas de

los consumidores generalizadas: casi dos de cada tres encuestados (el 63 por

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ciento) dice no encontrar suficiente información en los productos que se

compran sin envasar (frutas, pescados, carnes…) En ese caso, sólo el 16 por

ciento pide aclaraciones al vendedor, entre estos sobresalen las mujeres y los

mayores de 46 años. Un dato curioso: la mayoría de los “nunca” reclaman en el

comercio esos datos ausentes (un 20 por ciento) son los hombres y los

menores de 30 años.

El etiquetado no sirve

A juicio de CEACCU, estos datos demuestran que las etiquetas de los alimentos, tal

como se presentan hoy, no sirven. Que, en opinión de los consumidores: contienen

demasiada información de escasa utilidad, mientras que los datos que realmente se

demandan no se encuentran o son ilegibles; que no ayudan para tomar decisiones de

compra más saludables y contribuir a la prevención de enfermedades como las

cardiovasculares o la obesidad; y que, en general, son confusas y poco claras.

Podemos concluir que, por lo tanto, el consumidor está comprando a ciegas.

Como solución, desde CEACCU destacamos que, para mejorar esta situación, no sólo

hacen falta campañas de información, sino que es necesario que cambie la normativa

en cuestiones como: la obligatoriedad de señalar la cantidad de sal o azúcar que se

contiene un alimento, la naturaleza de las grasas empleadas, el tamaño, el tipo y color

de letra que se utiliza o el lugar del envase donde se deben exponer estos datos.

Previsiones, todas ellas, que incluye (o incluía, como veremos) el Proyecto de

Reglamento de Etiquetado presentado por la Comisión Europea el 31 de enero del

pasado año (sobre el que más adelante me detendré) y que, como avanzaba al

principio, en estos momentos se está tramitando.

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2. UN PROBLEMA AÑADIDO PARA LOS CONSUMIDORES: LAS

DECLARACIONES NUTRICIONALES Y DE SALUD EN EL ETIQUETADO5

Como saben, desde el 1 de julio de 2007, los productos que opten por utilizar

mensajes en las etiquetas como “bajo en sal”, “sin azúcar”, “30% de grasas” o “rico en

fibras” deben someterse a unas condiciones específicas, fijadas por un reciente

Reglamento comunitario -el 1924/2006- cuya tramitación ha sido tensa y prolongada.

Sin embargo, dichos requisitos, ni son sencillos de memorizar para el consumidor6, ni

se cumplen siempre. Por ejemplo: para poder decir “bajo sal”, el producto no debe

contener más de 0,12 g de sodio (si la etiqueta indica “sin sodio o sin sal” no superará

los 0,005g de Sodio); solamente podrá declararse que un alimento posee un “alto

contenido de fibra” si el producto contiene como mínimo 6 g de fibra por 100 g o no

podrá declararse que un alimento posee un “bajo contenido de grasa”, a no ser que el

producto no contenga menos de 3 g de grasa por 100 g (sólidos) o 1,5 g de grasa por

100 ml (líquidos).

Lo mismo ocurre con las alegaciones de propiedades saludables, como “cuida tu

corazón”, “ayuda al desarrollo de los huesos”, “potencia la actividad del riñón” o

“contribuye a la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas”.

Para evaluar si esta clase de reclamos se ajustan a la normativa, CEACCU realizó un

pormenorizado análisis a 448 de estos mensajes, presentes en los alimentos de

mayor consumo como lácteos, galletas, conservas, embutidos o zumos.

2.1. Resultados del análisis de CEACCU

5 Apartado que resume el Informe “¿Alimentos que todo lo pueden? La realidad de las declaraciones nutricionales y de salud en el etiquetado”. Y. Quintana (CEACCU, 2008) 6 El informe se presento a la prensa con el eslogan: “Al súper con el manual de instrucciones”

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El estudio se llevó a cabo en dos oleadas: antes y después de la entrada en vigor del

mencionado Reglamento que los regula, con el objetivo de medir la eficacia del mismo.

Las conclusiones ponen de manifiesto que, a la hora de comprar uno de estos

productos (a un precio hasta un 130% superior, es decir, más del doble, al de un

alimento convencional) el consumidor sigue estando desprotegido.

A continuación se exponen los principales resultados de este análisis:

• Etiquetas-prospecto: Que las etiquetas han ganado en complejidad con el uso

de las declaraciones nutricionales y de salud, es un hecho constatable a la vista de

los resultados de este Informe. Con 448 declaraciones en total, la media del

número de declaraciones por producto es de 6,3. Sólo 1 producto mostraba

una única declaración (Ketchup Prima: “Con 6 vitaminas”). Más de la mitad de los

productos analizados (56 de ellos) incluían en su etiquetado un mayor número de

menciones que esas 6,3 de media: con siete, ocho, nueve, once, doce, dieciocho, y

hasta veintidós menciones por producto (éste último, el caso de las B SAN Activas

Virginias).

Pero la confusión no se debe sólo a razones cuantitativas. Frases como “Péptidos

activos más calcio y potasio/Lo que da lugar a ayudar a controlar la tensión

arterial”, “Dos raciones te ayudan a reducir el nivel de homocisteína, una sustancia

que daña las arterias”, “Folic B ayuda a cuidar el estado de las arterias” o “Con

DHA y ALA”, demuestran que los mensajes oscuros han saltado de los prospectos

farmacéuticos a las estanterías del supermercado.

• Información ambigua y/o poco significativa: Esta profusión de datos no

contribuye a ofrecer una mayor información, ni más útil sobre el producto. Por el

contrario, de los posibles incumplimientos del Reglamento 1924/2006 detectados,

el más reiterado se refiere a la ambigüedad de las declaraciones: Hasta 139

alegaciones se han situado en esta categoría.

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• Con relación a la veracidad de las alegaciones, los siguientes posibles

incumplimientos detectados acreditan su carencia:

o Declaraciones que inducen a error sobre la naturaleza saludable del

producto: Por ejemplo “sin colesterol”, en productos con un elevado

contenido en grasas saturadas7; o “99,5% de grasas”, en un zumo donde

los nutrientes a vigilar son más bien los azúcares. O estas otras: “90% libre

de grasa”, “sin sal añadida”, “justo contenido en sal”...

o Existencia de alegaciones genéricas que no hacen referencia a ningún

beneficio concreto: “Te va”, “Te cuida”, “Es sano, es vida”.

o Se hacen referencia a nutrientes o sustancias que no han demostrado tener

efectos beneficiosos sobre las funciones del organismo: “10% aloe vera”,

“con antioxidantes”...

o No se prueba que dicho nutriente esté contenido o ausente en una cantidad

significativa para producir el efecto alegado. Tampoco que sea en una

forma asimilable por el organismo y que sea eficaz en las cantidades que

normalmente se consumen de ese producto: “con péptidos activos”, “con

omega 3”, con “Vidalim”, “nutre tu piel desde el interior”…

o Se emplean alegaciones nutricionales (hacen referencia a la modificación de

un nutriente o sustancia –que se añade o reduce-) sin cumplir las

condiciones requeridas (“bajo en sal”, para productos que contienen más

sodio del exigido para el uso de esta alegación o “bajo en calorías”, sin

explicar qué nutriente se ha rebajado o “sin azúcar añadido” omitiendo que

“contiene azúcares naturalmente presentes”).

7 Precisamente, la expresión “sin colesterol”, con un 80,4% de respuestas favorables es el segundo “reclamo” del etiquetado que más anima a la compra, tras “con vitaminas”. Véase: “El consumidor español ante el etiquetado alimentario”, CEACCU, 2007

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o Los productos se arrogan propiedades saludables sin respaldo científico, ni

la autorización administrativa correspondiente: “ayuda al desarrollo de los

huesos”, “estimula el sistema inmunológico”, “contiene nutrientes

importantes para el cerebro”, “previene el deterioro cutáneo y

envejecimiento de las células”...

o Se incluyen referencias a recomendaciones de instituciones y asociaciones,

sin acreditar que se realizan al amparo de lo establecido en el artículo 11

del Reglamento: Fundación del Corazón, Fundación Sardá Farriol y

Diabetes, Adilac (Asociación Intolerantes a la Lactosa)...

• La información obligatoria del etiquetado pasa a un segundo o tercer

plano, en los productos con alegaciones nutricionales y de salud. Así, la

“denominación del producto” queda oculta bajo el brillo de las denominaciones de

fantasía y la “lista de ingredientes” llega a presentarse casi ilegible. De este modo,

a los consumidores se les invita a comprar “Essensis”, “Natur Fibra”, “Emmi Active”

o “Kaiku Plus”, (en lugar de “leche fermentada”, “leche” o “preparado lácteo”)

obligando al consumidor a dar reiteradas vueltas al envase en busca de la

denominación (siempre que la publicidad ya no les haya persuadido que la

denominación del producto no existe como tal).

• Etiquetado poco útil: Al tiempo que se destacan los aspectos menos

significativos de los productos, los más útiles al consumidor, como es la

información nutricional8 o se presentan ocultos o incompletos9.

8 El “valor nutritivo” del producto se encuentra entre los datos que los consumidores consideran más útiles de una etiqueta: así lo estiman el 40,4% de los encuestados, después de “caducidad” (que es el más valorado, con un 89,3%) y la “fecha de envasado” (valorado por el 41,4%), según el estudio “El consumidor español ante el etiquetado alimentario”, CEACCU, 2007 9 En la primera parte de este Informe ya hemos enumerado las carencias más habituales de la información nutricional (sin contar con su modo de presentación, muchas veces oculto por su posición en el envase o ilegible) y se referían a la información por ración confusa, la omisión de datos esenciales (cantidad de azúcar, grasas trans o sal/sodio) y a equivalencias con CDR equívocas.

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Precisamente esa abundancia de mensajes, por definición irrelevantes (en la

medida en que pueden ser calificados de ambiguos o imprecisos, cuando no

engañosos...) también contrasta con el hecho de que, hoy por hoy, no sea

obligatorio informar ni de la composición real de las “grasas vegetales” de un

alimento (denominación bajo la que se ocultan los aceites de coco o palma,

perjudiciales para la salud cardiovascular), ni de la cantidad de grasas trans, azúcar

o sal que contienen y que los intentos de normalizar esta situación10 hayan contado

ya con el más completo rechazo por parte de la industria11.

• En cuanto a los ingredientes, (y tras dejar constancia de que mayoritariamente su

tamaño es a todas luces insuficiente para asegurar una lectura adecuada por parte

del consumidor medio que, atento y perspicaz, se detenga a leerlos) aumentan la

confusión al ser implícitamente asimilados a algunas alegaciones que, en nuestro

estudio, hemos considerado inadecuadas: “Con Tonalin”, “Vidalim”, “Sveltia”,

“Pronutris”, “Con Regula Plus”...son realidades que no encuentran su refrendo en la

lista de ingredientes.

• Teniendo en cuenta estas características del etiquetado, se entiende que

difícilmente pueda ser catalogado de “comprensible”. Una conclusión

corroborada por los datos de nuestras encuestas, como se expuso anteriormente.

10La Comisión ha presentado recientemente (enero 2008) una Propuesta de Reglamento que obligaría a detallar estos datos en la parte frontal de los envases: Proposal for a Regulation of the European Parliamente and the Council on the provision of food information to consumers. Bruselas, 30.01.2008 COM (2008) 40 final 2008/008 (COD) 11 La Confederación Europea de Industrias Alimentarias ha rechazado esta posibilidad, alegando el interés de los consumidores (¡!) que prefieren una información simple y de un vistazo: “Six nutrients front-of-pack: Consumer research shows that consumers want simple, at-a-glance information. The voluntary CIAA Nutrition Labelling scheme does just that by stipulating that energy (i.e. calories) information should be on the front of the pack as well as more detailed information to be placed on the back of the pack.The Commission proposal tries to turn the back-of-pack into the font-of-pack by making six elements mandatory. This completely ignores the need of consumers for simple information and lacks any flexibility for smaller labels and smaller packages.Font size. What is suggested is not workable. We agree that legibility is a key issue for manufacturers, who want to provide clear information to consumers. But it is more than a simple question of font size. It is about providing the right information while taking account of real-life constraints, such as package size and space for branding”. http://www.ciaa.be/asp/documents/detailed_doc.asp?doc_id=828

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• Por lo tanto, si el Proyecto de Reglamento defendió en su día que “es importante

que la información sobre los alimentos y su valor nutricional que figura en el

etiquetado y que se utiliza para su presentación, comercialización y publicidad, sea

clara, precisa y significativa”12, podemos afirmar, a la luz de los datos de este

Informe, que el resultado final es totalmente insatisfactorio. Una vez más, se trata

de una valoración que, por añadidura, encuentra su refrendo en la propia opinión

de los consumidores. (Recordemos que preguntados por cómo sería su etiqueta

ideal, el 70 por ciento pide que fuesen “más claras”, un 60 por ciento que “sólo

llevasen información útil” y un 54,9% considera necesario “que tuviesen la letra

más grande”13).

• Confusión sobre el efecto esperable. Las expectativas del consumidor al adquirir

un producto de este tipo, a un precio notablemente mayor que el resto de los

alimentos14 están vinculadas a la mejoría en su salud. De otra manera, se optaría

por el alimento convencional (sin “enriquecer” o sin modificar). Además, las

estadísticas nos confirman esta presunción15. Sin embargo, estas expectativas

parten de una base errónea, porque la información que recibe el consumidor, como

12 Exposición de motivos. Punto 8. Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, Bruselas, 16.7.2003. COM (2003) 424 final. 2003/0165 (COD) 13 “El consumidor español ante el etiquetado alimentario”, CEACCU, 2007 14 El estudio de CEACCU "El Etiquetado de Alimentos Funcionales: un Análisis de Mercado”, recoge un análisis comparativo de los precios de estos alimentos, en el que se detectaban incrementos de hasta un 200% respecto al mismo alimento sin modificar. En resumen, las conclusiones que este análisis comparativo arrojaba eran: Un aumento de precio, cercano al 190% en el grupo de las madalenas. Un aumento de precio, que supera el 100% en los grupos: galletas, yogures naturales y yogures de sabores. Un aumento de precio que ronda el 100% en los grupos:pan de molde, margarinas y huevos. En varios grupos el incremento de precio se sitúan entre el 50% y el 80%: pan tostado, pan de leche y sobaos. Aumentan el precio en menos de un 50%: croissants, leches, quesos, embutidos y zumos. El conjunto de aceites sólo ve incrementado su precio en un 1%. ARREDONDO BRAÑA , CARMEN: "El Etiquetado de Alimentos Funcionales: un Análisis de Mercado”. CEACCU, 2003. Colección Informes Nº 22. 15 Preguntados los consumidores si son capaces de pagar más dinero por un producto que dice tener valores añadidos para la salud, el 41 % responde afirmativamente. De estos, la mayoría, el 49,9% dice que porque “Es beneficioso para la salud”. Y los cruces de datos nos revelan que hay una mayor respuesta en este sentido entre los jóvenes. Por otro lado, el 66,4% de los encuestados admite estar de acuerdo con la frase: “Los productos lácteos enriquecidos en calcio y vitaminas son más sanos”“El consumidor español ante el etiquetado alimentario”, CEACCU, 2007

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hemos visto anteriormente, es poco útil o fiable para ayudarle a elegir. Se produce

por lo tanto, a nuestro entender, una “distorsión” del comportamiento económico

del consumidor16, favorecido por la confusión sobre el efecto beneficioso que cabe

esperar del alimento en cuestión17.

• Podemos concluir, por lo tanto, que el Reglamento 1924/2006, según se desprende

del análisis del etiquetado realizado por CEACCU, no está siendo un instrumento

eficaz para garantizar que las declaraciones nutricionales y de salud sean

comprensibles, veraces y útiles y respondan a las expectativas del consumidor.

2.2. El Reglamento Europeo de declaraciones nutricionales y de salud en los

alimentos: sus carencias

Como ya se ha apuntado, la entrada en vigor del Reglamento 1924/2006 del

Parlamento Europeo y del Consejo18 el pasado 1 de julio de 2007, en lugar de cerrar el

problema generado por la proliferación de reclamos saludables en el etiquetado de los

16 OSCAR LÓPEZ SANTOS, a propósito de las prácticas comerciales desleales, explica las tres condiciones que deben darse para que una práctica sea calificada como tal. La tercera de estas circunstancias se referiría a que “(...) la práctica debe distorsionar o poder distorsionar, de manera sustancial el comportamiento económico de los consumidores (...) [lo que] requiere contemplar el proceso de decisión del consumidor y acotar de todas las influencias que sus relaciones en el mercado generan, las que indudablemente afecten a su decisión racional. En este sentido sólo tres momentos pueden ser influidos de una manera apreciable: la fase de captación de la información, la fase de formación de su voluntad y, por último, la exteriorización de la voluntad ya formada. En la primera se debe preservar al consumidor de cualquier percepción que pueda sumirle en un error significativo incompatible con su papel en un mercado transparente y eficiente (...) En la segunda y tercera fases, se trata de garantizar la libertad del consumidor (...).” LOPEZ SANTOS, OSCAR, “la Directiva sobre Prácticas Comerciales Desleales. Comentario crítico” Estudios sobre Consumo, nº 75, INC, 2005. 17 Por ejemplo, Consuelo López Nomdedeu alertaba de las expectativas falsas que, a su juicio, favorecían los productos “sin azúcar”. "La confusión de los consumidores sobre este tipo de productos es una de las cuestiones más preocupantes para los especialistas, ya que se transmite la idea de que la retirada del contenido de azúcar en un determinado producto resuelve patologías tan complejas como la obesidad, la diabetes o la caries (...) los consumidores llegan a ingerir en exceso este tipo de productos creyendo que son adelgazantes" [Rueda de prensa de presentación del IV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nutrición Básica y Aplicada (Senba) celebrado en Sevilla.Marzo 2003. Recogido en http://www.nutrar.com/detalle.asp?ID=1981] 18 Reglamento (CE) Nº 1924/2006, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, DO L 404 de 30.12.2006.

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alimentos, tal como anunciaron quienes impulsaron su andadura19, abrió numerosos

frentes.

En primer lugar, el más inmediato, la propia interpretación del texto aprobado.

Producto de una prolongada y tensa tramitación (la Propuesta de Reglamento fue

presentada por la Comisión en julio de 2003) en la que se han hecho valer los

intereses de las grandes empresas alimentarias, de los distintos Estados (discusión

que, además, se vio ampliada con la incorporación a la Unión Europea de los nuevos

miembros en el transcurso de la tramitación) e, incluso, de las Instituciones

comunitarias (el Reglamento se aprobaba por el procedimiento de codecisión), la

norma resultante se caracteriza por su complejidad expositiva, por la imprecisión de

mandatos clave, por las excepciones que contempla y por la ambigüedad de no pocos

términos (todo ello lo expondremos con mayor detenimiento en la primera parte de

este estudio). Es inexcusable, pues, ese ejercicio de interpretación y que éste se

realice con la perspectiva de “garantizar un elevado nivel de protección de los

consumidores”20.

El hecho de que, apenas medio año después de su entrada en vigor, ya hubiese sido

modificado por sendos Reglamentos21, hablaba por sí mismo de la inconsistencia de la

norma comunitaria.

19 El “Proyecto de propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos” fue iniciativa del anterior comisario de salud y protección de los consumidores, el irlandés David Byrne. Estas previsiones, según la “Ficha de Impacto” que acompañaba el documento eran las siguientes: “(...) Se espera que la actual propuesta sea en gran medida beneficiosa para el consumidor. Al permitir una legislación más clara en la que se establezca qué alegaciones son admisibles y bajo qué condiciones pueden realizarse, se espera que la comunicación y presentación de las alegaciones sean de hecho más comprensibles para los consumidores y se evite que induzcan a error (...)” Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, Bruselas, 16.7.2003. COM (2003) 424 final. 2003/0165 (COD) 20 “El etiquetado y la publicidad de un número cada vez mayor de alimentos de la Comunidad contiene declaraciones nutricionales y de propiedades saludable. A fin de garantizar un elevado nivel de protección de los consumidores y de facilitar que éstos elijan entre los diferentes alimentos, los productos comercializados, incluyendo los importados, deben ser seguros y poseer un etiquetado adecuado” Considerando primero, “Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos”, DO L 404 de 30.12.2006. 21Parlamento Europeo y Consejo. Reglamento (CE) nº 107/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de enero de 2008, por el que se modifica el Reglamento (CE) Nº 1924/2006 relativo a las

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En segundo lugar, la vigencia de la norma22 obliga a las autoridades de salud y

consumo a poner en marcha las correspondientes acciones de vigilancia y control del

mercado. Compromiso al que tampoco escapan las Asociaciones de Consumidores,

(como ocurre con CEACCU y el informe que aquí extractamos).

En tercer lugar, se debe proceder al desarrollo de los artículos del Reglamento que

contemplan aspectos claves, como los “perfiles nutricionales” (artículo 4) o la

elaboración de las listas de propiedades saludables autorizadas (artículo 13), con el

respectivo trabajo de análisis, debate y negociación que debería requerir cada una de

ellos (en ambos casos, sin embargo, hasta la fecha no se ha contado con la

participación de las Asociaciones de Consumidores a pesar de que la norma así lo

prevé)

Junto a esto, hay que añadir las nuevas iniciativas legislativas que también deberán ser

objeto de estudio y seguimiento como el Proyecto de Reglamento que refunde las

distintas normas de etiquetado, al “combinar” la Directiva 2000/13/EC sobre

etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios, con la Directiva

90/496/EEC relativa al etiquetado nutricional23.

Por otro lado, la situación creada con lo que entendemos ha sido “legalización” de este

tipo de reclamos (incluidos algunos tan arriesgados como los que se refieren a los

efectos psicológicos, al desarrollo y salud de los niños, o a la reducción de riesgo de la

declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos por lo que se refiere a las competencias de ejecución atribuidas a la Comisión. DOUE L 39, 13-02-2008. Y: Parlamento Europeo y Consejo. Reglamento (CE) nº 109/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de enero de 2008, por el que se modifica el Reglamento (CE) nº 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos.DOUE L 39, 13-02-2008 22 Como es sabido, los Reglamentos, a diferencia de las Directivas, son de incorporación inmediata a los respectivos ordenamientos jurídicos. 23 “Proposal for a Regulation of the European Parliament and the Council on the provision of food information to consumers”. Bruselas, 30.01.2008 COM (2008) 40 final 2008/008 (COD). Directive 2000/13/EC of the European Parliament and f the Council of 20 March 2000 on the approximation of the laws of the Member States relating to the labelling, presentation and advertising of foodstuffs. (OJ L 109, 6.5.2000, p.29); Council Directive of 24 September 1990 on nutrition labelling for foodstuffs.

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enfermedad), obligan a reforzar la información y formación de los ciudadanos para que

adopten las mejores decisiones de compra.

Una necesidad aún más acentuada por la preocupante24 tendencia desreguladora que

emana “desde Europa” y que (coincidiendo con los planteamientos de la industria)

sitúan a la información como alternativa a la existencia de normas claras, eficaces y,

por naturaleza, sancionadoras.

Desde el punto de vista de los derechos del consumidor la norma presenta las

siguientes deficiencias:

• La principal carencia que presentaba el Proyecto era de partida: Las

Instituciones, en lugar de impulsar una interpretación estricta de la Norma

General de Etiquetado25, optaban por regularizar este tipo de mensajes. Eso sí,

imponiendo una serie de exigencias unas veces rigurosas, pero otras no tanto.

• Tras una larga y tensa tramitación, el texto finalmente aprobado no ha

satisfecho las expectativas de las Asociaciones de Consumidores, y ha sido

criticado en algunos aspectos, como el hecho de haber permitido las

24 “Libro Verde sobre la revisión del acervo comunitario en materia de consumo”. Bruselas, 8.2.2007 COM (2006) 744 final. 25“1. El etiquetado y las modalidades de realizarlo no deberán ser de tal naturaleza que induzcan a error al comprador, especialmente: Sobre las características del producto alimenticio y, en particular, sobre su naturaleza, identidad, cualidades, composición, cantidad, duración, origen o procedencia y modo de fabricación o de obtención. Atribuyendo al producto alimenticio efectos o propiedades que no posea. Sugiriendo que el producto alimenticio posee características particulares, cuando todos los productos similares posean estas mismas características. Atribuyendo a un producto alimenticio propiedades preventivas, terapéuticas o curativas de una enfermedad humana, ni mencionando dichas propiedades, sin perjuicio de las disposiciones aplicables a las aguas minerales naturales y a los productos alimenticios destinados a una alimentación especial. 2. Estas prohibiciones se aplicarán igualmente a la presentación de los productos alimenticios (en especial a la forma o al aspecto que se dé a éstos o a su envase, al material usado para éste y a la forma en que estén dispuestos, así como al entorno en que esten expuestos) y a la publicidad” CAPÍTULO III. Artículo 4. Principios generales del REAL DECRETO 1334/1999, de 31 de julio (BOE de 24 de agosto), por el que se aprueba la Norma general de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios. Corrección de errores en BOE de 23 de noviembre de 1999. Modificado por: Real Decreto 238/2000. Real Decreto 1324/2002. Real Decreto 2220/2004. Real Decreto 892/2005. Real Decreto 1164/2005 y Real Decreto 36/2008.

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declaraciones genéricas que no aportan ninguna información clara26 o las que

se refieren a la salud de los niños. En concreto, las Asociaciones de

Consumidores han manifestado su rechazo al hecho de que se terminarán por

“legalizar” declaraciones que estaba previsto prohibir, como las que:

- Hagan referencia a beneficios generales y no específicos del nutriente o

del alimento para una buena salud o bienestar generales.

- Hagan referencia a funciones del comportamiento27.

- Hagan referencia a una reducción de la sensación de hambre, a un

incremento de la saciedad o a la reducción del aporte energético de la

dieta.

- Hagan referencia a consejos de asociaciones profesionales médicas o de

otros profesionales o de fundaciones.

• La presencia se asociaciones o fundaciones en el etiquetado o en la

publicidad. El Reglamento no ha resuelto este problema. Los requisitos para

que cualquiera (incluidas lógicamente las empresas) pueda dar de alta una

Asociación o una Fundación, con el nombre que libremente designe, son

meramente administrativos. Así, sería posible encontrar, por ejemplo, el caso

de marcas de caramelos que creasen fundaciones que hicieran referencia a la

salud dental, o de marcas de aperitivos promotoras de asociaciones cuyo

26“Muchas alegaciones que ya pueden encontrarse en el mercado hacen referencia a beneficios generales, no específicos, y al bienestar general. (...) No sólo se trata de alegaciones imprecisas y en muchos casos sin sentido, sino que además son inverificables. Por tanto, no deberán autorizarse”. Apartado décimo noveno de la “Exposición de motivos” de la “Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos”, Bruselas, 16.7.2003. COM (2003) 424 final. 2003/0165 (COD) 27 El apartado vigésimo de dicha Exposición de motivos constataba que: “Existen muchos factores, además de la dieta, que pueden influir en las funciones fisiológicas y el comportamiento. Por tanto, es muy complicado informar sobre estas funciones, y es difícil transmitir un mensaje global, veraz y significativo en una breve alegación que se utilice en el etiquetado y la publicidad de los alimentos. Además, en el mercado puede encontrarse un gran número de abusos de estas alegaciones, y afirmaciones tales como “vitaminas intelectuales”, para “buena memoria y concentración” y para “mejores resultados en los exámenes” inducen fácilmente a engaño y a error a los consumidores. Por tanto, se considera apropiado no autorizar el uso de estas alegaciones”. Apartado vigésimo de la “Exposición de motivos” de la “Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las alegaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos”, Bruselas, 16.7.2003. COM (2003) 424 final. 2003/0165 (COD).

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nombre se vinculase a la salud del corazón. En Internet, también podemos

encontrar una gran cantidad de “información nutricional” producida por las

propias empresas. Es el caso de la web de “EUFIC” cuyas siglas significan

“Consejo Europeo de Información sobre Alimentación” y cuyos miembros son

las principales multinacionales de la alimentación: Barilla, Coca-Cola HBC, Coca-

Cola, DSM Nutritional Products Europe Ltd., Ferrero, Groupe Danone, Heinz,

KraftFoods, Mars, McDonald's, Nestlé, PepsiCo, Procter&Gamble, Südzucker,

Unilever, y Yakult. Por eso, no causa sorpresa, encontrar omisiones o

informaciones a nuestro juicio “interesadas”, como la que trata del “azúcar”, en

la que, lejos de recomendar un consumo moderado se dice: “Ciertos estudios

científicos han demostrado que el consumo de una comida a base de

carbohidratos o una bebida azucarada está asociado a una mayor agilidad

mental, con efectos positivos en la memoria, el tiempo de reacción, la atención

y la capacidad aritmética”28.

• Los plazos de demora: su utilización abusiva. Además, aunque el

Reglamento está aprobado y en vigor en todos los países de la Unión Europea

desde el 1 de julio de 2007, contempla plazos de demora muy amplios en

algunos casos. Por ejemplo29:

- Para los productos que ya estén etiquetados, hasta el fin de existencias

o un máximo de treinta meses.

- Para el establecimiento de los perfiles nutricionales (previsión clave,

para que alimentos con un perfil poco saludable –por su alto contenido

en grasas, azúcares o calorías- no den una falsa imagen de idoneidad

por el uso de alegaciones): dos años para fijar los perfiles y otros dos

de periodo transitorio.

- Para las marcas (en cuyo nombre esté implícita una declaración de

salud) y que existieran antes de enero del 2005: quince años.

28 http://www.eufic.org/article/es/nutricion/azucar/artid/sugars-diet/ 29 A contar desde la fecha de entrada en vigor: 1 de julio de 2007

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- Para alegaciones nutricionales existentes antes de enero del 2006, tres

años.

- Para las alegaciones nutricionales gráficas: al menos doce meses.

- Para las alegaciones de salud: al menos hasta que se complete el

proceso de elaboración de la lista de declaraciones autorizadas, más un

periodo transitorio “razonable”.

• El consumidor medio. Otro límite desde el punto de vista de la protección al

consumidor, es el hecho de que todas las exigencias (por ejemplo que las

declaraciones “sean comprensibles”) se realicen con referencia al denominado

“consumidor medio”, que, según el Tribunal de Justicia de las Comunidades

Europeas (TJCE), es “aquel que está normalmente informado y es

razonablemente atento y perspicaz teniendo en cuenta, factores sociales,

culturales y lingüísticos”.

Se trata de un concepto que procede, pues, de la jurisprudencia del Tribunal de

Justicia de las Comunidades Europeas y que, a nuestro juicio, rebaja

considerablemente el nivel de protección de los ciudadanos. Además, el problema

(tal como se contempla desde la perspectiva de una Asociación de Consumidores)

no ha hecho más que empezar, porque dicha noción también se ha introducido en

otras normas de gran calado30 y planea sobre el proyecto de revisión del acervo

comunitario en materia de consumo31.

30 Directiva 2005/29/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de mayo de 2005, relativa a las prácticas comerciales desleales de las empresas en sus relaciones con los consumidores en el mercado interior, que modifica las Directivas 84/450/CEE, 97/7/CE, 98/27/CE y 2002/65/CE, y el Reglamento (CE) nº 2006/2004. DO L 149 de 11.6.2005 31 El “Libro Verde sobre la revisión del acervo comunitario en materia de consumo” sugiere adoptar una definición común de consumidor. Explícitamente no se menciona el concepto de consumidor medio y la consulta se planteó en los siguientes términos: “Pregunta B1: ¿Cómo deberían definirse los conceptos de «profesional» y «consumidor»? Opción 1: Se pondrían en consonancia las definiciones que figuran en el acervo, sin modificar su alcance. Se entendería por «consumidor» la persona física que actúa con fines ajenos a su negocio, empresa o profesión, y por «profesional», la persona (física o jurídica) que actúa con fines relacionados con su negocio, empresa o profesión. Opción 2: Se ampliarían los conceptos de «consumidor» y «profesional» de modo que abarcasen a las personas físicas que actúan con fines básicamente ajenos (consumidor) o básicamente relacionados (profesional) con su negocio, empresa o profesión”. Anexo I . Issues for consultation. Punto cuarto. “Libro Verde sobre la revisión del acervo comunitario en materia de consumo”. Bruselas, 8.2.2007 COM (2006) 744 final.

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Se ha señalado a la Sentencia “Gut Springenheide” como el referente en la

introducción de la idea del consumidor medio. En este caso, en el que se examinaba

si una mención en el etiquetado podía inducir a error al comprador, se concluyó

que, para apreciar si dicha alusión era engañosa “había que tomar en consideración

la expectativa que se presumía en un consumidor medio, normalmente informado

y razonablemente atento y perspicaz”.

El TJCE ha confirmado esta orientación jurisprudencial en varias sentencias posteriores,

lo que permite identificar, según González Vaqué, los dos elementos característicos del

concepto de consumidor medio: 1. Su actitud y 2. La información asimilada (o

conocimientos). En cuanto a la “actitud”, el autor la estima “no tanto obligación como

que gracias a su actitud puede acceder a la información disponible, en contraposición a

una completa pasividad o falta de interés”. Y, respecto a los conocimientos, establece

esta apreciación a propósito de otra disputa: ”un consumidor no tendría que suponer

que una crema cuya denominación contiene el término lifting produzca efectos

duraderos” 32.

- En la sentencia “Cassis de Dijon”, comentada por Romero33, en la que también se

recurre a la definición de “consumidor medio”, el TJCE consideró el etiquetado

informativo como una solución preferible a las limitaciones para la comercialización. Así,

en el asunto de la “Ley de la pureza de la cerveza”34 “estimó que su objetivo podría

alcanzarse mediante un sistema de normativas sobre la información al consumidor de

modo que le permitiera llevar a cabo su elección con pleno conocimiento de causa, así

32 GONZÁLEZ VAQUÉ, L. “La noción del consumidor en el Derecho comunitario del consumo” Estudios sobre Consumo, nº 75, INC, 2005. y GONZÁLEZ VAQUÉ, L. “El Derecho del Consumo en la Unión Europea: La problemática planteada por la armonización mínima en las normativas comunitarias relativas a la protección de los consumidores”, Gaceta Jurídica de la Unión Europea y de la Competencia, nº 233 (2004) 33 ROMERO MELCHOR, SEBATIÁN “La Sentencia ‘Lancaster’ ¿un lifting de la noción de consumidor normalmente informado en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas?”. Gaceta Jurídica de la Unión Europea, nº 209, Octubre 2000 34 Se trataba de una norma que Alemania pretendía impulsar para la diferenciación de sus cervezas, cuyo objetivo sería dar la posibilidad al consumidor de elegir de acuerdo con la composición de esta bebida

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como garantizar la transparencia de las operaciones comerciales y de la oferta al

público”.

- En la sentencia “Salsa Holandesa” 35 el TJCE había estimado ya que “el consumidor

interesado en la composición de un producto alimenticio consultará la lista de

ingredientes que debe figurar en la etiqueta de dicho producto”. De este modo, cuando

se trata de determinar si es engañoso un producto (confitura D’Arbo ) que se etiqueta

como “natural”, pero que incluye en su composición el gelificante pectina y contiene

distintos residuos, se replica que la presencia de pectina se indicaba en la lista de

ingredientes en la correspondiente etiqueta que figura en el envase, conforme a lo

dispuesto en la Directiva 79/112/CEE. Teniendo en cuenta que los consumidores que

deciden la adquisición de un producto en función de la composición de éste leen

previamente esa lista, cuya mención es obligatoria, el TJCE declaró que la mención

“puramente natural inscrita en la etiqueta no podía inducir a error a un consumidor

medio, normalmente informado y razonablemente atento y perspicaz por el mero hecho

de que el producto alimenticio contuviera el mencionado gelificante”.

“Recordó, además, que es bien conocida la presencia en el medio natural de plomo y

cadmio, como consecuencia, principalmente, de la contaminación del aire o del medio

acuático, como lo demuestran varias disposiciones de Derecho comunitario. Puesto que

se cultivan en dicho medio ambiente, las frutas se hallan inevitablemente expuestas a

los agentes contaminantes que se encuentran en él. En estas circunstancias, aun

suponiendo que en algunos casos los consumidores puedan ignorar esta realidad y ser

inducidos a error, este riesgo es mínimo y no puede justificar un obstáculo a la libre

circulación de mercancías”36.

- Y Bourges37, por su parte, recoge, entre otras, algunas Conclusiones de los Abogados

Generales que siguen esta estela: Así, Geelhoed, en el asunto C-132/03 (sentencia “Renate

35 ROMERO MELCHOR, SEBATIÁN, op. cit. 36 ROMERO MELCHOR, SEBATIÁN “La Sentencia ‘Lancaster’ ¿un lifting de la noción de consumidor normalmente informado en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas?”. Gaceta Jurídica de la Unión Europea, nº 209, Octubre 2000. 37 BOURGES, Leticia A. “La definición de “consumidor”, Revista de Derecho Alimentario, nº 8, 2006.

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Sterbenz”38 afirmaba que “la tesis según la cual puede inducirse a error al consumidor

medio cuando, al leer superficialmente la indicación, recibe la impresión de que el consumo

del producto alimenticio influye positivamente en su salud, no es … defendible”…

Así pues, de la creciente consolidación del término, resultan sorprendentes tres hechos: Por

un lado, el origen mismo del concepto. Surge, como hemos visto en estos ejemplos, no ya

de sentencias resultantes de conflictos planteados por los propios consumidores en la

defensa de sus intereses, sino de procedimientos que han sido promovidos por las

empresas, o, en la mayoría de las ocasiones, por tensiones entre la Comunidad y los

Estados Miembros a causa de supuestos obstáculos a la libre circulación de mercancías (en

los casos en los que un Estado ha alegado que un determinado producto no se ajustaba a

las normas nacionales en materia de información a los consumidores).

En segundo lugar, y teniendo en cuenta que éste es el origen, no se termina de entender

su “salto” a los textos legislativos, como si no existiese otra alternativa posible. Finalmente,

en tercer lugar, es llamativo comprobar cómo las referencias jurídicas sobre el asunto más

citadas apoyan la solidez del concepto “consumidor medio” con argumentos que dan la

impresión de carecer, o bien de imparcialidad, o bien de refrendo en el mundo cotidiano y

real, que es el que en definitiva nos movemos los consumidores39.

38 http://eur-lex.europa.eu/smartapi/cgi/sga_doc?smartapi!celexplus!prod!CELEXnumdoc&lg=es&numdoc=62000J0421 39 Al reivindicarlo como condición necesaria para la libre circulación de mercancías, o cuando se le asimila al concepto “conducta diligente” de nuestra normativa o cuando se afirma (Bañares,S.) que: “...sobre toda la propuesta comunitaria sobrevuela la preocupación de que las alegaciones induzcan al consumidor a tomar elecciones inadecuadas... Sin embargo, cabe cuestionarse si la legislación es un instrumento adecuado para garantizar que no se produzca la inversión de tal efecto, o ad limitum, si es el único o el mejor”. Respecto a la primera idea, a nuestro juicio la analogía no es oportuna. La idea de “conducta diligente” de nuestro ordenamiento más bien se opone a lo que se podría calificar de “conducta temeraria” y está más cerca del sentido común que de la actividad escrutadora implícita en la noción de consumidor medio.Y, respecto al valor de las campañas de información, se manifiesta una vez más que los juristas realizan sus conclusiones en la más completa lejanía respecto a la realidad que valoran. Sólo es necesario reparar en la complejidad creciente de los productos y servicios puestos a disposición de los usuarios, incluso en los medios para acceder a los mismos, para darse cuenta de que se trata de un proyecto inabarcable. Sin entrar a valorar las decenas de miles de reclamaciones que anualmente gestiona CEACCU39 en las que la información previa poco hubiese evitado.

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Por tanto, como conclusión de este apartado, manifestamos, siguiendo a Eugenio Ribón, de

los Servicios Jurídicos de CEACCU, que “huelga profundizar en que una gran parte del

movimiento consumerista contempla con profundo recelo esta nueva línea [la noción de

“consumidor medio”] por entender que en la práctica puede suponer un mayor margen de

tolerancia hacia conductas contrarias a los intereses de los consumidores”40, lo que

supondría una pérdida de confianza de los consumidores, en la medida en que puedan ver

frustradas sus expectativas.

Para evitarlo entendemos que lo más acertado sería replantearse la incorporación

automática de esta noción a los textos legislativos, a la luz, no ya de la teoría jurídica, sino

de la realidad del mercado y el respeto a los derechos del consumidor41.

CONCLUSIONES SOBRE EL REGLAMENTO 1924/2006

• Por lo que se refiere a la valoración del propio texto legislativo, consideramos que

la situación del mercado que aquí hemos expuesto, pone de manifiesto que las

condiciones previstas por el Reglamento 1924/2006 para el uso de declaraciones

nutricionales y de salud, no son suficientes para garantizar los derechos de los

consumidores, que el concepto de consumidor medio resulta desproporcionado

teniendo en cuenta las dificultades objetivas que presenta el etiquetado de los

alimentos con declaraciones y que, tal como anticipamos en iniciativas anteriores,

el Reglamento no está logrando los objetivos marcados en los “Considerandos” de

dicha norma sobre la necesidad de asegurar un “elevado nivel de protección de los

consumidores”.

• La credibilidad de la norma no puede ser más precaria. La confianza del

consumidor se ha pretendido apuntalar con la fiabilidad que otorgaría la tan traída

y llevada “comprobación científica”. Sin embargo, se trata de un criterio a todas

40 RIBÓN SEISDEDOS, E. “La noción de consumidor y usuario. Dictámenes Jurídicos de CEACCU” en http:// www.ceaccu.org 41 En las “Conclusiones” de este Informe se argumenta esta idea, con los resultados del análisis de mercado que se detallan en la “Segunda Parte” con mayor extensión.

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luces insuficientes, según se desprende del análisis aquí expuesto. A pesar de la

“comprobación científica” un etiquetado puede ser engañoso o inducir a error al

consumidor por, como mínimo, las siguientes razones: Que la declaración se

incluya en productos con un perfil no saludable; que la declaración no justifique el

incremento de precio del producto porque el beneficio declarado pueda obtenerse

igualmente por alimentos sencillos (“potencia la actividad del riñón” y el agua de

grifo); el modo en que se comunica esa información (con el uso, por ejemplo, de

palabras imprecisas como “ayuda”, “contribuye”...), que se transmitan ventajas no

específicas (como la mencionada sobre la actividad del riñón) o, finalmente, que se

roce lo autorizable en cuanto a la apelación al miedo del consumidor42.

• Teniendo en cuenta esta situación, y dada la negativa evolución del Reglamento

1924/2006 desde sus principios como Propuesta, tenemos que manifestar nuestra

preocupación ante la futura definición de las cuestiones que a continuación

exponemos:

o Cómo se trasmite y trasmitirá la información sobre los riesgos. Sin entrar en

consideraciones (que podrían ser oportunas) acerca de hasta qué punto la

información sobre los riesgos de un determinado producto o servicio

conlleva una cierta exoneración de responsabilidad para el operador

42 Un reciente “Boletín” de la Fundación FIAB (2008) incluía esta información: “Artículo Ciencia. Aspectos generales de los alimentos funcionales”, en el que se explicaba que “La Acción concertada de la UE apoya el desarrollo de los dos tipos de alegaciones de salud, que se indican a continuación, con respecto a los alimentos funcionales, que deben ser siempre válidas en el contexto de la dieta global y estar asociadas a los alimentos que se consumen normalmente: 1. TIPO A: Alegaciones de "funcionales de mejora" asociadas a determinadas funciones fisiológicas y psicológicas y a actividades biológicas que van más allá de su papel establecido en el crecimiento, el desarrollo, y otras funciones normales del cuerpo. Este tipo de alegación no hace referencia a enfermedades o estados patológicos, Ej. algunos oligosacáridos no digestibles mejoran el crecimiento de la flora bacteriana intestinal; la cafeína puede mejorar el rendimiento cognitivo. 2. TIPO B: Alegaciones de "reducción de riesgo de enfermedades", que se asocian al consumo de un alimento o de sus componentes para ayudar a reducir el riesgo de padecer una determinada enfermedad o afección, gracias a los nutrientes específicos que contenga o no contenga dicho alimento (Ej. El folato puede reducir el riesgo de que una mujer tenga un hijo con defectos del tubo neural, y una ingesta adecuada de calcio puede ayudar a reducir el riesgo posterior de osteoporosis)”. http://www.informacionconsumidor.org/Ciencia/ArticuloCiencia/tabid/71/ItemID/61/Default.aspx

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económico, en el caso de los alimentos entendemos que no está siendo la

adecuada. Así, en los productos con fitosteroles resulta inaceptable que se

obvie y oculte la información del riesgo vinculado a los mismos y, en su

lugar, se haya adoptado una genérica recomendación alusiva al consumo de

frutas y verduras. Con este precedente, nos tememos que esta pudiera ser

una nueva batalla perdida para los derechos del consumidor.

o La elaboración de la lista de propiedades de salud autorizadas: qué

condiciones concretas se les impone y cómo se presentarán al consumidor.

Consideramos que para ello deberían tenerse en cuenta las actuales

irregularidades que se están produciendo, para corregirlas y no para, al

contrario, darles carta de naturaleza mediante su autorización.

o Las declaraciones psicológicas y comportamentales, las relacionadas con el

desarrollo y salud de los niños y las de reducción del riesgo de la

enfermedad: que límites conviene no pasar. Todas ellas eran declaraciones

que el Proyecto de Reglamento había previsto prohibir, y cuya “legalización”

final, vistos los argumentos de los Estados Miembros y la justificación de las

enmiendas parlamentarias carece, según nuestra consideración, de

cualquier tipo de base sólida43. Es exigible, pues, que su autorización sea lo

más restringida posible.

o El establecimiento de los perfiles nutricionales y la fiabilidad de la

información nutricional. Es un requisito imprescindible para que el

consumidor pueda confiar en que el mensaje global que se trasmite con

una declaración es veraz. De hecho, de ellos depende en buena medida la

credibilidad de toda la norma (y, por extensión, de quienes la impulsan). Sin

embargo, los primeros pasos que se han dado para su implantación

43 Ver: QUINTANA, Y. “La tramitación del Reglamento 1924/2006: ¿una batalla perdida?” en http://www.ceaccu.org

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(opinión científica de la EFSA44, rápidamente suscrita por la industria45) no

pueden ser más desalentadores46.

o Los plazos: Teniendo en cuenta los amplísimos periodos transitorios que

contempla el Reglamento, correspondería dar respuesta, sobre el

procedimiento para eventuales reclamaciones futuras, a aquellos

consumidores que pudieran estar tomando decisiones erróneas de compra

y consumo, en virtud de declaraciones que finalmente no sean autorizadas.

3. ADIVINA CUÁNTA SAL CONTENGO (AVANCE DE CONCLUSIONES):

LAS CARENCIAS DE LA INFORMACION NUTRICIONAL EN LAS ETIQUETAS

La información nutricional se encuentra regulada por la Directiva 90/496/ECC47,

aunque una reciente iniciativa legislativa de la Comisión prevé su modificación48. El

Reglamento 1924/2006 sobre Declaraciones Nutricionales y de Salud, establece la

obligatoriedad de aportar esta información, a excepción de las campañas publicitarias

colectivas49.

En estos momentos CEACCU está ultimando un estudio, a partir del análisis de cerca

de cien productos, en el que se evalúa el modo de mostrar esta información, cuya

eficacia es esencial para asegurar que el consumidor adopte las mejores decisiones de

consumo. 44 “The setting of nutrient profiles for foods bearing nutrition and health claims pursuant to Article 4 of the Regulation (EC) No 1924/2006 - Scientific Opinion of the Panel on Dietetic Products, Nutrition and Allergies” Question number: EFSA-Q-2007-05. Accesible en: http://www.efsa.europa.eu/EFSA/efsa_locale-1178620753812_1178689506673.htm. Ver NOTA 6. 45 “CIAA welcomes today’s scientific opinion from EFSA”: http://www.ciaa.be/asp/documents/detailed_doc.asp?doc_id=830 46 Ver: QUINTANA, Y., “Los perfiles nutricionales: demandas de los consumidores” en http://www.ceaccu.org 47 Directiva 90/496/CEE del Consejo, de 24 de septiembre de 1990, relativa al etiquetado sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios Diario Oficial n° L 276 de 06/10/1990 p. 0040 – 0044 Traspuesta mediante el Real Decreto 930/1992, de 17 de Julio de 1992, por el que se aprueba la norma de etiquetado sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios. (B.O.E. 05.08.1992) Modificado por Real Decreto 2180/2004, de 12 de Noviembre (B.O.E. 13.11.2004) 48 Proposal for a Regulation of the European Parliament and the Council on the provision of food information to consumers. Bruselas, 30.01.2008 COM (2008) 40 final 2008/008 (COD) 49 Artículo 7 del Reglamento (CE) Nº 1924/2006, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, DO L 404 de 30.12.2006.

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Como avance de resultados, podemos enumerar las principales deficiencias

detectadas:

a) En relación con las dos formas en las que se pueden expresar las cantidades:

La información nutricional puede expresar las cantidades de dos formas, y cada una de

ellas ofrece al consumidor una información distinta:

- Por 100 g.: Presenta el inconveniente que no nos sirve para saber de una manera

inmediata qué cantidad de cada nutriente vamos a ingerir, o cuántas calorías nos

aportará (aunque podríamos calcularlo comparando esa cantidad por cada cien gramos

con la porción de producto que realmente vayamos a comer). Sin embargo, es muy útil

para conocer el “perfil” nutricional del producto. Es decir, qué nutriente tiene en mayor

cantidad (así sabremos si es un producto eminentemente graso o azucarado, por

ejemplo…) y en qué porcentajes están presentes el resto.

- Por “porción” o por “ración”: Mostar la información por ración tiene un inconveniente

importante desde el punto de vista de la información al consumidor. Esta información

sólo es fiable y útil para el consumidor en la medida en que la ración propuesta como

“modelo” se ajuste a lo que realmente vamos a comer. Por ejemplo, sí será útil en

productos que se venden por unidades (un yogur, un bote de refresco…), pero

resultará confusa si la cantidad que se da como “ración media” es ficticia o poco

generalizable: por ejemplo, 30 g. como cantidad media de cereales que se comen en el

desayuno. Presenta la ventaja de que, si la ración es real, nos sirve para saber, sin

necesidad de hacer cálculos, qué cantidad comeremos de cada nutriente.

b) Omisiones o formas de presentación que inducen a error

En ocasiones, las tablas de información nutricional incurren en alguna de estas

ambigüedades:

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- Expresar las cantidades de nutrientes que contiene el producto respecto a una

ración más pequeña que la que realmente comemos. El ejemplo típico sería el de la

marca de cereales para el desayuno que indica su composición para raciones de 30

g.

- Omitir información relevante. Un déficit importante de la información nutricional

se produce cuando no se especifica la cantidad de nutrientes cuya ingesta conviene

que el consumidor modere. Así, no especificar la cantidad de “azúcar” que está

incluida en los “hidratos de carbono”, no especificar la cantidad de sal o sodio que

contiene el alimento y no aclarar qué tipo de grasas incluye (cuántas son saturadas

o advertir si esconde grasas “trans”) impide al consumidor tomar las elecciones de

consumo adecuadas.

- Comparar las cantidades que contiene el producto, con las cantidades diarias

recomendadas para un adulto, en productos dirigidos especialmente a niños, como

los cereales para el desayuno, cuando hay diferencias importantes: por ejemplo, un

adulto puede tomar por día hasta 125 g. de azúcar, sin embargo un niño sólo 85 g.

- La sal y el sodio: También es confuso e induce a error que, en la información

nutricional, nos informen de las cantidades de “sodio” que contiene el producto, y,

sin embargo, para comparar con la cantidad diaria recomendada, nos faciliten la de

sal, que es muy superior50

50 La CDR de “sodio” para un niño es de 1,4 gr., mientras que de sal, el máximo recomendado serían 4 gr.

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4. CONCLUSIONES: COMENTARIOS DE CEACCU SOBRE LA PROPUESTA DE

REGLAMENTO DE ETIQUETADO51

En coherencia con la preocupación respecto al etiquetado de los alimentos que aquí hemos

transmitido, CEACCU está manteniendo un papel muy activo en el proceso de tramitación del

nuevo Reglamento de Etiquetado, que ya dijimos se prevé quede aprobado en 2010.

En líneas generales, los planteamientos que CEACCU defiende para esta nueva son los

siguientes:

1.- ETIQUETADO MÁS COMPLETO Y FIABLE:

Debe asegurarse que el consumidor disponga de información en el etiquetado de la cantidad

de calorías, azúcar, sal, grasas saturadas y trans que el alimento le aporta. Estos datos deben

ser obligatorios en todos los productos (incluyendo las bebidas alcohólicas) [arts. 9, 20 y 29]

• La denominación “grasas vegetales” debe dejar de servir para ocultar el uso de aceites

poco saludables. En su lugar, debe ser obligatorio indicar, en la lista de ingredientes, las

grasas realmente empleadas [art.19]

• Debe corregirse la tendencia de ocultar la “denominación del producto”, que también

debería someterse a las mismas exigencias, en cuanto a su presencia en el frontal del

envase, que el resto de la información obligatoria. [art.18]

51 “Proposal for a Regulation of the European Parliament and of the Council on the provision of food information to consumers” COM (2008) (Bruselas, 30.1.2008)

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2.- ETIQUETADO MÁS LEGIBLE:

Presencia de la información obligatoria [art.14 y 34]:

- En el frontal del envase (si se contemplan excepciones, deberían ser tasadas en

función del tamaño del envase. En estos casos, se establecerá la obligatoriedad de

advertir, al menos del valor calórico y el nutriente de los anteriores que mayor

porcentaje de la CDO represente y la denominación del producto).

- Estableciendo un tamaño de letra, color y contraste.

3.- ETIQUETADO MÁS ÚTIL:

Información nutricional [art. 29,31,32]

- Debe ser completa. Incluyendo información clara sobre calorías, azúcar, sal, grasas

saturadas y trans.

- Estableciendo un tamaño de letra, color y contraste.

- Debe evitarse que se incurra en confusiones haciendo referencia a raciones poco realistas

(bajo el eufemismo de “ración recomenda”), por lo que la opción de la información por ración

debe restringirse a aquellos que vengan envasados en unidades individuales (un bote de

refresco, un yogurt) o a CDO de adultos si el alimento va dirigido preferentemente a niños.

- Información gráfica: Debe servir para advertir gráficamente (bien por colores, bien mediante

gráficos de barras) el porcentaje (y si este es elevado) de estos nutrientes (azúcar, sal, grasas

saturadas y trans) respecto a la CDO.

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(*) Yolanda Quintana es responsable de comunicación y alimentación en CEACCU. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, tiene, además, reconocida la suficiencia investigadora. Es autora, entre otras, publicaciones, de los libros “Sociedad, Consumidores y Medios de comunicación” y “¿Alimentos que todo lo pueden?: Las declaraciones de salud en el etiquetado”; de guías prácticas como “¿Sabemos lo que comemos?” y de numerosos informes sobre los hábitos y derechos de los consumidores (“Crisis alimentarias y hábitos de consumo”, “Acciones y estrategias de las Asociaciones de Consumidores en el ámbito de la seguridad alimentaría”...) En España, es miembro, en representación de los consumidores, de la Comisión Interministerial de Ordenación Alimentaria (CIOA), del Observatorio de Precios de los Alimentos (del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino) y del Consejo de Consumidores y Usuarios (CCU). En el terreno internacional, entre otras actividades, ha participado en Bruselas en distintos grupos de trabajo sobre consumo y fue representante de la UE en Japón en el I Diálogo UE-Japón sobre política de los consumidores. También en formación tiene una larga trayectoria, habiendo impartido, por ejemplo, el módulo de información y consumo en el “Master de Nutrición Clínica de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.